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Una actitud

del espíritu.
Interpretaciones en
torno a Georg Simmel
C O L E CC I Ó N   G E N E R A L
biblioteca abier ta

Gilberto Díaz Aldana


editor

DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
biblioteca abier ta
colección general sociología
Georg Simmel (1858-1918)
Una actitud del espíritu.
Interpretaciones en torno
a Georg Simmel
Una actitud del espíritu.
Interpretaciones en torno
a Georg Simmel

Gilberto Díaz Aldana editor

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

2015
catalogación en la publicación universidad nacional de colombia

Una actitud del espíritu : interpretaciones en torno a Georg Simmel / editor, Gilberto Díaz Aldana. – 1a. ed. –
Bogotá : Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas : Universidad de Antioquia, 2015.
256 p. – (Biblioteca abierta. Sociología)

Incluye datos biográficos de los autores, índice de materias e índice de nombres.


ISBN: 978-958-775-323-3

1. Simmel, Georg, 1858-1918 - Crítica e interpretación 2. Sociología - Ensayos, conferencias, etc. 3. Filosofía
alemana - Ensayos, conferencias, etc. I. Díaz Uribe, Alfonso, 1955-, ed. II. Serie

CDD: 301 ed. 20


CO-BoBN– a975076

Una actitud del espíritu. Interpretaciones en torno a Georg Simmel


Biblioteca Abierta
Colección General, serie Sociología

© Universidad Nacional de Colombia,


Sede Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Sociología, 2015

© Dirección de Investigación y Extensión sede Bogotá


© Editorial Universidad Nacional de Colombia

© Universidad de Antioquia, 2015


Primera edición, 2015
ISBN: 978-958-775-323-3

© Editor, 2015
Gilberto Díaz Aldana

Este libro fue financiado por la Estrategia de Sostenibilidad 2013-2014 del GELCIL,
otorgada por la Vicerrectoria de Investigación de la Universidad de Antioquia.

Facultad de Ciencias Humanas


Comité editorial
Ricardo Sánchez Ángel, decano
Melba Libia Cárdenas Beltrán, vicedecana académica
Marta Zambrano, vicedecana de investigación
Jorge Aurelio Díaz, profesor especial
Doris Santos, profesora asociada
Carlo Tognato, profesor asociado

Diseño original de la Colección Biblioteca Abierta


Camilo Umaña

Preparación editorial
Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas
Camilo Baquero Castellanos, director y coordinador editorial
Juan Carlos Villamil, coordinador gráfico
editorial_fch@unal.edu.co
www.humanas.unal.edu.co

Impreso en Colombia

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio,


sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales
1Fragmentos amorosos en el
pensamiento de Georg Simmel*

Olga Sabido Ramos


Universidad Autónoma Metropolitana

Unidad Azcapotzalco (México)

El amor es un tema que apasionó a Georg Simmel a lo largo


de su vida, particularmente al final, tal y como se manifiesta en los
aforismos que escribió y legó a su comprometida amiga Gertrud
Kantorowicz2. Igualmente, diversos autores han señalado cómo

* Este escrito es producto del proyecto de investigación «Cuerpo y afectividad


en la sociedad contemporánea. Una aproximación desde la sociología»
(Conacyt n.° 106627). Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad
Azcapotzalco Consejo Divisional (CSH) n.° 961. Responsables: Dra. Adriana
García Andrade y Dra. Olga Sabido Ramos.
2 Richard Swedberg y Wendelin Reich, «Georg Simmel’s Aphorisms», en
Theory, Culture, and Society 27 (1) (2010): 32. Los autores señalan cómo
desde 1897 Simmel escribió alrededor de 300 aforismos que fueron
publicados en diversos medios principalmente en revistas y diarios,
así como una serie de escritos póstumos. Basándose en un análisis de
contenido, los autores identifican varias temáticas y entre estas destaca
el amor y otros aledaños como erotismo, sexo, matrimonio, amor libre.
Igualmente, hacen alusión a la relación con Kantorowicz, quien fue una
poeta destacada en la época de Simmel y quien sería amiga de la pareja
Simmel y madre soltera de Angela, hija de Georg Simmel. Respecto a
esta figura femenina, Angela Rammstedt señala que también fue una de
las primeras historiadoras de arte certificadas y quien tuviera un papel
relevante en la participación activa de las mujeres en la cultura. Ver Angela
Rammstedt, «Tres mujeres en diálogo con Simmel», en Una actitud del

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Olga Sabido Ramos

Simmel establece toda una incipiente sociología de las emociones


y sentimientos donde entre otros destaca el amor3. Como otros
tópicos, este no formó parte de las preocupaciones iniciales en la
sociología, solo recientemente las ciencias sociales en general, y en
la sociología en particular, han dado un viraje hacia este ámbito
de estudio4. En el marco de dichos intereses, el propósito principal
de este escrito es mostrar la herencia viva de este autor y las po-
tencialidades de resignificación de su obra para hacer del amor un
objeto de estudio sociológico, a partir del ofrecimiento de dimen-
siones analíticas y categorías con alta potencialidad heurística para
la investigación.

Introducción
Simmel trazó diversas pinceladas en torno al amor y las rela-
ciones íntimas en varios escritos, destacan: «El papel del dinero en
las relaciones de género» (1894)5; «Sobre la sociología de la familia»
(1895)6; «Fragmentos de una filosofía del amor» (1907)7, «Para una

espíritu. Interpretaciones en torno a Georg Simmel, ed. Gilberto Díaz Aldana


(Bogotá / Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2015), 181-203.
3 David Frisby, «Introduction to Georg Simmel’s “On the Sociology of the
Family”», Theory, Culture, and Society 15 (3-4) (1988): 280; Arlie Hochschild,
La mercantilización de la vida íntima. Apuntes de la casa y el trabajo (Buenos
Aires: Katz, 2008), 177.
4 Sara Corona y Zeyda Rodríguez, «El amor como vínculo social, discurso
e historia: aproximaciones bibliográficas», Espiral 6 (17) (2000): 49-70;
Adriana García y Priscila Cedillo, «Tras los pasos del amor: un recuento
desde las ciencias sociales», Estudios Sociológicos 29 (86) (2011): 551-602.
5 Simmel, «El papel del dinero en las relaciones de género», en Cultura líquida
y dinero. Fragmentos simmelianos de la modernidad, trad. Celso Sánchez
Capdequí (Barcelona / México: Anthropos / Universidad Autónoma
Metropolitana-Unidad Cuajimalpa, 2010), 62-78.
6 Simmel, «On the Sociology of the Family», Theory, Culture, and Society 15
(3-4) (1988): 283-293.
7 Simmel, «Fragmentos de una filosofía del amor», en Imágenes
momentáneas. Sub specie aeternitatis, trad. Ricardo Ibarlucía y Olvir Strunk
(Barcelona: Gedisa, 2007), 116-119.

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Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

filosofía de los sexos» (1911)8; «Amor» (1913)9; «De la vida a la idea»


(1917);10«Apéndice sobre ilustración sexual» (1921)11; «Fragmento
sobre el amor» (1921)12; «Erótica platónica y erótica moderna» (1921-
1922)13. Así como en algunas digresiones contenidas al interior de los
capítulos de la Sociología. Estudios sobre las formas de socialización
(1908), tales como «La cantidad en los grupos sociales», «La lucha»,
«El secreto y la sociedad secreta», «El cruce de círculos sociales», «Es-
pacio y sociedad» y «Digresión sobre la fidelidad y la gratitud», entre
otros14. No obstante, más allá de establecer una ruta cronológica e
inclusive biográfica de los escritos en los que el autor plasma este in-
terés, mi estrategia metodológica ha consistido en realizar una lectura
que distingue dos niveles analíticos en el pensamiento simmeliano,
a saber, el amor visto desde la perspectiva de las «formas culturales»
y el abordaje del amor en el marco de las «formas de socialización».
Aun cuando no existe una distinción rígida entre ambas po-
sibilidades analíticas —tal y como plantea Donald Levine—, sí es
posible identificar cómo Simmel reserva el análisis de las «formas
culturales» para su filosofía y el de las «formas de socialización»
para la sociología15. Como he señalado, esta distinción es una

8 Simmel, «Para una filosofía de los sexos», en Sobre la aventura. Ensayos


filosóficos, trad. Gustavo Muñoz y Salvador Mas (Barcelona: Península,
1988), 56-108.
9 Simmel, «Amor», en Goethe, trad. José Rovira Armengol (Buenos Aires:
Editorial Nova, 1949), 193-208.
10 Simmel, «De la vida a la idea», en Intuición de la vida. Cuatro capítulos de
metafísica, trad. José Rovira Armengol (Buenos Aires: Altamira, 2002), 33-77.
11 Simmel, «Apéndice sobre ilustración sexual», en Pedagogía escolar, trad.
Cecilia Abdo Ferez (Barcelona: Gedisa, 2008), 181-190.
12 Simmel, «Fragmento sobre el amor», en El individuo y la libertad. Ensayos de
crítica de la cultura, trad. Salvador Mas (Barcelona: Península, 1986), 43-54.
13 Simmel, «Erótica platónica y erótica moderna», en Sobre la individualidad
y las formas, trad. Esteban Vernik (Buenos Aires: Universidad Nacional de
Quilmes, 2002), 301-315.
14 Simmel, Sociología. Estudios sobre las formas de socialización, Trad. José
Pérez Bances (Madrid: Alianza, 1976).
15 Donald Levine, «Introducción», a Sobre la individualidad y las formas, de
Georg Simmel, trad. Esteban Vernik (Buenos Aires: Universidad Nacional
de Quilmes, Buenos Aires, 2002), 31.

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Olga Sabido Ramos

estrategia metodológica que ha posibilitado un ordenamiento


mínimo de los diversos razonamientos alrededor del tópico, dis-
persos en la obra de Simmel. Como toda estrategia, resulta arbi-
traria pero ha permitido visibilizar los alcances y rendimientos que
tiene la propuesta simmeliana en torno al amor, específicamente
el amor de pareja. Para dar cuenta de lo anterior he dividido el
escrito en tres apartados: El primero recupera y agrupa los aportes
simmelianos en torno al amor desde sus reflexiones filosóficas, y
particularmente su filosofía de la cultura. El segundo retoma ra-
zonamientos distribuidos a lo largo de sus reflexiones sociológicas.
Finalmente, el último, a modo de conclusión, destaca la vigencia
y los retos del legado simmeliano ante algunas líneas de investi-
gación recientes en torno al amor y sus paradojas contemporáneas.

La perspectiva filosófica: el
amor como forma cultural
A lo largo de su obra, Simmel estableció un andamiaje con-
ceptual que le permitió distinguir entre las formas y los conte-
nidos del ser 16. Con esta distinción, Simmel da cuenta de cómo la
experiencia de los seres humanos se significa de distinta manera,
según la forma desde la que se le dé sentido; por ello, para este autor
existe una posibilidad infinita de significar el mundo. En el marco
de su filosofía de la vida, las formas culturales pueden entenderse
como una especie de «principios sintetizadores» que moldean la
experiencia17. Es decir, las formas culturales (por ejemplo, la re-
ligión, la ciencia, la moral, el arte) permiten que demos un Sentido
particular a nuestra manera de experimentar el mundo. En este
orden de razonamientos, Simmel traza un ángulo analítico espe-
cífico respecto al amor. Este es un sentimiento18 que actúa como
«forma cultural», en tanto permite constituir la experiencia de

16 Para un seguimiento pormenorizado de las categorías forma/contenido,


forma/vida, ver Francisco Gil Villegas, Los profetas y el Mesías. Lukács y
Ortega como precursores de Heidegger en el Zeitgeist de la modernidad (1900-
1929) (México: Fondo de Cultura Económica, 1996).
17 Levine, 27.
18 Simmel, «Fragmento sobre el amor», 46.

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Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

una determinada manera: «[…] el amor pertenece a las grandes


categorías configuradoras de lo existente» (43). Es decir, el amor,
en tanto sentimiento que experimenta un sujeto constituyente sin-
tiente, construye un tipo particular de realidad amorosa. Bajo este
supuesto, Simmel establece una interesante relación entre el amor
y el Sentido, así como los cambios epocales que lo constituyen.

Amor y Sentido
El amor es un sentimiento que configura la realidad en una
dirección particular y que puede experimentarse hacia los seres
humanos, las cosas, las ideas o la divinidad. En este sentido, el amor
puede realizarse en distintas formas, como el amor a la pareja,
el amor a los hijos, el amor a la patria, el amor a Dios o el amor
filial, entre otros (47). Simmel señala que una de las características
peculiares del amor es la fuerza constitutiva que este sentimiento
tiene respecto a la realidad. En el caso del amor que se siente hacia
otra persona, este se comporta igual que la forma del arte, el artista
no imita la realidad sino que le da una significación creativa,
mutatis mutandi, en el caso del amante, quien constituye a la
persona amada por una atribución de Sentido que hace al amado
un ser único y distinto.
Por otro lado, el amor se erige como un mundo de Sentido que
está más allá de la vida instintiva y sexual19. El amor se convierte
en un mundo en sí mismo, que no se orienta por otros fines ajenos
a este como la genitalidad aislada o el interés en la procreación.
Según David Frisby, desde esta dimensión el amor es una especie
de «tercera entidad», y en ese sentido el amor es «más-que-vida»20.
Lo anterior significa que el amor no es solo una pulsión vital, sino
que se le asigna un significado que se desprende de la vida y las
necesidades meramente fisiológicas para convertirse en un fin en
sí mismo. La atracción sexual sería una pre-forma, más no una
forma amorosa, siguiendo la jerga simmeliana. El amor es, pues,

19 Ello no significa que para Simmel la sexualidad esté disociada del amor,
pero señala que «[l]o que en realidad se excluye es el amor y la sensorialidad
aislada» (50).
20 Frisby, 280.

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Olga Sabido Ramos

un mundo de Sentido con su propia lógica, autodesarrollo y con


un lenguaje especial. En ese sentido, reza el siguiente aforismo: «In
erotic nature, love is its own end —it cares neither about repro-
duction nor about satisfaction»21.
Otro de los supuestos que Simmel esgrime es que las formas
culturales, en tanto históricas, cambian epocalmente. De igual
manera, el Sentido que se da al amor adquiere distintas signifi-
caciones históricamente. Como ha señalado Josexto Berian en el
texto póstumo de «Erótica platónica y erótica moderna», Simmel
logra captar el desarrollo de una «semántica del amor»22 en Oc-
cidente. Ahí destaca el contraste y cambio de Sentido entre la
concepción filosófica del amor en el pensamiento griego —concre-
tamente en la filosofía platónica— y la concepción moderna del
amor. Para Simmel, aquello que posibilita identificar un cambio
de significado entre el amor «clásico y el moderno» es el problema
de la individualidad moderna 23. Esta característica, que consiste en
convertir al otro en alguien irrepetible y único, es lo que otros au-
tores denominarán «amor romántico»24.
Así pues, para Simmel el cambio de Sentido entre el amor
clásico y moderno radica en la exclusividad de ese sentimiento
hacia un individuo. Al respecto, Donald Levine advierte como el
principio de la individualidad se manifiesta en gran parte de la

21 Swedberg y Reich, 42.


22 Josexto Berian, «El ser oculto de la cultura femenina en la obra de Georg
Simmel», Acta Sociológica 37 (2003): 276.
23 Simmel, «Erótica platónica y erótica moderna», 308; Levine, 70.
24 Como señala Adriana García, a diferencia del amor como
experiencia universal el amor romántico es un fenómeno localizado
espaciotemporalmente en Occidente y está rodeado de sentimientos
que trascienden los referentes exclusivamente sexuales. Adriana García,
«La transformación de la intimidad», Una introducción al pensamiento
de Anthony Giddens, coord. Girola (México: Universidad Autónoma
Metropolitana), 108; Illouz señala que otra de las características del amor
romántico es que se trata de una práctica cultural en la que se exalta la
soberanía del individuo frente al grupo. Eva Illouz, El consumo de la utopía
romántica. El amor y las contradicciones culturales del capitalismo, trad.
María Victoria Rodil (Buenos Aires: Katz, 2009), 28.

210
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

obra simmeliana y en ese sentido no es casual cómo en este campo


temático, el autor se interese por encontrar: «[…] el lugar de la
individualidad en la idea moderna de amor»25. El amor moderno
—nos dice Simmel— es el primero en reconocer que en el otro hay
algo inalcanzable26 y que es irrepetible. En Platón no existe dicha
individualidad, pues todo lo relacionado con el amor (belleza, in-
teligencia, perfección) proviene de un mundo trascendental de las
ideas27. En cambio, el amor moderno no se coloca en un marco
supraindividual o «metafísico del amor», sino en las relaciones in-
terpersonales y la sensibilidad ahí producida. Así, mientras para la
concepción clásica la reciprocidad no es un elemento decisivo para
el amor, sí lo es para la sensibilidad moderna.
De manera que Simmel deja ver cómo las concepciones de
amor varían sociohistóricamente. En ese sentido, sus atisbos co-
inciden con un supuesto central en las recientes investigaciones
en torno al amor, a saber, que cada sociedad establece cómo este
se define, así como las expectativas emocionales atribuibles a las
personas en el proceso de enamoramiento28. En el caso del amor
en Occidente, Simmel plasma en una bella pincelada aparecida en
sus Imágenes momentáneas sub specie aeternitatis, el Sentido par-
ticular que el amor adquiere epocalmente en la modernidad y la
posibilidad de transformaciones a futuro. En tanto en la cultura
moderna lo efímero se va estableciendo como forma de experi-
encia constante, Simmel señala cómo dicha condición pueda llevar
a una redefinición de las formas de matrimonio «[…] e incluso a
nuevas formas de pareja, que hoy nadie puede sospechar, ni mucho

25 Levine, 70.
26 Simmel, «Erótica platónica y erótica moderna», 312.
27 Para los modernos, «[…] el amor solo produce relaciones entre personas,
Platón dirige el efecto mediador de las relaciones interpersonales hacia la
relación con los suprainvididual» (307).
28 Al respecto, conviene tener presente la siguiente referencia: «En muchos
sectores de las sociedades no occidentales, como en la India, el amor
romántico se considera una emoción peligrosa y caótica, que amenaza con
desestabilizar la devoción que las parejas casadas deben a los padres del
marido, con quienes viven en la misma casa». Hochschild, 182.

211
Olga Sabido Ramos

menos profetizar»29. Interesante es que los diagnósticos contem-


poráneos de la modernidad han apuntado cómo las nuevas formas
de emparejamiento se caracterizan por la fragilidad de los vínculos
y la ausencia de relaciones duraderas y estables30. La celeridad o
dilación, las contradicciones y paradojas que presentan estos pro-
cesos en distintas sociedades, invitan a la investigación empírica
que enriquezca estos diagnósticos31. Lo cierto es que desde la con-
cepción de amor como «forma cultural», Simmel ofrece un marco
analítico sensible para el abordaje de tales transformaciones.

El amor y sus prácticas culturales: la coquetería32


Otro de los tópicos que es posible resignificar de la obra sim-
meliana es aquel que establece cómo los significados históricos
asignados al amor tienen repercusiones en las prácticas cultu-
rales y modelos de masculinidad y femineidad en curso33. Así, por

29 Simmel, «Fragmentos de una filosofía del amor», 119.


30 Ver Zygmunt Bauman, Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos
humanos (México / Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005);
Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim, El normal caos del amor. Las
nuevas formas de la relación amorosa, trad. Dorothee Schmitz (Barcelona:
Paidós, 2001).
31 Ver Elsa Guevara, «Intimidad. Los vínculos amorosos y los desafíos de
la modernidad», en Sociología y cambio conceptual. De la burocracia y
las normas al cuerpo y la intimidad, coord. Gina Zabludovsky (México:
Siglo XXI / Universidad Autónoma Metropolitana / Universidad Nacional
Autónoma de México, 2007), 248-290; Natalia Tenorio, «La perdurabilidad
de las relaciones amorosas en la ciudad de México en el siglo XXI», Tesis
de maestría (Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Azcapotzalco,
México, 2009).
32 Como ha señalado Sérgio Costa, la coquetería puede entenderse como
una práctica cultural asociada al amor. Sérgio Costa, «¿Amores fáciles?
Romanticismo y consumo en la modernidad tardía», Revista Mexicana de
Sociología 68(4) (2006): 764.
33 Al respecto no hay que perder de vista las polémicas que Simmel ha
desatado desde su época. Angela Rammstedt señala que «los escritos de
Simmel sobre las relaciones de géneros han sido, desde su publicación,
materia de discusión controvertida». Rammstedt, 181. Esta polémica puede
verse en Guenther Roth, «Marianne Weber y su círculo», en Marianne
Weber, Biografía de Max Weber, trad. María Antonia Neira Bigorra

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Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

ejemplo, nos advierte Simmel, el amor clásico griego construye un


sentido de masculinidad asociado a los amantes varones. En dicho
registro cultural, el cuidado gimnástico y el entrenamiento del
cuerpo del varón no estaban disociados del desarrollo intelectual e
ideal del amante. Por otro lado, a pesar de la polémica que suscita
la concepción simmeliana de la femineidad34, no dejan de llamar la
atención las potencialidades heurísticas que pueden encontrarse en
dichas reflexiones.
Si bien Simmel señala la existencia de la coquetería masculina
y femenina, por lo general hace referencia a la coquetería como
una práctica asociada al género femenino. Sin ser siempre cons-
ciente de ello, Simmel plantea cómo se atribuyen expectativas de
comportamiento corporal ante el género femenino, desde el tipo
de miradas hasta la motricidad, las formas de caminar y contoneo.
Sobre lo anterior, el autor destaca cómo
Es típica de la coquetería en su forma más trivial la mirada de
reojo, con la cabeza medio ladeada. En esta actividad existe un apar-
tamiento combinado, al mismo tiempo, con una efímera entrega; un

(México: Fondo de Cultura Económica, 1995) 11-55. Roth señala cómo las
observaciones de Simmel en torno a las mujeres iniciadas desde el comienzo
de su carrera en 1890, resultaron tanto atractivas como cuestionables para el
movimiento feminista alemán. En particular, Marianne Weber cuestionaba
a Simmel la diferencia ontológica que este atribuía a hombres y mujeres,
e insistía en que estas diferencias tenían un carácter más bien histórico.
Igualmente, Roth muestra que Gertrude Simmel, esposa de Simmel, quien
escribió sobre ética sexual bajo el seudónimo de Marie Luise Enckendorf,
mantenía una distancia crítica con Simmel, al grado de anunciarle a
Marianne: «Me impacienta mucho lo que todos los hombres dicen de
nosotras, y esto incluye a Georg» Roth, 42.
34 Por ejemplo, sostiene que «[c]on todo lo que acabamos de señalar parecería
que la coquetería, en tanto que conducta conscientemente dualista, se
encuentra en abierta contradicción con la “unicidad” de la esencia femenina
[…]».Simmel, «Para una filosofía de los sexos», 95. Reflexiones críticas ante
ello pueden verse en Vania Salles, «El dilema cultural de las mujeres y el
diagnóstico de la modernidad en Simmel», Acta Sociológica 37 (2003): 201-
229; Patricia Gaytán, «Dualidad y contradicción en Simmel: por una teoría
sociológica del género», en Georg Simmel. Una revisión contemporánea,
coord. Olga Sabido Ramos (Barcelona / México: Antrhopos / Universidad
Autónoma Metropolitana, 2007), 274-289.

213
Olga Sabido Ramos

momentáneo dirigir la atención del otro, mientras a la vez se niega


simbólicamente por la dirección opuesta de la cabeza y el cuerpo
tiene el aliciente de lo secreto, de lo furtivo, de lo que no puede ser
duradero, por lo que se mezclan en él de forma inseparable el sí y el
no […]. A este mismo estrato de efectos de la coquetería pertenece
el movimiento oscilante de las caderas, el andar contoneándose. No
solo porque ese movimiento destaque a la vista las partes sexual-
mente más atractivas del cuerpo, al mismo tiempo que deja a salvo
la necesaria distancia y reserva, sino también porque esta manera
de moverse evidencia el ritmo alternado con que se da a entender la
aceptación y la negativa.35

Simmel visibiliza cómo las mujeres ejecutan un lenguaje cor-


poral, asociado a expectativas gestuales que denotan la concepción
de femineidad que establece la sociedad en curso36. Del mismo
modo, Simmel apunta cómo la coquetería se asocia al uso de ob-
jetos, adornos, vestidos y perfumes, todos estos actualmente di-
fundidos en el marco de la sociedad de consumo.37 Igualmente,
establece cómo la coquetería es una forma de «juego del amor» que
se caracteriza históricamente por un tipo especial de refinamiento
cultural, ya que se aleja del mero goce físico para otorgar signi-
ficados al contacto corporal y a determinadas partes del cuerpo
alejadas de la genitalidad:
[…] el significado placentero se extiende a momentos más ale-
jados, puramente indicados y simbólicos del ámbito erótico […].

35 Simmel, «Para una filosofía de los sexos», 91.


36 Aspecto que también desarrolla Erving Goffman, «La ritualización de
la femineidad», en Los momentos y sus hombres. Textos seleccionados y
presentados por Yves Winkin, trad. Eloy Fuente Herrero (Barcelona: Paidós,
1991), 135-168.
37 Otros autores también han mostrado cómo la indumentaria y el adorno,
tienen un papel significativo en la vida erótica. Ver Joanne Entwistle,
El cuerpo y la moda. Una visión sociológica, trad. Alicia Sánchez Millet
(Barcelona: Paidós, 2002), 220. La industria del perfume y las fragancias
también han jugado un papel significativo en su asociación con citas
amorosas. Ver Anthony Synnot, «Sociología del olor», Revista Mexicana de
Sociología 65(2) (2003): 456.

214
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

Esta difusión espiritual puede llegar tan lejos que, por ejemplo, un
joven enamorado tal vez obtenga más felicidad del primer y furtivo
entrelazamiento de manos que de una entrega total en un momento
posterior […] el beso y aun la mera consciencia del amor corres-
pondido superan todas las satisfacciones eróticas.38

Las líneas de investigación que recientemente se han desarro-


llado al respecto profundizan en cómo ciertas partes del cuerpo
tienen un atractivo erótico asociado a expectativas de género y
concepciones del placer sexual, que cambian tanto histórica como
culturalmente39. En suma, los alcances de esta dimensión analítica
en la obra de Simmel dejan ver cómo, desde la perspectiva de las
«formas culturales», el amor se conceptualiza como un constructo
sociocultural que moldea la experiencia y el sentir de las personas.
Es decir, el amor es un sentimiento que sienten las personas hacia
otras en sus relaciones interpersonales, pero cuyo significado
cambia epocalmente con repercusiones en las prácticas culturales
diferenciadas genéricamente como el caso de la coquetería.

La perspectiva sociológica:
del amor a los amantes
Según David Frisby, la orientación sociológica al «fenómeno
del amor» se relaciona con el breve ensayo intitulado «Sobre la
sociología de la familia» de 189540. En dicho texto, Simmel hace
un repaso sucinto de las distintas formas históricas que ha tenido

38 Simmel, «Para una filosofía de los sexos», 99.


39 Sara Matthews, «Cuerpo y sexualidad en la Europa del Antiguo Régimen»,
en Alain Corbid, Jean Jacques Courtine y Georges Vigarello, Historia
del cuerpo, tomo 1, trad. Núria Petit y Mónica Rubio (Madrid: Taurus,
2005). En la sociología, Randall Collins evidencia que en la sociedad
estadounidense entre 1930 y 1950 las piernas de las mujeres resultaban
atractivas eróticamente y objetos asociados a esta parte del cuerpo como los
pies y los zapatos de tacón alto, que se convirtieron en atractivos eróticos
que no necesariamente remitían a referentes genitales. Randall Collins,
Cadenas de rituales de interacción, trad. Juan Manuel Iranzo (Barcelona:
Antrophos, 2009), 300.
40 Frisby, 280.

215
Olga Sabido Ramos

la familia, así como sus variaciones culturales (matriarcado, pa-


triarcado, poligamia y monogamia). El autor señala cómo la va-
riedad de estas formas de relación entre hombre, mujer e hijos se
vincula con circunstancias históricas específicas, y que ninguna de
ellas representa una forma universal41. También establece que, si
bien en la modernidad el «amor individual» forma parte de las ex-
pectativas del moderno matrimonio, en diversas configuraciones
históricas el amor así entendido no jugó un papel decisivo. Justa-
mente, uno de los procesos históricos que Simmel identifica como
detonante de este tipo de expectativa sentimental es el proceso de
individualización que, en materia de pareja o amistades, supone la
elección individual:
La tendencia a la individualización del hombre moderno, la
mayor personalidad y libertad para elegir sus vínculos, debe estar
en relación con esto. Por su manera de reaccionar, en parte sensual
y en parte estética, no puede entrar ya en asociaciones tradicionales,
en comunidades íntimas, que no se preocupan del gusto personal,
ni de la sensibilidad individual.42

De esta manera, fue a partir de ciertas condiciones sociales


que tales «sentimientos específicos de amor y fidelidad para toda
la vida» comenzaron a surgir43. Así, para Simmel existe un condi-
cionamiento recíproco entre las condiciones sociales y los senti-
mientos, en este caso particular, entre las formas de matrimonio
y el amor. De manera que, concluye el autor: «[…] el amor fue una
consecuencia del matrimonio hasta que el matrimonio se convirtió
en una consecuencia del amor» (291). Con ello, Simmel destacaba
de qué manera, ni el matrimonio, ni las diversas formas de em-
parejamiento son naturales, sino que están históricamente con-
dicionadas. Mas no solo la forma de relación requiere de ciertas
condiciones históricas de posibilidad: incluso la aparición de
cierto tipo de sentimientos emerge de una trama sociohistórica

41 Simmel, «On the Sociology of the Family», 287.


42 Simmel, Sociología, 688.
43 Simmel, «On the Sociology of the Family», 290.

216
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

determinada. La historia del matrimonio permite ver cómo «[…] la


relación más personal de todas se encuentra acogida y dirigida por
instancias histórico-sociales, transpersonales, tanto por el lado de
su contenido como por el de su forma»44.
Igualmente, el berlinés señala cómo «[…] en último término
no es una pareja la que ha inventado la forma del matrimonio, sino
que esta se halla vigente en cada ámbito cultural, como algo relati-
vamente fijo, no sometido al capricho» (101).
Ahora bien, desde el ángulo de lectura sociológico Simmel,
da un viraje interesante, pues señala que el amor en sí mismo no
puede ser considerado como «forma de socialización», sino como
contenido. La diferencia estriba en que los contenidos son aquellos
estados que nos impulsan a relacionarnos y condicionarnos mu-
tuamente con los otros; la «forma de socialización» registra ese
enlazamiento y condicionamiento recíproco. En el caso del amor,
la lente sociológica simmeliana establece que, en tanto experiencia
vivida por una persona, el amor es contenido pues es «capaz de ori-
ginar acción sobre otros», pero en sí mismo no necesariamente im-
plica una relación (16). Esta idea la reitera de la siguiente manera:
Otros sentimientos, por mucho que enlacen unos hombres a
otros hombres, tienen sin embargo, una mayor proporción de so-
lipsismo. Aún el amor, la amistad […] consisten, ante todo, en un
afecto que ocurre y persiste en el propio sujeto, un afecto inmanente
en él, como se revela claramente en la frase de Philina: «Si yo te amo,
¿a tí que te importa?» Así, pues, estos afectos, a pesar de su infinita
importancia sociológica, son, ante todo, estados del sujeto. Es cierto
que nacen solo gracias al influjo de otros individuos o grupos. Pero
nacen aun antes de que este influjo se haya transformado en acción
recíproca; a lo menos no necesitan, aunque se dirijan hacia otros
seres, que la relación con estos sea su supuesto o contenido real. (116)

De modo que la observación sociológica en torno al amor


habrá de prestar atención a las relaciones e influjos mutuos que
este pueda generar, e inclusive al tipo de emociones y sentimientos

44 Simmel, Sociología, 100-101.

217
Olga Sabido Ramos

que puedan suscitarse entre la pareja, como la confianza, los celos


o la fidelidad. Si seguimos a Simmel, es posible establecer que, si
desde la sociología se quiere hacer un estudio sobre el amor, será
necesario prestar atención a los enlaces que este genera. Este razo-
namiento permite dar un viraje analítico que va del sentimiento
amoroso subjetivo a la relación entre los amantes. En una discreta
nota al pie inserta en la Sociología de 1908, Simmel establece cómo
los amantes están en relación y en tanto unidad sociológica, son
«una relación» (665). Pero, según Simmel, ¿cómo se constituye una
relación amorosa? ¿De qué tipo es esta relación? Como veremos
a continuación, la posibilidad de establecer categorías que posibi-
liten la resolución de dichas interrogantes las encontramos en su
obra sociológica.

Del amor a la intimidad: confianza y fidelidad


Uno de los primeros aportes que Simmel brinda para la com-
prensión de las relaciones amorosas consiste en ofrecer una defi-
nición de intimidad 45. Al respecto, señala el número de personas
que intervienen en una relación como un aspecto digno de ser
considerado desde la perspectiva sociológica. Así, por ejemplo,
una gran cantidad de personas en relación no permite establecer
relaciones íntimas, sino impersonales y abstractas. Sin embargo,
considerar la cantidad en forma aislada no es el único indicador
que permite develar si se está frente a una relación íntima o no. Por
ejemplo, la interacción entre dos personas anónimas en el trans-
porte público no necesariamente funda una relación íntima, de
manera que, si bien Simmel da una importancia significativa a la
cantidad, considera las implicaciones que tienen tanto la duración,
como el tipo de relación que se establece.
Con respecto a la duración, Simmel señala que pueden existir re-
laciones momentáneas de «singular intimidad» que duren solamente
un instante, como por ejemplo, la que se da entre parejas de baile,

45 Autoras contemporáneas como Viviana Zelizer acuden a Simmel, entre


otros autores, para definir el término «intimidad». Viviana Zelizer, La
negociación de la intimidad, trad, María Julia de Ruschi (Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica, 2009), 38.

218
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

que si bien pueden tener una cercanía corporal intensa, el tipo de


vínculo se neutraliza por el constante cambio de pareja y por la corta
duración del contacto46. También puede suceder que revelemos a los
extraños aspectos personales que no confesaríamos a los cercanos, y
sin embargo, esto no significa que tengamos una relación íntima con
ellos (718). Como ha señalado Esteban Vernik, lo anterior se explica
en la medida en que en estas relaciones existe «la conciencia de la
próxima y definitiva separación»47, y así se incorpora la interrogante
sobre qué es entonces aquello que define un vínculo íntimo.
Para Simmel, un vínculo de carácter íntimo implica, antes
que nada, una tonalidad individual. En el caso de la relación que
tenemos con el extraño, a quien momentáneamente confesamos
nuestros secretos, no nos une nada individual. En contraparte, el
carácter íntimo de una relación se funda en la consideración de
que lo que distingue esa relación de las demás es su cualidad in-
dividual. Para Simmel, ese es tanto su núcleo como su valor y el
fundamento principal de su existencia 48. Así, un tipo de relación
íntima implica, ante todo, una distinción frente a otras relaciones,
caracterizada por la individualización del vínculo. Quienes esta-
blecen una relación íntima comparten determinado tipo de cono-
cimiento, un tipo de saber interpersonal, por ejemplo, los secretos
en común que no compartirían con nadie más.
De modo que, para Simmel, las relaciones íntimas se definen
por un tipo de saber en torno al otro que no es equivalente al que
se tiene en otras relaciones. Es decir que aquellos que participan en
una relación íntima «comparten entre sí» lo que no compartirían
con nadie más. Igualmente, Viviana Zelizer señala que es posible
definir el vínculo íntimo al destacar que, en este tipo de relaciones:
[…] las interacciones dependan de conocimientos específicos
que solo una persona posee y de atenciones particulares que solo
una persona brinda, conocimientos y atenciones que no son abierta-
mente accesibles a terceros. Los conocimientos implican elementos

46 Simmel, Sociología, 82.


47 Esteban Vernik, «Ideales simmelianos», Estudios sociológicos 21(61) (2003), 77.
48 Simmel, Sociología, 96.

219
Olga Sabido Ramos

como secretos en común, rituales interpersonales, información


corporal, conciencia de la vulnerabilidad personal y recuerdos
compartidos de situaciones vergonzosas. Las atenciones incluyen
componentes tales como expresiones de cariño, servicios corpo-
rales, lenguajes privados, apoyo afectivo y corrección de defectos
vergonzosos. Las relaciones sociales íntimas así definidas dependen
de diferentes grados de confianza.49

Sin embargo, aun cuando podríamos señalar que el razona-


miento de Simmel coincide con tal definición, el autor destaca que
toda forma de relación, incluyendo las relaciones íntimas, implican
al mismo tiempo un no-saber, pues nunca se puede conocer al otro
completamente. Así, incluso una relación íntima supone ciertas re-
servas, discreción y mutuo disimulo. Ello se debe a que en todas las
relaciones sociales existe una dinámica entre cercanía y distancia,
cuyos efectos no solo tienen manifestaciones en el espacio físico,
sino principalmente en el tipo de cercanía o distancia emocional
que tenemos con los otros. De modo que «[l]as relaciones de ca-
rácter íntimo, cuyo soporte formal es la proximidad corporal y es-
piritual, pierden su encanto e incluso el contenido de su intimidad,
si la proximidad no incluye al mismo tiempo y en alternativa, dis-
tancias y pausas»50.
¿Qué supondría una cercanía excesiva o distancia amena-
zante?, ¿qué puede comunicarse o reservarse?, ¿en qué consistiría
la intromisión y falta de discreción? Las respuestas a estos inte-
rrogantes son arbitrarias, en la medida en que dependen de los
contenidos culturales y las diferentes expectativas con respecto al
género, en una situación social específica; para el caso de la in-
vestigación sociológica solo puede decantarse en la investigación
empírica. Lo importante es que, según Simmel, ante este tipo de
dinámica entre la ocultación y la revelación «[n]os hallamos aquí
en un campo de problemas […] muy importantes para la sociología
de la relación íntima» (375). Así, por ejemplo, las cartas en tiempos

49 Zelizer, 38.
50 Simmel, Sociología, 365.

220
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

de Simmel eran un referente empírico digno de considerar, pues en


tanto formas escritas de comunicación constituían el reverso del
secreto (400). Con este tipo de sensibilización a ciertas fuentes, los
razonamientos simmelianos abren una pista interesante a consi-
derar en el campo de la investigación y nos invitan a reflexionar en
torno a ciertos referentes contemporáneos asociados a los disposi-
tivos tecnológicos de la comunicación y el significado que tienen
hoy día en las relaciones de pareja.
Lo cierto es que una de las paradojas del amor moderno que
Simmel distinguió es cómo las relaciones íntimas se basan en la
posibilidad de compartir y, al mismo tiempo, ocultar secretos51, si-
tuación ante la cual solo es posible confiar. Simmel dio cuenta de
las paradojas de la modernidad presentes en los procesos de indivi-
dualización y la gestión de las relaciones íntimas; así por ejemplo,
leer las cartas ajenas del otro, escuchar tras las puertas, violarían
su territorio íntimo del yo (372) y, además, transgredirían un com-
ponente afectivo peculiar de las relaciones íntimas: la confianza.
El papel de la confianza en las relaciones íntimas consiste en que
damos por sentado que no se revelarán los secretos compartidos.
Esto puede vincular afectivamente a los otros de una manera suma-
mente poderosa, pues la tranquilidad de que se guardará el secreto
va unida al sentimiento de que también puede darse la traición.
Ante dicha encrucijada, la confianza se convierte en pieza clave en
las relaciones íntimas, pues supone que nuestros secretos compar-
tidos o conocidos por el otro no serán revelados a terceros (381).
Otro lazo afectivo a considerar es el de la fidelidad. En la «Di-
gresión sobre la fidelidad y la gratitud», Simmel señala que sin la
primera, no podría existir la sociedad de la forma en la que existe,
pues si la confianza es condición de posibilidad de ciertas formas
de relación, la fidelidad facilita su permanencia52. La fidelidad para

51 Pues «[…] la mentira es un elemento integrante de su estructura» (365).


52 En palabras de Luzzi: «Si la confianza cumple la función de facilitadora
o creadora de lazos sociales, la fidelidad resulta indispensable para la
supervivencia de los mismos. Su existencia reside tanto como la de
la confianza en el corazón mismo de la vida social». Mariana Luzzi,
«Sentimientos psico-sociales [sobre la exposición de Patrick Watier]» en

221
Olga Sabido Ramos

Simmel es una forma sociológica de «segundo orden», pues se erige


como un soporte afectivo que mantiene otras formas de relación; es
justo ese vínculo el que conserva los entrelazamientos recíprocos,
más allá de los impulsos originarios que nos han llevado a esta-
blecer ciertos lazos con otros.
Esta «disposición anímica» hace posible la recurrencia de
formas de socialización, ya que se trata de un estado afectivo que
procura el «mantenimiento de nuestra relación con el otro» y en
ocasiones se convierte en una fuerza poderosa de compromiso53.
Así, la fidelidad es un lazo afectivo que en el caso de la relación de
pareja «asegura la perduración de un vínculo», por eso, a contraco-
rriente del sentido común, el «amor fiel» es un sinsentido, pues la
fidelidad es aquello que posibilita que perdure el vínculo cuando se
extingue el amor (611). En suma, la fidelidad es una forma afectiva
que contribuye a la duración y que da la estabilidad que requieren
las relaciones que fluyen incesantemente y que, en tanto «procesos
vitales», cambian constantemente.
En la obra de Simmel la confianza, la fidelidad, los celos entre
otros «sentimientos psicosociales», son referentes centrales en su
razonamiento sociológico, pues dejan ver los hilos invisibles que
nos enlazan a unos con otros54. No obstante, están sometidos a los
cambios históricos y las particulares configuraciones culturales en
que estos emergen. En el caso de la relación de pareja, los conte-
nidos de la confianza y la fidelidad varían constantemente, no solo
de sociedad en sociedad, sino en una misma sociedad que nunca es
homogénea. Lo relevante, en términos de la resignificación de estos
aportes, es justamente el refinamiento de la mirada sociológica que

Informe sobre el coloquio Simmel de Buenos Aires, comp. Esteban Vernik y


Mariano Fressoli (Buenos Aires, noviembre de 2002, inédito), 80.
53 Simmel, Sociología, 612.
54 Patrick Watier, Georg Simmel. Sociólogo, trad. Emilio Bernini (Buenos
Aires: Nueva Visión, 2005); Olga Sabido Ramos, «El sentir de los sentidos
y las emociones en la sociología de Georg Simmel», en Georg Simmel. Una
revisión contemporánea, coord. Olga Sabido Ramos (Barcelona / México:
Antrhopos / Universidad Autónoma Metropolitana, 2007), 211-230.

222
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

apunta a establecer cómo la afectividad genera vínculos relevantes


e inclusive sustenta los previamente existentes.

Relaciones amorosas: estructura sentimental y conflicto


Como reverso de la fidelidad y confianza, en la perdurabilidad
de un vínculo estrecho se encuentran los celos. Así pues, Simmel
no ve en la intimidad un espacio armónico libre de conflicto.
Como se ha señalado más arriba, aquello que comparten quienes
participan y forjan una relación íntima es un tipo de saber mutuo
que se caracteriza, más que por una generalización de conoci-
miento práctico como la que cotidianamente empleamos frente a
los demás (por ejemplo, el portero, el conductor, el peatón), este
saber se define precisamente por una orientación individual, un
tipo particular de individualización del vínculo.
Además de ello, Simmel señala cómo la relación íntima, en
el caso de los enamorados, se basa también en una estructura
sentimental que consiste en «[…] estar el uno frente al otro, sin
sentir al mismo tiempo como existente y activo un organismo
supraindividual»55. En una relación amorosa el amado no es al-
guien intercambiable, sino único, esa es una característica funda-
mental que Simmel atribuye al amor moderno y que otros autores
atribuyen al amor romántico. En la «Digresión sobre el extranjero»,
señala justamente cómo las relaciones amorosas rechazan decidi-
damente la idea de generalización del otro:
Los enamorados creen que no ha habido nunca un amor se-
mejante, y ni la persona amada ni el sentimiento que inspira les pa-
recen comparables con nada. En el momento en que desaparece el
sentimiento de que la relación tiene este carácter único, suele pro-
ducirse un alejamiento […] Tan pronto como nos sentimos escép-
ticos sobre su valor, surge el pensamiento de que en último término
esta relación no hace sino realizar un destino general humano,
constituye un acontecimiento mil veces repetido, y que, si no hu-
biéramos encontrado casualmente a tal persona, otra cualquiera
hubiese adquirido para nosotros, la misma significación. (720-721)

55 Simmel, Sociología, 98.

223
Olga Sabido Ramos

En el caso de las relaciones amorosas, dicha estructura sen-


timental se asienta en un sentimiento de pura reciprocidad (107).
Nuevamente, el papel que juega la cantidad en las formas sociales
tendrá importancia significativa en términos de la estructura sen-
timental de la forma social. En el caso de la construcción del amor
de pareja en Occidente, la relación entre dos resulta decisiva. Un
tercero siempre puede interrumpir la intimidad de las relaciones
amorosas o complejizarla como el caso de los «triángulos amo-
rosos» o los hijos56. El papel de un tercero en la relación de dos con-
figura de determinada manera la relación amorosa, en ocasiones
puede consolidarla, en otras destruirla57. Para el caso del conflicto
en las relaciones íntimas en general y las relaciones a amorosas en
particular, el papel de los celos como reverso de esta estructura
sentimental juega un papel decisivo.
Los celos son de «gran importancia sociológica» (296), en tanto
se trata de un conjunto de sentimientos presentes en la proximidad
afectiva que puede surgir en la relación de pareja o al interior de
un grupo y tienen una importancia decisiva en la estructura de las
relaciones. En palabras de Simmel:
Los celos pueden combinar el odio más violento con la persis-
tencia del más apasionado amor, y el sentimiento de la comunidad
íntima con el aniquilamiento de ambas partes —pues el celoso

56 Como señala Reséndiz, en su estructura sentimental la relación de tres


está teñida por la desconfianza, los celos, la escisión, la competencia, la
intromisión, y a veces, las menos por cierto, la reconciliación. Ramón
Reséndiz, «La exploración sociológica. Estructura analítica y recursos
metodológicos en Georg Simmel», en Georg Simmel. Una revisión
contemporánea, coord. Olga Sabido Ramos (Barcelona / México:
Antrhopos / Universidad Autónoma Metropolitana, 2007), 171.
57 Al respecto, Virgilio Zurita ha propuesto, siguiendo a Simmel, cómo un
plan programático para la realización de una sociología del amor tendría
que considerar: «[…] no solo las formas duales (la pareja, el matrimonio, el
connubio), sino también las conformaciones geométricas del amor, desde
las más evidentes (el triángulo, la infidelidad), hasta las menos perceptibles
socialmente (el desamor)». Carlos Virgilio Zurita, «Las afinidades electivas.
Notas sobre mercado matrimonial y pulsión romántica» Apuntes de
investigación. Lecturas en debate, 2007, 230.

224
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

destruye la relación del mismo modo que al otro—; por eso acaso sea
este sentimiento el fenómeno sociológico en que adquiere su forma
subjetiva más radical la construcción del antagonismo basado en la
unidad. (300)

Con dicho razonamiento, el autor desmitifica la idea de ar-


monía que impera en las relaciones íntimas. En las relaciones de
pareja, familia y amigos el conflicto está presente; inclusive Simmel
advierte que «[p]ersonas que tienen muchas cosas en común se hacen
frecuentemente más daño y mayores injusticias que los extraños»
(290), y así, remarca que «[…] las desavenencias entre personas ín-
timas pueden tener consecuencias más trágicas que entre extraños»
(293). Pero, al mismo tiempo, no hay que perder de vista cómo para
Simmel ciertas condiciones sociales posibilitan la emergencia de
ciertos sentimientos y emociones. En este caso, la concepción mo-
derna del amor y la individualización del vínculo posibilitan la ma-
nifestación de los celos; aunque en ocasiones, los exige.
Myriam Jimeno Santoyo recupera esta idea simmeliana y
destaca cómo uno de los atisbos del sociólogo alemán fue develar
la relación intrínseca entre intimidad y conflicto. En particular,
Jimeno estudia al crimen pasional, entendido como el «crimen
ocurrido entre parejas con vínculos amorosos»58. Para la autora,
Simmel tuvo la posibilidad de señalar que en las relaciones íntimas
el constante roce con el otro obliga a la represión de los senti-
mientos hostiles, de modo que el conflicto irrumpe como efecto de
la acumulación de dichos sentimientos:
La ambivalencia presente a diario en las relaciones íntimas
se deriva, según él [Simmel], de la represión de los sentimientos
hostiles que a su vez provienen de las frecuentes oportunidades de
roce y conflicto, corrientes en las relaciones íntimas. Dado que el
objeto del amor es al mismo tiempo objeto de odio, este se tiende
a reprimir pues el conflicto puede destruir la relación, lo que tiene

58 Myriam Jimeno Santoyo, Crimen pasional. Contribución a una antropología


de las emociones (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004), 23.

225
Olga Sabido Ramos

como efecto la acumulación de los sentimientos hostiles que even-


tualmente pueden producir violencia. (25)

Entre las contribuciones de la autora, se destaca el señala-


miento de la existencia de «[…] ambigüedad de los principios cul-
turales sobre el amor y las relaciones de pareja» (245). En su análisis
de las representaciones del crimen pasional presentes en los có-
digos penales, los expedientes y la narrativa de los protagonistas y
testigos investigados, la autora devela cómo el crimen pasional se
convierte en un acto de exceso de amor, en ocasiones cubierto con
un sentimentalismo propio del amor romántico. De modo que un
acercamiento desde las ciencias sociales y desde cierta recepción
del legado simmeliano, permite a Jimeno develar que el crimen pa-
sional no es un «arrebato emocional instintivo», sino un acto en
el que participan «modelos sociales aprendidos» propios del amor
moderno (240). Esta recepción del legado simmeliano permite
entender cómo la recuperación de este autor puede rendir frutos
explicativos en contextos en los que la interacción amorosa no es
ajena a conflictos ni a la generalización de la violencia.

Relaciones amorosas y dinero


Finalmente, en el marco de un peculiar diagnóstico de la
modernidad, Simmel establece una diferencia radical entre las
relaciones afectivas y aquellas que tienen lugar en la economía
monetaria. En la modernidad, el dinero representa «una entidad
absolutamente objetiva en la que lo personal se borra», y esto es
porque las relaciones monetarias «calculan a los hombres como
números», a diferencia de las «relaciones anímicas», que atienden
a los rasgos cualitativos del otro59. La economía monetaria separa
con «diabólica violencia» la vida de las personas entre los aspectos
cualitativos de la existencia y la lógica cuantitativa dineraria. En
dicho sentido, Simmel distinguía claramente entre las relaciones

59 Simmel, «Las grandes urbes y la vida del espíritu», en El individuo y la


libertad, 249.

226
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

orquestadas en el ámbito económico y aquellas circunscritas al


ámbito afectivo.
La razón de lo anterior es que las relaciones de carácter afectivo
se fundan en la individualidad, mientras que, en las relaciones
económicas, la homologación del dinero hace del otro un ente ge-
neralizable e intercambiable. Así, por ejemplo, Simmel deja ver el
tipo de reservas afectivas que entran en juego cuando se establece
una relación de intercambio, y por ello señala que hay que evitar
hacer negocios de dinero «con el enemigo y con el amigo», ya que
el interlocutor idóneo es aquel con quien no se tiene ningún tipo
de cercanía afectiva, es decir, es preferible establecer relaciones de
intercambio con «la persona que nos resulta intrínsecamente indi-
ferente y que no está ni a favor ni en contra de nosotros»60. Simmel
añade que existe una separación tajante entre las relaciones amo-
rosas y el dinero, pues ambas representan dos esferas de valor
«inconmensurables»61.
Pero, ¿qué es lo que ha posibilitado esta distancia entre rela-
ciones amorosas y dinero? Para Simmel, la «creciente individua-
lización […] convierte en contradictorio e indigno consentir las
puras relaciones individuales por otros motivos que los indivi-
duales» (83). Como vimos, las relaciones afectivas se fundan en la
elección basada en afinidades electivas, en gustos y satisfacciones
compartidas. En contraste, en aquellos matrimonios basados en
acuerdos económicos «es habitual y útil fijar la elección de pareja
por motivos bien distintos a los del afecto individual» (74), aunque
no es el caso de sociedades donde se han gestado procesos de
individualización.
A partir de tal razonamiento y de una dosis normativa contro-
vertible, Simmel señala que en la transacción económica que existe
en la prostitución, se manifiesta algo totalmente contrario al amor
en su concepción moderna:

60 Simmel, Filosofía del dinero, trad. Ramón García Cotarelo (Madrid:


Instituto de Estudios Políticos, 1977), 261.
61 Simmel, «El papel del dinero en las relaciones de género», 73.

227
Olga Sabido Ramos

El dinero no es jamás mediador adecuado para una relación


entre seres humanos, que, por razón de su esencia, precisa de la du-
ración y la sinceridad interna de las fuerzas vinculantes, cual es el caso
de la relación amorosa auténtica, por rápidamente que se rompa.62

Es por ello que, para Simmel, inclusive en aquellas relaciones


que no están relacionadas con la prostitución, las personas pro-
curan evitar regalar dinero, pues dado su carácter homogeneizante
y falto de particularidad, el dinero «rebaja» al otro en su condición
de persona específica63. Por eso, algunas «mujeres acostumbran a
considerar penoso y deshonroso aceptar dinero de sus amantes»,
cosa distinta en cuanto de regalos se trata64. En breves pinceladas,
Simmel señala cómo, en las relaciones de cortejo, el regalo tiene
que invisibilizar su valor monetario, pues un regalo que quiera
«rendir un homenaje» debe hacer invisible su valor en dinero,
como el caso de «las flores y los bombones» que se regalen a una
dama65. Como se advierte, uno de los aspectos que Simmel no al-
canzó a vislumbrar es cómo el mundo del dinero penetraría a las
relaciones íntimas y a las relaciones amorosas en particular, este es
uno de los retos al que se enfrenta su legado.

Vigencia y retos del legado simmeliano


Resignificar el legado simmeliano implica destacar su vigencia
y enunciar los desafíos intelectuales ante los que nos enfrenta. A

62 Simmel, Filosofía del dinero, 466.


63 Simmel, «Psicología del dinero» en Cultura líquida y dinero, 87.
64 En una investigación reciente realizada en México sobre el uso del condón
entre las trabajadoras de sexo, el autor señala cómo en las relaciones entre
cliente y prostituta, un indicador de cierta estabilidad de la relación se
manifiesta cuando los clientes «[…] hacen regalos a las mujeres, […] lo
que [para estas] puede entenderse como simbolismo de mayor cercanía
afectiva», aunque no necesariamente se traduce en amor. Eduardo Pérez
Archundia, «Individualidad y estructuras sociales en el uso del condón:
el caso de las trabajadoras del sexo en Toluca». Tesis para obtener el
grado de Doctor en Ciencias Sociales y Políticas (México: Universidad
Iberoamericana, 2011), 104.
65 Simmel, Filosofía del dinero, 507.

228
Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

continuación, enumeraré los alcances que, desde mi perspectiva,


continúan vigentes:
1. Simmel permite desnaturalizar el sentimiento amoroso, pues
provee recursos explicativos que apuntan al amor como una
«forma cultural» que se significa social e históricamente. A
partir de lo anterior, Simmel daba pistas para indagar cómo
las concepciones socioculturales del amor moldean la expe-
riencia y el sentir de las personas. Desde las reflexiones de
Simmel del amor como «forma cultural», es posible establecer
cómo los significados en torno a este tienen repercusiones en
las prácticas culturales diferenciadas genéricamente, es decir,
en los modelos de femineidad y masculinidad, no solo vi-
gentes, sino también hegemónicos.
2. En su sociología, Simmel da otra vuelta de tuerca que parte
de la persona y su experiencia amorosa y llega a las relaciones
amorosas. Este viraje sociológico permite un refinamiento de
la mirada que destaca, más que estados subjetivos del sentir,
aquello que las «acciones recíprocamente orientadas» hacen
sentir a quienes están implicados en tal condicionamiento
recíproco.
3. Simmel entrevé una dimensión analítica destacada recien-
temente en la sociología, a saber, aquella que remite a los
vínculos afectivos que forman parte de la constitución de la
sociedad y que tienen relevancia significativa para la com-
prensión sociológica. Desde el legado simmeliano es posible
visibilizar cómo la sociedad influye en los estados afectivos
y cómo estos, a su vez, refuerzan ciertos tipos de relaciones.
4. El legado sociológico de Simmel ofrece una batería de cate-
gorías que permiten precisar cómo se constituye una relación
íntima. Uno de los aspectos decisivos es la individualización
del vínculo, basada en un tipo de saber interpersonal que no
se externa con nadie más, y que se funda en la confianza de
que este saber será compartido solo por quienes forjan una
relación íntima.
5. Simmel desmitifica la idea de que en la estructura senti-
mental de la intimidad esté ausente el conflicto. Este aspecto

229
Olga Sabido Ramos

complejiza la concepción del amor romántico e incluso


permite develar su reverso, aquel que idealiza al amor como
algo que habrá de conservarse a toda costa, inclusive si esto
supone la aniquilación del otro.

Finalmente, recupero en esta nota conclusiva algunos de los


retos ante los que se coloca el legado simmeliano. Uno de estos se
relaciona con la necesidad de indagar cómo conviven hoy día el
dinero y el amor. Así por ejemplo, a partir de una investigación em-
pírica circunscrita al contexto estadounidense, Eva Illouz establece
cómo la cultura capitalista tiene un poderoso vínculo con el amor
romántico y las relaciones de clase. Para la autora, el consumo de
«rituales amorosos» y bienes culturales (por ejemplo, cenas, citas,
viajes, películas, canciones) han resultado ser poderosos configu-
radores de la experiencia amorosa66. Interesante sería indagar el
carácter altamente diferenciado de esas prácticas en condiciones
donde la desigualdad económica complejiza el vínculo entre amor,
dinero y consumo; e igualmente resultaría significativo explorar
hasta qué grado existe una configuración de la experiencia amorosa
a partir del consumo67.
Otro insumo intelectual es el que lanza Viviana Zelizer, quien
también cuestiona la idea de que la economía y la intimidad corran por
senderos separados. Para la autora, el dinero «cohabita regularmente
con la intimidad, e incluso la sustenta»68, pues «[c]uando los cónyuges

66 Ver Illouz.
67 En debate abierto con Illouz autores, como Sérgio Costa ha cuestionado
cómo, si bien es cierto que el mercado coloca a los amantes en una amplia
gama de productos que bien pueden intensificar la interacción amorosa,
estos «no tienen el poder de despertar el amor en el corazón de los amantes»
Tras las huellas de Simmel, Costa insiste en señalar cómo el estudio del
amor tendría que tomar en consideración los significados particulares
que cada pareja atribuye a los insumos amorosos. Así, dos parejas pueden
regalarse los mismos presentes, pero el sentido atribuido dependerá del tipo
de relación amorosa entablada. En ese punto el autor enfatiza la necesidad
de rescatar lo que denomina «una interpretación microsociológica del amor
romántico», donde Simmel es un referente central. Costa, 773.
68 Zelizer, 51.

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Fragmentos amorosos en el pensamiento de Georg Simmel

o los amantes logran sustentar recíprocamente sus vidas, no lo hacen


solo con amor, sino con aportes concretos a su bienestar material con-
junto» (57). No obstante, una de las tesis que subyace al trabajo de
Zelizer y que pareciera estrictamente simmeliana, es aquella según la
cual las personas hacen un «esfuerzo excepcional para distinguir lo
que la relación es de lo que no es» (57). Por ejemplo, si una pareja de
novios se compromete con una relación sexual, tendrá mucho cuidado
en precisar que su vínculo no es el de prostituta-cliente (57), aspecto
que igualmente preocupaba a Simmel.
Sin embargo, el aporte de Zelizer radica en señalar que en la
vida cotidiana el dinero forma parte fundamental de las personas
y sus relaciones interpersonales, de modo que no solo la esfera eco-
nómica se entrecruza con el ámbito íntimo, sino que también el
ámbito jurídico tiene implicaciones decisivas en la definición de la
intimidad, sobre todo cuando tiene que intervenir en la regulación
de conflictos (151 y ss.). Al igual que Jimeno en su investigación
sobre el crimen pasional, Zelizer deja ver cómo el ámbito jurídico
constituye un referente relevante para decantar cómo una sociedad
representa en sus leyes y códigos, las expectativas legítimas de la
intimidad y el amor. Así pues, otro de los retos está en trascender
una visión internalista de las relaciones íntimas hacia un trazo de
observación sociológica de mayor alcance, que incorpore tanto la
dimensión económica como la jurídica y sus repercusiones en las
prácticas amorosas.
Por último, cabe señalar cómo en la actualidad, la transfor-
mación de las expectativas amorosas varía radicalmente de la época
y ambiente en que escribió Simmel, el reto radica en indagar cómo
esta variación no solo es epocal, sino que también se relaciona con
aspectos geográfico-culturales, genéricos y de clase. La vivacidad
del legado simmeliano perdurará a la luz de tales ejercicios.

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