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Leyenda
La ajorca de oro:
Cuento
El ruiseñor y la rosa
Pero al declararse, su amada impuso una condición para retribuir su amor: Que a
la mañana siguiente él le trajese la más linda rosa roja.
El joven recorrió todas las florerías de la ciudad, pero su búsqueda fue en vano.
Ninguna rosa…mucho menos roja.
Triste, desolado, fue a pedir ayuda al jardinero de su casa. El jardinero declaró
que él podría obsequiarla con petunias, violetas, claveles.
Cualquier flor menos rosas. Ellas estaban fuera de temporada; era imposible
conseguirlas en aquella estación.
Fabula
Autor : Bernard Mandeville
Crónica
Autor: Jean Froissart
Crónica (fragmento)
"Con el Sultán parado
versos
José Martí
(1853—1895)
ESTOS SON MIS versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. Mientras
no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma adecuada a ellas, dejé volar
mis visiones: ¡oh, cuánto áureo amigo que ya nunca ha vuelto! Pero la poesía
tiene su honradez, y yo he querido siempre ser honrado. Recortar versos, también
sé, pero no quiero. Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae
su lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultorico, vibrante como la
porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El
verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la
memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el Sol, se rompe
en alas.
Poesía estructurada
Autor: Cecilio Gómez Gómez
Pesia popular
Autor: Jorge Luis Borges: Los Espejos
Tragedia
Autor. william Shakespeare
Romeo y Julieta
Romeo y Julieta (1597) es una tragedia de William Shakespeare. Cuenta la
historia de dos jóvenes enamorados que, a pesar de la oposición de sus familias,
rivales entre sí, deciden luchar por su amor hasta el punto de casarse de forma
clandestina; sin embargo, la presión de esa rivalidad y una serie de fatalidades
conducen al suicidio de los dos amantes.
Tragedia
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra
PRÓLOGO AL LECTOR
No puedo dejar, lector carísimo, de suplicarte me perdones si vieres que en este
prólogo salgo algún tanto de mi acostumbrada modestia. Los días pasados me
hallé en una conversación de amigos, donde se trató de comedias y de las cosas
a ellas concernientes, y de tal manera las subtilizaron y atildaron, que, a mi
parecer, vinieron a quedar en punto de toda perfección.
Tratóse también de quién fue el primero que en España las sacó de mantillas, y
las puso en toldo y vistió de gala y apariencia; yo, como el más viejo que allí
estaba, dije que me acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda,
varón insigne en la representación y en el entendimiento. Fue natural de Sevilla y
de oficio ba[t]ihoja, que quiere decir de los que hacen panes de oro; fue admirable
en la poesía pastoril, y en este modo, ni entonces ni después acá ninguno le ha
llevado ventaja; y, aunque por ser muchacho yo entonces, no podía hacer juicio
firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria,
vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho; y si
no fuera por no salir del propósito de prólogo, pusiera aquí algunos que
acreditaran esta verdad.
Tragedia
Autor: EDUARDO HARO TECGLEN
El prestigio
Por eso es difícil de llenar el vacío -volvamos al tópico- que deja Peter Weiss. Era
un autor que todavía se izaba sobre un enorme prestigio, y por una valentía
considerable al abordar a veces temas directos de su tiempo, de nuestro tiempo,
aun sabiéndolos erimeros. Había comenzado en una época y en un lugar donde el
teatro era aún una parte de la literatura; vivió el tránsito, pero ya tenía prestigio
suficiente para dominarlo (aunque todavía pequeños directores le conviertan en
caricatura de sí mismo). Hay algunos motivos, algunos datos para suponer que
vamos hacia lo que se llamaría -y no sería exacto- un regreso: una vuelta al teatro
de texto y al teatro de auitor; es decir, al teatro de literatura dramática, y, por tanto,
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