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DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ
DIRECTOR
Miguel Rodríguez Blanco.
SECRETARIO
Fernando Díaz Vales.
EDICIÓN
Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá.
C/Libreros, 27.
28801. Alcalá de Henares (Madrid).
ISSN: 1697-5723
Depósito legal: M-22375-2004
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin
autorización expresa del editor.
2
ÍNDICE
Págs.
PRESENTACIÓN
I. SECCIÓN DOCTRINAL
- “¿Derechos de los animales?”, por Norberto Álvarez González............ 8
- “El principio creditorem evictionem non debere y el ius vendendi del
acreedor pignoraticio”, por Juan Antonio Bueno Delgado………….... 21
- “Breve noticia sobre la protección de datos personales según la L.O.
15/1999, de 13 de diciembre”, por José Enrique Bustos Pueche…....... 28
- “La regulación de la guerra en los fueros de la provincia de
Guadalajara”, por Francisco Javier Díaz González…………………... 39
- “La articulación de los descansos laborales en el régimen jurídico del
tiempo de trabajo”, por José Eduardo López Ahumada………………. 66
- “Procesos concursales: Austria y Grecia”, por María Marcos
González Lecuona…………………………………………………….. 89
- “Las medidas de reforma de la Ley Financiera: sistematización y
síntesis”, por Adoración Pérez Troya……………………………….... 141
- “La autonomía del menor: su capacidad para otorgar el documento de
instrucciones previas, por José Ignacio Rodríguez González………… 212
3
_Págs._
4
PRESENTACIÓN
El Anuario tendrá una periodicidad anual, publicándose todos los meses de enero
de cada año. Contará con tres secciones principales: una Sección doctrinal, una Sección
de Práctica Jurídica, destinada fundamentalmente a comentarios legislativos y
jurisprudenciales, y una Sección de Estudiantes, donde se publicarán trabajos realizados
por alumnos de la Facultad de Derecho.
Esta nueva etapa se inicia con ilusión renovada; su éxito dependerá del
compromiso de todos los integrantes de los cuerpos docentes de la Facultad de Derecho
en sacarlo adelante. El deseo del equipo decanal al ponerlo en marcha es que constituya
un cauce de expresión del excelente nivel científico de los miembros de nuestra
Facultad.
6
I. SECCIÓN DOCTRINAL
7
¿DERECHOS DE LOS ANIMALES?
Hubo, siempre, sin embargo, como una cierta sensibilidad humana, a la que
despertaban compasión; sobre todo, en el animal doméstico, no llamado al sacrificio,
como ocurre con los perros, gatos, o caballos, por ejemplo; o de los que, aun siendo
salvajes –y viviendo, por ello, alejados del hombre- no son agresivos y se asemejan más
al hombre2.
1
Lo que resulta curioso, teniendo en cuenta, sobre todo, que la temática moral estuvo, siempre, muy
tratada. Escribió Jacques Leclercq, al respecto: “La literatura sobre la moral y sobre la reflexión moral es
inmensa. Pero, casi siempre, se trata de obras sobre las aplicaciones de la moral. Las cuestiones más
corrientes se refieren a lo que la moral ordena, a la naturaleza del bien y del mal, etc.”Jacques Leclercq.
Du Droit Naturel a la Sociologie. Edit.Spes. Pari. Primera parte. Ch.V.
2
Ya veremos, después, que la similitud del animal con el hombre es determinante del afecto de éste hacia
aquél: El hombre podrá compadecer a un caballo, o a un ciervo; pero, jamás, a una lombriz o a una
sardina.
Pero, si esto ha sido, siempre, así, y nunca nos hemos planteado el problema
¿por qué, entonces, nos lo planteamos, hoy, en cambio? Porque, en esta preocupación –
propia de una cultura ecologista- incidió, también, (y mucho), como dije, el
hiperdesarrollo de la industria; que hace peligrar muchas especies de animales y plantas;
con lo que –más, quizás, que la generosidad con el animal- esta actitud zoofílica la
motiva, una vez más, el egoísmo.Y en la que podría influir, también, la envidia: a los
magnates de la industria, beneficiarios económicos de la ecodestrucción; que, si no
beneficiara a nadie, el interés por la defensa del medioambiente sería menor. Lo mismo
que, también, influyó el odio a los yankis, durante la época de la lucha pacifista contra
la O.T.A.N, o contra la guerra del Vietnam, o la del golfo, o la de Yugoslavia, o la de
Iraq.
Todo esto, pues, originó esta actitud zoofílica de la población; que llega a
sostener, incluso, que los animales tienen derechos. De momento, sólo, derechos
naturales, que con un reconocimiento, y protección, jurídicas, -per se, por lo que el
animal es, en sí es, y no por su utilidad para el hombre- se convertirían en derechos. Sin
embargo –y aunque no se hablara, entonces, de derechos estrictamente, ni la doctrina los
aludiera, siquiera- en el sentir popular, su protección moral, se ha dado siempre . Por
ejemplo: el rechazo social a la muerte de una cigüeña (por su utilidad para el campesino,
al comerse bichos dañinos) fue vivido, siempre, como un cierto deber moral, en ciertas
geografías campesinas. Y, en el campo asturiano, concretamente, ayer, sacrificar una
golondrina lo penaba la moral de leyenda con severas pérdidas, en la hacienda
ganadera3 del que la sacrificaba.
3
Se decía, por ejemplo, en Asturias, que, a quien matara una golondrina, se le moriría su mejor cabeza de
ganado vacuno (especie animal básica en la cabaña asturiana de entonces).
4
Estas afirmaciones que, aquí, hago, para nada suponen el que el autor esté en contra de la evolución
terminológica hacia un contenido más omnicomprensivo de los sujetos humanos portadores de derechos;
sino que lo único que pretendo yo, aquí, es explicar, psicológicamente, el porqué, para la humanidad
(siempre clasista) no significa, ya, tanto hoy la palabra derecho como en las etapas históricas, antes,
mencionadas.
¿Es que no son imaginables, también, en ellos, otros derechos?. Cuesta entender,
ciertamente, por ejemplo, que los animales tengan un derecho a la intimidad; pues
tampoco entendemos que la intimidad les interese. ¿Tendría sentido, así, hablar de la
intimidad de la vaca, en el establo; o de la del perro, en la perrera; o de la de la gallina,
copulando? No. Pero veamos el otro lado de la cuestión: ¿Nunca se observó, por
ejemplo, que, cuando el gato hurta alimentos, corre a comérselos escondido?; ¿o que la
gata parida esconde, recelosa, a sus crías?; ¿o que el pájaro, hembra, esconde,
celosamente, su nido?. A los animales, pues, les interesa, también, una cierta intimidad.
Pero no es del mismo tipo que la humana: El hombre tapa su desnudo, disimula su
ignorancia, oculta su enfermedad, etc., porque, desde sus sentimientos y cultura, se
avergüenza de ello. En las especies animales, en cambio, los motivos de su interés por la
intimidad son otros. Pero todos –los animales y el hombre- necesitamos ocultar
cualidades o vivencias, para no padecer el rechazo social. Y, en el caso del hombre,
5
J.J.Bachofen. El Derecho Natural y el Derecho Histórico. Centro de Estudios Constitucionales. 1978.
Pág.51.
Hago esta referencia a este autor, sobre todo, para contribuir a deshacer el mal entendido, para
muchos tesis científica de que es Radbruch quien primero hace ver aquello del Derecho Natural de
contenido concreto, cuando ya lo encontramos, aquí, en Bachofen, e incluso antes en Montesquieu, en su
L Esprit des Lois, según el mismo Radbruch recuerda a sus mediocres lectores. Y hasta, incluso, en
Aristóteles, y en la Escolática, encontramos el concepto, aunque llamándole éstos con otro nombre.
Bien es verdad, también, sin embargo, que cada especie tiene sus propios
medios, y formas, de proteger sus intereses; así como su manera específica de regular su
comportamiento. Por lo que el derecho es, sólo, una de ellas; referida a la especie
humana, y, acaso, también, a las relaciones de ésta con otras7.
6
Sobre esto, vid. mi art.: “El derecho a la intimidad: ¿derecho de todos o privilegio de algunos?” en el
Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá. 1999.
7
La tesis de que los animales son sujetos de derecho, no ya desde la perspectiva ética, sino estrictamente
jurídica, ha sido reiteradamente defendida por Alf Ross. Vid. al respecto su conocida obra Sobre el
Derecho y la Justicia. Pero ¿la dimensión axiológica de lo moral, y de lo jurídico, puede sentirla el
animal?. A mi juicio, como mucho, podría vivir sentimientos análogos, al sentirse presionado,
socialmente a respetar los intereses ajenos. Pues, si, en el hombre, como sostiene Durkeim, “el respeto se
dirige al grupo, y resulta de la presión del grupo sobre el individuo, de donde se deriva el sentimiento de
justicia”, ¿por qué no vamos a admitir, también, como hipótesis, al menos, que una tal pasión y respeto, y
así, también, un sentimiento de justicia, o algo análogo, lo viven también los animales, o alguna de sus
especies, al menos?.
Si, de la protección del microbio, pasamos a la del perro, por ejemplo, la cosa
cambia. Aquí, ya, sabemos, por lo menos, con qué disfruta el perro y qué le interesa.
Pero la protección, por el derecho, de una tal actividad, con la que el perro disfruta y
8
A pesar de todas estas similitudes de las sociedades animales con la especie humana resulta impensable
su liberación de vivir y ser tratado, como especies inferiores a aquélla. A la que han de servir. Y
cualquier atisbo de reivindicación crítica de sus derechos será siempre resultado de la lucha –no de las
especies animales contra la especie humana, como ocurrió con la tendencia a la nivelación humana, que
avanzó por la lucha de clases- sino de sectores de la especie humana, contra otros, buscando la
reivindicación de ciertos posibles derechos del animal.
9
Alf Ross. Sobre el Derecho y la Justicia. EUDEBA. 1977. Pág.176.
Hemos hablado ya del origen y causas de esta doctrina zooista, uno de cuyos
aspectos era la prohibición de la tortura del animal. Por cuyo motivo, pienso yo,
también, en otras causas del alejamiento actual de las masas, sobre todo joven, de los
espectáculos de su tortura tradicional. ¿Cuáles son éstas? El que la agresividad
consustancial al hombre -que ayer se saciaba con aquellos espectaculos- tiene, hoy, ya,
otras válvulas de escape en los espectáculos sobreviolentos de la televisión y el cine.
Puede objetárseme, a esto, que la televisión la ven hoy tanto jóvenes como
maduros y ancianos, mientras que el rechazo, a los espectáculos de tortura animal –cuya
manifestación principal son los toros- es más propia de jóvenes, pues, a los maduros y
ancianos, les sigue gustando, con frecuencia, la Fiesta. ¿Es que su agresividad no la
podrían saciar, también, ellos con los siniestros espectáculos aludidos?. Ciertamente.
Pero, para los que siempre vieron el toreo, éste es hoy, ya, un espectáculo que les gusta,
aun de viejos, porque lo vieron, y lo disfrutaron, ya, de jóvenes. Con lo que volviendo a
verlo hoy, de nuevo, reviven su juventud. Lo mismo que las romerías apasionan, hoy,
10
“En realidad, exterminamos a miembros de otras especies inofensivas como un medio de diversión y
entretenimiento”Richard Dawkins. The Selfish Gene. Oxford University Press. 1976. Ch.I
La tesis expuesta –con la que yo, casi, coincido- desaconseja, por imposible,
frenar la agresividad, desde la culturización educativa; pero otros autores sostienen que
“es una falacia muy común que los rasgos, genéticamente, heredados son, por
definición, fijos e inmodificables. Nuestros genes pueden ordenarnos ser egoístas, pero
no estamos, necesariamente, obligados a obedecerlos, durante toda nuestra vida”12.
Aunque concluye: “Sería más fácil aprender a ser altruistas, si estuviésemos
genéticamente, programados”13.
11
Wilhelm Reich. Materialismo Dialéctico y Psicoanálisis. Edit.Siglo XXI. 1975, pág.30. Y continúa:
“El proceso de destrucción de la represión es resultado de la contradicción represión-acumulación de
instinto, de la misma manera que la represión misma fue resultado de la contradicción: deseo del instinto-
negación del mundo exterior en las condiciones de debilidad del yo”. Ibidem.
12
Richard Dawkins. Obra y página citadas.
13
Ibidem.
Epílogo
1º. Que la hipótesis de que “los animales tienen derechos” aparece, en la cultura
moderna, como consecuencia de –y en autodefensa contra- el superdesarrollo y así,
también, la destructividad, industriales, es que hace peligrar muchas especies de
animales y plantas.
2º. Que la violencia con el animal podría ser, también, útil, al hombre, para
saciar su agresividad; que, de no saciarse con los animales, existiría más riesgo de que
se saciara, contra otros seres humanos. En tal sentido, el pasaje bíblico del Dios judío,
ofreciéndole un cordero a Abraham, para que lo sacrificara, en lugar de a su hijo Isaac,
es algo más que un mito y un mero episodio histórico: Tiene un alto sentido psicológico;
pues la cultura sólo reprime (pero no elimina) la ira; corriéndose, así, siempre, el riesgo
de que se acumule y estalle. Es por lo que Christian Delacampagne escribe que “después
de la segunda guerra mundial, se asiste al triunfo del psicoanálisis, y el discurso se
convierte en basta con la política, descubramos las pulsiones, el mundo escondido del
inconsciente, la llave de los sueños, o, mejor dicho, de lo significante”.17O lo que es lo
mismo: dejémonos de prohibir, reprimiendo, y descubramos la naturaleza instintiva de
los actos, para poder reorientarlos, así, convenientemente. Teniendo, siempre, en cuenta
que el instinto que está en su base, habrá de realizarse, para ello, de algún modo. De no
ser así –de reprimir, sólo, con el látigo y la cultura- protegeríamos, quizás, ciertas
15
Alexander Mitscherlich. La Idea de paz y la agresividad humana. Edit.Taurus. 1971, pág.102.
16
Ibidem.
17
Christian Delacampagne. Figures de l opresión. Presses Universitaires de France. 1977. Segunda parte
(Teoría).
18
Bien es verdad, también, que una educación, bien asumida, predispone, siempre, a la sublimación
instintiva. El problema está en que lo normal del educando, y del educador, es asumir lo formal de la
educación. Por lo que la misma se reduce a aparentar su contenido, sin sentir, realmente, su valor. Con lo
que, en vez de ciudadanos educados, lo que, normalmente, tenemos son ciudadanos reprimidos.
19
Escribe Richard Dawkins: “A menudo, el altruismo, dentro de un grupo, va acompañado de egoísmo
entre los grupos. Esto es la base del sindicalismo. A otro nivel, la nación es el beneficiario principal de
nuestro sacrificio altruista, y se espera que los jóvenes mueran como individuos, por una mayor gloria del
país considerado. Más aun, son estimulados a matar por otros individuos, de los cuales nada se sabe,
excepto que pertenecen a una nación distinta. (Curiosamente, los llamados, en tiempo de paz para que los
individuos hagan pequeños sacrificios en proporción al aumento de su nivel de vida, parecen ser menos
efectivos, que las llamadas en tiempos de guerra, cuando se les pide a sus individuos que entreguen sus
vidas”. Richard Daukins. OpusCit.Ch.I.
Esto ocurrió, también, con la especie humana: Mientras que fue débil, frente al
exterior (los elementos naturales y otras especies, y grupos humanos, adversos) su
agresividad intragrupal fue muy baja, y su generosidad y afectividad, muy alta. Pero –
dicen- que, cuando apareció la propiedad, cambió la cosa21. Y digo dicen y no digo,
porque, a mi juicio, el egoísmo humano se desarrolló, ya antes, de la aparición de la
propiedad, siendo ésta, de aquélla, sólo, un efecto, históricamente condicionado. Por lo
que, cuando los autores, citados en la nota anterior, señalan que fue con la propiedad
con la que empezó el egoísmo y el conflicto, no expresan bien lo que ellos mismos
piensan, y de su misma obra se desprende: que el desarrollo de la productividad, debido
a la aparición de importantes instrumentos de trabajo (sobre todo el arado), hizo posible
la supervivencia del grupo, sin necesidad de reparto, con lo que a quienes más
producían, se les despertó la avaricia, y así la apropiación y, con ello, las primeras
formas de cambio; junto a lo que crearon instituciones jurídicas y políticas para
defenderlas. “La idea de propiedad apareció, lentamente, en el pensamiento humano,
permaneciendo durante períodos inmensos de tiempo” escribe Morgan22, al que,
después, seguirá Engels.
¿No ocurrirá algo similar con los animales? ¿No se deberá su menor agresividad
intragrupal a que están, aun, alejados de tener organizaciones autárquicas, para su
20
Sobre esto vid.la obra de Richard Dawkins ya citada. Ch.I
21
Para una mejor comprensión de todo esto, vid.la obra antropológica de: Bachofen, Lewis H.Morgan, y
Friedrich Engels. De Morgan, recomiendo, sobre todo su The Ancient Society; y de Engels, su El origen
de la familia, la propiedad privada y el estado.
22
Opus Cit. Primera parte. Ch.I.
1.- La misma salvedad habría que hacer aquí, aunque el fiduciario, cuando transmite mediante mancipatio,
puede muy bien valerse de otro recurso: la mancipatio nummo uno. Ver Formula Baetica, FIRA, III, Negotia,
pg. 295.
2
.- En relación con la responsabilidad del creditor pigneraticius, consultar RASCON, Pignus y custodia en
el Derecho romano clásico, Oviedo, 1976.
Dig. 20, 5, 10 (PAULUS libro sexto responsorum): Etsi is, qui lege
pignoris emit, ob evictionem rei redire ad venditorem non potest, tamen
non esse audiendum creditorem qui fundum vendidit, si velit eiusdem rei ex
alia causa quaestionem movere.
Al decir Paulo que el comprador "emit lege pignoris", o que el vendedor (acreedor
pignoraticio) "creditoris iure vendiderit", lo hace para diferenciar la venta llevada a cabo
por el acreedor pignoraticio en base a la autorización otorgada por el deudor (normalmente
3
.- En relación con esto, remito a BARTOSEK, La responsabilità del creditore e la liberazione del debitore
nella vendita pignoratizia secondo il diritto romano, en BIDR, LI y LII, (Nuova serie, Vol. 10-11), 1948;
especialmente, por lo que se refiere a estos textos, pgs. 262 ss.
Análogamente
expresión que puede ser interpretada con el mismo significado4 que en los textos
anteriormente citados del mismo jurista.
Se observa que una vez más aparece, ahora en Ulpiano, la expresión iure creditoris
vendiderit para referirse a la venta de prenda realizada por un acreedor pignoraticio. Aun
admitiendo que el texto, en origen, se refiera a la fiducia cum creditore5, no por ello se
dejan de extraer importantes consecuencias, pues lo que Ulpiano aplica a la fiducia cum
creditore no es sino una extensión del régimen que, según opinión de Juliano, se
corresponde con la responsabilidad eviccional del acreedor pignoraticio, opinión que, por
otra parte, según manifestación del propio Ulpiano, "habría encontrado acogimiento en la
4
.- RATTI, Sul 'ius vendendi' del creditore pignoraticio, en Studi Urbinati, 1 (1927); reimpresión Nápoles,
1985, pg. 8.
5
.- Ver BARTOSEK, La responsabilità ... cit., pg. 258.
6
.- Ver FREZZA, Le garanzie delle obbligazioni, Corso di diritto romano, II: Le garanzie reali, pg. 210.
7
.- Dejamos al margen el asunto de la "prioridad histórica de la disciplina de la venta iure creditoris en
materia de prenda respecto a la misma disciplina en materia de fiducia cum creditore", que parece demostrar
este texto. Ver FREZZA, Ibid.
8
.- Lex commissoria e ius vendendi nella fiducia e nel pignus, Turín, 1949, pg. 141, nt.2; y pg. 175.
9
.- Loc. cit., pg. 178.
10
.- Ver supra.
Para distinguir esta venta pignoraticia de una venta realizada en base al régimen
general de la compraventa se utiliza técnicamente una terminología también especial: iure
creditoris, iure pignoris, lege pignoris, etc., expresiones que pueden interpretarse, como
hemos tenido ocasión de comprobar, en relación a la irresponsabilidad eviccional del
acreedor pignoraticio que vende la cosa, en el sentido que dicha exención de
responsabilidad es consecuencia de la autorización que le otorga el deudor mediante un
pacto expreso ad hoc: pactum de distrahendo (vendendo) pignore, -pactum vendendi-, pero
no de un ius vendendi tácito como contenido del contrato pignoraticio, que correspondería
a un estadio ulterior de la evolución del instituto. El acreedor pignoraticio, sí, está facultado
para vender la prenda, pero en los límites del pacto celebrado con el deudor, que le
confiere tal facultad; de ahí
11
.- Pignus, en PW, XX, 1941, c. 1248 ss.; ver también Pfandrechtliche Untersuchungen. Breslau, 1904, en
especial pgs. 76 ss.
12
.- Ver además
Dig. 21, 2, 68, pr. (PAPINIANUS libro undecimo responsorum): Cum ea condicione
pignus distrahitur, ne quid evictione secuta creditor praestet: quamvis pretium emptor non solverit, sed
venditori caverit, evictione secuta nullam emptor exceptionem habebit, quo minus pretium solvat.
Más sobre el tema en BURDESE, Lex comm. ... cit., pgs. 173 ss.; FREZZA, Le garanzie ... cit., pgs. 208 ss.;
KASER, Studien zum römischen Pfandrecht, Nápoles, 1982, n.101, pgs. 75-76.
c) Con lo expuesto, se comprende hasta qué punto se han superado, en buena medida,
las defensas naturales de la intimidad personal: tiempo y espacio. El transcurso del
tiempo traía el olvido: se borraban de la memoria hechos, actuaciones, circunstancias en
que la persona había estado implicada y que decían relación, acaso, a su vida privada o,
en general, que prefería mantener en secreto o preservarlos del conocimiento público.
Otro tanto ocurría en el espacio: la distancia protegía. No sólo impedía saber lo que
había ocurrido lejos, sino que permitía a una persona escapar a la curiosidad ajena
mediante el traslado a otra ciudad o nación, donde se desconocían los hechos que
deseaba mantener reservados. “Uno u otro límite –afirmaba la Exposición de Motivos
de la Ley Orgánica 5/1992, de 29 de octubre- han desaparecido hoy: las modernas
técnicas de comunicación permiten salvar sin dificultades el espacio, y la informática
posibilita almacenar todos los datos que se obtienen a través de las comunicaciones y
acceder a ellos en apenas segundos, por distante que fuera el lugar donde transcurrieron
los hechos o remotos que fueran éstos”.
Como anunciaba antes, el Código Penal, en sus artículos 197 y 198, castiga
determinadas conductas que suponen, en síntesis, la entrada, utilización, alteración o
1. Veracidad: los datos registrados deben ser exactos y ponerse al día, en su caso,
para que respondan con veracidad a la situación real del afectado (art. 4.3 y 4).
4. Protección segura de los datos: el responsable del fichero adoptará las medidas
necesarias para garantizar la seguridad de los datos y que eviten su alteración,
pérdida, tratamiento o acceso no autorizado (art. 9.1).
a) Sabemos que la ley orgánica que protege los datos de carácter personal
informatizados ordena el modo y manera como se han de constituir los ficheros, y el uso
posterior que cabe dar a esos conjuntos de datos personales. Por consiguiente, en
términos generales, los dos peligros que corre la persona, en relación con la informática
aplicada al registro de datos personales, son también dos: constitución inadecuada o
incorrecta de los ficheros o uso abusivo de éstos. El fichero se habrá creado
incorrectamente cuando no se hayan respetado las exigencias legales para su
constitución: por ejemplo, consentimiento del interesado. El uso del fichero será
Pues bien, sin perjuicio de los deberes que atañen al responsable del fichero, y
que se concretan en el cumplimiento de las previsiones legales, la Ley llama a los
propios interesados para que sean ellos los que cuiden de comprobar que en el
mantenimiento del fichero automatizado se están observando las exigencias y requisitos
legales. A tal efecto, la Ley Orgánica 15/1999 reconoce en favor de las personas una
serie de derechos: artículos 14 a 16 de la Ley.
b) Expongamos las aludidas facultades pero antes otra advertencia. Los artículos que
nos ocupan señalan como objeto de las facultades el tratamiento de datos, no el fichero.
Es decir, cuando se reconoce la facultad de consulta o información, por ejemplo, el
Lo que pasa es que como la ley de 1999 ha optado por llamar tratamiento de
datos a los que son ficheros –me remito a lo expuesto al final del apartado a) del primer
epígrafe de esta lección-, ahora se ve en la necesidad de mantener la confusión y el
despropósito y afirmar que se puede acceder, corregir o cancelar “un tratamiento de
datos”, cuando, obviamente, lo que puede ser objeto de estas facultades son los datos, el
fichero.
1º. Facultad de consulta: cualquier persona podrá conocer a través del Registro
General de Protección de Datos, la existencia de ficheros de datos de carácter
personal, sus finalidades y la identidad del responsable del fichero (art. 14).
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA
PÉREZ LUÑO, A.: Intimidad y protección de datos personales: del habeas corpus al
habeas data. En el libro colectivo: Estudios sobre el derecho a la intimidad. Tecnos.
Madrid, 1992, pág. 36 y ss.
1. Introducción.
1
“Contribución al estudio del Ejército en los Estados de la Reconquista”, en Anuario de Historia
del Derecho Español, XV (1944), p. 207.
2
MOXO, S. de: “El Derecho militar en la España cristiana medieval”, en Revista Española de
Derecho Militar, 12 (1961), p. 13.
Finalmente, dentro de la guerra ofensiva, cabe destacar la cavalgada, que era una
rápida incursión a caballo por tierra enemiga, seguida, por regla general, de un ataque
por sorpresa a una ciudad, fortaleza o campamento y que tenía por finalidad la
devastación de los campos, poblados y torres de defensa que se encontraban al paso,
haciendo prisioneros y recogiendo botín. De los caballeros que componían la cavalgada
se destacaban grupos de vanguardia que saqueaban el territorio y a esos grupos se les
llamó algaras6.
3
GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L.: Curso de Historia de las Instituciones españolas,
Madrid, 1986, pp. 615 y 616.
4
UBIETO, A.: “La guerra en la Edad Media, según los fueros de la línea del Tajo”, en Saitabi,
16 (1966), p. 104.
5
Ob. cit., p. 264.
6
GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L.: Ob. cit., p. 624.
7
II Partida, título XXVI, ley XXIV.
Las huestes señoriales eran comandadas por sus propios señores, ya fueran laicos
o eclesiásticos, mientras que las de las Ordenes Militares iban dirigidas por sus maestres
o por los comendadores mayores. El comandante de las milicias concejiles era el juez
del municipio, pero el mando efectivo se confería a un capitán o alférez del concejo12.
8
UBIETO, A.: Ob. cit., p. 113.
9
GRASSOTTI, H.: “Organización política, administrativa, y feudo-vasallática de León y Castilla
durante los siglos XI y XII”, en Historia de España de Menéndez Pidal, t. X, “Los reinos cristianos en los
siglos XI y XII”, vol. II, “Economías, sociedades, instituciones”, Madrid, 1992, p. 155.
10
Ob. cit, p. 43.
11
GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L.: Ob. cit., p. 620.
12
Ídem.
13
PESCADOR, C.: “La caballería popular en León y Castilla”, en Cuadernos de Historia de
España, 35-36 (1962), p. 137.
a. El fuero de Atienza.
Atienza fue conquistada por Alfonso VI junto con el reino de Toledo en 1085,
aunque las primeras referencias documentales de la dominación cristiana datan de
febrero de 112415.
Villa de realengo, Atienza tuvo un fuero propio que no ha llegado hasta nosotros,
según se desprende de un privilegio otorgado por Alfonso VII el 20 de septiembre de
1143 por el cual se donaba al obispo de Sigüenza don Bernardo la villa de Aragosa,
ordenando además que sus habitantes pudieran regirse por los fueros de Medinaceli,
Atienza, Almazán y Soria16, textos que posiblemente provinieran de un ordenamiento
consuetudinario común; también sería aplicable al poblado surgido alrededor de la
iglesia de San Salvador, donada a la diócesis de Sigüenza por Alfonso VII el 15 de
diciembre de 115617.
14
GARCÍA DE VALDEAVELLANO, L.: Ob. cit., p. 621 y GIBERT, R.: Los Fueros de
Sepúlveda. Estudio histórico-jurídico, Segovia, 1953, p. 458.
15
MARTÍNEZ DÍEZ, G.: Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana,
Madrid, 1983, p. 268.
16
PAREJA SERRADA, A.: Diplomática arriacense, Guadalajara, 1921, pp. 67-69.
17
MINGUELLA, T.: Historia de la diócesis de Sigüenza y de sus obispos, t. I, Madrid, 1910, pp.
400-401.
18
LAYNA SERRANO, F.: Historia de la villa condal de Cifuentes, Madrid, 1955, pp. 268-269.
19
Ídem., pp. 270-271.
20
BALLESTEROS BERETTA, A.: “El Fuero de Atienza”, en Boletín de la Real Academia de la
Historia, LXVIII (1916), pp. 266-270.
21
CRIADO DE VAL, M.: Historia de Hita y su Arcipreste. Vida y muerte de una villa
mozárabe, Madrid, 1976, pp. 193-195.
22
PAREJA SERRADA, A.: Ob. cit., pp. 350-353.
23
GONZÁLEZ, J.: Repoblación de Castilla la Nueva, vol. I, Madrid, 1975, p. 77.
24
LAYNA SERRANO, F.: Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI, vol.
I, 2.ª ed., Guadalajara, 1993, pp. 25 y 26, y Castillos de Guadalajara, 2.ª ed., Guadalajara, 1994, p. 216.
En el fuero de 1133 se ordena, que los caballeros y peones que tuvieran casas y
heredades en Guadalajara y no residieran allí, deberían aportar un sustituto27, pues de
esa forma se aseguraría un importante contingente de tropas concejiles en la villa.
Además, en materia de sucesiones se permite que “ningun omme que touiere cauallo o
armas o alguna otra cosa enprestado del Rey, el uiniere el dia de su muerte tenga
aquello todo su fijo o su hermano”28.
25
Utilizó la transcripción realizada por Juan Catalina GARCÍA LÓPEZ (La Alcarria en los dos
primeros siglos de su reconquista. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia, Madrid, 1894,
pp. 107-110), considerada por Santiago CORTES CAMPOAMOR (“El problema de los límites de la
Comunidad de la Villa y Tierra de Guadalajara. Notas en torno a la toponimia del Fuero de Alfonso VII”,
en Wad-al-Hayara, 12 (1985), p. 82) como mejor versión que la de Tomás MUÑOZ Y ROMERO
(Colección de fueros municipales y cartas pueblas, Madrid, 1847, pp. 507-511).
26
“El Derecho municipal de León y Castilla”, en Anuario de Historia del Derecho Español,
XXXI (1961), p. 728.
27
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Ob. cit., p. 108.
28
Ídem., p. 109.
29
Ídem., p. 108.
30
Ídem., pp. 108-109.
31
Ídem., p. 109.
32
Ídem., p. 108.
33
Ídem., p. 109.
34
BARRERO GARCIA, A.M. y ALONSO MARTIN, M.L.: Textos de Derecho local español en
la Edad Media. Catálogo de Fueros y Costums municipales, Madrid, 1989, p. 106.
35
Utilizó el texto recogido por Julio GONZÁLEZ en Reinado y diplomas de Fernando III, vol.
II, Documentos (1217-1232), Córdoba, 1983, pp. 87-94.
36
Historia de Guadalajara..., p. 31.
37
GONZÁLEZ, J.: Reinado..., p. 88.
38
Ídem., p. 90.
39
Ídem.
40
GONZÁLEZ, J.: Reinado..., p. 90.
Por último, los caballeros de las aldeas y los peones, en cambio, no percibirían
fonsadera y no estarían escusados de llevar animales de carga en las campañas
militares42.
Como ocurrió con el fuero de Alfonso VII, el fuero de Fernando III se concedió
a Cogolludo, localidad que ya tenía fuero propio desde 1102, aunque actualmente
desconocemos su contenido43. La villa fue donada a la Orden de Calatrava por Alfonso
VIII en 1176 y sería el maestre don Fernando Ordóñez quien la otorgase el fuero de
Guadalajara el 5 de abril de 125244.
c. El fuero de Sigüenza.
41
Ídem., p. 88.
42
GONZÁLEZ, J.: Reinado..., p. 93.
43
BARRERO GARCIA, A.M. y ALONSO MARTIN, M.L.: Ob. cit., p. 206.
44
PAREJA SERRADA, A.: Ob. cit., p. 329.
45
MARTÍNEZ DÍEZ, G.: Ob. cit., p. 286.
46
Ídem.
Medinaceli recibió fuero a fines del siglo XI, concedido por Alfonso VI según
García-Gallo49, y de su texto conocemos dos versiones tardías y apenas coincidentes,
redactadas ambas para Carcastillo y Murillo el Fruto, en Navarra. Al segundo de estos
lugares debió concederlo Pedro I de Aragón y Navarra a principios del siglo XII,
mientras que Alfonso I lo otorgó a Carcastillo (1125), sin especificar su contenido,
probablemente porque lo conocerían sus habitantes que hasta entonces se habían venido
rigiendo por el fuero de Murillo el Fruto; en todo caso, redactaron lo que ellos entendían
por fuero de Medinaceli, y hacia 1140 lo enviaron a esta ciudad, para que su concejo lo
ratificase, lo que los medinenses hicieron al final del ejemplar que se les había remitido:
“Talem fuero quale in ista carta est scriptum, talem habemus nos Concilio de Medina”.
En cuanto al fuero de Murillo el Fruto (hacia 1180), siempre según García-Gallo, sería
copia facilitada por el propio concejo de Medinaceli, al que, para conseguirla, acudirían
también los pobladores de aquél lugar en fecha posterior al momento en que lo hicieron
los hombres de Carcastillo, cuando el concejo de Medinaceli había ya redactado su
propio ordenamiento jurídico.
Para intentar tener un conocimiento más o menos preciso de las normas militares
que regían en Sigüenza tenemos que atender al contenido de los dos textos50. En primer
lugar, el concejo indemnizaría al caballero que acudiese al apellido cuando le hirieran o
matasen al caballo51, debiendo proceder dicha cantidad del botín antes de entregar el
quinto52. La misma medida se aplicaría cuando saliesen en cabalgada53.
Las luchas entre pueblos y villas eran frecuentes en la Edad Media y así se
recoge en el fuero de Medinaceli estableciendo que: “Et si por aventura oviere apelido
47
BLÁZQUEZ, A.: El señorío episcopal de Sigüenza: Economía y sociedad (1123-1805),
Guadalajara, 1988, pp. 370-371 y MINGUELLA, T.: Ob. cit., pp. 370-371.
48
BLAZQUEZ, A.: Ob. cit., pp. 372-373, y MINGUELLA, T.: Ob. cit., p. 380.
49
GARCÍA-GALLO, A.: “Los Fueros de Medinaceli”, en Anuario de Historia del Derecho
Español, XXXI (1961), pp. 9-16.
50
Ambos textos se encuentran en MUÑOZ Y MORENO, T.: Colección de Fueros municipales y
cartas pueblas de los reinos de Castilla, León, Corona de Aragón y Navarra, Madrid, 1847. El texto de
Murillo el Fruto, pp. 435-443; mientras que el de Carcastrillo, pp. 469-471.
51
MUÑOZ Y MORENO, T.: Ob. cit., p. 441.
52
Ídem., p. 470.
53
Ídem., p. 443.
d. El fuero de Uceda.
Uceda fue conquistada por Alfonso VI en su avance hacia Toledo. Su hija doña
Urraca la cedió a uno de sus nobles, don Fernando García de Hita, volviendo más tarde
la villa al patrimonio real58.
En el fuero de Uceda se ordena que el año en que el concejo peche estaba exento
de hacer fonsado, pero el año que lo hiciera si no debía pechar. Siempre debía acudir la
milicia concejil a la llamada real una vez al año, siempre que la expedición se dirigiera
fuera de las fronteras del reino; sin embargo, cuando fuera dentro de Castilla, “quantas
54
Ídem., pp. 440-441.
55
Ídem., p. 470.
56
Ídem.
57
Ídem., p. 471.
58
LAYNA SERRANO, F.: Castillos..., p. 121.
59
GONZÁLEZ, J.: Reinado..., vol. II, pp. 203-205.
60
Ídem., vol. III, Córdoba, 1986, pp. 387-389.
61
Idem., vol. II, p. 204.
62
MORÁN MARTÍN, R.: “La organización de un espacio de la Orden de Calatrava en el siglo
XII: La Alcarria”, en Espacios y Fueros en Castilla-La Mancha (siglos XI-XV), Madrid, 1995, p. 259.
63
GONZÁLEZ, J.: Repoblación..., vol. I, p. 182.
64
MORÁN MARTÍN, R.: Ob. cit., pp. 280-281.
65
GONZÁLEZ, J.: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, vol. II, Madrid, 1956, pp.
329-330.
66
MORÁN MARTÍN, R.: Ob. cit., pp. 282-285, y RIVERA GARRETAS, M.: “El Fuero de
Uclés (siglos XII-XIV), en Anuario de Historia del Derecho Español, LII (1982), pp. 326-346.
67
MORÁN MARTÍN, R.: Ob. cit., p. 284.
68
Ídem., p. 283.
Los guardias debían preservar a la villa de los incendios, para lo que debían
primeramente prevenir a los habitantes de que no hicieran fuego que no se pudiera
69
Ídem., p. 282.
70
Ídem.
71
Ídem.
72
Ídem., p. 285.
73
BARRERO GARCIA, A.M. y ALONSO MARTIN, M.L.: Ob. cit., p. 162.
74
UREÑA, R.: El Fuero de Zorita de los Canes según el códice 247 de la Biblioteca Nacional
(siglo XIII al XIV) y sus relaciones con el Fuero latino de Cuenca y el romanceado de Alcázar, Madrid,
1911, pp. 280-281.
La hueste iría dirigida por el señor de la villa, con los alcaldes y el juez,
pudiendo delegar en otro la dirección de la expedición79, el adalid. Estos agrupaban a la
hueste por parroquias, y escogían en cada una de ellas a los atalayeros, elegidos entre
los que poseían las mejores cabalgaduras y eran capaces de responder para tal puesto80.
Su misión principal era la exploración de la vanguardia y de las alas para prevenir
emboscadas, percibiendo importantes recompensas tal como el fuero establece: “Et
aquestos aguardadores ayan por galardon de su trabaio sendos bueyes, o quatro quatro
marauedis, lo quales mas ploguiere. Et si por auentura la hueste tanta ganançia no
ouiere, o non fiziere, que los non pueden pagar de tanto, ayan dos dos marauedis; et si
por auentura la hueste non ganare ninguna cosa, los guardadores no tomen ninguna
cosa. Los guardadores deuen yr segund el mandamiento delas uoluntades delos
75
Ídem., pp. 281-282.
76
Ídem., p. 282.
77
Ídem.
78
Ídem., p. 283.
79
Ídem., p. 285.
80
Ídem., p. 284.
Junto a los atalayeros, los guardadores y los pastores también tenían un puesto
destacado en la hueste. Su misión se establece en el fuero: “Certas, los pastores tan bien
de las oueias, como delas uacas ayan sendas oueias, que les escogieren. Las guardas
delos catiuos ayan cuatro los pastores, sendas oueias. Et tan bien los pastores, como las
guardas siempre guarden de noche et de día, fasta el día dela partiçion”83.
81
Ídem.
82
Ídem.
83
Ídem., pp. 289-290.
84
Ídem., p. 285.
85
Ídem., p. 289.
86
Ídem., p. 297.
87
Ídem., p. 292.
88
Ídem., pp. 286-287.
89
Ídem., p. 286.
Los cuadrilleros velaban por los heridos, enfermos y viejos que acompañaban a
la hueste, dándoles “bestias en que caualguen, fasta el dia dela partiçion. E si por
auentura esto assi los quadrelleros non fizieren, el iuez et los alcaldes pendrenlos cada
dia por sendos menkales; et destos dineros aloguen bestias, et lieuen los llagados,
enfermos et flacos”91.
90
Ídem., p. 298.
91
Ídem., p. 287.
92
Ídem.
93
Ídem., p. 298.
94
Ídem., p. 285.
95
Ídem.
96
Ídem., pp. 292-293.
97
Ídem., pp. 285-286.
Pero primero se procedía al canje de prisioneros; por caballero propio había que
entregar un caballero enemigo, y el peón se cambiaba por otro peón101; en cuanto a las
armas y caballos de los prisioneros, “deuen seer erguidas”102. Si el prisionero fuese de
gran calidad, es decir, que fuera algún alcaide musulmán o tenente de un castillo, se
daba opción al monarca para que lo pudiera tener mediante el pago de cien maravedís;
en otro caso, el cautivo formaba parte del botín a repartir103.
Por las armas extraviadas o rotas debían percibir los caballeros y los peones una
cantidad que se aumentaba considerablemente si el hecho se había producido a la puerta
de una ciudad o castillo y si había quedado clavada en el cuerpo de un enemigo sin
haberla podido recuperar106.
98
Ídem., p. 286.
99
Ídem.
100
Ídem., p. 298.
101
Ídem., p. 291.
102
Ídem.
103
Ídem., pp. 291-292.
104
Ídem., p. 288.
105
Ídem., pp. 288-289.
106
Ídem., p. 291.
107
Ídem., p. 289.
108
Ídem., pp. 287-288.
109
Ídem., pp. 293-294.
110
Ídem., p. 294.
111
Ídem., p. 299.
112
Ídem., pp. 305-306.
113
Ídem., p. 294.
A la hora de realizar el reparto debían tenerse en cuenta los méritos de cada uno,
reservándose determinados bienes como recompensa de los servicios prestados; así “si
el cauallero o peon, cauallero derrocare ala puerta de castiello o dela uilla, aya un
cauallo por el suyo. Et qui en otro luguar le derrocare, aya un escudo, o una siella, o
una espada, lo que mas quisiere”115; y quien entrase primero en un castillo enemigo,
recibía un moro de recompensa de los que apresaran, y, si fueran dos o más los que lo
hicieran a la vez, el moro debía ser tenido por todos ellos en comunidad116.
114
Ídem., p. 293.
115
Ídem., p. 290.
116
Ídem.
117
Ídem., p. 295.
118
Ídem.
119
Ídem., p. 300.
120
Ídem., p. 301.
Si la misión de los espias era crucial durante la hueste, más importancia tenía
durante estas pequeñas expediciones para no ser emboscados por los enemigos y, por
ello gozaban de una protección especial, castigándose a quien les robase con doscientos
maravedís y la consideración social de traidor122.
Otras veces, la defensa se hizo dentro de la misma villa, a donde debían acudir
los habitantes de las aldeas cercanas dependientes de ella. En algunas ocasiones los
aldeanos llegaban tarde pues la villa ya se encontraba sitiada, en cuyo caso no eran
121
Ídem., p. 299.
122
Ídem., p. 301.
123
Ídem., p. 299.
124
Ídem., p. 300.
125
Ídem., p. 301.
126
Ídem., p. 302.
127
Ídem., p. 301.
Mientras la enseña del concejo estaba en el campo de batalla nadie podría tomar
para sí ni por su cuenta ningún efecto ganado, pues era multado con cuatrocientos
maravedís, siendo además desterrado para siempre de la villa. Si el acusado no podía
pagar, establecía que fuera despeñado. Si solamente se sospechaba de una persona,
ordenaba el fuero que debía salvarse con otros seis vecinos134. Retirada la enseña
concejil, todo aquel que dentro de los nueve primeros días encontrara algo que debía
repartirse, tenía la obligación de entregarlo, siéndole reconocida la propiedad de la
cuarta parte de lo hallado135.
128
Ídem.
129
Ídem, p. 302-303.
130
Ídem., p. 303.
131
Ídem., p. 302.
132
Ídem., p. 306.
133
Ídem.
134
Ídem., p. 304.
135
Ídem.
Los escuchas dispuestos por la villa por los alrededores debían avisar a las
autoridades locales tan pronto como divisasen a las fuerzas enemigas. Si gracias al aviso
se lograse desbaratar los planes de ataque enemigos y se derrotasen a sus fuerzas, el
escucha recibiría una recompensa de cinco maravedís137.
3. Fueros señoriales.
a. El fuero de Alcocer.
136
Ídem., p. 344.
137
Ídem., p. 306.
138
Ídem., p. 278.
139
PAREJA SERRADA, A.: Ob. cit., pp. 164-165.
b. El fuero de Alhondiga.
140
LAYNA SERRANO, F.: Historia de la villa condal de Cifuentes, Madrid, 1955, p. 38.
141
BARRERO GARCIA, A.M. y ALONSO MARTIN, M.L.: Ob. cit., p. 106.
142
MARTIN PALMA, M.T.: Los fueros de Villaescusa de Haro y Huete, Málaga, 1984, p. 405,
capítulo 530.
143
Ídem., pp. 407 y 409.
144
Ídem., p. 415.
145
ïdem., p. 423.
146
Ídem., p. 427.
El fuero establece pocas normas en materia militar. Se ordena que ningún vasallo
de la Orden acuda al fonsado si no es por llamamiento real148 y se establece la
prestación personal de guardia del poblado149. En aquellas materias no reguladas en el
fuero, se remite el texto a un antiguo fuero de Huete, que no ha llegado hasta nosotros.
147
MORAN MARTÍN, R.: Ob. cit., pp. 291-293.
148
Ídem., p. 292.
149
Ídem., p. 293.
150
Ídem., p. 260.
151
GONZÁLEZ, J.: Repoblación..., vol. I, p. 175.
152
BERMEJO CABRERO, J.L.: “En torno al Fuero de Brihuega”, en Wad-Al-Hayara, 9 (1982),
pp. 138 y 139.
153
BARRERO GARCIA, A.M. y ALONSO MARTIN, M.L.: Ob. cit., p. 160, y PAREJA
SERRADA, A.: Ob. cit., pp. 215-218.
154
PAREJA SERRADA, A.: Ob. cit., pp. 230-232.
155
Ídem., pp. 252-253.
156
Ídem., p. 217.
157
Ídem., p. 231.
158
GIBERT, R.: Ob. cit., p. 731.
159
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: El Fuero de Brihuega, Madrid, 1887.
160
VÁZQUEZ DE PARGA, L.: “El Fuero de Fuentes de la Alcarria”, en Anuario de Historia del
Derecho Español, XVIII (1947), pp. 348-398.
161
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Brihuega..., p. 122, VÁZQUEZ DE PARGA, L.: “Fuentes de la
Alcarria”..., p. 363.
162
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Brihuega..., pp. 183 y 188, VÁZQUEZ DE PARGA, L.: “Fuentes de
la Alcarria”..., pp. 391 y 395.
163
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Brihuega..., p. 173, VÁZQUEZ DE PARGA, L.: “Fuentes de la
Alcarria”..., p. 382.
164
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Brihuega..., p. 160.
Por último, se establecen, como en algunos de los fueros anteriores, las normas
de Derecho sucesorio de los caballeros. Así se permitía a los viudos quedarse con el
caballo u otro tipo de animal de silla o de carga o las armas que pertenecieron a su
mujer, y sin que constasen en la masa hereditaria167; por último, los hijos varones
heredarían de su padre el caballo, las armas y los vestidos, mientras que las hijas sólo
recibirían los paños que fueron propiedad de su madre168.
165
Ídem., p. 135.
166
Ídem.
167
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Brihuega..., p. 182, VÁZQUEZ DE PARGA, L.: “Fuentes de la
Alcarria”..., p. 391.
168
GARCÍA LÓPEZ, J.C.: Brihuega..., p. 183, VÁZQUEZ DE PARGA, L.: “Fuentes de la
Alcarria”..., p. 391.
169
MARTÍNEZ DÍEZ, G.: Ob. cit., p. 238.
170
GONZÁLEZ, J.: Repoblación..., vol. I, p. 164.
171
Ídem., p. 165, nota 63.
Cuando los caballeros de Molina salieran en hueste serían dirigidos por “tres
omnes o quatro o el que escogieren por mayor a conseiar o a refrenar la companna”175;
el comandante o los comandantes de la hueste estarían exentos de responsabilidad penal
de los delitos que cometiesen, pero aquellos que atentasen contra ellos, tanto “en dicho
o en fecho, peche cincuenta maravedís et si non gelo pudieren firmar, jure con doze
veçinos”176. La tropa iría bajo las banderas del conde o del concejo, debiendo ser
guardadas y protegidas177.
172
SANCHO IZQUIERDO, M.: El Fuero de Molina de Aragón, Madrid, 1916, p. 64.
173
Ídem., p. 77.
174
Ídem., p. 78.
175
Ídem., pp. 83-84.
176
Ídem., p. 84.
177
Ídem.
178
Ídem., p. 83.
179
Ídem.
180
Ídem., pp. 83-84.
181
Ídem., p. 74.
Por último, en otra adición, esta vez realizada sólo por doña Blanca Alfonso, se
ordena que “otro si que tubieren caballos y armas de fuste o de fierro en Molina, que
ayades el diezmo de todos los pechos que pecharen en Molina, segun que los han en
Cuenca e tambien en el termino de Molina”184.
182
Ídem., p. 153.
183
Ídem., p. 154.
184
Ídem., p. 158.
1. INTRODUCCIÓN.
1
Los descansos laborales se integran en la ordenación del tiempo de trabajo y, concretamente, en la
determinación cuantitativa y cualitativa de la dimensión temporal de la prestación de servicios, afectando
al módulo temporal diario, semanal y anual. Vid. SANDULLI, P.: <<Orario di lavoro>>, en Enciclopedia
Giuridica Treccani, Vol. XXI, Roma, 1990, p. 3. DE LUCA TAMAJO, R.: <<Il tempo nel rapporto di
lavoro>>, en Diritto del lavoro e relazioni industriali, T.I, 1986,, p. 448.
2
En este sentido, la jurisprudencia constitucional ha declarado que no se puede hablar de la existencia de
una reserva de Ley en materia de descansos laborales. La STC 210/1990, de 20 de diciembre (BOE del 10
de enero de 1991), en una cuestión de inconstitucionalidad, declaró que la Ley juega un papel de cierre
del sistema de fuentes debido a que en virtud del art. 40.2 CE <<(...) los convenios colectivos, y no sólo
los contratos de trabajo, han de respetar ineludiblemente el límite legal, en las condiciones establecidas
por la propia Ley>> (FJ 2º).
De igual manera, el Dictamen relativo a la ordenación y distribución de la jornada, emitido por el
Pleno del CES durante las sesiones plenarias celebradas los días 28 de octubre y 4 de noviembre de 1993,
se pronunció en materia de ordenación de descansos laborales, afirmando que se reforzaba la función
reguladora de la negociación colectiva. Esto es, parafraseando al órgano consultivo social, en nuestro
ordenamiento jurídico laboral <<se garantiza manteniendo la indisponibilidad de los límites legales de
descanso diario (doce horas entre cada dos jornadas), semanal (treinta y seis horas) (...), así como el
límite genérico, de que la acumulación diaria de jornada, originada por una distribución irregular, haya
de tener en cuenta la adecuación a las peculiaridades de cada trabajo —peligrosidad, dureza, etc.— en
función de la salud del trabajador. Sin perjuicio de que en materia de descansos, y con excepción del
período mínimo entre jornadas de trabajo, pueda permitirse al convenio colectivo un sistema más
flexible de acumulación o distribución variable.>>
3
Vid. GARCÍA NINET, J.I.: <<Ordenación del tiempo de trabajo>>, en Comentarios a las leyes
laborales. El Estatuto de los Trabajadores (Dir. BORRAJO DACRUZ, E.), T. I, V 2º, Edersa, Madrid,
1994, pp. 34-35. GARCÍA BLASCO, J.: <<Flexibilidad del tiempo de trabajo: jornadas y descansos>>,
en AA.VV., Reforma de la legislación laboral: estudios dedicados al Prof. Manuel Alonso García
(Coord. De La Villa Gil, L.E.), Marcial Pons, Madrid, 1995, pp. 308-309.
4
Esta función del convenio ya ha sido destacada por la doctrina, al considerar que el convenio colectivo
lleva <<(...) a cabo esta labor de ajuste flexible en el día a día, con el sólo respeto al número máximo de
doce horas de descanso (entre jornadas), a los festivos y a las vacaciones, (...)>> Vid. GARCÍA NINET,
J.I.: <<Ordenación del tiempo (...)>>, loc. cit., p. 34. Obviamente, la misma consideración se puede hacer
respecto al descanso semanal.
5
GARCÍA BLASCO ha afirmado que <<Correspondería, por ello, a la negociación colectiva de carácter
sectorial asumir el papel que asigna la Directiva 93/104, incorporando una regulación sobre la duración
máxima de la jornada diaria y semanal, así como una modulación del tiempo reservado a los descansos,
dejando al ámbito inferior (el de empresa) lo concerniente a la distribución de la jornada anual y semanal,
así como la fijación de los horarios.>>. Vid. GARCÍA BLASCO, J.: <<Flexibilidad del tiempo (...)>>,
loc. cit., p. 308. KÄDING, K.H.: <<Negociaciones colectivas sobre la reducción y reestructuración del
tiempo de trabajo en los Estados Miembros de la Comunidad Europea>>, en Revista de Economía y
Sociología del Trabajo, núm. 15-16, 1992, p. 155. ESCUDERO RODRÍGUEZ, R.: <<Significación del
tiempo de trabajo, fuentes reguladoras y dinámica de la negociación colectiva>>, en Relaciones
Laborales, núm. 4, 1999, p. 19.
6
Así, en su momento, la doctrina sostuvo que <<(...) se observaba un menor dinamismo de la
negociación colectiva, que sigue siendo bastante rígida en los aspectos referentes a la ordenación del
tiempo de trabajo (...)>> Vid. DURÁN LÓPEZ, F.: <<Ordenación del tiempo de trabajo>>, en el
Ordenamiento laboral español y los límites a la autonomía de las partes y a las dificultades del
empresario, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1987, p. 171.
Vid. en este sentido. ESCUDERO RODRÍGUEZ, R.: <<Fuentes reguladoras de la ordenación del tiempo
de trabajo en España>>, en AA.VV., Tiempo de Trabajo, Madrid, FITECA-CCOO, 1998, pp. 16 y 18.
Posteriormente, y por lo que se refiere a las interrupciones periódicas, otros comentarios de la
ciencia del Derecho del Trabajo han confirmado que esa rigidez se predica de los descansos laborales,
puesto que <<Son elementos claros de rigidez (...) el descanso semanal ininterrumpido de día y medio a
disfrutar cada semana. [y] La imposición legal de períodos de descanso entre jornadas (...)>> Vid.
RODRÍGUEZ PASTOR, G.: El régimen jurídico de la distribución de la jornada de trabajo, Tirant lo
Blanch, núm. 117, Valencia, 1999, p. 35.
7
Vid. Art. 34 del Estatuto de los Trabajadores aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/1995,
de 24 de marzo.
8
Vid. RIVERO LAMAS, J.: <<La flexibilidad del tiempo de trabajo>>, en AA.VV. (Coord. Borrajo
Dacruz), El nuevo Estatuto de los Trabajadores: Puntos críticos, Actualidad Editorial, Madrid, 1995, p.
35. GARCÍA-PERROTE ESCARTÍN, I.: <<Jornada de trabajo legal y jornadas convencionales>>, en
(Coord. De La Villa Gil, L.E.), Estudios sobre la jornada de trabajo, Acarl, Madrid, 1991, pp. 97-98.
GODINO REYES, M.: <<Autonomía colectiva y voluntad individual en la fijación de la jornada de
trabajo>>, en AA.VV., Estudios sobre la jornada de trabajo, Acarl, Madrid, 1991, pp. 101-102.
PALOMEQUE LÓPEZ, M.C. <<El nuevo reparto funcional de territorios normativos entre la ley y el
convenio colectivo>>, en Relaciones Laborales, 17-18, 1994, pp. 246-247. ALARCÓN CARACUEL,
M.R.: <<El tratamiento del tiempo de trabajo, en el marco de la ley, por la negociación colectiva>>
9
Este papel del descanso como límite a la jornada de trabajo ha sido analizado específicamente materia de
vacaciones laborales. Vid. MATÍA PRIM, J.: <<vacaciones anuales>>, en Comentarios a las leyes
laborales, (Dir. BORRAJO DACRUZ, E.), T. VII, Edersa, Madrid, 1982, p. 396. CHARRO BAENA, P.:
El derecho a vacaciones en el ámbito laboral, Colección Tesis Doctorales, núm. 38, Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1993, pp. 189-109.
10
El TC nos recuerda que los descansos laborales son en sí mismos límites a la jornada de trabajo,
máxime si tenemos presente su origen legal, y en cuanto límites tienen su mismo fundamento en el
principio constitucional relativo al descanso necesario. Así, <<la preeminencia de la Ley, por lo que hace
a la fijación de límites a la misma, [entiéndase: jornada de trabajo] ha sido expresamente consagrada en
el artículo 40.2 CE, (...)>> STC 210/1990, de 20 de diciembre, F.J. 2º. Vid. RIVERO LAMAS, J.:
<<Jornada y horario de trabajo: distribución irregular, calendario laboral>>, en Cuadernos de Derecho
judicial. Otras modificaciones del ET, extinción individual y extinciones colectiva del contrato de trabajo,
CGPJ, Madrid, 1995, p. 18. JAMOULLE, M.: <<La flexibilidad del tiempo de trabajo>>, en
Documentación Laboral, núm. 42, 1994, p. 129. LINARES LORENTE, J.A.: <<Flexibilidad en materia
de jornada de trabajo>>, en Revista Colex, Estudios de Jurisprudencia, núm. 11, 1994, p. 97.
11
Vid. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La ordenación del tiempo de trabajo, Tecnos, Madrid, 1988, p.
153. <<(...) la rigidez de las normas estatales clásicas de contenido mínimo inderogable se revelan no ya
inadecuadas sino, en ocasiones, incluso meramente inaplicables (...)>>. Así, el autor destaca a
continuación, <<(...) las dificultades para conjugar instituciones como las del descanso semanal con el
trabajo a tiempo parcial, o la del descanso diario con el horario flexible (...)>>
Sin embargo, esta tesis no tiene presente la unión existente entre las dimensiones
cuantitativas y cualitativas de la jornada de trabajo. En verdad, no se deben distinguir
tan tajantemente ambas dimensiones del tiempo de trabajo, dado que no se pueden
diferenciar aisladamente la existencia de diversos límites graduables. Y ello se debe a
que dichos límites inciden conjuntamente en el desarrollo temporal de la prestación de
servicios. En este sentido, existe la misma relación entre el descanso laboral y otros
límites jurídicos del tiempo de trabajo como son las horas extraordinarias, el trabajo a
turnos, el horario de trabajo etc., puesto que todos actúan conjuntamente, y dan como
resultado la definitiva determinación del tiempo de trabajo. Sin embargo, otra cosa muy
distinta es que los analicemos aisladamente para determinar su incidencia particular en
el factor temporal de la ejecución de la relación de trabajo.
12
Vid. PRADOS DE REYES, F.J.: <<Jornada, horario y descansos en la Reforma del Estatuto de los
Trabajadores>>, en Reforma de la legislación laboral, (Coord. Escudero Rodríguez, R.), Junta de
Andalucía, Sevilla, 1997, p. 131. Con cita de este mismo autor a ASLIN, M.- OYCE, J.: Flexibilité du
temps de travail, cit por JAUMOULLE, M.: <<La flexibilidad del tiempo de trabajo>>, loc. cit., p. 129.
GARCÍA BLASCO, J.: <<Flexibilidad del tiempo de trabajo: jornadas y descansos>>, loc. cit., p. 303.
BODAS MARTÍN, R.: <<La regulación específica de la jornada de trabajo>>, en Mes a Mes, núm. 32,
1998, pp. 18-19. La incidencia de los descansos en el tiempo de trabajo como límites legales no se
produce de forma aislada, sino de manera que se genera una interconexión entre los distintos límites a la
jornada laboral como son la duración máxima de la jornada de trabajo, los límites derivados del trabajo
prestado en condiciones de penosidad (trabajo nocturno, trabajo a turnos), los límites derivados de la
condición personal (mujeres y menores de edad) y los límites al tiempo de trabajo extraordinario.
13
A juicio del CES, en su dictamen 9/1993, emitido en la Sesión del Pleno de 21 diciembre, sobre el
anteproyecto de Ley modificador de la Ley 8/1980, de 10 de marzo, del Estatuto de los Trabajadores, esta
flexibilidad tenía, máxime en materia de descansos laborales, su justificación en <<(...) una peligrosa
tendencia a la dualización de nuestro mercado de trabajo y una cierta rigidez, mayor o menor según los
casos, que dificulta la adaptación laboral en una economía permanentemente cambiante.>> Esta
afirmación fue rebatida por el voto particular emitido por el grupo primero que representaba a las
organizaciones sindicales CCOO y UGT, destacando que <<(...) el juego de los artículos 34 y 37 [del ET]
permite la realización de una semana laboral de ochenta y cuatro horas, trabajándose todos los días de
la semana doce horas cada día. Cabe preguntarse sí, aunque dicha jornada haya sido pactada en
convenio, y sin entrar a juzgar los condicionantes que hayan podido llevar a los representantes de los
trabajadores a su aceptación, un Estado Social y Democrático, que fundamenta su orden político en la
dignidad de la persona humana, conforme proclama el artículo 10 de la Constitución, puede consentir
que tal supuesto se produzca y renunciar a dispensar la necesaria protección legal,>>
14
En relación con el tradicional carácter rígido de la regulación de los descansos la doctrina ha destacado
que <<(...) el legislador ha valorado que no es la instrumentación de un régimen legal rígido sobre (...)
los descansos el camino más corto para garantizar derechos a los trabajadores (...)>>. Vid. RIVERO
LAMAS, J.: <<Régimen de la jornada y de los horarios en la reforma del Estatuto>>, en Documentación
Laboral, núm. 47, 1995, p. 15.
15
Vid. SANDULLI, P.: <<Orario di lavoro>>, loc. cit., p. 16. ICHINO, P.: Il tempo della prestazione
(...), op. cit., p. 201. CESTER, C.: <<Lavoro e tempo libero nell’esperienza giuridica>>, en Quaderni di
Diritto del Lavoro e Relazioni Industrialli, núm. 17, 1995, p. 10.
16
Vid. FITA ORTEGA, F.: Límites legales a la jornada de trabajo, Tirant lo Blanch, Colección Laboral,
núm. 73, Valencia, 1999, p. 51. Este autor advierte este nuevo significado de los límites legales a la
materia de reducción de las jornadas a las treinta y cinco horas semanales. Sin embargo, la influencia de
la duración de la jornada en los descansos ya fue puesta de manifiesto por la doctrina. Así, se sostuvo en
su día que los descansos están relacionados con la reducción del tiempo de trabajo, como sucede en el
supuesto del descanso semanal, dado que <<la reivindicación de las 48 horas semanales de trabajo
tuviera como base la exclusión del domingo como día laborable>>. Vid. RAYÓN SUÁREZ, E.:
<<Descanso semanal, fiestas y permisos>>, en Comentarios a las leyes laborales, Estatuto de los
Trabajadores, T. VII, Edersa, Madrid, 1982, p. 298. Esto es, la propia evolución normativa de la duración
de la jornada está marcada por la lucha de la reducción del número de horas de trabajo para conseguir el
descanso semanal.
20
En este sentido, la doctrina entiende que se <<(...) aprecia hoy una decidida preferencia por la
reducción de los días de trabajo sobre la reducción de las horas de trabajo al día, (...)>>. Vid. ALONSO
OLEA, M. - CASAS BAAMONDE, Mª.E.: El Derecho del Trabajo, 20ª edición, Civitas, Madrid, 2002,
p. 289.
21
En estos supuestos de mejora sin compensación al empresario se produce un efecto de reducción de la
jornada laboral, acompañado de un incremento proporcional del tiempo de descanso Vid. ALONSO
OLEA, M.: <<El trabajo como bien escaso>>, en AA.VV., Las relaciones laborales y la reorganización
del sistema productivo, (Coord. Durán López, F.), Caja de Ahorros de Córdoba, Córdoba, 1983, p. 19.
Así, la doctrina ha manifestado que <<(...) la regulación de esas jornadas máximas diferentes (...) no va a
afectar exclusivamente a ese aspecto cuantitativo relacionado con la jornada máxima ordinaria y
extraordinaria, sino también a otros aspectos cualitativos referidos a la ordenación de la jornada:
descansos entre jornadas y jornada, descanso semanal, (...)>> Vid. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La
ordenación del tiempo (...), op. cit., p. 82.
22
Así, por ejemplo, se pacta la jornada de lunes a viernes. Vid. Art. 30 CC conservas, semiconservas y
salazones de pescado y marisco (BOE 1-1997). Art. 75 CC curtidos, correas y cueros industriales y
curtidos de pieles para peleterías. (BOE 21-8-2000).
Por último, cabe destacar el ejemplo francés de reducción del tiempo de trabajo
y su repercusión en los descansos laborales. Después de la promulgación de la segunda
Ley Aubry las empresas han recuperado una parte de la reducción de la jornada semanal
a treinta y cinco horas, ya que han excluido del cómputo de dicha jornada las pausas, los
días festivos, los puentes y los días de permiso acordados por encima del mínimo legal,
que, antes de la reforma, se computaban dentro de la jornada ordinaria — por ejemplo,
treinta nueve horas—25.
23
Así pues, y como consecuencia de la tercera revolución industrial, se produciría otro supuesto de
reducción de la duración del tiempo de trabajo, análogo al ocurrido durante las anteriores
transformaciones industriales. Ello tiene como consecuencia directa el recorte de la semana de trabajo,
como sucede en las propuestas de la semana laboral de cuatro días. Este es un fenómeno común en los
países occidentales, efecto del proceso de globalización de la economía. Vid. RIFKIN, J.: El fin del
trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era, 7ª edición,
Paidós, Barcelona, 2001, pp. 264-269.
24
Vid. GONZÁLEZ DE LENA, F.: <<Reducción y reordenación de la jornada de trabajo en España>>,
en Revista de Economía y Sociología del Trabajo, núm. 15-16, 1992. GARCÍA BLASCO, J.:
<<Flexibilidad de tiempo de trabajo, jornadas y descansos>>, loc. cit., p. 305.
25
Vid. Consejo Económico y Social: Observatorio de Relaciones Laborales, núm. 42, julio-agosto 2001.
Para más información Vid. NAVARRO NIETO, F. – TRICLIN, A.: <<el debate francés sobre la
reducción del tiempo de trabajo>>, en Relaciones Laborales, núm. 3, 1999. GONZÁLEZ SÁNCHEZ,
J.J.: <<La política social europea. Nuevas tendencias para la lucha contra el desempleo: sobre la
reducción del tiempo de trabajo.>>, en Tribuna Social, núm. 88, 1998, pp. 43-49. Ibídem.: <<La
reducción del tiempo de trabajo en Francia: la ley 13 de junio de 1998 y normas de desarrollo: balance y
nuevo proyecto de ley de 1999>>, en Revista de Trabajo y Seguridad Social, Centro de Estudios
Financieros, núm. 199, 1999, pp. 89-140.
26
Es preciso destacar que <<Hoy el tema estrella en el tiempo de trabajo es su distribución. (...) La
calidad de vida, por parte de los trabajadores, y la necesidad de adaptarse al mercado por parte de los
empresarios, es lo que hace necesario flexibilizar el tiempo laboral.>> Vid. SAGARDOY
BENGOECHEA, J.A.: <<Hacia una concepción positiva de la flexibilidad laboral>>, en AA.VV.,
Cuestiones actuales de Derecho del Trabajo (Homenaje al Prof. Manuel Alonso Olea), Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1990, p. 269. La trascendencia de la distribución de los descansos
laborales es de vital importancia, puesto que determina la propia onerosidad del trabajo prestado. Así la
doctrina ha manifestado que <<(...) la prestación de servicios, (...) no resulta igualmente costosa para el
trabajador según deba realizarla en un momento u otro, (...) con períodos de interrupción más o menos
largos, (...)>> Vid. FITA ORTEGA, F.: Límites legales a la jornada de trabajo, op. cit., p. 27.
27
Vid. SUPIOT, A: <<Temps du travail: pour une concordance des temps>>, en Droit Social, núm.
especial, 1989, pp. 948-949. Así pues, es preciso decir que se refuerza la dimensión cualitativa debido a la
evolución del antiguo modelo fordista de organización del tiempo de trabajo. Vid. BÉLIER, G.:
<<L’evolution du temps de travail, point de vue>>, en Droit Social, núm. 7, 1999, p. 754. MOREAU,
M.A.: <<Temps de travail et charge de travail>>, en Droit Social, núm. 3, 2000, p. 263. CESTER, C.:
<<Lavoro e tempo libero (...)>>, loc. cit., p. 20.
28
RODRÍGUEZ-PIÑERO, M.: <<Flexibilidad, ¿Un debate interesante o un debate interesado?>>, en
Relaciones Laborales, T. I, 1987. MARTÍN VALVERDE, A.: <<La flexibilidad del mercado de
trabajo>>, en Revista de Trabajo, núm. 72, 1983. VALDÉS DAL-RÉ, F.: <<Flexibilidad en el mercado
de trabajo y ordenamiento laboral>>, en Papeles de Economía Española, núm. 22, 1985. SAGARDOY
BENGOECHEA, J.A.: <<Hacia una concepción positiva de la flexibilidad laboral>>, loc. cit., pp. 267-
268. DEL REY GUANTER, S.: <<Desregulación, juridificación y flexibilidad en el Derecho del Trabajo:
notas para la caracterización de un debate>>, en AA.VV., (Coord. Rivero Lamas, J.) La Flexibilidad
laboral en España, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1993. VALDÉS DAL-RÉ, F.: <<La flexibilidad
del tiempo de trabajo (...)>>, loc. cit., p. 2. BOULIN, J.I.: <<Las políticas de tiempo de trabajo: el caso de
Europa>>, en Ekonomiaz, núm. 34, 1996, p. 45.
29
Vid. ALFONSO MELLADO, C.- GARCÍA ORTEGA, J.: Jornada y ordenación del tiempo de trabajo,
Tirant lo Blanch, Colección Laboral, núm. 9, Valencia, 1994, p. 35. RODRÍGUEZ PASTOR, G.: El
régimen jurídico de la distribución (...), op. cit., p. 47.
30
Así, se manifestó en su día que no era necesario para proceder a la flexibilización del tiempo de trabajo
computar la jornada semanalmente, sino, también, dar cabida a otros sistemas de jornadas más flexibles,
como la jornada semanal o, incluso, la anual. Supuesto éste extremo que en la actualidad es un recurso
común de organización del factor tiempo. Vid. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La ordenación del
tiempo de trabajo, op. cit., p. 88. De igual modo, se han pronunciado sobre la posibilidad de la
distribución irregular de la jornada semanal de trabajo en relación con los descansos laborales. Vid.
GARCÍA NINET, J.I.: <<Jornada>>, loc. cit., p. 73 y GARCÍA PEROTE ESCARTÍN, I.: <<Jornada de
trabajo legal y jornadas convencionales>>, loc. cit., pp. 96-97.
Especialmente importante, es el supuesto de la ordenación de la jornada en cómputo anual. Así,
se ha reconocido que las <<(...) cuarenta horas de trabajo semanal podrán serlo de trabajo regular y
homogéneo a lo largo del año, o distribuidas de modo desigual a lo largo del año, teniendo en cuenta
para ello todos los festivos, las vacaciones, los descansos entre jornadas, y los descansos semanales.>>.
Vid. GARCÍA NINET, J.I.: <<Ordenación del tiempo (...)>>, loc. cit., p. 24.
31
Piénsese que cada vez con más frecuencia, y desde hace algún tiempo, la jornada no se articula sobre el
día o la semana, sino que deja paso a otros módulos de determinación del tiempo de trabajo Vid.
VALDÉS DAL-RÉ, F.: <<Jornada laboral y horarios de trabajo>>, en AA.VV., Dieciséis lecciones sobre
la Ley de Relaciones Laborales (Dir. Bayón Chacón, G.), Servicio de Publicaciones de la Facultad de
Derecho de Madrid, Madrid, 1977, p. 266. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La ordenación (...), op. cit.,
p. 88.
32
Vid. GARCÍA NINET, J.I.: <<La ordenación (...)>> (bis), loc. cit., p. 40. GARCÍA NINET, J.I.:
<<Ordenación del tiempo (...)>>, loc. cit., p. 22. MERINO SENOVILLA, H.: <<La jornada de
trabajo>>, en AA.VV., La reforma del mercado laboral (Dir. Valdés Dal-Ré), Lex Nova, Valladolid,
1994, p. 277.
33
En este sentido, podemos destacar la incidencia de la negociación colectiva en la gestión flexible del
tiempo de trabajo, como por ejemplo, la figura de la <<disponibilidad horaria>>, que se encuentra
sometida igualmente al respeto de los períodos mínimos de descanso laboral. Esta cláusula de libre
disponibilidad del tiempo de trabajo no es absoluta para la empresa, puesto suele estar supeditada a la
observancia de la comunicación de su utilización a la representación legal de los trabajadores. No
obstante, la doctrina se ha planteado la legalidad de estas cláusulas, puesto que puede suponer la
35
Vid. PRADOS DE REYES, F.J.: <<La ordenación del tiempo de trabajo en la Reforma del ET>>, en
Relaciones Laborales, núm. 8, 1996, p. 508.
36
Así lo puso de manifiesto este autor al destacar como materias propias del Decreto de 12 de enero de
1961 relativo a la redacción y alcance de los reglamentos de régimen interior, que contemplaba la
interrupción diaria y semanal de la prestación laboral como materias propias de lo que antes era el
denominado reglamento interior, que hoy se puede entender como antecedente directo del horario laboral.
Vid. VALDÉS DAL-RÉ. F.: <<Jornada Laboral y horarios de trabajo>>, loc. cit., pp. 294-295.
37
Vid. RODRÍGUEZ SAÑUDO GUTIÉRREZ, F.: <<Flexibilización de la jornada de trabajo. Normas
legales y normas convenidas>>, en Documentación Laboral, núm. 22, 1987, p. 28. LÓPEZ-
TARRUELLA MARTÍNEZ, F.: <<La nueva regulación del calendario laboral y de las horas
extraordinarias en el RD-L 2001/1986, de 14 de marzo>>, en Revista de Trabajo, núm. 85, 1987, p. 93.
LINARES LORENTE, J.A.: <<Flexibilidad en materia de jornada de trabajo>>, loc. cit., p. 97.
Los descansos intra y entre jornadas son uno de los elementos integrantes del
horario de trabajo38. Según la doctrina, el horario vendría a reflejar con toda su riqueza
trabajo y descanso39. De este modo, la previsión de los descansos intra-jornada en el
horario de trabajo supone la determinación del propio ritmo de trabajo y descanso. Por
su parte, respecto del descanso entre jornadas, es preciso subrayar la estrecha relación
que existe entre intervalo de asueto y la ordenación del tiempo de trabajo diario40. En
este sentido, la doctrina científica ha reconocido la necesidad de tener en cuenta la
incidencia del descanso entre jornadas en la ordenación del tiempo de trabajo en virtud
del horario de trabajo, aplicando así los límites legales de la jornada laboral incluso en
el supuesto de horario laboral flexible41.
38
Concretamente, en materia de los descansos en la jornada el TCT admitió que las pausas se pueden
configurara como elemento del horario. Vid. STCT 28 de mayo de 1985 (RTCT 3653).
39
Vid. ALONSO OLEA, M. – CASAS BAAMONDE, M.Eª.: Derecho del Trabajo, op. cit., p. 299.
40
Esto es, <<(...) permanece intangible la regulación de las vacaciones, de los festivos y del descanso
semanal, que deberá ser respetada íntegramente. En definitiva, las únicas instituciones que pueden
resultar afectadas son la del descanso diario, (...)>> Vid. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La
ordenación (...), op. cit., p. 136.
41
Vid. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La ordenación (...), op. cit., pp.136-137. La doctrina ha
completado esta referencia de la aplicación de los mínimos legales a la distribución del tiempo de trabajo,
plasmada en el horario de trabajo, al reconocer la incidencia del descanso entre jornadas como límite
legal. En este sentido, <<el horario flexible, al igual que el horario con carácter general, está limitado en
su distribución por el descanso mínimo diario de doce horas entre jornadas. De este modo, si por
ejemplo en una empresa en concreto el horario posible de trabajo fuera de 9,00 a 22,00 y un trabajador
finalizara su jornada a las 22,00 deberá empezar al día siguiente a las 10,00.>> Vid. RODRÍGUEZ
PASTOR, G.: El régimen jurídico de la distribución (...), op. cit., p. 199. . ROMÁN DE LA TORRE, Mª.
D., <<La fijación del horario de trabajo>>, en AA.VV., Estudios sobre la jornada (Dir. De La Villa Gil,
L.E.), Acarl, Madrid, 1991, pp. 597-598.
En este mismo sentido, se ha pronunciado la jurisprudencia. Así, la organización de la jornada de
trabajo en función del horario de trabajo, debe respetar los descansos laborales. Vid. STS, Social, de 22 de
julio de 1995 (RJ 6325). STS, Social, de 26 de junio de 1998 (RJ 5789). STSJ Extremadura de 30 de
diciembre de 1994 (AS 4786). Es preciso recordar que el horario de trabajo no tiene autonomía propia, ya
que la determinación del tiempo de trabajo y descanso debe observar necesariamente el régimen general
de jornada laboral. Los elementos del tiempo de trabajo se deducen del diseño legal de jornada de trabajo
y a él se encuentran subordinados. Vid. STS, Social, de 22 de julio de 1995 (RJ 6325). STS, Social, de 26
de junio de 1998 (RJ 5789).
42
Vid. SAN de 18 de junio de 1993 (AS 5606).
43
Vid. BORRAJO DACRUZ, E.: <<El horario flexible>>, en Comentarios a las leyes laborales. El
Estatuto de los Trabajadores, Edersa, T. VII, Madrid, 1982, p. 226. Vid. GARCÍA NINET, Jornada de
trabajo, horario (...), op cit., p. 216. VALDÉS DAL-RÉ, F.: Jornada laboral y horarios de trabajo, loc.
cit., p. 294. TUDELA CAMBORNERO, F.J.: <<horario flexible: reflexiones críticas sobre su concepto y
posibilidades de implantación>>, en AAVV, Estudios sobre la jornada de trabajo, (Dir. De la Villa Gil,
L.E.), Acarl, Madrid, 1991, pp. 568 y 570.
44
Así, y en relación con el descanso entre jornadas, Alarcón Caracuel se preguntaba sí <<¿Podría el
trabajador ejercitar su derecho al horario flexible aun en detrimento del cabal cumplimiento del
descanso de 12 horas entre jornadas? (...) el tenor literal de la norma sobre el descanso diario (...)
impide dicha construcción, puesto que está claro que establece un derecho de carácter indisponible por
las partes;>> Vid. ALARCÓN CARACUEL, M.R.: La ordenación (...), op. cit., p. 137.
45
Vid. Art. 24 CC oficinas y despachos. Art. 21 CC empresas consultoras de planificación, organización
de empresas y contable (BOE 29/09/2000). Art. 13 CC despachos de técnicos tributarios y asesores
fiscales (BOE 18/10/1999).
46
Vid. STCT de 3 octubre de 1980 (RTCT 5491) Esta resolución jurisdiccional establece como contenido
del calendario anual de trabajo, <<la distribución anual de los días de trabajo y de descansos>>. A su
vez, la doctrina ha incluido dentro del contenido especial del calendario anual los descansos. Vid.
PENDÁS DÍAZ, B.: <<El calendario laboral>>, en AA.VV. (Coord. De La Villa Gil, L.E.) Estudios
sobre la jornada de trabajo, Acarl, Madrid, 1991, p. 663.
47
El calendario anual supone la plasmación material y documental definitiva de la jornada laboral
pactada. De este modo, una vez se fija el horario de trabajo, y determinada la ordenación del tiempo de
trabajo —régimen de turnos, desenvolvimiento del trabajo nocturno, posible prestación de horas extras,
etc.—, el calendario contiene la declaración previa del tiempo de trabajo y descanso global, anticipando
el devenir de la jornada laboral programada. Así parafraseando a García Ninet, el calendario laboral
<<(...) viene a ser una mera plasmación global en cuanto se refiere al tiempo de trabajo, como se diría en
frase gráfica, una foto fija de todo el año por anticipado, (...)>> Vid. GARCÍA NINET, J.I.:
<<Ordenación del tiempo (...)>>, loc. cit., p. 51. En este mismo sentido, debemos tener en cuenta que el
calendario laboral <<(...) se limita a adaptar a cada año las reglas de tiempo de trabajo y su distribución
El calendario laboral —al ser un documento que comprende los ciclos diarios,
semanales y anuales de trabajo— tiene como parte integrante de su contenido material
los descansos laborales (RIVERO LAMAS y LÓPEZ-TARRUELLA)49. Esta
afirmación se corrobora, si tenemos presente que no existe, en nuestro sistema jurídico
laboral vigente, un contenido mínimo del calendario laboral. En la actualidad, el
calendario laboral es un documento que expone todas las posibilidades de distribución
del tiempo de trabajo y, a su vez, de descanso50.
previamente fijada en disposiciones o pactos que se imponen como obligatorios al empleador (...)>>
Vid. CRUZ VILLALÓN, J.: <<La flexibilidad en la distribución del tiempo de trabajo>>, loc. cit., p. 544.
48
La importancia del calendario, parafraseando a la doctrina más autorizada, reside en que es un <<(...)
documento conciso anual ‘de bolsillo’ que refleja con toda su riqueza trabajo y descansos; de ahí su
extrema importancia práctica; todo el tiempo de trabajo [y de no trabajo], pudiera decirse que gira en
torno del calendario.>> Vid. ALONSO OLEA, M. – CASAS BAAMONDE, Mª.E.: Derecho del
Trabajo, op. cit. p. 299.
49
Vid. RIVERO LAMAS, J.: <<Jornada y horario de trabajo: distribución irregular y calendario
laboral>>, en Cuadernos de Derecho Judicial. Otras modificaciones del ET, extinción individual y
extinciones colectivas del contrato de trabajo, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1995, p. 30.
LÓPEZ-TARRUELLA MATÍNEZ, F.: <<La nueva regulación del calendario laboral y de las horas
extraordinarias en el RD-L 2001/1986, de 14 de marzo>>, loc. cit., p. 93.
Este mismo criterio se mantiene en la doctrina de nuestra jurisprudencia ordinaria, que considera
que el calendario laboral tiene como fin <<especificar la situación general de los trabajadores, en lo que
respecta a jornada, horario, [y] descansos (...)>> Vid. STS, Cont-admv, de 6 de junio de 1990 (RJ 4650).
50
El vigente RJE no establece expresamente cual es el contenido objetivo del calendario, extremo éste
que si realizaba el hoy derogado RJE/83. Así, <<El vigente RD 1561/1995 ha omitido cualquier
referencia al contenido del calendario, ello no obstante, no parece que el contenido del mismo vaya a
variar mucho con respecto a lo que señaló el reglamento de 1983.>> Vid. RODRÍGUEZ PASTOR, G.:
El régimen jurídico de la distribución (...), op. cit., p. 96.
Además, la referencia a los días de descanso como contenido del calendario laboral debe
entenderse en sentido amplio, ya que junto a los períodos legales de reposo, la jurisprudencia ordinaria
incluye otros días que se determinan en virtud del calendario laboral, como son los días posteriores para
recuperar el trabajo debido, por ejemplo, por una fiesta laboral o días de descanso. Vid. STS, Social, de
22 de julio de 1995 (RJ 6325).
51
Determinados convenios colectivos —sobre todo de ámbito estatal—, prevén que el calendario laboral
deberá recoger los horarios, las fiestas nacionales, autonómicas y locales así como el cuadrante horario
donde existan turnos rotativos y el período dentro del que se fijen las fechas de vacaciones y demás
descansos. Vid. Art. 24 CC comercio distribuidores de especialidades y productos farmacéuticos (BOE
26-9-2000). Art. 71 CC tejas, ladrillos y piezas especiales para arcilla cocida. (BOE 29-09-2000). La
distribución de la jornada anual y semanal pactadas, así como los descansos semanales y festivos. El
calendario pactado debe contener el horario de trabajo diario, jornadas, días de descanso y festivos
correspondientes a cada año natural. Vid. Art. 30 CC comercio al por mayor e importadores de productos
quimimos-industriales y perfumería, droguería y anexos. (BOE 22-6-1999).
52
Sin embargo, no es necesario incluir el horario de los trabajadores en el calendario laboral, sobre todo,
en aquellos supuestos en los que la jornada de los trabajadores es de difícil determinación. En este
sentido, la jurisprudencia entiende que ello supondría reducir notablemente la utilidad del calendario
laboral. Vid. STS, Social, de 18 de septiembre de 2000 (RJ 8297).
53
Vid. GARCÍA NINET, J.I.: <<ordenación del tiempo (...)>>, loc. cit., p. 24.
Las fiestas laborales no coinciden todos los años en los mismos días, ello
depende, por ejemplo, del carácter bisiesto del año en cuestión. Este cambio de las
jornadas festivas se prevé anualmente por el calendario laboral en función de la
declaración oficial de días festivos. Ello obliga a realizar cada año una distribución del
tiempo de trabajo en función de los días festivos56.
A su vez, esta variación del momento del disfrute de las fiestas laborales obliga a
realizar una distribución irregular de la jornada cada año, con el fin de asegurar la
recuperación del tiempo de trabajo pactado en cómputo anual57. Así pues, es preciso
decir que unos años se produce con mayor frecuencia la coincidencia de las fiestas con
los descansos semanales, dando lugar a un día adicional e inhábil para el trabajo, o la
existencia de un número superior de puentes laborales.
54
La jurisprudencia menor ha venido declarando como función típica del calendario laboral constatar la
ubicación anual de los festivos laborales Vid. STSJ Madrid de 9 de abril de 1991 (AS 2609) y la SAN de
20 de diciembre de 1994 (Actualidad Laboral, núm. 15, 1995, pág. 1050), pudiendo, a su vez, prever los
descansos compensatorios otorgados por el trabajo realizado durante alguno de los catorce días festivos
retribuidos y no recuperables. Vid. STCT de 13 de diciembre de 1988 (RTCT 612). Asimismo, la
jurisprudencia ha reconocido a los puentes laborales como una materia propia de la previsión anual del
trabajo realizada por el calendario laboral. Vid. STS, Social, de 3 de mayo de 1994 (RJ 3987).
55
En el calendario laboral <<También se incluirá las fiestas recuperables no oficiales acordadas por la
Empresa y los representantes de los trabajadores, quienes de común acuerdo fijarán la modalidad de la
recuperación de las mismas.>> Vid. GARCÍA NINET, J.I.: <<Jornada>>, en AA.VV., (Dir. BORRAJO
DACRUZ, E.), Comentario a las leyes laborales. El Estatuto de los Trabajadores, T. VII, Edersa,
Madrid, 1982, p. 83.
56
Según la doctrina, <<la confección, (del calendario laboral) dado el contenido variado del mismo, debe
hacerse para cada año, a la vista ya no sólo de la cantidad de horas a llevar a cabo, sino de los festivos
(dada su variación anual), e incluso de los cambios normativos y convencionales>>. Vid. GARCÍA
NINET, J.I.: <<Ordenación del tiempo (...)>>, loc. cit., p. 50.
57
En este sentido, se ha pronunciado la doctrina, <<Los días concretos en los que se celebra la festividad
pueden variar de año en año, de modo que la distribución de la jornada puede sufrir alguna variación,
aunque menor, de un año a otro.>> Vid. RODRÍGUEZ PASTOR, G.: El régimen jurídico de la distribución
(...), op. cit., p. 88. GONZÁLEZ BIEDMA, E.: <<La jornada. (En torno al artículo 34)>>, en El Estatuto de
los Trabajadores veinte años después, T.I, Revista Española de Derecho del Trabajo, núm. 100, 2000, p. 736.
DICCIONARIO
1. FUENTES LEGISLATIVAS
2. BIBLIOGRAFÍA
3.1.1. Generalidades
La empresa deberá adelantar los gastos relativos a las funciones del Supervisor.
Juez
Funciones: lleva a cabo las diligencias previas al inicio del proceso y nombra al
Supervisor de reorganización en la misma resolución judicial en la que inicia el proceso.
Supervisor
No será objeto de publicidad el inicio de este proceso con el fin de evitar que la
empresa pierda credibilidad en el mercado.
4.1.1. Generalidades.
El concurso está abierto a todo sujeto que tenga capacidad jurídica ya sea
persona física o jurídica, empresario o no, si bien en los distintos supuestos se
establecen especialidades procesales, como veremos.
El Derecho Concursal austríaco (KO) se rige por cuatro principios: 1º. Par
conditio creditorum. 2º. Universalidad: ejecución general del patrimonio del deudor. 3º.
Suspensión de la reclamación individual. 4º. Ejecución sin título de ejecución: el
proceso concursal está abierto a cualquier acreedor que tenga un crédito contra el
deudor, incluso no vencido.
Competencia objetiva: para la persona física, que no dirige una empresa será
competente el Juzgado comarcal, en todos los demás supuestos será competente el
Tribunal de 1ª Instancia.
Es el órgano central del concurso cuya actuación está sujeta a la vigilancia del
Juzgado y, en su caso, a la Junta de Acreedores y a la Comisión de Acreedores. En el
proceso ante el Juez de 1ª Instancia es obligatorio nombrar un Administrador de la
masa, lo que no se exige en el proceso de regulación de deudas.
La Junta de Acreedores.
Composición: la forman todos los acreedores del concurso (no de la masa) que
participan en el procedimiento.
La Comisión de Acreedores.
C) No tendrán efecto liberatorio los pagos efectuados al deudor salvo que los
mismos ingresen efectivamente en la masa o que el tercero ignore, sin culpa alguna de
su parte, la apertura del concurso. La carga de la prueba recae sobre el deudor del
concursado de tal forma que si no logra probar su diligencia deberá satisfacer de nuevo
la deuda. Esta regla no se aplica cuando el concursado conserve la administración y
disposición de su patrimonio.
4.1.8. Efectos del concurso sobre los actos perjudiciales para los acreedores. El
sistema revocatorio.
Supuestos:
Y, por su parte, la Ley Concursal (KO) prevé tres supuestos en los que el Juez
del concurso debe dirigirse al Fiscal para que instruya diligencias penales: a) Si la
persona física o el órgano representativo de la persona jurídica se niega a entregar una
lista de los bienes o a firmar la presentada. b) Si el deudor se fuga. c) Si el Juez tiene
indicios racionales de que el deudor ha incurrido en un ilícito penal.
Los créditos de la masa tienen que ser satisfechos a su vencimiento, siempre que
sean suficientemente justificados, cualquiera que sea la fase en la que se encuentre el
proceso.
Por tanto, estos créditos no tienen que ser examinados ni reconocidos dentro de
los trámites previstos para los créditos concursales.
D) Los acreedores del concurso son aquellos frente a los que el deudor contrajo
deudas antes de la apertura del concurso.
La ley (KO) también establece, como hemos visto anteriormente, que el proceso
terminará por falta de activo suficiente para cubrir los gastos del proceso.
Todas las personas físicas podrán acudir al proceso de plan de pago y proceso de
gravamen, pero el no empresario -tanto si nunca lo fue como si dejó de serlo- dispone
también del proceso de regulación de las deudas.
Este proceso está abierto tanto a las personas físicas que nunca desempeñaron
actividad empresarial como a las que han dejado de ejercitarlo a causa de la liquidación
patrimonial en proceso de concurso.
Plan de pago.
Sólo es posible votar el plan de pago una vez que la masa pasiva haya sido
liquidada. Los acreedores cuyos créditos no hayan sido reconocidos no podrán
intervenir en la votación, aunque sí podrán recibir la cuota correspondiente en la medida
que sea compatible con la situación económica del deudor.
5.1.1. Generalidades.
Prevé una conciliación ordenada entre los intereses generales de todos los
acreedores y el interés del deudor a través de la sanación de la situación económica del
deudor (AO). Se diferencia de los convenios amistosos, en los que acreedores y deudor
tratan de alcanzar una solución a la situación económica, porque éstos son
independientes entre sí mientras que el arreglo se desarrolla ante el Juez con la finalidad
de establecer una solución vinculante para todos.
Junta de Acreedores
Sólo se vota la propuesta de arreglo presentada por el deudor que debe respetar
la cuota legal mínima del 40% pagable en dos años.
Consejo de Acreedores
Esta Sesión tendrá lugar dentro de las seis semanas siguientes a la apertura del
proceso y a la misma tendrá que asistir el deudor, de lo contrario se tendrá por retirada
su propuesta de arreglo, salvo que concurra causa suficiente que justifique esta
ausencia.
Confirmación del arreglo por el Juez: una vez aceptada la proposición del
deudor por los acreedores, el arreglo necesita de confirmación judicial. La ley establece
causas imperativas por las que el Juez puede negar eficacia jurídica al arreglo pero
también se contemplan causas de naturaleza dispositiva. Tanto la confirmación como la
negación son susceptibles de recurso.
Efectos del arreglo confirmado por el Juez: con carácter general, los efectos
jurídicos de un arreglo confirmado judicialmente son los mismos que los producidos por
el convenio forzoso. En particular, el acreedor que solicitó el reconocimiento de su
crédito dispondrá -una vez confirmado el arreglo- de título de ejecución si aquél (el
crédito) no fue impugnado en el proceso ni por el deudor ni por el Administrador del
arreglo.
El fracaso del arreglo tiene como consecuencia jurídica la apertura de oficio del
proceso concursal si concurren los presupuestos legales establecidos al efecto. El
fracaso será producido principalmente porque el deudor retira la solicitud antes de la
celebración de la Sesión de arreglo, o por el incumplimiento de determinadas
obligaciones impuestas por la ley al deudor, o, finalmente por el transcurso del tiempo
Tampoco les está permitido beneficiarse del convenio forzoso ni del proceso de
arreglo.
1. FUENTES LEGISLATIVAS
regulación fue reformada por la Ley de 1878 sobre la quiebra, que actualmente está en
2. BIBLIOGRAFÍA
Efectos: cumplen su función cautelar con eficacia erga omnes. Cesan sus efectos
cautelares desde el momento en que el actor principal no interpone la acción en el plazo
preclusivo que se le otorgó para esta finalidad.
4.1. LA QUIEBRA
4.1.1. Generalidades
Requisitos: para que concurra la insolvencia es preciso que: a) los créditos de los
acreedores procedan de obligaciones mercantiles; b) las deudas hayan vencido y sean,
por tanto, exigibles; c) las obligaciones han de ser pecuniarias; d) basta con un sólo
impago si la deuda es significativa por su cuantía; e) el carácter del cese debe ser
general y duradero.
Quiebra voluntaria: el deudor comerciante que cesa en sus pagos está obligado a
presentarse ante el Tribunal, dentro del plazo legal, para confesar su situación jurídica y
solicitar la apertura del proceso de quiebra. Esta solicitud deberá ir acompañada de la
entrega, para permanecer en depósito judicial, de los libros comerciales, el balance del
negocio y un inventario de sus bienes. Cumplidos estos requisitos procesales, el
Tribunal procederá, sin más acreditaciones, a la apertura del proceso de quiebra.
Órgano jurisdiccional
Administrador de la masa.
La Junta de Acreedores
4.1.8. Efectos de la quiebra sobre los actos perjudiciales para los acreedores. El
sistema revocatorio.
Todas las cantidades que el Síndico obtenga por las operaciones jurídicas
realizadas en el patrimonio del quebrado (reclamaciones judiciales, requerimientos
extrajudiciales, ventas de bienes, etc) deben ser depositadas, junto con los efectivos
embargados al deudor, en la cuenta corriente abierta con este fin en una Entidad
Crediticia.
La administración del Síndico incluye el pago de las deudas del quebrado que el
Juez ponente autorice expresamente. También será necesario el consentimiento del Juez
ponente para proceder a la venta de bienes muebles y ésta deberá ajustarse a las
indicaciones establecidas por el Juez sobre la forma de pago.
Disposiciones especiales: Por un lado, los bienes del quebrado que son
necesarios para continuar con la actividad empresarial están exceptuados de la
realización forzosa en el supuesto en que esta actividad continúe efectivamente; y, por
otro, el pago de las deudas resultantes de la continuación de la actividad del quebrado
no requieren consentimiento del Juez ponente.
C) Los derechos de los terceros: se presume que los bienes adquiridos por el
cónyuge del quebrado durante los dos años anteriores a la cesación de pagos pertenecen
a la masa de la quiebra, excepto si aquél prueba que los mismos no formaban parte del
patrimonio del cónyuge quebrado ni han sido adquiridos con cargo a los bienes de éste.
Esta presunción no se aplica cuando ambos cónyuges, por disposición del régimen
patrimonial matrimonial pactado, colaboran al sostenimiento de las cargas familiares.
A) Por falta de activo: si el patrimonio no es suficiente para cubrir los gastos del
procedimiento, el Juez ponente puede decretar de oficio la clausura del proceso, previa
audiencia del Administrador concursal. Terminado el proceso, los acreedores quedarán
libres para ejercitar individualmente sus acciones declarativas o ejecutivas.
Los acreedores cuyos créditos están asegurados por garantías reales son
satisfechos con prioridad sobre los acreedores cuyos créditos no están asegurados. Sin
embargo, tienen preferencia sobre los acreedores asegurados los acreedores titulares de
los siguientes derechos de crédito: los gastos del Tribunal y del Administrador
concursal; la ayuda concedida al quebrado y su familia; los salarios debidos a los
trabajadores y las contribuciones públicas como tasas, impuestos o pagos a la Seguridad
Social.
Por otro lado, los acreedores cuyos créditos están sujetos a condición participan
en las distintas fases del proceso de quiebra pero no en la relativa a la liquidación
mientras que la condición no se haya cumplido: entre tanto, sus correspondientes
dividendos quedan retenidos.
B) La liquidación especial.
INDICE
1
Estudio realizado en el marco de un contrato de investigación con Cuatrecasas Abogados, en el seno del
Grupo de Gestión del Conocimiento Mercantil (GCM). Fue concluido a principios del año 2003, y se ciñe
a la Ley 44/2002, de 22 de noviembre, de Medidas de Reforma del Sistema Financiero (BOE núm. 281,
23/11/2002), sin tener en cuenta, por tanto, otras novedades legislativas posteriores.
1. Objetivos
Por ello, aunque la Ley conserve hasta cierto punto una sistemática que se
justifica en atención a los concretos objetivos que persiguen las distintas medidas de
reforma, su estructura resulta más compleja en tanto que distingue entre: a) Medidas
para el fomento de la eficiencia del sistema financiero (Cap. I); b) Medidas de impulso a
la competitividad de la industria financiera (Cap. II); c) Medidas para la financiación de
las PYMEs (Cap. III); d) Medidas para el impulso al empleo de técnicas electrónicas
(Cap. IV); e) Medidas protectoras de los clientes de servicios financieros (Cap. V); f)
Nueva regulación de la Central de Información de Riesgos (Cap. VI).
2
Art. 46 de la Ley de Medidas de Reforma del Sistema Financiero (en adelante, LF).
En aras de una tutela general y más completa, se crean, como órganos de defensa
de los clientes de servicios financieros, el Comisionado para la Defensa del Cliente de
Servicios Bancarios, el Comisionado para la Defensa del Inversor, y el Comisionado
para la Defensa del Asegurado y del Partícipe en Planes de Pensiones.7 Se establece una
regulación básica y común para todos los Comisionados, que queda pendiente de
desarrollo, así como también un sistema de ventanilla única, de modo que cualquier
3
Hasta ahora, la CNMV ha venido funcionando sin un reglamento interno, por lo que se persigue dotarla,
igual que al Banco de España, de una normativa de régimen interior que venga, por tanto, a suplir el vacío
legal respecto a algunos aspectos organizativos que, por su propia naturaleza, no son susceptibles de ser
regulados en una norma con rango de ley pero que resultan imprescindibles para una actuación eficaz de
la Comisión.
4
El mismo Reglamento habrá de determinar las limitaciones a las que quedará sujeto este personal
respecto a la adquisición, venta o disponibilidad de tales valores.
5
Las atribuciones que corresponden al Comité Ejecutivo incluyen: a) la preparación y estudio de los
asuntos que vayan a ser sometidos al Consejo; b) estudiar, informar y deliberar sobre los asuntos que
someta a su consideración el Presidente; c) Coordinar las actuaciones de los distintos órganos directivos
de la Comisión, sin perjuicio de las atribuciones que correspondan al Presidente; d) Aprobar, en la esfera
de derecho privado, las adquisiciones patrimoniales de la Comisión y disponer de sus bienes; e) Resolver
las autorizaciones administrativas que le hayan sido atribuidas por delegación del Consejo, así como
ejercer aquellas facultades que el Consejo le delegue expresamente.
6
Durante la elaboración de la LF se barajaron otras alternativas, particularmente la de instituir un
arbitraje financiero que otorgase una fuerza vinculante a las resoluciones que se dictasen. Sin embargo,
esta opción se descartó por su previsible escaso éxito debido a la especialidad de la materia y la existencia
de otros mecanismos ya operativos (Departamento de Atención al Público de la CNMV).
7
Se adscriben, en el ámbito respectivo, al Banco de España, la CNMV y la Dirección General de Seguros
y Fondos de Pensiones.
Las funciones de los Comisionados, que no impiden por parte de los usuarios
recurrir a otros mecanismos de protección previstos en la legislación vigente (en
especial, la normativa arbitral y de consumo), son: a) Atender las quejas y
reclamaciones de los usuarios relacionadas con sus intereses y derechos legalmente
reconocidos, ya deriven de los contratos, de la normativa de transparencia y protección
de la clientela o de las buenas prácticas y usos financieros; b) Asesorar a los usuarios de
servicios financieros sobre sus derechos en materia de transparencia y protección de la
clientela, así como sobre los cauces legales existentes para su ejercicio.8
2. Mercados secundarios
2.1.1. Introducción
8
Las conclusiones de los Comisionados se remitirán a los servicios de supervisión correspondientes, por
lo que sus informes no tienen carácter de resoluciones administrativas.
9
Nueva redacción del apartado 5 y nuevo apartado 6 del art. 31 de la LMV en virtud del art. 2, apartado
primero, de la LF. Y modificación del art. 59 LMV, por el art. 2, segundo, LF.
10
El alcance y significado de esta segunda medida está relacionado con la “desmutualización” de las
Bolsas llevada a cabo por el art. 69 de la Ley 14/2000, de Medidas fiscales, administrativas y de orden
social, que dió nueva redacción a los arts. 47 y 48.1 LMV a fin de permitir que entren en el capital de las
Sociedades Rectoras de las Bolsas no sólo los miembros de las mismas sino también otras entidades. La
ruptura del carácter mutualista de las Bolsas plantea el problema de evitar que la propiedad y el control de
las Rectoras pase a manos de personas no aptas, que se resuelve mediante la aplicación del régimen de
participaciones significativas previsto para las empresas de servicios de inversión en la LMV,
complementado por un derecho de veto en manos del Ministro de Economía
11
Hasta ahora las operaciones sobre futuros y opciones debían llevarse a cabo íntegramente en estos
mercados, mientras que con respecto a otros derivados cabía la posibilidad de que sólo una de las tres
partes de la operación se desarrollase en el mercado. A tenor de la reforma se facilitará, por ejemplo, que
la compensación se pueda llevar a cabo por medio de una Entidad de Contrapartida Central (que se prevé
pueda ser realizada por la sociedad rectora), o que en el marco de un acuerdo de alianza entre mercados
parte de la compensación o liquidación se desarrolle en otro mercado.
12
Art. 4 de la Ley Financiera, por el que se modifica el art. 31, apdo. 4, de la LMV-
13
La rectora se encargará de la organización, supervisión y suministro de la información del mercado o
sistema y no podrá actuar por cuenta propia salvo que se constituya como entidad de contrapartida
central.
14
Art. 1 LF, por el se introduce un nuevo art. 44 bis y 44 ter a la LMV, una nueva Disp. Ad. 17ª, y se
modifican de la misma Ley los siguientes artículos: 7, 31.2b, 36.7b, 38e, 44d, 46 último parr., 55.2 y 4,
57, 58.3 y 4, 84.1.b, 88 (1º y 2º par), 90.4.i, 99ª, c y g, 100a. También se da nueva redacción a los
apartados c y g del art. 8 de la Ley 41/1999, de 12 de noviembre, sobre Sistemas de Pagos y de
Liquidación de Valores.
15
Dichos mecanismos garantizan el cumplimiento de las obligaciones de las partes (por un lado, entrega
de los valores vendidos en el momento pactado y, por otro, abono de su precio contra la recepción de los
valores), y, además facilitan la operativa bursátil, disminuye las necesidades de liquidez para financiar la
negociación y reduce sus costes (ya que los derechos y obligaciones derivados de las órdenes de
transferencia aceptadas se sustituyen por un único crédito o por una única obligación, siendo sólo exigible
dicho crédito u obligación. Así, las obligaciones de los acreedores y deudores derivadas del negocio
jurídico correspondiente quedan liquidadas con la puesta a disposición de dicho crédito o de dicha
obligación netos).
16
Este proceso está mucho más acabado en EEUU que en Europa (existen 26 sistemas diferentes frente a
los 2 norteamericanos), pero también a nivel europeo se tiende a una integración progresiva en
consideración del ahorro de costes que supondrá la existencia de mecanismos integrados. Según el
informe preliminar del “Comité de Sabios sobre la regulación de los mercados de valores en Europa”, la
creación de un sistema único europeo de liquidación implicará un ahorro anual de hasta 1.000 millones de
euros, mientras que ahora los costes de liquidación en Europa para transacciones transfronterizas son
hasta 10 veces los aplicados en el sistema centralizado del US Depositary Trust & Clearing Corporation.
17
La Entidad de Contrapartida Central asume como propias las obligaciones de ejecución de las distintas
órdenes de transferencia de valores o efectivo introducidas por los participantes, gestionando para ello los
riesgos derivados de esta interposición mediante la exigencia de garantías a las entidades participantes en
los procesos de la misma. La interposición que realiza esta Entidad puede producirse mediante la figura
de la novación extintiva de las relaciones contractuales originarias o mediante otras técnicas, según se
defina por vía reglamentaria.
18
Se adiciona un párrafo al art. 35 LMV, por el art. 37 LMV.
En cuanto a las concretas medidas de reforma sobre este punto, cabe destacar
que: A) Se establece el deber de incluir en las informaciones semestrales (a las que se
refiere el párr. 2º del art. 35 LMV) información cuantificada de todas las operaciones
realizadas por la sociedad con partes vinculadas en la forma que determine el Ministerio
de Economía, o, con su habilitación, la CNMV, con indicación del tipo y naturaleza de
las operaciones efectuadas y de las partes vinculadas que han intervenido en ellas; B) Se
prevé que el Ministerio de Economía determine las operaciones sobre las que habrá de
facilitarse información individualizada, en el caso de que aquéllas fueran significativas
por su cuantía o relevantes para una adecuada comprensión de los estados financieros de
la sociedad; C) También el Ministerio de Economía determinará reglamentariamente, o
con su habilitación la CNMV, las operaciones vinculadas sobre las que no habrá que
facilitar información, fundado en causa legítima.
19
Se añade una Disposición Adicional 18ª a la LMV, por el art. 47 LF.
20
Modificación de la Disp. Ad. 10ª de la Ley 37/1998, de 16 de noviembre, de reforma de la Ley del
Mercado de Valores, por el art. 16 LF.
A) A fin de restringir los efectos del régimen especial de las operaciones financieras
realizadas en el marco de un acuerdo de compensación contractual al ámbito
estrictamente necesario se mantienen las limitaciones relativas a los sujetos
intervinientes (al menos una parte debe ser entidad de crédito o empresa de servicios
de inversión) y al contenido del acuerdo (deberá prever la creación de una única
obligación jurídica que abarque todas las operaciones financieras incluidas en el
mismo y en virtud de la cual, en caso de vencimiento anticipado, las partes sólo
tendrán derecho a exigirse el saldo neto del producto de la liquidación de dichas
operaciones, calculado conforme a lo establecido en el acuerdo de compensación
contractual o en los acuerdos que guarden relación).
B) Las operaciones financieras que quedan comprendidas son: a) las realizadas sobre
los instrumentos financieros previstos en el párrafo 2º del art. 2 de la LMV,
incluidos los derivados de crédito; b) las operaciones de dobles o con pacto de
recompra y las cesiones temporales de activos; c) los préstamos de valores; d) las
garantías y cesiones en garantía u otras operaciones con finalidad de garantía
vinculadas al propio acuerdo de compensación contractual que tenga por objeto la
deuda pública, otros valores negociables o efectivo.21
21
Asimismo, se da nueva redacción al apartado 4 de la Disp. Ad. 12ª de la Ley 37/1998 de reforma de la
LMV, estableciéndose que lo previsto en los apartados 3 y 4 de la Disp. Ad. 10ª será de aplicación a las
operaciones contempladas en el apartado 1 de esta Disposición que se realicen sobre otros activos
El art. 70 LMV establece las obligaciones que han de cumplir las e.s.i. como
condiciones de ejercicio de su actividad, que vienen a complementar las condiciones de
acceso a la actividad previstas en el art. 67.2 y que son los requisitos mínimos para que
la entidad obtenga autorización. Entre tales requisitos mínimos se requiere que todos los
financieros en garantía de las obligaciones generales contraídas frente al Banco de España en ejercicio de
sus operaciones de política monetaria (art. 16, segundo, LF).
22
Nueva redacción del art. 64.7 LMV, por el art. 40 LF.
23
De este modo se da una mejor cobertura al propósito de la norma, en la medida que también quedan
cubiertas las ofertas de realizar servicios de inversión y no sólo su realización.
24
Nueva letra i en el art. 70.1 LMV, introducida por el art. 42 LF.
Las e.s.i. y las otras entidades que pueden realizar las actividades propias de
aquéllas (art. 65) que lleven a cabo la actividad complementaria de depósito y
administración de valores o instrumentos financieros quedan obligadas a remitir
semestralmente a la CNMV un informe de revisión específico sobre dicha actividad,
realizado por un experto independiente. Su objeto es la comprobación de los saldos y
posiciones mantenidas por los clientes en la entidad. El capítulo del informe referido al
Mercado de Deuda Pública deberá ser remitido, con igual periodicidad, al Banco de
España.
25
Se añade un apartado 14 al art. 86 LMV, por el art. 56 LF.
26
Modificación del art. 75 LMV, por el art. 57 LF.
Facultativamente podrán designar un Defensor del Cliente, que habrá de ser una
entidad o experto independiente. Las decisiones del Defensor favorables a la
reclamación vincularán a la entidad, aunque ello no será obstáculo a la plenitud de la
tutela judicial, al recurso a otros mecanismos de solución de conflictos ni a la protección
administrativa.
4. Normas de conducta27
4.1. Introducción
Uno los cambios más relevantes que experimenta la LMV se refiere a las normas
de conducta previstas en el Tit. VII, cuya regulación se modifica en los siguientes
aspectos principales: A) Si incrementan los principios y requisitos a los que deberán
atenerse los que actúen en el mercado de valores, tanto recibiendo o ejecutando órdenes
como asesorando sobre inversiones en valores; B) Se refuerza la regulación de la
información relevante y de la información privilegiada, extendiendo el concepto de
información privilegiada a otros instrumentos distintos de los propios valores
negociables y desarrollando de forma detallada la información relevante que es de
obligada comunicación al mercado; C) Se especifican medidas preventivas de
organización de las entidades que presten servicios en los mercados de valores a fin de
impedir filtración de información entre las distintas áreas de una entidad o entre
entidades de un mismo grupo (murallas chinas); D) Las anteriores obligaciones de
actuación con transparencia se extienden a directivos, administradores y empleados. A
todos ellos, así como a las entidades o personas que actúen o se relacionen en el
mercado, se les prohíbe también el desarrollo de prácticas dirigidas a falsear la libre
formación de los precios en el mercado de valores (manipulación de cotizaciones).
27
Art. 38 LF, por el que se modifican los siguientes artículos de la LMV: art. 78, 80.a, 81, 82, 83, y se
incorpora un art. 83 bis. El art. 39 LF introduce un art. 83 ter, relativo a la prohibición de manipulación de
cotizaciones. Y el art. 55 LF modifica por su parte el art. 79 LMV.
En concreto, el nuevo precepto establece que toda persona o entidad que actúe o
se relacione en el mercado de valores debe abstenerse de la preparación o realización de
prácticas que falseen la libre formación de los precios. Y a tales efectos, se especifican
las prácticas que, en particular, se prohíben. Las prácticas que se tipifican comprenden
tanto las transacciones u operaciones en el mercado como la difusión de información a
través de cualquier medio o sistema (incluido internet) que supongan, o previsiblemente
puedan llegar a suponer, señales falsas o engañosas o un efecto artificial o anormal en
cualquiera de los siguientes aspectos: la oferta, la demanda, el volumen de negociación,
o el precio de los valores negociables o instrumentos financieros.
Además, a fin de dar cobertura a otras prácticas que pudiesen ingeniarse para
conseguir una ventaja abusiva que suponga manipulación de las cotizaciones, se
establece una habilitación para desarrollar una relación y descripción no exhaustiva de
las prácticas contrarias a la libre formación de lo precios. Por otro lado, se tipifica como
conducta prohibida la realización de prácticas que tengan por objeto o produzcan el
efecto de provocar una evolución artificial de las cotizaciones (art. 80, letra a). Así, se
amplía el ámbito de la anterior disposición que comprendía el provocar, en beneficio
propio o ajeno, una evolución artificial de las cotizaciones.
29
Modificación del art. 90.1 LMV e introducción de un nuevo apartado 2, por el art. 3 LF.
30
Dicha Directiva está en línea con la Directiva 98/33/CE relativa a las entidades de crédito.
C) Se prevé, por otro lado, que la CNMV pueda solicitar a las autoridades
competentes de otro Estado miembro (y viceversa) la adopción de medidas oportunas
cuando la CNMV tuviere conocimiento de que en el territorio de ese estado se
estuvieren realizando, o hubieren realizado, actos contrarios a lo dispuesto en los arts.
81, 82 y 83 ter de la LMV, que también se modifican por la LF a fin de introducir una
nueva regulación de la información privilegiada y relevante y de las situaciones de
manipulación de las cotizaciones (ver supra.). También podrá solicitar que se permita
que miembros de su personal acompañen al personal de la autoridad competente de ese
otro estado en el transcurso de la investigación.
31
Aunque el art. 31 de la Ley 46/1984 determina que el art. 90 de la LMV se aplica a las instituciones de
inversión colectiva, se amplía la habilitación que contiene la LMV (sustituyendo en el primer parr. Del
art. 90.1 la expresión “en la presente Ley”, por “en la presente y demás leyes”) a fin de transponer la
Directiva 2000/64/CE en el ámbito de las instituciones de inversión colectiva.
5.4.Infracciones
32
Según se dispone, deberán tramitarse a través de la CNMV todas las solicitudes de información y
asistencia que se realicen o reciban por las Comunidades Autónomas.
33
Modificación del art. 99 y 100 LMV, por el art. 35, segundo, LF. A fin de recoger en norma de rango
apropiado la posibilidad de sancionar el incumplimiento de las obligaciones sustantivas vigentes relativas
a la concurrencia de buena organización administrativa y controles internos adecuados se introduce una
nueva letra e) bis en el art. 99 LMV tipificando, como infracción muy grave, la presentación por las
entidades sujetas a supervisión por la CNMV, de deficiencias en la organización administrativa y
contable o en los procedimientos de control interno, incluidos los relativos a la gestión de los riesgos
cuando tales deficiencias pongan en peligro la solvencia o viabilidad de la entidad. También se introduce
una nueva letra c) bis en el art. 100 LMV para tipificar como infracción grave la presentación, por las
mismas entidades, de idénticas deficiencias, en el caso de que haya transcurrido el plazo concedido para
su subsanación, salvo que ello constituya una infracción muy grave, de conformidad con la letra e).
34
Art. 38, noveno, LF.
5.5. Sanciones
35
Art. 38, noveno y décimo, LF.
36
Art. 39, segundo y tercero, LF.
37
Art. 42, segundo, LF.
38
Introducido por el art. 42, tercero, LF.
39
Art. 45, primero, LF.
40
Se añade una letra k al art. 92 LMV, por el art. 45, segundo, LF.
41
Modificación del art. 10.3 de la Ley 46/1984, de 26 de diciembre, reguladora de las IIC, por el art. 15
LF.
Por todo ello, se pasa a permitir, en concreto, que las operaciones de préstamo de
valores realizadas por las IIC sean tanto “préstamos bursátiles” como, de manera más
genérica, “préstamos de valores”, de modo que en la normativa de desarrollo se pueda
también permitir que las IIC realicen, con las debidas garantías, operaciones de
préstamo OTC (fuera de los mercados) sin las limitaciones existentes hasta ahora.
42
No obstante, la utilización de derivados OTC se había regulado por la Orden de 10 de junio de 1997,
sobre operaciones de ICC de carácter financiero en instrumentos financieros derivados.
43
Art. 41 LF.
44
La competencia para acordar la suspensión de la autorización también corresponderá a la CNMV, en
virtud del párrafo segundo adicionado a la Disp. Ad. 2ª de la Ley 37/1998 por el art. 58 LF.
45
En consonancia con esta modificación se varía la redacción del art. 17.3.
46
La autorización de la fusión tendrá la consideración de hecho relevante y deberá ser objeto de
publicación en el BOE y en dos periódicos de ámbito nacional. También se precisan con mayor detalle
otros aspectos del proceso de fusión, dejándose pendiente de desarrollo reglamentario el contenido
mínimo del proyecto de fusión.
47
Con ello, se pretende conseguir que el depositario esté habilitado para hacer por sí mismo todas las
funciones que le corresponden como depositario, y particularmente que se encuentre facultado para llevar
el Registro de los valores custodiados.
48
Se modifica, en virtud del art. 19 LF, los siguientes artículos de la Ley 1/1999, de 5 de enero,
reguladora de las Entidades de Capital-Riesgo y sus Sociedades Gestoras: arts. 2.1., 2.4, 16, 18.2, 23.2,
23.4. También el art. 69.3 de la Ley 43/1995, de 27 de diciembre, del Impuesto sobre sociedades. Queda
derogada la letra c) del art. 38.2, de la Ley 1/1999, por la Disp. Derogatoria (letra g) de la LF.
49
En consonancia con el propósito de los cambios introducidos respecto de la definición de la actividad
principal del capital-riesgo se corrige el tratamiento fiscal de las acciones que una ECR mantiene tras
vender parte de su participación a través de una OPV en un Nuevo Mercado. A este objeto se modifica la
Ley del Impuesto de Sociedades, estableciéndose que las rentas positivas puestas de manifiesto en la
transmisión o reembolso de acciones o participaciones representativas de los fondos propios de las
sociedades y fondos de capital riesgo disfrutarán de la deducción prevista en el art. 28.5 de esta Ley,
cualquiera que sea el porcentaje de participación y el tiempo de tenencia de las acciones o participaciones.
50
Esta posibilidad queda sujeta, no obstante, al cumplimiento de ciertos requisitos: que los estatutos o
reglamentos contemplen estas inversiones, que se disponga de un procedimiento interno formal que
permita evitar conflictos de interés y cercionarse que la operación se realiza en interés exclusivo de la
sociedad, que en los folletos y en la información pública periódica de la entidad se informe con detalle de
las inversiones realizadas en entidades del grupo.
51
Hasta ahora, la Ley 1/1999 sólo regulaba la fusión, disolución y liquidación de Fondos, aparte de la
transformación de sociedades existentes a la entrada en vigor de la Ley en SCR.
52
Dicha prohibición se pretendía derogar por entender que en el capital-riesgo es costumbre premiar la
buena gestión a través de esta vía, así como por considerar que al predominar los inversores
institucionales no requieren de una protección legal como la que precisan los particulares. No obstante, no
se modifica el art. 23.4, párrafo 1º, que contiene dicha prohibición.
En cuanto a la razón de la reforma, hay que tener en cuenta que a principios del
año 2001, el Tesoro español puso en marcha el sistema de rentabilización de su liquidez
excedentaria tomando como base el art. 104.4 bis de la Ley General Presupuestaria,
prestando cada día los fondos que no necesita al sistema bancario español. Estos
préstamos se realizan al plazo de un día y están garantizados con Deuda del Estado.
Hasta el momento, la Deuda del Estado ha supuesto una garantía (colateral) suficiente
para los préstamos a realizar, si bien la reforma se justifica en la previsión de que a
medio plazo, cuando se presten grandes volúmenes de fondos al sistema bancario, la
Deuda del Estado disponible no sea suficiente para garantizar todos los fondos que el
Tesoro desee prestar, por cuya razón la reforma persigue ampliar la lista de activos
aceptables como colateral.
53
Art. 6 de la Ley Financiera por el que se introducen los arts. 118 bis y 118 ter en el Texto Refundido de
la Ley General Presupuestaria, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1091/1988, de 27 de septiembre
1.2. Mejora del régimen jurídico de las garantías constituidas a favor del Banco de
España, BCE y restantes Bancos Centrales54
La reforma guarda relación con lo previsto en los Estatutos del Sistema Europeo
de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo (art. 18.1), según el cuál “el BCE y
los bancos centrales nacionales podrán (…) realizar operaciones de crédito con
entidades de crédito y demás participantes en el mercado, basando los préstamos en
garantías adecuadas”. A tal fin, resulta indispensable que los bancos centrales
nacionales cuenten con instrumentos jurídicos adecuados para permitir que la
constitución y ejecución de las garantías aportadas para asegurar las obligaciones
contraídas con los mismos se realicen con rapidez y seguridad. En nuestro ordenamiento
ya se habían previsto medidas al respecto, que no obstante se contenían en normas
dispersas que dificultaban el conocimiento del régimen jurídico aplicable, por lo que la
reforma persigue ofrecer una regulación sistemática de fácil comprensión que
complemente, además, dicho régimen legal.
54
Art. 7 de la Ley Financiera, por el que se incorpora una Disposición Adicional Sexta a la Ley 13/1994,
de 1 de junio, de Autonomía del Banco de España.
55
Modificación del art. 45 c) por el 43, décimo, LF.
56
Se añade una nueva letra n) al art. 4 y una nueva letra r) al art. 5 de la Ley sobre Disciplina e
Intervención de las Entidades de Crédito, por el art. 35, primero, LF. Teniendo en cuenta que hasta ahora
la normativa de carácter sancionador vigente no recogía con suficiente claridad y solidez la aplicación de
medidas disciplinarias correctoras de las deficiencias de organización administrativa y control interno de
las entidades de crédito: a´) se tipifican como infracción muy grave tales deficiencias cuando pongan en
peligro la solvencia o la viabilidad de la entidad, y b´) tales deficiencias se incluyen como nuevo tipo de
infracción grave si no hubieran sido subsanadas dentro del plazo concedido al efecto por las autoridades
competentes, y siempre que no constituyan infracción muy grave.
57
Disp. Ad. Decimoséptima LF.
58
Nueva letra s del art. 5 de la Ley sobre Disciplina e Intervención, que se añade por el art. 43, segundo,
LF.
59
Nueva letra t del art. 5 de la Ley sobre Disciplina e Intervención, añadida por el art. 43, segundo, LF.
60
Modificación de los arts 9 a 13, y art. 29.1 Ley sobre Disciplina e Intervención, por el art. 43 LF.
61
Disp. Ad. Segunda LF.
62
El nuevo régimen de la CIR determina la derogación del art. 16 del Drecreto Ley 18/1962, de 7 de
julio, de Nacionalización y Reorganización del Banco de España. Dicha derogación tiene efecto tras la
entrada en vigor del nuevo régimen, que se establece a los seis meses de la publicación de la LF
(Dis.final, 3ª, c). Además, hasta que no se aprueben las disposiciones de desarrollo del nuevo régimen
continúan en vigor las disposiciones dictadas en desarrollo del art. 16 citado (Disp. Trans.5ª LF). Por otro
lado, se introducen modificaciones a la letra j del art. 4 y a la letra n del art. 5 de la Ley sobre Disciplina e
Intervención de las Entidades de Crédito a fin de tipificar como infracción muy grave y grave el
incumplimiento del deber de confidencialidad sobre los datos recibidos de la CIR.
2. Cajas de Ahorros
Una de las novedades más importantes que presenta la Ley Financiera, a pesar
de que en su Preámbulo no se destaque, es la modificación del régimen jurídico de las
Cajas de Ahorros, que se concreta en la reforma del régimen de sus órganos rectores y
en la regulación ex novo de las cuotas participativas.
Además de los requisitos que se exigen por el art. 8 de la LORCA para ocupar el
cargo de compromisario o Consejero general, que no se modifican, los componentes de
los órganos de gobierno de las Cajas de Ahorro deberán reunir, de acuerdo con la nueva
63
El régimen de las Cajas de Ahorro de la Iglesia se recoge en la Disposición Adicional Segunda de la
LORCA, que se modifica por el art. 8, decimoquinto. De acuerdo con las modificaciones introducidas, las
Cajas de Ahorros cuyos estatutos recojan como Entidad fundadora a la Iglesia Católica, el nombramiento,
idoneidad y duración del mandato de los representantes de los distintos grupos en los órganos de gobierno
se regirá por los estatutos vigentes a 1 de noviembre de 2002, debiendo respetar el principio de
representatividad de todos los Grupos. Asimismo, se establece que la aprobación de estatutos, de los
reglamentos que regulen la designación de miembros de los órganos de gobierno y del presupuesto anual
de la Obra social serán competencia del Minsiterio de Economía, cuando así lo acredite la Caja interesada
ante el referido ministerio.
64
Art. 8, primero, de la Ley Financiera, por el que se modifica el art. 1 LORCA
B) La duración del mandato no podrá superar los doce años, sea cual sea la
representación que se ostente. Cumplido el mandato de doce años de forma
continuada o interrumpida, y transcurridos ocho años desde dicha fecha, podrán
volver a ser reelegidos en las condiciones establecidas en la Ley.
67
Se establece, por otro lado, un régimen transitorio (Disp. Trans. 10ª LF), de acuerdo con el cuál el
nuevo régimen de irrevocabilidad será aplicable a los cargos nombrados con posterioridad al 1 de junio de
2003.
2.1.5. Límite de edad para los vocales del Consejo de Administración y otros
requisitos
68
No se modifica el art. 26 de la LORCA, que prevé en su párrafo segundo que el Director general o
asimilado cese por jubilación a la edad de sesenta y cinco años, si bien la Ley Financiera modifica el
apartado 3 de la Disposición Final Cuarta de la LORCA para pasar a reconocer que, entre otros preceptos,
no tendrá el carácter de norma básica el párrafo relativo a la edad de jubilación del Director General. Tal
extremo ya había sido reconocido, no obstante, por el Tribunal Constitucional en la Sentencia 49/1988, de
22 de marzo (BOE núm 89, de 13 de abril).
Por otro lado, por lo que se refiere a la posible fusión de Cajas de Ahorros
con sedes en distintas Comunidades Autónomas, se añade una nueva Disposición
Adicional Quinta a la LORCA (art. 8, decimosexto LF), estableciendo que ésta se
acuerde conjuntamente por los gobiernos de las Comunidades autónomas afectadas,
y que en el acto que autorice la fusión se determine la proporción que corresponda a
las Administraciones Públicas y Entidades y Corporaciones de Derecho Público de
cada Comunidad en los órganos de gobierno de la Caja resultante.
La importante reforma que supone en este tema la Ley Financiera ha dado lugar
a una nueva redacción del art. 7 de la Ley 13/1985, de 25 de mayo, de Coeficientes de
Inversión, Recursos Propios y Obligaciones de Información de los Intermediarios
Financieros, al que se reconoce carácter de disposición básica (art. 14 LF). Algunos de
los extremos del nuevo régimen de las cuotas participativas quedan, no obstante,
pendientes de posterior desarrollo (7.12), e incluso, aunque se establece que cotizarán
en mercados secundarios organizados, todavía no se ha decidido si el mercado en el que
se negocien será o no la Bolsa.
b) Requisitos
1º. No podrán emitirse por un valor inferior a su nominal. Su emisión deberá efectuarse
con prima cuando sea necesario para evitar la dilución de los derechos preexistentes
sobre el patrimonio y los excedentes futuros.
4º. El órgano competente para acordar cada emisión de cuotas participativas será la
Asamblea General, aunque podrá delegar esta competencia en el Consejo de
Administración de la Caja.
5º. La retribución anual de las cuotas y su distribución deberá ser aprobada por la
Asamblea general, quien tendrá en cuenta el coeficiente de solvencia de la Caja a la
hora de realizar tal distribución.
69
La Disposición transitoria decimotercera de la LF establece que durante los dos años siguientes a la
entrada en vigor de las disposiciones relativas a las cuotas participativas, el volumen en circulación de las
emitidas por una Caja no podrá superar el 25 por ciento de su patrimonio.
1. Fondo de participación, que será igual a la suma del valor nominal de las cuotas
participativas que se emitan, y tendrá la consideración de recursos propios.
3. Fondo de estabilización, cuya constitución es optativa, y tiene por finalidad evitar las
fluctuaciones excesivas en la retribución de las cuotas participativas. Su dotación, así
como la aplicación de los recursos del mismo a la retribución de las cuotas
participativas deberá acordarse por la Asamblea general.
5. Percepción de una retribución de carácter variable con cargo a la parte del excedente de
libre disposición que les corresponda o, en su caso, al Fondo de estabilización.
3. Cooperativas de crédito
70
Se entiende por volumen de cuotas en circulación la suma del fondo de participación y el fondo de
reserva de cuotapartícipes y el fondo de estabilización de las emisiones de cuotas participativas en
circulación, y por patrimonio el fondo fundacional, las reservas generales de la caja y el fondo para
riesgos bancarios generales.
71
Art. 5 de la Ley Financiera, por el que se da nueva redacción al apartado 2 del art. 39 de la Ley sobre
régimen fiscal de las Cooperativas y al apartado 3 del art. 53 de la Ley de Cooperativas.
5.1. Creación del Comisionado para la Defensa del Cliente de Servicios Bancarios72
72
Arts. 22 a 28 LF.
73
Arts. 29 a 31 LF.
74
Art. 36 LF, por el que se modifica el art. 178 de la Ley/1996, de 30 de diciembre, de medidas Fiscales,
Administrativas y del orden social.
75
Disposición adicional decimoséptima LF.
76
Disp. Ad. Duodécima LF.
Se recogen, así, todos los requisitos establecidos en la Dis. Ad. tercera de la Ley
1/1999, excepto el relativo a que en el caso de que no se pacte que el cesionario
responda frente al cedente de la solvencia del deudor cedido, se acredite que dicho
cesionario ha abonado al cedente, en todo o en parte, el importe del crédito cedido antes
77
Art. 17, por el que se modifica el art. 100 del Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio, por el
que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas.
Con el fin de mejorar las condiciones de financiación de las PYME que deben
recurrir a la garantía hipotecaria para obtener financiación bancaria, se prevé que las
participaciones hipotecarias agrupadas en los fondos de titulización de activos podrán
corresponder a préstamos y créditos que no reúnan los requisitos establecidos en la
Sección 2ª de la ley 2/1981, de 25 de marzo, de Regulación del Mercado Hipotecario.
78
Se adiciona, por el art. 18 LF, un nuevo párrafo al apartado dos de la Disp. Ad. Quinta de la ley
3/1994, de 14 de abril, por la que se adapta la legislación española a la Segunda Directiva de coordinación
Bancaria.
79
En concreto, la reforma pretende resolver el problema que venía planteándose cuando las entidades de
crédito han buscado financiarse a través de la cesión a fondos de titulización de préstamos a PYME que no
reunían los requisitos de la Sección II de la Ley del Mercado Hipotecario, por responder, por ejemplo, a la
finalidad de financiar activo circulante en vez de una actividad inmobiliaria. En esto casos, en los que la vía
de los Fondos de Titulización Hipotecaria está vedada, ciertas entidades han optado por cederlos a Fondos de
Titulización de Activos, pero otras han entendido que la legislación no aportaba seguridad suficiente como
para asegurar que la movilización de este tipo de préstamo mediante participaciones hipotecarias gozaba de la
suficiente protección en caso de una eventual situación concursal del cedente. Esta duda ha impedido que se
use el instrumento de la participación hipotecaria para movilizar gran cantidad de préstamos a Pymes.
IV. SEGUROS
82
Art. 20, segundo, LF por el que se añade una nueva letra g) en el apartado 2 del art. 48 de la Ley
26/1988, de 29 de julio, sobre Disciplina e Intervención de las Entidades de crédito.
83
Se modifican los arts 7.2, 87.1 y 86 (art. 32 LF).
84
En virtud del art. 33 LF se modifica el art. 8 de la Ley de Responsabilidad Civil y Seguro en la
Circulación de Vehículos a Motor, y se introduce un nuevo Tit. III (arts. 20 a 31).
85
Modificación del art. 16 del Estatuto Legal del Consorcio de Compensación de Seguros, por el art. 34
LF.
86
Art. 10 y 11 LF. En virtud del art. 11 se introducen modificaciones en diversos artículos de la Ley de
Ordenación y Supervisión de los Seguros privados (arts. 27, 28, 36.5, 75.3, 82.1), en la Ley sobre
Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor (art. 8.1), y en el Estatuto Legal
del Consorcio de Compensación de Seguros contenido en el art. Cuarto de la Ley 21/1990, de 19 de
diciembre).
87
Se añade un nuevo apartado 5 al art. 75 de la Ley de Ordenación y Supervisión de los Seguros
Privados, por el art. 9 LF.
88
Modificación del art. 40.3 y 4 de la Ley de Ordenación por el art. 35, tercero, LF. También se da nueva
redacción a la letra b del art. 40.5, relativa al incumplimiento por la entidad aseguradora de ciertas normas
imperativas de la Ley de Contrato de Seguro (Disp. Ad. 7ª LF). Modificación del art. 41 y 42 de la Ley de
Ordenación por el art. 44 LF.
89
Se añade una nueva letra f) al art. 75.2 de la LOSSP por la Disp. Ad. Sexta, primera, LF.
90
Art. 12 LF.
V. AUDITORIA
91
Respectivamente, arts. 22 a 28 LF (Comisionado) y 29 a 31 LF (Departamentos de atención). Para
mayores consideraciones v. supra, II.1.1.2, puesto que su régimen es común al de los Comisionados que
se crean para la defensa de los usuarios de servicios de inversión y bancarios.
Las nuevas medidas han sido objeto de algunas críticas. Una de ellas es que la
modificación del régimen de la auditoria de cuentas a través de la Ley Financiera resulta
un tanto discutible, aunque pueda justificarse en la idea de que el control fiable de las
cuentas anuales constituye uno de los pilares de la confianza en los sistemas financieros.
No obstante, teniendo en cuenta la envergadura de la modificación de la Ley de
Auditoria de Cuentas, tal vez hubiera sido más oportuna, como se ha advertido desde
algunos sectores, una Ley de reforma específica. Otras críticas manifestadas se refieren
a su carácter contrario al de la autoregulación que venía propugnándose por ciertos
sectores, la sensación de reforma “urgente” o precipitada derivada de los notables
cambios introducidos durante la tramitación de la LF (en su primera redacción el
proyecto sólo incluía una referencia a los auditores), así como el hecho de que la
reforma se haya realizado sin el consenso de los auditores en algunos de sus puntos
(vgr. tasa, sanciones).
2. Medidas de reforma
A) Régimen de incompatibilidades
Se establecen las siguientes novedades respecto del periodo de cómputo para las
incompatibilidades: a) Dicho período comprende, como antes, desde el ejercicio en que
se realizan los trabajos hasta el tercer año anterior al ejercicio al que se refieran los
estados contables auditados, pero en el supuesto de incompatibilidades derivadas de la
existencia de un interés financiero directo en la entidad auditada o indirecto si es
significativo para cualquiera de las partes la situación de incompatibilidad deberá
92
Modificación del art. 7, apartado 5, de la LAC por el art. 48 LF, nuevo apartado 4 del art. 6, introducido
por el art. 49 LF; modificación del art. 7 (apartados 6 y 8) por el art. 50 LF.
93
Modificación del Art. 8 LAC por el art. 51 LF.
B) Sistema de rotación
94
Nótese que, el sistema de rotación previsto no supone, como había pretendido el legislador, la rotación
de la firma auditora.
95
Así, en cuanto al período de contratación, se mantienen las limitaciones temporales (no menos de 3
años ni más de 9), y la posibilidad de que puedan ser contratados anualmente una vez haya finalizado el
período inicial.
96
Modificación del art. 11 LAC por el 52 LF.
97
Modificación de los arts. 14, 16, 17, 18, 19, 20 y 21LAC por el art. 53 LF.
Entre las previsiones que llevan a fortalecer el papel del ICAC destaca: a) La
atribución explícita de la competencia de velar por el deber de independencia de los
auditores (nueva redacción del art. 8.2, por el art. 51 LF); b) El reconocimiento (nueva
redacción del art. 22) de que pueda recabar de los auditores de cuentas y sociedades de
auditoría cuantas informaciones estime necesarias para el adecuado cumplimiento de las
competencias que tiene encomendadas, y que pueda realizar cuantas inspecciones
considere necesarias; c) La atribución con carácter adicional a las Corporaciones
representativas de los auditores de cuentas del control de calidad de los trabajos de sus
miembros, las cuáles deberán comunicar al ICAC el resultado individualizado de dichos
controles a final de cada año natural.
Junto al fortalecimiento del papel del ICAC, se reconoce (nueva redacción al art.
14 dada por art. 53 LF) que puedan acceder a la documentación relativa a cada auditoría
el Banco de España, la CNMV y la Dirección General de Seguros respecto de las
entidades sujetas a su supervisión y control, en los casos excepcionalmente graves, así
como el Tribunal de Cuentas y las corporaciones representativas de los auditores de
cuentas. El reconocimiento de tal facultad a los citados organismos persigue solventar la
dificultad que encontraban para la efectiva supervisión de las entidades sometidas a su
control, pues hasta ahora, no podían acceder a tal documentación, protegida por el deber
de secreto profesional de los auditores.
98
Se introduce un art. 23 a la LAC por el art. 53 (noveno) LF).
99
Estas medidas no se concretan mediante modificación de la LAC. Se introducen por la Disposición
Adicional Decimocuarta LF.
A) Informe del auditor de cuentas (art. 159.1.b y c): A partir de ahora el auditor deberá
ser distinto del auditor de cuentas de la sociedad y deberá ser nombrado por el Registro
mercantil. Hasta ahora, era el auditor de cuentas de la sociedad, y si no estaba obligada
a verificación contable el auditor era designado por los administradores. Por otro lado,
el objeto del informe de los auditores experimenta cambios destacables, pues deberá
versar, a partir de ahora, sobre: el valor razonable de las acciones de la sociedad, el
valor teórico de los derechos de suscripción preferente cuyo ejercicio se propone
suprimir y la razonabilidad de los datos contenidos en el informe de los
administradores. Hasta ahora su informe era sobre el valor real de las acciones de la
sociedad y sobre la exactitud de los datos contenidos en el informe de los
administradores.
100
A tenor de la redacción que se establece cabe albergar dudas sobre si el informe del auditor para las
cotizadas siempre deberá referirse al valor neto patrimonial de las acciones, o si sólo será necesario que se
refiera al mismo en caso de que como precio de emisión de las nuevas (valor nominal+ prima) se
proponga un precio distinto al de mercado.
B) Valor nominal de las acciones a emitir y prima de emisión (art. 159.1.c): A partir de
ahora, el valor nominal de las acciones a emitir, más, en su caso, el importe de la prima
de emisión, habrá de corresponderse con el valor razonable que resulte del informe de
los auditores de cuentas a que se refiere la letra b). Tratándose de una sociedad cotizada,
el valor razonable se entenderá como valor de mercado y éste se presumirá, salvo que se
justifique lo contrario, referido a su cotización bursátil. En el caso de sociedades
cotizadas continúa reconociéndose que, no obstante, la Junta de accionistas, una vez que
disponga del informe de los administradores y del informe del auditor de cuentas, pueda
acordar la emisión de acciones a cualquier precio, siempre que sea superior al valor neto
patrimonial de éstas que resulte del informe del auditor (pudiendo la Junta, al igual que
hasta ahora, limitarse a establecer el procedimiento para su determinación).
B) Liquidación del usufructo de acciones (modificación del apartado 3 del art. 68):
Para el caso de que usufructuario y nudo propietario no se pusieran de acuerdo sobre el
importe que correspondiera abonar al usufructuario de acuerdo con lo previsto en el
apartado primero y segundo del art. 68, dicho importe será fijado, a partir de ahora, por
un auditor de cuentas, distinto al auditor de la sociedad, que designe a tal efecto el
Registro mercantil. Hasta ahora la fijación de ese importe se hacía por los auditores de
la sociedad y, si ésta no estaba obligada a verificación contable, por el auditor de
cuentas designado por el Registro.
101
También se has previsto disposiciones análoga en la Ley 45/1997, de 24 de marzo, de Sociedades
Laborales, cuyo artículo 8 ha sido modificado por la Disp. Ad. Undécima LF.
102
En este apartado sólo se referencian las medidas que no se han reseñado en páginas anteriores.
103
Disp. Ad. Octava LF, por la que adicionan dos nuevos apartados -nueve y diez- al art. 81 de la Ley
66/1997, de 30 de diciembre, de medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social, según redacción
dada por el art. 51 de la Ley 55/1999, de 29 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y del
Orden Social.
1. Introducción
De todos los interrogantes que plantea esta norma y su desarrollo nos vamos a
referir a un extremo muy concreto que nos parece de dudosa legalidad y, desde luego,
ya adelantando nuestra posición final, de resultados contraproducentes e inaceptables.
Nos referimos a la exigencia de la mayoría de edad que exige para otorgar el documento
de instrucciones previas.
II. OBJETIVOS
La mayoría de edad empieza a los dieciocho años cumplidos, dice el artículo 315
Cc, en consonancia con el artículo 12 CE. En efecto, con la mayoría de edad, la persona
alcanza la plena capacidad de obrar, que se suma, pues, a la capacidad jurídica de la que
era titular desde el nacimiento (arts. 29 y 30 Cc), por lo que, a la aptitud de tenencia y
goce de derechos y la titularidad de obligaciones, se añade la capacidad de ejercicio de
los mismos. En este sentido, afirma el artículo 322 Cc que “El mayor de edad es capaz
para todos los actos de la vida civil, salvo las excepciones establecidas en los casos
especiales por este Código”.
1
Ley del Parlamento de Cataluña 21/2000, de 29 de diciembre, sobre derechos de información
concerniente a la salud, a la autonomía del paciente y a la documentación clínica; Ley del Parlamento de
Galicia 3/2001, de 28 de mayo, de regulación del consentimiento informado y de la historia clínica de los
pacientes; Ley de Extremadura 10/2001, de 28 de junio, de Salud; Ley de la Asamblea de Madrid
12/2001, de 21 de diciembre, de Ordenación de la Sanidad; Ley de las Cortes de Aragón 6/2002, de 15 de
abril, de Salud; Ley del Parlamento de la Rioja 2/2002, de 17 de abril, de Salud; Ley del Parlamento de
Cantabria, 7/2002, de 10 de diciembre, de Ordenación Sanitaria y, la Ley del Parlamento Vasco, 7/2002,
de 12 de diciembre, de voluntades anticipadas en el ámbito de la Sanidad.
¿Está justificado este requisito? Para dar una respuesta, debemos aludir, con
carácter previo a la autonomía del menor en las distintas esferas en la que esta está
reconocida, que siguiendo una exposición esquemática, podemos atender a los
siguientes: ámbito patrimonial, ámbito personal y ámbito sanitario.
En primer lugar, respecto de los bienes patrimoniales es sabido que los menores
de edad adquieren una capacidad de obrar restringida a través del instituto de la
emancipación: “La emancipación habilita al menor para regir su persona y bienes como
si fuera mayor, pero hasta que llegue a la mayor edad no podrá el emancipado tomar
dinero a préstamo …” (art. 325 Cc). La emancipación, por lo tanto, confiere capacidad
de obrar a los menores en el ámbito patrimonial. Grado éste de la capacidad que se
puede adquirir ampliamente a los 16 años y más excepcionalmente a los 14, por
matrimonio (ex arts. 314 Cc y ss). Pues bien, una cuestión importante es la relativa a la
extinción de la patria potestad o de la tutela sobre el menor cuando se le reconoce el
status de emancipado o, en su caso, el beneficio de la mayor edad (art. 169 y 276 Cc,
respectivamente). Es importante, porque el menor deja de estar sometido a
representación legal, consiguiendo así ser un sujeto activo del tráfico jurídico por sí
mismo, advirtiendo que el instituto de la curatela a través del cual complementa la
capacidad que necesita el menor emancipado para la plena validez de los actos que le
veda el artículo 325 Cc, no es un tipo de representación legal, porque ésta ya estaba
extinguida.
En este sentido, son conformes todas las normas jurídicas que se refieren a los
bienes personales de los menores, empezando por la Convención de las Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño (ratificada por Instrumento de 30 de noviembre de
1990), que proclama derechos cuyo ejercicio atribuye al propio menor: libertad de
expresión, incluyendo la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de
todo tipo (art. 13), libertad de pensamiento, de conciencia y religión (art. 14), libertad de
asociación y a celebrar reuniones pacíficas (art. 15), derecho a no ser objeto de
injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia, honra y reputación (art. 16), entre otros. En el mismo sentido, se
manifiesta la Resolución A 3-0172/92 del Parlamento Europeo a través de la cual
aprueba la Carta Europea de los Derechos del Niño. Principios éstos que tienen su
amplio reconocimiento en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección
Jurídica del Menor, que parte del principio de que las limitaciones a la capacidad de
obrar de los menores se interpretarán de forma restrictiva (art. 2), y desarrolla buena
parte de los derechos de la personalidad de los mismos: Derecho al honor, intimidad y
propia imagen (en consonancia con la LO 1/1982, de 5 de mayo, sobre protección civil
de los mismos), información, libertad ideológica, derecho de participación, asociación y
Pero todavía existe un ámbito más extenso respecto de la autonomía del menor.
Nos referimos al derecho de ser oídos en los asuntos que les afecten. El derecho a
2
Señala que “Las transformaciones sociales y culturales operadas en nuestra sociedad han provocado un
cambio en el status social del niño y como consecuencia de ello se ha dado un nuevo enfoque a la
construcción del edificio de los derechos humanos de la infancia”. Este enfoque …. consiste
fundamentalmente en el reconocimiento pleno de la titularidad de derechos en los menores de edad y de
una capacidad progresiva para ejercitarlos”.
3
Vid. DIEZ PICAZO y GULLÓN, Sistema de Derecho civil, vol. I, págs. 339 y ss., 10ª ed., Madrid,
2001, PÉREZ DE CASTRO, N., El menor emancipado, págs. 93 y ss., Madrid, 1988.
4
Vid. ANGEL YAQÜEZ, R., “La protección de la personalidad en el Derecho privado”, págs. 78, 79 y
concordantes, RDN, t. 83, enero-marzo, 1974 y, RODRÍGUEZ PALENCIA, A. y RODRÍGUEZ
GONZÁLEZ, J. I., “La renuncia a los bienes de la personalidad”, RGLJ, págs. 85 y ss., 2002-1.
5
Ob. cit. pág. (342) 150.
6
Ibidem.
7
En particular la Ley señala los siguientes: cuando el paciente no sea capaz de tomar decisiones, o su
estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de la situación, cuando está incapacitado legalmente
y respecto de los menores de edad.
La legislación autonómica sigue los mismos parámetros de reconocimiento de la autonomía de los
menores respecto de los derechos de información y consentimiento en el ámbito sanitario que la
legislación estatal, si bien, con alguna deficiencia técnica, como ocurre con la Ley de Derechos e
Información al Paciente de la Comunidad Valenciana, Ley 1/2003 que obligará, sin duda, a un esfuerzo
interpretativo y, que ya ha sido objeto de crítica por la doctrina (Vid. DOLZ LAGO, M.-J.,
“¿Inconstitucionalidad de la Ley 1/2003, de 28 de enero, de la Generalitat, de derechos e información al
paciente de la Comunidad Valenciana en relación con los menores de edad?, La Ley, nº 5.744, pág. 3, de
21 de marzo de 2003).
8
Vid. CERVILLA GARZÓN, Mª D., “Comentario a la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica
reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y
documentación clínica”, Actualidad Civil, nº 12, del 17 al 23 de marzo, pág. 320, 2003.
9
Vid. SANTOS MORON, “Sobre la capacidad del menor para el ejercicio de sus derechos
fundamentales, Comentario a la STC 154/2002, de 18 de julio”, La Ley, nº 5.675, de 12 de diciembre de
2002, y, DOLZ LAGO, M.-J., Ob. cit. pág. 3.
10
Ibidem.
11
Un problema distinto es aquél que se plantea cuando el médico duda de la capacidad de hecho del
paciente –sea mayor de edad y capaz o menor maduro-, en cuyo caso, señala SÁNCHEZ-CARO que,
parece recomendable recabar de los familiares que asuman o no la decisión del paciente y, en caso de
discrepancia, recurrir al Juez (“El consentimiento previo a la intervención y la protección de los incapaces
en el Convenio de Derechos Humanos y Biomedicina (Convenio de Oviedo), Revista de Administración
Sanitaria, pág. (332) 150, número 18, volumen 5, abril/junio, 2001). El supuesto tendría cabida en los
casos de consentimiento por representación que prevé la Ley.
12
REGLERO IBÁÑEZ, J. L., “El testamento vital y las voluntades anticipadas: aproximación al
ordenamiento español”, pág. 1901, La Ley, nº 5570, 2002.
13
Vid. SÁNCHEZ-CARO, J., Ob. cit. pág. (334) 142.
14
Ob. cit. pág. 107. Quien, además, señala que “Así parece haberlo entendido también el Grupo
Parlamentario Socialista al presentar la enmienda nº 46 proponiendo que el documento de voluntades
anticipadas pudiera ser redactado por una persona mayor de edad o menor emancipada, con capacidad
suficiente y libremente. Entienden que resulta conveniente incorporar expresamente la posibilidad de que
un menor emancipado otorgue un documento de instrucciones previas, puesto que, además de lo previsto
en el Código civil, la mención específica de los mismos que aparece en el art. 7.2.c) de la Proposición en
su redacción originaria hacía que fuera aconsejable incluirlos también en el entonces art. 8, con el fin de
evitar interpretaciones que nieguen la capacidad del menor emancipado para otorgar el citado
documento”, ibidem. pág. 106.
15
PLAZA PENADÉS, J., “La Ley 41/2002, básica sobre Autonomía del Paciente, Información y
Documentación Clínica”, Actualidad Jurídica Aranzadi, nº 562, de 23 de enero de 2003, págs. 5 y 6.
Primera. Los menores tienen reconocido en nuestro ámbito jurídico una amplia
autonomía individual tanto en el ámbito patrimonial como personal, autonomía que
depende de su grado de madurez.
Sexta. Merece una opinión desfavorable la exigencia de la mayor edad, por recortar
injustificadamente la autonomía del menor que tiene ya reconocida ampliamente en
nuestra legislación.
1.1. Concepto:
1
Cfr. MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed.,
1996, pp. 235 ss.; en el mismo sentido, ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.),
Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, pp. 397 ss., quien señala, además, los siguientes
argumentos en favor de la naturaleza civil de este tipo de responsabilidad: a) La obligación de resarcir el
daño es una “obligación civil”, por mucho que el CC. en su art. 1902 se remita al CP en su tratamiento; b)
La responsabilidad civil ex delicto constituye una parte de la responsabilidad civil extracontractual y se
caracteriza por que el acto ilícito que la genera es constitutivo de delito, siendo éste el elemento
diferenciador; c) Las diferencias entre la responsabilidad civil ex delicto y el resto de la responsabilidad
civil extracontractual son sólo de tratamiento procesal, dado que la primera puede ejercitarse en el
proceso penal, junto con la acción penal (arts. 100 y ss LECrim); d) El carácter civil de este tipo de
responsabilidad se pone de manifiesto en la necesidad de acudir constantemente al CC para colmar
lagunas que presenta la regulación del CP en esta materia; cfr. también, GONZÁLEZ RUS, Anuario de
Derecho Penal y Ciencias Penales (ADPCP) 1979, pp. 302 ss.; MORILLAS CUEVA, Teoría de las
consecuencias jurídicas del delito, Madrid, Tecnos, 1991, pp. 142-143; GARCÍA VICENTE, La
responsabilidad civil en el nuevo Código Penal, Actualidad Penal (APen) 1996-2, p. 646; LÓPEZ
BELTRÁN DE HEREDIA, Efectos civiles del delito y responsabilidad extracontractual, 1997, pp. 22 ss.;
SAÍNZ-CANTERO CAPARRÓS, La reparación del daño ex delicto, 1997, pp. 5 ss.; a favor sin embargo
de considerar que la responsabilidad civil derivada de delito tiene naturaleza penal MOLINA
BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 93, puesto que entiende que la tendencia debe ser que la
reparación sea una respuesta al delito junto con las demás consecuencias previstas en el CP. Para ello,
acude a argumentos tales como que el CP 1995 incluye como circunstancia atenuante el hecho de “haber
procedido el culpable a reparar el daño ocasionado a la víctima o a disminuir sus efectos” (art. 21.5ª), que
se exige la satisfacción de las responsabilidades civiles como requisito para la suspensión de la ejecución
de la pena privativa de libertad o que el Juez o Tribunal debe tener en cuenta los esfuerzos del condenado
para reparar el daño causado en la sustitución de penas de prisión inferior a un año por arresto de fin de
semana (art. 88.1º).
1.2. Contenido:
2
Cfr. MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed.,
1996, p. 238; véase tb. MORILLAS CUEVA, Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, 1991, p.
143.
3
Cfr. MORILLAS CUEVA, Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, 1991, pp. 170 ss.; GARCÍA
VICENTE, APen 1996-2, pp. 648 ss.; MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las
consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed., 1996, p. 239; MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena,
1996, pp. 94-95; LÓPEZ BELTRÁN DE HEREDIA, Efectos civiles del delito y responsabilidad
extracontractual, 1997, pp. 67 ss.; SAÍNZ-CANTERO CAPARRÓS, La reparación del daño ex delicto,
1997, pp. 121 ss.; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias
jurídicas del delito, 1998, pp. 408 ss.
4
Cfr. MORILLAS CUEVA, Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, 1991, pp. 172; MAPELLI
CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed., 1996, p. 240;
MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 95; LÓPEZ BELTRÁN DE HEREDIA,
Efectos civiles del delito y responsabilidad extracontractual, 1997, pp. 73 ss.; SAÍNZ-CANTERO
CAPARRÓS, La reparación del daño ex delicto, 1997, pp. 31 ss., 49 ss.; ALASTUEY DOBÓN, en:
GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, pp. 410 ss.
5
Cfr. MORILLAS CUEVA, Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, 1991, pp. 172 ss.; GARCÍA
VICENTE, APen 1996-2, p. 650; MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las
consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed., 1996, pp. 240-241; MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la
pena, 1996, p. 95; LÓPEZ BELTRÁN DE HEREDIA, Efectos civiles del delito y responsabilidad
extracontractual, 1997, pp. 102 ss.; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones
de consecuencias jurídicas del delito, 1998, pp. 412 ss.
6
Cfr. MORILLAS CUEVA, Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, 1991, pp. 175 ss.
7
Cfr. MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed.,
1996, p. 242; MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 96; ALASTUEY DOBÓN, en:
GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, pp. 418-419.
8
Véase, MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª
ed., 1996, p. 243; MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 96; ALASTUEY DOBÓN,
en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, p. 419.
9
Cfr. MAPELLI CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed.,
1996, p. 243; MONTÉS PENADÉS, en: VIVES ANTÓN (coord.), Comentarios al Código Penal de 1995,
I, 1996, pp. 638 ss.; SUÁREZ GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO
Responderán civilmente pues, los ebrios e intoxicados a los que se refiere el art.
20.2º. Cuando la exención se deba a anomalía o alteración psíquica o a alteración de la
conciencia de la realidad, en los términos del art. 20.1º y 3º, son también responsables
civiles, en la medida que equitativamente determinen Jueces y Tribunales, los que
tengan a los autores “bajo su potestad o guarda legal o de hecho, siempre que haya
mediado culpa o negligencia por su parte”. En el caso del estado de necesidad, art.
20.5ª, son civilmente responsables las personas en cuyo favor se haya precavido el mal,
en proporción al perjuicio que se les haya evitado, si fuere estimable, o si no lo fuere, en
la suma que según su prudente arbitrio fijen Jueces o Tribunales. Cuando no pueda
establecerse, ni siquiera en términos aproximativos, la cuota en que deba responder cada
uno de los beneficiados, cuando la responsabilidad se extienda a las Administraciones
Públicas o a la mayor parte de la población y, en todo caso, siempre que el daño se
hubiere causado con el asentimiento de la autoridad o de sus agentes, se fijará la
indemnización en la forma en que se establezca en las leyes o reglamentos especiales.
Por último, en los casos de miedo insuperable (art. 21.6º), responden los que lo hubiesen
causado, y en su defecto, los que hubieren ejecutado el hecho dañoso10.
(coord.), Comentarios al Código Penal, 1997, p 350 ss.; véase también, MORILLAS CUEVA, Teoría de
las consecuencias jurídicas del delito, 1991, pp. 149 ss.; LÓPEZ BELTRÁN DE HEREDIA, Efectos
civiles del delito y responsabilidad extracontractual, 1997, pp. 60 ss.
10
Cfr. a este respecto, GARCÍA VICENTE, APen 1996-2, pp. 655-656; MAPELLI
CAFARENA/TERRADILLOS BASOCO, Las consecuencias jurídicas del delito, 3ª ed., 1996, p. 244;
MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, pp. 98 ss.; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA
MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, pp. 424 ss.
11
Véase, MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 102; MONTÉS PENADÉS, en:
VIVES ANTÓN (coord.), Comentarios al Código Penal de 1995, I, 1996, pp. 638 ss.
3º.- También serán civilmente responsables, en los términos del art. 120, “las
personas naturales o jurídicas, en los casos de delitos o faltas cometidos en los
establecimientos de los que sean titulares, cuando por parte de los que los dirijan o
administren o de sus dependientes o empleados, se hayan infringido los reglamentos de
policía o las disposiciones de la autoridad que estén relacionados con el hecho punible
cometido, de modo que éste no se hubiera producido sin dicha infracción” (art. 120.3º).
También son civilmente responsables en los términos antes citados, “las personas
naturales o jurídicas dedicadas a cualquier género de industria o comercio, por los
delitos o faltas que hayan cometido sus empleados o dependientes, representantes o
gestores en el desempeño de sus obligaciones o servicios” (art. 120.4º). Por último, son
igualmente responsables civilmente “las personas naturales o jurídicas titulares de
vehículos susceptibles de crear riesgos para terceros, por los delitos o faltas cometidos
en la utilización de los mismos por sus dependientes o personas autorizadas”.
12
Véase en este sentido, MONTÉS PENADÉS, en: VIVES ANTÓN (coord.), Comentarios al Código
Penal de 1995, I, 1996, p. 627.
13
Cfr. MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 97; MONTÉS PENADÉS, en: VIVES
ANTÓN (coord.), Comentarios al Código Penal de 1995, I, 1996, p. 624; QUINTERO OLIVARES, en:
QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ (coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, pp. 576-577;
SAÍNZ-CANTERO CAPARRÓS, La reparación del daño ex delicto, 1997, pp. 161 ss; SUÁREZ
GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO (coord.), Comentarios al
Código Penal, 1997, p 344; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de
consecuencias jurídicas del delito, 1998, p. 421.
14
Art. 76 de la Ley del Contrato de Seguro, Ley 50/1980, de 8-X (LCS): “El perjudicado o sus herederos
tendrán acción directa contra el asegurador para exigirle el cumplimiento de la obligación de indemnizar,
sin perjuicio del derecho del asegurador a repetir contra el asegurado, en el caso de que sea debido a
conducta dolosa de éste, el daño o perjuicio causado a tercero. La acción directa es inmune a las
excepciones que puedan corresponder al asegurador contra el asegurado. El asegurador puede, no
obstante, oponer la culpa exclusiva del perjudicado y las excepciones personales que tenga contra éste. A
los efectos del ejercicio de la acción directa, el asegurado estará obligado a manifestar al tercero
perjudicado o a sus herederos la existencia del contrato de seguro y su contenido”.
15
Art. 5 de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor (Texto
refundido de la Ley 122/1962, de 24-XII, sobre Uso y Circulación de Vehículos a Motor, aprobado por
RD 632/1968 de 21-III, modificada por la DA 8ª de la Ley 30/1995, de 8-XI, sobre Ordenación y
Supervisión de los Seguros Privados, que le da esta nueva denominación) (LRCSCVM): “Ambito
material y exclusiones.
1. La cobertura del seguro de suscripción obligatoria no alcanzará a los daños ocasionados a la persona
del conductor del vehículo asegurado.
2. La cobertura del seguro de suscripción obligatoria tampoco alcanzará a los daños en los bienes sufridos
por el vehículo asegurado, por las cosas en él transportadas, ni por los bienes de los que resulten titulares
el tomador, asegurado, propietario, conductor, así como los del cónyuge o los parientes hasta el tercer
grado de consanguinidad o afinidad de los anteriores.
3. Quedan también excluidos de la cobertura de los daños personales y materiales por el seguro de
suscripción obligatoria quienes sufrieran daños con motivo de la circulación del vehículo causante, si
hubiera sido robado. A los efectos de esta Ley se entiende por robo la conducta tipificada como tal en el
Código Penal. En los supuestos de robo será de aplicación lo dispuesto en el artículo 8.1 c).
4. El asegurador no podrá oponer frente al perjudicado ninguna otra exclusión, pactada o no, de la
cobertura. En particular, no podrá hacerlo respecto de aquellas cláusulas contractuales que excluyan de la
cobertura la utilización o conducción del vehículo designado en la póliza por quienes carezcan de permiso
de conducir, incumplan las obligaciones legales de orden técnico relativas al estado de seguridad del
vehículo o, fuera de los supuestos de robo, utilicen ilegítimamente vehículos de motor ajenos o no estén
autorizados expresa o tácitamente por su propietario”.
Art. 8 LRCSCVM: “Funciones del Consorcio de Compensación de Seguros.
1. Corresponde al Consorcio de Compensación de Seguros, dentro del ámbito territorial y hasta el límite
cuantitativo del aseguramiento obligatorio:
a) Indemnizar a quienes hubieran sufrido daños en sus personas, por siniestros ocurridos en España, en
aquellos casos en que el vehículo causante sea desconocido.
b) Indemnizar los daños a las personas y en los bienes ocasionados con un vehículo que tenga su
estacionamiento habitual en España cuando dicho vehículo no esté asegurado.
c) Indemnizar los daños a las personas y en los bienes producidos por un vehículo con estacionamiento
habitual en España que, estando asegurado, haya sido robado.
d) Indemnizar los daños a las personas y en los bienes cuando en supuestos incluidos dentro del ámbito
del aseguramiento obligatorio o en las letras precedentes de este artículo, surgiera controversia entre el
Consorcio de Compensación de Seguros y la entidad aseguradora acerca de quién debe indemnizar al
perjudicado. No obstante lo anterior, si ulteriormente se resuelve o acuerda que corresponde indemnizar a
la entidad aseguradora, ésta reembolsará al Consorcio de Compensación de Seguros la cantidad
indemnizada más los intereses legales, incrementados en un 25 por 100, de la misma, desde la fecha en
que abonó la indemnización.
e) Indemnizar los daños a las personas y en los bienes cuando la entidad española aseguradora del
vehículo con estacionamiento habitual en España hubiera sido declarada en quiebra, suspensión de pagos
o, habiendo sido disuelta y encontrándose en situación de insolvencia, estuviese sujeta a un procedimiento
de liquidación intervenida o ésta hubiera sido asumida por la Comisión Liquidadora de Entidades
Aseguradoras.
En los supuestos previstos en las letras b) y c) quedarán excluidos de la indemnización por el Consorcio
los daños a las personas y en los bienes sufridos por quienes ocuparen voluntariamente el vehículo
causante del siniestro, conociendo que el mismo no estaba asegurado o que había sido robado, siempre
que el Consorcio probase que aquéllos conocían tales circunstancias. Además, en los casos contemplados
Establece el art. 120.2 que serán responsables civiles subsidiarios: “Las personas
naturales o jurídicas titulares de editoriales, periódicos, revistas, estaciones de radio o
televisión o de cualquier otro medio de difusión escrita, hablada o visual, por los delitos
o faltas cometidos utilizando los medios de los que sean titulares, dejando a salvo lo
dispuesto en el art. 212 de este Código”.
18
Véase, ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas
del delito, 1998, pp. 436-437; cfr. también, QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES
(Dir.)/VALLE MUÑIZ (coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, pp. 583-584.
A este respecto, surgen varias cuestiones que deben ser objeto de análisis:
19
En un sentido similar, GARCÍA VICENTE, APen 1996-2, p. 658; MOLINA BLÁZQUEZ, La
aplicación de la pena, 1996, p. 103, quien entiende que, aplicando este problema a un supuesto de
publicidad engañosa, “aunque a primera vista podría pensarse que esta solución es correcta, porque
contribuiría a un mayor aseguramiento de las posibles víctimas de esa publicidad engañosa, en la práctica
implicaría imponer a los medios de comunicación una obligación de vigilar el contenido de la publicidad
que emiten, lo que resultaría imposible por su elevado costo”; en el sentido contrario, SUÁREZ
GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO (coord.), Comentarios al
Código Penal, 1997, p. 350, quien entiende que este tipo de responsabilidad es meramente objetiva sin
necesidad de que medie culpa o negligencia, debiendo el Juez motivar suficientemente en la sentencia la
atribución de esta responsabilidad.
20
ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del
delito, 1998, pp. 437-438.
Debe ser entendido como la violación de un deber impuesto por la Ley u otra
norma positiva de rango inferior.
21
ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del
delito, 1998, p. 438.
Así, esta responsabilidad se basa en la teoría del riesgo-beneficio que indica que
quien ejercita una actividad peligrosa y obtiene un beneficio o utilidad de una persona
que le presta sus servicios, debe asumir también la responsabilidad de los eventuales
perjuicios que le cause la ejecución de aquellos. La responsabilidad del empresario es,
por tanto, objetiva24.
22
Cfr. ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del
delito, 1998, pp. 438-439; en este sentido, MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, pp.
103-104, entiende que la exigencia de relación de la infracción con el hecho punible cometido es
innecesaria si lo que se exige es relación de causalidad directa, “puesto que de requerirse entraría en juego
una responsabilidad directa por parte del que infringió dichas normas como autor de un delito imprudente,
y una responsabilidad subsidiaria para su empleador, pero no de este artículo, sino del art. 120.4º”, véase
también, QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ (coord.),
Comentarios al nuevo CP, 1996, p. 584..
23
En este sentido, MONTÉS PENADÉS, en: VIVES ANTÓN (coord.), Comentarios al Código Penal de
1995, I, 1996, p. 642; QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ
(coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, p. 584.
24
Cfr. ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del
delito, 1998, pp. 439-440; el mismo sentido, GARCÍA VICENTE, APen 1996-2, p. 659; MOLINA
BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, p. 104, quien argumenta que el aspecto puramente objetivo
b) Que el empleado, dependiente, etc., haya cometido el delito o falta que causó
daños indemnizables en el desempeño de sus obligaciones o servicios: Se incluyen las
tareas o actividades que no entran en el ejercicio normal de las que tenga
encomendadas, es decir, quedan albergados también los supuestos donde el dependiente
se extralimita en su actuación. No obstante, se exige una mínima relación entre la
función desempeñada por el empleado y el perjuicio causado27.
Esta regla supone una novedad del CP 95 respecto del CP 1944/73. Así, en el CP
1944/73 este tipo de responsabilidad se derivaba de una interpretación amplia del art.
22, por la necesidad de otorgar cobertura a los perjudicados por la proliferación de
siniestros en el ámbito de la circulación automovilística. En el CP 95 se han plasmado
expresamente estos supuestos, pero ya no queda reducida a los supuestos de “empresa
propietaria de un vehículo-dependiente que conduce un vehículo en el desempeño de
sus funciones”, sino que, incluso, se amplía a supuestos donde, aunque la persona
jurídica titular del vehículo no se dedique a la industria o comercio, sea simplemente
propietaria de un vehículo “susceptible de crear riesgos para terceros”28.
28
Véase, ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas
del delito, 1998, pp. 441-442; cfr. adicionalmente, QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO
OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ (coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, p. 584-585.
29
En este sentido, ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias
jurídicas del delito, 1998, p. 442
30
Cfr. GARCÍA VICENTE, APen 1996-2, p. 659; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN
(coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, p. 443.
Hasta la entrada en vigor del CP 95, se acudía al citado art. 22 CP 1944/73 para
afirmar que se extendía la responsabilidad civil subsidiaria a “entidades” y
“organismos”, entre los cuales se encuentran los entes públicos, pudiendo concurrir los
requisitos del art. 22 en la actuación de los funcionarios.
31
Sobre este particular, cfr. GARCÍA VICENTE, AP 1996-2, p. 660; ALASTUEY DOBÓN, en:
GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, p. 443.
32
Véase SUÁREZ GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO (coord.),
Comentarios al Código Penal, 1997, p 353; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.),
Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, p. 444.
33
Cfr. ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del
delito, 1998, p. 443; sobre este particular, véase también, MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la
pena, 1996, p. 106, pone de manifiesto como este precepto difiere notablemente del que regulaba este tipo
de responsabilidad en el PCP de 1992. Así, mientras que el el PCP 1992 concebía la responsabilidad
penal de la Administración como directa, el CP de 1995 la concibe como subsidiaria; en el mismo
sentido, GARCÍA VICENTE, AP 1996-2, p. 660; QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO
OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ (coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, p. 586; MANZANARES
SAMANIEGO, La responsabilidad civil subsidiaria de los entes públicos en el artículo 121 del nuevo
Código Penal, Actualidad Penal (APen) 1998-1, p. 457.
34
Cfr. sobre este aspecto, MANZANARES SAMANIEGO, Apen 1998-1, p. 457-458, quien entiende que
la redacción del art. 121 en este sentido puede parecer caprichosa puesto que, p.ej., cuando se refiere a
“isla” no se sabe si se trata de un concepto geográfico o un concepto amplio en el que se incluiría todo
ente público insular.
35
En este sentido, MONTÉS PENADÉS, en: VIVES ANTÓN (coord.), Comentarios al Código Penal de
1995, I, 1996, p. 645; QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ
(coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, p. 587, quien entiende que “la exclusión de las faltas es muy
criticable además de incomprensible si se atiende al fundamento de la reparación a cargo de las
Administraciones Públicas, fundada en razones objetivables y que, por eso mismo, no hay motivo para
limitar en función de la mayor o menor gravedad cuantitativa del injusto cometido por el autor”;
ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito,
1998, p. 445; SUÁREZ GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO
(coord.), Comentarios al Código Penal, 1997, p 344; en sentido contrario, GARCÍA VICENTE, AP 1996-
2, p. 661, quien propone una interpretación amplia equiparando delito con infracción penal “para tratar de
evitar que un acto ilícito penal tenga distinto tratamiento según sea delito o falta y para aumentar la
protección de la víctima, alejándonos de la voluntad del legislador cualquiera que fuere”; cfr. también
MANZANARES SAMANIEGO, Apen 1998-1, p. 458, quien pone de manifiesto, sin embargo, que la
La Administración sólo será responsable en el caso de que el autor del delito sea
“penalmente responsable”. Así, si un funcionario comete un delito mediando una causa
de justificación, o de exclusión de la culpabilidad, o incluso ha fallecido antes del
proceso penal correspondiente, no se podrá exigir indeminización a la Administración
vía penal36.
Jurisprudencia está interpretando extensivamente el precepto entendiendo que abarca también a las faltas
(así SSTS 11-I-1997, 26-IX-1997, 24-X-1997).
36
ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del
delito, 1998, p. 447.
37
Cfr. MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la pena, 1996, pp. 107-108; GARCÍA VICENTE, AP
1996-2, p. 662; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN (coord.), Lecciones de consecuencias
jurídicas del delito, 1998, p. 448.
38
Cfr. MONTÉS PENADÉS, en: VIVES ANTÓN (coord.), Comentarios al Código Penal de 1995, I,
1996, p. 644; QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ (coord.),
Comentarios al nuevo CP, 1996, pp. 587, quien entiende que debe acudirse al criterio amplio de que el
delito se haya producido derivado del “funcionamiento de los servicios”, puesto que la jurisprudencia y el
Consejo de Estado han admitido reiteradamente la responsabilidad de la Administración por hechos
realizados su personal, incluso cuando no estuvieran de servicio siempre que su actuación se derive del
mismo; SUÁREZ GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO (coord.),
Comentarios al Código Penal, 1997, pp. 354-355; ALASTUEY DOBÓN, en: GRACIA MARTÍN
(coord.), Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, 1998, p. 446.
39
Véase GARCÍA VICENTE, AP 1996-2, p. 662; SUÁREZ GONZÁLEZ, en: RODRÍGUEZ
MOURULLO (Dir.)/JORGE BARREIRO (coord.), Comentarios al Código Penal, 1997, p 355;
MANZANARES SAMANIEGO, Apen 1998-1, pp. 463-464.
40
En este sentido, GARCÍA VICENTE, AP 1996-2, p. 662; MOLINA BLÁZQUEZ, La aplicación de la
pena, 1996, pp. 107-108; QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ
(coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, pp. 587-588; MANZANARES SAMANIEGO, Apen 1998-1,
pp. 464-465
41
En un sentido similar, QUINTERO OLIVARES, en: QUINTERO OLIVARES (Dir.)/VALLE MUÑIZ
(coord.), Comentarios al nuevo CP, 1996, p. 588.
SUMARIO:
Para analizar los supuestos de responsabilidad civil es preciso acudir a los arts.
1.101 y ss del Código Civil (en adelante CC) en materia de responsabilidad civil
contractual y a los arts. 1.902 y ss del CC en materia de responsabilidad civil
extracontractual. En este estudio sólo nos referiremos a la responsabilidad civil sanitaria
conforme a la normativa civil, analizando únicamente el supuesto del ejercicio
profesional de la medicina en el ámbito de la sanidad privada.
1
Vid. O´CALLAGHAN MUÑOZ, X.: <<Nuevas orientaciones jurisprudenciales en materia de
responsabilidad médica>>, en Actualidad Civil, núm. 1, 2001, pp. 3-4. FERNÁNDEZ COSTALES, J.: La
Así, serán perjuicios todos aquellos daños que puedan ser objetivados, con
independencia de su fuente y carácter. Por tanto, y en principio, todo perjuicio conlleva
la correspondiente indemnización derivada de responsabilidad civil médica. La
indemnización de los daños ocasionados a la víctima tenderá a cubrir todo tipo de
perjuicio, ya sea de índole patrimonial o no patrimonial (LLAMAS POMBO -
FERNÁNDEZ HIERRO - DE LOS MOZOS)7. A efectos patrimoniales debemos tener
presente que se tiende a objetivar la responsabilidad del médico con el fin de que haya
una compensación idónea del daño sufrido por la víctima (FERNÁNDEZ
COSTALES)8.
causados al paciente surge con el perjuicio que se causa, independientemente de que este se haya debido a
una actuación licita o ilícita. Esta mayor exigencia reside en el carácter profesional del personal y del
servicio
5
Vid. DIEZ PICAZO, L.: Derecho de Daños, Editorial Civitas, Madrid, 2000, pp. 340-341.
CONCEPCIÓN Rodríguez, J.L.: Derecho de daños, 2ª ed. Editorial Bosch, Barcelona, 1999, pp. 113-114.
ROCA TRIAS, E.: Derecho de daños, 2ª edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1998, pp. 92-ss.
6
En este sentido, la jurisprudencia ordinaria entiende que es preciso facilitar al perjudicado por un daño
médico el resarcimiento más completo posible. Vid. SSTS, Sala 1ª, 24 de junio de 1997 (RJ 1997, 5208),
30 de diciembre de 1999 (RJ 1999, 9496) y 26 de septiembre de 2000 (RJ 2000, 8186).
7
Vid. LLAMAS POMBO, E.: La responsabilidad civil del médico, Trivium, Madrid, 1998, p. 17.
FERNÁNDEZ HIERRO, J.M.: Sistema de responsabilidad médica, 3ª edición, Comares, 2000, Granada,
p. 243. DE LOS MOZOS, J.L. <<Aproximación a la teoría general del patrimonio>>, en Revista de
Derecho Privado, 1991, p. 603.
8
<<En los ordenamientos jurídicos continentales se suele situar el centro de atencion en el paciente
perjudicado y basándose en un criterio de solidaridad social, se tiende a objetivizar la responsabilidad con
el fin de que siempre haya una indemnización a disposición del que ha sufrido el daño.>> Vid.
FERNÁNDEZ COSTALES, J.: <<En torno a la responsabilidad medica y a la responsabilidad
patrimonial por daños causados al paciente>>, loc. cit., p. 124.
9
Vid. SOTO NIETO, F. <<Daños derivados de negligencia medica. Tendencia progresiva hacia el
establecimiento de un sistema de baremos>>, en Revista Jurídica La Ley, 1995.
Precisamente en el seno de los servicios médicos desarrollados en el marco de la Sanidad Pública, el
profesor MUÑOZ MACHADO se cuestiona hasta qué punto un sistema de responsabilidad objetiva
amplio puede tener cabida en los servicios sanitarios del sistema de Seguridad Social y apuesta por
establecer unos límites para evitar el resarcimiento de cualquier tipo de daño. Vid. MUÑOZ MACHACO,
La responsabilidad civil concurrente de las Administraciones Públicas y otros estudios sobre
responsabilidad, Cívitas, Madrid, pp. 289-290.
10
Según ATAZ LÓPEZ en los daños corporales suelen concurrir los perjuicios patrimoniales y los no
patrimoniales, y agrupándose, ambos, bajo la noción de <<daños a la persona>>. Éstos englobarían a los
daños corporales, morales y económicos soportados por el paciente. En este sentido, se subraya que <<se
ha llegado a decir que los daños a la persona constituyen una categoría intermedia entre los daños
patrimoniales y los daños morales o extrapatrimoniales, en cuanto un mismo hecho tiene en estos casos
consecuencias en ambas esferas de la persona>>. Vid. ATAZ LOPEZ, J.: Los médicos y la
responsabilidad civil, Editorial Montecorvo, Madrid, 1985, p. 323-324. ALONSO PÉREZ, M.: <<La
14
Vid. STS, Sala 1ª, de 31 de mayo de 1983, (RJ 1983, 2.956).
15
El daño emergente debe ser probado, probando las perdidas o gastos realmente realizados. Vid. STS,
Sala 1ª, de 5 de noviembre de 1998 (RJ 1998, 8404).
Los gastos médicos pueden ser presentes o futuros, por lo que rige un criterio
extensivo a efectos de tutela del perjuicio ocasionado. En efecto, es posible que el
paciente deba realizar otros gastos médicos y paramédicos computados desde la fecha
en que se produjo la lesión. Estos costes se deberán justificar y probar fehacientemente,
y se deberán tener en cuenta todas las necesidades del perjudicado, esto es, la necesidad
de contar con servicios médicos y atención hospitalaria, así como el consumo de los
medicamentos, productos sanitarios e incluso prótesis incluidas en el tratamiento
medico.
16
<<Hay que destacar, que los gastos médicos de hospitalización, curación, traslados y los inherentes a
los mismos, no son propiamente daños corporales, sino daños patrimoniales y que, en principio, son todos
indemnizable>>. Vid. FERNANDEZ HIERRO, J.M.: Sistema de responsabilidad médica (...), op. cit., p.
245.
17
Así pues, <<también puede el daño médico llevar consigo (...) gastos médicos, en el caso de que el
error del primer médico haya obligado al paciente a otras intervenciones médicas. Cabe incluso la
posibilidad, nada rara, de que llegue a haber perjuicios económicos para terceros: la familia>> Vid.
ATAZ LÓPEZ, J.: Los médicos y la responsabilidad civil, op. cit., p. 323.
En todo caso, conviene subrayar que todos los gastos tienen que probarse
documentalmente desde la lesión y hasta la recuperación o estabilización, momento a
partir del cual se podrá valorar objetivamente las consecuencias derivadas del acto
lesivo, y que en la mayoría de los casos estarán cubiertos por un seguro de cobertura de
la responsabilidad civil profesional. Con carácter general, se incluyen en este concepto
los <<honorarios médicos, personal técnico sanitario, auxiliares, etc.; gastos de estancia
en el hospital, clínica, centro de rehabilitación, etc.; gastos farmacéuticos, gastos de
aparatos, prótesis, y material sanitario en general; transporte y ambulancias; gastos de
reeducación, etc.>> (CRIADO DEL RÍO)19. Por tanto, sobre la víctima pesa la carga de
la prueba ante el juez del conjunto de las actuaciones de carácter médico y paramédico
valoradas económicamente y que son consecuencia directa y efecto de la lesión sufrida
por la negligencia médica20. De este modo, debemos excluir de los daños resarcibles
18
Estos gastos que soporta la víctima cubrirán los servicios de las personas que le asistan durante el
tiempo prescrito por los médicos peritos. Este es el supuesto comúnmente aplicable en los casos de
incapacidad permanente, y en estos casos, ciertamente, la compensación de los gastos de atencion
personal se cubre con el abono de una pensión.
19
Vid. CRIADO DEL RÍO, Mª.T.: Valoración Médico Legal del Daño a la Persona por Responabilidad
Civil, Mapfre, Fundación Mapfre Medicina, 1994, Madrid, 244.
20
En relación a la responsabilidad por negligencia médica. Vid. PLAZA PENADÉS, J.: El nuevo marco
de la responsabilidad medica y hospitalaria, núm. 7, Aranzadi-Thomson, 2002, Pamplona, pp. 61-63.
BUSTO LABO, J.M.: La antijuridicidad del daño resarcible en la responsabilidad civil extracontractual,
Editorial Tecnos, Madrid, 1998, p. 23-ss.
Por lo que se refiere a los gastos futuros se deberán probar todos los gastos que
el perjudicado deba realizar con posterioridad al momento de estabilización de la lesión.
En este punto, conviene destacar que cuando se trata de cubrir las necesidades futuras,
todos estos gastos, igualmente protegibles, se desmarcan evidentemente de la regla de la
objetividad y son más difíciles de justiciar debido a su condición de coste futuro21.
21
<<Dentro del daño emergente, se tienen en cuenta, los gastos futuros debidos a los cuidados que
precisará después de la consolidación o los gastos médicos y paramédicos producidos a partir de la
consolidación de las lesiones, en relación directa con el accidente, previsibles, necesarios y repetitivos>>
Vid. CRIADO DEL RÍO, Mª.T.: Valoración Medico Legal del Daño a la Persona por Responabilidad
Civil, Mapfre, Fundación Mapfre Medicina, 1994, Madrid, 245. Con cita, entre otros, a LAMBERT-
FAIVRE, Méthodologie de l’indemnisation du dommage corporel en droit commun. Aspects
juridiques>>, en Revue Française du Dommage Corporel, núm. 12, 1986, pp. 101-106, 1992.
22
Así pues, <<también puede el daño médico llevar consigo aspectos económicos, pérdida de la
capacidad de trabajo, genérica o específica, invalidez que aumente los gastos de mantenimiento de
quien ya no puede valerse por sí mismo>> Vid. ATAZ LÓPEZ, J.: Los médicos y la responsabilidad
civil, op. cit., p. 323.
23
Vid. FERNÁNDEZ HIERRO, J.M.: Sistema de responsabilidad médica (...), op. cit., p. 247.
24
El lucro cesante tiene necesariamente que ser probado en los supuestos de responsabilidad civil médica.
Ha de probarse el nexo causal y el beneficio dejado de percibir, y la realidad de éste con mayor rigor o
criterio restrictivo. Vid. STS, Sala 1ª, de 2 de marzo de 2001, (RJ 2001, 2590). En el lucro cesante <<se
ha de probar, como en todo caso debe probarse el hecho con cuya base se reclama la indemnización; se ha
de probar el nexo causal entre le acto implícito y el beneficio dejado de percibir –lucro cesante- y la
realidad de éste, no con mayor rigor o criterio restrictivo que cualquier hecho que constituye la base de
una pretensión.>> Vid. SSTS, Sala 1ª, de 8 de julio de 1996, (RJ 1996, 5662), de 21 de octubre de 1996,
(RJ 1996, 7235) y 2 de marzo de 2001 (RJ 2001, 2590).
25
Así pues, <<las ganancias dejadas de obtener por quien se crea perjudicado, no pueden derivar de
meros cálculos, hipótesis o suposiciones, ni referirse a beneficios posibles, inseguros o desprovistos de
certidumbre, sino que requieren la aportación de alguna prueba, cuya apreciación corresponde al Tribunal
sentenciador (...) sólo cabe incluir en este concepto los beneficios ciertos, concretos y acreditados, que el
perjudicado deba haber percibido y no ha sido así; no incluye los hipotéticos beneficios o imaginarios
sueños de fortuna. Por ello, esta Sala ha destacado la prudencia rigorista>> Vid. SSTS, Sala 1ª, 30 de
junio de 1993 (RJ 1993, 5340), de 30 de noviembre de 1993, (RJ 1993, 9222).
26
En este sentido, se sostiene que <<el experto debe olvidarse, cuando perita en Derecho Común, del
Derecho Laboral, y como tiene en cuenta, la situación laboral del lesionado la Seguridad Social. (...) En
Derecho Laboral la incapacidad transitoria es siempre total hasta la vuelta al empleo. En cambio en
Derecho Civil, no, ésta puede ser total o parcial, y a veces regresiva.>> Vid. CRIADO DEL RÍO, Mª.T.:
Valoración Medico Legal del Daño a la Persona por Responsabilidad Civil, Mapfre, Fundación Mapfre
Medicina, 1994, Madrid, 273, Con cita a BROUSSEAU, S. – ROUSSEAU, C.: La réparation du
dommage corporel. Methodologie en droit commun. Ed. Securitas, 1983. MULLER, P.: Métodos de
valoración del daño corporal en Francia, Simposium Internacional sobre Valoración Media del Daño, 4-6
de octubre de 1990.
27
Es preciso tener en cuenta que la persona perjudicada por el acto médico puede tener un suplemento
económico vía pensión publica si no encuentra empleo. No se puede indemnizarle sin tener en cuenta
estas previsiones de la legislación laboral. Vid. STS, Sala 1ª, de 2 de julio de 2003, (RJ 2003, 5806).
28
En este sentido, en la doctrina italiana, se ha abogado por la inclusión de las amas de casa en relación
con la responsabilidad civil a la hora de indemnizar el lucro cesante. Vid. FIORI, F.: <<Cronaca a
Proposte dal fronte del danno alla persona da responsabilitá civile>>, en Rivista Italiana de Medicina
Legale, T. XI, 4, 1989, pp. 1195-ss.
29
<<Si la víctima sigue realizando su actividad laboral aunque de una forma más penosa, el déficit en
estos casos en que no existen repercusiones económicas, forma parte del daño funcional, y el sufrimiento
que conlleva forma parte del quantum doloris. Vid. CRIADO DEL RÍO, Mª.T.: Valoración Médico Legal
del Daño a la Persona por Responabilidad Civil, op. cit, p. 226.
Una vez más, tenemos que tener presente la regla de la objetivación del
perjuicio, supuesto incluso más problemático en los daños ocasionadas al desarrollo
personal y social de la persona. En todo caso, tendremos que conocer el empleo del
tiempo libre de la víctima con anterioridad al momento de sufrir el acto medico
lesivo y, en consecuencia, deberá determinarse que tiempo de actividades han sido
lesionadas y que incidencia tendrá en el desarrollo de la persona. No obstante,
también se ha apuntado que la inclusión de estos perjuicios dentro del lucro cesante
puede plantear problemas en relación con la duplicidad de las indemnizaciones30.
Por otra parte, conviene subrayar que junto a la privación de los actos de
recreo y ocio, como por ejemplo, actividades deportivas o lúdicas, etc., también
existe otra manifestación que es el perjuicio a los actos de la vida cotidiana. En este
sentido, nos encontraríamos ante un aspecto estrechamente relacionado con el daño
emergente. Este perjuicio a la vida cotidiana supondría, en definitiva, un obstáculo
efectivo a la hora de realizar el contenido de la vida diaria de una persona, en
abstracto, al margen de sus inclinaciones y preferencias a la hora de emplear su
tiempo libre. Esto es, estaríamos ante un impedimento que priva a la persona de su
autonomía y le sitúa ante una incapacidad funcional en los actos habituales de su
vida. Pensemos por ejemplo, los acciones propias del aseo personal, la
deambulación, cocinar, leer, pasear, etc. Supuestos estos que en determinados casos
podría suponer una indemnización especial por la naturaleza las cosas.
30
<<Una cosa es la perdida del disfrute y otra el sufrimiento psíquico que produce (daño moral) o los
ingresos económicos que se puedan percibir de su realización (lucro cesante). La inclusión de estas
repercusiones dentro de este daño, es otro factor que implica las duplicaciones en la valoración y el
aumento de las indemnizaciones>>. Vid. CRIADO DEL RÍO, Mª.T.: Valoración Médico Legal del Daño
a la Persona por Responabilidad Civil, op. cit., 273.
Hoy en día, las prestaciones de servicios por vía electrónica tienen una gran
importancia no sólo para las empresas europeas sino también para las empresas del
exterior, de ahí, la necesidad de que el Consejo, a través de su Directiva, haya
modificado la Directiva 77/388/CEE respecto del régimen del impuesto sobre el valor
añadido aplicable a los servicios de radiodifusión y de televisión y a algunos servicios
prestados por vía electrónica.
Este registro debe estar a disposición tanto del Estado miembro de identificación como
de los Estados de consumo (aquellos en los que están establecidos los particulares que
sean destinatarios de los servicios).
El prestador tendrá derecho a pedir la devolución de las cuotas del IVA que haya
soportado en España por la adquisición o importación de bienes y servicios que se
destinen a prestar servicios por vía electrónica. Para obtener esta devolución debe
presentar el modelo 361. Este modelo se puede presentar telemáticamente.
La deducibilidad del IVA soportado se rige por las normas de la Sexta Directiva,
sin que los Estados miembros puedan establecer condiciones adicionales o nuevos
supuestos de exclusión de la deducibilidad.
Se prevé que, con anterioridad, el Consejo, sobre la base del informe que elabore
la Comisión, ampliará el período de vigencia de la Directiva o bien adoptará medidas
sobre la creación de un mecanismo electrónico adecuado destinado a calcular, declarar,
recaudar y asignar ingresos fiscales procedentes de servicios prestados electrónicamente
con imposición en el lugar de consumo.
Los sujetos pasivos del impuesto tienen una serie de obligaciones como son,
entre otras, la de presentar declaraciones relativas al comienzo, modificación y cese de
las actividades que determinen la sujeción del impuesto; expedir y entregar facturas o
documentos equivalentes de sus operaciones (se permite a las pequeñas empresas la
emisión de tiques en vez de facturas, siempre y cuando sé traten de operaciones de
menos de 3.000 euros); Presentar una declaración-resumen anual.
Estas facturas podrán ser transmitidas por medios electrónicos, siempre que, en
este último caso, el destinatario de las facturas haya dado su consentimiento y los
medios electrónicos utilizados en su transmisión garanticen la autenticidad de su origen
y la integridad de su contenido.
El objeto de dicha ley es la regulación del régimen jurídico, entre otros, de los
servicios de la sociedad de la información y de la contratación por vía electrónica, en lo
referente a las obligaciones de los prestadores de servicios incluidos los que actúan
como intermediarios en la transmisión de contenidos por la redes de
telecomunicaciones, las comunicaciones comerciales por vía electrónica.
En este caso, se hace una minuciosa regulación de las conductas que atentan
directa y gravemente contra la prestación de estos servicios, siguiendo también las
orientaciones contenidas en las Decisiones de la Unión Europea.
Estos delitos han sido también objeto de reforma, siendo el resultado, una
mejora técnica de su tipificación y la posibilidad de persecución de estos delitos, de
oficio.
1. Será castigado con las penas de prisión de seis meses o dos años y multa de seis
a veinticuatro meses el que, sin consentimiento del prestador de servicios y con
fines comerciales, facilite el acceso inteligible a un servicio de radiodifusión
2. Con idéntica pena serán castigados quienes, con ánimo de lucro, alteren o
dupliquen el número identificativo de equipos de telecomunicación,
comercialicen equipos que hayan sufrido alteración fraudulenta y los que con
idéntico ánimo, alterar o duplicar cualquier dispositivo lógico o electrónico
necesario para el funcionamiento de equipos de telecomunicación en una red
determinada sin consentimiento del titular de la red.
FACTURACIÓN
No obstante, podrán incluirse en una sola factura las operaciones realizadas para
un mismo destinatario en el plazo máximo de un mes natural.
Objeto de la Factura
Toda factura y sus copias contendrán, al menos, los siguientes datos o requisitos:
Hay que tener en cuenta que el incumplimiento de los requisitos formales en las
Facturas no provocan la pérdida del derecho a deducir, sino simplemente
impiden el ejercicio de tal derecho; siendo algunos de los errores subsanables.
Cuando se proceda a la rectificación de las facturas, el sujeto pasivo puede
ejercitar el derecho a la deducción en las declaraciones que presente en ese
momento, siempre que no haya transcurrido el plazo de cuatro años.
Momento de emisión
Conservación
Cuando las facturas recibidas se refieran a adquisiciones por las cuales se haya
soportado cuotas de IVA, cuya deducción está sometida a un período de regularización,
deben de conservarse durante su correspondiente período de regularización y los cuatro
años siguientes.
2.. Los documentos que contengan la liquidación del impuesto a emitir, cuando
exista inversión del régimen especial del oro de inversión.
Los sujetos pasivos del impuesto están obligados a llevar los libros registros
establecidos:
-Se registrarán las facturas emitidas por operaciones realizadas, así como
las exentas y las de autoconsumo.
-Debe constar por cada factura la fecha, destinatario, base imponible, tipo
impositivo y cuota repercutida.
FACTURACIÓN TELEMÁTICA
INTEGRIDAD DE SU CONTENIDO
Los mecanismos que permiten garantizar estos principios son la utilización de:
Hay varios tipos de firma electrónica. Las primeras que se utilizaron fue-
ron de las llamadas de clave simétrica , lo cual significa que , habiendo dos
partes interesadas en el contenido de una comunicación o transacción
electrónica, la clave a usar para desencriptar el mensaje , será sólo una , que
ambas partes poseerán. Pues bien, la firma electrónica se basa en la llamada
infraestructura de clave pública o de sistema asimétrico de claves , consistente
en que hay dos claves , distintas , una pública y otra privada , pudiendo darse a
conocer a los demás la primera, y debiéndose guardar por el interesado la
segunda.
·Ejemplo : https:www.opinionvirtual.com
Las facturas electrónicas deberán ser gestionadas y conservadas por los medios
electrónicos que garanticen un acceso completo a los datos, así como su puesta a
disposición ante cualquier solicitud de la Administración Tributaria y sin demora
injustificada.
3. Los datos recibidos deberán ser almacenados tal y como fueron transmitidos
para posibilitar posteriores verificaciones de firma y contenido de las facturas.
En su caso, deberá disponerse de las claves de cifrado para garantizar su
legibilidad.
Controversias e infracciones
Desde 1993 , año en que se introdujo el vigente régimen transitorio del IVA , se
han producido en la Comunidad cambios sustanciales como la eliminación de fronteras
intracomunitarias. Este régimen se plasmó en la Directiva de 1977 (La Sexta Directiva
77/388/CEE , del Consejo , de 17 de Mayo de 1977, sobre armonización de bases
imponibles y modalidades de percepción y aproximación de tipos).
-Sentencia del TJCE de Mayo de 1998 que establece que el Reino de España
ha infringido lo dispuesto en la Sexta Directiva al disponer que la exención del
IVA de que disfrutan las prestaciones directamente relacionadas con la práctica
del deporte o de la educación física , sólo se aplicará a las entidades privadas
cuyas cuotas de entrada o periódicas no sobrepasen una determinada cuantía.
Mientras que del Art13 de la Sexta Directiva se deduce que dicha exención se
aplica a las prestaciones de servicios directamente relacionados con la práctica
del deporte o de la educación física facilitados por organismos sin fin lucrativo.
Pero lo que nos tenemos que preguntar es si, en el caso de que el Estado no
cumpla los preceptos comunitarios; esto se debe a que las Directivas confieren
numerosas facultades y opciones a los Estados Miembros, que pueden desarrollar por sí
mismos un amplio campo de interpretación ; donde todo tiene cabida. O bien, nos puede
llevar a un incumplimiento legal, por una mala interpretación de los preceptos
comunitarios .
-La ley del IVA , en su ART 20.1.22º, nos habla de la exención de las
operaciones que tengan por objeto las segundas y ulteriores entregas de
edificaciones...;pero en ningún caso nos habla de una serie de plazos que
marca la Sexta Directiva ART 4.3) para determinar, cuándo vamos a
estar ante una primera entrega (que será cuando, entre la fecha de
terminación del inmueble y la primera entrega, no rebase el plazo de 5
años) o, cuándo podemos hablar de segunda entrega (cuando entre la
fecha de primera ocupación y entrega ulterior no rebase los dos años).
Esto viene a decir, que nuestro tipo impositivo normal (16%) tiene una vigencia
temporal limitada en el tiempo.
-Acto IN MEMORIAM al Prof. Dr. José Juan González Encinar. 19 de mayo de 2003.
2.
Autor: D. José Eduardo López Ahumada.
Título: Las interrupciones periódicas de la prestación laboral. Descansos diario y
semanal, días festivos: su articulación en el régimen jurídico del tiempo de trabajo.
Director: Prof. Dr. Ricardo Escudero Rodríguez, Catedrático de Universidad de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, y Prof. Dr. José Manuel del Valle y
Villar, Titular de Universidad de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
3.
Autor: D. Florencio Gutiérrez Peña.
Título: El derecho de anticresis en el Código Civil español.
Director: Prof. Dr. Juan José Blanco Gómez. Titular de Universidad de Derecho Civil.
2.
Autor: D. Fernando de la Fuente Honrubia.
Título: La responsabilidad penal de las personas jurídicas.
Director: Prof. Dr. Diego-Manuel Luzón Peña. Catedrático de Universidad de Derecho
Penal.
3.
Autor: D. Juan Pavía Cardell.
Título: Responsabilidad penal en el ejercicio de la función pública de jurado.
Director: Prof. Dr. Diego-Manuel Luzón Peña. Catedrático de Universidad de Derecho
Penal.