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El estudio anatómico o estructural del sistema nervioso central (SNC) desde hace ya
mucho tiempo nos ha provisto de conocimientos que permitieron nuestro acercamiento
a su modo de desempeño. Pero en los últimos años se ha producido, con respecto a la
investigación del SNC, un salto desde lo anatómico hacia lo funcional, ajustando el foco
en el funcionamiento en red de las distintas estructuras y áreas cerebrales. Partiendo
desde este punto, y encontrando en la neurociencia la disciplina que da la
fundamentación experimental de todas las otras ciencias cognoscitivas, muchas
incógnitas comenzaron a ser develadas. En las páginas siguientes intentaré volcar
algunas de sus conclusiones, para proyectar luego un plan que entiende en los
engranajes de la psicoterapia y las eventuales intervenciones psicofarmacológicas la vía
hacia el objetivo último de nuestro encuentro con el consultante: el cambio.
Como primer paso en el acceso a este intrincado apartado, voy a proceder a definir el
SNC como un sistema complejo, dinámico y abierto. Complejo en tanto tiene la
capacidad de ejecutar una gran cantidad de tareas en forma simultánea, activando en
serie y en paralelo las diferentes áreas que intervienen en la ejecución, en forma siempre
interrelacionada y sincronizada. Y dinámico ya que, lejos de entenderse como una
estructura en mosaico o estática, como sistema adaptativo y versátil conlleva la
posibilidad de ir modelando su citoarquitectura y funcionamiento a lo largo de toda su
vida. Por último, es también una organización abierta, ya que no puede comprenderse
encerrado en sí mismo sino en permanente relación con el medio.
Son cinco los principios que fundamentan esta ciencia mixta. El primero, de acuerdo a
los postulados del austríaco Eric Kandel, advierte: no cabe separar la mente del cerebro.
La mente es un conjunto de operaciones que lleva a cabo el cerebro, desde sus
manifestaciones más simples hasta las más complejas. El segundo recuerda que en cada
función mental intervienen circuitos neurales especializados de distintas regiones
cerebrales; no existe un emplazamiento único para cada operación. El tercer principio se
sustenta en el hecho de que todos esos circuitos están constituidos por las mismas
unidades elementales de señalización: las células nerviosas. El cuarto añade que esos
circuitos utilizan moléculas específicas para transmitir señales al interior de las células,
mientras que el último pilar agrega que esas moléculas se han conservado desde tiempos
inmemoriales, presentes a lo largo de millones de años de evolución.
EL ABORDAJE PSICOFARMACOLÓGICO
“De la misma manera que la medicina «se desentendió» de la psiquiatría y de la
psicología durante siglos, hoy se corre el peligro inverso: que ambas disciplinas hagan
caso omiso de conceptos médicos de investigación y tratamiento, y recurran de forma
unilateral a la curación por la palabra, sin evaluar que muchas veces con ella no basta”
(Moizeszowicz, 1998).
ARTICULACIÓN PSICOTERAPIA-PSICOFARMACOLOGÍA
“En la medida en que la psicoterapia o el counselling son efectivos y producen cambios
a largo plazo en la conducta, presumiblemente lo hacen a través del aprendizaje, por
medio de cambios en la expresión génica que alteran la fuerza de las conexiones
sinápticas y mediante cambios estructurales que alteran el patrón anatómico de las
interconexiones entre células nerviosas del cerebro” (Kandel, 1999).