Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Facultad De Medicina
Escuela De Medicina. Extensión Táchira
Hospital Central De San Cristóbal
Cátedra De Cirugía General II
APENDICITIS AGUDA
HISTORIA
El término “Apendicitis” viene del latín apendix (apéndice) e itis (inflamación), y significa
inflamación del apéndice ileocecal.
La apendicitis aguda es una enfermedad muy frecuente y por esta razón la apendicetomía
es la operación más frecuntemente practicada de urgencia. Sin embargo, es una entidad
anatomoclínica que, aunque parezca mentira, no ha sido bien conocida ni interpretada
hasta finales del siglo XIX. Debido a este desconocimiento de la enfermedad, la apendicitis
aguda, a lo largo de muchos milenios, se ha comportado como una auténtica plaga para la
especie humana, pues quienes la padecían, en un porcentaje muy alto, morían. Aunque
descripciones sobre procesos inflamatorios de la fosa ilíaca derecha se han hecho desde
la Antigüedad, sin embargo se desconocía su origen apendicular. Fue preciso llegar a los
comienzos del siglo XVIII para que se hicieran las primeras descripciones ciertas sobre
esta entidad, aunque muchas de ellas fueron hallazgo de necropsias y no fueron
reconocidas por la mayoría de los cirujanos de la época. Mucha culpa de este error la tuvo
el concepto de tiflitis y pertiflitis, imperante a lo largo del siglo XIX, que consideraba que el
origen de este proceso inflamatorio estaba en la irritación primaria de la mucosa cecal y su
extensión posterior al tejido celular pericecal.
El apéndice fue descrito por primera vez por Giacomo Berengario da Carpi, médico y
profesor de la Universidad de Bologna, en el año 1521 D.C. Jean Fernel, médico francés,
describe en una autopsia por primera vez el cuadro de apendicitis en 1554. En esta época,
el cuadro presentaba una altísima mortalidad.
El primer abordaje quirúrgico para la extirpación del apéndice la realizó Claude Amyand en
1735, quién operó a un niño de 11 años que presentaba una hernia inguino-escrotal con
una fistula enterocutánea. Al disecar el saco herniario, encontró un apéndice perforado.
Por último, en 1987, JH Schreiber y HT Gangal, realizan la primera apendicectomía por vía
laparoscópica en un paciente con Apendicitis Aguda. Hoy en día, es la técnica quirúrgica
de elección.
EMBRIOLOGÍA
Es una estructura tubular muscular que está unida al ciego en la zona en la que convergen
las tres tenias del colon y suele ser una referencia anatómica útil. El apéndice puede variar
de longitud de menos de 1cm a más de 30 cm, en promedio de 6 a 9 cm de longitud, el
apéndice está suspendido por su propio mesenterio llamado mesoapéndice a 3 cm por
debajo de la válvula ileocecal. La relación de la base del apéndice con el ciego permanece
constante, en tanto que la punta puede encontrarse en posición retrocecal, postileal,
preileal, pélvica, subcecal, o paracecal y de forma menos común, las presentaciónes
subhepática, mesocelíaca, inguinal y en cuadrante inferior izquierdo.
El apéndice por estar ligado al ciego sigue a este en todas sus posiciones. El apéndice
puede adquirir una posición normal en fosa ilíaca derecha, pero otras veces puede
encontrarse en la región lumbar derecha delante del riñón o debajo del hígado (posición
alta), otras veces puede localizarse en la cavidad pelviana (posición baja) y muy raras
veces en la fosa ilíaca izquierda (posición ectópica).
La inervación proviene del plexo celiaco por intermedio del plexo mesentérico superior. Los
filetes nerviosos siguen a las arterias, alrededor de las cuales forman plexos densos.
Terminan en los planos musculares del ciego y del apéndice vermiforme en un plexo
intramural que funciona como centro motor ileocecal autónomo.
Las paredes del apéndice vermiforme tienen la misma estructura que el conjunto del
intestino grueso, pero se encuentran en la túnica submucosa del apéndice vermiforme
importantes formaciones linfoideas, constituyendo verdaderos folículos linfoides que
forman un aparato de defensa contra la infección. En todo caso, este aparato es a menudo
defectuoso si se juzga por la frecuencia de la apendicitis. Durante muchos años el
apéndice se consideró de forma errónea como un órgano vestigial sin funciones conocidas,
actualmente se conoce que el apéndice es un órgano inmunitario que participa de forma
activa en la secreción de inmunoglobulinas en particular inmunoglobulina A (IgA). A pesar
de que el apéndice pertenece al sistema de tejido linfoide asociado a intestino (TLAI), no
es esencial su función y la apendicetomía no se acompaña de ninguna predisposición a
sepsis o cualquier otra manifestación o alteración inmunitaria. El tejido linfoide aparece por
primera vez en el apéndice posterior a las 2 semanas del nacimiento. La cantidad de tejido
linfoide aumenta durante toda la pubertad, permanece constante durante la siguiente
década y a continuación comienza a disminuir con la edad.
INCIDENCIA
ETIOLOGÍA Y ETIOPATOGENIA
Existe una secuencia predicible de acontecimientos que conduce a la rotura final del
apéndice, la obstrucción proximal de la luz apendicular provoca una obstrucción en asa
cerrada y la continuación de la secreción normal por parte de la mucosa apendicular da
lugar a una rápida distención, la capacidad luminal del apéndice normal es de solo 0,1 ml,
la distención del apéndice estimula las terminaciones nerviosas de fibras viscerales
aferentes de estiramiento y causa dolor vago, sordo y difuso en el abdomen medio o
epigastrio bajo. Asimismo, se estimula el peristaltismo por la distención súbita, de tal
manera que al inicio del curso de la apendicitis pueden superponerse algunos cólicos al
dolor visceral.
La mucosa del apéndice al igual que la del tubo digestivo, es susceptible a un deterioro del
riego y en consecuencia se altera temprano su integridad en el proceso, lo que promueve
la invasión bacteriana. Conforme la distensión avanza se afecta primero el retorno venoso
y luego el flujo de entrada arteriolar, afectándose principalmente el área con la irrigación
más deficiente desarrollándose así infartos elipsoidales en el borde antimesentérico. Al
progresar todos estos procesos de distensión, invasión bacteriana, alteración del riego y el
infarto, predisponen a que ocurra la perforación del apéndice, por lo general en las aéreas
infartadas en el borde antimesentérico.
BACTERIOLOGÍA
La flora del apéndice es similar a la flora del colon normal. Las bacterias que se cultivan en
los casos de apendicitis son por consiguiente similares a las identificadas en otras
infecciones del colon. Los principales microorganismos aislados en el apéndice normal,
una apendicitis aguda y una apendicitis perforada son Escherichia coli y Bacteroides
fragilis. No obstante puede haber una amplia variedad de bacterias y micobacterias
facultativas y anaerobias, por lo que se considera una infección polimicrobiana y los
antibióticos suelen ser de amplio espectro, la cual en los casos de apendicitis aguda no
perforada se administra por 24 a 48 horas, si se trata de una apendicitis perforada se
administra por un lapso de 7 a 10 días, hasta que la cuenta blanca se normalice y el
paciente no tenga fiebre por un lapso de 24 horas.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
DIAGNOSTICO
Manifestaciones clínicas
Exploración física
En lo que respecta a la exploración física, el estado general suele ser bueno, aunque en
fases avanzadas suele deteriorarse, y el enfermo habitualmente está quieto, evitando
movimientos innecesarios. La temperatura suele alterarse a las 4-8 horas de haber iniciado
el cuadro, elevándose ligeramente en 37,5 y 38 grados. Hay que desconfiar del diagnóstico
de apendicitis cuando la fiebre preceda al dolor o la temperatura sea mayor de 39 grados
centígrados, sin contar con otros datos clínicos.
En las formas complicadas, hay fiebre y afección del estado general. En los casos de
abscesos o plastrón apendicular, puede palparse una masa con signos inflamatorios en la
fosa iliaca derecha. Cuando se presenta una peritonitis aguda difusa, el dolor es intenso,
generalizado y se acompaña de irritación peritoneal difusa. El estado general está más
deteriorado que en el absceso o plastrón apendicular, con riesgo mayor de shock séptico.
Hallazgos de laboratorio
Con frecuencia hay leucocitosis leve, que varía de 10000 a 18000 por milímetro cubico, en
sujetos con apendicitis aguda no complicada y muchas veces se acompaña de un
predominio moderado de polimorfonucleares; es raro que las cifras de leucocitos sea
mayor a 18000 en las apendicitis no complicadas. Cifras mayores de leucocitos orientan el
diagnostico hacia una apendicitis perforada con o sin absceso. Puede ser útil un análisis de
orina para descartar las vías urinarias como fuente de infección, aunque es posible que
existan varios glóbulos blancos o rojos por irritación uretral o vesical como resultado de un
apéndice inflamado.
Test de Alvarado
Radiología
Ecografía
En formas no complicadas la ecografía suele ser normal, aunque en algunos casos puede
visualizarse el apéndice aumentado de tamaño y engrosado. En fases evolucionadas
puede ser útil para la visualización de colecciones liquidas (abscesos) o masa inflamatoria
en fosa iliaca derecha (plastrón)
Es la prueba de imagen más útil, aunque solo debe de realizarse en casos dudosos por su
alto costo. La distensión apendicular con engrosamiento de la pared, así como la presencia
de colecciones pericecales, aire ectópico o fecalitos, orientan el diagnostico de apendicitis
aguda. La realización sistemática de una ecografía abdominal y la realización de una
tomografía computarizada helicoidal en los casos dudosos han disminuido de forma
importante el porcentaje de errores diagnósticos en la apendicitis aguda.
Estudios actuales discuten sobre si podría considerar el estudio de imagen de elección por
la rapidez y sensibilidad para el diagnóstico, pero es controvertido porque es muy costoso
y retrasa el diagnostico en pacientes donde la clínica es obvia. Otro tema es si se debe o
no usar contraste, no usar contraste es atractivo por varias razones: administrar contraste
oral consume tiempo valioso, el contrate no tiene un sabor agradable, puede ser aspirado
por pacientes que estén vomitando; el intravenoso tiene riesgo de inducir nefropatías y
reacciones alérgicas, y está contraindicado en pacientes con disminución de la función
renal.
La apendicitis aguda se puede confundir con cualquier proceso patológico que curse con
dolor abdominal agudo. En casos dudosos, es mejor intervenir para extirpar un apéndice
normal, que esperar a que el cuadro evolucione hacia una de las formas de apendicitis
complicada. Además, con frecuencia el error es intranscendente, ya que le proceso
responsable es igualmente tributario de cirugía (divertículo de Meckel, torsión del epiplón,
trompa u ovario). Los cuadros clínicos que plantean problemas de diagnóstico diferencial
con más frecuencia son los siguientes:
TRATAMIENTO
A pesar del advenimiento de modalidades diagnosticas más complicadas, no debe
minimizarse la importancia de la intervención quirúrgica temprana. Una vez que se decide
operar por posible apendicitis aguda, debe de prepararse al enfermo para quirófano. Es
necesario asegurar la hidratación adecuada, corregir las anormalidades electrolíticas y
abordar padecimientos cardiacos, pulmonares y renales preexistentes. Muchos estudios
clínicos demostraron la eficacia de los antibióticos preoperatorios para disminuir las
complicaciones infecciosas de la apendicitis. Casi todos los cirujanos administran de rutina
antibióticos a todos los pacientes con sospecha de apendicitis. Cuando se encuentra
apendicitis aguda simple, no tiene ningún beneficio prolongar la protección con antibióticos
después de 24 horas. Si se identifica apendicitis perforada o gangrenosa se continúan los
antibióticos hasta que el paciente no tenga fiebre y la cuenta de leucocitos sea normal. En
infecciones intraabdominales del tubo digestivo de gravedad leve a moderada, se
recomienda el tratamiento con un fármaco como cefoxitina, cefotetan o ticarcilina-ácido
clavulánico. En infecciones más graves está indicada la terapéutica con un fármaco único
mediante carbapenemicos, o terapéutica combinada con cefalosporinas de tercera
generación o aminoglucósidos, además de protección contra anaerobios con clindamicina
y metronidazol.
Para localizar el apéndice pueden utilizarse varias técnicas. Debido a que suele ser visible
el ciego dentro de la incisión, puede seguirse la convergencia de las tenias hasta la base
del apéndice. Un movimiento de barrido desde afuera hacia la línea media contribuye a
llevar la punta del apéndice al campo quirúrgico. Una vez identificada el apéndice, se
diseca con el corte del mesoapéndice, con cuidado de ligar con seguridad la arteria
apendicular.
El muñón del apéndice puede tratarse mediante ligadura simple o ligadura e inversión con
una sutura en bolsa de tabaco o en Z. En tanto sea viable con claridad el muñón y no esté
afectada la base del ciego por el proceso inflamatorio, es posible ligar el muñón con un
material no absorbible. Con frecuencia se oblitera el mucocele. Se irriga la cavidad
peritoneal y se cierra la herida por planos. Cuando se encuentra una perforación o
gangrena en adultos, deben dejarse abiertos la piel y tejido subcutáneo y permitir que
cicatricen por segunda intención o cerrarse cuatro a cinco días más tarde con un cierra
primario tardío.
COMPLICACIONES POSTOPERATORIAS
Suelen presentarse en las apendicitis complicadas con perforación y evolución a plastrón,
absceso o peritonitis aguda difusa, siendo raras en las apendicitis no evolucionadas.
Complicaciones precoces
Se consideran precoces aquellas que ocurren en los treinta días tras la intervención. La
más frecuente es la infección de la herida abdominal, que ocurre a los 4 o 7 días de la
intervención quirúrgica y se manifiesta por fiebre, dolor, calor y rubor en la herida
quirúrgica, y otras veces solo aparece fiebre y dolor en la herida quirúrgica; su tratamiento
es la retirada de los puntos, drenaje del absceso y dejar que la herida cierre por segunda
intención.
Hay que contar además con el íleo paralitico, principalmente en las apendicitis
complicadas, pues precisar prolongar la reposición hidroelectrolítica endovenosa, colocar
una sonda nasogástrica si presenta vómitos y descartar una obstrucción mecánica
secundaria a adherencias que precise una intervención quirúrgica.
La fistula cecal es una complicación poco frecuente que ocurre en las apendicitis con
afectación de la base apendicular, con un cierra del muñón sobre tejidos inflamados.
La pileflebitis portal es una complicación rara y grave, que se suele presentar tanto el
preoperatorio como en el postoperatorio en pacientes con apendicitis gangrenosa o
perforada; es producida habitualmente por E. coli, y se manifiesta por fiebre elevada,
escalofríos, malestar general, e ictericia, consecuencia de una septicemia del sistema
venoso portal y de abscesos hepáticos múltiples. Con utilización de antibióticos en el
preoperatorio y en el postoperatorio su incidencia es muy rara.
Complicaciones tardías
Ocurren después de treinta días tras la cirugía. Son fundamentalmente la eventración (que
es rara en la incisión de McBurney o en las transversas, y más frecuentes en las
laparotomías medias y pararrectales, existiendo con frecuencia el antecedente de infección
de la herida operatoria). Y la obstrucción mecánica producida por adherencias. Ambas son
muy raras cuando la apendicetomía se realiza por vía laparoscópica. La infertilidad por
obstrucción de la trompas es otra de la complicaciones que se debe de tener en cuenta,
sobre todo en las apendicitis perforadas.
BIBLIOGRAFÍA