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Pocos libros en los últimos años han alcanzado la difusión de Inteligencia Emocional, publicado por
Daniel Goleman en 1995. Ha sido traducido a 30 idiomas, ha permanecido en la lista de “best sellers” del
New York Times durante año y medio, y en la actualidad hay más de 4.000.000 de ejemplares en el
mundo. En algunos países como Taiwán, Brasil, Chile y Alemania están entre los libros más vendidos de
todos los tiempos entre los ejecutivos de empresas.
Para muchos Inteligencia Emocional era la obra de un desconocido. Sin embargo este éxito editorial
era el hito más importante de una larga carrera profesional como periodista científico y escritor. Realizó
en Harvard sus estudios de post-grado: Master y Doctorado en psicología clínica y desarrollo de la
personalidad. Fue en esta época, durante los años 70, cuando inició su relación con David McClelland,
director de su tesis doctoral, y Richard Boyatzis, que tanta importancia habrían de tener en la gestación
de su obra acerca de la inteligencia emocional. Su interés por el mundo académico y científico, en un
lado de la balanza, y sus excelentes dotes de comunicador en el otro lado, le hicieron dudar, al principio
de su carrera entre caminos alternativos. Finalmente, pudo más el tirón de los medios de comunicación,
y después de un corto periodo como profesor en Harvard, inició una larga trayectoria como editor,
redactor y escritor de temas científicos relacionados con el comportamiento humano.
En 1998 publica lo que pronto se convertiría en un nuevo “best seller”: La Práctica de la Inteligencia
Emocional. El arrollador éxito del primer libro de inteligencia emocional había sorprendido al mismo
Goleman. Él esperaba despertar el interés de la comunidad educativa, pero nunca sospechó la
extraordinaria acogida que iba a obtener en el sector empresarial. Comenzó a recibir invitaciones de
empresas de todo el mundo para dar conferencias y proporcionar asesoramiento. Para responder a esta
inesperada demanda, Goleman recogió, en un nuevo libro, la abundante evidencia acerca de qué es lo
que verdaderamente explica el éxito en el trabajo. Y transmite con convicción sus conclusiones más
importantes:
El verdadero diferencial es la inteligencia emocional, que se revela, tanto a nivel individual como
colectivo, como el ingrediente fundamental de la competitividad. Aunque los conocimientos, la
experiencia y el CI (cociente intelectual) tengan su importancia como requisitos umbral, son las
competencias emocionales (“capacidades adquiridas basadas en la inteligencia emocional, que dan
lugar a un desempeño profesional excelente) los factores que determinan los resultados superiores en el
puesto. Cuanto más complejo sea el trabajo, mayor es la importancia de la inteligencia emocional. Y es
en la cúpula de la pirámide organizativa donde la relación entre inteligencia emocional de los líderes y
resultados de la empresa es verdaderamente espectacular.
Las competencias emocionales se agrupan en conjuntos, cada uno de los cuales está basado en una
de las 5 dimensiones de la inteligencia emocional: conciencia de uno mismo, motivación, autocontrol,
empatía y capacidad de relación. En su libro identifica un total de 25 competencias emocionales. La
actuación “estelar” no requiere sobresalir en todas ellas, pero sí es necesario demostrar un amplio
abanico de capacidades que nos permita alcanzar un “punto crítico”.
Las personas pueden, con el enfoque adecuado, desarrollar su inteligencia emocional, y para ello es
importante buscar un equilibrio entre las 5 dimensiones. La mejora de la inteligencia emocional es
posible desde la niñez hasta la edad de la jubilación. Cuando ocurre de forma natural, nos referimos a
un proceso de maduración, porque, en el fondo, madura es la persona emocionalmente inteligente,
parafraseando a Goleman, la persona con “capacidad de reconocer sus propios sentimientos y los de los
demás, de motivarse y controlar sus emociones y de relacionarse eficientemente”.
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DCG De la O Consulting Group
Inteligencia Emocional: qué hay de nuevo
Goleman construye su proposición de inteligencia emocional sobre los hallazgos científicos de tres
investigadores principales, David McClelland, Howard Gardner y Joseph LeDoux., incorporando las
aportaciones de muchos otros científicos como Peter Salovey y Mihalyi Csikzentmihalyi. Y ahí radica su
genialidad, en encontrar la conexión entre líneas de investigación que no habían sido relacionadas
anteriormente, en revelar las implicaciones prácticas para el gran público y la comunidad empresarial, y
en transmitir el mensaje con un lenguaje universal.
David McClelland, profesor de psicología de la Universidad de Harvard había comenzado en los años 60
a estudiar qué es lo que determina el éxito profesional. En su artículo de 1973 Testing for Competence
rather than Intelligence (Medir la competencia, en vez de la inteligencia) aseguraba que las calificaciones
escolares, los conocimientos académicos y el cociente intelectual (CI) no predicen el buen desempeño.
Para encontrar qué es lo que nos garantizará los buenos resultados en el puesto, McClelland sugiere
comprobar qué “competencias” o características personales ponen en juego las personas con
desempeño superior. Fue este el arranque de todo un nuevo enfoque -gestión por competencias- que
durante el resto de siglo se ha desarrollado y extendido extraordinariamente, primero con los trabajos de
McBer, empresa fundada por McClelland para mejorar el ajuste al puesto y la motivación y el
desempeño de las personas en las organizaciones, y posteriormente, tras la integración de McBer en
Hay Group en los años 80, con el trabajo del equipo de Hay/McBer en todo el mundo.
McClelland, que se mantuvo activo como investigador y como “alma mater” de McBer hasta su muerte
en 1998, comprendió el tremendo poder de integración y comunicación de Goleman y, ante la
publicación de La Práctica de la Inteligencia Emocional, le abrió la puerta del extenso caudal de
experiencias y evidencia científica que sus discípulos y colaboradores habían acumulado durante más
de 30 años.
Howard Gardner, psicólogo de la Harvard School of Education, publica en 1983 Frames of Mind, un libro
pionero que va a dar al traste con el dominio que la teoría del CI había mantenido desde los tiempos de
la Primera Guerra Mundial. Durante décadas las premisas aceptadas en el mundo de la educación
acerca de la inteligencia habían pivotado en torno al concepto de CI: “existe una forma monolítica de
inteligencia que puede medirse con sencillos tests de papel y lápiz”, “el éxito en la vida depende de lo
inteligente que eres”, “la gente nace con un determinado grado de inteligencia y nada se puede hacer
para cambiarlo”.
Goleman recoge el guante, y hace de los nuevos conocimientos de la neurofisiología del cerebro un pilar
básico en la teoría de inteligencia emocional. Y específicamente utiliza los hallazgos sobre la amígdala
para llamar la atención sobre uno de sus conceptos más populares: “el secuestro de la amígdala”:
aquellas ocasiones en las nuestros sistemas de alarma accionan la parte más rápida y primitiva del
cerebro, provocando una actuación inmediata con una fuerte carga emocional, que nos conduce
finalmente a una situación peor que la inicial. Es, por ejemplo cuando perdemos los estribos ante el fallo
de un colaborador, o reaccionamos violentamente cuando no obtenemos el servicio que esperábamos,
empeorando con nuestra respuesta la situación.
En 1990 Peter Salovey y John Mayer, basándose en las tesis de las inteligencias múltiples de Gardner,
definen inteligencia emocional en función de 5 dimensiones: conocimiento de las propias emociones,
autorregulación, motivación de uno mismo, comprensión de las emociones de los demás, y gestión de
las relaciones.
Con estas piezas, Goleman completa un puzzle, definiendo y operativizando la inteligencia emocional.
Basándose en investigaciones recientes, reivindica la importancia de las emociones en la vida personal
y profesional y nos ayuda a convivir con la dualidad razón y emoción, mente y corazón. Pone de
manifiesto el papel de formas alternativas de inteligencia relegadas hasta ahora en el mundo de la
educación y del trabajo, donde los conocimientos y las aptitudes intelectuales han dominado durante
décadas. Y explica cómo el éxito profesional está ligado a un conjunto de dimensiones y competencias
emocionales que pueden ser desarrolladas a lo largo de la vida.
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DCG De la O Consulting Group
Los Cinco Componentes de la Inteligencia Emocional en la Práctica
Conciencia de uno
mismo Conciencia emocional: Reconocer las propias emociones y sus efectos.
Capacidad de reconocer y Valoración acertada de uno mismo: Conocer las propias fortalezas y
comprender nuestros debilidades.
propios estados de Confianza en uno mismo: Seguridad en la valoración que hacemos sobre
ánimo, sentimientos e nosotros mismos.
impulsos, así como sus
efectos en los demás.
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DCG De la O Consulting Group
¿Autoayuda o ventaja competitiva?
He visto La Práctica de la Inteligencia Emocional tanto en los despachos de los directores generales
como en el metro y el autobús; en los estantes de Autoayuda de las librerías y entre los libros
recomendados de la prensa económica. ¿Cuál es realmente el lugar de Goleman? Al final, será el
mercado el que dará la respuesta. La capacidad de Goleman de llegar al gran público con un mensaje
positivo y motivador está ya fuera de toda duda: su proposición de que el éxito en la vida depende, en su
mayor medida, de la inteligencia emocional, y de que ésta se pueden desarrollar, ha sido de uno de los
mensajes más ampliamente difundidos en este final de siglo. El impacto real que Goleman finalmente
tendrá en el mundo empresarial es más incierto. Aunque ya tenemos algunas realidades:
Con sus dos últimos libros Goleman ha hecho comprender a muchos directivos lo que durante 30
años ha intentado transmitir, con un éxito más limitado, el enfoque de gestión por competencias: que
la clave de los resultados en el trabajo no está tanto en los conocimientos o el CI del ocupante, en la
configuración del puesto, o en la tecnología utilizada, sino en la forma de actuar de la persona. Y por
tanto, la inversión en sistemas de selección, promoción, gestión del desempeño y retribución que
propicien ese modo de actuar propio de los que tienen un rendimiento superior, es una importante
fuente de ventaja competitiva.
Con su trabajo conjunto con Boyatzis y a través de las instituciones que ha fundado o dirige, ha
comenzado a revolucionar el campo de la formación empresarial. Ha ayudado a entender por qué la
formación tradicional tantas veces no funciona y hace inútiles inversiones millonarias. Ha convencido
a muchos directivos de que las competencias emocionales se pueden mejorar y ha hecho
comprender a numerosas empresas qué y cómo desarrollar para obtener un máximo de retorno
sobre la inversión formativa.
En el siempre candente debate acerca de qué se requiere para ser un líder, ha recogido los
hallazgos de la investigación acumulada y a partir de ella ha proporcionado una nueva visión de
What Makes a Leader, (qué es lo que hace a un líder), en su reciente artículo (1998) de la Harvard
Business Review. Defiende que los líderes efectivos tienen un punto en común: su alto grado de
inteligencia emocional. Profundiza en cómo los líderes efectivos utilizan cinco 5 dimensiones clave
(autoconocimiento, auto-regulación, motivación, empatía y habilidad social) para obtener resultados,
y finalmente asegura que la inteligencia emocional de los líderes puede desarrollarse, aunque se
necesita para ello buenas dosis de tiempo y compromiso personal.
Por último, ha dejado la puerta abierta para avanzar en el conocimiento y la gestión de equipos y
organizaciones emocionalmente inteligentes, el asunto de su próximo libro.
Al inicio del nuevo milenio, en plena era digital, las organizaciones, que afrontan los retos de la
globalización, la renovación tecnológica y la cada vez más compleja gestión de la información y el
conocimiento, necesitan nuevos enfoques que ayuden a redefinir el papel de las personas y sus reglas
de juego en este nuevo contexto. Goleman sugiere un nuevo paradigma de gestión de uno mismo y de
las personas en la empresa que puede ser clave en un mundo sin fronteras, sin jerarquías tradicionales,
sin certezas y con un vasto horizonte de posibilidades.
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DCG De la O Consulting Group
DIALOGOS INTERNOS
La Terapia Cognitiva muestra que nuestras emociones son condicionadas por nuestros
pensamientos, nuestros juicios, nuestras evaluaciones o nuestras interpretaciones.
Estos juicios se forman a lo largo de un interminable diálogo que cada persona mantiene consigo misma,
tiñendo su experiencia con estas interpretaciones de su mundo privado. Este diálogo interno ha sido
descrito como un torrente de ideas, imágenes y pensamientos que fluyen en la mente sin que nunca se
detengan.
El escritor Carlos Castaneda lo dijo bellamente: “El mundo es tal, y así o asá, solamente porque nos
decimos a nosotros mismos la manera como es. Tú te hablas a ti mismo. Tú no eres el único. Cada
uno de nosotros los hace. Nosotros llevamos a cabo un lenguaje interno. En realidad, sostenemos
nuestro mundo con el lenguaje interno”.
Hasta hace algunos años, no se le había prestado suficiente atención a este fenómeno. Sin embargo, la
psicología moderna ha enfatizado que la naturaleza y contenido de este hablarse a sí mismo es
fundamental para identificar, predecir y también modificar emociones y conductas.
Ahora, el problema se nos presenta cuando estas verbalizaciones internas han tomado un curso
disfuncional e inadecuado a través de toda una vida por el individuo, pasando ya a ser inherente al
sustrato básico de su personalidad. Y por esta razón no es de extrañar que la persona considere estos
pensamientos como “muy naturales y obvios”, sin tener adecuada conciencia, al mismo tiempo, del
contenido y la naturaleza de ellos.
Sin embargo, pueden llegar a ser tan fuertes y nocivos que son capaces de generar emociones intensas
de miedo, rabia o tristeza.
Los terapeutas cognitivos los han llamado: “Pensamientos Automáticos” (Beck), o definiéndolos
técnicamente como: “La forma como se viven los pensamientos, como reflejos automáticos e irreflexivos,
sin que sean producto de un razonamiento, pero que para la persona son plausibles y válidos”.
Así, por ejemplo, un ejecutivo que buscaba trabajo y fue rechazado en uno de sus intentos, tuvo los
siguientes pensamientos que los condujeron a una depresión “soy incapaz de conseguir un trabajo.
Nunca nadie me va a contratar. Soy un fracaso. Mi familia va a sufrir la pobreza que viene por delante.
¿Qué voy a hacer?”. En ese momento la persona no reflexionaba si sus afirmaciones – o lo que se
decía a sí mismo – eran realistas o no.
Estos Pensamientos Automáticos Negativos tienen varias características (y es importante que usted las
conozca):
1) En primer lugar, tienden, como ya dijimos, a ser automáticos, es decir, surgen en forma
involuntaria e irreflexiva. Aparecen en su mente con gran facilidad, al punto de llegar a
inundarla.
2) Son irracionales y, por ende, irrealistas. Son conclusiones a las que llega la persona sin que
medie un proceso lógico o una aproximación a la realidad. Y mientras más lo experimenta, peor
se va sintiendo (más deprimido, más temeroso, más enojado, etc.)
3) Pero, aún así, estos pensamientos parecen razonables para quien los concibe; son aceptados
como correctos y lógicos (del modo: “está lloviendo; por lo tanto debo salir con paraguas”).
4) Además son difíciles de reprimir o de desviar. Parecen tener vida propia, por momentos son
obsesivos, intrusos, y me atrevo a catalogarlos como “convidados de piedra”.
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Cuando una persona, supongamos depresiva, los experimenta, los hace como una larga cadena de
pensamientos negativos acerca de sí misma, del medio y del futuro: “Ya no valgo nada. Todo lo que
hago está mal. Me piden cosas que no puedo cumplir. Hasta cuando tendré que soportar todo esto. Mi
vida no va a cambiar”, etc.
La persona se siente incapaz de poder controlar estos pensamientos; no puede dejar de pensar en ellos.
Si usted ha estado deprimido (o deprimida), probablemente los ha vivido; y se habrá dado cuenta de lo
difícil que le ha resultado contenerlos por siquiera escasos minutos.
Normalmente, a la persona que está sufriendo algún problema emocional le es difícil “darse cuenta” de
la existencia de los pensamientos que tiene. Por el contrario, tiende a centrarse en la emoción que está
padeciendo, y no es focalizada en la corriente de pensamientos e imágenes que en esos instantes pasa
por su mente.
Pero supongamos que usted logra percibirlos en forma acertada; en tal caso, se daría cuenta de que:
EL ABC
No debemos perder de vista que el estilo de pensamiento de las personas deprimidas son: “soy inferior”,
“no lo voy a conseguir”, “no puedo hacer nada para mejorar”, “soy un fracaso”. Todos esos
entrecomillados y muchos más que el que lee esto identificará en si mismo, lo podemos encontrar en lo
que pasamos a llamar Zona B y entonces comienza la explicación de lo que se llama el ABC de Albert
Ellis, que consiste en lo siguiente:
A- Adversidad o hecho
B- Creencia o pensamiento positivo o negativo
C- Consecuencia y “como me siento”
Normalmente se cree que el C se debe a A pero NO. Se debe siempre al B, o sea, a lo que nos
decimos del HECHO y ahí surgen las depresiones, las ansiedades e inclusive las fobias, cuando es B, o
sea, los pensamientos, son negativos, frustrantes, exagerados, etc.
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EJEMPLOS PARA IDENTIFICAR AL ABC
1.
A- Alguien en una reunión le frunce el ceño
B- Me digo: lo ha hecho a propósito para no verme o molestarme
C- Seguro no me soporta, nadie lo hace (depresión o malestar)
2.
A- Voy a cumplir 40
B- Me estoy haciendo viejo(a), no me queda tiempo para nada, no hice nada importante, voy a fallar
sexualmente
C- Angustia, depresión, me siento mal, no quiero ver amigos, cambio de pareja
3.
A- Ya tengo 35 años y no tengo pareja o no tengo hijos
B- Nadie se fija en mi, nunca voy a encontrar a la persona que me quiera, nunca voy a poder ser
padre o madre, nunca lograré estar en pareja como los demás.
C- Depresión, desaliento, rencor, envidia.
4.
A- Su mejor amigo(a) no responde a sus llamadas telefónicas
B- Piensa que no quiere hablar con usted
C- Se deprime por el resto del día, siente que ya no tiene amigos
5.
A- Su mejor amigo(a) no responde a sus llamadas telefónicas
B- Piensa que está muy ocupado(a) y que seguirá insistiendo hasta poder hablar con esa persona
C- Continúa con lo que tiene planeado en el día
6.
A- Tiene una pelea con su pareja
B- Piensa que nunca hace nada correctamente, que ya no se entienden
C- Se siente mal, depresión, fracaso
7.
A- Tiene una pelea con su pareja
B- Piensa que siempre se pueden aclarar las cosas
C- Piensa en conversar con su pareja y rever lo sucedido
En los 6 y 7 vemos como el B influye en el C para lograr evitar una depresión y tener una conducta de
acción, en base siempre al mismo.
Con estos y otros ejemplos que ustedes mismos imaginen o experimenten, queda claro que es el B
(pensamiento) el que provoca el C y no el A (hecho real, adversidad).
Por lo tanto, cambiando y descubriendo los B (pensamientos negativos que tenemos con respecto a
cualquier hecho, puede hacer que el C (consecuencia) no sea una depresión sino una conducta de
acción que no paralizará por más desagradable que sea el A (hecho, adversidad).
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REGISTRO ABC
Para descubrir el A, el B ó el C, o los tres en la vida diaria, es aconsejable llevar un diario ABC,
con propia vida.
Para hacerlo observe el diálogo permanente que se produce en su mente. No crean que es fácil pero no
es imposible, sólo hay que intentarlo las veces que sean necesarias hasta notar que lo lograron. O di
que pudieron descubrir ese diálogo permanente, muchas veces oculto para nosotros.
A- Describe el hecho
B- Describe los pensamientos
C- Describe lo que sintió y las consecuencias.
Esto durante más o menos una semana, depende de cuanto le lleve descubrir los ABC. Cuando haya
registrado todo, léalo con cuidado, trate de hallar el vínculo entre lo que haya leído y las consecuencias.
Lo que verá es que las explicaciones pesimistas o negativas ponen de relieve pasividad y desaliento, en
tanto las explicaciones optimistas o positivas dan energía.
Si modifica las creencias o pensamientos habituales (B) que siguen a los contratiempos, adversidades
(A), entonces habrá de cambiar su reacción frente a la adversidad obteniendo en C (consecuencias) una
mejor calidad de vida.
AUTOCONTROL EMOCIONAL
DEFINICION
El autocontrol emocional es la capacidad que nos permite controlar nuestras emociones y no que nos
controlen a nosotros, sacándonos la posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de
nuestra vida.
Nosotros somos los actores o hacedores de nuestra vida, ya que de las pequeñas y grandes elecciones,
depende nuestra existencia, tenemos la importante posibilidad de hacer feliz o no nuestras vidas a pesar
de los acontecimientos externos.
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Esos acontecimientos no son los que manejan nuestra vida, sino nosotros mismos como sujetos
manejamos nuestra felicidad dependiendo de la INTERPRETACION que hacemos de ellos.
Somos lo que pensamos y si aprendemos a controlar nuestros pensamientos también así podremos
controlar nuestras emociones.
Sentimiento lo podemos definir como una reacción física a un pensamiento. Si no tuviéramos cerebro
no sentiríamos, con algunas lesiones en el cerebro no se siente ni el dolor físico.
Todas las sensaciones llegan precedidas por un pensamiento y sin la función del cerebro no se puede
experimentar sensaciones.
Todos tenemos derecho a hacer, pensar y sentir lo que queramos, siempre y cuando no perjudiquemos
a nadie.
Hay muchas ideas irracionales o pensamientos distorsionados en nuestra sociedad que impiden el
autocontrol emocional y logran que nuestra vida no sea plena, que la disfrutemos con alegría.
Los sentimientos no son simples emociones que nos suceden, sino que son reacciones que
elegimos tener.
Si somos dueños de nuestras emociones, si las controlamos, no tendremos que escoger reacciones de
autoderrota.
SITUACION 1
Su esposa se ha ido de viaje nuevamente a un seminario por razones de trabajo con todos sus
compañeros y compañeras de oficina. Se han ido a una acogedora Hostería. A usted esto de que
incluya compañeros no la tiene muy contento, el seminario dura varios días por lo que usted habla con
ella cada noche. Usted trata de localizarla en el celular en cualquier momento, no siempre tiene éxito,
no siempre le contesta. Usted comenzó hace ratos a cabrearse, ese tipo de reuniones se prestan para
cualquier cosa. Por fin ella regresa a casa, muerta de cansada después de extenuantes días de trabajo.
Usted la recibe, realmente está muy cabreado pero decide disimular su enojo.
SITUACION 2
Usted se siente muy romántico, incluso excitado sexualmente (hace días que no pasa nada). La mira
enarca una ceja, se acerca a ella, comienza a besarla y la acaricia. Tiene ganas de seducirla. Ella no
responde como usted desea. Esto ya había pasado otras veces, y ahora refuerza lo que antes había
estado suponiendo.
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PENSAMIENTO TREMENDISTA
Ha! Justo lo que supuse, ya no se siente atraída hacia mí... ¿qué pasará?... ¿creerá que soy un mal
amante?... ¿qué pasará si ya no la satisfago?...que terrible, eso sería tremendo. Qué pasará si nuestra
relación se termina... ¿quién cuidará a los niños?... ¿y si me demanda?
¿Qué dirán mis amigos?...ahí va el que lo dejó su mujer, creerán que no soy capaz de mantener una
familia, se burlarán de mí.
Soy un fracasado (Trata de olvidar bebiendo), a lo mejor anda con otro de mejor pinta que yo.
PENSAMIENTO ABSOLUTISTA
Absolutismo consigo mismo (genera un sentimiento de culpa consigo mismo... “yo tendría” yo
debería”)
Qué injusticia, yo que he sido todo para ella, que se lo he dado todo. Ahhh YO TENDRIA que haberme
puesto firmes los pantalones, NO TENDRIA que haberle dado tanta libertad... TENDRIA que haberle
cortado a tiempo eso de trabajar, ahí fue donde le crecieron las alas. A lo mejor no he sido un buen
marido, tendría que haberla complacido más, YO TENDRIA QUE SER MAS MUSCULOSO.....
Absolutismo con los demás (no asume responsabilidad alguna sino el resto del mundo es el culpable.
“ella tendría” “ella debería”)
Ahora... ¿qué le pasa? Caray, cada vez que tengo ganas de hacer el amor con ella no demuestra el
menor interés, quizá nunca le gustó el sexo... vaya mojigata, necesito una mujer que se excite de
verdad, me enardece más. Pero ella es un trozo de carne. ¿Por qué me preocupo? A lo mejor es
frígida, es tan ñoña que no sabe como disfrutar del sexo. Bueno, ella se lo pierde... ELLA TENDRIA
que haberme sabido valorar, cuantas no quisieran un hombre como yo. ELLA DEBERIA ser más
consciente y comportarse como una señora y no como una cualquiera.
Qué pasa contigo esta vez...”Te duele la cabeza”. Eres una pesada, lo sabías. Yo te dejo irte y dejar a
la familia, al regreso me comporto amoroso, comienzo a “jugar contigo” y tú que haces????... te quedas
como una momia, le quitas las ganas al más pintado!!! ¿Qué te pasa? ...es que volviste tan cansada del
seminario???...tuviste muy mala estadía parece... ¿cuántos de tus compañeros “amiguitos” te quisieron
lanzar?... te llamé a la hostería y no te encontré ¿o es que bajaste al río?... seguramente bajaste sola,
dime la verdad ¿cómo lo pasaste en tu seminario?
Racionalización
Vaya, seguramente está cansada. A lo mejor yo la estoy presionando demasiado. Quizá hice algo mal.
Espero que no esté enfadada... el sexo no lo es todo, quizá se le pase pronto, a lo mejor hoy es su fecha
en que se enferma... mejor no le digo nada, no vaya a ser que se enoje de verdad, a lo mejor para ella
es normal que se sienta así...
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Comportamientos posibles si racionaliza:
Volverle la espalda, fingir que no pasa nada, darse una ducha de agua bien fría para refrescarse.
¿Qué es lo que pienso para sentirme demasiado inquieto, enojado, herido, inseguro?
¿Cuáles son las preferencias realistas que pueden sustituir mi pensamiento irracional?
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