Sie sind auf Seite 1von 14
MUJERES OMBRES EN EL MUNDO GLOBAL ANTROPOLOGIA FEMINISTA EN AMERICA LATINA Y ESPANA | Carmen Gregorio Gil | Martha Patricia Castafieda Salgado | coordinadoras ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD. APUNTES PARA. UNA REFLEXION FEMINISTA. INTRODUCCION La preocupacién por el espacio y la ciudad irrumpe con fuerza en las tiltimas dé cadas para ocupar un lugar privilegiado en las ciencias sociales. Algunos factores que desde mi perspectiva han contribuido a esta centralidad, son por un lado las discusiones que se abren a través del debate sobre lo local y lo global, y las formas en que se reestructuran las relaciones espacio-temporales donde la circulacién ace- lerada de mensajes que estén en todas partes y en ninguna a la vez, junto con la desterritorializacién de las relaciones y los procesos de producci6n, plantean una gran dificultad para definir la idea de espacio con la antigua concepcién que lo ligaba a lo estable y permanente en un mundo globalizado y a la ver fragmentado, En la antropologia, el francés Marc Augé ha sostenido la existencia de los “no lt: gares” que se caracterizan por la circulaci6n acelerada de personas y bienes, donde las transacciones ¢ interacciones se producen entre individuos anénimos, sin atri- butos sociales. Aeropuertos y centros comerciales son ejemplos privilegiados de “no lugares”. En oposicién los lugares antropolégicos tienen como rasgos principales ser identificatorios, relacionales ¢ hist6ricos, por ejemplo el plano de la casa, los barrios, los altares, las plazas piiblicas (més que la solidez del concepto, es relevante en tanto que contribuyé a problematizar la figura del espacio y su organizacion). Los individuos al posicionarse en este escenario sin territorios y sin grandes relatos, obligan a retrotraer la mirada hacia la produccién de sentido individual. ‘ Por otro lado, desde una perspectiva de género las preocupaciones geograficas y las referencias espaciales estin en la base de las nuevas reconceptualizaciones identitarias ubicando al espacio como escenario estratégico para pensar la alteri- dad, debido al reconocimiento de los dualismos presentes y profundamente inte- riorizados en las relaciones entre lo femenino y lo masculino, y sus consiguientes repercusiones en la construccién del espacio (Del Valle, 1997; Mc Dowell, 2000). Sumado a esto y producto de una fuerte influencia del posmodernismo, el énfasis para pensar las identidades de género se ha ido espacializando. En especial desde la geografia feminista la metafora de la posicién es utilizada para capturar tanto la multiplicidad como la fragmentacién de las identidades de clase, edad, nacionali- dad, etnicidad, etcétera. : * Universidad Auténoma Metropolitana-lztapalapa, [294] ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD En este contexto, a través de este trabajo me propongo desarrollar, en primer lugar, algunos itinerarios te6ricos que vinculan las categorias de género, espacio y lugar en el contexto tedrico de la antropologia. En segundo lugar me pregunto por la nocién de espacio en Ia teorizacién feminista, especialmente en sus relacio- nes con las identidades. En tercer lugar me interesa dibujar algunos horizontes y desafios que es posible delinear desde una reflexi6n situada en Latinoamérica, una lectura de algunos de los trabajos que toman el espacio como una categoria central de anilisis, pues las discusiones sobre el espacio y el lugar desde la mirada de gé- nero son posibles de ubicar en una producci6n transdisciplinaria, donde buscamos algunos ejes articuladores desde los cuales se han vinculado espacio y lugar para en- contrar contribuciones significativas. Finalmente me propongo algunas reflexiones que permiten cerrar la discusién puntualizando algunos aspectos que se orientan a Ja relevancia de la categoria de espacio y lugar en las reflexiones de la antropologia feminista, que de alguna forma nos permiten retomar algunas dimensiones basicas de Ia vida social, el tiempo y el espacio. EL ESPACIO Y EL LUGAR EN LA REFLEXION ANTROPOLOGICA Desde la antropologia diferentes datos etnograficos nos entregan elementos que muestran la existencia de comportamientos espaciales diferenciados entre hombres y mujeres. Podemos entender esta relacién entre el espacio y el comportamiento gracias al trabajo de construccién social que se hace sobre el cuerpo y sus movimien- tos, inscribiéndolos en el pensamiento, en el cuerpo y en la cotidianeidad de la ex- periencia. El orden masculino establece una division del mundo que se materializa mediante la localizacion de los cuerpos, y en la reglamentacién de las maneras de comportarse, posturas corporales, ritmos, que dibujan los territorios de movilidad y desplazamiento. La articulacién especifica entre el espacio, el género y el menor estatus de las mujeres, podemos encontrarla en diferentes evidencias etnograficas. En primer lugar, hace mas de 20 afios en los trabajos de Michelle Rosaldo y Sherry Ortner (1979). Estas autoras han aproximado la explicacién que ha derivado en una vision espacial de la diferencia sexual y que tiene que ver con la desvalorizaci6n universal de las mujeres y su posicién secundaria en las sociedades. Sostienen que las mujeres han sido identificadas simbélicamente con la naturaleza, en oposici6n a la cultura que se asocia con los hombres y lo masculino. Culturalmente las mujeres son consideradas més cercanas a la naturaleza que los hombres. La biologia y el cuerpo de las mujeres como procreadoras con sus respectivas funciones reproductivas y el contacto intimo con sus hijos durante la crianza y las tareas domésticas serdn la fuente del simbolismo naturaleza-cultura. La consecuencia inmediata sera la consideracin de que las mujeres estn subordina- das al poder de los hombres, ubicando sus actividades fundamentales de manera tal que el lugar de accién femenino sera el mundo doméstico y la familia; por el 296 pauia soro Ae contrario, los hombres sern duejios de la vida piiblica. “Aunque no todas las cultn. ras articulen una contraposici6n radical entre lo ptiblico y lo doméstico en cuanto tales, cuesta negar que lo doméstico esta simplemente subsumido en lo ptiblico? (Ortner, 1979: 121). Para estas autoras la oposicién naturaleza-cultura, mujeres-hombres, doméstico- ptiblico, son en si mismas construcciones histéricamente producidas por la actiyi. dad humana y se constituiran en categorfas clave para entender y explorar Ia situa: cin femenina y masculina. Si bien en diferentes sistemas sociales ¢ ideol6gicos se presentan con mayor 0 menor fuerza, este par conceptual nos proporciona una herramienta para conceptualizar las actividades de los sexos. El par conceptual pi blico-privado nos entrega un acercamiento topografico para explorar e identificar las fronteras de los sistemas de sexo-género, pues es una distincién que frecuente- mente se encuentra en diferentes contextos culturales y de manera semejante. La divisién sexual del trabajo es una parte integral de la division de género, debido a que mientras la vida de los hombres ocurre fuera de la casa, la alimentacién y el cuidado de los hijos ocurre dentro de ésta. En este tipo de sociedades existe frecuentemente una separacion entre hombres y mujeres dentro del hogar, de esta manera encontraremos referencias en que el es- pacio privado 0 doméstico tiene divisiones entre derecha e izquierda, lugares feme- ninos y masculinos, con la consiguiente mayor valoraci6n de los espacios masculinos. En segundo lugar, la frecuente separacién que ubica a las mujeres aparte de los hombres, espacialmente dentro de las formas de habitar de sociedades no oc- cidentales, es descrita y analizada en la Casa Cabil de Bourdieu (1991). Para él, la disposicién de los espacios se puede entender a través de un conjunto de oposicio- nes simbélicas homélogas, que se sostienen a través de la division sexual del trabajo y la consiguiente distribucién estricta de actividades para cada uno de lo sexos, de espacios y de tiempos, instrumentos y objetos. En este sentido la mayoria de las actividades asignadas que realizan las mujeres cabilefias, asi como los objetos que utilizan, pertenecen a la parte oscura de la casa, transporte de agua, lefia para la calefacci6n, cuidado del ganado. De manera que la estructura del espacio, con la oposici6n entre la parte baja, oscura y nocturna de la casa, se oponen a la parte alta, el interior y el exterior, como lo femenino a lo masculino. Estas oposiciones al mismo tiempo establecen diferencias entre la casa y el uni- verso. De la casa que es el universo de la mujer, el hombre est excluido, por lo menos durante el dia es sagrado y secreto, ocurre en la intimidad, oculto y oscuro. A diferencia de esto, el hombre esta afuera, en el universo exterior, en las labores del campo, en la asamblea, a plena luz del dia; la oposicién que se establece entre la casa de las mujeres y la asamblea de los hombres es una forma de marcar una division entre vida privada y vida publica. Un conjunto de oposiciones, que constru- yen un sistema simbélico, que se aplica a la estructura del espacio alto/bajo, luz/ sombra, seco/hiimedo, abierto/cerrado, asi también a los procesos que estructuran el tiempo noche/dia, mafiana/tarde, invierno/verano.! Las oposiciones que se establecen entre el mundo exterior ¢ interior de la casa, tienen sentido ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 297 Un universo organizado donde las diferencias sexuales estén integradas en un mas amplio conjunto de oposiciones, que se apoyan mutuamente, y que simbolie camente organizan el cosmos, ordenan el universo, y se apoyan en el juego de las transferencias précticas a los movimientos del cuerpo, los comportamientos y los actos. Matriz original de oposiciones que establecen limites, fronteras en la util zacion del cuerpo en determinados lugares, que en tiltima instancia reproduce la primacia de lo masculino. En tercer lugar Henrietta Moore (1996), en su trabajo sobre los marawett de Kenya, establece una estrecha relacion entre poder, espacio y conocimiento. Plan- tea que el anilisis sobre la organizaci6n del espacio puede ser considerado como un sistema de comunicacién o un sistema simbélico de cédigos andlogos al len- guaje. En este sentido el espacio doméstico, que es su principal objeto de estudio, es entendido como un texto, donde el movimiento y la accién pueden ser vistos e interpretados como un texto literario. Si bien hay diferentes formas que permiten sintetizar las relaciones entre espacio y tiempo entre los marawett, un eje importan- tisimo para definirlas es la relacion entre hombres y mujeres. La tesis central es que el significado no es inherente a la organizacién del espa- cio doméstico, por el contrario, para conocer dichas significaciones es necesario recurrir a la accion de actores sociales. El argumento se orienta a examinar cémo ciertas representaciones llegan a ser dominantes y como éstas son mantenidas. Ast “representaciones dominantes” € “interpretaciones dominantes se relacionan enla reproduccién de formaciones ideol6gicas; la identificacién de una interpretacion como més apropiada que otras, se considera como una dimensién y una funciona- lidad del poder politico. ie La repeticién cotidiana de actividades de la vida marawet es producida por conjunto de principios estructurales que s6lo se manifiestan en la préctica. La villa de Endo, al estar construida en Ia parte alta de una montafia, hace que los movi- mientos diarios desde el area residencial al campo se den en un proceso permanen- te de movimiento entre arriba y abajo. Esta division es atin mas complicada por el ‘uso del término tai, que significa derecha y también se refiere a aa idea de frente, y de let, que significa izquierda y también atras. Ambos, taiy le, son términos de orien- tacion y direcci6n, y se asocian a los movimientos del Sol, explicitamente vineulado alos hombres, en oposici6n a la Luna, simbélicamente asociada a las mujeres. Lo masculino se constituye en lo permanente, mientras lo femenino en lo imperma- nente, conformando asi una de las mas poderosas formas de generizar el espacio y el tiempo en el Valle de Endo. a ae La organizaci6n del espacio es el producto de pricticas representadas, dada la naturaleza de recursos y relaciones de poder en la vida marawet, esto significa que estan siempre abiertas a la negociacion y renegociacion. Esta es una visién del espa- cuando uno de los términos de esta relacion, la casa, est. a su vez dividido segiin los mismos principios que se oponen al otro término. Por ello es al mismo tiempo verdadero y falso que el mundo exterior, €t afuera el dia etc, se oponen alo interior, dentro y noche como lo masculino a lo femenino, por segundo término de este juego de oposiciones homologas se divide cada vez. en si mismo y st opuesto. 298 PAULA SOTO VILLAGRAN cio que toma cuenta de la forma en la cual éste es constitutivo a través de practicas de relaciones y significados sociales. En cuarto lugar, Shirley Ardener (1993) recoge un conjunto de articulos antro- polégicos, cuyo interés central es la relaci6n entre el género y el espacio, asi como la importancia de los arreglos espaciales en diferentes sociedades. La autora plantea que los grupos sociales han generado sus propias reglas de uso del espacio, los limi- tes, y las divisiones de la vida social dentro de esferas, niveles y territorios especificos que son determinados culturalmente. Plantea que las divisiones de espacio y las formaciones espaciales estan intimamente relacionadas, pero no en un sentido de causa y efecto sino que esta interdependencia podria ser pensada como “simultanei- dad”, asi el espacio refleja la organizacién social. Es importante la situacién de silenciamiento en la que existen grupos en situa- cin de “mutismo social”, es decir existirian en la sociedad grupos silenciados de- bido a que perciben y expresan de manera diferente la realidad en relacién con grupos dominantes que tienen la posibilidad de hablar y con ello de dominar; las mujeres constituyen un ejemplo de silenciamiento, donde su forma de ver la reali- dad y percepcién del mundo no tiene manera de expresién pues no puede mate- rializarse en los mismos términos masculinos dominantes. Estas estructuras domi- nantes impiden cualquier expresién de modelos alternativos, de manera que los dominados deben asumir las formas del grupo dominante. Por ello, para Shirley Ardener hombres y mujeres tienen diferentes visiones de la realidad. Los mapas sociales pueden revelar las relaciones estructurales que ordenan jerar- quias en otro orden de caracteristicas y sistemas de relaciones, como el parentesco, los cuales son frecuentemente elaborados pero no necesariamente realizados en el territorio sino por la ubicacién de sujetos en el espacio de las relaciones sociales. Los miembros de un grupo podrian ser dominantes en relacién con miembros de otro grupo, compartiendo con ellos un universo definido diferente; por ejemplo podriamos ver la relacién entre una esposa y su esposo, donde la mujer esta en situacién de mutismo, pero si luego mapeamos a esa misma mujer en sus relaciones con los hijos de manera de elaborar la figura completa del mapa familiar, ella se encuentra en una posicién dominante en relacién con ellos. De esta manera los mapas sociales son complejos cuando se agregan otras miiltiples dimensiones como la clase, la edad y otras. En quinto lugar, Daphne Spain (1992) trata explicitamente la relacién entre espacio, género y estatus, afirmando que la distribucién, uso y simbolizacin del espacio en una sociedad revela las construcciones de los sistemas de género. Para Spain, son precisamente estas construcciones las que reafirman la desigualdad en- tre hombres y mujeres, que se fundan en los sistemas de prestigio. El espacio seria entonces un reflejo de las diferencias sociales de género. En su libro Gendered Spaces, la autora propone que las diferencias de estatus entre hombres y mujeres crean ciertos tipos de espacios generizados que institucionalizan la segregaci6n espacial y refuerzan el poder y privilegio masculino. La segregacion espacial a lo largo de la historia esta ligada a los espacios en los que se transmite el conocimiento, sean éstos tecnolégicos © simbélicos; también Ja preparacién para ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 299 desarrollar tareas en el Ambito piblico es una de las principales explicaciones para Ia inferioridad de las mujeres. Advierte que la segregacién espacial ayuda a reforzar y en muchas ocasiones a profundizar la estratificacién genérica, por ello cualquier modificaci6n en los arre- glos espaciales por definicién altera los procesos sociales. El término “institucién espacial” define las fronteras y las barreras que existen para la adquisicién del cono- cimiento por parte de las mujeres; a través de estas instituciones se van asignando espacios generizados.* Asi también, designa contextos fisicos concretos en donde las actividades de hombres y mujeres ocurren. De esta manera, acciones que tienen que ver con las relaciones familiares ocurren en el hogar, acciones asociadas con la educacién se desenvuelven en la escuela, y la participacién en la fuerza de trabajo se ubica en el lugar de trabajo. Para Spain, los espacios masculinos contienen mayor valor porque se asocian al conocimiento en diferentes ambitos como la teologia, la ley, la medicina, mientras los espacios femeninos, como la casa, son desvalorizados porque llevan consigo el cuidado de los nifios, un conjunto de tareas que se organi- zan alrededor de la reproduccién. EL ESPACIO Y EL LUGAR EN LA REFLEXION FEMINISTA. En los tiltimos 10 afios dentro del feminismo se registra un viraje hacia una tenden- cia ms interpretativa: un mayor énfasis en los simbolos, significados y representa- ciones junto a la redefinicién del concepto de cultura (Geertz, 1991), suscitaron un movimiento que mostré ser especialmente seductor para las ciencias sociales y en particular para la investigacién feminista. Pero no cabe duda que sera con la influencia del postestructuralismo que la discusién de la identidad y la diferencia adquiera nuevos y provocativos desafios espaciales. Por un lado las identidades en general y particularmente las de género son concebidas como una construcci6n dis- cursiva 0 “juegos interpretativos” en términos de Richards (2005), y por otro con un, fuerte énfasis geografico al recurrir a miiltiples metaforas espaciales donde el yo se escenifica. Términos como posicionalidad, ubicacién, politica del lugar, comienzan a circular para mostrar cémo el lugar, un concepto de larga tradicion geografica, se encuentra articulado con la diferencia y la pertenencia de los sujetos. Sin embar- go, ha sido el pensamiento feminista el que ha debido conciliar creativamente la referencia material a las mujeres como un sujeto politico y por otro la critica que niega toda unidad categorial, en este caso “la mujer”, 0 de otro modo, tal como lo ha afirmado Nelly Richards, “el desafio que enfrenté el feminismo consistié en no renunciar a las luchas colectivas movilizadas por una politica de identidad que * La utilizaci6n del término “generizado” utilizado por Spain, se realiza en el sentido de lo planteado por Sandra Harding (1996), para quien decir que la vida social ast como la ciencia se encuentra gene rizada, significa que las culturas asignan un género tanto a fendmenos naturales o sociales como a las, personas. 300 PAULA SOTO VILLAGRAN requiere de una comunidad de referente y en saber, a la vez, ejercer una constante vigilancia te6rica y critica sobre el peso homogeneizador de la refundamentacién de un ‘nosotras’ absoluto que vuelve a cerrar la diferencia sobre si misma mediante una nueva totalizacion identitaria” (Richards, 2000). Retomo tres perspectivas te6ricas feministas para repensar las identidades en relaci6n con el espacio y el lugar: 1] Un punto de partida para entender la relacion entre el espacio y la identidad desde una perspectiva de género es el concepto de “politica de la ubicacién” de Adrienne Rich, del cual, si bien representa una posicién que se asocia al esen- cialismo, rescato su nocién de ubicacién a partir del cuerpo. Para esta autora, el cuerpo es la primera geografia, pues a partir de él se ubica a las personas: “fui ubicada por el color y el sexo con la misma certeza con la que era ubicada una nifia negra, aunque las implicaciones de la identidad blanca estaban disfra- zadas por el supuesto de que las personas blancas son el centro del universo... ubicarme en mi cuerpo significa [...] reconocer esta tez blanca, los lugares a los que me ha Ievado, asi como los lugares a los que no me ha permitido ir” (Rich, 1999: 37). Esta autora explicitamente sienta las bases para un andlisis de la ubicacién geografica como papel determinante en la constitucién de la identidad de género, agregando que las opresiones son miltiples y por lo tanto esas experiencias de ubicacién también, “incluso si parto de mi propio cuerpo €s necesario sefialar que desde un principio ese cuerpo tuvo més de una identi- dad” (ibid.) 2 Esta politica de la ubicaci6n nos sittia en el mapa y pone en un primer plano nuestras ubicaciones conscientes y posiciones estratégicas, en el entendido de “fronteras hist6ricas, geograficas, culturales, psiquicas y de la imaginacién que proporcionan el terreno de definicién politica y autodefinicion de las feminis- tas contempordneas” (Mohanty, 2002). 2] Elconcepto de posicionalidad de Linda Alcoff, En su propuesta teérica, “la mu- jer” ya no seria considerada como un conjunto de atributos sino como una po- sicién especifica, dejando la idea de un sujeto esencial, por el contrario emer- giendo en un contexto hist6rico en movimiento desde donde puede elegir qué hacer de esta posicién, cémo delinearse y cémo tansformar el contexto. Para Alcoff, el género es “ una interpretacién de nuestra historia dentro de una par- ticular constelaci6n discursiva, una historia en la que somos sujetos de y sujetos a la construcci6n social” (1989: 15). La posicionalidad incluiria dos puntos: “primero el concepto de mujer es un término relacional identificable dentro de un contexto (en constante movimiento); segundo que la posicién en que se encuentran las mujeres puede ser activamente utilizada (mas que trascendida) como un sitio para la construccién del significado, un lugar desde donde el sig- nificado se construye, no ya simplemente el lugar donde un significado puede ser descubierto (el significado de la feminidad)” (ibid). * Texto escrito el afio 1984, ESPAGIO, LUGAR E IDENTIDAD gor De acuerdo con lo anterior la posicién de las mujeres estaria definida por la situacién externa, relativa en una red de relaciones y elementos que incluyen las condiciones econémicas, instituciones, ideologias culturales, politicas, etc. Me parece titil esta concepcién acerca de la identidad debido a que tomar una posicién permite reconocer el momento histérico y abre la posibilidad de pen- sar que es posible alterar ese lugar. Esta idea de identidad de género no cons- tituiré una esencia inmutable contenida en un cuerpo de mujer 0 de hombre que remite a modelos estables de identidad, sino més bien hace referencia a la nocién de identidad construida en una trama de representaciones en el conti- nuo tiempo y espacio. 8] En el campo de la geografia feminista, Liz Bondi sitita la discusion en las politi- cas de la identidad. Esta autora afirma que el postestructuralismo se ha apoyado fuertemente en términos espaciales de referencia, y que la reconceptualizacion de la politica de la identidad efectivamente espacializa nuestra comprensién de categorias familiares de identidad como clase, nacionalidad, etnicidad y géne- ro. “En vez de tratarse de esencias irreductibles, estas categorias se convierten en posiciones que asumimos 0 que nos asignan” (Bondi, 1996: 33). Siguiendo a esta autora una consecuencia de la metéfora espacial es que la pregunta “quién soy?”, presente en algunas versiones de la politica de la iden- tidad, se convierte en “zdénde estoy?” De esta manera el lugar toma el papel de referente identitario. La metéfora de la posicién es utilizada para capturar tanto la multiplicidad como la fractura interna de las identidades, mientras que el concepto de sujeto nos recuerda que todavia operamos con narrativas de nuestra integridad personal (Bondi, 1996: 34). En esta légica, los lugares van configurando los comportamientos y las actitu- des, que en diferentes situaciones y Ambitos de significaci6n social se transfor- man en espacios con sentido, puesto que es alli donde es posible normativizar, legitimar e incluso moralizar el comportamiento. Por esto existir4 una plurali- dad de lugares desde los cuales un actor se ubica para hablar, actuar, pensar y vivir, proliferando los lugares en los cuales construye su identidad. Los significa- dos sociales no se presentan como un orden coherente y unitario. Al contrario, existen conflictos de poder y muchas veces son experimentados desigualmente dando origen a la reproduccién de normas, pero también a transgresiones'¢ innovaciones. Es decir, las categorias para pensar la identidad son tanto relacio- nales como espaciales ya sea privada, doméstica, personal, social y publica. En las propuestas de estas tres autoras, habria que alertar que el cuerpo asi como el lugar o la posicién de las politicas de la identidad, deben ser miradas con cuida- do, pues existe el riesgo de escencializar la discusi6n: “Si las referencias al ‘lugar’, Ia ‘posicién’ o la ‘ubicacién’ apelan de manera encubierta a esencias estables y fijas, habremos ganado menos de lo que suponemos” (Bondi, 1996). Por lo tanto, las metéforas geograficas en la politica contemporanea deben ser entendidas como concepciones del espacio que reconozcan que el cuerpo, el lugar, la posicion o la ubicacion son construidos socialmente. En términos identitarios esto significa un 302 PAULA SOTO VILLAGRAN aporte de gran relevancia, pues reconoce que existen categorias tanto relacionales como espaciales y de las acciones que alli acontecen, ya sea privadas, domésticas, personales, sociales o piiblicas. TOPOGRAFIAS LATINOAMERICANAS Posicionar estas discusiones en la antropologia latinoamericana es complejo. En primer lugar porque podemos afirmar que las discusiones sobre el espacio y el lugar desde la mirada de género son posibles de ubicar en una produccién deslocalizada disciplinariamente: la sociologia, arquitectura, geografia y antropologia principal- mente han hecho contribuciones significativas pero atin insuficientes. En segundo lugar debemos tener en cuenta que el estado de los estudios de la mujer y del géne- ro en la region, como sostiene Goldsmith (2000), pese a la proliferacién y creciente institucionalizaci6n en buena parte de las universidades, estén en una etapa de cor- te mas pragmitico. Si bien han sido un gran aporte, ha faltado la reflexion teérica sobre los procesos investigativos asi como respecto de la docencia. De lo anterior y de acuerdo con diferentes trabajos sobre el tema contintio con un trazado introductorio para entender las vinculaciones entre género y espacio, seguramente incompleto y subjetivo, pero que permite sugerir algunas problema. tiza n en el centro de las relaciones entre espacio urbano, ciones y desafios que esté cultura y poder: HABITAT POPULAR, PARTIGIPACION SOCIAL Y CIUDADANTA En esta linea de investigaci6n han tenido lugar numerosas investigaciones realiza- das principalmente por socidlogas y antropélogas. En principio se han orientado a buscar antecedentes que documenten la presencia y actuaci6n de las mujeres en espacios locales. Pese a que el territorio no fue una de las dimensiones analiticas principales, en diferentes paises de Latinoamérica bajo contextos de reestructu- racion econémica, transicién de gobiernos autoritarios a la democratizacion de las sociedades, se ha llegado a establecer la articulacién estrecha entre el espacio urbano y las relaciones de género. Alejandra Massolo (1992, 1994), en México, ha estudiado el rol protagénico de las mujeres de escasos recursos en las organizacio- nes sociales y particularmente dentro de movimientos sociales de caracter local que surgen de problemas concretos, como la defensa, apropiacién y dominio so- bre algtin terreno; igualmente se analizan las respuestas colectivas en el proceso de autoconstruccién de vivienda. En esta misma linea de argumentacién, Teresa Val dés y Marisa Weinstein (1993) realizan un interesante recorrido por los procesos de asociacionismo femenino, desde los origenes de la accion colectiva de mujeres en Chile. El quehacer de la diversidad de organizaciones de mujeres durante este ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 303 periodo comparte el anhelo de ciudadania en el sentido de utilizar la participacion como vehiculo para hacer escuchar su voz y demandar mejorias en su situacion de vida, familiar, laboral, barrial etc. Estas investigaciones en su conjunto han mostra: do cémo las generalizaciones que se hacen de “la mujer” tanto para situarla dentro 0 fuera, en lo pitblico o en lo privado estereotipan y reducen las posibilidades de conocer la movilidad de las mujeres en la urbe. La adscripcién social y cultural a los roles genéricos de madre-esposa-ama de casa result6 ser, paradéjicamente, tan restrictiva como permisiva, de tal suerte que el control y limitacién a la inmediatez espacial facilitaron el entrenamiento y activa participacién femenina en la gestion de los asuntos pitblicos cotidianos, en asociaciones vecinales y redes de solidaridad comunitaria, demostrando capacidad de influencia, liderazgo y eficacia politica (Massolo, 1996). En ambos resultados de investigacién se expresa la critica ala dicotomia paiblico- privado, pues la ocupacién temporal de las mujeres individual y colectivamente de los espacios piiblicos a través de manifestaciones politicas, el asociacionismo, la gestion comunal, las pricticas de participacién en organizaciones sociales que se vinculan al movimiento de mujeres, han permitido desdibujar los tajantes limites entre ambos espacios. Las criticas a la dicotomia piblico/privado, han tenido am- plias repercusiones en la teorizacién sobre los sistemas de género en la ciudad, es- tableciendo nuevas significaciones y referencias simbélicas dentro de ese contexto. LA VIDA COTIDIANA DE LAS MUJERES EN LA CIUDAD. Durante un largo periodo esta linea de trabajo se ha orientado a describir, cuanti- ficar y visibilizar las tareas que conforman el trabajo doméstico de mujeres urbanas y rurales; sin embargo, como sostiene Clara Salazar, en muchos de los estudios las autoras no definen en ningiin caso los mbitos territoriales en que se conereta la esfera del trabajo doméstico y por lo tanto en el que se desarrolla la cotidianeidad de las mujeres (Salazar, 1993). Por ello es necesario mirar no s6lo a la academia, sino también a la puesta en marcha de proyectos a nivel del desarrollo comunitario. que han contribuido a la construccién de conocimientos teéricos conceptuales so- bre la problematic de las discriminaciones y las diferencias de género en el habitat urbano en el contexto latinoamericano. La red Mujer y Habitat? ha desarrollado * Interesante ha sido también la investigacién de Tarrés (2002), quien contribuyé a visualizar el papel activo de las mujeres mexicanas de clase media en organizaciones vecinales, religiosas y deportivas, con lo cual integraba lo ideol6gico y la division sexual, en cuanto las mujeres mantienen el control en dife- rentes areas de los espacios cotidianos, considerando también las propias definiciones de las mujeres, se les reubica a las mujeres como sujetas sociales. i Na Red Mujer . Habitat de América Latina adsribe a la Coalicin Internacional del Hébitat (rte) en cuyo Consejo tiene representacién desde el aiio 1988. Las instinuciones miembros de Ia Red realizan experiencias tendientes a generar propuestas que promuevan la equidad de género en el marco de las, politicas, particularmente entre los gobiernos locales. Uno de sus principales proyectos a nivel latino- ™ PAULA SOTO VILLAGRAN un notable aporte investigativo relacionado con la distribucién de las mujeres en el espacio urbano, ha planteado que este tiltimo se presenta como el resultado de una sociedad sin diferenciacién entre hombres y mujeres, los hombres son la norma y de acuerdo con ellos se explican los funcionamientos espaciales dentro de la ciudad, Se concluye especificamente que las mujeres se desplazan mas a pie y en transporte piiblico que los hombres, también indican que la disociacion entre sus lugares de trabajo y el hogar implican para ellas dobles desplazamientos y hasta triples jornadas para cumplir con sus tareas en el espacio ptiblico y en el privado, agregando que en un dia laboral, la poblacién femenina tiene la mitad del tiempo libre respecto a los varones, quienes trabajan dos horas menos que ellas en promedio, y en un dia no laboral, las mujeres trabajan el doble que ellos (Falii y Rainiero, 2002; Massolo, 2005). Otra linea de investigacién reciente relaciona los modos de vida periféricos con la experiencia de género en las grandes ciudades; se afirma que los modos de habitar menguados de las mujeres terminan siendo constitutivos de la condicién identidad de género (Lindén, 2006). Desde una mirada geografica resulta altamen- te significativo cémo la autora argumenta que una de las caracteristicas del modo de habitar periférico resulta de la exclusi6n de la complejidad urbana, la que supone una exclusién en el acceso a paisajes urbanos (exclusion visual), a la diversidad de otredades, a la multiplicidad de encuentros y experiencias propias de la vida urbana. Esto evidentemente enfrenta a barreras simbélicas que terminan siendo los mecanis- mos mis sutiles pero més efectivos para demarcar el espacio urbano. MUJERES... 'NTRE ESPACIOS DEL MIEDO Y ESPACIOS DE LA VIOLENCIA El incremento del temor en América Latina ha cobrado importancia como tema de investigacion y accion en las ciudades en los iiltimos aiios. Existe consenso respecto de que dicha situacién tiene componentes de género especificos, ya que los temo- res de hombres y mujeres son claramente diferenciables. Sin embargo, es bueno distinguir niveles diferentes en las interpretaciones que se hacen sobre el fenéme- no. Siguiendo a Lindén (2008) el miedo es una emocién provocada por la con- ciencia de un peligro que nos amenaza, por ello se podria decir que la violencia se ejerce, mientras el miedo se siente. Hay diferentes estudios que documentan cémo a relacién subjetiva de las mujeres con su entorno, va modelando una concepcién de la vida urbana relacionada con el miedo. De esta forma los espacios exteriores, las calles, se convierten en sinénimo de peligro, hostilidad, que incluso conviene evitar; en el caso de las mujeres peruanas, por ejemplo, el miedo se localiza en “asentamientos precarios y areas de borde social, zonas de fractura fisica (vias de ferrocarril, puentes, accesos a barrios) y vacios urbanos (terrenos baldios y otros sin mantenimiento ni infraestructura). americano es “Ciudades seguras para las mujeres’, en ejecucién en Chile, Perd, Bolivia, Guatemala y México, entre otros paises. ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD Bo Las caracteristicas fisico-territoriales de los espacios mas riesgosos son la falta de iluminacién, el exceso de follaje, la falta de mantenimiento, las calles estrechas y sin salidas, la avenida de circunvalacién en zonas despobladas (Maccasi, 2005). Pero también es posible ubicar amenazas del género masculino principalmente en. Jas calles. Estas amenazas van desde un silbido, un piropo, un acercamiento sexual, miradas hostiles, comportamientos corporales invasivos; cada una de ellas y todas en conjunto, son pruebas evidentes por un lado de la demostracién del dominio masculino de la calle en el dia a dia, y por otro, para las mujeres, de una percepeién. de amenaza y por lo tanto de sentirse no acogidas en el espacio puiblico o la percep- cién de ser cuerpos fuera de lugar (Soto, 2006). Con todo, una de las principales consecuencias en la experiencia urbana de las mujeres latinoamericanas tiene que ver con las dificultades para disfrutar plenamente de las ciudades, especialmente de las actividades nocturnas, de recreacién y(o) de trabajo. Ello se traduce en el empobrecimiento de las relaciones sociales y en la automarginacién respecto de los espacios de protagonismo y disfrute personal y social. (Laub, 2007). Una espacialidad diferente pero vinculada con el mismo fendmeno es Ia vio- lencia doméstica, aquella violencia que ocurre en la invisibilidad de las paredes de la casa. En especial en estos tiltimos aiios los paises latinoamericanos han sido golpeados fuertemente por el fenémeno denominado “feminicidio”.* evidenciar la intrinseca relaci6n entre espacio/territorios y practicas sociales es fundamental, pues los fenémenos sociales no estén fuera del espacio, ni del tiempo, ni del géne- ro, y es necesario también mencionar ni de la raza, ni de la edad: de esta forma el espacio simbélica y geogrdficamente reubica el cuerpo como un espacio de violen- cia. Las relaciones con la pobreza, el narcotrafico, la trata de personas, la violencia intrafamiliar, y sobre todo sus vinculos espaciales, aumentan en algunos lugares 0 marcan especificidades. Quizd donde mayor trabajo investigativo se ha desarrollado sobre estos vinculos es Ciudad Juarez (Chihuahua, México); sin embargo, la proble- matica aumenta y atin no se esclarece. MIGRAGION, FRONTERAS FISICAS Y SIMBOLICAS Si bien la migraci6n femenina constituye uno de los campos relativamente mas con- solidados dentro de los estudios sociodemograficos, se pueden distinguir algunas lineas de investigacién en relacién con: : La trayectoria seguida en el caso de los flujos migratorios femeninos como in- 6 De acuerdo con la antrop6loga mexicana Marcela Lagarde, los feminicidios son crimenes de odio contra las mujeres, crimenes mis6ginos acunados por una enorme tolerancia social y estatal ante Ta vio- lencia genérica. Esa perversidad esté alentada por la impunidad; al feminicidio contribuyen de manera criminal el silencio, la omisi6n, la negligencia y la colusién de autoridades encargadas de prevenir y erradicar esos crimenes. Hay feminicidio cuando el Estado no da garantias a las mujeres y no les crea condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa y en los espacios de trabajo, de transito o de esparcimiento, 306 PAULA SOTO VILLAGRAN herentes a las transformaciones més globales propias del desarrollo, hasta el es fuerzo por documentar la heterogeneidad de los movimientos en que se insertan las mujeres, el impacto diferencial de estos procesos con respecto a las relacio- nes de subordinacién/autonomfa femenina y el caracter procesual de la relacion migracién-género en su interaccién dindmica con otras variables sociales. Nuevas dimensiones adquiere la migracién femenina intrarregional que muestra una fe- minizacién del fenémeno migratorio. Estudios de caso interesantes realizados en Sudamérica, muestran cémo la migraci6n peruana a Chile, o boliviana a Argentina, es ampliamente dominada por mujeres que se insertan en el trabajo doméstico, segmentando el mercado laboral y donde la estigmatizacién de las peruanas como trabajadoras domésticas por parte de la poblacién local dificulta atin mas sus po- sibilidades de acceso a otros tipos de empleo (Stefoni, 2003). Sin embargo, como Jo menciona Ariza, “los andlisis sobre migraci6n descansan en esquemas interpre- tativos excesivamente economicistas ¢ instrumentales que dificultan visualizar las interrelaciones entre la migracién y otros procesos sociales relevantes. Si bien la perspectiva de género ha logrado ampliar las dimensiones analiticas implicadas en el estudio de la relacién migracién-género” (Ariza, 1999). Se observa cémo en este campo se han puesto en marcha escasos estudios para indagar en la valoracién de los aspectos subjetivos, simbélicos y socioculturales de diferentes dimensiones del proceso migratorio y su impacto sobre la condicién de género. El anilisis literario de practicas autobiograficas de mujeres es un excelente ejem- plo de lo que nos ofrecen los escritos mestizos y bilingiies de escritoras chicanas, centroamericanas y latinas en general para pensar las fronteras y los procesos iden- titarios. Textos como Borderlands/La Frontera (1987), Este puente. Mi espalda (1981), muestran historias de identidad construidas desde la dispersi6n, los desplazamien- tos y experiencias multilocales o pertenencias miltiples. Despliegan una politica de la localizacién, donde la especificidad del yo se encuentra en conocimientos y posiciones situadas en la interseccién entre dos culturas, entre dos territorios, se genera una escritura y una narrativa que toma la didspora’ y lo “hibrido”’ como lugar de produccién, reconocen el lugar de la historia, la cultura y la lengua en la construccién de la subjetividad y de la identidad, modificando las ideas sobre la identidad como narrativas unitarias sobre la etnia, la naci6n y el género. El cuerpo en este contexto se convierte en espacio de afirmaci6n y confrontaci6n, como un es- pacio de memoria de cicatrices, de huellas coloniales, un espacio de inestabilidad, ruptura y transgresion. Por otro lado y desde una mirada mas geografica también se han iniciado algu- nas aproximaciones que intentan vincular la imagen genérica de las ciudades fron- terizas; por ejemplo la relacién de la imagen de Tijuana con lo femenino a partir * La didspora en el sentido de una historia de dispersién, mitos/memorias de la tierra natal, alinea- cién en el pais que los recibe, deseo del regreso, apoyo sostenido a la tierra natal, identidad colectiva definida. (Clifford, 2000). * *Procesos socioculturales en los que estructuras 0 practicas discretas, que existian en forma separa da, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y priicticas” (1989: 11) ESPACIO, LUGAR E IDENTIDAD 307 del trabajo de investigacién de Silvia Lépez (1998) “Women, urban life and city images”. Reconociendo la complejidad de los escenarios actuales, y cruzando varios campos como los estudios culturales, los estudios subalternos, los estudios queer, la critica literaria, hay preocupaciones por analizar el transito de los movimientos sociales en espacios transnacionales como puentes para pensar las tensiones entre cultura y poder; asf aparecen estudios sobre las formas de representacién cultural y la generacién de movimientos sociales en las fronteras norte y sur de México, desde los zapatistas hasta las lecturas chicanas, que han puesto especial énfasis en los lugares de enunciacién, las marcas hist6ricas y geoculturales de esta produccion (Belausteguiagoitia, 2005). PARA TERMINAR El género en tanto que construccién simbélica de la diferencia sexual ha sido fun- damental en la configuracién de espacios especificamente para uno y otro sexo. Hablar de espacio es plantear la necesidad humana de sociabilidad tanto de indivi- duos como de grupos, pues entendemos que el espacio es una referencia identitaria que permite a los sujetos construir relaciones sociales y a través de la multiplicidad de éstas, conformar la trama social donde se juega su ubicacién y movilidad en el mapa social. Sostengo que es en el espacio donde se actualizan insertan las nociones cultu- rales de género, que se concretan en actividades, practicas, y conductas realizadas cotidianamente, que estan estrechamente ligadas con una concepcién de mundo y con la construccién subjetiva del sujeto. El género entonces se erigira como ele- mento que se espacializa, la metafora de la posicién (Bondi, 1996); para entender la identidad de género ayuda a captar la multiplicidad de imaginarios que se constru- yen sobre lo femenino y lo masculino y sus coordenadas espacio-temporales. Por ello espacio-tiempo es una referencia obligada al hablar de los procesos identitarios, vitales en la construccién de la realidad subjetiva, que se elabora en relacién dialéctica con la sociedad; en definitiva estamos en estrecha relacién con nuestras practicas, el significado colectivo que ellas adquieren y las coordenadas temporales y espaciales en las que se desarrollan. Los grupos y los individuos nece- sitan permanentemente pensar su identidad y establecer elementos que simbolicen su experiencia identitaria compartida durante el proceso identificatorio especifico. En este recorrido el tratamiento del espacio es vital BIBLIOGRAFIA Alcoff, Linda (1989), “Feminismo cultural versus posestructuralismo: la crisis de la identidad en la teorfa feminista”, Buenos Aires, Feminaria, afio Ml, nim. 4, Argentina, pp. 39-48. 308 PAULA SOTO VILLAGRAN Anderson, Jeanine (1991), “Estrategias de Sobrevivencia revisitadas”, en Marfa del Carmen _ Feijoo ¢ Hilda Maria Herzer, Las mujeres y la vida de las ciudades, Buenos Aires, Instituto Internacional del Medio Ambiente 1ED-América Latina/Grupo Editor Latinoamericano, pp. 33-62. Anzaldtta, Gloria (1987), Borderlands/La frontera: The new mestiza, San Francisco, Spinsters/ Aunt Lute. Ariza, M. (2000), Ya no soy la que dejé atrés. Mujeres migrantes en Repiiblica Dominicana, México, Instituto de Investigaci6n Sociales UNAM/Plaza y Valdés. Ardener, Shirley (1993), Women and space, ground rules and social maps, Berg Publishers, Oxford. Augé, M. (1998), Los no lugares. Espacias del anonimato, Una antropologia de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa. Barret, M., A. Phillips (coord.), Desestabilizar la teoria, México, PUEG/Paidés. Belausteguigoitia, M. (ed.) (2005), “Fronteras y cruces: cartografia de escenarios culturales latinoamericanos”, México, PUEG/Universidad Nacional Auténoma de México. Bondi, Liz (1992), “Gender symbols and urban landscape”, Progress in Human Geography, 16(2): 157-170. —— (1996), “Ubicar las politicas de la identidad”, Debate Feminista, aiio 7, vol. 14, México, pp. 14-88. Bourdieu, Pierre (1991), El sentido practico, Madrid, Taurus. Del Valle, Teresa (1997), Andamios para una Nueva Ciudad. Lecturas desde la Antropologéa, Ma- drid, Catedra. Fala, Ana y Liliana Rainiero (2002), Ciudad y vida cotidiana, Asimetrias en el uso del tiempo y del espacio, Cordoba, Unifem. Feijo6, Maria del Carmen e Hilda Maria Herzer, Las mujeres y la vida de las ciudades, Buenos Aires, Instituto Internacional del Medio Ambiente 11ED-América Latina/Grupo Editor La- tinoamericano, Geertz, Clifford (1991), La interpretacién de las culturas, Barcelona, Gedisa. Goldsmith, Mary (1999), “Feminismo e investigacién social. Nadando en aguas revueltas”, en Debates en torno a una metodologia feminista, México, UAM-Xochimilco. Klahn, N. (2005), “(Re) mapeos literarios: desplazamientos autobiograficos de escritoras chi- canas”, en M. Belausteguigoitia (ed.), Fronteras y cruces: cartografia de escenarios culturales latinoamericanos, México, PUEG/UNAM. Laub, Claudia, “Violencia urbana, violencia de género y politicas de seguridad ciudadana”, en A. Falii y O. Segovia (eds.) (2007), Ciudades para convivir sin violencia hacia las mujeres Santiago, Red Mujer y Habitat Chile/Unifem-Oficina Regional Brasil y Cono Sur del fon- do de desarrollo de las naciones unidas para la mujer/AECID-Agencia Espaiiola de Coope- racién Internacional para el Desarrollo. Lindén, Alicia (2008), “Violencia/miedo: espacialidades y ciudad”, Casa del Tiempo, 4: 8-14. Lopez, S. (1998), “Imagenes genéricas de la ciudad: mujeres y vida urbana en Tijuana”, en Cultura y territorio, identidades y modos de vida, México, RNIU. Macassi, I. (coord.) (2005), El miedo a la calle: la seguridad de las mujeres en la ciudad, Lima, Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan. Me Dowell, L. (2000), Género, identidad y lugar. Un estudio de las geografias feministas, Madrid, Citedra. Massolo, A. (1992a), Mujeres y ciudades. Participacién social, vivienda y vida cotidiana, México, El Colegio de México. (1994b), Los medios y los modos. Participacién politica y accién colectiva de las mujeres, Mé- xico, El Colegio de México. Massolo, A. (2005c), “Género y seguridad ciudadana: el papel y reto de los gobiernos loca- ESPAGIO, LUGAR E IDENTIDAD 309 les”, seminario permanente sobre violencia, El Salvador, PNUD. Monarrez, Julia (2000), “La cultura del feminicidio en Ciudad Judrez, 1993-1999”, Frontera Norte, 12: 87-107, enerojunio. Mohanty, Chandra (2002), “Encuentros feministas: situar la politica de la experiencia”, en Henrietta Moore (1991a), Aniropologia y feminismo, Madrid, Catedra. (1996b), Space, text, and gender an anthropological study of Marakwet, Nueva York, The Guildford Press. ; Moraga, Chery, (1987), Este puente mi espalda, San Francisco, Ism Press. Ortner, Sherry (1979), “Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respec- to ala cultura?”, en Antropologia y feminismo, Madrid, Anagrama. Rich, Adrianne, (2000), “Apuntes para una politica de la ubicaci6n”, en Otramente, Lectura y escritura feministas, México, PUEG/FCE. ; ’ : Richard, Nelly (2005), “Globalizaci6n académica, estudios culturales y critica latinoamerica- na”, en Daniel Mato (ed.), Cultura, politica y sociedad perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, CLACSO. : _ ' Salazar, Clara (1999), Espacio y vida cotidiana en la ciudad de México, México, El Colegio de México. Soto, Paula (2006), Précticas, significados ¢ imagenes genéricas de la ciudad. Mujeres y espacios urbanos en la ciudad de Concepcién, VII Regién-Chile tesis para obtener el grado de doctora en ciencias antropol6gicas, México, Universidad Aut6noma Metropolitana, Unidad Izta- alapa. spain, apine (1992), Gendered spaces, The University of North Carolina Press, Stefoni, Carolina (2003), "Mujeres inmigrantes peruanas en Chile”, Papeles de Poblacién, julio- septiembre, niimero 38, Universidad Aut6noma del Estado de México. il Valdés, Teresa (1991), Venid benditas de mi padre. Las pobladoras, las rutinas y sus suerias, San- tiago, FLACSO. ( Valdés, Teresa y M. Weinstein (1998), Mujeres que sueiian. Las onganizaciones de pobladoras en Chile: 1973-1989, Santiago, FLACSO. er" CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GENERO: ALGUNOS NUEVOS INTERROGANTES ANA RODRIGUEZ RUANO* E] objetivo de este trabajo sera realizar una aportaci6n reflexiva que se centrara en los trabajos de cuidados a personas en situaciones mtiltiples de dependencia, Trataré la revision y problematizacién de los propios conceptos de cuidados y de- pendencia para, una vez establecida una propuesta de definicién, concluir con el planteamiento de una serie de interrogantes que afectan de manera transversal a la forma en que se aborda el tema. Lo que pretende este acercamiento es realizar una reflexién, breve y acaso in- completa, sobre las formas en que considero que se deben abordar los cuidados, dado el estado actual de la cuestién, en cuanto a acercamientos tedricos, pero también en cuanto a condicionantes socioeconémicos que afectan a esta realidad. Echando una mirada a la situaci6n actual de la llamada “atencion a la dependen- cia”, deseo desvelar y rescatar interrogantes que atin aparecen sin respuesta(s), y Proponer temas y formas de abordaje que puedan servir de guia en el camino de la comprensién de este hecho social fundamental. Se trata por lo tanto, de un tema que interesa no s6lo en su peculiaridad en contextos mas concretos, como puede ser el americano, sino al conjunto de poblaciones que forman esto que tiltimamen- te se ha tenido a bien Hamar “aldea global”, y atin més en el marco generalizado de crisis en el que algunos estados se ven envueltos desde 2008. E interesa, precisa: mente, tanto por las interrelaciones que esos cuidados generan en el interior de un entorno particular, como por las relaciones transfronterizas y més globales que se crean en virtud de las estrategias de cuidados que se desarrolian.! CUIDADOS, TRABAJOS Y ESPACIOS Hablar de cuidados en nuestros contextos actuales supone, casi inevitablemente, hablar de hogar, puesto que continiia siendo una actividad asignada a este ambito. Entiendo el hogar desde una 6ptica antropolégica, como una unidad econémica en Universidad de Granada, * Al respecto habla Arlie Russel Hochschild (2001) cuando establece la existencia de las Cadenas mundiales de afecto, para referirse a la participacién, dentro de la panordmica de los cuidados, de mu- Jeres con distinta relacién con las personas atendidas, y en muchas ocasiones, de diverso origen. Estas ‘mujeres establecen ademas toda un red de cuidados a distancia en sus lugares de procedencia. [310] CUIDADOS, DEPENDENCIAS Y RELACIONES DE GENERO gir Ja cual sus miembros comparten y ponen en comin recursos de todo tipo, y de este modo se configura como un objeto de andlisis central, puesto que se trata de un espacio de reproducci6n intra ¢ intergeneracional, pero también de negociacién y conflicto constante, que conforma y define en gran medida los cambios producidos en un sistema sociocultural. Consecuentemente, mis intereses reflexivos se centran en las formas de prestaci6n de cuidados que se estén gestionando desde los hoga- res para dar respuesta a dichas necesidades, cada vez mas tangibles y candentes en nuestras sociedades, y por lo tanto imposibles de considerar como necesidades postergables u omisibles. La mirada antropolégica proporciona esa visién dinamica del hogar, pero ade- més, los aportes femninistas, partiendo de la concepci6n constructivista y critica de los modelos de género, proporcionan la legitimidad argumentativa para explicitar que el hogar encierra un enorme potencial para operar cambios en las relaciones de gé- nero, que pueden conducir a la consecucién de objetivos igualitarios, pero también al conwrario, conducir a la perpetuaci6n de la segregacion sexual, contribuyendo ala reproduccién de las peores condiciones de los modelos de género vigentes. Ademas permite ser conscientes de que las fronteras entre ese hogar y lo que ocurre fuera de élson flexibles, dinamicas, y que precisamente el trabajo y las actividades derivados de los cuidados atraviesan esas fronteras constantemente. Esta aportacién, desarro- llada por las revisiones a las teorfas de la produccién y la reproduccién, implica comprender que, situandonos en una linea imaginaria en la que el espacio privado absoluto fuera un polo (que corresponderia a lo que ocurre dentro del hogar), y el espacio piiblico absoluto fuera el otro (que entenderiamos como lo que ocurre en todo lo que es externo a ese hogar), existen infinitos de puntos intermedios que suponen diferentes implicaciones de uno y otro sector, pero que en todos los casos conllevan una participaci6n conjunta (en mayor menor grado) de ambos polos. Y es que lo que ocurre en lo pitblico afecta a lo privado, pero también viceversa. En el caso concreto que nos ocupa, las formas diferenciales de organizar el cuidado desde la cotidianidad de cada hogar, y las interrelaciones con otros agentes cuidadores que esas formas implican, van a revelar claves centrales para interpretar qué cambios materiales y simbélicos se estn dando en los modelos que operan en el sistema de género vigente, y qué elementos permanecen poco alterados. Del mismo modo que parto de que ambas esferas no son tales, sino que se trata de un continuum de articulaciones de relaciones de poder, basadas, entre otras va- riables, en el género, también me baso en una idea de trabajo que trasciende lo es- trictamente econémico, e incluye la produccién de bienes, creados con una inten- cionalidad y un fin determinados. En esta linea, tal y como afirma Comas (1995), considero trabajo como un “conjunto de actividades, relaciones sociales, saberes y representaciones que se ponen en contribucién para producir y distribuir bienes y servicios y para reproducir el proceso mismo por el que se crean y distribuyen tales bienes y servicios [...]. [Implica] organizaci6n, roles y normas, gasto de energia, es- fuerzo, uso de técnica, distribucién del tiempo, intercambios. [...] Pero trabajo no €s s6lo lo que hace la gente, incluye también relaciones sociales, que se concretan en contextos sociales especificos” (33, 34). 352 SOBRE LAS AUTORAS YEL AUTOR SUSANA ROSTAGNOL Doctora en antropologia. Investigadora y docente en la Universidad de la Reptiblica de Uru- guay. Integrante del Grupo Multidisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Hu- manidades y Ciencias de la Educaci6n. Sus lineas de investigaci6n giran en torno a género, cuerpo y sexualidad, en especial tematicas relativas a prostitucién, aborto, violencia contra las mujeres, derechos sexuales. Entre sus publicaciones destacan: * Historias en el silencio: prostitucién infantil y adolescente en Montevideo y drea metropolitana, UNICEF RUDA. © (2009), No era un gran amor, cuatro investigaciones sobre violencia doméstica, Uruguay, Ins- tituto Nacional de las Mujeres. + (2011), Consumidores de sexo. Un estudio sobre masculinidad y explotacién sexual comercial en Montevideo y Grea metropolitana, Montevideo, Naciones Unidas. ANAR. RUANO Diplomada en estudios avanzados en antropologia social, diplomada en trabajo social y ex: perta en género e igualdad de oportunidades. Socia y responsable de proyectos en Evidentis: Creative Social Approach, empresa consultora especializada en innovacién social. Integrante del grupo de investigacion: “Otras, Perspectivas feministas en investigacién social” de la Uni- versidad de Granada. Sus lineas de investigacién giran en torno a la diversidad funcional y su relacién con la autonomia-dependencia. Actualmente especializindose en el area de innovacién y disenio social. ASSUMPTA SABUCO CANTO Doctora en antropologia. Profesora asociada del departamento de antropologia social de la Universidad de Sevilla. Asesora de la delegacién de la mujer del Ayuntamiento de Sevilla. Sus Iineas de investigacion giran en torno a migraci6n y cambios de género, redes de prostitu- cidn, violencia de género. Entre sus publicaciones destaca: © (2005), “Las mujeres en la globalizaci6n: el nuevo trafico de alianzas y mercancias”, art: culo que obtuvo el Segundo Premio en el Concurso Internacional de Ensayos de Investi- gacién “Cultura y Transformaciones Sociales” de la Universidad de Caracas, Venezuela. PAULA SOTO Maestra y doctora en ciencias antropolégicas por la Universidad Autonoma Metropolitana (UAM), campus Iztapalapa, Realiz6 una estancia de investigaci6n posdoctoral en geografia humana en el Departamento de Sociologia de dicha Universidad. Actualmente es profesora- investigadora titular del Departamento de Sociologia de la Division de Ciencias Sociales y Humanidades en la UAM-Iztapalapa, donde participa en el area de investigacién “Espacio y Sociedad” y es docente en la licenciatura en geograffa humana. Su principal linea de investi- gacién es la geografia de género. Entre sus publicaciones destacan: * (2010), “Los giros de las geografias de género. Re-pensando las diferencias”, en Daniel Hiernaux y Alicia Lind6n (coord.), Los giros de la geografia humana. Horizontes y desafios, Barcelona, Anthropos-UAMA, pp. 249-280 * (2011), “La ciudad pensada, la ciudad vivida, la ciudad imaginada”, La Ventana, Centro de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara, ntim. $4, pp 7-38. * (2012), “EI miedo de las mujeres a la violencia en la ciudad de México. Una cuestin de justicia espacial” (2012), Revista INVI, 27(75): 145-169. INDICE PROLOGO Teresa del Valle Murga INTRODUCCION Martha Patricia Castaneda Salgado y Carmen Gregorio Gil PRIMERA PARTE TRAZANDO GENEALOGIAS ‘TENSIONES CREATIVAS EN EL ESTUDIO DE LOS DERECHOS HUMANOS: DE LAS MUJERES Virginia Maquieira D'Angelo TRAZANDO UNA GENEALOGIA DESDE LA CRITICA FEMINISTA EN EL CAMPO DE LAS MIGRACIONES TRANSNACIONALES Carmen Gregorio Gil LAS MUJERES YLA RITUALIDAD CATOLICA. APORTES DE LAS ANTROPOLOGAS. FEMINISTAS AL ESTUDIO DEL CAMPO RELIGIOSO Martha Patricia Castaneda Salgado IDENTIDADES LESBICAS Y CULTURA FEMINISTA. APUNTES DESDE LA ANTROPOLOGIA FEMINISTA. Angela Guadalupe Alfarache Lorenzo ‘TEORIAS POSCOLONIALES Y LECTURAS ANTROPOLOGICAS SOBRE FEMINISMOS, GENERO YMERCADO DEL SEXO EN BRASIL Adriana Piscitelli ‘TIRANDO DEL HILO: EJEMPLOS DE CRITICA FEMINISTA EN ANTROPOLOGIA Teresa del Valle Murga SEGUNDA PARTE LAS NUEVAS CARAS DE LA GLOBALIZACION LAS CUATRO S DEL TURISMO EN CUBA: SUN, SEA, SEX Y SAND Ana Aledzar Campos (3531 33 34 5° 77 93 115,

Das könnte Ihnen auch gefallen