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Pausa 24

Guía rápida para dramaturgos


cazadores de catástrofes
Rafael Spregelburd

Acepto con revulsiva timidez la cupaciones técnicas, en la esperanza


amable invitación de sumar mis re- sincera de que nadie las tome dema-
flexiones pálidas y obtusas a este siado en serio, ya que yo mismo
número de PAUSA. ¿Por qué con ti- tampoco logro hacerlo. Sé que hay
midez? Porque la naturaleza de las que dudar de las afirmaciones cate-
preguntas que esta edición plantea góricas, sobre todo si es uno mismo
está demasiado ligada a la esencia el que las formula.
(palabra horrenda) de mi escritura
de los últimos años. Me siento de Y es que desde hace unos años, los
pronto confrontado con principios erráticos designios de mi produc-
para mí tan elementales (¡y descon- ción dramatúrgica me han ido
fío tanto de lo elemental!), concep- arrancando del estudio de las obras
tos que he repetido tantas veces ante de teatro hacia la observación de la
mis alumnos y ante mí mismo (so- naturaleza. O por lo menos, de la
bre todo para ver si me convenzo de naturaleza tal como aparece en los
que existe un método en todo esto), libros. O por lo menos, tal como
que ahora me asalta un pudor enor- aparece en los libros que no creen

E=mc2
me. Pero como en estas cosas no en las explicaciones que dan los li-
hay disculpa que a nadie le importe bros sobre el funcionamiento de la
un pito, me he puesto a tratar de es- naturaleza. Es decir, los libros de fí-
bozar por escrito un ínfimo bosque- sica. Los de matemática y geome-
jo de algunas de mis recientes preo- tría. Los de química.

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De esa lectura (parcial, analfabeta y lacionaban las razones de cambio lleva a estar donde están, si es que la física newtoniana bien podría lla-
caótica) he vuelto una vez más con diversas fuerzas. (Y recordemos saben dónde están, o si es que pue- marse reduccionista. Para el reduc-
—atormentado— a la contemplación que drama es cambio, y por eso es den decir algo cierto sobre sí mis- cionista, la vida se comporta como
de la dramaturgia, para ver en esas pertinente preguntarnos por la natu- mos? ¿Qué es lo que ha envejecido un complejo reloj, pero éste puede
obras escritas previamente (sobre raleza de esas fuerzas que propician en Newton y en sus contemporáne- reducirse a partes mínimas. Y el
todo en los clásicos que han sobrevi- el cambio de las cosas.) os, y qué es lo que no?) funcionamiento de estas partes mí-
vido a modas y épocas diversas) al- nimas es estudiable, reducible a fór-
gunas cosas muy curiosas que no ha- Pronto los científicos de su época Resulta que también existe una cla- mulas. Claro que el reduccionismo
bía podido ver antes. decidieron servirse de ecuaciones se de ecuaciones muy diferentes, y enmascaraba las formas abruptas
diferenciales lineales. Se trata de los científicos del siglo XIX las co- del caos, relegando ciertas aparicio-
Hechas estas aclaraciones, entrego ecuaciones que permiten describir nocían vagamente. Se trata de las nes catastróficas de lo real a una
con todo desparpajo esta guía rápida fenómenos tan dispares como el tra- ecuaciones no lineales. Se aplican verdadera galería de monstruos, a la
e inexperta de preocupaciones fun- yecto de una bala, el crecimiento de específicamente a cosas disconti- que iban a parar todos estos cálcu-
damentales. He preferido no ocultar un árbol, la combustión, el funcio- nuas tales como las explosiones, las los irrealizables.
mi apasionada voluntad didáctica y namiento de una máquina o la resis- fisuras súbitas en los materiales, los
ruego se me disculpe el formato de tencia de un puente sobre un río, en vientos altísimos. El problema era El hechizo persistió hasta la década
«Manual del alumno bonaerense» los cuales pequeños cambios pro- que estas ecuaciones requerían téc- de 1970, cuando la aparición de las
con el que he preferido engalanar es- ducen pequeños efectos y los gran- nicas matemáticas y formas de in- computadoras de alta velocidad dio a
tas reflexiones. des efectos se obtienen mediante tuición que nadie conocía entonces. los científicos la herramienta para
la suma de muchos cambios pe- La conducta general de la no-linea- sondear el interior complejo de las
queños. (¿No es este modelo bas- lidad permaneció sumida en un aura ecuaciones no lineales. Así surge la
ORDEN Y CAOS tante similar a las explicaciones que de misterio. La mayoría de las si- ciencia de la turbulencia, o ciencia
Stanislavski da al actor sobre objeti- tuaciones críticas que estos científi- de la totalidad. O, mal llamada, «teo-
Para la ciencia, un fenómeno es orde- vo, objetivo parcial, superobjetivo, cos debían enfrentar se podía resol- ría del caos».
nado cuando sus movimientos pue- etc.? Y en todo caso, ¿no es ese mo- ver mediante «aproximaciones line-
den explicarse en un esquema de delo bastante ineficaz a la hora de ales». Las aproximaciones lineales No se trata para nada de una teoría el
causa y efecto, y este esquema se querer actuar una obra de, digamos, son una versión de las ecuaciones desorden, como las versiones más
puede representar en una ecuación Koltés, Beckett, o Pinter, donde diferenciales. Dependen de intuicio- populares pretenden hacer creer. Se
diferencial. Newton presentó la idea —según manifiesta el propio au- nes familiares y los ya probados y trata de una forma de comprender un
de lo diferencial, y allí están sus fa- tor— muchas veces los personajes confiables enlaces reduccionistas orden más complejo. Más parecido
mosas leyes del movimiento, que re- no pueden definir qué es lo que los entre causa y efecto. Y es que toda al funcionamiento de lo real.

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CAUSA Y EFECTO maturgia de la que hablamos cum- Como somos animales de razón, hay se esconde detrás de toda la cuestión
plió muy bien su papel: estabilizó una enorme fascinación por lo catas- es una pregunta un poco más extrate-
Por tanto, y dejando de lado el fun- una versión posible de la compleji- trófico. El efecto que parece carecer atral: ¿cuál es el espíritu del hombre
cionamiento de estos complejos cál- dad humana, y lo hizo merced a cier- de causas anima y excita nuestra ex- de nuestro tiempo, y por ende, cómo
culos, veamos algo muy sencillo: en tas fórmulas que —sin saberlo— he- pectación. Mientras que los enlaces debemos representarlo?
la raíz del reduccionismo hay una redaba de la concepción de mundo causales, cuando son tan simples
muy elemental intuición del funcio- que la física de su época le susurraba como para poder seguirlos, sólo nos ¿Sigue siendo trágica la representa-
namiento de causas y efectos. La al oído por las noches. sumen en el aburrimiento. ción que el hombre se hace de su fi-
causa antecede al efecto. Y punto. El nitud? Si para el hombre griego el
efecto es producto de la causa. Y Pero las cosas han cambiado, al me- La física de las ficciones narrativas espíritu humano era básicamente trá-
nada más. El reduccionismo tiene en nos en la manera en que la física ve occidentales está cambiando. gico (y por ello la tragedia podía po-
cuenta esta relación en el interior de al mundo. Claro que este discurso fí- ner en escena lo impensable, lo inde-
un sistema, pero no puede asumir la sico ya no nos susurra por las no- Si el paradigma clásico fue una vez cidible y el horror a lo innombrable),
fricción de otros sistemas circundan- ches; apenas balbucea, cuando pue- la tragedia (una forma estilizada de de Beckett a esta parte el espíritu del
tes que pueden afectar gravemente el de. Porque la complejidad de este decir algo sobre el destino del hom- hombre se ha vuelto al menos bási-
interior de ese sistema. sistema de demostraciones de la na- bre, un complejo causal en el que una camente ridículo, y no trágico. ¿Es el
turaleza de lo real es tan vasta que debilidad inherente al personaje lo teatro de Beckett análogo a la galería
La dramaturgia occidental ha sido muchas veces tiene la apariencia de arrastra en línea recta hacia su total de monstruos del pobre Newton?
también un lógico reflejo de ese un razonamiento que se salta las cau- destrucción), hoy podemos al menos
triunfo decimonónico de la razón por sas para llegar a los efectos. dudar de la veracidad con la que esta Si en algún lugar del pensamiento
sobre lo real: una simplificación para forma describe nuestra intuición del aristotélico y occidental se pensó que
estabilizar lo vivo. No podemos de- Y ésta es —precisamente— la defi- funcionamiento del mundo. las alternativas para representar lo
cir que haya estado mal. Tampoco nición más atinada de catástrofe. subyacente a una comunidad de sen-
podemos decir que el paradigma de tido eran dos (tragedia o comedia),
causa-efecto no sea correcto. Es, al Se trata de una cuestión de veloci- TRAGEDIA Y CATÁSTROFE ahora parece quedar claro al menos
menos, el paradigma de la razón. De dad. En la catástrofe, los sistemas que no sólo la tragedia es anacrónica
la misma manera que cualquier cien- causales giran a una velocidad tal El problema no es tanto tratar de de- (al menos como modelo formal), sino
tífico que desee adentrarse en el es- que los efectos parecen anteceder a finir cómo funciona la catástrofe en que mucho más anacrónica es la idea
tudio de estas complejas fórmulas las causas. Los hechos ocurren y términos estilísticos (lo cual la con- esquizoide de cierta bipolaridad re-
debe a su vez entender cómo funcio- —para el observador normal— son vertiría en una moda pasajera y for- duccionista: lo trágico versus lo có-
na el mundo newtoniano. Esta dra- el puro efecto, entierran sus causas. malista). La pregunta que realmente mico, que condena a los colores gri-

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ses a desparecer en favor de los blan- venciones que de su exactitud cientí- Su iconología plácida y pre-moderna «nuevo autor»! ¡Absolutamente im-
cos y los negros puros. fica. Por eso se transforma en una es, evidentemente, más instalable que posible!
suerte de credo. los paradigmas de las islas de Koch o
Ya nadie podría discutir en términos la curva de Peano. Pero ocurre algo más inquietante: los
científicos la relatividad de los cál- Un descubrimiento no sólo se hace buenos «viejos» autores suelen ser
culos newtonianos, reduccionistas, verdadero cuando se prueba su efica- Pero vamos a lo que nos interesa a también «nuevos autores». Ya sabe-
que rigieron gran parte de la historia cia, sino, sobre todo, cuando se lo re- nosotros, hacedores de nuevas fábu- mos de qué manera los clásicos
del pensamiento. La mal llamada laciona con una utilidad o una apa- las. En materia narrativa, los argu- (Chéjov, Shakespeare, Joyce, Beckett)
«teoría del caos», o mejor llamada riencia inmediata. Si me dijeran en mentos caóticos (que son, si me pre- lo son por haber roto algo que los pre-
«ciencia de la totalidad», ofrece, este momento que la Tierra no es re- guntan a mí, más verdaderos que la cedía, y si se hicieron populares, fue
como una Biblia de números y fór- donda, sino plana, y que descansa so- vieja fórmula introducción/nudo/ justamente por inaugurar algo, algo
mulas, tantas interpretaciones como bre un mar sostenido por cuatro ele- desenlace) generan más bien la nos- que no hubiera acaecido sin ellos.
se quiera, desde los intentos más fantes enormes, ¿cuántas pruebas re- talgia de ese paraíso perdido de
cientificistas y exactos, hasta los ales —es decir, al alcance de mi manzanas cayendo, antes que intro- ¿Qué nos queda a los autores con-
más new-age, frívolos y de marke- mano, aquí, en mi casa, y verificables ducirnos en un mundo legítimo con temporáneos? Ésta es una época que
ting. El problema es que los mode- por mi ojo— puedo yo presentar de sus propias reglas. Quiero decir: po- —a diferencia de aquellas épocas
los caóticos, y sus fabulosas y que no es así? Pocas. Ninguna. Creo demos ver la nueva historia, disfru- que podemos estudiar para comparar-
monstruosas invenciones con nom- que estamos en un momento de tran- tarla, etc., pero lo primero que ve- nos— celebra la novedad con exage-
bres, apellidos y alias (los fractales, sición, de cambio de pensamiento, y mos es su no-parecido con lo que rada pasión. E integra en una enorme
los cálculos iterativos, la geometría por ello una serie de descubrimientos estábamos acostumbrados a tomar «bolsa de novedades» algunos inten-
no euclidiana, los efectos mariposa, que podrían ser fácilmente demostra- por cierto. Por eso cada vez que al- tos serios (y por serios quiero decir
los solitones, etc.) no han logrado bles se nos presentan más bien como gún escritor incursiona en formas «lúdicos, erráticos e indagatorios»)
aún construir una imagen pregnante. un paquete oscuro e indefinible, don- menos aristotélicas, o menos newto- junto a meros formatos de moda, ar-
Una forma tan contundente (y men- de anidan todos los miedos y las fan- nianas (como yo prefiero llamarlas), tesanías repetitivas de algo que se
tirosa, si se quiere) como el círculo tasías ante lo desconocido, mientras no se lo condena (ya estamos gran- nos presenta como «mejor» por tener
o el cuadrado. Un susurro nocturno, sigue sin aparecer —con popularidad des para eso) pero sí se lo señala apariencia de «más moderno».
temible pero claro. y masiva aceptación— una forma como «el diferente». Toda particula-
que reduzca la experiencia a una ridad, todo «nuevo autor», parece Trataré de tomar un simple ejemplo
Es decir, la aceptación del funciona- imagen. ¡La manzana de Newton que partir de la acción de cuestionar el para procurar dejar algo sentado so-
miento caótico de las cosas depende cae del árbol es una imagen que co- modelo previo. Y el modelo previo bre la diferencia fundamental entre
más de la interiorización de sus con- hesiona un corpus de explicaciones! es añoso. ¡Es imposible no ser un (a) copiar un formato que está súbi-

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tamente de moda (y que los críticos fe, un tema fascinante. En él se pre- al efecto) produce una emoción tan ¿Qué decir del espectador? ¿Por qué
en su sempiterno llegar tarde catalo- sentan, además, la mayoría de las rara, tan singular, que esa supuesta se nos hace tan angustiante la escena
garán sencillamente de posmoderno) preguntas irrespondidas de las que identificación burguesa impregnada final de esta obra, que es —en reali-
y (b) indagar experimentalmente —ya depende el deseo humano. Que es un de conflictos que muy poco deberían dad— la primera escena en términos
que no hay otra forma— y como lo deseo de conocer. interesarle al teatro pasa a un mere- cronológicos, la fiesta en la que
haría un científico juguetón en la na- cido segundo plano. La maravillosa Jerry avanza por primera vez sobre
turaleza compleja de lo real. Siguiendo con mi ejemplo, me gus- habilidad de Pinter en esta obra radi- Emma, y ella lo deja hacer? ¿Es la
taría citar una obra ya clásica que me ca —para mí— en mostrar algo de la angustia producto de la fractura de
Veamos un poco. Contar una historia gusta mucho: Betrayal (Traición), de naturaleza feroz del tiempo, y la es- nuestros valores más o menos bur-
de atrás para adelante (por tomar un Harold Pinter. La obra cuenta sucin- candalosamente pobre velocidad de gueses? No. Es algo mucho más pro-
simple ejemplo que suele tentarnos a tamente la relación de Jerry con nuestra percepción, regida por el fundo, más radical. Es nuestro miedo
los escritores que no creemos en las Emma, la mujer de su mejor amigo, principio moralista occidental judeo- atávico a la disolución del mundo
líneas rectas) no significa —en sí y el doloroso y anestesiado pasaje cristiano según el cual las cosas como encadenamiento causal, enca-
misma— ninguna alteración impor- que ella hace del matrimonio al adul- avanzan hacia su final. He allí un pa- denamiento terrible pero razonable.
tante de los principios narrativos terio y finalmente a la soledad. El ar- radigma tan claro como el de la man-
newtonianos (reduccionistas). Es gumento no podría ser más burgués. zana de Newton, y probablemente no
más: sólo puede acelerar la aparición Los valores en juego (la fidelidad, menos falso, pero más instalado FICCIÓN Y FRICCIÓN
de la nostalgia de ese modelo perdi- los hijos, la amistad, la literatura como imagen subconsciente de una
do, ese paraíso del que nos han ex- burguesa, la industria editorial, etc.) comunidad de sentido que, por ejem- Y hay un problema mayor. La obra
pulsado. podrían parecer pálidos reflejos rea- plo, el paradigma de la entropía po- de arte no es una indagación científi-
listas de los conflictos de un grupo sitivista, o el gato de Schrödinger, ca. Para eso ya están las ciencias,
La clave está, necesariamente, en único de espectadores, la pequeña cuyo dueño osa formular una pre- con sus métodos de búsqueda de la
cuestionar la naturaleza del tiempo. burguesía, que se da cita en el teatro gunta tan hermosa como compleja: verdad. En el arte, la verdad aparece
Algo que, desde la aparición de la para verse reflejada. Pero no. Pinter ¿Qué es la vida? Es la misma pre- de manera muy distinta. Aparece
termodinámica a esta parte, debería narra la historia desde su final hasta gunta que invariablemente formulan como una representación proviso-
enseñarse en las escuelas de actua- su principio, y descubre mediante las buenas obras de arte. ria de la vida, como un modelo a
ción, mucho más que el Edipo o que este sencillo y tentador acto la natu- escala, que es verdadero (y por ende
Lorca. raleza anquilosada de nuestro pensa- Cuando Jerry descubre que Robert produce emoción, es decir, una res-
miento: la alteración del orden natu- sabía de su relación con su esposa, puesta psicológica no lexicalizable)
La naturaleza del tiempo es, a los ral entre causas y efectos (ya que por aunque no había dicho nada, el su- mientras dura su captación. Y es por
ojos de los científicos de la catástro- definición la causa precede siempre puesto traidor se siente traicionado. ello, por su enorme libertad de traba-

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jar con modelos falseados, y por su percibe, o en la naturaleza lingüística creaciones «realistas». Si mi percep- hay cuerpo vivo que responda a esta
enorme espíritu lúdico, que a veces del cerebro que «habla» de lo real. ción del tiempo es confusa (y es ob- forma. Es lo que llevó a Benoît
es el arte (o mejor dicho, el espíritu Por ello solemos desacreditar al rea- vio que la de todos lo es), ¿por qué Mandelbrot (que se aburría con la
creativo del hombre, ya que no el lismo, y en cambio señalar como creo que es más «real» el principio geometría tradicional) a descubrir la
constatativo) el que ilumina a la mis- ejemplo a seguir a las vanguardias de ordenamiento aristotélico de in- importancia de la geometría no eu-
mísima ciencia cuando a ésta se le (palabra excluyentemente ligada a troducción, nudo y desenlace? Si clidiana y a bautizar el fractal, una
han cerrado los caminos. los comienzos del siglo XX) que bus- miro la realidad, ¿no debería aceptar forma geométrica fabulosa. Y a des-
caban «desmantelar» la ilusión rea- que es más «realista» el modelo de cubrir la dimensión fractal de los ob-
El arte produce las imágenes que aún lista e indagar en la naturaleza com- obras que sólo poseen «nudo», por jetos que están vivos.
no tienen categorías verbales en una pleja pero real del azar (dadaístas), ejemplo? Hace tiempo que persigo
comunidad de sentido: por eso son de lo subconsciente (surrealistas), escribir una obra que sea puro nudo, Podemos releer los clásicos y descu-
justamente imagen y no idea. El arte del lenguaje (absurdistas), etc. Es fá- por ejemplo. Es un ejercicio fasci- brir que la pátina de cultura que se
inventa tanto los mensajes que pone cil, absolutamente fácil, criticar al nante. Y es una manera más honesta les ha pegado encima nos hace creer
al alcance del mundo como las gra- realismo y vincularlo más bien a una de dejar un testimonio de cómo veo cosas que no son. Por ejemplo, que
máticas que los transmiten. Y ésta es actitud «artesanal» (ya que no artísti- yo el mundo alrededor. Otelo es celoso. Lo hemos escucha-
la misión fundamental de la ficción. ca) de representación simbólica de do mil veces. Que Otelo es una obra
Tendemos a olvidarnos de cuán im- una única clase social, con sus alcan- Es decir: la paradoja radica en que sobre los celos, que el moro es celo-
portante es nuestra misión como cre- ces y limitaciones. Porque el realis- una observación más fina, más ac- so, que sus celos motorizan la trage-
adores de ficción, como reparquiza- mo (que es después de todo también tual, más interesada por los incipien- dia. Veamos con mayor atención.
dores del bosque oxigenante de lo un «ismo» y no una aparición verda- tes paradigmas complejos de la reali- Otelo no es un círculo, ni un cuadra-
que no ocurre en la realidad. deramente confiable de lo «real») dad debería conllevar obras más pa- do. Su dimensión no es tan sencilla.
funciona por mímesis. recidas a la vida. Más vitales. Más Las dimensiones nunca son sencillas
Y he aquí la paradoja que más me orgánicas. Por eso he dicho antes en los buenos artistas. Otelo, como
atrae: Muchas veces nos encontra- ¿Pero mímesis de qué? que algunos sostenemos que nues- obra, es un sistema de fricciones, de
mos sosteniendo que el teatro (como tras disparatadas ficciones son «rea- mundos en colisión, mundos Casio,
cualquier expresión artística) se inte- De lo ya conocido. listas»: intentos de captura de algo mundos Desdémona, mundos Otelo.
resa por la vida, por el funciona- de lo real, deshaciéndonos del viejo Y para interpretarlo hoy en día, de
miento de la vida, ya sea que pense- Quienes hemos estudiado los fenó- velo de lo real como construcción poco le servirá a un actor que lo en-
mos que ésta radica en la naturaleza menos caóticos, y la naturaleza com- moral de la burguesía. Los círculos y carne que el director le diga «quiero
compleja del tiempo, o en el comple- pleja (y a veces optimista) de la ca- los cuadrados de la geometría eucli- que me actúes los celos». Eso no se
jo psicológico del hombre que la tástrofe, solemos llamar a nuestras diana no existen en la realidad: no puede hacer. Porque además, Otelo

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no es celoso. Si lo fuera, la obra se- vital, de sistemas que —por estar vi- una de las saludables tendencias que Y que además, no es divertida. No
ría una pavada. Otelo es puesto ca- vos— son impredecibles, fascinan- yo veo últimamente en la dramatur- conozco un solo niño que se haya di-
tastróficamente en una situación de tes, y de una lógica compleja. Los gia (al menos en la dramaturgia ar- vertido jamás ante la visión de un
celos, que no es lo mismo. Algunos puentes son construidos con las le- gentina, que es la que más conozco) payaso.
aspectos de las grandes obras avan- yes de Newton, pero se caen por las es la superación de la falsa dicoto-
zan linealmente. Pero bajo esa super- leyes del caos. Las malas obras están mía a la que nos tenía reducidos el O pensemos, si no, en el cine: su re-
ficie, otros aspectos saltan a la velo- muertas, sin vida, sin organicidad, en fantasma del realismo. Quiero decir, curso —su gramática— ha sido
cidad abismal y seductora de la ca- el sentido que sólo aluden a símbo- nos aburren tanto los intentos de re- siempre el de la mímesis (un muerto
tástrofe. ¿Cómo explicar, si no, el los abstractos, a círculos y a cuadra- presentación realista de una clase so- en cine se parece mucho más a un
destino espantoso de Romeo y dos, pero no a seres vivos. cial determinada (la nuestra) como muerto de verdad, con sangre, agu-
Julieta? Podemos leer esta obra su aparente opuesto: los intentos jero y todo, que en el teatro), y difí-
como una tragedia, muy a la moda Me he permitido juguetear con estas desesperados de quebrar esa míme- cilmente aceptaríamos en cine las
de su época: el amor irrenunciable elementales observaciones sobre al- sis, obras de actores que —por no estilizaciones que parecen formar
que los jóvenes se tienen es el que gunos modelos clásicos porque su- abonar la idea «retrógrada» del rea- parte de la gramática de lo teatral.
los conducirá a la muerte. Pero yo pongo que todos les atribuimos ya lismo— se ponen narices rojas, o se Independientemente de la pregunta
sospecho que se trata de una reduc- descontada eficacia. Sin embargo, pintan de blanco, o usan máscaras de que sigue (¿cuál es esa gramática?)
ción newtoniana. El plan de Julieta ésta no es una preocupación central significación antropológica, o de au- y que prefiero dejar por ahora de
es perfecto: sólo falla porque la carta para mí —que no he montado jamás tores que se valen de jueguitos de lado, me gusta pensar por qué el
que le envía a Romeo (explicando un clásico, y que tengo poco interés palabras que simulan el absurdismo cine pudo, liberándose de hacerse
que ella no estará muerta en la cripta en hacerlo mientras tenga en mi ca- de aquellas hermosas, viejísimas cargo del peso de resolver el proble-
familiar sino sólo dormida y espe- beza una lamentablemente larga fila vanguardias. No creo que sea ya ne- ma de esa mímesis, aceptar la fanta-
rando) se extravía irremisiblemente. de obras aún por escribir—. Lo más cesario gastar energías en distanciar- sía —y la ficción pura, purísima—
¿Por qué se pierde esta carta que de- arduo es tratar de discutir con estos se de un modelo (el realista) que es como herramienta básica de su arte.
bía entregar Fray Lorenzo? Shakes- modelos clásicos, innegables y cer- en sí mismo ya una quimera, sobre Mientras, el teatro tiene aún muchas
peare sabe guardarse muy bien la canos. Sobre todo, con los más cer- todo si terminaremos desembarcan- deudas que pagar para aceptarse
respuesta. ¡Catástrofe! Lo maravillo- canos: Beckett, Pinter, Joyce, Koltés. do probablemente en otros modelos como un arte que se dedica a la na-
so de algunas de estas obras geniales Todos ellos le han hecho algo al tea- miméticos tanto o más deleznables, rración de lo que no ocurre en la
es que están armadas con partes tro que nos obliga a los dramaturgos porque se parecen más al teatro en sí realidad. O por lo menos, en la ra-
iguales de orden y de caos, como el a responder, si es que pretendemos que a las cosas vivas. Es decir, ¿qué zón. Ocurrencias, acontecimientos,
fractal de Mandelbrot. Y es en esa seguir adelante con este oficio tan es un payaso? Una cosa que sólo pa- que justamente por ello debemos ir a
relación que surge la apariencia de lo raro de armar historias que se ven. Y rece existir en ciertas obras de teatro. ver a los teatros.

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Y sin embargo, es allí —en esa pa-


radoja— donde el teatro y las cosas Aceptar la catástrofe,
vivas están tan profundamente liga-
das. La mímesis de la que hablo en celebrar el azar
teatro, aquella que deseo, es la de
los modelos complejos del funcio-
namiento de causas, efectos y catás- Diana González
trofes en la vida. Y no la copia re-
duccionista de los supuestos artífi-
ces de la vida. No me interesan las Imaginemos una escena en la que un mos nada de este hombre, no nos ha
copias de las personas como círcu- hombre va caminando tranquilamen- dado tiempo a indagar en sus moti-
los o cuadrados (personajes, o «per- te por la calle una soleada mañana vaciones, a razonar acerca de lo que
sonitas», como bien podría haber primaveral. En ese agradable paseo deja en este mundo, de qué ha podi-
sido el término). Me interesa la mí- se deja llevar por la paz que le sugie- do provocar un final tan contundente
mesis de los sistemas vivos, de sus re la luminosidad del sol en su ros- y de cómo éste encaja en lo que ha
figuras retóricas (la vida las tiene, y tro, la sosegada brisa, las flores en sido su vida antes de que un piano se
en los manuales de física he encon- los balcones y las risas de los niños interpusiera en su camino. Arthur
trado más figuras retóricas que en la que juegan en los parques. Dicho Miller reflexiona sobre el género
poética). Y a la vez me interesa que hombre siente en estos momentos trágico a partir de este ejemplo y lo
esos sistemas se presenten como una sencilla y completa felicidad. define del siguiente modo: «la trage-
ficción. Ficción pura. Mentira que Sin embargo, en el instante más ines- dia surge cuando estamos en presen-
se presenta como tal. Mentira que perado, un piano cae desde un venta- cia de un hombre que ha fracasado al
sólo es verdadera porque quien ve nal cercano y súbitamente lo aplasta. intentar conseguir la felicidad. Pero
una obra acepta jugar sin condicio- «¡Qué tragedia!», dirían las personas la felicidad debe estar ahí, la prome-
nes a lo que ella le propone. Me que hubieran presenciado tan amar- sa de una forma justa de vivir debe
cuesta aceptar —por ahora— que el go acontecimiento y los familiares y estar ahí. De lo contrario, el patetis-
teatro pueda o deba cumplir otra amigos al conocer la noticia. «¡Pobre mo se adueña y se crea esa imagen
función. hombre!» Y, no obstante, nos parece humana impotente, sin sentido y, en
que el protagonista de esta breve his- esencia, falsa: la imagen de ese hom-
Rafael Spregelburd és dramaturg, toria no es identificable con Edipo, bre indefenso bajo el piano que cae,
actor, director, traductor i docent. Orestes, Fedra o Antígona. No sabe- la de ese hombre totalmente perdido

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