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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

FACULTAD PSICOLOGÍA

RESILIENCIA Y ESTILOS DE CRIANZA EN ALUMNOS DE 4° Y 5° DE


SECUNDARIA DE UNA INSTITUCIÓN EDUCATIVA PÚBLICA DE LIMA
METROPOLITANA

TESIS PARA OPTAR EL TÍTULO PROFESIONAL DE LICENCIADA


EN PSICOLOGÍA

BACHILLER ANDREA ADRIANA ESCOBEDO CASTILLO

LIMA-PERÚ

2017
Dedicatoria:
A mi abuela Irma
por su amor y cuidado,
a mi madre Sussy Castillo
por darme el ejemplo de persistencia y superación,
a mi hijo Gabriel por su amor y comprensión
y a mis verdaderos maestros
quienes me ayudan y motivan a seguir aprendiendo y
compartir lo aprendido.

ii
Índice

 Portada i
 Dedicatoria ii
 Índice iii
 Lista de Tablas vi
 Lista de Figuras viii
 Resumen ix
 Abstract x
 Introducción xi

Capítulo I: Problema

1.1. Planteamiento y Formulación del Problema 14

1.2. Hipótesis 18

1.2.1. Hipótesis General 18

1.2.2. Hipótesis Específicas 18

1.3. Objetivos de la investigación 20

1.3.1. Objetivo general 20

1.3.2. Objetivos específicos 20

1.4. Importancia y Justificación 20

Capítulo II: Marco Teórico

2.1. Antecedentes de la investigación 22

2.1.1. Antecedentes nacionales 22

iii
2.1.2. Antecedentes Internacionales 29

2.2. Bases teóricas 32

2.2.1. Resiliencia 32

2.2.1.1. Desarrollo histórico del concepto de resiliencia 34

2.2.1.2. Teorías relacionadas a la Resiliencia 37

a. Teoría del desarrollo psicosocial de Edith Grotberg 37

b. Teoría basada en el modelo de desafío de Wolin y Wolin 41

c. Teoría de la salutogénesis de Aaron Antonovzky 45

d. Enfoque Sistémico 46

2.2.1.3. Características de la persona resiliente 48

2.2.1.4. La resiliencia y la adolescencia 51

2.2.1.5. Conceptos relacionados a la resiliencia 53

2.2.1.6. Factores que intervienen a la resiliencia 55

2.2. Estilos de crianza 60

2.2.1. Teoría sobre estilo de crianza de Diane Baumrind 62

2.2.2. Teoría sobre estilo de crianza de Eleanor Maccoby 64

2.2.3. Estilos de Crianza y Adolescencia 65

Capítulo III: Método

3.1. Diseño de la investigación 68

3.2. Participantes 68

3.3. Variables 69

3.4. Técnicas e instrumentos de recolección de datos 70

3.5. Procedimiento 75

iv
Capítulo IV: Resultados 77

 Discusión 89
 Conclusiones 93
 Recomendaciones 95
 Referencias 97

Anexos 105

Anexo 1: Escala de Resiliencia 106

Anexo 2: Escala de Estilos de Crianza 107

v
Lista de Tablas

Número Página

1. Factores de resiliencia según Grotberg 40

2. Clasificación de los factores protectores para el establecimiento de la

resiliencia 57

3. Factores de riesgo y resiliencia según Blum 59

4. Factores de riesgo y factores protectores que permiten desarrollar la resiliencia

según Brañas 60

5. Frecuencia de los adolescentes según con quienes vive 69

6. Estimaciones de confiabilidad mediante el coeficiente de Alfa de Cronbach para

la Escala de Resiliencia 72

7. Obtención de Estilos de Crianza por puntuación categórica 73

8. Estimaciones de confiabilidad mediante el coeficiente de Alfa de Cronbach para

la Escala de Estilos de Crianza 75

9. Análisis de Normalidad de la Escala de Resiliencia y la Escala de Estilos de

Crianza 77

10. Correlación de Rho de Spearman para la Escala de Resiliencia y la Escala de

Estilos de Crianza 78

11. Nivel de Resiliencia en alumnos del 4º y 5º de Secundaria de una Institución


Pública de Lima 79

vi
12. Estilos de Crianza en los alumnos del 4º y 5º de Secundaria de una Institución
Pública de Lima 80

13. Asociación de los niveles de Resiliencia según sexo 81

14. Valores de Chi-cuadrado para la asociación entre hombres y mujeres para

la Escala de Resiliencia 82

15. Asociación según sexo para Escala de Crianza 83

16. Valores de Chi-cuadrado para la asociación entre hombres y mujeres para

la Escala de Estilos de Crianza 83

17. Correlación punto biserial entre sub-escalas de Estilos de Crianza y sexo 85

18. Medias según sexo para la sub- escala de Control Conductual 85

19. Asociación de la sub-escala de Estilos de Crianza y el tipo de familia

de procedencia 86

20. Prueba de normalidad para la sub-escala de Compromiso según el tipo de

familia de procedencia 86

21. Rangos promedios en la comparación de la sub-escala de Compromiso y

el tipo de familia de procedencia 87

22. Pruebas de significación para la comparación de puntuaciones de la sub-escala

de Compromiso y el tipo de familia de procedencia 87

23. Correlación no paramétrica por Rho de Spearman para determinación

de la relación entre los factores de la Escala de Resiliencia y las sub-escalas de

Estilos de Crianza 88

vii
Lista de Figuras

Número Página

1. Cronograma Conceptual de la resiliencia 36

2. Teoría del desarrollo psicosocial de Grotberg 39

3. Modelo de desafío de Wolin y Wolin 41

4. Modelo de daño de Wolin y Wolin 42

5. Los mandalas de la resiliencia de Wolin y Wolin 44

6. La resiliencia desde el enfoque sistémico 47

7. La casita de la resiliencia de Vanistendael 50

8. Nivel de Resiliencia en alumnos del 4º y 5º de Secundaria 79

9. Estilos de Crianza en alumnos del 4º y 5º de Secundaria 80

10. Niveles de Resiliencia según sexo 81

11. Estilos de Crianza según sexo 83

viii
Resumen

El objetivo principal fue determinar cúal de las sub-escalas de Estilos de Crianza es la


que tiene mayor correlación con la resiliencia en alumnos de una Institución Educativa
Pública de Lima. Otros objetivos fueron identificar los niveles de Resiliencia y Estilos de
Crianza que perciben los adolescentes e identificar la asociación de los niveles de
Resiliencia y Estilos de Crianza según sexo, respectivamente. La investigación es de
diseño descriptivo, correlacional y comparativo. La muestra estuvo conformada por 209
escolares de 4º y 5º de secundaria. Se utilizó la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young
(1993) y la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg (1993). Se encontró que la sub-
escala de Estilo de Crianza que tiene mayor correlación con la resiliencia es la sub-escala
de Compromiso. El 98.6% de la muestra alcanzan un nivel alto de resiliencia y el 45.5%
se identifica en un estilo de crianza de tipo autoritativo, no existen diferencias
significativas según sexo. El sexo masculino obtuvo una media de 22.00 y el sexo
femenino 20.13, respectivamente, lo que nos indicaría que el sexo masculino percibe
mayor control conductual de sus padres. También se muestra que los adolescentes que
provienen de una familia nuclear, es decir que viven con ambos padres perciben un mayor
compromiso en su crianza debido a que las medias para los que viven con ambos padres
es de 30.74 y los que viven solo con madre o padre, bajo cuidadores u otros familiares
obtiene 26.00.

Palabras claves: Resiliencia, Estilos de Crianza.

ix
Abstract

The main objective was to determine which of the sub-scales of Parenting Styles is the
one that has the greatest correlation with the resilience in students of a Public Educational
Institution of Lima. Other objectives were to identify the levels of Resilience and
Parenting Styles perceived by adolescents and to identify the association of Resilience
and Parenting Styles by gender, respectively. The research is descriptive, correlational
and comparative. The sample consisted of 209 fourth and fifth year high school students.
The Wagnild and Young Resilience Scale (1993) and the Steinberg Parenting Styles Scale
(1993) were used. The Parenting Style sub-scale that has the greatest correlation with
resilience was found to be the sub-scale of Commitment. 98.6% of the sample reaches a
high level of resilience and 45.5% is identified in an authoritative style of breeding, there
are no significant differences according to sex. The male gender obtained a mean of 22.00
and the female sex 20.13, respectively, which would indicate that the male gender
perceives greater behavioral control of their parents. It is also shown that teenagers who
come from a nuclear family, living with both parents perceive a greater commitment in
their upbringing because the means for those living with both parents is 30.74 and living
alone with mother or father, under caregivers or other relatives gets 26.00.

Key words: Resilience, Parenting Styles.

x
Introducción

Hoy en día podemos decir que la población adolescente se encuentra en una


situación vulnerable puesto que las oportunidades que tienen para poder realizar, si es que
en algunos casos se han planteado un proyecto de vida, resulta a veces inviable; según
parece indicar los datos estadísticos nacionales, los cuales mencionan que la cantidad de
adolescentes que no estudian ni trabajan se incrementó. Esto se puede deber a factores
personales y de riesgo, en los que se encuentra principalmente inmersa la familia, con su
propio estilo de socialización, dinámica y estilo de crianza. A pesar de pertenecer a un
contexto social adverso en el cual, el adolescente convive y se desenvuelve se ha
demostrado que pueden tener la capacidad de desarrollarse, superarse y sobreponerse a
las dificultades y ver en ellas una oportunidad. De allí que la mirada a la resiliencia, su
concepción teórica y la aplicación en programas y proyectos fue creciendo notoriamente.
Disciplinas interesadas en la resiliencia ha aumentado hasta el punto de hacer de ella una
actividad transdisciplinaria por excelencia, que congrega saberes de distintas áreas:
psicología, antropología, sociología, sector de salud, economía, trabajo social, derecho,
ciencias de la educación.

La Segunda Guerra Mundial generó una verdadera revolución cultural en la


observación de los niños y adolescentes. Ana Freud notó que ciertos niños que recogió
en la guardería de Hampstead muy perturbados, se convirtieron en adultos equilibrados.
A lo largo de la historia aparecen ejemplos de individuos destacados que hicieron aportes
significativos a la humanidad, quienes debieron soportar verdaderas situaciones de
adversidad durante su vida, un ejemplo es el de Ana Frank, como se detalla en el “Manual
de identificación y promoción de la Resiliencia”, publicado en 1998 por la Organización
Mundial de la Salud.

En la casuística, vemos que los estilos de crianza que se ejerce en la familia pueden
ocasionar consecuencias en la personalidad de sus integrantes. En este sentido, la familia
como unidad social y en especial los padres constituyen un factor muy importante que
influye decisivamente en el desarrollo del niño o adolescente, de manera positiva o
negativa, es por ello que se hace necesario estudiar a la familia en su función de

xi
prevención. Las prácticas de crianza implican una forma específica de trato al hijo. Los
padres o cuidadores interaccionan con el niño para ayudarlos en su socialización de esta
manera el menor asimilará los valores, formas de comportamiento, actitudes,
sentimientos que lo caracterizarán a lo largo de toda su vida.

Se ha escogido trabajar las variables de resiliencia y estilos de crianza para


identificar la existencia de una relación entre ambas, con el fin de detectar que
componente de los estilos de crianza es el que guarda mayor relación con la resiliencia,
para poder sujetarnos a ello y poder conocer desde dónde puede partir un taller o un
programa para trabajar con los adolescentes. Asimismo también conocer nuestra
población permitiendo saber qué nivel de resiliencia poseen los adolescentes en general
y por sexo, cuáles son sus estilos de crianza según la percepción que los adolescentes
tienen de sus padres o cuidadores.

En el Capítulo I, se enmarca la problemática de la investigación, los objetivos que


se quieren alcanzar, hipótesis planteadas y la justificación e importancia de la
investigación.

En el Capítulo II, se aborda el marco teórico de resiliencia y estilos de crianza,


donde se ve la conceptualización, marco histórico, las teorías que la fundamentan,
características, respectivamente. Asimismo se mencionan los antecedentes nacionales e
internacionales que se han hallado con respecto a qué investigaciones anteriores han
trabajado las variables resiliencia y estilos de crianza

En el Capítulo III, se da a conocer el método de la investigación, diseño, la


descripción de los participantes que se considera para el estudio. De igual modo la
definición de las variables, los instrumentos que se han utilizado para sostener la
investigación y el procedimiento que se llevó para el estudio.

En el Capítulo IV, se exponen los resultados de la investigación, donde se realiza


el respectivo análisis teniendo en cuenta los objetivos que se han planteado.

xii
Luego se presenta la discusión que confronta y compara con los resultados
obtenidos en anteriores investigaciones, asimismo, permite realizar ciertas críticas y
observaciones a la investigación realizada.

Finalmente se brindan las conclusiones y recomendaciones pertinentes, que se


espera sean de aporte para las posteriores investigaciones que aborden las mismas
variables. De igual manera se dan a conocer las referencias que han servido de sustento
al estudio y que pueden ser de utilidad para futuras investigaciones.

Asimismo se exhorta a posteriores investigadores a continuar extendiendo el


trabajo de estas variables desde el plan de intervención, elaboración y ejecución de
programas, asi como tambien la creación de otros instrumentos de medición que nos
permita afianzar el estudio de resiliencia y estilos de crianza en nuestro país.

xiii
Capítulo I:
Problema

1.1 Planteamiento y formulación del problema

La adolescencia comprende un período de transición de la niñez a la edad adulta


durante la segunda década de la vida de un individuo, esta etapa es muy importante y
definitiva en el desarrollo de una persona, una etapa de cambios que involucra las áreas
biológica, psicológica y social lo cual hace que sea una etapa vulnerable. Se caracteriza
por la búsqueda y el logro de la identidad, puesto que la persona se prepara para ser un
adulto productivo, con familia y con deberes ciudadanos. A los adolescentes los une la
edad y una actitud contestataria que persigue el valor de lo social en la relación consigo
mismo, con los amigos, con los pares, los afectos, el placer, el juego, la música, el teatro,
los deportes y la cultura en su sentido más amplio, sin embargo, teniendo en cuenta lo
que nos informan los medios de comunicación y lo que observamos en nuestra realidad
social, somos testigos de que muchos adolescentes se hallan insertos en problemas de
pandillaje, delincuencia, violencia, explotación sexual, maternidad o paternidad
adolescente, bajo rendimiento académico y drogas. No obstante, se ha observado
empíricamente que hay adolescentes que no se hallan implicados en esta problemática a
pesar de contar con las mismas o peores circunstancias contextuales adversas, por el
contrario, superan e incluso salen fortalecidos del problema.

Aproximadamente uno de cada seis habitantes del mundo es un adolescente, lo


que significa que 1200 millones de personas tienen entre 10 y 19 años, según lo informa,
el 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS). En América Latina, los
adolescentes, conforman un 30% de la población total y su población se encuentra en
aumento según refiere, en el 2013, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF). En nuestro país, según dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística
(INEI) en marzo del 2017, en el trimestre octubre-diciembre 2016 se reporta que el 58.2%
de los hogares tiene entre sus miembros al menos una persona menor de 18 años, de los
cuales el 79.2% de las niñas, niños y adolescentes son hijas y/o hijos de la jefa o jefe del

14
hogar, el 17.4% son nietas o nietos y el 3.4% son otros parientes, es decir en su mayoría
los adolescentes viven con sus padres.

Es así que los problemas que involucran a la población adolescente es de


preocupación en la salud pública, pues los índices en aumento de embarazos en
adolescentes son alarmantes, como lo indica, el INEI (2015) el incremento de disfunción
familiar, violencia familiar o trabajo infantil pues el hecho de asumir responsabilidades
para las que emocionalmente aún no están preparados, los adolescentes pueden enfrentar
situaciones de estrés, inseguridad o baja autoestima, tengamos en cuenta, por ejemplo,
que según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil, el promedio de horas de trabajo
semanal de un niño, niña y adolescente entre 6 y 17 años es de 24 horas. La jornada es
más extensa mientras mayor sea la edad, lo que contribuye al deterioro de sus condiciones
de desarrollo físico y emocional, teniendo relación con las crisis por las que atraviesan
las familias que se encuentran en contexto de pobreza familiar, debido a la pérdida de
trabajo del padre o madre, de enfermedades de uno de los dos, el crecimiento de la familia
y otras situaciones que obligan a los adolescentes a trabajar para suplir los ingresos que
se dejan de percibir en el hogar. En otros casos, muchos niños, niñas y adolescentes que
trabajan provienen de familias disfuncionales, donde existe violencia y una suerte de
abandono moral, afectivo y de atención a sus necesidades básicas según manifiesta el
Centro de Estudios Sociales y Publicaciones (CESIP) en el 2013. Lo anteriormente
expuesto nos permite suponer que muchos de los adolescentes se enfrentan a adversidades
y desafíos personales que les implica asumir retos pero a la vez poner en riesgo su
integridad física y mental.

Aquellas personas que a pesar de sus adversidades logran salir airosos y


fortalecidos de ellas, están representados con el término de resiliencia, que es la capacidad
para trasformar situaciones difíciles en oportunidades para crecer; contrarresta de algún
modo, la vulnerabilidad a la que está predispuesto el adolescente por los cambios que
suceden en esta etapa, más aun en la actualidad, donde ésta situación se agrava, por la
falta de calidad de tiempo que los padres dedican a sus hijos, además de los inadecuados
modelos sociales que muestran los medios de comunicación, la sociedad consumista y
hedonista (Galarza, 2012).

Como lo vuelve a recalcar Grotberg (1996) la resiliencia no es magia, no es un


milagro, ni algo que sucede a un grupo selecto de personas, es una capacidad. Es parte

15
del proceso del desarrollo. Y se presenta esencialmente en la dinámica e interacción de
factores como: el soporte social, habilidades y fortaleza interna. Asimismo Luthar y otros
(2000) definen la resiliencia como un proceso dinámico que tiene como resultado la
adaptación positiva en contextos de gran adversidad, el término adversidad puede ser
usado como sinónimo de riesgo tales como vivir en pobreza o una situación de vida
específica como la muerte de un familiar (Infante, 2002).

La familia constituye el primer marco de referencia que tienen los hijos, en su


entorno establecen los primeros vínculos afectivos y se crean las bases de su identidad y
del desarrollo de su autoestima, por ello se asume que el contexto familiar sigue siendo
uno de los factores de socialización más importantes para ellos. Es más, la familia
proporciona a los hijos los parámetros psicosociales necesarios para adquirir aspectos
significativos de su cultura, por ejemplo, su sistema de roles sociales, expectativas,
creencias y valores y al mismo tiempo para asimilar las normas sociales que les permitan
una adecuada integración a la sociedad (Craig, 2009).

Rotondo (1979) al estudiar las familias, señala que, el buen funcionamiento de la


familia, al satisfacer las necesidades básicas materiales y psicológicas, asegura el
desarrollo de personalidades adultas estables, integradas, maduras emocionalmente y
hace posible un funcionamiento interpersonal constructivo, al proporcionar un medio
humano apropiado, durable, consistente, íntimo y asegurador. Cuando se relacionan con
los hijos y realizan sus funciones, los padres ponen en práctica sus estilos de crianza con
la finalidad de influir, educar y orientar a los hijos para su integración social. Estos estilos
van a diferir de unos padres a otros y sus efectos en los hijos también son diferentes
(Ramírez, 2005).

Actualmente, la familia está inmersa en una sociedad globalizada y de consumo


(Gubbins y Berger, 2004). A raíz de ello, los padres disponen de escaso tiempo para
compartir con sus hijos, esto los lleva a suplir carencias afectivas con la entrega de objetos
materiales, o bien caer en la permisividad e inconsistencia. Detrás de estos padres, ha
existido probablemente un modelo autoritario y en muchos casos violento (Céspedes,
2008). Otro modelo que se repite es el de padres hipercorrectivos que tratan de corregir
insistentemente todo, generando hijos rebeldes y desobedientes, sin capacidad para acatar
normas (Sordo, 2009).

16
En la etapa adolescente existe una reorganización y una reunificación del sí
mismo, del entorno, que favorece la generación de adversidad, presentándose nuevos
riesgos y confrontaciones. Krauskopt (2011), indica que la resiliencia no puede existir si
no existe adversidad y la etapa de la adolescencia implica una fuente de grandes riesgos.
La familia puede ser tomada en cuenta como un factor de riesgo o un factor protector
según como sea su dinámica, el clima social que se da dentro de ella o el estilo de crianza
que se imparte entre otras características que involucran su término.

La crianza está claramente relacionada con el contexto cultural al que pertenece


la familia. Si la cultura refuerza la competitividad y la independencia, es probable que los
padres deseen que sus hijos sean independientes y seguros de sí mismos. Si el
individualismo excesivo no es bien visto, es más probable que los padres busquen una
condición familiar más interdependiente (Richaud de Minzi, 2002).

Por algunos profesionales (docentes, personal de salud, personal de la institución)


se tiene referencia, con respecto a la población de estudio que algunos de los adolescentes
provienen de familias disfuncionales, con problemas de comunicación familiar, escaso
apoyo para resolver los conflictos, poca asistencia para las reuniones escolares, entre
otros. Frente a estas dificultades por las que atraviesa la familia actualmente, es
importante que se fomenten en los adolescentes capacidades que ayuden a desarrollar, a
pesar, de las situaciones contrarias. La resiliencia es una de estas capacidades que
permitirá el crecimiento personal en los adolescentes que enfrentan este tipo de
problemas.

Por lo anteriormente expuesto, se considera necesario y pertinente conocer si la


resiliencia y los estilos de crianza tienen relación para así poder potenciar algunos factores
resilientes en los adolescentes a pesar de convivir bajo un estilo de crianza no apropiado.
En base a lo expuesto anteriormente es que se dirige la presente investigación y se formula
el siguiente problema:

¿Existe relación significativa entre Resiliencia y las sub- escalas de los Estilos de
Crianza en adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima?

17
1.2 Hipótesis

1.2.1 Hipótesis General

H1. Existe relación significativa entre Resiliencia y las sub-escalas de los Estilos
de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de
Lima.

H0. No existe relación significativa entre la Resiliencia y las sub-escalas de los


Estilos de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa
Pública de Lima.

1.2.2 Hipótesis Específicas

H2. Se identifican los niveles de Resiliencia en alumnos de 4º y 5º de Secundaria


de una Institución Educativa Pública de Lima.

H0. No se identifican los niveles de Resiliencia en alumnos de 4º y 5º de


Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima.

H3. Se identifican los Estilos de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de


una Institución Educativa Pública de Lima.

H0. No se identifican los Estilos de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria


de una Institución Educativa Pública de Lima.

H4. Existen diferencias significativas al comparar los niveles de Resiliencia en


alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima según
sexo.

H0. No existen diferencias significativas al comparar los niveles de Resiliencia en


alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima según
sexo.

H5. Existen diferencias significativas al comparar los Estilos de Crianza en


alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima según
sexo.

18
H0. No existen diferencias significativas al comparar los Estilos de Crianza en los
alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima según
sexo.

H6. Existe correlación entre las sub-escalas de los Estilos de Crianza en los
alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima y la
variable sexo.

H0. No existe correlación entre las sub-escalas de los Estilos de Crianza en los
alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima y la
variable sexo.

H7. Existe diferencias en las puntuaciones de la sub-escala de Compromiso según


el tipo de familia de la cual procede el alumno de 4º y 5º de Secundaria de una Institución
Educativa Pública de Lima.

H0. No existe diferencias en las puntuaciones de la sub-escala de Compromiso


según el tipo de familia de la cual procede el alumno de 4º y 5º de Secundaria.de una
Institución Educativa Pública de Lima.

H8. Se correlacionan los factores de la Escala de Resiliencia de Wagnild & Young


con las subescalas de la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg en los alumnos de 4º y
5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima.

H0. No se correlacionan los factores de la Escala de Resiliencia de Wagnild &


Young con las subescalas de la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg en los alumnos
de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima.

19
1.3 Objetivos

1.3.1 Objetivo General

- Determinar la correlación que existe entre Resiliencia y las sub-escalas de


Estilos de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa
Pública de Lima.

1.3.2 Objetivos específicos

- Identificar los niveles de Resiliencia en los alumnos de 4º y 5º de Secundaria de


una Institución Educativa Pública de Lima.

- Identificar los Estilos de Crianza en los alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una


Institución Educativa Pública de Lima.

- Establecer la asociación de los niveles de Resiliencia en los alumnos de 4º y 5º


de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima según sexo.

- Establecer la asociación de los Estilos de Crianza en los alumnos de 4º y 5º de


Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima según sexo.

- Establecer la correlación entre las sub escalas de los Estilos de Crianza en los
alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima y la
variable sexo.

- Establecer las diferencias en las puntuaciones de la sub-escala de Compromiso


según el tipo de familia de la cual procede el alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una
Institución Educativa Pública de Lima.

- Establecer la correlación entre los factores de la Escala de Resiliencia de


Wagnild & Young y las subescalas de la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg en los
alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima.

1.4 Importancia y justificación

La familia como base fundamental de la sociedad, constituye el escenario donde


se introyecta los principales aprendizajes acerca de la vida misma además de aprender a
enfrentar los problemas, es por eso que la resiliencia con los estilos de crianza, guardan

20
una influencia para el adolescente en el manejo de obstáculos, sea de manera directa o
indirecta. El presente trabajo está enfocado principalmente a informar a profesionales
afines acerca de la relación que se halla entre resiliencia y estilos de crianza.

Desde el punto de vista metodológico, se justifica el presente estudio pues


permitirá, mediante el análisis cuantitativo, afirmar las propiedades psicométricas de los
instrumentos utilizados que pueden ser de utilidad y ser tomados como referencia para
posteriores investigaciones que involucren las mismas variables o una población bajo el
mismo contexto.

Asimismo, desde el punto de vista práctico, la presente investigación se justifica,


puesto que se podrá obtener información para comentar, desarrollar y profundizar acerca
de la resiliencia y los estilos de crianza además de que con los resultados podemos sugerir
la propuesta y posterior realización de talleres, programas niveles preventivos y
promocionales, teniendo en cuenta lo que expresa Alchourron (citado por Melillo, 2004)
quien sostiene que la adolescencia es una etapa de continuo cambio y rápido desarrollo,
durante la cual se adquieren nuevas capacidades, se fijan conductas y habilidades y lo
más relevante es que se empieza a elaborar un proyecto de vida personal. En este período,
dice, la persona ya cuenta con un tipo de pensamiento formal que le permite confrontar,
reflexionar, debatir, analizar y sacar sus propias conclusiones consecuentes con su
realidad. Por ello. en esta etapa, es el momento oportuno para fortalecer el desarrollo,
potenciar los factores protectores y prevenir las conductas de riesgo, reforzando a los
potenciales resilientes. Además nos permitirá brindar recomendaciones tanto para futuros
estudios como también para las personas que se incluirán en la población.

Este trabajo permitirá a los profesionales que laboran con la población adolescente
tener un conocimiento más profundo acerca de su realidad y permitirá proponer medidas
o planes de contingencia y apoyo social en el sector salud, educativo o de trabajo social
con respecto a esta población, además, en general con los profesionales interesados en el
tema de la resiliencia y los estilos de crianza al obtener una mayor comprensión y
conocimiento de los factores que protegen al adolescente de los efectos deletéreos y
contribuir en el diseño de estrategias que contribuyan al fortalecimiento de los factores
protectores para la resiliencia.

21
Capítulo II:
Marco Teórico

2.1 Antecedentes

2.1.1 Antecedentes nacionales

En lo que respecta a investigaciones nacionales encontramos la realizada


por Prado y Del Águila (2000) quienes investigaron la existencia de diferencias
significativas en la estructura y el funcionamiento en las familias de adolescentes
resilientes y no resilientes en el Cono Norte Zapallal-Puente Piedra. Para ello
aplicaron la Escala de Evaluación del Funcionamiento Familiar con el modelo
McMaster validado en Lima por Prado, Livia y Del Águila y la Escala de
Resiliencia para Adolescentes (ERA), construido y validado por Prado y Del
Águila en esta investigación. Se obtuvo como resultado, en cuanto a la estructura
familiar, no se encontraron diferencias significativas entre estos dos grupos. En
cuanto al funcionamiento familiar, sólo se encontraron diferencias significativas
a favor de los no resilientes en el área de resolución de problemas.

Asimismo Prado y Del Águila (2001) llevan a cabo una investigación


sobre los niveles de resiliencia en adolescentes, pero esta vez en base a la
diferencia según género y nivel socioeconómico. Se utilizó la Escala de
Resiliencia para adolescentes (ERA) construida bajo el enfoque de Wolin y Wolin
(2000). Encontraron que no había diferencias significativas en las puntuaciones
totales de Resiliencia en cuanto a género, ni en el nivel socioeconómico, pero sí
se hallaron diferencias significativas en el área de interacción, a favor del género
femenino, en el área de interacción y creatividad, en el estrato bajo e iniciativa a
favor del nivel alto.

En el 2003, Prado y Del Águila vuelven a trabajar la variable resiliencia


según género y nivel socioeconómico en adolescentes. Tuvo una muestra de 155
estudiantes conformados por 80 mujeres y 75 varones, entre 12 a 14 años, que
estaban en 2º de Secundaria, en tres instituciones de Lima correspondientes a las
clases alta, media y baja. Se aplicó la Escala de Resiliencia para Adolescentes
(ERA), que ya había sido validado y estandarizado anteriormente por los mismo

22
autores en el 2000. Los resultados que se obtuvieron con respecto al género, es
que no hubo diferencias significativas en las puntuaciones totales de resiliencia,
no obstante, si se halló diferencias significativas en el área de interacción a favor
del género femenino. En el nivel socioeconómico no se encontró diferencias
significativas en las puntuaciones totales, sin embargo, si se hallaron diferencias
significativas en las áreas de interacción y creatividad correspondientes al nivel
bajo y de iniciativa en el nivel alto.

Por otro lado, Novella (2002) investigó el incremento de la resiliencia


mediante un Programa de Psicoterapia Breve (PPBR) en un grupo de madres
adolescentes residentes del albergue temporal “Hogar Reina de la Paz”, utilizando
la escala de Resiliencia (ER) de Wagnild y Young, encontrando que tras la
aplicación del PPBR, el nivel de resiliencia de las madres adolescentes se
incrementó teniendo como condicionantes el comportamiento significativo de la
familia y su actuación favorable en el programa.

Mediante el auspicio de la fundación Bernard Van Leer; García y Ríos


(2002, citado por Guimaray, 2014) desarrollaron un proyecto llevado a cabo por
CEPRODEP, llamado “Resiliencia en los niños del Ande”, con el objetivo de
identificar los factores protectores y de riesgo, se contó con la participación de
490 niños de 3 a 12 años, pertenecientes a las comunidades rurales de las
provincias de Vilcas Huamán, Cangallo y La Mar, del departamento de Ayacucho.
Se creó y aplicó un modelo de intervención denominado Pukllay Wasi inspirados
en el modelo “Cómo construimos resiliencia” o llamado también “La casita” de
Vanistendael. Se trabajaron con las variables autoestima, cooperación, confianza,
valoración de lo propio, manejo de emociones, humor y optimismo. También se
trabajó con la familia la atención de necesidades, valoración del niño, orden y
control y trasmisión cultural. Con la comunidad se trabajó en valoración del niño,
redes de organización, servicio pro niño y recursos ambientales. El modelo de
intervención fue respaldado y validado por los resultados, mostrando diferencias
significativas con los de la muestra del grupo control en el fortalecimiento de
variables relacionadas a la resiliencia, los niños reconocieron sus emociones de
forma más efectiva y percibieron que los padres habían desarrollado actitudes

23
favorables a sus necesidades básicas, reconociendo y estimulando actividades para
su desarrollo.

En el 2004, Aguirre, realizó un estudio acerca de la capacidad y los


factores asociados a la resiliencia en la adolescencia. Este estudio fue de tipo
descriptivo exploratorio, para ello se aplicó la lista de chequeo de Golstein
modificado para determinar la capacidad de resiliencia y un formulario para
identificar los factores asociados a la resiliencia en una muestra de 214
adolescentes, entre 12 y 16 años de una Institución Educativa de Lima en el distrito
de San Juan de Miraflores. Se logró identificar que los adolescentes muestra
interés para su desarrollo y superación pese a que conviven con la violencia en su
entorno social, lo cual esta asociados a que poseen una red de apoyo como la
familia, escuela o comunidad. También se halló que el sexo femenino tiene mayor
capacidad de resiliencia. Es así, que se puede llegar a la conclusión de que la
familia es el factor protector de mayor intensidad en los adolescentes para que se
desarrollen de manera óptima.

Bernaola, en el 2008, realizó un estudio correlacional entre estilos de


crianza e indefensión aprendida en estudiantes del quinto y sexto grado de
primaria de una institución educativa en Lima, en el distrito de San Martín de
Porres. Este estudio tuvo como objetivo principal el determinar los Estilos de
Crianza que están relacionados con el desarrollo de la Indefensión Aprendida, en
los Estudiantes de 5º y 6º de primaria, con el propósito de conocer los indicadores
de los casos que manifiesten la indefensión aprendida en los alumnos, así los
resultados permiten concientizar a la ciudadanía sobre la necesidad de
implementar programas preventivos de salud mental en la atención integral, así
como la creación de una escuela de padres para reducir su impacto en los niños.
El estudio es de tipo cuantitativo, no experimental, descriptivo, de corte
transversal; la población total estuvo conformada por 64 estudiantes de 5º y 6º de
primaria. Al finalizar se llegó a la siguiente conclusión en cuanto a los estilos de
crianza, el estilo que predomina en los padres/madres de la población estudiada es
el estilo autoritario con un 56.25% de los cuales el 61.11% presenta indefensión
aprendida y un 40.63% en el total de la población encuestada. Además
aceptándose la hipótesis planteada con un nivel de significación de 0.05 y que si

24
existe relación entre los estilos de crianza y el desarrollo de la indefensión
aprendida planteada al inicio de la investigación.

Otra investigación corresponde a Arana y Quispe (2008), quienes


realizaron una investigación sobre la relación entre funcionamiento familiar y la
resiliencia, en un grupo de adolescentes de una institución educativa estatal del
distrito de Guadalupe, departamento de la Libertad, en el cual se halló que un
56.5% de la población presenta un buen funcionamiento familiar y que el 79% de
adolescentes muestran un nivel alto de resiliencia. Además encontraron una
correlación significativa de 0.8542, es decir a mayor funcionamiento familiar,
mayor nivel de resiliencia. Esta investigación permite afirmar que la familia, a
través de modelos parentales adecuados incentivan la capacidad de afrontar, de
manera óptima, situaciones adversas y promueven la práctica de comportamientos
saludables.

Flores (2008) lleva a cabo una investigación cuyo sobre objetivo


fundamental fue determinar si existe relación entre los niveles de resiliencia y el
grado de definición del proyecto de vida en estudiantes del tercer año de
secundaria de colegios nacionales y particulares de la UGEL 03. La técnica de
muestreo ha sido no probabilística, se seleccionó una muestra de estudiantes de
ambos sexos (Varones = 200; Mujeres = 200). La investigación es de tipo
descriptivo correlacional y se emplearon como instrumentos de investigación la
Escala de Resiliencia de Wagnild y Young (1993) y la Escala para la Evaluación
del Proyecto de Vida de García (2002). Los resultados permiten llegar a la
conclusión de que existe relación altamente significativa (p < 0.0001) entre el
grado de resiliencia y el grado de definición del proyecto de vida, tanto en la
muestra de estudiantes varones como en la de mujeres.

Por otro lado, la investigación realizada por Aponte (2009) tuvo por
objetivo principal comprobar que los estilos parentales indulgente, negligente y
autoritario en adolescentes con una alta resiliencia darán lugar a conductas en
menos grado de violencia que la presentada por adolescentes expuestos a estos
mismos estilos parentales pero con una baja resiliencia. La muestra estuvo
compuesta por 312 estudiantes de educación secundaria de la ciudad de Lima. Los
instrumentos utilizados fueron el Cuestionario de estilos parentales de Musitu y

25
García y el cuestionario de conductas violentas adolescente. Además se halló una
alta validez y confiabilidad de los instrumentos. Se pudo demostrar el grado de
correlación entre la conducta violenta y la resiliencia.

Ruiz (2012) elaboró una tesis cuyo objetivo principal fue determinar la
relación entre los Estilos de Crianza e Inteligencia Emocional en alumnos del
Primer Grado Secundaria pertenecientes a una Institución Educativa Nacional de
la ciudad de Piura. Siendo esta investigación de tipo descriptiva correlacional
empleando una muestra de 138 alumnos. Se utilizó como instrumento la Escala
de Estilos de Crianza de Steinberg, adaptado por Merino (2004) y el Inventario de
Baron ICE. Al término de esta investigación se llegó a la conclusión que no existe
relación significativa entre las variables estilos de crianza e inteligencia
emocional.

Por otro lado, Huamán (2012) realizó el estudio que tuvo como objetivo
principal conocer la relación que existe entre el malestar asociado a la
sintomatología Obsesivo Compulsiva y los componentes de la crianza percibidos
por adolescentes de una institución educativa escolar. La muestra estuvo
representada por 181 alumnos, 83 varones y 98 mujeres, de 4º y 5º de secundaria
de una Institución Educativa de Lima. Se utilizaron dos instrumentos, la Escala de
Estilos de Crianza de Steinberg (Lamborn, Mounts, Steinberg & Dornbusch,
1991) adaptada por Merino (2004), que mide la percepción que tienen los hijos
sobre el Compromiso, Control conductual y Autonomía psicológica de sus padres;
estas subescalas cuentan con una adecuada consistencia interna: .82, .67 y .60,
respectivamente; asimismo explican 35.49% de la varianza, con cargas superiores
a .30. El Inventario de obsesiones y compulsiones (Foa, 2002) adaptada por
Fullana (2005) y Malpica (2009) evalúa el malestar asociado a los síntomas
obsesivos compulsivos presentando una consistencia interna de .72, explicando
18.21% de la varianza, con cargas que oscilan entre .30 y .55. Controlando por las
variables sexo, grado escolar y edad, se encontró que existe correlación positiva
significativa (r = .27, p < .001) entre las sub escalas Compromiso y Control
Conductual, mientras que la escala de Obsesiones y Compulsiones presenta una
correlación negativa significativa (r = - .20, p < .01) con la sub escala Autonomía
Psicológica.

26
García, Puente y Yupanqui (2013) realizaron un estudio cuyo objetivo fue
determinar la relación existente entre resiliencia y funcionamiento familiar en una
muestra de 231 estudiantes del tercer año del nivel secundario de nueve secciones,
en una institución educativa pública de Lima. Para evaluar la variable resiliencia
se utilizó la Escala de Resiliencia de Young y para la variable funcionamiento
familiar el Cuestionario de Evaluación de Funcionamiento Familiar (CEFF)
elaborado por Atri (2006), que está elaborado basado en el Funcionamiento
Familiar McMaster (MMFF). Los resultados muestran una relación significativa
entre las dimensiones de resiliencia y funcionamiento familiar. También se
determinó que los estudiantes que provienen de hogares con padres casados
califican su familia como funcional y presentan un alto nivel de resiliencia.

De igual modo, el 2014, Guimaray realiza una investigación cuyo objetivo


fue determinar la relación entre resiliencia y ambiente familiar en estudiantes de
primer año de la facultad de Psicología de una universidad pública. Se utilizó un
diseño no experimental de corte transversal y de tipo descriptivo correlacional.
Inicialmente realizó un estudio piloto conformado por 80 alumnos, para identificar
la validez y confiabilidad de los instrumentos utilizados, obteniendo en la Escala
de Resiliencia de Wagnild & Young, mediante el análisis de los ítems la validez
(p < 0.05) y mediante el coeficiente de Alpha de Cronbach la confiabilidad (0.685
a 0.821) y en el caso de la Escala de Ambiente Familiar de Moos mediante el
análisis de los ítems la validez (p < 0.05) y mediante el coeficiente de Alpha de
Cronbach la confiabilidad (0.690 a 0.783). La muestra del estudio estuvo
constituida por 155 alumnos de ambos sexos con edades entre 16 a 23 años. En
los resultados se identificó que no existen diferencias significativas entre los
adolescentes (16 a 19 años) y adultos (20 a 23 años) en los puntajes obtenidos en
la Escala de Resiliencia y la Escala de Ambiente Familiar. Asimismo se halló la
existencia de una correlación positiva y altamente significativa entre Resiliencia
y Ambiente Familiar (r = 0.350, p < 0.000).

Pineda (2014) llevó a cabo el estudio, cuyo objetivo fue determinar los
Estilos de Crianza que tenían los niños con TDAH de una Institución de Salud
desde la perspectiva de ellos mismos, para este estudio, se adaptó, la Escala de
Estilos de Crianza de Steinberg, la cual obtuvo un Alfa de Cronbach de 0.76 y una

27
validez de análisis de ítem-test, presentando niveles muy significativos (p <. 01)
y significativos (p < .05) con correlaciones de .382 a .839 a excepción de 4 ítems.
La muestra estuvo conformada por 30 niños, 17 varones y 13 mujeres entre 7 a 11
años. Los resultados evidencian que el estilo de crianza desde la perspectiva de
los niños con TDAH que prevalece es el permisivo con un 26.7%. Al comparar
los estilos de crianza en función al sexo, edad y procedencia no existen diferencias
significativas, sin embargo, al analizarlo por sub-escalas existen diferencias
significativas en autonomía psicológica entre los grupos de 9 a 11 años de edad;
en procedencia se distingue entre los grupos de los distritos del Callao y Cono Sur.

Marquina (2016) llevó a cabo la tesis doctoral cuyos objetivos fueron


determinar la relación que existe entre los estilos educativos parentales y la
resiliencia en adolescentes de la Institución Educativa Pública “Colegio Mayor
Secundario Presidente del Perú”. Teniendo como muestra a los 900 alumnos de
tercero, cuarto y quinto año de secundaria; siendo una muestra no probabilística
de tipo incidental; los instrumentos utilizados fueron la escala de resiliencia (ER)
y la escala de normas y exigencias ENE-H; ambos instrumentos fueron sometidos
al análisis factorial para explorar el análisis de la validez obteniéndose un puntaje
de Kayser-Meyer-Oklin (KMO) de 0.860 para la versión padre y un valor de 0.844
para la versión madre; de igual manera se realizó para la escala de resiliencia
donde se obtuvo un valor KMO de 0.904; y resultados en el test de Bartlett p =
0.000; estos valores obtenidos indicaron que las escalas utilizadas fueron
altamente significativas, por otro lado se utilizó la validez de correlación ítem-
test, obteniendo en los ítems de la ENE-H valores superiores al valor recomendado
≥ 0.25; menos en los ítems 10 tanto para padres como la versión madres; en la ER
todos los ítems marcaron ≥ 0.25 en su validez ítem-test y la fiabilidad de Alfa de
Cronbach nos dio 0.722 y 0.706 para la ENE-H para padres y madres
respectivamente; por otro lado la fiabilidad de ER nos dió un valor de 0.820; lo
cual indicó que ambas escalas son altamente confiables. Los resultados con una
p=0.000; demostró que existe una relación significativa entre la resiliencia y el
estilo educativo parental inductivo, siendo esta directa y muy significativa.

Mariuccia (2016) realiza la investigación sobre resiliencia y habilidades


sociales en un grupo de adolescentes. La muestra estuvo conformada por 515

28
estudiantes de 6º de primaria de los distritos de Independencia y San Martín de
Porres, de ambos sexos, cuyas edades fluctúan entre los 10 y 12 años; a quienes
se le aplicó el Inventario de Factores Personales de Resiliencia propuesto por
Salgado (2005) y la Lista de Chequeo de Habilidades Sociales de Goldstein
adaptada al Perú por Ambrosio (1995). El tipo de estudio es básico de nivel
descriptivo correlacional, de diseño no experimental, tipo transversal. Los
resultados mostraron que no existe relación significativa entre resiliencia y las
habilidades sociales; sin embargo, si se encontraron relaciones significativas entre
el factor empatía y cinco de las dimensiones de las habilidades sociales, excepto
la dimensión de habilidades de planificación, así como una relación
estadísticamente significativa con las habilidades sociales global.

2.1.2. Antecedentes Internacionales

Al Nacer-Naser y Sandman (2000) intentaron identificar, en Kuwait, las


características de personalidad de personas resilientes que habían estado presentes
en la invasión de Irak a Kuwait en 1991. Utilizaron la escala de resiliencia del Ego
en una muestra de 495 hombres y mujeres, estudiantes de la Universidad de
Kuwait y que tenían de 17 años a más; esta muestra se agrupó considerando edad,
género y carrera que estudiaban, tipo de familia, estado social y estado civil. Los
resultados mostraron que los hombres son más resilientes que las mujeres, los que
pertenecían a familias extensas eran más resilientes que los que pertenecían a
familias nucleares y los que estudiaban carreras de ciencias eran más resilientes
que los que estudiaban arte.

En Colombia, Kotliarenko, Amar y Abello (2003) investigaron los factores


psicosociales asociados con la resiliencia en niños víctimas de violencia
intrafamiliar que a través de un enfoque teórico de la investigación. Trabajó con
31 niños en edades comprendidas entre los 7 y 12 años víctimas de violencia
intrafamiliar, utilizando en la recolección de datos; la entrevista semi-estructurada
inicial y una entrevista abierta. Los resultados coinciden con la base teórica que
se tiene del tema, se plantea que los niños resilientes de la muestra presenta
características y factores que los protegen de la adversidad y les permite un
desarrollo psicosocial positivo, pero no hay mayor claridad sobre las influencias
parentales.

29
Barrios (2005) realiza una investigación sobre el Autoconcepto y
características familiares de niños resilientes con discapacidad, en una población
colombiana. Este estudio buscó explicar el autoconcepto de niños con
discapacidad para la comunicación por deficiencia de la audición y las
características del funcionamiento de sus familias, en el marco de un estilo de vida
resiliente. Se utilizó un método de estudio de caso, con las técnicas de entrevista
a profundidad y aplicación de pruebas proyectivas. Los resultados demostraron
que los niños participantes presentaron un autoconcepto y unas características
familiares fundamentalmente positivas. Finalmente se concluye que la
interrelación de dichos elementos les ha permitido a los niños desarrollar un estilo
de vida resiliente.

Otra investigación fue la realizada por Pulgar (2010) quién abordó la


temática de la Resiliencia en estudiantes de la Universidad del Bío-Bío, sede
Chillán, en Chile. El objetivo general del estudio fue comparar los factores de
resiliencia presentes en los estudiantes. El estudio fue desarrollado desde una
perspectiva cuantitativa, con un diseño, no experimental, transversal de tipo
descriptivo comparativo. La recolección de los datos se efectuó a través de la
aplicación del Cuestionario de Resiliencia para estudiantes universitarios CRE–
U, a 120 estudiantes de seis carreras de pregrado de la Universidad del Bío-Bío,
sede Chillán. De manera general, las conclusiones abordan la existencia de
diferencias en los factores de resiliencia en estudiantes de la Universidad del Bío-
Bío sede Chillán, según sexo, según el tipo de rendimiento académico y según la
carrera de procedencia. Por ejemplo en la carrera de Psicología los factores con
puntajes altos fueron el de Interacción, Pensamiento Crítico, Introspección y
Familia.

Asimismo Navarrete (2011) realiza un estudio que tiene como objetivo


indagar acerca del comportamiento de las variables Estilos de Crianza Parental y
de la Calidad de Vida Familiar existente en los padres de preadolescentes que
presentan conductas disruptivas en el aula. El estudio es de carácter cuantitativo,
descriptivo, correlacional y sus variables fueron medidas a través de los
instrumentos de Cuestionario de Calidad de Vida Familiar, Cuestionario de Estilos
de Crianza y el Cuestionario de Comportamiento Parental para Niños CRPBI. La

30
muestra estuvo compuesta por 46 familias en las que se incluye padre, madre e
hijo/a preadolescente de entre 11 y 13 años de edad que cursan sexto o séptimo
año básico en un colegio particular subvencionado de la comuna de Chillán-Chile
ubicado dentro de la zona urbana. De ello, se concluye, que el estilo de crianza
predominante en los padres es el estilo de crianza con autoridad esto tanto en la
percepción de los hijos como en la de los propios padres. Por otro lado, se encontró
una correlación positiva y significativa entre estilo de crianza con autoridad y
calidad de vida familiar tanto en su nivel de importancia como en su nivel de
satisfacción.

Martínez (2015) lleva a cabo su tesis doctoral en la Universidad de Deusto,


España, titulada “La resiliencia en adolescentes víctimas de bullying como factor
protector ante los trastornos internalizantes y externalizantes”, la investigación
consta de un estudio cualitativo previo mediante grupo focal y de un estudio
cuantitativo prospectivo en dos tiempos con una muestra global de 800 alumnos/as
de edades comprendidas entre los 10 y los 14 años. La tesis estudia los efectos
principales y de moderación de factores de resiliencia individuales (optimismo,
satisfacción vital, inteligencia emocional, autoeficacia percibida, capacidad de
recuperación tras sucesos estresantes, ego-resiliencia y estrategias de
afrontamiento), familiares (apoyo parental) y comunitarios (apoyo social de
iguales, de profesores y de otras personas significativas) sobre los síntomas
internalizantes y externalizantes del bullying y cyberbullying, así como otros
indicadores de ajuste (la autovaloración de la imagen corporal y el rendimiento
académico). Los resultados empíricos de la investigación permiten concluir que
mientras la victimización por bullying (directo e indirecto) y cyberbullying se
asocia positivamente a problemas psicológicos internalizantes (ansiedad y
depresión, aislamiento, somatización) y a problemas psicológicos externalizantes
que se manifiestan en conductas agresivas y delincuencia, así como a una peor
autovaloración de la imagen corporal y rendimiento escolar, los factores de
resiliencia evaluados se asocian significativamente, en su conjunto, a menos
síntomas internalizantes y externalizantes, así como a mejor imagen y rendimiento
y tienen un efecto protector moderando transversalmente (y en el caso de algunas
variables, también longitudinalmente) la relación entre la victimización por
bullying y cyberbullying y sus consecuencias emocionales y conductuales.

31
2.2 Bases teóricas

2.2.1. Resiliencia

Etimológicamente, el vocablo resiliencia deriva del latín “resiliens, -entis” que


significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar, ser repelido o resurgir, según
la Real Academia Española (2017) la define como la capacidad de adaptación de un ser
vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos y como la capacidad
de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la
perturbación a la que había estado sometido

Es que el término de resiliencia había sido usado anteriormente en otros campos


como la física, la ingeniería y en la medicina para referir a una cualidad de elasticidad y
plasticidad de una sustancia, pero se incorpora, como lo menciona Pereira (2007) al
campo socio-psicológico en 1982, con la publicación de Werner y Smith “Vulnerables
pero invencibles: un estudio longitudinal de niños y jóvenes resilientes”, quienes
siguieron durante treinta y dos años a más de 500 niños nacidos en medio de la pobreza
en la isla de Kauai, una de las islas del Archipiélago de las Hawai. Todos ellos pasaron
penurias, pero una tercera parte sufrió además experiencias de estrés y/o fue criado por
familias disfuncionales por peleas, divorcio con ausencia de padre, alcoholismo o
enfermedades mentales. Muchos de ellos presentaron las patologías físicas, psicológicas
y sociales que desde el punto de vista de los factores de riesgo se esperaban. Pero también
constató que muchos de ellos lograron un desarrollo sano y positivo: estos sujetos fueron
definidos como resilientes.

La resiliencia como concepto fue introducido por el paido-psiquiatra Michael


Rutter en el ámbito psicológico hacia los años 70, según el cual este término fue adaptado
a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en
situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. Según señala
Pereira (2007) en la opinión del conductista Rutter, la resiliencia se reducía a una suerte
de “flexibilidad social” adaptativa.

Muchos autores definen la resiliencia como un proceso, es así que Rutter (1993)
afirma que la resiliencia es un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que
posibilitan tener una vida sana en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del
tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente

32
familiar social y cultural. Así la resiliencia no puede ser pensada como atributo con que
los niños nacen o que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trata de un
proceso que caracteriza un complejo sistema social, en un momento determinado del
tiempo.

Grotberg (1996) entiende la resiliencia como una capacidad para hacer frente a las
adversidades, superarlas o incluso ser trasformado por ellas. Al ser parte del proceso
evolutivo, debe ser promovida desde la niñez.

Según Vanistendael (1997) la resiliencia diferencia dos componentes: la


resistencia frente a la destrucción, la capacidad de proteger la propia integridad bajo
presión, por otra parte mas allá de la resistencia, es la capacidad de forjar un
comportamiento vital positivo pese a circunstancias difíciles.

Luthar (citado por Infante, 2002) sostienen que la resiliencia es un proceso


dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran
adversidad. Esta definición incluye tres componentes esenciales que deben estar presentes
en el concepto de resiliencia como proceso:

- La noción de adversidad, trauma, riesgo o amenaza de desarrollo humano.

- Adaptación positiva o superación de la adversidad.

- Proceso que considera la dinámica entre mecanismos emocionales,


cognitivos y socioculturales que influyen en el desarrollo humano.

Otro enfoque define la resiliencia como una respuesta, es así que Garmenzy
(citado por Becoña, 2006), la define como: “la capacidad para recuperarse y mantener
una conducta adaptativa después del abandono o incapacidad inicial al iniciarse un evento
estresante” (p.459).

Así también, la resiliencia es definida por Wagnild & Young (citado por García,
Yupanqui y Puente, 2013) como la capacidad para resistir, tolerar la presión de los
obstáculos y pese a ellos hacer las cosas correctas, bien hechas, cuando todo parece actuar
en contra. Puede entenderse, aplicada a la psicología, como la capacidad de una persona
de hacer las cosas bien pese a las condiciones de vida adversas, superándolas y saliendo
de ellas fortalecido o incluso transformado.

33
De manera más reflexiva Quiñones (2007) nos brinda la siguiente definición de
que la resiliencia es la capacidad del sujeto, que a partir de situaciones adversas, construye
o reconstruye alternativas tanto de sí mismo como sujeto, como de los procesos
relacionales y de las condiciones de los entornos particulares de convivencia en que se
desenvuelve. Por la resiliencia, el sujeto es capaz de replantear nuevas miradas y
posibilidades a sus actuaciones, elaboración que logra mediante una fluidez de
pensamientos y acciones de manera creativa. Es poder llegar a generar otras maneras de
percibir y actuar en el mundo que ha sido trasformado o destruido por eventos traumáticos
y/o adversos que afronta.

Por su parte, Chávez e Iturralde (citado en Gómez, 2010) sostienen que la


resiliencia es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para
mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y
acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas.

La Federación Internacional de la Cruz Roja (2012) afirma que la resiliencia es la


capacidad que tienen las personas, comunidades, las organizaciones o los países
expuestos a desastres, crisis y vulnerabilidades, subyacentes de anticipar, reducir el
impacto y afrontar los efectos de la adversidad para luego recuperarse sin comprometer
sus perspectivas a largo plazo. Abarca el proceso de adaptación y el conjunto de
habilidades, capacidades, comportamientos y acciones para afrontar la adversidad.

Por lo descrito anteriormente, no hay un consenso en cuanto a la definición de


resiliencia pero las anteriores definiciones podemos definir a manera de conclusión que
la resiliencia es la capacidad que tiene el individuo mediante la cual pone en marcha un
proceso con recursos positivos internos y externos los cuales al interactuar, tiene como
resultados el afrontamiento a las situaciones difíciles, logrando un desarrollo integral.

2.2.1.2. Desarrollo histórico de la resiliencia

A través del tiempo y mediante la observación, ha llamado la atención, como


algunas personas logran superar las adversidades y convertirlas en una oportunidad para
desarrollarse. Es así que el concepto de resiliencia y sus primeras investigaciones surgen
en el campo de la psiquiatría infantil. Durante años se dio realce a entender el origen de

34
la enfermedad mental pero conforme pasaron los años surgen los esfuerzos por entender
la etiología y evolución de la psicopatología. En el desarrollo histórico del concepto de
resiliencia según el trabajo de Infante (2002) se distingue dos generaciones.

A inicios de los años 70, surge la primera generación de investigadores, a través


de estudios en los que se descubrió la existencia de niños que no desarrollaban problemas
psicológicos o de adaptación social a pesar de que se encontraban bajo factores de alto
riesgo, yendo en contra de lo que se suponía era una consecuencia irremediable para estos
niños y contrarrestando lo que predecían los investigadores. La primera generación de
investigadores considera la resiliencia como aquello que se puede estudiar una vez que la
persona se ha adaptado, es decir cuando ya tiene una capacidad resiliente. En otras
palabras, sólo se puede etiquetar una persona de resiliente si ya hubo adaptación;
entonces, la investigación se centra en encontrar aquel conjunto de factores que han
posibilitado la superación (Gomez, 2010).

Según señala Flores (2008) las investigaciones se amplían cuando se empieza a


considerar los factores externos al individuo como su nivel socioeconómico, estructura
familiar, presencia de un adulto cercano. Esta generación se basa en el modelo tríadico
de resiliencia, que consiste en organizar los factores protectores y de riesgo en tres grupos:
atributos individuales, aspectos de la familia y las características de los ambientes sociales
en que los individuos se hallan inmersos.

A mediados de los años 90, surge la segunda generación, que sigue considerando
la perspectiva de la generación anterior, es decir, el estudio de los factores presentes en
los individuos de alto riesgo social que se adaptan positivamente a la sociedad pero agrega
el aspecto dinámico de los factores que están en la base de la adaptación resiliente, en
consecuencia, es decir, esta generación de investigadores considera la resiliencia como
un proceso que puede ser promovido. Por tanto, las investigaciones se preocupan más en
dilucidar cuáles son las dinámicas presentes en el proceso resiliente, con el objetivo
fundamental de ser replicadas en intervenciones o contextos similares, estudiando la
elaboración de modelos que permitan promover la resiliencia de forma efectiva mediante
programas de intervención. Este grupo se centra en responder a la interrogante de ¿cuáles
son los procesos asociados a una adaptación positiva dado que la persona ha vivido o
viven en condición de adversidad?, siendo exponentes de esta generación Grotberg,
Luthar y Cushing, Masten , Kaplan y Bernar. Para entender mejor como los estudios sobre

35
la resiliencia han ido evolucionando, abarcando diversas áreas y enfoques según cada
década, Infante (2002) realiza un cronograma conceptual de Resiliencia (véase Figura 1).

Interferencia de factores de protección a partir del

Interés por el riesgo individuo, la familia y la comunidad

70’s 80’s 90`s ½ 90`s

Figura 1. Cronograma Conceptual de Resiliencia de Infante (2002)

La resiliencia como capacidad La resiliencia como proceso


capacidad
Estudios Longitudinales Interés por la promoción

Figura 1. Cronograma Conceptual de Resiliencia según Infante (2002)

Nota. Adaptado de “Estudio de Revisión sobre la resiliencia en cuatro programas de Latinoamérica.


Desarrollo Infantil Temprano Prácticas y Reflexiones”, Infante, 2002, pp 26, La Haya: Bernard van Leer
Foundation. Recuperado de http://repositorio.minedu.gob.pe/handle/123456789/717.

Es importante destacar el aporte de Bronfenbrenner (1997) quien


desarrolla el modelo ecológico de los sistemas, que explica de una mejor manera
el proceso dinámico de interacción entre el individuo y su entorno. Mediante este
modelo caracteriza al ambiente como un contexto donde el individuo y el
ambiente interaccionan mutuamente y existe un conjunto de estructuras seriadas,
cada una de las cuales se incluye en las siguiente. A estas estructuras o niveles del
ambiente ecológico, las denomina microsistema (nivel más interno del ambiente,
en los que el individuo participa directa y activamente: familia, escuela, grupo de
iguales, parroquia, etc.), mesosistema (segundo nivel del ambiente ecológico,
donde se interrelaciona dos o más entornos que pertenecen al microsistema:
familia y escuela , familia y vecindario ); exosistema (tercer nivel está conformado
por aquellos entornos que no incluyen a la persona como participante activo, pero
en los cuales se producen hechos que afectan al entorno que comprende a la

36
persona: trabajo del padre o madre) y microsistema (consiste en el conjunto de
creencias, actitudes, tradiciones, valores, leyes, etc.).

Hoy en día, como lo afirma Pereira (2009) a pesar de que en sus inicios las
investigaciones alrededor de las personas resilientes se dirigieron a estudiar una
infancia marcada por situaciones traumáticas, ahora el estudio de la resiliencia se
ha extendido y entendido como una cualidad que pues ser desarrollada a lo largo
del ciclo de la vida. La resiliencia se ha convertido en una categoría susceptible
de ser aplicada a todo el ciclo vital. Asimismo afirma que en la actualidad se
sostiene un tercer enfoque, el latinoamericano. En Latinoamérica, los primeros
planteamientos sobre resiliencia surgen alrededor de 1995. Para estos
investigadores, la resiliencia es vista a nivel comunitario y puede obtenerse como
un producto de la solidaridad social, que se hace evidente en los esfuerzos
colectivos de algunos pueblos a la hora de enfrentar situaciones de emergencia.
Este enfoque se enraíza en la epidemiología social que entiende el proceso salud-
enfermedad como una situación colectiva causada por la estructura de la sociedad
y por los atributos del proceso social. Particularmente el enfoque colectivo y
comunitario ha sido un aporte latinoamericano.

2.4.1.3.Teorías sobre resiliencia

a) Teoría del desarrollo psicosocial de Edith Grotberg

La Teoría del Desarrollo de Eric Erikson sirve como base a Edith


Grotberg para encajar la resiliencia agregando un componente importante
como lo señala Infante (1999) el aspecto dinámico: ser resiliente o no,
dependiendo del interjuego que se dé entre los distintos factores y el rol de
cada factor en los distintos contextos.

Grotberg (1996) habla de la de la efectividad de la resiliencia no


sólo para enfrentar adversidades sino también para la promoción de la
salud mental y emocional de las personas. Infante (2002) sostiene que el
término adversidad puede designar una constelación de muchos factores
de riesgo (tales como vivir en la pobreza) o una situación de vida específica

37
(como la muerte de un familiar). Puede ser definida objetivamente, o bien
subjetivamente, a través de la percepción de cada individuo. Terremotos,
abusos sexuales, secuestros, robos o enfermedades terminales son otros
ejemplos. Pero también existen aquellas situaciones cotidianas que ciertas
personas las viven con mayor liviandad y otras como el auténtico fin del
mundo: La adversidad es subjetiva. Lo que tal vez para algunos es una
simpleza, a otros los hace sentir que todo se les viene abajo.

Grotberg (citado por Puerta de Klinkert, 2002) sugiere tres fuentes


principales (véase figura 2) que se juntan en torno a las características
genéticas y temperamentales que influyen en el niño para que sea más
vulnerable o menos vulnerable a la ansiedad, desafíos y estrés. Es en este
aspecto que interviene:

 El ambiente favorable, que es una fuente externa de defensa; como la


familia, la comunidad y la nación.
 La fortaleza intrapsíquica, referida a una fuente interna, en la propia
personalidad el niño, que incluye el sentido de autonomía, control de
impulso, autoestima, afecto y empatía.
 Habilidades adquiridas y orientadas a la acción, consideradas como
aquellas conductas apropiadas a la interacción social, como son la
expresividad social, la capacidad de resolución de problemas, manejo
de estrés y de la angustia, la selección de opciones, etc.

38
Características
genéticas
Adquisiòn de Fuerzas Intrapsiquicas
Habilidades

- Atención - Confianza
- Habilidades Sociales - Autocontrol
- Apreciación de la Ambiente favorable - Autonomía
realidad - Control de
- Mantenimiento de la Impulsos
concentración - Autoestima
- Respuesta a las
- Anticipación del - Ser querible
características
futuro - Empatía
propias de niño
- Expresión social - Altruismo
- Relaciones cariñosas
- Atención emocional - Control
- Comunicación pre-
- Uso adaptado de la internalizado
verbal
fantasía - Flexibilidad
- Sensibilidad
- Conducto pro-social - Esperanza
simbólica
- Resolución de - Optimismo
- Aliento y entusiasmo
problema - Decisión ante
- Exposición
- Manejo del estrés los riesgos
controlada a la
- Expresión creativa - Iniciativa
adversidad
- Soluciones - Energía
- Ayudas requeridas
alternativas - Valentía
- Dar oportunidades
- Ritos/tradiciones
- Disciplina

Figura 2. Teoría del desarrollo psicosocial de Grotberg

Nota. Adaptado de “Estudio de Revisión sobre la resiliencia en cuatro programas de Latinoamérica.


Desarrollo Infantil Temprano Prácticas y Reflexiones”, Infante, 2002, pp 26, La Haya: Bernard van Leer
Foundation. Recuperado de http://repositorio.minedu.gob.pe/handle/123456789/717.

Según esta teoría, Grotberg (citado en Flores, 2008) refiere que los
sujetos resilientes (niño, adolescente o adulto) toman factores de
resiliencia de cuatro fuentes, que son expresados verbalmente (véase
Tabla 1).

39
Tabla 1.
Factores de resiliencia según Grotberg

“ YO TENGO” “YO SOY” “ YO ESTOY” “YO PUEDO”


-Personas alrededor -Alguien por quien -Dispuesto a -Hablar sobre
en quienes confío y los otros sienten responsabilizarme cosas que me
que me quieren aprecio y cariño. de mis actos. asustan o me
incondicionalmente. inquietan.
-Feliz cuando hago -Seguro de que
-Personas que me algo bueno para los todo saldrá bien. -Buscar la manera
ponen límites para demás y les de resolver mis
que aprenda a evitar demuestro mi -Triste, lo problemas.
los peligros. afecto. reconozco y lo
expreso con la -Controlarme
-Personas que me -Respetuoso de mí seguridad de contar cuando tengo
muestran por medio mismo y del apoyo. ganas de hacer algo
de su conducta la prójimo. peligroso o que no
manera correcta de -Rodeado de está bien.
proceder. -Capaz de aprender compañeros que
lo que mis me aprecian. -Buscar el
-Personas que maestros me momento
quieren que aprenda enseñan. apropiado para
a desenvolverme hablar con alguien
solo. -Agradable y o actuar.
comunicativo con
-Personas que me mis familiares y -Encontrar a
ayudan cuando vecinos. alguien que me
estoy enfermo o en ayude cuando lo
peligro, o cuando necesito.
necesito aprender.
-Equivocarme y
hacer travesuras
sin perder el afecto
e mis padres.

-Sentir afecto y
expresarlo.

Nota. Adaptado de “Resiliencia y proyecto de vida en estudiantes del tercer año de secundaria
de la UGEL 03” , Flores, 2008, Tesis para optar el grado de Magister en Psicología,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú.

Esta teoría como bien se menciona da un enfoque con vistas a la


promoción de la salud y también de la educación, permitiendo que la
resiliencia se de en el sujeto, si es que es formado y educado para que se
adhiera a su forma de pensar y expresarse, estas fuentes (verbos) y sus

40
implicancias, de manera significativa en él y que lo ayuden en su actuar y
desenvolvimiento ante las situaciones adversas.

b) Modelo del desafío de Wolin y Wolin : mandalas de la resiliencia

Este modelo se basa en un proceso de “rebote” (véase figura 3), en


el cual se explica cómo un medio familiar y/o social problemático puede
originar un riesgo de daño en el niño, que puede llegar a convertirse en una
patología. Sin embargo, al darse el encuentro con el escudo de la resiliencia
en la persona, hacen que estas fuerzas no actúen linealmente y se
transforme en un desafío, haciendo que la influencia del daño rebote y en
lugar de que el niño sucumba o caiga en efectos negativos el niño logra
resurgir y llegar a convertirse en un adulto sano, feliz y productivo, según
lo explica, Wolin y Wolin como resultado de sus estudios (citado por
Puerta de Klinkert, 2002).

adulto

daño sucumbe adolescente


niño
niño

patologías patologías
problemas

patologìas
desafìo rebote
resiliencias resiliencias
Figura 1. Modelo de desafìo de Wolin y Wolin( 1992; vèase Puerta resiliencias
de Klinkl

Figura 3. Modelo de desafío de Wolin y Wolin

Nota. Recuperado de “Resiliencia. La estimulación del niño para enfrentar desafíos”, Puerta de Klinkert ,
2002, Buenos Aires, Lumen .

Este modelo centra su atención en identificar y fortalecer los


“factores protectores” que son los recursos con los que cuenta la persona.
En consecuencia, es que se plantea otro enfoque llamado “modelo de
daño”, Wolin y Wolin citado por Puerta de Klinkert, 2002), el cual se

41
centra en un diagnóstico lo más cercano posible a como se percibe en la
realidad, llevando a cabo un plan de intervención. Este modelo parte de los
problemas familiares, exigiendo proteger al niño desde afuera,
desarrollando programas que combatan a los factores que puedan interferir
en su proceso de desarrollo (véase figura 4).

Adolescente

Daño Sucumbe

Adulto
Problemas infantiles
Problemas familiares
Patologías infantiles

Patologías

Patologías

Figura 4. Modelo del daño de Wolin y Wolin

Nota. Recuperado de “Resiliencia. La estimulación del niño para enfrentar desafíos”, Puerta de Klinkert
2002, Buenos Aires, Lumen .

Wolin y Wolin (1993) utilizan la palabra “mandala”, que proviene de las


comunidades indígenas del sur-este de Estados Unidos y que hacían uso de esa
palabra para llamar así a las fuerzas que hacen que el individuo enfermo halle su
resistencia interna para sobreponerse a la enfermedad. Estos autores manifiestan
que los pilares de la resiliencia son siete (véase figura 5) y evolucionan de forma
progresiva en cada etapa del desarrollo de la persona. A continuación se detallan
los siete pilares de la resiliencia:

- Introspección: Es el hábito de hacerse preguntas difíciles y darse


respuestas honestas. En la niñez se expresa como la capacidad de “intuir”
al darse cuenta de que algo no está bien, en la adolescencia es la capacidad
de “conocer” lo que pasa en su entorno que es importante que se dé para
que ya en la adultez es la “sabiduría y comprensión”.

42
- Independencia: Es la capacidad de establecer límites entre uno mismo y
el entorno adverso, manteniendo una distancia emocional y física, sin
llegar al aislamiento. En la niñez se manifiesta a través del “alejarse”, es
decir toma distancia de las situaciones de conflicto en la familia. En la
adolescencia consiste en no identificarse ni involucrarse, con la situación
problemática, ya en la adultez es la “separación”, que consiste en ser capaz
de vivir separado del problema sin que este afecte su libre decisión.

- Capacidad de relacionarse: Es la habilidad para entablar lazos íntimos y


satisfactorios. En la niñez se refleja a través de la capacidad de conectarse
y ser querido, en la adolescencia se manifiesta a través de “reclutar” pares
y establecer una red de apoyo social fuera de la familia, ya en la adultez se
refiere a la “atracción”, para establecer relaciones interpersonales
gratificantes.

- Iniciativa: Es la habilidad que consiste en exigirse y ponerse a prueba en


actividades cada vez más exigentes, hacerse cargo de los problemas y
ejercer el control de la situación. En la niñez se lleva a cabo a través de la
“exploración”, en la adolescencia se manifiesta a través del trabajo, el
estudio, actividades deportivas, hobbies y en la adultez se desarrolla la
generatividad, que se relaciona con enfrentar desafíos, sentirse realizado
en su profesión o carrera.

- Creatividad y humor: Es la capacidad de crear orden, belleza y un


objetivo a las situaciones adversas. En la niñez se expresa a través del
juego que desenvuelve esta capacidad y revierte la soledad, la rabia, el
miedo y la desesperanza. En la adolescencia se expresa a través del
moldeamiento, que mezcla el juego, con la disciplina y esfuerzo para
generar arte, en la adultez se manifiesta a través de la composición y la
reconstrucción.

- Ideología personal: Es llamada también moralidad o conciencia moral y


está relacionada al compromiso con los valores, al deseo de una vida
personal satisfactoria. En el niño se refleja a través del “juicio” en la

43
diferenciación de lo bueno y lo malo, en la adolescencia se manifiesta a
través de los “valores” propios, donde se desarrollan juicios
independientemente de los padres y en la adultez se expresa a través de la
“capacidad de servicio”.

- Sentido del humor: En cuanto al humor es hallar lo gracioso en la


desdicha, de ver la situación con sentido del humor, refiriéndose también
a la disposición de ver la situación de manera positiva, lo que permite
alejarse del foco de tensión. En la niñez se expresa a través del juego, en
la adolescencia a través de la capacidad de reír.
Alejamiento

YO

Figura 5. Los mandalas de la resiliencia de Wolin y Wolin

Nota. Recuperado de “Estado del arte en resiliencia” ,Kotliarenco, Cáceres, & Fontecilla, 1997, Oficina
Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud. Recuperado de
http://www.uai.edu.ar/transferenciauniversitaria/aprendizajeyservicio/ESTADO%20DE%20ARTE%20N
%RESILIENCIA%20%20Organizaciòn%20PanamericanaOrganizacion%20Mundial%20de%20la%2Sal
ud.pdf.

44
c) Teoría de la Salutogénesis de Aarón Antonovsky

Este modelo fue creado por Antonovsky (1991), según expresa


Infante (1999), como una aproximación complementaria al enfoque de
patología, esta teoría comprueba que individuos y grupos de individuos
son capaces de enfrentarse en forma exitosa con la patología y el estrés
a través del “sentido de coherencia” que se define como una percepción
emocional-cognitiva de parte del individuo hacia los estímulos que
recibe, sean más o menos controlados por el sujeto. Este modelo
menciona que mientras más alto sea el sentido de coherencia de un
sujeto o grupo, más adecuada será su capacidad para relacionarse con
los estresores psicosociales existentes.

También se afirma bajo este modelo que no existen ambientes


libres de estresores ya sea por razones de contexto o porque cada uno
evalúa como estresantes distintos aspectos. Los estresores son
entrópicos e inherentes a la existencia humana. El hecho de que sean
considerados como comprensibles, manejables y significativos actúa
como entropía negativa (sentido del orden). Con respecto a
“comprensible”, se refiere a que el estímulo que confronta al sujeto se
considere con sentido, que la información sea ordenada, consistente,
estructurada y clara. El término “manejable” se refiere a cuando un
estímulo tiene demandas es necesario percibir que la existencia de
recursos a su disposición es suficiente. Lo “significativo” compete a
que los estímulos sean importantes, que tengan un significado para
nosotros; es decir, que la vida tiene un sentido emocional y afectivo.
Para desarrollar el sentido de coherencia; Antonovsky plantea una
orientación permanente de sentido de confianza en la que los estímulos
son estructurados, predecibles y explicables; y los recursos para
responder a las demandas están al alcance del sujeto; y estas demandas
sean desafíos dignos de inversión y compromiso.

45
d) Enfoque sistémico

Este enfoque es uno de los que mayor referencia se tiene, para


explicar la resiliencia a nivel individual y familiar (véase figura 6).
Amaya (1992) expresa que la familia bien llevada crece como un todo
y, a la vez, fomenta el desarrollo individual de cada uno de sus
miembros, trasmitiendo un sentido de poder personal y promoviendo
la confianza. De esta manera, considera que en la situación ideal, el
bienestar de la familia como un todo redunda en el bienestar de cada
miembro. De la misma forma, el bienestar personal del individuo se
revierte en el bienestar familiar.

Resalta el término interdependencia, considerándola como la


fuente del crecimiento del ser humano. Se refiere a que dos personas
que se relacionan emocional y mentalmente reciben influencia uno del
otro, la cual puede ser para bien o para mal. Asímismo, expresa que el
niño nace necesitado del estímulo de quienes lo rodean para
desarrollarse física y emocionalmente saludable, funcionando como un
receptor de la cultura familiar contribuyendo a cambiarla desde el
momento en que se sabe de su concepción. Así, a medida que el ser
humano va creciendo, la naturaleza de su dependencia cambia, pero
siempre requiere de los demás para su plenitud.

Tiene en cuenta que los niños que han sido criados solos,
demuestran un desarrollo social muy pobre; mientras que otros, criados
en ambientes estimulantes desarrollan sus habilidades humanas más
extensa y de forma efectiva.

Se brinda importancia al papel de la comunicación, el cual, bajo


la posición de la autora, contribuye a que todo ser humano pueda vivir
una vida de alta calidad. Expresa que una familia saludable cuida
mucho de que los miembros se vinculen debidamente mediante
patrones positivos (abrazos, caricias, lenguaje corporal, expresiones y
gestos, por medio de la palabra, ya sea escrita o verbal), a través de los
cuales puedan dar a conocer sus opiniones y emociones,

46
promoviéndose en cada uno de sus miembros el hecho de aceptar que
el individuo es independiente y único, y que por lo tanto cada uno ve
el mundo de acuerdo a su visión personal.

Es debido a esta individualidad y al adecuado soporte


emocional, lo que fomenta el desarrollo de recursos y estrategias que
le permiten al individuo que ha crecido dentro de esta familia, poder
afrontar situaciones adversas y salir airosos de ellas que de alguna
manera actuaron como un estímulo desestabilizador.

UNIÓN con AMOR

Valores Autoestima
Comunicaciòn positiva y “poderosa” :
Actitudes Poder personal
Creencias podemos Poder familiar

Aprecio de diferentes e

individualidades

Resolver problemas Comunicaciòn abierta y sincera Pensamientos


Emociones
Actividades

Estructuras sòlidas y
Rituales
participativas
Priorizan comunicaciòn
Reglas flexibles y humanas
mutua diaia
Manejar la vida
diaria

Justicia en las relaciones


interpersonales

Respeto

Figura 6. La resiliencia desde el enfoque sistémico

Nota. Recuperado de “Guía para la familia con problemas de alcoholismo y drogas”, Amaya , 1992,
Florida, Estados Unidos, Editorial América.

47
2.4.1.4. Características de la persona resiliente

Dentro de las diferentes definiciones que se le atribuye al término


“resiliencia” es el que se utiliza para describir las diferentes cualidades y/o
capacidades que la representan, es así que diferentes autores proponen diversas
perspectivas teóricas acerca de sus características particulares. Fonagy (citado por
Kotliarenco et al., 1997) manifiesta que los niños y niñas resilientes presentaban
atributos como el nivel socioeconómico más alto, predominante más en el género
femenino en el caso de los prepúberes y mayor frecuencia en el género masculino
en las etapas posteriores del desarrollo, ausencia de déficit orgánico,
temperamento fácil, menor edad al momento del trauma y ausencia de
separaciones o pérdidas tempranas. Asimismo señala que el medio social más
próximo a ellos se caracteriza por padres competentes, relación cálida con al
menos un cuidador primario, posibilidad de poder contar en la adultez con el
apoyo social del cónyuge, familia u otras figuras, mejor red informal de apoyo
(vínculos), mejor red formal de apoyo a través de una mejor experiencia en la
educación y de participar en actividades religiosas y de fe.

Wagnild y Young (1993) refieren que la resiliencia es una característica


positiva de la personalidad, la cual permite resistir, tolerar la presión, los
obstáculos y pese a ello hacer las cosas correctas. Además, puede entenderse como
la capacidad de una persona, que a pesar de las condiciones de vida adversas y a
las frustraciones que atraviesa, puede superarlas y salir de ellas fortalecido e
incluso transformado.

Por otro lado, Vanistendael (citado por Guimaray, 2014) afirma que el
sentido del humor es una clave importante para el desarrollo de la resiliencia y
expresa al respecto que quien ejerza la difícil virtud de reírse de sí mismo ganará
en libertad interior y en fuerza. Este autor propone el modelo de “La casita de la
resiliencia” (véase figura 7), donde explica, define y permite potencializar las
habilidades resilientes en las personas, para contribuir a una mejor comprensión
es que compara su explicación a la construcción de una casa.

El suelo constituye el elemento básico y fundamental de toda construcción.


Por tanto, son las necesidades materiales básicas (vivienda, alimento, ropa, etc.)

48
con las que debemos contar para que la construcción de la resiliencia pueda
comenzar. Son los mínimos sin los cuáles no se puede avanzar, pero como es
evidente, techo y comida no bastan.

Los cimientos de nuestra construcción responden a la confianza adquirida


a través de las experiencias vividas con los más cercanos. El vínculo que nos une
a la familia, amigo, entre otros sentirnos aceptados, comprendidos, es básico para
la construcción de resiliencia

Subiendo al primer piso, nos encontramos con la necesidad de dotar de


sentido a lo que nos ocurre. Tenemos que ser capaces de responder al “para qué”
nos ocurren las cosas, dotándolas así de significado e iniciando, por tanto, el
aprendizaje que nos lleva más allá del “por qué”.

En el segundo piso, el de las otras experiencias, se sitúan aquellos otros


elementos como las aptitudes personales y sociales, autoestima, e incluso el
sentido del humor. Son elementos básicos en la resiliencia.

Finalmente, en el techo reside la apertura a las nuevas experiencias. A


incorporar elementos nuevos que ayuden en la construcción de la resiliencia.

49
Techo
Apertura a nuevas experiencias

2°Piso Aptitudes personales


Autoestima Sentido del Humor
y sociales

1º Piso BÙSQUEDA DEL SENTIDO

Familia
Cimiento
Escuela Comunidad
Aceptaciòn de
la persona
Suelo
Necesidades fìsicas bàsicas

Figura 7. La casita de la Resiliencia de Vanistendael (1997)

Lo que nos explica, el autor, es que la casa, es una estructura jerárquica


que se va construyendo desde los cimientos; es decir, es necesario empezar desde
el suelo si se quiere llegar a lo más alto. Vanistendael y Lecomte (2002) expresan
“cada pieza va a representar un dominio de intervención potencial para que
podamos construir, mantener o reestablecer la resiliencia”(p.173), “como en una
casa real, las habitaciones se comunican entre sí a través de puertas y escaleras:
los dominio de la resiliencia están vinculados”(p.177).

Kotliarenco et al. (1997) consideran algunas características de la


personalidad de las personas resilientes como: mayor coeficiente intelectual y
habilidades de resolución de problemas, mejores estilos de enfrentamiento,
motivación al logro, autonomía, autoestima y locus de control interno, empatía,
conocimiento y manejo adecuado de relaciones interpersonales, voluntad y
capacidad de planificación y por último sentido del humor positivo.

Por otro lado, Panez (2000), aparte de indicar las características


mencionadas por otros autores como autoestima, autoeficacia y autonomía; agrega
otros tres factores: la creatividad, el humor y la identidad cultural. Respecto a la
creatividad indica que permite descubrir respuestas nuevas y originales a un
problema. También, menciona que mediante el humor se puede enfrentar la
adversidad, permitiendo un distanciamiento, una apreciación objetiva y la

50
introducción de componentes emocionales optimistas que favorecen a la solución
de problemas. A través de la identidad cultural el niño o el adolescente consolidan
su identidad personal, mejora su autoestima, promueve la autonomía y lo impulsa
a sí mismo y al grupo.

2.4.1.5. La resiliencia y la adolescencia

Como lo indica Alchaurrón (citado por Melillo, 2002), la adolescencia es


una etapa de continuo cambio, rápido desarrollo, durante la cual se adquieren
nuevas capacidades, se fijan conductas y habilidades, y, lo más relevante, se
empieza a elaborar un proyecto de vida personal. En este período, la persona ya
cuenta con un tipo de pensamiento formal que le permite confrontar, reflexionar,
debatir, analizar y sacar sus propias conclusiones consecuentes de su realidad. Por
todo esto, es esta etapa el momento oportuno para fortalecer el desarrollo,
potenciar los factores protectores y prevenir las conductas de riesgo, reforzando
los potenciales resilientes.

Según señala Krauskoptf (citado por Peñaherrera, 1998) los adolescentes


se encuentran en un período evolutivo de mayor vulnerabilidad, donde los
comportamientos de riesgo están relacionados con aquellas conductas que
interfieren en el logro de las tareas normales del desarrollo, la adquisición de
habilidades sociales, el despliegue de sentimientos de adecuación, la asunción de
nuevos roles sociales y la competencia social.

Es así que, Zabalo (citado por Melillo, Soriano, Méndez y Pinto, 2004)
encontró como característica de los adolescentes resilientes el optimismo: en
general, son sujetos difíciles de quebrar. El optimismo del resiliente, vinculado
con la esperanza, tiene que ver con no estar demasiado inmersos en la realidad; es
decir, con no ser hiperrealistas el hecho de estar empapados en exceso de los
aspectos trágicos de la sociedad en que vivimos impide poder creer que somos
capaces de superar los problemas. Resilir, en realidad, viene del latín, que es pasar
por encima de, saltar.

51
Otras características comunes a los adolescentes resilientes son la
autoestima –al juzgarse a ellos mismos, se sienten valiosos y merecedores de
atención–, la exoestima (ponen esfuerzo en la construcción de redes sociales que
funcionarán como sostén ante la adversidad), la autoconfianza (cuentan con la
convicción de que sus acciones pueden cambiar las cosas), la introspección
(reconocen tanto sus propios errores como sus aciertos), la independencia, el
sentido del humor (a través de éste y riéndose de ellos mismos, logran
desdramatizar hasta las peores situaciones), la creatividad, la curiosidad, las
aptitudes resolutivas y sociales, la moralidad), el compromiso en las tareas que
emprenden, la flexibilidad ante los cambios y la presencia de un ser humano,
alguien que cree en sus capacidades de superación.

Munist, Santos, Kotliarenco, Suárez , Infante y Grotberg (mencionado por


Del Águila 2003) consideran al niño resiliente como aquel que trabaja bien y tiene
buenas expectativas. Ellos afirman que aquellos atributos que destacan y han sido
consistentemente identificados como los más apropiados de un niño y adolescente
resiliente son: la competencia social (responder más al contacto con otros seres
humanos y generar más respuestas positivas en las otras personas; además son
activos, flexibles y adaptables aún en la infancia, responden a cualquier estímulo,
se comunican con facilidad, demuestran empatía, afecto y tienen comportamientos
prosociales). Tienen capacidad para resolver problemas (incluye la habilidad para
pensar en abstracto reflexiva y flexiblemente y la posibilidad de intentar
soluciones nuevas para problemas tanto cognitivos como sociales); autonomía
(que involucra características como fuerte sentido de independencia, control
interno, autonomía, autodisciplina, separarse de los familiares enfermos, etc.) y el
sentido de propósito y de futuro (relacionado con expectativas saludables,
dirección hacia objetivos, orientación hacia la consecución de los mismos, éxito
en lo que emprende, motivación para los logros, fe en un futuro mejor y sentido
de la anticipación de la coherencia).

Lo que se busca desarrollar en la adolescencia con la resiliencia es la


formación de personas socialmente competentes que tengan conciencia de su
identidad y utilidad, que puedan tomar decisiones, establecer metas y creer en un
futuro mejor, satisfacer sus necesidades básicas de afecto, relación, respeto, metas,
poder y significado y esto es una tarea diaria que involucra distintos lugares

52
sociales partiendo de la familia, las distintas instituciones y los gobiernos de cada
país.

Debemos tomar en cuenta que la resiliencia no es una capacidad innata


para hacer las cosas correctamente para transformar conductas y lograr cambios.
Lo que los adolescentes deben recibir es un ambiente que contraste con el que
cada individuo tiene en su hogar. Esto significa que se les debe proporcionar
vivencias y expectativas diferentes para que adquieran una visión amplia del
mundo y puedan salir adelante (Werner y Smith, 1992).

2.4.1.6. Conceptos relacionados a la Resiliencia

Según Becoña (2006) expresa que existen conceptos que mantienen


relación con la resiliencia, para lo cual hace mención a algunos autores que
mantienen una idea similar:

a) Competencia: Desde la perspectiva de resiliencia, es un concepto que orienta


al niño a ejecutar o realizar resultados resilientes (Braverman, 1999). En
consecuencia, Bissonnette (1998) manifiesta que la finalidad es fomentar la
resiliencia y la competencia del niño ante los eventos estresantes más que
ofrecer asistencia para los problemas emocionales y conductuales que van
surgiendo.

Masten y Coatsworth (1998) explica la competencia como la


efectividad de las acciones que tiene una persona en el mundo, considerándola
además, como un sentido personal de bienestar en diversas áreas de
funcionamiento. Asimismo mencionan que el dominio en el que una persona
puede ser competente varía ampliamente (sea conductual, social, académica,
de desarrollo, etc.), lo que significa que el termino abarca que un individuo ha
demostrado su ejecución en una o más áreas y que continuará teniendo
capacidad de éxito en el futuro.

53
b) Vulnerabilidad: Ciertos investigadores han propuesto que la resiliencia y la
vulnerabilidad son polos opuestos del mismo continuo. Es así que, Becoña
expresa que la vulnerabilidad se refiere a incrementar la probabilidad de un
resultado negativo, principalmente como resultado de encontrarse expuesto al
riesgo. Teniendo en cuenta, que la resiliencia tendría que ver con el hecho de
evitar las adversidades asociados con ser vulnerable. Por otro lado,
Kotliarenco et al. (1997) refiere que la vulnerabilidad se entiende como una
intensificación de la reacción frente a estímulos que en circunstancias
normales conduce a una inadaptación; lo contrario sucede en circunstancias
en las cuales actúa un factor de atenuación que es considerado como
mecanismo protector. Al tratar el término de vulnerabilidad, resulta inevitable
hacer referencia a su término opuesto la invulnerabilidad.

c) Invulnerabilidad: Como ya se ha mencionado anteriormente, en sus inicios,


se les denominaba “niños invulnerables” a los que parecían fuertes, aquellos
que no sucumbían ante las presiones del estrés y los problemas, pero, bajo la
percepción de Rutter (citado por Kotliarenco et al., 1997, p.6-7) este término
resulta confuso y errado por tres razones: la resistencia al estrés es relativa, no
absoluta, por lo que considera que esta no es estable en el tiempo y varía de
acuerdo a la etapa del desarrollo por la que atraviesa el individuo y de la
calidad del estímulo; las raíces de la resistencia provienen tanto del ambiente
como de lo constitucional y finalmente, el grado de resistencia no es estable,
sino que varía a lo largo del tiempo y de acuerdo a la circunstancias. Por esta
razón, actualmente se usa de preferencia el concepto de resiliencia.

d) Robustez: Este término, es considerado afín al concepto de resiliencia, desde


la primera generación de su estudio. Para Levav (citado por Kotliarenco et al.,
1997), es una característica de la personalidad que en algunas personas actúa
como reforzadora de la resistencia al estrés, es una combinación de rasgos
personales que tienen carácter adaptativo y que incluyen el sentido del
compromiso, del desafío y la oportunidad, que se manifestarían en situaciones
adversas. Incluye además la sensación que tienen algunas personas de ser
capaces de ejercer control sobre las propias circunstancias.

54
e) Locus de control y estilo atribucional: Se tienen en cuenta entre los factores
que promueven la resiliencia en los niños, los cuales resultan del desarrollo de
un sentido de autoeficacia y maestría en la persona durante edades tempranas
de su vida. De esta manera, se plantea que es clave que los niños se vean a sí
mismos como capaces de superar sus problemas, sus dificultades o de que
otras personas pueden ayudarle, teniendo ya como resilientes una mayor
autoestima, establecimiento de sentimientos de autovalía, seguridad en su
capacidad para afrontar las situaciones exitosamente a pesar de la adversidad,
habilidad para encontrar significado a las experiencias que producen malestar,
percepción de que los errores son consecuencia de factores que son
modificables, entre otras (Brooks, 1994; Polk, 1997; Wolf, 1995; citado por
Becoña, 2007).

2.4.1.7. Factores que intervienen en la Resiliencia

Para un mejor estudio y comprensión, se consideran dos componentes; los


factores de protección y de riesgo, los cuales han sido revisados y tratados por
diferentes autores.

a) Factores protectores
Para Barudy y Pascale (2005), abarcan a las influencias que modifican,
mejoran o alteran la respuesta de una persona a algún peligro que
predispone a un resultado no adaptativo.

Manciaux (2003) manifiesta que los factores protectores manifiestan


sus efectos ante la presencia posterior de algún estresor, modificando la
respuesta del individuo en un sentido más adaptativo que el esperable.
Además, indica que un factor protector puede no constituir una
experiencia, sino una cualidad o característica individual.

Por otro lado, Raffo y Rammsy (1997; véase Salgado et al., 2001)
plantean que los factores protectores intervienen para aplacar los efectos
del riesgo. También, se establecen como fuerzas internas y externas que
colaboran con la persona en su interacción con el riesgo, por lo que

55
disminuye la probabilidad de disfunción y los inconvenientes que se
presentan en estas situaciones.

Grotberg (1996) refiere que los factores protectores son condiciones a


los entornos capaces de favorecer el desarrollo de individuos o grupos y
en muchos casos, de reducir los efectos de circunstancias adversas.

Otro definición es la señalada por Silva (1999) quien señala que los
factores protectores son todas aquellas características o situaciones propias
del niño o de su entorno que elevan la capacidad del niño para hacer frente
a las dificultades o disminuyen la posibilidad de desarrollar desajuste
psicosocial frente a la presencia de factores de riesgo.

A continuación se expone la clasificación de los factores protectores


para que se establezca la resiliencia (véase Tabla 2).

56
Tabla 2.
Clasificación de los factores protectores para el establecimiento de la resiliencia

Factores Factores Psicosociales de Factores Socioculturales


Personales la Familia
 Mayor coeficiente  Ambiente cálido  Sistemas de
intelectual verbal y  Presencia de la creencias y de
matemático. madre o sustituta valores.
 Una aproximación protectora.  Sistemas de
activa hacia la  Comunicación relaciones sociales
resolución de los abierta al interior (espacios privados y
problemas de la de la familia. públicos)
vida.  Estructura familiar,  Sistema político-
 Humor positivo. sin económico.
 Ritmicidad disfuncionalidades  Sistemas educativos
biológica estable importantes. y de salud.
(control de  Padres  Competencias
esfínteres, patrones estimuladores. comunicacionales
regulares de sueño  Adecuadas  Ejercicios de
y alimentación) relaciones con los influencias
 Mayor empatía, pares .Mayor (liderazgo).
autoestima e soporte social,
independencia. emocional,
 Menor tendencia a informativo,
sentimientos de material, entrega de
desesperanza y al valores).
fatalismo en  Pautas de crianza.
situaciones
difíciles.
 Satisfacción vital y
en el hogar.
 Atribuciones de
control sobre el
ambiente.
 Expectativas acerca
del futuro.
 Sentido de la vida.

Nota. Recuperado de “Estado del arte en resiliencia” ,Kotliarenco, Cáceres, & Fontecilla, 1997, Oficina
Panamericana de la Salud y Organización Mundial de la Salud. Recuperado de
http://www.uai.edu.ar/transferenciauniversitaria/aprendizajeyservicio/ESTADO%20DE%20ARTE%20N
%RESILIENCIA%20%20Organizaciòn%20PanamericanaOrganizacion%20Mundial%20de%20la%2Sal
ud.pdf.

b) Factores de riesgo
En el 2001, Salgado, Gonzales y Aguinaga, refieren que son factores
adversos que representan un riesgo para la integridad física y psicológica
de las personas y que aparecen como provocadores de problemas

57
psicológicos y desajustes sociales que determinan una interacción
particular del individuo con el entorno.

Asimismo, para Panez (2000) son variables que denotan riesgo


biológico o psicosocial y que incrementan la probabilidad de una
consecuencia negativa en el desarrollo.

Grotberg (2006) señala que son las condiciones a los entornos capaces
de favorecer el desarrollo de los individuos o grupos y en muchos casos,
de reducir los efectos de circunstancias desfavorables.

Promudeh (2001) indica que son las amenazas biológicas


(enfermedades, muerte), naturales (desastres naturales) o sociales
(pobreza, violencia, familia desintegrada, marginación) que incrementan
las posibilidades.

Para Blum (citado por Martínez y Vásquez, 2006) remarca los factores
de riesgo y resiliencia en tres factores: característica personal, familiar y
externa (véase Tabla 3)

58
Tabla 3.
Factores de riesgo y resiliencia según Blum

Características Riesgo Resiliencia


 Estrés pre y perinatal
Personales  Pobre lenguaje expresivo  Espiritualidad
 Impedimento físico.  Habilidades
 Temperamento físico Sociales
 Locus de control externo  Locus de control
 Inteligencia baja interno
 Inteligencia alta y
promedio
 Alta autoestima
 Alto estrés maternal
 Educación materna pobre
 Desacuerdo familiar
 Pobreza  Conexión con al
Familiares
 Enfermedad mental de menos un padre.
algún familiar  Cohesión familiar
 Familias muy numerosas  Estructura familiar
 Deficiencia en la relación  Lazos cercanos
madre-hijo en la infancia
 Familias caóticas
 Hacinamiento  Cuidado de un
adulto además de
Externas los padres.
 Poco o casi ningún soporte  Involucrado en la
externo (formal o informal) escuela o
 Más de 4 eventos comunidad
estresantes en la vida.  Lazos de amistad
diversa
 Pocos eventos
negativos en la
vida.
 Cuidadores en la
niñez

Nota. Recuperado de “Resiliencia invisible: infancia, inclusión social y tutores de vida”, Martínez &
Vásquez, 2006, Barcelona, España, Gedisa.

59
Asimismo Brañas (véase Martinez y Vásquez, 2006) encasilla los factores
de riesgo y protección en dos grandes grupos. El primero se denomina específicas,
orientadas a ciertas conductas de riesgo para un daño como el consumo de drogas,
accidentes de tránsito, infección de enfermedades de trasmisión sexual, entre
otras. En segundo grupo es llamado de amplio espectro, donde se involucran
diversos comportamientos de riesgo (véase Tabla 4).

Tabla 4.
Factores de riesgo y factores protectores que permiten desarrollar la resiliencia según
Brañas

Factores de riesgo Factores protectores

 Familias con pobres vínculos  Familia contenedora con buena


entre sus miembros. comunicación interpersonal.
 Violencia intrafamiliar.  Alta autoestima
 Autoestima baja.  Proyecto de vida elaborado,
 Pertenecer a un grupo con fuertemente internalizado.
conductas de riesgo.  Sentido de la vida elaborado.
 Proyecto de vida débil.  Permanecer en el sistema
 Deserción escolar. educativo formal.
 Locus de control externo.  Locus de control interno bien
 Bajo nivel de resiliencia. establecido.
 Alto nivel de resiliencia

Nota. Recuperado de “Resiliencia invisible: infancia, inclusión social y tutores de vida”, Martínez &
Vásquez, 2006, Barcelona, España, Gedisa.

2.2.2. Estilos de Crianza

Cuando nos referimos a los Estilos de Crianza nos referimos a un


conjunto de conductas ejercidas por los padres hacia los hijos. Los padres
son los principales responsables del cuidado y protección de los niños,
desde la infancia hasta la adolescencia (Céspedes, 2008; Papalia,
Wendkos, Duskin, 2005; Sordo, 2009). Esto significa que los padres son
los principales transmisores de principios, conocimientos, valores,
actitudes, roles y hábitos que una generación pasa a la siguiente. En este
sentido, su función es biológica, educativa, social, económica y de apoyo
psicológico. Frente a lo anterior, las dimensiones que caracterizan las

60
prácticas educativas de los padres son el control y exigencias; existencia o
no de normas y disciplina; grado de exigencia a los hijos. Otras
dimensiones son el afecto y la comunicación que es el grado de apoyo y
afecto explícito hacia los hijos; mayor o menor comunicación entre padres
e hijos (Vega, 2006).

Riquelme (2011) define a los estilos de crianza como la actitud de


los padres frente a las emociones de sus hijos, especialmente cuando estas
se muestran negativas ya que determinan la forma en que los hijos
aprendieron a relacionarse con sus propias emociones. Así mismo, esto
posee consecuencias directas sobre el apego y estilo despreocupado. Por
consiguiente se debe ver la emociones como algo que se debe de evitar o
ignorar. Por tanto al ignorar las experiencias emocionales del niño, puede
causar que el niño se sienta ignorado o reprimido. A consecuencia insinúan
al niño que sus sentimientos de tristeza no son lo suficientemente
importantes como para inquietar al padre; no se debe esperar que los niños
estén tristes.

Otra definición es la referida por Ramírez (2005) quien refiere que


los estilos de crianza son aquellas tácticas o estrategias de socialización,
que tienen por finalidad influir, educar y orientar a los hijos para su
integración social. Las prácticas de crianza difieren de unos padres a otros
y los efectos en los hijos también. Los estilos de crianza son necesarios
para modular y encauzar las conductas de los hijos, en la dirección que los
padres valoran y desean para ellos.

Asimismo es definida como una constelación de actitudes hacia el


niño que son comunicadas hacia él y que tomados en conjunto, crean un
clima emocional en que las conductas de los padres se expresan (Darling,
citado en Merino 2003). El estilo de crianza está bastante asociado con el
clima emocional que sirve como fondo de las interacciones padres-niño
(Darling & Toyokawa, citado en Merino, 2003).

La crianza es el proceso mediante el cual los padres esculpen lo que


será la personalidad del individuo, los primeros años son decisivos para su
estructuración, al igual que para el aprendizaje de la configuración de

61
emociones de acuerdo con el contexto. Según la teoría ecológica
desarrollada por Brofenbrenner en 1986, la familia, es el eje principal del
proceso de desarrollo infantil, es el entorno más inmediato al niño y al
mismo tiempo es mediadora ante lo demás entornos sociales y educativos
en los que se desenvuelve, menciona también que la familia es el
microcosmos donde se desarrolla el niño es la primera etapa evolutiva,
donde recibe las primeras lecciones acerca de las normas sociales, de lo
que puede hacer o no y sobre su valía y la importancia que tienen sus
acciones.

Es importante resaltar que la crianza implica tres procesos


psicosociales: las pautas de crianza, las prácticas y las creencias acerca de
la crianza. Las pautas se relacionan con la normatividad que siguen los
padres frente al comportamiento de los hijos siendo portadoras de
significados sociales. Cada cultura provee las pautas de crianza de sus
hijos. Por su parte, las prácticas de crianza se ubican en el contexto de las
relaciones entre los miembros de la familia donde los padres juegan un
papel importante en la educación de sus hijos. Por otro lado, las creencias
acerca de la crianza son ideas que giran en torno a cuáles serán los mejores
procedimientos a seguir (Papalia, Wendkos y Duskin, 2011).

2.2.1. Teoría sobre estilos de crianza de Diane Baumrind

En este mismo sentido, Baumrind, licenciada en filosofía y


psicología, realizó numerosas investigaciones en preescolares y sus
padres. A partir de ellas, reconoce la presencia de dos dimensiones en la
formación de los hijos; la aceptación y el control parental. Con la
combinación de ambas dimensiones conformó la tipología de tres estilos
parentales de crianza y definió los patrones conductuales característicos de
cada estilo: el patrón de estilo con autoridad, el patrón del estilo autoritario
y el patrón del estilo permisivo (Papalia, et al., 2011). La obra de Baumrind
(1966) y las siguientes investigaciones han establecido asociaciones
consistentes entre cada estilo de crianza y los comportamientos infantiles.

A continuación se describen las características de cada uno de los


estilos parentales de crianza:

62
a. Estilo con autoridad o autoritativo

Baumrind caracteriza este estilo de la siguiente forma: estos padres


presentarían un patrón controlador pero flexible, sus niveles de
involucramiento, control racional y supervisión son altos. Valoran,
reconocen y respetan la participación de los hijos en la toma de decisiones
y promueven en ellos la responsabilidad. Valoran la individualidad,
respetan su independencia, sus intereses, opiniones y la personalidad de
los niños, además de exigir buen comportamiento. Son cariñosos, se
mantienen firmes frente al cumplimiento de las normas, imponen castigos
en un contexto de apoyo y calidez. Favorecen el diálogo en las relaciones
con sus hijos haciéndoles comprender las razones y motivos de sus
exigencias. Los hijos suelen ser independientes, controlados, asertivos,
exploradores y satisfechos. Este estilo parece desarrollar de mejor forma
las competencias de los niños al establecer normas realistas claras y
congruentes, los niños saben lo que se espera de ellos y saben cuándo están
cumpliendo con las expectativas de sus padres. Por lo tanto, cabe esperar
que se desempeñen debidamente ya que conocen la satisfacción de cumplir
con las responsabilidades y lograr los objetivos que persiguen. Cuando
surgen dificultades el padre con autoridad enseña formas de comunicación
positiva para que el niño manifieste sus puntos de vista y se negocien las
alternativas de solución. En investigaciones basadas en la obra de
Baumrind ,se ha confirmado la superioridad del estilo con autoridad frente
a los otros estilos. Sin embargo, se le critica que en sus estudios no
considerara factores innatos, como el temperamento, lo que pudo haber
influido en las competencias manifestadas por los niños.

b. Estilo autoritario

El estilo autoritario correspondería a padres que presentan un


patrón muy dominante con un alto grado de control y supervisión, la
obediencia es incuestionable, son castigadores tanto en forma física como
psicológica, arbitrarios y enérgicos cuando no se cumple lo que ellos
norman. A la vez poseen un bajo nivel de involucramiento con los hijos,

63
no consideran la opinión o punto de vista de ellos, establecen pautas de
comportamiento y reglas muy restrictivas y muy exigentes. Por otro lado,
los hijos manifiestan descontento retraimiento y desconfianza. En los
hogares autoritarios el control es tan estricto que los niños no pueden elegir
su propio comportamiento, más bien deben responder a lo que los padres
exigen volcándose en niños muy dependientes de los adultos.

c. Estilo permisivo

Este estilo corresponde a padres que presentan un patrón muy


tolerante, valoran la autoexpresión y la autorregulación, con un alto nivel
de involucramiento. Permiten que sus hijos expresen sus sentimientos con
libertad, presentan un bajo nivel de exigencia y rara vez ejercen un control
sobre el comportamiento de sus hijos. Aquí los padres, permiten que sus
hijos regulen sus propias actividades con relativamente poca interferencia;
generalmente no imponen reglas; los hijos hacen sus propias decisiones
sin consultar usualmente a los padres, típicamente son padres cariñosos y
bondadosos, explican las cosas usando la razón y la persuasión más que la
afirmación de poder. Llamados también padre indulgentes o no directivos.
Generalmente permiten la autoregulación del propio niño, lo que los lleva
a estimular la independencia y el control bajo las propias creencias y
necesidades de los mismos. En los encuentros disciplinarios, tienden a
evitar la confrontación y generalmente ceden a las demandas de los hijos
los cuales en algunos casos pueden presentar problemas académicos y de
conducta como ser agresivos, impulsivos, rebeldes y en ocasiones
socialmente incapaces de asumir responsabilidades, asimismo como
reciben muy poca orientación puede llegar a manifestar inseguridad y
ansiedad sobre si hacen lo correcto.

2.2.2. Teoría sobre Estilos de Crianza de Eleanor Maccoby

A partir de la tipología de los estilos parentales de Baumrind,


estudios posteriores realizado por Maccoby (citado en Papalia et al., 2011)

64
redefine los estilos parentales y agrega un cuarto estilo, denominado el
negligente o no involucrado.

- Estilo Negligente o no involucrado


Este tipo de padres demuestran escaso afecto a los hijos y establece
límites deficientes o simplemente no hay el establecimiento de límites
porque no hay un verdadero interés por hacerlo les falta respuestas
afectivas o de control conductual en situaciones diarias y/o en aquellas e
que críticamente se requieren, les dejan a ellos gran parte de la
responsabilidad material y afectiva, se enfocan en sus propias necesidades
y no en las del hijo. En casos extremos, son explícitamente rechazantes,
suelen ser padres hostiles, generando que los hijos como reacción al
abandono tiendan a mostrar impulsos destructivos o conductas delictivas
entre otros diferentes trastornos conductuales de los niños y adolescentes.

2.2.3. Estilos de Crianza en adolescentes

Para Rice (1997) la familia es la principal influencia socializadora


sobre el estudiante. Esto significa que la familia es el principal transmisor
de conocimientos, valores, actitudes, roles y hábitos que una generación
pasa a la siguiente. Por medio de la palabra y el ejemplo, es decir la familia
es quien moldea la personalidad del estudiante y le infunde modos de
pensar y actuar que se vuelven habituales. Pero lo que los adolescentes
aprenden de los padres depende en parte del tipo de persona que sean los
padres.
Corbella (1994) refiere que durante la infancia, el niño mitifica a
sus padres, los ven como unos seres que todo lo hacen bien, que nunca se
equivocan, les parecen los mejores del mundo, al llegar a la adolescencia
empiezan a detectar defectos e incoherencias, produciéndose la toma de
conciencia de la necesidad de rebelarse frente a unos seres que han dejado
de ser perfectos.

Papalia et al. (2011) afirma que este cuestionamiento los lleva a


independizarse y a buscar autonomía, en la mayoría de los casos esto lleva

65
a disputas entre padres e hijos, ya que los hijos se quieren sentir autónomos
en la forma de controlar sus conductas, por otra parte los padres hacen un
esfuerzo para que los hijos se adapten a las reglas sociales. Si bien, en ésta
etapa de la vida no resulta tan regular la conducta de los hijos como en
épocas anteriores, los conflictos se resuelven dando una satisfacción
mutua, donde los padres seguirán ejerciendo una influencia importante en
los valores básicos de los adolescentes.

La crianza infantil autoritativa fomenta un desarrollo sano


(Baumrind, citado por Papalia et al., 2011). Los padres que se muestran
desilusionados de la mala conducta de sus adolescentes son más efectivos
en motivar conductas responsivas que los padres que castigan duramente
(Krevan y Gibbs, 1996; citado por Papalia et al., 2011). La crianza infantil
excesivamente estricta y autoritaria puede conducir al adolescente a
rechazar la influencia de sus padres y a buscar apoyo y aprobación de sus
pares a toda costa.

Los padres autoritativos insisten en reglas, normas y valores


importantes, pero están dispuestos a escuchar, explicar y negociar.
Ejercitan un control adecuado sobre la conducta de sus hijos (control
conductual), pero no tratan de controlar los sentimientos, creencias y
sentido del yo de sus hijos (control psicológico). El control psicológico,
ejercido por medio de técnicas de manipulación emocional, tales como el
retiro de afecto, pueden dañar el desarrollo psicosocial y la salud mental
del adolescente (Steinberg, citado por Papalia et al., 2011). Los padres
psicológicamente controladores no responden a la necesidad creciente de
sus hijos por la autonomía psicológica, el derecho a sus propios
pensamientos y sentimientos.

La crianza autoritativa parece reforzar la autoimagen del


adolescente. Una encuesta de 8700 estudiantes de noveno a doceavo grado
concluyó que mientras más participación, otorgamiento de autonomía y
estructura perciben los adolescentes por parte de sus padres, evalúan en
forma más positiva su propia conducta general, desarrollo psicosocial y

66
salud mental (Gray y Steinberg, 1999, p. 584, citado en Papalia et al.
2011). Cuando los adolescentes pensaban que sus padres estaban tratando
de dominar su experiencia psicológica, su salud emocional sufría más que
cuando pensaban que sus padres estaban tratando de dominar su conducta.
Los adolescentes cuyos padres eran firmes al aplicar las reglas
conductuales tenían una mayor autodisciplina y menos problemas
conductuales que aquellos con padres más permisivos. Aquellos cuyos
padres les otorgaban autonomía psicológica tendían a volverse confiados
y competentes tanto en el terreno de lo académico como de lo social.

Los problemas surgen cuando los padres sobrepasan lo que los


adolescentes perciben como los límites apropiados de autoridad parental
legítima. La existencia por mutuo acuerdo de un dominio personal en el
que la autoridad le corresponde al adolescente se ha encontrado en diversas
culturas. Este dominio se expande a medida que padres ya adolescente
continúan renegociando sus límites (Nucci, Hasebe & Lins-Dyer citado
por Papalia et al., 2011).

67
Capítulo III:
Método

3.1 Diseño de investigación

La presente investigación por la naturaleza de sus objetivos corresponde un


estudio de tipo no experimental de corte transversal, de diseño descriptivo-correlacional.
Es de tipo no experimental, ya que no existe la manipulación activa de alguna variable y
de corte transversal pues se han recolectado los datos en un solo tiempo. Es descriptivo
porque trata de obtener información sobre el estado actual de los hechos que se estudia;
correlacional en vista de que la investigación tiene como propósito medir el grado de
relación que existe entre dos variables. Esto se ajusta a la definición brindada por
Hernández, Fernández y Baptista (2013).

3.2. Participantes

La población de este estudio está conformada por los alumnos que cursan el 4º y
5º de Secundaria de las secciones “A”, “B”, “C” y “D”, respectivamente de una
Institución Pública de Lima, del distrito de Carabayllo, cuyas edades fluctúan entre 14 a
19 años. Para esta investigación se incluyó a la población en su totalidad, conformada
por 209 alumnos, escogida bajo un modelo de tipo no probabilístico y por conveniencia.
Se contó con la participación de 103 mujeres y 106 varones, así mismo se consideró
importante para este estudio conocer con quienes vivían los adolescentes y se les pidió
que marquen entre las siguientes alternativas: ambos padres, solo madre, solo padre u
otros como tíos, primos, padrinos o cuidadores. (ver Tabla 5).

68
Tabla 5
Frecuencia de los adolescentes según con quienes viven

Frecuencia Porcentaje
Ambos padres 121 57.9
Solo madre 54 25.8

Solo padre 14 6.7

Otros 20 9.6
Total 209 100.0

3.3. Variables

a) Resiliencia

 Definición conceptual: Capacidad de una persona de hacer las cosas


bien pese a las condiciones de vida adversas, a las frustraciones,
superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, siendo
una característica de la personalidad que modera el efecto negativo del
estrés y fomenta la adaptación. Ello connota vigor o fibra emocional y
se ha utilizado para describir a personas que muestran valentía y
adaptabilidad ante los infortunios de la vida (Wagnild y Young, 1993).

 Definición operacional: Los puntajes obtenidos en la escala de


Resiliencia de Wagnild y Young.

b) Estilos de Crianza

 Definición conceptual: Darling y Steinberg (citado por Merino y


Arndt, 2004) definieron el estilo de crianza como una constelación de
actitudes hacia los niños, que son comunicadas hacia él y que, tomadas
en conjunto, crean un clima emocional en que se expresan las
conductas de los padres. El estilo de crianza, por lo tanto, está bien
asociado con el clima emocional que sirve como fondo de las
interacciones padre-niño.

69
 Definición operacional: Los puntajes obtenidos en la escala de estilos
de crianza de Steinberg.

Variables de control:

 Edad entre 14 a 19 años.


 Alumnos matriculados en el año 2015.

3.4. Técnicas e instrumentos de recolección de datos

Los instrumentos que se utilizaron en esta investigación serán los siguientes:

a) Escala de Resiliencia de Wagnild y Young

La escala de resiliencia fue construida por Wagnild y Young en 1988, y fue


revisada por los mismos autores en 1993, siendo elaborada para identificar el grado de
resiliencia individual de adolescentes y adultos y consta de 25 ítems que son puntuados
en una escala con un formato tipo Likert de 7 puntos, siendo todos los ítems calificados
positivamente, creando los puntajes entre 25 a 175 puntos. Esta escala comprende 5 áreas
o perspectivas de la resiliencia: Satisfacción personal (4 ítems), ecuanimidad (4 ítems),
sentirse bien sólo (3 ítems), confianza en sí mismo (7 ítems) y satisfacción personal (7
ítems).

Los autores, en una muestra de 1500 sujetos estadounidenses varones y mujeres


de 53 a 95 años de edad (media = 71 años), con la técnica de los componentes principales
y rotación, hallaron dos factores (el primero con 17 ítems, y el segundo con 8) que
explican el 44% de la varianza de las puntuaciones; para la escala total la confiabilidad
(consistencia interna) calculada con el coeficiente alfa fue de 0.91, con correlaciones
ítem-test que fluctuaban entre 0.37 y 0.75, con la mayoría variando entre 0.50 a 0.70,
siendo todos los coeficientes estadísticamente significativos al nivel del 0.01 (p < 0.01)
(Wagnild y Young, 1993).

En el Perú, la Escala original fue adaptada –traducida del inglés– y analizada


psicométricamente por Novella (2002), quien utilizó una muestra de 324 alumnas entre
14 a 17 años del Colegio Nacional de Mujeres “Teresa Gonzales de Fanning”, ubicado en

70
el distrito de Jesús María de la ciudad de Lima. Utilizando la misma técnica de
factorización y de rotación halla 2 factores (el primero, con 20 ítems, y el segundo, con
5), y obtiene con el coeficiente alfa una consistencia interna global de 0.875, y
correlaciones ítem-test que fluctúan entre 0.18 a 0.63, siendo todos los coeficientes
estadísticamente significativos al nivel del 0.01 (p < 0.01), pero con uno de ellos (ítem
11) con un coeficiente inferior a 0.20, valor estipulado, indicó en este caso, el cual no fue
eliminado porque su impacto sobre el incremento del valor alfa era muy pobre. Asimismo,
Del Águila (2003) halló la validez y la confiabilidad para la Escala de Resiliencia. La
validez del contenido de la Escala de Resiliencia se efectuó por análisis de correlación de
ítem-test, utilizando el coeficiente producto-momento de Pearson corregido efectuado en
la muestra de estandarización, donde se observa que los ítems evaluados contribuyen al
constructo para la medición de la Resiliencia, excepto los ítems 7 (-0.0524), 11 (0.0435),
20 (-0.0484) y 22 (0.1675), se procedió a hacer un análisis factorial para explorar el
análisis de la validez del instrumento, obteniéndose un puntaje Kaiser-Meyer-Oklin
(KMO) de .639 y resultados en el Test de Bartlett altamente significativo (p < .001). La
confiabilidad de la Escala fue determinada por consistencia interna, del método Alpha de
Cronbach, obteniendo un coeficiente de 0.7622, y un coeficiente Spearman Brown de
0.5825, en la prueba total, lo cual indica un moderado grado de confiabilidad.

Para el presente estudio se obtuvo el Alfa de Cronbach α =.868, la cual se califica


como un nivel alto para la confiabilidad como consistencia interna ( véase Tabla 6).

71
Tabla 6.
Estimaciones de confiabilidad mediante el coeficiente de Alfa de Cronbach para la
Escala de Resiliencia

Alfa de
Cronbach
basada en los
Alfa de elementos
Resiliencia Cronbach tipificados Nº de elementos
Total .868 .872 25
Factor I 0.846 0.851 17
Factor II 0.603 0.609 8

b) Escala de Estilos de Crianza

Se utilizó la Escala de Estilos de Crianza desarrollada por Lawrence


Steinberg, con la que se examinó los patrones de competencia y ajuste en
adolescentes, y sus relaciones con los estilos de crianza. El instrumento consta de
26 ítems agrupados en tres clusters que definen los aspectos principales de la
crianza en adolescentes: compromiso, autonomía psicológica y control
conductual. Las dos primeras escalas constan de ítems de 4 opciones, desde 1
(Muy en desacuerdo) a 4 (Muy de acuerdo). La subescala de Compromiso evalúa
el grado en que el adolescente percibe conductas de acercamiento emocional,
sensibilidad e interés provenientes de sus padres. La subescala de Autonomía
Psicológica evalúa el grado en que los padres emplean estrategias democráticas,
no coercitivas y animan a la individualidad y autonomía. La subescala de Control
Conductual consta de dos ítems de 7 opciones y otros seis de 3 opciones y evalúa
el grado en que el padre es percibido como controlador o supervisor del
comportamiento del adolescente.

Cada subescala se puntúa independientemente sumando los ítems sin


ponderar. La subescala Compromiso se obtienen sumando las respuestas directas
a sus ítems y la subescala Autonomía Psicológica se obtienen invirtiendo primero
todos sus valores con excepción del ítem 12 y luego sumándolo. La interpretación
de los puntajes es directa es decir, mientras mayor es la puntuación mayor es el
atributo que refleja tal puntuación. Para la subescala Control Conductual
72
igualmente, se suman las respuestas de los ítems.

Los estilos de crianza según la Escala de Steinberg se obtienen mediante


la puntuación categórica de las subescalas Compromiso, Autonomía Psicológica
y Control Conductual. (Véase Tabla 7).

Tabla 7.
Obtención de Estilos de Crianza por puntuación categórica (Merino, 2004)

Estilos de Crianza Subescalas


Compromiso Control Autonomía
Conductual Psicológica
Padres Encima del Encima del Encima del
Autoritativos Promedio Promedio Promedio
Padres Negligentes Debajo del Debajo del
Promedio Promedio
Padres Debajo del Encima del
Autoritativos Promedio Promedio
Padres Permisivos Encima del Debajo del
/Indulgentes Promedio Promedio

Padres Mixtos Encima del Encima del Debajo del


Promedio Promedio Promedio

En los estudios de Steinberg y colaboradores, el número de ítems fue


modificado algunas veces. En Lamborn, Mounts, Steinberg & Dornbusch (citado
por Merino, 2004) se reporta un coeficiente alfa de 72 para Compromiso (10
ítems), 76 para Control Conductual (9 ítems); pero no reportan la confiabilidad
para Autonomía Psicológica debido a que no fue utilizada para su estudio. En
Steinberg et al. (1992), se reporta un coeficiente alfa de 72 (15 ítems), 76 para
Control Conductual (9 ítems) y 86 para Autonomía Psicológica (12 ítems).

Se reportan evidencias de la validez de constructo mediante el análisis


factorial. Se aplicaron varias técnicas de extracción de factores dentro del enfoque
del análisis factorial confirmatorio y se continuó con rotación oblicua de la
solución inicial. Del análisis emergieron tres factores correspondientes a las
subescalas que actualmente componente le instrumento, en el estudio de Lamborn,

73
et al.(1991), los factores fueron etiquetados como Aceptación/Compromiso,
Estrictez/Supervisión y Autonomía Psicológica. Esta solución fue idéntica en los
grupos de diferentes clases sociales, raza y estructura familiar (Steinberg et al.,
1991). Los resultados factoriales ponderaron favorablemente la validez de
contenido, pues los ítems que teóricamente captaban el contenido de los
constructos se ajustaron bien.

En cuanto a los estudios psicométricos peruanos, Merino en el 2004, tuvo


como objetivo establecer las propiedades psicométricas de este instrumento en
una muestra de 224 adolescentes entre 11 y 19 años de un colegio público en Lima
y se utilizó para dicho fin el Alfa de Cronbach y un estudio comparativo
intercultural. En los resultados de confiabilidad se aprecia que los puntajes de las
subescalas arrojaron coeficientes que van desde los marginalmente aceptables a
moderadamente bajos. La probabilidad global sobre las diferencia en la
confiabilidad fueron como sigue: p < 0.0001 en Compromiso, p = 0.033 en
Autonomía Psicológica y p = .2768 en Control Conductual / Supervisión. Los
niveles de confiabilidad interna han tendido a ser, para los puntajes derivados de
la muestra de adolescentes peruanos, relativamente bajos en comparación con os
adolescentes para las subescalas Compromiso, Autonomía Psicológica, pero no
significativamente diferentes en Control. Los resultados de validez se dieron en
comparación con los interculturales de Mantizicopoulus y Oh-Wang (1998),
encontrando coeficientes alfa de .82, .73 y .69 en una muestra de adolescentes
norteamericanos y .66, .72 y .61 en adolescentes coreanos, para Compromiso,
Control Conductual y Autonomía Psicológica respectivamente (Merino, 2004).

Para esta investigación se obtuvo el Alfa de Cronbach α = .083, la cual se


califica con un bajo nivel para la confiabilidad como consistencia interna (Véase
Tabla 8).

74
Tabla 8.
Estimaciones de confiabilidad mediante el coeficiente de Alfa de Cronbach para la
Escala de Estilos de Crianza

Alfa de
Cronbach
basa en los
Estilos de Alfa de elementos Nº de
Crianza Cronbach tipificados elementos
Total .083 .67 26
Compromiso .365 .656 9
Autonomía .051 .582 9
Control
Conductual .554 .742 8

Como se puede apreciar en el análisis de consistencia interna con respecto


a cada una de las sub- escalas: Compromiso α = .365, Autonomía α = .051 y
Control Conductual α = .554, el nivel no es el adecuado esto se puede explicar
debido a que cada una de las sub-escalas en su medición son independientes y no
se relacionan entre sí. Para los bajos alfas dentro de las escalas se espera que
escalas menos de 10 ítems alcancen un alfa de nivel bajo.

3.5. Procedimiento

La investigación se realizó mediante los siguientes pasos:

a. La muestra se eligió por muestreo no probabilístico por conveniencia, en un


Colegio Público de Lima.

b. Se realizó la aplicación de los instrumentos en dos días consecutivos de forma


colectiva, en una primera fecha se evalúo a los alumnos de 4º de Secundaria y al
día siguiente se evalúo a los alumnos de 5º de Secundaria , concluyendo así con
el total de muestra.

c. Al terminar la administración de las escalas se procedió a la calificación y


verificación de las respuestas de las pruebas respectivas.

d. Luego, de la calificación de las escalas, se procedió a ingresar las respuestas a la

75
base de datos del programa estadístico IBM SPSS Statistics 21.

e. Finalmente, se procedió al análisis de los datos con la ayuda del programa para
realizar las comparaciones respectivas y cumplir con los objetivos planteados para
esta investigación.

76
Capítulo IV:
Resultados

4.1. Determinación de la correlación que existe entre Resiliencia y las sub-escalas de


Estilos de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Educativa
Pública de Lima.

Se determina mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov (véase Tabla 9) que


dos de las subescalas de Estilos de Crianza no siguen una distribución normal, por lo cual
se decide aplicar la fórmula de correlación de Rho de Spearman .

Tabla 9
Análisis de Normalidad de La Escala de Resiliencia de Wagnild & Young y la Escala de
Estilos de Crianza

Control Autonomía
RP Total Compromiso Conductual Psicológica
N 209 209 209 209
Parámetros Media 132.33 28.74 21.08 22.450
a,b
normales Desviación 18.423 8.651 4.440 7.4845
típica
Diferencias Absoluta .072 .172 .079 .119
más Positiva .041 .172 .079 .119
extremas
Negativa -.072 -.122 -.079 -.102
Z de Kolmogorov- 1.039 2.487 1.143 1.720
Smirnov
Sig. asintót. (bilateral) .230 .000 .147 .005
a. La distribución de contraste es la Normal.
b. Se han calculado a partir de los datos.

77
Los resultados que se muestran en la Tabla 10, nos indican que la Sub-Escala de
Estilo de Crianza que tiene mayor correlación con la resiliencia sería la Escala de
Compromiso r  .234, n  209, p  .01 .

Tabla 10
Correlaciòn Rho de Spearman para La Escala de Resiliencia de Wagnild & Young y la
Escala de Estilos de Crianza

Control Autonomìa
0 RP Total Conductual Compromiso Psicològica
Rho de RP Total Coeficiente de 1.000 .043 ** .026
,234
Spearman correlación
Sig. (bilateral) .535 .001 .713
N 209 209 209 209
Control Coeficiente de .043 1.000 * .016
,159
Conductual correlación
Sig. (bilateral) .535 .021 .819
N 209 209 209 209
Compromiso Coeficiente de ** * 1.000 -.023
,234 ,159
correlación
Sig. (bilateral) .001 .021 .736
N 209 209 209 209
Autonomìa Coeficiente de .026 .016 -.023 1.000
Psicològica correlación
Sig. (bilateral) .713 .819 .736
N 209 209 209 209
**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
*. La correlación es significativa al nivel 0,05 (bilateral).

Esto es una correlación positiva baja pero con un tamaño del efecto r2= .055,
considerado como un efecto mediano, lo cual permite indicar que el 5.5% de la varianza
de resiliencia se explica por el compromiso y a su vez el compromiso explica el 5.5% de
la varianza de resiliencia.

4.2. Identificación de los niveles de Resiliencia en los alumnos de 4° y 5° de Secundaria


de una Institución Educativa Pública de Lima

En la Tabla 11 se muestra la frecuencia de los niveles de Resiliencia en la


población conformada por 209 alumnos de una Institución Educativa Pública de Lima.

78
Se observa que el 98.6% alcanzan un nivel alto de resiliencia. Entonces podemos afirmar
que es el nivel prevalente en esta población.

Tabla 11
Nivel de Resiliencia en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución Pública de
Lima

Niveles Frecuencia Porcentaje


Bajo 1 0.5
Inferior al
promedio 1 0.5
Promedio 0 0
Superior al
Promedio 1 0.5
Alto 206 98.6
TOTAL 209 100

250

206
200

150
Frecuencias

100

50

1 1 0 1
0
Bajo Inferior al Promedio Superior al Alto
promedio Promedio
Niveles de Resiliencia

Figura 8. Nivel de Resiliencia en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una Institución


Pública de Lima

79
4.3 Identificación de los Estilos de Crianza en los alumnos de 4° y 5° de Secundaria de
una Institución Educativa Pública de Lima

En la Tabla 12 se presenta la distribución de los Estilos de Crianza. Se observa


que un 45.5% se identifica en un estilo de crianza de tipo autoritativo. El 30.6 % se
identifica en un estilo de crianza de tipo permisivo y el 18.7 % se identifica en un estilo
de crianza de tipo mixto. Estos son los tres estilos con mayor frecuencia en esta población.

Tabla 12
Estilos de Crianza en los alumnos

Estilos de
Crianza Frecuencia Porcentaje
Autoritativo 95 45.5
Negligente 2 1.0
Autoritario 9 4.3
Permisivo 64 30.6
Mixto 39 18.7
Total 209 100.0

100 95

90

80

70 64
60
Frecuencias

50
39
40

30

20
9
10
2
0
Autoritativo Negligente Autoritario Permisivo Mixto
Estilos de Crianza

Figura 9. Estilos de Crianza en alumnos de 4º y 5º de Secundaria de una


Institución Pública de Lima

80
4.4. Asociación de los Niveles de Resiliencia en los alumnos de 4° y 5° de Secundaria de
una Institución Educativa Pública de Lima según sexo

Como se muestra en la Tabla 13, para ambos sexos, las frecuencias se cruzan en
la categoría Alta de resiliencia. Esta escasa dispersión impide una diferenciación entre
sexos, lo cual se reafirma con los valores del Chi-cuadrado mostradas en la Tabla 14.

Tabla 13
Asociación de los niveles de resiliencia según sexo

Categorías
Inferior al Superior al
Bajo promedio promedio Alto Total
Sexo del Femenino 1 0 0 102 103
participante Masculino 0 1 1 104 106
Total 1 1 1 206 209

120

102 104
100
Sexo del participante Femenino
80
Sexo del participante Masculino
Frecuencias

60

40

20

1 0 0 1 0 1
0
Bajo Inferior al promedio Superior al promedio Alto
Niveles de Resiliencia

Figura 10. Niveles de Resiliencia según sexo

81
Tabla 14
Valores de Chi Cuadrado para la asociación entre hombres y mujeres para la Escala
de Resiliencia

Sig.
asintótica
Valor gl (bilateral)
Chi-cuadrado 2.977a 3 .395
de Pearson
Razón de 4.135 3 .247
verosimilitudes
Asociación .001 1 .982
lineal por
lineal
N de casos 209
válidos
a. 6 casillas (75.0%) tienen una frecuencia esperada
inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es .49.

Los valores del Chi cuadrado violan los supuestos básicos de frecuencia esperada
mínima (1) y frecuencia esperada inferior al 20%.Por lo cual no se puede establecer que
haya una asociación con un sexo en particular.

4.5. Asociación de los Estilos de Crianza en los alumnos de 4° y 5° de Secundaria de


una Institución Educativa Pública de Lima según sexo.

En la Tabla 15 se muestran las frecuencias resultantes de la asociación entre el


sexo de los participantes y los estilos de crianza. Se observa que tanto en los estilos
autoritativo y permisivo se acumulan las mayores frecuencias; sin embargo, no existen
diferencias importantes en relación al sexo (autoritativo-femenino = 43; autoritativo-
masculino = 52; permisivo- femenino = 38, permisivo – masculino = 28).

82
Tabla 15
Asociación según sexo para estilos de crianza

Sexo del Estilo de Crianza


participante Autoritativo Negligente Autoritario Permisivo Mixto Total
Femenino 43 1 3 36 20 103
Masculino 52 1 6 28 19 106
Total 95 2 9 64 39 209

60
52
50
43 Femenino Masculino
40 36
Frecuencias

28
30
20 19
20

10 6
3
1 1
0
Autoritativo Negligente Autoritario Permisivo Mixto
Estilo de Crianza

Figura 11. Estilos de crianza según sexo

En la Tabla 16 se observa que no existen diferencias significativas ya que

 2 (4, N  209)  2.836, p  .05 . Por lo tanto, no existe asociación entre los estilos de
crianza y el sexo.

83
Tabla 16
Valores de Chi cuadrado para la asociación entre hombres y mujeres para la Escala de
Estilos de Crianza

Sig.
asintótica
Valor gl (bilateral)
Chi-cuadrado de 2.836a 4 .586
Pearson
Razón de 2.859 4 .582
verosimilitudes
Asociación lineal por 1.256 1 .262
lineal
N de casos válidos 209

4.6. Correlación entre las sub escalas de los Estilos de Crianza en los alumnos de 4° y 5°
de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima y la variable sexo.

Para el cálculo de esta correlación se identificó la correlación Punto biserial como


la más adecuada ya que por un lado teníamos una variable dicotómica (sexo) y por la otra
teníamos las puntuaciones de las tres dimensiones de la escala de estilos de crianza , es
decir variables continuas de nivel intervalo

La fórmula para el cálculo de la correlación biserial se muestra a continuación:

MS  Mu
rpb  pq

En donde :

MS = promedio de la variable continua del grupo “exitoso” en la variable


dicotómica.

Mu = promedio de la variables continua del grupo “no exitoso” en la variable


dicotómica.

σ = desviación estándar de la variable continua para el grupo total.

p = probabilidad de éxito en la variable dicotómica.

q = 1-p
84
En la Tabla 17 se muestra mediante la correlación Punto biserial que la sub-
escala de Control Conductual es la que se asocia significativamente con la variable sexo
rpb = .211.

Tabla 17
Correlación Punto biserial entre las sub- escalas de Estilos de Crianza y sexo

Sexo del Control Autonomía


participante Compromiso Conductual Psicológica
Sexo del Correlación Punto 1 -.014 -.211** -.089
participante biserial
Sig. (bilateral) .844 .002 .201
N 209 209 209 209

En la Tabla 18 se aprecia que el sexo masculino tiene una media de 22.00 y el


sexo femenino 20.13, respectivamente, lo que nos indicaría que el sexo masculino percibe
mayor control conductual de sus padres o cuidadores que el sexo femenino, es decir que
los varones se sentirían más controlados por sus padres o cuidadores que las mujeres.

Tabla 18
Medias según sexo para la sub- escala de Control Conductual

Sexo Media N Desv. típ.


Masculino 22.00 106 4.775
Femenino 20.13 103 3.865
Total 21.08 209 4.440

4.7. Diferencias en las puntuaciones de la sub-escala de Compromiso según el tipo de


familia de la cual procede el alumno de 4° y 5° de Secundaria de una Institución Educativa
Pública de Lima.

En la Tabla 19 se muestra que los adolescentes que provienen de una familia


nuclear, es decir que viven con ambos padres perciben un mayor compromiso en su
crianza debido a que las medias para los que viven con ambos padres es de 30.74 y lo que
viven solo con madre o padre, o bajo cuidadores u otros familiares obtiene 26.00.

85
Tabla 19
Asociación de las sub-escalas de estilos de crianza y el tipo de familia de procedencia

Desviación Error típ.


Grupos de familias N Media típ. de la media

Compromiso ambos 121 30.74 9.555 .869


mono 88 26.00 6.314 .673

Tabla 20
Prueba de normalidad para la sub- escala de Compromiso según tipo de familia de
procedencia

Kolmogorov-Smirnova Shapiro-Wilk
Grupos de familias Estadístico gl Sig. Estadístico gl Sig.
Ambos Compromiso .241 121 .000 .745 121 .000
Mono Compromiso .130 88 .001 .945 88 .001
a. Corrección de la significación de Lilliefors

Antes de la comparación se corrió la prueba de normalidad cuyos resultados se


pueden observar en la Tabla 20. Las significaciones indicaron que las distribuciones no
se ajustan a una distribución normal para ambos tipos de procedencia, ya que el grupo
ambos tiene una significación menor a .001 y el grupo mono una significación igual .001.

Al comprobar estos resultados se corre la prueba de Mann - Whitney en la cual se


halla los rangos promedio en la comparación entre sub-escala de Compromiso y el tipo
de familia de procedencia obteniendo para el grupo ambos 119.19 y el grupo mono 85.49
respectivamente, como se aprecia en la Tabla 21.

86
Tabla 21
Rangos promedios en la comparación de la sub escala de Compromiso y el tipo de
familia de procedencia

Rango Suma de
Grupos de familias N promedio rangos
Compromiso Ambos 121 119.19 14421.50
Mono 88 85.49 7523.50
Total 209

En la Tabla 22 para la comparación de puntuaciones de la sub escala de


Compromiso y el tipo de familia de procedencia, según la Prueba U de Mann-Whitney se
obtiene un valor crítico de 3607.500 y una significación menor a .001

Tabla 22
Pruebas de significación para la comparación de puntuaciones de la sub escala de
Compromiso y el tipo de familia de procedencia

Compromiso
U de Mann- 3607.500
Whitney
W de Wilcoxon 7523.500
Z -3.984
Sig. asintót. .000
(bilateral)
a. Variable de agrupación: Grupos de
familias

87
4.8 Correlación entre los factores de la Escala de Resiliencia de Wagnild & Young y
las subescalas de la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg en los alumnos de 4° y 5°
de Secundaria de una Institución Educativa Pública de Lima.

Tabla 23.
Correlación no paramétrica por Rho de Spearman para Determinación de la relación
entre los factores de la Escala de Resiliencia de Wagnild & Young y las subescalas de
la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg

Sub.escalas de
Estilos de
Crianza Factor CP Factor AM
Control Coeficiente de .037 .045
Conductual correlación
Sig. (bilateral) .590 .519
N 209 209
Compromiso Coeficiente de .225** .175*
correlación
Sig. (bilateral) .001 .011
N 209 209
Autonomía Coeficiente de -.020 .108
Psicológica correlación
Sig. (bilateral) .772 .119
N 209 209

Como se indica en la Tabla 23, la sub escala que tiene una correlación
significativa con ambos factores de resiliencia es la de compromiso con un
r  .225, n  209, p  .01 en el factor I (Compromiso Personal) y
r  .175, n  209, p  .05 en el factor II. (Aceptación de uno mismo). En ambos casos las

variables tienen un tamaño del efecto mediano entre sí. Siendo r2= .05 y r2=.03
respectivamente. Esto significa que la sub escala de compromiso afecta en un 5% al
factor de compromiso personal y en un 3% al factor de Aceptación de uno mismo. Estos
efectos son recíprocos cuando se trata de los factores de resiliencia sobre la sub- escala
de compromiso. Con las sub escalas restantes Control Conductual y Autonomía
Psicológica la correlación es muy cercana a cero.

88
Discusión

Al analizar el objetivo general de esta investigación se ha obtenido que la sub.


Escala de estilo de crianza que más se correlaciona con la Resiliencia es la sub escala de
Compromiso(r = .234), si bien la correlación es baja su efecto es considerado como
mediano (r2 = .055). Este resultado nos permite afirmar que la sub-escala de Compromiso
que evalúa el grado en el que el adolescente percibe conductas de acercamiento
emocional, sensibilidad e interés provenientes de sus padres tendría cierta influencia
sobre la resiliencia que puede tener el adolescente. Por lo tanto la hipótesis general que
se formuló se valida en los resultados obtenidos. Esto sería un indicativo de que las
afirmaciones realizadas por Blum y Brañas (citados por Martínez y Vásquez, 2006)
quienes ubican dentro de los factores protectores de la resiliencia a la familia teniendo en
cuenta actitudes como una familia contenedora con buena comunicación interpersonal y
al menos la conexión con uno de los padres.

Con respecto al objetivo específico 1, el nivel de resiliencia prevalente en


los adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima fue el nivel alto en un
(98.6%), estos resultados, con casi el total de estudiantes en el nivel alto, se puede explicar
debido a que los adolescentes que conformaron la muestra reciben una educación técnica
y la institución pone bastante énfasis en darles a los adolescentes cursos como
cosmetología, ebanistería, costura, entre otros que les brinda oportunidades para que al
concluir el colegio o en el presente sepan desenvolverse en algún trabajo técnico, por lo
consiguiente, podemos presumir que esta situación puede ser un factor para que se hayan
dado resultados con predominio alto en lo que respecta a resiliencia. Este resultado es
similar al obtenido por Arana y Quispe (2008), aunque, en esta investigación fue con un
porcentaje menor (79%), pero si se resalta que el nivel de resiliencia es alto en este grupo
poblacional.

Para el objetivo específico 2, en cuanto a los estilos de crianza con mayores


porcentajes que se obtuvieron en los adolescentes de una Institución Educativa, fueron el
estilo autoritativo con un 45.5%; el estilo permisivo en un 30.6% y el estilo de tipo mixto
(dos estilos combinados) en un 18.7 % y en menores porcentajes los estilos autoritarios y
negligentes. Estos resultados son similares a investigaciones anteriores en cuanto al

89
porcentaje del estilo permisivo, pues es uno de los estilos que más prevalece en estudios
con poblaciones adolescentes como el que obtuvieron Merino y Arndt (2004) quienes
encontraron que el estilo autoritativo es el que más predomina, se caracteriza por ser el
estilo que dirige racionalmente las actividades de los hijos, se enmarcan en un clima de
confianza, calidez y hay un equilibrio entre la disciplina y la afectividad, donde el
compromiso de los padres o cuidadores viene a ser un factor importante para que se de
este estilo de crianza y fue la sub-escala que obtuvo una mayor correlación con la
resiliencia .De igual manera se asemeja en resultado a la investigación realizada por Ruiz
(2012), en cuanto al porcentaje del estilo permisivo quien en su estudio obtuvo un
34.25%, siendo el estilo permisivo uno de los estilos que más predominantes en altas
puntuaciones.

En el objetivo específico 3, al asociar los niveles de Resiliencia en los adolescentes


según sexo, tanto para hombres y para mujeres las frecuencias se cruzan en el nivel alto
de resiliencia y mediante el análisis de Chi Cuadrado no se pudo establecer que haya una
asociación con un sexo en particular, por lo tanto se afirma que no existen diferencias
significativas entre ambos sexos, estos resultados se igualan a los obtenidos en anteriores
investigaciones como la realizada por Del Águila (2003) y la realizada por Guimaray
(2014). Se recalca que en la Institución Educativa se le brinda la misma cantidad de cursos
técnicos tanto para hombres como para mujeres, que de cierta manera puede explicar o
fundamentar los resultados homogéneos que se han obtenido.

Se halla en el objetivo específico 4, al asociar los Estilos de Crianza en los


adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima según sexo, no se destacan
diferencias significativas, que se asemeja a por estudios realizados anteriormente por
Merino y Arndt (2004) y el realizado por Pineda (2014). Por lo tanto se puede afirmar
que la variable sexo no contribuye en su totalidad a explicar las posibles diferencias entre
los patrones de crianza, al menos en un nivel estadístico pues que no hay distinción entre
varones y mujeres para que se de un determinado estilo de crianza.

Para el objetivo específico 5, al asociar las sub escalas de los Estilos de Crianza
en los adolescentes con la variable sexo, se obtuvo que la sub-escala de Control
Conductual es la que se asocia significativamente con el sexo, siendo el sexo masculino
el de mayor correlación con la sub-escala de Control Conductual, en consecuencia se
puede asegurar que los varones perciben en su crianza un mayor control o se sienten más

90
controlados por sus padres o cuidadores que las mujeres, lo que no se asemeja a estudios
anteriores que en un mayor índice es el sexo femenino quien percibe mayor control
conductual por parte de sus padres, este resultado en la investigación quizá pueda
explicarse a que los padres o cuidadores ven más vulnerables o expuestos a los varones a
problemas sociales como el pandillaje, la delincuencia, drogadicción entre otros y es por
ello que los varones perciben un mayor control en su crianza. Como mencionan Darling
y Steinberg (1993) es probable que las interpretaciones de los adolescentes de las
conductas parentales tiendan a estar influenciadas por el contexto socio-ambiental en que
estas conductas ocurren, pues se ha demostrado que el ambiente social inmediato puede
alterar el significado y las metas de los procesos familiares, como ellos afirman, el nivel
de riesgo psicosocial proveniente del ambiente es un moderador importante de cómo son
percibidas las medidas disciplinarias de los padres por parte de los adolescentes.

En el objetivo 6, se determina que la sub-escala de estilos de crianza que tiene


mayor correlación con el tipo de familia de la cual procede el adolescente de una
Institución Educativa Pública de Lima es la sub- escala de Compromiso la que guarda
una relación significativa con el tipo de familia nuclear, es decir aquellos adolescentes
que viven con ambos padres perciben mayor compromiso en su crianza, este resultado
asevera lo que expresan las teorías o estudios que se tienen con respecto a la importancia
del papel que juegan ambos padres en la crianza que se imparte en los hogares y como él
o la adolescente percibe mayor compromiso en su crianza si tiene a ambos padres
viviendo con él o ella.

Se halla en el objetivo 7, la determinación de la relación entre los factores de la


Escala de Resiliencia de Wagnild & Young y las subescalas de la Escala de Estilos de
Crianza de Steinberg en los adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima
se realizó la correlación no paramétrica por Rho de Spearman para este objetivo y se
resalta que la sub- escala de Compromiso es la que se correlaciona más significativamente
con ambos factores de la resiliencia, el Factor I (Compromiso Personal) con un resultado
ligeramente más alto, r = .225 y el Factor II (Aceptación de uno mismo) con un r=.175.
Con las demás sub- escalas la correlación es nula. Este resultado recalca que en la muestra
tomada para su estudio, la sub-escala de compromiso que se ha dado en la crianza de estos
adolescentes ha sido un factor importante para que se pueda dar en un efecto mediano la
resiliencia en un nivel alto, lo que nos permite direccionar nuestro trabajo a afianzar el

91
compromiso y reafirmar que puede ser un factor protector para que los adolescentes
desarrollen la resiliencia. Este resultado en particular no se puede comparar con trabajos
previos ya que no existen publicaciones al respecto.

Por la facilidad e interés, que brindo la institución para hacer esta investigación,
es que fue viable que la población en su totalidad participara, puesto que, interesa a la
Institución conocer a los alumnos de 4º y 5º de Secundaria que están próximos a culminar
sus estudios y se van a desenvolver en la sociedad y resulto de interés las variables
trabajadas de resiliencia y estilos de crianza, debido a que la institución realiza Escuela
para Padres y promueve la educación técnica para evaluar de cierta manera que tal se
están dando los resultados en esta población de estudiantes.

En cuanto a los instrumentos utilizados para esta investigación, si bien, se tuvo en


consideración que la Escala de Estilos de Crianza de Steinberg en estudios preliminares
sus índices de validez y confiabilidad no alcanzan los estándares ideales, se decide usar
este instrumento debido a que son pocas las investigaciones que se han realizado usando
este instrumento, que a consideración personal puede resultar un instrumento apropiado
para ser utilizado como un pre-test para aplicar un taller o programa en esta población .ya
que arroja sub-escalas que implican en su conjunto la identificación de un determinado
estilo de crianza, pero para ello es necesario que se continúe o mejore la utilización de
este instrumento y se espera que esta investigación contribuya de cierta manera a
investigaciones posteriores que decidan trabajar usando este instrumento.

92
Conclusiones

1. Existe correlación significativa entre la Resiliencia y la sub-escala de


Compromiso. de la escala de Estilos de Crianza en adolescentes de una
Institución Educativa Pública de Lima r  .234, n  209, p  .01 , con un
tamaño del efecto mediano.

2. El nivel de resiliencia que alcanzó mayor frecuencia es el nivel alto en la escala


total, de 209 adolescentes, el 98.6 % se alcanza un nivel alto de resiliencia.

3. El estilo de crianza con más alto porcentaje fue el estilo de crianza de tipo
autoritativo con un 45.5% .En un 30.6 % se identifica en un estilo de crianza
de tipo permisivo .El 18.7 % se identifica en un estilo de crianza de tipo mixto.
Estos son los tres estilos con mayor frecuencia en esta población.

4. No hay asociación significativa entre los niveles de Resiliencia en los


adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima y la variable sexo.
No se pudo establecer una predominancia ya que la distribución resultante no
permitió realizar la prueba de Chi cuadrado.

5. No se halla una asociación significativa entre los Estilos de Crianza en los


adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima y la variable sexo.

6. Se halla una asociación significativa entre la sub-escala de Control Conductual


y la variable sexo, siendo el sexo masculino quien percibe mayor control
conductual.

7. Hay asociación significativa entre la sub-escala de Compromiso y el tipo de


familia nuclear, es decir los adolescentes que viven con ambos padres perciben
mayor compromiso en su crianza.

93
8. Se encontró una relación significativa entre el Factor I (Compromiso Personal)
y Factor II (Aceptación de uno mismo) de la Escala de Resiliencia de Wagnild
& Young con la sub-escala de Compromiso de la Escala de Estilos de Crianza
de Steinberg en los adolescentes de una Institución Educativa Pública de Lima,
con correlaciones r  .225, n  209, p  .01 y r  .175, n  209, p  .05 ,
respectivamente.

94
Recomendaciones

1. Continuar investigaciones con la variable estilos de crianza y resiliencia,


en diferentes tipos de muestra, nivel socioeconómico, rango de edad, donde se
puede hallar diferencias significativas que nos brinde conocimiento e
identificación de una determinada población para poder elaborar programas de
intervención, promoción y talleres.

2. Al replicar la investigación, se recomienda, antes de evaluar la población


o muestra, establecer rapport con la misma, puesto que contribuirá a que los
adolescentes puedan participar de una manera más confiable y seria, quizá puede
ser de utilidad o ayuda, aplicar un taller previo para establecer confianza con el
grupo el cual participará en el estudio.

3 Para los futuros trabajos de investigación que quieran trabajar con estas
mismas variables, se recomienda que se pueda incluir la participación de los
padres de familia, para establecer comparaciones y complementar la información
que se ha obtenido en este estudio.

4 Promover la realización de talleres y programas dirigidos a los


adolescentes de 4º y 5º de Secundaria de esta Institución en los cuales se trabajen
temas como habilidades sociales, proyecto de vida, entre otros, donde se pueda
empoderar al adolescente con herramientas formativas que lo ayuden a tomar
decisiones positivas para su vida, puesto que, si bien los adolescentes pueden
obtener un nivel alto de resiliencia, esto no garantiza que el adolescente tome un
camino de emprendimiento profesional y personal con valores.

95
5. Propagar en las instituciones cercanas y responsables de la salud y educación,
la utilidad que puedan tener los programas de consejería, orientación e
intervención psicológica dirigida a trabajar con los adolescentes y padres de
familia de la comunidad, en caso de los adolescentes difundir el tema de la
resiliencia y proveerlos de fortalezas para que la desarrollen y contribuir con su
desarrollo integral. Asimismo aconsejar a los padres en cuanto a los estilos de
crianza que pueden estar impartiendo y que conozcan cuales pueden ser los
posibles efectos de seguir un estilo de crianza determinado.

96
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104
Anexos

105
ESCALA DE RESILIENCIA DE WAGNILD & YOUNG

Nombre:………………………………………Sexo:……………
Grado:………………………………………….Edad:…………………

No. ITEMS Estar en desacuerdo Estar de acuerdo

1 Cuando planeo algo lo llevo a cabo.


1 2 3 4 5 6 7
2 Por lo general consigo lo que deseo por uno u otro modo.
1 2 3 4 5 6 7
3 Me siento capaz de mí mismo(a) más que nadie.
1 2 3 4 5 6 7
4 Para mí, es importante mantenerme interesado(a) en las
cosas. 1 2 3 4 5 6 7
5 En caso que sea necesario, puedo estar solo(a).
1 2 3 4 5 6 7
6 Me siento orgulloso(a) de haber conseguido algunas cosas
en mi vida. 1 2 3 4 5 6 7
7 Tomo las cosas sin mucha importancia.
1 2 3 4 5 6 7
8 Soy amigo(a) de mí mismo(a).
1 2 3 4 5 6 7
9 Me siento capaz de llevar varias cosas a la vez.
1 2 3 4 5 6 7
10 Soy decidido(a).
1 2 3 4 5 6 7
11 Rara vez me pregunto de que se trata algo.
1 2 3 4 5 6 7
12 Tomo las cosas día por día.
1 2 3 4 5 6 7
13 Puedo sobrellevar tiempos difíciles, por que ya he
experimentado lo que es la dificultad. 1 2 3 4 5 6 7
14 Tengo auto disciplina.
1 2 3 4 5 6 7
15 Me mantengo interesado(a) en las cosas.
1 2 3 4 5 6 7
16 Por lo general encuentro de qué reírme.
1 2 3 4 5 6 7
17 Puedo sobrellevar el mal tiempo por mi autoestima.
1 2 3 4 5 6 7
18 Las personas pueden confiar en mí en
una emergencia. 1 2 3 4 5 6 7
19 Puedo ver una situación desde diferentes puntos de vista.
1 2 3 4 5 6 7
20 Algunas veces me obligo a hacer cosas aunque no lo deseo.
1 2 3 4 5 6 7
21 Mi vida tiene un sentido.
1 2 3 4 5 6 7
22 No me lamento de cosas por las que no puedo hacer nada.
1 2 3 4 5 6 7
23 Puedo salir airoso(a) de situaciones difíciles.
1 2 3 4 5 6 7
24 Tengo la energía suficiente para llevar a cabo lo que tengo
que hacer. 1 2 3 4 5 6 7
25 Acepto el que existan personas a las que no les agrado.
1 2 3 4 5 6 7

106
107

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