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PAIDOFILIA

I. INTRODUCCIÓN

Una de las formas delictivas que actualmente producen un mayor impacto en la


sociedad y causan mayor indignación es la pederastia, esto es, la práctica de actividad
sexual (en sus distintas formas de abuso) en la que el objeto sexual es un niño
prepúber. Esta forma delictiva es incluso más condenada por la opinión pública que la
violación a mujeres adultas a pesar de que en la mayoría de los casos de pederastia no
se emplea la violencia física, pero es ejercida sobre víctimas especialmente
desprotegidas y vulnerables como son los niños. El abuso infantil causa siempre, en
mayor o menor medida, secuelas perdurables en las víctimas, a corto y largo plazo,
alterando el normal desarrollo psicoafectivo del menor.

Vemos, como noticia frecuente en los medios de comunicación, casos de pederastia


que sacuden la sociedad y causan alarma social. Casos últimamente sonados en
nuestro país son los de los sacerdotes que mantuvieron relaciones sexuales con
menores de edad, con quienes tuvieron acceso por su condición de religiosos. Un caso
internacional bien sonado, es del pederasta Belga Mack Dutroux, que impactó al
mundo (2004), por la extrema violencia y sadismo empleados en sus actos con
menores que incluían tortura, violaciones y otras aberraciones que tenían lugar en su
sótano. Sobre la base de ésta y otras historias las personas suelen construirse ideas y/o
mitos sobre la pedofilia y la pederastia, los cuales son casos, poco representativos.

La realidad es que, actualmente, el abuso sexual de menores es hoy en día una


realidad muy preocupante y una actividad creciente propiciada, entre otras causas, por
el desarrollo del internet. En la presente monografía, desarrollamos el tema, como
forma de ampliar los conocimientos que se tiene al respecto, y en el afán de propiciar
la prevención de actos delictivos derivados de este tipo de inclinación sexual, y ampliar
el conocimiento al respecto.

II. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL:

Diferencias de términos: Avilés, y otros (2010), distinguen:

Pedofilia: o paidofilia (amor por los niños), hace referencia a la atracción erótica o
sexual de un adulto hacia niños o adolescentes, una tendencia sexual, un deseo.
Pederastia: Se refiere a la práctica sexual con niños, esto es, al abuso o a la agresión
sexual.

La diferencia para Aviles es clara, una cosa es sentirse atraído por menores y la otra es
consumar una práctica abusiva. Resulta por tanto evidente que se castiga (y así lo
recoge nuestro Código Penal) la pederastia, pero no la pedofilia. Sin embargo, existe
controversia en el caso del consumo de pornografía infantil, sobre si lo que realmente
se está persiguiendo es al pedófilo.

Caber señalar que Oliveiro y Graziosi (2004), explican más claramente la diferencia
entre pedofilia y pederastia: Mientras que la pedofilia es un término más amplio en el
que se incluyen todo tipo de relaciones con menores, tanto homosexuales y
heterosexuales, la pederastia se refiere a la atracción homosexual, por prepúberes y
jovencitos.

DEFINICIÓN DE PAIDOFILIA:

Para entender el fenómeno de la pedofilia, debemos comprender como está


configurado el impulso sexual humano (Bieber, 2012):
- El 10% corresponde al instinto natural
- El 20% de las respuestas del cuerpo a la excitación
- El 70% corresponde a la esfera psicológica, mental y emocional.

Según Bieber (2012), la pedofilia es una parafilia en la que hay una atracción sexual
intensa, urgente, recurrente, por los niños, existiendo casi exclusivamente apetito
sexual y excitación incontrolables por los menores de 13 años. Los pedófilospueden ser
del sexo masculino o femenino.
Tiene como característica central la actividad sexual con niños/as prepúberes. La
actividad sexual incluye: desnudez, fotografías y filmaciones, masturbación, sexo oral,
penetración vaginal, oral y/o anal con el dedo, objetos extraños o pene, con diversos
grados defuerza. Sus preferencias sexuales pueden ser:
Con atracción sexual por los hombres
Con atracción sexual por las mujeres
Con atracción sexual por ambos sexos
Limitada al incesto
De tipo exclusivo
De tipo no exclusivo

Según la décima revisión de la clasificación internacional de enfermedades (CIE 10),


incluye dentro de los trastornos de inclinación sexual, la Paidofilia (F65.4):

“Se trata de una preferencia sexual por los niños, normalmente en edad prepuberal, o
de la pubertad temprana. Algunos de los afectados sientes atracción únicamente por la
chicas, otros únicamente por los chicos, y otros están interesados por ambos sexos.
La paidofilia se presenta raramente en mujeres. Los contactos entre adultos y
adolescentes sexualmente maduros es algo socialmente reprobado, en especial si los
que intervienen son del mismo sexo, pero esto no se acompaña necesariamente de
paidofilia. Un incidente aislado, en especial si el que lo lleva a cabo es un adolescente,
no es signo de la tendencia persistente o predominante que se requiere para el
diagnóstico. No obstante, entre los afectados de paidofilia, hay varones que
manifiestan una preferencia por una relación de pareja sexual adulta, pero que debido
a que hay reiteradas frustraciones en sus intentos de contactos adecuados, los han
sustituido de manera habitual por niños.

Los varones que abusan sexualmente de sus propios hijos prepuberales suelen abordar
en ocasiones también a otros niños, pero en ninguno de estos casos hay nada más en
su comportamiento que sugiera una paidofilia”.

III. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS

Según el DSM-IV-TR (2000), los criterios diagnósticos para el diagnóstico de pedofilia


son los siguientes:

Pedofilia (302.2)

A. Durante un período de al menos seis meses, experimentar fantasías sexuales


recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que
implican actividad sexual con niños prepúberes o niños algo mayores (generalmente
de trece años o menores).

B. Las fantasías sexuales, impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar


clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la
actividad del individuo.

C. La persona tiene, al menos, dieciséis años y es por lo menos cinco años mayor que el
niño o los niños del criterio A.

Además se debe especificar si la atracción sexual es por los hombres, por las mujeres o
por ambos sexos; si se limita al incesto o no; y si es de tipo exclusivo (atracción sólo
por los niños) o no.

IV. INVESTIGACIONES SOBRE EL TEMA:

Seto M. (2012), comenta que muchos investigadores y clínicos como afirman que la
pedofilia es un trastorno que tiene un curso de toda la vida. Para algunas personas, por
lo menos, se descubre en la adolescencia temprana y el interés sexual en los niños
puede ser detectado en la adolescencia.
En el artículo de Harvard University (2010) se afirma que los Investigadores no
muestran consenso en acerca de la proporción en que los niños abusadores son
pedófilos. Otros tipos de abusadores incluyen curiosidad o adolescentes abusivos
quienes molestan a los niños más jóvenes, adultos hipesersexuales quienes de forma
oportuna escogen a niños, y personas que actúan por impulsos (mas que una
respuesta erótica) mediante la influencia del alcohol o drogas. Adicionalmente la mitad
de todos los niños víctimas de abuso se encuentran entre 12 a 17 años (postpuberes),
así que sus agresores no conocen la definición estricta de la pedofilia.

Por otro lado en esta revisión se afirma que hay un mayor acuerdo sobre algunos
hechos. Cercanamente todas las personas con tendencias pedofílicas son varones,
asimismo que los estudios han reportado que en un 1% a 6% de niños abusados los
perpetradores han sido féminas, asimismo existen desordenes de la personalidad y
estados de humor en común con personas con tendencias pedofílicas; y un 50% a 70%
de personas con tendencias pedofílicas han sido diagnosticados con otras parafilias
como exhibicionismo, voyeurismo o sadismo. Además el autor plantea que existe
consenso en el sentido en que la pedofilia es una orientación sexual distinta, no algo
que se desarrolla en alguien homosexual o heterosexual. Algunas personas con
necesidades pedofílicas son también atraídos por adultos, y quizá actúan solo en
deseos posteriores. De esta manera las personas pedofilicas que son atraídas por niños
de un genero especifico, son algunas veces descritas como pedófilos heterosexuales,
homosexuales o bisexuales.

Hughes J. (2007) realizó una revisión de investigaciones de Pedofilia a partir del cual
afirma que a menudo los pedófilos suelen haber sido víctimas de abuso sexual, además
pueden ser alcohólicos y pueden haber venido de una familia disfuncional, con
temprana separación de sus padres.

Asimismo en comparación con otros delincuentes en quienes se presentan factores


externos, inestables y controlables, el pedófilo presenta factores que son internos,
estables, e incontrolables. Indicando que los pedófilos suelen tener una visión
distorsionada de los demás acompañados de un trastorno narcisista de la
personalidad, a menudo con el abuso de sustancias psicoactivas y una personalidad
agresiva.

En la investigación llevada a cabo por Deza S. (2005) acerca del abuso sexual, toma en
referencia a Finkelhor (2000), quien afirma que existe en grupo de abusadores
menores, de sexo masculino, quienes suelen imitar el abuso que han sufrido, quienes
pueden haber tenido una historia de rechazo social y estigmatización sin ser
conscientes de la causa inicial del problema.

Asimismo la autora comparte el modelo de Finkelhor y Krugman en el que se describen


cuatro condiciones importantes en el abuso sexual:
- La motivación del agresor para cometer el abuso; en el cual afirma que hay
diversas categorías de clasificación de los agresores sexuales, teniendo en
cuenta un “modus operandi” diferente, entre ellos se encuentra:
o Por repetición transgeneracional de experiencias previas de abuso en la
infancia.
o Por un componente psicopático de personalidad.
o Por trastorno de control de impulsos
o Por un Pedófilo exclusivo, por fijación obsesiva con un objeto
sexualizado.

- Otro factor es referido a la habilidad del agresor paras superar sus propias
inhibiciones y miedos. Algunas de estas se encuentran razones individuales de
la desinhibición como el alcohol, la psicosis, la senilidad o el fracaso en la
represión de un incesto en la familia. Además menciona otros motivos del área
sociocultural como la tolerancia social, debilidad en las sanciones por el abuso
sexual. La pornografía infantil, y la incapacidad por ponerse en el lugar de los
niños.
- La capacidad del agresor de burlar barreras externas o deficientes factores
protectores en el niño.
- La capacidad del niño para evitar o resistirse al abuso sexual.

V. ANTECEDENTES HISTÓRICOS:

Etimológicamente, la palabra deriva del término griego παιδοφιλια, paidophilia, y éste


de παιςπαιδος, páis-paidós, «muchacho» o «niño», y φιλíα filía, «amistad». Paidophilia
fue acuñada por los poetas griegos como un sustituto de «paiderastia» (pederastia), o
viceversa.
Se considera que paidofilia es un término etimológicamente más correcto que
pedofilia, si bien esta segunda forma es más usada.14En relación con la atracción hacia
los adolescentes, también suele usarse el término «hebefilia» o «efebofilia».

En la antigua Atenas, la relación sexual entre un adulto y un joven púber, se


denominaba pederastia, y se consideraba como un elemento más en la relación entre
un docente y su discípulo: el amor entre ambos favorecía la transmisión del saber y de
las leyes ciudadanas.

Por el contrario, el sexo con sujetos prepúberes, denominado pedofilia, era castigado
con condenas que podían llegar a la pena de muerte.

En la Roma antigua, por su parte, la pederastia estaba muy difundida, pero sin las
justificaciones de los griegos, y la pedofilia era también condenada. Algunos de los
casos resaltantes son el Del emperador Tiberio se relata (Suetonio) que arregló cuevas
y bosques en Capri para reunirse con grupos de amantes jóvenes, a los que incitaba a
tener relaciones entre ellos.

También se le acusa de prácticas pederásticas: al parecer, se bañaba en compañía de


niños a los que llamaba «pececitos» pues los hacía pasar entre sus muslos para que lo
excitaran con sus bocas. De Augusto también cuenta Suetonio en su obra Los doce
césares que prefería las puella, jovencitas-niñas, que le conseguía su mujer. Nerón
llegó a practicar sexo con su madre y se atrevió a violar a una sacerdotisa que tenía
que permanecer virgen (una vestal).

Su principal exceso conocido con un menor fue la castración de un niño, Sporo, con el
cual se casó públicamente según el rito romano. Cabe resaltar que las biografías de los
césares son discutibles, porque a los tiranos se buscaba difamarlos principalmente.

A pesar de que las mujeres no tenían tanto poder como los hombres, algunas romanas
aprovecharon la autoridad de sus maridos y su condición de ciudadanas para practicar
sus propias perversiones. Agripina, la madre de Nerón, fue también acusada de
corromper a menores, entre ellos a su propio hijo, como ya se señaló. Sin embargo,
como señala Cantarella, los autores apenas hablan de las depravaciones de las
mujeres, ya que en un mundo concebido para el hombre y su virilidad, sólo importaba
lo que a ellos les sucedía.

Con todo, simultáneamente había puntos de vista de tipo moral-psicológico que


condenaban cualquier tipo de contacto sexual entre adultos y menores; así, por
ejemplo, Platón o Suetonio.

En la Grecia clásica (Avilés y otros, 2010), era admitido y frecuente el contacto sexual
de adultos con prepúberes e incluso se consideraba como el modelo ideal de la
relación amorosa y pedagógica. En el imperio romano los hijos de los esclavos podían
ser destinados a objetos sexuales de adultos y recibían nombres como epheb , pueri
meritorii, concubini… o según la práctica en que se especializaban (fellatores). Antes
del siglo XII los niños eran considerados prácticamente como animales domésticos, el
trabajo físico y el castigo formaban parte de su vida cotidiana. Nacían muchos y pocos
llegaban a la edad adulta debido al hambre, la peste o las guerras. A los 7 años un niño
ya ingresaba en edad laboral y sexual. En Inglaterra desde el siglo XIV hasta principios
del siglo XX la edad mínima para el consentimiento sexual pasó a establecerse de los 7
años a los 10 años, la costumbre era casarse con niñas prepúberes y no tener
relaciones sexuales con ellas hasta que estas presentaban su primera menstruación.

El concepto de infancia como una etapa importante del desarrollo humano aparece
definitivamente a partir del siglo XX gracias al psicoanálisis y los avances en Psicología
Infantil y Pedagogía de las escuelas suizas e italiana (Piaget, Montesori…). El niño pasa
a ser un bien a proteger y a cuidar, al menos en la teoría, sin embargo el abuso infantil
estará lejos de desaparecer sino que continúa pero queda oculto o es más o menos
tolerado.

En las últimas décadas parece que empieza a haber una verdadera conciencia social
sobre el tema y los abusos sexuales a niños han empezado a ver la luz y no quedan tan
escondidos en el círculo familiar ni son reprimidos por el niño agredido por miedo a
represalias, desequilibrio del sistema familiar o castigo social. Y esto como
consecuencia de la ruptura de tabúes, la mayor divulgación periodística y científica la
contundencia de la legislación vigente y la sensibilización de la sociedad así como la
actitud más vigilante de las personas y servicios que tratan con menores.
Un ejemplo de este cambio en la sociedad lo encontramos a finales de los años 90 del
siglo pasado cuando salieron a la luz multitudinarias denuncias a religiosos católicos
(sacerdotes australianos y estadounidenses fundamentalmente) acusados y
condenados por haber realizado abusos sexuales a menores durante décadas, lo que
obligó hace poco a la iglesia a condenar explícitamente esas prácticas. Recientemente
un escándalo similar sacudió a la iglesia irlandesa con cientos de sacerdotes implicados
por no hablar de otros casos de abusos masivos dentro de la iglesia. El hecho de que
en una institución tradicionalmente caracterizada por su oscurantismo, donde se tenía
conciencia de la existencia de estas prácticas desde siempre, se pusiera fin a siglos de
impunidad es un buen ejemplo de la determinación de la sociedad de acabar con el
abuso infantil.

El término paedophilia erótica fue formulado por vez primera por el psiquiatra Richard
von Krafft-Ebing (1840-1902), quien usó la expresión Pädophilia erótica en su libro
Psicopatía Sexualis, publicado en 188616, en el que lo describió como el interés sexual
dirigido sólo hacia jóvenes prepubescentes, sin incluir a adolescentes, un interés que
desaparecería con la aparición de los primeros signos de vello púbico.

VI. CAUSAS Y EPIDEMIOLOGÍA:

CAUSAS:

Romi, J.C., & García, L. (2005), menciona el punto de vista de Ricardo Caponni (2002)
“La pedofilia es una condición mental perturbada en un sujeto que, de niño, fue
víctima de situaciones traumáticas de abuso sexuales o de carencias afectivas muy
intensas frente a las cuales no pudo usar otros recursos que la actuación y la
hipersexualización, con un componente variable de agresión”

Según Ricardo Caponni (2002). El origen de la pedofilia sigue un proceso en el cual en


el cual las imágenes, fantasías, o comportamientos desviados se originan a partir de
experiencias vividas que provocaron, sobre la base de una personalidad
predisponente, un placer sexual que luego facilitó la repetición de experiencias, que a
su vez, provocó una fijación de un patrón de conducta erótico.

Para Castro, Contreras y Nuñez (2004), la adquisición de respuestas eróticas


placenteras y específicamente aquellas referidas a la atracción de una persona adulta
hacia un niño o niña, son el resultado de una combinación entre una predisposición de
la personalidad del sujeto agresor, como factor intrínseco determinante, más las
experiencias ambientales que da el aprendizaje.

En ese sentido, en la pedofilia se originan una serie de imágenes, fantasías o


comportamientos desviados que son producto de experiencias vividas sobre la base de
una personalidad predisponente que provocaron, en su momento, un placer sexual
que facilitó la reiteración de experiencias fijando un patrón de conducta erótico.
En general, la causa exacta es algo que aún se desconoce. Hay muchas teorías y
explicaciones desde lo biológico, psicológico, social, etc.

Según Bieber (2012), Recientemente se han propuesto modelos biológicos:

- Se ha planteado una alteración neuroendocrina como base del cuadro, ya que


en algunos casos se ha vinculado su aparición con daños orgánicos cerebrales
que afectan al hipotálamo o al sistema límbico.
- La amígdala, una estructura cerebral que desempeña un papel clave en la
emoción y la excitación pueden trabajar de manera muy diferente en hombres
pedófilos de lo que hace en los hombres que no son sexualmente atraídos por
los niños, según un nuevo estudio en Alemania (A. Sartorius, Ruf M., C. Kief,
Demirakca T., J. Bailer, Ende G., Henn FA, A. Meyer-Lindenberg, 2008).
- Algunos profesionales de la salud mental, han sugerido que la paidofilia es un
tipo de adicción, una compulsión a realizar actos sexuales con niños, debido a
un mecanismo cerebral parecido al que ocurre en el cerebro de los
narcoadictos, ludópatas, etcétera.

Es importante señalar que antes de diagnosticar el trastorno de pedofilia, se debe


descartar toda alteración orgánica cerebral, retraso mental, psicosis, etc., que en
forma secundaria lleve a una pedofilia. Esta desviación sexual suele presentarse sin
patología previa y de forma primaria.

Revisando los avances en neurociencia y los diferentes estudios biológicos que se han
llevado a cabo para la pedofilia, encontramos que el desarrollo en el sistema nervioso
central, desde un punto de vista biológico, se convierte en un factor fundamental al
momento de hacer una revisión de la pedofilia, ya que es crucial en el desarrollo de la
conducta sexual de una persona pues, estudios realizados reflejan que en ciertos casos
se pueden presentar alteraciones neuro-psiquiátricas las cuales son originados durante
el embarazo (Becerra, 2009).

Becerra (2009), habla sobre diferentes estudios neuropsicológicos de los cuales han
surgido varias teorías neuroanatómicas sobre el origen de la pedofilia y estas a su vez
han sido divididas en tres categorías. En primer lugar están las teorías “frontales-
disejecutivas”, que asocian la pedofilia con una disfunción en la corteza prefrontal y
con la desinhibición conductual (Stone & Thompson, 2001, citados en Becerra, 2009).
En segundo lugar están las teorías “temporo-límbicas”, que implican a ambas regiones
del cerebro en la desinhibición conductual y a estructuras profundas del lóbulo
temporal en la regulación de la conducta sexual (Graber, Hartmann, Coffman, Huey &
Golden, 1982, citados en Becerra, 2009). En tercer lugar se encuentran las teorías de la
“disfunción dual”, las cuales argumentan que los pedófilos sufren de disfunción en las
regiones temporales que causarían la perturbación de los impulsos sexuales y
alteración en las regiones frontales que causarían la desinhibición conductual (Cohen,
Nikiforov, Gans, Poznansky, McGeoch & Weaver, 2002, citados en Becerra, 2009).

La pedofilia comienza a desarrollarse desde las etapas tempranas de la niñez, ya sea


desde la dificultad para resolver un conflicto en una de las diferentes etapas
psicosexuales que desembocará en un desajuste en la configuración del Yo en un
pedófilo, desde las teorías psicodinámicas y con ello, desde las teorías
cognitivoconductuales, el cómo una persona con cierto desajuste de la realidad y de sí
mismo comienza a establecer relaciones e interacciones con otros seres basadas en
creencias irracionales y distorsiones cognitivas de la realidad como lo son las ideas de
“sexualidad adecuada” en el pedófilo, las que facilitan la consecución del fin de su
conducta hacia la niñez: satisfacer su placer. Hemos dicho “desarrollar” esta conducta
pedófila porque será el medio junto a ciertas predisposiciones genéticas, los cuales
gestaran la conducta distorsionada y desviada de un pedófilo, puesto que según las
últimas investigaciones en neurociencias, se ha encontrado que la pedofilia pudiera
estar sujeta a ciertas anomalías en el sistema nervioso central, pero como hemos
venido señalando, será el medio el que contribuirá a que el pedófilo se convierta en un
victimario consumado.

Trabazo cita a Cáceres (2001), destaca los factores que pueden explicar no solo el
origen de la pedofilia, sino de cualquier otra parafilia:

A) Problemas de relación: la dificultad para conseguir intimidad y la consecuente


soledad derivada de un estilo inadecuado de formación de vínculos. Esta dificultad
puede derivarse de una ausencia de modelos adecuados o de haber recibido el propio
sujeto abusos sexuales en su infancia. La ausencia de empatía o el déficit de ésta
también dificultarían el establecimiento de relaciones adecuadas.

B) Experiencias de abuso-maltrato en la infancia: muchos estudios muestran que una


gran proporción (no está claro el índice, entre en 40 y el 60%) de pedófilos han sido
víctimas de abusos sexuales en su infancia. Sin embargo no está claro el mecanismo
por el cual haber sido víctima convierte al sujeto en agresor, al fin y al cabo, no todos
las víctimas se convierten en agresores. Una de las teorías que explicaría este
mecanismo sería la que señala un modelado defectuoso por el que el pedófilo
intentaría imitar la conducta de los que en su día le agredieron. Según Noguerol
(2005), el sentimiento de rabia y fracaso, tras un trauma vivido en la infancia, puede
crear la necesidad de repetir el episodio traumático durante otras etapas evolutivas.

C) Desarrollo de un impulso sexual desviado: a través de procesos de condicionamiento


clásico y/o operante, estímulos atípicos o determinadas situaciones estimulares
previamente sexualmente neutras podrían haberse investido con la capacidad de
evocar excitación sexual. El primer episodio, que podría ser accidental, se afianzaría
por medio de las fantasías y conductas masturbatorias. A estos condicionamientos
podrían unirse el aprendizaje social e incluso la influencia de determinados estímulos
biológicamente preparados para facilitar tal asociación según diversos autores.

D) Haberse alterado la secuencia “normal” de cortejo: en las parafilias, esta secuencia


“normal” que tendría 4 fases, se vería alterada bien por intensificación o fijación a una
de ellas o bien por fallos o eliminación de otras. Esta teoría, desarrollada por Freund et
al. (1983; Cit. en Cáceres, 2001), si bien puede explicar diferentes parafilias no está
muy clara a la hora de explicar el origen de la pedofilia.

E) Presencia de problemas o trastornos cognitivos: muchos autores coinciden en la


existencia de diferentes distorsiones cognitivas como base de las parafilias. La
minimización, la negación, la transferencia de responsabilidades hacia otra persona,
así como toda una serie de creencias o de actitudes facilitarían la realización de las
diferentes conductas sexuales desviadas.
Es importante señalar sin embargo que no queda claro si son las creencias
distorsionadas las que llevan por ejemplo a un pedófilo a abusar de un menor, o las
creencias son el resultado de una búsqueda de justificación de su conducta. Parece
más bien que son las interpretaciones erróneas o distorsionadas del comportamiento
de los niños, las que llevan al pedófilo a construir una serie de creencias que le ayudan
a justificar sus actos.

F) Una adicción sin sustancia: las pedofilia se consideraría como una forma más de
adicción (Cohen, Grebchenko, Steinfeld, Frenda, & Galynker, 2008) y como tal
presentaría una serie de características: Está controlada por reforzadores positivos en
su inicio y por reforzadores negativos al final; Implica cierta pérdida de control para el
sujeto; Conlleva normalmente deterioro social del sujeto; Suele producirse cierto
grado de tolerancia; Está determinada por la dependencia como proceso esencial y
básico. Apoyando esta teoría muchos autores señalan la existencia de diversas
adicciones (sobre todo el alcohol) en sujetos parafílicos.

G) Explicaciones biológicas: algunos autores han relacionado el comportamiento sexual


desviado a algún tipo de disfunción cerebral. Sobre todo se ha estudiado la influencia
de lesiones en el lóbulo temporal, en el lóbulo límbico, así como trastornos en la
región fronto-temporal izquierda. Otros estudios señalan la relación de trastornos
hormonales (altos niveles de testosterona) con la conducta sexual agresiva. De todas
formas, el conocimiento al respecto es muy limitado aunque sí es verdad que se está
investigando sobre todo para determinar el efecto positivo de un tratamiento
farmacológico para controlar algunos casos de parafilias.
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EPIDEMIOLOGÍA:

Las parafilias generan angustias personales en pocas ocasiones, y por lo general, estos
individuos acuden para recibir tratamiento debido a la presión de los cónyuges o de las
autoridades. Por este motivo existen pocos datos sobre la prevalencia o el curso de
muchos de estos trastornos.

EL Dr. W. Masters afirma, una de cada 4 niñas y uno de cada 7 varones será abusado
sexualmente antes de que cumplan los 12 años. En más del 90% de los abusos el
abusador será masculino y en más del 80% será una persona conocida por el niño.

McConaghy (1998) investigó la literatura reciente sobre la pedofilia. Afirma que la


preocupación y la notificación de la actividad sexual niño-adulto ha aumentado
marcadamente en la última década, aunque sostiene que su prevalencia real no parece
haber aumentado al menos desde el 1960. Los perpetradores generalmente son
conocidos por la mayoría de las víctimas. Los casos de transgresores reportados son
casi todos masculinos, lo que no necesariamente implica la inexistencia de pedofilia
femenina, aunque los varones no tienden a considerar sus experiencias prepuberales
con mujeres mayores como abusivas. Esto tal vez se deba a la probable ausencia de
penetración y/o violencia en la relación adulta-niño/a. Por su parte, las mujeres
abusadas reportan más efectos negativos que los hombres, aunque un porcentaje de
ellas aduce que las experiencias fueron positivas.

SIGNOS Y/O SÍNTOMAS QUE PUEDEN PRESENTAR LOS MENORES QUE HAN SUFRIDO
ABUSO SEXUAL: Según Bieber (2012), los menores abusados pueden presentar:

- Cambios en el comportamiento.
- Cambios bruscos de humor, retraimiento, temor y llanto excesivo.
- Orinar en la cama, pesadillas.
- Temor de ir a dormir u otras perturbaciones durante el sueño.
- Conducta sexual impropia.
- Interés inusitado en cuestiones sexuales.
- Expresión súbita de sentimientos o comportamiento agresivo o rebelde.
- Regresión o retroceso al comportamiento infantil.
- Temor a ciertos lugares, personas o actividades, especialmente de estar a
solas con ciertas personas.

VII. PERFIL DEL PEDÓFILO:

Rodes, Monera y Mar (2010) nos brindan un breve perfil de un pederasta: Varón,
mayor de 35 años, sin antecedentes delictivos, integrado en su entorno social,
profesional cualificado o jubilado, no consumidor de alcohol u otras drogas.

Para Bieber (2012), El individuo con este trastorno debe tener16 años o más y ha de
ser 5 años mayor por lo menos que el niño. Su curso puede ser
permanente,manteniendo contactos con una o varias víctimas, o presentar períodos
de abstinencia con episodios pedofílicos.

Dentro de los múltiples estudios que se han realizado sobre el tema, si hay un punto
en que los diferentes autores ponen en común es en que no existe un perfil claro del
pedófilo. El pedófilo puede ser un hombre o una mujer, aunque éstas son minoría;
puede ser joven, adulto o anciano; puede ser un persona culta y respetada en su
profesión o una persona inculta; pueden ser homosexuales o heterosexuales; suelen
preferir a las niñas pero también pueden decantarse por los niños o por ambos sexos;
pueden conocer a la víctima (ser familiares o amigos) oser completamente
desconocidos; sus actos pueden ir desde la masturbación, utilizaciónde pornografía
infantil, hasta los tocamientos y violación; unos utilizan la violencia y otros sutiles
técnicas de manipulación (Trabazo, 2009).

Podemos hablar de pedofilia “primaria” cuando ésta está muy arraigada enel sujeto, y
de pedofilia “secundaria” cuando ésta está asociada a otro trastornopsicopatológico
como un retraso mental, una demencia degenerativa o un alcoholismopor ejemplo
(Oliverio y Graziosi, 2004). También podemos diferenciar a lospedófilos de “tipo
exclusivo” que sólo se sienten atraídos por menores, de los de“tipo no exclusivo”
cuando también sienten atracción sexual por adultos.

Pese a que existe dificultad para establecer características diferenciales por su alto
grado de ”secretismo” por parte de los pedófilos, debido al rechazo de la sociedad, se
han podido establecer, con diversos estudios, una serie de datos sobre ellos:

Los pedófilos son mayoritariamente varones (un 13% aproximadamente sonmujeres);


suelen cometer el abuso sexual normalmente entre los 30 y 50 años deedad (a pesar
de que un 20% de los agresores son adolescentes); suelen estar casados;los agresores
son habitualmente familiares o allegados (profesores, vecinos,etc.) de la víctima; su
apariencia es normal; tienen un estilo convencional; suelentener una inteligencia
media y no son psicóticos (Trabazo, 2009). Bieber (2012) agrega: se relaciona mejor
con niños que con adultos, tiene pocos amigos íntimos de su generación, prefiere
niños o niñas de una edad específica, prefiere un sexo más que el otro, puede que
busque empleo o sea voluntario en lugares relacionados con actividades infantiles, se
le ve en parques o cerca de colegios, acumula fotografías de niños y niñas y
pornografía infantil (para reducir las inhibiciones de las víctimas, para fantasear
cuando no tenga víctimas potenciales, para revivir actividades sexuales pasadas, para
justificar actividades sexuales inapropiadas, para hacer chantaje a las víctimas); a veces
usa alcohol o narcóticos para administrárselos a las víctimas, habla con los niños en su
mismo leguajes, y a veces usa lenguaje de pareja, se ofrece para cuidar niños, busca
organizaciones y publicaciones que apoyen sus tendencias sexuales, guarda ropa,
juegos y demás parafernalia infantil en su casa, esconde trofeos de sus víctimas.

Hay que aclarar que la mayoría de los pedófilos intentan no “maltratar” alos niños,
bien porque no sienten impulsos sádicos, por la atracción que sientenpor ellos o por el
temor a que si les hacen daño éstos puedan hablar con alguieny ser descubiertos.
Muchos pedófilos al ser descubiertos justifican sus actosdefendiendo el valor
educativo de éstos para el niño, acusando al niño de seductorque incita al adulto, o
alegando que el niño había obtenido placer con sucomportamiento (Trabazo, 2009).

Los más peligrosos son los pedófilos con rasgos sádicos y que practican el denominado
“pedosadismo” (Oliveiro y Graziosi, 2004). En estos casos, además de sentir una
atracción sexual por los niños, sienten placer infringiéndoles daño o sometiéndolos,
llegando en los casos más graves a matar a su víctima. Es importante diferenciar estos
sujetos de los que también matan a su víctima pero no por una satisfacción en el
hecho en sí de matar, sino por el temor a ser delatados y descubiertos.

CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DE LOS DELINCUENTES PEDÓFILOS:

- Son incapaces de establecer relaciones satisfactorias con los demás.


- Presentan baja autoestima y pobres habilidades de relación.
- Tienen un autocontrol deficiente.
- En realidad esta pobre auto-percepción del pedófilo no se ajusta a la realidad
(son más competentes que lo que ellos dicen o creen ser).
- La mayor parte pertenece al ámbito cercano de las víctimas.
- Suelen aprovecharse de su posición o jerarquía y con frecuencia amenazan o
culpan a sus víctimas frente a padres o amigos.
- Su abuso en ocasiones se disfraza de afecto e interés personal.
- Con frecuencia la situación de abuso se prolonga en el tiempo.
- Presentan intensas distorsiones cognitivas que neutralizan su sentimiento de
culpa y perpetúan el abuso.

PSICOLOGÍA DEL PEDÓFILO:

La pedofilia es, en esencia, un autoerotismo. El pedófilo utiliza el cuerpo del niño para
masturbarse en él. De ahí el éxito de Internet entre los pedófilos: ofrece sin un cuerpo,
el sexo anónimo, masturbatorio. Los niños en el ciberespacio son meras
representaciones, a menudo nada más que fotos eróticas. Los varones agresores,
están socializados para dominar: los niños les resultan atractivos debido a su baja
capacidad de dominación -relación con inmadurez, baja autoestima y agresividad del
agresor-. Los Pedófilos comienzan como personas "normales" y luego descubren para
su angustia que son atraídos por prepúberes. La adolescencia es clave en el nacimiento
de esta psicopatología. "Si el joven se excita con estímulos atípicos, como imágenes
infantiles, puede acabar asociando placer sexual con niños ", aclara Enrique
Echeburúa, un reconocido psicólogo español. Esa hipótesis la corrobora Santiago
Redondo, profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Barcelona: "El
adolescente se inicia en el sexo pensando en niños.

El problema es que reproduce esa experiencia en su imaginación". Ellos/as suelen


tener un sistema de creencias disfuncionales a las que le llamaremos "distorsiones
cognitivas", como ejemplo citamos algunas:

1) Las caricias sexuales no son en realidad sexo y por ello no se hace ningún mal.

2) Los niños no lo dicen debido a que les gusta el sexo.

3) El sexo mejora la relación con un niño.

4) La sociedad llegará a reconocer que el sexo con los niños es aceptable.

5) Cuando los niños preguntan sobre el sexo significa que él o ella desean
experimentarlo.

6) El sexo práctico es una buena manera de instruir a los niños sobre el sexo.

7) La falta de resistencias físicas significa que el niño desea contacto sexual.

Fuente: C.R. Hollin (1989)

El anonimato de Internet ha permitido a los pedófilos “asociarse” y compartir sus


experiencias y a la vez ha permitido al resto de las personas tener acceso a su forma de
pensar y de ver la pedofilia. Los pedófilos defienden su derecho a amar a los niños y su
derecho de expresión alegando que cuando no hay violencia, explotación o
prostitución, su preferencia sexual debe ser respetada. Estos pedófilos señalan que los
niños tienen derecho, y sobre todo capacidad de elegir, y por lo tanto pueden
demostrar el rechazo si no le gusta algo, además, no consideran a la pedofilia como
una enfermedad y por ello rechazan el tratamiento. Como recogen Oliveiro y Graziosi
(2004), muchos pedófilos defienden el “derecho a la libertad sexual” del niño que se
encuentra oprimido por una sociedad sexofóbica. De esta forma, estos pedófilos
señalan que el verdadero daño que sufre el menor es derivado de: a) tener que
mantener en secreto los “juegos” que hacen con los adultos (generando sentimientos
de culpa, vergüenza e inseguridad); b) los trámites judiciales tras la denuncia de los
hechos (interrogatorios, testimonios y careos); y c) el comportamiento de los padres,
ya que sí éstos no comunicaran a sus hijos el temor de ser víctimas de la violencia, el
menor no se negaría a las atenciones sexuales de los adultos, no sentiría vergüenza, y
finalmente, no sería asesinado (Trabazo, 2009).

TIPOS DE PEDÓFILOS:

Morillas (2005), propone los postulados expuesto por Vásquez Mesquita, quien
identifica dos tipos posibles de manifestaciones pedófilas:

a) Primaria: Circunscrita a aquel sujeto que únicamente ha mantenido relaciones


sexuales con niños o adolescentes. Este individuo se caracteriza por no
presentar ningún interés sexual (ni a menudo social) por los adultos, ostentar
una personalidad rígida, lo cual lleva implícito una existencia solitaria y estéril
no presentado sentimientos de culpa o vergüenza por sus actividades
pedofílicas.

b) Secundario o psiconeurótico: Se presenta como un individuo mantenedor de


relaciones sexuales con personas adultas, normalmente heterosexual, si bien
padece diversos trastornos durante el transcurso de éstas, como impotencia
ocasional, cierto grado de apatía sexual y algún tipo de tensión con su pareja,
síntomas de índole neurótico. Únicamente desarrolla actos pedofílicos de
manera irregular, normalmente como respuesta a una situación oportunista o
de estrés, tras los cuales muestra su arrepentimiento sintiendo, en cierto
modo, vergüenza por la actitud llevada a cabo.

En cuanto al grado de peligrosidad, parece evidente, de conformidad con los


planteamientos expuestos, aunque no por ello deba generalizarse, que la
probabilidad de que el primario cometa actos de lesividad mayor, es
ciertamente elevada por la propia naturaleza de ambos; esto es, mientras el
secundario desarrolla la conducta ilícita de forma esporádica e intermitente
contando a su vez con determinados inhibidores de tal acción pues es una
persona heterosexual mantenedora de relaciones sexuales (satisfactorias o no)
con otros adultos, lo cual frena sus impulsos hacia los menores (en cualquiera
de sus diversas manifestaciones pedófilas, verbigracia consumo de pornografía
infantil, observancia de infantes, a¿busos, etc., el primario al carecer de tales
privaciones tenderá a desarrollar sus impulsos, independientemente de la
forma, como única vía para satisfacer sus instintos sexuales, sin importarle el
resultado o daño de tal acción.

VIII. EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN:

De esta manera respecto al tratamiento Seto M. (2012), afirma que no hay suficientes
datos longitudinales, para dar conclusiones consistentes acerca de largo plazo, sin
embargo la investigación de seguimiento ha encontrado que el tratamiento previo
mediante evaluaciones de la excitación sexual son un mejor predictor de reincidencia
sexual que evaluaciones posteriores al tratamiento, lo que sugiere que los cambios
relacionados con el tratamiento en los patrones de excitación sexual desaparece con el
tiempo (Harris, Quinsey, y Rice, 1991).

Viendo la pedofilia como una orientación sexual sugiere que es más probable que el
tratamiento sea eficaz si se centra en las habilidades de auto-regulación (con el fin de
gestionar eficazmente impulsos o pensamientos pedófilos, etc.) que en tratar de
cambiar las preferencias sexuales (Beckstead, Drescher y Zucker, 2006).

TRATAMIENTO DE LAS PARAFILIAS:

En la investigación realizada por Hall RC, (2007), refiere que es difícil estimar la
verdadera prevalencia de la pedofilia ya que algunos pedófilos buscan tratamiento en
forma voluntaria y porque la mayor parte de los datos disponibles se basan en las
personas que se han involucrado con el sistema legal. Indicando que se desconoce
específicamente cuántas personas tienen fantasías pedofílicas y no actúan a partir de
estas, o que actúan pero no son arrestadas. En estudios canadienses se estima que 1
de cada 20 casos de abuso sexual infantil es informado o detectado, además que el
uno por ciento de los varones, que fueron entrevistados anónimamente, informó
haber abusado sexualmente a sus hijos desde que empezaron a ser adultos.

Acerca del tratamiento en este artículo se plantea que la psicoterapia es un aspecto


importante del tratamiento, aunque existe debate sobre su eficacia general para la
prevención a largo plazo acerca de nuevos abusos. La psicoterapia puede ser
individual, de grupo basado, o más comúnmente, una combinación de los dos. La
estrategia general hacia la psicoterapia con los pedófilos es cognitivo-conductual
enfoque (frente a sus distorsiones y la negación) combinado con el entrenamiento
empatía, control de impulsos, educación en sexualidad, prevención de recaídas y
biofeedback. Asimismo varios estudios han demostrado que los mejores resultados ha
evitado repetir los delitos contra los niños se producen cuando agentes farmacológicos
y la psicoterapia se utilizan juntos.
El trastorno pedofílico suele aparecer en la adolescencia (Barbaree, et al. 1993),
aunque algunos pacientes explican que su interés apareció en la edad adulta. La
excitación pedofílica por norma general se acentúa con el estrés psicosocial y su curso
es crónico, especialmente cuando la atracción es de índole homosexual (Alario, 2000).
Se creía durante mucho tiempo que la pedofilia se daba exclusivamente en hombres
(Stoller, 1977); sin embargo, se ha comprobado últimamente su existencia en mujeres
(Tollison & Adams, 1979). Aproximadamente el 85% de los pedófilos son varones, y la
mayoría de ellos son heterosexuales. De hecho, es más frecuente que los pedófilos
escojan víctimas del sexo contrario, sean agresores masculinos o femeninos (López, et
al., 1995).

Evaluación

La clasificación, por diferentes fuentes de investigación, del grado de severidad de la


pedofilia coincide con la clasificación dicótoma que hemos usado con la condición
anterior de Perpetrador de violación sexual, y consiste en dividir a quienes padecen de
esta parafilia en dos niveles de intensidad, con correspondientes pronósticos
respectivos. La terminología de la clasificación de los pedófilos varía de autor en autor,
pudiendo denominarse a los subtipos en diferentes escritos profesionales pedofilia de
tipo exclusivo versus de tipo no exclusivo (APA, 1994), pedofilia de preferencia versus
situacional (Howells, 1981), pedofilia invariante versus pedofilia psiconeurótica
(Glasser, 1990), o pedofilia fijada versus pedofilia regresiva (Groth, et al, 1982). En
resumen, los pedófilos se clasifican nosológicamente según si su interés sexual en
niños es primario y casi exclusivo, o si experimentan un interés sexual secundario en
los niños que coexiste con un interés mayor hacia los adultos.

El pedófilo primario se presenta clínicamente como persona inmadura, y muestra,


además de su interés casi exclusivo en los niños, unas emociones infantiles, propias de
la niñez, en las cuales dominan la impulsividad y el egocentrismo. El contacto sexual
con adultos les provoca ansiedad y sensaciones de inadecuación. No suelen tener
sensaciones de culpabilidad por sus actos pedófilos y reinciden crónicamente durante
toda la vida, o una gran parte de ella. En cambio, el pedófilo de segundo grado o
pedófilo secundario, como le llamaríamos nosotros, presenta un desarrollo emocional
más robusto y, por tanto, menos egocéntrico, y es capaz de mantener relaciones
sexuales satisfactorias con adultos. Sin embargo, durante momentos difíciles de su
vida, cuando experimenta estrés ambiental, padece de un estado anímico depresivo o
encuentra obstáculos a la intimidad en su relación conyugal, sufre una regresión que
facilita la búsqueda del consuelo en una relación infantil. La conducta pedofílica de
esta segunda categoría es reactiva, esporádica y conlleva sentimientos de culpa y
remordimientos en el perpetrador.

Tratamiento

Acerca del tratamiento clínico de la pedofilia, igual que el de la violación sexual,


implica temas legales y éticos, tales como el deber de informar a las autoridades de un
caso activo de abuso de un menor, la obligación del paciente a estar en terapia por
orden judicial, etc. Son temas que no siempre permiten una interpretación clara de las
responsabilidades legales u ontológicas del clínico.

El psicólogo que trabaja en el campo del tratamiento de las parafilias ha de estar bien
enterado de la legislación pertinente en su jurisdicción. No obstante, como el ejemplo
anteriormente expuesto demuestra, las leyes actuales no siempre facilitan el
tratamiento de esta población, y las autoridades suelen huir de esta realidad en su
afán de castigar sin, en muchos casos, remediar.

Una gran parte del tratamiento para el paciente que padece una pedofilia secundaria
se basa en recalcar el daño que la explotación sexual de menores causa en la víctima.
Como este grado de la pedofilia se caracteriza por remordimientos por parte del
perpetrador, el hecho de destacar las secuelas que la explotación sexual desencadena
en el desarrollo de una persona de corta edad puede penetrar las defensas de
negación y racionalización que se suelen ver con esta población de pedófilos.

Como la conducta explotadora en la pedofilia de segundo grado es, en gran parte, el


resultado de determinadas frustraciones en la vida del perpetrador, es posible la
identificación de los estímulos que disparan los impulsos pedófilos, y así prevenir su
eventual expresión. Si a un paciente le resulta más probable pecar cuando, después de
un periodo relativamente austero en sexualidad con su esposa, bebe alcohol, esa
persona podría vigilar el alcohol durante los periodos de frustración sexual. También
de gran utilidad en la terapia de la pedofilia secundaria es cualquier intento de resolver
conflictos crónicos que predisponen a la persona a reincidir. En un caso como el que se
acaba de exponer, una terapia sexual dirigida a la pareja trataría de reducir la privación
al coito y, así, procuraría incrementar la satisfacción sexual entre los adultos, dando,
en potencia, una ventaja en el tratamiento de la pedofilia. De igual manera, tratando el
alcoholismo, la timidez, el aislamiento social o el matrimonio desierto de afecto serían
intervenciones terapéuticas esenciales cuando se comprueba que la conducta
pedofílica está condicionada por factores de estrés específicos.

El tratamiento del pedófilo de primer grado también requiere examinar con el paciente
las consecuencias negativas de su conducta sexual en sus víctimas. Sin embargo, el
pédofilo de primer grado carece de la misma capacidad de autorreflexión que el de
segundo grado, y se percibe frecuentemente en la terapia que el paciente es
mínimamente accesible cuando el psicólogo intenta hacerle apreciar, mediante la
diseminación de información y la facilitación de empatía, del enorme daño de sus
acciones.

La terapia propia del pedófilo de primer grado es la conductual, y en especial el


contracondicionamento.

Tal terapia consiste en el condicionamiento aversivo de los pensamientos, imágenes e


impulsos pedófilos, y en el condicionamiento nuevo de pensamientos, imágenes y
conductas sexuales apropiadas. El uso de condicionamiento encubierto durante el cual
la conducta pedófila es imaginada en el despacho del psicólogo y asociada a
consecuencias nocivas (como el estímulo desagradable de oler amoniaco o el de
imaginar ser detenido por la policía) está combinado con la práctica de la
masturbación (u otras actividades placenteras) asociada a imágenes que incluyen una
relación sexual y afectuosa con un adulto. Mientras que el contracondicionamiento es
opcional con el pedófilo de segundo grado, es imprescindible para el tratamiento del
pedófilo de primer grado. El efecto del contracondicionamiento puede tardar unos
meses en reducir el riesgo del comportamiento pedófilo, y es prudente en casos en los
cuales el paciente no está encarcelado considerar emplear temporalmente un fármaco
capaz de suprimir parcialmente el interés sexual.

Aguayo, y Sepúlveda (1999), refieren que el algunos casos de pedofilia resulta


beneficiosa la técnica de la desensibilización encubierta, en la que se asocian los
factores estimulantes para el sujeto con situaciones aversivas que resultarían de la
expresión de sus impulsos, al avanzar el tratamiento se entrena a los pacientes para
que imaginen la atracción por mujeres adultas. Frecuentemente se observa una
disminución de la atracción hacia las niñas y una disminución aún mayor en la ansiedad
producida por las mujeres.

Trabazo y Azor (2009), nos hablan sobre los objetivos de la psicoterapia con pedófilos,
que principalmente apuntas a tres principales, atendiendo a las diferencias
individuales:

1) Que el paciente acepte su tendencia sexual y asuma la responsabilidad de su


conducta. En tanto que el sujeto se vea como una persona que tomó una decisión
cuando podía haber tomado otra, podrá asumir su responsabilidad en su
comportamiento pasado y sobre todo en su comportamiento futuro. Se busca corregir
los errores perceptivos e ideas distorsionadas con las que el sujeto justifica su
actuación.

2) Desarrollar la capacidad de empatía, especialmente el sentimiento de empatía por


la víctima. Analizando testimonios de diferentes víctimas, incluida la propia víctima del
agresor, y haciendo que éste, poniéndose en el lugar de la víctima, describa lo que ésta
sintió. Sin un mínimo de empatía por la víctima el tratamiento según muchos autores
no es efectivo.

3) Evitar la reincidencia. Se les enseña a analizar sus percepciones y pensamientos


previos en situaciones de riesgo para que puedan poner en marcha mecanismos de
freno. Igualmente se les entrena en la detección y evitación de situaciones de riesgo.
Este es un enfoque terapéutico similar al llevado a cabo en las adicciones.

A estos objetivos principales habría que añadir otros como pueden ser: entrenamiento
en habilidades sociales y asertividad, enriquecimiento de la vida en pareja, solución de
otras disfunciones sexuales preexistentes, potenciar la excitación ante estímulos
sexuales “normales”, desarrollo de habilidades de solución de problemas, educación
sexual, etc.

Es habitual que se combinen sesiones de grupo con sesiones de psicoterapia individual.


Pero sobre todo, es importante tener en cuenta que este tipo de tratamiento requiere
de la colaboración del delincuente sexual, en ningún caso resulta efectivo si el sujeto
se niega al mismo o no se encuentra lo suficientemente motivado.

Muse y Frígola (2003), describen las técnicas más usadas en este tipo de trastornos:

Técnicas de Condicionamiento Clásico:

Las técnicas conductuales utilizadas en el tratamiento de las parafilias sexuales se han


basado principalmente en la aplicación de métodos aversivos de extinción fundados en
el paradigma del condicionamiento clásico. Terapéuticamente, se asocia un estímulo
aversivo incondicionado con una respuesta condicionada no deseada. La esperanza
terapéutica es la de producir una nueva respuesta condicionada, tipo aversiva, en
presencia de los estímulos condicionados provocadores de la respuesta sexual
disfuncional. El estímulo incondicionado aversivo más utilizado en los estudios sobre el
tratamiento conductual de las parafilias es el de una descarga eléctrica (MacCulloch &
Feldman, 1967; MacCulloch, Waddlington & Sanbrook, 1978) aunque otros estímulos
nocivos como por ejemplo el mal olor (Levin, et al. 1977), y el mal gusto (Maletzky,
1973) también han sido utilizados.
Si bien existe evidencia constatable de que la aplicación de una descarga eléctrica
puede modificar eficazmente la excitación sexual asociada con varios tipos de parafilia
(Marsall, et al.,
1983), el uso actual de esta técnica se ha reducido debido a la crítica sociopolítica en
contra de tales prácticas (McConaghy, 1993). La publicidad contraria al uso del castigo
eléctrico, originada en los años 70 (Maletzsy, 1997), llevó a muchos clínicos a optar por
otras formas del condicionamiento terapéutico aversivo. La llamada técnica de la
“sensibilización encubierta” reemplazaba, en gran parte, la aplicación directa del
castigo en las sesiones conductuales. En la sensibilización encubierta el paciente
intenta visualizar escenas en las que se ve participando en la conducta parafílica no
deseada. Cada vez que él visualiza la actividad parafílica, cambia esta imagen excitante
por otra aversiva. Por ejemplo: el pedófilo imagina que se encuentra realizando actos
sexuales con un menor de edad. Enseguida, imagina que oye la sirena de la policía y se
ve metido en el coche de policía y conducido a la comisaría. Aunque la sensibilización
encubierta es más “políticamente correcta” que el castigo directo, no hay evidencia de
que sea tan efectiva como la descarga eléctrica directamente aplicada (Maletsky,
1991).
Un intento de incrementar la eficacia de la sensibilización encubierta fue la técnica
desarrollada por Maletsky (1973), y empleada posteriormente por varios otros
investigadores. Esta mezcla del condicionamiento aversivo directo con la
sensibilización encubierta conduce al paciente a relajarse, visualizar la situación
parafílica, y enseguida, visualizar consecuencias aversivas. Al instante en que el
paciente visualiza las consecuencias aversivas, el psicólogo introduce en la sesión un
estímulo olfativo repugnante como, por ejemplo, el amoniaco. La aplicación de un
estímulo olfativo aversivo incrementa la efectividad de esta técnica terapéutica,
reduciendo considerablemente la respuesta sexual asociada con la pedofilia (Maletsky,
1974; Maletsky & George, 1973).
El efecto del contracondicionamiento puede tardar unos meses en reducir el riesgo del
comportamiento pedófilo y es prudente en casos en los cuales el paciente no está
encarcelado considerar emplear temporalmente un fármaco capaz de suprimir
parcialmente el interés sexual.

Técnicas de Aprendizaje Operante y Social:


Mientras que las técnicas de condicionamiento aversivo se basan en general en los
principios del aprendizaje tipo clásico o respondiente, otras técnicas de aprendizaje no
aversivas se basan principalmente en el condicionamiento instrumental u operante, y
en el aprendizaje social (Muse, 1996). En cuanto al tratamiento de las diferentes
parafilias, se ha aplicado con éxito el reforzamiento operante y el entrenamiento de
habilidades sociales.

Biorretroalimentación
La biorretroalimentación ha sido aplicada a diversas parafilias mediante un aparato
llamado
penile plethysmograph o “falómetro”. El penile plethysmograph mide cambios en la
circunferencia del pene, y es capaz de presentar tales cambios directamente al sujeto a
través de información visual en forma de un manómetro, o de luces de diferentes
colores que indican el grado de excitación sexual según el grosor del pene (Jensen,
Laws, & Wolfe, 1994). En el tratamiento de las parafilias, el paciente expuesto a
estímulos parafílicos intenta mantener encendida la luz que corresponde a poca
excitación y, a la vez, evitar la luz asociada con la excitación. Una vez que el paciente
ha reducido o extinguido su excitación delante de los estímulos parafílicos (por
ejemplo, niños desnudos), se le puede presentar la tarea de encender la luz asociada
con excitación delante de la presentación imaginaria de estímulos deseables (por
ejemplo, personas adultas desnudas).

Técnicas de Masturbación
El placer que conlleva la masturbación suele reforzar las fantasías e imágenes
parafílicas, manteniendo de este modo el enlace entre estímulos y conductas
parafílicas. Terapéuticamente, es posible programar la masturbación de manera que
refuerce conductas alternativas a las parafílicas. Con tal fin, el conductista asigna la
tarea al paciente de usar solamente imágenes no parafílicas durante la masturbación.
El efecto es el de distanciar la conexión entre las imágenes parafílicas y el placer
sexual, y, alternativamente, reforzar imágenes sexuales no desviantes con el mismo
placer. Cuando el paciente haya acabado esta parte de la tarea por llegar al orgasmo,
se le instruye para que continúe masturbándose 15 minutos más, pero esta vez con
imágenes parafílicas. Esta práctica de la masturbación aversiva asocia (mediante el
paradigma de condicionamiento clásico) un estímulo nocivo incondicionado –
manipulación genital durante la fase de resolución sexual– con el estímulo
condicionado de las imágenes parafílicas (Maletzky, 1986).

Adiestramiento en Empatía

El uso del entrenamiento en empatía en la rehabilitación de los perpetradores de


crímenes sexuales violentos se ha mostrado indispensable (Murphy, 1990); sin
embargo, con las parafilias no físicamente violentas, tales como el exhibicionismo,
puede existir, de todos modos, una víctima. Una parte integral de la terapia con la
mayoría de las parafilias debe de ser la de concienciar al parafílico de las repercusiones
que sus actuaciones pueden tener para los demás. Con la finalidad de sensibilizar al
parafílico a la responsabilidad ética de no imponer sus intereses sexuales a personas
ajenas a sus deseos, el entrenamiento de empatía en el tratamiento de las parafílias
incorpora cinco segmentos (Maletzky, 1997):

1) La identificación de la víctima (en esta fase del entrenamiento el terapeuta ayuda al


parafílico a identificar a quién afecta su conducta.

2) La identificación del acto victimizador (enseñar la conducta parafílica que hiere a la


víctima).

3) La identificación del daño (hacer explícito el daño causado a la víctima por la


actuación del paciente), 4) Inversión de los roles (ayudar al paciente a ponerse en el rol
de la víctima).

5) El desarrollo de la empatía misma (ayudar al paciente a experienciar, mediante la


identificación por empatía, cómo se siente la víctima de actos parafílicos).

Entrenamiento de Habilidades Sociales

Muchas personas que sufren de condiciones parafílicas muestran un notable déficit en


su capacidad de apreciar conducta interpersonal apropiada. Suelen fallar en atribuir
motivos a otros a través de la proyección, llegando a ver cómplices en sus víctimas. A
raíz de sus distorsiones surge la tendencia de vivir en un mundo de fantasía,
socialmente aislados de los demás. Cuando salen de su introversión, empujados por la
necesidad sexual, no sólo tienden a minimizar las preferencias de la otra persona por
carecer de empatía, sino también puede faltar un respeto básico para los derechos de
los demás. El entrenamiento en la asertividad (Lange & Jakubowski, 1978) sirve a
muchos parafílicos para negociar sus necesidades sexuales de forma responsable con
la otra persona.

La asertividad tiene la potencia de ayudar a la persona tímida a poder expresar sus


deseos de manera más directa, mientras enseña a la persona agresiva a expresar sus
deseos sin imponer o explotar a otras personas.

Técnicas Cognitivas

La identificación de distorsiones preceptúas / conceptuales es el primer paso en el


tratamiento cognitivo de las desviaciones sexuales. A pesar de que cada parafilia en sí
tendrá unas distorsiones particulares a la condición que incorpora, la persona que las
padece es un individuo y, por consiguiente, sus cogniciones disfuncionales tienen que
ser identificadas individualmente y específicamente; de poca ayuda al paciente es
darle un discurso teórico de los errores del pensamiento parafílico, o una lección
genérica de las distorsiones cognitivas inherentes en las parafilias.

Al contrario, el psicólogo necesita captar y mostrar ejemplos reales de las ideas


irracionales del mismo paciente. Ejemplos de distorsiones en la percepción y
evaluación de situaciones sexuales y de distorsiones en la evaluación de las
consecuencias de la conducta parafílica en una condición específica, el exhibicionismo.

Una vez que le son mostradas las distorsiones al paciente, y después de obtener
confirmación del paciente de que las entiende, se emplean estrategias para refutar las
cogniciones disfuncionales:

Estrategias como la de identificar en el acto los pensamientos irracionales cuando


aparecen y utilizar argumentos ya adiestrados anteriormente en la terapia para
refutarlos y reemplazar- los con ideas que corresponden más a la realidad. Tales
estrategias tienen que practicarse hasta que se dé el resultado buscado, o sea, hasta
lograr una reducción de las distorsiones asociadas con la parafilia tratada.

Tratamiento Farmacológico:

El tratamiento farmacológico de las parafilias ofrece dos opciones: la del tratamiento


hormonal, y la del tratamiento con medicamentos psicoactivos.

Tratamiento hormonal

Las personas parafílicas tratadas con hormonas suelen ser aquellas que representan un
peligro real para la sociedad. Personas condenadas por crímenes sexuales como la
violación, la pedofilia consumada, o el exhibicionismo repetitivo pueden ser sometidas
a un régimen de hormonas que reduce el interés sexual del paciente. Tal régimen es lo
equivalente de una castración química, aunque temporal. El acetato de
Medroxyprogesterona y el acetato de Cyproterona son las dos hormonas más
recetadas en el control de las parafilias (Wincze et al., 1986). Las dos hormonas
reducen los niveles de testosterona en sangre.0

La efectividad de las dos hormonas en la reducción del deseo sexual está más que
demostrada (Walker & Meyer, 1981), con reducciones correlaionadas en frecuencia de
erección, fantasías sexuales, masturbación, iniciación del sexo y,paralelamente,
conducta agresiva. Hombres tratados con estas hormonas muestran un buen control
sobre sus inclinaciones parafílicas mientras que las toman; pero, como es de esperar,
se produce un regreso rápido a la misma conducta parafílica al terminar de tomar las
hormonas (Bradford, 1990). En la práctica, la terapia hormonal en el tratamiento de las
parafilias suele funcionar como adjuntivo a las terapias conductuales/ cognitivas
(Knopp, et al., 1992).

Tratamiento con medicamentos psicoactivos

Aunque ninguno de los fármacos psicoactivos es tan eficaz en reducir la problemática


de la conducta parafílica como lo son las hormonas antiandrógenas, hay una lista larga
de medicamentos que han sido utilizados con este objetivo. Todos estos
medicamentos psicoactivos tienen algo en común: reducen el libido. El medicamento
preferencial del momento es Fluoxetina (Prozac), porque es un medicamento que se
tolera bien, con efectos secundarios menores que los otros medicamentos usados
históricamente, y es un medicamento eficaz en la reducción del deseo sexual; para ser
más preciso, un 70% de los pacientes que toman Prozac experimentan una reducción
del libido (Burnstein, 1983). El Prozac también tiene la potencia de reducir síndromes
obsesivo/compulsivos (Jenike, 1990) y, dado el componente obsesivo/compulsivo
observable en la mayoría de las parafílias, no es de extrañar que el Prozac haya ganado
el favor de los psiquiatras en el manejo médico de las parafílias.

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Universidad de Concepción. APSIQUE.

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