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EL LADO OSCURO DE LA FOTOGRAFIA. ‘TECNOESTETICAS, CUERPOS Y RESIDUOS DE LA COLONIALIDAD EN EL SIGLO XIX" Beatriz Gonzélez-Stephan Rice University YY eal vez hubleta sido mejor decir: wn objeto viswal que muestra lx ‘pérdids, la deseruccién, Ia desaparicén de los objetos o los cuerpos [lu] Es decit, vokimenes dotados de vacfos. Precisernos ain més la ‘ebm hacer de este aezo una forma —una forma que nos mira Gzonces Dip Hunerwan, (Lo que vemos, lo que nos mira) ENTRENADOS PARA VER EL ARCHIVO Lo que me interesa del cuento Casa negra (1904) de la escrivora puerto- rriquefia Marta Aponte Alsina, es el momento en que la familia Hartman ~asentada en San Juan poco después de la guerra del 98- se dispone a ha- cer un pasco para conocer el interior de la isa. Susan, una de las hijas del matrimonio Hartman, tiene una cimara Kodak, con la cual aspira a lle- 1. Una versin més exensa y modificada slr présimamente en el volumen C= tra vioal ¢innovacionestecnoliicasen Amica Latina (entre 1830 y har vanguardias) (beroamericana/Verwuert, Las Ojos en las Manos, 4, Beatriz Gonzilez-Srephan, ed). 0 Boxmuz Gonzhisz-Sreruas nar su dlbum con fotos de paisajes y habitantes “exbticos” de est desconocida para sus nuevos colonos. Uno de los motivos del via gat a Utuando para hacer una donacién a una escuela de nifios blancos, y ppara desconcierto de la comitiva, con un maestro negro. Como recuerdo del evento, Susan toma foros de los escolares y de los asistentes, entre ellos el alealde y el gobernador Hunt, pero cubren al maestro con un manto también negro. Al final, dice la narradora, las fotos de Susan serfan “un: sombra borrosa del verdadero suceso” (324), y quiero marcar “borto en el doble sentido del crabajo de seleccién que tanto distorsiona como borra, elimina, En realidad es un detallecurioso dentro de la trama del cuento que no dlecide su sentido final. Sin embargo, es un detalle que leido a contraluz y dentro de un atchivo més amplio y complejo, puede cabrar densidad y ser interrogado, precisamente porque es un volumen que dice de un va- ciamiento, una oquedad céncava, que sin rostro ni ojo$ nos mira. irvanos este relato contemporineo para anclar lo que nos vaa ocupar suientes paginas, sobre todo por aquello de que al indagar lo lasiicable del pasado nos tropezamos con la cuesti6n tebrica acerca de los fantasmas como “no-sujetos” que de algiin modo retornan pero en escenarios distintos (Link). Ahora y por el momento, vearios ¢s- tas tres cartes de visite o tarjetas de visi 3) aproximadamente de la misma época, entre 1865 y 1870. Pertenecen a tres archivos muy : las dos primeras son retratos de ra de Inglaterra que Hidden Mothers; y, la tercera (Fig, 3) es el retrato de una esclava de ganho del Brasil, hecha por el conocido fordgrafo José Cheistiano Jainior. Nos vamos a centrar fundamentalmente en el caso venezolano, dejando para cl final breves consideraciones comparativas con los otros dos archivos, el brasileho y En su articulo “Fouca me la hipétesis bésica de Mi of Set 1988) John Rajchman resu- | Foucault con respecto a una gramética ado com ls archivos de a Biblioteca Nacional crédtos por permi= sila teproduccisn, La coleccién de ls “Hidden Mothers son archivos cuya cculacién reciente, Ya colecciin de seratos de eslavor de Critano Jnioe venderse exeaviaa, primero en a Casa onto Histéico hasta 1988, cuando Paulo naky la enconts y ln di8 a conocer. Hoy en dia se ig. 3. Bclava, 1865, Coresia Azevedo-Lissowkl, 4 Beata Gonzaver-Sremian de le mirada permeada por un campo de fuerzas que naturalizan el acto de lo que suponemos. Es probable que para no ser cat intolerable o inaceptables de la realidad, nos liberamos de ci jento de soportes mate- jcamente, es decir tuna particular episteme que hace posible determinadas maneras de ver gadas a especificas précticas sociales y discursivas, y consecuentemente tuna determinada matriz que organiza cierto tipo de relaciones entre el observadory lo observado, entre lo visible y lo que no es posible represen raz En palabras de Nicholas Mirzoeff, “t Took is not about 1¢ author ity requires permanent ). Hay por tanto una que naturaliza la invisibilizacion de ciertos of the visualizer. In turn, the authorizing of renewal in order to win consent as the ‘norm: economia pol jetos dentro de una modernidad regida por una episteme ocularocéntrica: tuna “cultura forogréfica” 0 pandptica si se quiere, mirar y sabenos mira~ sujetos regulados y contenidos, suje- rable de fuerzas. Por tanto la fotografia no et sélo producto de este paradigma, sino productora de subj 4que organiza relaciones especificas entre el saber, el poder y del cuerpo: con gicas que enfatiza rente externo, ideales para autentificar una autoridad epistémica, sobte de los paradigmas de la cultura burguesa del siglo x1x (Lalva- a relacién ontol6gica entre la representacién y el refe- an Victor Burguin y W. J.T. Mit- Ja base de una pluralidad de igiada con el lenguaje hace que una e6digos y que su relacién pri EL Lapo ascuRo BELA FoTOGRArIA. TECNOESTETICAS, CUERFOS YRESDUOS 85 imagen forogeéfica funcione como una forma de texto. Es un disposi- tivo que permite ver y hablar desde un heterogéneo ensamblaje de curios, que en su conjunto arman las “curvas de visibilidad’ y las ‘cur- vas de enunciacién” imagen y discurso verbal has mente: es lo que Mitchel como el redescubrimiento pos en términos de un complejo entramado entre visualidad, discursos, instituciones, aparatas disciplinatorios, cuerpos y figuraci lo fotogrifico, por ende, no implica exactamente atender a un corpus de imagenes ‘como operan dentro de un con- junto regionalizado; también requiere reconstruir un tramado de dis- cursos con los que la imagen dialoga e interconecta. La fotogeafla a mediados del siglo xr« dio un salto cualitativo im- porcante cuando abaraté sus costos de produccién al poder sacarse en tuna sola coma 12 copias en papel en un formato de 9 X 6 cm, y pasar de los :osos daguerrotipos y calotipos (sélo costeables por las tes) a las cartes de visite, formato mucho més econdmico que democra- ti26 la forografia ( Fue el momento de su masificac mente, Las tarjetas de extensiva social y geografica- se produjeron por miles en todas las re- res se vieron retratados, Recor- ;no Junior (ver Fig. 3) en un esfuerz0 por registrar los oficios y grupos raciales entre los esclavos del Brasil, a manera de souvenirs para los viajeros curopeos. Para las capas bles dentro de las redes soci configurando la vida publica. Para estos sectores hacer po y no cualquier cuerpo, era parte del proyecto liberal de nacién mo- derna (Fi Este tipo de fotografia masificé el género del retrato de la antigua radicién cortesana de lz cultura. Eran los ‘monarcas, la nobleza, los lesia los sujetos del re- trato, Pero con el siglo de las revoluciones (no s6lo la francesa sino también las revol jones anticoloni actores sociales entraron en el escenario politico trayendo consigo una nueva prosperidad econémica (Bauer). Fuer lases medias (re- conocidas como burguesfa en las crecientes ciudades) que a la par de Salén de Prospero Rey, Caracas c2 1 875. Las postu, FELLADO OScuRO DE LA FOTOGRAFIA. THONOESTETICAS, CUERIOS Y RESIS 87 e encontraron con la necesidad de incrementar su bienestar mates su validacién social.? Sin embargo, se trataba de una época de transicidn, donde convergian jos del pasado orden colonial no del todo superado, con nuevos protagonistas sociales distintos de las tradicionales élites patricias, sin dos y estos p del patriciado duda creyendo -no co tenido por retrogrado, pero también costumbres rurales del jimen que fueron asociadas a una cultura de la “barbarie’ ues, el retrato en su formato de tarjeta de visita repuso en forma promocionaron égilmente mecanismos de identidad: fue la ban: hacia abajo del es tie de operativos en el caso colonialidad, tanto del pasado que se refuncionalizaba, como del presen- te, vinculadas al liberalismo econémico y la sociedad de consumo. Para estos sectores medios (aluviales del campo, remanentes de las _guerras, artesanos, pequefios comerciantes, y en no pocos casos manumi- 509), inscribirse en el pénero del retrato era construirse primero un cuerpo (de all la importancia del retato de “cuerpo entero"), y luego el rostro, con la fotografia de lo que apa- rece o de lo que se daa ver [...] se vuelve escena y participante de una ‘oposicién que ya no enfrenta apariencias y esencias, sino apa presentificaciones y sentido [...] La fotografia, entonces, i ‘movimiento inverso: ahora se trata de postular, gracias a lo llo que permanece oculto” (42-43). Y como de cada una habla decenas de copias, operaban como las tarjetas postales, con marcas de identidad, que servian para los intercambios entre amigos y conocidos. Fue el pasaporte 3. Bn palabras de Gisele Freund, necesidad profunda, de a que el retrao es una ma~ rifesaci carateritca de efuerz de a peronalidad para aitmarse [..] Amedida que lanccesidad de representacin de i mismo crets creaba nuevas formas y nuevas éenicas pars sadsfcels[..] Ea pequefia burguesia no tiene mis que un deseo, no cende ms (que aun fin: afirmar su exierencia por sgnos exteriors. La rates esencial de la focograla ex saisfacer era necesdad de representacido” (16 75). ee 8 ‘Bearnuz GoxzLez Sterna icuitos de sociabilidad, y desde luego medrar (Mas- Para el caso de nuestro interés, no deja de ser una curiosa coinciden cia que la fotografia en su formaro de tarjetas de visita, patentada por el francés Adolphe Disdéti en 1854, coincidié con la primera edicién del “Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos senor; en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observari sociales del venezolano Ma- ‘nuel Antonio Carreiio (Caracas 1812 ‘ese aio en Caracas y en Ni sa, comerciante, editor, traducros, mtsico, director de establecimientos educativos, logré divulgar su Manual en Espaha, Cuba y Puerto Rico , que al aft siguiente el texto tuvo nuevas reimpresiones Estados Unidos. Fue el manual ‘mulcineam 1uso, que justificaban la contencién corporal como una virtud moral s- leciendo una ecuacién entre apariencia disciplinada y ética cristiana (Pedraza Gamez). Su novedad consistié en reconocer el cuerpo (y no al York, Ellade pervers es que tal ‘Citamar de la edcién del Moa hecha en Béla, Ex Lavo oscuno 26 La rovosnArla, THowoESTETCAS, CUERROS YESS 89 alma) como capital simbélico si se le trabsjaba y disciplinaba anat6mica- ‘mente, por partes, para aumentar su eficacia y hacer mds déciles y pro- genealogis, como tampoco as de sus innumerables normas de condu izacién performéti- a del cuerpo: es decir, no s6lo el valor de la apariencia (simular a través de las maneras), sino la conciencia de una mirada pandptica supervisora {que todo lo atravesaba: la anatomopolitica convertia el cuerpo individual ahora en piblico porque iba a ser visto constantemente por los demés. ‘cuerpo es una superficie expu iste Carrefio, incluso “al despojar- ings de nuestros vestidos para entrar en la cama, hagémoslo con honesto recato, y en ningin momento aparezcamos descubiertos, ni ante los de- mis ni ante nuestra propia vista" (82) De hecho fie él mismo un empresario de la educaci6n al ofrecer a los caraquefios de aquel entonces su nuevo establecimiento educativo “El Colegio de Roscio” desde 1841, donde ademés de ensefar asignaturas ‘modernas como mateméticas, geografia, historia, inglés y francés, se im- partian clases de gimnasia y buenas maneras. Esto fue un parteaguas para una sociedad regida no hacia mucho por estrictas reglas basadas en una pigmentocracia, donde la presién de los pardos (sobre todo ricos) por ser reconocidos y aceptados nunca tuvo demasiada suerte, a despecho de la primera Constitucién de 1811 que declaraba la igualdad de todos los ciu- dadanos “libres” y lacliminacién de los privilegios basados en el color. El giro se desplazaba ahora hacia los cuerpos entrenados en similar la “sua~ vidad” de maneras de aquellas élites de antafio, Un cuerpo y contenido blanqueabs. Hasta aqui hagamos un primer balance del cruce de estos dos disposi- tivos dentro del contexto venezolano (pero no re sn las dé- cadas posteriores alas guerras independentistas: po: a fotografia tun rol fundamental en el proceso de homogenizacién imagen de un ciudadano domesticado, iferenciado pero a la vez,consciente in- dividualmente de formar parte de una comunidad social de miembros pares distinguidos y diferenciados, Por el otto lado, y en palabras de José Antonio Navarrete, “cl Manual sen su letra simétrico a las caractersticas del retrato de tipo burgués previsible, y en consecuencia, + Lesimann. Ener tun mando de pares 1 de zapatas,joyas,y saco ala amesicana no de la poblacién de color de los setores de “medio plo” por burgues io el abanico de diferencias sociales queda amortiguado porque LL 2 Beara GawzA.er-Sramean porque realizé de maravilla la masifcacign visual de las reglas del primero entre los sectores medios y altos del continente”.£ Entonces tenemos que tanto manuales como tarjetas de visita interco- nectaron y vertebraron los dos regimenes escépicos dominantes del siglo Por un lado, el régimen pandprico que diseminé un ojo censor vigilante desde una implicita estructura jerdrquica, para estandarizar un cuerpo de pulsiones reguladas,sistematizar el aurocontrol, como parce del nuevo ré- ‘de micropoliticas no punitivas, direccionadas hacia una economia de capital. Por otro lado, el régimen panorimico a de précticas escdpicas més democratizadoras y ho- 3s estereascopios, los pano~ amas), que permitieron a las grandes mayorias un consumo més hedo- nista del mundo y cacién voyewrista de mirary ser mirado. La irénica coincidencia de fechas entre el Manual de Carreio vvencidn de las cartes de visite por Disdéri en el afio 1854, puso de centralidad fenomenolégica del disefio del cu do de pricticas de poder a micro y gran escala, y idad de ese cuer- pa como centro neurélgico de cludadantas legales o patoldgicas. Pero también la sobreabundancia que controla un campo de visiblidad, orga lizacién de cuerpos que no son figu- niza sus propios discursos de in rables en el marco de represe (CONTRAVISUALIDAD DEL ARCHIVO al gigantesco archivo de fotografias venezolanas no nos dice 10 de lo que debemos ver: el idad de los individuos de una clase que es en risma en todas partes. Recordemos que Roland Barthes lo lama el “stu- dium” —que “viene siendo un contrato firmado entre creadores y const 6, Citemos algunas las recomendaclones de wn auevo cbdigo de “decencia corpor EL tapo oscuno DE 14 FOTOORATIA. TECNOESTETCAS,CUERFOS YRESIDCS 93 porque transforma lad sin desdoblarla, sin ninguna dualidad, sin ninguna percurba- porque a la postre todos los sujetos resultan iguales. Contra- fistancias entre centros comunidad virtual de iguales. Sin embargo, volvamos de nuevo sobre la primera imagen (Fig. 1) y otras parecidas que encontramos en el archivo venezolano revisado 7), Algo perturba la percepcién: precisamente ese ago que no debe salir cen la foto, que no debe ser visto, que debe permanecer encubierto 0 “tax pado”, y borrado del archivo. Ese detalle que se escapa de la camara, o que se cucla como un espectro dentro del cuadro, altera la gramética regula- dora de la mirada. Es el ‘punctum”, para seguir con Barthes, un punto de iga que hiere y descoloca. Revelamos una copresencia inquietante: la cargedora o doméstica que segtin estos casos debia cargar al nifio o nia estd presente para sostenerlo/a, pero cubierta con una frazada para borrat- Ja de la foto. Efectivamente ese bulto que no vemos a primera vista, es lo pendiente del indivi de toda dependencia. Es precisamente lo que no esti en el campo de vi bilidad, su negativo, lo que debe ser interrogado” El género de retratos de nifios (incluso la moda de retratarlos muertos para guardar su memoria como si estuviesen vivos) fue muy comin en toda América Latina yen otras partes, y la norma era que estuviesen siem- pre acompafiados por sus amas de leche, precisamente para sostenerlos Por tanto inferimos que el ojo que mira este tipo de forografias se ha ido alienando para ver esta imagen slo desde su lado “posi por consi- guiente, reproducir los silencios enunciativos de su “negativo” (la repro- duccién de ese “inconscientes positive” del que habla Foucault En este conjunto estas tarjetas de visita de diversas regiones los infantes blancos de las clases seoriales y burguesas aparecen siempre 7, Inteeta puntualmente retener aqui esta lincas de Roland Barthes de La cima cide: "Gracias ala marca de ese algo la foto deja de ser cnauiera, Es ago me ha hecho vibra, ha pravocado en mf un pequefio esremeciminto, un saan el paso den vacio (imporea poco que el referente rio) L eapacidad de nombrat es un buen sincoma de tastorno” (96 y 100), Fig, 8. Tarjetas de visita de nifios con sus amas de leche esclavs, ca 1860-1868, de Recife, ‘Bras, fora Jouo Ferreira ies: y del Peri (segunda ala derechs). Corea de ‘Robere M, Levine. 96 Beatz Gonziner Sremas con sus cargadoras esclavas negras o indigenas, algunas de ellas lujosa- de mostrar la jueza del amo; son tro- juos. Aunque en la foro Java ocupa el centro [a figura principal (por su erajey manto de sed), dice de la opulencia de los sefiores. Ellos estén ausentes, pero el benjami dela imagen y parec 1 su lado, es quien la posee, sin violencia: el gesto afectuoso de abrazarla edulcora el lado violento y oscuro de la esclavitud. La proliferacién de estas tarjetas de vista no fue inocente; se produje- omunidad internacional en un momento donde se intensifi- caba la demanda de recutsos naturales del continente junto con la necesi- dad de mano de obra barata, dentro del clima de intensos debates y movimientos antiesclavistas. Después de una comparacién contrastiva de varios archivos regiona- les, el caso venezolano resulta inusual. Desde luego una mirada no entre nada no percibe la omisién. Ese ido visual” (Figs. “ese detale inesperado que se infitra en la foro” (Corrés-Rocca, 1 permitido leer todo el archivo en su reverso, cuestionarlo y dudar de su transparencia, Ese desplazamiento del signo hace emerger 2 la superficie lo derrideano de un desplazamien ron para sélo el rostro sin duda no el tramado de ansiedades poscolonial, que oculta sus contradi rrepresentacién a través de los lenguajes del progreso tecnolégico de la ‘modernidad europea y blanca. Preguntarnos qué habia detris o debajo de “esa gente decente” que se inadmoda con la copresencia de ese otro no blanco, Eliminar la posi- idad de presencias conti idades blanqueadas por el dis fronteras de diferencia iis de “café” o de “leche” en la piel (Wright). Sacar ala servidumbre de co- lor del campo. podia crearel efecto de tun grupo social més homogéneo y hasta desracialzado (Fig. 9). Reromando las consideraciones de Paola Cortés-Rocca, me permito ahora citarla més extensamente: Sila forogr re de incons saye, como lo proponta Walter Benajmin, una suet: ng es solamente porque posee ciera capacidad ig-9-Ala dercha, cabllero anénimo, ca 1869. Ala inquierda, andnimo, La Guaira, fade a Fundacién pars la Cultura Urbana, Desde as primerasdécadas de a repiblica, con el gobierno de José Antonio Pier y la inmensariqueza que ajo la 6 por su exqusito refinamiento y tun amigo que luego le resulsé poco convenient... De hech “performancia rca, es deci, apaecerdesracialzado dentro del marco foragrfio. 98 Brera Gonzstsz-Sremian para descomponer ¢] movimiento o para caprurar algun: ‘a como si offecera de ver en cuando algin Japs, agin sperado que'se iva leverente cotrida, en un campo visual que ba extendido inexph donde es posible advertirlas Gsuras de la raz6n nacio- Las encarnizadas guerras de la independencia en el tertitorio venezola- jo ésta se recuperaria en la década de 1830 con el auge y demanda de no la desay de la antigua clase sefioral: la extincién de los blancos patricios dejé cierta- mente un vacfo de poder econdmico y racial que fue répidamente ocupa- do, por un lado, por la clase de los pardos (espectro social variopinto tan- un aluvi6n indiferenciado de donde se podian darla ‘mano tanto blancos pobres o de or muecidos, esclavos manumisos, como mulatos que ascendieron con la guerra (como el general José Antonio Pez que seria 3 veces presidente). En particular los “pardos beneméritos” como se les decia, configuraron ya ‘un poderoso sector en los ramos del comercio y en el ue sélo entraré de lleno en el escenario politico a partir de la repiiblica (Pérez Vilas Quinte- ; Sosa Cardenas). ¥ es ésta clase quizas la mas ansiosa por remedar el es- ig. 10) ean en tiempos de la repabli- ionalmente, estaba Recordemos la presién que ejercieron estos secto- res.a finales de la colonia para que la Corona los “dispensase” de la “cali- dad de patdo”, a través de la Real Cédula de Gracias al Sacat, aprobada en 796, fue revocada poco después, por el disgusto que generd entre los llos mantuanos. Est miento, digamos simbi indispensables y apreciados por las lites. Sus destrezs los conve izadas los devolvian al no-va- bodies) de los Monagas). Podemos imaginar las tensiones cuando nada més que ‘en el Haro de San Pablo. Ala derecha, el mi Ales para ser forografiado pore! ya afsmado a nm ett 100 Brarwae GoxzAi2-Stenta cen Caracas 13.000 eran esclavos de una poblacién de 45.000 habitantes; y el 85% era de color (entre negros, mulatos, zambos); y no pocos pardos yy mestizos con poder econdmico ocupaban el lugar de los antiguos am aunque a su vez apoyaban sélo en determinadas coyunturas la causa at esclavista snes pueden ser epistémicam paradigma “blanco” que se opone a un “otto” no blanco. Pero es mds di dentro de una sociedad donde las dindmicas del ;po borrado en la foto pone en evi uid no resuelta en una sociedad pard tun proceso de ascenso social que los impulsaba al reconocimiento a través de cédigos formales de distincién (el retrato y el disciplinamiento del cuerpo), se acentuaba su pulsién al distanciamiento tanto de esclavos como de sus pares mis oscuros de piel, para no ser confundidos. Es deci se trataba de separarse lo més posible de aquellos otros que podian recor- su pasado no tan Iejano, y erradicar (encubrir por el gesto de la bo- sradura) el esabén somético o cultural entre la servidumbre de color y su huevo estatus quo: parecer blancos sin sero. Entre dos aguas, estos sectores medios oscilab miedo a las turbas siempre en estado de sublevacién, lo que también las lle vaba a distanciarsey separarse para distinguirse;y, por el otro la aspiraci6n un estilo cosmopolita de ciudadanos modernos, dentro del cual pudieran parecer como sujetos “liberados” de as oscuras estructuras del pasado co- al. En otras palabras, buscaban “aparecer” como una clase liberada del . Latant, Suren. Photography, Vision, and the Production of Modern Bodies. ‘Albany: Stare University of New York, 1996, Levine, Robert M. (ed.). Lmages af History. Nineteenth and Early Twen- sieth Century Latin American Photographs as Documents. Dushara! 1989. — Windows on Latin America. 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Iberoamericana * Vervuert * 2014 Reservas todos los derechos © becoamericana, 2014 —E-28014 Madrid Tals 434 91 429 35 22, Fax: +34 91 429 53.97 Info@ibecoamericanaibros.com ‘woribere-amercana net © Vervuer, 2014 Hlisabethenst. 3.9 — D-60S94 Frankfurt am Main Tels +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 infowiberoamercsnalbros.com ISBN 978-84-84898.009 (Iberoamericana) ISBN 978-3.95487-347- Depésito Legal: M-11225-2014 Disehio de eubierta: Catlos Zamora Impresa on Espasa “The paper on which chs book is printed meets the requirements of ISO 9706 fxpice Introduccién. Heridas abiertas Mabel Moraiia .. 7 Presentacién Ignacio M. Sanchez Prado .... cam 28) 1 BL Biopolitica y soberania: notas sobre la ambigiiedad del corpus literario Sergio Villalobos-Ruminott a7 “Teoria, literatura y la tutela del error Roman de la Campa .. 65 Fl lado oscuro de la fotografia. Tecnoestéticas, cuerpos y residuuos de la colonialidad en el siglo xr Beatriz Gonzélez-Stephan .. eT Huaycahiin (1952-1953) Carlos A. 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