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Comunidad Científica en México.

las Comunidades Científicas sirven para lograr conocimiento, entendimiento,


solución y aplicación de resultados que tienen la finalidad de dar remedio a
problemas que están basados en hechos observados y de las verdades probadas,
dispuestos en un sistema ordenado que se pueden validar y comunicar a otras
personas.

Logrando también la aplicación creativa de los principios científicos, utilizados para


planificar, construir, dirigir, guiar, administrar o trabajar en los sistemas para
mantener y mejorar nuestra vida diaria.
La comunidad cienfifica mexicana se encuentra representada en la

Academia Mexicana de Ciencias, es una organización civil integrada por 2,570


científicos mexicanos, los cuales laboran en diversas instituciones del país,
además de algunos extranjeros, incluyendo a varios Premios Nobel.
es una asociación civil independiente y sin fines de lucro. La Academia agrupa a
miembros de destacadas trayectorias académicas y que laboran en diversas
instituciones del país y del extranjero. Así, esta organización, enlaza a científicos
de muy diversas áreas del conocimiento bajo el principio de que la ciencia, la
tecnología y la educación son herramientas fundamentales para construir una
cultura que permita el desarrollo de las naciones, pero también el pensamiento
independiente y crítico a partir del cual se define y defiende la soberanía de
México. Con base en lo anterior, la Academia tiene como objetivos:
Promover el diálogo entre la comunidad científica nacional e internacional
Orientar al Estado Mexicano y a la sociedad civil en los ámbitos de la ciencia y la
tecnología
La producción de conocimiento y su orientación hacia la solución de los problemas
que atañen al país.
Fomentar el desarrollo de la investigación científica en diferentes sectores de la
población.
Buscar el reconocimiento nacional e internacional de los científicos mexicanos.
Contribuir a la construcción de una sociedad moderna, equitativa y justa.
El 12 de agosto de 1959, tras el acto simbólico de firma del acta constitutiva con
sus respectivos Estatutos, se crea la Academia de la Investigación Científica.

El objetivo de la Academia de ese entonces, fue reunir a investigadores activos de


diversos campos del conocimiento para compartir sus proyectos de búsquedas,
propiciar la discusión, la crítica y la reflexión conjunta.

A partir de 1996, la Academia de la Investigación Científica se convirtió en la


Academia Mexicana de Ciencias. No se trató sólo de una modificación nominal,
significó además, y muy especialmente, una serie de cambios profundos. Pasó de
construir una sólida identidad entre los científicos mexicanos, a incrementar y
desarrollar un conjunto de programas académicos de éxito e impacto en la
comunidad científica y en la sociedad.

Así, de una instancia que buscaba agrupar a los investigadores realmente activos
ante la gran dispersión en la que se encontraban, la Academia evolucionó en una
de las instancias más importantes del país en la difusión, apoyo y promoción de
las ciencias en sus diversas expresiones, ello a través de varios programas y
premios.

Algunos de los valores más destacados que la Academia Mexicana de Ciencias ha


promovido y defendido a través de su historia son los siguientes:
La ciencia es parte de la cultura y fortalece el pensamiento independiente y la
soberanía nacional
La libertad de cátedra y de investigación son principios fundamentales del que
hacer científico y tecnológico.
La producción de conocimiento es la riqueza más importante de un país. Este sólo
se obtiene al impulsar la ciencia básica. Sólo así el conocimiento dará lugar a la
solución de problemas nacionales, pero también de este nuevo mundo global.
La misión de las ciencias básicas, es la de explorar las leyes de la naturaleza,
hacer descubrimientos que creen nuevas teorías y provean los instrumentos
teórico metodológicos que se requieren para comprender el mundo cambiante.
En relación con el punto anterior, se ha luchado porque se reconozca que la
creatividad y la originalidad son habilidades mucho más indispensables para
enfrentar los requerimientos sociales e incluso los mercados, que la capacitación y
el adiestramiento en habilidades técnicas que muy pronto pierden utilidad al ser
rebasadas por otras nuevas.
La crítica y la evaluación permanente de los resultados de las actividades
disciplinarias, son tareas centrales del que hacer científico y tecnológico y una de
las funciones más destacadas de las ciencias.
En el año de 1994, la Academia Mexicana de Ciencias, la Academia Nacional de
Medicina y la Academia de Ingeniería crearon la Fundación Nacional de
Investigación A.C. Las Academias se encontraban presididas en ese momento por
los doctores Mauricio Fortes Besprosvani, Hugo Aréchiga Urtuzuastegui y Luis
Esteva Maraboto, respectivamente. La Fundación Nacional de Investigación tiene
por objeto, entre otros: identificar áreas de oportunidad para el avance científico y
tecnológico, así como la formulación de propuestas de proyectos, sugiriendo
cauces o mecanismos para utilizar en forma óptima los recursos científicos
nacionales, con el fin de acelerar el desarrollo económico y social del país.

En 1996, el Consejo Consultivo de Ciencias, junto con el Consejo Nacional de


Ciencia y Tecnología y la Academia Mexicana de Ciencias firmaron un convenio
de colaboración para apoyar proyectos abocados al desarrollo científico y
tecnológico del país.

Secciones Académicas
Ciencias Exactas

Astronomía
Luis Felipe Rodríguez Jorge
Centro de Radioastronomía y Astrofísica, UNAMLista de miembros

Física
Lista de miembros

Ingeniería
Pablo Mulás del Pozo
Instituto de Investigaciones Eléctricas, Cuernavaca, Mor.Lista de miembros

Matemáticas
Jorge Urrutia Galicia
Instituto de Matemáticas, UNAMLista de miembros

Química
Jorge Toro Vázquez
Facultad de Ciencias Químicas, Universidad Autónoma de San Luis Potosí
Lista de miembros
Geociencias
Susana Alaníz Álvarez
Centro de Geociencias, UNAM, Campus Juriquilla, Querétaro
Lista de miembros

Ciencias Naturales

Agrociencias
Alfonso Larqué SaavedraCentro de Investigación Científica de Yucatán
Lista de miembros

Biología
Lista de miembros

Medicina
Marcela Lizano Soberón
Instituto Nacional de Cancerología
Lista de miembros

Ciencias Sociales y Humanidades

Ciencias Sociales
María del Rosario Esteinou Madrid
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)
Lista de miembros

PRINCIPALES APORTACIONES

1. PÍLDORA ANTICONCEPTIVA
En 1951, los científicos mexicanos Luis Miramontes y George Rosenkranz, junto
con el americano Carl Djerassi, analizaban las propiedades químicas de un
tubérculo llamado dioscorea mexicana y obtuvieron una sustancia de
nombre noretindrona, capaz de detener el proceso de ovulación.
2. LINUX JARRONEGRO
JarroNegro es una distro totalmente mexicana: desde el idioma, pasando por su
sistema de almacenamiento de archivos, hasta su logo, creado por el caricaturista
mexicano Bachan.
Esta versión de Linux fue creada por un grupo de estudiantes del Colegio de
Ciencias y Humanidades Naucalpan en 2005.
Con el tiempo, el sistema operativo ha logrado captar a una base de
desarrolladores que quizá conformen el primer invento colectivo mexicano para el
mundo.
3. CORRIENTE DE KUROSHIO
En 1565, un fraile llamado Andrés de Urdaneta encontró una corriente marítima
con rumbo hacia América, casi frente a Japón. Esta corriente —bautizada luego
como Kuroshio, en japonés corriente negra— le permitió regresar a casa y trazar
el camino que recorrerían los barcos de guerra y comercio que cruzarían el
Pacífico en el siglo XIX, incluyendo el legendario Nao de China.
4. SONIDO 13
Julián Carrillo, un músico potosino que una noche de 1895 decidió experimentar
con su guitarra nuevos sonidos, presionando con una navaja las cuerdas del
instrumento. Así, descubrió que era posible ir más allá de la tradicional escala de
12 notas musicales, creando sonidos intermedios.
5. TORTILLADORA MECÁNICA
En la década de 1940, Fausto Celorio comenzó a trabajar en un modelo de
tortilladora que automáticamente podía hacer todo el proceso, lo que permitió
industrializar la producción y asegurar la sobrevivencia del alimento.
6. TELEVISOR A COLOR
Guillermo González Camarena se convirtió en el inventor mexicano más famoso
de nuestra historia. Con apenas 22 años de edad patentó el sistema de televisión
a color. Poca gente conoce que el desarrollo de su invento se financió con las
regalías que obtuvo de una canción popular compuesta por él, titulada Río
Colorado, y que además fundó una de las primeras fábricas de televisores bajo la
marca Majestic.
7. NANOMEDICINA CATALÍTICA
En nuestros días es inusual que una persona pueda fundar una rama científica
entera. Sin embargo, la química Tessy López Goerne en la Universidad Autónoma
Metropolitana ha logrado innovar en el tratamiento del cáncer, aplicando la
nanotecnología.
Trabajando con partículas microscópicas de sustancias como el titanio y el
zirconio rellenas con medicamentos, López ha logrado diseñar terapias para
atacar la estructura celular de tumores cerebrales sin recurrir a cirugías o
quimioterapias.
Su labor se halla en fase experimental, pero se espera que los primeros
tratamientos comiencen a aparecer a mediados de esta década en enfermedades
como los males de Alzheimer y Parkinson.
8. GNOME
los programadores mexicanos Miguel de Icaza y Federico Mena: implementaron
una interfase, originalmente llamada GNU Network Object Model Environment
(GNOME) y lanzada al mundo en 1999 se ha convertido en una de las interfases
libres más populares, convirtiendo a los ingenieros Icaza y Mena en celebridades
del mundo de la tecnología, quizá al nivel de Linus Torvalds, el inventor de Linux.
9. TRIDILOSA
En 1962, Heberto Castillo, ingeniero, en busca de una manera de reemplazar las
pesadas lozas de concreto que formban los techos de casas y edificios, encontró
que una estructura tridimensional de acero y cemento podía servir como soporte a
los grandes techos, con un peso hasta dos terceras partes inferior al de la losa
tradicional, a un costo mucho menor y con mejor desempeño como aislante
térmico y acústico.
10 Pilote de control.
El ingeniero civil por la UNAM, Manuel González Flores (inventor también de las
losas) creó el pilote de control que sirve para cimentar o recimentar edificios en
terrenos tan heterogéneos y deformables como los de la ciudad de México, fue
una notable solución a los graves movimientos diferenciales que se presentan en
los edificios pesados. Por su invento del “Pilote de Control”, el Ing. González
Flores recibió la máxima distinción profesional que otorga nuestro país,
haciéndose galardonador del bien ganado “Premio Nacional de Ingeniería” en el
año de 1966, entregado por el entonces Presidente, Gustavo Díaz Ordaz.
11 Hélice Anáhuac.
El ingeniero y aviador Juan Guillermo Villasana Castillo (1891-1997), originario de
Pachuca Hidalgo, diseñó la Hélice Anáhuac cuando construyó un avión al que le
llamó “Pachuca” y que voló el 11 de abril de 1910. La hélice de madera se
distinguió por su diseño y material favoreciendo el aumento de las revoluciones de
los motores en las aeronaves. Su éxito fue tal que fue exportada a varios países.
12 Rifle. El general Manuel Mondragón, un artillero egresado del Colegio Militar en
1880, patentó siete años después el llamado “Fusil Mondragón”, el primer rifle
semi-automático que disparaba 60 balas por minuto. Asimismo, modificó el cañón
de 75 mm., (francés) con lo que logró un alto prestigio técnico en los círculos
militares porfiristas. También perfeccionó un fusil de repetición y un cañón de 75
mm., (Saint Chaumond-Mondragón), ambos franceses que desde entonces se
conocieron por su apellido.
13 Rocket belt (cinturón volador). Este aparato que permite al hombre “volar por
los cielos” fue re-inventado por el científico mexicano Juan Manuel Lozano
Gallegos, experto en área aeroespacial y de propulsión de cohetes. Lozano
inventó también el catalizador penta-metálico en 1975 para ser usado en los
motores de cohetes iniciados con peróxido de hidrógeno orgánico y también del
equipo para producir peróxido de hidrógeno para los sistemas de propulsión de
cohetes. Hoy dirige una compañía fundada por él: Tecnología Aeroespacial
Mexicana (TAM) líder mundial en tecnología de peróxido de hidrógeno.

ÉTICA Y CIENCIA
Falta de ética en las aplicaciones de la ciencia.
Entre las distintas acusaciones que se hacen a la ciencia en ciertos grupos
(materialista, ininteligible, superespecializada, deshumanizada y otras cosas más)
hay una especialmente popular en la actualidad. Es lo que podría denominarse
falta de ética o inconsciencia de las aplicaciones. Se acusa a la ciencia de haber
sido responsable de algunos de los episodios más atroces en toda la historia de la
humanidad, en una larga lista encabezada por la bomba atómica, seguida por los
gases de guerra, el napalm, los agentes defoliantes, la guerra bacteriológica, etc.
También se la responsabiliza de la destrucción salvaje del medio ambiente.
La ética del científico no es diferente de la ética del político o del periodista; no es
ni más culpable ni más inocente que todos los demás, porque su ética no depende
de su actividad profesional sino de su participación en la vida de la sociedad como
otro ser humano.
Hay científicos que estudian armas químicas y biológicas. Obviamente, son
conscientes de los efectos de esas armas, y de que son para matar personas
inocentes. ¿Pero son más culpables que los políticos y militares que los reclutan y
les pagan para que hagan las investigaciones? En todo caso, son una minoría
muy pequeña entre los científicos. Y si alguien investiga una enfermedad rara para
tratar de encontrar la cura, no es responsable si sus estudios son tomados por otro
para preparar un arma biológica. Es obvio que no se puede absolver a los
científicos que empujan a sus semejantes a la guerra, a la miseria, a la opresión o
a la conformidad con un dogma cualquiera. Por sus conocimientos, son más
responsables que sus empleadores. Contribuyen a la corrupción de nuestro
tiempo en forma superlativa. El científico y el tecnólogo son personalmente
responsables ante la humanidad íntegra, no sólo ante sus empleadores, de lo que
hace.
La actividad creativa humana que hoy conocemos como ciencia existe desde hace
unos 400 años. La historia de la ciencia en los últimos 400 años es una historia de
gran éxito: ninguna otra aventura del intelecto humano ha logrado transformar las
raíces y la estructura de la sociedad de manera tan radical y en un plazo tan
breve.
. La transformación de nuestro mundo, cada vez más veloz y más compleja, es
simplemente real. La fuerza que mueve y acelera la transformación continua de
nuestro mundo es la ciencia. Depende de nosotros, de Homo sapiens, lo que se
haga con esa transformación, la dirección que se le imprima y los objetivos que se
intenten alcanzar con ella. Lo que nos está vedado es ignorarla o detenerla.
Es interesante en este tema el mensaje que Albert Einstein dirigió en 1950 al 43°
congreso de la Sociedad Italiana para el Progreso de las Ciencias, y que en
versión algo abreviada dice: Vivimos en una época en que la inseguridad exterior
e interior es tan grande y los objetivos firmes son tan raros que la mera confesión
de nuestras convicciones puede ser de importancia, aún cuando esas
convicciones, como todos los juicios de valor, no puedan ser justificadas por la
lógica.
Surge inmediatamente una pregunta:
¿Cuál es, pues, la situación del hombre de ciencia actual dentro de la sociedad?
Evidentemente, se siente bastante orgullo de que el trabajo de los científicos haya
contribuido a cambiar radicalmente la vida económica de la humanidad al eliminar
casi por completo el esfuerzo muscular. Pero le acongoja que los resultados del
trabajo científico hayan suscitado una amenaza para la especie humana, al caer
en manos de poseedores del poder político moralmente ciegos. Tiene conciencia
de que los métodos tecnológicos que su trabajo ha hecho posibles han dado lugar
a una concentración del poder económico y político en manos de pequeñas
minorías que han llegado a dominar por completo la vida de las masas populares,
las cuales parecen cada vez más amorfas. Pero hay algo peor: esa concentración
del poder económico y político en manos de unos pocos no sólo ha reducido al
hombre de ciencia a una situación de dependencia económica sino que además
amenaza su independencia interior. El empleo de sutiles métodos de presión
intelectual y física impedirá la formación de personalidades independientes. Así, el
destino del hombre de ciencia, tal como lo vemos con nuestros propios ojos, es
realmente trágico. Buscando sinceramente la claridad y la independencia interior,
ha forjado él mismo, gracias a esfuerzos verdaderamente sobrehumanos, los
instrumentos utilizados para esclavizarle y para destruirle desde dentro. No puede
evitar que quienes ejercen el poder político le amordacen.
se puede destruir a un hombre esencialmente libre y escrupuloso, pero no
esclavizarlo ni utilizarlo como un instrumento ciego. Si los hombres de ciencia
pudieran encontrar hoy día el tiempo y el valor necesarios para considerar honesta
y objetivamente su situación y las tareas que tienen por delante, y si actuaran en
consecuencia, acrecerían considerablemente las posibilidades de dar con una
solución sensata y satisfactoria a la peligrosa situación internacional presente.
Los hábitos que pueden evitar las faltas de ética. Mario Bunge [3], da una serie de
hábitos que debería tener un buen científico como guía para evitar las faltas a la
ética:
1. Honestidad intelectual (o “culto” a la verdad), el aprecio por la objetividad y la
comprobabilidad, el desprecio por la falsedad y el autoengaño. La observancia de
la honestidad intelectual exige:
2. La independencia de juicio, el hábito de convencerse por sí mismo con pruebas,
y de no someterse a la autoridad. La honestidad intelectual y la independencia de
juicio requieren, para ser practicadas, una dosis de
3. Coraje intelectual (y aún físico en ocasiones): decisión para defender la verdad
y criticar el error cualquiera sea su fuente, y muy particularmente, cuando es une
error propio. La crítica y la autocrítica practicadas con coraje infunden
4. Amor a la libertad intelectual, y, por extensión, amor por las libertades
individuales y sociales que la posibilitan; concretamente, desprecio por la
autoridad infundada – sea intelectual o política- y por todo poder injusto. La
honestidad intelectual y el amor por la libertad llevan a afianzar el
5. Sentido de la justicia, que no es precisamente la servidumbre a la ley positiva –
que nos imponen y que puede ser injusta- sino la disposición a tomar en cuenta
los derechos y opiniones del prójimo, evaluando sus fundamentos respectivos3 .

Estas cinco virtudes son inherentes al oficio de conocer y éste las refuerza mucho
más que el oficio de la ley, porque surgen de un código interno, autoimpuesto, que
responde a la mecánica de la investigación y no depende de una sanción exterior.
Cinco virtudes que acompañan la búsqueda de la verdad tanto en ciencia como en
las humanidades, aunque más pronunciadamente en la primera, donde las
exigencias de rigor lógico y/o comprobación empírica son máximas [3].

La ética en la experimentación con seres humanos. Una cuestión importante es la


ética en el desarrollo de experimentaciones, con respecto a los derechos de las
personas. Este es un tema que debe ser tenido en cuenta principalmente en la
investigación biomédica, pero también se relaciona con investigaciones
sicológicas, sociológicas y en menor medida, con otros tipos de investigaciones.
Se han usado - y se siguen usando- cobayos humanos en la investigación médica
y farmacéutica. La mayor parte de los problemas más delicados residen en la
protección de los seres humanos y sus derechos. En la industria farmacéutica, por
ejemplo, se practican experimentos terapéuticos sobre enfermos, amputados y
otras personas cuya afección no corresponde al uso presupuesto del
medicamento. En muchos casos, las víctimas son personas indefensas, como
pacientes en estado vegetativo crónico, los embriones humanos y los internos en
hospitales psiquiátricos. Hay declaraciones internacionales que tratan de definir
las modalidades ideales de una investigación biomédica respetuosa de los
derechos del hombre. El artículo 1º del Código de Nuremberg afirma que “el
consentimiento voluntario” del sujeto es absolutamente necesario. Esta noción es
luego definida: el consentimiento debe ser aclarado, es decir, el sujeto debe saber
exactamente en qué consiste el experimento, su significado y de los riesgos
involucrados. No deben ser efectuadas presiones sospechosas, y debe
garantizarse al sujeto el derecho de negarse a la experimentación y de retirarse en
cualquier momento de la misma en que lo desee, etc. Otra condición es que los
protocolos de investigación deben ser sometidos a comités de ética, antes de ser
llevados a cabo. Sin embargo, bajo la presión de las demandas de los grupos de
poder, los comités de ética se arriesgan a multiplicar las concesiones. Parece que
la negación de autorización a experimentaciones sobre seres humanos ocurre en
pocos casos. Un hecho sin duda más importante, el envío de los proyectos de
investigación a los comités, no es obligatoria más que en un sentido bastante laxo.
No hay ni controles ni sanciones. Por el momento, una trampa en la administración
de un subsidio constituye una falta legal más grave que una falta a la ética. Los
agregados de Tokio (1975) afirman categóricamente la primacía de los derechos
individuales: “En la investigación sobre el hombre, los intereses de la ciencia y de
la sociedad no deben jamás prevalecer sobre el bienestar del sujeto”. Pero luego
reconoce igualmente el valor de los dos ideales de “hacer progresar la ciencia” y
“ayudar a la humanidad sufriente”, lo que nuevamente pone en el tapete la
necesidad de encontrar un equilibrio. La Declaración de Helsinki (1964)
recomienda la creación de comités de ética nacionales, regionales o locales. La
gran pregunta es ¿Cómo conciliar la investigación, actividad cognitiva, con las
exigencias de la medicina, actividad terapéutica? Para designar este campo de
reflexión, se usa corrientemente el término bioética. Una circunstancia
preocupante es que la mayoría de los miembros de estos comités vienen de la
filosofía, la religión y de las ciencias sociales, muchos provienen de la medicina y
de las ciencias biológicas, es decir, casi todos provienen del campo de los
posibles violadores de los derechos de los “sujetos experimentales”. Es
lamentable que no haya representantes de las posibles víctimas: ciudadanos
comunes, enfermos, abogados, sindicalistas. Por otra parte, se alega que no es
necesario incluir en los comités de ética a representantes de los enfermos o de
sus familias, porque su sensibilidad es tan viva que no se puede asegurar un juicio
correcto. Esta objeción no está del todo descaminada: cuando se trata de
intereses directamente implicados, se suele perder la objetividad. Y esto también
se aplica a los científicos cuyo interés es realizar una investigación.

Bibliografía

https://prezi.com/j8osokpvasz4/comunidades-cientificas-y-sus-principales-aportaciones-a-la/
http://www.amc.unam.mx/
http://expansion.mx/tecnologia/2011/09/17/2-linux-jarronegro

http://www.sinembargo.mx/15-09-2012/365769

http://www.reviberpol.iibcaudo.com.ve/pdf/JUN05/schulz.pdf

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