Sie sind auf Seite 1von 88

R

LA
->> REVISTA DE BELLAS ARTES

DEDICA ÉSTE, SU NUMERO

AL GRUPO DE
CONTEMPORANEOS,
CON MOTIVO DEL
HOMENAJE NACIONAL
QUE ELINBA
LES RINDE ACTUALMENTE.
LA VEZ, ES UN COMPLEMENTO
DE LA EXPOSICION QUE,
CON IGUAL MOTIVO,
SE LLEVA A CABO EN LA
SALA DIEGO RIVERA DEL
PALACIO Q£ RFl I A1^ APTi
Digitalizado por
DOS PUBLICACIONES

H o m e n a je N a c io n a l a

Antología
poética
IM RODL’CCfÓV
v K ( IÓ\ V \01 \S
Ufc
u is m ario
SC HNFIDER

I » u i
m e v ic o

H o m e n a je W X K w N a ciú n a l a

Monólogos en espiral
Antología Je narrativa
xr«oi>LíCRJV
si r n u ó s y noi \s

G ULLERM O
SHERÍDAN

I 0 <12
MEXICO
Nacional <Je
Digitalizado por Bellas Artos
LUIS U N 1 1 M i l i [IB IS MNSfflIS
© REHUID © u RECEPCIÍR. ir
DE LOS riGWCICIdIL IICRESCIOR
CORTEISPORSREOS DE IR PROVECIO COLM E
luüi siuai uiuík JOHN S. B R U M O
© GÉNESIS » ) LOS CONTEMPORÁNEOS
DELOS y los límites
CORTEMPORSREOS DEL ARTE

POÉTICAS SELECCION Df LUIS HIRIO SCHNEIDER 36

INÉS IRREOONDO OLIVIER DEBIOISE


© M E S PRRR © LA IRMÓNL PERIAARENCIA
ORI DI06RAFI* DE Ll MUDADLE
OIVID HUERTA M U I GALICIA
© LOGARES DE LOS © o a onti u n o
CONTEMPORÁNEOS DEL ESPEJO
SMIIL JUÁREZ © s e n o oe
© RODELA ROIELA LOS CORIEMFORtREOS
UNI ENCUESTI DE EIHEL KHIUZE

M IC0N06RIHI: MIGUEL CIPiSffllN 4


m sm K K m S m N ik cü L rA
iigitahzario por Be!las Artes
mmm

S aI }H A1~f ISPIHJ.
t l O rI \
u
T V D g í H ER O E — t T b~
:„r, ff.^rr soseros-
IE G»ntil. t LA M O­
LESTE AVE SU 'H A S
O. Jm Moaí^ iIW í)(-fiO
FOfViS GGcr.tM*.
LA OBRA DE DIEGO
MERA
aHTTíVU&: tu Ai ^Ipeíí
N*... ts. O .* * ). CW'ii
aí* t. K*1~ítUj<, (J. J. BL>
VlMCfc Vkjim (J.Y.J -C*c
1* i Pcímu Bmioo (E
iG. K.)

JU N IO
R Im e x i c o . , .. ,
Instituto
hafjfea.. Nacional de
Digitalizado por s Bellas Artes
4ACON ACULTA
1 “ grupo sin grupo” o “ archí-
piélago de soledades", aaf lo
llamó Xavier Villaurrutia,
más o menos reunido en la
revista Contemporáneos, se

LUIS asemeja a la distancia de


más de tres lustros, a la generación del A te­

CM 0021 neo de la Juventud. Como ésta, se organizó


por la voluntad de esparcir el horizonte de la
propia cultura y de conocer, asimilar y acuñar
í de nuevo culturas europeas y norteamerica­
nas, por lo cual fue injuriada y calumniada. La
cultura francesa ejerció, en parte de los Con­
temporáneos, la mayor influencia. Su posi­

RETRATO ción, su praxis, en lo inmediato y militante,


nulas o indiferentes. No diría que sin concien­
cia de clase: diría lo contrario.

OE LOS íí
**
Para mis amigos de Contemporáneos, el
México que a mi paso en 1930 conocí, les era

CONTEMPORÁNEOS tan familiar que no distinguían lo que al ex­


tranjero maravillaba. Una época memorable
en que se puso de manifiesto la voluntad de
ser nacionalmente por la combatividad revo­
•V lucionaria, por el muralismo de Orozco, Rive­
.V
ra y Siqueiros, por el caudal valorado de lúa
expresiones precolombinas y populares, como
en pueblo alguno de América. Muy reciente, la
guerra civil, prolongada y cruenta, había sido
recogida en repartos agrarios, en la pintura,
en los “ corridos'*, en las novelas, en las ligas
campesinas, en los sindicatos, en los decretos.
La estabilidad, de hecho, la forjó el gobierno
del general Lázaro Cárdenas (1934-1840).
Nuevas evidencias de energía y fervor se
Apuntes para E l rio , novelajr de caballería. •/ vivieron por la expropiación petrolera en
V ~: v ~. ." v -1-i."!--?-?-.—
[t t I I I 1 1 •,* V * 1. ' -•-*¡1 1938, cuando el pueblo, con el fin de pagar la
deuda, hasta con gallinas llegaba; otra conmo­
ción nacional ocurriría por la matanza de Tla-
telolco, el 2 de octubre de 1968, de la que pro­
cede la reforma política del presidente López
Portillo (con Jesús Reyes Heroles, como Se­
cretario de Gobernación), reforma que permi­
tió al Partido Comunista, participar en elec­
ciones por primera vez y tener representantes
popularmente elegidos en el Congreso de la
República. El presidente López Portillo expro­
pia la banca el primero de septiembre de
1982,
De la obra de los Contemporáneos, su esca­
sa narrativa ha envejecido mal. L a mejor es la
de Torres Bodet: M a rga rita de niebla y Tiem ­
po de arena. No así la poesía de Carlos Pelli-
cer, José Gorostiza, X avier Villaurrutia y SaJ-

Nacional de «▲ CONACULTA
Digitalizado por i Bellas Artes
✓ W VVVW decisión y en bu provocación se percibe la in­
tolerante barbarie que lo circundaba.
En crítica sobresalieron Xavier Villaurru
tia, Samuel Ramos y Jorge Cuesta, La pintura
vador Novo. Poetas asimismo: Jaime Torres atrajo a los tres, principalmente, a Villaurru-
Bodet, Gilberto Oweo, Bernardo Ortiz de tia, que escribió crítica y dibujaba bien: Sa­
MonteLlano, Enrique González Rojo. muel Rumos, estética y un ensayo sobre Diego
La novela, de tai época, la escriben con la Rivera, en el cual, más que la obra en sí, se
revolución: Mariano Azuela, Martín Luis pensaría que la fama de Rivera le impidió v e r­
Guzmán, Rafael F. Muñoz, de más edad y aje­ lo desprovisto del impulso de quieres, con g e ­
nos a la revista, al grupo. Y algunos otros, nio o talento, sufren fatalidad. A la vida de Ri­
como José Mancisidor, Loa tres son leídos y re­ vera ¿lo faltó dolor?
leídos. Muñoz es injustamente postergado en El movimiento emprendido por Ramos en
relación con Azuela y Guzmán. Aquí recuerdo filosofía (frente a Antonio Caso) y su investi­
a Andrés Iduarte: Un niño en la revolución me­ gación sobre el mexicano y lo mexicano —‘'un
xicana. Tres cuentistas: Efrén Hernández, ensayo de caracterología y filosofía de la cul­
Juan de la Cabada y Francisco Rojas Gonzá­ tura mexicana” — se basa, con idealismo libe­
lez; posteriores, Juan Rulfo, Edmundo Vala- ral, sobre un ser común imaginario. De ahí, de
dés y Er&clio Zepeda. En el cine, como direc­ ese tedio, surge, E l laberinto de la soledad de
tores, Femando de Fuentes, el Indio Fernán­ Octavio Paz; surge el afán, el tráfago recu­
dez; Gabriel Figueroa. con su cámara. Entre rrente, de estudiosos de filosofía que inquie­
los dibujantes, ahora que escribo, Rogelio N a­ ren al mexicano, para deslindarlo, definirlo,
ranjo y Rius. Como fotógrafos, Manuel y Lola aprehenderlo. La “ auténtica mexicanidad'1es
Aivarez Bravo, Nacho López. Héctor García y inútil concepto metafísico y parroquial. Este­
Rogelio Cuéllar. reotipos nacionales, la idea jungiana del in­
Reacción contra el Modemiamoes la revista, consciente colectivo; sin embargo ¿a qué atri­
igualmente apolítica pero ya con revolución buir la imantación que ejerce? En esencia, di­
mexicana, Contemporáneos, que aparece cho tesón, igual que todo nacionalismo reduc
en 1828 y concluye en 1831. Viviendo en Pa­ tor, es ficticio.
rís, colaboré una vez en ella. Jaime Torres Bo­ ¿Hacer del país, de la patria, una amplia­
det trabajó con José Vasconcelos; después, ción del Yo? Hacer un nacionalismo de un Yo
tres veces, como Secretario de Estado y Di­ celectivo, egoísta y oscuro, una suerte de co­
rector General de la Unesco. El discurso de munidad de jactancias raciales indias, negras,
renuncia a la Unesco —me lo recordó Víctor amarillas; nacionalismo que no es. en suma,
Flores Olea— es excelente por la nobleza de sino un desgarramiento de la unidad generosa
las razones invocadas. Su espíritu creador lo de lo humano sin fronteras y sin colores. ¿Pa­
impulsaba a desarrollos que no conmovieron ra qué?
el egoísmo de las grandes potencias. Esa problemática, ya viva en años de A n­
José Goroatiza fue secretario de Relacio­ drés Bello y de Sarmiento, de “lo nacional'" y
nes Exteriores. No debo olvidar a Genaro Es­ la busca de identidad, es depresión anímica,
trada, tan olvidado; y menos, a Octavio G. Ba­ que aún no se sitúa en la lucha de clases, en
rreda. las estructuras sociales, en la corrupción polí­
Las Memorias de Torres Bodet son de fun­ tica, y siempre abandona la complejidad mul­
cionario, lo cual no lea merma interés, pero sí tinacional. En la lucha y en un enigma mítico
le dan a veces un tono administrativo. Se creó que nos espolea está la identidad; en el tre­
Jaime Torres Bodet una suerte de sensibili­ mante arco irisado de lo material y lo motafí-
dad cautelosa, neta y oficial. En MemoTnas in­ sico.
cluyó seis libros: Tiempo de arena, Años con­ Las ciencias sociales disponen de análisis
tra el tiempo, L a victoria sin alas, E l desierto que complementan a las creaciones cultas y a
internacional, L a tierra prometida y Equinoc­ las populares. Aconteció, de tal manera, hace
cial. En ellos encontramos algo raés que su vi­ décadas, con Justo Sierra, los modernistas,
da. Sigo pensando que en alguna parte exis­ con los del Ateneo (la Generación del Cente­
ten cuartillas en las cuales habló sin trabas. nario), con los Contemporáneos o con pintores
Fue un poeta. Con las condiciones sociales de de la Llamada Escuela mexicana, que no exis­
México, bu campaña de alfabetización no po­ te; creo en personalidades. Algunos recientes
día cumplirse. Ésta no fue sino un simulacro: herederos son reliquias (otros no Llegan a
le sobraba talento y cultura como para no sa­ eso) de un pasado definitivamente pasado. Se
berlo. ¿Le interesó el poder más que las le­ piensa como se vive y se vive como se piensa.
tras? Oigo atónito el disparo que cortó su vi­ En la cultura, como en un río, la identidad es
da. la corriente. Es los cambios. Yo no busco mí
Varios de los homosexuales de entre ellos identidad; la vivo.
no tuvieron el coraje de asumir su naturaleza.
Por moral, aún tan ostensible en este punto,
no se expresaron con todo el horizonte de su
voz. El más sincero fue Salvador Novo, y en su

Digitalizado por
quienes acusaba de cosmopolitas, con agrado
recuerdo su grito, que fue todo un programa:
“ jViva el mole de guajolote!"
En Soberana juventud {196 7) Maples Arce,
Mis amigos, que forman apretada diversi­ más que exacto, es ingenuo. Baste ei parrafi-
dad, perseveraron en su estilo de vida, en cul­ to: “ El espíritu de mafia les dio preponderan­
tivar su talento, en mostrarlo en obra por muy cia. A veces emprendían verdadera persecu­
pocos solicitada. ¿Quién leía entonces en M é­ ción contra quienes se resistían a solidarizar­
xico? Sin vocación, sin amor muy hondo, nada se con sus Intentos de hegemonía intelectual o
hubiesen escrito. Se Ies expulsaba sin ex pa­ se neg&bun a entrar en aquel monipodio. Fue
triarlos. Los siento exilados del interior. E s­ la época de la insistente publicidad de Froust
tos sedentarios asumieron su ostracismo si­ y Qide, en cuya obra se amparaba la comedia
tuándose en el mundo de la inteligencia, con de los "maricones” y el cinismo de los "pede­
nómada inteligencia. Qué crueldad la del exi­ rastas” . L a rebeldía de Maples Arce muy
lio sin partir, más severamente sufrido por su pronto se disolvió burocráticamente.
irreductibilidad a mucho de lo que lo rodeaba. Los Contemporáneos conocían varias lite­
Vivían en sus cristales, royendo en soledad raturas en las lenguas originales. Los proble­
sus obsesiones, tal si estuviesen "desconten­ mas socio políticos, salvo Jorge Cuesta y Car­
tos hasta nuestra naturaleza". Entonces me los Pellicer, no los inquietaron. ¿Hasta dónde
percato mejor de su lúcida rectitud acrecida a Pellicer? Siento que a fondo; recuerdo su lu­
por la gelidez, cuando no por la hostilidad; és­ cha por José Vasconcelos, su constancia an-
ta, a la postre, atestiguaba que eran escucha­ timperialista. A Jorge Cuesta le entusiasma­
dos, escuchados con aversión. ba la discusión, le entusiasmaba contradecir,
La tempestad revolucionaria, la epopeya, demostrar lo indemostrable, el juego de la in­
ejerció influencia sobre todos los mexicanos: teligencia, el reto, más que los problemas mis­
más de un millón de muertos. Los del Ateneo mos: fue goloso de lo paradójico y difícil. H a­
de la Juventud se refugiaron en las humanida­ bía en él ánimo de revancha que estorbaba su
des, como si sólo Jes concerniera “ la vida del dialéctica. A veces parecía ir, como a sabien­
espíritu". José Vasconcelos divulga, en cele­ das, contra la razón. Ese juego de su afilada
bradas ediciones, a más de media docena de agudeza, su caramboleo, no se ha marchitado
clásicos griegos y de clásicos posteriores, y del todo.
sostiene a los muralistas Diego Rivera, José A México lo amaron sin provincialismos; y
Clemente Orozco. David Alfaro Si que iros, y con el provincialismo de la fas.cinac.v6n euro­
otros. Les atrajo el platonismo y el neoplato­ pea. A sí fueron revolucionarios frente a parro­
nismo; les aliviaba el horror de la violencia. A quiales temáticas nacionalistas. En lo socio-
los ateneístas les fue inconcebible Apolo junto político se distinguían no tanto por escépticos
a Coatlicue, Cuando vine a México, había tra­ cuanto por anacrónicos. En las artes, en las le­
ducido el Rabino! A ch í y me eran familiares el tras, se consagraron a la renovación y el enri­
Popoí-Vuh y los Anales de los CaJtchiqueles, quecimiento cultural de México. No es poca
pero no tenía práctica de vivir, de ganarme la cosa.
vida. A medio siglo de distancia veo los treinta.
W alter Pater, con sus estudios humanísti­ Los años de La época vasconceliana sentíanse
cos y renacentistas, en donde los neoplatóni- aún. Acaso por ser extranjero, porque todo me
cos florentinos y venecianos sobresalen (Fici- parecía novedad, aquel empuje me Bogaba in­
no, de la Mirándola, Bembo y Custiglíoni, éste tensamente. En los Contemporáneos la apre­
muerto en Toledo y traducido por Boscán, a ciación füe distinta de la mía. E l ámbito les
sugerencia de Qarcüaso), fue lectura frecuen­ era consuetudinario: más bien, codiciaban in­
te. He querido mostrar en dónde se guarecen mergirse en los medios europeos, de los que
los Contemporáneos. Luego, la huida del mun­ yo regresaba con cierto hastío. Veía lo que
do de los románticos, que se origina en J. J. ellos no podían ver o ya no veían de tanto vi­
Rousseau: esta huida estimulaba el intelec- virlo con frialdad. Lo que me maravillaba, a
tualismo apolítico muy político, una de las ra­ ellos no los maravillaba; al menos, no con mi
zones por las cuales fueron broncamente em­ entusiasmo. Lo cual me parece explicable, y
pujados hacia sí mismos, hacia la unidad de su aun razonable. Esta es una de las causas por
pensamiento con bu vida lo que, hegeli&na- las que han vuelto a ser discutidos: su insatis­
monte, creó su libertad. En buen mexicano: facción, sentir opresivo su espacio vital.
eran chinganea, Admiro en Carlos Pellicer su saturación de
De hecho, Manuel Maples Arce estaba casi Europa, de las tierras bíblicas y Grecia, de
solo como estridentista. Propugnaba una re­ Primitivos y renacentistas; su pasión por las
novación ¿apera, exhibicionista y superficial. sandalias de Ciara y de Francisco. Vivencias
El estridentísimo fue el futurismo de los po­ que se le armonizaron con el trópico y lo pre-
bres; también un Dadá pobre está presente.
Con los Contemporáneos no participó en peló
micas sino en intercambio de invectivas. En
Maples Arce hubo furia más que humor. Ante
Instituto
Nacional de (A C O N ACULTA
Digitalizado por Bellas Artes
Com ida de hom enaje a don E nrique Díez-Canedo.
( ü é i i e o , 2 septiem iire 1932). .Sentados, de izq u ierd a a
derech a: Samuel Ram os, R o b e rto M on ten egro, J u lio
T o r r l, S a lva d o r N ovo, Enrique D iez-Cañedo, Palm a
Guillen, G on zalo Zaldum bide, Enrique G on zá lez
M artín ez. M arian o A zu ela. De pie: A lc a ra z (F io r is e l),
X a v ie r V illa u rru tia , F ra n cisco M onterde, José
G orostiza, f a r lo * P e llie e r , Manuel Toussnlnt, A rte n iio de
V a lle -A rizp e , X a v ie r Ic a za , Enrique G on zález R o jo ,
B ern a rd o O r tlz de M on tellan o, G u illerm o Jim énez J|Jd|n£je6ti1uto
Cuesta y Celestino Gorostiza _. . .. , ¿As.Macionaí tie IA C O N ACULTA
J Digitalizado por id&Si BellasArtos
Indudablemente hay una cultura nacional que
defiende nuestra soberanía. Cultura nacional
es la conciencia de lo que somos y debemos
ser: y asimismo nacionalizar lo nacional. En lo
colombino, con los clásicos castellanos. Fue que se refiere a lo que se está haciendo, a lo
caudaloso, pánico y ensimismado. Sus arcán­ que se está gestando, hay que denunciar cual­
geles son bellos efebos. Conocí hace poco Ta- quier atraco a la libertad que se intente en
basco. su tierra, y pensé en él constantemente. nombre de la patria.
Muy cerca corría el Usumacinta. La selva ro­ Hoy, en ios ochenta, contamos con una de­
deaba Palenque y otros prodigios, como en la recha intelectual radicalizada y beligerante
propia ViUahermosa a las cabezas de la Venta que no existió en los treinta. El liberalismo on-
que, venciendo durante años incomprensiones tológico de esta derecha mexicana diversifica
y dificultades, logró reunir en un escenario el pensamiento de nuestros días. L a civiliza­
natural. ción capitalista se ha singularizado por la tec-
Con enardecimiento, en Pellicer alentó la nificación de la barbarie.
emoción de lo propio. Abarcó lo mediterráneo
y la exuberancia de lo natal. En la integración
de helénicos y oímecas, de Jaguares y francis­ Xavier Villaurrutia escribió sobro Diego Rive- 2
canos, hay recursos en su poesía, que acaso lo ra, a propósito de los niños mexicanos que pin­
aportaban de los Contemporáneos. Y si bien tó admirablemente. Nada más opuesto a Vi­
no fue miembro directo del grupo, a él perte­ llaurrutia que la ideología, la estética y otras
necía. singularidades de La vida y la obra de Rivera.
Con Pellicer tuve, además, la apertura a la No me gusta el teatro de X a vier, ni el de Ce­
vida con humanismo militante, que lo enrique­ lestino Gorostiza, ni el de Salvador Novo. Ro­
ció sin que nunca dejara la vocación que fue dolfo Usigli los sobrepasa.
destino. Sin su empeño, las cabezas de La A Carlos Pellicer lo apasionó lo precolombi­
Venta, que pesan vari&B toneladas, no estuvie­ no; no así a los demás del "grupo” . Salvador
sen en ViUahermosa. Visité también el museo Novo, en los años finales, estudió náhuatl, con
que lleva su nombre, dotado con la colección el padre Angel María Garibay K., cuya Labor
que formó a lo largo de su vida, es insigne. Desde su primer viaje a Suraméri­
Leo a Monsieur Teste y pienso en José Go- ca con José Vasconcelos, Pellicer ahondó en
rostiza. Tal peculiaridad orienta en la aprecia­ Bolívar, le dedicó cinco poemas. Qué fascinan­
ción de algunos sectores de la obra. Aún se les te, qué trágico, qué prodigioso fue Bolívar.
reprocha, ¿no es así?, su más alto valor, su in­ Cuando releo a Pellicer, olvido a los poetas del
teligencia y su sensibilidad sin fronteras. Los “ grupo” , me parece el más rico en sorpresas,
Contemporáneos transformaron la poesía y la en luz, en júbilo y en profundidad. Parte de la
prosa en México. Ni en lo social ni en el arte creación de los modernistas posee intención
hay descastamiento por arraigo y desarrollo latinoamericanieta (Odas seculares, 1910).
de lo europeo que nos insta a ser y nos ayuda a Unamuno los condena por enajenados y afran­
vivir; y no hemos de olvidar como parte de la cesados, simplificando así complejidades y
identidad real, si seguimos por este torpe ca­ consecuencias positivas. Y se les ha seguido
mino empedrado de buenas intenciones, no simplificando, al inclinarlos en sentido contra­
solamente lo que representan y hacen las cla­ rio, al situarlos, más o menos bien, en su con­
ses hegemónicas sino, asimismo, las explota­ texto.
das. Algunos juicios sobre el Modernismo han
En el ensayo en que habla de ellos, de “ el sido exagerados, a posar de que Manuel Gu­
grupo sin grupo” , Xavier Villaurrutia explica: tiérrez Nájera trazó este autorretrato: “ Bo­
“ No son regionales. No son populares. La úni­ rrar la huella hereditaria o primitiva de la ra­
ca manera digna que tienen los artistas de za.” Federico Gamboa, cuando alude a I ob me­
comprender al pueblo es no pretender hacer xicanos indios, es igualmente despectivo y ra­
para el pueblo un arte que será inferior, indu­ cista. ¿Qué tiene qué ver Martí con esto?
dablemente, al que surge del pueblo mismo. Aparte está M artí y cada vez que vuelvo a él
Qué importa que en torno a las palabras de me parece más admirable. Los ateneístas, a su
uno de nosotros se levante un torbellino de modo, se ocupan de América. CartoB Pellicer
inexactitudes, de envidias y de dudas. Existi­ reconoce a sus maestros en tres modernistas:
mos a pesar de todo, a pesar de nosotros mis­ Rubén Darío, Leopoldo Lugones y Salvador
mos. Qué importa que alguien pida que ponga­ Díaz Mirón.
mos etiquetas de “ Made in México” a nues­ La conducta de la Revolución Mexicana ha
tras obras...” sido aún más abominable que la de Cortés
La cultura oficial —sus lógicos administra­ cuando, con falacia paradigmática, no se le re­
tivos — promovió lo mexicano y la cultura na­ conocía a los indios naturaleza humana. L a
cional, a veces con precepto intolerante y bula de Clemente VTI, en la cual se les consi-
reaccionario. Cuando fue sectaria, también
fue represiva: el caso de los Contemporáneos.
Si de ella me ocupo es para apagar un tedio y
contribuir a detener su pretensión maniquea.
Digitalizado por
ces a hora convenida y no lo encuentro. ¿Sa­
bes de él?
—¿Quieres entrar?
Teníamos estas “ correspondencias” más
deraba que “ eran hombres de verdad” , Paulo que baudelairean&s.
I I I la ratificó en 1637, con la suya SubLimis De los juicios sobra Holderlin ninguno es
Deus. Continuamos con secular imperialismo más breve, sencillo y exacto, que el del semile-
interno que es. también, identidad y cultura irado carpintero Zinmer. que con su hija Lotte
nacionales. le cuidaron durante treintísóis años, con ge­
nerosidad y ternura: “ Lo mucho que en sí lle­
vaba rompio su mente." Recuerdo a Zinmer a
E l pintor del grupo fue Agustín Lazo; aaiuüs- 3 propósito de Jorge Cuesta.
mo Manuel Rodríguez Lozano, Antonio Ruiz; Los de más preclara creación poética son
surgió en seguida Julio Castellanos, quien de­ Carlos Pellicer, José Gorostiza (M uerte sin
jó retratos a lápiz de Xavier Villaurrutia, fh í), Xavier Villaurrutia y Salvador Novo. Jai­
Emilia Revueltas y Gunther Gerzso. Lazo me Torres Bodet escribió poesía, relatos, críti­
adoraba a Mozort, a Chopin y los gusanos de ca, memorias. Las funciones ministeriales le
maguey. Creó una obra breve; tiró los pinceles robaron su tiempo; sin embargo, escribió cons­
al no escuchar más la efusión de los pasos de tantemente. Salvador Novo, poesía, teatro,
Xavier Villaurrutia. El suicidio del amigo de crítica, crónicas y memorias. Aplaudió la car­
su vida acabó con él; lo sobrevivió más de nicería del 08 en Tlatelolco. Tuvo mucho más
veinte años. Cuando supe la muerte de Xavier, talento que cinismo, y fue muy cínico política­
en la navidad de 1950, vivía en Guatemala y a mente. Octavio Paz, del “ periodismo mercena­
Lazo telegrafié mi condolencia. rio” de Novo recuerda “ que escribía diatribas
Algunas veces fui invitado a merendar en editoriales en defensa de H itler y sus pardos
ca¿o de Lazo con Xavier VUlaurrutia, Vivía ejércitos". Cronista de la ciudad de México;
con la familia en las calles de Sadi Carnot. sucedió en el sitial a Artemio del Valle Arizpe
cerca de Puente de Alvarado. Disponía de un quien, más que Novo, brillaba como conversa­
apartamento para pintar, al que se entraba dor. Lo escrito por Artemio del Valle Arizpe lo
por el patio. “ Lo buscan, niño Agustinito” , gri­ conozco mal. Buena parte de la obra de Novo,
taba la vieja sirvienta y Agustín se asomaba entre la admirable, los poemas de amor y los
al rellano de la escalera de fierro, enfundado sonetos satíricos, que circularon en coplas
en bata azul osouro, con cinturón café, vestido confidenciales a máquina y luego en grandes
con elegancia invisible. Las reuniones solían tirajes. Pérfidos sonetos ingeniosos, bien urdi­
ser en “L a Flor de México” , en la esquina de dos, con veneno de víbora. Algunas réplicas de
Bolívar y Venustiono Carranza, con José Go- Villaurrutia, en la soterraña guerra de sone­
rostiza, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, tos, lucían la misma gracia, la misma indiscre­
Agustín Lazo. En esos días, también Ernesto ción y el mismo óptimo veneno.
Ansermet. quien contaba cosas divertidas de ¿En dónde situaría a Octavio G. Barreda?
Carlos Chávez, que le hizo imposible la vida y
tuvo que marcharse. No sé sí Ansermet logró
cumplir su contrato. Jorge Cuesta era feo. Un ojo más alto que el 4
Jorge Cuesta sacude a Carlos Chávez por otro. Naturalmente, lo asediaron las mujeres.
su oportunismo ( Llamadas. Sinfonía proleta­ Un Picasso. Semejaba que iba a tener hipo o
r ia ) y por tres escritos de éste en E l Universal que acababa de tenerlo. Sobre el rostro se ex­
(27, 28 y 29 de septiembre, 1934) en los que pandía el efluvio de una sonrisa de asombrado
expone su “ doctrina” “ para atormentar” con tiburón jovial. No se parecía a nadie, diferente
“ una música lamentablemente detestable” . de lo diferente. Conocimos apenas una frac­
Defiende, más tarde, a Ernesto Ansermet, ce- ción de su témpano. Sufría de fatídica decep­
Jebérrimo director de orquesta, contra quien ción ecuménica. Aunque vecinos, poco nos
la crítica musical ch&vista unánimemente veíamoB en casa por temor de interrumpir al­
arremete. Con gracia y regocijo, Ansermet guna visita, que podía ser suya o al revés o de
nos contaba que Chávez, perdido por un lado y ambos. Nos veíamos con frecuencia en el café,
los músicos por otro, mientras seguía hacien­ en reuniones. Su amigo más cercano fue José
do gimnasia en el vacio, gritaba a la orquesta; Gorostiza. Se recibió de químico. Lo conocí en
“ jNos encontramos en el undante!" París, antes de mi regreso a América, en don­
Frente a la escéptica voz de Gorostiza, de de se libraba de un tiro de Diego Rivera, por
la biselada de Villaurrutia. de la pintura de haberse dejado violar por Lupe Marín de Ri­
Lazo, veo avanzar a David A l faro Siqueiros vera, moreno vendaval de ojos verdes. M e dio
con el estruendo de sus trompetas y tambores, la Antología de poesía mexicana elaborada por
a la cabeza del desfile de sn circo de tigres sin los Contemporáneos, en la cual suyas son al­
dientes, tronando su látigo a los gorriones. gunas o todas las presentaciones. Manuel tóa-
M i más amigo, hasta por vivir en aparta­
mentos vecinos, fue Jorge Cuesta. Alguna vez
una amiga suya sube a preguntarme:
—¿No has visto a Jorge? He venido tres ve­
cita acompañada de su hermano Víctor y leye­
ron mis páginas y la nota previa, con la cual
las he republicado. Cuesta, cuya vida corrió en
el surco abierto por Abelardo y Edipo (Byron
y José Asunción Silva) murió el 13 de agosto
pies Arce replicó con la propia vindicativa
de 1B42.
(1940), en la que no privaron loa cálculos
Fue entusiasta de Orozco y escribió varías
mentales, Bino loa biliares. A la Antología de la
veces sobre él. En las cartas a mi dirigidas,
poesía mexicana moderna (1628) de Cuesta,
que en mi monografía del pintor publiqué, es
Maplea Arce le asestaba: “ vale lo que cuesta” .
frecuente la alusión a la común amistad con
La familia cordobesa de Cuesta se empobreció
Cuesta. Comimos juntos los tres algunas ve­
con ios repartos de tierras y por elio también
ces. Su conversación laberíntica inquieta,
sufrió de reaccionarismo generalizado y galo­
como sus prosas cáusticas y escritos de ex­
pante. Como buen crítico, fue dotado para el
presionista exagerado. Los jóvenes lo han re­
análisis parcial.
descubierto. Con José Clemente Orozco man­
Alto y flacucho. de ojos rubios, cabello cas
tuvo correspondencia; las cartas se extravia­
taño. Conversaba con irónica seriedad, des­
ron; tardíamente, obtuve dos del pintor.
montando pieza a pieza la relojería de los ra­
¿Quién me las dio? Las busqué pora mi Oroz­
zonamientos que se le oponían, hasta probar­
co. ¿Existirán las demás?
nos, casi irrefutablemente, lo propuesto. Su
Cuando se suicidó, compuse sobre la mar­
imagen radiante desafiaba a la estupidez in­
cha el texto a que aludí, cargado de la congoja
solente. Había en él mucho de angélico y
que en él imaginaba y de mi congoja por así
sombrío. A veces era muy ágil y otras veces,
imaginarlo, y por mi dolor por su muerte, por
intempestivo y lento.
su muerte rigurosa, y por carecer de acción
Como buen escritor, no escribía como ha­
para los otros, por sentirme preso en las pala­
blaba. En su escritura es sápido, irritante y
bras, harto de ellas, necesitado, más que de
seco. Inteligencia golosa de enredos y ávida
ternura, de salir de mí, de servir, de abrirme
de precisión, tal puede percibirse en sus ensa­
paso como un incendio, quemar la sociedad
yos, que lo denotan como crítico de nacimien­
que asesinaba a mi amigo, la que enloqueció a
to, con no poco sino mucho de sofista.1 Fui su
Artaud. la que me negaba la participación, la
vecino algunos años. Vivía en apartamento
del “ exclusivismo nacional1' descalabrado por
contiguo. Dos cavernas con rentas al alcance
Sarmiento: “ ¡Ay del que persista en llamarme
de nuestra indigencia, en la esquina de Alvaro
extranjero!"
Obregón y Moreiia. El edificio ya no existe.
Escribía soledades, poemas de sonámbula
Hermosas chicas nos visitaban. Intercambiá­
que acechaba su momento. Con los ojos abier­
bamos libros; tal vez, chicas.
tos, como ya los tenía en mi soledad solidaria,
En Cuesta hay autodepredación, nutovivi-
amando y amado, me quité la camisa de fuerza
sección. La realidad exterior, de tan hostil,
que ceñía mi cordura. Estos años quedan en
quisiera excluirla y hace todo lo posible por
parte circunscritos en lo que para mí escribía.
derogarla. A su yo voluminoso no fue Lícito
M i libertad fue condicionada; mi nombre, mu­
participar con su tierra y se exilió y, sin par­
chas veces, mi seudónimo. L a muerte de Cues­
tir, viajó por el mundo con los libros europeos.
ta, la guerra de España, lo que sucedía en
Su alma, sin piedad y trágica, se abisma defi­
Guatemala, la guerra mundial, la erosión de la
nitivamente. Fue una madeja de seda enreda­
obra de los años de Lázaro Cárdenas, me or­
da con perfección, un náufrago que percibe su
ganizaban un ámbito doloroso que me mostra­
desastre. Su lógica es la perfección de ese or­
ba lo reducido a que estuvo sometida mi ur­
denado enredo, el sofisma frecuente con el
gencia.
cual deseó pasarse de listo ¡siendo tan inteli­
El arribo de la emigración española, mis
gente!
Murió loco, mutilado espantosamente. Sus nuevos amigos, las desveladas con Romance
órganos sexuales obstruyeron la salida del cantando “ Los cuatro generales", la presencia
agua en la bañera. Se quemó los ojos. De peor de Neruda, la amistad de Orozco y tantos me­
xicanos, me fortalecieron. La palabra con ellos
en peor, hasta su muerte. Se colgó de la mani­
ja de la cerradura de la puerta. Bastaba esti­ se expandió y se acendró y comprendí mejor lo
estético y lo político. Así sentí que el esteta y
rar las piernas un poquito para vivir. Se repi­
el político son simplistas y sectarios, y están
tieron y repiten leyendas sobre él. Una de
desplazados, si no consiguen definición, beUa
ellas la recogí, voladamente, con autorización
de Natalia, la hermana, en un texto de Apolo y y sencilla. Con la guerra de España, que viví
Coatlicue: “ Lo que no espera la esperanza” , ardientemente, se aceleró mi formación. Me ha
publicada en el año de su muerte. Acudió a la sido imposible militar en partido; he participa­
do fuera. Esta dificultad apunta hacia supues­
to individualismo, al consabido individualismo
1 La abra de Jorge Cuesta fue reunida en 0 volúmenes pequeñoburgués.
en la colección Poesía y ensayo, de la Universidad Nacio­
nal Autónoma de México. Se reimprimió en 197S, sin
compilar otros escritos descubiertos por Luis Mario
Scheneider y Miguel Capistrán. Oran labor Kan real liado
eetoa investigadores. El V volumen se debe a Sehneider.

Digitalizado por Beites Artes


mis condiciones fueron otras; mis entendi­
mientos, antagónicos.
Sentía que me pudriría si no me bañaba en
algo más conciso, en algo más denso de la rea­
lidad de lo humano. Mi pluma ha sido pértiga
Por atraso, atraso de Guate-niela, el partido
para saltar, harto del resto que es literatura.
comunista de Guatemala, hacia los cincuenta,
Ahí, en un mundo real, está la jocundidad de la
fue inverosímilmente religioso y fanático.
vida. Nuestras discusiones eran extremadas
Quien conozca nuestra historia juzgará natu­
Solía arrastrarme a su desilusión con el z ig ­
ral mi reticencia, y de tal modo he servido
zag de su dialéctica tenaz y paradójica.
hasta hoy, por encima de prolongadas incom­
prensiones, Sé muchas cosas como para re­
ventar de coraje; hay muchas otras como para En rigor, hay dos textos mioB sobre Jorge 6
una alegría estelar. Cuesta, para distinguir su carácter y su talen­
En un “ compromiso" (sic) —para mí nunca to. Su perspicacia hería & su orfandad desme­
una carga o una coerción —, uno no se encie­ surada. Vivió la agonía de entender y no acep­
rra, sino se libera. Para mi nunca ha existido tar; de no aceptar sin entender; de vivir sin
el ‘‘compromiso" (sic). No estoy con mi pueblo poderse separar, sin querer separarse y estar
por “ compromiso" (sic). No entiendo tal con­ sin estar de tanto estar estando.
notación de servidumbre, o lo que sea. El bur­ ¿Cómo sentirse satisfecho de algo?
gués —una manera de pensar y una forma de ¿Satisfecho de lo que sea?
vivir— cree que todo gira en tomo suyo. Que Jorge Cuesta fue muerto por la sociedad,
su ombligo es el sol, “ Comprometerse" (sic) más de lo que por ella murió. En salvación de
suele considerarse que es decidirse por un orden alguno creía. Su cultura fue el infierno
partido, y que no tomarlo es libertad ejemplar. de comprender y de creer o no en BBa cultura
El medio sociopolítico rige, en parte, el com­ elaborada con fervor y tedio. L a felicidad de
portamiento de muchos. Me interesan las he­ ese infierno. A l hacer su conminante y repeti­
rejías, Repudio lo normativo en arte. Nunca do exhorto al descastamiento demostraba su
reduje mis escritos literarios a meros “ mensa­ desesperación nacionalista. Fausto, el diablo
jes " ideológicos. Hay tantos academicismos y M argarita son uno en él. Corromper al dia­
de vanguardia. Siempre debemos llevar el blo. Que como otroB pierden el cielo, él pierda
arte a una situación de crisis. su infierno. Dialogan en tí y en mí. Cuando un
En mi raíz vivía sin claridad la historia del Cristo rompe la cruz, Orozco pintó sentencias
continente. Las contradicciones, los vaivenes, de ese diálogo. ¿Lo revelado superó a lo for­
no son supuestos: son verdaderos y explica­ mal?
bles, Lo que escribimos no cabe ser sino para Sólo en Cuesta se advierte una violencia
los demás. Pero también he escrito sin necesi­ satánica, una inquebrantable diatriba genero­
dad de nadie, por la sola necesidad de escribir. sa, una angustia sin rostro. Ello es lo distante
El trato con las palabras me ha apasionado o lo opuesto a la sosegada conformidad de los
igual que el trato con las mujeres. En el prin­ demás de su sobresaliente generación; a la
cipio era el verbo...; en b1fin, también. El con­ mustia frialdad, a la indiferencia senequista, a
cepto de arte surge del devenir o de la simple­ la elegancia de su escepticismo. De tan bien
za de su interpretación; de la vaguedad cuan­ peinaditos parecían inalterables y ecuánimes,
do todo lo volvemos metafísica y psicología como el pliegue perfecto de su» pantalones.
tan precarias, como las en apariencia consis­ Más que en su poesía, lo descubro en el es­
tentes demostraciones expuestas con disfra­ píritu de subversión que, por un camina y el
ces dialécticos. Cuánta teología en ello. No he otro, lo llevó a la muerte. No me es grato el
escrito poesía política porque respeto al pue­ término “ poeta maldito". Tengo la certidum­
blo, porque respeto a la poesía y porque respe­ bre de que él vivió con otra intensidad sus
to al lenguaje: no sé escribirla, como algunos días, que su percepción, su sentir, su ingenio
poetas. no son sino facetas de su nada sencilla idiosin­
crasia.
En las letra» mexicanas tiene caracteres
La lucha de Jorge Cuesta con la vida, sus con- 5 insólitos en aspectos que he dicho tenuemen­
ñictos espirituales, su abatimiento poético, te, Olvidamos que no alcanzó los cuarenta
económico, social, erótico, me hicieron refle­ anos. Lo pienso malogrado. Así, al propio Vi-
xionar con desesperación, al intentar decir lo liaurrutia. a quien también tanto quise. La
que sufría, su desajuste material, su ánimo obra de Cuesta, de haber sido viable, por su
trastornado modelándole un todo que tuvo ca­ salud tan quebrantada, hubiese manifestado
bales simbolismos al castrarse, al quemarse potencia imprevisible. Estos condicionales no
los ojos y cegarse, al enloquecer, al colgarse. son de mi gusto asimismo. Quedémonos con lo
Su tragedia me sigue pareciendo de gran­ que nos dejó; nos basta para darnos cuenta de
des dimensiones, me sigue pareciendo acerba un ser extraordinario.
y nada absurda, sin que olvide la enfermedad,
el vacío que se le abrió, que le abrieron, que se
abría él y no rebasó con palabras y actos. L le­
gó a mi raíz su solución. En lo fundamental
rV V I* A
Digitalizado por
M Nacional* (A C O N A C U L TA
Bellas Artes
Sentados: persona no id en tifica d a , José Rubén R o m ero , p.n.L,
M arian o Silva > A ro v o z, p.n .1., E nrique G on zález .Martínez, X a v ie r
V illa u rru lia , G ilb erto O n e » , Ju lio T o r r l. De pie: B ern a rd o O rtiz
de M on fellan o, Ju lio Jim énez Rueda, M anuel Toussnlnl, Enrique
G on zález R o jo , .Salvador N ovo, Jaim e T o r r e s Bodet y tres
personas no Idenlirieadas (F o t o g r a fía de 1828)

E n fren te: Dos personas no id en tificad as, Ju lio J im én ez Rueda,


p.n,i», G enaro Estrada, A lfon so R eves. M arian o S ilva y A ce ves,
Sra. Manuela M. de R eyes, E nrique G on zá lez R i í j a do^pj&^onas no
iden tificadas, A le ja n d ro Q uljapq. De espalda*sli Á b laaM n a«eI 4A C O N AC ULTA
Hurta, tres personas no ¡denPrglt$MZ3ck^pQr ■
R o b e rto M onleneOrn
P erson a no Id en tificad a. Agustín Laxo. X a v ie r V llln rru tin . C ésar
llo r o , p.nJ. y E lias Vandíno

___

En la ca b eza de la mesa: José G o ro stlza . A su Izq u ierd a : Samuel


llam os. A lc á z a r (F lo r ís e l). X a v ie r V llla u rru tla . E n riqu e
G on zález R o jo . Luis C a rd o za y A ra gón . Agustín C arlos
Luquín. A su d erech a: J u lio Castellanos. R o sier^ ' J
S a lv a d o r N ovo, C arlos P e lliC ^ ¡í3 líg S $ 0 !lp é r«l
I\Biriquí* fíu n iA le z R o jo
Instituto
UsSis.1 Nacional de 4ACON ACULTA
Digitalizado por Bellas Artos
C arlos P e í I le e r. José V asconcelos, p.n.l, Jaim e T o r r e s B od e!. V ilo
en el cam ino en una de las g iro s de difusión cu ltu ral y re p a rto de
lib ros que solía r e a liz a r Vasconcelos, siendo m in istro de
Instru cción Pú blica

A l fondo, en e l gru p o de la d erech a. J o rg e Cuesta, en una fiesta


Instituto
diplomática |¡Syyi Nación a' de (A C O N ACULTA
Digitalizado por ■ m Bellas Artes
MADR I D
LA GACETA LITERARIA

C u bierta de un lib r o e o le e tiv o ilu stra d o p or G a b riel G a rría


M a ro lo . A la Izq u ierd a , de a r r ib a a b a jo : E n riqu e G o n zá le z R o jo ,
S a lv a d o r N o vo y Manuel H a p lrs A r r e . A l ce n tro : X a v ie r
V illa u rru tia y G ilb e rto Owen. A la d ererh a : O rtiz de M oni ella no,
C arlos P e ltic e r. lo s é G o ro s tiza y Jaim e T o r r e s B odet

Instituto
^acior?al de
Digitalizado por Belfas Artes
ás que grupo o generación, 1
Contemporáneos es, en M é­
xico, una actitud ante el arte
y la cultura (ante la sociedad
y la política), cuyas notas
distintivas son el rigor, la

CHUS crítica, la creación en contrapunto a la reali-


riari nacional, la oposición al chovinismo, la ur-
ncia de poner al día una literatura, la sensa-
ión simultánea de integración (el mecenazgo
de la Revolución Mexicana) y marginaiidad
(la incomprensión ambiental).
Según un punto de vista cifrado en la poe­

LOS sía, los géneros determinan las jerarquías y


son más Contemporáneos los poetas: Carlos
Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano, Enri­
CONTEMPORÁNEOS: que González Rojo, Jaime Torres Bodet, Sal­
vador Novo, Xavier Villaurrutia, José Goros-

LÁ DECEPCIÓN. LA tiza, Jorge Cuesta, Gilberto Oven, Elias Nan­


dino, No lo son tanto, de acuerdo a esta clasifi­

PROVOCACIÓN, LA cación arbitraria, Samuel Ramos, Rubén Sala-


zar Mailén. Octavio G. Barreda, Bernardo
Gastó!um (principalmente ensayistas), Carlos

CREACIÓN DE BN Chávez (músico), Celestino Qorosttza y R o­


dolfo Usigli (dramaturgos) o Agustín Lazo, Ru­

PROVECTO COL fino Tarnayo, María Izquierdo, Antonio Ruiz,


Julio Castellanos. Manuel Rodríguez Lozano,
Abraham Angel (pintores). A l extenderse, la
nómina contraría delimitaciones de una histo­
ria cultural y hace imposible (y finalmente in­
necesario) saber quiénes fueron exactamente
los Contemporáneos, nunca grupo constituido
sino tendencia que Be congregó en razón de
afinidades y enemistades comunes, se disper­
só y se contradijo, se repartió en editoriales,
empresas del gobierno, polémicas, periodismo
cultural, teatro, creación de revistas-
Si los nombres no son muy ajustables, la é-
poca que hizo posible y demandó su esfuerzo
conjunto es mucho más precisa. L a década de
los veintes en México, nuestra “ edad del
ja z z ” , le da al país su primera vivencia de "so­
ciedad abierta" y filtra audacias y provocacio­
nes antes imposibles por impensables. L a re­
volución ha terminado o está a punto de ha­
cerlo en su versión de lucha de facciones, fusi­
lamientos de generales y mirones, conjuras
que impiden el descubrimiento de complots.
En el lugar de Don Porfirio Díaz, finalmente
un dios vulnerable, se yergue un Estado fuer­
te, al que por el momento ocultan los rasgos pre­
miosos del Caudillo, del jefe revolucionario a

Digitalizado por
como los Contemporáneos, o hacia las metáfo­
ras que en primera y última instancia asom­
bran a sus hacedores, como los estridentistas.
Ser modernos: apoyarse en las oportunidades
quien el magnicidio democratizará (A lvaro del nacionalismo para hacer caso omiso de lo
Obregón) o a quien le fallará su conocimiento nacional.
de la incondicionalidad (Plutarco Elias Ca­ Unos —recapitula Gilberto Owen en
lles). En la capital de la República, ya liberada
1934— éramos economistas, otros éramos
de muchísimos controles de conducta y del ce­ campesinos, otros éramos ingenieros, otros
loso espionaje parroquial, cristaliza de golpe
éramos artistas. Todos éramos original,
lo que el porñriato pospuso y la lucha armada
esencialmente revolucionarios, y sentíamos
no consintió, las revelaciones y lecturas acu­ no necesitar de membrete que Lo pregona,
muladas, las nociones ixúciáticas de Freud y como los pájaros que veíamos no necesitaban
Marx y Einstein, la sensación de un mundo in­ el cartelito en latín de Linneo para cantar
terrelacionado, los vínculos entre la música y
con la voz exacta, seguros de que aunque los
el comportamiento, el eseeptismo y el “ cinis­ sabios distraídos pusieran cartel de cerezo
mo” aprendidos en guerras y revoluciones. El en el manzano, siempre sería una manzana
cine y la radio le permiten a loa Jóvenes mexi­
la que les cayera & descubrir la ley de New-
canos una simultaneidad de experiencias con
ton. Nacidos, crecidos en respirar aquel aire
los jóvenes de todas partes. Chaplin y Harold joven de México, nos identificaba un afón de
Lloyd, Greta Garbo y Pola Negri, Griffith y construir cosas nuevas, de adoptar posturas
M urnau, la s vam ps y el c h a rie s to n , nuevas ante la vida. Sentíamos esto lo único
el shimmy y el pelo corto de las mujeres. En revolucionario y más sincero que tomar sim­
dos o tres años se resuelven cuatro décadas plemente lo viejo y barnizarlo y escribir enci­
de postergamiento. Y a esto se agrega la
ma: “ jVlva la Revolueiónl” .
irrupción épica de los muralistas, que son a
México lo que —según la persuasiva demos­
En el texto de Owen, como en toda la nos­
tración de M ilosz— fue Mayakovsky a la talgia antinostáigica de sus amigos, hay dos
URSS, la interacción de dos mesianismos: la insistencias: la novedad de la época y el re­
clase obrera como redentora y la nación como chazo a un papel prefijado. El impulso crítico
redentora. es para ellos contradicción insuperable. ¿Có­
Una actualización tan febril y multánime no mo no ser parte de la Revolución y cómo no
rompe sin embargo del todo con la continuidad alejarse de un movimiento tan mal represen­
cultural. Son gente formada en un sentido de tado, tan abusivamente llevado, tan motivador
las tradiciones y del individualismo quienes de la demagogia populista? Del mismo modo
patrocinan el intento renacentista, la devo­ en que los Contemporáneos no se sienten es­
ción por el libro, las misiones rurales, la edi­ trictamente de vanguardia, aunque lo sean
ción de clásicos, el inventario de los bienes ar­ (porque si se atienen al concepto exclusivo de
tísticos del pueblo, la convicción de la unidad vanguardia, se cortarían de la tradición) tam­
hispanoamericana, el estallido de las van­ bién dudan ante la palabra revolucionario po­
guardias, la exhortación nacionalista que es blada en esos años de emociones feroces. El
recuento y utopía. El ánimo es triunfalista: al dilema de los Contemporáneos es integral:
entusiasmo por la revolución (no lo ocurrido ¿cómo soportar a una sociedad municipal y có­
en los campos de batalla, sino en el ánimo de ia mo no reconocer la brillantez de los esfuerzos
minoría ilustrada), se añaden todo tipo de sen­ estatales, cómo vivir la experimentación a la
saciones inaugurales que recorren escuelas, sombra de un gobierno, cómo adecuar técnicas
ministerios, oficinas, salones de baile y dispu­ ya gastadas para contar o verificar los nuevos
tas ideológicas. De la opresión y el desorden sentimientos, cómo no aceptar y cómo no alar­
trágico se ha salido a algo tan diferente que marse ante un capitalismo cuyos primeros he­
bien vale la pena asirlo de inmediato. Carpe raldos son militarotes y abogados de mentali­
diem. Apodérate del instante. Sé moderno, dades rústicas y depredadoras? Ser y no ser
consíguete un idioma incontaminado, aduéña­ revolucionarios. Los Contemporáneos no
te de un repertorio de estímulos, asómbrate de creen en la actitud virulenta y en la gesticula­
las cargas estáticas del danzón y el automóvil ción de los estridentistas; ellos tampoco repe­
y el jazz-bond y las fábricas y las luces de tirían a Paul Klee: "Yo quiero ser como recién
neón, vive pasiones inéditas, conduce a la su­ nacido, sin saber nada, absolutamente nada
perficie a una marginalidad que, expresada, sobre Europa... quiero ser casi un primitivo".
se convierta en algo distinto a la vivencia del Les urge no ser primitivos, hacerse de los re­
rechazo. Ser moderna: ya no escribir con ardi­ cursos plenos de la civilización. Les importa
miento pedagógico y patriótico, no concebir la también respetar el impulso que les ha conse­
literatura de cara a la nación y su dolorosa guido espacio. Ortodoxia y heterodoxia, cohe-
historia, sino en relación íntima con el hipócri­
ta lector, hermano y semejante. Ser moderno:
ir hacia las masas como los muralistas, o hacia
todos (a condición de que sean unos cuantos)
IA C O N A C U L TA
Digital izado por
Un programa de Btcción: traducir, leer, mo­
dificar el lenguaje poético. Unos cuantos jóve­
nes se enamoran de los descubrimientos freu-
dianos (lo que les permitirá entender algunas
reneia y contradicción: estos jóvenes escrito­ proposiciones surrealistas), estudian a Pound
res aceptarán parte de la prédica oficial (con y Eliot, leen L a tie rra baldía y la nueva poe
excepción de Cuesta, que critica el “clericalis­ sía norteamericana, analizan a Bretón, Coc-
mo educativo” de Vasconcelos), y se aparta­ teau, Claudel, Saint John Perse, Julea Lafur
rán del bolivarismo y la grandilocuencia ame­ gue, Jules Supervielle, Hart Grane, Cum-
ricana (con la excepción de Pellicer). Pero no mings. Escriben para vivir, para ser otros. La
lograrán prescindir del mecenazgo, e irán de frase gideana que el joven Villaurrotta le repi­
la protección de un ministro al apoyo de otro te incesante al joven Novo: "Hace fedta per­
ministro, serán a la vez marginados y protegi­ derse para recobrarse", cobra enorme sentido
dos, desarraigados y burócratas. Es inevita­ en ese paisaje de tertulias en librerías, edicio­
ble. En materia cultural en los veintes, el Es­ nes mínimas, plaquettes de poesía que le re­
tado es simplemente todo, y los Contemporá­ presentan al autor un esfuerzo económico,
neos aceptarán de él seguridades laborales acercamientos devotos y mitológicos a la cul­
primero, y & la postre, honores que no exclu­ tura francesa, frecuentación de ritmos distin­
yen la Rotonda de los Hombres Ilustres. tos y perturbadores, miedo ai destino de los
escritores que adularon a su público inmedia­
Es muy restringido el ámbito físico donde se 3 to, rumores que son exterminio moral, chismes
desarrollará el "Renacimiento Mexicano": el que maaifican a la difusión. Perderse p a ra re ­
centro de la ciudad, los edificios públicos so­ cobrarse, aceptar el virtual anonimato, gozar
juzgados por los muralistas, las casas y de­ de una labor sin reconocimientos, saberse vi­
partamentos de artistas e intelectuales. A vos por oposición a un medio que, en caso de
esta “ cocina fáustica", la sacuden las ofertas conocer sus intenciones, no las entendería en
del Secretario de Educación Pública José lo absoluto. Ser drásticamente contemporá­
Vasconcelos (1920-1924), que representa el neos, aoeptar lo estimulante en donde se halle,
matrimonio un tanto forzado de la energía re­ ignorar las epopeyas reales o fingidas de la
volucionaria y la cultura clásica, de la impa­ subordinación política de la literatura. En tor­
ciencia por hacerse de una nación y la urgen­ no suyo, políticos, burócratas y periodistas,
cia de uniformar el mando. Para ganar la con­ detestan agudamente —con y sin razones— a
fianza de la nueva casta gobernante, y la suya intelectuales y poetas.
propia, Vasconcelos debe ser vitalista (y eso lo El mayor espacio cultural son las revistas
llevará a ser antintelcctual). Pora sustentar (los suplementos aparecerán en los cuaren­
el vitalismo necesita, glorias de la paradoja, tas) y a ellas se les confían riesgos y predilec­
de I09 jóvenes escritores a quienes llama a co­ ciones. L a Falange. Contemporáneos, Clises.
laborar con el poder público en una empresa Loa nombres son programas, estrategias de
de dimensiones hazañosas. La burocracia cul­ conducta, incitaciones, respuestas enfáticas a
tural —término aín gravamen peyorativo en­ la hostilidad ambiental.
tonces— no impedirá la creación de obras per­
sonales y dará acceso a la creación de un tem ­ A la modernidad por la palabra, a la época re- 4
peramento colectivo. cién inaugurada con poemas cuya atmósfera
Hoy es fácil entender el pleno sentido de la nada tenga que ver con lo antes vivido y resul­
lucha de Contemporáneos, porque una parte te —en su propia dimensión lítereiria— una
de au sueño cultural se ha cumplido (con I bis li­ sensación nueva. Sin embargo, pasada la eufo­
mitaciones del caso). Hay el acceso natural a ria inicial, quienes viven el estremecimiento
la cultura de todas partes del mundo, se multi­ de la modernidad, no lo celebran demasiado,
plican —en plena crisis— revistas y ediciones, atrapados como se consideran entre los resi­
una librería no es una capilla iniciática, y si no duos del mundo feudal y la nueva barbarie del
existen muchos compradores, sí hay frecuen­ saqueo y el oportunismo. En 1933, Jorge
tadores de la poesía difícil y sin concesiones. Cuesta, en cart a a Bernardo Ortiz de Monte-
En los veintes, todo está por hacerse y los llano a propósito de "la vanguardia de Ukses,
Contemporáneos representan una vanguardia de Contemporáneos"} niega que se hayan reu­
de los derechos del lector y del escritor. Para nido de modo premeditado en tom o de doctri
ellos, escribir es disipar fronteras, traducir es na» artísticas o metas definidas; para ellos la
romper el cerco, evitar que la nacionalidad se literatura es profesión de fe y si se les hace ca­
vuelva una fatalidad. Hay que reconocer, en ber en un grupo es sencillamente porque se
donde se encuentra, la consumación de los evita o no se desea su compañía literaria:
ideales artísticos, hacer del rigor formal el
criterio para ubicarse y ubicar la obra propia.
E l verdadero tiempo perdido es aquel en que Reunimos nuestras soledades, nuestros
nos hemos desvinculado de las fuentes de la
cultura occidental, cediéndole a situaciones
del país el lugar intr&sferible de la imagina­
ción.
Nacional de (A C O N A C U L TA
Digitalizado por 5£S£! Artes
cias o afinidades y el talento literario produ­
cen obras definitivas y marcan un nivel de ca­
lidad y de crítica. En su polémica con Abreu
Gómez, Jorge Cuesta es inapelable:
exilios; nuestra agrupación es como la de
los forajidos y no sólo en sentido figurado E l nacionalismo equivale a la actitud de
podemos decir que somos "perseguidos por quien no se interesa sino por lo que tiene
la justicia". Vea usted con qué facilidad se que ver inmediatamente con su persona: es
nos siente extraños, se nos destierra, se el colmo de la fatuidad. Su principio es; "no
nos ' desarraiga” , para usar la p&laba con vate lo que tiene un valor objetivo, sino Jo
que quiere expresarse lo poco hospitalario que tiene un valor para mí1'. De acuerdo a
que es para nuestra aventura literaria el ¿1, es legitimo preferir las novelas de don
país donde ocurre. Esa condición quiere Federico Gamboa a las novelas de Stendhal
que sean nuestros personales aislamientos y decir: don Federico para los mexicanos y
los que se acompañen, los que constituyan Stendhal para los franceses. Pero bagase
un grupo. una tiranía de este principio: sólo se natu­
Nuestra proximidad es así el resultado ralizarán franceses los mexicanos más fi­
de nuestros individuales distanciamientos, nos, esos que quieren para México no lo me­
de nuestros individuales destinos, más que xicano sin lo mejor. Por lo que a mí toca,
una deliberada colectividad. ningún Abreu Gómez logrará que cumpla el
deber patriótico de embrutecerme con las
obras representativas de la literatura me­
Tan melancólicas palabras se oponen nece­ xicana. Que duerman a quien no pierde
sariamente a nuestra visión actual. No sólo nada con ello; yo pierdo ¿ a Cartuja de P a r -
por el Tencor al presente y la inevitable mitifi- Tita y mucho más.
cación del pasado que expresan, sino porque
estamos ya al tanto de las dos etapas de Con­ E l rechazo del pasado de México no es el
temporáneos; su descubrimiento del arte sentido genuino de este texto (si algo, los
como nacionalidad verdadera y última, y la Contemporáneos reivindican una cultura na­
sensación posterior de acoso y resistencia. En cional). Más bien, Cuesta se rehúsa a conver­
ambas instancias advertimos —en lecturas y tir la tradición en molde inapelable. Hay que
testimonios — la presencia de una colectividad conquistar el derecho de una literatura distin­
deliberada a la que la Revolución Mexicana ta, sin "presiones", aunque en el momento sus
(algo más y algo menos que el conjunto de las productos parezcan irrelevantes o pueriles.
transformaciones nacionales) les da ámbito Recuérdense las admoniciones de González
social y credibilidad interna, Les niega el reco­ Martínez ("Tuércele el cuello al cisne de en­
nocimiento suficiente y la credibilidad exter­ gañoso plumaje”), y las perfecciones de Díaz
na. Mirón y compáreselas con el estilo candoro­
No son ganas de un pasado legendario, de un so de José Gorostiza en su primer libro. Can­
Bloomsbury que crece entre las ruinas porfiria- ciones p a ra cantar en tas barcas (1926):
nas, o de una íoat generatúm que no conoció pero
intuyó París, los que han conducido a ¿Quién me compra una naranja
la revaloración actual de Contemporáneos. A para mi consolación?
ellos les tocó ser la primera generación o ten­ Una naranja madura
dencia cultural de un país sojuzgado política en forma de corazón.
pero ya no tanto socialmente, con un paterna-
lismo que admitía (porque no podía controlar­ En el alegato más conocido sobre los Contení- &
las) zonas de excepción. Una nueva estética se poráneoa, Jorge Cuesta (en 1932, al término
configura sobre un paisaje de sustituciones: al de la acción conjunta), afirma:
tradicionalismo lo sustituye un collage de tra­ Le roba a una generación pasada quien la
diciones y nuevas creencias: a la concepción continúa ciegamente. L e roba a una genera­
religiosa ancestral la sustituyen el culto de la ción futura quien le crea un programa para
escuela y la veneración primeriza de la tecno­ que lo siga,,. L a realidad mexicana de este
logía. grupo de escritores jóvenes ha sido su de­
Al cerco antintelectual se responde impug­ samparo y no se han quejado de ello, ni han
nando al nacionalismo cultural y señalando el pretendido falsificarlo; ello les permite ser
raquitismo ambiental. En esos años, el "olitis como son. Es maravilloso cómo Fellicer de­
mo" es, de modo nada paradójico, la amplia­ cepciona a nuestro paisaje: cómo Ortiz de
ción de límites, esfuerzo intelectual, lecturas Montellano decepciona a nuestro fo lc lo re ’,
a contracorriente, búsqueda de un sentido cómo Salvador Novo decepciona a nuestras
universal de la cultura. Por eBO, importa rei­ costumbres; cómo Xavier Villaurrutia de­
vindicar una parte considerable del trabajo de cepciona a nuestra literaiura: cómo Jaime
Contemporáneos. Sí el conservadurismo de
algunos de ellos no les permite entender el
proceso del país (que por otra parte muy pocos
comprenden), la rigurosa selección de influen­
Digitalizado por ¡fas Artes
f l
te o no, campana de la que casi nadie se esca­
pa. El propio Alfonso Reyes a su regreso a
México se sorprende y le confía a su amigo
Antonio G. Solalinde (26 de agosto de 1924);
Torres Bodet decepciona a su admirable y
“ Yo siempre creo que los jóvenes tienen razón.
peligrosa avidez de todo lo que lo rodea; có­
Hay entre ellos mucha mariconería. enferme­
mo José Qorostiza se decepcionan- si mismo,
dad nueva aquí, y eso me aleja de muchos y
cómo Gilberto Owen decepciona a su mejor
me hace sufrir, pues no soy tan escéptico e in­
amigo.
diferente como yo mismo me Jo figuraba”. La
El centro de la decepción esté en las espec- enfermedad nueva molesta a grados de exas­
tativas de la sociedad y del Establecimiento peración organizada. Recuerda Manuel Ma-
cultural- Y allí mismo se encuentran las razo­ ples Arce, el libertario poeta estridentista, en
nes de la leyenda casi instantánea y de la se­ sus memorias (Soberana juventud, 1907):
gura. aunque no muy visible, construcción de
obras que van creando a su público, Los Con­ En una ocasión nos reunimos en el Salón
temporáneos son, si algo, precoces, en aten­ Verde de la Cámara de Diputados para tra­
ción a los requerimientos de un paos que ha tar el problema de los homosexuales en el
visto la desintegración de su gerontocracía y teatro, el arte y la literatura Aunque hubo
de sus “ generaciones maduras” . México en declaraciones reprobatorias, el diablo me­
los veintes: generales, gobernadores, diputa­ tió el dedo y ellos se quedaban más orondos
dos, poetas que no rebasan los 25 años. La que nunca, mientras la gente se preguntaba
precocidad arraiga y define, la precocidad por qué se les permitía moverse con tanto
obliga a un aislamiento prematuro, la precoci­ desplante, cuando en la época de Porfirio
dad lleva a enfrentamientos muy desiguales. Díaz se les obligaba a barrer las calles,
A los 18 años. Torres Bodet es secretario par­ como aconteció alguna vez a los que hicie­
ticular del Ministro de Educación; a los 21 ron célebre el número 41, que popularizó
años, Novo en Ensayos y X X poemas afirma una estampa de Posada. La moral pública
un programa poético sorprendente en una cul­ no depende de un grupo; es el estilo de una
tura hasta hace poco desvinculada de sus sociedad, como diría Ortega y Gasset, y
fuentes tradicionales por las guerras naciona­ cuando ésta acepta que cada quien haga de
les e internacionales. Novo se propone un trato su juicio un papalote, no existe posibilidad de
distinto con la posteridad (a la que desea y de dignificación.
la que se burla); a él, el humor lo reconcilia y lo El espíritu de mafia les dio preponderan­
distancia da la realidad y lo urbano la resulta cia. A veces emprendían verdadera perse­
el único modo de vida posible. En Ensayos y cución contra quienes se resistían a solida­
X X poemas, Novo quiere “ redimirse” de la tri­ rizarse con sus intentos de hegemonía inte­
vialidad y darle a cada texto una importancia lectual o se negaban a entrar en aquel mo­
nueva, y afirma, con vigor implícito, una tesis: nipodio. Fue la época de la insistente publi­
poesía es, también, lo no consagrado, aquello cidad de Proust y Gide, en cuya obra Be am­
cuya legitimidad artística viene de la meta­ paraba la comedia de los “ maricones’' y el
morfosis de las cosas comunes o de la convic­ cinismo de los pederastas.
ción de lo insólito: sardinas, máquinas noisy Para escapar & toda responsabilidad
Steinway, películas de Paramo unt. calamares adoptaron una posición neutral que les per­
en su tinta, un masajista en Nueva York, re­ mitió sobrevivir por encima de todos los
des telegráficas para jugar tenis, ombligos conflictos ideológicos que han conmovido a
para los filatelistas. Cada objetivo anticipa un la nación mexicana. Nunca fueron de dere­
programa que será, sucesiva o simultánea­ cha ni de izquierda,,. Pretendían una esté­
mente, sentencioso, alegre, melancólico, es­ tica que los eximía de compromisos y los
pontáneo: ponía al margen de toda obligación respon­
sable.
Es necesario viajar en tranvía A la sombra de protectores deseosos de
cultivar el sentido de lo paralelo aparecer como mecenas intelectuales, edi­
y no tropezar con nadie nunca. taron, con el dinero de la nación, una anto­
logía en que los agraciados escribieron sus
¿Qué tan “ marginales” son los Contemporá- 6 panegíricos, los unos sobre los otros.
neos en sus años de movimiento colectivo? Así
pertenezcan a la burocracia gubernamental, La ley del menor esfuerzo. Para responder
que lea da oportunidad de trabajo y ascenso, sí a inclusiones y exclusiones de la Antología de
son marginales respecto a la cultura oficial, al Poesía Mexicana (1928), labor de grupo por la
gusto literario dominante, los estilos de vida. que se responsabiliza Jorge Cuesta, lo mejor
Aunque aólo algunos de tos Contemporáneos es descalificar todo el esfuerzo por razones
son homosexuales, la saña y la difamación no “ morales". En los veintes y en los treintas, de
admiten excepciones. La parte por el todo,
bienvenida la facilidad de deshacerse de ene­
migos con flancos tan vulnerables. El cúmulo
de odios y prejuicios deviene, voluntariamen­ nstrajio
yt Nacional de «A C O N ACULTA
Digitalizado por 1 Bellas Artes
Los guardianes de este nacionalismo (en­
tre los que se cuentan novelistas de la Revolu­
ción, poetas, funcionarlos, pintores), quieren
eliminar de la nación misma, en una noche de
modo incesante, se exige el cese de algunos cuchillos largos del presupuesto y de la res-
escritores, su aislamiento de la sociedad o su oetabilidad. a los agentes del debilitamiento.
envío al penal de las Islas Marías. El nacionalismo cultural es enemigo implaca­
La campaña se extrema. Orozco los carica­ ble que complementa, con su teoría de las vir­
turiza (“ Los Anales”) y, en loa muros de Edu­ tudes de la raza, lo que despliegan chistes y
cación Pública, Diego Rivera se burla de Anto- chismes y burlas y agresiones verbales: el
nieta Rivas Mercado a quien una enérgica re­ rencor activo contra el comportamiento dife­
volucionaria le entrega una escoba para que rente. Por eso, el tema de la homosexualidad,
barra los restos de esa simbología de liras, pa­ así sólo abarque a una parte de Contemporá­
letas de pintor exánime, rosas blancas y un neos y no sea criterio literario, es indispensa­
número de Contemporáneos de 1928, Con ex­ ble para entender un proceso general de mar-
presión desolada, la Rivas Mercado ve a un finalidad o integración culturales. A l ser la
obrero revolucionario ponerle el pie a un poeta heterodoxia sexual la elección límite en una
con orejas de burro. sociedad represiva, determina comportamien­
El linchamiento moral es Fenómeno de am­ tos intelectuales, prácticas estéticas, oculta-
plias resonancias culturales y literarias. En­ miento y procedimientos para decir la verdad
tonces, la homofobia (el prejuicio Internaliza y desafíos sociales como el de Novo. Y deter­
do, el odio contra los homosexuales) es hecho mina también rechazos muy profundos. El fe­
incontrovertible de la naturaleza social, que, nómeno es internacional. En esos años escribe
en gran medida, depende del ínfimo lugar con­ en España Luis CernudaLos/iiacerespro/uíri-
cedido a las mujeres. Un homosexual es al­ do8i
guien que voluntariamente se degrada al ase­
mejarse a las mujeres, y la homofobia es el re­ Si el hombre pudiera decir lo que ama,
gistro público y privado de esa degradación Si el hombre pudiera levantar su amor por
Un Joto es un enemigo de la continuidad de la el cielo
especie y una amenaza a Ir . valores funda­ Como una nube en la luz;
mentales, lo que se agrava con su presencia en Si como muros que se derrumban,
campos en donde no había participado abierta­ Para saludar la verdad erguida en medio,
mente, y con su actitud desafiante. L a perse­ Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo
cución se acrecienta, es una manera de expre­ la verdad de su amor,
sar lealtad a la tradición. En 1926, Jiménez La verdad de sí mismo,
Rueda se queja del “ afeminamiento de la litera­ Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
tura” , y es preciso recordarle la existencia de Sínoamoro deseo.
Los de abajo de Mariano Azuela para disuadí rl o Yo sería aquel que imaginaba;
de su lamentación perla virilidad perdida. D éla Aquel que con su lengua, sus ojos y sus ma­
queja se va a la acción directa. Se instala en la nos
Cámara de Diputados un Comité de Salud Pú­ Proclama ante los hombres la verdad
blica que “ depurará al gobierno de contrarrevo­ ignorada
lucionarios” y el 31 de octubre de 1934, un gru­ La verdad de su amor verdadero.
po de intelectuales (José Rubén Romero, Mau­ (D e “ Si el hombre pudiera d ecir")
ricio Magdaleno, Rafael F. Muñoz, Mariano
Silvay Aceves,Renato Leduc, Juan O'Gorman, ¿Cómo dicen Pelllcer, Novo y Villaurrutia “ la
Xavier Icaza, Francisco I. Urquizo, Ermilo verdad de su amor verdadero? En formas dis­
Abreu Gómez, Humberto Tejero, Jesús Silva tintas, en la plena alegoría de Villaurrutia que
Herzog, Héctor Pérez Martínez y Julio Jimé­ utiliza en “ Nocturno de los ángeles” al símbo­
nez Rueda) le solicita a este Comité que, puesto lo universal del marino (presente en Cocteau
que se intenta purificar la administración pú­ y Génet), en el patetismo autovejatorio de
blica, Novo que se considera un expulsado del paraí­
so y del infierno, o con la melancólica claridad
de Pellicer:
se hagan extensivos sus acuerdos a los in­
dividuos de moralidad dudosa que están Sé del silencio ante la gente oscura,
detentando puestos oficiales y los que, con de callar este amor que es de otro modo.
sus actos afeminados, además de constituir
un ejemplo punible, crean una atmósfera de
corrupción que llega al extremo de impedir
el arraigo de las virtudes viriles en la ju ­ En los veintes, la poesía cambia de status y 7
ventud. .. Si se combate la presencia del fa­ deja de ser la religión de multitudes de fines y
nático, del reaccionario en las oficinas pú­
blicas, también debe combatirse la presen­
cia del hermafrodita incapaz de identificar-
so con los trabajadores de la reforma social.

Digitalizado por ¡SS™ ^ as Artes


R o b e rto M on ten egro, f'o r lo s IV IlIr e r . S a lva d o r IMovn y C a rlo s Itlonslsáls

principios de Biglo. Es ya actividad silenciosa tímulo escribiendo para el porvenir, o mejor,


y marginal. Preparados por Tablada y López para esa forma cálida del porvenir que es el
Valarde, los poetas rompen con el desconfiable reconocimiento de unos cuantos, no necesa­
impulso adquirido, y eligen “la oscuridad" de riamente amigos. A la minoría siempre, por
la poesía pura, aceptan sin titubeos las conse­ que bóIo la minoría escucha, porque es infre­
cuencias que trae consigo el abandono de las cuente hallar quienes sepan leer y quienes,
recetas de “ profundidad, hondura anímica y además, sepan leer poesía, ya sin el atractivo
amor desesperado". Ya es inútil escribir para de una voz modulada que le dé características
ser declamado. Una nueva forma del saber li­ bélicas a dulcísimos poemas de amor. Es la
terario deviene guato prácticamente secreto, exigencia de lectores inteligentes lo que inci­
lenguaje soterrado cuyo desciframiento remi­ ta a publicar revistas, lo que siembra ensayos
te & unos cuantos autores, a un amor sacra­ y poemas de mensajes cifrados, lo que violen­
mental por un vocabulario. El principio de la ta el proceso de unificación.
reconquista del público lo da López Valarde Para algunos, en especial Pellicer y Novo,
que, desde la Suave Patria, deslumhra a un es relativamente fácil hacerse de un ámbito de
público que desea comprenderlo, se pierde confianza y divulgación. Para otros, como
casi siempre en el intento y acaba por apre­ Owen y Ortíz de Montell&no, es casi imposi­
henderlo en la memorización. Pero a los de­ ble, y Cuesta ni siquiera verá sus textos reuni­
más. la pérdida de lectores nales preocupa de­ dos en libro. Varios morirán sin recibir la esti­
masiado. ¿Qué ganarían con retenerlos sobre ma minoritaria, para obras que eluden las res­
bases ficticias, escribiendo una poesía ya he­ puestas adquiridas. ¿Qué lectores, en los vein­
cha, es decir, dejando de crear? En esos años, tes y en los treintas, con los ecos modernistas
son fulgurantes las innovaciones en España y a cargo de la sensibilidad dominante, y una
América Latina; López Velarde, Neruda, Cé­ conciencia política a la zaga de una historia
sar Vaüejo, Borges, Tablada, Huidobro, Lar­ aceleradísima, advertirán la inteligencia, el
ca, Cornuda. Jorge Guillen. Salinas. Aleixan- cuidadoso trazo imaginativo, el quebranta­
dre, Gerardo Diego, Oliverio Girondo, Nicolás miento de las fórmulas? Uno de los problemas
Guillen. César M oro... Ante el adelanto de los es las dificultades ds ubicación temática. ¿De
creadores, los lectores (escasos) se habitúan qué hablan estos sujetos? ¿Cómo es posible
como pueden a los modas de la nueva precepti­ defraudar de este modo a quienes buscan en la
va, desconfían de su predilección por lo que poesía estímulos evidentes?
Gorostiza llama “las pastelerías modernis­
tas", dejan de ser la masa domada y hechiza­
da que sigue a los poetas declamables y se
arrebata con los distintos encantos de la pro­
sodia. Los escritores compensan la falta de es­
Digitalizado por Bellas Artes
corporan de modo preeminente a Mariano
Azuela. Enrique González Martínez y Alfonso
Beyes, en su ideario explícito afirman el sitio
básico de la tradición. Hoy, una lectura de su
acción colectiva destaca los aspectos icono­
A lgo seguro: estos literatos no hablan de la
realidad inmediata. Imposible confundir el clastas, las sátiras y los enfrentamientos.
paisaje mexicano con un paseo de sátiros, Pero el diatancíamiento de la tradición se da
marquesas y estatuas vivas en jardines de entre ellos de modo selectivo y sin pregonarlo
confusión. Eao ya está soldado, y la mayoría demasiado.
de loe Contemporáneos pagó bu deuda de ini­
ciación con el modernismo y con González
Si la transformación primordial ocurre en
Martínez, llegó a la madurez por vías ortodo­
la poesía (la prosa narrativa de los Contempo­
xas.
ráneos es tristísima, con la excepción de las
Hacer poesía pura es cuestión muy ardua
crónicas viajeros de Novo), se expresa tam­
en una sociedad entusiasmada con las revela­
bién en la pintura, el teatro, el ensayo litera­
ciones de lo nacional y que desearía verse re­
rio, el periodismo cultural y político. Ley de
flejada, en su ambición y en su azoro, en todas
las compensaciones; para sustentar el gusto
las muestras literarias, Pero los jóvenes poe­
por la poesía, ea preciso tener a mano otros re­
tas se abandonan a su manera a la musicali­
cursos. Llevar a otros campos las exigencias
dad de la palabra y no admiten ningún tema
de la literatura. E l teatro, por ejemplo, es fun­
"revolucionario'’. Al respecto, Ortíz de Monte-
damental. En un escenario devastado por
llano es categórico en un texto de 1Q30:
obras españolas o francesas donde nada turba
el dulce sueño de las familias, las puestas en
escena de Lenonnand. Cocteau, Eugene O -
Lo que logró hacer la revolución mexicana
Neill o Giraudoux son actos teatrales, sociales
con la nueva generación de escritores,
y políticos. Para empezar, se prescinde del
puestos desde la infancia a comprobar la
acento castizo. Acto seguido, se problematlza
amarga realidad de esa revolución, fue con­
la psique, un territorio desconocido entonces.
vencerlos de la existencia de una sensibili­
dad personal, mientras más personal más Lo mismo ocurre con la plástica. L a Escue­
genuin&mente mexicana, en donde había la Mexicana de Pintura, con genio, ha absorbi­
que ahondar sin retrasarse con la cultura do demasiado espacio y ha degenerado en go­
del mundo... En vez de entregarse a la rea­ bierno. Se necesita alentar a pintores sin men­
lidad inmediata, a la carne de la revolución, saje. En la revista Contemporáneos Samuel
a lo hechoB pasajeros que podrían haber Ramos estudia y divulga a Picasso, y se de­
sido temas más o menos vivos y vividos, fiende con reproducciones la obra de quienes
prefirieron darse al espíritu nuevo de bu no militan ardorosamente en el muralismo,
país, a la entrañable búsqueda de formas quienes confían en el "intimísmo", en la aven­
tradicionales y profundas concentradas en tura del color, en ser las correspondencias pic­
su propio ser» Esfuerzo equivalente a la tóricas de una poesía tan desprovista de haza­
identificación del carácter nacional que in­ ñas y mensajes. En este apoyo, en esta reci­
tenta el país con la revolución procurando, procidad de intereses, se advierte el sentido
también, encontrarse y conocerse a sf mis­ de la empresa colectiva de Contemporáneos.
mo. Con razón, José Emilio Pacheco ha señalado
cómo la poesía do Contemporáneos es la parte
Las palabras de Ortíz de Montellano apun­ que nos corresponde en México de la gran
tan a dos situaciones culturales. Por un lado, poesía de los años veintes: también, se puede
no es sólo, ni siquiera es fundamentalmente, el decir que es la parte que nos corresponde del
disgusto reaccionario el que omite a la revolu­ gran impulso de asumir las contradicciones,
ción de los poemas. Ningún escritor que traba­ de creer en la modernidad ejerciéndola, de vi­
je seriamente, ni siquiera los muy rebeldes es- vir el espacio de interdependencia que vincula
tridentistas. admite que los sucesos recientes a un país con el mundo. Sin el ánimo interna­
—tomas de ciudades, caídas y elevaciones de cional y la seguridad de construir una cultura
gobiernos, aparición de La gleba en el escena­ nacional no se concibe la torea de loe Contem­
rio— merezca algo más que líneas perturba­ poráneos, Auspiciados, perseguidos, mal leí­
dos, homenajeados a discreción, todavía espe­
doras; "M ejor será no regresar al pueblo i ai
edén subvertido que se calla /en la mutilación ran La lectura inteligente y disciplinada ds
de la metr&Ua"(López V©larde). Es mucha la amplios sectores. Ante un público obsesionado
cercanía y casi insalvables los escollos estéti­ con el fondo y ocupado muy pocas veces en la
cos. forma, ellos reivindicaron el rigor artístico en
Por otra parte, resulta claro que —con la esos "tiempos de mudanzas Llenos / y do fir­
excepción beligerante de Cuesta— los Con­ mezas jamás” .
temporáneos no niegan la existencia de una
"sensibilidad mexicana”, ni están dispuestos a
refutar la tarea nacionalista del autoconoci-
miento. Si en la revista Contemporáneos in­
, , ., . Nacional de «A C O N A C U LTA
Digitalizado por :;¿£2! BfipsArtes
Bcrlbir acerca de ion ‘ con­
temporáneos” no es fácil.
Los que hoy son asi Llama­
dos, eran en su tiempo un
conjunto heterogéneo, un

RUBÉN Como montón de distintas


tendencias e inclinaciones ligadas por la voca­

¡¡ALAZAR ción literaria, aunque no identificadas o fundi­


das por ella.
Uno de estos ‘‘contemporáneos” , Xavier VI-

MULLEN llaurrutia, habló de un “ archipiélago de sole­


dades” y la designación parece justa, porque
sugiere la Idea de proximidades que no culmi­
nan en unidad. Otro de los “ contemporáneos” ,
Jorge Cuesta, fue más explícito, aunque no

GÉNESIS más claro que ViUaurrutia: en una carta diri­


gida a Bernardo Ortiz de Montellano el 12 de
diciembre de 1033, ee expresó así: “ ...se nos
DELOS reúne, se nos hace caber en un grupo, sencilla­
mente porque se evita o porque no se desea

CONTEMPORÁNEOS nuestra compañía literaria. Reunimos nues­


tras soledades, nuestros exilios; pero nuestra
agrupación es como La de los forajidas, y no
sólo en sentido figurado podemos decir que
somos perseguidos de la justicia’.* Vea usted
con qué facilidad se nos siente extraños, se
nos destierra, se nos 'desarraiga', para usar la
palabra con que quiere expresarse lo poco hos­
pitalario que es para nuestra aventura litera­
ria el psia donde ocurre. Esta condición quiere
que sean nuestros personales aislamientos los
que se acompañen, los que constituyan un
grupo” .1
Efectivamente, la exclusión agrupó a los
“ contemporáneos ”: los agrupó orgánica, no
formalmente. Eran vistos con disgusto, si no
con inquina, en su época. A tanto llegó esta
antipatía, que por ser alguno de los "contem­
poráneos” homosexual, se atribuía a todos ho­
mosexualidad en días en que se consideraba
pecaminoso y hasta delictivo serlo. De los
“contemporáneos” tenía el vulgo la impresión
de que eran una suma de "cuarentaiunoa" o
* Alusión ai proceso penal a que se nos sometió en 1038 si
propio Jorge Cuesta y a mí. A él, por ser director de la re­
vista Examen, en cuyas página* te publicaron algunos ca­
pitulo» de mí novela Car-iAluU, ®n lo* que *« empleaban
palabra* ‘‘prohibidas'’ por la decencia. A mi, por hsiber em­
pleado esas palabras. El proceso terminó con un* senten­
cia absolutoria dictada por el ju ei Jesús Zavala,
1 Jorge Cuesta. “ Encuesta sobre la poseía mexicana
(Carta a Bernardo Ortiz de Montellano), en Poemas y
ensayo*, t. IH , pág. 378. Colección "Poemas y ensayos” ,
Universidad Nacional Autónoma de México, México,
M CM LX IV

i l Nacional de IA C O N A C U L TA
Digitalizado por «-i Bollas Artes
que pretendía constituir Ortiz de Montellano,
De ahí que, a partir de la publicación del direc­
torio, empezara a retraerme para apartarme
al cabo.
“ amujerados” , como se llamaba a los homose­ El tiempo se encargó de enmendarle la pla­
xuales. na a Ortiz de MonteÜBjio; echó del “ archipié­
Doble exclusión pesó, pues, sobre loa “ con­ lago de soledades” a Genaro Estrada, Bernar­
temporáneos” : la de ser supuestamente homo­ do J. Gastélum, Emilio Abreu Gómez y a mí.
sexuales y la de ser aficionados al cultivo de Atrajo, en cambio a Jorge Cuesta y Gilberto
las letras en una sociedad que veía con recelo Owen, a los que ba sumado los nombres de
a loa intelectuales. Fue eso lo que hizo de ellos Salvador Novo y Carlos Feiiicer, que, a decir
un "grupo sin grupo", como también se les ha verdad, no fueron contemporáneos, no obstan­
llamado. Y, Analmente, fue eso lo que determi­ te que hoy Be les considera de los más conspi­
nó el fracaso de Bernardo Ortiz de Montellano cuos entre ellos. Novo se Lo dijo a Merlin H.
en cuanto a reunir formalmente a los colabo­ Forster en una carta muy esclarecedora, que
radores de Contemporáneos, revista que dio el profesor de la Universidad de Illinois hizo
su nombre al "archipiélago de soledades” . pública en su libro Los Contemporáneos .e Esa
Ese intento de Ortiz de Montellano a nadie carta, no suficientemente conocida, proyecta
agradó. Villaurrutia, opinó que no tenia objeto mucha luz sobre los “ contemporáneos” . Con­
constituirse en grupo. En cuanto a mí, me re ­ viene, por eso, reproducirla:
pugnó la idea y te dije a Ortiz de Montellano “ México, D. F., 28 de marzo de 1980.
que, si llegaba a constituirse el grupo, no me “ Sr. D. Merlin H. Forster, University of
incluyera en ét- Illinois.
Pero Ortiz de Montellano era obstinado y, “ Urbina, Ul-, USA.
como director de Contemporáneos, insertó en “ Muy estimado señor:
las páginas de la publicación un directorio, en “ Contesto gustoso el cuestionario relativo
el que figuraba él encabezando, como director, a mi participación en el Grupo de Contempo­
el elenco de colaboradores de Contemporá­ ráneos, no sin aplaudir la claridad de su juicio
neos. Los demás, a los que se nos llamó sim­ y la precisión de su investigación, que hará de
plemente “ redactores", fuimos Ermilo Abreu su tesis doctoral un documento muy valioso y
Gómez, Genaro Estrada, Bernardo J. Gastó completo.
lum, Enrique González Rojo, José Gorostíza, "E l lapso 1922-1932 sobre el que usted
Celestino Gorostiza. Samuel Ramos, yo, Jai­ pregunta si en él existió un cenáculo o grupo
me Torres Bodet y Xavier Villaurrutia. Este formal debe considerarse escindido en al me­
directorio fue publicado en los números 21, nos dos etapas para entenderlo bien: una que
22, 23 y 24 de Contemporáneos, correspon­ iría de 1020 a 21 (restitución de la Universi­
dientes a febrero, marzo, abril y mayo de dad Nocional por Vasconcelos; fundación de la
1830. Secretaria de Educación con él como Minis­
El catálogo de “ redactores" fraguado por tro) a 1924 —fecha de su distanciamiento con
Ortiz de Montellano fue, por lo menos, incom­ el gobierno de Obregón y Calles; y otra etapa,
pleto. En él no figuraban Jorge Cuesta y Gil­ de 1926 a 1930 o 32.
berto Owen, no obstante que éste había cola­ "Vasconcelos llamó a su lado a los jóvenes
borado desde el primer número de la publica­ intelectuales —poetas sobre todo— de aquella
ción y que Jorge Cuesta lo hizo desde el cuar­ época: Jaime Torres Bodet, primero secreta­
to número. Tampoco estaba presente Alfonso rio particular suyo en la Universidad, y en se­
Gutiérrez Hermosillo, el joven poeta que em­ guida Jefe del Departamento de Bibliotecas al
pezó a colaborar en el número 6 de la revista, fundarse (1922) Educación: José Gorostiza,
en cuyo directorio, en cambio, se podían leer amigo y compañero de escuela de Jaime; Ber­
los nombres de Bernardo J, Gastélum y Gena­ nardo Ortiz de Montellano —su amigo más ín­
ro Estrada, que propiamente discernían su timo— y Enrique González Rojo, hijo de Enri­
mecenazgo a Contemporáneos, sin que por que González Martínez, quien a la muerte de
eso, a pesar de la relación personal amistosa Ricardo Gómez Robelo, ocupó con Vasconce­
con Torres Bodet, Ortiz de Montellano y Gon­ los el puesto de Jefe de! Departamento de Be­
zález Rojo, merecieran un especial respeto li­ llas Artes.
terario. Se consideraba en primer Lugar su "Villaurrutia (n. en 1903) y yo (1904) éra­
mecenazgo y en lugar muy secundario su mos un poco más jóvenes que esos poetas, con
aportación literaria. Quizás la obra de estos
doa Mecenas merezca estima; pero hasta aho­
ra no se ha valorado. * Merlin H. Porater, Loa Contemporáneo». 1920-
También fue error da Ortiz de Montellano 1932. P e rfil de tai experimento vanguardista mexicano.
incluir en el directorio a Ermilo Abreu Gómez, Ediciones De Andrea. Colección Studium-48, México,
1094, p¿#. 118.
que, aunque asiduo colaborador de Contempo­
ráneos. se sintió siempre distante de loa de­
más colaboradores y no se cuidaba de ocultar­
lo. En cuanto a mí, ya he dicho que me repug­
naba la idea de quedar incluido en el “ grupo”
«A C O N A C U LTA
Digitalizado por ::¿¡
res. Si bien es cierto que en Vida Mexicana no
aparecen colaboraciones mías, ello se debe a
que la revista no continuó. Pero mi ubicación
era ya para esa época más cerca de PHU y de
su grupo, que de JTB y el suyo.
“ Creo necesario llamar su atención a otra
revista que no menciona: M éxico Moderno,
que era una publicación muy seria e impor­
tante de la época. En ella PHU me hizo encar­
garme de una interesante sección llamada
‘Repertorio1. Fue precisamente la extinción de
M éxico moderno la que hizo sentir, tanto al gru­
po de Educación (T B ) cuanto al de la
Universidad (P H U ), la necesidad de contar
con un órgano, y la decisión de fundar la
Falange tan ol mismo tiempo que la efímera
Vida Mexicana.
“ La renuncia de Vasconcelos —que dejó
Educación en manos del Dr. Bernardo J, Gaa-
télum, Subsecretario transfirió a éste el me­
cenazgo del grupo de Falange. El cambio de
gobierno en 1834 llevó al Dr. Gastélum al De­
partamento de Salubridad, y con él se fueron a
trabajar Torres Bodet» González Rojo, Ortiz
de Montellano. Gorostiza. Del joven binomio
que éramos Villaurrutia y yo, él siguió a aquel
grupo, y en Salubridad (reanudado un ce­
T o r r e s B ode! en sus náculo del que me alejaba físicamente la cir­
años de Soere la rio de cunstancia de haber empezado a trabajar
Educaeión Pública cerca del nuevo Ministro de Educación, el Dr.
Puíg Cassauranc) ideó la publicación de
Contemporáneos, en cuyo cuerpo de redacción
no aparezco, por esa razón. Villaurru­
tia y yo, sin embargo, seguimos cultivando
quienes, sin embargo, nos relacionamos en­
una íntima amistad, que al llevam os a asomar
tonces. La oficina de Torrea Bodet en Educa­
al teatro, y fundar el de Ullses, nos Indujo
ción, una comida semanaria en Sonbom's nos
también a publicar la revista (8 números) en
congregaba a todos y gestó la idea de la publi­
que colaboraron dos nuevos escritores
cación de F A L A N G E , que usted conoce. En
—Jorge Cuesta y Gilberto Owen— cuyos
esta medida puede pues reconocerse la exis­
n o m b res h a b rá u sted v is to en
tencia de un cenáculo o grupo de aspiraciones
Contemporáneos. Jorge Cuesta firmó, como
comunes, consonante con la aspiración eleva*
usted sin duda sabe, la Antología de la M o ­
da y ambiciosa de Vasconcelos que favorecía
derna Poesía Mexicana en 1938. Mis relacio­
con empleos a aquellos jóvenes. No con em-
nes con el grupo de Contemporáneos, como
piaos a Villaurrutia y a mí, que aún estudiába­
usted ve, no fueron nunca hostiles. Sencilla­
mos en la Universidad.
"A l transferirse Vasconcelos de la Univer­ mente, nos veíamos menos que antes, porque
sidad a Educación, con su ya mencionado ellos trabajaban en Salubridad y yo en Educa­
grupo de jóvenes colaboradores, de que Jaime ción.
era el brillante eje, la Universidad quedó en “ Y mi empleo me mantenía muy atareado.
manos de su Rector Antonio Caso, y sus acti­ La revista Resumen que usted menciona, fue
vidades literarias orientadas por Pedro Hen- un intento más periodístico que literario del
ríquez Ureña desde el puesto de Jefe o direc­ Ministro Puig Cassauranc. El fundó esa re­
tor de Intercambio Cultural. A la sombra de vista y me designó su director. La Razón no
ese erudito dominicano se aglutinó otro grupo fue una revista, sino el nombre de la editorial
de jóvenes escritores —Salomón de la Selva, que publicó, además de Resumen, semanario
nicaragüense; Daniel Cosío Villegas, Eduardo que aspiraba aparecerse a l'imes, varios libros
VUlaaeñor. Vicente Lombardo Toledana. Hen- por mi iniciativa (L a conversación, de
ríquez Ureña me adoptó, me dio clases a im­ Andró Maurois, traducción de José Gorostiza;
partir. guió mis lecturas y me señaló tareas de La Escuela de las M ujeres, de André Gide, tra­
investigación y de redacción. Tiene usted ra­ ducción de Villaurrutia) y otros títulos que el
zón en asumir que Vida Mexicana (que a lo Dr. Puig acogió, como L a Calandria, de Rafael
que recuerdo sólo publicó un número) entra­ Delgado; Los Caciques y Las Moscas, de Ma-
ñaba una oposición a la Falange, que ya tradu­
cía el dlstanciamiento entre el grupo PHU oon
respecto al de Vasconcelos, y que habría da
culminar con la partida de PHU a Buenos Ai­
Digitalizado por i!
Vasconcelos, 2) el patrocinio de Gastélum
(1926) y el mecenazgo Estrada al grupo ya
entonces disperso (1930) de unos Contempo­
ráneos entre los cuales ciertamente me
riano Azuela: E ntre Riscos y Ventisqueros, de cuento 'a pesor mío', como me dijo Jaime el do­
Martín Gómez Palacio —y una traducción del mingo, porque in d epen dien tem en te de
Juárez y Maximiliano, de Woriol, por Enrique nuestras actividades burocráticas, nuestra
Jiménez Domínguez. vieja amistad nunca se ha quebrantado.
“ Mis colaboraciones periodísticas por los “ Si cree usted que puedo en alguna forma o
años que no ha logrado usted documentar, medida servirle, no vacile en indicármelo. Y
aparecieron prim ero en E l U n iversa l recíba un afectuoso saludo de Salvador Novo."
Ilustrado, y. en efecto, Ensayos representa La historia de los “ Contemporáneos1 que
una selección de esos tempranos artículos. trazó Novo es casi fiel a la realidad, a pesar de
Más tarde, aparte Resumen, colaboré en que hay ciertas omisiones y olvidos. Así, por
Revista de Revistas (una sección bibliográfica ejemplo, olvidó que Carlos Noriega Hope, di­
El Cesto y la Mesa, 1928-1930) y en Jos dia­ rector de E l Universal Ilustrado cumplió una
rios Universal y Excélsior. labor de ayuda y estímulo a los escritores jó ­
“ Me falta hablarle de Examen. Cuando se venes, y lo hizo en una época en que la escritu­
publicó esta revista, que creo que fue por ra literaria era considerada un peligro y una
1932, ya el original grupo de Contemporáneos especie de degradación. Recuerdo que mi pa­
se había desbandado. A l cesar la influencia po­ dre llevó a casa a Rafael Heiiodoro Valle para
lítica del Dr. Gastélum, y dejar éste el puesto quB me hiciera apartarme de mis aficiones li­
de Salubridad, Torres Bodet, Gorostiza y Or- terarias. Claro que Heiiodoro ( “ jAy, Heliodo-
tiz de Monte llano —principales editores de la ro, Heiiodoro!./ vamos al campo sonoro,/ al cam­
revista cuyo mecenas era el Dr. Gastélum— po que en flores arde,/ y seremos en la tarde/ el
ingresaron en la diplomacia, auspiciados por alma de las jardines", escribió con som a M i­
Genaro Estrada, poderoso Subsecretario de guel N, Lira, un poeta de la época de los “ Con­
Relaciones Exteriores. Ortiz de Montellano se temporáneos", que se ha hundido en el silen­
quedó en México trabajando como biblioteca­ cio), no consiguió convencerme y he seguido
rio de Relaciones y publicando todavía por al­ aferrado al cultivo de las letras.
gunos números Contemporáneos, ahora bajo el A Novo se le olvidó también que Antonio
mecenazgo de Genaro Estrada, mientras Helú, con su periódico estudiantil llamado P o ­
Torrea Bodet y José Gorostiza se ausentaban licromías, dio oportunidades a los escritores
a Europa en puestos diplomáticos, y Gilberto en agraz, entre los cuales hubo algunos que
Owen en un cargo consular; González Rojo se han logrado renombre y a los que se incluye
apartó de la literatura para trabajar en Segu­ entre los “ Contemporáneos", como el propio
ros y falleció en enero de 1939. Novo, Carlos Pellicer y Cuesta. También yo.
"Exam en recibió el patrocinio del Ministro Gilberto Owen sí ha hecho referencia a esta
de Educación Narciso Bassols en 1932 y tuvo etapa de iniciación en Policrom ías. De un lar­
una vida muy breve. Los trozos ahí publicados go y ameno artículo de Owen. titulado "En­
de la novela de Rubén Salazar Mallén, ‘Ca­ cuentros con Jorge Cuesta" es el siguiente ex­
riátide’, escandalizaron por la crudeza de su tracto, también largo y ameno:
lenguaje a periódicos como Excélsior. y desa­
“ Porque nos asfixiaba, aquella tarde, como
taron una campaña que culminó con la renun­
nunca, la mordaza del aula, y porque aquel
cia a sus puestos de Educación de Samuel Ra­
profesor hablaba y hablaba monótono e insípi­
mos (Oficial Mayor), José Gorostiza (Jefe de
do, repitiendo cosas que ya sabíamos, adorme­
Bellas Artes), Vülaurrutia (en el Dpto. Edito­
ciendo a los más e irritándome a mí, cuando
rial), Jorge Cuesta y Carlos Pellicer, y con un
pronunció el disparate comenté en voz alta:
pintoresco ‘proceso' cuyos detalles Solazar
*¿Cómt> iban a caminar esos ejércitos, día y
Mallén ha recogido recientemente en un fo­
noche, bajo los rayos del sol?' El silencio de
lleto (¿quiere usted que se la consiga y en­
segundos que siguió a mi impertinencia se
víe?).
rompió de pronto, cuando mi compañero de la
"En papel aparte te envío una bibliografía
izquierda echó a reír. Ruidosamente, con una
mía dispuesta por fechas, que le facilitará per­
áspera risa, echando la cabeza hacia atrás. Y
seguir mis actividades en los años que abarca.
luego el dómine:
Fuera de los libros que consigna, he colabo­
“ —Los señores Owen y Cuesta se servirán
rado en muchas revistas y periódicos. Desde
abandonar el salón. El rector será notificado.
1937, constantemente en el semanario H oy, y
“ Fue la primera vez que oímos nuestros
desde 1933 en el diario Novedades.
nombres asociados, y ahí se Inició tina amistad
“ Coníto en haber evacuado satisfactoria­
que después loe largos lustros de mi destierro
mente su consulta. El domingo le conté a To­
iban a dejar languidecer irremediable mente.
rres Bodet del valioso trabajo que usted ha
emprendido, y le interesó mucho. Convino
conmigo en que ios años 1922-1932 deben es­
timarse escindidos en los dos periodos que
arriba establezco, o en tres: l ) el patrocinio de
«A C O N A C U LTA
Digitalizado por
Alfonso Chiu y de Policrom ías, la revista estu­
diantil.
Antonio Helú era un estudiante nada joven,
pero lleno de entusiasmos. No podría decirse
pero que nunca di ni daré por muerta, que fue un hombre culto, pero sabía estimular
“ Si noa unió una expulsión, un rechazo, iba a los jóvenes con vocación literaria. En las pá­
a ser ésta, más tarde, la característica, el co­ ginas de Policrom ías fueron publicados traba­
mún denominador de un grupo de escritores jos de Pellicer. de Novo, de Cuesta, de Owen y
solitarios, unidos también por el rechazo de míos. Quizás no hayan valido la pena, pero
los otros —de quienes temían el contagio de conciernen a una iniciación, a un principio. Y
inquietudes que su pereza encontraba peligro­ ese principio tuvo por ámbito, como dice
sas y que preferían no compartir— de unos so­ Owen, el café América de Alfonso Chiu, en
litarios que formaron una agrupación de ex­ donde Antonio Helú pontificaba por ser un es­
pulsados, o para decirlo con una frase de tudiante viejo y por ser el editor de PoUera-
Cuesta, una agrupación de forajidas. Yo no mías.
volví a aquella ni a ninguna otra cátedra, y Aunque los datos principales relativos al
Cuesta se fue a estudiar a Ciencias Químicas, nacimiento del “ archipiélago de soledades”
pero desde esa tarde aquel muchacho alto, son los que consignó Novo en su carta a Mer-
desgarbado y de timidez provinciana como la lin H. Forster, no debe omitirse ese pequeño
mía —él subía del clima tibio y oloroso de Cór­ ámbito que fue el del café América, situado
doba, yo bajaba del frío aséptico de Toluca—, y en la contraesquina del edificio de la Secreta­
yo, empezamos a vernos casi diariamente, en ría de Educación Pública, en la confluencia de
1& biblioteca, en nuestras guaridas de estu­ las calles San Ddefonso y República A rgenti­
diantes (en mi caso ya de simple estudioso) o na.
en aquel oscuro café América, ai que las bromas Un dato sin importancia, pero un dato más:
estu d ia n tiles hacían a p a recer como sí al cafó América nunca asistió Gonzalo de
siempre acabara de pasar por allí el candoroso León, que fue el primero en interesarse en to
padre JBrown —sal en la azucarera, cuadros que yo escribía- Gonzalo estudiaba en la Es­
colgados al revés, reloj atrasado para prolon­ cuela Libre de Derecho, que por entonces te­
gar la velada. nía su sede en la calle de Puente de Al varado,
'‘Presidía la tertulia la ironía lenta, con sor­ y, & pesar de su amistad con Villaurrutia, no
dina, de Antonio Helú, a quien correspondía la tenía ocasión para frecuentarlo, por la distan­
presidencia por ser el único conocido del pú­ cia entre el plantel en que él estudiaba y la Es­
blico, ya que dirigía una revísta, Policromías, cuela Nacional Preparatoria y el café América.
de humildísimo contenido intelectual, pero de Este olvidado escritor, pergeñaba unas ra­
gran ascendiente sobre los estudiantes, que quíticas prosas que oscilaban por su estilo en­
aspiraban a ver en ella sus primeros versos, tre Francie Jammes y Jujea Renard, literatos
ellos, y ellas, sus retratos. Entre nosotros se franceses que fueron muy leídos por los jóve­
sentaba también un muchacho que hacía enor­ nes cultivados de aquellos años. Mientras las
mes esfuerzos por hacernos creer que era un señoritas decentes leían a Pierre Loti, los
hombre feroz, pero que a la postre resultó el hombres sesudos se deleitaban con Anatole
más cordial e inocente de todos, Rubén Sola­ France y los “ depravados” iban a las páginas
zar Mallón. Y había también un poeta, Gonza- de E l ja rd ín de los suplicios, de Octavio Mir-
litos —¿cómo se llamaría? —. [Owen alude a beau. De la obra de Gonzalo de León, sólo re­
Antonio González Mora, un infumable versifi­ cuerdo un librito, casi un folleto, titulado L a
cador, cuya obra, para descanso de las letras rú a de los trigales.
mexicanas, se hundió en la insignificancia an­ México era poí*entonces un país inocente y
tes que él muriera.] A aquel café llegó una tar­ en mucho inculto, a pesar de que Vasconcelos
de a descubrirnos, un escritor de nuestra edad lo había sacudido. Los llamados “ contemporá­
y ya admirado desde entonces por muchos y neos” no podían ser estimados ni comprendi­
por nosotros. Pero hay una frase de Novo que dos en aquel medio. Fueron, más bien, extem­
lo dice mucho mejor: 'Entonces Xavier Villau- poráneos. Y en rigor no constituyeron un gru­
rrutía, que tiene mejor carácter que yo, descu­ po, sino que, con toda propiedad, fueron un
brió a dos jóvenes extraordinariamente delga­ "archipiélago de soledades” , como dijo Villau-
dos e inteligentes: Jorge Cuesta y Gilberto rrutia: cercanos entre sí, eran, sin embargo,
Owen..,’ Casi desde la llegada de Villaurrutia distintos.
pusimos mesa aparte, y pronto nos fuimos a Llegado el momento de la dispersión, que
otro café.”3 inevitablemente llega, cada uno tomó su cami­
Tiene razón Owen, No podrís hablarse del no, apartándose de los demás. Por eso la de­
nacimiento de ese ‘'archipiélago de soleda­ signación "los contemporáneos” corresponde
des'1 que fúeron los “ Contemporáneos” , sin a un mito inventado por la posteridad. Nunca
hablar de Antonio Helú, del café del cantonée hubo “ los contemporáneos".

* Gilberto Oven, Obra*. Pondo de Cultura Koonómlc*,


Letra* Menean*-#, ««¡funda edición, 1870, México, pá#.
840.
O N A C U L TA
Digitalizado por
Jorge Cúrala

Instituto
Nacional de (A C O N ACULTA
Digitalizado por Bellas Artes
1 gran debate que se centró
en torno a la tendencia lite­
raria de la revista Contem­
poráneos es un problema ex­

s. tremadamente desafiante
para el estudioso de la lite­
ratura mexicana, porque no depende de una
simple serie de puntos de vista opuestos y ex­
plícitos. Envuelve, más bien, un complejo de
varios grupos de puntos de vista opuestos que
están relacionados entre sí, pero que no coin­
ciden exactamente. Estas posiciones relacio­
nadas, pero diferentes, contribuyeron notable­
V.
mente a un entendimiento de la dirección to­

LOS mada por la literatura mexicana después de la


Revolución. Y es evidente que su utilidad no
bastaba para resolver el problema en forma

CONTEMPORÍNEOS definitiva; sólo propiciaba una base para la


discusión que había de permitir a los escrito­

v los lím ite s res encontrar su modo de expresión.


Para propósitos de la historia literaria, el

DEL IRTE debate puede ser identificado como europeta­


mo contra nacionalismo. También puede iden­
tific a rs e como cos m o p olitis m o c o n tra
criollism o o como universalismo con tra
nativismo. Aunque estos tres grupos de
contrastes son ligeramente tangenciales
entre sí, en general significan la misma cosa y
sirven para identificar dos grupos literarios,
cuyas constituciones varían tanto como la
propia identidad de la discusión. Del lado del
“ europeísmo” estaban los escritores que inte­
De Nota romance, volumen V, No, a, 19-84
graron el grupo o no-grupo formado en torno a
Traducción: José Tlatelpas y Rosario Kiíhida.
la revista Contemporáneos. (L a argumenta­
ción sobre si estos escritores constituyeron o
no un “ grupo” está de más aquí, puesto que es­
tamos estudiando actitudes y tendencias, en
el sentido más general,)
En el lado “ nacionalista” del debate esta­
ban los escritores que se identificaron unos
con otros solamente por la creencia de que los
europaíatas no estaban produciendo una lite­
ratura apropiada a las circunstancias que
existían en México. Estos nacionalistas fueron
aún menos claramente identificados con una
revista que sus antagonistas, aunque se puede
decir que Crisol ftie. de una manera muy limi­
tada, la opositora de Contemporáneos.
L a posición moderada en el debate consis­
tía en la aceptación de la cultura europea
como una tradición a la que México pertene­
cía. Esta posición fue adoptada por varios ea-

. , Wac‘ona3de 4ACON ACULTA


Digitalizado por rpsn Betos Arfes
ello era cierto tan sólo en algunos aspectos del
vanguardismo. El resultado fue que el signifi­
cado del debate se deslizara de forma tal que
llegó a ser hermetismo contra nacionalismo, y
este contraste produjo otro secundario: her­
critores, Samuel Ramos entre ellos (Contem­ metismo contra fá c il accesibilidad. José María
poráneos, jul-ago 1931. paga. 61-82) La Benítez escribió en Crisol (agosto de 1929,
cuestión que quedaba pendiente era la de có­ págs, 109-11 O q u e cualquier autor cuyo estilo
mo la identidad mexicana había de ser expre­
de escribir limitara su público a unos pocos,
sada dentro de la estructura de esa tradición
era culpable de la explotación del hombre por
cultural. el hombre. Las dos últimas variaciones sobre
Algunos escritores consideraron que la el debate sugieren una relación entre nacio­
identidad nacional se expresaba ya en el he nalismo y fá c il accesibilidad, una relación que
cho de que el escritor fuera mexicano. Creye­ llegó a ser bastante evidente cuando los na­
ron que. como el proceso de trabajo de un au­ cionalistas demandaron una literatura con un
tor mexicano era una expresión de sí mismo, propósito social. El debate se convirtió en her­
el resultado del trabajo había de ser necesa­ metismo contra propósito social El expositor
riamente mexicano. Su posición no impedía el principal de este planteamiento del desacuer­
uso de temas, tipos y objetos específicamente do fue Carlos Gutiérrez Cruz, que no conside­
mexicanos, pero esos materiales no se consi ró válida ninguna literatura a monos que tu­
doraban como una condición sine qua non para viera la doble cualidad de tratar un problema
que un trabajo fuese mexicano. Esta posición social y de ser comprensible por el público en
del grupo europeísta puede ser contrastada general. Encontré difícil entender por qué
con la del grupo nacionalista que demandaba México, después de ia Revolución, había te­
el uso de materiales mexicanos. La primera nido menos escritores comprometidos social­
expresión posrrevolucionaria de este punto de mente que algunos otros países hispanoameri
vista que yo haya observado, fue hecha por un canos en los que no había habido revolución
no-mexicano, Ricardo Arenales, en M éxico (Crisol, septiembre de 1930, págs, 210-212),
Moderno (stip., 1920, págs. 125-128). No Gutiérrez Cruz también vio que era posible
hubo argumento específica, cumún, sobre cuá­ para la literatura el ser paralelamente her­
les habrían de ser esos materiales o cómo se mética y comprometida socialmente, como su­
los debería usar. Los diversos intereses a la vis­ cedía en el trabajo de los estridentistas. Pero
ta pueden ser descritos como folclóricos, socio­ tal compromiso social no tenía, en su opinión,
lógicos. propagandísticos, nativistas, etc.) consecuencias puesto que el trabajo literario
Esta variedad cruza las líneas del debate no era accesible a las masas. Una opinión si-
básico, y es necesario examinar otras mani­
festaciones del desacuerdo para entender to­
das sus implicaciones.
La actitud de los europeístas se enfrentó a la
de los nacionalistas de tal manera que los se­
gundos a veces identificaron europeísmo con
vanguardismo, interpretando el debate como
vanguardismo contra nacionalismo más que
como europeísmo contra nacionalismo. Los
europeístas entendieron que vanguardismo
significaba el uso de las últimas tendencias de
la literatura europea como medios de expre­
sarse a sí mismos artísticamente. Como eran
mexicanos, creyeron que esta expresión no po­
día considerarse no mexicana. Sin embargo,
M E ^ íco . g ¿
hubieran podido considerarla como no perso­
nal. si el artista no hubiera logrado una genui- T T * f. * * * * * «
na expresión de sí mismo. Y es cierto que al­
gunos de los escritores vanguardistas sólo en­
contraron después sus “ Yo” personales de tal
manera que sus primeros trabajos podrían no
haber sido genuína expresión de sí. José Go-
rostiza dijo en 1932, por ejemplo, que su pro­ hfc¡TRIBt
•-tf’-iVUVrí*
pio vanguardismo era una fase de la que pudo
aprovecharse, pero que tuvo que abandonarlo oíitt ruccioítes
en favor de una expresión personal más pro­ -m ai.*-,. v >' £q uipo-a, S ^
funda, que habría de ser más universal y mas
mexicana (E l Universal Ilustrado, 37 de mar­
zo de 1932, págs 20-21, 30-31).
En general, los nacionalistas entendieron
que el vanguardismo era hermético, aunque
NJjjkxiai de 4A C O N A C U L T A
Digitalizado por ís Artes
PORTATIL
r e m in g t o n 50 PERSONAL
id e a l PA R A EL

ni i lar fue expresada por José Muñoz Cota Solicite


(Eurindia, enero de 1933, pága, 8-11), pero
la* tertenin*
éste apuntó que Lizt Arzurbide estaba más
cercano al pueblo que Maples Arce. Muñoz
Cota no rechazó ia literatura vanguardista
doce co\or«
(es decir, la literatura hermética) como Inútil,
pero la consideró como limitada a cierto grupo
cuyo privilegio era otorgarse indulgencias a
sí mismo.
Ya que el compromiso social de Los esíri- it e r . co .
dentistcLs no fue tomado seriamente por los na­ 1N G T O N El- E
cionalistas, el hermetismo era generalmente Av. 16 de Septiembre T
considerado como carente de significado por
su opositores.
Gutiérrez Cruz y otros lo consideraron un
'‘arte por el arte” y el debate tomó la forma de
arte no comprometido contra propósito so­ redoran inconsistencias en las dos lineas de
cial. Algunos escritores que prefieren el com­ razonamiento, e igualmente inevitable que los
promiso social dudaron de que los temas so­ dos líneas se acercaran al acuerdo de vez en
ciales pudieran ser significativos más allá de cuando. Si los europeístas protegieron tan ce­
los límites de la época a la cual pertenecían. losamente la primacía del arte hasta el punto
Daniel Castañeda buscó en el tema social de que aveces el arte se escapaba de su visión,
cualidades que pudieran ser unlversalizadas los nacionalistas fallaron en ver cuán cerca
(Crisol, enero de 1989, paga 48-53). A pesar llegaron de la posición de los eropeístas cuan­
de que los europeístas favorecían el intento de do alcanzaron alguna intuición acerca del
buscar el aspecto más esencial y eterno del hombre sencillo.
problema social, temían que el uso de temas Cuando el debate fue identificado como
sociales condujese, por lo general, hacia la pro­ arte contra realidad, no era ya realmente un
paganda más que hacia el arte. Y algunas de debate desde el punto de vista de los europeis-
las literaturas sociales producidas hasta la fe­ tas. Ellos insistían sobre la necesidad del acto
cha justificaban plenamente su temor. Esta de ser en sí mismos, que está muy cercano al
preocupación definió el debate como arfe con­ fenómeno de la intuición de la verdad del hom­
tra propaganda. bre común. Esta similitud representa el esta­
El sentido de urgencia que frecuentemente do del debate en que loa opositores ae acercan
convirtió los temas sociales en propaganda más al acuerdo. Sin embargo, sólo una ligera
pedía también que el tema representara la divergencia produjo lo que probablemente
realidad. El tema del debate, por consiguiente, fue el punto de mayor separación: que los na­
se tornó arte contra realidad„ Los nacionalis­ cionalistas consideraran el tema social sin
tas, al considerar este contraste, concibieron buscar sus cualidades universales. Esta gran
a la realidad como el mundo físico en el que vi­ diferencia fue la razón del temor de los euro­
vían, que estaba lleno de problemas de justicia peístas de que el tratamiento del tema social
social. A veces, el retrato de esta realidad hizo produjese propaganda más que arte. Esto
profundizar al autor por debajo de la superfi­ además fortaleció su insistencia en que esta­
cie de los problemas contemporáneos y produ­ ban produciendo literatura revolucionaria por
jo una intuición de la verdad básica del hom­ estar ellos mismos insertos en la tradición eu­
bre sencillo desprovisto de los confusos ador­ ropea. Era un proceso de descubrimiento de sí
nos de la civilización. Esta intuición puede ser mismos, y de crecimiento más allá de loe lími­
la base de la recreación artística. Pero esa tes de sus tempranas influencias. Su ganancia
misma intuición puede permanecer sin desa­ fue la interiorización. Todos los escritores, a
rrollo y no evocar más que una imagen de ambos lados del debate, estaban buscando una
fuerza. La visión limitada fue adoptada por al­ expresión adecuada para el México poarrevo-
gunos de los nacionalistas que. en su empeño lucían ario. No Importa que el debate quedara
de criticar a sus antagonistas, interpretaron inconcluso. Lo que realmente importaba es
la diferencia de opinión como debilidad contra que el debate evolucionara en la forma en que
fuerza, o más aun. la distorsionaron, interpre- lo hizo, porque de esta manera Be forjaron los
tándola com o a je m in a m ie n to c o n t r a cimientos de 1& literatura mexicana contem­
mascnlimdad (Gutiérrez Cruz, L a Antorcha, poránea.
84 de enero de 1985, paga. 9-7 y febrero de
1925 pág. 9).
En este complejo de identificaciones va­
riantes del desacuerdo era inevitable que apa-
Nacional de «A C O N A C U LTA
Digitalizado por Bellas Artes
lí SOI '!.
Nacional de «A C O N A C U LT
Digitalizado por Belfas Artes
se le quem a —con fu so — en la g a rg a n ta ,
exhausto de sentido;
ay, su aéreo len guaje de colores,
que así se ja c ta del m atiz estricto
en el humo aterrad o de sus sienas
o en el sol de sus tibios berm ellones:
él, que d iscurre en la ansiedad del labio
como una lenta ro sa enam orada;
él, que cincela sus celos de palom a
Poesía, verdad, poema mío. y modula sus lá tig o s feroces;
fuerza de am or que halló tus manos, lejos, que sa lta en sus caídas
en un vuelo de junios pulió espejos con un ruidoso síncope de espum as;
y halló en la luz la palidez, el frío. que prolonga el insomnio de su b ra sa
en las m u stias cen izas del oído;
Yo rebosé los cántaros del río, que oscuram ente repta
paré la luz en los rem ansos viejos, e hinca enfurecido la palabra
di órdenes a todos los reflejos; de hiel, la tu e rta frase de ponzoña;
Junio perfecto dio su poderío. él, que labra el am or del sacrificio
en colum nas de ritm os espirales,
Poesía, verdad de todo sueño, sí, todo él, len gu aje aud az del hombre,
nunca he sido de ti m ás corto dueño se le ah oga co n fu so — en la g a rg a n ta
que en e ste am or en cu y a s nubes muero, y de su g ra cia o rigin al no queda
sino el horror de un pozo desecado
H uye de mí, conviértem e en tu olvido, que sostiene su m ueca de agonía.
en el tiem po imposible, en el prim ero
de todos los recuerdos del olvido.

POÉTICA
---------------------------------------------------------♦
E sta forma, la m ás bella que los vicios, me
hiere y escapa por el techo. N unca lo hu­
Porque el tam bor rotundo biera sospechado de una form a que se llam a
y las ricas b en g ala s que los cím balos M aría. Y es que no pensé en que jam ás to ­
trem olan en La altu ra de los cantos, maba el ascensor, tem ía las e sc a le ra s como
se anegan, ay. en un sabor de tie rra am ar­ grave card iaca, y. sin em bargo, subía a m e­
ga, nudo h a sta mi cuarto.
cuando ei hombre descubre en sus silencios Nos conocim os en el jardín de una postal.
que su herm oso len gu aje se le a gosta. A mí, bigotes de miel y m ejillas com esti-
bles, los chicos del pueblo me encargaban y conduce la plum a
substituirlos en la m em oria de sus novias. que tr a z a en el papel su litoral.
Y llegu é a ella paloma para ella de un men­
sa je que cantaba: “ Siem pre esta rá s oliendo Tu voz, hoz de eco,
en mí.” es el rebote de mi vo2 en el muro,
E sta form a no tes creía. M e p restaba sus y en tu piel de espejo
orejas para que o yera el m ar en un caracol, me esto y m irando m irarm e por mil A rg o s,
o su torso p ara que to c a ra la gu itarra. por mí largo s segundos.
A bría su mano como un abanico y todos los
term óm etros bajaban al cero. P a ra reírse Pero el menor ruido te ah u yen ta
de mí me dio a m order su seno, y el cristal y te veo salir
me cortó la boca. Siem pre andaba desnuda, por la p uerta del libro
pues las te la s se hacían aire sobre su cu er­ o por el atlas del techo,
po. y te n ía esa gru p a e x a g e ra d a de los d e s­ por ei tablero del piso,
nudos de K islin g , sólo co rreg id a su volup­ o la página del espejo,
tuosidad por llam arse M aría. y me dejas
A veces la m ataba y sólo me reprochaba sin m ás pulso ni voz y sin m ás cara,
mi gusto por la vida: “ ¡Qué truculento tu sin m áscara como un hombre desnudo
realism o, hijo!” - Pero no la creáis, no era en m edio de una calle de m iradas.
mi m adre. Y hoy que quise enseñarle la re ­
tórica, me hirió en el rostro y huyó por el
techo.

P O E S ÍA

M ien tras callas, escucho


lo que jam ás tu voz podrá decirm e,
P O E S IA
porque entre tu palabra y tu silencio
h a y la m ism a distancia
E re s la com pañía con quien hablo
que entre la id e a que se form a un cielo
de pronto, a solas.
de la luz y la luz, la nunca oída.
Te forman las palabras
que salen del silencio
y del tanque de sueño en que me ahogo H ablas sin velos, m anifiestas todo
libre h a sta despertar. lo que de ti conoce el pensam iento,
pero callas con todo lo que eres
Tu mano m etálica y con lo que y a fuiste y con la aurora
endurece la p risa de mi mano de lo que, sin saberlo, vas a ser.
M ás a ú n ... Cuando callas
un pueblo calla en ti, calla una raza;
pues en tu voz se expresan los in stan tes,
pero en lo que no dices e stá hablando
una p atria sin tiem po ni fronteras.

A hora que padezco, d eja que o ig a


lo que, a tra v é s de ti, me prom ete aún la
vida. L A P O E S ÍA
T oda la etern idad e stá presente --------------------------------------------------------- ♦
en esta hora muda P ara escribir poem as.
¡porque si tus palabras son a veces poemas, para ser un poeta de vida apasionada y
tu silencio, sin m as, e s poesía! rom ántica
cuyos libros están en las manos de todos
y de quien hacen libros y publican re tra to s
los periódicos,
es necesario d ecir las cosas que leo.
e sa s del corazón, de Ja m ujer y del paisaje,
del am or fracasad o y de la vida dolorosa,
en verso s perfectam en te medidos,
sin asonancias en el mismo verso,
con m etáforas nuevas y brillantes.

L a m úsica del verso em briaga


y si uno sabe re fe rir rotundam ente su
inspiración
U N A P A L A B R A O BSCUR A
a rra n ca rá las lá g rim as del auditorio,
le com unicará sus em ociones recón d itas
E n la palabra habitan otros ruidos,
y se rá coronado en certám en es y concurso
como el mudo instrum ento e stá sonoro
y la tem planza que encerró el teso ro Yo puedo h acer verso s perfectos,
el enjam bre sólo es de los sentidos. m edirlos y e v ita r sus asonancias,
poem as que conm uevan a quien los lea
D e una palabra v a g a desprendidos, y que les hagan exclam ar: "¡Qué niño tan
la cierta funden al ausen te coro inteligente!"*
y pierden su conciencia en el azoro
preso en la libertad de los oídos. Yo les diré entonces
que los he escrito desde que te n ía once
años:
C ad a voz de e lla m ism a se desprende No he de d ecirles nunca
para escu ch ar la próxim a y suspende que no he hecho sino d a rles la clase que he
a unos labios que son de otros hueco. aprendido
de todos los poetas.
Y en el silencio en que se dobla y dura Tendré una habilidad de histrión
como un sueño la voz e stá fu tu ra para h acerles cree r que me conm ueve lo
y y a exh a u sta y difunta como un eco. que a ellos.
Pero en mi lecho, solo, dulcem ente, A ire gráfico, solo
sin recuerdos, sin voz, corredor de noticias de la m uerte,
siento que la poesía no ha salido de mí. en los bancos de aren a de los m ares
cambio peces
por som bras de aviad ores

y en trañ a voluntad timón de submarino


con la lente de sol del m icroscopio
en la g o ta de sa n g re azul ce leste
enciendo e stre lla s olvidadas.

(M apa redondo:
vello sensible en superficie cálida:
durazno tierno
eterno)

Si digo ¡duerme! la flor del café sa n g ra Con un pañuelo —vela, venda, lá g rim a —
adorm ideras; en m ástil evasión
si quiero que el ángel de la llu via la noche aclara,
ponga los pies en tierra,
señas de bosque ensayo Perfil izquierdo de invisible cara
con el eco más claro de tu sombra. el m isterio fue signo
secreto llegó a se r —como palabra —
hoy noticia — no m á s - y tip o gráfica
(B ajo la lluvia
voz de sueño cortada.
el im perm eable, de gom a verd e prado,
florece de reflejo s
y esto cad as)

Siem bro, si quiero que me escuches,


al tacto sorprendidos pensam ientos
— sem illa de los puntos suspensivos —
en el aire piano, m ecánico y eléctrico.

D e tre s sig lo s de nubes


e x tra ig o color viento salino
azul de m ar PALABRAS
para cam biar el tono y el acento
de tu m irada. H oy he olvidado lo que tú aprendiste
y estoy ca si desnudo de palabras
Voluntad en mis manos que conecta como e ra ayer, cuando nací.
la som bra de otro mundo a tus cabellos
dispuestos a nublarse S o y como un blanco libro abierto
cuando la noche s a lg a blandam ente en donde todos y a pueden escribir.
ellos. ¿N uevas palabras? ¿N u evas oraciones?
¿A londra o ruiseñor en el jard ín? Poesía; la vid a en agon ía
¿Prom esa de la glo ria o am enaza que vive en mí silencio. L a palom a
de m uerte? n o stálgica que vu ela sin descanso
¿V oto sa g ra d o o frase vil? en la estre ch a g a v e ta de mi tórax.
Venero de fan tasm as y colores
Todo lo que he reído, todo lo que he llorado, que tom an cuerpo en el tem blor interno
todo lo que he soñado y todo lo que vi. d. mi follaje de im aginaciones.
V iajes m aravillosos que pudieron
ser y no ser y repetir. Poesía; futuro que se asom a
Un resto de la copa que vaciam os, prendido en mí horizonte de esperan za;
una m ig aja del festín, la verdad incorpórea que m i tacto
cen iza de las horas que no vuelven a caricia en la m úsica del sueño;
en esp era de las que han de venir. los án g eles que vuelan en el cielo
P alabras. M ás palabras. P liegos de la a ltu ra infinita de mis gritos.
de este libro mío que aún he de vivir,
h a sta que Dios, en la p o strera página,
ponga una cruz y m arque el fin. Poesía: locura, infierno, nube:
adolescente torso de mi duda,
espinas de la fiebre de mi carne,
m isticism o grabado en mi memoria:
en mí palpitas, con mi propio cuerpo,
el preciso dolor de tus suplicios.

Poesía: voz en eco sorprendida


que circu la en las venas de mi llanto,
como sal de mi mar. como perfum e
de una rosa de h isteria, sum ergida.
Indescifrable goce de mi dram a
donde filtro las horas de mi an gu stia:
lento m orir a pausas, sin sosiego,
Poesía: demonio encarcelado en garzan d o los a stro s de m is noches.
en los muros se cre to s de mi entraña;
impulso infatigable de una herencia Poesía: la sed de m is entrañas;
que se vierte en el mundo de mis ansias; yo te llevo se c re ta y escondida
la fu e rza de una vid a subterránea en la pensante selva de mi cuerpo:
que conm ueve los m ares de mi sangre, eres sed de la aren a de mis huesos,
Poesía: m artirio del abismo una v e ta m etálica que esp era
del mudo pensam iento, que galop a la explosión que la libre y la desnude
por v e rg e le s de sueños y palabras; en gajos de palabras, de la sombra.
germ inación de tod as mis tinieblas,
sem illa Impúber que en el tallo busca Poesía: clam or de mi neurosis;
la rim a verde y el c rista l sin m ancha te consiento, te cuido, te cultivo,
para form ar el verso que imagino: te exalto, te comprendo y te acaricio;
el verso que se escapa cuando escribo porque sin ti, el infierno de mi mente
porque teme la cárcel de las letras. m oriría ím pronunciado e inocente.
II IO||í] Instituto
Nacional de (▲ CON ACULTA
Digitalizado por Bellas Artes
1 hacer mitología no entra
solamente en la obra, sino en
la vida de Gilberto Owen. V i­
vía mitologízando, mitologi-
zóndose. Todo comienza
nada menos que con la fecha
de su nacimiento. A todos sus amigos y cono­

INÉS cidos les aseguró que había nacido el 4 de fe­


brero de 1906, pero en uno de sus expedientes
de la Secretaría de Relaciones Exteriores1da

ARREDONDO tres veces su filiación completa, firmada las


tres, declarando que nació en 1904, en El Ro­
sario, Sinaloa, hijo de Guillermo Owen y de
M argarita Estrada (que era originaria de Mi-
choacán). No e x is t e acta de nacimiento.

Á r ü Ñ iis Luego continúa diciendo que “todos los


Owen nacen en domingo” , (ver Sinbad el vara­

PARA DNA do, día cuatro A L M A N A Q U E ) y lo reitera en


su vida privada, pues en una carta a Elias
Nadino dice:
pues era domingo, era día cuatro, o al re­
vés. Porque en mis versos todos los días
cuatro son domingo, uno que aprovechan
los ówenes, hasta los que se Llaman Proco­
pio, para nacer.8
Así que también Josephine Procoplo entra
en la leyenda. Pero A ií Chumacero se ha to­
mado el trabajo de comprobar que el 4 de fe­
brero de 1906 no fue domingo, sino viernes.
Ahora que, si nació en 1904 que fue año bi­
siesto, su nacimiento ocurrió en miércoles. Sin
embargo sus hijos sí nacieron en sendos do­
mingos cuatro. “ El arte se anticipó a la reali­
dad” .
A Ernesto Mejía Sánchez Gilberto Owen es un extraordinario “ poeta
olvidado” , como decía de sí mismo. Si no es
cierto que “todos los Owen naoen en domin­
go”, sí parece que nocen para el olvido. Estuve
dos días en El Rosario buscando sus huellas:
nadie los recuerda. Hablé con las ancianas
maestras que tenían dos escuelas por los
tiempos en que Owen debió aprender las pri­
meras letras y me aseguraron que nunca ha­
bía estudiado con ellas: busqué a los hombres
que ahora tienen la edad que él tendría y nin­
guno lo había conocido: solamente a la viejísi­
ma hija del Regidor de la época de don Porfi­
rio le "sonaba el apetlído” . pero nada más. Ni
siquiera el asesinato del padre irlandés era2 *.l

l. Archivo General de 1* Secretima.de Relaciones Exte­


riores: Ex.p, 14-18-5.
2. Carta fechada en FüadeLfU Pa., 10 de noviembre de
1951.

Digitalizado por íl
tes— y hacer una síntesis que Obregón leía a
la hora del desayuno. En esa Secretaría estu­
vo, del lo. de agosto de 1923 al lo. de julio de
1928.4
Al llegar se inscribió en la Preparatoria
recordado. Padre al que alude, después de re*
Nacional, donde pronto tuvo dificultades: un
ferirse a Mazatlán cuando habla de sí mismo:
día, en clase de historia, el maestro dijo: “ Y los
ejércitos exhaustos marchaban bajo un sol
...como el de ese párvulo que esta noche se
calcinante de día y de noche". En el silencio de
siente sólo e íntimo
la clase detonó una voz: “ ¿Como iban a cami­
y que suele llorar ante el retrato
nar esos ejércitos día y noche bajo los rayos
de un gambusino rubio que se quemó en ro­
del sol?"", era Owen. Apenas dichas esas pala­
sales de sangre al mediodía, (ver Sinbad el bras se oyó la estruendosa carcajada de otro
varado,Día tres, A L ESPEJO.)
alumno. El maestro tronó: "Los señores Owen
y Cuesta se servirán abandonar el salón- El
No encontré nada en los registros de 1904 a
Rector será notificado". Salieron los dos mu
1906, ni en el ayuntamiento ni en la parro­
chachos, que hasta entonces no se conocían, y
quia.
desde ese momento no volvieron a separarse,
Sólo podemos suponer que el padre murió
fueron el uno para el otro el mejor amigo, el
siendo él muy niño, y que él y la madre se fue*
más íntimo, hasta que Jorge Cuesta, ese otro
ron a vivir a Mazatlán. pues siempre para él el
gran olvidado, murió. Los expulsaron de la
mar es el de ese puerto. .. la vida es vivida o
Preparatoria.
está vivida, que viene a ser lo mismo, no por­
Y aquí viene otro de esos mitos, aparente­
que el Pacífico en Mazatlán sea visto por Gil­
mente gratuitos que Owen inventaba. Según
berto Owen con ojos homéricos, sino porque
sigue contando, Cuesta volvió a la Preparato­
las playas de la Odisea son las mismas que él
ria y él no; Cuesta se fue a Ciencias Químicas
ha conocido, y se llaman Mazatlán o Itaca,
y é! no estudió más. Pues bien, la verdad es
como la mujer amada se llama Nausécaa o Wi-
que él también volvió a la Preparatoria Nacio­
none” dice Tomás Segovia.9 Además, en bu-
nal y cursó después dos años de Jurispruden­
novela L a Uamafría se reñero a lugares y pa­
cia, como consta en su expediente con certifi­
seos perfectamente localizables en Mazatlán.
cados y calificaciones anexos.6
aunque él no mencione el puerto por su nom­
Por el tiempo de la famosa expulsión. X a ­
bre.
Don Francisco J. G-axiola Sr. nació en Sin alo a vier VüLaurrutia "descubrió a dos jóvenes ex­
en 1870. Era abogado, historiador y profesor traordinarios, delgados e inteligentes5' en el
universitario. En 1916 fue gobernador provi­ oscuro café América, según cuenta Salvador
sional del Estado de México, En 1919 Gilber­ Novo. Desde entonces formaron parte del gru­
to Owen estaba en el Instituto Científico y L i­ po de "forajido»" (según decía Cuesta) que
terario de Toluea, hoy convertido en Universi era de Ulises y que después fue de Contempo­
dad Autónoma del Estado. En esa época la ráneos. Eran los provincianos (porque yo no
costa del Pacífico, basta Tepic, estaba prácti­ considero, ni él consideraba, a Carlos PelHcer
camente aislada del Centro de la República y como perteneciente al grupo de los Contempo­
para ir a Sonora o Sinaloa se tenía que tomar ráneos).
un barco en Manzanillo, que iba a Mazatlán, o En 1925 ya había escrito Desvelo (que. a
ir a Ciudad Juárez y por los Estados Unidos posar de ser anunciado en esa época, sólo apa­
llegar a Nogales, Sonora, y tomar el Sud Paci­ reció postumamente)* y L a llama jiña, que a
fico. ¿Podía un minero, o la viuda de un mine­ mediados de ese año publicó Norioga Hope en
ro, hacer estos gastos, más el sostenimiento lo* cuadernillos que se llamaban suplemento
de un estudiante en un lugar tan alojado? T de E l Universal Ilustrado. Tendría Owen en­
¿por qué Toluea? Las personas adineradas de tonces 20 o 21 años.
la región mandaban a sus hijos a estudiar a la Ingresó a la carrera consular el lo. de julio
capital, no a un instituto de provincia, por de 1028- El 7 de ese mismo mes tomó pose­
bueno que fuera. Todo parece indicar que el sión de su empleo como canciller en Nueva
licenciado Gaxiola se interesó por Owen y se York. Curiosamente en la bibliografía que pre­
lo llevó a Toluea, para protegerlo. Tendría senta en la Secretaría de Relacionas figura,
Owen 16 ó 16 años cuando llegó allí a estu­ además de las obras citadas en el párrafo an
diar. tenor, Gomo nube (sic). Declara hablar y es­
Tres después, en una de los giras de Obre­ cribir ingles y francés; (A lf Chumacera me
gón. Owen pronunció el discurso de bienveni­
4 . Archivo Oenand do la Secretaría de Relaciones E x ­
da a nombre de su Instituto, Obregón se fijó terioras; K ip . 14- 18-5.
en él y ordenó que lo trajeran a México. Tenía ©. Ibid.
10 años. Su trabajo en la Secretaría de la Pre­ 6 . O lib e rto O w en. Poesía y p ro s a . M é x ic o . Im p . U n iv e r­
sidencia consistía en leer los periódicos en la s ita ria ., 1 9 5 3 .

madrugada —editoriales y noticias importan­

3. Tomás Segorfa, "N uestro contemporáneo Gilberto


Owen", Actítude*. Universidad de GuanPjunto, 1070.
Nacional de «A C O N A C U LTA
Digitalizado por illas Artes
gos sabían que iba yo a volver a mi —o en m í—
y ahora me han enviado algunos de los poe­
mas de que tenían copia y que eran carne de
Linea. H e preferido no tocarlos más, ni reha­
dijo que también sabía latín). Da como domicilio cer —que imposible— los diez o quince perdi­
Uruguay 106 y, como persona que depende de dos, ni agregar nuevos sino ese retrato del
él , a su madre, que tiene el mismo domicilio.78 * subway que tiene su misma edad, que es igual
Desde la época en que fUe actor de) Teatro a ellos” .
de Ulises (creado por los Contemporáneos) se Para dar una idea de la alta estima que A l­
enamoró de Clementina Otero, siendo ella fonso Reyes sentía por la poesía de Owen, da­
muy jovencita y actriz en el citado teatro. ré la lista de los otros cuatro volúmenes que
Cuando entró al servicio consular y lo envia­ editó: Seis relatos, de Ricardo Giiirald.es, en
ron a Nueva York sostuvo una larga corres­ 1929; Cuaderno San M a rtin, de Jorge Luis
pondencia con Clementina. Quería casarse Borges, 1929; Papeles de recienvenído, de Ma-
con ella. Ella no lo aceptó. cedonio Fernández, 1929, y E l pez y la manza­
También como escribiente de primera, es na de Ricardo E. Molinari. El colofón de Linea
trasladado a Detroit, Michigan, el 11 de octu­ nos hace saber que fue impreso en los talleres
bre de 1929. En enero de 1931 fue comisiona­ Gráficos Colón, de Francisco A. Colombo.
do a Cincinnati, Ohio, a recoger archivos, etc., quien había hecho la primera edición, en 1926,
que el cónsul se negaba a entregar. Es envia­ del Don Segundo Sombra de Güiraldes, Edito­
do a Perú el 0 de abril de 193 1 y el 27 de julio rial Proa. P ro a era la revista que hacía Bor­
de ese mismo año toma posesión como encar­ ges. También dice el colofón que el director
gado del Consulado General de Lima.* gerente era Evar Méndez, quien fue muy ami­
Vive en Perú, en donde se enamora de Rosa go de Jorge Luis Borges y que. junto con él y
Alarco, que tiene entonces 16 años, y quien Vicente Huidobro, hizo una antología.
posee parte desconocida de la obra de Owen, En 1930, en carta también a Reyes se que­
que requerí para publicarla. Es necesario ja de Nueva York —“vacía, como los Estados
aclarar que, en su poesía, cuando habla de Unidos"-- y le pide que si alguna vez le es po­
Rosa de Lima no se refiere a la Santa, sino a sible. hable con Genaro Estrada sobre él, por­
esta otra Rosa. Dos cartas que envié al domi­ que “ ...necesitaría, esencialmente, hablar con
cilio que conseguí, fueron devueltas por el co­ alguien. No podría resistir otro invierno aquí” .
rreo, indicando que Rosa Alarco no vive más Ya he dicho que en 1931 era encargado del
ahí, y no he podido averiguar su actual resi­ Consulado General en Lima. Y aquí comienza
dencia. otra aventura, porque, como él mismo dice
En 1926 había aparecido Novela como nu­ L a Odisea es un libro de problemas, es de­
be, escrita en 1926, con el pie de imprenta de
cir, de aventuras. En el problema lo que
Ulises, México. vale es lo teoremático, lo probable no proba­
En 1B39, en Buenos Airee, Alfonso Reyes
do, que será sorpresa y. por ahí, aventura.
publica Linca, en los Cuadernos de M ar del Los axiomas son nomás vías de comuni
Plata.» cación. Tienen valor mecánico. La aventu­
Owen era conocido por sus amigos porque
ra, geométrico.10
perdía, quemaba, destruía sus poemas. Luis
Alberto Sánchez por ejemplo, lo oyó leer “ es­ La nueva aventura se llamó A F R A y mucho
tancias" de E l mundo perdido, y este largo tuvo que ver en ella y con ella su amistad con
poema nunca ha podido ser hallado. (E l poema Lilis Alberto Sánchez, a quien conoció en
que aparece con ese nombre en las Obras no Lima en 1631. Su participación fue notoria
parece ser el mismo del que habla Luis Alber­ desde el principio.
to Sánchez.) Linea había sido escrito entre No se queda mucho tiempo en Perú, pues es
1926 y 1928. ¿Cómo y dónde don Alfonso ha­ enviado a Ecuador a fundar el Consulado de
bía podido encontrar los originales? México en Guayaquil aunque sin nombra­
La respuesta la da el propio Owen en una miento de Cónsul; pero eso no rompe sus rela­
carta dirigida a Reyes, fechada el 22 de mayo ciones con los apristas.
de 1929, y que en un párrafo dice así: "Sólo le El 24 de julio de 1632 pone desde Guaya­
envío, pues, un libro viejo, anterior a mi co­ quil un cable a Alfonso Rayes, que era Emba­
mercio. fuera de México, con lo relativo. Lo jador en Brasil que dice así; “ Representantes
hago porque al releerlo, ahora, lo he amado, y peruanos exiliados pídenme transm itirle
sólo me apena por incompleto. H aya de la Torre corte marcial intenta fusi­
"Sucedió que un día iba yo a pasar por Ve- larle pretexto revolución TrujilJe no obstante
racruz y quise quemarme, atrás de mi, en ma­ hallarse preso desde mayo, rogárnosle procu­
nuscritos. Yo venía en sentido geográfico con­ re gestión gobierno Brasil salvarlo".
trario y no pensaha en Cortés. Pero mis ami­ 10. Carta a Alfonso Royos, fechada en Nueva York el
líí de julio de 10B&,
7. Archivo Gwnsrul de la Secretaría de Relaciones Ex­
teriores. Exp. oit.
8. rtud.
& Gilberto Owen, Línea. Buenos Aires, Cuaderno! del
Mar del Plata. Editorial Proa. 1930.
Macional tie IA C O N ACULTA
Digitalizado por Bellas Artes
para fecundar. Gustavo Villatoro, que el
sábado apenas me dejó a solas, yéndose &
México, me mostró sus últimos libros,
Hambre mía de leerlos, Alfonso. ¿Y Monte­
rrey? Tengo, de cuando sólo me interesaba
Beyes contestó de inmediato: “ Gestiono
•la pura danza pura, un poema largo: "E l in­
empeñosamente'*.
fierno perdido'*; no sé si publicarlo. Se lo
Pero no se Limita, a proteger & los exiliados
enviaré en consulta. L a vida de Simbad,
peruanos en Ecuador sino que Llega hasta el
que empecé a escribir, danza también, hace
extremo de hacer manifestaciones públicas de
tros años, se me ha complicado en marcha,
adhesión al partido peruano mencionado, que
ahora lo he reanudado; en el viaje quinto
el gobierno de Ecuador juzgaba subversivos.
me he encontrado con mi generación, en el
El 17 de septiembre de 3938 Pablo Castillo,
episodio del viejo de la selva; la he visto so­
encargado de los archivos, manda una carta y
bre loa hombros míos, sobre Los de mis com­
recortes de periódicos a la Secretaría de Rela­
pañeros, asfixiándoles; y quiero embriagar
ciones acusando a Duren de haber llegado a
a elogios a mis clásicos, y darles luego una
Guayaquil, haciéndolo pasar por su secreta­
buena pedrada en la cabeza. Voy a respirar
rlo, con el diputado aprista Luis Alberto Sán­
deliciosamente libro de él.
chez, dando pie para que las acusaciones a los Trabajo en unas notas sobre estética y éti­
funcionarios mexicanos de proteger al gobier­ ca marxistas, contrastándolas con lo poco
no del Perú tengan fundamento. La prensa le que de la realidad americana conozco —
da el nombre de Cónsul General de México en Chile, Perú. Ecuador, Colombia, México.
el Perú y Guayaquil, cuando él signe siendo Con los artículos que sobre “ La Tragedia
escribiente de primera, o sea, canciller. Los Peruana” he escrito, voy a hacer un peque­
recortes hablan también de conferencias polí­ ño volumen que le enviaré, Y basta de mi.
ticas. Por supuesto, es destituido. El “ sarampión marxista” , como él lo llama
Se va a Colombia y desde ahí escribe a A l­
en sus “ Encuentros con Jorge Cuesta” , resul­
fonso Reyes el 14 de marzo de 1933, en papel
tó costoso en todos sentidos para él, pero pasó.
oon el grabado de Diálogo, una revista que
El 8 de marzo de 1933 escribe a Enrique Ji­
fundó en Bogotá. En ella se refiere al asunto
ménez Domínguez una carta que le envía con
en los siguientes términos:
Gustavo Villatoro. Jiménez Domínguez con­
testa tres semanas después:
... Promesas, amenazas, Dios y la Revolu­
Villatoro, que acaba de llegar, me entregó
ción, etc., no sé, ai escribirle, a quien oir: dí­
tu carta y me explicó cuál es tu situación.
gamelo usted.
"Deseo ayudarte a regresar, pero la úni­
Estoy buscando tantas cosas, en Bogotá.
ca forma posible en estos momentos sería la
Me separaron, razonablemente, del servi­
repatriación. Yo quisiera que consideraras
cio, porque sintiendo mía la realidad social
que esta forma se adoptaría por meras
del Ecuudor quise ayudar a que mis amigos
cuestiones de presupuesto y que en forma
de allá se la explicaran, interviniendo en la
alguna vieras ofensa a tu dignidad...
política ‘interna de un país extranjero*,
Pero posiblemente Owen pensó lo contrario
como prohíbe nuestro reglamento. Me ale­
y no contestó.
gra que quedó perfectamente establecido,
En octubre del mismo año estaba trabajan­
un ideario y plan de acción, el Partido So­
do “ on el periódico E l Tiempo que es el princi­
cialista Ecuatoriano, que dirige nuestro
pal diario de este país” , según informa el M i­
amigo Benjamín Gorrión. Luego, imposíbi
nistro de México en Colombia, Oscar E- Du-
litados los apristas peruanos para venir a
plán, a la Secretaría de Gobernación.18
defender su causa en Colombia, por ese
El 2 de diciembre de 1935 se casa en Bogo­
conflicto estúpido que me desola, he venido
tá con Cecilia Solazar Roldán, hija del general
a hacerlo en los periódicos, La actualidad
Víctor Manuel Solazar, expresidente de la
colombiana me ha afligido en su pobreza in­
República. Entre los testigos figuran Palma
telectual y moral, pero hay un grupo de más
Guiljén y Jorge Zalamea, que fue gran amigo
jóvenes que yo. a mi lado, que necesaria­
de Owen,13 Presenta como documento la fe de
mente habrán de reaccionar. Enseño en una
bautismo, fechada en E l Rosario, en 1907.
escuela de obreros; traduzco e} Jeremías de
Tiene dos hijos: Victoria Cecilia, nacida el 4
Z woig para no salinne a la calle a gritar mi
de septiembre de 1930, y Guillermo nacido el
protesta contra esta guerra incalificada,
4 de mayo de 1936, Los dos en día 4 y por lo
quiero hacer en las hojas de Diálogo -s a le
tanto en domingo.
en abril algo de lo que interrumpió en
Su matrimonio no es feliz. Regresó a Méxi-
Amanta la muerte de José Carlos Moríáte-
guí. Estoy viviendo una vida dura, sabrosa, lfi. Ibid.
a la que sólo le falta la conversación con 13. Archiva General de la Secretaria de Relaciones
Exteriores: Exp 14-18-6-
México para ser lo que he querido, a la que
le falta como agua el consejo de mis amigos

11. Archivo General de la Secretarla de Relacione*


Exteriore*; Exp. 3B-05-47.
Nacional de
Digitalizado por lír^ i Bfjgiíi Artes
pseudónimo que alguien usó antes y, en
todo caso, se robustecía mi sospecha de que
Barreda había pronunciado un nombre fan­
tasma, de cuya realidad no acabaron por
convencerme algunos breves encuentros
fortuitos, pues luego el personaje volvió a
desaparecer. Sólo años más tarde pude co­
nocer a Gilberto en su trabajo en Fiiadelña
y en su casa de Nueva York.. .t4
He escogido el testimonio de Garcidueñas
por ser un estudioso y un erudito de la litera­
tura mexicana, y sí eso le sucedía a él ¿qué se
podía esperar de los demás?
En 1942 trabajó con Alí Chumacero en una
oficina que quedaba en Venezuela 6. y que era
del Departamento de Publicaciones de la Se­
cretaría de Economía. La dirigía Isaac Rosi­
llo, que ahora es director de Tiempo. Trabaja
ba más bien como traductor y allí tradujo, en­
tre otras cosas, China en armas y E l A utom ó­
vil número 1469 de Agnes Smedley.
Vivía en un cuartito del segundo piso en la
esquina de Brasil y Paraguay, frente al cine
Alarcón. Ganaba 210 pesos, más lo que le pa­
gaban por les traducciones. En su cuartito ha­
bía una cama, un ropero viejo, su diccionario y
unos cuantos libros. ‘'Librillos", los llamó Alí
(¿lib erto Ow en Chumacero, y me mostró uno que le regaló
cuando se fue, de un tamaño aproximado de 8
x 10 cm; Silvia y la mano encantada, de N er­
val.
En eBta época era ya un alcohólico sin re­
medio. Bebía incluso en la oficina en que tra­
bajaba.
Una persona que lo quiso mucho me dijo
textualmente: "E ra solo. Todos sus amigos
eran gente de cantina, gente de bar. Veía a los
co en 1942 y se incorporó a la mesa de redac­ Contemporáneos y a otros escritores en las
ción de E l hy o pródigo en octubre de 1943. E r­ juntas semanales de E l hijo pródigo, pero no
nesto Mejía Sánchez habló con él ocasional­ iba a sus casas, era un déclassé. Ya no tenía
mente en las oficinas de Letras de M éxico que estrato social. No tenía un libro Buyo. No tenía
quedaba en Palma Norte 10 y donde estaba nada, nada, nada/'
también la redacción de E l hijo pródigo. Después del trabajo se pasaba a la cantina
Pero cuando llega a México es un perfecto Royalty, en las calles de Brasil. Iba todos los
desconocido, como no fuera para Víllaurrutia días. Su asiduo compañero era Rubén Solazar
y algún otro. Para tener una idea de lo que su­ Mallén. Tenía una borrachera suave, cariñosa.
cedía cuando regresó, bastará con la cita que En esa época todavía era muy flaco, aquile-
voy a hacer, quizá un poco larga, de José Ho­ ño.
jas Garcidueñas sobre B8te punto: En 1944 regresa a Colombia, quizá a tratar
...en una céntrica esquina de México en­ de volver a encauzar su vida familiar. Ese
contré a Octavio Barreda y él me presentó mismo año aparece en Perú £7 libro de Ruth.16
a su acompañante: ‘el señor Gilberto Owen' En 1946 don Manuel Tello acepta el ofreci­
y cruzamos unas cuantas frases. miento de Owen de ser Agregado Cultural ad
Mi primera impresión fue que aquello honorem en la Misión de México en Bogotá.
era una broma, entre tantas de Octavio, Su nombramiento está fechado el S de sep­
porque yo recordaba muy vagamente el tiembre de 1946.16
nombre de Owen relacionándolo con las le­
tras de los “ veintes" pero de un modo im­ 14. José Rojas Oarrldueñe*. Gilberto Owen y su obra.
UnivHreidu) Autónoma do S u Luis Potosí, IB64, p.p. 3 4.
preciso había pensado varias veces que
10, Gilberto Owen. E l libro dmRuth. Lima, Ed. F irm a ­
Owen Bería un colaborador extranjero que mento, 1944.
a veces publicaba cosas en revistas mexica­ 16. Archivo General de la Secretarla de Relacione»
nas, sería tal vez centro o sudamericano Exteriores: Exp. 14-18-6.
porque ¿cómo, si no, nunca lo había visto ni
oído de él referencia de alguien que lo fre­
cuentase?; también podría ser que hubiese
desaparecido años atras o que fuese un
. , ,, . NIación arde
Digitalizado por BeiasAnes
perturbada, especialmente desde que una
amiga del cónsul de México consideró su
obligación moral informarme que el doctor
no esperaba que él viviera más de unos me­
ses. Algunas personas parecen progresar
No cabe duda de que intenta borrar, con
en la tragedia. Afortunadamente Gilberto y
méritos, su expulsión del servicio consular.
yo tenemos un amigo en el cuerpo médico
El Q2 de septiembre, en cuanto recibe el
del hospital. Lo localicé, él tiene acceso a
nombramiento escribió a Torres Bodet para
las historias clínicas y hojas de evolución,
ponerse a sus órdenes. Torrea Bodet era Se­
así que me mantiene informada. Gilberto
cretario de Educación y representante de M é­
tiene cirrosis hepática —alrededor de
xico ante la UNESCO.
4 0 % -; Peter me dijo que el doctor quería
En 1946 fue secretario de la Embajada Es­
hacer una operación exploratoria puesto
pecial que envió el gobierno de México a la
que la temperatura de Gilberto varía tonto.
toma de posesión del presidente colombiano
Decidieron que tai vez, por desgracia, po­
Mariano Ospina.17
dría haber otra infección del hígado, a lo
Solicita, el 31 de octubre de 1946, permiso
mejor una enfermedad tropical. L e pusie­
por seis meses para llevar a su esposa e hijos
ron transfusiones de sangre, pero finalmen­
a Estados Unidos, donde quiere que estos últi­
te no lo operaron porque las condiciones de
mos se eduquen. Pero no se trata solamente
su sangre eran tan malas que no se atre­
de eso, quiere seguir haciendo méritos:
vían. En todo caso Peter dice que debería
Mi propósito es emprender mí viaje el 90 de
vivir por lo menos quince años, si se cuida.
diciembre de este año, pero si la Secretaria
Eso es mucho conociendo a Gilberto, pero
de Relaciones Exteriores puede utilizar
haré todo lo que pueda.
mis servicios una vez más, honrándome con
la designación de edecán de la misma para No es mucho lo que puede hacerse por Gil­
atender y guiar en México a la Embajada berto Owen, aunque parece que él hizo esfuer­
Especial que Colombia enviará a la trans zos para sobrevivir. Dos años después, el 9 de
misión del mando presidencial en nuestro marzo de 1969. muere en Filadelfia, ciego.
país (el presidente electo era Miguel A le­ Está sepultado en el cementerio de Holy
mán) podría adelantar mi viaje para ello, Croes, aunque su deseo era ser enterrado jun­
haciendo el viaje por nuestra capital...18 to a X avier Villaurrutia, cuya muerte lo había
Lo que pide le es concedido. deprimido tanto. "L a causa de su muerte fue,
Reingresó el lo de febrero de 1947 al servi­ según los médicos, el endurecimiento del hí­
cio consular como Oficial Canciller de prime­ gado, que causa derrames interiores de san­
ra.18 Obtiene ser enviado a Filadelfia, porque gre” dice la comunicación del cónsul Raúl Ba-
su mujer y sus dos hijos viven en Nueva York ca.““ El alcohol había hecho su obra.
en un lujoso departamento de P&rk Avenue, y Un disco con una selección de sus poemas
él, desde su modesto cuarto de hotel en Fila- es grabado por la U N AM en Voz Viva de M é­
deliia, puede viajar los fines de semana a ver­ xico en 1966, con presentación de A lí Chuma-
los. Bien, a ver a sus hijos, porque, como se cero.83
comprende por la situación planteada, sus re­ Lo que pudo recopilarse de la obra del poeta
laciones con su mujer no son buenas. fue editado por la U N AM con el título de Gil­
Ya estando él en FUadelfia, sus amigos berto Owen — Poesía y Prosa, en la serie L e ­
aprietos le mandan diez ejemplares del Perseo tras, 1963. L a recopiladora es Josephlne Pro-
vencido, que imprimieron en 1948.a0 Se lo lle­ ooplo, entrañable amiga de Owen. El prólogo,
va a Nueva York Luis Alberto Sánchez en per­ de AH Chumacera
sona. quien dice al comentar el episodio. “ Ape­ Muchos años el libro estuvo agotado y de­
nas me dió las gracias. Se quedó en el Linde safortunadamente generaciones jóvenes lo
del misterio hierático como tan a menudo".*1 desconocen. En 1979 se hace una segunda
Mientras tanto, traduce, pero no escribe edición aumentada escuetamente, por el Fon­
poesía. Su salud empeora cada vez más. do de Cultura Económica (Gilberto Owen.
El 3 de enero de 1960 su estado de salud ya Obras. Letras Mexicanas), en la que por “ limi­
es crítico. Josephlne Procopio lo describe así taciones económicas" no se incluyeron cinco
en una carta fechada el 3 de enero de ese año: apéndices, entre ellos el presente, a pesar de
Gilberto está seriamente enfermo, lo ha es­ la lucha tenaz de A lí Chunmcero.
tado por mucho tiempo. Cuando regresé de Seguimos tratando de quitar a Gilberto
México, lo encontré en una situación muy Owen su cualidad de "poeta olvidado” .
crítica. Finalmente consintió en ir al hospi­ 82. Archivo General de 1» Secretaria de Relacione»
tal, estuvo allí tres semanas. Yo estaba muy Exteriores. Exp.: 35-06-47.
17. Ibid. 23. Vocea de Oscar Cbávez y Claudio Obregón.
18. Ibid. 84. Gilberto Owen, Obras. México, Fondo de Cultura
18. Ibld. Económica, Letra» Mexicana» ,1879.
80. Gilberto Owen, P e r s e a v e n c id o Lima, anexo a la
Revista San Marcos, 1848.
81. Luis Alberto Sánchez, ‘'Gilberto Owen. Shuntas
Latía oamo Hcanas", Nuevo Zlg Zag. Santiago. 8 de mayo
de 1858.

Digitalizado por
Digitalizado por
R o b e rto M on ten egro,
R e t r a t o de X a v ie r % 'illa a r r u iia

— —— --------------------------------------- 1
------ J
Roberto Montenegro. R o b e rto M on ten egro.
R e í r a t o de G ilb e r t o O ir en ( I 9 S 7 ) R e t r a t o d e E lia s X a n d in o ( I 9 l t 5 )

Instituto
Nacional tie IA C O N A C U L TA
Digitalizado por Bellas Artes
na noche áe insomnio, Xa­
vier Villaurrutia apunta en
un cuaderno: “ Decididamen­
te soy un hombre de v n te rxo -
res. £1 paisaje Ge me olvida.
Cualquier cosa me distrae
de un paisaje.n>
Después de una excursión en el Popoeaté-

0LIV1ER petl J ulio Castellanos le comenta a Carlos Pe-


llicer: “ Convéncete que eso no se puede pin­

DEBR01SE tar. L a mirada tiene un límite. L o que vimos,


yo lo vi con el corazón. Te confieso que empecé
a sentir un miedo espantoso. E l miedo de que­
darme solo con una cosa tan grande y no saber
que hacer con ella. Nunca podré pintar un pai­

Ll INMOVIL saje.”8
Julio Castellanos limita el espacio de sus

PERMANENCIA cuadros con muros de ladrillo que, implícita­


mente, sitúan sus personajes en un medio am­
biente urbano. Con la única excepción de un

DELO detalle diminuto en la esquina superior de E l


día de san Juan, Castellanos nunca pintó pai­

MUDABLE sajes. Agustín Lazo tampoco: coloca muros


desequilibrados cubiertos con papel tapiz, o
telones teatrales, justo detrás de sus sujetos;
encierra a sus personajes. Hacia 1085. Rufino
Tamayo deja de pintar hieráticios indígenas e
instala su caballete en una recámara invadida
por una profusión de objetos y de personajes
(L as Afusas). En aquellas “natursJezas soña­
das” de Tamayo un paisaje urbano irrumpe de
voz en vez enmarcado por una ventana. L a al­
coba, verdadera o ficticia, es el espacio que
permite recrear o escenificar las obsesiones.
Al desaparecer el cielo, se pierden las grandes
L dimensiones: Las del paisaje exaltado por Die­
go Rivera, el Dr. A tl y Carlos Pellicer, y las
del mural. Los pintores nacidos con el siglo,
Castellanos. Lazo, Tamayo, Ángel, experi­
mentan dentro de un espacio limitado y con­
trolan mejor las relaciones de luz y forma, los
volúmenes en el aire. A l reconocer “ los límites
de la mirada” se preocupan más que sus ma­
yores por el estudio formal, por la composición
y la plasticidad. Suprimen todo lirismo y con­
centran su esfuerzo en algunos objetos claves,
en algunos gestos comunes repetitivamente
utilizados como materia prima de su busque

I. Vülaunrutia Xavier. “ V a rie d a d ” . Obras; Feudo de


Cultura Económica, 1974, p. 908.
9. Pellicer. Corlo* y Toncano. Salvador. Julio CatlsUa-
nos, E d it o ria l NymbuaJcóyotl. México. 1 9 6 8 , p. 7 .

^ , iñsnfüfo
. i ^ J Nacional de «A C O N A C U LTA
Digitalizado por iffií! BeílasAnes
ri udablemente Tamayo, Castellanos, Rodrí­
guez Lozano y, sobre todo, Agustín Lazo.
Lazo no participa en la muestra de 1928, pues
vive entonces en París y, amigo de Robert
Desnos, ya recibe la influencia del surrealis­
mo. Su gran cultura plástica y su buen gusto
lo vuelven a su regreso el teórico pictórico de
la revista aun cuando siempre permanece dis­
cretamente en la sombra de Villaurrutia.
Lola Alvarez Bravo cuenta que no podía ha­
ber, en México, una exposición de pintura que
no fuera prologada por X avier Villaurrutia. El
viaje del poeta a Estados Unidos interrumpió
esa repentina “ moda” , mas no su predilección
por esa rara forma de prosa que se llama “ crí­
tica de arte.”
Villaurrutia es tal vez el primer “ crítico"
mexicano en sentido estricto, profesional. Esa
actividad se sobrepone a las demás (drama­
turgo, poeta, actor esporádico, dibujante efí­
mero, crítico cinematográfico por sobreviven­
cia). Antes de su aparición escribir sobre pin­
tura era cosa de periodistas no especializados
que reseñaban las exposiciones como si fueran
simples actos sociales, y de alguno que otro li­
da. Las violas y los cuerpos femeninos de Ta­ terato que apoyaba a un amigo pintor (como
mayo, los madres y los adolescentes de Gaste' en los casos de Julio Ruelas y José Juan T a ­
llanos, los niños redondos de Lazo son tan ob­ blada, de Saturnino Herrón y Ramón López
sesivos como las botellas y las guitarras de Velarde). En 1921, el historiador de la Colo­
Braque y Picasso, como las peras de Cózanne, nia, Manuel Toussaint edita una monografía
Su pintura es tan precisa, tan interior y tan de la obra de Herrón: caso único y aislado. A
personal como la poesía de los escritores que principios de los años veinte, Salvador Novo
los acompañan. En el segundo número de la redacta varios textos polémicos pora defender
revista Ulises, Salvador Novo y Xavier Víllau- públicamente a Diego Rivera o exaltar la la
rrutia inscriben un epígrafe de Paul Moran d: bor de las escuelas de pintura al aire libre;
“L a tete au Pote, les pieds sur l ’Equateur, pero se trata ante todo de política cultural
quoiqu ’on fas se c est toujours le voyage autour producida desde la Secretaria de Educación
de ma chambre."3*Sinbad el varado de Gilber­ Pública y no de una reflexión estética. En
to Owen, Nostalgia de la muerte de Villaurru- 1928, con Ea revista Form a de Gabriel Fer­
tia. E l diálogo de Julio Castellanos, las acua­ nández Ledesma, Samuel Ramos, García Iz-
relas de Lazo y los interiores de Tamayo tie­ eabalceta, Anita Brenner, entre otros, buscan
nen en común esa voluntad de viaje inmóvil y instaurar un discurso estético de carácter na­
es tal vez esta temática existencia! que loa di­ cionalista. Villaurrutia publica en Form a sus
ferencia de sus mayores y los reúne, hacia primeros escritos sobre pintura. Reseña las
1928, alrededor de la revista Contemporá­ exposiciones, “lanza" a Agustín Lazo y cuenta
neos. “L a historia de Diego Rivera” . Es el único au­
A finales de 1928, Xavier Villaurrutia or­ tor permanente de Form a. Con el discurso so­
ganiza “ una Exposición de Pintura Actual” , bre arte de Villaurrutia ya no se trata de ala­
financiada por Contemporáneos en un local bar o de denigrar a los pintores, sino de elabo­
del Pasaje América. Invita a Julio Castella­ rar un texto autónomo a partir de ciertas imá­
nos, Carlos Mérida, Manuel Rodríguez Loza­ genes. En ese sentido, los escritos de Villau­
no, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco, rrutia complementan y, a veces, revelan su
Diego Rivera y el español Gabriel García Ma poesía: “ Interpretar estas relaciones sutiles
roto. Diego Rivera se niega a participar; Ga­ que me han dejado en las manos, algunas ve­
briel García Maroto y Orozco se disculpan. ces, las llaves para abrir las puertas que co­
Los que participan en la exposición indican munican las salas —las alas— de la pintura y
elocuentemente qué rumbos estéticos propone de la poesía, ha sido uno de los más puros y li­
la recién creada revista. Aunque en sus pági­ bres goces de mi espíritu.”* Cuando no trata a
nas se encuentran reproducciones de pintores
tan diversos como María Izquierdo, Diego Ri­
vera, Orozco y De Chirico, los pintores más 4. Villaurrutia, Xavier, '‘Pintura, sin mancha” , op. CÍt;
afines a los poetas de Contemporáneos son in­ p. 740.

3. ‘'L a cabeza en al Polo, los pies sobre el Ecuador, sea


lo que sea. Biguá siendo el viaje alrededor do mi cuarto”.
UlUes: Edición facsímil tur. Pondo do Cultura Económica.
México. 1081. número Z. U LTA
Digitalizado por idzili Bellas Artes
r
poética” de la pintura, la coincidencia entre
cierta imagen sugestiva y un estado de ánimo.
El cuadro es un objeto real, fetichizado porque
detiene un instante, una vivencia, la vida mis­
un pintor en particular, o cuando no reseña ma y vuelve visible lo invisible. Los pintores
sistemáticamente todas las exposiciones de del surrealismo no hacían otra cosa cuando
los años veinte, Villaurrutia reflexiona sobre buscaban fijar la eternidad de un gesto creati­
los procesos de creación y los alcances del ar­ vo; la "abstracción lírica” de André Masson,
te; descubre ínfimas pero seguras relaciones de Jean Arp, era ia expresión de ese sentido
entre las imágenes poéticas de los pintores animista de la pintura. Entre otros dibujos.
mexicanos de su generación y las metáforas Xavier Villaurrutia dejó dos pequeñas tintas
que él mismo elabora: “ Mis poemas no han “ automáticas” que demuestran hasta que
querido ser solamente criaturas irreales, so­ punto 1© interesaron los experimentos surrea­
res matemáticos o existencias musicales sino, listas. Sin embargo, como crítico de arte, V i­
también, y sobre todo, objetos plásticos,"6 Mu­ llaurrutia parece preferir más lo figurativo:
chos poemas de Villaurrutia pueden leerse los motivos suelen dirigir sus reseñas.
también como cuadros, algunos estáticos, Villaurrutia, y los pintores que le son cerca­
otros móviles, pero casi siempre enmarcados nos, Taraayo, Lazo y Castellanos, introducen
por una ventana: en México una nueva concepción del artista.
A l inspirado bohemio del fui del siglo que crea
La moldura de la ventana su obra bajo la casi mística influencia de un
rebana un trozo de jardín numen otorgado por diosed oscuros, al “técni­
Hasta el aire con marco de cristales co" estricto que conoce su oficio a la perfec­
mueve el mismo temblor que mueve el velo ción y puede moldear a su antojo sus formas
de la danza primaveral." que reivindican Diego Rivera. José Clemente
Orozco e, inclusive. Adolfo Best Maug&rd y
PeUlcor vive el paisaje desde dentro; hundido Manuel Rodríguez Lozano, sucede el demiur­
entre la hierba, escondido detrás de las pal­ go que conoce su oficio perfectamente, y, ade­
meras, en contacto directo con La naturaleza más. posee una intuición “ poética", una parti­
exuberante del trópico; sus sensaciones son cular capacidad de percepción que le permite
diversas, visuales por supuesto, pero también descubrir un mundo. E l artista es un ser cual-
táctiles. Por el contrario Villaurrutia siempre
observa el paisaje con cierta distancia, jamás
se le acerca. No es más que una visión. D i b u j o clr \ i i i t e r \ i l i an r r u l l a
Xavier Villaurrutia entra en contacto con
la obra plástica mediante la poesía; su método
es algo similar al de un Baudelaire, o de un
Apollinaire: busca analogías, asociaciones
subjetivas con las que elabora una paráfrasis
literaria del cuadro. Villaurrutia escribe sobre
pintura en base a ciertos componentes cromá­
ticos, a la armonía de la composición, a ciertas
líneas que lo atraen. Sus análisis formales son
más bien escuetos: en ningún momento deja
de ser un poeta que mira un cuadro.
Con la pintura, el hombre logra transgredir
la ley inmutable del tiempo. L a afición de Vi­
llaurrutia por las naturalezas muertas, por los
retratos, se deriva de esa fascinación por la
imagen “ congelada ". Cierto doloroso temor, la
conciencia del ineluctable flujo del tiempo, lle­
van a Villaurrutia a interesarse por la pintura
de Cézanne que escoge como punto de refe­
rencia y menciona numerosas veces, tanto en
sus ensayos como en su poesía: “ Las frutas to­
maban, ante Cézanne, posturas eternas. Y ha­
cer ver la eternidad de lo mudable ¿no es una
operación poética por cuanto que hace ver lo
que el hombre ha visto o creído ver, pero que
sólo el artista puede expresar en su lenguaje
particular?"7 Villaurrutia valora esa “ esencia

6. Idem.
0. Villaurrutia. Xavier. “Jardín”, op. d i. p. 32.
T. Villaurrutia. Xavier. “Lectura en una exposición ',
op. cií. p. 1070. Instituto
Nacional de ía c o n a c u l t a
Digitalizado por BeStas Artes
rostro— de los cuadros de Lazo, son imperso
nales, indeterminados. La repetición de cier­
tos verbos (querer, tocar, asir, correr), en el
texto de Villaurrutia, crea una implacable
quiera que supo en un momento dado desarro­ sensación de delirio, una rítmica espiral de ac­
llar ciertos talentos que lo vuelven “ diferente” ciones quB tropiezan con sustantivos-muros
a los demás. L a pintura deja de ser una "ven­ (estatua, espejo, muro). Lazo repite innume­
tana abierta sobre el mundo" para volverse un rables veces la misma escenografía: un telón
medio de expresión. de fondo, unas paredes chuecas que delimitan
Uno de los poemas más visuales de VLllau- un espacia teatral. Xavier Villaurrutia utiliza
rrutia es, tal vez, el Nocturno de ta estatua, metafóricamente imágenes visuales para ex
dedicado a Agustín Lazo: presar realidades internas, “ subconscientes'',
Agustín Lazo pinta diáfanos pero lúgubres
Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera ambientes cerrados por los que atraviesan
y el grito de la estatua doblando la esquina personajes —no seres— socíalmente inváli­
dos: niños tiernos y crueles a la vez, que sólo
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el pueden adelantar un gBsto sádico interrumpi­
grito
do; solitarios adolescentes que se observan
querer tocar el grito y sólo hallar el eco, calladamente, incapaces de mirarse de frente;
querer asir el eco y encontrar sólo el muro caballos sin silla, Ubres de toda sujeción, es­
y correr hacia el muro y tocar el espejo. culpidos en la materia pictórica y que repre­
Hallar en el espejo la estatua asesinada, sentan un anhelo interno siempre postergado.
sacarla de la sangre de su sombra, L a atmósfera de los cuadros de Lazo recuerda
vestirla en un cerrar de ojos, algo de los angustiantes lienzos de De Chirieo
acariciarla como a una hermana imprevista —sin las preocupaciones metafísicas. Sólo
y jugar con laa fichas de sus dedos manifiestan la sutil autorrepreaión de los de­
y contar en su oreja cien veces cien cien seos; los sueños pintados son la única, la últi­
veces ma fuga. Las obras de Lazo son metáforas a
hasta oirla decir: “estoy muerta de sueño.” veces tan crípticas como ciertos poemas de
Jorge Cuesta.
Con el uso sistemático del infinitivo, Villau- Agustín Lazo pinta desde la frustración; en
rrutia despersonaliza su poema y permite la soledad de su alcoba, X avier Villaurrutia
cierta identificación con lo abstracto. Los per­ proyecta su mirada hacia el cuerpo del inal­
sonajes de rostro estereotipado —o casi sin canzable otro (cuerpo propio):

A g u s t ín L a x o y M a n u e l R o d r í g u e z L o z a n o ( F o t o d « L o l a Á l v u r e z B r a v o )

IL;^tl| Warinnnl Hd S A m W A f l II T A
Digitalizado por iS S S S Bollas Artos
Ya soy sólo un deseo, Señor,
Ya lo diga mi voz, ya mi concreto
silencio, ya mi supremo llanto
en el supremo dolor,
no soy sino un deseo,
Señor.1

En Pintura sin mancha6 *8* tal voz el ensayo do


estética más importante de Villaurrutia— se
reñere constantemente, aunque de manera
implícita, a la pintura de Agustín Lazo; ese
“ cuadro que sueña” —noción tal vez derivada
del surrealismo— no puede ser de otro pintor.
En 1928, entrevistado en París por un re­
portero de E l Universal Ilustrado, Agustín
Lazo declara: “ El suprarrealismo trata de
reintegrar a la pintura su sentido, llenándola
de emoción, de vida, de misterio; obligándola a
tener un objeto y cortando con la pintura pura,
inútil andamio de la verdadera. Creo que con
De Chirico ha perdido su mejor pintor. Cuenta
con Picabia. con Miró que tiene para mi el de­
fecto de expresarse demasiado en jeroglíficos
y el de repetirse muy a menudo. Con Man Ray
que ha convertido los aparatos fotográficos en
un verdadero sistema nervioso. Max ErnBt R u fin o T u m a y », Retrato efe ( a r f o * i*ellieer
que me intriga a menudo, pero que general
mente me decepciona en sus realizaciones.
Además con Arp, Andró Moa son. a Ivas Tan surrealista. Pero Lazo no es, esencialmente,
guy que no me gustan. Es éste sin duda el mo­ un pintor surrealista —así como Villaurrutia
vimiento del que más se puede esperar, por la
no es un poeta surrealista—; ciertas afinida­
elevación de sus intenciones, la inteligencia des, ciertas búsquedas afines lo impulsan a
de sus promotores y. principalmente, por su adoptar algunas de las pautas teóricas de los
deseo de mantener y precipitar el estado de manifiestos de Bretón. L a más importante sin
revolución."10 Lazo es. probablemente, el in­ duda es ia noción de permeabilidad entre la
troductor del surrealismo en México. Ante­ conciencia y el inconsciente —noción freudia-
riormente, la prensa mexicana había anuncia­ na recuperada por Las artes— que coincide con
do la fundación del movimiento francés, pero ciertas necesidades propias de un “ ser artis­
sin que el hecho trascendiera en influencia de­ ta” en México. La presencia discreta del su­
terminante. Agustín Lazo entra en contacto rrealismo en la pintura de Agustín Lazo reve­
con la Escuela de París, conoce a Robert Des­ la lo invisible e ilumina lo callada.
nos, a Max Jacob. En 1928, regresa a México La asociación del pintor y del escritor ha
y, por esa fecha, Villaurrutia empieza a practi­ sido de todos los tiempos de la pintura moder­
ca r el análisis de sus insomnios, experimenta na: Baudeloire y Delacroix, Zola y Manet,
la escritura automática y la pintura "gestual". Proust y Monet (Élatiren En busca del tiempo
El pequeño grupo de los intelectuales mexica­ perdido); en todos los casos el texto pretende
nos empieza a leer y a citar a Freud y a Bre­ “ revelar" la imagen silenciosa. Los impresio­
tón. Agustín Lazo no es sólo el primer pintor nistas, los cubistas, no existirían sin las polé­
influid o por el surrealismo —doce años antes micas “ literarias" que suscitaron. El muralis-
de las visitas sucesivas de André Bretón, de mo mexicano no requería de literatura alrede­
Benjamín Péret y de W olfgang Paalen—; tam­ dor de su quehacer puesto que, en sí mismo,
bién es el que mejor comprendió los textos de era ilustración de una doctrina que le antece­
Bretón y el que más participa del “ espíritu" día. La pintura mexicana del siglo veinte de­
saparece en su propio silencio, en su falta de
impulso externo. Caso único, la alianza de
6. Villaurrutia. Xavier "Ya mi súplica e s llanto", Op. e l t , Agustín Lazo y de Xavier Villaurrutia ejem­
p. 17 plifica ese tipo de retroalimentación esencial.
0. “Pintura sin mancha” , op ctt., p. 740, acompañaba
un« «aposición de pintura francesa organizada por la Em­
bajada de Francia.
10. Ortega. F abro ni o. "Lazo y sus opiniones sobre la
pintura moderna", E l Universal Ihts irado. 6 do diciembre
de 1028.
, , Naciona! de 4ACON ACULTA
Uigitaiizado por íajp; Beüas Artes
A g u s tín l a z o ,
R e t r a t o de A n r i r r lif/ n u r r u t ía

Agustín L a zo , A litas c o n ja u la

Ju lio Ciisl»‘ llanos, A u to r r e tr a to ( 1917)

Instituto
!ilíll Nacional de (▲ COÑAC ULTA
Digitalizado por • ir * #
Bellas Artes
M anuel R o d ríg u e z L oza n o, La re g la
A n ton io R u iz, l os paranoicos ( 1938)
Pu ede re c o n o c e rs e a algunos com fionentes del g ru p o de C on tem porán eos

' a * / í . > t.

az
*fjp* n vd c

Instituto
-f-rift* ; iie—t A C Q h t A fc D TA
Digitalizado por Belfas Artes
M anuel R o d r íg u e z L o z a n o , R e t r a t o de S a l v a d o r ,\ovo

R o b e r t o M o n te n e g ro .
K e i r a t o de J o s é O o r o s t i z a

R o b e r t o >l«iiltMÍ¡ip|ír,<»,,T L1j‘11 . . /1| Bl r


‘ t e ' cíe !▲C O N ACULTA
cfisiñ Artes
Agustín Laxo, R e tr a to de Xavier Villaurrutia

Agustín Lazo. Retrato de Jorge Cuesta

instituto
M Naciona' de (▲ COÑAC ULTA
Digitalizado por BeMas Artes
irahuén es para mí e) lugar
de Gilberto Owen. Córdoba
guarda memoria de Jorge
Cuesta. La Capilla y el fan­
tasma de los enormes anillos
de Salvador Novo están en
Coyoacán, en la Calle Madrid, Detrás del Tea­

DAVID
tro Insurgentes, en la Calle de Damas, vi por
única vea a José Gorostiza. En un florido de­
partamento que daba al Parque México me re­

HUERTA galaron un ejemplar —leído y releído— de E l


puerto, de Enrique González Rojo, y me pres­
taron otro de las Elegías romanas para que yo
lo fotoeopiara. Recuerdo mis bostezos exhaus­
tos en Coapa al intentar leer las memorias de
LUGARES Jaime Torres Bodet, Imagino a Bernardo Or
tiz de Montellano en la penumbra glacial de

DE LOS un quirófano, en el limbo del éter, durante su


segundo sueño. Veo el fino rostro de Xavier

CONTEMPORÁNEOS Villaurrutia en una fotografía donde aparecen


también Solana, Efraín, Pellicer, en el burla­
dero de un coso; veo y reveo los dibujos villau-
rrutianos y siempre recuerdo mi confusión, en
Chimollstac, ante esa errata del Nocturno de
la estatua: ¿está muerta de Bueña, está muer
ta de miedo? Elias Nandino, poeta y módico,
vive gozosamente en un hermoso pueblo de
Jalisco: en Cocula. obligado recuerdo y evoca­
ción de mexicanos gracias a la canción famo­
sa. Pero a ninguno de los Contemporáneos re­
cuerdo con más nitidez que a Carlos Pellicer,
sin duda porque con él conversé unas cuantas
veces.
José Al varado hizo el recuento de lo que se­
rían las “ ciudades visibles'* de Pellicer. su
.......... ................ . : i , , . m . i i i i m i
geografía evidente: “ El Cairo y Amsterdam,
Jerusaién y Atenas, Roma y Río de Janeiro,
Mérida y Luxor, el Grijalva, el Amazonas, el
Iguazú.” Pellicer tenia otros lugares también.
Desde luego, su retiro en la casa de las Lo­
mas, en Sierra Nevada. L e preocupaba que no
demolieran cierta modesta casa de la Avenida
Alvaro Obregón, colindante con la Clínica
Lourdes, pues quería convertirla en la Casa
de la Poesía: ahí estuvo el hogar del poeta Ra­
món López Velarde, el sitio mismo donde mu­
rió en 1921 al contraer una pulmonía fulmi­
nante por enfriamiento. «1 término de su cami­
nata habitual desde la Secretaría de Goberna­
ción en Bucareli. (E sa triste historia de muer­
te poética era tema de la conversación pelllce-
riana; sabido es que guardaba por López Ve-
larde una devoción casi comparable a la que

-¿i Nacional de (▲ CON ACULTA


Digitalizado por 1 Bellas Artes
profesaba por el gran Díaz Mirón, “ lleno de la en Asís, los cuadros de Clmabue y Giotto.
eternidad de la gloria, viejo y entristecido y Siempre volvía a Tabasco, a Villahermosa,
olvidado” ,) Las losas de barro cocido, las este­ donde el color del ancho rio reflejaba los ver­
las y las ai farad as en el tenue horizonte de des insaciables. (Un color también es un lugar,
ComaJcalco supieron del infatigable viajero y un fruto que cuelga.) Recordó siempre Cura­
estupendo arqueólogo aficionado que fue Pe- zao, naturalmente. Asistía asiduamente a la
llicer... plaza de toros para ver el desaño del cuerpo
Espacio, naturacosa. sobrenaturaleza: la esbelto vestido de oro y azul.
primera palabra nos recuerda a Enrique Gon­ Otros lugares pelli cenemos: el Anahuacalli,
zález Rojo (y, claro, a Juan Ramón Jiménez)*, el Parque de la Venta, la casa de Frida Kohlo.
la segunda es obra entera de Carlos Pellicer; Sus museos: él, viajero, conocía el valor de la
la tercera es uno de los ingredientes del “ cal­ fijeza y la mirada.
do criollo” del poeta cubano José Lezama L i­ Recuerda a Carlos Pellicer caminando con
ma. En el espacio, pues, digámoslo así, Carlos manifiesta energía por la Avenida Universi­
Pellicer descubrió la naturacosa y entrevió la dad rumbo al Fondo de Cultura Económica.
sobrenaturaleza. Más de un punto en común Trato de imaginar su declamatoria presencia
tiene con el poeta español y con el poeta cuba­ ( “ mi pobre voz”) en el Generalito; su deslum­
no, para no hablar de su estricta contempora­ brado viaje por Sudamérica, vista y sentida al
neidad con Enrique González Rojo. A Lezama lado de José Vasconcelos. En mí memoria
y Juan Ramón lo unen la fidelidad a una con­ vuelve a aparecer su gesto, entre irónico y re­
vicción religiosa profunda, cristiana, pero de­ gocijado, durante el homenaje en la Biblioteca
cididamente excéntrica en su expresión poéti­ Nacional y las bromas de aquel diálogo con Jo­
ca; esa atipictdad de su poesía religiosa es uno sé Carlos Becerra en el Museo de la Ciudad de
de sus valores cardinales. En formas sencillas México, en 1970. Recuerdo a Pellicer. en fin,
generalmente —sobre todo al final de su vida, gustando con las manos una primera edición
en los poemas escritos para el Nacimiento—, de Gongo ra y conversando con amigos poetas
Pellicer le dio una frescura a la poesía cristia­ a la sombra de sus Vélaseos.
na de la que ésta carecía en nuestro medio;
una frescura y un vigor extraordinarios.Nunca
olvidó su viaje juvenil por el Cercano Oriente
ni su amor por Italia, en especial por Roma y
por Asís. En Samaría vio los paisajes bíblicos; n . . ..
Digitalizado por PSSIÍ B ellas A rtes
Instituto
Nacional de (A C O N ACULTA
Digitalizado por Bellas Artes
II ¡.¡ni Instituto
Í M i Nacional de (A C O N ACULTA
Digitalizado por í ™ £ ¡ Bellas Artos
a vida de un poeta es Ja reu­
nión de sus poemas, la lectu­
ra de éstos es lo que nos pue­
de proyectar las líneas con
las que su retrato ha sido di­
bujado. El retrato es canta­
do por el poeta, por la voz del poeta. Y el hecho
de poseer una voz es la posibilidad de cantar

DARÍO el Universo y la suma de sus elementos. Así


en la obra poética de Salvador Novo, uno pue­

GALICIA de verlo aparecer a lo largo de la lectura de su


libro-Espejo. Su retrato se va dibujando len­
tamente a través de los reflejos que el Espejo
proyecta en un punto preciso: la infancia. P o­
dría decir que al leer el Espejo, al igual que al

DEL OIDO leer Alice's Adventures in Wonderland, la lec­


tura me dio la posibilidad de volver a ser niño.

UDO DEL La obra de Lewis Carroll me impresionó tan­


gencialmente. La lectura de Espejo provocó
un estremecimiento mayor que la del mate­

ESPEJO mático de Oxford.


En el año de 1933 apareció el Espejo-, en
este libro Salvador Novo retine veinte poe­
mas, veinte lanzas agudas, creaciones breves
disparadas directamente a la conciencia del
lector. Con una voz insólita dentro del contex­
to de la poesía mexicana. Salvador Novo, ini­
cia con “ Retrato de un niño" un flash-back
inevitable: “ ...L a primera vez que me miró
atentamente ’. Los trazos son concretos, su­
brayando que no es fotogénico y finalizando
con un dato, que da el tono irónico sobre el
transcurrir del tiempo, sobre el hecho inexo­
rable. Expulsado de la infancia, perdido el pa­
raíso y la inocencia, su poesía significa la pér­
mmmmmammb dida de ta pureza, y el enfrentamiento a lo
desconocido. Y esto es la escisión que implan­
ta la civilización y el progreso:

Fou shall noí lie with a mole as with a u'oman; it » Pero en la escuela
an obomination (Leviticus L8;23): tfeúher thein querrán que yo haga un mapa con un lápiz,
moral, ñor idolators, ñor adulterara, ñor homose­ querrán que yo trace el mundo
xual. ,. tcül inherit tte kingdom q f God
y el mundo me da miedo.
(1 Coriuthians 0:9-10).
Ah, quién pudiera oir una voz humana
Dios creó el mundo
que confiese no un pecado sino una infamia;
quo cuento no una violencia sino una cobardía: yo sólo puedo
construir un altar y una casa.
("Poema on linea reata",
Poemas de A lvaro de Campos.)
Salvador Novo es el cordero de los Cantos
(Bandido, ladrón, granuja, bribón!
de inocencia frente al tigre, es aún el niño que
Es la jauría de (as personas decentes
la que persigue al nifto. se rebela frente a las consignas y el dogmatis­
mo de una educación nacionalista. Finalizan­
(Prevert) do con una respuesta inocente e irónica frente

.... , Nacional de 1Á C O N ACULTA


Digitalizado por :f !s : BellasArtes
CCOOOOOOOQOOOOOOOGCOOCOOC No sabe que se ios daría todos a los mucha­
chos por jugar como ellos,

Se necesita ser valiente para ver publicado


al grito de odio en contra de su origen pater­ en México, en 1933, una acusación en contra
no: si los españolea son malos, “ ¿cómo lo va- de un genocidio; a pesar de compartir los mis­
moa a saber nosotros?” mos problemas sociales, económicos y políti­
cos, una actitud erótica diferente es suficiente
El profesor no me quiere; para conocer el ostracismo y la humillación , la
ve con malos ojos mi ropa fina condición de ser diferente se establece a par­
y que tengo todos los libros. tir del machismo, aquí la palabra como, es el
hilo conductor de esta condición histórica.
A l vivir en una cultura sexual enraizada en Históricamente es importante que dentro de
una civilización que da valor a la figura mas­ la literatura uno se vea por primera vez, ya
culina, la posible feminidad de un hombre es el que nosotros, los homosexuales, no estamos
tatuaje que sirve de humillación a los homose­ integrados a la cultura, seguimos siendo aún
xuales. Así Salvador Novo se convierte en parte de una subcultura. A no ser la carcaja­
una figura liberadora, en un acusador de una da, el chiste burlón, o la caricatura de la lite­
sociedad predominantemente patriarcal, de ratura buga.
una moral anquilosada, donde ia ideología En "Epifonia" hay una penetración del
masculina es la referencia a la figura física de mundo, lo que sucede detrás de los muros pe­
fuerza, donde lo femenino está degradado. netra por la puerta de una aventura. Salvador
Así, al nombrar su ropa fina, Salvador Novo Novo se mantiene fuera de la anécdota y nos
congrega el reflejo más importante de su poe­ deja sentir un aire de testigo, una nota que
sía. Su condición de paria es aquí afirmada. nos deja una sensación de extrañeza. A través
La discriminación se acentúa más radical­ del Espejo uno percibe una condición de des­
mente en la última estrofa; plazado. La biografía continúa en una forma
confesional,
En "Prim era comunión", el poeta cruza su
voz, y paradójicamente se afirma en el mundo,
en la transgresión; y es así como el poeta re­
chaza la confesión cristiana.
En "Las ciudades” , lista abundante de las
cotidianidades y de la inevitable rutina, apa­
rece la condena colectiva:
S a lva d o r N ovo
Y en todas partes
como una gota de agua
mezclarse con la arena que la acoge.

En un travelEng continuo Salvador Novo


recoge rápidamente el ritmo de las ciudades
de su infancia que aún no tienen la forma de­
vastadora de la contemporaneidad.
Uno de los poemas más impactantes es "L a
escuela". Personalmente fue el poema que lo­
gró conmoverme con más fuerza. Aquí está el
hito entre la infancia y el mundo adulto, entre
la condición homosexual y la heterosexuali-
dad, una de las primeras excursiones de la
poesía homosexual mexicana fuera del closet.
Este poema es como un clásico; Salvador
Novo representa para cualquier homosexual
un espejo. Por eso me recordó la Infancia.
Aquí se acentúa ia disidencia y se descubre la
Imagen completa del retrato del poeta. La
confesión raya casi en el horror y es la condi­
ción de humillado la que queda subrayado. La
oración homosexual enmarca una rutina de fi­
las escolares y de lápices. Sin llegar al grito,
el poeta se rebela contra un mundo donde el
rol sexual llega a ser un elemento de castra­
ción.

Instituto
c-c-c-oo
Digitalizado por s Artes
■ eewftcuLTA
a primer^, mitad de nuestro
siglo fue escenario y testigo
mudo del surgimiento de un
estilo de novela mexicana
cuyo destino se reducía a la
penumbra. A la sombra na­
cían entonces obras que abordaban el fenóme­
no narrativo con una nueva visión, con otras

SAUL herramientas y recursos. Novela como nube,


escrita en 1926 y publicada dos años más tar­

JUÁREZ
3 ««8 8 ? !8 8 8 8 8 8 8 8 8 8 3 3 8 8 8 8 8
de, representa un paradigma en la búsqueda
de nuevos espacios, distintos aires para la na­
rrativa de México que entonces atravesaba
por un momento de afianzamiento definitivo.
En esta ‘'novela corta” , alejada del costum­

NUBELi-NOVEli brismo ramplón o el realismo a ultranza, Gil­


berto Owen, mediante un particular trata­
miento del lenguaje en donde la literatura es
en sí misma un cuestlonamiento, logra tras­
cender el referente real que origina su novela
y la dota asi de un sentido plenamente univer­
salista. Echando mano de una aparente senci­
llez, de una fluidez y naturalidad que encu­
: bren lo abstruso del esquema, 1& obra esta
r/ partida en dos mitades: “ Ixidn en la Tierra" e
‘Tadón en el Olimpo” , unidas por finos corde­
les temáticos en donde la literatura, como una
apariencia más de la realidad, parece compro­
meterse en nupcias con el autor: E ra literatu­
ra su noviazgo, asegura Owen mientras va
conformando la psicología de personajes que
juegan a esfumarse, a volverse vapor, a unir­
se con la historia para formar una nube cierta­
mente tangible e incluso moldeahlepor el lec­
tor interesado.
411 i n i i En artículo publicado en L os Empeños ( “ La
Vida Literaria, Nueva Epoca. I " ), bajo el títu­
lo de “ Novela como nube; Prosa como poesía
(un acercamiento a Owen)” , firmado por Juan
Coronado, se delinean acertadamente las ru­
tas que sigue la trama: la primera parte está
integrada por “Una búsqueda del amor. Un
asesinato por celos"; en la segunda parte: “ Un
renacimiento (en realidad una convalecencia
del frustrado asesinato) —Nueva búsqueda
del amor-Equlvocación respecto al objeto
amoroso-Matrimonio como castigo No obs­
tante la truculencia de los hechos, la fórmula
narrativa de Owen permite la neutralización
hasta conformar un todo donde la anécdota al­
canza un desarrollo aparentemente mínimo,
casi situación al. Como si nada pasara, para, al
final, repararen que se nos ha contado tanto sin
siquiera sentirlo. Owen siempre dice más de lo

Digitalizado por Beílas Artes


se se relaciona de manera singular con la ta­
rea plástica. Las imágenes que andan y de­
sandan el camino, que alcanzan formas capri­
chosas conforme la dirección que toma el
que cuenta y la anécdota quizá es sólo un ve­ viento, que de pronto se diluyen o se ocultan
hículo para situamos en tiempo y espacio de­ detrás de un claroscuro, me recordaron, des­
terminados; £1 Olimpo y la tierra, confundidos, de las primeras páginas, el trabajo de Reme
enfrentados - La osadía y el castigo. Lo mítico dios Varo: A vanzaba dentro de un globo de luz,
de una trama terrena en donde el escritor está él, tan tenebroso. E ra el planeta que en menos
posibilitado para desmenuzar sus obsesiones. tiempo quince minutos recorría su órbita,
la única cuadrada. Pero cada rea era otra vez
Lición, castigado por Júpiter, gira eterna­ lo imprevisto y el suéltame los labios. Casi tra­
mente en una rueda envuelta en llamas y Er­ zos pictóricos, casi poesía, casi reflexión exis-
nesto, ai final condenado al matrimonio, vive tencial, casi una novela de los ojos y los soni­
su monólogo eterno. Lo etéreo y lo corporal dos, los olores ... le reprochaban luego, des­
unidos a la comparecencia de Owen (Ixión- concertadas. preguntándole si amaba p o r la
Ernesto-Owen) configuran el personaje- nariz. Novela (o algo que se le parees) de los
fantoche-autor: Ya he notado, caballeros, que sentidos y las apariencias. De la armonía y el
mt personaje sólo tiene ojos y memoria: aún contrapunto que se esconde en la frase (¿jus­
recordando sólo sabe ver. Comprendo que. de­ ta?), colores y pianos, golpes contundentes e
biera inventarle mi psicología y prestarle mi ironías, indiferencia y visiones alucinadas,
voz. ¡Ahí, y u rd ir, también una trama, no tragedia y comedia, elementos todos en los
prestármela mitológica (..J E s que soto p re ­ que Owen se clava como ei intruso imprescin­
tendo dibujar un fantoche. Dibujar únicamen­ dible, que no aguanta la tentación de entrar a
te una apariencia, tal vez más real que la otra, su novela, que Es ingenua y feliz. Come con
la verdadera y escondida, la que se deja expli­ propiedad, pureza y elegancia. Ya lo veréis
car un poco mediante la frase y el ritmo, la académico de 1990. P e ro , en castigo a este
que se adivina acaso tras de la constante inci­ paréntesis, propongo que coloquen un espejo
dencia de la literatura como concepto dinámico. en su ataúd, p a ra que vaya viendo como se re­
Así, siempre la ambivalencia en la interpreta­ suelve en cenizas.
ción que Ernesto hace del entorno, en las Volviendo al estupendo artículo de Juan
situaciones que fabrica, como si él mismo es­ Coronado, debo señalar que ahí se destacan
cribiera la novela en complicidad con el autor, algunos elementos utilizados en Novela como
con el lector. Una dualidad que se hace más nube que sitúan & Gilberto Owen en la antesa­
presente al abordar a la mujer; una mujer de la de la novelística actual: "L a intertextuali-
cuatro cabezas (Ofelia-Eva-Elena-Rnsa Ama­ dad. Paralelismos entre técnicas literarias y
lia); una mujer en donde descubrirse y donde técnicos pictóricos. L a construcción de la tra­
mirar un cuadro cubista, un puerto de partida ma en base al transcurrir de la conciencia. La
y de llegada. Sin embargo, volver a la mala observación de un mismo objeto desde dife­
pasada, la trampa sarcástica, Ernesto (fanto­ rentes perspectivas. La influencia de recursos
che amigo) es también un pretexto y él lo sa­ cinematográficos. La exhibición de cómo el
be. Confundido entre un género literario y creador construye su obra. La búsqueda de
otro, inmerso en muecas de palabras que com­ una participación activa del lector para el fi­
ponen un pequeño mecano de símbolos, una nal de la configuración de la novela". Quizá
bien edificada torre de apariencias, Ernesto agregar la búsqueda de identidad mediante el
pretende encontrarse en el rostro de quienes enfrentamiento de la muerte y el amor como
él inventa. Ellas, la otra cara de la moneda, el instancias generadoras, opuestas y comple­
reflejo del fantoche, pasan por la línea como lo mentarias a un tiempo, motivos motores en
aleatorio. La exaltación lírica que el poeta de­ cuya lucha o acoplamiento el personaje-
posita en las referencias a la mujer le sirve escritor pretenderá hallar un enorme espejo.
como una ventana, un domo alegórico que li­ Por supuesto, Owen prefiere la parcialidad de
bera la tensión que provocan el nudo de conti­ las ideas dotadas siempre de un aire poético
nuas reflexiones ontológicas y la inconsisten­ en vez de las sentencias inamovibles: De las
cia en que se desenvuelven Los distintos nive­ cosas sabemos alguno o algunos de sus aspec­
les: Ofelia besaba así; luego, en sus cartas, in­ tos, los más falsos casi siempre.
dicaba ese punto, esos puntos de los besos, p o r Queda pues en Novela como nube una obra
la interferencia de dos Uneos en cruz. Ahora de esa narrativa que habita el lado oscuro.
sus cartas parecen un cementerio de besos. Una novela que demanda cuidado en su lectu­
Y ai como escribiera el propio Owen . . . e l ra para así poder participar y complementar.
cuadro nos hace mirar cosas hasta ahora in­ Una nube que se abre a ricas posibilidades en
visibles, o el poema no dice lo indecible, o la el intercambio de sentidos. Novela que se deja
obra musical lo inaudito, entonces, desde su llamar así porque nadia le ha encontrado un
posición de obra literaria, Novela como nube nombre más rico.
parece emparentar se con los trazos del pincel.
Más allá de la correspondencia que después
pudieran encontrarse con algunas obras del
nouveau román, la novela del poeta sinaloen-

Digitalizado por *dÍ2!


A-
(■ lib e r t o O w e n e n la s
cu l a r » ta s d e l N iá g a r a

(1 9 2 8 )

J o sé f io r o s liz a y ( a r lo s P e llle e r

<i »:i í >

T led a lloR d e Ít-T.ti rn avt;


J a im e r o r r e a B o d e l r

José C o r o * liz a
p o r Tam añ o
\ g tis tin L a z o ,
X a v ie r Vil iau rru f la |j WÍPTÍfi ^ •'
«A C Q N A C U L
y José B p r^jffilfaado por Bellas Artes
w z
I

*Y 2 -.
.
c o y its é c í^ -o - j v z * * s CC&«3u- * 0 ^ U i , £,
.;: ■ !'; "•
' ^ C lL & V O — t ^ C « ^ ¿ C u A l ^ ¿¿e- í a ' ^ £ 4 Í O ¿ C m

»'•_•■ ' ' •• "> '•'•i’¡ -• *»¡!t >w x i* < < tr t Qa*c*L+ cLm, 4>u< - f e < i X e ^ o

y Ce- c ^ a i- c a í? ít£ ¿U Á . O 4 < o ¿ o v 'U ^ u i a ^ H # « 4 ^

c it ^ C<ra> !J ^ ■>y ^ > i - t e < - í L á

£¿ v fft $ > < * £ , r ¿ í ^ r í / .


-n ,./■•:•»—■ •*-
-~ 4 ' '-C-t - >A "<, V-a-'ü £- ->x, _

t / ^ ‘- a ^ í/ v > t c 4 ^ fe f^ o - U io 8L£& *< at— ■^v^L-í^cb^-o c o v h -í ^ - k .^ ~*~* j»iir<n..i«i o

^ í- v a - > ^ t i4 ¿ - ¡> í4 - A / , (Íi^ ,ñ «^ / íií C d c ír » ^ ~ C¿» ' A C t U ^ o ü o . ¿U # O ^W »

£jL ¿ < a *%. j >ií r4*. ^ U f v C í O J t , ^ e¿ _ C i^ é c O íH e i^ O ^ lO L ^ »

c < r y v « - * * 'í¿ 'k íi¿ » f * < r f 1~ 0 %aA^9 4 *£ p L^ <ra ■v-ot-»* * e < * ^ / L f6 »

fá& rL& S”} í^ t * < t u jU 0 ^ / ¿ s ¡c. / H fr x ^ ^ O r — é i O rtOO » 0 ¿C- c^ h W


^W>_, i C u n M , l / i i £ a 4 U A 4 í ¿ c A . j x / ¿ K ^ A C u £ tf. / « r yuu

g fV crv n fr '/ / t A ^ í ^ a ^ a - «,-c o íe - C<o f, ct

AA^ v ÍM <m ^ - o u n n o a , t/ e u 4 4 ^ o ^

v te ¿ n-e» 4 o -dL£, ?M < V ( ^ yUt M é« * « í3 C tfT V


■ IftS • M ’’ ¿£»
¿«4 4 , ^ x - o C o *djZgc**<JLc> efét H - O s i f r ^ t V í ,

t*V O p G í i X f r r ^ » (p i^ A ¿ C fc ^ ^ ir S o - t t ’/ ú r t < , « ^ V i y » 0 ^ c 2 & t i 4 t . < A t/

( i f . l* W t C<4- C -Cí-0*<-t^0 Q ^ 9 > £ U ^ £ a A , & M . H v U M '» Cb. e L im ^ ^ u íÜ o ¿

I C e rv v U -c / tí^ £¿4 É o 'tf 4 « a - / A ¿ ^ f . 3 W í w -* ¿ -c^ a , / c v * .£ * ++<. * > < / i »

3 ..

íy tb tfc ‘d x j¿ (- (^ u a fa -^</-4CMCc^u-fl¿a c e fr t- / se<tHO


- ^ »-

Cb4- & ¿ ^ .x y ^ O Cy^eUL ÍV l^ J £¿$5. O ^- > t^

íK t e u ^ » o>

^ *U L ^ * ««n K . í^<<5G teil-W í>t ^ííO

C « i ^ 4 l - g W ^ U - C 4 ^ C i^ 4 au £ b 9 4 ¿ A ■« f< w / T n <
C4U ^ -í^ . c ia . A i

/ ^ O hC* tX ^ y to > > U ^ -Ci ^ j ^ cvH . - ^Zy7*-V~J'*- K~G>j cJLt* -C-T-C-" - ^ »

^eee n ^ M -i-* -w .t< u cb C ¿ K / -¿ Í l6 U & Í^ C jT-

é íV É^í

‘> ^ r W !t (, & t V ^ O C « « ¿ f a < > C >«*- g t-t-^ g -b O tQ T V fc J ACAb' Í L ^ 4 Í ^ O ; C b W '^ fr fií

« W í ^ t í J C ^ f ^ C n ^ a ^ jL c ^ O ^. -ceje J -€ * ^ yfc

^>u>£HÍfcvwHh- «^í c HÉL-c L^*. . ¿ ¿ ^ -t-cec éo

^
■VCi 4^ ^ / fti -rl
<3Ía

.f-rt j^
n ^ X «-¿ b ü a

cl. ú ^
Cw l JL _ - . L.
D ig ita liz a d o P 0 r
- xf-i j —
-t
,

11
. M ; É t e i ¿ ^ « cL»LTA
ÁJL —A/ ^

-í- Í^wXa-4-T^-^-^L _Jjw ,w >~ ¿>4~*—|-*

É/vO^O “\ <»^Xj"'Ox**XIÍ i

5-An A-0 -lo jX . '^-vI|^^jVJ¿r AJL-tXma.

t-J v v v o * «X O- -^ * - A 'V w C v n^jLw— |a ^ t C-i *\jp^. a T*Ti_

(M . t ^ v a í< J Í crw-{LwJÍ^wtZ .

^r¿3. ju *. a -X Jt*_ í -í í X a -^ i* c ií^ r tL

Caesimil de un m anuscrito de J o rg e C uesta


íU iwvOm ^ ^ rt< u ra —

*A <reb-c dU *r**± h r >

rX r * * j¿ d £ f i . } ^ «L Ír t^ í^ ffw a , i| ^4.

^Vwi, í'Airt^ '® ' ^ - A ^ rU X |^ 4 I1"! i ^ - <

ÍA o o m > A v J i< <A<Í i

;.•
*LmJL& .

' ’C‘ .frí-V^^'..^' ’


I
Wa - í*. t v w ^ r o ^ - ii^ Jfcw o^ ^ C W -a ^ crw o ^r»-vnp^ .
0 /
/>; ^ fju ^ oU uw ^H L | ^ J K x ^ p ^ C l^ -H .^

f t í i 'j ^ r X v ia m »- a pCv -V ^

i'V1
»— (\.-L.x.Lrt>»f' tfC*—® a Xa . J2-V- ^^V 4V > (jl-ft-an*,1 r ^d,
* ^
p ^iv- £-ol ^5n)'X-A-#C*^0'C ^

£~* o X ^ -L * - íjLiTS

X-T» | «A X L «jr a

6U- * - w ir t* ^ Aa

"<**' ¿X*. ^vw ix^w vu rt *M .ha* .

.& A JX*-Ay^wín3_ x^j t x ^ J c ¿ v ^ jS é "

^ t-SW^-cX-«**<-€_ A- ^A-t» ¿tC c* ^ .

J o rg e Cuesta en su p rim e ra com unión


^m irsíihíto ■
( >o aa tA L U N K ^ U L i
Digitalizado por Bailas Artes
D iego Ri vera . El que quiera co m e r que trabaje. M ural en la S e c re ta ría de
Educación Pú blica, 1929. A p arecen la a o lr iz A n lo n ie la H it as M erca d o, a
quien se le o fr e c e una eseobn y, .supuestamente, S a lva d o r N ovo o b lig a d o a
a r r o d illa r s e
Instituto
Nacional de •ACON ACULTA
Digitalizado por Bellas Artes
Digitalizado por
i
l

J a im p T o r m R odet (ío r e c r o desde la Iz q u ie rd a ) en Aguascallentes.,


acom pañando a José Vasconcelos, m in istro de In stru cción Pú b lica ( 1931)

C¿Q / ' o (& Oi

£ < . CLm ^ S #¿v . & X «- & L C

4f o ¿ r < t 4 (

7 ^ r y f o )

fv ^ J rc '^ z r J jaa A
4 cA
¿.
¿ fe é * * ^ U t ^ u '^ n ^ y £ * / t-c L v J i

^ cú i ¿>C a _ ¿ e r$ x

£ 4 ¿ o 7^ 0 d e rw . <L ¿ tn _ ¿ fa

'h * G L ^ z '^ y , j r

01 A c^_*-¿t^c*. ¿& cU ^ U ^ ek ^ L . Xc /r¿Au^>f tc^ k


** ¿6 c tr > t n o a a . ¿ < a ■ A t

A -o c ^ a IL f^ > Jt-= ~ ^ ~ l< ^ . *7 ^ e .

i C Ñ ¿ * - (/< x - ¿?G ¿ (% ¿ is ? ( P ¿ ¿ o ¿2 ^ ^

T ti^ r » o -, ~ 7 ~ C C c^ / 7 ^ o c ¿ \ '* i -*> /<: > u '¿ r


•------------------------------ g l / -- ---------- - _ _ _ H » [ ™ uto. .
de
/ - Digitalizadopor Bellíís/yftes
n c Á f 6¿ rÁ * A Cc a - a* t ~% *j +*. u i/ . ¿ t a i í^ J f.
Digitalizado por
v, i - 't s ^ f*
L f * I 5 1- ,. > £ 191

’ f ^ a jH rí f
i n ^ i h
» rfv ? * fe
n

ñ *
* A |*A
m
<L s

?
V

í
>

(,
sl ¥ a-
* - f K ó f Í| * t
r
1
^

U F' » ? ^ r ^ 1í -h

: » « S r - t í í ^ f . ‘ Í

•k -X L É l í j *- *• • K i b l
^ *

T* ^

V >
f* r
M

Facsímil de un manuscrito de \ a v le r V íllau rru tia


C a r lo s L ó p e z M o c te zu m a , X a v ie r Ju lio C astellanos, Ju lio B ra e lio y X a v ie r
V illa u r r u tia , A n to n io C a ló n y V illa u rru tia tra s el estren o de Ei p o b r e B a rita
C le m e n t in a O t e r o ,e i» e l e s tr e n o d e A s u l (1 9 4 7 )
Y e r r o c a n d e n te < 1 9 4 4 )

locetos de X a v ie r V illau rru tia. para un p royecto de escen ografía

Digitalizado por
ESCUELA StGUNDAHm.
^cí.
t

^r‘ V< i<i--i c ¿ o u ^ 'iA M iO k i? * r z , tV »u i- C*x^c*’» S e c r e t a r io de la E scu ela

Secu ndaria de la ciudad de Co O t^ oc

CERTIFICA: que en e l R e g is t r o r e s p e c t iv o de e s ta e s ­

c u e la , a fo ja s 2r? , e x is t e n la s s ig u ie n t e s c o n s t a ffi& F

r e la tiv a s a r e c o n o c im ie n to s y exámenes d e l alumno

O L tlC ( ? U C D f Ct
• :« í ( C M ^ L í «.«,071/,
I — --- — ------ /I -- -- 2.€t . (.Mt^a-’VÍ it ■ekArCt/I
50 iq 4^. LJ Í « ¿ MWdtíii C -í' *r\ ^ CX lji^ticK5¿4C^
/ Cwf.iet*** * *<' tí «i X I t> 2-50 ( >1¿ ¡a

2.5 o tyx(X OOÁjf. £


1*
X Jlvt M^eiorVU ... ........... _______ ______ £.VO
/<\ {C\
¿
¿C i {^.~L, . _.-.1_.>x T.. B -2.00 ----* A -jliirV
tO*ur’'
J<j 4 C, •I - - — .................. .. 3,Ú¿ T tf íV/vní'
4 a 4l 1?, i fu M ia ltd ........ .. JJ.. Cj Tfíei’1(.£1>W .aqLvrtr
jn iC ■fcA*4¿_ ,!ouía -úcÍ.- 3* O(? "íl £•

/ *q i ^ c A*l *
ÍOt 4 *) ■*&•***'
\° i A j Í>
1*•'*•-—
———---- ¿—-— —
—-*-» r**'* /»-*i-fc-v-• «-j /-■ — —
*1 K '* * (. í| «P-Ht
(I.Í~+Áv ^ ai£É&¿ Y 0.<>U \J>rvrvh£*%> ‘-.jtA.rr
yt .4 *| ^ ^ (r.tAt4 (/ . . . . . . . . . . . . ...... .. .. Z .'ts .M ti)»^*** fkjvíithr*
{ q (<| , i Ltvta-'ÍVa^ . ................. i.g o i
^ tj & O . f^£i-4<aJ5l<rr^ Í ,'<L- . . - ........................... %.f>4 t i f V » * * '
i q ¡í O[ £.pU< cr f t - t v ' . .................... .......... . . _. 4-’í'fc d'ffwr
>) Cj i O¡ Í ' ,i itd IajM^VÍ ñ. A A Á t i a o*** rt-Hv
.< d i-0 ¡^ *ir. M ,1+ev&cw «•■4 jfliypmuwiuí**' , 2 3 t) t i r£t/í-vi c^ín.
,4 CJ 5 O¡' ¿ (¿4<“ ■/-J ^ «•J’t. ^-1 í2 - Í Vt C ^ - |í_ (4.*a^-E X- i i
í Js.-t l Ej lLiaSt. J.OC ^ flín r ^ i, U
,{ q 2 --C 7 r í u l * v fw x fj. c a *S ?JC í x ^ i . | ^ fc - í.ü v n í,t ÍA ja j'

/<-A- Í a |i dU-í^T rj rl <’ r¿i «3. OO ( <*.. i.u'tji


1q 2C. .Ci.¿^ousi.-¿ Íi4«?^v4 ■ ^ ^ U t
, *Jr /VLi*c-. .ti c. /VVL OíA-_) 1 , 2. 1
c,(o ílt^UVrrf5 ''i
1q 5tO Ct'I'Cu^x/1- í ~ybt' ty' >3 * - Vt tW-lt du9k-J
¿d* }V f &+rc*L.-) . d i . r . v _____ - 3-oo L-rV-■tú li
j C| l í ) ¡i *| s í- u q lw v . ........................ .. J.<5o er>»JfiAÍÍ -
T¿¿q í o .....................................3>.oo -t^ *
I C| ? í » £ t -3 3. ‘ .... . _.......... .................. ■S. O-o

o t o t • ^ A t^c’Md-fcir ytJL irLt - ^ ^ iiriiix f O- i i "1


■r-. í U x i * 6 , /. r V < A c n í^ r . t ^ v - .^ & ! a. ¿ f & S j *” l í.Xt-te
t u ^ í (V iU n o
c a i (t1"
J«& & c t w .c :. £^) í-r
*L<xéL&} j ^■j f 1¿lÁfUj O^ó ^-íjSL'-é

Y a s o l i c i t u d d e l in t e r e s a d o y para lo s fir .e s l e g a l e s p r e ­

c e d e n te s se e x tie n d e e; p r e s e n te

i^ 1.í3'r-hcf>íOLjt 3 i <K-Gs de 1020


r
El S a c re t a n o ^
V<? B9 El D ir e c t o r ;
« V.
< r d¿ . f ? 4 . < {jS s t ^
/ f j
í ■ *
V , <py

C e rtific a d o de ealifftcaelonos de J o rg e Cuesta j y |j|| instituto


_, , ,, , i -j,--. ■« . - o-s e q¡JH
Digitalizado por ¡ümol BellasAies
ue este número de la revista
estaría integramente dedi­
cado a los Contemporáneos-
Bien. pienso, bienvenido el
homenaje. Pero, pienso tam­
bién desde las impaciencias
de mi juventud, ¿no acaso —y fatalmente —
habrá de oler a moho, a páginas amarillentas,
a telaraña polvosa que se desenreda de nuevo
para asombro ya de nadie? ¿Cuál puede ser.
pues, mi colaboración en este número? Actua­
lidad, presencia decisiva s inmediata, clamor
por el aquí y ahora en las letras mexicanas

DELOS van buscando mis perplejidades.


Entonces ¿qué tal si desenterramos a los Con­
temporáneos de su inmóvil nicho y los trae­
CONTEMPOR mos a 1982? Busquemos en los de hoy, los
más jóvenes, es decir, en m is contemporáneos,
qué fueron y qué están siendo aquellos Con­

UNI E ltlE S TI temporáneos a quienes se les rinde este home­


naje.
Sólo dos preguntas en una veloz y brevísi­
ma encuesta entre los que tuve en un momen­
to más a la mano, que obviamente no son to­
dos, pero valgan como síntesis o mero ejem­
plo:

1. Desde el aquí y el ahora ¿cuál fue la im­


portancia de los Contemporáneos en su tiern-
poP

2. ¿Cuál es el legado, herencia o influencia


que han dejado en la juventud, si es que algo
les debe esta juventud?

A l principio creí que las respuestas iban a


ser ralas y vagas, para esconder el desconoci­
miento, el desinterés y aun cierto desdén re­
belde por ios Contemporáneos- Creí que no
tendría material suficiente ni sorprendente
para llenar dos páginas. Creí que mi colabora­
ción sería inútil o mejor aún, que desistiría <Jb
ella. Pero yo fui la primera sorprendida: las
respuestas en todos fueron seguras, certeras,
comprometidas, nutridas y sustanciosas. Y
confieso que mis contemporáneos me tendie­
ron un húmedo puente hacia los Contemporá­
neos, y descubrí que éstos, de muchos modos,
siguen latiendo en la literatura mexicana que
hoy hacemos. Que acaso su nombre no es ca­
sual, que seguirán siendo mucho tiempo: los
contemporáneos.

4s
Instituto
Nacional de ^ C O M A C U L T A
Digitalizado por Bellas Artes
1. Encontraron el rigor, el ejercicio del oficio. 1. Establecieron niveles de calidad rigurosos,
Desecharon las falsas nacionalidades para en­ aspiraron al máximo rigor artístico y esto fue
trar en el planeta y manejar la cultura univer­ un salto decisivo en las letras mexicanas por
sal. Además de haber Impuesto su presencia la obligada conciencia que supone.
como grupo, se abrieron a la diversidad; fue­ • 2. Esa es su principal enseñanza: aspirar a
ron múltiples voces alrededor de una misma la máxima calidad universa). Pero su influen­
búsqueda. cia, extraliterariamente hablando, es triste.
• 2. Su herencia nos viene a contrapelo, por­ Sin duda fueron los grandes papas de las ma­
que nos levantamos contra ellos para buscar a fias que hemos estado padeciendo. Sentaron
su sombra las piedras que no habían recogido; las bases del “ culto a un grupo” , cuyos here­
la seguridad de que la única forma de ser uni­ deros son las mafias de los cincuentas y se­
versal era ser profundamente nacional. Su sentas. Por un lado su legado es positivo; por
principal enseñanza fue haber tendido la gran otro, devastador. Es urgente desmitificarlos.
red para pescar el mundo y traerlo a México. El homenaje nacional no ayuda, los petrifica
Pero en nuestros tiempos fue necesario com­ en el peor sentido de La palabra.
prender que la raíz debía ser cada vez más
nuestra y al mismo tiempo ser universal.

R ' -----------------

1, Rompieron los esquemas establecidos y le


dieron a su época no sólo vitalidad literaria,
1. Funcionaron como una especie de taller sino que despertaron polémicas entre la inteli­
cuyo coordinador diríamos que fue Jorge gencia del país hacia dos líneas: el nacionalis­
Cuesta. Como grupo admitieron y asimilaron mo en literatura, y la condición universal.
las corrientes poéticas extranjeras de su épo­ • P. Curiosamente oigo hablar de ellos como
ca y les imprimieron el sello mexicano- Se algo lejano, pero creo que todavía los tenemos
preocuparon por publicar obras que renova­ muy cerca. Alcanzamos a Pellicer, por ejem­
rían el lenguaje; Cariátide de Solazar Malién plo. Nos enseñaron a cuestionar qué cosa es la
provocó un juicio por atentar contra la moral, poesía y en qué medida siguen estando cerca
por ejemplo, Entierran. junto con loa eatriden- en lo que hacemos nosotros.
tistae, a modernistas y románticos decimonó­
nicos y dan un nuevo giro a la poesía mexica­
na que irían a continuar los actuales poetas.
• 2. El legado fueron sus obras, la Muerte
sin fin , ese hermosísimo poema. Nos legaron
también su gran vitalidad de gente que nunca
dejó de ser joven, para seguir trabajando,
aceptando lo nuevo, para seguir haciendo co­
sas diferentes.

•••« +
Nacional de « a c Tó Wa c u l t a
Digitalizado por ís Artes
I. Mantuvieron la corriente disidente frente 1, Se erigieron en la conciencia de la “ inte­
a la política cultural del Estado en su época, lectualidad” mexicana cuando estaba de
que era nacionalista indigenista, lo que los ha­ moda alabar símbolos nacionales. Abrieron
cía parecer reaccionarios. Pero llevaron ade­ las puertas hacia el exterior. Mientras los in­
lante la tarea modernizodora de nuestra lite­ telectuales se dedicaban a exhortar loa valo­
ratura. res nacionales de democracia, sociedad, y de­
• 2. Su herencia resulta paradójica; mien­ más cosas wíthmanescas, los Contemporá­
tras fueron disidentes en su época, hoy se han neos se incorporaron a las corrientes cosmo­
vuelto oficiales. Los grupos culturales domi­ politas, se sacudieron la mojigatería.
nantes en la actualidad recojen la estafeta. • 2. Difícil pregunta. Yo, como muchos, vini­
Paz ha insistido en ser su heredero, su conti­ mos a conocerlos recientemente, después de
nuador, Por un lado representan el modelo, otras lecturas. Su influencia es indirecta, tar-
completo de lo que es el escritor, son la tradi­ día y tangencial, porque conocimos primero a
ción más importante por el rigor que imponen los autores que ellos leyeron, antes que a
en el manejo del verso. Pero por otro lodo su ellos. En mi caso el que más ene ha afectado y
posición resulta limitante en cuanto a la fun contaminado ha sido Gilberto Owen; nuestras
ción social de la poesía. Su perfeccionismo temáticas son afines.
puede ser esterilizante. Hay que buscar otras
salidas, dejar de mistificarlos, de sacralizorlos;
el homenaje resulta mortecino. Es mejor asu­
mir su espléndida vitalidad.

1 y 8. Dos Contemporáneos ya forman parte


de la tradición, pero el problema con ellos y
con sus obras es que no tenemos, todavía, la
perspectiva suficiente para discernir lo que
i. Balancearon la cultura en México estan­ ahí se ha sedimentado o petrificado de lo que
cada en el nacionalismo desatado por la Re­ sigue activo, vivo, vigente. No podemos aún
volución, y le dieron a la poesía mexicana ca­ aplicarles esa mirada entre piadosa y retros-
rácter universal. Además, legitimaron la pectivista, que pide que los productos cultura­
marglnalidad. les sean considerados “ en su momento históri­
• 2. M e siento tocado básicamente por Felli- co” , pues los tenemos demasiado cerca y su ó-
cer, Goroatiza y Cuesta. A pesar de que no he poca sigue siendo, en varios sentidos, la nues­
podido explicar la poética de Cuesta, me sue­ tra. Sin embargo, con ellos se plantea nítida­
na muy adentro, me parece deslumbrante. mente una apertura: hacia otras culturas, y un
Con Fellicer me identifico vitalmente; veo en conflicto: el del nacionalismo oficial ante la
él la celebración de la vida. pluralidad de la creación, dicho sea de modo
rápido. Se oficializaron o los oficializaron, poco
importa; lo que sí importa son sus textos y sus
actitudes, que son signoB abiertos a la discu­
sión, al placer estético y al estudio.

• • • • • • • • • • • • p* * • *3 * »• • • • • • •
Nacional de «▲ CONACULTA
Digitalizado por Be¡ las Artes
'• ir-
1 y 2. Sin duda, los Contemporáneos consti­ 1. Ignoro cuál haya sido su importancia como
tuyeron un núcleo fundamental de la cultura grupo animador de la vida cultural de aque­
nacional', sin embargo, sua valores sólo han lla época. Pero el hecho mismo de que funcio­
sido entendidos y aprovechados por sectores naran como un grupo con preocupaciones co­
reducidos del público. Por eso, el homenaje munes, tanto desde el punto de vista formal
que el Instituto Nacional de Bellas Artes les como temático, es. creo, un fenómeno positivo
rinde, es altamente benéfico: es seguro que a por el enriquecimiento mutuo y la amplitud
partir de ahora, mucha más gente sabrá que que promueve; desde la complicidad crecen
alguna vez existieron los Contemporáneos. las diferencias, las voces propias; ia compe­
Sobre todo los jóvenes. tencia, por el contrario, las anula. L a labor poé­
tica de los Contemporáneos contribuyó a desa­
tar a la poesía mexicana del Modernismo sin
negar a éste en bloque, sino de una manera de­
terminada: tomando del Modernismo la rique­
za sonora, incorporando a un nuevo enfoque sus
hallazgos formales y rechazando sus códigos
gastados.
• 2. Creo que la presencia de los Contempo­
ráneos se deja ver escasamente en los poetas
jóvenes (hablo de conjuntos, porque obvia­
mente hay excepciones); casi todos admiran
mucho a Gorostiza o recitan exaltados a Pelli-
cer a la segunda copa, pero son pocos los que
t y 2. Los movimientos literarios parecen atienden al ejemplo de rigor de estos poetas, a
abrirse y cerrarse, van de la realidad - entre sus lecciones de musicalidad y ritmo, a la co­
comillas — a la irracionalidad; del nacionaJis herencia de sus imágenes; es una admiración
mo más provinciano al cosmopolismo; del de labios para afuera y no de poema para
ejercicio introspectivo a la objetividad narrati­ adentro. El homenaje a los Contemporáneos es
va; y así se suceden unos a otros como el sísto­ una magnífica ocasión para que, al discutirla,
le al diástole. “Los contemporáneos" persi­ su poesía nos alimente.
guieron antes que el cónclave, la afirmación
de grupo, el servicio de una idea o la identidad
en las tradiciones, embarcarse en la aventura
de la modernidad: ser, entre otras cosas, con-
tempordneos de otros hombres más allá de la
distancia, la lengua o la nacionalidad. H icie­
ron literatura desde la literatura. Hicieron li­
teratura por la literatura— cosa imperdonable
para muchos.
%
Estas respuestas bas­
tan para dejar claro lo
siguiente en el ánimo de
mis contemporáneos
frente a loa Contempo­
ráneos: vitalidad, ri­
gor, renovación, universalidad. Y esto tam­
bién: el rechazo a la mistificación oficialista de
un grupo de poetas cuya premisa fundamental
fue la audacia para combatir, romper, volar.

Nacional de {¿ C O N ACULTA
Digitalizado por ü s Artes
ENRI9VE GONZALEZ ROJO

=PIEDPA EL PVERTO
y o t r o «/* poennAc/ 9 -i * •
DE SACRI
nCIOS.Poc
maIberoAmeri*
cano.^=CAR
LOS PELLI
/ '■ ' T T 'T I pr o lo go

?=
\ ^ X U V JOSE VASCONCELOS
MEXICO.
= M CM XXIV.____
E D IT O R IA L NAYA B IT " S .A .

EDITORIAL- CVLTVR.A- M£XK?CW9K


B » '4 :

SALVADOR N O V O

C N / a w

Instiluto
La iconografía presentada en este número
figura también en ia Exposición que.
a cargo de Miguel Capistrán,
está abierta en la Sala Diego Rivera
del Palacio de Bellas Artes.
Fue completada con materiales proporcionados por
Lola Álvarez Bravo,
Carlos PeLlicer López.
Clementina Otero
y Carlos Monaiváis,
a quienes la Redacción agradece
la colaboración prestada.

fe k >
eMEXICO
(¡ítt-
***** fS *'
A*
rl» O * V*
- X«t 1\0^ ,,IiliC ^
„ x ) * K e < * '* v
\ ií'

de

'

ft
E
V SECRETARÍA OE EDUCACIÓN PÚBLICA
1
00

s
T INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES
1 *
D
E
B DIRECTOR G E N E R A L ; JA V IE R BARRO S V A LER O
SUBDIRECTOR G E N E R A L ; ARTURO A ZU ELA
N O V IE M B R E DE 1982
1
L C O O R D IN A D O R DE P U B L IC A C IO N E S P E R IÓ D IC A S : FEDERICO Á LV A R E Z
L
A SECRETARIO DE R E D A C C IÓ N : G O N Z A L O C E L O R IO
1 5 A Y U D A N T E S DE R E D A C C IÓ N '; JOSÉ G O N Z Á L E Z C A S A N O V A ,
A
R A L E JA N D R O K A T Z , A L F O N S O S IM Ó N P E L E G R Í Y ETHEL K R A U Z E
i T
E
1¡ D IS E Ñ O : V IC E N T E R O JO / A Z U L M O R R IS ► IM P R E N T A M A D E R O ISSN 0185*3570

Instituto

Digitalizado por Efe!las Artes

Das könnte Ihnen auch gefallen