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Editorial
E. Mendoza Las dificultades del lenguaje
en adolescentes:
un reto para la logopedia
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Departamento de Personalidad,
Evaluación y Tratamiento Psicológico
Facultad de Psicología
Universidad de Granada
Granada
Resumen
Los problemas del lenguaje en la adolescencia cons-
tituyen un área de especial interés para la logope-
dia actual, tanto por sus consecuencias negativas
en el rendimiento académico como por su implica-
ción en el plano social y de comunicación interper-
sonal.
Con esta presentación queremos hacer una llamada
de atención para que se estudie en mayor profundi-
dad el lenguaje de los adolescentes y las repercusio-
nes que conllevan sus perturbaciones para dotar a
los logopedas de estrategias de evaluación e inter-
vención adecuadas a las dificultades lingüísticas, a
veces sutiles, que se pueden presentar en esta
población. Los poderes públicos, los programas aca-
démicos, la investigación y la formación de profe-
sionales deben avanzar para disminuir o eliminar el
círculo del olvido de los adolescentes con trastornos
del lenguaje.
Palabras clave: Adolescencia, trastornos del lenguaje, problemas de conducta, ren-
dimiento académico.
Language problems in adolescents: a challenge
for speech therapy
Language problems in adolescence is an area of special
interest to current Speech Therapy, both for its negative
impact on academic performance and for its involve-
ment in social and interpersonal communication. With
this report we will make a wake up call for people to
study in greater depth the language of adolescents and
Correspondencia: Campus de Cartuja, s/n
Elvira Mendoz 17071 - Granada
Universidad de Granada Correo electrónico:
Facultad de Psicología emendoza@ugr.es
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Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología
2009, Vol. 29, No. 4, 221-224
Copyright 2009 AELFA y
Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L.
ISSN: 0214-4603
the implications posed by their disruption to provide
speech therapists for assessment and intervention stra-
tegies appropriate to the linguistic difficulties, someti-
mes subtle, that can occur in this population. The public
authorities, academic programs, research and professio-
nal training must move to reduce or eliminate the cycle
of neglect of adolescents with language disorders.
Key words: Adolescence, language disorders, behaviour problems, academic
performance.
Una de las funciones más importantes del len-
guaje es la propia regulación emocional y conduc-
tual. Las habilidades de comprensión y de expresión
del lenguaje son críticas para que los niños puedan
entender, codificar, organizar y recuperar las reglas
que les permiten alcanzar niveles apropiados de
autocontrol y de autorregulación. Sabemos que el
lenguaje es necesario para denominar emociones,
para hablar sobre emociones, para compartirlas con
otros, y para examinar las relaciones entre acciones,
intenciones, sentimientos y consecuencias para uno
mismo y para los demás. Muchas de las teorías psi-
coterapéuticas han reconocido la influencia bidi-
reccional del lenguaje y del funcionamiento conduc-
tual y emocional. La habilidad para hablar sobre
sentimientos y estados mentales, para interpretar
verbalmente experiencias emocionales, para descri-
bir con precisión los estados emocionales propios y
de los demás y para ser más reflexivos en la resolu-
ción de dilemas interpersonales, son todos ellos fac-
tores importantes que facilitan el cambio conduc-
tual positivo.
El papel del lenguaje es también evidente en las
posibilidades de modificación conductual. Los
niños usan el lenguaje para satisfacer muchas de
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sus necesidades interpersonales, como afirmar,
requerir, negociar, etc. Los que presentan limitadas
destrezas lingüísticas suelen sustituir las conductas
verbales por conductas no verbales y, en ocasio-
nes, no adaptativas, ya que su habilidad para codi-
ficar mensajes verbales es muy reducida, a la vez
que es muy potente la necesidad de manifestar y
de comunicar. Algunos estudios sobre la agresivi-
dad preadolescente sugieren que la limitación lin-
güística puede contribuir a los problemas que tie-
nen estos niños con su funcionamiento conductual.
Los niños agresivos usan menos afirmaciones ver-
bales y más acciones directas no verbales para
solucionar problemas que los sujetos controles.
Para muchos niños cuyos problemas de con-
ducta son una forma de satisfacer sus necesidades
comunicativas, las limitaciones lingüísticas pueden
jugar un papel significativo en su habilidad para
aprender y usar contenidos verbales más adecua-
dos socialmente. En ausencia de opciones basadas
en el lenguaje para comunicar necesidades, los
niños se enfrentan al dilema de, o bien negarlas, o
bien satisfacerlas como puedan, aunque sea de
forma poco aceptable socialmente.
Si esta relación entre lenguaje, conducta y emo-
ción se manifiesta ya desde edades tempranas, es
mucho más evidente en la adolescencia (Tomblin,
Zhang, y Buckwalter, 2000). Disponemos de sufi-
ciente evidencia que indica que los problemas de
lenguaje en la infancia que persisten en la adoles-
cencia afectan a las relaciones personales (Conti
Ramsden y Botting, 2004, 2008), al éxito acadé-
mico (Dockrell, y Lindsay, 1998; Mendoza, Muñoz,
Fresneda y Carballo, 2005; Lindsay y Dockrell,
2008) y a la orientación laboral y profesional. El
bajo nivel educativo y el subempleo pueden ser
Rev Logop Fon Audiol 2009, Vol. 29, No. 4, 221-224
consecuencia de algunos trastornos del lenguaje
no superados, así como las dificultades de adapta-
ción social y el riesgo de trastornos psiquiátricos en
la edad adulta (Clegg, Hollis, Mawhood y Rutter,
2005).
Vicky A. Reed (2005) calificó a la población
adolescente como «el grupo olvidado», en ocasio-
nes con problemas importantes. Si nos pregunta-
mos por las causas de este olvido podemos encon-
trar distintas explicaciones. La primera razón
puede radicar en la escasa investigación sobre el
lenguaje en los adolescentes. Si comparamos con
lo que conocemos del lenguaje infantil, su
desarrollo y sus trastornos, la información que
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tenemos sobre el lenguaje en la adolescencia es
incompleta y fragmentada. Probablemente la
causa radique en algunas interpretaciones de la
teoría del período crítico y en la creencia de que
los pilares lingüísticos se adquieren antes de los
3 años. Como consecuencia de la poca investiga-
ción, nos encontramos con carencias de instru-
mentos de evaluación del lenguaje en adolescen-
tes en habla española, si exceptuamos alguna
batería, como el BLOC (Puyuelo, Wiig, Renom y
Solanas, 1998; Puyuelo, Renon, Solanas y Wiing,
2006), que ha sido aplicada a niños y adolescentes
en diferentes situaciones de riesgo social (Moreno
Manso, 2003; Moreno Manso, García Beamonde y
Blázquez, 2008). Igualmente, nos encontramos con
reducidos datos de prevalencia y con una insufi-
ciente conciencia profesional sobre los problemas
de lenguaje de los adolescentes y sus repercusio-
nes en otras facetas cognitivas y sociales, como
hemos comentado previamente.
Los problemas de lenguaje en los niños peque-
ños se perciben como tales y sabemos que en oca-
siones pueden ser una manifestación de trastornos
más profundos, sean específicos o generalizados.
No obstante, cuando estos niños van creciendo y
mejoran su expresión, organizan mejor el discurso y
entablan mayores contactos comunicativos, las
dificultades que pueden presentar, tanto académi-
cas como conductuales, las atribuimos a trastornos
de aprendizaje o a trastornos de conducta, sin
pararnos a veces a pensar que estos supuestos tras-
tornos pueden obedecer a unas carencias lingüís-
ticas básicas, como ya hace casi dos décadas nos
dijeron Scarborough y Dobrich (1990). Cuesta reco-
nocer estos problemas lingüísticos en los niños de
más edad debido a su sutileza y al posible cambio
de dominio, ya que de dificultades en los aspectos
más formales y fácilmente evaluables se suele evo-
lucionar hacia problemas más relacionados con
determinados componentes semánticos y, sobre
todo, pragmáticos.
Otra de las razones del olvido y muy relacionada
con la anterior la podemos encontrar en el grado de
preparación profesional para intervenir sobre el len-
guaje adolescente. Nuestros programas académicos
inciden en demasía en las primeras edades del
desarrollo y, como consecuencia, nos cuesta diseñar
estrategias y desarrollar programas para tratar esas
dificultades lingüísticamente menos llamativas pero
tanto o más deteriorantes del desarrollo académico y
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social. Aún no hemos encontrado el sitio en la pobla-
ción adolescente.
Ni que decir tiene que otra importante razón del
olvido la tenemos en el olvido real por parte de
nuestros poderes públicos educativos. Al final de
la edad escolar se tiende a interrumpir el trata-
miento. ¿Cuántos logopedas trabajan en centros de
educación secundaria y bachillerato, si excluimos
las aulas de deficientes auditivos y algunas de plu-
rideficientes? ¿Es que los niños cuando terminan su
educación primaria se curan milagrosamente?
¿Cuántos recursos se dedican a la atención de esta
población? Valga esta llamada de atención para
romper el círculo del olvido y pensemos que una
ayuda logopédica bien administrada puede ayudar
a superar los índices, a veces bochornosos, del fra-
caso escolar. Cada vez se destinan más recursos a
atención temprana y creemos que cuantos más se
destinen mayores probabilidades tendremos de que
disminuyan los problemas de nuestros niños, pero
no podemos olvidar que los que no han recibido
esta atención, o ha sido insuficiente o poco efec-
tiva, también necesitan apoyos y recursos para
avanzar y resolver los problemas que les hace muy
difícil hablar, estudiar, jugar con iguales, compar-
tir deseos y experiencias y tener amigos.
La sutileza de los problemas lingüísticos de los
adolescentes hace que también tengan que ser suti-
les las medidas terapéuticas a adoptar. El problema
principal al que se enfrentan es que no responden a
las expectativas que tenemos de los estudiantes a
estas edades. Esperamos que sean capaces de reali-
zar operaciones formales cuando aún son pensadores
concretos. Esperamos, por ejemplo, que demuestren
conciencia del conocimiento lingüístico, cuando tie-
nen dificultades para relacionar los distintos compo-
nentes del lenguaje; esperamos que hablen sobre dis-
tintas formas lingüísticas y que las comprendan,
cuando no saben hablar sobre el lenguaje ni reflexio-
nar sobre el mismo; esperamos que detecten los
fallos en la comunicación y que sepan repararlos,
cuando no tienen conciencia de dichos fallos y, aun-
que la tengan, no saben como resolverlos. Esperamos,
por último, que comprendan el lenguaje escrito
requerido en distintas situaciones académicas, socia-
les y vocacionales, cuando en realidad no procesan
de forma eficiente ni consistente la información
transmitida a través de un texto escrito. Si a estos
déficit con las operaciones formales añadimos algu-
nas dificultades que pueden manifestar para recordar
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la información tratada en clase, para prestar sufi-
ciente atención a las explicaciones, para definir y
usar palabras adecuadamente, para completar las
tareas en el tiempo asignado o para demostrar su
conocimiento en los exámenes, se manifiesta el cua-
dro del fracaso, la desadaptación y las dificultades
para hacer amigos, como han comprobado Durkin y
Conti Ramsden (2007) en su estudio de Manchester.
¿Cuál puede ser la consecuencia? Si les exigimos
unas respuestas que no pueden dar, optan por la
estrategia de responder por adivinación o, sencilla-
mente, a no responder. Consideramos que la inter-
vención logopédica con adolescentes se debe enfocar
a modificar dichas estrategias que van generando
como consecuencia de sus carencias a nivel de ope-
raciones formales: darles tiempo para pensar, ayu-
darles a dar el paso de lo concreto a lo abstracto o
formal, ayudarles a secuenciar y a ordenar su pensa-
miento y, sobre todo, ayudarles a vencer el miedo al
fracaso y a ese tipo de exclusión social.
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Recibido: 06/11/2009
Aceptado: 25/11/2009

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