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LA FAMILIA: COMUNIDAD DE VIDA Y AMOR

Queridos esposos, estas palabras que ahora leen, quieren ser portadoras de esperanza y
sentido, de amor y fidelidad, alegrías y sueños. En la vida conyugal que ustedes han elegido,
el camino viene marcado por la mutua acogida, por la entrega plena y radical, por la vivencia
del amor que se vuelve fecundo y generoso. No hay duda que es camino de santidad, medio
para alcanzar la salvación, ustedes, los esposos cristianos, son lumbreras en medio de este
mar de oscuridad, son reflejo del amor de la Trinidad Santa, son verdaderas iglesias
domesticas que evangelizan este mundo, lleno de divisiones, problemas, odios y rencor.
Deseo recordarles el camino que han emprendido, tantas historias que han compartido juntos
y que solo ustedes mejor que nadie conocen, recuerden cuando eran novios, aquellos
momentos felices que compartían, cuando en el silencio de sus labios sus corazones eran una
explosión de amor, donde no eran necesarias las palabras, para expresar la felicidad que
vivían, juntos decidieron compartir la vida, sentían esa necesidad vital de la otra persona,
desearon tener hijos, formar una familia, en fin, tener un proyecto común en el futuro,
compartir sus vidas para siempre, transformar ese amor que se tenían en comunidad.
Les invito a que vuelvan a esos días, vuelvan a ser novios, como cuando se vieron por primera
vez, amando al otro tal cual era, con sus virtudes y sus cualidades, pero también con sus
limitaciones y sus defectos, evitando el grave error de amar solamente un sentimiento,
solamente una cualidad, o un ser imaginario, amándose tal cual son. Vuelvan a mirarse con
ternura, darse una caricia por la mañana, un abrazo, un beso, una palabra que haga sentir al
otro lo importante que es para ti, hombre, no dejes de enamorar a tu esposa todos los días,
dile cuan bella se ve y lo afortunado que eres de tenerla, nunca le recrimines sus años o el
paso del tiempo por su cuerpo, nada hay más exquisito que el buen vino cuando esta añejo,
es decir, con más años, porque el verdadero sabor del amor se va sintiendo con los años,
mujer, no dejes de enamorar a tu esposo, con tu cercanía y delicadeza, con tu atención y tu
feminidad, demuéstrale que eres feliz junto a él, dile cuanto lo amas, regálale siempre aquella
sonrisa que un día lo cautivo, ámense mutuamente, vuelvan a ser novios, nunca olviden el
valor del dialogo, así como lograban ponerse de acuerdo en el noviazgo, dialoguen su vida y
su amor.
Recuerden el día cuando se entregaron mutuamente el uno al otro, frente al altar del Señor,
cuando prometieron amarse y respetarse, en la salud y en la enfermedad, en las buenas y en
la malas, y ser fieles el uno al otro, recuerden cuando unieron sus vidas por primera vez
siendo una sola carne, transmitiendo la gracia conferida en el sacramento, siendo
procreadores y altar de la vida naciente. Cuando se casaron, celebraron la fiesta del amor y
la alegría, por favor, nunca olviden ese día.
Al unirse en matrimonio formaron una familia, insertada en una sociedad, en un contexto
concreto, ustedes forman un elemento esencial de la sociedad, recuerden siempre la gran
labor que contrajeron, y en la cual cuentan siempre con la ayuda de Dios, ser educadores y
artesanos de las nuevas generaciones en nuestro mundo.
Muchas parejas dicen que no quieren unirse en matrimonio, porque muchos problemas pasan
cuando están casados, prefieren mantenerse en una relación que tarde o temprano puede
romperse, sin que esto les traiga mayores complicaciones, pero el amor no es así, el amor es
una entrega generosa, plena, que se da sin medida, recuerden el amor que les une, un amor
que no puede desaparecer simplemente por una situación difícil, el amor tiene la capacidad
de superar cualquier obstáculo, nunca es tarde para comenzar amar. Y cuando los problemas
parezcan que no tienen salida, recuerden el amor que les une, el proyecto de vida en común
que juntos han comenzado, nunca echarse la culpa el uno al otro, sino responsabilizarse
ambos en lo que están haciendo mal, llevar cuentas del mal destruye la relación. Sólo puedo
hablar abiertamente sobre mi culpa si el otro no aprovecha mis palabras para suscitar en mí
continuamente sentimientos de culpabilidad. La culpa debe hacernos humildes. Cuando un
problema los haya llevado hasta lo más hondo, donde parezca que ya no hay escapatoria,
recuerden que los edificios más altos necesitan de fundaciones más profundas, y aunque
hayan pasado por el amargo trago de la traición, los celos, la mentira y la desconfianza, nunca
es tarde para comenzar a llenar esos vacíos con el amor, con la entrega oblativa y generosa,
con el desprenderse de uno mismo por causa del bien del otro, utilizando la medicina del
perdón y la misericordia, ir sanando esas heridas poco a poco. Recuerden, que en una
separación los que más sufren son los hijos, sufren en su interior la separación y la división
del amor de los padres. Recuerden con cuanta emoción, recibieron al fruto del amor, sus
hijos, ellos que son la culminación del proyecto familia, es el amor hecho vida y encarnado
para siempre en una persona. Padres, no desesperen a sus hijos, en nuestra sociedad,
actualmente son tantos los factores que pueden distraernos de lo que es verdaderamente
importante y esencial, muchas veces el trabajo – y no solo a nivel económico, sino también
el trabajo eclesial – nos quita tanto el tiempo que no nos deja compartir con los hijos, no se
pierdan los mejores momentos en la vida de sus hijos, no dejen de mirarlos y amarlos, cuando
hayan cometido un error corregir con rigor y amor, ante un error de los hijos, el trabajo de
los papás será siempre ayudarle a superarlo y no volverlo a cometer, no son jueces, ni
carceleros, son instrumentos de Dios que les ha dado el don educar y cuidar al fruto de su
amor.
Queridos esposos, ustedes son una comunidad, que se abre a la vida, que manifiestan al
mundo el mismo amor de Dios, son comunidad de vida y amor, no dejen que les roben la
esperanza, muchas veces la primera guerra mundial se vive en la casa, no dejen que el enojo
y los problemas sean siempre el pan de cada día, vivan el sacrificio mutuo, algunas veces
tocara sacrificar mis deseos por el bien del otro, siempre es bueno dialogar todo aquello que
no nos parece, nunca guardar rencor o venganza, el rencor es como el cáncer que va
destruyendo nuestro ser. Siempre elegir lo mejor, siempre elegir el amor, como dice Papa
Francisco “nada es más importante que elegir «lo que a Dios le gusta más», es decir, su
misericordia, su amor, su ternura, su abrazo, sus caricias. (9/12/2015). Decía Mons. Romero,
“el matrimonio tiene una gran función social, tiene que ser antorcha que ilumina a su
alrededor a otros matrimonios…hay que educarse para el amor. No es otra cosa la familia
que amar, y amar es darse, amor es entregarse al bienestar de todos, es trabajar por la felicidad
común” (homilía de 7 de octubre 1979).

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