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LA CONQUISTA DE JERICÓ

TEXTO Josué 6:1-27

Introducción

Esta es una historia muy conocida, tanto en la iglesia como fuera de ella.

¿Qué podemos aprender de la historia? ¿Qué nos tiene que decir a nosotros, en el
siglo 21?

Primero, tenemos que entender la historia en su contexto. Luego, veremos su


aplicación espiritual.

El contexto histórico es bastante sencillo. El pueblo de Dios tenía el desafío de


conquistar la Tierra Prometida. Debían hacerlo bajo el liderazgo del Capitán de los
ejércitos de Dios (Jos 5:14-15).

La primera ciudad que tenían que tomar era Jericó. En este capítulo tenemos:

i. Una descripción de las órdenes del Señor con relación a cómo tomar la ciudad
(v.1-5).

ii. Un relato de cómo implementaron las órdenes del Señor (v.6-21).

iii. El rescate de Rahab, y la maldición pronunciada sobre la ciudad (v.22-26).

¿Cuáles son las lecciones espirituales que debemos aprender?

1. LA VICTORIA NO ESTÁ EN DUDA (v.2)

Esto fue lo sorprendente. ¿Por qué no estaba en duda? Porque se basaba en la


promesa de Dios. A lo largo de los siglos Dios hizo esta promesa a los patriarcas
(Abraham, Isaac, Jacob). Más adelante repitió la promesa a Moisés y a Josué (Jos 1:2-
4).

Debió ser muy alentador escucharle al Señor decir, “Yo he entregado en tu mano a
Jericó y a su rey, con sus varones de guerra” (v.2).

Hay tantas promesas que nosotros podemos reclamar.

“Edificaré mi iglesia” (Mat 16:18)

“Reinara hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies” (1
Cor 15:25)

“No te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho…” (Gen 28:15).
2. LOS CAMINOS DE DIOS NO SON LOS NUESTROS (v.3-5)

Lo que Dios mandó hacer parecía una locura. Nadie jamás conquistó una ciudad en
esa manera; y nunca más se repetiría la historia.

Para un soldado o para un líder, fue muy difícil pensar en obedecer al Señor y mandar
al pueblo hacer lo que Dios dijo.

En el ministerio Cristiano tenemos que estar preparados para hacer cosas extrañas;
cosas que no tienen mucho sentido, humanamente hablando.

Y recordemos, que en la obra Cristiana no siempre haremos lo que otros han hecho
antes. Tenemos que escuchar la voz de Dios hablándonos, indicándonos los métodos y
las tácticas a seguir.

Este es uno de los más grandes desafíos que enfrenta la Iglesia en la actualidad.
Cosas que funcionaron antes, quizá ya no funcionen. Lo que Dios hizo antes, quizá no
sea lo que Él hará ahora. Cada generación tiene el desafío de escuchar la voz de Dios,
y seguir Sus órdenes.

3. LA NATURALEZA ESPIRITUAL DE LA BATALLA (v.4, 6)

Los sacerdotes tuvieron más que hacer ahora, que los soldados. ¡Fue muy diferente
de cuando pelearon contra los amalecitas!

Por seis días los soldados simplemente caminaron. Fueron los sacerdotes quienes
hicieron el trabajo – cargando el Arca, y tocando las trompetas (v.4, 6, 8, etc.). Era la
obra de Dios; Su batalla.

Aunque la tarea parecía ser de Israel, en realidad era del Señor. Más que una batalla
militar, fue una lucha espiritual. Así que la ciudad debía ser tomada en una manera
spiritual.

Algunos tratan el evangelio como si fuera una mercadería que tenemos que vender;
por eso algunos hacen uso de técnicas de mercadeo para presentar el evangelio.

La toma de Jericó nos enseña que cuando estamos hacienda la obra del Señor,
estamos haciendo un trabajo spiritual, que debe ser llevado a cabo en una forma
espiritual. La ‘carne’ no nos ayuda.

4. HABÍA TRABAJO QUE HACER

El hecho que Dios haría la obra, no significa que la gente no tenía nada que hacer.
Había muchas cosas que ellos tenían que hacer (v.4).

Tenían que levantarse temprano; caminar en cierta manera; cierto número de


personas, etc.

Por seis días tuvieron que guardar silencio; pero el séptimo día tenían que gritar. Así
que tanto los soldados, como los sacerdotes y todo el pueblo tenían trabajo que hacer,
todo bajo la dirección de Dios.
Es interesante notar todas las instrucciones detalladas que Dios dio a Su pueblo. A
veces debemos guardar silencio, y no hacer nada; en otras oportunidades tenemos
que gritar y actuar enérgicamente. La clave es OBEDIENCIA.

5. LOS RESULTADOS NO SIEMPRE SERÁN LOS QUE QUERRAMOS

Era la batalla del Señor, y la obra tuvo que hacerse como Él quería, conforme a Sus
instrucciones. Y ellas fueron drásticas.

La ciudad de Jericó tenía que ser totalmente destruida (v.17a); todos los habitantes
tenían que ser eliminados (v.17b); no había que salvar nada – ¡sólo una ramera
(v.17c)! Y la ciudad nunca más debía ser reconstruida (v.26).

Quizá algunos en Israel no estaban contentos con hacer todo eso; sin embargo, tenían
que aceptar la soberanía de Dios al respeto.

Conclusión

¿Cuál será nuestro ‘Jericó’? ¿Estamos escuchando las órdenes de Dios acerca de cómo
proceder o estamos queriendo hacer las cosas a nuestra manera?

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