Sie sind auf Seite 1von 2

JAIME PREGUNTA PARTE I

¿Cuál es el lenguaje del dibujo? / ¿Cuál es el tiempo del dibujo? / ¿El dibujo para qué y por qué?

Jorge Esteban Corredor Torres


José Antonio Carbonell - El estilo en el que está ahora como lo describiría-

Luis Caballero - Es que uno no puede describir con palabras una pintura y por eso las pinta, si no sería
escritor, ¿no cree?–

En entrevista para el programa Correo Cultural (1980)

El dibujo es la forma más pura del lenguaje, no tiene un lenguaje en específico. Ferdinand Saussure describe el lenguaje
como la capacidad humana, universal, para expresar pensamientos y sentimientos por medio de signos; es binario, un
componente social -lengua- y un componente individual -habla-. Basta esto para comenzar a encontrar las equivalencias
entre el lenguaje y el dibujo. Lo social y lo individual se interceptarán siempre y coexistirán. En su uso, algunos se
especializarán más en la lengua o en el habla, es decir, así como existen doctores de la RAE buscando articular el uso social
de la lengua mediante símbolos debidamente especificados, también hay barderos creando constantemente nuevos
vocablos que sólo cobran sentido para ellos como “parce” que, por supuesto, en su uso, se volverán universales y se
incluirán en la lengua pues, al final, recordemos, todo lo que surge del lenguaje debe ser comunicable. Igual con el dibujo,
hay imágenes universales como la casa, la cara feliz, el corazón, que no son más que imágenes socialmente compartidas
más cercanas al signo lingüístico que al significante y hay imágenes individuales, como la pincelada de Van Gogh y lo que
para este es el amarillo o la curva en Botero. Una cosa es una masacre, otra cosa es Masacre en Colombia de Fernando
Botero (2000) y otra cosa es Masacre del 10 de abril de Alejandro Obregón (1948).

Si el humano dibuja entonces con la naturalidad del habla la pregunta no es por qué o para qué dibujar sino por qué o
para qué especializarse en el dibujo, tarea tan descabellada como especializarse en el habla tratando conscientemente de
hacer estético lo cotidiano. Es la necesidad de comunicar, más allá del entendimiento, el sentimiento, lo que nos impone
esta tarea, dibujamos para poder ver, fuera de nosotros, lo que está adentro de nosotros. El dibujo es la abstracción más
exacta de lo que contenemos. No contenemos palabras, el intelecto nunca se presenta en signo lingüístico, es decir, nadie
sueña con un texto, soñamos y pensamos por medio de imágenes que se aparecen difusas como siluetas de mujeres tras
velos que, aunque nos permiten una intuición de lo que hay debajo de ellos, nos mantienen expectantes de del detalle,
es por esto que decimos que es la forma más pura del lenguaje pues es la forma no limitada -por las 27 letras, las tildes y
las palabras posibles- del lenguaje. Al dibujar desnudamos esa imagen que, aunque está en nuestro interior, no se deja
ver con claridad.

Esa necesidad de ver nos hace dibujar constantemente para entendernos, es decir, para soportar sobre el papel -que lo
aguanta todo- las ideas propias que, en sentido riguroso, nos mantienen. Al no ser un detalle menor, detengámonos a
pensar que, si para Platón está la silla, la idea de silla y la imagen de la silla, es esa imagen lo único que tenemos. Es
imposible tener la universalidad de las sillas, sólo podemos fundamentar, nuestra visión de mundo, en esa imagen que
nos queda de lo visto. Nuestro mundo es entonces conformado por la idea de silla que si queremos interiorizar debemos
exteriorizar primero, allí el ejercicio de dibujo se hace necesario, por lo que el dibujo siempre es posterior, es futuro físico
de un presente latente y dinámico intelectual que una vez representado es pasado retornable al intelecto tantas veces
como los signos empleados sean comunicables para el receptor de la imagen. Es decir, el tiempo del dibujo es esa hermosa
posibilidad eterna del gerundio que sólo muere cuando se hace ilegible, por eso la trama del pavimento no es dibujo pues
el sentido de su imagen no se ha dinamizado -aún- entre el intelecto y la materia, esa dinámica se hace necesaria para
todo lo que tiene vida -la imagen tiene vida- y lo que vive siente y piensa.

“Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos.


Si quieres que algo se muera, déjalo quieto”

Jorge Drexler – Movimiento (2017)

Das könnte Ihnen auch gefallen