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Distintas palabras se pueden decir de otras ciudades del país, cuyos registros son más alentadores.
El diario de la capital nortesantandereana, al respecto, publicó: “Entre tanto, las tres capitales que
presentaron menor desempleo fueron Montería (6,9 %), Barranquilla (6,9 %) y Cartagena (7,9 %)”.
(La Opinión, 2015). A simple vista se puede notar la gran distancia que hay entre las tres primeras y
la ciudad fronteriza. No sólo en posiciones sino, también, desde el punto de vista porcentual
(mientras las tres primeras muestran guarismos de un dígito, la conocida “Perla del Norte” tiene casi
el doble de “desocupados” que las anteriormente mencionadas).
Un agente que representa que esta ciudad sea la que más índice de desempleo en el país, se debe
a que no tiene industrias, grandes empresas; a raíz de esto el contrabando se convierte en uno de
los ingresos principales de una parte de la ciudadanía, debido a su ubicación geográfica (límites con
el vecino país de Venezuela). Otro factor importante es el desplazamiento forzado, ya que la región
sufre, constantemente, el flagelo de la violencia, producto del conflicto armado, razón por la cual
muchos habitantes se han visto obligados a salir de sus territorios, en su mayoría a la zona urbana
de la capital del departamento, en busca de mejores oportunidades.
Se torna preocupante la falta de atención que, en apariencia, muestra el gobierno, tanto nacional
como regional y local. Prueba de ello es que no se ha visto, aún, un plan de choque de parte de las
entidades gubernamentales para enfrentar esta situación que, al parecer, cada día ahonda más la
crisis por la que está atravesando la ciudad del nororiente colombiano. No se ve que, de parte de
los dirigentes políticos, surjan propuestas con las cuales se les pueda extender la mano a estas
personas y, de esa manera, poderlos ayudar a salir de sus dificultades.
El empleo informal es una de las soluciones que más hallan los cucuteños para tratar de salir de la
situación en la que se encuentran. A diario se ve en los buses, por las calles (como se dijo
anteriormente), personas vendiendo diferentes clases de productos con los cuales conseguir el
sustento que puedan llevar a sus casas y, por ende, a sus familias. Al respecto de esto muchos se
preguntan: ¿es ésta la solución al problema o al síntoma? Quizás la respuesta esté en que no sea,
precisamente, una solución definitiva sino que, por el contrario, se encuentre una salida rápida,
olvidándose de la raíz de todo: es desde allí de donde se debe solucionar un problema.
Pero, ¿qué podrían hacer los entes gubernamentales para hallar la solución al problema? Ahí está
la “pregunta del millón”. Mientras, desde la presidencia se han visto “medidas de ayuda” como, por
ejemplo, los descuentos en el IVA, estas ayudas representan soluciones inmediatas y que, a largo
plazo, terminan convirtiéndose en “pañitos de agua tibia”, permitiendo al problema seguir latente
ahí.
Indudablemente, el factor que más afecta nuestro desempleo, es la falta de cultura de educación,
de proyectos, de garantías que brinden estabilidad y, sobre todo, una proyección para que, hacia un
futuro ojalá cercano, Cúcuta vuelva a ser aquella que, antes del terremoto de 1875, ocupó lugares
importantes a nivel nacional, considerada por expertos, como una de las más importantes, junto a
Barranquilla y Bogotá. Para ello se hace relevante la necesidad de mejorar la organización de sus
ciudadanos y, de una vez por todas, el pensamiento de estos cambie para dejar de vivir el día a día.