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DESEMPLEO EN CÚCUTA – VIVIMOS

DEL DÍA A DÍA

Belky Johanna Argote Rincón


Derecho 1DN

Uno de los problemas que enfrentan los colombianos,


especialmente los cucuteños, es el del desempleo: a
diario se pueden ver por las calles de la ciudad
personas que, al ver lo difícil que es encontrar una fuente de ingreso formal, deciden salir al llamado
“rebusque”. En la última encuesta que publicó el DANE (Departamento Administrativo Nacional de
Estadística), Cúcuta ocupó el deshonroso último lugar. El diario La Opinión registró así la noticia: “El
desempleo en Cúcuta y el área metropolitana volvió a ser el más alto del país. En el último informe
del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), correspondiente al periodo
comprendido entre noviembre (2014) y enero de (2015), el índice de desocupación en la ciudad fue
de 14,5%”. (La Opinión, 2015)

Distintas palabras se pueden decir de otras ciudades del país, cuyos registros son más alentadores.
El diario de la capital nortesantandereana, al respecto, publicó: “Entre tanto, las tres capitales que
presentaron menor desempleo fueron Montería (6,9 %), Barranquilla (6,9 %) y Cartagena (7,9 %)”.
(La Opinión, 2015). A simple vista se puede notar la gran distancia que hay entre las tres primeras y
la ciudad fronteriza. No sólo en posiciones sino, también, desde el punto de vista porcentual
(mientras las tres primeras muestran guarismos de un dígito, la conocida “Perla del Norte” tiene casi
el doble de “desocupados” que las anteriormente mencionadas).

Un agente que representa que esta ciudad sea la que más índice de desempleo en el país, se debe
a que no tiene industrias, grandes empresas; a raíz de esto el contrabando se convierte en uno de
los ingresos principales de una parte de la ciudadanía, debido a su ubicación geográfica (límites con
el vecino país de Venezuela). Otro factor importante es el desplazamiento forzado, ya que la región
sufre, constantemente, el flagelo de la violencia, producto del conflicto armado, razón por la cual
muchos habitantes se han visto obligados a salir de sus territorios, en su mayoría a la zona urbana
de la capital del departamento, en busca de mejores oportunidades.

Se torna preocupante la falta de atención que, en apariencia, muestra el gobierno, tanto nacional
como regional y local. Prueba de ello es que no se ha visto, aún, un plan de choque de parte de las
entidades gubernamentales para enfrentar esta situación que, al parecer, cada día ahonda más la
crisis por la que está atravesando la ciudad del nororiente colombiano. No se ve que, de parte de
los dirigentes políticos, surjan propuestas con las cuales se les pueda extender la mano a estas
personas y, de esa manera, poderlos ayudar a salir de sus dificultades.

El empleo informal es una de las soluciones que más hallan los cucuteños para tratar de salir de la
situación en la que se encuentran. A diario se ve en los buses, por las calles (como se dijo
anteriormente), personas vendiendo diferentes clases de productos con los cuales conseguir el
sustento que puedan llevar a sus casas y, por ende, a sus familias. Al respecto de esto muchos se
preguntan: ¿es ésta la solución al problema o al síntoma? Quizás la respuesta esté en que no sea,
precisamente, una solución definitiva sino que, por el contrario, se encuentre una salida rápida,
olvidándose de la raíz de todo: es desde allí de donde se debe solucionar un problema.

Pero, ¿qué podrían hacer los entes gubernamentales para hallar la solución al problema? Ahí está
la “pregunta del millón”. Mientras, desde la presidencia se han visto “medidas de ayuda” como, por
ejemplo, los descuentos en el IVA, estas ayudas representan soluciones inmediatas y que, a largo
plazo, terminan convirtiéndose en “pañitos de agua tibia”, permitiendo al problema seguir latente
ahí.

Indudablemente, el factor que más afecta nuestro desempleo, es la falta de cultura de educación,
de proyectos, de garantías que brinden estabilidad y, sobre todo, una proyección para que, hacia un
futuro ojalá cercano, Cúcuta vuelva a ser aquella que, antes del terremoto de 1875, ocupó lugares
importantes a nivel nacional, considerada por expertos, como una de las más importantes, junto a
Barranquilla y Bogotá. Para ello se hace relevante la necesidad de mejorar la organización de sus
ciudadanos y, de una vez por todas, el pensamiento de estos cambie para dejar de vivir el día a día.

En Norte de Santander, el gobernador Édgar Díaz ha solicitado incluir al departamento de carácter


urgente en los planes para iniciar el desminado humanitario ya que esta región se ubica entre los
primeros con mayor número de accidentes por MAP. Los municipios con más víctimas por este
flagelo son: El Tarra, Tibú, Convención, Hacarí, Teorama, San Calixto, Ocaña y Sardinata. También le
solicita al gobierno la iniciación de diálogos de paz con los grupos guerrilleros del EPL y ELN que
tienen insurgencia en estos municipios para llevar a cabo el proceso en completa tranquilidad y sin
exponer a los participantes, protegiéndolos de un posible ataque.

El desminado humanitario es una voluntad de paz de las FARC, un peldaño al desescalonamiento y,


aunque no sea total, definitivo e inmediato, sí trae alivio a la población civil que se ve amenazada
con estos artefactos que causan muchísimos daños, tanto físicos como psicológicos; daños que son
irremediables debido al pésimo régimen de salud. Este desminado tendrá un tiempo de duración de
20 a 25 años, proceso que tendrá financiación y apoyo del gobierno y de organismos internacionales.
Se espera que este flagelo llegue a su final, acompañado de la firma del acuerdo de paz y logrando
la patria que los colombianos merecen.

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