El más elemental de los derechos políticos es el de reunión. El derecho de
reunión tiene tres caracteres básicos que han sido reiterados en la jurisprudencia constitucional:
La previa concertación que la diferencia de las meras agregaciones
espontaneas y que lleva aparejado un elemento subjetivo de conocimiento de la reunión y la finalidad que ésta persigue, así como de consciente voluntariedad de la asistencia.
La temporalidad, distingue la reunión tanto de la coincidencia
momentánea con otros cuanto del vinculo de pertenencia mas estable y prolongado que es típico de una asociación. Según el TC la asociación consiste en “una asociación transitoria”
La finalidad perseguida por la reunión sin la cual carecería de sentido.
Debe tratarse de una finalidad licita. Debe tratarse de “una manifestación colectiva de la libertad de expresión ejercitada a través de una asociación transitoria de personas, que opera a modo de técnica instrumental puesta al servicio del intercambio o exposición de ideas, la defensa de intereses o la publicidad de problemas y reivindicaciones” (STC 284/2005). Hay que tener en cuenta el carácter publico o privado de las reuniones, no porque las reuniones privadas estén excluidas del ámbito del art 21 CE, sino porque en las reuniones en domicilios particulares o reuniones familiares o de amistad en locales públicos “se podrá ejercer el derecho de reunión sin sujeción a las prescripciones de la presente LO”. La titularidad corresponde a las personas físicas nacionales y extranjeras. Puede ser ejercido por personas jurídicas a quienes la LO 9/1983 (art 4) reconoce como posibles “organizadoras o promotoras” de manifestaciones y reuniones.
b) Reuniones en locales cerrados y en lugares de tránsito público.
El ejercicio del derecho de reunión depende de la localización de las reuniones. De acuerdo con el art 21 CE, el ejercicio del derecho de reunión “se reconoce” con el único condicionante de que la reunión sea pacifica y sin armas. Es el único requisito que se plantea en enclaves cerradas a transito público.
Sin embargo la CE tiene en cuenta la mayor conflictividad del ejercicio de este
derecho cuando las reuniones pretenden celebrarse en lugares de transito publico. En tales casos éste derecho puede perturbar la actividad y derechos de terceros. En previsión de esta situación el art 21.2 CE establece que las reuniones en lugares de tránsito publico exigirá comunicación previa a la autoridad. El plazo se establece en beneficio de los solicitantes. La LO 9/83 diseña un mecanismo especialmente acelerado de control judicial de las decisiones gubernamentativas en esta materia, lo que permite que en nueve días se produzca la resolución judicial, notificándose con al menos diez días a los organizadores. Por otra parte es preciso mencionar que la ley prevé que en caso de urgencia la comunicación a la autoridad podrá realizarse con solo 24 horas de antelación.
c) Límites.
El art 21 CE establece la prohibición de las manifestaciones “cuando existan
razones fundadas de alteración del orden público con peligro para personas o bienes”. También se tienen en cuenta otras motivaciones como la seguridad nacional, la protección de la salud y los derechos y libertades ajenos. En consecuencia el TC solo ha justificado la prohibición de las manifestaciones si hay una colisión particularmente grave con la libertad de circulación, como ocurre cuando se obstruyen totalmente vías de circulación, de modo que prolongadamente se impida el acceso a determinadas zonas por inexistencia de vías alternativas.
En todo caso, todas las reuniones han de ser pacificas y sin armas y no pueden tener como finalidad cometer actos delictivos.
Los parámetros para juzgar la pertinencia de disolver una reunión son:
Cuando se trate de reuniones ilícitas de conformidad con las leyes
penales. Cuando se produzcan alteraciones de orden publico.
Cuando se haga uso de uniformes paramilitares.
En todo caso, la LO no señala sanciones para los supuestos más comunes, ni
siquiera por falta de notificación o desviación con respecto a lo notificado. Por ultimo, la especial condición de neutralidad política de algunos colectivos funcionariales la ley impone a sus miembros restricciones en el ejercicio del derecho de reunión. Ocurre con los jueces y magistrados, fiscales y miembros de las FAES, aunque estos limites quedan sin efecto cuando esas personas participan en reuniones en tanto que simples ciudadanos.
El derecho de asociación.
a) Concepto.
El derecho de asociación consiste en la libre disponibilidad de los ciudadanos
para constituir formalmente agrupaciones permanentes encaminadas a la consecución de todo tipo de fines lícitos. La asociación se distingue de la mera reunión en tanto que esta es de duración mas prolongada, así como que la asociación supone un grado mayor de formalidad y requiere acuerdo expreso para constituirla. La CE reconoce la titularidad de todas las personas.
La LO 1/2002 ha llegado incluso a reconocer el derecho de asociación de las
entidades públicas, aunque no como derecho fundamental, sino como derecho de creación legal. Los entes públicos pueden asociarse entre si, aunque este aspecto no deja de plantear interrogantes, tanto por la posible perdida de neutralidad de una Administración, como por la amenaza de independencia de las asociaciones que estén participadas por la Adminsitración. El propio legislador ha establecido ciertas restricciones en el art 2.6 de la LO 1/2002.
b) Libertad positiva y negativa.
El derecho de asociación tiene dos facetas:
- Positiva: la libertad de construir asociaciones sin que los
poderes públicos puedan impedirlo, así como que pueda desarrollar libremente sus actividades
- Negativa: el reconocimiento del derecho de asociación implica
la exclusión de cualquier forma de obligatoriedad de adhesión a una asociación determinada, en la medida en que una asociación coactiva no seria una verdadera asociación. En este sentido el TC ha ido aceptando una línea que acepte la base asociativa obligatoria de entes corporativos en tanto que una excepción se encuentra en la Administración cuando se persiguen fines de interés público.
c) La inscripción en el registro y la adquisición de personalidad jurídica de las
asociaciones.
La CE reconoce el derecho de asociación en términos genéricos con la única
obligación de inscribirse en el Registro “a los solos efectos de publicidad (art 22.3 CE). Esta regulación parece claramente guiada por el objetivo de evitar que, como sucedió durante la época franquista, la regulación legal establezca tales condicionantes que priven de eficacia real al derecho de asociación. De ahí que el reconocimiento constitucional del derecho sea pleno e inmediato, que las asociaciones se constituyan directamente “al amparo de este artículo” y que la inscripción registral lo sea “a los solo efectos de publicidad”. Los principales problemas jurídicos relativos a las asociaciones vienen planteados por el hecho de que las mismas, en mayor o menor medida, tienen relaciones con terceros, de resultas de las cuales pueden surgir derechos y obligaciones. De ahí que resulte conveniente un cierto grado de formalización jurídica de la asociación, en definitiva, que toda asociación tenga personalidad jurídica.
4. LÍMITES DE LA LIBERTAD DE ASOCIACIÓN.
La Constitución prohíbe jueces, magistrados y fiscales pertenecer a partidos políticos y sindicatos. También están sometidos a ciertas restricciones en este aspecto las Fuerzas Armadas. Existen determinadas asociaciones que la propia norma constitucional prohíbe o declara ilegales.
a) Asociaciones prohibidas.
Asociaciones de carácter paramilitar. Son paramilitares las asociaciones que adoptan las estructuras organizativas, los comportamientos o los signos externos que caracterizan a las organizaciones militares. Asociaciones secretas. Habrá que considerar secretas a aquellas asociaciones que quieren serlo, esto es, las que premeditadamente acuerden mantener en secreto su propia existencia, sus fines y la identidad de sus miembros.
b) Asociaciones ilegales. La Constitución declara ilegales a las asociaciones
que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito. La Constitución remite al Código Penal, (art. 515), para definir las asociaciones ilegales. Se incluyen las bandas armadas, las organizaciones terroristas y también las organizaciones de carácter paramilitar, (de modo que éstas, a diferencia de las asociaciones secretas, están sancionadas penalmente). Lo complicado surge cuando hay que demostrar que es la asociación como tal la que persigue y emplea medios ilícitos, no uno o varios de sus miembros a título personal. Debe ser la asociación, y no algunos de sus miembros, la que persiga fines o utilice medios delictivos.
c) La exigencia de democracia interna. El legislador ha introducido un límite
adicional, exigible con carácter general a todas las asociaciones que consiste en la exigencia de que todas las asociaciones tengan una organización interna y un funcionamiento democráticos. Viene derivado de la exigencia impuesta también a los partidos políticos, los sindicatos, los colegios y las organizaciones profesionales. Este planteamiento legal impone una determinada relación entre el asociado y el ente asociativo y tal relación no es de sometimiento sino de participación.
5. GARANTÍAS JURISDICCIONALES DE LA LIBERTAD DE ASOCIACIÓN.
Una característica básica del régimen jurídico establecido en el art. 22 CE consiste en la reserva al Poder Judicial de toda facultad relativa a la suspensión o disolución de las asociaciones. La competencia es de los tribunales civiles cuando se trate de la disolución o suspensión de una asociación por aplicación de la legislación civil. Los tribunales penales, por su parte, son competentes para declarar una asociación ilícita y para suspender sus actividades cautelarmente. La declaración de ilicitud puede ser promovida por la Administración encargada del Registro. Además, los tribunales contencioso- administrativos serán competentes para revisar la actuación administrativa en relación con la inscripción registral o en relación con la aplicación de las medidas de fomento previstas en la ley.