Lo que comúnmente llamamos “misión de la iglesia” en realidad es la misión de Dios, pues es Dios quien ha tomado la iniciativa de reconciliar al hombre consigo mismo. Dios creó al ser humano para que viviera en relación con Dios, sin embargo el pecado lo ha separado, y ha sido Dios quien decididamente ha estado buscando al ser humano (Génesis 3:9). Esta verdad está constatada en todo el texto del Antiguo Testamento, pero tomaremos solamente dos relatos para demostrarlo:
A. El llamamiento de Abraham (Génesis 12:1-3)
Dios llamó a Abraham para crear un pueblo que sirviera como agente de bendición de todas las demás familias, conduciéndolas hacia Dios: “Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición… y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.”
En este relato, destacamos los siguientes elementos:
Primero, Dios llama a Abraham para abandonar su realidad de pagano, de idólatra a entrar en una relación vital con Dios. Llama la atención ver a Dios saliendo del anonimato y revelándose a un hombre y construye una relación para darse a conocer. Es decir, Dios quiera darse a conocer para tener una relación personal con el ser humano, porque quiere liberar al hombre el pecado y darle la oportunidad de conocer la vida.
Segundo, le invita a ser parte de los planes de Dios. Dios quiere redimir del pecado a toda la raza humana, por eso quiere darse a conocer al ser humano, pero quiere hacerlo a través de otro ser humano, Abraham, a quien invita a movilizarse hacia un destino que sólo Dios conoce, un destino que Dios trazará, pues quiere que Abraham camine con él.
Tercero, el propósito es bendecir a los demás, sin distinción alguna de raza, idioma y condición económica. Todos los pueblos de la tierra están en el plan de Dios. Todos son objetos de búsqueda de Dios. La bendición de Abraham es para compartirla con los demás. Note que Abraham no busca la bendición, Dios se la otorga, pero es para bendecir a los demás.
Cuarto, se destaca la misión universal de Dios. En realidad Dios no es pertenencia de Israel, Dios es Dios para todo el mundo, por eso el deseo divino es que todos tengan la oportunidad de conocerle.
B. La alianza de Dios con Israel (Éxodo 19:6)
El plan de Dios se va desarrollando de manera extraordinaria. Cientos de años después del llamado de Abraham, Dios ha cumplido con su promesa: el pueblo se ha multiplicado en Egipto, ahora son conducidos por Dios en el desierto y allí sucederán cosas determinantes para la identidad y propósito de Israel. Entre esos hechos relevantes, está la Alianza que Dios hace con ellos, de lo que solamente tomaremos los versículos 4 al 6 del capítulo 19 de Éxodo: “ Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa…”
En estos versículos, Dios declara el principal propósito de haber creado a un pueblo: ser sacerdotes de Dios para el resto de la humanidad. Cabe mencionar los siguientes detalles:
Primero, Israel es pertenencia de Dios. Ellos han llegado a ser un pueblo por la obra de Dios. Dios los ha traído hacia él mismo, son pertenencia del Señor.
Segundo, Israel es especial tesoro de Dios, pero toda la tierra sigue siendo de Dios. Dios no hace acepción de personas, todos son creados por él y para él.
Tercero, el privilegio de Israel es ministrar al Señor, pues son “sacerdotes y gente santa”, gente apartada que muestra a Dios a los demás.
La misión de Dios no es exclusiva del Nuevo Testamento, sino que inicia desde el Antiguo, y básicamente se ha señalado la universalidad de la misión. Por cuestión de espacio y tiempo, no se aborda la naturaleza holística de esa misión, es decir, es una misión liberadora, que dignifica a los pobres y marginados, una misión que se preocupa por el bienestar de cada ser humano, por eso en la Ley se incluyen clausulas de relaciones interpersonales, de higiene y demás aspectos de la vida humana. También incluye la creación, es decir, hay una expresión ecológica de la misión.
La idea que se desea destacar entonces, es que, la misión salvadora la comienza Dios en el Antiguo Testamento y es una misión que abarca a todas las naciones de la tierra.
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