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Codigo Electoral Nacional Ley 19.

945 :

No hay exclusión especial, salvo p.ej.

Los dementes declarados tales en juicio;

Los condenados por delitos dolosos a pena privativa de la libertad, y, por sentencia ejecutoriada,
por el término de la condena;

Ni siquiera el delito de infamia prohíbe la presentación en elecciones.

El Codigo Civil y Procesal sanciona la temeridad o malicia en que hubieren incurrido los
profesionales, fuera de las reglas de decoro mínimas para la presentación de sus escritos o
comportamiento en juicio.

CALUMNIAS E INJURIAS: A DOS AÑOS DE LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL ARGENTINO.1 “si se
consideran las consecuencias de las sanciones penales y el efecto inevitablemente inhibidor que
tienen para la libertad de expresión, la penalización de cualquier tipo de expresión sólo puede
aplicarse en circunstancias excepcionales en las que existe una amenaza evidente y directa de
violencia anárquica.” CIDH, “Informe sobre la Compatibilidad de las Leyes de Desacato con la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos”, Informe Anual de 1994

El proceso de despenalización de los delitos de calumnias e injurias en Argentina lleva


aproximadamente 10 años y vio como último hito la aprobación de la Ley 26.551 que modificó el
Código Penal de la Nación Argentina.

La libertad de expresión, y de prensa, son fundamentales en una sociedad democrática.4 La Corte


Suprema Argentina en el caso Abal v. La Prensa sostuvo que: “Entre las libertades que la
Constitución Nacional consagra, la de prensa es una de las que posee mayor entidad, al extremo
de que sin su debido resguardo existiría tan sólo una democracia desmedrada o puramente
nominal (…) está claro que la Constitución al legislar sobre la libertad de prensa, protege
fundamentalmente su propia esencia democrática contra toda desviación tiránica.”5

El derecho a la libertad de expresión requiere “que nadie se vea limitado o impedido


arbitrariamente de expresar sus propios pensamientos” y que nadie se vea limitado de “recibir
cualquier información y de tener acceso a los pensamientos expresados por los demás.”

Conforme la situación actual, el Código Penal Argentino contempla dos tipos penales de
protección de la honra y la reputación: el primero de injurias y el segundo de calumnias. Las
figuras vigentes excluyen como delito las expresiones referidas a asuntos de interés público,
ampliando con ello el espectro de protección de la libertad de expresión y promoviendo el debate
democrático. Sin embargo, entre las deficiencias de la norma actual, cabe destacar que al no
definir “interés público,” deja un margen amplio de discreción a quienes deben interpretar su
contenido y alcance; y, tal como lo demuestra la presente investigación, puede derivarse en la
apertura de procesos penales para determinar la naturaleza de la expresión “ofensiva”, incluso
previo a su desestimación.

La primera reforma tendiente a la despenalización de la expresión en Argentina fue en 1993. 32


Hasta el año 1993, en el derecho interno existía la figura del desacato, entendido como la
criminalización de la expresión contra funcionarios públicos en razón de sus funciones.33 El
desacato estaba tipificado en el artículo 244 del Código Penal.34 A raíz de la solución amistosa
lograda en el caso “Verbitsky (Argentina)” 35, el Estado argentino derogó esta figura penal por
medio de la Ley 24.198

La palabra “detestable”, afirmó que las declaraciones del demandado no tuvieron relación con los
derechos de informar y ser informado, sino que éstas habían superado los límites de tolerancia
razonable en la crítica, conducta que consideró reprochable en los términos del arto 1071 del
Código Civil.

Que, si bien las criticas al ejercicio de la función pública no pueden ser sancionadas aun cuando
estén concebidas en términos excesivamente duros o irritantes -criterio que responde al
prioritario valor constitucional que busca resguardar el más amplio debate sobre cuestiones que
involucran a personalidades públicas o materias de interés público, en tanto garantia esencial del
sistema republicano- (“Campillay”, Fallos: 308:789), de ello no cabe derivar la impunidad de
quienes, por su profesión y experiencia, han obrado excediendo el marco propio del ejercicio
regular de los derechos de petición y crítica.

En el marco del debate público sobre temas de interés general, y en especial sobre el gobierno,
toda expresión que admita ser clasificada como una opinión, por sí sola, no da lugar a
responsabilidad civil o penal a favor de las personas que ocupan cargos en el Esta-do; no se daña la
reputación de éstas mediante opiniones o evaluaciones, sino exclusivamente a través de la
difusión maliciosa de información falsa.

9°) Que, en tal sentido, el criterio de ponderación debe estar dado por la ausencia de expresiones
estricta e indudablemente injuriantes. En otras palabras, no hay un derecho al insulto, a la
vejación gratuita e injustificada (“Amarilla”, Fallos: 321:2558, voto de los jueces Petracchi y
Bossert; y “Patitó”, Fallos: 331:1530)

Que, desde tal perspectiva, no puede exigirse a los magístrados que soporten estoicamente
cualquier afrenta a su honor sin que se les repare el daño injustamente sufrido. Ello así, pues, el
ejercicio de los derechos que confiere el ordenamiento jurídico no constituye una muestra de
debilidad, ni denuncia una falta de espíritu republicano.
¿Qué establece la doctrina Campillay? Es un precedente del año 1986 en el cual la Corte Federal
Argentina resolvió que un enfoque adecuado a la seriedad que debe primar en la misión de
difundir noticias que puedan rozar la reputación de las personas -aún admitida la imposibilidad
práctica de verificar su exactítud- impone propalar la información atribuyendo directamente su
contenido a la fuente pertinente, utilizando un tiempo de verbo potencial o dejando en reserva la
identidad de los implicados en el hecho

no consiste solamente en la utilización de un determinado modo verbal -el potencial- sino en el


examen del sentido completo del discurso, que debe ser conjetural y no asertivo porque si así no
fuera bastaría con el mecánico empleo del casi mágico "sería ... " para poder atribuir a alguien
cualquier cosa, aún la peor, sin tener que responder por ello (conf. Fallos: 326:145).

FUNCIONARIOS PUBLICOS Por ello se determinó en este caso que sólo si la afirmación ‑falsa‑ fue
hecha de parte del Editor o periodista con dolo (cono-cimiento) o desconsideración temeraria, da
lugar a la repara-ción. En nuestro derecho civil, la mera culpa bastaría pero en este caso puntual
no se aplicaría. (PROTECCION ATENUADA)

que el diario conocía la in-vocada falsedad de los hechos afirmados en el editorial o que obró con
notoria despreocupación acerca de su verdad o false-dad.

CIUDADANO COMUN Finalmente, destaca la sentencia que resulta inaplicable la doctrina de la real
malicia invocada como defensa por parte del diario demandado. Ello así en tanto cuando se trata
de un ciudadano común (en ningún momento se indicó que el médico fuera un funcionario público
o personaje público), para que proceda la demanda basta con que el reclamante acredite la simple
negligencia o descuido de parte del diario al emitir la información falsa, aun cuando se considere
que el tema sobre el que versaba la nota era de interés público general... (Fallos 326:4285).

LEY DE ACCESO A LA INFORMACIÓN PUBLICA, CON SUJETOS OBLIGADOS, EL ESTADO Y ENTES QUE
UTILICEN FONDOS PUBLICOS EN LA MEDIDA QUE LA INFORMACION HAGA REFERENCIA A ESO

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