Sie sind auf Seite 1von 11

UNIVERSIDAD RÓMULO GALLEGOS

ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD


PROGRAMA DE MEDICINA
PSICOLOGÍA

PSICOLOGÍA DEL ENFERMO


TERMINAL

Integrantes:
Cárdenas María CI: 25.981.503
Castillo Juan CI: 26.220.048
Malpica Alejandro CI: 27.313.049
Marcano Andrea CI: 25.360.646
Nassiff Alexander CI: 26.203.920
Sánchez María CI: 26.518.351
SAN JUAN DE LOS MORROS, NOVIEMBRE 2017.
PSICOLOGÍA DEL ENFERMO TERMINAL
El dolor se entiende como un fenómeno complejo y multidimensional en el que el
individuo no sólo tiene una experiencia perceptiva, sino también afectiva, que está
condicionada por múltiples elementos interactivos (biológicos, psíquicos y
socioculturales). Las variables cognitivas y emocionales, concretamente la ansiedad, la
tristeza y la ira, parecen explicar mejor las variables de personalidad y las diferencias
individuales en cuanto a percepción y tolerancia al dolor. Así mismo, la falta de
expresión emocional se ha relacionado claramente con una mayor experiencia
dolorosa.
Muchos especialistas en el tema sugirieron que el dolor es una “ experiencia
multidimensional” que deriva de procesos cognitivos. Por ende, el dolor sería una
experiencia conjunta entre cuerpo y mente y en algunos casos, y según las creencias,
espíritu. De esta forma, podemos entender que el dolor tiene una faceta afectiva, una
cognoscitiva y una conductual. Es de esta manera que se busca ahondar en el
conocimiento sobre el dolor y sus complejidades, para poder llegar a análisis y
tratamientos más adecuados para diversos pacientes.
Esta teoría en su totalidad permitiría explicar por qué las personas reaccionan de
forma diferente frente a situaciones de dolor. La percepción, la psicología y la
personalidad jugarían un papel crucial en este enigma médico.
Uno de los elementos claves para entender el dolor es la falta de control. Cuando el
dolor se vuelve insoportable y la persona no puede manejarlo, las consecuencias
psíquicas tienden a ser mayores. El miedo y la angustia son sentimientos que suelen
desencadenarse en estas situaciones.
Según estudios, está comprobado que el dolor afecta el sistema nervioso central y
desencadena episodios de irritabilidad, angustia y ansiedad. En muchos casos, también
aparece la depresión, sobre todo en pacientes con dolor crónico.
Es de esta forma que se hace más evidente que el dolor tiene una influencia enorme
sobre los estados de ánimo y las alteraciones psíquicas. Poder aceptar esto es
importante para aprender a controlar ciertos episodios y sabes exactamente como tratar
diversas afecciones. Es en este punto donde tiene mayor importancia tener en cuenta
que todas las personas son diferentes y lo que puede funcionar y aliviar a alguien, no
necesariamente puede servir en todos los casos.
CONTEXTO SOCIAL
Para R. Chapman “la experiencia del dolor humano esta inevitablemente ligada al
ambiente social en la cual ocurre”. El ambiente juega un papel importante tanto en el
control como en la cronificación del dolor, ya que por un lado ofrece pautas
observacionales que el sujeto puede aprender, y por otro, reforzamientos y castigos que
están a la base del mantenimiento o de la extinción del dolor.
En el sentido inverso también hemos hablado de lo importante repercusión que el
dolor crónico tiene para la sociedad, en especial por enorme gasto social que acarrea,
no tanto a nivel asistencial, sino más bien a nivel laboral. Así pues, la interrelación
entre el dolor y la sociedad es doble:
Por un lado, los factores sociales (concretamente el aprendizaje observacional de
determinadas pautas de comportamiento frente al dolor, y la emisión de refuerzos o
castigos sociales, básicos en la cronificación del dolor) determinan o modulan de
alguna manera la experiencia del dolor.
Por otro lado, el dolor, especialmente el crónico, tiene una repercusión social y
económica importante que cada día parece ir más en aumento.
Habitualmente, el dolor se considera exclusivamente como un síntoma de una
enfermedad, sin embargo, el dolor crónico suele presentarse conjuntamente con todo
tipo de emociones, por lo que conviene conceptualizarlo con una visión holística que
aconseja un tratamiento interdisciplinar, en el que colaboren conjuntamente médicos,
fisioterapeutas, asistentes sociales, psicólogos, etc.
Cualquier dolor tiene un componente psicológico asociado. La ansiedad es uno de
los factores emocionales más habituales en dolor crónico. Está relacionado con el
hecho de que personas con altos niveles de ansiedad centran su atención en las
sensaciones corporales que definen su dolor, haciendo que su grado de dolor se
mantenga o incluso aumente. La tristeza, desesperanza, pesimismo, contribuyen a que
la persona lo perciba con mayor intensidad.
DOLOR AGUDO
Inicialmente el dolor agudo se definió simplemente en términos de duración, pero
en la actualidad se define como “una experiencia desagradable y compleja con factores
cognitivos y sensoriales que suceden como respuesta a un trauma tisular”. A diferencia
con el dolor crónico, en el dolor agudo existe una correlación importante entre la
intensidad del dolor y la patología desencadenante y su evolución natural es disminuir
progresivamente hasta desaparecer una vez se produce la curación de la lesión
subyacente. Cuando hablamos del dolor agudo, nos referimos generalmente al dolor
nociceptivo (Es el dolor habitual, fisiológico, en el que el sistema nervioso está intacto
y percibe los estímulos de manera adecuada, por ello las sensaciones dolorosas son las
habitualmente percibidas en la vida diaria y tiene buenos descriptores verbales) aunque
un dolor agudo también puede ser neuropático (es el causado por una lesión o
disfunción del sistema nervioso, es un síntoma resultante del daño neurológico, no una
enfermedad en sí misma). Las causas comunes de dolor agudo incluyen trauma, cirugía
(dolor postoperatorio), procedimientos médicos, y enfermedades agudas. El dolor
agudo tiene una importante función biológica de protección para evitar la extensión de
la lesión. Se suele acompañar de una gran cantidad de reflejos protectores como, por
ejemplo, el reflejo de retirada de una extremidad dañada, el espasmo muscular y las
respuestas autonómicas. Sin embargo, las respuestas hormonales al estrés, motivadas
por una lesión aguda también pueden tener efectos adversos tanto fisiológicos como
emocionales.
Hay que remarcar que incluso breves periodos de estimulación dolorosa pueden
producir cambios neuronales, que contribuirán en el desarrollo de estados de dolor
crónico, por lo tanto, cada vez más se está prestando más atención en la prevención y
el tratamiento agresivo de dolor agudo para reducir las complicaciones, incluyendo la
progresión del dolor agudo a dolor crónico, un ejemplo muy demostrativo es el manejo
de dolor postoperatorio.
DOLOR CRÓNICO
Es el dolor que se extiende más de 3 o 6 meses desde su aparición o que se extiende
más allá del período de curación de una lesión tisular, o está asociado a una condición
médica crónica. La intensidad del dolor puede variar de leve a intenso.
El dolor crónico puede ser nociceptivo, neuropático o ambos. La etiología puede ser
una lesión aguda que evoluciona a dolor crónico como, latigazo cervical, trauma,
cirugía, o diferentes enfermedades crónicas como, osteoartritis, lumbalgia, dolor
miofascial, fibromialgia, cefaleas, etc. En algunos de los casos, existe el dolor crónico
de novo sin causa aparente.
Otra característica del dolor crónico es que muy frecuentemente perturba el sueño.
Debido a su cronicidad tiene un impacto importante sobre la vida de los pacientes que
lo padecen, tanto en el ámbito profesional como personal, pudiendo presentar los
pacientes tanto problemas laborales como emocionales.
El dolor Crónico como podemos deducir de lo anterior no tiene una acción
protectora del organismo como ocurre en el dolor agudo.
Problemas psicológicos:
• Ansiedad
• Depresión
• Insomnio
• Baja autoestima
Problemas en relaciones personales:
• Con familiares
• Con la pareja
• Aislamiento voluntario
Calidad de vida:
• Disminución de la actividad física
• Falta de Independencia
• Disminución del ocio y entretenimiento
Problemas económicos:
• Baja laboral
• Costes sanitarios
• Incapacidad
Cuando percibimos un dolor crónico, entramos en una experiencia de duelo
constante entrando en un círculo vicioso según el cual evitamos la actividad, la falta de
movilidad nos produce tensión muscular que incrementa nuestro dolor dando lugar a
reacciones emocionales negativas que disminuyen a su vez la tolerancia al dolor y
parece que nos duele cada vez más. Debido a todo ello, entramos en un proceso de
aislamiento y frustración que pueden dar lugar a procesos de ansiedad o depresión.
La escasa aplicación de tratamientos psicológicos a personas aquejadas con dolor
crónico, resulta paradójica si tenemos en cuenta la efectividad que están mostrando en
este campo.
• Relajación: A través de la relajación se consigue una disminución de la actividad
adrenérgica y un aumento de la actividad parasimpática que se supone ayudan a
disminuir la ansiedad, la tensión e indirectamente el dolor.
• Hipnosis: El empleo de la hipnosis con pacientes aquejados de dolor se sustenta en
la idea de que éste constituye un fenómeno biopsicosocial en donde emociones,
pensamientos, y conductas juegan un papel clave. Por tanto, la hipnosis como técnica
promotora de cambio sobre estos factores puede resultar útil.
• Terapia de aceptación y compromiso: La terapia de aceptación y compromiso se
basa, como su nombre indica, en aceptar el sufrimiento y, por tanto, en dejar a un lado
la evitación como estrategia de afrontamiento y en comprometerse con los valores u
objetivos vitales.
La muerte ha sido siempre, y es, para el hombre, un tema de profundas reflexiones
y meditaciones, tanto desde la perspectiva filosófica y religiosa a, la más actual,
científica... sin embargo en las sociedades industriales avanzadas cada vez es más
difícil el convivir o el aceptar la mera idea de la muerte; como veremos, el concepto y
las actitudes hacia la muerte han venido sufriendo una "evolución" en los últimos siglos
y, sobre todo, en las últimas décadas de modo que su mismo espectro semántico se ha
visto falseado y alienado de forma reductiva. Así las cosas, hasta una enfermedad que
sea comúnmente considerada como sinónimo de muerte hay que ocultarla y negarla,
recurriendo al engaño, en la complicidad -incluso- de que a los moribundos es mejor
ahorrarles la noticia de que se están muriendo, llegando a concebirse la buena muerte
como una muerte repentina, mejor aún si estamos inconscientes o durmiendo. Todo
ello se ha ido fraguando a la grupa de la revolución industrial y sus postrimerías, en
una evolución -como veremos- contradictoria y en franco "retroprogreso" que diría
Pániker que ha alcanzado todos los tejidos sociales, viviendo en la actualidad en una
sociedad tanatofóbica, en la que, paradójicamente, hasta los Profesionales Sanitarios,
presos de su propio entorno cultural, tienen también miedo a la muerte a veces más que
los propios enfermos. Con todo ello solo se ha conseguido y se consigue una burda
fantasía de negación (como en el caso del niño pequeño que, jugando al escondite, se
tapa tan solo la cara y como él no ve a los demás piensa -en un proceso de pensamiento
mágico-animista- que los demás no le ven a él) ... y es que, nos guste o no, la muerte
es, de todas las certezas, la más absoluta. Con este intento de ocultación y de negación
nos embutimos en ese retroproceso evolutivo (retroprogreso) que nos aboca a estadios
menos maduros e inferiores del proceso evolutivo de las actitudes hacia la muerte
EL HOMBRE Y LA MUERTE
Desde el siglo VI al XII, la muerte estaba domesticada, domada, en tanto se
encontraba regulada por un ritual consuetudinario. La muerte ocurrida en
circunstancias normales, no tomaba a los individuos por sorpresa, traidoramente, sino
que se caracterizaba por dejar tiempo para el aviso. Cuando esto no ocurría desgarraba
el orden del mundo en el que cada cual creía; esta muerte súbita o repentina era, según
una creencia muy antigua la marca de una maldición. Durante este período los difuntos
resultaban familiares; no se vivenciaba como drama personal sino comunitario. Pese a
la familiaridad con la muerte, los vecinos temían a los muertos y mantenían los
cementerios alejados de sus lugares de residencia, como un modo de evitar que los
muertos perturbaran a los vivos. Posteriormente, los muertos dejaron de causar miedo
a los vivos, y unos y otros cohabitaron en los mismos lugares. Este paso, de la
repugnancia a la nueva familiaridad, se produjo por la fe en la resurrección de los
cuerpos, asociada al culto de los antiguos mártires y sus tumbas. Entre el siglo XII y el
final del siglo XV es la época de la muerte de sí, la muerte propia, pues se toma
conciencia que la muerte implica el fin y la descomposición, por ello predomina el
sentido de la biografía. La conciencia de la finitud genera un amor apasionado por el
mundo terrestre y una conciencia que sufre al comprender el fracaso a que cada vida
de hombre está condenada. El amor por la vida se tradujo en un apego apasionado por
las cosas que resistían el aniquilamiento de la muerte. A partir del siglo 7 XVI, el
cementerio abandona el centro de las ciudades, la muerte es a la vez próxima y lejana,
ruptura y continuidad.
Desde el siglo XVII la muerte va a ser clericalizada: el velatorio, el duelo y el cortejo
se convierten en ceremonias de la iglesia. Se produce con ello un cambio profundo de
las actitudes del hombre ante la muerte, puesto que el cuerpo muerto, antiguamente
objeto familiar, posee ahora un valor tal que su vista se vuelve insostenible. La
disimulación del cuerpo ante las miradas no constituye el rechazo de la individualidad
física, sino el rechazo de la muerte carnal del cuerpo. Se vuelve improcedente mostrar
durante demasiado tiempo el rostro de los muertos, aunque su presencia resulta
necesaria porque ayuda a la conversión de los vivos. En los siglos XVII y XVIII la
muerte va a ser medicalizada, es decir que se aleja del dominio religioso e irrumpe
como problema médico.
A partir del siglo XIX y hasta nuestros días la muerte está invertida, se niega el
duelo, se rechaza a los difuntos; el hombre ya no es dueño de su muerte y recurre a los
profesionales para organizar los diferentes ritos (pompas fúnebres, servicios
tanatológicos). El hombre contemporáneo, aunque descubra como un fracaso su vida
finita, jamás se ve, o se piensa a sí mismo como muerto.
ACTITUDES DE LOS PROFESIONALES SANITARIOS ANTE LA MUERTE
Al analizar el tema genérico de las actitudes hacia la muerte no resulta gratuito el
hacer una mención específica de las actitudes del Personal Sanitario ante la muerte,
yendo a la grupa de este tema aspectos tan cruciales como los de la eutanasia y la
atención y el cuidado a la persona falleciente, siendo este último aspecto el que más
nos interesa a nosotros. Las principales actitudes del profesional de salud ante la muerte
son:
a) No querer nombrar a la misma muerte y, por asociación, tampoco a las
patologías o males que creemos que la atraen. Así se establece todo un ritual de la
hipocresía y de la ocultación que culmina en enmascarar la verdad al paciente sobre
su esta do terminal, con una falsa piedad que se racionaliza para "evitarle angustias
al enfermo"
b) No mirar cara a cara al enfermo y evitar su contacto; como segunda consecuencia
no solo no se quiere pensar en la muerte o no nombrarla, sino que muchos sanitarios
no miran cara a cara, y sobre todo a los ojos, a los pacientes moribundos... por
temor. Lo grave es que el enfermo lo nota y se ve a sí mismo como desahuciado,
como un apestado (separado, a veces, del resto de una sala por una cortinilla).
Así, una formación adecuada debería fomentar unas actitudes más adecuadas hacia
el enfermo terminal, que deberían ser:
1) Tomar consciencia de sus necesidades fisiológicas, sobre todo en lo referente al
alivio del dolor físico y psíquico.
2) Desarrollar habilidades y actitudes de observación y escucha para poder identificar
adecuadamente sus necesidades específicas.
3) Atender adecuadamente las necesidades informativas de los familiares y allegados.
4) Atender y ser sensible a las necesidades espirituales y religiosas del paciente.
5) Facilitar y disponer las mejores condiciones posibles del entorno, que hagan más
cómodo y acogedor el habitáculo del enfermo, tanto para él como para sus familiares.
EUTANASIA:
La eutanasia es un tema que en ha suscitado gran controversia y polémica en nuestra
sociedad. Los principales problemas a los que se enfrenta esta práctica son sin lugar a
dudas los diferentes puntos de vista que tienen las religiones en la cuestión de la vida
y la muerte. Otros temas controversiales son la ética médica, ya que los médicos tienen
como objetivo fundamental salvar la vida de los pacientes y también es ampliamente
discutida la cuestión legal de la eutanasia.
Argumentos en contra:
Existen varios argumentos que se oponen completamente a la práctica de la
eutanasia, los cuales se basan principalmente en la inviolabilidad de la vida humana,
además de las repercusiones sociales y la desconfianza que podría conllevar esta
práctica. La Asociación Médica Mundial considera que el suicidio asistido con ayuda
médica es contrario a la ética de la profesión, en cambio recomienda los cuidados
paliativos. Holanda fue uno de los primeros países en despenalizar al médico que
practique la eutanasia, y luego de realizarse un estudio se reveló que en más de mil
casos los médicos habían actuado sin conocimiento del paciente debido,
principalmente, a la imposibilidad de tratar el dolor, la falta de calidad de vida o porque
demoraban en morir.
La gran mayoría de las iglesias cristianas mantienen una postura completamente
contraria a la eutanasia y al suicidio asistido, debido a que la iglesia considera que la
vida nos fue otorgada por dios y solo él puede disponer de ella. Este es el caso de la
Iglesia Católica Romana y las iglesias evangélicas y pentecostales. La postura del papa
Benedicto XVI quedó recogida en una carta a varios eclesiásticos estadounidenses:
No todos los asuntos morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la
eutanasia. Por ejemplo, si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación
de la pena de muerte o en la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por
esta razón, indigno de presentarse a recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia
exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la guerra, y a ejercer discreción
y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para repeler a
un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión
entre católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin
embargo, respecto del aborto y la eutanasia. ¨
Argumentos a favor:
Se basan principalmente en el concepto de la dignidad humana, ya que los que
defienden la práctica de la eutanasia plantean que los pacientes tienen derecho a elegir
libremente el tratamiento adecuado y a elegir el momento de su muerte. Por ejemplo,
en caso de que una persona tenga una enfermedad incurable, la cual le produzca dolores
inaguantables, entonces nos encontraremos con la eutanasia como derecho humano. La
sociedad moderna basa su ordenamiento jurídico, principalmente, en la protección de
los derechos humanos. En este sentido, se defiende que cada persona debe decidir sobre
asuntos que pertenecen a una esfera tan privada como es su cuerpo, y por tanto decidir
cómo quiere vivir o morir,
En la actualidad el tema de la eutanasia vuelve a cobrar relevancia al aparecer un
nuevo factor determinante en torno al tema: la autonomía de la voluntad de los
pacientes. En épocas anteriores los motivos en que se ha basado la sociedad para
aceptar o condenar la eutanasia han sido muy diversos (políticos, sociales, culturales,
religiosos), pero en muy pocas ocasiones se tuvo en cuenta la voluntad del paciente.
Así pues, el problema principal hoy día consiste en saber si existe un derecho subjetivo
de la persona a disponer de su propia vida hasta el punto de poder decidir cuándo
ponerle fin.
No hay que confundir la dignidad con las condiciones indignas en que puede
encontrarse una persona por circunstancias exteriores o por la enfermedad. La persona
paciente en situación terminal tiene dignidad humana, que exige ser respetada, no por
ser paciente terminal, sino simplemente por ser persona. Pero es cierto que en
situaciones terminales puede verse particularmente amenazada la dignidad. Sin
embargo, no se debe deducir del criterio de respetar la dignidad la conclusión de
prolongar la vida biológica a toda costa, sino la de garantizar la mejor calidad del vivir
durante el proceso de morir y de acompañar dignamente a la persona que se aproxima
a la muerte ayudándole a asumirla. Tan injusta es esa prolongación indebida como la
aceleración del final contra la voluntad, autonomía y dignidad de la persona paciente.
Las cuestiones éticas en torno al fin de la vida humana se centran en tres puntos: el
rechazo de los recursos médicos exagerados o desproporcionados; el rechazo del
extremo contrario, es decir, de la aceleración irresponsable de la muerte; y el fomento
de los cuidados paliativos como término medio entre ambos extremos.
BIBLIOGRAFÍA
• http://www.neurowikia.es/content/dolor-nociceptivo-y-dolor-neuropatico
• https://www.academia.cat/files/425-11062-
DOCUMENT/DolorAgutICronic.pdf
• http://psicopedia.org/wp-content/uploads/2014/10/miedo-a-la-muerte.pdf
• http://www.salud.com.ar/es/que-es-el-dolor-psicologico.html
• http://www.socargcancer.org.ar/actividades_cientificas/2006_hombre_ante_la
_muerte.pdf
• http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-
66272007000600004

Das könnte Ihnen auch gefallen