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Padre, estoy en el fondo de un abismo que pareciera no tener fin, los días son todos
grises y parejos. Me ducho con el llanto y es claro que en estas circunstancias
pereceré, a no ser que tú opines algo distinto. Coseché lo que con tanto agrado y
jolgorio sembré. Fui un majadero en mi rebeldía a los santos evangelios y aquí estoy,
amargado y destripado. El sol me alumbra y no lo veo. Padre, te pido perdón por esa
barbarie que es mi alma, por las putrefacciones que me comandan descaradamente
día tras día. Te pido que me restaures a cabalidad, que asees todo mi ser, en el
nombre de Cristo Jesús. Amén.
Padre, si la religión de mis padres es pagana, dímelo ya, con un altoparlante. Estoy
cansado de escuchar que el fetichismo es un componente de mi confesión de fe. Si la
doctrina que presumo cierta es definitivamente pagana o diabólica o necia, estremece
mis oídos con la santa verdad de una buena vez. Asumiré los costos de mi osadía, del
requerimiento que te hago, y salir así de la supuesta oscuridad en la que estoy
empantanado, de un golpe. Piadoso Espíritu Santo, te ruego que me abras los ojos y
no te guardes nada, en el nombre del Redentor, ya que con el paganismo fino y bello
uno se pudrirá en el fuego eterno, de todas maneras.
Dios, tú me llamaste al ministerio hace tantos bienios por tu bondad. He intentado ser
obediente y dócil en todo, he luchado en contra de los enemigos de la salvación del
alma y aquí estoy, como parado en una esquina esperando ese microbus que nunca
pasa, pero que un día pasará y me llevará. Navego entre la mediocridad, la decepción
y la depresión. Si la gracia no me sostiene yo estaría bajo tierra hace mucho tiempo.
He orado con sinceridad y nada sucede, he batallado en contra del orgullo y nada
ocurre. Que lamentable es saber que el reloj de Dios no es el del hombre. Tú
conduces los tiempos y la historia y no das explicaciones porque el pensamiento
divino se estampó en la Escritura y caso cerrado. Dios Padre, te suplico que me
levantes ya, en el nombre del Salvador. Ten piedad de este gusano redimido.
Enséñame a deleitarme en tu voluntad, por fe.
Dios, empecé fumar por esa típica idiotez juvenil y ahora estoy encadenado al tabaco
sin salida. He seguido todos los consejos y terapias y nada. Los consejeros han sido
infecundos. El consumo me tiene de rodillas, humillado, con problemas pulmonares y
de salud y ni la hediondez de mi aliento y de mi ropa me persuaden. Estoy liquidado.
En el planeta el tabaco es un genocida. Padre, pulveriza en mí ese deseo torcido y
letal de fumar y no dejes ningún residuo de mi inclinación al mal, a este mal. Yo no
vencí el vicio mas tú venciste todo vicio, enfermedad y descalabro en la santa cruz.
Padre expulsa de mí los demonios del vicio y purifica todo mi ser con tal vehemencia
y amor que no quede ningún deseo de acercarme a ese humo mortífero otra vez, en
el nombre del Hijo de Dios te lo ruego.
Dios, como aprendí la lección, te pido que tú seas el jefe en la oficina, no yo. Cuando
yo soy el director todo sale mal tarde o temprano. Desde mañana descansaré en ti y
tú guiarás la empresa y yo seré tu vasallo laborioso y manso. Entonces de ti
dependerán los buenos resultados. Todo el crédito de la brillante gestión será tuyo, y
a fin de año, después del balance de cierre, te agradeceré de rodillas todas las
bendiciones, y te alabaré por siempre, porque todo lo benigno proviene de ti. Dios,
guía mi oficina y mi existencia, en el nombre sagrado y eterno del Salvador.
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Dios, al alejarme del espíritu fui atrapado por los deseos de la piel. No hay
justificación alguna para copular con esa vendedora que no es mi esposa. Dejé de
orar por la bendición sexual en mi matrimonio y me enfrié con Dios y con la mujer que
me diste para toda la vida. Padre, te pido que sea el plan del Espíritu el que presida
mi vida y elimina con vehemencia la sensualidad que quema mi alma y enciende la
carnalidad. Vuélveme a enseñar que el sexo es santo y placentero sólo dentro del
matrimonio, aunque los perros del infierno se rían. Padre, vuelca mis energías y
deseos hacia la mujer que aceptó ser mi cónyuge por siempre. Dios, que el fuego del
ángel caído no me persuada en ningún escenario y líbrame por siempre de la mujer
ajena, en el nombre de Jesús. La fidelidad no se transa.
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Dios, hoy aprendí que los elementos que componen los culebrones o telenovelas son
el amor, el odio, la intriga, el chantaje, la traición, la lujuria, la envidia, la infamia, el
paganismo, la frivolidad, el engaño, el crimen, la mentira y muchos otros
desperdicios. Hoy entendí que sólo los sandios ven telenovelas. Todo culebrón es un
concentrado de las miserias humanas y enemigo del sentido común o inteligencia
básica. Los ignorantes, paganos o tarados son los que más disfrutan viendo éste
estiércol. Dios, dame esa sabiduría básica que me hará vomitar sobre esa basura
llamada telenovela, en el nombre del Redentor. Padre, anhelo apagar la televisión y
escudriñar la Escritura.
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Dios, el pecado del diablo fue el orgullo. El origen de toda tragedia humana es
siempre la altivez. El alma se pierde en el infierno por una eternidad por el orgullo, el
embrión de toda angustia y desesperanza es la necedad. El envanecimiento
imposibilita la felicidad y es el padre de la terquedad, de la ira, de los celos, de la
inmundicia y de la desobediencia. El orgullo es quien frena las grandes bendiciones
del Señor y es el que te impide avanzar y prosperar, y es el más horrendo de todos
los pecados. Dios, el que se humilla será levantado. Dios Padre, destruye con vigor
de mi alma esa metástasis total llamada arrogancia y enséñame a ser humilde y
obediente al Evangelio puro y simple, tomado de la mano de Dios Espíritu Santo, en
el nombre de Jesucristo, el rey de reyes. Amén.
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
Jeremías 33:3
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