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Resumen
En este artículo se presentan datos del seguimiento longitudinal realizado a 96 mujeres y hombres durante
su transición a la maternidad y la paternidad. Los resultados muestran, en tendencias centrales, un cierto dete-
rioro de la relación conyugal tras la llegada de un bebé, y al mismo tiempo, que existe una importante variabi-
lidad entre los procesos experimentados por unas parejas y otras. El apoyo emocional recibido del cónyuge, la
implicación paterna en las tareas de cuidado del bebé y la satisfacción con el reparto de tareas domésticas parecen
ser los factores que explican –en distinta medida para hombres y mujeres– las diferencias existentes en la evolu-
ción de la relaciones conyugales durante la transición a la paternidad y la maternidad.
Palabras claves: Relaciones conyugales, transición a la maternidad y la paternidad, apoyo conyugal,
diferencias en función del género.
© 2003 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-3702 Infancia y Aprendizaje, 2003, 26 (4), 469-483
470 Infancia y Aprendizaje,2003, 26 (4), pp. 469-483
Método
Participantes
Los resultados que presentamos en este artículo proceden del estudio de un
grupo de parejas durante el proceso de convertirse en madres y padres. El segui-
miento longitudinal realizado ha constado, hasta este momento, de cuatro con-
tactos con las familias: al principio y al final del embarazo, y cuando los niños
tenían 1 y 4 años de edad. En concreto, en este artículo presentamos datos de la
primera y la tercera fase del estudio, fases a las que a partir de este momento
denominaremos T1 y T2 respectivamente.
El estudio longitudinal se inició con 120 personas pero, como suele ser habi-
tual, entre las dos fases del seguimiento longitudinal tuvo lugar una pérdida de
participantes del 20% de la muestra inicial. Las razones de esta mortalidad expe-
rimental fueron diversas y, en muchos casos, inevitables: en algunos casos resultó
imposible concertar la segunda cita, principalmente por problemas de tiempo de
uno o ambos progenitores, en otros no fue posible localizar a la familia (debido a
cambio de domicilio e incluso en un caso de país de residencia), y en otras ocasio-
nes la pérdida de participantes se debió a abortos, muertes perinatales, o proble-
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Instrumentos
Tanto en el T1 como en el T2, padres y madres fueron entrevistados indivi-
dualmente mediante dos extensas entrevistas (Entrevista del Principio del Embarazo
y Entrevista del Primer Año del niño), que evaluaban diversas dimensiones, tanto
intra- como interpersonales, especialmente relevantes según la literatura relativa
al proceso de convertirse en padres y madres (existencia y tipo de dudas, ampli-
tud y composición de la red social, fuentes de apoyo extrafamiliar, valoración de
la situación laboral, características de personalidad, etc.). En relación con los
resultados que presentamos en este artículo, utilizamos los siguientes instru-
mentos:
Para la calidad de las relaciones conyugales nos servimos de una escala diseñada
por una de nosotras (Hidalgo, 1994), mediante la cual cada individuo valora
diversas facetas de su relación conyugal, concretamente el grado de unión y
comunicación de la pareja, la facilidad de las relaciones cotidianas, la satisfacción
con la relación y las perspectivas de futuro de la misma. Esta escala permite obte-
ner una puntuación cuantitativa final que puede oscilar entre 5 y 15, y que se
interpreta como indicativa de unas mejores relaciones de pareja mientras más
elevada sea. El índice de fiabilidad Alpha de esta escala fue de .80 en el T1 y de
.81 en el T2.
En cuanto al apoyo percibido de la pareja, utilizamos una adaptación del ins-
trumento diseñado por Belsky y Rovine (1990), en el que se evalúa el grado de
ayuda y utilidad que la persona atribuye a las conversaciones mantenidas con la
pareja, tanto sobre la experiencia de tener y educar a un hijo o hija como acerca
de otros temas de índole personal y social. Este instrumento aporta dos puntua-
ciones: el grado de apoyo conyugal específicamente para la paternidad-maternidad
por un lado, y apoyo conyugal en general por otro. En ambos casos los valores míni-
mo y máximo son 1 y 25, e indican mayores niveles de apoyo percibido mientras
más alto sea el resultado obtenido. Los índices de fiabilidad obtenidos para esta
escala fueron de a=.89 en el T1 y de a=.90 en el T2.
Para la evaluación de la distribución de tareas dentro del hogar empleamos una
adaptación del instrumento diseñado por Belsky (Belsky, Lang y Huston, 1986;
Volling y Belsky, 1991), en el que el padre o la madre indica quién se ocupa coti-
dianamente de realizar diversas tareas, tanto domésticas como de cuidado y
crianza del bebé, mediante una escala que va desde 1 (siempre la madre) hasta 7
(siempre el padre). En ambos casos las puntuaciones finales oscilan entre 7 y 49,
de forma que mientras más elevado sea el resultado final se refleja una mayor
implicación paterna en esas actividades. En el T1, durante el embarazo, las pre-
guntas relativas a las tareas de cuidado del bebé se planteaban a nivel de expectati-
La pareja ante la llegada de los hijos e hijas / M. V. Hidalgo y S. Menéndez 477
vas (por ejemplo, “¿Quién crees tú que se encargará de bañar al bebé?”). Esta
escala obtuvo un índice de fiabilidad a=.83 en el T1 y a=.86 en el T2.
Finalmente, y mediante una escala Likert de 1 a 5, padres y madres infor-
maron tanto en el T1 como en el T2 acerca de su grado de satisfacción con la distri-
bución de las tareas domésticas.
Variables
Como se acaba de describir, los instrumentos utilizados aportan información
sobre la percepción que los participantes en el estudio tienen antes y después de
convertirse en progenitores acerca de las siguientes dimensiones:
Calidad de la relación mantenida con su pareja
Apoyo que su pareja le aporta para su propia actuación como madre o padre
Apoyo que su pareja le aporta en general, para cuestiones diferentes a la
maternidad o la paternidad
División de las tareas domésticas
Satisfacción con el reparto de las tareas domésticas
Implicación paterna en la crianza y el cuidado del bebé (en T1, expectativas
de implicación)
Procedimiento
Durante el T1 contactamos con la muestra a través de la red sanitaria pública
de la provincia de Sevilla. A todas las parejas que acudían al centro sanitario para
iniciar el control periódico del embarazo de la mujer se les explicaba el estudio y
se les pedía su colaboración. El porcentaje de aceptación fue muy alto, superando
el 95% de las parejas a las que se intentó captar. Una vez que aceptaban volunta-
riamente participar en el estudio, se concertaba una cita con la pareja en el centro
sanitario para realizar la Entrevista al Principio del Embarazo; en este primer con-
tacto entrevistamos a padres y madres por separado, evaluando, entre otros, los
contenidos descritos anteriormente. Una vez que los bebés ya habían nacido y
estaban próximos a cumplir su primer año de vida, volvimos a contactar con las
familias mediante llamadas telefónicas. En esta ocasión realizamos visitas a los
hogares, y en cada casa, volvimos e entrevistar a padres y madres por separado
además de obtener distintas medidas de desarrollo de los niños y niñas.
Resultados
En la tabla I aparecen los resultados descriptivos de las puntuaciones obteni-
das en cada fase. Como puede apreciarse, casi todos los índices muestran, a nive-
les promedio, cambios en sentido negativo: tanto la calidad de la relación de
pareja como el apoyo conyugal en general sufrieron un decremento, la distribu-
ción de tareas domésticas se volvió más tradicional, disminuyó la satisfacción con
el tipo de reparto, y la distribución de las tareas relativas al cuidado del bebé se
concretó con menor participación del padre de la esperada durante el embarazo.
La excepción a este cuadro de cambios negativos viene representada por el apoyo
conyugal específico para la paternidad-maternidad, que experimentó cierto
aumento. No obstante, se trata en la mayor parte de las ocasiones de cambios de
pequeña magnitud, y como reflejan los contrastes efectuados para muestras rela-
cionadas, estos cambios sólo resultan estadísticamente relevantes en el caso de la
valoración de la relación de pareja (t=3.415 (88), p<.001) y la satisfacción con el
reparto de tareas domésticas (t=4,875 (83), p<.001). En la misma línea, existe
en todos los casos una elevada y significativa correlación entre las puntuaciones
del T1 y el T2.
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TABLA I
Resultados promedio en cada índice y relaciones entre T1 y T2
Valoración de la relación conyugal 14.03 (1.66) 13.45 (2.1) 3.415 (88)*** .347***
Apoyo conyugal para la paternidad 18.71 (7.7) 19.02 (6.47) -.817 (88) .215*
Apoyo conyugal en general 20.76 (6.71) 20.09 (6.27) .912 (88) .199#
Distribución de tareas de cuidado del bebé 19.15 (6.49) 18 (6.07) 1.764 (88) .343***
Distribución de tareas domésticas 23.11 (7.03) 22.71 (6.18) 1.746 (83) .461****
Satisfacción con el reparto de tareas domésticas 4.33 (1.09) 3.74 (1.42) 4.875 (83) **** .448****
De cara a poder trabajar en los análisis no con los datos aislados de cada fase
sino con puntuaciones que reflejen, para cada individuo, la tendencia de incre-
mento o decremento experimentada a lo largo de la transición, elaboramos varia-
bles para cada dimensión que mostraran tanto la dirección como la magnitud del
cambio experimentado. Para ello pedimos al programa que restara, en cada par-
ticipante, las puntuaciones obtenidas en cada variable en el T1 y el T2, y que
reservara el resultado de dicha resta como una nueva columna de datos. Así, si el
índice obtenido resulta positivo indica que el valor de que se trate para el T2 es
menor que el del T1, y por tanto refleja un decremento; mientras que si el resulta-
do es negativo, el valor del T2 es mayor que el del T1, e indica un aumento en la
dimensión correspondiente. Los resultados obtenidos con este procedimiento
reflejan las tendencias de cambio experimentadas en cada dimensión mediante
una única puntuación y es con estas variables con las que procedimos a realizar
los análisis siguientes.
Con objeto de analizar en mayor profundidad la variabilidad existente en el
mayor o menor decremento en la relación conyugal, procedimos a correlacionar
esta puntuación con el resto de los índices, de cara a explorar si la dirección y
magnitud de los cambios tendía a ir acompañada de modificaciones en otros
índices. En cuanto a la interpretación del carácter positivo o negativo del resulta-
do de estos análisis, si la correlación entre la puntuación sobre el cambio en la
relación conyugal y el resto de los índices es positiva indica que el decremento en
esta dimensión tiende a ir acompañado de una disminución en la otra y vicever-
sa, mientras que si el resultado es negativo nos habla de una correlación cruzada,
es decir, la disminución va unida a un aumento y viceversa. Los resultados de los
análisis de correlación, que aparecen recogidos en la tabla II, indican que la rela-
ción de pareja tiende a no empeorar o a hacerlo en menor medida si se mantiene
estable el apoyo conyugal en general, si la participación del padre en la crianza
del bebé es similar a la anticipada durante el embarazo, y si no disminuye la
satisfacción con el reparto de tareas domésticas.
TABLA II
Análisis de correlación
1 33.732 (.000) .283 .540 Cambio en el apoyo conyugal general .540 5.808 (.003)
2 26.134 (.000) .377 .626 Cambio en el apoyo conyugal general .413 4.426 (.000)
SexoxCambio en la satisfacción con la división de tareas .342 3.664 (.000)
3 19.787 (.000) .404 .653 Cambio en el apoyo conyugal general .405 4.440 (.000)
SexoxCambio en la satisfacción con la división de tareas .336 3.678 (.000)
Expectativas/distribución del cuidado del bebé ..184 2.169 (.033)
TABLA IV
Análisis de regresión por pasos madres y padres por separado
Madres 1 21.872 (.000) .295 .556 Cambio en la satisfacción con el reparto de tareas .556 4.677 (.000)
2 14.937 (.000) .358 .619 Cambio en el apoyo conyugal general .301 2.417 (.020)
Cambio en la satisfacción con el reparto de tareas .431 3.457 (.001)
Padres 1 21.806 (.000) .394 .643 Cambio en el apoyo conyugal general .643 4.670 (.000)
Discusión
Al igual que en los estudios que revisábamos en la introducción, los resulta-
dos que hemos obtenido muestran, por un lado, que en términos generales las
parejas estudiadas experimentaron un cierto deterioro en la valoración de su rela-
ción conyugal tras convertirse en padres y madres, y, por otro, que la tendencia
de cambio se produce dentro de una gran estabilidad intrafamiliar, pues las pare-
jas que mantienen relaciones más positivas antes de convertirse en padres se
siguen caracterizando por mantener relaciones positivas también después. Por
otro lado, los resultados también muestran una importante variabilidad entre el
cambio experimentado por unas parejas y otras, como se desprende de los altos
valores de la DT en la mayoría de las dimensiones evaluadas.
Puesto que el proceso de convertirse en padre y madre es objeto de estudio de
la psicología evolutiva debido, en parte, a las repercusiones que tiene para el bie-
nestar y la satisfacción de los adultos, entre nuestros objetivos figuraba el interés
por explorar especialmente las diferencias que se observaban en cómo unos pro-
genitores y otros viven esta transición. En este sentido, los análisis de correlación
realizados muestran que la relación conyugal se deteriora más en las parejas en
las que, durante el proceso de convertirse en padre y madre, disminuye el apoyo
percibido del cónyuge, disminuye la satisfacción con el reparto de tareas domés-
ticas, y en las que la implicación paterna en el cuidado del bebé es menor de la
esperada. Estos resultados nos permiten concluir que, como señala Heinicke
(2002), las propias características de la relación de pareja figuran entre las varia-
bles que mejor permiten predecir las repercusiones que tiene la transición a la
maternidad y la paternidad. Así, unas buenas relaciones de pareja parecen contri-
buir a que el proceso de convertirse en padre y madre se resuelva de forma satis-
factoria y, previsiblemente, se cuente con todo el apoyo y ayuda necesaria para
desempeñar de forma competente los nuevos roles de padre y madre, con los con-
siguientes beneficios que ello tiene para el desarrollo infantil.
La relación existente entre el desempeño como cónyuges y como progenitores
ya había sido constatada en muchos estudios, pero, como señalábamos en la
introducción, existen menos datos concluyentes acerca de qué dimensiones con-
cretas de la dinámica conyugal están relacionadas con el ejercicio satisfactorio de
la paternidad y la maternidad (Grych, 2002). Los resultados del análisis de
regresión ponen de manifiesto que una dimensión clave parece ser el apoyo conyu-
gal, sobre todo, el apoyo recibido del cónyuge en general como pareja, no única-
mente en relación al papel de padre o madre. Las parejas cuya relación se caracte-
riza por un alto nivel de apoyo mutuo probablemente son parejas en las que
ambos cónyuges son sensibles a las necesidades del otro y son capaces de aportar-
se la ayuda emocional necesaria para afrontar exitosamente las nuevas y constan-
tes exigencias que, en gran medida, requiere el desempeño de los roles de padre y
madre. En este sentido, la importancia que parece tener el apoyo percibido del
cónyuge corrobora la idea de que el desempeño como padre o madre, además de
tener un componente de actuación individual, cuenta con otro componente de
La pareja ante la llegada de los hijos e hijas / M. V. Hidalgo y S. Menéndez 481
carácter interpersonal, relacionado con la consistencia, sintonía, coordinación,
ayuda y confianza mutua entre las dos principales figuras socializadoras, en cierta
forma, lo que algunos autores han definido como copaternidad (McHale et al.,
2002) y otros como alianza paternal (Abidin y Brunner, 1995). En ambos casos,
se trata de explicar la relación que existe entre la dinámica conyugal y la paterni-
dad y la maternidad, entendiendo que es más fácil desempeñar de forma compe-
tente y satisfactoria el rol de padre o madre cuando se forma parte de una pareja
en la que ambos cónyuges se respetan y valoran mutuamente como progenitores,
al mismo tiempo que se apoyan, comparten las tareas y ejercen conjuntamente
su responsabilidad como padre y madre.
Por otro lado, nos parece especialmente destacable el hecho de que el apoyo
conyugal en general aparezca como mejor predictor de la evolución de las rela-
ciones de pareja que el apoyo específicamente relacionado con la paternidad y la
maternidad. Desde nuestro punto de vista, este resultado viene a corroborar la
importancia de las características de la relación de pareja antes de acceder a la
paternidad y a la maternidad (Erel y Burman, 1995) pero además, pone de mani-
fiesto que es fundamental que la sensibilidad y la atención ante las necesidades y
preocupaciones personales del cónyuge –el apoyo conyugal en aspectos no espe-
cíficamente relacionados con el hecho de ser padre o madre– se mantengan
intactas tras la llegada de un bebé; dicho con otras palabras, probablemente, las
relaciones conyugales se ven menos deterioradas en la medida en que no se siente
que se es padre o madre a costa de ser menos pareja.
Además del apoyo conyugal, el análisis de regresión realizado con la totalidad
de la muestra revela que otras dos dimensiones están relacionadas con la evolu-
ción de las relaciones conyugales durante la transición a la paternidad y la mater-
nidad, y que, al igual que los resultados que acabamos de comentar, apuntan
hacia la relevancia que, en el seno de un proceso de cambios y modificaciones,
tiene la estabilidad: el deterioro en la calidad de la relación de pareja responde
también a la disminución en la satisfacción con el reparto de tareas domésticas
–que muestra un efecto interactivo con el género– y al grado de implicación
paterna en las tareas de cuidado del bebé. En relación al papel que tiene la impli-
cación paterna durante la transición a la paternidad y la maternidad, los resulta-
dos encontrados tienen una buena interpretación desde la tesis de las expectativas
violadas: la relación conyugal se ve más deteriorada en la medida en que la cola-
boración que se espera del cónyuge durante el embarazo no se ajuste a la actua-
ción real tras la llegada del bebé. No obstante, este razonamiento explicaría bien
el deterioro de la relación de pareja experimentado por las madres, no el percibi-
do por los padres; de hecho, al realizar los análisis por separado, esta dimensión
no aparece en la recta de regresión de los hombres, mientras que en el caso de las
mujeres alcanza una relación marginal, cercana a la significatividad estadística.
Respecto al género de los progenitores, los resultados obtenidos nos permiten
concluir que los factores que predicen la evolución de las relaciones conyugales
tras la llegada de un bebé no son los mismos en el caso de los padres que en el
caso de las madres. Mientras que la existencia de un buen apoyo conyugal parece
crucial tanto para hombres como para mujeres, para estas últimas existe otra
dimensión que también parece ser relevante: la satisfacción con el reparto de
tareas domésticas. Así, las mujeres que más deterioro percibieron en su relación
conyugal fueron las que se volvieron más insatisfechas con el reparto de tareas
domésticas tras convertirse en madres, presumiblemente, como consecuencia del
proceso de tradicionalizació n de roles que suele acompañar a la transición a la
maternidad y la paternidad (Cowan y Cowan, 1992), y que, lógicamente, les
afecta en mayor medida.
482 Infancia y Aprendizaje,2003, 26 (4), pp. 469-483
En suma, los resultados encontrados confirman, por un lado, que los cambios
y procesos experimentados por mujeres y hombres al convertirse en madres y
padres son diferentes y, por tanto, requieren de estudios específicos pero, por otro
lado, revelan que existe una dimensión, el apoyo conyugal, que parece tener una
importancia crucial para que tanto hombres como mujeres accedan de forma
satisfactoria a sus nuevos roles de padres y madres y, en definitiva, tengan un
desempeño adecuado de sus nuevas tareas que les permita promover un desarro-
llo óptimo en sus hijos e hijas.
Junto a la necesidad de analizar estos procesos por separado para madres y
padres, nos parece igualmente necesario abordar el estudio de la transición a la
maternidad y la paternidad no desde una óptica individual, como la que aquí y
en la mayoría de la literatura al respecto se ha adoptado, sino también desde
otros niveles de análisis. Como planteábamos en la introducción, la llegada de un
bebé es un acontecimiento muy significativo para los adultos como individuos,
que, como esperamos haber contribuido a mostrar en este artículo, incide en
cómo perciben y sienten su realidad personal y familiar. Pero es igualmente
necesario abordar las implicaciones que tiene la transición en general, y especial-
mente en cuanto a las relaciones de pareja, en un nivel de análisis que vaya más
allá de la vivencia individual y la complete con información interpersonal y de la
familia como totalidad. Estos dos últimos enfoques son claramente menos fre-
cuentes en este ámbito de estudio y, en general, en la investigación sobre el desa-
rrollo en el contexto familiar, pero resultan necesarios desde la perspectiva ecoló-
gico-sistémica en la que se asienta la psicología evolutiva en la actualidad.
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