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La gramática es parte del estudio general del lenguaje denominado lingüística.

Clásicamente el estudio de la lengua se divide en cuatro niveles:

* Nivel fonético-fonológico.
* Nivel sintáctico-morfológico.
* Nivel léxico-semántico.
* Nivel pragmático.

A veces se restringe el uso del término gramática a las reglas y principios que definen el
segundo de estos niveles. Sin embargo, la separación de los niveles no es totalmente
nítida porque ciertas reglas gramaticales se realizan en el nivel fonético-fonológico e
igualmente existen parámetros o criterios semánticos que sirven para decidir cuándo una
determinada construcción es agramatical.

La fonética: es la rama de la lingüística que estudia la producción y percepción de los


sonidos de una lengua en sus manifestaciones físicas. Sus principales ramas son:
fonética experimental, fonética articulatoria, fonemática y fonética acústica.

La morfología: es la rama de la lingüística que estudia la estructura interna de las


palabras para delimitar, definir y clasificar sus unidades, las clases de palabras a las que
da lugar (morfología flexiva) y la formación de nuevas palabras (morfología léxica).

La sintaxis: es una subdisciplina de la lingüística y parte importante del análisis


gramatical que se encarga del estudio de las reglas que gobiernan la combinatoria de
constituyentes y la formación de unidades superiores a éstos, como los sintagmas y
oraciones.
La sintaxis, por tanto, estudia las formas en que se combinan las palabras, así como las
relaciones sintagmáticas y paradigmáticas existentes entre ellas.

La semántica: es el estudio del significado de las expresiones del lenguaje, es decir, del
significado atribuible a expresiones sintácticamente bien formadas. La sintaxis estudia
sólo las reglas y principios sobre cómo construir expresiones interpretables
semánticamente a partir de expresiones más simples, pero en sí misma no permite
atribuir significados. La semántica examina el modo en que los significados se atribuían a
las palabras, sus modificaciones a través del tiempo y aún sus cambios por nuevos
significados. La lexicografía es otra parte de la semántica que trata de describir el
significado de las palabras de un idioma en un momento dado, y suele exhibir su
resultado en la confección de diccionarios.
La etimología: es el estudio del origen de las palabras, razón de su existencia, de su
significación y de su forma, según La Real Academia Española (RAE). Se estudia el origen
de las palabras, cuándo son incorporadas a un idioma, de qué fuente, y cómo su forma y
significado han cambiado.
En idiomas con una larga historia escrita, la etimología se trata de una disciplina
relacionada con la lógica y la lengua histórica que estudia el origen de las palabras
estudiando su significación originaria y su forma, así como los posibles cambios sufridos
a lo largo del tiempo. Además, utilizando métodos de lingüística comparativa, se puede
reconstruir información de lenguas que son demasiado antiguas como para obtener
alguna fuente directa, como escritura. Así, analizando otros idiomas relacionados, los
lingüistas pueden hacer inferencias acerca de la lengua de la que son originarias, y su
vocabulario

El análisis sintáctico y el análisis semántico

De todos los niveles de análisis expuestos, la sintaxis ha sido durante mucho tiempo y
aún sigue siendo el nivel al que la lingüística le ha prestado mayor atención. Está casi
exclusiva atención se justifica por dos razones principales en cuanto al tratamiento
automático del lenguaje natural (Rich & Knight 1994):

1. El procesamiento semántico funciona sobre los constituyentes de la oración. Si no


existe un paso de análisis sintáctico, el sistema semántico debe identificar sus
propios constituyentes. Por otro lado, si se realiza un análisis sintáctico, se
restringe enormemente el número de constituyentes a considerar por el semántico,
mucho más complejo y menos fiable. El análisis sintáctico es mucho menos
costoso computacionalmente hablando que el análisis semántico (que requiere
inferencias importantes). Por tanto, la existencia de un análisis sintáctico conlleva
un considerable ahorro de recursos y una disminución de la complejidad del
sistema.
2. Aunque frecuentemente se puede extraer el significado de una oración sin usar
hechos gramaticales, no siempre es posible hacerlo.

Por esto es evidente que la disponibilidad de un buen parser es determinante para


conseguir buenos resultados en los niveles superiores de análisis. Aunque el objetivo del
presente trabajo no es éste, nos detendremos a analizar el funcionamiento de
los parsers típicos porque es importante para entender las necesidades de información
que este tipo de aplicaciones requiere, así como los beneficios que tales aplicaciones
pueden obtener de una correcta y exhaustiva estructuración de la información lingüística.

La sintaxis contempla dos modos diferentes, pero no por ello opuestos, de análisis. El
primero es el análisis de constituyentes o análisis de estructura de frase: la estructuración
de las oraciones en sus partes constituyentes y la categorización de estas partes como
nominales, verbales, adjetivales, etc. El segundo es el análisis de
las relaciones o funciones gramaticales: la asignación de relacionales gramaticales tales
como Sujeto, Objeto, etc.

Desde el punto de vista del parser, una gramática es un conjunto de reglas que
describen cómo los distintos constituyentes se pueden combinar. Las combinaciones
permitidas por la gramática son consideradas gramaticales, mientras que el resto son
agramaticales. Formalmente, una lengua es un conjunto de oraciones; cada oración es
una cadena de uno o más símbolos pertenecientes al vocabulario de la lengua. Desde esta
perspectiva, una gramática no es más que una especificación formal y finita de este
conjunto de oraciones (Grishman 1986). Esta especificación puede ser llevada a cabo
por enumeración si el conjunto de oraciones es finito. Si el conjunto de oraciones es
infinito o el número de posibles oraciones es demasiado elevado, resulta imposible o poco
económico describirlas por enumeración. La otra manera es idear un mecanismo, es decir
una gramática, capaz de decidir, mediante la aplicación de un determinado número
de reglas, si determinada oración es o no es gramatical.

Tal tipo de gramática suele ser una gramática de estructura de frase o gramática
sintagmática (PSG: Phrase Structure Grammar) (Hopcroft & Ullmann 1979). Las
gramáticas de estructura de frase han sido y son ampliamente utilizadas en las
aplicaciones de análisis del lenguaje natural, ya que se caracterizan por aportar una
especificación formal de una lengua, lo cual las hace susceptibles de ser implementadas
mediante algoritmos computacionales. Esta implementación, es decir, el conjunto de
reglas, junto con el algoritmo que ha de desarrollarlas, es lo que se denomina parser. Una
PSG tiene cuatro componentes (Grishman 1986:25):

1. Un vocabulario terminal T: las palabras o símbolos de la lengua definida


2. Un vocabulario no-terminal N: (los símbolos que no pertenecen al anterior y que se
utilizan para especificar la gramática. Se define V como la unión de estos dos
vocabularios: V = (T U N).
3. Un conjunto de reglas o producciones P, donde cada regla es de la
forma: a b donde a es una secuencia de uno o más símbolos de V (es
decir, a V ) y b es una secuencia de cero o más símbolos de V (a
+ V*).
4. El símbolo inicial S, miembro de N.

La operación básica de una PSG es la de reescritura, es decir, la conversión de una


secuencia de símbolos LHS (Left Hand Side) en otra diferente (RHS: Right Hand Side). Por
ejemplo, si a b es una regla, esto significa que podemos reescribir cualquier símbolo
que contenga la subcadena a, reemplazando a por b. Por ejemplo:

nav nbv donde el símbolo " " denota esta operación de reescritura.

Una lengua definida por una PSG es el conjunto de cadenas terminales (es decir,
secuencias compuestas totalmente por símbolos terminales) que pueden derivarse del
símbolo inicial S.

La gran mayoría de las gramáticas formales para la descripción formal del lenguaje
natural que se han propuesto hasta ahora están basadas en la gramática de estructura
de frase, lo cual determina el hecho de que casi todos los parsers estén basados también
en ella.

Una sencilla PSG para un subconjunto del inglés podría quedar determinado por el
siguiente conjunto de reglas:
1. O SN, SV
2. SN Npr | DET, N
3. SV V | V, SN
4. DET the | a
5. Npr John
6. N printer
7. V cleaned, printed

Esta gramática, por ejemplo, puede ser directamente implementada en un sistema


prolog, que contenga un intérprete standard DCG (Definite Clause Grammar) (Pereira &
Warren 1980), y podría generar las siguientes oraciones bien formadas según nuestra
gramática:

John cleaned
John cleaned the printer
John cleaned the document
John printed
John printed the printer
John printed the document
? the printer cleaned
? the printer cleaned John
? the printer cleaned the document
the printer printed
? the printer printed John
the printer printed the document
? the document cleaned
? the document cleaned John
? the document cleaned the printer
? the document printed
? the document printed John
? the document printed the printer

Esta pequeña gramática es una gramática independiente del contexto, porque satisface
la condición

A x

donde A es un símbolo no-terminal y x es una secuencia de cero o más símbolos


terminales y no-terminales. La principal característica de este tipo de gramáticas (CF-PSG:
Context-Free Phrase Structure Grammar) es que emplea un conjunto finito de reglas para
especificar la forma en que las categorías LHS se pueden reescribir en la RHS. Cuando
una regla determinada especifica una realización determinada, esta realización es siempre
posible, independientemente del contexto en la que la categoría LHS aparece, de ahí el
nombre.
El problema con este tipo de gramáticas es que, como podemos comprobar en el
ejemplo, tienden a generar más oraciones de las necesarias5. Si una gramática puede
generar un determinado número de oraciones, significa que el parser también puede
reconocerlas como gramaticales para esa gramática.

Como ya hemos mencionado, para poder analizar una frase es necesario encontrar
una manera de generar a partir del símbolo inicial S. Básicamente, esto puede hacerse de
dos formas diferentes (Grishman 1986; Rich & Knight 1991):

1. Análisis descendente: se comienza por el S y se aplican las reglas de la gramática


hacia abajo hasta que los símbolos terminales del árbol se correspondan con los
componentes de la frase analizada (nodos terminales).
2. Análisis ascendente: se comienza con la frase a analizar y se aplican las reglas de
la gramática hacia arriba hasta producir un único árbol cuyos nodos terminales
sean las palabras de la oración y cuyo nodo raíz sea el símbolo inicial.

La consideración esencial para la elección de uno de estos dos métodos es la


de ramificación, normalmente se usará el método que permita una menor ramificación a
partir de los nodos. Además, estos dos enfoques pueden combinarse, y de hecho es usual,
en un solo parser. Este método se denomina "análisis ascendente con filtraje
descendente" (Rich & Knight 1991) o también "análisis descendente con retrotrazado"; en
él el análisis sintáctico discurre esencialmente de forma descendente, pero el parser tiene
la facultad de eliminar inmediatamente los constituyentes que nunca podrán combinarse
en estructuras de alto nivel sin más que hacer uso de unas tablas que han sido
precalculadas para una gramática concreta mediante un sistema de reglas heurísticas.
Este algoritmo6 opera sobre una derivación de la forma

O z1 O z2 O ... O zn

Inicialmente la derivación contiene únicamente el símbolo inicial O. Asumimos que las


reglas que tienen una A a la izquierda están Ordenadas: RA,1, RA,2..., RA,n.

1. Sea B el símbolo no-terminal más a la izquierda en Zn;


expándase B utilizándose RB,1 (añadiendo un elemento a la derivación: n = n+1).
2. Sea i la posición del símbolo no-terminal más a la izquierda en Zn (i = [longitud
de Zn] + 1 si Zn no tiene elementos no-terminales). Si los primeros i-1 símbolos
terminales de Zn corresponden a las primeras palabras de i-1 de la oración, váyase
a (3); si no, váyase a (5).
3. Si Zn contiene algún elemento no-terminal, pásese a (1).
4. Si Zn coincide con la oración que se analiza, anótese la derivación presente como
una derivación de la oración.
5. Sea RB,i la última regla aplicada en la derivación; si existe una
regla RB,i+1 reemplácese el último paso de la derivación (n = n - 1); si no quedan
reglas (es decir, la derivación contiene sólo el símbolo inicial), abandónese, si no
váyase a (5).

Éste se puede considerar como el algoritmo de parsing por antonomasia y se


encuentra presente con más o menos variaciones en el corazón de muchos sistemas de
NLP. Por supuesto no es el único; se han elaboradoparsers dependientes del
contexto, parsers transformacionales, parsers basados en las redes de transición
aumentadas (ATN: Augmented Transition Networks), e incluso algunos parsers (poco
afortunados) para gramáticas dependientes del contexto. Además diversas teorías
lingüísticas (incluyendo el modelo generativo-transformacional) han tratado de probar sus
hipótesis, entre otros medios, creando parsers basados en sus directrices fundamentales,
aunque es bien sabido (p. ej. Gazdar & Mellish 1989) que tales modelos no suelen dar
resultados prácticos, ya que su objetivo fundamental no es crear un sistema para ser
usado, sino simplemente corroborar determinadas hipótesis.

Las necesidades de enriquecer el lexicón con información de índole semántica quedan


patentes incluso en esta pequeña gramática que hemos mostrado. Resulta obvio que la
información aportada por nuestra gramática (categorías gramaticales y reglas de
reescritura) debe ser complementada por información de otros tipos, especialmente
semántica, pero también morfológica, fraseológica, pragmática, etc. La inclusión de
información léxico-semántica básica, por ejemplo, bloquearía las dudosas oraciones que
hemos marcado con "?", en los que a una entidad que típicamente no puede asumir el
papel de Agente (la impresora) muestra propiedades agentivas.

Un parser del tipo descrito anteriormente podría generar un análisis de estructura de


frase, normalmente con una representación mediante corchetes, aunque algunos existen
programas que pueden convertir ésta en una representación gráfica e

nf

forma de árbol, como la siguiente:

Figura 3.1

Esencialmente, nuestro punto de vista es que para obtener un análisis lingüístico


válido para la TA, se necesita un gran nivel de interacción entre los tradicionalmente
separados módulos de análisis sintáctico y semántico.

Desde esta perspectiva, la función de un análisis de constituyentes se reduciría a


generar la estructura base sobre la que podemos hacer funcionar otros módulos del
sistema, aunque por supuesto, como hemos apuntado, en muchas ocasiones el
analizador deberá recurrir a otros módulos para poder generar la estructura correcta. Lo
más usual, sin embargo, es quedarse en el simple análisis de constituyentes.
Creemos que este modo de actuar obedece a la creencia que durante muchos años
imperó en los estudios lingüísticos y de IA de que es posible acometer el análisis
lingüístico de una forma modular y aislada según los distintos niveles de análisis.

Como hemos mencionado, durante mucho tiempo todo análisis lingüístico quedó
reducido prácticamente a señalar los distintos constituyentes de la oración. Este análisis
de constituyentes, sin dejar de ser válido, se debería complementar con un análisis
funcional en donde se señalen de forma explícita las funciones o características
relacionales de los distintos constituyentes, y que además permita la inserción de otros
tipos de información.

La utilidad de este tipo de análisis en la traducción automática es obvia: en algunos


idiomas, como el inglés, el orden normal de una oración es sujeto - verbo - objeto,
mientras que en otros es diferente. Por ejemplo en japonés el orden normal es sujeto -
objeto - verbo. En otros, como el ruso, el orden de los constituyentes que exhiben estas
funciones puede ser cualquiera. También se ha de realizar una distinción entre aquellas
frases que cumplen las funciones de sujeto, objeto, etc., de aquéllas que sirven como
Adjuntos, Modificadores, etc., ya que mientras los primeros suelen ser obligatorios, los
segundos no.

La representación de un análisis funcional no es esencialmente diferente de la


representación de un análisis de constituyentes. Gráficamente, en lugar de mostrar un
árbol donde los nodos son etiquetas que hacen referencia a las distintas categorías, el
análisis funcional suele hacerse de forma lineal. Un análisis funcional básico de la
oración de ejemplo anterior sería el siguiente:

Figura 3.2

Existen algunas diferencias entre estos dos métodos de análisis. En primer lugar los
nodos son las relaciones funcionales propiamente y se ha añadido una nueva categoría
(head), que es el elemento central en ese sintagma, gramaticalmente hablando: el nombre
en un sintagma nominal, el verbo en un sintagma verbal, la preposición en un sintagma
preposicional. También se ha perdido el nodo vp (ya que éste no desempeña ninguna
función gramatical), consistiendo la representación de las relaciones gramaticales de esta
oración en un verbo y dos sintagmas nominales. Además el orden de los distintos
elementos es irrelevante puesto que las relaciones gramaticales contienen de forma
implícita información sobre el orden de las palabras. Podríamos mostrar los elementos del
análisis anterior en cualquier otro orden y la oración resultante seguiría siendo la misma,
lo cual no es posible en una estructura arbórea (por tanto, jerárquica) de un análisis de
constituyentes.

La diferencia fundamental es sin duda la inclusión de rasgos en forma de pares


atributos:valores. En el Capítulo 4 describiremos formalmente este tipo de notación
gramatical (estructuras de rasgos) y veremos cómo los formalismos gramaticales
modernos combinan reglas de CF-PSG con un sistema de rasgos. Por el momento, baste
decir que esta característica permite extender el análisis sintáctico con rasgos semánticos
de una forma mucho más natural que si lo hiciéramos con una estructura jerárquica,
sobre todo en lo que respecta a la asignación de papeles temáticos, el primer paso para
un análisis semántico más profundo.

De este modo, nuestro análisis de ejemplo podría ser fácilmente mejorado con el
añadido de los papeles temáticos, o funciones semánticas, que los distintos elementos

relacionales tienen:

Figura 3.3

En el presente trabajo abogamos por un análisis de este tipo, que podrá ser
sucesivamente enriquecido. Obviamente, la información necesaria que un sistema ha de
tener para llevar a cabo tal análisis va más allá de las simples partes de la oración. Éste
es precisamente el tema principal de este trabajo: mostrar qué tipo de información es
necesaria y cómo esta información ha de estar representada para obtener la máxima
funcionalidad y economía de representación, al mismo tiempo que se aboga por una
independencia de los datos que garantice su reutilización. La representación, por tanto,
deberá ser todo lo independiente que pueda ser con respecto a la teoría lingüística que se
encargue del análisis, así como mantener la capacidad de adaptarse a sistemas y
entornos computacionales para los que no fue desarrollada en principio.

Por supuesto, el análisis no debe quedarse en las funciones semánticas básicas, en


realidad, debería extenderse hasta el conocimiento pragmático y conocimiento del mundo
o conocimiento de sentido común.

. Nivel de lectura descriptiva o literal:

Podemos dividirlo en dos subniveles, pero en ambos de lo que se trata fundamentalmente es de


dar cuenta de qué dice el texto.

a. Subnivel literal básico o primario:

Nos permite captar lo que el texto dice en sus estructuras de manifestación. En otras palabras, se
trata simplemente de reproducir la información que el texto nos suministra de manera explícita y
directa ; de identificar frases y palabras que operan como claves temáticas. En este nivel, todavía
no nos preguntamos por qué el texto dice lo que dice ni cuáles son, por ejemplo, sus intenciones
ideológicas y pragmáticas. Sin embargo, no es conveniente subestimar este nivel literal básico
como un nivel de extrema superficialidad y mínimos alcances. El mismo Umberto Eco llama la
atención sobre la importancia de la interpretación de carácter literal, pues la considera como un
presupuesto indispensable para poder acceder al universo de las inferencias y de las conjeturas
textuales.

b. Subnivel literal avanzado o secundario:

Constituye un nivel de mayor cualificación que el anterior. Ya no se trata sólo de reproducir


literalmente la información explicitada sino de reconstruir o de explicar con otras palabras lo que
el texto enuncia en su estructura semántica de base.

A este subnivel, corresponden dos prácticas necesariamente reguladas por la comprensión básica
del texto original: la paráfrasis[2] y el resumen —esta última estrategia será el tema de la unidad
18—.

La paráfrasis es una estrategia de enorme importancia para los estudiantes que apenas inician un
curso de composición escrita: orienta sus lecturas hacia temas de interés científico y cultural,
motiva la reflexión sobre dichos temas y permite que el texto original sirva de estructura modelo
en la composición de uno nuevo.

La elaboración de una paráfrasis consta de dos pasos:

1. Se identifican las proposiciones que subyacen tras las oraciones que conforman el texto elegido.

2. Y con base en la labor anterior, se reconstruye el texto por medio de una versión propia.

Veamos un ejemplo sencillo de paráfrasis del siguiente fragmento:

“[La moda implica una cierta fluidez de la estructura social de la comunidad.] [Deben existir
diferencias de posición social,] [pero debe parecer posible salvar estas diferencias;] [en una
jerarquía rígida la moda es imposible”.]

(Los corchetes indican las cuatro proposiciones identificadas)

“La moda conlleva una determinada flexibilidad en la estratificación social de un conglomerado. Es


necesario que haya diferencias en la escala social; sin embargo, debe ser factible soslayar esas
diferencias; en una organización rigurosa la moda no podría existir”.

En este primer nivel de lectura descriptiva, el procedimiento de aproximación a los textos


comprende varias tareas:

a. Una lectura global del texto, con el propósito de hacerse a una idea general de la temática
desarrollada.

b. Analizar cada uno de los párrafos: reconocer las unidades oracionales, captar su sentido y
jerarquizarlas en oraciones principales y secundarias.
c. Suprimir información accesoria e identificar el tema o núcleo informativo fundamental, es decir,
minimizar la cantidad de información gráfica que es necesaria para producir el significado.

d. Realizar generalizaciones que permitan condensar la información.

e. Reconstruir el texto de manera concisa y coherente.

Sin embargo, todo este procedimiento se invalida si el texto elegido no resulta significativo para el
lector. Por eso, los profesores deben ser extremadamente cuidadosos en la selección de las
lecturas que van a ser utilizadas como soporte o ilustración de los contenidos de los programas.

La lectura descriptiva constituye la experiencia que predomina en el ámbito académico. Según


Jurado Valencia (1997:92), en este nivel “el sujeto lee con la preocupación de la evaluación
académica, y no tanto desde la evaluación textual, auténtica, presupuesta en todo lector
analítico”.

2. Nivel de lectura interpretativa e inferencial:

Este es un nivel que exige mucha mayor cooperación y participación del lector, quien deberá,
entonces, inferir o concluir lo no explicitado por el texto. Conduce a encontrar qué quiere decir lo
que dice el texto y qué es lo que el texto calla.

Esto equivale, en otras palabras, a reconocer que un texto comprende tanto lo dicho —lo
explícito— como lo no dicho —lo implícito—.

Es el momento de preguntarse por qué el texto dice lo que dice, qué es lo que no dice y cuáles son
sus presupuestos e intenciones ideológicas y pragmáticas. Las inferencias que nos permite
producir un texto escrito no son todas de la misma naturaleza. Comparemos algunas inferencias
de una frase como (1)“Juan era pobre, pero honrado” :

(a). Los pobres generalmente no son honrados

(b). La pobreza es consecuencia de la honradez

(c). La pobreza está asociada con la deshonestidad

(d). Riqueza y honradez están emparentadas

(e). Pobreza y honradez tienden a excluirse

(f ). La pobreza obedece a un comportamiento virtuoso

Las inferencias (a), (b) y (e) se establecen sobre la base de lo que se dice. Mientras que las
inferencias (c), (d) y (f) se establecen sobre la base de uncontenido implícito en los elementos
léxicos, en la estructura sintáctica del enunciado o en la información contextual.
Ahora bien, si comparamos las frases (1) “Juan era pobre, pero honrado” y (2)“Juan era pobre y
honrado”, podemos concluir que son equivalentes desde un punto de vista lógico-semántico, pero
no desde un punto de vista ideológico y pragmático. Las inferencias de (1) no pueden ser, en
consecuencia, semejantes a las de (2).

—Realiza tres inferencias de (2) y establece comparaciones con las de (1)—.

La lectura interpretativa puede tener tantos subniveles como competencia textual,[3] propósitos e
intereses tenga cada lector.

Además de las tareas descritas en el nivel anterior, el lector establece relaciones y asociaciones de
significado y de contenido, que le permiten identificar las distintas formas de implicación, de
inclusión o exclusión, presuposición, causa-efecto, espacialidad, temporalidad, etc., inherentes a
determinados textos.

En este nivel, asumimos la lectura como una auténtica práctica semiótica, como un proceso
dinámico y flexible de exégesis y hermenéutica, que requiere de un lector dialógico, capaz de leer,
además del texto, el pretexto, el subtexto, el intertexto y el contexto. Leer de esta manera nos
prepara, desde luego, para leer la vida.

Son varias las acciones que un maestro puede adelantar para inducir a sus alumnos a la lectura
interpretativa. La primera: darle mundo al texto, crear los presupuestos de lectura y activar
los esquemas de los lectores. La segunda: inducirlos a aseverar el sentido explícito y a develar los
implícitos a través de un recorrido por los componentes de la textualidad. La tercera: orientarlos
para que realicen la lectura de cualquier componente textual en relación con los demás
componentes y de todos ellos con el intertexto y el contexto.

Observemos cómo con estas acciones hemos aludido a una lectura triple: presupositiva,
aseverativa e implicativa o inferencial.

3. Nivel de lectura crítica o valorativa:

Está considerado como un nivel de alta complejidad y de enorme productividad para el


lector. Comprende en su totalidad los dos niveles anteriores.

Según el tipo de texto, la valoración es posible desde variadas perspectivas. Son múltiples las
ópticas desde las cuales el texto puede ser interrogado. Pero, en todos los casos, el sujeto lector lo
somete a una minuciosa evaluación crítica.

Esta lectura referencia valoraciones y juicios, elaborados tanto a partir del texto leído como de sus
relaciones con otros textos; lo que necesariamente deberá conducirnos a la escritura de uno
nuevo. Sin duda, lo anterior equivale a poner en plena actividad la enciclopedia cultural o
competencia intelectual del lector.

Lo que más nos interesa destacar de la lectura valorativa es su vínculo imprescindible con
la escritura: sólo la escritura nos permitirá dotar de una estructura cohesiva y coherente esa
valoración crítica del texto leído. Por lo tanto, si pretendemos evaluar, de manera efectiva, la
calidad de nuestra interpretación de un texto complejo, el mejor reto será escribir sobre él

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