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FACULTAD : INGENIERIA
SEMESTRE : 2017-I
UNIDAD I
CONTENIDO TEMÁTICO I
MAYO - 2017
LEGISLACION LABORAL
EL TRABAJO
Existían una buena cantidad de campesinos libres cuya explotación lograba mejores
resultados que la mano de obra esclava, pero que no prosperó debido al
nulo costo de producción que significaba un esclavo, y su posibilidad de
explotación. Por otra parte, los artesanos dependían de la nobleza y los
comerciantes para poder subsistir, de otra forma devenían en desocupados y
esclavos.
Los grandes territorios conformados gracias a guerras e invasiones, y controlados
por monarquías y otras formas de nobleza, se fueron construyendo alrededor de los
castillos y bajo la protección de poderosos cuerpos de caballeros. Ahora, el señor
feudal en lugar de someter a los pobres a base de látigos y cadenas, lo hacía de
manera encubierta. Los plebeyos vivían en los alrededores de los castillos, y estaba
bajo las órdenes de los terratenientes, se le permitía cultivar una parcela
de tierra para mantener a su familia pero debía estar dispuesto a realizar
cualquier servicio que ordenara el señor feudal, aunque fuera en el castillo, la
hacienda o el ejército; su vida estaba dedicada al señor feudal y en el tiempo que le
sobraba cultivaba para sí mismo y para el sustento económico de su familia, y para
pagar tributos, diezmos y otras solicitudes de los nobles.
A medida que las sociedades se hicieron más complejas en cuanto a
su organización, la variedad de actividades humanas se ha multiplicado y la división
y especialización del trabajo ha aumentado notablemente. Un ejemplo de esto es
que también fueron apareciendo divisiones jerárquicas entre trabajadores que
realizaban una misma labor, como en los gremios de artesanos medievales, en los
que comenzaron las diferenciaciones entre maestros, oficiales y aprendices.
El importante incremento del comercio, las rutas comerciales (y sus consecuentes
peligros) y la especialización, como así también la necesidad de obtener un permiso
para el ejercicio de su actividad y privilegios de mercado, fueron los hechos que
sentaron una base para el comienzo de las agrupaciones de mercaderes y
artesanos, es decir, los gremios.
En sus comienzos los gremios eran igualitarios y solidarios entre sus miembros, y
su finalidad original era obtener protección por parte de las autoridades para sus
actividades y el derecho a regularlas detalladamente. Defendían el derecho de sus
miembros a ejercer su oficio y regulaban la duración de la jornada de trabajo,
los precios y la calidad de los productos, entre otras cosas. Además, algunos
gremios desalentaban e incluso penalizaban el enriquecimiento personal. No
permitían a sus miembros adelantarse y vender antes de determinada hora ni
después de otra, competir con los precios, disminuir la calidad ni la solidez
del producto a cambio de un precio inferior, ni tampoco comprar barato para luego
vender caro.
En los talleres convivían maestros, oficiales y aprendices, pero sin embargo en un
principio no existía una estricta división de tareas, puesto que cada uno fabricaba
piezas únicas completas, una por una y pedidas por encargo. El objetivo de los
gremios era obtener una justicia social igualitaria para todos sus miembros. A todo
aquel que trabajara le correspondía un sustento.
Los gremios poseían personalidad jurídica, mediante una reglamentación otorgada
por la autoridad municipal. Dicha personalidad jurídica obligaba a respetar los
estatutos y la licencia de algunos privilegios. Por otra parte, otorgaba a la
corporación gremial el privilegio de regular su propio oficio, y la posibilidad de
ejercer funciones de policía. Los gremios más antiguos de los que se tiene
constancia son el de panaderos de Pontoise, en 1162, y el de curtidores de Ruan,
en 1163. Sin embargo, ya desde el primer cuarto del siglo XII (aproximadamente en
el año 1121) surgió la hansa parisina, una agrupación de mercaderes que se
atribuyó poderes municipales. Poseía exclusividad sobre el comercio fluvial en París
y derechos sobre el tráfico entre Normandía y Borgoña.
Las corporaciones contaban con una organización interna bastante rígida, y poseían
una jerarquización muy marcada. En primer lugar estaban los maestros, ellos
debían demostrar competencia y capacidad financiera. En algunos gremios debían
realizar una "obra maestra" para conseguir dicha maestría y además pagar una
matrícula. Eran los únicos que tenían la facultad para votar los estatutos y elegir a
los procuradores y jefes del gremio. Posteriormente se adoptó la práctica de que los
hijos de los maestros (hijos aprendices) fueran los que luego adquirieran la
maestría, de esta forma este título paso a ser de carácter hereditario, disminuyendo
casi por completo la posibilidad de lograrlo. En segundo lugar venían los oficiales,
quienes originalmente eran potenciales maestros. Accedían a la maestría según el
estatuto de cada miembro, pero generalmente era muy difícil que lo consiguieran.
Tenían el derecho de recibir formación, alojamiento, alimentación y salario. Por
último estaban los criados aprendices, éstos poseían bajísimos salarios y no tenían
posibilidad de crecimiento profesional. Muchas veces debían conformarse sólo con
ser alojados y alimentados por un maestro. Sus condiciones de trabajo y de
contratación variaron según el gremio y de acuerdo al tiempo.
El desarrollo de los gremios creció a la par de la intensificación de la competencia
industrial y comercial. Nacidos con fines solidarios, paulatinamente fueron mutando
sus intereses por fines monopólicos. De organismos profesionales que englobaban
a todos los trabajadores agremiados pasaron a ser un organismo de defensa de los
intereses de los maestros exclusivamente. Además, las limitaciones impuestas para
ingresar a los gremios formaron un mecanismo que repelió a muchos potenciales
agremiados hacia las filas de los trabajadores asalariados, engrosando de esta
forma la lista de obreros carentes de derechos, protección y seguridad laboral.
El gremio local (artesanal –panaderos, herreros-) se va a separar de forma muy
notoria con los gremios más desarrollados, que son los que se crean en torno a
la exportación. En los gremios locales artesanales, tanto las herramientas, como el
taller y la materia prima pertenecen al artesano, como así también el producto que
vende. Por el contrario en la industria de la exportación, el trabajo y el capital se
separaron. El obrero apartado del mercado sólo conoce al empresario que le paga,
separándose del intermediario que se encargará de vender sus productos. La
diferencia con los obreros actuales es que en vez de reunirse en grandes fábricas,
todavía se repartían en varios talleres con pequeñas cantidades de obreros. El
maestro se transformó entonces en un trabajador a domicilio, asalariado por un
mercader capitalista. A pesar de las difíciles condiciones de vida, este obrero
trabajaba todavía en su casa, y organizaba su tiempo con cierta libertad. En las
ciudades más manufactureras del mundo medieval, los obreros comenzaron a
manifestar una gran hostilidad hacia los capitalistas, quienes no atendían sus
reclamos.
Durante un largo tiempo los tres sistemas productivos (el taller artesanal, el taller
manufacturero y el trabajo a domicilio) convivieron. Pero, desde fines del siglo XVIII,
fueron absorbidos por un nuevo modo de organizar el trabajo: la fábrica industrial.
Esta forma de producción nació en Inglaterra. Allí se daban una serie de condiciones
que hicieron posible que, en poco tiempo, se transformara en una nación industrial;
lo que permitió impulsar la tecnología y aplicarla a la producción. Surgieron
entonces los telares mecánicos, que multiplicaban notablemente la cantidad y la
calidad de los productos, y los ferrocarriles y los barcos de vapor que trasladaban
los productos de Inglaterra, como así también un gran avance en
las comunicaciones. Estos avances tecnológicos, conocidos como
Primera Revolución Industrial, tuvieron un gran impacto en la economía y
fundamentalmente, en el desarrollo del trabajo. La modificación más significativa
que introdujo la 1ª Revolución industrial fue el desarrollo de la producción en masa.
Para poder subsistir en el nuevo modelo económico, los empresarios debían ser
capaces de realizar la mayor cantidad de productos en el menor tiempo posible y al
precio más bajo. La mejor forma de hacerlo era utilizando nuevas tecnologías y
organizando el trabajo, de manera tal que aumente la producción.
Una de las industrias que más se desarrolló en este período fue la industria textil.
Este desarrollo fue posible en gran parte gracias a la invención de la máquina
hiladora y el telar mecánico. Estas invenciones comenzaron con una verdadera
revolución en el mundo del trabajo, el cual ya no se realizaba a mano o con
instrumentos manuales, sino que se comenzaron a utilizar máquinas que
reemplazaban el trabajo de varios obreros y que no interrumpían su producción. El
trabajo que antes se realizaba en una gran cantidad de talleres y casas se empezó
a hacer en un solo lugar, las grandes fábricas industriales. En ellas se unían una
inmensa cantidad de máquinas y trabajadores y, mediante un trabajo organizado,
realizaban grandes cantidades de un mismo producto. Los artesanos, al no tener
forma de competir con esta producción en masa, terminaban convirtiéndose en
obreros asalariados por las fábricas. De forma paulatina fueron desapareciendo los
talleres y trabajadores a domicilio, y por contrapartida, fue aumentando la
producción industrial.
La jornada laboral hasta mediados del siglo diecinueve es de doce a catorce horas
y debido a la demanda explosiva de mano de obra, se llegó a utilizar menores y
mujeres en la realización de tareas peligrosas y penosas. En las hilanderías inglesas
se trabajaba normalmente entre doce y diecisiete horas diarias. La concentración
poblacional y la vida en las ciudades son modificaciones sociales que impuso
la Revolución Industrial que se caracterizó, además de los horarios prolongados,
por malas condiciones de trabajo, insalubridad, inseguridad y bajo nivel de
las remuneraciones siendo los peores pagos los menores y las mujeres. No existía
tampoco legislación laboral que ordenara el caótico sistema.
La explotación de los obreros, originada por los métodos empleados al inicio de la
industrialización, aunada al afán de lucro excesivo de los patrones, fueron las raíces
del movimiento asociacionista de los trabajadores, que buscaron homologar fuerzas
respecto de los patrones por medio de la aglutinación de individualidades laborales,
para reclamar condiciones salariales más justas, jornadas de trabaja más cortas y,
en general, llegar a establecer un estado social más equitativo para
la clase trabajadora. La transformación industrial, que operó primero en los países
europeos, prohibió terminantemente el derecho de asociación de los trabajadores,
pues el régimen individualista no veía justificación para que los trabajadores se
asociaran en defensa de sus intereses laborales e incluso se tipificó como
un delito en los códigos penales: esta etapa de prohibición de dio entre 1776 y
1810.Con el tiempo, los esfuerzos del Estado para prohibir el derecho de asociación
fueron infructuosos, porque los sindicatos seguían existiendo. Por ello en los
diversos países se inició una etapa llamada de tolerancia, en la cual, sin otorgar
reconocimiento alguno al derecho sindical, se admitía de hecho, sin establecer nada
respecto en las leyes dictadas por el Estado. A la época de la tolerancia siguió una
de reconocimiento absoluto del derecho sindical. Esto sucedió a finales del siglo
XIX, ante las acciones de los sindicatos lograron que el estado variara su criterio al
respecto y dictara leyes que reconocían a los trabajadores, de manera abierta, el
derecho a integrarse en sindicatos. Inglaterra fue el primer país que dio el primer
paso en este aspecto, con el reconocimiento del derecho de coalición en 1824, que
otorgaba la legalidad a un intenso movimiento asociacionista que existía en la
clandestinidad. Dentro del proceso histórico del sindicalismo también se tiene que
tomar en cuenta las internacionales, las cuales eran convocatorias
de organizaciones sindicales. En 1862 se celebró en Londres
la Exposición Internacional, la cual tuvo la participación de ingleses, franceses y
alemanes; en total se reunieron más de 300 líderes obreros en la llamada Fiesta de
la Fraternidad. En esta se pactó la solidaridad entre los sindicalitas de estas
naciones para buscar una unificación formal que les permitiera adquirir una
gran fuerza. Hacia 1867, la Internacional demostró su fuerza cuando los
sindicalistas ingleses sostuvieron económicamente las huelgas de los trabajadores
franceses. La visión de esta primera Internacional se puede resumir en lo siguiente:
"La emancipación económica del trabajador debe ser el objetivo de toda política. No
es éste un problema local ni nacional, se trata de un problema social" La primera
Internacional desapareció en 1870 por conflictos armados en Europa. En 1889
surgió la Segunda Internacional.
Uno de los aspectos determinantes de su acción fue que desde un principio pidieron
asesoría política a partidos socialistas, y esta asesoría fue tan importante que
dominó más la fase política del socialismo que los intereses gremiales de los
afiliados. Esta organización llegó a tener hasta 12 millones de afiliados en todo el
mundo. No obstante, el estallido de la Primera Guerra Mundial sometió a dura
prueba a la organización obrera, porque a pesar de sus sentimientos unionistas se
dividieron con sentimiento nacionalista y se dispusieron a apoyar a sus respectivos
países en la contienda; lo que provocó la desintegración de la Segunda
Internacional. Concluida la guerra, al instaurarse la paz se puso en marcha un
notable intento de los sindicalistas para integrar de nuevo la Internacional y se logró
hasta 1919 en Moscú en donde la organización tuvo un corte comunista. Se
consiguió la afiliación de sindicalistas de 23 países. Su característica principal fue
que era de tendencia abiertamente revolucionaria, y su acción primaria consistía en
fomentar el descontento popular y la violencia con el propósito de transformar,
según la teoría en una lucha de clases, al conflicto armado que había terminado.
A medida que aumentaba la concentración de obreros en las grandes fábricas, los
empresarios se vieron forzados a organizar de mejor manera el trabajo, para así
también mejorar la productividad. Para lograr esto, implementaron una serie de
transformaciones que llevaron a una tajante división de las tareas de dirección de
las de ejecución. El aumento de la productividad trajo consigo una gran aceleración
en el proceso de la división del trabajo. Así, el producto final dejó de ser obra
personal del trabajador. A medida que crecía la producción, y la competencia exigía
nuevas aplicaciones tecnológicas, la división del trabajo fue haciéndose más y más
compleja.
A causa de la permanente competencia entre las empresas, era necesaria la
permanente búsqueda de nuevas tecnologías y de mejoras en la organización del
trabajo. Por eso, a principios del siglo XX se realizaron experiencias
e investigaciones para intentar mejorar las condiciones de producción.
Los dueños de las fábricas buscaban la manera de bajar sus costos y aumentar las
ganancias, y encontraron en las ideas del ingeniero estadounidense
Frederick Taylor una ayuda invalorable. Algunos llamaron a
este método "organización científica del trabajo" y otros, simplemente taylorismo. El
método de Taylor consistía en calcular el tiempo promedio para producir un
determinado producto o una parte de él y obligar al obrero a acelerar el ritmo de
trabajo asimilándolo a una máquina.
Esto se lograba a través de tres métodos fundamentales: 1) aislando a cada
trabajador del resto de sus compañeros bajo el estricto control del personal directivo
de la empresa, que le indicaba qué tenía que hacer y en cuanto tiempo; 2) haciendo
que cada trabajador produjera una parte del producto, perdiendo la idea de totalidad
y automatizando su trabajo y por último, 3) pagando distintos salarios a cada obrero
de acuerdo con la cantidad de piezas producidas o con su rendimiento laboral. Esto
fomentaba la competencia entre los propios compañeros y aceleraba, aun más, los
ritmos de producción.
La máquina establecía la intensidad del trabajo y, a su vez, cada obrero requería
saber menos, pues para realizar una tarea mecánica y rutinaria (ajustar un tornillo,
por ejemplo), lo único que necesitaba saber era obedecer. De esa forma, el
empresario ya no dependía ni de la buena voluntad del trabajador para realizar su
tarea eficazmente (la máquina le marcaba el ritmo) ni de sus conocimientos. El
obrero era, según Taylor, un buen "gorila amaestrado" que hacía lo que otro había
pensado y, al mismo tiempo siguiendo el esquema de Adam Smith, producía más
en menos tiempo, pues reducía el costo y aumentaba la ganancia. Una de las
primeras empresas que aplicó los métodos de Taylor fue la Ford Motors Company,
de Detroit. Allí se puso en práctica la "cadena de montaje", una cinta transportadora
que movía las piezas para que los obreros trabajaran sobre ellas en un tiempo
determinado y en una actividad. Al final de la cadena el auto quedaba terminado. A
este novedoso modo de producir se lo llamó fordismo.
La obsesión de los nuevos industriales de la ciencia de la dominación laboral fue la
de subordinar definitivamente el trabajo vivo del obrero al ritmo de la máquina
industrial, que desde entonces se convirtió en el verdadero ordenador de la vida
laboral y en la principal garantía de la disciplina obrera. La imagen de las nuevas
fábricas no exageraba la que ofrecía Charles Chaplin, en Tiempos Modernos. Cada
operario especializado en una única actividad realizaba su tarea al ritmo que
marcaba la cinta transportadora. Un sofisticado código de reglamentaciones
laborales regulaba cada momento de la vida del trabajador en la empresa, en un
feliz reencuentro con las formas de dominación burocráticas, que se manifestaba
obscenamente en el hecho de que tras la categoría de los no cualificados,
el componente laboral más importante de cualquier fábrica fuese el de los
supervisores de trabajo y los técnicos de producción.
El trabajador sometido a la disciplina del cronómetro empezó, además, a ser pagado
mediante un sistema de primas de producción que individualizaban su trabajo y su
salario de acuerdo con su productividad. La nueva conciencia patronal tan
obstinadamente empeñada en la racionalización probaba el hecho de que la
alienación del trabajo es un factor consustancial en la acumulación de capital
cuando los encargados de realizarlo no se avienen a aceptarlo sin resistencia. La
era de la producción en masa, por tanto, no supuso un progreso en la emancipación
de la fuerza de trabajo sino un agravamiento de las condiciones que lo conformaban
como actividad alienada: pérdida de control sobre el proceso de producción,
burocratización de la actividad en la industria, división de los trabajadores mediante
los sistemas de primas. Se trataba de convertir definitivamente al obrero en aquel
"orangután amaestrado" con el que Taylor soñaba como futuro habitante de las
fábricas científicas. La fábrica fordista nació más para garantizar el control de la
mano obra sin la cual carecía de sentido todo el edificio industrial que para asegurar
la producción.
Una tendencia en el desarrollo de la civilización industrial ha sido la aplicación
creciente de la ciencia y la tecnología al proceso productivo. Las transformaciones
económicas y organizativas que caracterizan la nueva fase de la economía mundial
están estrechamente asociadas a un profundo cambio científico y tecnológico. Este
cambio tiene su núcleo en las tecnologías de la información —
microelectrónica, informática, telecomunicaciones—.
Estas nuevas tecnologías tienen un doble efecto. Por una parte, abren nuevos
sectores industriales, como la industria de la computación. Pero, además,
desencadenan grandes transformaciones en un conjunto muy amplio de actividades
económicas.
Estos cambios son acompañados en las sociedades capitalistas avanzadas por una
importancia creciente de las actividades de procesamiento de información, tanto en
el producto bruto como en la estructura ocupacional. La organización de la
producción y el trabajo también se ha visto profundamente modificada.
Así como el fordismo caracterizó la organización productiva desde los primeros años
del siglo XX, desde el último tercio del siglo creció en importancia un nuevo modelo
de organización del trabajo y de la producción. Este modelo suele denominarse
toyotismo (porque fue desarrollado en la fábrica japonesa de automóviles Toyota) u
ohnismo
(Porque su concepción y diseño fueron realizadas por Taiichi Ohno, ingeniero jefe
de Toyota). Las nuevas formas organizativas se caracterizan por la flexibilidad de la
producción y de la gestión empresaria, no sólo en la estructura interna de las
empresas sino también en relación con sus sistemas de proveedores y su
demanda. La economía contemporánea es cada vez más una economía global, en
la que, como señala Manuel Castells, "el capital, la producción, la gestión,
los mercados, la fuerza de trabajo, la información y la tecnología se organizan en
flujos que atraviesan las fronteras nacionales". No se trata simplemente de que "la
economía tenga una dimensión mundial (lo cual es cierto desde el siglo XVII, sino
que el sistema económico funciona cotidianamente como una unidad en el ámbito
mundial".
La primera fase de la Revolución Industrial estuvo estrechamente identificada con
el ascenso de Inglaterra; la segunda, con el avance de los Estados
Unidos y Alemania. La tercera fase muestra el ascenso de Japón, que durante las
décadas de 1970 y 1980 supo sacar el mayor provecho de las posibilidades
productivas de las tecnologías de la información. Esto no significa que los Estados
Unidos y los países de Europa occidental hayan quedado marginados de este
proceso, sino más bien que hay nuevos y poderosos actores en el escenario
económico internacional.
En la actualidad se emplea la sigla BRIC para referirse conjuntamente
a Brasil, Rusia, India y China, que tienen en común una enorme población (Rusia y
Brasil por encima de los cien millones, China e India por encima de los mil millones),
un enorme territorio, lo que les proporciona dimensiones estratégicas continentales
y gigante cantidad de recursos naturales, y lo que es más importante, que en los
últimos años han presentado cifras de crecimiento de su PIB y de participación en
el comercio mundial enormes, lo que les hace atractivos como destino
de inversiones.
Existían una buena cantidad de campesinos libres cuya explotación lograba mejores
resultados que la mano de obra esclava, pero que no prosperó debido al
nulo costo de producción que significaba un esclavo, y su posibilidad de
explotación. Por otra parte, los artesanos dependían de la nobleza y los
comerciantes para poder subsistir, de otra forma devenían en desocupados y
esclavos.
Los grandes territorios conformados gracias a guerras e invasiones, y controlados
por monarquías y otras formas de nobleza, se fueron construyendo alrededor de los
castillos y bajo la protección de poderosos cuerpos de caballeros. Ahora, el señor
feudal en lugar de someter a los pobres a base de látigos y cadenas, lo hacía de
manera encubierta. Los plebeyos vivían en los alrededores de los castillos, y estaba
bajo las órdenes de los terratenientes, se le permitía cultivar una parcela
de tierra para mantener a su familia pero debía estar dispuesto a realizar
cualquier servicio que ordenara el señor feudal, aunque fuera en el castillo, la
hacienda o el ejército; su vida estaba dedicada al señor feudal y en el tiempo que le
sobraba cultivaba para sí mismo y para el sustento económico de su familia, y para
pagar tributos, diezmos y otras solicitudes de los nobles.
A medida que las sociedades se hicieron más complejas en cuanto a
su organización, la variedad de actividades humanas se ha multiplicado y la división
y especialización del trabajo ha aumentado notablemente. Un ejemplo de esto es
que también fueron apareciendo divisiones jerárquicas entre trabajadores que
realizaban una misma labor, como en los gremios de artesanos medievales, en los
que comenzaron las diferenciaciones entre maestros, oficiales y aprendices.
El importante incremento del comercio, las rutas comerciales (y sus consecuentes
peligros) y la especialización, como así también la necesidad de obtener un permiso
para el ejercicio de su actividad y privilegios de mercado, fueron los hechos que
sentaron una base para el comienzo de las agrupaciones de mercaderes y
artesanos, es decir, los gremios.
En sus comienzos los gremios eran igualitarios y solidarios entre sus miembros, y
su finalidad original era obtener protección por parte de las autoridades para sus
actividades y el derecho a regularlas detalladamente. Defendían el derecho de sus
miembros a ejercer su oficio y regulaban la duración de la jornada de trabajo,
los precios y la calidad de los productos, entre otras cosas. Además, algunos
gremios desalentaban e incluso penalizaban el enriquecimiento personal. No
permitían a sus miembros adelantarse y vender antes de determinada hora ni
después de otra, competir con los precios, disminuir la calidad ni la solidez
del producto a cambio de un precio inferior, ni tampoco comprar barato para luego
vender caro.
En los talleres convivían maestros, oficiales y aprendices, pero sin embargo en un
principio no existía una estricta división de tareas, puesto que cada uno fabricaba
piezas únicas completas, una por una y pedidas por encargo. El objetivo de los
gremios era obtener una justicia social igualitaria para todos sus miembros. A todo
aquel que trabajara le correspondía un sustento.
Los gremios poseían personalidad jurídica, mediante una reglamentación otorgada
por la autoridad municipal. Dicha personalidad jurídica obligaba a respetar los
estatutos y la licencia de algunos privilegios. Por otra parte, otorgaba a la
corporación gremial el privilegio de regular su propio oficio, y la posibilidad de
ejercer funciones de policía. Los gremios más antiguos de los que se tiene
constancia son el de panaderos de Pontoise, en 1162, y el de curtidores de Ruan,
en 1163. Sin embargo, ya desde el primer cuarto del siglo XII (aproximadamente en
el año 1121) surgió la hansa parisina, una agrupación de mercaderes que se
atribuyó poderes municipales. Poseía exclusividad sobre el comercio fluvial en París
y derechos sobre el tráfico entre Normandía y Borgoña.
Las corporaciones contaban con una organización interna bastante rígida, y poseían
una jerarquización muy marcada. En primer lugar estaban los maestros, ellos
debían demostrar competencia y capacidad financiera. En algunos gremios debían
realizar una "obra maestra" para conseguir dicha maestría y además pagar una
matrícula. Eran los únicos que tenían la facultad para votar los estatutos y elegir a
los procuradores y jefes del gremio. Posteriormente se adoptó la práctica de que los
hijos de los maestros (hijos aprendices) fueran los que luego adquirieran la
maestría, de esta forma este título paso a ser de carácter hereditario, disminuyendo
casi por completo la posibilidad de lograrlo. En segundo lugar venían los oficiales,
quienes originalmente eran potenciales maestros. Accedían a la maestría según el
estatuto de cada miembro, pero generalmente era muy difícil que lo consiguieran.
Tenían el derecho de recibir formación, alojamiento, alimentación y salario. Por
último estaban los criados aprendices, éstos poseían bajísimos salarios y no tenían
posibilidad de crecimiento profesional. Muchas veces debían conformarse sólo con
ser alojados y alimentados por un maestro. Sus condiciones de trabajo y de
contratación variaron según el gremio y de acuerdo al tiempo.
El desarrollo de los gremios creció a la par de la intensificación de la competencia
industrial y comercial. Nacidos con fines solidarios, paulatinamente fueron mutando
sus intereses por fines monopólicos. De organismos profesionales que englobaban
a todos los trabajadores agremiados pasaron a ser un organismo de defensa de los
intereses de los maestros exclusivamente. Además, las limitaciones impuestas para
ingresar a los gremios formaron un mecanismo que repelió a muchos potenciales
agremiados hacia las filas de los trabajadores asalariados, engrosando de esta
forma la lista de obreros carentes de derechos, protección y seguridad laboral.
El gremio local (artesanal –panaderos, herreros-) se va a separar de forma muy
notoria con los gremios más desarrollados, que son los que se crean en torno a
la exportación. En los gremios locales artesanales, tanto las herramientas, como el
taller y la materia prima pertenecen al artesano, como así también el producto que
vende. Por el contrario en la industria de la exportación, el trabajo y el capital se
separaron. El obrero apartado del mercado sólo conoce al empresario que le paga,
separándose del intermediario que se encargará de vender sus productos. La
diferencia con los obreros actuales es que en vez de reunirse en grandes fábricas,
todavía se repartían en varios talleres con pequeñas cantidades de obreros. El
maestro se transformó entonces en un trabajador a domicilio, asalariado por un
mercader capitalista. A pesar de las difíciles condiciones de vida, este obrero
trabajaba todavía en su casa, y organizaba su tiempo con cierta libertad. En las
ciudades más manufactureras del mundo medieval, los obreros comenzaron a
manifestar una gran hostilidad hacia los capitalistas, quienes no atendían sus
reclamos.
Durante un largo tiempo los tres sistemas productivos (el taller artesanal, el taller
manufacturero y el trabajo a domicilio) convivieron. Pero, desde fines del siglo XVIII,
fueron absorbidos por un nuevo modo de organizar el trabajo: la fábrica industrial.
Esta forma de producción nació en Inglaterra. Allí se daban una serie de condiciones
que hicieron posible que, en poco tiempo, se transformara en una nación industrial;
lo que permitió impulsar la tecnología y aplicarla a la producción. Surgieron
entonces los telares mecánicos, que multiplicaban notablemente la cantidad y la
calidad de los productos, y los ferrocarriles y los barcos de vapor que trasladaban
los productos de Inglaterra, como así también un gran avance en
las comunicaciones. Estos avances tecnológicos, conocidos como
Primera Revolución Industrial, tuvieron un gran impacto en la economía y
fundamentalmente, en el desarrollo del trabajo. La modificación más significativa
que introdujo la 1ª Revolución industrial fue el desarrollo de la producción en masa.
Para poder subsistir en el nuevo modelo económico, los empresarios debían ser
capaces de realizar la mayor cantidad de productos en el menor tiempo posible y al
precio más bajo. La mejor forma de hacerlo era utilizando nuevas tecnologías y
organizando el trabajo, de manera tal que aumente la producción.
Una de las industrias que más se desarrolló en este período fue la industria textil.
Este desarrollo fue posible en gran parte gracias a la invención de la máquina
hiladora y el telar mecánico. Estas invenciones comenzaron con una verdadera
revolución en el mundo del trabajo, el cual ya no se realizaba a mano o con
instrumentos manuales, sino que se comenzaron a utilizar máquinas que
reemplazaban el trabajo de varios obreros y que no interrumpían su producción. El
trabajo que antes se realizaba en una gran cantidad de talleres y casas se empezó
a hacer en un solo lugar, las grandes fábricas industriales. En ellas se unían una
inmensa cantidad de máquinas y trabajadores y, mediante un trabajo organizado,
realizaban grandes cantidades de un mismo producto. Los artesanos, al no tener
forma de competir con esta producción en masa, terminaban convirtiéndose en
obreros asalariados por las fábricas. De forma paulatina fueron desapareciendo los
talleres y trabajadores a domicilio, y por contrapartida, fue aumentando la
producción industrial.
La jornada laboral hasta mediados del siglo diecinueve es de doce a catorce horas
y debido a la demanda explosiva de mano de obra, se llegó a utilizar menores y
mujeres en la realización de tareas peligrosas y penosas. En las hilanderías inglesas
se trabajaba normalmente entre doce y diecisiete horas diarias. La concentración
poblacional y la vida en las ciudades son modificaciones sociales que impuso
la Revolución Industrial que se caracterizó, además de los horarios prolongados,
por malas condiciones de trabajo, insalubridad, inseguridad y bajo nivel de
las remuneraciones siendo los peores pagos los menores y las mujeres. No existía
tampoco legislación laboral que ordenara el caótico sistema.
La explotación de los obreros, originada por los métodos empleados al inicio de la
industrialización, aunada al afán de lucro excesivo de los patrones, fueron las raíces
del movimiento asociacionista de los trabajadores, que buscaron homologar fuerzas
respecto de los patrones por medio de la aglutinación de individualidades laborales,
para reclamar condiciones salariales más justas, jornadas de trabaja más cortas y,
en general, llegar a establecer un estado social más equitativo para
la clase trabajadora. La transformación industrial, que operó primero en los países
europeos, prohibió terminantemente el derecho de asociación de los trabajadores,
pues el régimen individualista no veía justificación para que los trabajadores se
asociaran en defensa de sus intereses laborales e incluso se tipificó como
un delito en los códigos penales: esta etapa de prohibición de dio entre 1776 y
1810.Con el tiempo, los esfuerzos del Estado para prohibir el derecho de asociación
fueron infructuosos, porque los sindicatos seguían existiendo. Por ello en los
diversos países se inició una etapa llamada de tolerancia, en la cual, sin otorgar
reconocimiento alguno al derecho sindical, se admitía de hecho, sin establecer nada
respecto en las leyes dictadas por el Estado. A la época de la tolerancia siguió una
de reconocimiento absoluto del derecho sindical. Esto sucedió a finales del siglo
XIX, ante las acciones de los sindicatos lograron que el estado variara su criterio al
respecto y dictara leyes que reconocían a los trabajadores, de manera abierta, el
derecho a integrarse en sindicatos. Inglaterra fue el primer país que dio el primer
paso en este aspecto, con el reconocimiento del derecho de coalición en 1824, que
otorgaba la legalidad a un intenso movimiento asociacionista que existía en la
clandestinidad. Dentro del proceso histórico del sindicalismo también se tiene que
tomar en cuenta las internacionales, las cuales eran convocatorias
de organizaciones sindicales. En 1862 se celebró en Londres
la Exposición Internacional, la cual tuvo la participación de ingleses, franceses y
alemanes; en total se reunieron más de 300 líderes obreros en la llamada Fiesta de
la Fraternidad. En esta se pactó la solidaridad entre los sindicalitas de estas
naciones para buscar una unificación formal que les permitiera adquirir una
gran fuerza. Hacia 1867, la Internacional demostró su fuerza cuando los
sindicalistas ingleses sostuvieron económicamente las huelgas de los trabajadores
franceses. La visión de esta primera Internacional se puede resumir en lo siguiente:
"La emancipación económica del trabajador debe ser el objetivo de toda política. No
es éste un problema local ni nacional, se trata de un problema social" La primera
Internacional desapareció en 1870 por conflictos armados en Europa. En 1889
surgió la Segunda Internacional.
Uno de los aspectos determinantes de su acción fue que desde un principio pidieron
asesoría política a partidos socialistas, y esta asesoría fue tan importante que
dominó más la fase política del socialismo que los intereses gremiales de los
afiliados. Esta organización llegó a tener hasta 12 millones de afiliados en todo el
mundo. No obstante, el estallido de la Primera Guerra Mundial sometió a dura
prueba a la organización obrera, porque a pesar de sus sentimientos unionistas se
dividieron con sentimiento nacionalista y se dispusieron a apoyar a sus respectivos
países en la contienda; lo que provocó la desintegración de la Segunda
Internacional. Concluida la guerra, al instaurarse la paz se puso en marcha un
notable intento de los sindicalistas para integrar de nuevo la Internacional y se logró
hasta 1919 en Moscú en donde la organización tuvo un corte comunista. Se
consiguió la afiliación de sindicalistas de 23 países. Su característica principal fue
que era de tendencia abiertamente revolucionaria, y su acción primaria consistía en
fomentar el descontento popular y la violencia con el propósito de transformar,
según la teoría en una lucha de clases, al conflicto armado que había terminado.
A medida que aumentaba la concentración de obreros en las grandes fábricas, los
empresarios se vieron forzados a organizar de mejor manera el trabajo, para así
también mejorar la productividad. Para lograr esto, implementaron una serie de
transformaciones que llevaron a una tajante división de las tareas de dirección de
las de ejecución. El aumento de la productividad trajo consigo una gran aceleración
en el proceso de la división del trabajo. Así, el producto final dejó de ser obra
personal del trabajador. A medida que crecía la producción, y la competencia exigía
nuevas aplicaciones tecnológicas, la división del trabajo fue haciéndose más y más
compleja.
A causa de la permanente competencia entre las empresas, era necesaria la
permanente búsqueda de nuevas tecnologías y de mejoras en la organización del
trabajo. Por eso, a principios del siglo XX se realizaron experiencias
e investigaciones para intentar mejorar las condiciones de producción.
Los dueños de las fábricas buscaban la manera de bajar sus costos y aumentar las
ganancias, y encontraron en las ideas del ingeniero estadounidense
Frederick Taylor una ayuda invalorable. Algunos llamaron a
este método "organización científica del trabajo" y otros, simplemente taylorismo. El
método de Taylor consistía en calcular el tiempo promedio para producir un
determinado producto o una parte de él y obligar al obrero a acelerar el ritmo de
trabajo asimilándolo a una máquina.
Esto se lograba a través de tres métodos fundamentales: 1) aislando a cada
trabajador del resto de sus compañeros bajo el estricto control del personal directivo
de la empresa, que le indicaba qué tenía que hacer y en cuanto tiempo; 2) haciendo
que cada trabajador produjera una parte del producto, perdiendo la idea de totalidad
y automatizando su trabajo y por último, 3) pagando distintos salarios a cada obrero
de acuerdo con la cantidad de piezas producidas o con su rendimiento laboral. Esto
fomentaba la competencia entre los propios compañeros y aceleraba, aun más, los
ritmos de producción.
La máquina establecía la intensidad del trabajo y, a su vez, cada obrero requería
saber menos, pues para realizar una tarea mecánica y rutinaria (ajustar un tornillo,
por ejemplo), lo único que necesitaba saber era obedecer. De esa forma, el
empresario ya no dependía ni de la buena voluntad del trabajador para realizar su
tarea eficazmente (la máquina le marcaba el ritmo) ni de sus conocimientos. El
obrero era, según Taylor, un buen "gorila amaestrado" que hacía lo que otro había
pensado y, al mismo tiempo siguiendo el esquema de Adam Smith, producía más
en menos tiempo, pues reducía el costo y aumentaba la ganancia. Una de las
primeras empresas que aplicó los métodos de Taylor fue la Ford Motors Company,
de Detroit. Allí se puso en práctica la "cadena de montaje", una cinta transportadora
que movía las piezas para que los obreros trabajaran sobre ellas en un tiempo
determinado y en una actividad. Al final de la cadena el auto quedaba terminado. A
este novedoso modo de producir se lo llamó fordismo.
La obsesión de los nuevos industriales de la ciencia de la dominación laboral fue la
de subordinar definitivamente el trabajo vivo del obrero al ritmo de la máquina
industrial, que desde entonces se convirtió en el verdadero ordenador de la vida
laboral y en la principal garantía de la disciplina obrera. La imagen de las nuevas
fábricas no exageraba la que ofrecía Charles Chaplin, en Tiempos Modernos. Cada
operario especializado en una única actividad realizaba su tarea al ritmo que
marcaba la cinta transportadora. Un sofisticado código de reglamentaciones
laborales regulaba cada momento de la vida del trabajador en la empresa, en un
feliz reencuentro con las formas de dominación burocráticas, que se manifestaba
obscenamente en el hecho de que tras la categoría de los no cualificados,
el componente laboral más importante de cualquier fábrica fuese el de los
supervisores de trabajo y los técnicos de producción.
El trabajador sometido a la disciplina del cronómetro empezó, además, a ser pagado
mediante un sistema de primas de producción que individualizaban su trabajo y su
salario de acuerdo con su productividad. La nueva conciencia patronal tan
obstinadamente empeñada en la racionalización probaba el hecho de que la
alienación del trabajo es un factor consustancial en la acumulación de capital
cuando los encargados de realizarlo no se avienen a aceptarlo sin resistencia. La
era de la producción en masa, por tanto, no supuso un progreso en la emancipación
de la fuerza de trabajo sino un agravamiento de las condiciones que lo conformaban
como actividad alienada: pérdida de control sobre el proceso de producción,
burocratización de la actividad en la industria, división de los trabajadores mediante
los sistemas de primas. Se trataba de convertir definitivamente al obrero en aquel
"orangután amaestrado" con el que Taylor soñaba como futuro habitante de las
fábricas científicas. La fábrica fordista nació más para garantizar el control de la
mano obra sin la cual carecía de sentido todo el edificio industrial que para asegurar
la producción.
Una tendencia en el desarrollo de la civilización industrial ha sido la aplicación
creciente de la ciencia y la tecnología al proceso productivo. Las transformaciones
económicas y organizativas que caracterizan la nueva fase de la economía mundial
están estrechamente asociadas a un profundo cambio científico y tecnológico. Este
cambio tiene su núcleo en las tecnologías de la información —
microelectrónica, informática, telecomunicaciones—.
Estas nuevas tecnologías tienen un doble efecto. Por una parte, abren nuevos
sectores industriales, como la industria de la computación. Pero, además,
desencadenan grandes transformaciones en un conjunto muy amplio de actividades
económicas.
Estos cambios son acompañados en las sociedades capitalistas avanzadas por una
importancia creciente de las actividades de procesamiento de información, tanto en
el producto bruto como en la estructura ocupacional. La organización de la
producción y el trabajo también se ha visto profundamente modificada.
Así como el fordismo caracterizó la organización productiva desde los primeros años
del siglo XX, desde el último tercio del siglo creció en importancia un nuevo modelo
de organización del trabajo y de la producción. Este modelo suele denominarse
toyotismo (porque fue desarrollado en la fábrica japonesa de automóviles Toyota) u
ohnismo
(Porque su concepción y diseño fueron realizadas por Taiichi Ohno, ingeniero jefe
de Toyota). Las nuevas formas organizativas se caracterizan por la flexibilidad de la
producción y de la gestión empresaria, no sólo en la estructura interna de las
empresas sino también en relación con sus sistemas de proveedores y su
demanda. La economía contemporánea es cada vez más una economía global, en
la que, como señala Manuel Castells, "el capital, la producción, la gestión,
los mercados, la fuerza de trabajo, la información y la tecnología se organizan en
flujos que atraviesan las fronteras nacionales". No se trata simplemente de que "la
economía tenga una dimensión mundial (lo cual es cierto desde el siglo XVII, sino
que el sistema económico funciona cotidianamente como una unidad en el ámbito
mundial".
La primera fase de la Revolución Industrial estuvo estrechamente identificada con
el ascenso de Inglaterra; la segunda, con el avance de los Estados
Unidos y Alemania. La tercera fase muestra el ascenso de Japón, que durante las
décadas de 1970 y 1980 supo sacar el mayor provecho de las posibilidades
productivas de las tecnologías de la información. Esto no significa que los Estados
Unidos y los países de Europa occidental hayan quedado marginados de este
proceso, sino más bien que hay nuevos y poderosos actores en el escenario
económico internacional.
En la actualidad se emplea la sigla BRIC para referirse conjuntamente
a Brasil, Rusia, India y China, que tienen en común una enorme población (Rusia y
Brasil por encima de los cien millones, China e India por encima de los mil millones),
un enorme territorio, lo que les proporciona dimensiones estratégicas continentales
y gigante cantidad de recursos naturales, y lo que es más importante, que en los
últimos años han presentado cifras de crecimiento de su PIB y de participación en
el comercio mundial enormes, lo que les hace atractivos como destino
de inversiones.
El Derecho del Trabajo no es muy antiguo, pero el trabajo existe desde que el
hombre ocupa el mundo e incluso se habla en la Biblia específicamente en
el libro del Génesis del trabajo pero como castigo, no era una norma jurídica si no
una manera de disciplinar a nuestros primeros padres por desobediencias a Dios,
eso hizo que naciera el trabajo como un castigo y en realidad no existía legislación
sobre la actividad laboral, no se sabía lo que significaba pacto entre trabajador y
empleador; en los primeros años no existía una sociedad de consumo como la que
conocemos hoy en día, el hombre se dedicaba a subsistir y no se colocaba en
relación a la subordinación respecto a alguien, sólo tomaba lo que necesitaba de la
naturaleza, pero como el hombre necesitaba agruparse para su sobre vivencia,
comenzó a organizar el trabajo de su producción el excedente para intercambiarlo
por otro (trueque), así se interrelacionaba con los demás y a la vez satisfacía sus
otras necesidades. No existe un detalle en la historia que nos muestre cuál ha sido
la evolución del trabajo, lo único que tenemos son las instituciones que quedaron
plasmadas y que nosotros la interpretamos de determinadas formas, ejemplo el
Código Humarabi, donde encontramos algunas muestras basadas en hechos
naturales y religiosos que posteriormente pasaron a ser limitaciones del derecho del
trabajador.
Las leyes de Marcu surgieron posteriormente y de ella concluimos que el hombre
hizo una limitación a la jornada de trabajo, no precisamente para que el trabajador
descansara sino porque se dio cuenta que hay un tiempo de luz y un tiempo de
sombra y en el primero la mayoría de los animales trabaja para poder descansar en
el segundo, así se pensó que el hombre debería hacer lo mismo, trabajar en tiempo
de luz y descansar en tiempo de sombra, esto implica de un recuento formal debe
empezar de la Roma antigua o Roma Clásica, no hay necesidad de empezar
desde Grecia porque toda la concesión de Grecia la vamos a tener en Roma.
Roma Clásica: Se consideraba que el trabajo no era para las personas sino para
los animales y las cosas, dentro de las cuales se encontraban ciertas categorías de
la especie humana que tenían condición de esclavo. El trabajo era en esos tiempos
denigrante y despreciativo, la condición de esclavo en Roma se adquiría por ejemplo
por el hecho de perder una guerra, así el ganador de la misma tenía dos opciones
matar o no al perdedor si lo hacía allí todo quedaba, pero en el caso que decidiera
no hacerlo la persona pasaba a ser de su propiedad, pero como el hecho de
mantenerlo le ocasionaba un costo, pues eso gastos debían reintegrarse de alguna
manera, por ello debía trabajar para este y así se consideraba su esclavo. No existía
en Roma el Derecho al trabajo en el sentido técnico de la expresión por la tanto no
era regulado, no había Derecho del trabajo.
Los romanos se preocupaban por desarrollar el Derecho Civil pero no la de las
demás ramas del Derecho, en todo caso la actividad principal que desarrollaban en
Roma era la agricultura pero habían otras tales como el transporte, el comercio, las
llamadas profesiones liberales (jurisconsultos, ingenieros, médicos, etc) pero en
muchos casos las personas que desarrollaban esta actividad no eran ciudadanos
romanos por eso no podía ser sujetos a una relación de trabajo además ellos no
eran retribuidos por prestar esa actividad sólo se reconocían ciertos honores
públicos, de allí viene la idea de lo que conocemos hoy en día como defensor Ad-
Litem, con una carta Ad honorem y lógicamente la expresión honorario.
Edad Media: Efectivamente comienza con la caída del Imperio Romano con la
invasión de los monjes católicos romanos, escondieron toda la información y los
conocimientos, por lo tanto eran los únicos que tenían acceso a la cultura; hubo una
época en que no pasó nada, el hombre se dedicó a pasar el tiempo, no progresó la
ciencia ni la cultura, luego que los monjes comienzan a mostrar la cultura surge una
nueva concepción de trabajo, ya no es considerado como denigrante peyorativo
para el esclavo, surge una nueva concepción moral de trabajo llegando incluso a la
concepción de la cualidad humana, esto gracias a una expresión salida de los
monasterios portugueses "El ocio es el enemigo del alma" es muy importante pues
esto quiere decir que el hombre tiene necesidad de subsistir, sostener a su familia,
perfeccionar el grupo social y dedicarse al cultivo de su alma, surge una idea muy
interesante "Todos debemos trabajar en la medida de sus posibilidades" el
fenómeno social que se caracterizó en la edad media es el feudalismo que son mini-
estados con grandes extensiones de tierra en manos de un mismo Estado, este
fenómeno hace que se muestre el atesoramiento del poder a través de dos formas:
Ley de Pobres
Las leyes de pobres de Inglaterra derivan de las normas y prácticas con las que
desde la primera mitad del siglo XVI se había intentado suprimir el vagabundeo. El
sistema de caridad institucionalizada que surge en estos momentos proporciona
ayudas a los pobres pero les prohibe mendigar fuera de sus parroquias de origen:
los mendigos quedaban confinados dentro de áreas específicas y el salirse de las
mismas estaba fuertemente penalizado. Todas estas normas fueron recopiladas en
el reinado de Isabel I y dieron origen a la primera ley oficial de pobres conocida
como Ley de Isabel del año 1601. Esta ley estableció los principios de un sistema
nacional de ayuda legal y obligatoria a los pobres y constituyó la base de lo que más
tarde se conocería como antigua ley de pobres.
El sistema de ayuda legal a los pobres que se instituyó en ese momento se
caracterizaba por los siguientes elementos: (a) la parroquia era la unidad básica de
aplicación; (b) las ayudas se financiaban fundamentalmente a través
de impuestos sobre las propiedades locales; (c) la gestión corría a cargo de
funcionarios nombrados por los jueces locales; y (d) las ayudas variaban
dependiendo del tipo de pobre: limosnas y asilos para los pobres incapacitados
(ancianos y enfermos), aprendizaje de oficios para los niños, trabajo para los pobres
capacitados, y castigo o prisión para los que podían y no querían trabajar.
Las sucesivas leyes de pobres que se fueron promulgando a partir de la Ley de
Isabel se complementaron con las llamadas leyes de asentamiento. Estas leyes
impedían que un recién llegado a una parroquia pudiera establecerse
irregularmente en ella y se convirtiera en una carga económica adicional para los
habitantes de la misma.
Aunque el principio del asentamiento no era nuevo, fue la Ley de Asentamiento de
1662 la que estableció una definición precisa y uniforme de asentamiento. Las
disposiciones sobre el asentamiento fueron a menudo ignoradas, eludidas y
modificadas por leyes posteriores, pero los requisitos para el asentamiento y las
restricciones a la movilidad de los pobres continuaron existiendo y se convirtieron
en una característica esencial de la antigua ley de pobres.
DERECHO AL TRABAJO
INTRODUCCIÓN
El derecho del trabajo como cualquier otra rama del ordenamiento jurídico, tiene
que estar constituido por un conjunto de relaciones jurídicas.
Tiene su razón de ser en la necesidad de protección social de quienes se hallan en
una relación de trabajo dependiente o subordinada.
Por lo tanto, podemos definir al derecho del trabajo como el conjunto sistemático
de normas y de principios que, de acuerdo con la idea social de la justicia, regulan
relaciones jurídicas (tanto individuales como colectivas) que nacen a raíz del trabajo
subordinado.
FUENTES
Las fuentes del derecho del trabajo se pueden clasificar en:
-Fuentes formales, son los medios admitidos por el propio ordenamiento jurídico
para la formulación de nuevas normas, por propia independencia y potestad
-Fuentes Materiales, son los factores o elementos que contribuyen a fijar el
contenido de la norma jurídica. Actúan como fuentes por concesión o delegación de
otras normas o ayudan a la producción o a la comprensión, interpretación o
aclaración de otra norma de fuente formal.
Enumeración: Se reconocen como fuentes, las siguientes, a saber:
Derecho constitucional.
Leyes ordinarias nacionales y provinciales. Decretos y Resoluciones
Administrativas.
Convenciones Colectivas de Trabajo.
Reglamentos Internos. Acuerdos de Empresas.
Usos y Costumbres.
Jurisprudencia.
Voluntad de las partes.
Normas de derecho civil de aplicación en el derecho del trabajo.
LIBERTAD SINDICAL
La libertad sindical es un derecho humano y fundamental que permite a los
trabajadores la defensa y promoción de sus intereses profesionales.
Es un derecho humano porque es consustancial a la dignidad del hombre en el
trabajo y porque es una condición indispensable para el progreso económico y
social. Permite participar en el mundo del trabajo y con su participación se defienden
y hacen efectivos otros derechos para asegurar las condiciones de salario, de vida
y de trabajo. Además permite el derecho a formar sindicatos, a la negociación
colectiva y a la huelga.
Su incumplimiento por parte de los empleadores y del gobierno puede ser
denunciado ante organismos nacionales e internacionales.
ORIGEN Y ETAPAS EVOLUTIVAS DE LA LIBERTAD SINDICAL
Si bien es cierto que, autores como Cabanellas (2001) refieren como antecedente
lejano a las primeras formas de asociaciones profesionales y sus diversas
expresiones históricas. En realidad la libertad sindical es consecuencia de la
llamada Revolución Industrial, el cambio del sistema productivo y sus
consecuencias.
Autores europeos básicamente describen la evolución de la libertad sindical en tres
etapas o trifásica; a saber.
Prohibición, tolerancia y reconocimiento. Su prohibición fue un fenómeno evidente
en Europa La llamada cuestión social, generada en plena prohibición tímidas e
incipientes reacciones entre los trabajadores y que luego irrumpirán con mayor
énfasis y en forma virulenta en distintos espacios al punto que después de múltiples
huelgas, manifestaciones y otras acciones colectivas conquistarán la tolerancia por
parte del Estado y en consecuencia el reconocimiento normativo posterior.
Corolario de lo anterior, esa libertad sindical incipiente deja de ser un delito, para
merecer el interés del Estado y convertirse en un derecho cuyo último estadio
evolutivo será su reconocimiento en instrumentos internacionales como un derecho
humano fundamental (De Freitas, J., 2008).
Se discute que en América Latina, este esquema no necesariamente se reprodujo
con exactitud. Julio Godio en su obra titulada “Historia del movimiento obrero
Latinoamericano” refleja muy bien las posturas ideológicas que marcaron el origen
y desarrollo del movimiento obrero frente a lo cual la mejor conclusión sería que si
bien es cierto, la influencia ideológica se recibe del extranjero, no necesariamente
ello implica correspondencia fáctica respecto de los hechos que marcaron el
esquema evolutivo europeo.
SINDICALISMO Y LIBERTAD SINDICAL EN EL PERÚ
El proceso general que origina y fundamenta la existencia de los sindicatos, también
se ha presentado en el Perú, con las peculiaridades propias de una implantación
tardía del capitalismo, su carácter periférico y dependiente, su estructura productiva
primario exportadora, la predominancia de las pequeñas y medianas empresas y la
configuración del sindicalismo como sujeto bajo sospecha, al que el estado tiene
que someter a requisitos y controles que conducen a su implantación y desarrollo
limitado a las empresas en las que ya no era posible impedirlo.
La guerra con Chile señala el punto de ruptura a partir del cual la reestructuración
económica que se produjo implicó el surgimiento y posterior desarrollo de relaciones
de trabajo propiamente capitalistas.
LA LIBERTAD SINDICAL COMO DERECHO FUNDAMENTAL EN EL MARCO DE
UN ESTADO SOCIAL DE DERECHO
Como no podía ser de otro modo, aunque de manera bastante parca y más
atenuada que su precedente inmediato, la Constitución peruana de 1993 diseña un
«Estado Social de Derecho», en el que están presentes el pluralismo social e
institucional, la consagración de importantes derechos sociales y económicos y el
papel activo del Estado en la vida socioeconómica de la nación que integran este
tipo de formación política. En lo que hace propiamente al campo laboral, apuntan
claramente en esa dirección el conjunto de derechos individuales consagrados
(artículos 22 al 27), el reconocimiento expreso de la autonomía colectiva en sus tres
manifestaciones esenciales: libertad sindical, negociación colectiva y huelga
(artículo 28), y la particular valoración del trabajo a partir de considerarlo «un deber
y un derecho» (artículo 22), «base del bienestar social y medio de realización de la
persona» (artículo 22) y «objeto de atención prioritaria del Estado» (artículo 23).
LA REGULACIÓN CONSTITUCIONAL DE LA LIBERTAD SINDICAL
La regulación general de la libertad sindical establecida por el artículo 28 de nuestra
norma suprema14 es la siguiente:
El Estado reconoce los derechos de sindicación, negociación colectiva y huelga.
Cautela su ejercicio democrático:
Garantiza la libertad sindical.
Fomenta la negociación colectiva y promueve formas de solución pacífica de los
conflictos laborales.
Regula el derecho de huelga para que se ejerza en armonía con el interés social.
Señala sus excepciones y limitaciones.
Además de esta norma general, se reconoce expresamente este derecho a los
servidores públicos y se excluye de su ámbito subjetivo a los funcionarios del Estado
con poder de decisión y los que desempeñan cargos de confianza o de dirección
(artículo 42), los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional (artículo
42) y los jueces y fiscales (artículo 153).
LA LIBERTAD SINDICAL EN LAS NORMAS EXPRESAS DE LA CONSTITUCIÓN
La consagración constitucional expresa de la libertad sindical, prevista en los
artículos 28, 42 y 153, se ocupa de tres temas, además del reconocimiento del
derecho: titularidad (a partir fundamentalmente de las exclusiones), obligación
estatal de garantizarla y obligación estatal de cautelar el principio democrático.
Además de ello, consagra expresamente los derechos de negociación colectiva y
de huelga, que son expresiones de la libertad sindical en cuanto se trata de un
derecho fundamentalmente de actividad, pero que en este trabajo ameritarán un
desarrollo sólo en tanto componentes del derecho.
En este marco general creemos necesario resaltar la ausencia de reconocimiento
de la libertad sindical negativa, que sí se hallaba recogida en la Constitución de
1979 y lo está en todas las normas infraconstitucionales. Ello abre una posibilidad
de que una posterior legislación pudiera admitir mecanismos como las cláusulas
sindicales, cuya validez, en tantos productos de la autonomía colectiva, viene
admitida por el Comité de Libertad Sindical. Partamos de señalar que esta facultad
no está reconocida tampoco en el Convenio 87 de la OIT y hay quienes reclaman
su establecimiento expreso para que sea exigible, como veremos posteriormente;
aunque, en todo caso, la falta de tradición histórica de ese tipo de cláusulas
convencionales en América Latina, con la excepción de Venezuela y México,
conduce a relativizar tal posibilidad.
a) La titularidad de la libertad sindical
La libertad sindical es un derecho complejo que tiene una doble titularidad: los
trabajadores individualmente considerados (titularidad individual) y las
organizaciones de trabajadores (titularidad colectiva). En este informe se señala una
referencia expresa a los «servidores públicos» (artículo 42), puesto que en la norma
genérica (artículo 28) simplemente establece que el Estado reconoce el derecho de
sindicación, pero no señala a quiénes.
b) La obligación estatal de garantizar la libertad sindical
Tras insistir en su escueta redacción, que va a agregar problemas a los tradicionales
obstáculos con que se ha encontrado la libertad sindical en el Perú, se resalta la
importancia de que junto con el reconocimiento del derecho, la 9
constitución haya previsto la obligación estatal de garantizar su ejercicio; como lo
hacen las constituciones de otros países sudamericanos y del caribe.
Queremos hacerlo porque el Perú tiene el lamentable privilegio de ser el país que
ostenta el récord de quejas presentadas ante el Comité de Libertad Sindical en la
subregión andina.
c) El principio democrático
El texto constitucional establece también como obligación estatal la «cautela del
ejercicio democrático» del derecho de sindicación; es decir, se consagra el
«principio democrático» que ya estaba presente también en otros textos
constitucionales iberoamericanos.
LA LIBERTAD SINDICAL INDIVIDUAL
El aspecto individual de la libertad sindical está constituido por todos aquellos
derechos de los trabajadores a constituir y afiliarse a las organizaciones que estimen
conveniente, sin autorización previa y en total libertad, así como a desarrollar
actividad sindical y, a no incorporarse o retirarse libremente de tales organizaciones,
sin que todo ello pueda ser fuente de ningún perjuicio.
LA LIBERTAD SINDICAL POSITIVA
El aspecto positivo: Comprende el derecho de un trabajador a constituir
organizaciones sindicales y a afiliarse a los sindicatos ya constituidos. Dentro de
ese contexto se plantea el ejercicio de la actividad sindical.
Siendo tres los componentes esenciales de la libertad sindical positiva.
a) Derecho de libre constitución de organizaciones
Consiste en el derecho de los trabajadores sin ninguna distinción y sin autorización
previa, a constituir las organizaciones que estimen conveniente, para decirlo en los
conocidos y completos términos del artículo 2 del Convenio 87.
Ámbito subjetivo: inclusiones y exclusiones
La titularidad de este derecho, sobre la cual ya hemos ido formulando algunas
precisiones en cuanto a la exclusión de los empleadores y la inclusión limitada de
los trabajadores por cuenta propia, resulta lo más amplia posible, puesto que
explícitamente el Convenio 87 la consagra para los trabajadores sin ninguna
distinción; por lo que no cabe ningún tipo de limitación por parte del Estado que
restrinja este derecho en razón de sexo, nacionalidad, raza, religión, tipo de
actividad (pública o privada), función, idioma, sector, etc.
Restricciones subjetivas
Otro conjunto de regulaciones que incide en el ámbito subjetivo de la libertad
sindical individual, está referido a aquellas que establecen los requisitos que deben
12
cumplir los trabajadores para ejercer sus derechos a constituir y afiliarse a las
organizaciones sindicales.
En el ámbito de la actividad privada se exige de ser trabajador de la empresa,
actividad, profesión u oficio que corresponda, según el tipo de sindicato y, no formar
parte del personal de dirección o desempeñar cargo de confianza del empleador,
salvo que el estatuto expresamente lo admita además no estar afiliado a otro
sindicato. En el campo funcionarial se requiere que sean obreros o empleados
comprendidos en la carrera administrativa, que hayan superado el período de
prueba y, que sus haberes estén sujetos al sistema único de remuneraciones.
Ámbito objetivo:
Las organizaciones que se estimen convenientes y la estructura sindical libre
Respecto del ámbito objetivo de este derecho, hemos de decir introductoriamente,
que se trata de una facultad que goza de una enorme amplitud, ya que la dicción
del artículo 2 del Convenio 87 de la OIT lo refiere a las organizaciones que los
trabajadores estimen conveniente, lo que coloca la decisión del tipo de organización
que se constituye en manos exclusivamente de los titulares del derecho.
La estructura sindical libre:
La libertad sindical implica el derecho de los trabajadores a constituir «las
organizaciones que estimen conveniente», para seguir con la muy lograda
redacción del Convenio 87. Esto significa que los trabajadores, obreros o
empleados, del sector público o privado, de una empresa o una rama de actividad,
de distintas empresas o ramas de actividad, conjuntamente o por separado, a nivel
local, provincial, regional o nacional, etc., gozan de una amplísima libertad en lo que
respecta a la organización sindical que deseen constituir.
Diseño legal de la estructura sindical:
La normativa actual sobre estructura sindical (artículo 5 de la LRCT) comienza por
establecer una tipología cerrada de los sindicatos que se pueden constituir en el
Perú.
A ello agrega, con respecto al ámbito geográfico o territorial de las organizaciones
de trabajadores, que los tres últimos tipos de sindicatos pueden constituirse con
alcance local, regional o nacional; en cuyo caso podrán constituir secciones
sindicales dentro de los centros de trabajo donde tengan representación, a los
efectos de cumplir con sus funciones en tales ámbitos (artículo 7 de la LRCT),
Las secciones sindicales:
La aparición de las organizaciones sindicales simples a nivel supraempresarial va a
originar la necesidad de encontrar mecanismos más o menos institucionalizados de
actuación de estos sindicatos a nivel empresarial, dando lugar así al surgimiento de
las secciones sindicales; los que se pueden definir como las «unidades
organizativas de base» (Ojeda 1994: 376) de los sindicatos supraempresariales,
constituidas «para el cumplimiento de sus fines (del sindicato) al interior de la
empresa» (artículo 7 del la LRCT).
b) Derecho de libre afiliación
Consiste en el derecho de los trabajadores, sin ninguna distinción, de afiliarse a las
organizaciones que estimen conveniente, con la sola condición de respetar sus
estatutos (artículo 2 del Convenio 87). La LRCT nos dice que la afiliación es libre y
voluntaria. No puede condicionarse el empleo de un trabajador a la afiliación, no
afiliación, o desafiliación, obligársele a formar parte de un sindicato o impedírsele
hacerlo.
Del mismo modo y con los mismos alcances que en el caso anterior (derecho de
libre constitución) debemos afirmar que los sujetos de este derecho son los
trabajadores, sin ninguna distinción o discriminación en razón de su raza,
nacionalidad, opinión, sector, etc.
c) Derecho al desarrollo de actividad sindical y las facilidades necesarias para su
materialización
Siendo la libertad sindical un derecho complejo, de titularidad doble (individual y
colectiva), hemos de comenzar nuestra exposición en este campo haciendo la
salvedad de que aquí sólo se considerará la actividad sindical llevada a cabo por
los trabajadores individualmente considerados, dejando el desarrollo de actividad
de los sujetos colectivos, en que se analiza la libertad de gestión externa.
LA LIBERTAD SINDICAL NEGATIVA
Consiste en el derecho de los trabajadores a no incorporarse a una organización
sindical o a no permanecer en aquella de la que formen parte, bastando para ello
su voluntad en cualquiera de los dos sentidos y sin que su decisión les pueda
acarrear represalia alguna.
Este derecho no se encuentra consagrado expresamente en nuestra Constitución,
ni lo encontramos establecido en los Convenios de la OIT. En el segundo caso, la
omisión no es casual sino que se deriva de la oposición de algunos países (EEUU
y Gran Bretaña) en los cuales es frecuente el recurso a las cláusulas de seguridad
sindical, que están reñidas con este derecho, como veremos más adelante. Desde
el comienzo se evidencia, pues, que no se trata de un derecho que suscite
solamente adhesiones sino que tiene muchos detractores, para algunos de los
cuales no debe ser considerada como parte de la libertad sindical.
Es obvio que tanto las cláusulas de seguridad como las de preferencias pueden ser
vistas como mecanismos inválidos de inducción a la afiliación sindical, si es que el
ordenamiento jurídico concreto consagra expresamente la libertad sindical negativa,
en tanto que las terceras no entrañan limitación alguna a este derecho. Entre las
principales cláusulas sindicales tenemos:
La cláusula «closed shop» o «de taller cerrado», por la que se prohíbe
alempresario contratar trabajadores no pertenecientes al sindicato que suscribieron
tal cláusula.
La cláusula «union shop» o «de taller sindicado», según la cual el empresario
puede contratar libremente a sus trabajadores pero estos ingresan a condición de
afiliarse en un determinado el plazo, cumplido el cual, de no hacerlo serán
despedidos.
La «preferential hiring» o «de empleo preferente», por la cual el empresario debe
admitir prioritariamente a los trabajadores afiliados al sindicato pactante.
La cláusula «maintenance of membership», «de exclusión por separación» o «de
mantenimiento de afiliación», que obliga al empresario a despedir a los trabajadores
que hayan dejado de pertenecer al sindicato firmante del convenio colectivo.
La cláusula «hiring hall» o «de bolsa de trabajo sindical» o «de agencia de trabajo
sindical», por la cual el empleador se compromete a contratar trabajadores sólo (o
en determinado porcentaje) a través de esta agencia de colocación del sindicato o
creada por acuerdo entre éste y el empleador.
La cláusula «porcentage shop» o «de sindicación mínima», que obliga a tener en
la empresa un porcentaje mínimo de trabajadores afiliados al sindicato firmante.
La cláusula «preferential shop», «de cláusulas preferenciales» o «de ventajas
reservadas», por las cuales se otorga a los trabajadores afiliados ciertas
preferencias, beneficios o ventajas en materia de empleo, remuneraciones,
ascensos, etc.
La cláusula «de pago canon de negociación», por la cual se obliga a que los
trabajadores no afiliados al sindicato firmante del convenio paguen una determinada
cuota si es que benefician del mismo.
La cláusula «check off» o «de retención de cuotas sindicales», de acuerdo a la
cual el empresario se obliga a descontar la cuota sindical del salario de los
trabajadores afiliados y entregarla al sindicato.
LA LIBERTAD SINDICAL COLECTIVA
La libertad sindical colectiva o autonomía sindical, consiste en el derecho de los
sindicatos de autorganizarse y actuar libremente en defensa de los intereses de los
trabajadores. Este derecho, por lo tanto, no tiene como titular al trabajador
individualmente considerado sino al sindicato, a la organización que desarrolla una
actividad sindical, por lo que el interés protegido tiene carácter colectivo, el del
conjunto de trabajadores de que se trate, que se mantiene aunque las
individualidades de ese conjunto puedan variar. Así, el Tribunal Constitucional ha
señalado de manera sintética que la libertad sindical se expresa en la protección de
la autonomía sindical, «es decir, la posibilidad de que el sindicato pueda funcionar
libremente sin injerencias o actos internos que lo afecten» (fundamento jurídico de
la sentencia recaída en el proceso 3311-2005-PA).
Es el elemento primordial de la libertad sindical y el complemento indisoluble de las
manifestaciones individuales de este derecho, puesto que de nada servirá
garantizar el derecho de los trabajadores a constituir, afiliarse, no afiliarse o
desafiliarse a una organización sindical, si es que ésta no va a gozar de la
autonomía suficiente para regular su conformación interna, su funcionamiento y su
actuación. Por esta razón, la libertad sindical colectiva conlleva la prohibición al
Estado y a cualquier tercero, especialmente a los empleadores y sus
organizaciones, de controlar o intervenir en la vida de las organizaciones sindicales.
El Tribunal Constitucional ha reconocido como contenido genérico de la libertad
sindical colectiva al siguiente:
En cuanto a la segunda dimensión, la plural o colectiva, cabe precisar que la libertad
sindical presenta tres niveles de protección:
Frente al Estado, comprendiendo la autonomía sindical y la personalidad jurídica
del sindicato, es decir, el derecho de las organizaciones de trabajadores a elegir
libremente a sus representantes y a determinar su organización y plan de acción,
sin injerencias externas.
Frente al empleador, comprendiendo especialmente el fuero sindical y la
proscripción de prácticas desleales, esto es, que los dirigentes sindicales cuentan
con una especial protección para garantizar el desempeño de sus funciones y el
cumplimiento del mandato para el que fueron elegidos.
Frente a las otras organizaciones sindicales, comprendiendo el derecho a la
diversidad sindical. Como se ve, agrupando las facultades de este aspecto de la
libertad sindical frente a los diversos actores de las relaciones laborales, en esta
sentencia se recoge de manera más o menos completa el elenco de componentes
que integran la autonomía sindical, que se desarrollan en los siguientes acápites.
RÉGIMEN JURÍDICO SINDICAL:
a) La libertad de constitución y la proscripción de autorizaciones estatales previas
La libertad de constitución de organizaciones sindicales, además de tener una
amplitud subjetiva y objetiva enormes, implica que los trabajadores pueden
constituir sus organizaciones «sin autorización previa del Estado»; lo que se traduce
en un expreso reconocimiento de que no es posible subordinar la constitución de
los sindicatos al poder discrecional del Estado; o, visto desde otro ángulo, que este
derecho no debe ser considerado como una concesión gratuita del poder sino como
un derecho fundamental de los trabajadores que se impone al poder. Sin embargo,
hemos de reconocer que este distanciamiento del Estado no significa que no pueda
exigir una serie de formalidades con fines de publicidad, verificación de la identidad
del grupo y protección de terceros; aunque sí importa, como correlato, que tales
procedimientos no introduzcan indirecta o transversalmente tal autorización.
En los países en que se otorga personalidad jurídica a los sindicatos, el rol estatal
es insoslayable, puesto que tal concesión suele venir acompañada de un mínimo
procedimiento de control formal del Estado. Más aun cuando el modelo de
organización adoptado históricamente en el Perú es el denominado por la doctrina
como «sindicato-asociación», con los rasgos de permanencia y estabilidad,
estructura orgánica más o menos compleja, estatutos escritos y depositados, etc.,
que lo caracterizan.
b) El registro sindical:
Siguiendo con el derrotero histórico, en nuestro país se exige que cualquier
organización sindical debe registrarse para poder actuar en el mundo de las
relaciones laborales, tanto ante el empleador, como ante cualquier autoridad
pública.
c) Requisitos y efectos del registro sindical:
La inscripción en el registro sindical tiene una trascendencia enorme, puesto que
del cumplimiento de tal requisito se derivarán la «personería gremial» o la
«personería jurídica para todo efecto legal», según se trate de sindicatos de
trabajadores o funcionarios, respectivamente. Los documentos necesarios para
alcanzar tal registro en los dos regímenes son:
acta de la asamblea general de constitución del sindicato y su denominación;
estatutos;
nómina de afiliados, con expresa indicación, en el caso de organizaciones
sindicles en primer grado, de sus apellidos, profesión, oficio o especialidad, o cargo;
número de Libreta Electoral y Militar y fecha de ingreso; si se trata de sindicatos de
gremio, de profesiones u oficios varios, el nombre de su respectivo empleador;
nómina de organizaciones afiliadas, cuando se trate de federaciones y
confederaciones, con indicación del número de registro de cada una de ellas;
nómina de la Junta Directiva elegida (artículo 21 del DS 011 y artículo 12 del DS
003); y,
certificación de la repartición pública sobre el número de servidores públicos que
laboran en la misma, con derecho a sindicarse en la fecha en que se realizó la
asamblea de constitución del sindicato (sólo para las organizaciones de funcionarios
públicos).
LA PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL DE LA LIBERTAD SINDICAL:
El proceso de amparo como derecho fundamental consagrado en la constitución, la
libertad sindical ha podido y todavía puede defenderse a través del proceso de
amparo previsto en su artículo 200. Y comenzamos de esta manera nuestro
acercamiento a este tema, porque desde la entrada en vigencia del Código Procesal
Constitucional, a finales de 2004, el amparo perdió su carácter de vía alternativa
para la defensa de los derechos constitucionales, transformándose en vía
subsidiaria o residual respecto de las vías procedimentales específicas, igualmente
satisfactorias, para la protección del derecho constitucional amenazado o
vulnerado.
LA PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE LA LIBERTAD SINDICAL
La libertad sindical ha sido el primer derecho fundamental en contar con específicos
mecanismos internacionales para su protección, como no podía ser de otra manera,
estos mecanismos han surgido en el seno de la OIT, puesto que para una institución
que dirige su actividad al campo laboral y se construye sobre una estructura
tripartita, la libertad sindical tiene una importancia superlativa, que lleva a que
imponga el respeto de este derecho incluso a los países que no han ratificado los
convenios internacionales de trabajo sobre el particular; en la medida en que tal
obligación se deriva del respeto a la Constitución de la OIT que se impone a los
países que la integran.
Por ello, en el seno de la OIT, al lado de los mecanismos regulares de control,
dirigidos a promover y verificar la aplicación de los convenios que adopta la
Conferencia, incluyendo, por supuesto, los referidos a la libertad sindical, se crearon
complementariamente en 1950 la Comisión de Investigación y Conciliación en
materia de libertad sindical, el Comité de Libertad Sindical (de integración tripartita),
que examina las quejas sobre violación de la libertad, sin requerir para ello de
autorización alguna del gobierno en cuestión. fueren necesarias para hacer
efectivos tales derechos y libertades» (cursivas nuestras). Un último aspecto que
hemos analizado de manera breve, es la protección que ofrece el fuero sindical a
los dirigentes sindicales para que estén protegidos de actos lesivos por parte de los
empleadores que les impidan ejercer sus funciones de defensa de los trabajadores.
En este sentido, el fuero sindical no protege únicamente los traslados, sino que el
TC analiza otras medidas que pueden acompañar un traslado de centro de trabajo
que pueden estar aparentemente justificadas, como por ejemplo, una «sobrecarga
de trabajo» o una «disminución de categoría». Así, es por todo lo antes expuesto
que el supremo intérprete es el llamado a dotar de contenido el derecho a la libertad
sindical según sea el caso concreto. A través de precedentes ha determinado
criterios y definiciones que son el marco de referencia para casos futuros,
manteniendo una línea argumentativa que creemos se mantiene coherente en el
tiempo.
Como advertimos al inicio, creemos que gracias al TC, la libertad sindical no tiene
un mero reconocimiento escueto constitucional, sino que representa una piedra
angular en el desarrollo de las relaciones laborales y que, cuando ha sido vulnerado,
ha encontrado en el TC una instancia no solo de reconocimiento sino de promoción.
EL DERECHO SINDICAL
Es la rama del Derecho del Trabajo o Derecho Laboral que regula la constitución y
actividad de los sindicatos y de las organizaciones empresariales, así como el
ejercicio del derecho de huelga. Sin embargo, el Derecho Sindical no es una rama
autónoma, porque sus normas relativas a la organización sindical, caen dentro
del Derecho del Trabajo y dentro de este del Derecho Colectivo de Trabajo.
ARTÍCULO 8º:
A. Los estados partes en el presente pacto se comprometen a garantizar:
El derecho de toda persona a fundar sindicatos y a afiliarse al de su
elección, con sujeción únicamente a los estatutos de la organización
correspondiente, para promover y proteger sus intereses económicos y
sociales. No podrán imponerse otras restricciones al ejercicio de este
derecho que las que prescriba la ley y que sean necesarias en una
sociedad democrática en intereses de la seguridad nacional o del orden
público, o para la protección de los derechos y libertades ajenos.
El derecho de los sindicatos a formar federaciones o confederaciones
nacionales y el de estas a fundar organizaciones sindicales
internacionales o afiliarse a las mismas.
El derecho de los sindicatos a funcionar sin obstáculo y sin otras
limitaciones que las que prescriba la ley y que sean necesarias en una
sociedad democrática en intereses de la seguridad nacional o del orden
público, o para la protección de los derechos y libertades ajenos.
El derecho de huelga, ejercicio de conformidad con las leyes de cada
país.
El presente artículo no impedirá someter a restricciones legales el ejercicio
de tales derechos por los miembros de las fuerzas armadas, de la policía o
de la administración del estado.
Nada de los dispuesto en este artículo autoriza a los estados partes en el
convenio de la organización internacional del trabajo de 1948, relativo a la
libertad sindical y a la protección del derecho de sindicación, a adoptar
medidas legislativas que menoscaben las garantías previstas en dicho
convenio a aplicar la ley en forma que menoscabe dichas garantías.
BILBIOGRAFIA
Estudió primaria(1956 - 1960) en la escuela pre-vocacional 1606 en
morropón.
Secundaria (1961 - 1965) en el colegio ignacio escudero de chulucanas.
Superior en la universidad nacional mayor de san marcos, lima(1969 - 1976),
recibiéndose de abogado en 1978.
Maestría (2005) en la universidad nacional hermilio valdizán de huánuco, con
mención en derecho civil y comercial.
Tiene 4 diplomados en diversos temas sobre derecho, uno de ellos en
derecho laboral
Ex-secretario general y secretario de defensa del sindicato de trabajadores
de p. Y
J. Hartínger s.a.(1974 - 1977) y como representante de los trabajadores de
la industria del
Vidrio, participó integrando el comando unitario de lucha ( cul ) que realizó el
19 de julio
De 1977, el paro nacional unitario, que posibilitó que en octubre de 1977, se
convocara
A las elecciones para la constituyente de 1978, que hizo la constitución del
año de 1979,
Volviendo la democracia en el país a partir del año 1980, con lo que se
terminó el oncenio
Militar del gral. Juan velasco alvarado y morales bermúdez.
Especialista en derecho del trabajo, catedrático de derecho laboral en la
universidad nacional de ucayali, nombrado desde abril del 2005, continuando
a la fecha, está a cargo de los cursos laborales en la facultad de derecho y
ciencias políticas de la unu que son los siguientes:
Derecho laboral i - derecho laboral ii - derecho procesal de trabajo - práctica
procesal laboral.
Miembro de la asociación iberoamericana de derecho del trabajo de lima.
Llegó a pucallpa desde setiembre de1979 y participó en el pucallpaso de ese
año, radicando en ésta hasta la fecha, manteniendo su consultorio jurídico.
Fue regidor en la municipalidad provincial de coronel portillo – pucallpa -
ucayali en los años 1985 a 1989, por izquierda unida y un grupo
independiente.
Ex responsable regional de transparencia en ucayali en el control de las
elecciones generales de 1990 - 1995 y 2000. Este año se alejó de
transparencia, para luchar contra la dictadura fujimontesinista y contra
el fraude electoral de la re-reelección en el 2000, apoyando la elección de
toledo, siendo su personero legal en ucayali, al ser éste candidato a la
presidencia, en ese momento, la expresión más clara de recuperación
Democrática nacional.
Ex- asesor legal de la universidad nacional de ucayali de 1981 a 1992, este
año renunció al cargo por estar contra la dictadura del rector victor chávez
vásquez, que se apoderó de la unu en 1986 y que se mantuvo en
el dominio de esta universidad, hasta el 30 de noviembre del 2001, que
terminó trágicamente su gestión, con un muerto y varios heridos, cuando fue
expulsada de pucallpa por el pueblo en lucha, que tomó la universidad en
medio de una huelga general indefinida.
Ex miembro de la mesa de concertación y lucha contra la pobreza de ucayali
2001 - 2004.
Ex-director regional de trabajo de ucayali desde el mes de diciembre del 2001
al mes de marzo del 2002, renunciando al cargo, por discrepancias con el
presidente del ctar-ucayali, feliciano paredes, que no apoyó el servicio
inspectivo con personal.
Personero legal del mapu(movimiento agrario popular ucayalino), en las
elecciones del 2006, que ganó las elecciones municipales del 2006, en la
municipalidad provincial de coronel portillo y participante también en las
elecciones complementarias del 2007.
Es miembro de los colegios de abogados de lima y ucayalí.
Ha escrito más de 40 artículos libres en el periódico ahora de pucallpa.
SETIEMBRE - 2017