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En México hay niños que duermen en las calles, que se drogan, roban y se
prostituyen, niños que tienen hambre, están desnutridos y enfermos, con
pocas probabilidades de tener un desarrollo físico, intelectual, afectivo y
emocional adecuado y con esas condiciones están condenados a sobrevivir
con serias desventajas y limitaciones para enfrentar su vida como adultos.
También es hablar de una sociedad que olvida y margina a los niños que
ella misma produce, y con cuyo silencio y contemplación se vuelve cómplice
de la injusticia en la que los menores viven.
¿Cómo se acerca la educación a estos niños que a menudo son tratados como
delincuentes y que recelan de las instituciones, la autoridad y las actividades
organizadas? Ellos pueden ver al mundo adulto como inherentemente
amenazador. La educación no formal es una manera de abordar estas
preocupaciones legítimas, al mismo tiempo que se deja la puerta abierta a la
educación establecida en el futuro. El rango de las iniciativas no formales para
los niños de la calle es inmenso. Los métodos varían desde el uso de la danza,
la música y los deportes, hasta el circo y el arte. Algunas de estas prácticas,
con el apoyo de la UNESCO, actualmente forman parte del Programa para la
Educación de Niños Necesitados.
África
Estados Árabes
Asia y el Pacífico
Europa y América del Norte
América Latina y el Caribe
Desde 1992, se han llevado a cabo proyectos conjuntos para los niños de la
calle en los siguientes países: Bangladesh, Benin, Burkina Faso, Camboya,
Camerún, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Etiopía,
Alemania, Ghana, Haití, India, Kenya, Lituania, Malí, Mauricio, Mongolia,
Marruecos, Namibia, Pakistán, Territorios Autónomos Palestinos, Paraguay,
Perú, Filipinas, Polonia, Rumania, Rusia, Senegal, Serbia, Sudáfrica, Sri-
Lanka, Tailandia, Togo, Túnez, Uganda, Vietnam, Zambia, Zimbabwe.
http://www.unesco.org/new/es/social-and-human-sciences/themes/fight-
against-discrimination/education-of-children-in-need/street-children
Niños de la calle
Niños que viven en la calle
Son menores que viven (o sobreviven) en las calles. Muchas veces crecen en
vertederos públicos, estaciones de tren o bajo los puentes de grandes ciudades.
Por los conflictos que tienen con sus familias, estos niños no quieren o no pueden
regresar a casa.
Hay varias razones por las cuales un niño debe o decide vivir en la calle. La
combinación de factores familiares, económicos, sociales y políticos juega un
papel importante en su situación y, por lo tanto, es muy difícil señalar de manera
determinante una o más causas.
Sin embargo, los niños a quienes se les ha preguntado afirman que la familia, la
pobreza, el abuso o la guerra, entre otras, son frecuentemente razones para irse a
las calles.
Derecho a la alimentación
Los niños de la calle a menudo no tienen acceso a una dieta saludable ni
suficiente. Algunas veces, ni siquiera tienen comida, porque al vivir en las calles
no tienen cómo producirla, ni tienen dinero para comprarla.
Además, estos niños no tienen los beneficios de una dieta equilibrada: comen lo
que encuentran. Algunas veces, cuando tienen la oportunidad de elegir, se
inclinan por comidas poco saludables como el helado o los pasteles, de tal manera
que corren el riesgo de sufrir malnutrición. Los problemas de crecimiento también
son comunes entre estos niños.
Derecho a la salud
La salud de los niños que crecen en las calles está fuertemente comprometida. De
hecho, no tienen acceso a instalaciones sanitarias y a menudo están sucios e
infestados de piojos.
Estos niños están expuestos a diferentes enfermedades por falta de higiene y, con
frecuencia, su salud es preocupante. Sin una familia que se ocupe de ellos, estos
menores deben cuidar de sí mismos.
Además, los niños de la calle consumen con frecuencia cannabis y/o alcohol, o
inhalan gas natural para escapar de su realidad. Desafortunadamente, estas duras
condiciones de vida tienen un impacto negativo, no sólo en su desarrollo físico y
psicológico, sino también en su desarrollo cultural y económico.
Derecho a la educación
Los niños de la calle no reciben educación. Por esta razón, no tienen las mismas
oportunidades que otros niños. En realidad, por no poder visualizar ningún futuro
para ellos mismos y por no poder contar con formación profesional, se encuentran
impedidos para encontrar empleo y cambiar su situación.
Derecho a la no discriminación
“La gente habla mal de nosotros,
nos culpan de todo y nos llaman wad-bi o drogue-gnoudba”
Vistos como marginales, los jóvenes de la calle son, con frecuencia, víctimas de
discriminación. Generalmente, los adultos tienen prejuicios que los estigmatizan y,
en consecuencia, muchas veces se les asocia con los peligros de las calles. A
menudo para estos niños es difícil reintegrarse a la sociedad.
Con el objetivo de entender mejor a los niños que viven y crecen en las calles, es
esencial tanto hacerlos participar como ponerlos en contacto con instituciones o
personas clave, que busquen comprender las causas estructurales de su
situación.
http://www.humanium.org/es/ninos-calle/
Aunque son visibles físicamente, los niños y niñas de la calle son a menudo
víctimas de la desidia, el rechazo y la exclusión
Los niños y niñas de la calle se encuentran tal vez entre los más visibles físicamente, ya que viven y
trabajan en las calles y las plazas de las ciudades de todo el mundo. Y sin embargo, paradójicamente,
se encuentran también entre los más "invisibles", y son por tanto los niños y niñas más difíciles de
acceder con servicios fundamentales como la educación y la atención de la salud, y los más difíciles de
proteger.
El término "niño de la calle" es problemático, ya que puede utilizarse como una etiqueta para
estigmatizar, debido a que uno de los mayores problemas que confrontan estos niños es que la
sociedad en general les considera un peligro y una fuente de conducta criminal. Sin embargo, muchos
niños y niñas que viven o trabajan en las calles han adoptado el término, ya que consideran que les
referirse a toda una serie de problemas, pero no debe ocultar el hecho de que muchos niños y niñas
que viven o trabajan en las calles lo hacen de muchas formas diferentes y por una serie distinta de
razones, y cada uno de ellos es único, con su propio punto de vista firmemente arraigado.
Es imposible calcular el número exacto de niños o niñas que viven en las calles, pero se estima que
hay decenas de millones; algunas sitúan la cifra en alrededor de 100 millones o más. Es muy posible
que estas cifras aumenten a medida que crezca la población mundial y la urbanización siga
avanzando: se espera que seis de cada 10 habitantes de zonas urbanas tengan 18 años en 2005.
En la práctica, en todas las ciudades del mundo hay algunos niños de la calle, incluidas algunas de las
La mayoría de los niños y niñas de la calle no son huérfanos. Muchos todavía mantienen un contacto
con sus familias y trabajan en las calles para aumentar los ingresos del hogar. Muchos otros han huido
de sus casas, a menudo como consecuencia de malos tratos psicológicos y físicos o el abuso sexual.
La mayoría son niños, debido a que parece que las niñas soportan al parecer por más tiempo las
situaciones abusivas o explotadores en el hogar, aunque una vez que abandonan su hogar y su
Una vez en las calles, los niños son vulnerables a todas las formas de explotación y malos tratos y lo
más probable sea que sus vidas estén muy lejos de la infancia que se describe en la Convención sobre
los Derechos del Niño. En algunos casos, aquellos que tienen la obligación de protegerlos se
convierten en los autores de los crímenes que les afectan. Los niños y niñas de la calle sufren
hostigamiento o son víctimas de palizas por parte de la policía y a menudo se encuentran en conflicto
con la ley. Algunas veces se han llevado a cabo redadas de niños para trasladarlos fuera de los límites
de la ciudad y abandonarlos allí. Otros han sido asesinados por bandas de vigilantes para "limpiar la
Los datos estadísticos, por muy fríos que puedan parecer, nos muestran sin
embargo un panorama sombrío y preocupante sobre la situación de la
infancia en México; no sólo por el hecho de que los niños tengan que
trabajar, sino por las condiciones en las que se lleva a cabo el trabajo. Estas
condiciones son la mayoría de las veces injustas, y existen en ellas claros
signos de explotación.