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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

UAPA

ASIGNATURA:
DERECHO CIVIL I

TEMA:
TAREA I

PARTICIPANTES:
RUT ESTHER MERCEDES CORTORREAL
MAT. 04-3128

FACILITADORA
ROSANNA SALAS

SANTO DOMINGO ESTE, R.D.-

10 DE ENERO DE 2018
Distinguidos Participantes, en este espacio subirán el resumen de la
unidad I del programa de la asignatura.

TEMA I
Las Personas Físicas o Naturales. El Nombre, el Seudónimo y el
Sobrenombre.

Que es la persona en sentido jurídico.-

La persona en sentido jurídico es un sujeto de derechos y de obligaciones; la


personalidad es la aptitud para ser titular de derechos y de obligaciones. El
legislador confiere la personalidad, por una parte, a las personas físicas; y de
otra, a ciertos grupos o a algunas masas de bienes dotadas de autonomía: las
personas morales.

Desde la abolición de la esclavitud en las colonias francesas en 1848 y con la


supresión de la muerte civil en 1854, todo ser humano tiene la personalidad
jurídica y, en principio, la plena capacidad de goce.

Clasificación de las personas.-

Persona natural: Es todo ser humano o individuo que nace y obtiene la capacidad
legal en la sociedad sin importar edad, sexo o religión.

La personalidad humana tiene como punto de partida el nacimiento. El


nacimiento no basta siempre para conferir la personalidad al nuevo ser. Es
también preciso que nazca vivo y, además, que nazca viable.

Persona moral o jurídica: Es un ente ficticio que obtiene la capacidad legal


porque la ley le asigna poder para contratar y contraer obligaciones con
representación de una persona natural.

Sociedad de Hecho: Surge de un acuerdo entre dos o más personas que se


obligan a aportar dinero, trabajo u otro tipo de bienes para explorar una actitud
comercial, con el ánimo de repartir las utilidades entre sí. Como no se constituyen
legalmente no son personas jurídicas así que lo derechos y obligaciones
contraídos se consideran a carga o a favor de los socios. 3

Duración de la personalidad y terminación de la personalidad.-

El ser humano es, pues, una persona jurídica desde su nacimiento y, cada vez
que su interés lo quiera, desde su concepción, hasta su fallecimiento o “muerte
natural” (expresión de que se servían los rectores del articulo 23 del Código Civil
para ponerla a la “muerte civil”, hoy suprimida).
La partida de defunción prueba ese acontecimiento con gran certidumbre;
porque no puede extenderse más que si se ha hecho previamente, ante el
cadáver, ciertas comprobaciones.

Pero semejantes comprobaciones no son posibles siempre. Existen, pues,


personas para las cueles no se ha podido extender ninguna partida de defunción:
los ausentes y los desaparecidos.

La Ausencia.-

El individuo del que no se sabe si está vivo o muerto es un “ausente”. El individuo


del que exista casi la certeza de que ha muerto, sin que se haya podido encontrar
su cadáver, es un “desaparecido”.

Se ha definido así al ausente: el individuo del que no cabe decir si está vivo o
muerto. No se debe confundir al ausente con aquel que solamente no está
presente (no presente), tal como el militar hecho prisionero y del que se sabe
que esta vivo.

Al redactarse el Código Civil, la ausencia fue la única situación reglamentada; lo


cual era enfadoso, porque, si las reglas de la ausencia son muy protectoras de
los intereses del ausente, comprometen los de su familia. Por eso el decreto del
3 de enero de 1813, considerando los accidentes que se producían en las minas,
y luego la ley del 8 de junio de 1893 sobre las desapariciones en el mar,
permitieron comprobar judicialmente la muerte del minero o del marino.

La desaparición.-

El desaparecido es, como el ausente, una persona a la cual se está son noticias;
pero su desaparición es la consecuencia de un acontecimiento que era de
naturaleza como para poner en peligro su vida; por eso es muy probable la
muerte.

Esta situación está regida por la ordenanza del 30 de octubre de 1945 (los
nuevos arts. 87 a 93 del Código Civil).

La desaparición presenta sobre la ausencia la ventaja de que permite declarar


jurídicamente la muerte; y lo permite en un plazo relativamente breve.

Retorno del desaparecido y del ausente.-

Cualesquiera que hayan sido las precauciones tomadas por los tribunales con
ocasión de la declaración de muerte, existen ejemplos de personas cuyo
fallecimiento ha sido declarado judicialmente y que has reaparecido. El articulo
92 del Código Civil dispone que ese muerte viviente “será admitido a presentar
la prueba de su existencia”. ¡La fórmula no es feliz! Podrá demandar la anulación
del auto declaratorio. Recordará sus bienes; pero tan sólo como el ausente que
regresa luego de la toma de posiciones definitiva de sus bienes, en el estado en
que se encuentre.

Si estaba casado, sigue estándolo. Si su cónyuge se ha vuelto a casar, esa


segunda unión debe ser declarada nula; pero, como ha sido contraída de buena
fe, la nulidad no es retroactiva (se dice que ese matrimonio nulo es putativo). Ya
se sabe que, si el cónyuge del ausente se ha vuelto a casar no obstante la
prohibición, y si el ausente reaparece, sólo este último puede pedir la nulidad.

Terminación de la personalidad.-

La única causa de extinción de la personalidad del ser humano es la muerte, en


el sentido biológico de la palabra. No siempre ha sido así. Mientras existió la
esclavitud, el hecho de caer en ella extinguía la personalidad del ser humano; y
mientras existió la institución de la muerte civil, la personalidad, por lo menos en
el ámbito del Derecho Civil, se podía perder como consecuencia de ciertas
condenas penales o de ciertos votos religiosos.

Por muerte en sentido biológico debe entenderse la cesación de las funciones


vitales del individuo (aun cuando subsistan funciones vitales de partes del
mismo). La determinación de si un individuo ha muerto o no, es una cuestión de
carácter médico-legal.

Para probar la muerte, el medio legal por excelencia es la partida de defunción,


y a falta de ésta, la correspondiente sentencia supletoria. De una u otra se tratará
al estudiar el Registro Civil. La carga de la prueba de la muerte de una persona
y, en su caso, la carga de la prueba del momento en que ocurrió, corresponden
a quien alegue un derecho que presuponga dicha muerte y, en su caso, la
oportunidad de la misma.

Caracteres de los derechos de la personalidad.-

Los derechos de la personalidad están unidos a la persona, y tienen un carácter


extrapecuniario muy acentuado.

a) Por estar unidos a la persona, esta fuera del comercio, son intransmisibles
e inembargables. Sin embargo, por excepción, pueden ser objeto de
ciertas convenciones; su cede así cuando el atentado es de tal naturaleza
que puede procurarle un beneficio al individuo: su curación, por ejemplo.
Por el contrario, la regla según la cual los derechos de la personalidad
están fuera del comercio se aplica con mucho rigor cuando las
convenciones infligen a la integridad un ataque que, en definitiva, será
perjudicial para el cesionario de tal derecho. Está prohibido disponer del
propio cuerpo: la eutanasia, la mutilación, la esterilización son crímenes o
delitos, aunque la misma victima consienta en ellos.
b) Los derechos de la personalidad tienen, sobre todo, un aspecto moral
(extrapecuniario). Sin embargo, algunos tienen consecuencias
pecuniarias; por otra parte, su lesión origina una reaparición que será casi
siempre pecuniaria.

OPINION PERSONAL

El tratamiento de la persona, y los problemas con ella vinculados, es


fragmentario en el derecho, puesto que las concepciones de persona que se
tienen en al ámbito civil, constitucional y penal dificultan una visión integral de la
misma. Se hace así necesaria un nuevo enfoque, o varios, que atiendan la
posición central de la persona en el ordenamiento jurídico.

Nuestro sistema jurídico es de corte positivista, y aun cuando se ha ganado


terreno en la aplicación y proyección de la jurisprudencia, el hecho de
encontrarse limitada por el principio de la relatividad de la sentencia, nos orilla a
pensar en los términos siguientes: es preciso elevar a nivel constitucional la
institución de los derechos de la personalidad, a efecto de que las normas
estatales contemplen y regulen a los mismos y se establezcan los mecanismos
procesales, civiles o penales, para la satisfacción de las víctimas en casos de
vulneración ilegítima.

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