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¿Qué es el Trastorno Esquizoafectivo?

A grandes rasgos, podemos entender el Trastorno Esquizoafectivo como un


trastorno mental que combina la sintomatología psicótica (delirios,
alucinaciones, discurso desorganizado, comportamiento muy desorganizado o
sintomatología negativa como la expresión emotiva disminuida o la abulia) y los
trastornos del estado de ánimo (manía-depresión). Así pues, el Trastorno
Esquizoafectivo afecta fundamentalmente a la percepción y a los procesos
psicológicos de tipo emocional.

Síntomas y diagnóstico del Trastorno Esquizoafectivo


El Trastorno Esquizoafectivo se suele diagnosticar habitualmente durante el
periodo de enfermedad psicótica por lo aparatoso de su sintomatología. Los
episodios de depresión o de manía están presentes durante la mayor parte de
la duración de la enfermedad. Debido a la gran variedad de afecciones
psiquiátricas y médicas que se pueden asociar a la sintomatología psicótica y a
los síntomas del estado del ánimo, en muchas ocasiones se puede llegar a
confundir el Trastorno Esquizoafectivo con otros trastornos, como por ejemplo
el trastorno bipolar con características psicóticas, el trastorno depresivo mayor
con características psicóticas... En cierto modo, los límites de esta categoría
diagnóstica son confusos, y esto es lo que hace que exista un debate acerca
de si es una entidad clínica independiente o la coexistencia de varios
trastornos. Para distinguirlo de otros trastornos (como el bipolar), las
características psicóticas, los delirios o las alucinaciones deben estar presentes
durante al menos 2 semanas en ausencia de un episodio mayor del estado del
ánimo (depresivo o maníaco). Así pues, el criterio que se utiliza para distinguir
entre el Trastorno Esquizoafectivo y otros tipos de desórdenes mentales es,
fundamentalmente, el tiempo (duración, frecuencia de aparición de los
síntomas, etc). La dificultad para el diagnóstico de este trastorno reside en
conocer si los síntomas del estado del ánimo han estado presentes durante la
mayoría de la duración total activa y residual de la enfermedad, determinando
cuando hubo síntomas del estado del ánimo significativos acompañados de la
sintomatología psicótica.

¿Quién sufre este tipo de psicopatología?


La prevalencia del Trastorno Esquizoafectivo en la población es del 0,3%. Se
estima que su frecuencia es de una tercera parte de la población afectada
por la esquizofrenia.

Su incidencia es mayor en la población femenina. Esto es debido


fundamentalmente a la mayor incidencia de sintomatología de tipo depresivo
entre las mujeres en comparación a la de los varones, algo que posiblemente
tiene causas genéticas pero también culturales y sociales.

¿Cuándo suele comenzar a desarrollarse?


Existe consenso en afirmar que la edad de inicio del Trastorno Esquizoafectivo
suele darse en la vida adulta temprana, aunque esto no impide que pueda
darse durante la adolescencia o en las etapas más tardías de la vida.
Además, hay un patrón de aparición diferenciado según la edad de la persona
que empieza a experimentar los síntomas. En los adultos jóvenes suele
prevalecer el Trastorno Esquizoafectivo de tipo bipolar, mientras que en los
adultos mayores suele prevalecer el Trastorno Esquizoafectivo de tipo
depresivo.

¿Cómo influye el Trastorno Esquizoafectivo en las personas que lo


sufren? El modo en el que el Trastorno Esquizoafectivo deja una huella en el
día a día de quienes lo experimentan tiene que ver con prácticamente todos los
ámbitos de la vida. Sin embargo, se pueden destacar algunos aspectos
principales:

 La capacidad de seguir funcionando a nivel laboral se ve afectada


normalmente, aunque, a diferencia de lo que ocurre con la
esquizofrenia, esto no es determinante como criterio definitorio.

 El contacto social se ve mermado por el Trastorno Esquizoafectivo. La


capacidad de autocuidado también se ve afectada aunque como en los
anteriores casos, la sintomatología suele ser menos grave y persistente
que en la esquizofrenia.
 La anosognosia o ausencia de introspección es común en el
Trastorno Esquizoafectivo, siendo menos grave que en la esquizofrenia.

 Existe la posibilidad de asociarse a trastornos relacionados con el


alcohol u otras sustancias.

Pronóstico

El Trastorno Esquizoafectivo suele tener mejor pronóstico que la esquizofrenia.


Al contrario, su pronóstico suele ser peor que el de los trastornos del estado
de ánimo, entre otras cosas porque los síntomas relacionados con los
problemas de percepción suponen un cambio cualitativo muy abrupto a lo que
sería esperable en una persona sin este trastorno, mientras que las
alteraciones del estado de ánimo pueden ser entendidas como un problema de
tipo más bien cuantitativo.

En general, la mejoría que se produce es entendida desde un punto de vista


tanto funcional como neurológico. Podemos entonces situarlo en una
posición intermedia entre ambos.

A mayor prevalencia de sintomatología psicótica, más cronicidad del


trastorno. La duración del curso de la enfermedad también incide. A mayor
duración, mayor cronicidad.

Tratamiento y psicoterapia
A día de hoy no hay pruebas ni medidas biológicas que nos puedan ayudar al
diagnóstico del Trastorno Esquizoafectivo. No hay certeza sobre si existe
diferencia de base neurobiológica entre el Trastorno Esquizoafectivo y la
esquizofrenia en cuanto a sus características asociadas (como podrían ser sus
anomalías cerebrales, estructurales o funcionales, los déficits cognitivos y los
factores genéticos). Por lo tanto, en este caso planear terapias de alta
efectividad es muy difícil. La intervención clínica, pues, se centra en la
posibilidad de mitigar los síntomas y entrenar a los pacientes en la aceptación
de nuevos estándares de vida y gestión de sus emociones y conductas de
autocuidado y sociales.

Para el tratamiento farmacológico del Trastorno Esquizoafectivo se suelen


utilizar antipsicóticos, antidepresivos y eutimizantes, mientras que la
psicoterapia del Trastorno Esquizoafectivo más indicada sería la de tipo
cognitivo-conductual. Para poder implementar esta última acción deben tratarse
los dos pilares del trastorno.

Por un lado, el tratamiento del trastorno del estado del ánimo, ayudando al
paciente a detectar y trabajar la sintomatología de tipo depresiva o
maníaca.Por otro lado, el tratamiento de la sintomatología de tipo psicótica
podría ayudar a reducir y controlar los delirios y las alucinaciones. Se
sabe que la convicción en éstos fluctúa con el tiempo y que pueden ser
modificados y disminuidos por intervenciones de tipo cognitivo-conductual.
Para abordar el delirio, por ejemplo, se puede ayudar a aclarar la forma en la
que el paciente construye su realidad y dota de significado a sus experiencias
partiendo de errores cognitivos y de su historia de vida. Este abordaje se puede
realizar de manera similar con las alucinaciones.

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