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ISBN: 978-84-7737-290-5
Depósito Legal: M-22253-20!0
Dirección editorial: Ram iro Domíngucz
Coordinación cclirorial: Ángela Gutiérrez y Cristina Pineda Torra
Edición: Luciana Óbidos
Producción: Equipo Sílex
Foromecán ica: Preyfor
1mpreso en España por: ELECE, Induscria gráfica
(Prinred in Spai n)
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deliro contra la propiedad intelectual (Are. 270 y ss. del Código Penal).
Contenido
PRESENTACIÓN . . • • • • . . . . • . • . • • • • • • . . • • • • • • • • • . • . . . . • . . • . . • . • • • 9
José Luis Betrdn
-7 -
Contribución de la Compañía de Jesús
al campo de la Arquitectura y de las Artes Plásticas
en el ámbito español e iberoamericano
1 Este trabajo se ha beneficiado del Proyecto de Investigación FFI 2008-05185/FISO ti miado Corpus de
Arquitectura Jesuitica, subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y dirigido por dra . M.
Isabel Alvaro Zamora en calidad de investigadora principal.
Deseo expresar mi agradecimiento a M. Josefa Tarifa, Rebeca Carretero y M. Teresa Ainaga por la ayuda
prestada en su elaboración.
2 R. García Villoslada, Manual de historia de la Compañía de Jesiis. r540-1940, Madrid, 1941, pp. 40-43.
3 J. Burrieza Sáncbe1., "La antigua C ompañía de Jesús (siglos xv1-xv111)", en T Egida (coord .), Los jesui-
tas en España y en el mundo hispánico, Madrid, 2004, pp. 49-54.
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Je,ús CRuuo MA1NAR
No nos corresponde desgranar las claves de este fenómeno religioso y social -y,
po r encima de codo, cultural- que fue la acción de la Compañía de Jes ús en los siglos
de la Edad Moderna, a las que se aproximan desde diferences perspectivas los auto-
res de otros capítulos del libro, sino analizar las estructuras arquüectó nicas que gene-
ró y el modo en que se sirvió de las arces plásticas para comunicar su mensaje en el
ámb ito hispano. D e todo ello existe, po r fortu na, una extensa -aunque ciertamente
desigual- bibliografía, dado que el arce jesuítico es uno de los más estudiados y mejor
conocidos de entre los que generaron las diferentes órdenes religiosas que desarrolla-
ron su acción pastoral encre los siglos XVl y XVlII. D ada la magnitud del fenómeno
resulta inviable abordar aquí una visión mínimamente exhaustiva del mismo, por lo
que intentaremos trazar las líneas generales y, cuando sea posible, poner el acento en
aquellas cuestiones en las que los jesuitas hispanos se mostraron originales.
4 Interesa citar aquí su fundamental J. Braun, S.J ., Spnniem nlte j esuitenkirchen. Ein Beitrag zur Ceschichu
der nachmittelalurlichen kirch/ichen Architektur in Spanien, Friburgo de Brisgovia, 1913. También lo
señalado al respecto por E. Rey, S.J ., " Leyenda y realidad en la expresión estilo jesuítico", Raz6n y Fe,
CLII, 690- 691, (1955), pp. 83-84.
' Véase en panicular el esrudio clásico de R. W icckower, "II concriburo gcsuira alle ani", en R. Winkower
e I.B. Jaffe, Architettura e arti dei gemiti, Milán, [1972) 1992, pp. 8-27.
G J .S. Ackerman, "La chiesa del Gesu e la coeva archicenura religiosa", en R. Wi rrkowcr e LB . Jaffc,
Architettura .. ., pp. 28-53; K. Schwager, " La chiesa del Gesu del Vignola", Bo//ettino del C. I.S.A. "Andrea
Pa/ladio", XJX, (1977, 1980), pp. 251-271; K. Schwager y H. Schlimme, "La chiesa del Gcsu de Roma",
en R.J. Tutele et alii (cds.), }acopo Barozzi da Vignola, Milán, 2007, pp. 272- 299.
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C0Nr rueuc 16N nE LA Co1'-tPAÑÍA DE JF.sús AL CM.no 01:: 1.A ARQUITECTUltA v oE 1.As ARTES PU.snCAS
alternativas tan válidas y complejas como el San Fedele (a partir de 1569) milanés 7 de
Pellegrino T ibaldi cuando no con versiones 8 abiertamente simplificadoras.
En fin, que sin negar la existencia de poderosos elementos centralizadores a los
que haremos referencia se puede afirmar que las empresas artísticas de la Compañía
dependieron, por encima de todo, en su configuración, de las particulares tradicio-
nes locales de los lugares en las que se materializaron.
Estas ideas generales tienen plena validez en el ámbito hispano, como comproba-
mos en las iglesias que esta Orden construyó en Castilla y Toledo, en Andalucía o en
los territorios de la antigua Corona de Aragón, edificios que sorprenden por su diver-
sidad; pero también pueden hacerse extensivas al campo de las artes plásricas, donde
se advierte una fuerte regionalización en lo fo rmal más allá de la imposición de unas
mismas estrategias iconográficas. Respecto a esto último, es importante recordar que
las iglesias jesuíticas españolas "enmarcaron" su mensaje doctrinal dentro de magní-
ficos retablos casi elevados a la categoría de creaciones autónomas que confieren a
estos templos -como a los portugueses e iberoamericanos- una gran personalidad.
La capacidad de articular discursos coherentes dentro de máquinas tan innovadoras
como los retablos mayores de la casa profesa de la Anunciación (!604-1606) de
Sevilla y el colegio de San Pablo -actual parroquia de los Sancos Justo y Pastor-
(1654-1665) de Granada, verdaderas obras maestras de este género, desempeña un
papel equiparable al de las pinturas murales de las iglesias italianas.
La extraordinaria unidad alcanzada entre arquitectura y arte mueble en casos
como la iglesia del noviciado de San Luis (1699-1731) de Sevilla o la habilidad para
transformar el interior de un templo por medio de las artes plásticas al modo de lo
sucedido en la iglesia del colegio de la Inmaculada -ahora de San Carlos Borromeo-
(1723-hacia 1742) de Zaragoza 9 constituyen, con sus propias especificidades, respues-
tas singulares a la manera de configurar el espacio para el culto que tenía la
Compañía de Jesús.
Un capítulo singular en el ámbito hispano lo conforman las series pictóricas dedi-
cadas a san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier, los dos primeros - y más impor-
tantes- sancos jesuíticos. Compuestas a partir de sus correspondientes hagiografías y
7
Sobre esre edificio véase S. Della Torre y R. Schofield, Pellegrino Tibaldi architetto e i/ S. Fedele di
Milano. Invenzione e costruzione di una chiesa esemplare, Como, 1994. Su influencia en la arquitec tura
jesuítica italiana en R. Bosel, "La arquirectura de la Compañía de Jesüs en Europa", e n G. Sale, S.!.
(ed.), Ignacio y el arte de los j esuitas, Bilbao, 2003, pp. 83-85.
8 Ibídem, pp. 75-82.
9
B. Boloqui Larraya, "Los esculrores académicos hermano jesuita Pablo Diego Ibáñez (conocido como
Lacarre), José Ramírez de Arcllano y el place ro d e Su Majestad Francisco Diego Laca rra. Relaciones
familiares a través de los Quinque libri y el Archivo G eneral de los Jesuitas en Roma", A ctas del III
Enrnentro de Estudios Bilbilitanos, Calarayud, 1992, t. I , pp. 386-388; A. Ansón Navarro y B. Boloqui
Larraya, "Zaragoza Barroca", e n G. Fatás (dir.), G'uía histórico-artútica de Zaragoza, Z aragoza, (1991)
2008, pp. 277-282.
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J ESÚS CRJADO MAINAR
Interio r de la iglesia del colegio d e la Inmaculada (actual San Carlos Borromeo) d e Zaragoza
(1569-r585 y 1723- ha. 1742), fotografía d e Antonio Ceruelo
10 Uoa visión de conjun ro en A. Rodríguez Guriérrez de Ceballos, S.J ., "La iconografía de san Ignacio de
Loyola y los ciclos pintados de su vida en España e Hispanoamérica", en J. Plazaola (ed.), Ignacio de
l oyola y su tiempo. Congreso Internacional de Historia, Bilbao, 1992, pp. ro7-128.
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CoNTklHUCIÓN DE. u. COM PAÑÍA DE JEsth AL CAMPO oE LA ARQUJTl:.cruRA y 01:. 1.As ARTE.~ PúsTI CA\
Tras el libro ya clásico y casi fundacional del padre Braun, el análisis de las empre-
sas constructivas de la Compañía de Jesús en la "asistencia" española ha sido aborda-
do en fecha reciente de modo sintético por el padre Alfonso Rodríguez en un texto
que ofrece una aproximación valiosa aunque limitada por su carácter divulgativo 11 •
Muchas de las fundaciones de la Orden cuentan, además, con estudios monográfi-
cos o con apartados en obras más extensas dedicados a sus estructuras arquitectóni-
cas; en algún caso se ha planteado la revisión del grueso de los edificios de una pro-
vincia - como 12 Andalucía- o de una región -Castilla la Vieja 13 , Galicia 14 o Valencia 15
en particular- . A pesar de ello, prevalece la dispersión y se echan en falca visiones de
conjunto que ayuden a centrar el problema en sus justos términos.
En este sentido, conviene recordar las reflexiones apuntadas por el padre Alfonso
Rodríguez al com ienzo del texto citado respecto a cómo los edificios españoles se
atienen a la dinámica evolutiva contrastada para otros muchos establecimientos de la
Orden de acuerdo a los criterios de funcionalidad, salubridad y utilidad asociados al
"modo nuestro de proceder" en el que insisten las directrices de la curia generalicia
m ás allá de la escueta normativa que prescrib ía la obligatoriedad de remitir a Roma
para su ap robación la planea de las futuras construcciones antes de principiarlas, en
vigor desde la segunda Congregación General de 1565 16 , y que consolidó la influyen-
te figura del consiliarius ~dificiorum - instituida ya en la primera Congregación
General de 1558- para desempeñar los cometidos de supervisión 17 •
1955, p. 268, doc. XLVlll, § 4. El inventa rio de los planos enviados a la curia gcneralicia para su apro-
bación que han llegado a nosotros en J . Vallery-Radot, Le recueil de plam d'édifices de la Compagnie de
j ésus conservé II la Bibliotheque Nationale de Paris, Roma, 1960.
17 G. Sale, S. f. , " Pauperismo arquitecrónico y arquitectura jesuítica", en G. Sale, S.I. (ed.), Ignacio y el arte... ,
pp. 42-43. También J. Balestrcri, 'Tarch itertura negli scritti della Compagnia di Gcsu", en L. Patetta et a/ii
(dirs.), Larchitettura della Compagnia di Ges11 in Italia. XV!-XV/ll sec., Brescia, 1990, pp. 19-26.
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JES ÚS CklA DO M AI NA R
Asimismo sobre el papel que desde los primeros tiempos desempeñaron los artis-
tas legos dentro de la Compañía, casi siempre coadjutores temporales y bien repre-
sentados para esta fase inicial en la Península por el padre Barcolomé de
Buscamante 18, en buena medida por las dificultades económicas para acudir a arqui-
tectos externos o a arriscas plásticos de prestigio. Al parecer, esto llegó a ser contra-
producente y en 1590 el general Claudio Acquaviva aconsejaba a sus hermanos espa-
ñoles que requirieran la opinión de "archiceccos seglares inteligentes [ .. .] y desea
manera podremos esperar que se haran menos errores en lo por venir de lo que hasta
aqui a avido" 19•
Conforme a este panorama general, como era previsible, cada provincia españo-
la respondió a la necesidad de dorar a sus primeros enclaves de edificios para el ejer-
cicio de sus ministerios -en especial, la iglesia- ateniéndose a los usos y precedentes
locales, favoreciendo una variedad que solo en el transcurso del siglo XVII, cuando la
mayor parte de los colegios, casas profesas y noviciados estaban en pie o muy avan-
zados, empezó a remitir en los nuevos proyectos o en las reformas introducidas sobre
lo ya construido.
Muy representativo de esta situación es lo sucedido con las primeras iglesias levan-
tadas en la provincia de Aragón, en ciudades como Zaragoza o Palma de Mallorca
donde las soluciones tardogóticas aún no habían sido superadas por completo 2°, o en
el caso más complejo de la del colegio de San Esteban (1557-1569) de Murcia z, _Templos
amplios de nave única con capillas entre los contrafuertes y desprovistos de crucero que
se cubren mediante bóvedas de crucería de tradición medieval como el zaragozano 22
18
A. Rodríguez G uciérrez de Ceballos, S.I. , Barro/orné de Bustamante y los orfgenes de la arquitectura je-
suítica en España, Roma, 1967. Otras investigaciones posteriores han am inorado su estatura arrística; así,
F. Marías, Arquitectura del Renacimiemo en Toledo {1541-1561) , r. I. Toledo, 1983, pp. 275-293.
1
9 A. Rodrígue1. Gutiérrez de Ceballos, "Juan de H errera y los jesuitas Villalpando, Va.leriani, Ruiz y
Tolosa", Archivum Historicum Societatis l esu, XXXV, 70 , (1966), pp. 285-286, nora n. 0 1.
2
° Como advirri6 J. Braun, S.J., óp. cit., pp. 41-46, (Zaragoza}, y pp. 47- 52 (Palma de Mallorca). También
J. G6m ez Marcínez, El Gótico español de la Edad Moderna. Bóvedas de crucería, Valladolid, 1998, p p. 220-
222.
z, J. Braun, S.J., óp. cit., pp. 37-41; A. Rodríguez Guriérrez de C eballos, S. I. , Bartolomé de Bustamante.. . ,
pp. 94-108; C. G u riérrez-Corcines Corral, Renacimiento y arquitectura religiosa en la antigua Diócesis de
Cartagena (Reyno de Murcia, Gobernación de Orihuela y Sierra de Segura}, Murcia, 1983, pp. 491-514; y J.
Gómez Marrínez, óp. cit., p. 221.
22
B. Boloqui Larraya, "El Colegio de la Compañía de Jesús en Zaragoza en el que vivió Balrasar Gracián.
Apw1Ies para su hisroria desd e su fundación (1570-1599) ", en A. Ansón Navarro (comis.}, Zaragoza en
la época de Ea/tasar Gracián, Zaragoza, 200 1, pp. 65-69. A pesar d e que los rrabajos quedaron en manos
de los hermanos Juan G imeno y Domingo Calvere, las fucnres literarias locales atribuyen la traza al
arzobispo H ernando de Arag6n (1539-1575} dejando abierta la posibilidad de que Martín de Miteza, su
arqu irecco, intervinie ra en dicho cometido. Véase J . C riado Mainar, "El impacto del Concilio deTrenro
en el arre aragonés d e la segu nda mitad del siglo XVI y comienzos del XVI!. Claves metodológicas para
u na primera aproxi mación al problema", en E. Serrano et alii (coords.), Discurso religioso y
Contrarreforma, Zaragoza, 2005, p. 323; y J. lbáñez Fcrnández, Arquitectura aragonesa del siglo XV!.
Propuestas de renovación en tiempos de Hernando de A ragón (1539-1575), Zaragoza, 2005, p. 248.
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CoN1 R1ouc16N oe LA CoMrAf<i, os j F.sús , ~ CAMPO o, LA ARQUITECTURA Y .,., LAS ARTES P1.ÁSTJCAs
lJ P. Blanco Trías, EL Colegio de N uestra Se,íora de Mome Sión en 1'11/ma de Mallorca. Apuntes históricos, 1561-
q 67, Pa.lma de Mallorca, 1948. Duranre csra etapa inicial se levanraron la capilla mayor y los cuatro pri-
meros eramos de la nave, que aún sería alargada entre 1609 y 1610. Véase rambién J. Gómez. Martíncz,
óp. cit., p. 21.2.
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Jssús CRIADO MA! NAR
4
2 F. Pi ngarrón Seco, "A propósito de la arquitectura de la iglesia de la Compañía de Jesós en Valencia",
Archivo de Arte Valenciano, LXVII , (r986), pp. ·q-34 (contrato para la realización de la nave con
F"rncesc Amón); y M. Gómez-Ferrer Lozano, "La iglesia de la C ompai'iía de la ciudad de Valencia. El
contrato para la finalización de las obras de SLt cabecera en 162r", Archivo de Arte Valenciano, LXXIV,
(1993), pp. 56-68 (capitulación de la cabecera y otras parres del convenro con Francesc Arbored a).
1
5 A. Rodríguez G u tiérrez de Ceballos, S.l., Bartolomé de Bustamante ... , pp. 57-77, q ue concede la traza
a Bustaman te. Segón F. Marias, Arquitectura del Renacimiento . .. , t. 1, p. 283, debe asignarse a un tracis-
ta del círculo de Rodrigo Gil de Hontanón. La atribución a los Corral en J. Gómez Martínez, óp. cit.,
p. 22!.
'" Fundamemalmenre E. García Chico, "Los arúfices de la colegiara de Villagarcía de Campos", Boletín
del Seminario de Estudios de Arte y Al'l¡ueología, XX, (1955), pp. 43-80; J.J. Martln González, "La colegia-
ta d e Vil lagarcía d e C ampos y la arquitectura herrerian a", Boletín del Seminario de Estudios de Arte y
Arqueología, XXll 1, (1957), pp. 19-40; y A. Bustamanre García, /,a arquitectura clasicista del foco valliso-
letano (r561 -1640), Valladolid, 1983, pp. 53-70.
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CONTRIBUCIÓN DE U. C OMPAÑÍA UP. JESÚS AL C.:A~WO DEI.A AKQUIT.i:::CTURA Y DE LAS ARTES PLÁSTICAS
27 J. J. Martín Gonzálcz, " La colegiara de Villagarcía de Campos ... ", pp. 37-39; A. Bustamanre García, la
arquitectura clasicista ... , pp. 72.-76.
28 A. Rodríguez Guciérre-L de Ccballos, "J uan de H errera ... ", pp. 310-313; A. Bustarnanre García, la arqui-
H errera .. . ", p. 301, noca n .0 47) que más tarde reharía Juan de H errera a ruegos del hermano Andrés
Ruiz, encargado de los trabajos durante los primeros años. Véase A. Buscamame García, La arqtútecttt-
ra clasicista ... , pp. 81-84.
JO A. Rodríguez Guriérrez de Ceballos, "Juan de H errera ... ", pp. 2.91-295.
J I J. Braun, S.J., óp. cit., pp. 58-60; A. Rodríguez G uriérrez de Ceballos, S.l., Bartolomé de Bustamante. .. ,
pp. 109-128; A.J. Morales, Hernd11 Ruiz "e/joven': Madrid , 1996, pp. 9 1-94; y A. Rodrlguez Gutiérrez de
Ceballos, "Arq uitectura y arquitectos ... ", pp. 74-78.
32 J. Braun, S.J., óp. cit., pp. 53-58; A. Rodríguez G utiérrez de Ceballos, S.I., Bartolomé de Bustamante.. .,
pp. 129-157, A. Rodríguez de Ceballos, "Arquitectura y arquitectos ... ", pp. 81-85; y A.J. Morales, óp. cit. ,
pp. 9 1·94-
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j PSÚS CRIAUO MAINAR
reforzadas con semicolumnas bajo los arcos torales de la media naranja en Córdoba.
Mientras que las respectivas naves -de dos tramos en Sevilla y tres en Córdoba- se
cubren con vaídas, los brazos y el testero -recto- lo hacen con medio cañón, dejan-
do espacio en la encrucijada para medias naranjas hemiesféricas sin tambor, trasdosa-
das como cimborrios prismáticos y dotadas de linterna. Las bóvedas están recorridas
por bellas tramas geométricas de cruces y cuad rados que se simplifican en el intradós
de la cúpula para crear una malla de casetones rectangulares en disminución, según
modelos del Libro de arquitectura del propio Hernán Ruiz. Las proporciones del edi-
fi co nispalense resultan más armónicas y, además, éste cuenta con una bella porcada
en el hastial que también se inspira en diseños del arquitecto cordobés 3·i .
Entre los enclaves jesuíticos gallegos interesa destacar el colegio de N uestra
Señora la Antigua de Monforce de Lemos, fundado en 1592 por el cardenal Rodrigo
de Castro O sorio, a la sazón arzobispo de Sevilla, en el solar patrimonial de su fami-
lia. En ese mismo año actuaron como cracistas de este ambicioso proyecto nw1ca
ultimado el hermano Andrés Ruiz y Veremondo Resta, arquitecto milanés afincado
en Sevilla donde ejercía también como maestro mayor de la archidiócesis. Una vez
que las obras dieron comienzo el lego jesu.ita quedó al frente de las mismas hasta su
muerte en 1596, momento en que lo substituyó el también hermano lego Juan de
Tolosa 34 •
En Monforce la iglesia se dispone como eje axial de una larga y monumental
fachada con corres en los extremos tras la que se ubican la residencia de la comuni-
dad y el colegio, articulados en corno a amplios claustros y que, de este modo, que-
dan separados por la fábrica del templo. Parece que las trazas de éste último fueron
revistadas por Juan de Tolosa antes de su fallecim iento en 1598 y conforme a ellas tra-
bajaría el hermano Juan Fernández de Bustamante hasta 1602 y, sobre todo, Simón
de Monasterio, que la concluyó en 1618.
El paso del hermano Tolosa por el foco vallisoletano 35 explica el lenguaje clasicis-
ta aplicado a la iglesia, que es un notable a la par que vasto edificio de cruz latina,
nave con capillas intercomunicadas, coro aleo a los pies y cestero recto que cobija el
entierro del fundador, acomodado en el arcosolio del lado del Evangelio. Articula su
33 De nuevo tomados de su Libro de arquitecturn, como demostró J.M. Palomero Páramo, "Hernán Ruiz
11 y las portadas de la iglesia de la casa profesa jesuita en Sevi lla", Boletln del Seminario de Estudios de
Arte y Arqueología, XLVUI, (1982), pp. 374-377.
}4 A. Cotarelo Valledor, El cardenal don Rodrigo de Castro y m fimdación de Monforte de Lemas, Madrid,
1945, t. JI ; A. Boncc Correa, La arquitectura en Galicia durante el siglo XVII, Madrid, [1966] 1984, pp.
177-188; A. Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, "Juan de Herrera ... ", pp. 303-308; E. Rivera Vázquez, óp.
cit., pp. 566-580; y A. Buscamance García, El siglo XVII. Clasicismo y Barroco, Madrid, r993, p. 47.
J5 Donde había trazado en 1591 el hospital de Simón Ruiz en Medina del Campo. Véase A. Buscamantc
García, La arquitectura clasicista .. . , pp. 325-332.
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CONTRlliUCIÓN OE LA COMPAÑÍA Df JESÚS AL CAMPO DE LA ARQUITE<.."TURA Y DEI.AS ARTES PLÁSTI CAS
interior un elegante orden de pilastras corintias que recibe las acostumbradas bóve-
das de cañón peraltadas con lunetas y decoración geométrica. C ierra el tramo cen-
tral del crucero una monumental cúpula "escurialense" con tambor circular, calota
hemiesférica y alca linterna que substituye a la media naranja trasdosada en cimbo-
rrio ochavado proyectada en 1592 y destaca ante las dos torres que flanquean el pres-
biterio ¼. La construcción de las dependencias anexas fue muy lenta y, de hecho,
nunca se completó.
Al filo de 1600 había principiado, pues, una fase de madurez para la arquitectu-
ra jesuítica de las provincias de Castilla y Toledo caracterizada por el desarrollo del
modelo iniciado en Villagarcía de Campos y la profundización en los principios cla-
sicistas acrisolados en El Escorial; esca fórmula, empleada también en otras esferas de
la arq uitectura religiosa del momento, se vio enriquecida en algunas ocasiones por
elementos procedentes del Gesu de Roma. Por su parte, la provincia de Andal ucía
iba a demostrar una gran vi talidad protagonizando algunas de las experiencias más
creativas con propuestas cen tralizadas de gran interés. Tampoco falcan ahora las igle-
sias de tres naves, si bien esta modalidad gozó de una difusión limitada. La partici-
pación de arquitectos legos de la Compañía fue más significativa que en la etapa
anterior merced a la aportación de destacadas personalidades, caso del hermano
Pedro Sánchez 37•
Por entonces se erigieron iglesias jesuíticas tan notables como la del colegio
Máximo (1602-1620) de Alcalá de Henares, la del colegio Real del Espíritu Santo
(1617-1665) de Salamanca y la del colegio Imperial de San Francisco Javier (1622-1651)
de Madrid, que aún conservan sus complejos conventuales y escolares. Las dos pri-
meras fundaciones obedecían al interés de la Compañía por la educación superior al
situarse en los principales enclaves docentes de la España de la Edad Moderna, al
modo del colegio lusitano de las Once mil Vírgenes de Coimbra, cuya magnífica
iglesia (a parcir de 1598) preside el barrio universitario en la parte alca de la ciudad 38 •
Por su parce, la madrileña compartía idéntico propósito escolar pero, además, se jus-
tifica por la necesidad que la Orden tenía de reforzar su presencia en la corte y, como
la salmantina, sancionaba la estrecha vinculación de este instituto religioso con la
monarquía.
J6 A. Busramanre y F. Marías, " La sombra de la cúpula de El Escorial", Fragmentos, 4-5, (1984), p. 57.
l7 Esrudiado por A. Rodríguez Guriérrcz de Ceballos, "El arquirecco hermano Pedro Sánchez", Archivo
Esp11ñol de Arte, XLlll , 169, (1970), pp. 51-81.
J8 M. Soromenho, "Classicismo, italianismo e estilo cháo. O ciclo filipino", en P. Pcreira (dir.), Do Modo
Gótico ao Maneirismo, vol. 2 de Hisiória da arte portuguesa, Lisboa, 1999, pp. 383-386.
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JE~ÚS CRIAOO MAI NAR
-- -- - - - - - - - - - -- - - - - - -
3? J. Braun, S.J., óp. cit., pp. 78-80; A. Rodríguez Guciérrcz de Cebal los, S.I., Bartolomé de Buitamante... ,
pp. 254-269; y C. Román Pastor, Arquitecttmt co11vem1111l de Alcald de Henarei, Alcalá de Henares, 1994,
pp. 227-233.
4o R. Bosel, óp. cit., p. 76.
41
Solución contemplada también en los diseños que el hermano Pedro Sánchcz elaboró en 1620 para la
iglesia del noviciado de San Ig nacio de Madrid. Véase A. Rodríguez Guciérrez de Ceballos, "El antiguo
noviciado de los Jesuitas en Madrid", Archivo bspaííol de Arte, 164, (1968), p. 257 y lám. IV.
42 A. Rodríguez Gutiérrez de Ccballos, fitudioJ del Barroco ialmantino. El Colegio Real de la Compañia de
}mís (16,7-1779), Salamanca, 1969, pp. 21-26, y pp. 13T-I38, <loes. n. 0 1 y 2.
4J fdem , pp. 27-42.
44 F. Marías, "El primer proyecto de Juan Gómez de Mora para el Colegio d e La Clerecía de Salamanca",
Tiempo y eipacio en el arte. Homenaje al Proftior Antonio Bonet Correa, Madrid, 1994, c. [, pp. 469-480,
atribuye la traza a Juan Gómez de Mora. Sin embargo, M .Á. Arambu ru-Zabala Higuera, "A rquitectura
y arte en el Colegio", en J. González Echegaray (coord .), El Colegio de la Compañía de Jmh en
-262-
CONTRl8VCJÓN De 1.A COMPAÑÍA º" JESus AL CAMPO l)f, LA ARQVJTSCTU•A Y DE. I.AS ARns PLÁSTICAS
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codo caso, un estadio provisional, pues aún prevé ubicar la iglesia entre dos claustros
más otros dos a la parce trasera para completar un ambicioso proyecto cuyas líneas
generales evocan el sistema desarrollado en San Lorenzo de El Escorial. Finalmente
se ejecutaría poco m ás de la mirad ante la dificultad de adquiri r codos los terrenos
necesarios; ello obligó a que el complejo creciera en altura, subrayando así su impac-
co visual.
La magnífica iglesia de Salaman ca adopta en planea la forma de una larga cruz
latina de testero recto inscrita en un amplio rectángulo. Pese a su lenca construcción
- no se consagró hasta 1665- responde a los principios de la arquitectura clasicista y
es un fiel exponente del refi nado lenguaje de Juan Gó mez de Mora. Su interior se
articula por m edio de un exquisico orden de pilastras dóricas que macean un ritmo
pausado y muy monumental alterado de manera sutil en la zona del crucero -con
pilares achaflanados que recuerdan a los de la basílica escurialense- para recibir una
gran cúpula hemiesférica volteada sob re amplio tambor - que, al parecer, substituye
a la media naranja proyectada por Gó mez de Mora-, realizada en 1646-1650 según
los diseños del hermano Francisco Bautista y en la que se introducen elementos que
preludian el repertorio barroco. Cobija en los inrercolumnios amplias tribunas abal-
conadas a la manera de Alcalá de Henares. Las capil las laterales, muy marcadas e
intercomunicadas, se cubren con bóvedas de arista de cantería mientras que la nave
mayor y el cransepto se resuelven mediante el acostumbrado cañón con lunecos - de
ladrillo y fajones pétreos- decorado con elegantes corcados geométricos.
La poderosa fachada del templo se ha relacionado con la del colegio Imperial de
Madrid, que concibió el hermano Ped ro Sánchez y modificó el hermano Francisco
Bautista; de h echo, se articula con un peculiar orden inspirado en el que éste último
aplicó al edificio madrileño 45 • La romanizance espadaña entre corres que forma el ter-
cer cuerpo es una aportación de A ndrés García Quiñones, que la construyó en 1750-
1754 46 • También vale la pena recordar el patio de los Estudios (1690-1749), una espec-
tacular creación de acento paladiano articulada a partir de un orden gigante de
semicolumnas q ue deriva del usado en la fachada del templo 47 .
Escas notables experiencias arquitectónicas de profunda raíz clásica influyeron en
la configuración in icial de templos como el de la casa profesa de San Ildefo nso
-actual de San Juan Bautista- de Toledo, cuyo diseño primitivo, debido a Juan
Salamrmca (Universidad Pomificia). Arqueología e Historia, Salamanca, 2000, p. 347, propone que el
diseño recoja el proyecto de fray Alberto de la Madre de D ios.
45 fdem, pp. 365-368.
6
• A. Rodríguez Guriérrez de Ceballos, Esmdios .. . , pp. 123-125; y M.Á. Aramburu-Zabala Higuera, óp. cit.,
pp. 392-395.
47
A. Rodríguez Guriérrez de Ceballos, Estudios.. . , pp. 113-u8; y M .Á. Aramburu-Zabala Higuera, óp. cit. ,
pp. 381-385.
-263 -
JESÚS CRIADO MAI NAR
48 A. Rodríguez G u t iérrez de Ceballos, "El arquicecto hermano Pedro Sánchez ... ", pp. 78-81. Una visión
radicalmente distinta en F. Marías, Arquitectum del Renacimiento.. . , t. III, 1986, pp. IIo-u6.
49 A. Rodríguez Gutiérrcz de Ceballos, S.I. , Bartolomé de Busramante.. . , pp. 158-188; A. Rodríguez
G utiérrez d e Ceballos, "El arquitecto hermano Pedro Sánchez .. . ", pp. 64-65; A. Bustamanrc y F. M arías,
óp. cit., pp. 57-59; y A. Rodríguez Gutiérrcz de Ceballos, "Arquitecrura y arquitectos ... ", pp. 86-91.
- 264 -
CONTRIBUCIÓN DE l.1\ COMPAÑÍA DE j E$ÚS AL CAMPO DE LA ARQUI TECTURA Y DE LAS ARTES PLÁSTICAS
$(> S u complejo proceso constructivo puede seguirse en A.]. Morales, óp. cit., pp. 46-48.
;, A. Rodríguez Guciérrez de Ccballos, "El a rquitecto hermano Pedro Sánchez ... ", pp. 59-61; F. García
Gutiérrez, S.J ., " La iglesia de San Hermenegildo, de Sevilla", Temas de Estética y Ane, Xl, (1997), pp.
125-138; y A. Rodríguez Gutié rrez de Ceballos, "Arquirecrura y arquitectos ... ", pp. 96-101.
52 P. Pirri, S. J. , Giovanni Tristano ... , pp. 160-162; p. 41, lám. V I (folio con modelos de planeas para igle-
-265-
--
Jl'SÚS C R!AIJO MA! NA K
Articula el alzado un orden binario de pilastras gigan tes toscanas con superposi-
ción de hornacinas que acentúa la al ternancia entre arcosolios planos - en el eje trans-
versal- y cuatro amplias exedras -en los ejes d iago nales, divididas en dos alturas para
alojar capillas y tribunas- , evidenciando un criterio compositivo que deriva de San
H ermenegildo para alcanzar, en todo caso, un resultado más pobre. Todo ello ha
hecho pensar en la participación del hermano Sánchez, cuya vinculación a esta
empresa parece acreditada por las fuentes jesuíticas 55 • La cubierta, trasdosada como
una esbelta pirámide ocrogonal sobre falso tambor, dispone de linterna y cuenta con
un sistema de vanos de iluminación al nivel del arranque similar al de la iglesia his-
palense; la decoró entre 1629 y 1645 el hermano Andrés Cortés con un med itado pro-
grama de carácter martirial que gira en romo a San Sebastián, titular del templo 56•
En 1619 el hermano Sánchez fue llamado a Madrid para rehacer los diseños de la
iglesia de la casa profesa de San Ildefonso de Toledo y su estancia en la villa permitió
que confeccionara las crazas definitivas del noviciado madrileño de San Ignacio en
1620 57 • En ese mismo año dibujó también las de la iglesia del colegio Imperial - actual
de San Isidro- que había fundado y dorado la emperatriz María de Austria (rn. 1603)
en virtud de su testamento 58 • Una vez ultimados rodos estos cometidos nuestro arqui-
tecto regresó a Andalucía, donde su presencia era muy necesaria. Felipe N puso la pri-
mera piedra de la iglesia del colegio en 1622 y un año después los jesui tas de la corte
conseguían con gran disgusto de sus hermanos de la 8 :Etica el traslado a la capital del
arquitecto lego para que dirigiera su construcción, en la que se ocupó hasta su muer-
te en 1633. La supervisión de la fábrica pasó entonces al hermano Francisco Bau tista,
responsable de los abovedamientos y de la innovadora solución encamonada de la
cúpula, así como de la conclusión de la fachada y diversos detalles del interior. Las
obras quedaron ultimadas en 165159 •
Este bello edificio inicia un cambio de rumbo en la arquitectura m adrileña al
marcar la superación del lenguaje herrerian o de Juan G ómez de Mora, bien repre-
sentado por la iglesia de La Clerecía. D e acuerdo con el análisis de Agustín
Bustamante 60 , el hermano Sánchez desarrolla masivamente los pilares torales alum-
brando una solución consolidada en otros templos posteriores, o pone al ritmo
55 Según la opinión que defi ende A. Rodríguez Guriérre-L de Ccballos, "Arquicccmra y arquitectos ... ", pp.
101-1 05, especialme nre p. 102.
56 A. C lavija García, "Andrés C ortés y s u programa ico nográfico en la antigua iglesia de los jesu itas de
M álaga", Boletín de Arte, 4-5, (1984), pp. 87-128.
~7 A . Rodríguez G utiérrez de CebaUos, "El antiguo n oviciado ... ", pp. 250-z6r y l:lms. IV y V.
58 J. Simón D íaz, Historia del Colegio Imperial de Madritl, M adrid, [1952-1959] 1992, pp. 53- 60 .
5? A. Rodríguez G utié rrcz de C eballos, "El arquirecco he rmano Pedro Sánchcz ... ", pp. 7z-78 .
60 A. Busramanre G arcía, El siglo XVTI . .• , pp. 64-66. U n esrudio menos p reciso pero que también subraya
las novedades e n la arric u lación mural q ue presenta este te mplo en R. Boscl, p. 77.
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CnNTR16uc1ór,. DE LA COMPAÑÍA ot- JEsús Al CA.\IPO DE 1A Aac,2u JT1:.<':TURA v oE. LAS ART1:.., PLÁSTICAS
lnccrior de la iglesia colegio Im perial de San Francisco Javier (actual San Isidro)
en Madrid (1622-1651)
-267-
JESÚS CRIADO MA1NAR
extenderse también por el ábside semicircular y se cubre con tma amplísima bóveda
de cañón con lunetos que se torna en hemiesférica sobre la capilla mayor 61 • Su exu-
berante decoración, arrasada por otro incendio en 1936, debió hacerse a partir de
1732 62• Otros oratorios de cronología próxima, como el del noviciado de San Agustín
de Tarragona 63 o el muy tardío (a partir de r737) de Onteniente 64 , obedecen al mismo
modelo, actualizado con variantes puntuales.
No falcaron, pese a todo, en este territorio propuestas más al día y de clara inspi-
ración clasicista como el templo del colegio de San Sebastián de Gandía, fundación
muy cara a la Compañía al ub icarse en la localidad natal de san Francisco de Borja,
su tercer general, donde funcionó con grandes dificultades una universidad 65 • Esta
bella iglesia, iniciada a partir de 1605 y cuya erección concl uyó en lo fundam ental en
1642, presenta una plan ta de cruz latina con capillas intercomunicadas a ambos lados
de la nave alineadas con el crucero que preside un testero recro. En su alzado, estruc-
turado por pilastras corintias que reciben un efectista entablamento con protírides,
se p rescindió de las tribunas 66 • Su novedad en el ámbito valenciano, al menos en
parte en relación con la cabecera (1621-1631) de la iglesia de la casa profesa de la capi-
tal, quedaba amortiguada en la media naranja del crucero (1634-1636) , ciega y sin
tambor, lejos de lo planteado en el desaparecido templo de la profesa valenciana 67 y
también de las cúpulas sobre tambor del colegio del Patriarca 68 (1595-1600) y el
monasterio de San Miguel de los Reyes 69 (1631-1645) de la ciudad del Turia.
61 J. Braun, S.J., óp. cit., pp. 133-138; A. Rodríguez G uriérrez de Ceballos, la arquitecwra... , pp. 105-107
y figs. de las pp. 102 y 103 .
62 Según la propuesta cronológica de B. Boloqui Larraya, " Los escultores académicos hermano jesu ita
rio de San Miguel de los Reyes, Valencia, 2001, vol. l, pp. 176-1 78, y vol. ll, p. 144. También A.
Buscamante y F. Marías, óp. cit., pp. 60-61.
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CO NTRIKUC JÓ N Df. LA COM11A~ ÍA DE JESÚS AJ.. CAM PO OE LA ARQ UJTf CTURA Y l)E LAS ARTES P 1.ÁSTICAS
- - --- -- - -- - -- - -- -- -- - - -- --
70
Principiado al filo de 1640, consta que estaba en obras en 1646 y próximo a su conclusión en 1649 (D .
M. Navarro Catalán, "Introducción a la arq uitectura jesuítica .. .", p. 150 , y p. 154, nora n. 0 34). Gregario
de Argaiz lo describe como ultimado en 1675; véase R. Carretero Calvo, "Tarazona, ciudad conventual",
en M.T. Ainaga Ai1drés y J. Criado Ma.inar (coords.), Comarca de Tárazona y el Moncayo, Z aragoza,
2004, p. 2.02.
71
En relación con el cimborrio de la ermita turiasonense de San Arilano, iniciada en 1744 (R. Carretero
Calvo, "La iglesia de San Acilano consuuida sobre su casa natal", en R. Carretero Calvo y J. Criado
Mainar (comis.), Milenio. San Arilano y Tarazona. Ioo9-2009, Tarazona, 2009, p. 116 e ilustraciones de las
pp. 124 y u5).
72
M.I. Asciazarain Achabal, El Santuario de Loyola, San Scbastián, 1988; J.R. Eguillor, S.J., H. Hager y R.
M. De Hornedo, S.J., Loyola. Historia y arquitectura, San Sebascián, 1991 , pp. 85-235.
-269-
Je.sús CRIAD D ÑIAINAR
los altos obeliscos que coronan los contrafuertes. Los acabados interiores responden
antes al gusto abigarrado de los constructores que al del proyectista y modifican la
percepción del espacio.
La composición en altura, en la que la cúpula destaca contra las torres algo bajas
de los laterales del presbiterio, remite a modelos romanos. La rotonda está precedi-
da por una vasta pronaos convexa que recibe al visitante con sus tres vanos, el cen-
tral más amplio y coronado por un frontón abierto que descansa en un orden de
dobles columnas de capitel compuesro y destaca frente a la articulación con pilastras
de los huecos laterales. La amplia y compleja escalinata que precede al templo esta-
blece un eje axial roto en el interior para introducir un típico juego barroco. Más allá
de los detalles, entre los que también hay que incluir los lujosos retablos de piedras
duras y bronces de los altares, no hay duda de que el edificio pertenece a la tradició n
constructiva romana y no a la española, lo que subraya el carácter "excepcional" - y,
por tanto, sin consecuencias- que la empresa tuvo desde su gestación.
Una de las más felices contribuciones del arte jesuítico hispano al Barroco es, sin
duda, la preciosa iglesia del noviciado de San Luis de los Franceses (1699-1731) de
Sevilla, obra maestra del arquitecto Leonardo de Figueroa en la que el innovador len-
guaje de este artista alcanza plena madurez. La planta de cruz griega con brazos de
remate hemiesférico parte de la fórmula aplicada décadas atrás en la iglesia de las
C omendadoras de Santiago (1667-1679) de Madrid, pero la fantástica resolución
tanto del exterior como del interior es fruto de la creatividad del artífice conquense
más allá de una improbable dependencia de modelos romanos, apuntada con fre-
cuencia 73.
La fachada es un alarde de plasticidad, en la que se subordina de forma sutil la
parte central a los laterales, rematados por unas bellas corres ochavadas que, a su vez,
establecen una dinámica correspondencia con la cúpula, que parece avanzar hasta el
primer plano. En el interior, la planta centralizada, compatible con el uso formativo
-y, por tanto, no congregacional- del templo, genera una roto nda muy vertical arti-
culada mediante un impecable orden salomónico que dinamiza la impactan te unión
entre arquitectura y retablos. Por encima del ático carga el tambor, animado por la
alternancia de columnas, esculturas de santos fundadores de órdenes religiosas
- incluida, por supuesto, la de san Ignacio de Loyola- y ventanas. La calota incorpo-
ra figuras alegóricas dispuestas a plomo sobre las columnas del tambor señalando las
virtudes que deben acompañar la vida del novicio. El intradós luce un efectista tram-
pantojo pictórico en el que Lucas Valdés representó al rey Salomón con el aj uar
73
A. de la Banda y Vargas, La iglesia sevitlana de San Luis de los Franceses, Sevilla, 1977; A. Bonet Correa,
AndaLucfa barroca. Ai·quitectura y urbanismo, Barcelona, 1978, pp. 14 3-1 50; A. Busramance García, El
siglo xv11 .. ., p. 88.
- 270-
CON"IIUBUC JÓN DE LA CoMrAÑÍA DEjEsú:-. AL CAMPO DE LA ARQUITECTURA 'I' DE 1-J\S AR res PUsTJ CAS
- - - -- -- -------- - ---- - -
74
El programa iconográfi co del edificio ha sido csrudiado por R. Camacho Martínez, "La iglesia de San
Luis de los Franceses en Sevilla, image n polivalcnre", Cuademos de Arte e lconografta, II-3, (19 89), p p.
201-213 y láms. XLVI-U !J.
- 271 -
Jes,ís CRIADO MA1,<AR
bien su oferta se desechó por estimarse que sería poco capaz 7\ Se co nsultó entonces
al también a rquitecto hispalense Pedro Romero el Viejo, que diseñó una magnífica
fábrica de tres naves cuya construcción dirigirían tras su muerte - acaecida en 1701-
sus hijos Félix y Pedro el Joven hasta quedar finalizada en 1720 76•
Aunque la fó rmula de tres naves no fue e n absoluto común entre las iglesias que
la C ompañía promovió en la asistencia d e España por co nsid erarse poco apropiada
para la predicación, se conocen ejemplos para el siglo XVI - la desaparecida d el cole-
gio de Soria- y, sobre todo, para el xvu -la del coleg io de los Sancos Juan es de Bilbao
o las de los colegios gallegos de Santiago d e Compostela, Pontevedra y La Corufi.a-,
poniendo así en evidencia que dicha reserva no siempre alcanzaba la categoría de
requisito insalvable 77. Pero lo que convierte el templo de Carmona en un monumen-
to singular es el novedoso y efectista tratamiento que Pedro Romero el Viejo y sus
hijos otorgaron al alzad o.
A pesar de la marcada p reponderancia de la c ruz latina que d ibujan la desahoga-
da nave mayor, el cransepto y el presbiterio, las n aves laterales son muy alcas y los
ven tanales practicad os en los muros perimecrales constituyen la principal fuente de
iluminación de la nave central; de hecho, las colaterales propiamente dichas -algo
oscuras- incorporan un piso superior para tribunas, en sentido estricto una a mplia
galería corrida comun icada a través d el coro en alto tendido en el tramo de los pies.
Esca solución basilical es posible merced al uso de potentes pilares dotados de pilas-
tras corintias que unifican el alzado interior. No se renuncia, pese a codo, a subrayar
el papel jerárqui co de la capilla mayor, c uyo bello retablo de estípites (1722-1723),
obra de José Maestre 7H, recibe luz d e la magn ífica cúpula sobre tambor que coro na el
crucero.
Co ncluirem os este repaso con una men ción a la iglesia del colegio d e Nuestra
Señora del Pilar -actual parroquia d e San Juan el Real- de Calacayud, un bello tem-
p lo en el que triunfa el lenguaje rococó y que no se ultimó hasta 1765, e n víspe ras
de que la Compañía lo abandonara. A pesar de la aparente unidad de su fábrica, el
proceso constructivo fue muy lento. Las obras habían principiado ya en 1650 y en
1651 se trabajaba e n la ci mentación 79 • En 1665 el mercad er Pedro Pujadas ofreció un
71 J . Rivas Carmona, Leonardo de Figueroa.. Una nueva 11isió11 de un viejo maestro, Sevilla, 1993, p. 81.
76 Las noticias sobre su edificación en A. Marrín Pradas e l. Carrasco Gómcz, "La iglesia del colegio de
San Teodomiro de la Compañía de Jesús en la ciudad de Carmona", Laboratorio de Arte, 11, (1998), pp.
526-531. El estud io del edificio en A. Rodríguez Gutiérrez d e Ceballos, "Arquitectura y arqui tectos .. .",
p. 124 y figs. n.0 26 a 28 en las pp. 125-127.
77 A. Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, la arquitectura ... , pp. 88-95.
7 8 A. Marcín Pradas e l. Carrasco Gómez, óp. cit., p. 531; y F.J. Herrera Carda, El retablo sevillano en Úl
primera mitad del siglo XVIII. Evolución y difusión del retablo de estlpites, Sevilla, 2001, pp. 432-434.
• 9 O.M. Navarro Catalán, "In troducción a la arquitectura jesuítica ... ", p. 154, notas o.º 35 (noticia de
1650) y 31 (noticia de 1651).
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CoNTRJBUC1ÓN DE I.A CoM1•AÑÍA o~ j Psús AL C.AMPO 1>E LA ARQUITECTURA Y DE LAS ARTES P1.Ásr1CA~
Bóveda de la iglesia del colegio de Nuestra Señora del Pilar (accual de San Juan el Real)
de Calacayud (1650-1765)
donativo de 14.000 libras a cambio de que se le cediera una capilla dedicada a san
Pedro ªº que quizás no surtió efecto, pues en r68o el visitador ordenaba a la comu-
nidad limitarse a "proseguir y acabar el cuerpo de la iglesia con sus seis capillas cola-
terales, y con una capilla mayor de prestado, pues eso será bastance para trasladar el
Santísimo a la nueva iglesia, y servirnos della, dejando para después prosegu ir la
fábrica del crucero con su media naranja y capilla mayor" 81 • Para r693 no se había
avanzado codo lo previsto y las dificultades económicas impedían concluir las par-
ces iniciadas, por lo que el visitador encarecía al rector que "procure con todas veras
el m edio que puede haber de que se prosiga hasta cubrirla y echar las aguas siquie-
ra para que no se malogre y acabe de perder lo que está edificado" 82 •
Estos problemas debieron solventarse en poco tiempo pero fue preciso esperar
hasta 1748 para acometer en un segundo impulso la ejecución del transepto, la capi-
lla mayor y la sacristía con cargo al legado del presbítero José Ximeno de Meca, que
80 A. Rubio Sempcr, Estudio dornmental de las artes en la Comunidad de Calatayud durante el siglo XVII,
Zaragoza, 1980, p. 38, nota n. 0 59.
81 D.M. Navarro Cata lán , "Introducción a la arquitecrura jesufrica ... ", p. 155, nota n.0 36.
82 Ibídem, p. 154, nota n.0 33.
- 273-
J,sús C RIADO MAfNAR
también permitió realizar los tres retablos de la cabecera. Según Arturo Ansón y
Belén Boloqui en esta fase debieron usarse unas nuevas trazas, confeccionadas por el
hermano Antonio Forcada, pues entre los dibujos que llevó consigo cuando en 1744
viajó a Paraguay figura una planta del colegio de Calatayud que recoge el estado
actual de la iglesia 83 •
El templo cuenta con una nave de tres tramos con capillas y tribunas de arcada
doble, al modo de la iglesia jesuítica de Tarazana. Dispone de un vasto crucero q ue
se acusa en planta con respecto a las capillas de la nave -como, en efecto, refleja la
planta del hermano Forcada- presidido por una media naranja rasgada por lunetas
que incluyen las ventanas, trasdosada como una cúpula con falso tambor octogonal,
calota hemiesférica y linterna. La capilla mayor es de testero recto pero su cerramien-
to adopta la caprichosa forma de una venera doble. El acabado interior de la cabece-
ra, y el transepto, se ajusta en su esquema general al de la nave: el orden de pilastras
de capitel compuesto que los articula se acompasa a las corintias de fuste ornamen-
tado de la nave y todas se unifican bajo un entablamento común dotado de friso con
protírides y canelas vegetales. Las bóvedas de la nave lucen unas exuberan tes yeserías
barrocas que no desbordan los límites del sobrio dibujo clasicista de los lunetas
mientras que las del crucero se atienen al mismo esquema, actualizando el reperto-
rio decorativo con rocallas. El retablo mayor (1762-1766) y los colaterales del Santo
C risto y la Inmaculada instalados en el crucero (1765-1767) refuerzan el efecto uni-
tario del templo. No hay duda de que en el momento de su expulsión la Compañía
de Jesús atravesaba por un momento de evidente esplendor en el campo de las arces.
n A. Ansón Nava.rro y B. Boloqui Larraya, "La renovación anfsrica de la iglesia de los Jesuitas de
Calacayud , hoy San Juan el Real (1748-1767)", Actas del Segundo Encuentro de Estudios Bilbilitanos,
Calarayud, 1989, t. l, pp. 427-445.
La planea del hermano Forcada para el colegio bilbilicano en G. Furlong, S. l. , "Algunos planos de
Iglesias y Colegios de la Compañía de Jesús e n España", Archivum Historicum Societatis lesu, XXVIíl,
55, (1959), p. 208, § 9, y lám. n. 0 9.
-274 -
--
CoN 1 u1ouctóN DF. u Co MPANíA DE Jt:.st1s AL CAMPO o.E LA ARQUJTEc 1l ' RA v 01::: 1.A s Aares P1 .ÁsT1CAs
84 De gran interés son las consideraciones que apun ta C. von d er Oseen Sacken, El Escorial. Estudio ico-
nológico, Bilbao, 1984, pp. 60-63.
"' M. Fagiolo, "La escena de la gloria: el triunfo del Barroco en el mundo del teatro de los Jesuitas", en
G. Sale, S. I. (ed.) , Ignacio y el arte.. ., pp. 209-2n .
86 Véase al respecto el meticuloso análisis de A.A. Barcón García y ).). Polo Sánche1., " Los tabernáculos
para retablos en el romanismo burgalés. García de Arredondo", en M .O. Ruiz de la Canal y M. García
Pazos (eds.), la conservación de retablos: catalogación, restauración y diji1Sió11, El Puerto de Sanca María,
2006, pp. 243-251.
•- El contrato en Á. San Vicen te Pino, lucidario de Bellas Artes en Zaragoza: 1545-,599, Zarago2a, 1991, pp.
188-191, doc. nº 156. Sobre su repercusión J. C riado Mainar, "El impacto del Concilio de Tren ro en el
arte arago nés ... ", p p. 302-304. En realidad, el retablo no se ejecutó hasta 1595-1600, una vez concluida
la construcción de la iglesia.
88 E. Rivera Vázquez, óp. cit., pp. 577-580 y fig. d e la p. 583.
- 275-
j F.SÚS CRIADO MAtNAR
Granada, trabajo fundamental del hermano lego Francisco Díaz de Ribero sobre el
que hemos de volver 89, o el manifestador incluido en el retablo principal (1673-1679)
del colegio Real del Espíritu Santo de Salamanca, debido al ensamblador riosecano
Juan Hernández 90 • Algunas iglesias jesuíticas iberoamericanas participan de este inte-
rés por la valoración en términos muy plásticos de todo lo ligado al culto a la Sagrada
Forma, como evidencia el gigantesco sagario-manifestador del retablo mayor (finali-
zado en 1670) del colegio de la Transfiguración de Cuzco 91 •
De mediados del siglo xvm es ya el que preside el altar de la basílica del santua-
rio de Loyola, instalado bajo Lln ciborio que forma parce de la lujosa columnata salo-
mónica que articula la cuenca absidial transformándola en un retablo multicolor de
piedras duras. Este movido conjunto (1739-1757), ejecutado por Ignacio de Ibero 91,
aporca el contrapunto que demanda la dinámica planta circular de uno de los tem-
plos más importantes de la Compañía sin restar protagonismo a la lujosa esculrura
de plata (1758) del fundador que lo corona.
La Orden contribuyó de manera decisiva a la potenciación del culto a los santos
y a sus reliquias que la Iglesia romana impulsó a través de la sesión XXV del Concilio
de Tren to para atajar las críticas de la Reforma luterana sobre el parcicular 93. El pri-
mer objetivo en esta parcela fue promover la devoción a sus individuos m ás relevan-
tes, Ignacio de Loyola (m. 1556) y Francisco Javier (m. 1552), para lograr su beatifica-
ción - respectivamente en 1609 y 1619- seguida poco después de su canonización
conjunta en 1622, para lo que se puso en marcha una eficaz campaña divulgativa de
sus respectivas hagiografías. A ellos se fueron sumando Luis Gonzaga (m . 1591) -el
primer jesuita beatificado, en 1606, pese a q ue su subida a los altares se postergó hasta
1725-, Francisco de Borja (m . 1572) -beatificado en 1624 y canonizado en 1671-, los
protomártires del Japón (m. 1597) - Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai, beati-
ficados en 1627-y Estanislao de Kostka (m. 1568) -beatificado en 1602 para Polonia
y en 1670 para el resto de la cristiandad y canonizado en 1727.
Este ramillete de apóstoles de la Contrarreforma había de poblar un buen núme-
ro de retablos en todas las iglesias jesuíticas espafiolas e iberoamericanas desde las pri-
meras décadas del siglo XVII, pero también protagonizó de modo precoz obras de
-276-
Col'."TR1t111c16N J>E L" CoMrAÑiA DE J~ús AL CAMro D t~ LA ARQUITECTURA v oE LAS ARTES PúSTIC.AS
Mani festador del retablo mayor de la iglesia del colegio San Pablo
(actual de los Santos Justo y Pastor) d e Granad a (1654-1665)
devoción privada tan encantadoras como el tríptico debido al pintor andaluz Pedro
de Vargas, coadjumr jesuita en los años finales del siglo xvr, que conserva el M useo
Casa de Murillo de La Paz, donde la Virgen con el Niño de la tabla central es vene-
rada por Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Estanislao de Kostka y Francisco de
Borja en calidad de "orantes" antes que como beatos, una condició n de la que para
esa fecha aún no disfrutaba ninguno de ellos 94 • Aunque ya de cronología tardía
(1710), uno de los lienzos que Cristóbal de Villalpando dedicó a la vida del fu ndador
para su colocación en el claustro del noviciado de San Francisco Javier de
Tepotzotlán proporciona una originalísima puesta en escena del Íxtasis de san
9~ Reproducido por LE. Alcalá, "Fundaciones jesuíricas en Iberoamérica", en LE. Alcalá (coord.).
Fundaciones jesuíticas..., fig. de la p. 31.
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J.__,ús CRuoo MA1NAR
Éxtasis de san Ignacio de loyola, noviciado d e San Fra ncisco Javier de Teporzotlán,
Cristóbal de Vi llalpando (17 10)
Ignacio, en la que el artista muestra al santo como origen de un árbol que surge de
su pecho y cuyas ramas pueblan los santos y beatos de la Compañía 9 5.
Las obras - grabados, pinturas y en menor medida relieves- concebidas para difun-
dir la imagen colegiada de los principales santos y beatos del instituto se multiplicaron
a partir del segundo cuarto del siglo XVII. No podemos hacernos eco de ellas, pero inte-
resa recordar al menos las incontables pinturas en las que san Ignacio de Loyola -casi
siempre con un libro abierto en el que puede leerse el lema ad maiorem Dei gloriam-
y san Francisco Javier comparten protagonismo en torno al monograma del IHS o en
variantes más tardías en las que el motivo de veneración es la Santísima Trinidad. Esta
iconografía, que presenta a los dos primeros sancos de la Compañía en pie de igual-
dad, deriva de la estampa que Schelte Adams Boswert edi tó en 1622 con motivo de la
canonización de ambos y que más tarde actualizarían otros grabadores.
Muy común fue la erección de retablos, tanto titulares como colaterales, pensa-
dos, entre otras cosas, para contener reliquias. Los más tempranos, como el de la igle-
sia de la Inmaculada Ü595-1600) de Zaragoza 96 o el de la casa profesa (1604-1606) de
Sevilla 97, disponen para ello de armarios disimulados en la predela. En los más
95 A. Rodríguez G uriérrez de CcbaJJos, "El ciclo de la Vida de San Ignacio de Loyola pintado por
CriscóbaJ de Villalpando en Tcpotzorlán. Precisiones iconográficas", Ars longa, 5, (1994), pp. 57-58.
Reproducido por L.E. Wuffardcn, "Noviciado e Iglesia de San Francisco Javier. Tcpotzorlán, México",
en L. E. Alcalá (coord .), Fundaciones jesuíticas... , fig. de la p. 333.
'l6 J. Criado Mainar, "El antiguo retablo mayor del Colegio de la Compañía de Jesús de Zaragoza: una
obra identificada", Artigrama, 22, (2007), p. 554; p. 556, fig. nº 4; y p. 559-
97 E. Gómez Piño!, " Retablos y esculturas de las iglesias jesuíticas en A.ndaJucía: del clasicismo trentino al
esplendot barroco del teatro sacro", en F. García Guciérrez, S.J. (coord.), El arte de la Compañía de
Jestís... , pp. 154-155.
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CONTRJBuc:1óN DE u. Co,trA..Ví..-. Dt-. Jrsús AL CAM PO DE LA A KQUITECl URA y DE u.s ARTt..~ PWTICAS
98 J.J. López-Guzmfo Muñoz, "Arqui tectura barroca y jesuitismo. 0íaz d el Ribero y el retablo mayor de
la antigua iglesia de San Pablo de Granada", Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, 38, (2007),
pp. 102-103 y 105; y p. 117, noca nº 12.
99 H . Sancho d e Sopranis, "Alejandro Saavcd ra, entallador. Ensayo sobre su persona y su obra", Archivo
10 2 Que ha estudiado J. M. del Esta!, "Felipe l1 y su archivo hagiográfico d e El Escorial", Hispania Sacra,
XX.111, 45-46, (1970), pp. 193-333. Véase también C. von d er O seen Sacken, óp. cit., pp. 40-42.
10> F.J. Herrera García, óp. cit., pp. 401-408.
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JESÚS CRIADO MAINAR
imaginativo retablo titular, los colaterales de san Francisco de Borja y san Estanislao
de Kostka, y la serie de cuatro retablos-vitrina encajados en los pilares torales bajo
advocación de san Francisco Javier, san Ignacio en la cueva de Manresa, san Luis
Go nzaga y san Francisco de Regís. Componen una heteróclita amalgama de pintu-
ras, esculturas, espejos y relicarios -éstos distribuidos casi por todas partes, pero pre-
sentes de modo especial en el retablo mayor- que contribuye de manera decisiva a la
configuración en clave barroca del audaz recinto centralizado que los alberga 104 •
Los hijos de san Ignacio apoyaron con ahínco devociones marianas tan contro-
vertidas -a la par que populares- como la Inmaculada Concepción de la V irgen 101
junto a otras menos "calientes" como la Virgen de Loreto, ésta en su condición de
custodios (desde 1555) de este sa.nmario italiano bajo cuya protección colocaron, ade-
más, colegios como el de Antequera IOú y cuyo culto impulsaron de modo especial en
lberoamérica. Difundieron igualmente el icono Ítalo-bizantino conocido como Salvs
Popvli Romani que preside la capilla Borghese de la basílica de Santa María la Mayor
de Roma, tenido por obra de san Lucas y al que san Francisco de Borja profesaba
gran devoción 107 •
A la advocación de la Inmaculada se acogieron iglesias de la Compañía como la
mexicana de Zacatecas 108 y no había enclave jesuítico que no contara con una o más
representaciones de este tema. La aportación del instituto a la definición de esta des-
tacadísima iconografía cuenta con un capítulo temprano en la preciosa tabla que
Joan de Joanes pintó en los años setenta del siglo XV1 para el colegio de San Pablo de
Valencia y que, según la tradición recogida poco después por el padre N ieremberg,
reproduce una visión de Martín Alberro, profeso del mismo, que efigia a la
Inmaculada según el tipo Tota pulchra coronada por la Santísima Trinidad 109 • Mayor
interés inmaculista atesora el Lenzo que Juan de Roelas pintó en 1607-1608 como
motivo central del retablo titular del colegio de la Encarnación de Marchena, con
1"' A de la Banda y Vargas, óp. cit., pp. 39-46; y E. Gómcz Pino! , "Retablos y esculturas de las iglesias
jesuíricas . .. ", pp. 184-193 .
10, Tomando así parre por la Orden Franciscana en la polémica que enfrentaba a ésta con la Orden de
Predicadores, tal y como ha estudiado para el ámbiro andaluz V.R. Escandell , "Inmaculismo y jesuitas
en la Andalucía del siglo xvu ", en W Soro Arruñedo (coord.), los jesuitas en Andalucía. Estudios conme-
morativos del 450 aniversario de la fimdación de la provincia, Un ive rsidad de Granada, Granada, 2007,
PP· 473-498.
106 Fundado en 1597. Véase A. Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, "Arquitectura y arquitectos .. . ", pp. 120-
121.
101 G.A. Bailey, " La contribución de los Jesuitas a la pintura it aliana y su influjo en Europa, 1540-1773",
en G . Sale, S. l. (ed .), Ignacio y el arte ... , p. 126.
10, C. Bargel lini, "Iglesia de la Purísima Concepción y C olegio de San Luis Gonzaga. Zacarecas, México",
en LE. Alcalá (coord.), Fundaciones jesuíticas ... , pp. 350-357.
109 F. Bcniro Doménech (comis.) , joan de Joanes. Un11 nueva visi6n del artista y Slt obra, Valencia, 2000,
ficha n. 0 34, pp. 130- 131, con bibliografía am erior sobre la pintura, conservada en la nueva iglesia de la
Compañía de Jesús de Valencia.
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CONTRIHUC IÓN ut. LA Co.-.wAÑÍA n i:.: JE.sús AL CAMPO D E LA ARQUITECTURA Y DE LAS ARTES P LÁSTICAS
San Joaquín y santa Ana contemplando una visión celestial de la Virgen María con el
Niño Jesús-ahora desplazado a un retablo lateral- que culminaba simbólicamente en
el ático otra tela del mismo artista con la Salutación angéLíca 110 •
Respecto a la SaLvs Popvli Romani, los ejemplos son asimismo abundantes, desta-
cando entre los más tempranos w1a pintura de la iglesia marchenera tradicionalmen-
te atribuida a Giuseppe Valeriani , pues se sabe que con ocasión de su visita a ese
110J.L. Ravé Prieto, "12 . Sagrada Parenrela (alegoría de la Inmaculada)", en E. Valdivieso González e I.
Cano Rivera (comis.), juan de Roelas (h. r570-ró25), Sevilla, 2008, pp. 130-133.
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jF.SÚS C RIADO ÑIAl1'AR
colegio en 1578 dejo allí "una imagen de Nuestra Señora grande, de las de S[an]
Lucas" 111 • La Compañía desempeñó un papel crucial en la enorme difusión del pro-
totipo romano en las primeras décadas del siglo XVII , que también contó con el efi-
caz apoyo de la imprenta.
Los jesuitas impulsaron asimismo cultos como el del Santísimo Nombre de Jesús
-al que han de estar vinculadas las populares cofradías del Nombre de Jesl'.1s y que
tiene su principal expresión artística en las incontables variantes iconográficas de la
Adoraci6n del Santísimo Nombre de Jesús-, interiorizado corno "propio" pese a que
fuera preexistente a la fundación de la Orden, pero por encima de codo apoyaron con
absoluto celo la devoción a los individuos más sobresalientes de su familia para con-
solidar el instituto difundiendo los modelos de virtud de su ideario. De esta mane-
ra, a medida que se sucedieron las beatificaciones y canonizaciones, las grandes igle-
sias romanas del Gesu y San Ignacio acomodaron sus altares más destacados a la
nueva situación.
Decisiva resultó al respecto la reorganización del transepto de la iglesia madre de
la casa profesa romana, pues avanzado el siglo XVlI fue dedicado a los dos primeros
santos de la Orden, san Ignacio -a quien se consagró el altar del lado del Evangelio-
y san Francisco Javier - nuevo titular del altar del lado de la Epístola-; además, el cuer-
po del fundador fue depositado en una urna en la base de su altar con el propósito de
ser expuesto a la veneración de los fieles mientras que en el de san Francisco Javier se
colocó un relicario con uno de sus antebrazos, pues el resto de su cuerpo estaba en el
santuario del Born Gesú de Goa. Aunque la sistematización plástica de este conjunto
tuvo lugar en fecha tardía -el de san Francisco Javier a parcir de 1679 y el de san
Ignacio entre 1695 y 1699-, la fórmula se había convertido en modelo casi de precep-
to para numerosos templos jesuíticos desde algunas décadas antes; de hecho, su punto
de partida quizás deba vincularse a la canonización de ambos en 1622.
La decoración de la cabecera y el crucero de las iglesias jesuíticas hispanas
mediante retablos fue un aspecto que consumió grandes caudales, dilatándose con
frecuencia mucho más de lo deseado a la espera de reunir los fondos precisos 112 • De
la importancia concedida a esta "puesta a punto" iconográfica da cuenta el que el
colegio Real del Espíritu Santo de Salamanca encargara un enorme retablo provisio-
nal (1664-1665) pintado sobre lienzo para la consagración del altar mayor, que per-
maneció in situ hasta que se completó el definitivo y los colaterales de san Ignacio de
Loyola y san Francisco Javier 113 (1673-1679). Casi en el extremo opuesto, el modesto
111 P. Pirri , S.J ., Ciuseppe Vnlerinno, S.f., nrchitetto e piuore (1542-1596), Roma, 1970, p. 239.
112 De paradigmáticas al respecto pueden tildarse las dificultades a las t1ue hubo de hacerse frente para
completar el cosrosísimo retablo mayor del santuario de Loyola, cuya ejecución suscitó serias diferen-
cias entre los regidores del templo y la curia gcneralicia romana. Véase M.l. Asriazarain Achabal,
Arq11itec/os guip11zconnos .. . , pp. 48-49.
11 J A. Rodríguez Gutiérrcz de CebaUos, Es111dios .. ., pp. 83 y 89-98.
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CoNTH.IHUcrór,. nE LA C nMPAÑÍA 01- JEsús AL <.AMro UF. LA ARQUJTECJ URA v 01:: I.AS AR·t !!.., PLÁSTICAS
Retablo mayo r del colegio de San Vicente mártir de Tarazona. Traza y arquitectura de
Miguel de Zay (1595-1597) ; imágenes de Juan M iguel Orliens (1598-1600);
pinturas anónimas (ha. 1600-1610); imagen titular anónima (ha. 1675)
colegio de San Vicence mártir de Tarazo na, cuyo oratorio había quedado ul timado
hacia 1650, no contó con un retablo mayo r apropiado hasta que en 1723-1725 se reno-
vó el del colegio de Zaragoza, obra magnífica del hermano Pablo Diego Ibáñez 114 • El
"viejo" - pero nada desdeñable- mueble renacenrisra del templo zaragozano pasó
entonces al turiasonense no sin anees modificarse la iconografía del hueco central
11 •J.C. Lozano López, " Noticias artísticas en una fuente poco conocida: la Historia del Colegio de la
Compañía de Jesús de Zaragoza del I( Juan Arbizu (S.I.)", Artigmma, 16, (200 1), pp. 411-412; y C. Pardos
Solanas, "Obel isco de maravillas y dorado monumento. rucnres tipológicas e iconográficas del retablo
mayor de la iglesia de San Carlos de Zaragoza", Bolet/11 del Museo e Instif/110 "Camón Aznar~ 100,
(2007), pp. 247-295.
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JES ÚS CRIADO MA INA R
para dar cabida a la beUa esculcura barroca del diácono que ya debía presidir el alear
desde décadas atrás 11 s. Con cal ocasión o muy poco después debieron reaüzarse tam-
bién los preciosos retablos con estípites del crucero, dedicados - como casi era de pre-
cepto- a san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier.
A diferencia de lo que ocurre en los templos jesuíticos iberoamericanos, en los espa-
ñoles no fue común la incorporación de imágenes de los principales sancos de la
Compañía en el marco del retablo mayor. Por este motivo, la disposición de máqui-
nas complementarias, en particular en el ámbito del crucero, permitía subsanar esca
carencia. Así, en el caso de los colaterales salmantinos, san Ignacio está arropado por
los, en ese momento, todavía beatos Luis Gonzaga y Escanislao de Kostka, y otro tanto
sucedía con san Francisco Javier, respaldado por los mártires japoneses Pablo M iki y
Juan de Goco - beatificados, como se recordará, junto a su compañero Diego Kisai en
1627-. La lista de ejemplos y variantes podría extenderse de modo apreciable.
No faltaron en el seno del instituto especialistas en este campo, caso del tantas
veces referido Francisco Díaz del Ribero, autor de creaciones notables entre las que
sobresale la excepcional serie de los retablos de la iglesia de San Pablo de Granada
que incluye el mayor, los colaterales de san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier
y los menores de la Inmaculada y el Ecce Hamo, configurando uno de los conjuntos
más coherentes de este género solo alterado por los cambios iconográficos introdu-
cidos tras la expulsión de la Orden y el desafortunado -y muy reciente- desmante-
lamiento de las pinturas que Pedro Atanasio Bocanegra hizo para el titular 116 • Un
interés en absoluto inferior reviste la figura del hermano Alonso Marías 117 , responsa-
ble del maltratado retablo principal (trazado en 1607) del colegio de la Encarnación
de Marchena 11 8 y, sobre codo, del soberbio titular (1604-1606) de la casa profesa de
la Anunciación de Sevilla, obras ambas que evidencian el fino talento de este artífi-
ce. Más modesto nos parece, sin embargo, el perfil en este campo del hermano
Francisco Bautista, cuyo trabajo como arquitecto alcanzaría una mayor proyección
pero que inició su carrera como recablista con la realización (1615-1634) del que pre-
side la iglesia del colegio Máximo de Alcalá de Henares 11 9 •
m J . Criado Mainar, "El antiguo retablo mayor del Colegio de la C ompañía de Jesús de Zaragoza ... ", pp.
543-566.
11
D. Sánchez-Mesa Martín, "El retab lo barroco como máquina y espectáculo: D íaz de Ribero y la igle-
6
sia de los Jesui tas de Granada", Los Clasicismos en el arte espanol. Actas del X Congreso del CE. HA.,
Madrid, 1994, pp. 273-282.
1
17 Su biografía en A. Rod ríguez Gutiérrez de Ccballos, "Alonso Matías, precursor de Cano", Coloquios
sobre Alonso Cano y el Barroco español, Granada, c. 1, 1978, pp. 165-201.
118 J.M. Palomero Páramo, El retablo sevillano del Renacimiento: análisis y evolución (I560-1629), Sevilla,
1983, pp. 478-482. El estudio de sus pinruras en J .L. Ravé Prieto, óp. cit., pp. 130-133.
119 C. Román Pasror, óp. cit., pp. 233-237.
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CúNTR.IBUCJÓN DE LA CO MPAÑÍA DE JESÚS AL CAM PO D E LA ARQUlTECTURA Y D I::. LAS ARTF..S P 1.ÁSTI CAS
120 El tenor del contrarn en A. Bustamanre García, "Las esratuas de bronce del Escorial. Darns para su his-
toria (I)", Anuario del Departamento de Historia y Teoría de/Arte, V, (1993), pp. 50-52, nora n. 0 39, donde
además se da cuenta de la bibliografía anterior.
121 E. García Chico, "El retablo mayor de la colegiara de Villagarcía de Campos", Boletín del Seminario de
(coord.) , Historia de Medina del Campo y su tierra, Valladolid, 1986, vol. I, p. 702.
125 L. Cervera Vera, Las Estampas y el Sumario de El Escorial por juan de Herrem, Madrid, 1954.
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JISSÚS CRIADO MAINAR
Retablo mayor de la casa profesa de la Anunciación de Sevilla. Traza y arquirecrura del hermano
Alonso Marías; pinturas de Gerolamo Lucence, Juan de Roelas y Antonio Mohedano (1604-1606)
127 M.Á. Raya Raya, El retablo barroco cordobés, Córdoba, 1987, pp. 12-29 y 381-382.
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CoNTRIBUCIÓN D F LA C oMrA:-iíA DE J ESÚS AL CAM PO Dl 1.A fü<QUITEC I U RA Y nF LAS ART E.< PLÁs11CAS
Carro triunfal de fa lgfesia dirigido por san lgnacio de Loyofa, sacristía del colegio del Esp íritu Santo
de Puebla de los Ángeles, José Rodrígue-z. Carnero (mediados del siglo xv1u)
128P.M. Ibáñcz Marrínez, Pintura conquense del siglo XVI. III. Del Manicrismo a la Contrarreforma, Cuenca,
1995, pp. 283-291 y láms. LXX I-LXXIII.
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J,sús CRIADO MAlNAR
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de las ricas y variadas implicaciones de esta labor, queremos recordar que a mediados
del siglo xvm, en pleno esplendor de la Orden -y, paradójicamente, también en vís-
peras de su expulsión del territorio hispánico en 1767 y de su extinción canónica en
1773-, se hicieron obras alegóricas tan espectaculares como el Carro triunfal de la
Iglesia dirigido por san Ignacio de Loyofa que José Rodríguez Carnero pintó para la
sacristía del colegio del Espíritu Sanco de Puebla de los Ángeles 129 , cercana al mundo
de la fiesta y el arte efímero, o las incontables y variadisimas reincerpretaciones sobre
lienzo de la Alegoría de La Labor misionera de La Compañía de Jesús por Los cuatro con-
tinentes que tienen su origen en la abrumadora decoración desarrollada por el her-
mano Andrea Pozzo en la bóveda (169I-1694) de San Ignacio de Roma.
En la recta final del siglo XVI muchas órdenes religiosas, tan to de origen medie-
val como de reciente creación, hicieron un esfuerzo considerable por divulgar la vida
y hechos de sus fundadores a través de la imprenta, ya no solo acudiendo a la vía tra-
dicional de publicar relatos hagiográficos sino promoviendo series de estampas que
permitían ilustrar con imágenes los principales pasajes de la vida y los m ilagros atri-
buidos a la mediación de estos hombres y mujeres ejemplares. Dicha estrategia,
entendida como labor de apostolado, se inscribe en el mandato tridentino de impul-
sar el culto a los santos y a sus reliquias, y los hijos de san Ignacio recurrieron a ella
con mayor ahínco que otros institutos regulares de la Iglesia romana.
Los primeros ensayos de la Compañía de Jesús en esta dirección corresponden a la
publicación en 1593 de las Evangeficte Historite Imagines del padre Jerónimo Nada!, que
las concibió en los años setenta y moriría en 1580 sin alcanzar a verlas impresas. Se trata
de una suene de evangelio en estampas cuyo contenido va explicado en apostillas a pie
de página con llamadas a la composición figurativa y apareció junto a las Adnotationes
et Meditationes in Evangefia, un texto independiente pero pensado en función de los
grabados de la obra anterior con el desarrollo de las meditaciones propuestas sobre los
pasajes seleccionados. De ambos se harían nuevas ediciones, traducciones a lenguas
vernáculas e, incluso, una versión latina conjunta en 1595. Esta feliz idea sigue el méto-
do de la "imagen mental" que san Ignacio de Loyola había puesto a punto en sus
Ejercicios Espirituales, en los que se llama al devoto a formarse una "composición de
lugar" previa a cada meditación, de acuerdo con una técnica tomada de la devotio
129
L.E. Wuffardcn, "Iglesia y Colegio del Espírim Sanro. Puebla, México", en LE. Alcalá (coord.),
Fundaciones jesufúcas... , fig. de la p. 305.
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CONTRIB UCI ÓN DE. I.A C OMl>AÑÍA D E J1:sús A.L CAMPO DE. LA ARQUI l'F.CTU RA Y DE LAS ARTES P1ÁsTrCA~
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