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LA NECESIDAD DE REGULAR LOS

CONTRATOS AGRARIOS EN BOLIVIA

MSc. Mauricio Alejandro Navarro Caballero


Docente Universidad Andina Simón Bolívar

INTRODUCCIÓN
La creciente explotación agropecuaria que experimenta Bolivia y especialmente
Santa Cruz, debido a la implementación de nuevos métodos de cultivo y a la
progresiva mecanización de las tareas rurales, imponen a la ciencia jurídica, la
necesidad de estudiar y brindar mayor atención, a los institutos fundamentales del
Derecho Agrario y en especial en lo atinente a la regulación de los contratos
agrarios, que tienen por objeto, asegurar y garantizar el ejercicio del
aprovechamiento del suelo como bien productivo.

A pesar, de la incuestionable importancia de la actividad agropecuaria de Bolivia,


encontramos que existe una total despreocupación, en elaborar normas jurídicas
tendientes a regular los contratos agrarios, para evitar los diarios conflictos que se
presentan en campo, en el desarrollo de las actividades agropecuarias, sin
mencionar la inseguridad jurídica del predio mismo, ocasionada por grupos
organizados y por la falta de aplicación de las leyes vigentes, como también por
la no tipificación de convenciones, que no han merecido lugar en la ley.

Antecedentes
Cualquiera que sea la figura concreta, los contratos son instrumentos necesarios,
para la realización de los diversos fines de la vida económica, componiéndose por
intereses, para lograr el intercambio de bienes y servicios.
El Código Civil Boliviano, consagra el principio de libertad contractual, que acoge
como válidos los contratos innominados que contengan intereses dignos de tutela
y no sobrepasen los límites legales. Esto se debe a la imposibilidad real de
reglamentar la innumerable cantidad de contratos que se forman por el acuerdo de
partes.

Sin embargo el Derecho Positivo Nacional expone como parte de su contenido un


conjunto de principios, reglas e instituciones que presiden y regulan la formación
de los contratos. Establece requisitos, clases, modalidades, determina sus efectos,
derechos, obligaciones y las formas de disolución o extinción.

Actualmente, considerando el grado de especialidad que las normas contractuales


tienen, nacen nuevos cuerpos normativos particulares para contratos específicos.
Los contratos en materia agraria, son numerosos y variados, sus modalidades
responden a prácticas y costumbres remotas, sin embargo predominan los
intereses económicos para su realización. Su influencia se siente en la forma de
trabajar la tierra en cada zona geográfica del país. Los contratos agrarios
constituyen una categoría que excede en mucho a la simple relación de propiedad
que es génesis de los contratos civiles. Su valor como fuente del Derecho Agrario,
se debe a que reflejan con certeza lo que realmente pasa en el campo, puesto
que, las leyes que de ellos se ocupan regulan oportunamente las relaciones
jurídicas nacidas de las necesidades de los productores agropecuarios.

La primera noción de Contrato Agrario autónomo, parte de la concepción que lo


caracteriza como un acuerdo de voluntades, en la que el propietario del fundo
cede el goce del mismo a un tercero. Empero, este reduccionismo deja de lado
otro tipo de contrataciones agrarias que se diferencian de las del ámbito civil y
comercial a pesar de tener rasgos similares.
El origen de los contratos que estudiamos se encuentra cerca de la época en que
el hombre nómada se torna sedentario. En ese momento empieza a avizorarse el
surgimiento de la propiedad privada y con ella aparecen las primeras formas de
desigualdad entre los poseedores de los bienes y los desposeídos, de esta forma la
evolución de algunos contratos, marcha paralela con las necesidades que tienen
los hombres de obtener uso y goce de una cosa que no le pertenece,
confundiéndose a veces este uso y goce con la propiedad.

En un primer momento, los contratos agrarios constituían una relación vinculante


en términos de propietario-arrendatario exclusivamente y no incorporaba la
esencia productiva de la tierra como objeto del contrato. “La Hacienda” –
tradicional sistema de explotación feudal – ordenó la producción agropecuaria,
concediendo la tenencia eventual de reducidas parcelas de terreno bajo el
denominativo de “sayañas”, “arriendos”, “aparcerías”, etc. a favor de los indígenas
y campesinos a cambio del cultivo de la propiedad del hacendado y los servicios
gratuitos de carácter personal que debía prestar el “pongo” ligado al terreno. Los
trabajadores no recibían salarios ni estipendios en dinero o especies por sus
servicios y trabajos, esos “contratos” no eran sino un sometimiento del débil al
poderoso, el arrendamiento rural fue desnaturalizado al obviar el concepto jurídico
del “canon”. Dejando de lado estos antecedentes, debemos decir, que la normativa
sobre la contratación rural desarrollada con la Reforma Agraria, fue casi
inexistente, implantando sin querer relaciones capitalistas en el campo, dejando
inermes a los productores frente a los propietarios, existiendo mayor demanda por
tierras de los campesinos pobres, sin trabajo ni hogar. Desde entonces se
consagra el salario como única retribución al trabajo agrícola, sin embargo, cuando
la contraprestación monetaria del trabajo fuera inaplicable, se pretendía establecer
sistemas de trabajo colectivo, organizándose entonces cooperativas.
Finalmente, debemos decir que la doctrina indica que la esencia de lo agrario no
es la propiedad sobre el fundo, que bien puede ser resuelta en términos de
contrato civil, si no la empresa, es decir la movilización de un proceso en el que
intervienen el suelo, el trabajo, el capital, los insumos, la tecnología, el mercado y
el consumo final, en una dimensión que supera el interés privado para hacerse
socialmente sostenible, es dudosa la definición de un Contrato Agrario genérico,
pero se encuentra reducido a relaciones patrimoniales. Antes de la Reforma
Agraria, era el Derecho Civil el que contenía las disposiciones acerca del derecho
propietario rural y sus vinculaciones. Actualmente, hay necesidad que otra
institución propia del Derecho Civil, logre adaptarse para regular las relaciones
jurídicas rurales, conservando las premisas del Derecho Privado pero conteniendo
también el interés general sobre el objeto de los contratos Agrarios. La
especificidad de los contratos lograría dinamizar su práctica en el contexto real.

Los Contratos Agrarios en General


Brebbia y Malanos, en su Tratado Teórico Práctico de los Contratos Agrarios,
sostienen que la rama jurídica de su especialidad tiene en los contratos el más
antiguo de sus institutos. Encontramos así existencia de las convenciones que nos
ocupan desde la época precolombina del imperio incaico donde personas ajenas al
propietario de la tierra realizaban la explotación. Por otra parte, su regulación
encuentra origen en Roma y Grecia, caracterizados en torno al contrato de
locación pero con una modalidad diferenciada por su naturaleza jurídica, cuestión
controvertida hasta la actualidad. Los códigos europeos de siglo XIX, como el
francés de 1804 y el italiano de 1865, contenían disposiciones relativas a los
contratos de aparcería e incluso aparcerías del ganado. El derecho español antiguo
también incluyó estos contratos.
Es lamentable decir que en nuestro país, los contratos agrarios respondieron al
régimen feudal que caracterizó la tenencia de la tierra desde el nacimiento de la
República hasta la Reforma Agraria. Flores Moncayo José, menciona en su libro
Derecho Agrario Boliviano que “el Decreto Ley de 19 de noviembre de 1939 regla
la materia de arrendamientos”, fue el primer antecedente legislativo, las aparcerías
también fueron antiguamente practicadas bajo denominativos de sayañas o
pegujales reuniendo características especiales propias al colonato de los
trabajadores de la tierra.

Podemos concluir diciendo, que hasta antes de 1953, nunca existieron políticas
agrarias adecuadas para la utilización del recurso tierra y por el mismo motivo
nunca se definió un régimen de contrataciones relacionadas con la producción
agropecuaria, por ende se subsumian al Derecho Civil, que rige principalmente las
relaciones privadas y no reúne los principios agrarios.

Los Contratos Agrarios en el Derecho Boliviano.-


La Ley Fundamental de Reforma Agraria.-
Debemos tener claro, que esta innovación legislativa deslindó definitivamente el
régimen agrario del civil. El único contrato definido por la reforma, fue el de
trabajo agrícola, prohibiendo así toda forma de trabajo no remunerado. Más tarde
en 1954, se definió el contrato de prenda agraria, pero se derogó con
posterioridad a la quiebra y cierre del Banco Agrícola. Lo más importante de este
momento histórico, se dio con el Decreto Supremo N° 5749 del 23 de marzo de
1961, que prohibió categóricamente los contratos de “compañía o aparcería”,
reiterando la premisa del salario como única forma de retribución del trabajo
agrario, el mismo decreto admitía excepcionalmente los contratos de
arrendamiento pero en ningún caso fundado en la renta del suelo, debiendo el
propietario acreditar su imposibilidad para trabajar el predio personalmente,
elaborándose un plan de trabajo y con intervención de funcionarios públicos so
pena de considerarse abandono de la propiedad rural, que entonces significaba la
reversión de las tierras a propiedad del Estado. El Título X del Decreto Ley 3464,
prohibió el colonato y toda forma de trabajo gratuito, siendo por ende, el salario la
única forma de remuneración del trabajo rural, prohibición que se ratificó con el
Decreto Supremo N° 5740 de 10 de Marzo de 1961 del contrato de trabajo
agropecuario.

Estas prohibiciones se fundaron, en la fuente ideológica que identifica estos


contratos con formas precapitalistas de explotación, significando un desequilibrio
entre los factores de producción. Gran parte de los principios del Derecho Agrario
fueron contemplados en la Ley de Reforma Agraria, fenómeno reflejado en la
normativa posterior.

Contratos Agrarios y el Código Civil


El Código Civil vigente desde 1975 incluye un capítulo específico sobre el régimen
de la propiedad agraria fundado también en las premisas de la reforma de 1953.
En su artículo 214 dispone que “El arrendamiento, la aparcería, la medianeria y
cualquier otro sistema de explotación indirecta de la tierra, no serán admitidos en
la pequeña propiedad ni en el solar campesino”. A su vez el artículo 215 refleja un
principio general del Derecho para el régimen agrario: todo lo no dispuesto para la
propiedad agraria en el código civil se rige por las leyes especiales que le
conciernen, concordando con la disposición del artículo 731 sobre el arrendamiento
de fundos rústicos productivos. Si relacionamos estos tres artículos con las
disposiciones agrarias de la reforma, nos daremos cuenta, de que el Código Civil,
prohibía explotar indirectamente la tierra sólo para el solar campesino y la
pequeña propiedad, sin embargo existían leyes especiales que también prohibían
aparcerías y arrendamientos sin importar la clase de propiedad agraria que fuera
objeto del contrato. De esta forma los contratos más antiguos en materia agraria
se volvieron más escasos e incluso se solía encubrirlos dentro de formas civiles. Lo
claro es que, a pesar de las prohibiciones el ambiente rural fue siempre testigo de
las convenciones generalmente verbales y celebradas de hecho, impuestas por el
dinamismo de la actividad agraria, generando relaciones que tienen consecuencias
de derecho.

Contratos Agrarios y la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria.-


La Ley N° 1715 del 18 de octubre de 1996 o su modificación a través de la Nº
3545, tampoco dispone dentro su contenido regulación alguna para los contratos
agrarios, no obstante el primer artículo de sus Disposiciones Abrogatorias y
Derogatorias dan viabilidad para practicarlos al declarar la abrogatoria del Decreto
Supremo 5749. La disposición final décimo primera de la misma Ley indica
textualmente: “Los contratos de aparcería o arrendamiento serán regulados en el
reglamento de esta ley”. El reglamento al cual se hace referencia en la ley entró
en vigencia por Decreto Supremo N° 25763 del 5 de mayo de 2000 y fue
modificado en julio del mismo año; a pesar de ello, no se incluyó la regulación de
ningún contrato agrario en el nuevo reglamento. Esa situación persiste hasta la
actualidad pero, el principio de la función económico-social de la tierra, hace
necesaria la nominación de los contratos para la producción agropecuaria,
tutelando así los intereses emergentes ya sean estos individuales o de la
colectividad en general.

Especialidad de los Contratos Agrarios.-


Hemos analizado sucintamente la historia de los Contratos Agrarios describiendo
de alguna forma su evolución. Claramente nos damos cuenta que constituyen una
categoría jurídica especial y, para calificarla se deben tomar en cuenta los
conceptos de trabajo como fuente del derecho propietario, íntimamente
relacionado con la función económica y social – reflejo de la teoría de la agrariedad
de la tierra.

No obstante, los principios mencionados obedecían a la política agraria dirigida a


eliminar el latifundio improductivo y evitar el minifundio, los resultados no fueron
los mejores. Analizando la realidad actual vemos que es necesario cambiar
perspectivas de pensamiento puesto que ideologías en desuso imponen una
restricción a la función instrumental que los contratos agrarios tienen en la vida
económica.

Si buscamos su especialidad, encontramos diferencias claras con cualquier contrato


real ya que de ninguna forma se perfeccionan con la entrega de la cosa – en este
caso un fundo rural – por otro lado, el contenido social del Derecho Agrario se
vincula con la prevalencia del grupo social sobre el interés individual, supone
especial trato para los protagonistas del proceso productivo e inmersos en una
secuencia de relaciones de acuerdo al ciclo productivo mismo, se hace necesario
que la distribución de riquezas sea justa y la única forma es reconociendo
jurídicamente la categoría de Contratos Agrarios donde la autonomía de la
voluntad debe ser limitada, debiendo existir un número cerrado de esquemas
típicos.

Otro elemento diferenciador es la duración del contrato puesto que las partes no
son libres para determinarlo, el Contrato Agrario está ligado a un ciclo biológico,
vegetal o animal – duración mínima natural -, sin embargo debemos decir que es
también necesario, por razones técnicas, económicas y de estabilidad establecer
una duración mínima legal, además es preciso para tutelar el derecho de
propiedad, una duración máxima legal.
Concepto de Contrato Agrario.-
El concepto de contrato agrario, está necesitado de comprensión, así como de una
profundización en el análisis de la importante cuestión referida, se debe
determinar, si constituye una categoría contractual autónoma o si únicamente es
un contrato que cuenta con ciertas especificidades.
Respecto a su noción, nuestro legislador no nos define lo que el contrato agrario
sea. Ello puede deberse a que lo presupone, o bien porque entiende que ofrece los
suficientes elementos para definirlo a partir de las leyes especiales, reguladoras de
los contratos agrarios. Por ello estamos ante la necesidad de elaborar una noción
de contrato agrario. Para lograrla hemos de señalar los elementos que
necesariamente deben integrar ese concepto genérico.
En primer lugar, esa noción debe ser capaz de poner de relieve el modo particular
en que técnicamente se estructura el contrato agrario. Además, y este sería el otro
elemento a considerar, nos debe indicar la clave de la mecánica de ésta clase de
contratos.
En cuento al primero de los elementos conceptuales, se debe poner de relieve,
como el efecto típico fundamental del modo en que técnicamente se estructura el
contrato agrario, consiste en la atribución de la titularidad del aprovechamiento
económico de los bienes en función de su destino productivo: La producción
Agrícola, silvícola o ganadera.
Respecto al segundo de los elementos, la dinámica de donde resulta tal atribución,
encuentra la clave de su mecánica en que el nacimiento de la titularidad del
aprovechamiento, no supone que, a través del contrato agrario, la posición jurídica
respecto de los bienes de quien activamente la ostenta, se pierda o seda
definitivamente, sino que solo se modifica, limitándola o transformándola en
función de la explotación económica de sus bienes conforme a su destino
productivo.
Por todo ello, considero que el contrato agrario es aquel, cuya finalidad
típica es la obtención de un rendimiento económico, mediante la
atribución de una titularidad de aprovechamiento de los bienes
destinándolos a la producción agrícola, silvícola o ganadera, con fines de
mercado.
La contratación agraria queda así definida por su destino, que no es otro que el de
la producción agraria: Obtención de productos agrícolas, ganaderos y forestales.
Definición.-
Son Contratos Agrarios aquellos cuya función consiste en coadyuvar al
trabajo efectivo de la propiedad agraria. Son también contratos agrarios
aquellos que tienen por finalidad servir a la actividad productiva de las
tierras sujetas al cumplimiento de la función económica social y los
planes de desarrollo.

Elementos y Clasificación de los Contratos Agrarios.-


El profesor Dillman Flores Prada, al referirse a los contrarios agrarios en su libro “El
Derecho Agrario en función del desarrollo” (Pág 221) refleja el pensamiento de los
teóricos franceses sobre los contratos y caracteriza cuatro elementos constitutivos
que se aplican a los contratos agrarios:
a) Pluralidad de las partes
b) Consentimiento o acuerdo de voluntades
c) Objeto
d) Causa
Partiendo de la misma corriente teórica pero, aplicando los principios agrarios se
encuentran otros elementos comunes pero individualizados en relación a los
sujetos, al objeto, la causa, al tiempo y, en la prevalecía de un interés público
sobre el privado.
1) Sujetos: Deberán ser o un propietario de fundo rural o personas
relacionadas a la producción agropecuaria. Abraham Maldonado – Política
Agraria, Derecho Agrario, Reforma Agraria (Pág. 80) – dice: “ los
intervinientes, tiene que ser sujetos de derecho agrario y no cualquier
persona, una ley especial o un código agrario debe señalar las modalidades
y condiciones que debe reunir para ser considerado sujeto de Derecho
Agrario”, este criterio aunque formulado en 1974 no está fuera de la actual
necesidad.
2) Objeto: Los contratos del trabajo indirecto de la tierra tienen por objeto el
fundo como organismo viviente y activo. Si nos sujetamos a lo que Morales
Guillen nos dice en el Código Civil concordado y anotado (Pág 679, Tomo I)
vemos que objeto de contrato puede ser cualquier cosa que uno de los
estipulantes se obliga a dar, hacer o no hacer, estas obligaciones exigen
también en el derecho agrario pero siempre vinculadas a la producción y no
siempre a la tenencia de la tierra. Es necesario que las obligaciones sean
determinadas jurídicamente y no establecidas por autonomía de la voluntad.
3) Causa: Es permanente en todos los contratos y está constituida por la
función económica y social de la tierra vinculando también la producción
que realiza tal fin.
4) Tiempo: En cuanto todos los contratos agrarios son de duración temporal.
Generalmente se toma el ciclo agrícola o biológico pecuario como
referencia.
5) Prevalecía de los intereses públicos sobre los privados: Este
elemento impone limitaciones a la libertad contractual agraria determinadas
por los principios agrarios.
Para ampliar la visión de los elementos que nos atingen, tomaremos el criterio
de Ramiro Barrenechea Zambrana que en su obra Derecho Agrario, hacia el
Derecho del sistema Terrestre (Pág 151), señala sus caracteres.
a) Generales
 La producción
 Tienen por escenario zonas rurales
 Las partes están obligadas a preservar el medio ambiente
 No son especulativos
 Los plazos por lo general se someten al ciclo evolutivo del agro.
b) Jurídicos:
 Bilaterales
 Consensuales
 Onerosos
 Conmutativos
 Generalmente formales
Es acertado decir que los elementos jurídicos son afectados por los aspectos
generales de las convenciones agrarias. Es por ello que una clasificación que las
agrupe en categorías especiales es fácil, ya que muchos criterios clasificadores son
generales. Sólo el objeto, el vínculo y, la forma tienen más de una categoría.
1) Clasificación de acuerdo al objeto:
 De cosas (inmuebles, muebles, sistemas de elaboración o producción, etc.)
 De servicios
2) Clasificación de acuerdo al vínculo:
 Asociativos: requiere esfuerzo de ambas partes
 Disociativos: una parte está obligada a realizar la producción
3) Clasificación por la forma de celebración:
 Verbales
 Escritos
4) Clasificación según el fin perseguido:
 Onerosos y conmutativos
5) Clasificación según el cumplimiento de las obligaciones:
 De tractu sucesivo
6) Clasificación según las reglas de interpretación de los
contratos:
 Innominados
En nuestro país los índices productivos no son demasiado elevados, una
clasificación diferente, orientada a las fases de la producción encuentra que
existen contratos de organización, de funcionamiento y de crisis de la producción.
CONCLUSIONES
 Por lo expuesto, creemos en la verdadera necesidad de dar un
tratamiento jurídico a los Contratos Agrarios.
 Vemos que la inseguridad se refleja en las personas al pensar en los
contratos de tenencia de la tierra, por otro lado, estamos convencidos
que su práctica eficiente podría dar un dinamismo nuevo a la
producción agrícola conjunta y socialmente mantenida.
 El objeto de los contratos de Aparcería Agrícola y Arrendamiento Rural
es totalmente posible, lícito y cierto puesto que se funda en la función
social o, en su caso, económica – social de la propiedad, aunque se
de por vías indirectas pero no ilegales.
 Las partes vinculadas con los Contratos Agrarios podrán incrementar
niveles productivos al sentir que sus acuerdos son considerados válidos
y obligatorios a través de su tratamiento jurídico. El incremento se
presentaría al momento de fomentar el trabajo conjunto disminuyendo
la parcelación extrema del espacio rural.
 La costumbre permite que la causa de los contratos agrarios sea
jurídicamente considerable, hace también posible que las partes
conozcan los derechos y las obligaciones que les corresponden. La
seguridad jurídica, en su dimensión personal, puede ser desequilibrada
en las convenciones agrarias si la costumbre rural se ve alterada
negativamente.
 La forma – documento escrito – debería ser exigida para el contrato de
arrendamiento en orden de disminuir los temores de las partes que
intervienen y así dar vías de solución para los conflictos que podrían
surgir. Además sería una manera de hacer respetar las obligaciones
contraídas cuando los resultados de la producción no son los
deseados, influyendo sobre el objeto mismo del contrato que se
vincula con la producción agraria, evitando, de esta forma, abusos
para cualquiera de las partes.
 Ni la prohibición, ni la falta de regulación jurídica de los Contratos de
Aparcería Agrícola y Arrendamiento Rural hizo que su práctica
desaparezca, eso comprueba la Teoría general de la formación de los
contratos.
 Existe gran cantidad de Contratos agrarios, el Arrendamiento Rural y la
Aparcería Agrícola no son las únicas opciones de la contratación rural,
Podemos mencionar como algunas otras opciones: el arrendamiento
rural, la aparcería agrícola, la medianería agrícola, aparcería pecuaria,
medianería pecuaria, capitalización, pastoreo, contrato de pastaje o
pasturaje, contrato de cosecha, contrato por dos cosechas,
Para finalizar, reflexionando lo analizado en ésta ponencia, consideramos
completamente necesario, el continuar estudiando los contratos agrarios, como
uno de los institutos del derecho agrario, que nos permitirá legalizar las relaciones
de producción y por tanto aportara en gran medida, al desarrollo económico y
social del país, como así, evitará conflictos en campo, manteniendo la paz social y
promoviendo el desarrollo rural de Bolivia.

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