Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
¿Qué es un proyecto?
El vocablo “proyecto” es de uso común y se emplea para referir diversas situaciones; al ser
un concepto polisémico, es importante acotarlo. En principio, diremos que la Real
Academia Española (RAE) reconoce cinco acepciones de esta unidad lingüística, de las
cuales se traen a colación las siguientes: “planta y disposición que se forma para la
realización de un tratado, o para la ejecución de algo de importancia” y “designio o
pensamiento de ejecutar algo” (RAE, 2015). Con base en lo anterior, podemos decir que,
en un sentido general, un proyecto es un medio que se construye para ejecutar o para
realizar algo de relativa importancia.
Para el Project Management Institute, un proyecto es una actividad grupal temporal que
se realiza para producir un bien, un servicio o un resultado que es único. Los proyectos
constituyen una actividad temporal en tanto que tiene un momento de comienzo y de fin
claramente establecido y, consecuentemente, tiene alcances y recursos definidos;
produce resultados únicos en virtud de que se constituye sobre la base de un conjunto
específico de operaciones diseñadas exprofeso para lograr propósitos y metas
particulares. (PMI, 2015).
2
Como puede observarse, los dos conceptos citados corresponden al campo de la
ingeniería y ponen énfasis en tres aspectos importantes: (1) los proyectos son “trajes a la
medida”, por medio de los cuales se busca solucionar un problema o una necesidad
previamente detectada mediante la generación de bienes y servicios especiales; (2)
operan bajo restricciones presupuestales y temporales; y, (3) suponen el empleo de
métodos y procedimientos planificados.
Dentro de las ciencias sociales, las definiciones de proyecto son variadas. Fontaine (1998,
pág. 21), afirma que, desde la perspectiva económica, un proyecto puede ser concebido
como una fuente de costos y beneficios que ocurren en distintos periodos, en donde el
desafío consiste en identificar y medir los costos y los beneficios que se generen en aras
de emitir un juicio sobre la conveniencia de ejecutarlo o no.
Martinic (1997, pág. 23 y 67), considera que los proyectos de acción social o educativos
son soluciones para resolver problemas específicos de un sector poblacional, y suponen la
movilización de recursos para alcanzar fines predeterminados. Para este autor, todo
proyecto, sea de forma implícita o implícita, de forma más o menos lógica, se apoya en
supuestos, ideas o teorías sobre las determinantes del problema que se busca resolver y la
forma en cómo afrontarlo y dan lugar a sistemas de acción cuyos componentes
interactúan entre sí para producir una serie de cambios en una situación considerada
problemática.
Pérez Pineda (2010, pág. 18), refiere que un proyecto social es una idea o estrategia
descrita en un documento, y mediante la cual se intenta resolver un problema concreto.
En el mismo sentido, Álvarez García (Álvarez García, 2012, págs. 51-53), sostiene que un
proyecto es un proceso que describe la idea dinámica de una acción organizada para
lograr determinados fines y objetivos, que se pueden planear, administrar y evaluar por sí
mismo, constituyendo un ámbito de gestión particular; es también la descripción y
desarrollo de un proceso que permite resolver un problema relevante y complejo, y
orientar un proceso de cambio mediante la instrumentación de estrategias apropiadas,
dentro de un horizonte de tiempo y espacio dados.
3
Son formulados para modificar una situación indeseada, considerando los recursos
disponibles. Como ha quedado puntualizado en las definiciones anteriores, un
proyecto no aspira a afrontar fenómenos multidimensionales y complejos; sino
revertir problemas concretos, delimitados y analizados previamente.
Suponen la ejecución de un conjunto de operaciones sistemáticas y planificadas, a
través de las cuales se busca generar bienes y servicios a favor de personas o
grupos sociales reconocidos con anticipación, a quienes usualmente se les
denomina usuarios, beneficiarios o clientes. Mediante la entrega de estos bienes y
servicios se espera generar un efecto fundamental: revertir la situación que motivó
el diseño del proyecto.
Demandan de una inversión, es decir, de recursos financieros, materiales y
humanos. Sin embargo, lo proyectos no sólo deben generar costos; se debe tener
la expectativa de que los beneficios generados siempre sean mayores a los gastos.
Así, un proyecto implica la movilización de recursos para obtener beneficios
sociales claramente justificados y especificados.
Se desarrollan no solo bajo restricciones presupuestales, sino también temporales,
por lo que todo proyecto exige explicitar el periodo de inicio y término. Se espera
que, en un periodo razonable, la situación indeseada que motivó la intervención se
revierta o, al menos, que disminuya en su intensidad o magnitud.
Se expresan en un documento que se describe de manera clara y precisa los
objetivos, los medios y los insumos que habrán de emplearse, así como la forma en
cómo será gestionado. En virtud de que la puesta en marcha de un proyecto
involucra a personas con diversos perfiles profesionales ––quienes intervendrán en
diversas etapas y desempeñarán funciones disímiles–– los proyectos deben
expresar de forma comprensible y concreta las razones que dan origen a la
intervención, los fines que se persiguen, las medidas que se van a adoptar para
solucionar el problema, los actividades a realizar, los recursos que habrán de
requerirse, así como los medios de supervisión y evaluación. De este modo, un
proyecto también debe entenderse como un acto comunicativo en el que se busca
aclarar, organizar y transmitir una idea sobre cómo intervenir para modificar una
situación indeseada.
Con base en la información referida en los párrafos anteriores, podemos concluir que, en
el contexto de este módulo, un proyecto es un documento en el que se describen y
4
organizan un conjunto de actividades sistemáticas y racionales mediante la cuales se
busca producir y entregar un conjunto de bienes y servicios a un grupo de personas, en
áreas de rectificar una situación no deseada en un plazo razonable.
Un plan constituye la suma de programas que buscan objetivos comunes, los cuales se
ordenan y jerarquizan a partir de objetivos generales (Cohen & Franco, 2006, pág. 86). Los
planes hacen referencia a decisiones de carácter general y explicitan los lineamientos
políticos fundamentales; definen las prioridades y las estrategias de intervención, así
como los medios e instrumentos que, en lo general, se deberán utilizar para alcanzar
objetivos de gran escala, así como los plazos en que estos deberán materializarse. Un plan
engloba tanto programas, como estrategias, pero no se limita a estos, pues también
establece principios, define prioridades y medios de carácter estructural para lograr
alcanzar los fines pretendidos.
Los programas son instancias intermedias entre los planes y los proyectos, es decir, son
los eslabones que vinculan los lineamientos y las medidas de carácter más general (planes)
con los que trabajan unidades administrativas y operativas más concretas (proyectos). Los
programas constituyen “una constelación de proyectos” de similar naturaleza, es decir,
que están relacionados entre sí y que, consecuentemente, buscan impactar en un objetivo
común (Ander-Egg & Aguilar Idáñez, 2005, pág. 16), el cual se deriva o se establece a
partir de las prioridades definidas en el plan correspondiente.
5
plazo razonable. En palabras de Pichardo Muñiz, los proyectos son la unidad más
operativa dentro del proceso de planificación y constituyen el último eslabón del proceso
de planeación (citada por Cohen & Franco, 2006, pág. 85). Para Cohen y Franco (2006), los
proyectos son también la mínima de asignación de recursos.
Las actividades son operaciones o tareas que realiza una persona, las cuales pueden ser
físicas o mentales, y se llevan a cabo para alcanzar una meta prefijada (Corzo, 1981, pág.
16). Las actividades son las tareas más pequeñas identificables en un proceso de
producción de bienes y servicios.
Por su parte, una estrategia, es el conjunto de acciones que realiza una persona u
organización para aprovechar las oportunidades y lidiar con las adversidades que se
presentan, con miras a situarse en una situación ventajosa, conseguir una posición de
liderazgo, o lograr un desempeño eficiente y sustentable. Una gestión estratégica,
entonces, consiste en escoger adecuadamente “las batallas que habrán de librarse”,
identificar las prioridades, asignar recursos de forma inteligente a fin de dar respuesta a
las necesidades más apremiantes o satisfacer las demandas más sentidas de la población o
que generen oportunidades de desarrollo (Velasco, 2010, pág. 17).
6
Los procesos y los procedimientos forman parte de las rutinas organizacionales. Los
procesos son un conjunto de actividades interrelacionadas a través de las cuales
transforman los insumos en resultados (productos), que proporcionan un valor a quien los
usa, aplica o demanda. Se clasifican en sustantivos y adjetivos. Los primeros son aquellos
de los que dependen el cumplimiento de la misión y los objetivos estratégicos de un
organismo y se relacionan directamente con los productos o servicios ofrecidos a la
comunidad. Por su parte, los procesos administrativos son aquellos relacionados con la
gestión interna de la institución y están relacionados con la administración de recursos
humanos, materiales y financieros. Se denominan adjetivos (también se denominan
administrativos o secundarios) porque contribuyen de manera indirecta al cumplimiento
de los objetivos estratégicos (SFP, 2010, pág. 31).
Tipo de proyectos
Los proyectos son catalogados de diversas formas. Álvarez García (2012, pág. 55) identifica
cinco criterios utilizados que son utilizados para tal efecto: (1) por su orientación: sociales
o económicos1; (2) por el carácter de su implementación: proyectos piloto, experimentales
o de consolidación; (3) por el método a seguir: investigación, investigación-acción,
intervención social; (4) por el sector en el que estén inscritos: industriales, agrícolas,
sanitarios, educativos; o (5) por su cobertura: nacionales, regionales, municipales o
locales.
Gómez Arias, et. al., (2009, págs. 35-36), distingue cinco tipos de proyectos: (1) Proyectos
de desarrollo social: dirigidos a mejorar el bienestar de la población en situación de rezago
educativo, económico o de acceso a servicios públicos; (2) Proyectos de investigación:
1En este caso, el término económico se emplea para definir a aquellos proyectos que explícitamente
buscan una rentabilidad, una ganancia monetaria. En tanto, los programas sociales buscan generar
bienestar social.
7
orientados a generar conocimiento sobre un tema o asunto específico; (3) Proyectos de
desarrollo tecnológico: buscan mejorar la aplicación de conocimientos a través de crear
procedimientos y proveer recursos físicos para mejorar un proceso de producción o un
servicio); (4) Proyectos de inversión física: tendientes a desarrollar, ampliar o mejorar
sustancialmente edificaciones, infraestructura, instalaciones o equipos; y (5) Proyectos de
desarrollo organizacional o institucional: dirigidos a mejorar un proceso administrativo o a
crear una organización de trabajo más efectiva a la luz de sus objetivos.
Por su parte, Barbosa y Moura (2013, págs. 23-24), proponen clasificar los proyectos de
acuerdo con su finalidad o razón de ser. Particularmente, estos autores desarrollaron una
taxonomía en torno a proyectos de tipo educativo, a saber:
Por lo regular, en la administración pública, los proyectos se suelen catalogar con base en
los objetivos que persiguen o a partir del área programática en el que estén inscritos, es
decir, proyectos educativos, productivos, sociales o culturales, entre otros. Es importante
advertir que el tipo de clasificaciones referidas en los párrafos anteriores no son
mutuamente excluyentes, de tal suerte que puede existir un proyecto social que se
ejecute en fase piloto, de incidencia municipal y adscrito al sector educativo.
8
Los proyectos culturales
Roselló (2004, pág. 24) propone una definición de lo que es un proyecto cultural: es la
secuencia ordenada de decisiones sobre tareas y recursos, encaminadas a lograr unos
objetivos en unas determinadas condiciones. Este autor enfatiza algunos elementos sobre
los proyectos culturales: primero, que constituyen la concreción de un conjunto de
valores, ideas, orientaciones y directrices a los que, en su conjunto, se le denominan
“política cultural” y sin la cual se corre el riesgo de realizar actos mecánicos carentes de
orientación. Segundo, que todo proyecto busca reducir el riesgo y la incertidumbre en el
marco de una intervención. Finalmente, que la implementación de un proyecto implica la
voluntad de lograr algo y la disposición de utilizar los recursos con los que se cuente.
Escobar (2015), considera que, en aras de que el sector cultural gane un lugar más
relevante en la agenda de las políticas nacionales de México, es necesario explorar
metodologías y afinar conceptos relacionados con el trabajo artístico y cultural. Opina que
es fundamental sistematizar con rigor las actividades realizadas por los organismos
públicos, generar mayor información estadística e impulsar una agenda de evaluación más
ambiciosa en torno a los programas culturales que ya están en operación. En suma, hace
una invitación a abandonar la vieja gestión cultural, empecinada en contabilizar recintos
culturales, organizar eventos artísticos y analizar las variaciones en el presupuesto.
Quizás el primer paso para modificar el modelo de gestión tradicional sea discutir y
reconocer los fines centrales de la política cultural mexicana y formular programas y
proyectos que, de manera fehaciente, demuestren su contribución al logro de tales fines.
Tal y como se advierte en la definición de Roselló, los proyectos culturales constituyen la
concreción de la “política cultural” y no deben dar lugar a acciones o inversiones carentes
de orientación y propósitos claros y verificables; los programas y proyectos culturales ––al
igual que los educativos, económicos o sanitarios–– están llamados a resolver problemas
9
públicos, a demostrar sus resultados y a dar cuenta de los recursos empleados para tal
efecto. Como veremos más adelante, los proyectos culturales no son producto de la
buena voluntad, sino del aprovechamiento del conocimiento y las técnicas de las ciencias
sociales y de la formulación de respuestas estratégicas para remontar las situaciones que
no se corresponden con los principios, valores o aspiraciones de nuestra sociedad.
10
Para concluir este apartado, basta con decir que, regularmente, la gestión de un proyecto
alude a diversas etapas: formulación o diseño; implementación u operación; monitoreo o
supervisión; evaluación o valoración; y reformulación o rediseño. El empleo de la palabra
etapa, no quiere decir, necesariamente, que se trate de una secuencia obligada. A
menudo se piensa, por ejemplo, que la evaluación es la etapa final en la vida de un
proyecto; sin embargo, como veremos en el Módulo 4, existen evaluaciones que inician
antes de ejecutar un proyecto, un claro ejemplo es la evaluación costo-beneficio, o la
evaluación de diseño. Ambos tipos de evaluación se pueden llevar a efecto antes de la
fase operativa. Por su parte, el monitoreo o la supervisión es una práctica que debe estar
presente en todo el ciclo de vida de un proyecto. Así, el ciclo de vida referido es una forma
esquemática de representar los momentos más relevantes del progreso de un proyecto a
fin de facilitar el análisis y la gestión del mismo.
11
Pautas metodológicas para formular un proyecto cultural
a. Elaboración un diagnóstico:
Considerando que un proyecto aspira a ser una intervención racional y con ciertas
probabilidades de modificar la situación que motivó la intervención, no es deseable
planificar intervenciones con base en supuestos, preconcepciones o prejuicios; un
proyecto no debe ser una respuesta surgida del sentido común, de corazonadas o de
posiciones ideológicas. Un proyecto debe edificarse a partir de hechos o del
aprovechamiento del conocimiento generado dentro de las ciencias sociales.
12
Los diagnósticos constituyen dictámenes o estudios técnicos en los cuales se define
formalmente el problema previamente identificado, se establece su magnitud en los
márgenes en los cuales se espera intervenir y se especifican sus causas o determinantes,
para lo cual se recurre a métodos y técnicas propias de las ciencias sociales y
administrativas. De acuerdo con Cohen y Martínez (págs. 22-28), además de la
delimitación del problema, los diagnósticos deben contener lo siguiente:
Línea de base: Es una medida o indicador que refiere la magnitud del problema
antes de la intervención. Debe ser una referencia cuantitativa acorde con el
problema que deseamos describir y reflejar la dimensión del problema o el grado
de afectación de la población objetivo.
Población objetivo: Es el sector de la población a la que se destinarán los bienes y
los servicios provistos mediante el proyecto. Debe tomarse en cuenta que la
población objetivo no siempre es la población afectada por el problema
identificado al inicio del proyecto.
Relación entre la demanda y de la oferta: El estudio de la oferta consiste en
describir y analizar los bienes y los servicios que ya existen para atender problemas
similares al que nos ocupa. El estudio de la demanda es la forma mediante la cual
se define qué tipo de servicios se deben entregar mediante el proyecto, así como
su cantidad y la frecuencia. Esto se determina a partir de cuantificar y caracterizar
a los beneficiarios potenciales. Para el estudio de la oferta se puede llevar a cabo
el siguiente procedimiento:
13
Para el estudio de la demanda, es necesario cuantificar el número de beneficiarios
potenciales. Finalmente, se debe establecer una relación entre la demanda y la
oferta, es decir, estimar cuántos nuevos bienes y servicios se deben distribuir, en
qué calidad y con qué frecuencia, para atender a la población que requiere el
servicio, y que se ubica en las zonas de intervención del proyecto.
Analizar los grupos relevantes: consiste en identificar a los colectivos o actores que
pueden influir en el proyecto tanto positiva como negativamente. Evidentemente,
esta información es de utilidad para establecer alianzas, detectar posibles
financiadores o vincularse con posibles asesores, o bien, para detectar amenazas
que puedan poner el riesgo el progreso del proyecto. De esta manera, se propone:
14
a la población objetivo para lograr los propósitos previamente definidos. En tanto,
los fines son propósitos superiores con los cuales buscamos contribuir y, por lo
regular, están explicitados en los planes y programas.
De entre las acciones más resueltas emprendidas por el gobierno federal para el fomento
de la lectura está el programa cultural diseñado por la administración que tuvo en la
lectura su principal eje, aunque algunas acciones desarrolladas fueron inconsistentes
como la pretensión de aplicar el IVA a los libros o el veto a la Ley de Fomento para la
Lectura y el Libro que fue superado dos años después por el gobierno de Felipe Calderón.
15
El obstáculo principal que vio el gobierno foxista para congelar la mencionada ley pareció
ser el conjunto de mecanismos para la disponibilidad y acceso equitativo al libro que
incluía la ley, entre los que tenía un sitio importante la disposición del precio único del
libro.
Pero la política pública para el fomento a la lectura y al libro ha sido más que esa
disposición mercantil. La ley estableció que los entes responsables de las políticas de
fomento de la lectura y el libro serían la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). También dispuso que se formara un
Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura (art. 13) presidido por el Secretario
de Educación Pública como (presidente) y el Presidente del CONACULTA (secretario
ejecutivo). En ese consejo, integrado en total por diez personas, participarían miembros
de la sociedad civil, como el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial
Mexicana, el presidente de la Asociación Nacional de Bibliotecarios y el presidente de la
Sociedad General de Escritores de México.
El plan se propone objetivos y metas y para ello estableció etapas para su desarrollo. El
horizonte del sexenio determinó que ese fuera también el del programa: 3 años, tiempo
en el que habría de lograr:
16
información y contenidos de calidad para comprender mejor algún aspecto del mundo que
habitamos, de dialogar con argumentos para defender sus ideas, de usar el lenguaje para
crear nuevos sentidos; que producen sus propios textos para dar a conocer lo que piensan,
necesitan o quieren; que desarrollan un pensamiento crítico, analítico y conceptual.
Este plan se desarrollaría por fases con el objetivo de trascender de una política de
gobierno a una política de estado apoyada en la participación de la sociedad:
17
Fase 3: Consolidación por estado y región: 2011-2012 ¿Qué busca? Implementar acciones
de fortalecimiento a la lectura y desarrollo editorial, con énfasis en la participación social.
Los informes de cada una de estas etapas son relevantes y se encuentran publicados en la
página web del CONACULTA. La primera etapa que se propuso, es decir, el diagnóstico,
diseño y posicionamiento público del programa da cuenta de 16 acciones. Algunas de gran
amplitud como los programas para el fortalecimiento presupuestal y metodológico del
Programa Nacional Salas de Lectura y de un Sistema para el Registro del Precio Único del
Libro. En cuanto al conocimiento de la realidad de la lectura se elaboraron diagnósticos
por estado sobre la situación del fomento a la lectura y el libro a través de las Comisiones
de Cooperación Cultural CONACULTA - Secretarías e Institutos de Cultura de los gobiernos
de los estados. El CONACULTA también se hizo cargo de la Segunda Encuesta Nacional de
Lectura 2009-2010 y la SEP de la Segunda Encuesta para el Plan de Lectura de Educación
Básica 2009-2010.
Dos de las acciones más sensibles fueron la distribución de las Bibliotecas del Hogar, con
acervos para las familias mexicanas en hogares de escasos recursos y el desarrollo, por
parte de CONACULTA, de Núcleos de Sensibilización Artística y Lectora en zonas
marginadas y rurales.
A la tercera fase “Consolidación por estado y región 2011 – 2012” correspondió el informe
más breve en el que se comunica la cuantía de la Renovación del Fondo de Fomento para
la Lectura y el Libro entre federación y estados (CONACULTA - 32 entidades), con énfasis
en atención a comunidades rurales y marginadas, el diagnóstico sobre la incidencia de la
lectura y el libro en México a través de las acciones del programa de fomento para el libro
18
y la lectura y la forma como se prepara el Diseño del Programa de Fomento para el Libro y
la Lectura 2013–2018.
A pesar de lo breve de esta reseña del programa México Lee se puede concluir que es
posible desarrollar políticas públicas serias en materia de cultura. Es poco realista pensar
que en breve tiempo se pueden cambiar las condiciones de la lectura en México, pero es
notable la ambición por desarrollar un amplio programa de fomento a la lectura y al libro
que incluya todos los aspectos de ese campo y la participación de los actores sociales
involucrados. De la evaluación de esta experiencia deberán surgir muchas más a nivel
federal y estatal que permitan pensarnos como país lector y creador.
19
Referencias
Abardía, A., Jiménez, C., Sierra, Y., & Solís, A. (2013). Formulación y evaluación de
proyectos de inversión pública. Guía básica. (Primera ed.). Oaxaca: Gobierno del
Estado de Oaxaca.
Álvarez García, I. (2012). Planificación y desarrollo de proyectos sociales y educativos
(Primera ed.). México: Limusa.
Ander-Egg, E., & Aguilar Idáñez, M. (2005). Cómo elaborar un proyecto. Guía para
diseñar proyectos sociales y culturales. Buenos Aires, Argentina: Lumen
hvmanitas.
Barbosa, E., & Moura, D. (2013). Proyectos educativos y sociales. Madrid: Narcea, S. A.
de Ediciones.
Bishop, C. (2002). Guía sectorial: Gestión del Ciclo de Proyectos. Roma: FAO.
CEPEP. (2007). Apuntes sobre Evaluación social de proyectos. México: Centro de
Estudios para la Preparación y Evaluación Socioeconómica de Proyectos
(CEPEP).
Cohen, E., & Franco, R. (2006). Evaluación de proyectos sociales (Séptima ed.). México:
Siglo XXI editores.
Cohen, E., & Martínez, R. (s.f.). Manual. Formulación, evaluación y monitoreo de
proyectos sociales. CEPAL. División de Desarrollo Social.
Corzo, M. A. (1981). Introducción a la ingeniería de proyectos. México: Limusa.
Escobar, D. (1 de noviembre de 2015). Hacia la evaluación de programas y políticas
culturales en México. Obtenido de Este páis. Tendencias y opiniones:
http://estepais.com/articulo.php?id=331&t=hacia-la-evaluacion-de-
programas-y-politicas-culturales-en-mexico
Fontaine, E. (1998). Evaluación social de proyectos. México: Alfaomega.
Gómez Arias, R., Yepes Delgado, C., & Rodríguez Ospina, F. (2009). Manual de gestión
de proyectos (Primera ed.). Medellín: Universidad de Antioquia. Obtenido de
http://aprendeenlinea.udea.edu.co/lms/moodle/file.php/327/Capitulo_1/Doc
umentos/Cap_1_Introduccion.pdf
ISO TC/176. (2003). Sistemas de gestión de calidad - Directrices para la gestión de la
calidad en los proyectos. Obtenido de
http://www.ucipfg.com/Repositorio/MAP/MAPD-
06/UNIDADES_DE_APRENDIZAJE/Unidad4/ISO-10006.pdf
20
Martinic, S. (1997). Diseño y evaluación de proyectos sociales. Conceptos y herramientas
para el aprendizaje. México: COMEXANI-CEJUV.
Nirenberg, O., Brawerman, J., & Ruíz, V. (2003). Programación y evaluación de
proyectos sociales. Aportes para la racionalidad y la transparencia. Buenos
Aires, Argentina: Paidós, Tramas Sociales.
Pérez Pineda, J. (2010). Nociones básicas para la elaboración de proyectos sociales y de
cooperación internacional. México: Insituto Mora y Universidad
Iberoamericana.
PMI. (7 de enero de 2015). Project Management Institute. Obtenido de Project
Management Institute:
https://americalatina.pmi.org/latam/AboutUS/QueEsLaDireccionDeProyectos
.aspx
RAE. (04 de enero de 2015). Diccionario de la lengua española. Obtenido de Real
Academia Española: http://www.rae.es/
Roselló Cerezuela, D. (2004). Diseño y evaluación de proyectos culturales. Barcelona,
España: Ariel.
SFP, S. (2010). Guía para Integrar proyectos de mejora. México: Gobierno Federal.
Obtenido de http://2006-
2012.funcionpublica.gob.mx/images/doctos/PROGRAMAS/pmg/guia_para_int
egrar_proyectos_de_mejora.pdf
SRE, S. (julio de 2009). Guía técnica para la elaboración de manuales de
procedimientos. Obtenido de Secretaría de Relaciones Exteriores:
https://sre.gob.mx/images/stories/docnormateca/dgpop/guias/guia01.pdf
Velasco, E. (. (2010). Gestión estratégica. México : Siglo XXI.
Bibliografía complementaria
Se sugiere revisar, en el orden que se especifica, los materiales siguientes:
21
2. Aldunate, E. y Córdoba, J. (2011). Formulación de programas con la metodología
de marco lógico. CEPAL. Chile. PP. 35-94. Disponible en:
http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/5507/S1100211_es.pdf
?sequence=1 Se sugiere la lectura de este material porque los autores ofrecen
una explicación muy clara sobre la metodología del marco lógico, la cual ha
sido utilizada por diversos organismos para diseñar proyectos de intervención
social. También se describen las técnicas “árbol de problema” y “árbol de
soluciones”, entre otras.
22