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Los 9 mecanismos neuróticos de defensa en

terapia Gestalt
Introducción:
El neurótico es aquella persona sobre la cual la sociedad actúa con demasiada fuerza, o
aquél que trata de influir de forma destructiva sobre los demás sin respetar su
individualidad. Su neurosis es una maniobra defensiva u ofensiva para protegerse de la
amenaza de ser aplastado por un mundo avasallador, lo que acaba convirtiéndose en su
técnica para mantener el equilibrio de la mejor manera que sabe y que aprendió, ya fuera
por identificación o por rebeldía.

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Perls (1975) indica que hay cuatro mecanismos neuróticos que operan en las perturbaciones
del límite de contacto:

 La introyección
 La proyección
 La confluencia
 La retroflexión

Posteriormente se han añadido otros tres para explicar otras formas de funcionar neuróticas.

 El egotismo
 La deflexión
 La profexión

A continuación, una vez descritos estos 7 mecanismos neuróticos, vamos a añadir dos más
provenientes del psicoanálisis (de Sigmund Freud), como son:

 La racionalización
 La negación

Aunque en las neurosis las perturbaciones en el límite de contacto se producen


principalmente a través de estos mecanismos, no sería nada realista decir que un tipo
determinado de neurosis se debe exclusivamente a uno de estos mecanismos aisladamente.
Tampoco se puede decir que una confusión con respecto al límite produce neurosis.
Evidentemente se producen situaciones que conducen a lo que en psiquiatría se llama
neurosis traumática, y que surge como un intento defensivo para protegerse de una
situación aterradora o de un fuerte choque ambiental, como por ejemplo en las guerras, o en
una situación determinada como sería la que experimentaría un niño pequeño al ser
encerrado por sus padres en un lugar oscuro durante unas horas o incluso durante toda una
noche.

Sin embargo, las perturbaciones neuróticas no se producen de forma tan radical y


dramática, sino que más bien se van produciendo paulatinamente, siendo las interrupciones
y las interferencias con el proceso de crecimiento, así como las situaciones carenciales más
o menos continuadas y de peligro, las que van socavando o rigidizando los límites. Estas
conductas, que el niño va aprendiendo y creando, se irán haciendo cada vez más rígidas si
él cree que son las más adecuadas para sobrevivir y para realizar los intercambios con los
adultos.

La introyección

El ser humano crece mediante el ejercicio de la capacidad de discriminar, de diferenciar, de


elegir y de actuar para satisfacer sus necesidades. Esto se consigue mediante el intercambio
continuo entre el organismo y el ambiente, lo cual puede verse distorsionado, en cuyo caso
resultaría afectado su buen funcionamiento.

Es fácil observar el proceso de crecimiento mediante la desestructuración, la digestión y la


asimilación desde el punto de vista fisiológico. Crecemos y nos mantenemos vivos
mediante los alimentos que masticamos y digerimos. El alimento físico, una vez digerido y
asimilado, pasa a formar y a ser parte de nosotros mismos, convirtiéndose en huesos,
músculos, sangre. Aquellos alimentos que tragamos o engullimos, no porque queremos sino
por obligación o por cualquier otra causa, permanecen pesadamente dentro del estómago
provocándonos incomodidad, deseos de vomitar y ganas de expulsarlos de nuestro interior.
Si reprimimos nuestras náuseas y deseos de deshacernos de ellos, entonces logramos
finalmente digerirlos dolorosamente; a veces nos intoxican, llegando al empacho o al
cólico.

El proceso psicológico de la asimilación es muy parecido al proceso fisiológico. Así, por


ejemplo, los conceptos, patrones de conducta, valores morales, éticos, estéticos, políticos,
etc., proceden todos del mundo exterior. Y no parece que haya nada que, de algún modo, no
proceda del ambiente, como tampoco hay nada en el ambiente para lo cual no haya una
necesidad organísmica, ya sea ésta física, fisiológica o psicológica.

Sin embargo, todos estos conceptos o valores tienen que ser digeridos para convertirse en
propios, en partes nuestras integradas y que formen parte de nuestra personalidad. Pero si
sencillamente aceptamos todo sin críticas, si aceptamos las palabras de los otros, ya sea por
deber o por ser de buen gusto o educación, entonces permanecen pesadamente en nosotros
como los alimentos sin digerir; continúan siendo cuerpos extraños aunque estén en nuestras
mentes y en nuestras conductas. A estos modos de actuar: actitudes, ideas, juicios o
evaluaciones sin digerir se los llama introyectos, y el mecanismo mediante el cual estos
cuerpos extraños se agregan a la personalidad se llama introyección.

A veces este proceso de tragar todo entero tiene cierta utilidad. Tenemos el caso del
estudiante que la noche anterior a un examen traga conocimientos apresuradamente para
sacar una nota aceptable. Pero si piensa que ha aprendido algo de su estudio forzado es una
ilusión, ya que si se le pregunta seis meses más tarde no recordará nada de ello, porque
habrá olvidado, podríamos decir, casi todo, en ese tiempo.

El peligro de la introyección es doble: primero, porque la persona que introyecta nunca


tiene la oportunidad de desarrollar su propia personalidad, ya que está muy ocupada
reteniendo los cuerpos extraños alojados en su sistema. Y, en segundo lugar, porque la
introyección contribuye a la desintegración y a la alienación de la persona. Si uno se traga
dos conceptos incompatibles, se encontrará interiormente en conflicto y hecho pedazos
tratando de reconciliarlos. Ésta es hoy en día una de las experiencias que más
frecuentemente se dan en los seres humanos. Así se reciben mensajes contradictorios,
actitudes opuestas, valores en contradicción, etc.

Esto queda demostrado de manera bien patente en la actual crisis de conciencia, de ruptura
de valores, sin que sean sustituidos por otros más congruentes y que sean suficientemente
satisfactorios para la forma de vida de cada individuo. Creemos que la proliferación de
sectas religiosas, grupos, terapias, etc., tanto en EE.UU. como en otros países desarrollados,
se debe precisamente a este hecho y a la necesidad de algunas personas de encontrar algo
que llene sus vidas o que les dé sentido.

La introyección, como ya hemos dicho, es el mecanismo neurótico mediante el cual


incorporamos dentro de nosotros patrones y modos de actuar y de pensar que no son
verdaderamente nuestros. Y si durante nuestra infancia es un mecanismo de aprendizaje, ya
que el niño utiliza la identificación para el aprendizaje y el crecimiento, la introyección
indiscriminada lleva a la neurosis.

Hay algunos ejercicios muy útiles para ver nuestra capacidad de introyectar o asimilar.
Consisten en tomarnos el tiempo suficiente para darnos cuenta de cómo comemos, cómo
leemos, etc. ¿Comemos apresuradamente, a grandes bocados, o despacio y masticando bien
los alimentos? ¿Existe alguna relación entre la forma de comer y la forma de leer? ¿Se traga
uno todo lo que lee o aprende? Este darnos cuenta de estas dos funciones tan cotidianas nos
puede ayudar a descubrir nuestras actitudes principales ante la vida.

La proyección

Es el mecanismo contrario al de la introyección. Así como en la introyección la tendencia


es a hacerse uno responsable de lo que ha hecho el ambiente, la proyección es la tendencia
a hacer responsable al ambiente de lo que se originó en uno mismo. El caso extremo de la
proyección se da clínicamente en la paranoia, en la que una personalidad altamente
agresiva, que es incapaz de aceptar sus deseos y sentimientos, se defiende de la mejor
manera que encuentra adjudicándolos a objetos o personas del ambiente. Su idea de que es
perseguido es, de hecho, la confirmación de su deseo de perseguir a los otros.

Pero la proyección existe en formas menos extremas. Tenemos que distinguir entre
proyección y mera suposición, que sería el caso del jugador de ajedrez que trata de ponerse
en el lugar del otro para tratar de ver cuál será la siguiente jugada de su contrincante. En
este caso, aunque hay una proyección de lo que él piensa que hará el otro, sabe que eso es
sólo una suposición y no algo que se va a dar tal y como él piensa e imagina.

La afirmación que tan continua y cotidianamente oímos de "Me duele la cabeza" es un


claro ejemplo de proyección. Tratamos a nuestra cabeza como si fuera algo extraño y ajeno
a nosotros, cuando en realidad tendríamos que decir: "Me duele mi cabeza", e incluso
avanzando un poco más en nuestra integración y en nuestra responsabilidad tendríamos que
decir: "Me hago doler mi cabeza".

La proyección es un mecanismo que tiende a desposeernos de aquellas partes de nosotros


mismos en donde se originan aquellos impulsos proyectados y negados.

De esta manera, la persona, en lugar de ser un participante activo de su propia existencia, se


convierte en un objeto pasivo, víctima de los demás y de las circunstancias.

Una proyección es un rasgo, actitud, sentimiento o conducta que perteneciéndole al sujeto


se lo atribuye a otro. Creo que vienen desde el ambiente y desde los otros hacia mí en lugar
de ver que es lo contrario, que es algo mío que he adjudicado a otro u otros. Las
proyecciones suelen ser características nuestras que rechazamos: agresivas, sexuales,
persecutorias, etc., sirviendo este mecanismo para interrumpir la excitación que no
podemos aguantar o aceptar. Los celos son una conducta que pertenece a este mecanismo
proyectivo. Otra clase importante de proyecciones son los prejuicios: de clase, de género,
físicos, intelectuales, etc.

Podemos distinguir dos tipos de proyecciones: las proyecciones negativas, que son los
aspectos o características que no me gustan de los demás y que no me gustan de mí, que no
acepto como mías y las rechazo insistentemente, y las proyecciones positivas, que son
características que me gustan de los demás porque creo que no las tengo.

La confluencia

La confluencia se da cuando la persona y el ambiente se confunden. El sujeto no percibe


ningún límite entre él y el ambiente, sintiendo que es uno con él.

Los niños recién nacidos viven en confluencia. No distinguen entre dentro y fuera, ni entre
ellos y los otros. Este estado se da en las situaciones de éxtasis o concentración extrema en
la gente adulta. No existen límites entre el yo y los otros, entre la persona y el ambiente.

Cuando este estado de identificación es total y crónico, cuando es incapaz de ver la


diferencia entre él y el resto del mundo, entonces está psicológicamente enfermo. No puede
vivenciarse a sí mismo pues ha perdido todo sentido de sí. No sabe quién es él ni hasta
dónde llega; ha olvidado, o quizá nunca supo, qué le diferencia de los demás, y ha perdido
la capacidad de verse y percibir sus necesidades, incluso las biológicas.

La confluencia patológica tiene graves consecuencias sociales. En la confluencia se exige la


similitud y se niega la tolerancia de las diferencias. A menudo se encuentra esta conducta
en padres que consideran a sus hijos como meras prolongaciones o extensiones de ellos,
manipulándolos, en este aspecto, para que los hijos hagan y sean según lo que ellos quieren.

Si los hijos se oponen esta manipulación, si no se identifican con las exigencias de sus
padres, se encontrarán con su rechazo y con el temor a la alienación: "Tú no eres mi hijo",
"Yo no quiero a un niño tan travieso", "Si fueras como tu padre o tu madre" y otras
expresiones similares. La consecuencia negativa es el miedo a ser.

Mientras no se toleren las diferencias y mientras cada nación o cada persona exija que todas
las demás tengan que ser o actuar según un patrón o un punto de vista, el conflicto y la
confusión perdurarán. Y mientras las diferencias no sean aceptadas, serán perseguidas.
Cuando, precisamente, son las diferencias entre los seres humanos las que nos enriquecen y
nos aportan conocimientos y experiencias nuevas.

La retroflexión

Literalmente retroflexión significa "volverse hacia uno mismo".

Como hemos visto en los epígrafes anteriores, el introyector hace lo que los demás quieren
que haga. El proyector hace a los demás lo que él acusa a los demás de hacerle a él. La
persona que está en confluencia patológica con los demás no sabe quién le hace qué cosa a
quién. Y el retroflector se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los otros.

El retroflector es el peor enemigo de sí mismo. En lugar de redistribuir sus energías para


lograr actuar en el ambiente o promover un cambio en él y manejar la situación de modo
que satisfaga cierta necesidad, dirige la actividad hacia sí mismo y se sustituye por el
ambiente como blanco de conducta, haciéndose a sí mismo lo que le gustaría hacer a otro.
Dirige su energía de forma equivocada, convirtiéndose en el objeto de su acción en lugar de
serlo el entorno.

El origen de la retroflexión se encuentra en los castigos infantiles. Cuando un niño trata de


influir o actuar sobre su ambiente de un modo que no es aceptado, puede ser castigado
física o psicológicamente y, como consecuencia, llega a bloquear la expresión de esa
necesidad. El niño, si es tratado así varias veces, para no tener que sufrir nuevas penurias y
frustraciones renuncia a la satisfacción de esa necesidad.

De esta situación se pueden derivar dos tipos de conducta posteriormente. Una, en la que el
niño aprende a conseguir lo que quiere manejando manipuladoramente el ambiente, y otra
en la que se reprime o inhibe, y lo que empezó siendo un conflicto con el ambiente se
convierte en un conflicto entre una parte de sí mismo que necesita algo y otra parte que no
lo permite. Estaría funcionando la pelea constante entre el perro de arriba y el perro de
abajo, entre el opresor y el oprimido.

La retroflexión se manifiesta en el uso del pronombre "yo" cuando realmente quiere


significar "ellos" o "tú". Por ejemplo, el retroflector dice: "Tengo vergüenza de mí mismo",
como si el sí mismo fuera otro diferente al yo mismo. De esta manera el retroflector es
aquella persona que continuamente lucha consigo misma. Contra todo lo que ve de sí que
no le gusta, o cree que no le gusta al mundo.

El tratamiento de la retroflexión es más sencillo que el de otros mecanismos neuróticos.


Sólo hay que cambiar la dirección del acto reflectado desde dentro hacia fuera, pero el
temor surge porque la mayoría de las retroflexiones suelen ser agresiones, y es evidente que
es más fácil dirigírselas a uno mismo que echarlas hacia fuera, sobre todo en las etapas de
la vida de mayor dependencia de los adultos. De esta forma ni hay sentimiento de culpa ni
hay miedo a las represalias.

La retroflexión incluye también aquello que uno quiso de los demás, como adulación,
comprensión, amor o ternura, y no se atrevió a pedir, porque en alguna ocasión fue
desvalorizado, ridiculizado o avergonzado.

Hay tres formas muy importantes de retroflexión: una es la compulsión, en la que uno se
obliga de tal modo que se cree que la obligación viene de fuera hacia adentro. Hay veces en
que esta obligación sí que viene de fuera, pero el compulsivo está permanentemente
obligándose y obligando a los otros. Cuando una persona se obliga a hacer algo en terapia,
le sugerimos que vea "Qué le haría y cómo le haría a otro para que hiciera lo que ella se
siente obligada a hacer". Cuando se dice: "Yo debo hacer tal o cual cosa", le preguntamos:

¿Quién es el que dice que "yo debo hacer tal o cual cosa"? Con esta pregunta hacemos que
el paciente busque el origen de tal o cual imposición, o el sujeto que primero impuso esa
obligación. Esto nos va a permitir desvelar las figuras de su época infantil ante las que él se
sometió para evitar su enfado y castigo o para ser aceptado y querido por esas figuras.

La segunda forma de retroflexión son los sentimientos de inferioridad. Es evidente que


cuando la relación con uno mismo está perturbada también lo están las relaciones
interpersonales. Cuando uno se siente inferior, de alguna manera trata de forma inferior a
otras personas, con lo que puede que encubra su arrogancia.

La tercera forma de retroflexión es aquélla que se transforma en síntomas corporales,


resultantes de retroflexiones malsanas. Los dolores de cabeza por tensión, muchas veces
están sustituyendo a las ganas de retorcerle el cuello a otra persona, y otras encubren ganas
de llorar reprimidas. Las afecciones de la garganta pueden tener el mismo origen, o algo
que uno se tragó y después bloqueó, con el fin de evitar su expresión.

Estos cuatro mecanismos descritos más arriba, constituyen neurosis únicamente cuando son
inadecuados y crónicos. Todos son útiles y necesarios en aquellas ocasiones que implican
peligro. La introyección es buena cuando, por ejemplo, se trata de examinarse de una
asignatura que ni nos gusta, ni nos sirve, pero que tenemos que aprobar porque forma parte
de los estudios que queremos realizar. La proyección, en situaciones en las que uno necesita
planificar y anticipar, puede ser muy provechosa y creativa. Uno se coloca en la situación y
así, de algún modo, se mejora el proyecto.

La retroflexión es buena cuando uno tiene impulsos asesinos hacia alguien o sentimientos
excesivamente destructivos, que si se llevaran a la acción producirían efectos devastadores
para el entorno y para la misma persona. La confluencia es positiva cuando es necesaria
para la cohesión de grupos y aunar criterios. Sin embargo, estos mecanismos utilizados
indiscriminadamente son negativos, entre otras razones porque impiden que nos demos
cuenta de nuestras necesidades, o que nos veamos a nosotros mismos en relación con el
entorno en particular y con el mundo en general.

El egotismo

Este mecanismo fue descrito por P. Goodman (1951) en Gestalt Therapy Excitement and
Growth in the Human Personality. Su función principal es la de aumentar y fortalecer la
frontera del contacto mediante el engrandecimiento narcisista del ego. Hay un incremento
defensivo del yo, en detrimento de otro o de los otros. Está muy próximo al narcisismo,
porque el egotista antepone sus necesidades a las del entorno, y a veces puede pecar de
cierta psicopatía.

Éste es un mecanismo que propicia la terapia gestalt durante el proceso terapéutico, y


que ocurre mientras la persona se hace responsable de sus necesidades y trabaja en su
consecución; es decir, que durante un tiempo es un paso necesario para disminuir la
inhibición y fomentar el autoapoyo y la responsabilidad por uno mismo. No obstante, éste
es un mecanismo que tiene que disolverse a lo largo del proceso terapéutico; en caso
contrario habremos hecho un narcisista de un inhibido. Éste es uno de los peligros de la
terapia gestalt al apoyar la autoafirmación y el autoapoyo, pero es necesario durante cierto
tiempo con pacientes inhibidos y con excesiva tendencia a la represión.

A través del proceso terapéutico la persona tiene que aprender a discrimina el amor a sí
misma franco y necesario, sin perder de vista las necesidades de otro, y sin que unas estén
en detrimento de las otras, tratando de compatibilizar ambas en función de las prioridades
de cada momento. Unas veces priorizaré mis necesidades, y otras las del entorno, según
sienta qué es lo mejor para mí en cada momento.

Para lo cual a veces tendré que renunciar a satisfacer mis necesidades, o simplemente
retrasarlas en el tiempo o en la forma. En definitiva, cuando no sea posible satisfacer mis
necesidades porque están en oposición con el entorno, habrá que realizar acuerdos y estar
atentos a las prioridades, para evitar así consecuencias más negativas que las de no
satisfacer la necesidad del momento.

La deflexión
Este concepto fue introducido por el matrimonio Polster, para sustituir a otro más antiguo,
la desensibilización, que describen Fagan y Sheperd (1973) en Teoría y técnica en
psicoterapia gestalt.

Este mecanismo tiene la función de desvitalizar el contacto y, de alguna manera, de


enfriarlo. La persona tiene miedo a la situación o de las personas con las que está o se
siente involucrada, y puede mostrarse verborreica pero vacía, silenciosa o distante, y hablar
de cosas carentes de interés o poco conectadas con el tema de que se trate. La desgana, el
aburrimiento y el cansancio se convierten en formas de deflectar cuando evitamos el
contacto directo, por las razones que sea. Las personas que deflectan dan la sensación de
que carecen de energía, son aburridas y, generalmente, mantienen conductas indecisas y
desinfladas. Son vidas grises en las que los colores quedan desdibujados y opacos.

La proflexión

Es un término introducido más recientemente. Como su nombre indica, proviene de la


mezcla de dos mecanismos anteriormente citados: la retroflexión y la proyección. Es un
mecanismo muy sutil. El proflector trata de conseguir del entorno determinadas acciones
hacia él. Consiste en hacer o decir al otro lo que me gustaría que me hiciera o me dijera a
mí. Es un mensaje indirecto al interlocutor, probablemente con la intención inconsciente de
éste haga conmigo lo que yo hago con él.

Es decir, halagamos para ser halagados, somos agradables y simpático las personas que no
conocemos para ser tratadas de la misma manera por ellas. Con este mecanismo tratamos
de frenar supuestas agresiones o descalificaciones, a la vez que propiciamos que nos
acepten y sean amables con nosotros. Es una forma de seducción más o menos encubierta,
que trata de evitar confrontaciones negativas. Lo negativo de este mecanismo es que evita
que el contacto se produzca de forma natural y espontánea, y hace que se realice de manera
sinuosa e indirecta.

Otros mecanismos neuróticos


El psicoanálisis freudiano describe otros mecanismos neuróticos más que se pueden
encontrar en Mecanismos de defensa de Anna Freud (1974). Vamos a describir aquí dos
que nos parecen importantes, y que encontramos a menudo en los trastornos neuróticos: la
negación y la racionalización. El segundo es el mecanismo principal de las neurosis
obsesivas. Pasamos a describirlos sucintamente.

La negación

El mecanismo de negación consiste en negar determinadas partes de uno mismo. Es la


objeción a ser como somos. Con este mecanismo vamos creando huecos y enajenando
partes, separándolas de nosotros. Este mecanismo sirve para rechazar y renegar de partes
nuestras que no nos gustan y que no aceptamos, ya sea porque son partes o características
rechazadas por la sociedad, por nuestros padres o por nuestros amigos, y que nosotros
mismos acabamos por no ver como aceptables.
El mecanismo de negación nos impide ponernos en contacto con nuestras partes no
aceptadas. No puedo ver mis deseos porque no me gustan, no puedo aceptar que soy de esta
manera o de la otra, o que prefiero actuar de una forma, en función de la aceptación o del
rechazo del entorno. La negación nos aliena, y ciega nuestra mirada cuando la dirigimos
hacia nosotros mismos y no nos gusta nuestra manera de ser o de actuar.

Se encuentra este mecanismo en todas las neurosis, pero de manera más evidente en las
psicosis, porque forma parte de la escisión.

La negación nos sirve para evitar el dolor y el sufrimiento de la frustración Si hay una parte
nuestra que nos parece reprobable y no aceptable, e incluso no la aceptamos en los demás,
para creernos que esa característica no es nuestra utilizamos este mecanismo defensivo.

Negamos características, emociones o partes de nuestra forma de ser. Así pensamos que
vamos a ser mejor aceptados, reconocidos y queridos que si nos mostramos con nuestras
acciones o formas de ser que nosotros mismos no admitimos. Su origen está en la infancia y
se formó cuando alguno de los progenitores rechazó alguna característica del niño, llegando
incluso a castigarle por mostrarla.

La racionalización

Éste es el mecanismo de las personas más intelectuales. Se da fundamentalmente en los


caracteres obsesivos, y consiste en que el sujeto trata de dar explicación más o menos
lógica y coherente de un acto, idea o sentimientos cuyos motivos verdaderos no percibe, al
tratar de justificarlos racionalmente.

Por ejemplo, si un paciente comienza a darnos explicaciones acerca de determinada


conducta, le proponemos que dramatice su conducta. Esto se puede llevar a cabo invitando
al paciente a adoptar su papel, y después el del terapeuta, y que vaya haciendo un diálogo
entre ambos, acerca de su racionalización. Si logra meterse bien en el papel del terapeuta,
logrará darse cuenta engaño de su conducta y de los motivos subyacentes o negados.

También: puede hacer de otras maneras. Todo depende del tipo de racionalización. Por
ejemplo, alguien le dice a otra persona: "He ido a buscarte porque me apetece salir
contigo", cuando en el fondo quizá lo que sucedía era que el aburrimiento fue lo que le
impulsó a llamarle y querer salir, y que en ese momento era la única persona disponible.

La intelectualización es un término afín a la racionalización. A través de la


intelectualización o racionalización tratamos de justificarnos y tranquilizar: evitando darnos
cuenta del significado que subyace y se esconde tras algunas de nuestras conductas o
deseos. Con la intelectualización disculpamos conductas, pensamientos y actitudes que de
otra forma no podríamos justificar ni aceptar ante nuestra mirada o ante la de los otros.

Las polaridades en la Terapia Gestalt


14 septiembre, 2013 by María Cruz García Leave a Comment

Tesina de María Cruz García de Enterría Carande, dirigida por Carmen Vázquez
Bandín del Centro de Terapia y Psicología de Madrid.

Presentada a la Asociación Española de Terapia Gestalt en las XVI Jornadas Nacionales de


la A.E.T.G.

Abril-mayo, 2001

"Sobrevendrán otras contradicciones, son la materia misma de la vida, pero, cada vez, en
lugar de dejarse hundir y desequilibrar por los polos contrarios del huracán, habrá que
ahondar para comprender, alcanzar la Realidad más allá de los velos que la disfrazan y, con
la Unidad, recobrar la paz. Una paz que no durará mucho, pero ahora tenemos el
instrumento para enfrentarnos a eso. Las contradicciones ya no son un muro contra el que
nos rompemos la cabeza, sino una etapa en el camino de la realización, un desafío que nos
obliga a ir más lejos y, al hacerlo, a profundizar más en nosotros, a acercarnos poco a poco
al Uno".

(Kenizé Mourad, Un jardín en Badalpur, Barcelona, Mario Muchnik, 1998, p. 254. La


cursiva es mía)

Presentación
Los motivos que pueden empujar a una persona a trabajar sobre un tema determinado
pueden ser mucho y muy variados. Los de índole personal son, a fin de cuentas, los
definitivos. El deseo de aclarar algún punto, alguna discusión, algunas confusiones es el
que apoya con más fuerza la decisión de entrar en la cuestión a fondo, analizar, confrontar,
dialogarlo con uno mismo y con los demás hasta que se va viendo claro, haciéndose la luz
donde antes había oscuridad.

Yo tengo mis razones personales para entrar en el campo de las polaridades. Desde hace
mucho tiempo supe que, en mí, había -hay- una zona de sombra, una parte negada de mi
misma, algo que no miraba y que, cuando se colocaba por si sola (o a veces con la
colaboración de otros) delante de mí, yo miraba hacia otra parte para no verla. Durante un
tiempo, no supe darle nombre, más adelante avancé hipótesis simplemente para nombrar
esa realidad vital con la que tantas veces me encontraba: dualidad, ambivalencia, sombra…

Junto a mí veía, vivía esa misma realidad en otras personas, cercanas o no tanto. A algunas
las veía sufrir por esa causa, a otras las veía conscientes de su zona de sombra pero, en
cierta manera, en paz con ellas mismas; otros la negaban, tal vez la ignoraban, unos
pasivamente, otros con ignorancia voluntaria. Seguí dándole los mismos nombres:
ambivalencia, tal vez incoherencia, sombra.

Durante toda mi vida, por otra parte, he leído muchísimo y principalmente obras literarias a
las que he dedicado años de vida profesional. Al enfrentarme con esa "realidad metafórica"
de la vida humana que son las obras literarias, las mejores, tropecé siempre o casi siempre
con la lucha perenne del hombre con su propia contradicción íntima, con esa búsqueda de sí
mismo que le lleva por caminos tortuosos, abocados en principio al triunfo, pero que
acaban tantas veces en el fracaso porque la armonía buscada no se alcanza.

Y más adelante, durante mi etapa de Formación en Terapia Gestalt, aprendí a llamar a las
contradicciones de los hombres en su proceso vital de otra manera creo que más exacta:
Polaridades. Ese tema apareció entonces planteándome interrogantes teóricos. Incluso esos
cuestionamientos se hicieron más apremiantes cuando, ante mis preguntas, un conocido
terapeuta y teórico de la Terapia Gestalt negó la conveniencia de trabajar con las
polaridades, puesto que la Terapia Gestalt era esencialmente unificadora y no tendría
sentido subrayar dualidades o divisiones en el trabajo terapéutico. Mi perplejidad no me
hizo renunciar a mi convicción: "Pero es que las polaridades están ahí, en mí, en ti, en
todos". Y aquella respuesta no hizo más que intensificar mi curiosidad por el tema, en
medio de mi confusión.

Quise entonces trabajarlas en mí, encontrar el camino de la afirmación antes que el de la


negación, el de la armonía y la integración en lugar de la confusión o la impotencia.
Siempre quise y quiero trabajarlas. Pero ahora, en este momento, mi esfuerzo va por el lado
teórico o, al menos, por el de poner en claro qué decimos cuando decimos Polaridades, qué
dice la Teoría de la Gestalt -si es que dice algo- sobre ellas, qué datos nos ofrece sobre
ellas, dónde las coloca en la teoría del campo, qué estrategias aporta para descubrir nuestras
polaridades básicas y, sobre todo, para integrarlas.

Esta Tesina es un esbozo de ese intento, quizá demasiado ambicioso, pero honesto en la
búsqueda de cómo apoyarme a mí y cómo apoyar a los que encuentro, como terapeuta
gestalt, en ese mismo itinerario hacia la integración y la unificación de la VIDA. Pero es
más que nada un intento teorizador realizado a la manera que conozco: perseguir el
significado del término polaridad a lo largo de unos cuantos terrenos humanísticos
(entendiendo este adjetivo en sentido muy amplio), los que pienso que tienen más
conexión, a mi modo de ver, con la Teoría y la Terapia Gestalt, y ver cómo se ha usado ese
término en ellos. Y a continuación -a través de la recopilación de datos – pasar a un intento
de estudio de cómo la Terapia Gestalt se ha acercado a él, si lo ha aceptado o no, cómo lo
ha manejado, qué sentido teórico y práctico le ha conferido. Si algo consigo , me gustaría
que fuera, al menos, un inicio de respuesta al interrogante básico que ahora me planteo
como hipótesis de trabajo: ¿existen las polaridades en la base psíquica del ser humano y se
puede trabajar para integrarlas con los recursos teóricos y prácticos que nos brinda la
Terapia Gestalt?

Agradecimientos. Antes de acabar esta Presentación, quiero dar las gracias a cuantos me
han ayudado a elaborarla: mis compañeros de Formación acabada en 1998, el grupo del 2º
Nivel de Formación del cual soy tutora actualmente, mis clientes y, sobre todo, a todos
cuantos trabajan en el Centro de Terapia y Psicología -CTP, de forma especial al "equipo"
y, en primer lugar, a Carmen Vázquez Bandín. El apoyo, el ánimo, la confianza y la
amistad que, cada uno a su estilo, me han ido dando fueron la mejor ayuda para pensar,
idear, empezar a escribir, proseguir y acabar esta Tesina.
También tengo mucho, tanto, que agradecer a Mar, a Cruz, a Soledad, a Carmen. Y a mi
familia.

Madrid, abril 2001.

Métodos de trabajo con Polaridades a


partir de escritos de Terapeutas Gestálticos
14 septiembre, 2013 by María Cruz García Leave a Comment

La técnica de las "sillas calientes", tan utilizada por Fritz Perls, sobre todo en su última
etapa, ha sido quizá el método preferido en la práctica y en la teoría durante bastante
tiempo por Terapeutas Gestálticos.

No tenemos más que recordar los trabajos de Perls que están reproducidos, además de en
películas y vídeos, en sus libros, ya citados, Sueños y existencia. Terapia Gestáltica y El
enfoque gestáltico. Testimonios de terapia. Muchos de los trabajos de Perls que lemos en
estas obras son sesiones en las que se utiliza preferentemente el método de las "sillas
calientes" para tratar de resolver algún problema de oposición entre dos facetas de la
personalidad de los clientes.

Reflexionando sobre esa técnica a la vista de los ejemplos que ahí se aducen, pienso en
algún momento que el método de las "sillas calientes" puede llegar a acentuar la polaridad
y no favorecer, en principio, la integración. Tengo mis dudas de si, como dice Claudio
Naranjo, "la oportunidad de hacer una persona entera a partir de la división, se hace
cierta"131, y, de acuerdo con lo que dice el mismo autor, me inclino a crer que las "sillas
calientes" son más útiles para deshacer algunas proyecciones.

El hecho es que, actualmente, y de modo en cierta manera similar a cómo ha ido


transformándose el "rito" de la sesión psicoanalítica" (ahora la mayoría de los
psicoanalistas trabajan cara a cara con el paciente), también este "modelo perlsiano" de las
"sillas calientes" se ha ido transformando en la práctica de muchos terapeutas gestálticos y
creo que, no sólo en los ejemplos presenciados y aducidos por mi hace un momento, sino
en la lectura de otros muchos textos gestálticos, se puede ir observando dicha evolución y
transformación. Algunos terapeutas, incluso, lo rechazan, aunque quizá esa postura no sea
tan drástica como la expresada por Laura Perls:

"Eso es un óptimo método para los talleres demostrativos, pero no se puede conducir de ese
modo una terapia entera; y sin embargo, hay gente que lo hace. Pienso que es muy
limitador, además de ser perjudicial"132.

Sin embargo, el propio F.S. Perls había apuntado, en sus primeros escritos, a uno de los
métodos más eficaces para trabajar con las Polaridades; la terapia individual:
"…se coloca al paciente cara a cara con aquella parte de sí mismo que trata de evitar. Esta
conducta activa, colocar un espejo mental frente al paciente, tiende a una síntesis, una
integración -reanudar el contacto con las partes aisladas de su personalidad"133.

Y más adelante, con una mayor contundencia, se expresa por medio de la utilización de
cursivas en este párrafo:

"La conciencia y la capacidad para soportar emciones no deseadas son la conditio sine qua
non para una curación con éxito; se descargarán estas emociones cuando hayan llegado a
ser funciones del Ego. Este proceso, y no el proceso de recordar, constituye la vía regia a la
salud."134

Las "partes aisladas" de nuestra personalidad pueden identificarse con ese polo negado o
ignorado que, al seguir presente aunque evitemos mirarlo, provoca "emociones no
deseadas", y todo esto lo estaba diciendo Perls desde su mentalidad de entonces más , o casi
únicamente, inclinada a trabajar en terapia individual.

En un trabajo de 1959 -posterior a Gestalt Therapy, por tanto- que ya examinamos más
atrás135, Perls insistía en que el darse cuenta llevaba a esa ampliación de nuestra
consciencia y, gracias a ella,

"nos consideramos como lo que somos, vivos, aquí, distintos y similares a otros y al resto
de la creación. Nos sitúa en una posición a partir de la cual podemos contactar, traspasar los
límites, observar las diferencias, encontrar la resolución".136

Esta importancia concedida por Fritz Perls al darse cuenta -una de las mayores deudas de la
psicoterapia con la Terapia Gestalt y con su fundador- está recogida, en el nivel práctico,
por John O.Stevens en su libro El darse cuenta137 en una pluralidad de ejercicios, muchos
de los cuales tienen que ver,directa o indirectamente, con el trabajo con las Polaridades.

Por ejemplo, el ejercicio "Tengo miedo – Me gustaría" (pp. 86-88) que lleva a identificarse
de una manera total con la experiencia de nuestros sentimientos negados porque son
incómodos o dolorosos, para nosotros sobre todo. Más específico es el ejercicio "Niño
bueno -Niño malo" (p.178), que el autor, una vez explicado, comenta así:

"Hay otras muchas polaridades, o juegos de opuestos, que pueden ser aplicados
eficazmente del mismo modo: padre – hijo, blanco – negro, fuerte – débil, maestro –
alumno…"138

Otra discípula directa de Perls (como lo fue John Stevens), Patricia Baumgardner, recoge
también la enseñanza de Perls sobre las Polaridades comentando un trabajo de Fritz con un
matrimonio:

"Respondió que cada uno de nosotros tiene dentro polaridades opuestas y que no estamos
en contacto con una de esas polaridades. Con frecuencia proyectamos esa otra polaridad
hacia alguien más. Fritz vio también que invariablemente escogemos como pareja
matrimonial a alguien que representa cualesquiera opuestos o polaridades con las que no
estamos en contacto con nosotros mismos".

En este trabajo, Perls hace dialogar primero a un miembro de la pareja consigo mismo y
sólo al final, cuando él ha llegado a reconocer su polaridad, es cuando establece el diálogo
entre los dos. Fritz lo comenta al final así:

"…A fin de cuentas, todos los conflictos, todas las divisiones, surgen de una polaridad
exacta. Aquí tenemos la polaridad de arriba-abajo. Tener los pies plantados en el suelo o
tener los vuelos de la fantasía.[…] Antes tuvimos la división entre la persona de arriba y la
persona de abajo. No hemos tocado la enorme importancia entre derecha e izquierda, pero
vemos, una y otra vez, que la gente encuentra polaridades, y entonces podemos encontrar
los centros de esas polaridades. Este es uno de los medios de la integración".139

A pesar de las afirmaciones demasiado rotundas de Perls, se puede seguir admirando aquí
su seria preocupación terapéutica por la integración. Este párrafo me ha recordado el
trabajo, más creativo, de Joseph Zinker con las polaridades en el matrimonio (el suyo
propio):

"Denomino "apoyarse en la acusación" a mi método de trabajar con el conflicto entre


personas. El primer paso consiste en enseñar a cada una de ellas a tomar conciencia del
lado oscuro de sí mismo […] Cuando la pareja ha ventilado la ira que acumuló, puede
empeñarse en un proceso más o menos ordenado de exploración, guiada por un terapeuta,
de una situación delicada…"140

Ese proceso de exploración lleva a analizar, por ambas partes, "en qué formas él o ella
manifiesta por medio de sus actos la polaridad de aquello que se le acusa" (p.173), a través
de un diálogo cuidadoso (en lo posible) en el que, cada uno, trata de oir realmente al otro y
comprobar la certeza de lo que ha oído por medio de la expresión de lo que cre haber
escuchado, método de comprobación bastante fácil que evita generar otro conflicto de
incomprensión mutua en ese momento terapéutico. Acusado y acusador deben asumir las
proyecciones de sus polaridades que allí aparecen y, al final, "cada persona revela sus
sentimientos acerca del proceso por el que acaba de pasar". Probablemente es en esa
revelación de sentimientos donde se puede dar con más éxito la integración de la polaridad
personal dentro de la polaridad de la pareja.

Analizando este trabajo práctico propuesto por Zinker, relacionándolo con otros que
acabamos de ver, nos volvemos a encontrar con que esas polaridades, como decía Wheler,
se dan precisamente en el proceso de contacto (la palabra contacto, fijémonos, ha salido con
frecuencia en las páginas que llevamos escritas de esta Parte III), y por ello es en el
contacto donde se podrán resolver, allí donde emerge el Self integrado o por integrar…

"…vamos a abordar la operación del self como el desarrollo permanente de los procesos de
integración de dos polos de la experiencia del self, interior y exterior, en una totalidad
significativa y evolutiva".141
Si recurrimos ahora a lo que el libro "fundacional" dice sobre "cómo trabajar con las
polaridades", hemos de acudir a la parte escrita por Hefferline, a partir de los ejercicios que
él realizaba con sus estudiantes de Psicología en la Facultad para apoyar de esa forma lo
que, en el plano teórico, estaban elaborando Perls y Godman. Pero conviene tener presente
lo que Taylor Stoehr dice de esa parte del libro:

"Muchos terapeutas gestálticos que usan el libro desde 1951, como herramienta didáctica o
texto sagrado, han tomado a la ligera la primera sección "hágalo usted mismo", donde los
conceptos principales se presentan en un lenguaje simple, originalmente ideado para
orientar a los estudiantes de psicología de Hefferline que realizaron los experimentos como
una serie de tareas. Aparte del orden impuesto por su formato -la secuencia de ejercicios
uno por uno-, el enfoque de esta sección del libro no difiere demasiado del de Ego, hambre
y agresión, donde se aprecia una mezcla similar de hipótesis, experimentos y comentarios"
[Y unas páginas más adelante, refiriéndose también a algunos de los ejercicios de esa parte
de Gestalt Therapy, afirma:] "Todo esto es Perls puro."142

Los ejercicios que plantea, pues, la parte práctica de Gestalt Therapy se deben a la directa
inspiración de Perls cuando todavía estaba en la línea apuntada en su primer libro; y se nota
en que los trabajos que proponen son más "mentales" o de contenido que de contacto. Por
ejemplo, el Experimento 2: "Percibir las fuerzas contrarias", que podemos relacionar
perfectamente con una técnica de trabajo con Polaridades, se plantea así:

"Demos ahora el primer paso de este experimento: Pensad en una pareja de opuestos en la
cual ninguno de los dos miembros tenga un significado si no es gracias a la existencia real o
implícita de su opuesto".143

Y al aclarar el sentido del experimento propuesto (y llama la atención que sugiera:


Pensad…), plantea, con otras palabras, todo lo que Perls nos había dicho en Yo, hambre y
agresión, sobre el "punto cero", el punto de indiferencia o neutral, haciendo notar que
"entre los dos opuestos hay toda una serie de posiciones intermedias". El resto de pasos del
Experimento sigue proponiendo trabajar con el pensamiento, con la imaginación,
observando lo que se imagina, visualizar con cuidado, dedicarse al experimento con los
opuestos como a un juego…, por ejemplo, escribiendo las letras de al revés y ver qué se
siente… Existe un dirigismo acentuado en el modo de orientar el trabajo, que contrasta -
afortunadamente- con la libertad con que muchos de los estudiantes anotaban por escrito las
sensaciones y los sentimientos que probaban al realizarlo:

"Cuando comencé a invertir la posición de las letras, me puse nervioso. Me aumentaron los
latidos del corazón y los ojos se me pusieron llorosos. En el momento en que estaba
simplemente tratando de imaginar las letras al revés, pensé que mis ojos se habían cansado.
Entonces intenté escribirlas yo al revés, para mirarlas después; pero después de esto los
ojos continuaron llorando tan copiosamente que no conseguía ver el papel. ¡Era cosa de
locos! Pero ¿qué queréis conseguir con este experimento?" (p.321).

Por lo tanto, los experimentos, en principio, sí funcionaban. Lo que me plantea


interrogantes es, ante una situación así, este estudiante a solas con sus folios, ¿cómo podría
conseguir integrar sus opuestos sin un interlocutor válido que diera un sentido al trabajo
que él estaba realizando "aquí y ahora"? Sin embargo, a través de otros relatos de los
estudiantes implicados por Hefferline en la tarea, es posible ver cómo se iban haciendo
conscientes de la existencia en ellos de sentimientos opuestos: el amor y el odio, el deseo y
el temor, etc.

Otro experimento tiene que ver con los sueños, pero no los que se tienen cuando dormimos,
sino con el "soñar despiertos", los ensueños. Hefferline apunta que analizarlos puede servir
para darnos cuenta de los deseos complementarios de nuestra realidad.:

"Normalmente soñamos sobre algo que es lo opuesto a la frustración.[…] Si sois propensos


a soñar despiertos, el contenido de esos ensueños os ayudará a comprender cuáles son
vuestras frustraciones. Es decir, os ayudará a individuar con mayor claridad la naturaleza de
vuestras necesidades" (p.323).

El mismo método se sigue a lo largo de todas las páginas dedicadas a estos ejercicios o
experimentos, y en los dedicados a la Retroflexión, la Introyección y la Proyección se
pueden rastrear también algunos relacionados con las Polaridades. Lo que se echa de menos
en todos ellos es lo apuntado hace un momento: una relación terapéutica, una relación
dialogal. Un lugar y una presencia en las que "la terapia sea una emergencia segura", como
dice el propio libro que estamos examinando.

Un ejemplo de cómo se puede trabajar directamente con las Polaridades en el ámbito de la


sesión terpéutica puede ser esta situación descrita, tan sencillamente, por un Terapeuta
Gestáltico europeo:

"Un cliente llega a la consulta y dice:"Tenía mucho miedo de venir hoy". Yo propongo
explorar la otra polaridad:"¡Trata de ver qué es lo que deseabas también al venir aquí hoy!";
frunce el ceño, piensa durante algunos segundos, después su cara se ilumina. Sí, acaba de
experimentar que es cierto tener a la vez miedo y ganas, y este descubrimiento aporta un
equilibrio interior, una especie de contrapeso que le permite no dar un paso en falso".144

Para concluir este apartado, quisiera completar el párrafo de Georges Pierret, tan gráfico de
un modo directo y personal, con un texto teórico y más complejo y lleno de sugerencias
sobre el tema de las Polaridades y / en la terapia Gestalt:

"Aquí, entonces, el self-proceso, o el funcionamiento del self, se encuentra "localizado" en


la frontera de la experiencia, la condición que limita la atención en el campo. Con esto,
llegamos, por lo menos, a un modelo necesariamente intersubjetivo…[…] Como diría
Godman […]: individualismo y comunidad no son las posiciones, sino los polos dados a
nuestra experiencia, que se derivan necesariamente de la operación del self-proceso en el
campo de la experiencia, campo que es, en sí mismo y por definición, bipolar de esta
manera concreta. Integrar estos polos es vivir. Integrarlos con plena energía, gracia,
consciencia y apoyo es vivir bien. También es el contacto y la operación del self en el
campo."145
Las polaridades según otros teóricos y
terapeutas gestálticos
14 septiembre, 2013 by María Cruz García Leave a Comment

En este último apartado de la Parte i de este trabajo, voy a fijarme solamente en unos pocos
Teóricos de la Gestalt que han dejado una huella importante en toda la teoría y la práctica
que ha venido después de Gestalt Therapy.

Todos aquellos que han leído -despacio- este libro han tenido que modificar en gran parte
su pensamiento sobre la Teoría de la Terapia Gestalt (dejando a salvo siempre, eso sí, unos
cuantos principios básicos planteados naturalmente por Fritz y Laura Perls antes de 1951).
Pero quienes más han acusado la influencia de ese libro han sido precisamente aquellos que
escribieron obras, también fundamentales sobre la Terapia Gestalt, tratando de organizar de
una manera práctica y comprensible y útil todo cuanto habían dicho los "fundadores".

Alguno de estos teóricos podrían tal vez ser incluidos en esa categoría de "fundadores",
pero atendiendo a la cronología, quizá debamos considerarlos como los discípulos de la
primera generación y maestros también de los que han venido después.

Erving y Miriam Polster


En una entrevista realizada por Margherita Spagnuolo al matrimonio Polster y publicada en
1985110, a la pregunta de cómo se había pasado de la Psicología de la Gestalt a la
Psicoterapia Gestalt, la amplia respuesta contenía este párrafo sobre las polaridades:

"El filósofo S.Friedlaender estimuló en Perls otro fecundo curso de pensamiento a través de
su concepto de la indiferencia creativa. Esto último sugirió a Perls, ante todo, la inevitable
diferenciación de los opuestos, o polaridades, que está en la base y enriquece toda idea. Ver
sólo un aspecto de un concepto o de un suceso es, en cierto sentido, una gestalt incompleta
que carece del contraste o trasfondo contextual. En realidad es imposible comprender del
todo ciertos conceptos sin una polaridad que suministre una distinción. La noche, por
ejemplo, existe solamente porque existe la existencia contrastante del día. En segundo
lugar, la indiferencia creativa implica la prospectiva imparcial según la cual los opuestos
son igualmente esenciales para formar la dimensión psicológica del individuo"111.

En este extenso párrafo, los Polster sintetizaban no sólo lo que Perls había dicho en Yo,
hambre y agresión, sino lo que ellos mismos habían desarrollado más ampliamente en su
obra teórica y básica, publicada en 1973, después der años de experiencia de los que había
sido discípulos diorectso de Fritz Perls. me refiero a Terapia Guestáltica. Perfiles de teoría
y práctica112 en el que dedican al tema de las Polaridades casi todo el capítulo 3:
"Resistencia y superación". Observan agudamente que "el sujeto perturbado está dividido
dentro de sí mismo, no ya contra sí mismo (p.68; cursivas en el original), con lo cual, en mi
opinión, dejan a un lado el enfrentamiento entre "perro de arriba y perro de abajo".
Su insitencia va más bien en devolver el poder a las partes negadas del sí mismo por medio
de lo que ellos llaman "el sentido de un reflejo primario hacia la síntesis, dondequiera que
las identidades elementales entre en contacto" (p.71).

Reconocen que "la polaridad guestáltica más famosa es la dicotomía opresor-oprimido en la


que la lucha se libra entre el amo y el esclavo" (p.72), recuerdo claro del modo cómo
encaraba Perls la lucha entre sus propias -y ajenas- polaridades; pero los párrafos que
siguen nos muestran un planteamiento diferente o, por lo menos, más completo y
enriquecedor que lleva por "un movimiento natural y básico hacia la síntesis, un reflejo
tendente a la integración" (p.74).

En la órbita del libro de Perls y Godman, apuntalan la idea de que las polaridades están en
el "campo" y, añaden:

"Ternura, compulsión, audacia, inexorabilidad y afabilidad son una combinación de


características difícilmente compatibles en la experiencia, a menos que una persona, al
redescubrir la amplitud de su campo, las reorganice en una composición nueva"113.

Naturalmente, siguen la línea del proceso de integración que llevará, casi inevitablemente, a
que el individuo crezca:

"El crecimiento depende de que se renueven las posibilidades de contacto entre los diversos
aspectos del individuo, posibilidades que han sido eliminadas por ideas erróneas acerca de
la incompatibilidad"114.

Y como un eco de tantas frases de Perls y Godman, hablan también de la excitación que
conlleva la ordenación e integración de dos cualidades opuestas, y añaden con la lucidez y
el optimismo que caracteriza a este matrimonio de terapeutas y maestros de Terapeutas
Gestálticos: " El movimiento hacia la integración moviliza ese excitamiento y la parte
afectada no pierde su todavía poderosa energía" (p.77).

Joel Latner
En el mismo año 1973, otro de los gestálticos del Instituto de Cleveland, Joel Latner,
publicaba un libro con un extenso título: El Libro de la Terapia Gestalt -guía holística de la
teoría, principios y técnicas de la terapia gestalt según las enseñanzas de Frederick S.Perls y
otros… El editor de la segunda versión española, F.Huneus, decía en el Prólogo que el libro

"es una buena rendición de los fundamentos del método que aparecieron en el clásico
Gestalt Therapy… de F.S.Perls, R.F. Hefferline y P.Godman. En cierto sentido, es una
versión más fácil de asimilar y comprender que la segunda parte ("Novedad, Excitación y
Crecimiento") del libro mencionado arriba"115

Latner incluye el tema "la diferenciación y la dialéctica de las polaridades" en el proceso de


la organización del campo, con lo cual demuestra estar en la línea de lo marcado en Gestalt
Therapy:
"…tenemos que volver al proceso de la organización del campo. Hemos visto que la
formación de la gestalt termina con la creación de un todo unificado de significado y
actividad como resultado de la satisfacción de las necesidades del organismo. El comienzo
de este proceso es un estado diferente de integración, el punto de la indiferencia creadora.
Este es el punto cero, wu wei, el principio y el centro. […] Entre estos dos estados de
funcionamiento hay un proceso de aclarar el campo y definir sus diferentes aspectos. La
diferenciación es el proceso de separar las posibilidades en opuestos, en polos. No podemos
estar conscientes de estas distinciones sin percibir su naturaleza polar. De esta forma, los
opuestos se necesitan mutuamente y están relacionados estrechamente"116.

Después de este prometedor párrafo, vemos que Latner vuelve a los planteamientos de Perls
sobre el dualismo del conjunto de realidades externas y sentimientos internos del ser
humano, con la afirmación, ya conocida (y bien cierta, por otra parte), de que las
polaridades tienen sus más profundas raíces en el funcionamiento del organismo y de ahí
afirma la idea, un tanto confusa en mi opinión, de que "la formación de la gestalt es en sí
misma la organización de un conjunto en los polos de figura y campo" (p.46).

Naturalmente, y confirmando que se mueve en el campo semántico de la oposición, al igual


que Perls, afirma que "la relación de los opuestos consiste en que la existencia de uno
necesariamente exige la existencia del otro" (Idem). Insiste en el proceso dialéctico de la
interacción de los opuestos, lo que le lleva, como sobre ruedas, a establecer una relación
entre la teorías de las polaridades y el proceso dialéctico de Hegel, en el plano estrictamente
filosófico, y con la síntesis psicoanalítica de Jung:

"Cuanto mayor sea el contraste, dice Jung, mayor es el potencial. La energía intensa solo
procede de tensiones proporcionalmente grandes entre los opuestos"117.

Para Latner "el pensamiento dialéctico es una concepción holística de las diferencias"
(p.47). Al ler los párrafos dedicados a las polaridades y los opuestos, no podemos menos
que tener presente las ideas de Perls en sus escritos personales más que en las elaboradas en
colaboración con Godman, lo cual me hace recordar unas palabras de Gordon Wheler en la
Introducción a su Gestalt reconsiderada, en las que hace notar que Latner sostenía que el
manuscrito original de Gestalt Therapy, estaba bastante más elaborado por Perls y era más
semejante a la versión definitiva de lo que Godman estaba dispuesto a admitir.118

Sin embargo, sí notamos en las palabras de Latner sobre las polaridades que coloca a estas
en el ciclo de contacto y, aunque no lo expresa directamente, también en relación con los
mecanismos de defensa.

Cuando se refiere a "Las polaridades en la terapia"119, volvemos a encontrarnos con la


diferenciación de opuestos prácticamente limitada a "nuestra parte dominante, acusadora,
exigente y la humillada y desamparada"; sin nombrarlos expresamente, percibimos aquí, en
el trasfondo, las imágenes del "perro de arriba y el perro de abajo". Junto a esto, un
pequeño párrafo, vuelve a seguir la línea apuntada por Perls y Godman en Gestalt Therapy
que abandona los temas de contenido para prestar más atención a los fenómenos de
frontera. Dice así Latner:
"Son básicos [los temas de contenido] para muchas teorías sobre la conducta humana, pero
como hemos visto, prácticamente no tienen ningún papel en nuestra explicación de la
terapia gestalt. En su lugar, se presta atención a las variaciones en el contacto, en el
funcionamiento de los modos del yo y en la relación del contacto de cada una de las partes
con la situación actual"120.

Después de analizar un trabajo terapéutico, Latner insiste, con razón desde su


planteamiento, en que al intensificar la oposición de los opuestos, se puede llegar al "punto
en el que este conflicto interno y duradero puede adelantar hacia la unidad y la integración"
(p.165).

Joseph Zinker
También terapeuta gestáltico del Instituto de Cleveland en donde se formaron los que ya
hemos visto como la primera generación posterior a Perls, Godman, From, Laura Perls, y
que destacaron por haber sido los que empezaron a desarrollar teóricamente cuanto Perls, a
su modo, y Gestalt Therapy al suyo plantearon como primicias de la Terapia Gestalt.
Joseph Zinker es, de modo especial, el teórico de la creatividad en su relación con la
Terapia Gestalt.

Su libro, El proceso creativo en la terapia guestáltica (1977),121 planteó un modo nuevo de


acercarse a la terapia : "La terapia gestáltica es realmente un permiso para ser creativo"
(p.22). Y, efectivamente, Zinker trata el tema de las Polaridades -como todos los demás que
desarrolla en su libro -desde el punto de vista de la creatividad, en el capítulo 8 dedicado
todo él a "Polaridades y conflictos".

Ve al individuo como un conglomerado de fuerzas polares que él llama "multilateralidades"


y que, en realidad, cuando se trabajan adecuadamente aceptándolas y sacándolas a la luz,
no deshacen a la persona sino que la ensanchan, amplían su campo de experiencias, de
afectos, de sensaciones y sentimientos. Cualquier punto oscuro que quede en la conciencia,
viene a decir -y nos viene también el recuerdo de lo que Perls llamaba "hoyos" de la
persona-, son deseos de incorporar a ella una nueva y más creativa noción de sí mismo. Ese
punto oscuro puede ser también lo que Zinker llama "lo misterioso", aquello que la terapia
quiere iluminar para que deje de ser desconocido o apenas entrevisto.

Todo estos temas los plantea Zinker hablando de límites, de frontera, de polaridades
egosintónicas o egodistónicas; es decir, de conflictos. Los define de dos tipos:
intrapersonales e interpersonales y siempre en relación con las polaridades. Si son
conflictos intrapersonales, parece sugerir que las polaridades aparecerán con más evidencia
en la introyección y en la retroflexión. Si son interpersonales

sucede [que] un individuo reprime su conciencia de alguna zona de su propio ser y luego la
proyecta sobre otro: es más fácil ver lo malo de otro que lo propio. […] Las polaridades que
se proyectan pueden ser oscuras, desconocidas y perturbadoras (yodistónicas), o bien
oscuras, desconocidas y sustentadoras (yosintónicas)."122
Todas las respuestas polares que nos damos a nosotros mismos en las experiencias de
contacto, es decir, cuando negamos uno de los polos y sólo dejamos aparecer el otro, son
respuestas pobres , repetitivas, y, en cambio,

"Para crecer como persona y tener con los otros experiencias de conflicto más productivas
[…] debo poner al descubierto esa parte de mí mismo de la que me desentiendo.[…]
necesito entrar en contacto con esa parte de mí mismo que no asumo. Este es el paso
preliminar: ponerme en contacto con la forma en que mantengo en secreto algo de mí
mismo"123.

Veremos en la Parte iI algunas de las formas que Zinker utiliza para trabajar creativamente
con las "polaridades y conflictos" y cómo buscar el contacto con esa parte "secreta y
misteriosa" (¿negada?) de y para nosotros mismos; pero, como él dice, "se trata, en todos
los casos, de una cuestión de totalidad, integridad, entereza, unidad, orden, estructura"
(p.157); de lograr el equilibrio, en la expresión total de nosotros mismos, entre la
espontaneidad y el sano y necesario control.

Gordon Wheler
Terapeuta y docente, es ya de la tercera o tal vez cuarta generación de los teóricos y
clínicos gestálticos procedentes del Instituto de Cleveland.

La distancia ha debido de crear en él un sentido de absoluta libertad de criterio frente a lo


que han dicho los "fundadores", quizá sus mismos maestros. Es reconfortante ler un libro
como Gestalt Reconsidered. A new approach to contact and resistence (1991), en el que,
sin ninguna intención iconoclasta, pero sí con la urgencia sana de seguir adelante en la
investigación teórica para no quedarse nunca estancado en ningún punto del ámbito
riquísimo de la Gestalt y de sus enormes posibilidades, Gordon Wheler somete a examen
crítico no sólo lo dicho por Perls en los inicios de su obra y actividad, sino también el
propio libro de 1951, el escrito por Perls y, sobre todo, por Paul Godman.

El tono de respeto hacia éstos, y hacia quienes a continuación siguieron adelante en el


necesario proceso de teorizar una serie de intuiciones y elaboraciones básicas muy
importantes, es total. Y a la vez hay una forma de colocarse con un criterio muy personal y
muy agudo ante esas obras y esos autores, para indicar no las fisuras de su pensamiento,
sino sobre todo aquellos aspectos que presentaban puntos de agarre para seguir subiendo
hacia una Teoría de la Terapia Gestalt cada vez más rica y completa.

Mientras en Perls habíamos visto, a través del léxico (que traduce muy claramente las ideas
del que lo utiliza), su preocupación por los opuestos, en Laura Perls por la integración, en
Gestalt Therapy por una combinación de estos dos campos semánticos, aunque dando un
paso más en la teoría del campo y la Teoría del Self, en los Polster, en Latner y en Zinker
hemos visto cómo seguían esas líneas de pensamiento en torno al tema que nos ocupa con
bastante fidelidad, aunque alargándolas y ampliándolas creativamente.
Ahora Gordon Wheler, por su parte y tal como indica el subtítulo de su libro, se centra en el
contacto y la resistencia e, inevitablemente, vuelve a encontrarse con la polaridad. No sólo
cuando revisa las teorías del primer Perls, sino también lo que llama "el modelo
Perls/Godman" y la propia "actividad de la escuela de Cleveland" a la que él mismo
pertenece.124 De ahí, que las palabras polos, polaridad, oposición, integración, etc., estén
muy presentes en los primeros capítulos de "reconsideración" de las teorías gestálticas que
estudia. Cuando plantea, en los tres capítulos restantes, sus propias ideas que corrigen y
completan las anteriores, insiste en los dos conceptos que le interesan, la resistencia y el
contacto, y enseguida aparece también la palabra polaridad, pero siempre utilizada en un
contexto ampliamente positivo, como algo que puede tener un sentido importante en el
proceso de contacto.

"No tiene sentido, por ejemplo, definir la "introyección" como una "resistencia al contacto",
exactamente como tampoco tiene sentido decir que, necesariamente y por definición, es una
"resistencia al contacto" su función polarmente opuesta, la "masticación", por usar la
polaridad perlsiana. La una o la otra pueden ser usadas para "resistir" […] a la particular
figura de contacto del momento, o para reforzarla y elevarla, según sean las metas o el
estilo del particular organismo/entorno que está en cuestión en un momento dado. Pero es
difícil imaginar un contacto que no incluya siempre algún elemento de ambas"125.

Esa inclusión de elementos polares en el proceso queda reforzada en las páginas que siguen
cuando, después de esquematizar el modelo de las relaciones entre contacto y resistencia de
Perls/Godman, Wheler propone un esquema nuevo en el que claramente se ve que las
polaridades no se dan entre contacto y resistencia, sino dentro del propio y unificador
proceso de contacto. La via para la integración de las polaridades queda así marcada con
nitidez. Dos páginas más adelante, el autor da una lista parcial126 de las acciones que Perls,
en 1947, mencionaba como "evitaciones" o "resistencias", lista en la que aparecen esas
resistencias enfrentadas a sus opuestos. Al concluirla, Wheler comenta:

"Es obvio que la columna de la derecha es una lista de posibles polos o funciones opuestas
al término "resistencia" como lo ha entendido Perls. Decimos "polos posibles", porque
también estos términos podrían tener, naturalmente, una considerable variedad de
"opuestos", según el modo en que se conciban en un contexto dado. Repetimos de nuevo
que, en cada caso, ambos términos, ambos polos (u otros polos), podrían ser la
"resistencia", mientras que todos, en distintas circunstancias y con distintos fines, pueden
ser esenciales precisamente para el contacto, ese que, según Perls en cambio, se
obstaculizaría".127

Este planteamiento (que el propio Wheler llama "enfoque polar") se desarrolla ágilmente en
las páginas que siguen, incluso a través del análisis de dos casos clínicos. Y finalmente se
sintetizan en la "Conclusión" del libro en la que el autor condensa así sus ideas:

"…los polos fundamentales de la experiencia, los mundos enteros del pensamiento y de la


emoción están en guerra con nosotros y en torno a nosotros en la búsqueda inquieta de una
nueva y más satifactoria organización: individualismo y solidariedad, altruismo y ambición,
nacionalismo y consciencia planetaria, espontaneidad y firmeza de propósitos, esperanza y
desesperación (que en definitiva no son otra cosa que polos gestálticos gemelos de la
formación de la figura y de la destrucción de la figura, ambos necesarios para la vida y que
caminan equilibrados, es decir, expresados en la gestión del fondo).[…]…y son por tanto
útiles para esa frontera, o punto de contacto o de integración, entre pensamiento claro y
acción justa, que en cierto sentido han de ser dos expresiones y descripciones de nuestro
Self más completo"128

Las Polaridades en los escritos teóricos de


la Terapia Gestalt
14 septiembre, 2013 by María Cruz García Leave a Comment

En los últimos tiempos, los escritos teóricos sobre la Terapia Gestalt se suceden, y existe,
además, una consciencia muy clara de que esta orientación psicoterapéutica necesita
proverse de unas bases teóricas claras y fuertes (igual que una "figura" nueva sobre un
"fondo" antiguo ya conocido) para que, entre otras cosas, la Formación de los nuevos
terapeutas gestálticos sea el mejor apoyo para su futura tarea. Pero durante bastantes años,
desde que los Perls empezaron, en los años 40 del siglo XX, a poner en marcha su nueva
orientación terapéutica, los escritos teóricos fueron más bien escasos.

Las polaridades en F. S. Perls antes de 1951.


F.S. Perls experimentó al comienzo de la nueva etapa de su vida profesional – al regreso del
Congreso Psicoanalítico Internacional celebrado en Checoeslovaquia, y tan frustrante para
él68- deseos de poner por escrito y por extenso sus planteamientos renovadores, aquellos
que se habían hecho más claros precisamente en el viaje de vuelta de Europa hacia
Sudáfrica y que él mismo sintetiza así:

"No recuerdo cómo volví a Johannesburgo […] Mi autoestimación estaba lastimada y al


mismo tiempo me sentía liberado. Entre mis dos polos, la sensación de no valer nada y la
arrogancia, comenzó a crecer algo como un centro de confianza. […] Después de 1936
había intentado re-orientarme. Las dudas acumuladas e inexpresadas acerca del sistema
freudiano se extendieron y me invadieron…"69.

Ese "centro de confianza" y esas "dudas" se habían concretado, cuatro años más tarde, en su
primer libro, Yo, hambre y agresión, cuyo subtítulo, muy explícito (y no mantenido en la
traducción y edición en español), de "Revisión de la teoría de Freud y de su método", decía
muy claramente qué le había empujado a escribirlo. En la redacción de la obra, intervino de
forma importante su mujer, Laura, aunque el reconocimiento de este hecho pasó por varias
fases en el modo de expresarse sobre ello por parte de Perls…

Si a través del índice temático70 de Yo, hambre y agresión hacemos un recuento de las
veces que aparece la palabra polaridad y sus derivados podemos decepcionarnos: polaridad,
así, en singular, no aparece ni una sola vez; en plural, polaridades, sólo está utilizada una
vez; polarización y polarizar cuatro veces, dos cada una. Polo está utilizada sólo cinco
veces, y contrapolo una, aunque se entiende por el contexto que se está refiriendo
sencillamente al polo opuesto de la vergüenza71.

Sin embargo, sus sinónimos, los que habíamos analizado en la Introducción, tienen una
presencia mucho más abundante: opuestos, se utiliza cuarenta y cinco veces, y todas las
palabras relacionadas con ambivalencia se dan un total de once veces., exactamente las
mismas que los vocablos relacionados con la palabra polo. Este pequeño análisis de
presencias lexicográficas de las que habíamos llamado palabras-clave nos lleva al campo
semántico de la oposición y notamos que es uno de los preferidos por la escritura de F.S.
Perls, ya que sus términos aparecen un total de sesenta y siete veces.

Si seguimos un poco más adelante, atendiendo al reparto de esas presencias vemos que en
el capítulo I, cuyo título es "El pensamiento diferencial", encontramos dieciséis veces
términos del campo semántico que estamos examinando; a lo largo de los restantes
capítulos de esta Primera Parte de Yo, hambre y agresión y de la Segunda, hay un reparto
menos concentrado de los vocablos que nos interesan, y en la Tercera Parte, dedicada toda
ella a la Terapia de la Concentración (el primer nombre que los Perls pensaron dar a lo
que después fue la Terapia de la Gestalt), vuelven a aparecer en otras doce ocasiones; un
total, pues, de veintiocho veces. Es decir, un porcentaje elevado, el 41%, de apariciones de
palabras relacionadas con lo opuesto, con la polaridad, acumuladas en las partes del libro
que indican, primero, un planteamiento del problema esencial y, segundo, una camino para
resolver el problema.

Sin meterme en honduras lingüísticas que no vienen al caso, creo posible que la aparición
reiterada de estos vocablos en esos dos momentos diga algo sobre el interés de Perls por
trabajar con polos extremos de la personalidad, aunque de una forma muy diferente a como
lo había planteado Freud.72 Precisamente la palabra ambivalencia y los sintagmas
relacionados con ella, los encontramos con mayor frecuencia en los capítulos en que más se
menciona a Freud y su psicoanálisis y cuyos títulos son también reveladores: VII. "El bien
y el mal", y VIII. "La neurosis".

Dejando a un lado las cuestiones de vocabulario, por muy significativas que puedan ser, en
el primer capítulo, "El pensamiento diferencial", lemos este párrafo bien explícito sobre la
idea de Perls acerca de las Polaridades y en clara conexión con lo que habíamos señalado
en los planteamientos previos en torno a este tema:

"Pensar según opuestos tiene hondas raíces en el organismo humano. La diferenciación


según opuestos es una cualidad esencial de nuestra mentalidad y de la vida misma. No es
difícil adquirir el arte de la polarización, con tal de que se conserve en la mente el punto de
pre-diferencia. De otra forma se cometerán errores que llevarán a un dualismo arbitrario y
equivocado. Para la persona religiosa "cielo" e "infierno" son antípodas correctos, pero no
"Dios y el mundo". En psicoanálisis encontramos el amor y el odio como opuestos
correctos, pero el instinto sexual y el de la muerte como polos incorrectos"73.

En el capítulo ViI de la Tercera Parte vuelve a hablar de "opuestos dialécticos correctos"


refiriéndose a los términos utilizados por Jung de "introversión y extraversión". Parece,
pues, que en su primer libro, Perls estaba preocupado por la corrección y precisión que
habían de tenerse en cuenta en el trabajo con las polaridades en la terapia. Como dice uno
de sus biógrafos en relación precisamente con esta etapa de su vida:

"Tras abrir el sistema motivacional más allá de Eros (sexo) y Tánatos (agresión/muerte) al
incluir el hambre, pasaba a postular una infinita serie de motivaciones que fluyen una hacia
la otra, de un momento al siguiente. Destacaba la importancia del tiempo presente y
criticaba a Freud por preocuparse por el pasado y a Alfred Adler por insistir demasiado en
el futuro. Su conciencia de las polarizaciónes ( los opuestos) lo indujo a señalar zonas que
los psicoanalistas (disecadores de la mente) descuidaban, tales como el cuerpo y la síntesis
(la importancia de nuevas experiencias).74

Apoyándose en uno de los "teóricos del holismo más esotéricos"75, Salomo Friedlaender,
Perls busca la solución para el problema de las polaridades en la afirmación de que

"todo evento se relaciona con un punto cero, a partir del cual se realiza una diferenciación
en opuestos. Estos opuestos manifiestan, en su concepto específico, una gran afinidad entre
sí. Al permanecer atentos al centro, podemos adquirir una capacidad creativa para ver
ambas partes de un suceso y completar una mitad incompleta. Al evitar una visión
unilateral logramos una comprensión mucho más profunda de la estructura y función del
organismo"76.

Pivotando sobre estas afirmaciones, que desarrolla en ese primer capítulo, Perls va
desarrollando muchas de las ideas que serán , en lo sucesivo, como leit motifs de su teoría y
que, en buena parte, han nacido de su conciencia de la polaridad del organismo. Así el
concepto de "aquí y ahora", tan estrechamente vinculado a la teoría y la práctica de la
Terapia Gestalt, está ya apuntado con claridad en el primer libro de Perls en un contexto
relacionado con las polaridades:

"Hay otro punto en el psicoanálisis clásico que no puede resistir el escrutinio del
pensamiento dialéctico -el complejo "arqueológico" de Freud, su interés unilateral por el
pasado. No es posible ni objetividad ni comprensión real de la actuación de la dinámica de
la vida sin tomar en cuenta el polo opuesto, esto, el futuro y, sobre todo, el presente como
punto cero de pasado y futuro. […] El presente es el punto cero, siempre en movimiento, de
los opuestos pasado y futuro"77.

El trabajo con las emociones, que es otro rasgo distintivo de la Terapia Gestalt, está
planteado con la referencia constante a las emociones positivas y a las negativas:

"El carácter desagradable de las emociones negativas implica el deseo de evitar esas
mismas emociones que, sin embargo, no pueden transformarse en sus opuestos agradables
cuando no permitimos -por medio de la descarga- su cambio de una excesiva tensión a una
tensión soportable y ulteriormenta hasta el punto cero orgánico. […] La timidez es un
estadio prediferente de la vergüenza, cuyo contrapolo es el orgullo. En estas emociones -
como en el egocentrismo- la personalidad tiende a convertirse en la figura frente al fondo
de su contorno".78
Aunque toda la teoría gestáltica sobre los mecanismos de adaptación todavía no la tenía
Perls completamente elaborada (habrá que esperar a 1951…), no cabe duda de que sus
intuiciones le habían llevado ya muy adelante en ese camino. Cuando escribe sobre las
"resistencias", afirma:

"No se pueden destruir las resistencias; y en todo caso no es algo malo, sino más bien
energías valiosas de nuestra personalidad -nocivas tan solo cuando se aplican mal. No
podemos ser justos con nuestros pacientes mientras no percibimos la dialéctica de la
resistencia. El opuesto dialéctico de la resistencia es la asistencia.[…]…debe recordarse
que sin tener en cuenta la visión del paciente de sus resistencias como asistencias no
podemos tratarlas con éxito".79

En el capítulo sobre "La neurosis" habla, sin mencionarlos de la misma forma con que
ahora los utilizamos habitualmente, de la Confluencia y el Egotismo en un contexto
claramente referido a los mecanismos de adaptación o de defensa, puesto que está
comentando el libro de Anna Freud, The Ego and its defence mechanism. Perls reflexiona:

"Téngase en cuenta una contradicción aparente: la evitación de aislamiento. Su mejor


representante es la persona que no puede decir "no" y que en apariencia no tiene miedo de
establecer, sino más bien de perder contacto. A esto tengo que decir que el contacto incluye
su opuesto dialéctico: el aislamiento; esto sólo quedará claro cuando se discutan las
funciones del ego. Sin el componente del aislamiento el contacto se convierte en
confluencia".80

Con este mismo planteamiento conectado con su teoría sobre opuestos y polarizaciones,
Perls habla también de la Proyección:

"La persona que está inclinada a proyectar se parece al que está sentado en una casa con
espejos en todas las paredes. Dondequiera que mira piensa que ve el mundo a través del
cristal, mientras que en realidad sólo ve reflejos de las partes no aceptadas de su propia
personalidad. […] Sin embargo, no siempre es el mundo exterior el que sirve como pantalla
para las proyecciones; pueden también darse dentro de la personalidad. […] Los rasgos
atacados corresponden a las proyecciones, a las partes alienadas de la personalidad
paranoide. De esta forma, las proyecciones son medios muy apropiados para evitar la
solución de la actitud ambivalente."81

Al hablar de la introyección, Perls acude a una explicación relacionada con el folklore y los
cuentos en los que se ve, a través de su simbolismo, los introyectos que los cuentos de
hadas trataban de liberar:

"El fenómeno de la introyección es un descubrimiento comparativamente reciente, pero el


folklore demuestra que se conocía bien hace mucho. Las figuras de los cuentos de hadas
con frecuencia tienen un significado simbólico más o menos fijo. Las hadas representan a
las madres buenas, la bruja o madrastra a la mala. El león ocupa el lugar del poder y la
zorra el de la astucia. El lobo simboliza voracidad e introyección. En la fábula de
Caperucita Roja el lobo introyecta a la abuela, la copia, se comporta "como si" fuera ella,
pero la pequeña heroína pronto desenmascara su ser real".82
Cuando Perls desarrolla su "Terapia de concentración", dedica un capítulo a "La anulación
de las retroflexiones". Antes de pasar a las técnicas que le parecen apropiadas para ello,
analiza teóricamente lo que puede ser la retroflexión (a la que se ha referido también en
otro capítulo de la Segunda Parte de su libro). Poniendo un ejemplo hipotético de un niño
que se niega a sí mismo la manifestación de un dolor físico para ejercitar el "poder de la
voluntad", Perls concluye:

" En este caso una parte activa de la personalidad del niño interfiere con otra que, de esta
forma, se hace pasiva y sufre. Una retroflexión genuina se basa siempre en una escisión de
la personalidad como esa y está compuesta de una parte activa (A) y una pasiva(B)."83

Actividad y pasividad son evidentemente polos opuestos que necesitan, como cualquier otra
polaridad, integrarse. Me parece interesante notar que, cuando Perls va a hablar de
integración en la parte dedicada al "Metabolismo mental", acuda a ejemplos que, a través
de Paul Federn, le llevan al concepto de Frontera, allí donde aparecen claras las funciones
del self (del Ego, dice todavía Perls en Yo, hambre y agresión), donde se dan los
mecanismos de adaptación para aceptar o no el contacto, para facilitar la construcción y
destrucción de gestalts y donde, de nuevo, aparece, según Perls, una polaridad básica:

"Siempre y cuando una frontera comienza a existir, se siente como contacto y como
aislamiento. De ordinario no existe ni contacto ni aislamiento, mientras que existe
confluencia pero no frontera. Esta confluencia es interferida por libido y agresión, amistad
y hostilidad, sentido de familiaridad o de extrañeza, o como quiera que se pretenda llamar a
las energías que forman la frontera"84.

Conocemos pocos trabajos escritos por F.S. Perls en los años primeros de su estancia en
Estados Unidos, pero esos pocos nos dan idea de un hombre que estaba reflexionando más
a fondo sobre todo lo que había expresado en su primera obra, madurando lentamente una
teoría que, hasta unos años más tarde y no elaborada totalmente por él, no vería la luz en
forma de un libro que es ya, casi, una obra definitiva sobre la Terapia Gestalt. Me estoy
refiriendo a Gestalt Therapy: Excitement and Growth in the Human Personality (1951).
Pero el manuscrito que Perls entregó a Paul Godman85 para que redactara lo que a él le
resultaba difícil (quizá, entre otras razones, por su todavía incompleto dominio del inglés),
posiblemente estaba escrito sobre los esbozos que nos han llegado a través de algunas,
pocas transcripciones de conferencias que pronunció entre 1946 y 1950.

En Terapia planificada (1946-1947), artículo preparado y comentado por Laura Perls86,


Perls vuelve sobre muchas de las cosas que había dicho en Yo, hambre y agresión, aunque
tratando de completarlas. Insiste sobre la existencia en el mundo contemporáneo de

"dudas, contradicciones, dualismo cuerpo-mente, alma y materia, teísmo y materialismo.


Incluso la terminología psiquiátrica más avanzada habla de medicina psicosomática, como
si cosas como el soma y la psique existieran realmente. Todavía no hemos aprendido, en
general, a considerar tales dualismos como dualidades más que como contradicciones. No,
en lugar de una mentalidad integrada, tenemos una perspectiva que es una mezcla de
espiritualismo y de materialismo".
Toda esta conferencia, pronunciada en el William Alanson White Institute, es una
propuesta de integración de la personalidad fraccionada y disociada y de las relaciones
intrapersonales, porque "vemos dualismos allí donde existen dualidades o dos mitades de
un único y mismo todo". El problema de las polarizaciones seguía, por tanto,
preocupándole.

Lo mismo sucede en un trabajo de 1948, "Teoría y técnica de integración de la


personalidad"87, en el que afina más sus planteamientos teóricos y prácticos:

"La dicotomía de la personalidad humana puede ser abordada desde tres ángulos distintos:
desde el punto de vista de la estructura dualística de la personalidad, de la conducta
dualística, y del lenguaje dualístico"88.

En todo este trabajo observamos que la palabra más repetida es dualismo y sus derivadas y,
analizando texto y contexto, comprobamos que es otra palabra que pertenece al campo
semántico de la oposición ya conocido en los escritos de Perls.

Los extremos, los polos, están marcados aquí con el sema contextual de potencialidades, las
que pueden llevar a la persona al "logro de aquel grado de integración que facilita su propio
desarrollo" (p.57), merced al paso, al proceso, que va de una personalidad deliberada a otra
espontánea.

Relata casos con los que se ha encontrado en su consulta y deja así ver, en la práctica, cómo
trabajar con las personalidades que no aceptan una parte de su propio ser con el que
rechazan el contacto que, insiste, es "la apreciación de las diferencias", o "significa
aceptación de diferencias" (pp. 67 y 71). La introyección, la proyección y la retroflexión
están también tratadas desde esta perspectiva de integración de las dualidades de la persona.

Las polaridades en el Psicoanálisis


14 septiembre, 2013 by María Cruz García Leave a Comment

Acudir a los planteamientos que el psicoanálisis hizo sobre el tema de las polaridades se
debe a este párrafo de F.S.Perls:

"Muchos amigos critican mi relación polémica con Freud. "Tienes tanto que decir; tu
posición está firmemente cimentada en la realidad. ¿Por qué esta agresividad continuada
hacia Freud? Déjalo tranquilo y dedícate a tus cosas". No puedo hacerlo. Sus teorías y su
influencia son demasiado importantes para mí. Mi admiración, mi extravío y mi
vengatividad son muy fuertes. Su sufrimiento y su coraje me tocan profundamente. Me
asombra lo mucho que logró, estando prácticamente solo con las herramientas mentales
inadecuadas que fueron la psicología asociacionista y la filosofía mecanicista. Estoy
profundamente agradecido de lo mucho que me desarrollé oponiéndome a él".33
En páginas anteriores ya se citó un texto de 1915 de Sigmund Freud, tomado de "Los
instintos y sus destinos". En el mismo párrafo, podemos ler:

"El hecho de que en tal época ulterior del desarrollo de un impulso instintivo se observa,
junto a cada movimiento instintivo, su contrario (pasivo), merece ser expresamente
acentuado con el nombre de ambivalencia, acertadamente introducido por Bleuler"34.

Y unas páginas más adelante, en el mismo trabajo:

" Quizá nos aproximemos más a la comprensión de las múltiples antítesis del amor
reflexionando que la vida anímica es dominada en general por tres polarizaciones; esto es
por las tres antítesis siguientes: Sujeto (yo)- Objeto (mundo exterior); Placer – Displacer;
Actividad – Pasividad . […] Sintetizando, podemos decir que los destinos de los instintos
consisten esencialmente en que los impulsos instintivos son sometidos a la influencia de las
tres grandes polarizaciones que dominan la vida anímica. De estas tres polarizaciones
podríamos decir que la de "actividad-pasividad" es la biológica; la de "yo-mundo exterior"
la de la realidad; y la de "placer-displacer", la polaridad económica"35.

Si analizamos el índice temático de las Obras de Freud encontramos, con mucha más
frecuencia que el término polaridad, su sinónimo ambivalencia; o también el término par
antitético; pero leyendo los contextos en donde aparece alguno de estos términos, sobre
todo el preferido (ambivalencia), encontramos lo que podríamos entender como la teoría de
la polaridad en Freud. Por ejemplo:

"Realmente, tal subsistencia de los contrarios sólo es posible bajo especiales condiciones
psicológicas y con la colaboración de lo inconsciente. El amor no ha podido extinguir el
odio, sino tan sólo rechazarlo a lo inconsciente, instancia psíquica en la cual se encuentra a
salvo de la acción de la conciencia y puede subsistir sin mengua alguna e incluso sin crecer.
En tales circunstancias, el amor consciente suele alcanzar, a su vez, por reacción, especial
intensidad para poder llevar a cabo constantemente y sin descanso la tarea de mantener en
la represión a su contrario. Esta singular constelación de la vida amorosa parece tener su
condición en una disociación muy temprana, acaecida en el periodo prehistórico infantil, de
los dos elementos antitéticos, con represión de uno de ellos, generalmente el odio. [Para
esta constelación de sentimientos ha hallado luego Bleuler el nombre de
"ambivalencia"]"36.

Freud analiza también las oposiciones básicas en otra obra más temprana todavía, "Tres
ensayos sobre la teoría de la sexualidad" (1905), mostrando así su temprano interés por el
tema de los sentimientos opuestos, como algo que fue

"una exigencia constante en el pensamiento de Freud: un dualismo fundamental que


permitiría, en último análisis, explicar el conflicto" […] ¿Haría falta, para explicar la
ambivalencia en último análisis, postular, como admite la teoría freudiana de las pulsiones,
la existencia de un dualismo fundamental? […] La oposición entre pulsiones de vida y
pulsiones de muerte en la segunda concepción de Freud situaría aún más claramente las
raíces de la ambivalencia en un dualismo pulsional"37.
Entramos ya, por tanto, en la relaboración final que Freud hizo de su teoría y en la que la
oposición entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte ocupa un lugar cardinal, aunque no
haya sido aceptada así por todos sus seguidores38. Con la afición de Freud, en sus últimos
tiempos, a nombrar sus teorías con denominaciones tomadas de los mitos más antiguos, no
es raro que hablase de Eros en relación con la pulsión de vida y, en conversaciones con
colegas (no por escrito, según parece), de Thanatos, para designar la pulsión de muerte.

En esa línea de afición a denominaciones mitológicas, encontramos también al discípulo


"apóstata" y amigo /enemigo de Freud, Carl Gustav Jung. La primera y más evidente
polaridad que aparece en la doctrina psicoanalítica junguiana es la teoría sobre los
elementos estructurales de la Personalidad, entre los que opone persona a sombra y anima a
animus. Mientras que anima es el lado femenino inconsciente en un hombre, animus es el
lado masculino inconsciente en una mujer; la persona es nuestro rol social, lo que
procuramos ser ante nosotros y ante los demás, y la sombra es la parte inconsciente de
nuestra personalidad en la que hay rasgos y actitudes que conscientemente tendemos a
rechazar. El propio Jung dice así:

"La función insuficientemente diferenciada y la actitud poco desarrollada son nuestra parte
en sombra. Aquellas disposiciones primordiales […] que por razones morales, éticas u otras
cualesquiera , se mantienen reprimidas por hallarse en contradicción con nuestros
principios conscientes. […] …a todo individuo síguele una sombra, y cuanto menos se
halle ésta materializada en su vida corriente, tanto más oscura y densa será"39.

Otro discípulo de Freud, y esta vez muy querido por el fundador del Psicoanálisis, Sándor
Ferenczi, escribió en su Diario, quizá teniendo en mente, a la vez, las ideas de Freud y de
Jung:

"De todos modos, no es disparatado sustentar el punto de vista del dualismo: los
incontables ejemplos de bipolaridad, ambivalencia, ambitendencia que encontramos
dondequiera sugieren que es justificado considerar el todo de la naturaleza no sólo desde el
punto de vista del principio del egoísmo, sino igualmente desde el del altruismo a partir de
orientaciones querenciales contrapuestas. Todo esto sería sólo una modificación, al parecer
mínima, de la hipótesis de Freud sobre las querencias de vida y de muerte. Cubriría lo
mismo con otros nombres. Una querencia de validación y una querencia de allanamiento
constituyen juntas la existencia, es decir, la vida en el universo como un todo"40.

A la zaga de los primeros teóricos y clínicos del psicoanálisis, se han ido sucediendo otros
escritos que, a partir de la práctica psicoanalítica, por muy revisada y renovada que haya
sido, han seguido constatando la existencia de la polaridad básica del ser humano. Muy
cerca de Freud todavía, Melanie Klein analizó, especialmente con niños, la dialéctica de los
objetos "buenos" y "malos" que deriva de la oposición freudiana entre pulsión de vida y
pulsión de muerte41.

El objeto puede ser el pecho de la madre que unas veces será el "pecho bueno protector" y
otras el "pecho malo perseguidor", según satisfaga o no las necesidades del niño. De ahí (de
la parte al todo) procede la oposición que vivirá con angustia el niño: la de la "mamá buena
o hada" y la "mamá mala o bruja", que sólo lentamente irá integrando, cuando vaya
llegando a la madurez infantil en un ambiente cálido, o ayudado por la psicoterapia42.

Erik H.Erikson, el psicoanalista y psiquiatra austriaco, también instalado en Estados Unidos


y cuyas culturas indígenas estudió atentamente, tiene en su libro más conocido, Infancia y
sociedad, una Parte Tres que dedica especialmente al "desarrollo del Yo". Antes de iniciar
los capítulos de esa parte, escribe una introducción en la que, entre otras cosas, analiza
cómo

" nuestros pensamientos y sentimientos han estado en permanente oscilación […]


acercándose y alejándose de un estado de equilibrio relativo[…], el lugar del reposo entre
los dos extremos"43.

En el capítulo 7, habla del proceso de maduración del yo, las "Ocho edades del hombre", y
lo plantea por medio de polaridades:

1. Confianza básica versus desconfianza básica.


2. Autonomía versus vergüenza y duda.
3. Iniciativa versus culpa.
4. Industria versus inferioridad.

Hasta aquí, polaridades de la infancia.

5. Identidad versus confusión de rol.


6. Intimidad versus aislamiento.
7. Generatividad versus estancamiento.

Hasta aquí, polaridades en adolescencia y juventud.

8. Integridad del yo versus desesperación.

Polaridad en la madurez.44

En la edición revisada y ampliada por su esposa de la última obra de Erik H.Erikson, El


ciclo vital completado, Joan Erikson añade un "noveno estadio" a los ocho anteriores, en el
que coloca "el elemento distónico en primer lugar, para subrayar su importancia y su
fuerza". Es decir, coloca los polos en posición inversa (Desconfianza básica versus
confianza, etc.) para subrayar que si

"las cualidades sintónicas nos sostienen mientras nos amenazan los elementos más
distónicos que nos depara la vida, deberíamos reconocer el hecho de que las circunstancias
pueden situar lo distónico en una posición más dominante. La vejez es inevitablemente una
de esas circunstancias"45.

Pero Erikson, y con él su mujer, piensa que, si desde el principio existe el polo de la
"confianza básica" y "nos ha acompañado como una fuerza permanente", podrá
completarse el ciclo vital.46 Exactamente igual, pienso yo, que, en el círculo o en la curva
gestáltica, llega el momento de la retirada y la gestalt queda cerrada, conclusa, y completa.

Planteamientos previos sobre las


Polaridades
14 septiembre, 2013 by María Cruz García Leave a Comment

1.-Las polaridades en la Antropología


Comenzaré este apartado citando no palabras de un antropólogo, sino las del mismo Freud
que pueden servir como apoyo al análisis limitado de lo que la antropología dice sobre la
polaridad o la ambivalencia del hombre:

"Los casos de amplia ambivalencia en individuos contemporáneos pueden ser interpretados


como casos de herencia arcaica, pues todo nos lleva a suponer que la participación en la
vida instintiva de impulsos activos en forma no modificada fue, en épocas primitivas,
mucho mayor que hoy".9

Precisamente Claude Lévi-Strauss, fundador de la antropología estructural, basó muchos de


los postulados de sus teorías antropológicas en el pensamiento freudiano, que admiraba
profundamente. Quizá apoyándose en las ideas de Freud, Lévi-Strauss entendía por
Antropología la "ciencia del hombre", con estricta fidelidad a la etimología del término. Y
una de las primeras cosas que la Antropología ve es que el hombre, desde sus inicios como
hombre (no como mero homínido) se debate en una serie de antítesis (llama él), lo que
nosotros entendemos como dualidades: ser / no ser , masculino / femenino, joven / viejo,
luz / oscuridad…

Así en una de sus obras fundamentales, El pensamiento salvaje,10 no se detiene a considerar


grupos humanos o áreas geográficas particulares, sino que aborda un atributo universal del
espíritu: el sentimiento / pensamiento en su estado "salvaje"11 y que aparece tanto en
nuestros contemporáneos como en las generaciones pasadas y es reconocible tanto en las
sociedades desarrolladas como en las primitivas.

"…este pensamiento que llamamos salvaje […] pretende ser simultáneamente analítico y
sintético, ir hasta su término extremo en una y en otra dirección, permaneciendo, a la vez,
en capacidad de ejercer una mediación entre estos dos polos".

"Lo propio del pensamiento salvaje es ser intemporal; quiere captar el mundo, a la vez,
como totalidad sincrónica y diacrónica, y el conocimiento que toma se parece al que
ofrecen, de una habitación, espejos fijados a muros opuestos y que se reflejan el uno al otro
(así como los objetos colocados en el espacio que los separa), pero sin ser rigurosamente
paralelos. […] En este sentido, se le ha podido definir como pensamiento analógico".
[Mientras que el pensamiento domesticado es una ] "razón ocupada totalmente en reducir
las separaciones y en disolver las diferencias, la que puede ser, con todo derechos, llamada
`analítica´ ".12

A través de las páginas fundamentales de Lévi-Strauss podemos captar que el pensamiento


"domesticado" busca sólo disolver las diferencias, pero no integrarlas; y, por otro lado, el
pensamiento "salvaje", a través de la imagen de los espejos fijados en muros opuestos, está
afirmando que, como se repite en la Teoría de la Gestalt, "el todo es mayor que la suma de
las partes".

Lévi-Strauss parece completar su pensamiento cuando afirma que " la verdad del hombre
reside en el sistema de sus diferencias y de sus propiedades comunes" ya que los patrones
del pensamiento básico del hombre son bipolares puesto que "es totalizador".13

Si he recurrido a la Antropología para ir clarificando lo que se puede entender por


Polaridad y su papel en el proceso del hombre hacia su plenitud es porque, en definitiva,
comparto en gran parte las ideas de Lévi-Strauss cuando afirma:

"En nuestra perspectiva, por consiguiente, el yo no se opone al otro, como el hombre no se


opone al mundo: las verdades captadas a través del hombre son "del mundo" y son
importantes por eso mismo. Entonces, se comprende que descubramos en la etnología el
principio de toda investigación"14.

Dando un salto de varios años, pero sin salir del campo de la Antropología, me interesa
ahora recurrir a otro autor que ha sido uno de los más entusiastas propagadores del
estructuralismo lingüístico y literario y que ahora, una vez pasada la moda de lo que de
moda estuvo del estructuralismo (cuya base, como bien sabemos, pudo estar también en los
primeros teóricos de la Psicología de la Gestalt) en los años medios del siglo XX, se lanza a
escribir, sin olvidar sus raíces científicas, una obra interesante que subtitula Ensayo de
antropología general…Me estoy refiriendo a Tzvetan Todorov, lingüista, teórico de la
literatura y poderoso ensayista que lo mismo se asoma a los entresijos de la "literatura
fantástica" que a la poética del Decameron de Boccacio. En 1995 publicó en Francia la obra
a que aludo, La vie en commune (Paris, Ed. du Seuil) en la que, sin aludir para nada a la
Teoría de la Gestalt pero coincidiendo sorprendentemente con ella en muchas de sus
reflexiones, podemos encontrar de nuevo observaciones que nos sirven para acercarnos al
tema de las Polaridades desde nuestro punto de vista.

En varios lugares de su obra, Todorov alude a los dos polos del psiquismo humano, a las
necesidades duales del hombre debatiéndose entre la autonomía y la sociabilidad y
buscando cómo integrarlas; o escribe párrafos que nos traen a la memoria algunos de Lévi-
Straus citados más arriba:

"…la transición de la parte al todo sólo se opera progresivamente [en el niño], y el


descubrimiento de su imagen en el espejo contribuye a ello. La metáfora que con mayor
facilidad nos viene a la mente, cuando hablamos de la pluralidad interna de la persona, es la
del teatro: nuestro ser es como un escenario donde se interpreta… […] Hay que agregar
enseguida, […] que cada uno de estos roles puede estar partido en dos, el bueno y el malo,
el positivo y el negativo. En realidad, la identificación de estos dos polos se relaciona con la
comodidad: todas las posiciones intermedias, todas las combinaciones son igualmente
posibles. La dualidad de lo bueno y de lo malo no necesita ser reificada en el psiquismo
humano[…]; es simplemente la categoría que se impone para designar el valor de estas
instancias internas para nosotros".15

Todorov analiza en páginas muy inteligentes esta condición polar del hombre y, sobre todo,
del hombre en relación con los otros ya que, para él, sólo existimos por la mirada del otro,
nuestro ser se realiza en la relación, incluso en la soledad que no es contradictoria respecto
de las relaciones interpersonales, sino otro modo de vivirlas. La síntesis de ese pensamiento
es así:

" El ser humano está hecho de las relaciones que mantiene con sus semejantes y es, al
mismo tiempo, capaz de intervenir completamente solo en el mundo; es doble, no uno".16

Esta condición polar, en el interior de cada hombre está apuntada también, y con mucha
profundidad, en otras culturas y civilizaciones. La china es un ejemplo claro de esto cuando
tiene siempre en cuenta la energía dual de la persona: Ying= lo femenino; Yang= lo
masculino. Y sigue adelante en el explanamiento de lo que esas energías significan en la
persona: Ying= belleza, dulzura, tierra, luna, el cuadrado; Yang= verdad, sol, cielo,
movimiento, el círculo. El Libro del Tao (que F.S.Perls conoció bien, por otra parte…)
busca el equilibrio entre esas polaridades.

Y todos sabemos que la dualidad es constante en el lenguaje y en el pensamiento del


hombre que la traduce, instintivamente, a símbolos o costumbres17 que pueden resultar
incomprensibles ya para nosotros porque vienen de culturas y civilizaciones perdidas que
probablemente están en la base profunda de las nuestras. ¿Por qué hablamos de izquierda y
derecha, de negro y blanco, de inferior y superior…; y todas estas oposiciones las cargamos
de connotaciones simbólicas que llevan a valoraciones, a aceptaciones y rechazos tantas
veces de forma instintiva?

Toda esta dualidad, esta polaridad, la sintetizaba, en el ámbito estrictamente referido al ser
humano, un filósofo empirista, psicólogo y pedagogo con gran influencia en la
Antropología: y, notémoslo, en el pensamiento de Paul Godman18:

"Los seres humanos no somos en primera instancia pensadores, sino agentes y pacientes,
sufrientes y gozadores…" (John Dewey, Problemas del hombre,1946)19.

La orientación de J.Dewey hacia todas las dimensiones de la cultura humana, epecialmente


las sociales y las educativas (ámbitos donde Godman tanto se movió), nos permite ver un
lazo de unión entre la filosofía que considera como la base de su estudio la experiencia y la
Antropología estructural, ambas basadas en la reflexión y en lo experimental y concreto. De
aquí brota esa consciencia de la ambivalencia y la polaridad del hombre.
Polaridades en terapia gestalt y cómo
trabajarlas
14 septiembre, 2013 by María Cruz García 3 Comments

Tanto la lectura como la práctica de la Terapia Gestalt, aparte de mis insights mirándome a
mí misma o mirando a los que me rodean, me han ido llevando a esa convicción que
supongo traspace en cada una de las páginas que anteceden: las polaridades están en todo
ser humano.

Si todo lo anterior, lo desarrollado en la Parte I y en la Parte i, era consecuencia de una


serie de lecturas y de estudios realizados durante mi Formación en Terapia Gestalt -además
de, como dije al principio, mi propia sensación y convicción de ser polar- lo que voy a
tratar de exponer ahora es, por un lado,alguna experiencia personal como observadora,
como tutora de un grupo de Formación y como terapeuta "en prácticas"; y, por otro lado, lo
que he leído sobre la práctica terapéutica en escritores gestálticos y un comentario personal
sobre ello.

Experiencias personales con polaridades


En mi segundo año de Formación en Terapia Gestalt, casi recién realizado el taller con el
terapeuta que me negó la conveniencia de trabajar con polaridades en la Terapia Gestalt,
estaba yo recordando sus palabras sobre el tema que le había planteado:

"Claro que tenemos deseos que van en direcciones diferentes, y elegir uno es diferir el otro.
Hay que hacer ajustes creativos para poder hacer las dos cosas. El deseo, en el fondo, será
el mismo, pero el campo ha tomado una forma diferente" 129.

En el momento en que decía esto, el Terapeuta hablaba de las polaridades como si siempre
fueran deseos: Tal vez se debiera a mi modo confuso de exponer una duda en torno a un
tema que a él no parecía gustarle.

Yo le había dicho que, en una compañera de Formación, había visto una polaridad cuando
había expresado su deseo de ser terapeuta y, a la vez, su temor a no saber/poder serlo y, por
lo tanto, su renuncia a serlo… Para él, en cambio, eso se reducía a una ambivalencia fruto
de un deseo, ser terapeuta, y de un introyecto: "no sirvo/ no puedo". Un deseo y un
introyecto, decía, sí pueden funcionar juntos, pero no un deseo y un no-deseo.

Mi opinión, entonces, era que en la manifestación, explicitada o no, de las polaridades no


siempre aparecen los deseos, sino otras realidades como introversión / extraversión y, en
todo caso, lo que sí está explícito es el deseo profundo del equilibrio entre dos polos, deseo
de descubrir su complemetariedad a través de su oposición: ternura / agresividad, amor /
odio, deseo de ser terapeuta / temor a no servir para ello…

Dándome cuenta más tarde de que estaba metiéndome en terrenos teóricos exclusivamente,
quise confrontar lo que yo pensaba y leía sobre polaridades con los hechos concretos, las
experiencias. Esta intención me llevó a comparar mis pensamientos, en cierta medida
teóricos, con lo que había visto como "observadora" de un taller del Primer nivel de
Formación, grupo al que suponía menos "maleado" para dejar aflorar las polaridades o lo
que fueran.

Ese taller se celebró en mayo de 1996 y el empeño en estar atenta a todo lo que pasaba me
distrajo en más de un momento de lo que pretendía que fuera un trabajo sobre polaridades,
percibidas en un grupo en el que yo no tenía porqué sentirme implicada. De todas maneras,
mi propia atención a lo que allí sucedía terminó por implicarme, sobre todo por las
sensaciones, sentimientos y pensamientos que se fueron suscitando en mí. En un grupo
gestáltico parece que no es posible permanecer como mero espectador objetivo…

Había una dificultad: el día de la "observación", el grupo no iba a trabajar con Polaridades,
sino con "Sueños, Cuentos, Cartas…"130 Pero también en los sueños aparecen las
polaridades, la experiencia me lo dice, pensaba yo.

En uno de los sueños trabajados en aquel taller, me llamó la atención que dentro de él
aparecía una tinaja de barro y, al ir trabajándolo, se transformó en un tibor, supongo que de
porcelana. (En mi recuerdo aparecieron unos tibores chinos de la casa de mi abuela).
¿Polaridad?: barro / porcelana; lo artesano, lo elemental, lo primitivo, sin adornos externos /
lo artificioso, lo complejo en la elaboración, lo muy civilizado, con decoración externa…
Fueron visualizaciones polares y el resto del trabajo también fue en una línea polar: cheque
/ monedas; al hablar con el cheque, D. decía:"no tienes vida, no se te oye…" Y a las
monedas:"vida, ruido, brillo…" Al final del trabajo, D. se da cuenta de otra polaridad que
vive con respecto a su madre: dependencia / independencia.

Estos extremos se manifiestan en el diálogo de D. consigo misma: cuando habla la


dependiente, baja la voz; cuando habla la independiente, su voz es más enérgica. Ese
diálogo entre dos aspectos de la persona lleva a poner de manifiesto una polaridad básica
que unas veces puede aflorar y otras no. En este caso así fue, y D. se hizo consciente de sus
opuestos.

Trabajo de la Terapeuta con M. Me llama la atención el cambio constante de expresión


en su cara: sonríe y, enseguida, una especie de pucheros sin apenas transición. En su sueño
también percibo polaridades: el zorro que iba a comerla, al final entra dentro de ella.
Frases: "Yo me iba a morir, la vi y a por ella…; voy a vivir a través de ella".

Cuando habla M., su voz es temblorosa, llorosa; cuando habla el zorro, la voz es fuerte,
decidida. La Terapeuta pone de relieve ese contraste. No percibo que M. haya integrado
"organísmicamente" los matices polares de este sueño.

En los trabajos de los estudiantes con la Terapeuta, capto una relación entre cliente /
terapeuta que puede ser otra polaridad: el cliente tiene potencial, pero no sabe que lo tiene y
no sabe usarlo.

El terapeuta tiene potencial y sabe que lo tiene y lo dirige y sabe usarlo… La terapia
psicológica, entonces, debe llevar también a la integración de esa polaridad que se establece
entre cliente y terapeuta y, sobre todo, a integrar la polaridad del cliente entre tener
potencial y, a la vez, no saber que lo tiene ni cómo usarlo.

En el trabajo de C., percibo una polaridad en la que, con toda claridad, se ve el polo
introyectado porque, a pesar de su edad, es una niña dolida (= la realidad "existencial" de
C. por todo lo que ha vivido) y, a la vez, es una adulta comprensiva (= la realidad "moral"
[introyecto] de C. por todo lo que le han dicho, exigido…).

Hubo un trabajo "duro" entre A. y T. que me hizo observar una polaridad de tipo más
personal entre ellas, lo que Zinker llamaría un "conflicto interpersonal" derivado a menudo
del conflicto intrapersonal.

En el juego de proyecciones entre ambas, se podía identificar la polaridad que Perls


señalaba como "el conflicto entre conducta deliberada y conducta espontánea". La
habilidad terapéutica de la persona que conducía el taller permitió que esa polaridad,
expresada violentamente, llegara a un punto en el que, si no pudo resolverse todo el
problema planteado, por lo menos despertó la consciencia del doble conflicto que allí se
ventilaba: el interpersonal y el intrapersonal.
Reconozco que es difícil transmitir lo que se observa en un taller, pero mi convicción quedó
fortalecida: era posible trabajar con las Polaridades desde la Terapia Gestalt. Y que, en
realidad, no había un ejercicio, o técnica o "experimento" que fuera el específico para
trabajar con ellas, sino que en cualquier tipo de relación terapéutica, en grupo o individual,
debe de bastar con estar atento a lo que surja en cada momento relacionado con las
Polaridades.

Como Tutora de un grupo en Formación he tenido también ocasión de observar más de


cerca un taller dedicado específicamente a las Polaridades. La Terapeuta invitada hace
trabajar con las Polaridades que pueden reflejarse, a veces, en la oposición entre lo que
dicen las palabras y lo que dice el cuerpo, y en ocasiones alguno de los participantes en el
grupo se asombra del contraste que él mismo se puede observar y que los demás le hacen
notar también. En otros momentos, algunos de los participantes salen voluntariamente a
trabajar directamente con la Terapeuta lo que cada uno siente como sus polaridades; pero, a
través del trabajo, de rastrillar la función ello, aparece la polaridad más básica.

Por ejemplo, P. afirma que su polaridad es ser desorganizada en sus tareas caseras cuando
está sola / organizada si tiene alguien en quien apoyarse. Para ella la polaridad estaba entre
su organización / desorganización en el trabajo.

Después de un trabajo progresivo en la profundización de las emociones, aparece la


polaridad básica: necesito estar sola /necesito alguien con quien compartir… Y yendo más
a fondo, la propia P. lo verbaliza de otra forma. "Soy la que lo hace todo buscando una
recompensa externa / soy la que busca realmente lo que quiere para ella, sin "pensar" en los
demás, sino buscando su propio camino…" Y se da cuenta (awareness) de que uno de los
polos, siempre, causa menos ansiedad que el otro, y eso tiene relación con sus introyectos.

En el mismo taller, se trabajaron las polaridades a través de la dramatización: cada uno


buscaba dos animales "polares", aquellos con los que, de una u otra forma, podría
identificarse mejor, y a continuación "dramatizaba" actitudes y movimientos de cada uno
de ellos, también interactuando con otros compañeros del grupo o con la tutora o con la
Terapeuta. De esta forma, M., por ejemplo, siendo unos ratos una "leona" fuerte y agresiva
y, en otros momentos, una "leoncita" mimosa y juguetona, descubre sus polaridades y en
dónde puede estar una de las causas de su malestar: agresividad reprimida, polo negado,
ignorado.

Llevando un grupo o taller, he trabajado con las Polaridades a través de audición de


músicas muy contrastantes, de la consciencia de la luz y la oscuridad, del dibujo simbólico
de la polaridad personal, del diálogo entre la parte izquierda y la derecha del propio
cuerpo…

Como terapeuta "en prácticas", he trabajado alguna vez por medio de la elección que el
cliente hace de uno de sus polos mientras me cede el otro a mí. Dialogamos desde cada uno
de esos dos polos hasta que, paulatinamente, el cliente va reconociendo su polo "negado" -
casi siempre con una sonrisa- y quitándome a mí la palabra para interactuar ya consigo
mismo.
Todas estas maneras de trabajar, naturalmente, pueden utilizarse para cualquier otro
problema o tensión psicológica. Sin embargo, me ha parecido oportuno aportar estas
experiencias personales tenidas en cuenta desde mi atención al tema de las Polaridades
como una manera de contrastarlas con el examen que voy a intentar a contincuación de
otros métodos que han planteado, para el trabajo concreto con las Polaridades, otros
Terapeutas Gestálticos que han hablado de ello en sus escritos.

Terapia gestalt: sus reglas y técnicas


principales
12 junio, 2014 by Autor(a) Invitado(a) 9 Comments

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Los aportes de la terapia gestalt giran en gran medida en torno de dos series de
lineamientos, que llamaremos «reglas» y «técnicas». Las reglas, escasas en número, suelen
ser presentadas y enunciadas formalmente desde el comienzo; las técnicas, en cambio, son
numerosos y resulta imposible elaborar su nómina completa, dado que todo terapeuta
ingenioso creará nuevas técnicas de tanto en tanto.

Introducción
Si queremos hacer mínima justicia al espíritu y la esencia de la terapia gestalt, debemos
distinguir claramente las reglas de las órdenes. La filosofía implícita en las reglas es
proporcionarnos medios eficaces para unificar el pensamiento y el sentimiento; tienen por
designio ayudarnos a sacar a luz las resistencias, a promover una mayor toma de
conciencia; a facilitar, en fin, el proceso de maduración.

No las preside, decididamente, la intención de presentar una lista dogmática de lo que se


debe y lo que no se debe hacer; se las brinda, más bien, con el mimo ánimo con que se
propone al paciente un experimento para que lo realice. A menudo, tendrán gran «valor de
choque», demostrándole al individuo de cuántas y cuan sutiles formas evita experimentarse
a sí mismo y a su ambiente.

Si el propósito que persiguen las reglas se aprecia correctamente, no se las tomará en


sentido literal sino que se comprenderá su significado intrínseco. Por ejemplo, el «chico
obediente» que es completamente incapaz de entender la intención liberadora de las reglas
con frecuencia las respetará al pie de la letra hasta extremos absurdos, confiriéndoles así su
propia falta de vitalidad en lugar de la energía que ellas procuran promover.

Fiel a sus orígenes en la psicología de la gestalt, la esencia de terapia gestalt se halla en la


perspectiva desde la cual enfoca los procesos de la vida humana. Visto en esta luz,
cualquier conjunto de técnicas, como las reglas y técnicas que actualmente utilizamos,
puede considerarse simplemente como un medio útil, como una serie de herramientas
convenientes para nuestros fines pero que no poseen propiedades sacrosantas.

Las reglas de la terapia gestalt


El principio del ahora

La idea del ahora, del momento inmediato, del contenido y estructura de la experiencia
actual, es uno de los principios más vigorosos, fecundos y escurridizos de la terapia gestalt.
Ateniéndome a mi experiencia personal, debo decir que en varias oportunidades me he
sentido intrigado, enfurecido, frustrado y alborozado por todo lo que lleva implícito la idea,
en apariencia simple, de «ser en el ahora».

¡Y qué experiencia fascinante es ayudar a los demás a percatarte de las múltiples maneras
mediante las cuales evitan adquirir por sí mismos esa conciencia auténtica e inmediata! Con
el fin de fomentar la conciencia del ahora, sugerimos a la gente que se comunique en
tiempo presente. «¿De qué tiene conciencia en este momento?», «¿Qué está pasando
ahora?», «¿Qué está sintiendo en este instante?» La pregunta: «¿Cuál es su ahora?» es
eficaz para terapeutas y para pacientes.

Sería inexacto afirmar que el material histórico y el pasado carecen de interés. Cuando se
cree que guarda afinidad con aspectos importantes de la estructura de personalidad actual,
se aborda activamente ese material. No obstante, la forma más efectiva de incorporar a la
personalidad el material del pasado es traerlo —del modo más completo posible— al
presente. Se evitan así los amables «sobreísmos» intelectualizados y se procura
insistentemente que todo el material ejerza el impacto de lo inmediato.

Cuando el paciente alude a sucesos de ayer, de la semana pasada o del año anterior,
rápidamente le decimos que «se ubique» allí con su fantasía y represente el drama en
términos actuales. Nos afanamos por señalar al paciente con qué presteza abandona el
ahora. Discernimos su necesidad de hacer intervenir en el diálogo a personas ausentes, la
acuciante nostalgia que lo lleva a rememorar el pasado, su tendencia a ocupar su mente con
temores y fantasías acerca del futuro.

Para la mayoría de nosotros, el ejercicio de permanecer en la toma de conciencia presente


constituye una disciplina abrumadora, que solo puede mantenerse por lapsos breves. No
estamos acostumbrados a una disciplina tal, y nos inclinamos a ofrecerle resistencia.

Yo y tú

Con este principio, procuramos expresar en la forma más clara y concreta posible la idea de
que la verdadera comunicación incluye tanto al emisor como al receptor. A menudo, los
sujetos actúan como si el destinatario de sus palabras fuese el cielorraso o el aire. Al
preguntárseles «¿A quién le está diciendo eso?», se los obliga a enfrentar su renuencia a
enviar el mensaje directamente al receptor, al otro.

De este modo, suele solicitársele al paciente que mencione el nombre de la otra persona —
al comienzo de cada oración, en caso necesario—. Se le pide que tome conciencia de la
diferencia entre «hablarle» a su interlocutor y «hablar» delante de él. Se lo insta a que
compruebe si su voz y sus palabras alcanzan realmente al otro. ¿Lo toca realmente con sus
palabras? ¿En qué medida está dispuesto a tocarlo con sus palabras? ¿Comienza a darse
cuenta, acaso, que su evitación fóbica de la relación con los demás y del contacto genuino
con ellos se pone de manifiesto también en los mecanismos de su voz y en su conducta
verbal?

Si su contacto con el resto de la gente es escaso o insuficiente, ¿comenta por ventura a


plantearse serias dudas en cuanto a que los demás tengan existencia real para él en este
mundo? ¿En cuanto a que él esté realmente con personas, o se sienta solo y abandonado?
lenguaje impersonal y personal. Esta regla tiene que ver con la semántica de la
responsabilidad y la participación. Es común que, para referirnos a nuestro cuerpo y a
nuestros actos y conductas, empleemos un lenguaje impersonal:
—¿Qué siente en su ojo? —Un parpadeo. —¿Qué ocurre con su mano? —Tiene un
temblor. —¿Qué siente en la garganta? —Un ahogo. —¿Qué siente en su voz? —Un
sollozo.

Merced al simple —y aparentemente mecánico— expediente de convertir el lenguaje


impersonal en lenguaje personal, aprendemos a identificar mejor la conducta en cuestión y
a asumir responsabilidad por ello en lugar de «Un temblor», «Estoy temblando»; en vez de
«Un ahogo» «Me siento ahogado». Avanzando un paso más, diremos «Siento que estoy
ahogándome». En este caso puede apreciarse de inmediato el diferente grado de
responsabilidad y de participación que experimenta el individuo.

La traducción del lenguaje impersonal a lenguaje personal es un ejemplo en miniatura de


muchas de las técnicas de juego guestálticas. A medida que el sujeto participa, es más
probable que se vea a sí mismo como un agente activo que hace cosas, en lugar de un ser
pasivo al cual las cosas de algún modo le «ocurren».

Hay otras técnicas semánticos. Si el paciente dice «No puedo hacerlo», el terapeuta le
solicitará que diga «No lo haré»; si acepta esta formulación y la utiliza, le preguntará: «Y
ahora, ¿qué siente?».

T: ¿Qué oye en su voz?


P: Parece un llanto.
T: ¿Puede usted asumir responsabilidad por ello diciendo «Estoy llorando»?

Otros de los gambitos de la semántica de la responsabilidad consisten en hacer que el


paciente reemplace los nombres por verbos y que utilice con frecuencia el modo imperativo
como medio más directo de comunicación.

Empleo del continuo de conciencia

El empleo del denominado «continuo de conciencia» —el «cómo» de la experiencia— es


absolutamente fundamental en terapia gestalt. Se logran con él efectos a la vez notables y
sorprendentes. La insistencia con que se vuelve a él y la confianza que en él se deposita es
una de las mayores innovaciones técnicas aportadas por esta terapia. El método es muy
simple:

T: ¿De qué tienes conciencia ahora?


P: Tengo conciencia de que te estoy hablando. Veo a las demás personas que están en el
cuarto. Tengo conciencia de que John está moviéndose en su asiento. Puedo sentir la
tensión en mis hombros. Tengo conciencia de que a medida que digo esto aumenta mi
ansiedad.
T: ¿Gomo experimentas esa ansiedad?
P: Oigo temblar mi voz. Siento la boca seca. Hablo en forma muy vacilante.
T: ¿Tienes conciencia de lo que están haciendo tus ojos?
P: Bueno, ahora me doy cuenta de que mis ojos no hacen más que mirar hacia otro lado . . .
T: ¿Puedes asumir la responsabilidad por ello?
P: … que yo no hago más que apartar los ojos de tí.
T: ¿Puedes ser tus ojos ahora? Haz de cuenta que son ellos los que hablan…
P: Soy los ojos de Mary. Me resulta difícil mirar fijo. Paso todo el tiempo saltando de un
lado a otro…

El continuo de conciencia tiene inagotables aplicaciones, pero es ante todo un modo eficaz
de conducir al individuo hacia los firmes cimientos de sus experiencias y de apartarlo de las
interminables verbalizaciones, explicaciones, interpretaciones. La conciencia de los
sentimientos corporales y de las sensaciones y percepciones constituye nuestro saber más
seguro —tal vez el único saber seguro que poseemos—. Depositar confianza en la
información que proporciona la toma de conciencia es la mejor manera de poner en práctica
el refrán de Perls: «Abandona tu mente y recobra tus sentidos».

El empleo del continuo de conciencia es, para el terapeuta gestaltista, el mejor modo de
hacer que el paciente coloque menos el acento en el porqué de la conducta (interpretación
psicoanalítica) y más en el qué y el cómo de la conducta (psicoterapia experiencial):

P: Tengo miedo.
T: ¿Cómo experimentas ese miedo?
P: No puedo verte con claridad. Me transpiran las manos…

Al ayudar al paciente a confiar en sus sentidos («retornar a sus sentidos»), también lo


ayudamos a distinguir entre la realidad que tiene delante suyo y los demonios horrendos
que fabrica en su fantasía:

P: Estoy seguro que la gente me despreciará por lo que acabo de decir.


T: Recorre la habitación mirando detenidamente a cada uno de nosotros. Cuéntame qué es
lo que ves, qué es lo que tus ojos —no tu imaginación— te dicen.
P: (luego de cierto periodo de exploración y descubrimiento): Bueno, ¡lo cierto es que la
gente no mira con tanto rechazo! Algunos de ustedes incluso me dirigen una mirada cálida
y amable.
T: ¿Qué experimentas ahora?
P: Estoy más relajado.

No murmurar

Como sucede con muchas técnicas guestálticas, la regla de no murmurar tiene el propósito
de promover sentimientos e impedir la evitación de sentimientos. Se define la murmuración
como todo aquello que se dice acerca de un individuo que está presente y a quien se puede
hablar en forma directa. Por ejemplo, supóngase que el terapeuta está tratando a dos
pacientes llamados Bill y Ann:

Bill (al terapeuta): El problema con Ann es que siempre me está molestando.
T: Estás murmurando, díselo a Ann.
Bill (volviéndose hacia Ann): Siempre me estás molestando.
Solemos entregarnos a las murmuraciones sobre las personas cuando no hemos podido
manejar directamente los sentimientos que despertaron en nosotros. La regla de no
murmurar es otra de las técnicas guestálticas que facilita la confrontación directa de los
sentimientos.

Formulación de preguntas

La terapia gestalt presta mucha atención a la necesidad del paciente de formular preguntas.
Es evidente que quien formula una pregunta nos está diciendo: «Dame, dime…».

A menudo, si lo escuchamos con cuidado, descubriremos que no necesita realmente la


información que pide, o que su pregunta no es verdaderamente necesaria, o que implica
pereza y pasividad de su parte, en tal caso, el terapeuta puede decirle. «Reformula esa
pregunta como una proposición». La frecuencia con la que el paciente puede hacerlo
invalida la conducta del terapeuta.

Deben distinguirse las preguntas genuinas de las falsas; estas últimas son las que tienen
como objetivo manipular o sobornar al interlocutor para que vea o haga las cosas de cierta
manera. En cambio, las preguntas de la forma «¿Cómo lo haces tú» y «¿Tienes conciencia
de que …?» suministran un apoyo auténtico.

Las técnicas de la terapia gestalt


A continuación, describiremos sucintamente cierto número de «técnicas» empleadas en
terapia gestalt. El terapeuta los propone cuando le parece que el momento es oportuno —ya
sea en lo que toca a las necesidades de un individuo o del grupo—. Algunos de estas
técnicas, como los llamados «Tengo un secreto» y «Me hago responsable», son
particularmente útiles para aumentar el entusiasmo de un grupo al comienzo de la sesión.

No es, desde luego, accidental que algunas de las técnicas principales de la terapia gestalt
tomen la forma de un juego. Se trata, a todas luces, de una metacomunicación de Perls, que
pone de relieve una de las muchas facetas de su filosofía acerca del funcionamiento de la
personalidad.

El lenguaje de las técnicas (que es en sí mismo un juego) puede interpretarse como un


comentario sobre la índole de todas o casi todas las conductas sociales. El mensaje no es
que se dejen de jugar las técnicas —puesto que todas las formas de organización social
pueden concebirse como un juego de tal o cual tipo—, sino que tomemos conciencia de las
técnicas que jugamos y seamos libres de sustituir los que no nos gratifican por aquellos que
sí nos gratifican.

Aplicando este punto de vista a cualquier relación bipersonal (el amor, el matrimonio, la
amistad), no saldremos a la búsqueda de un compañero o compañera que «no juegue
técnicas», sino que buscaremos una persona que practique técnicas que se acomoden bien a
los nuestros.
Técnicas de diálogo

En su tentativa de lograr un funcionamiento integrado del individuo, el terapeuta gestaltista


investiga las divisiones o escisiones manifiestas en su personalidad. Naturalmente, toda
«escisión» que se descubra será función del marco de referencia del terapeuta y de su poder
de observación. Una de las principales divisiones postuladas es la que hay entre el
«opresor» y el «oprimido», según se los denomina.

El opresor es el equivalente aproximado del superyó psicoanalítico: es moralizador,


imperativo y condenatorio, y su especialidad son los debes. El oprimido tiende a oponerle
una resistencia pasiva, a encontrar excusas para su conducta y dar razón de sus demoras.
Cada vez que se presenta esta división, se le pide al paciente que mantenga un diálogo real
entre dichos dos componentes de sí mismo.

Por supuesto, la misma técnica de diálogo puede aplicarse para cualquier escisión
significativa dentro de la personalidad (el agresivo contra el pasivo, el «buen muchacho»
contra el villano, el masculino contra el femenino, etc.). En ocasiones, puede aplicárselo
incluso a diversas partes del cuerpo: la mano derecha contra la izquierda, la parte superior
del cuerpo contra la parte inferior. También puede desarrollarse el diálogo entre el paciente
y alguna persona significativa para él: el sujeto se dirige a ella como si estuviera presente,
imagina cuál sería su respuesta, le contesta a su vez, y así sucesivamente.

Hacer la ronda

A veces el terapeuta puede encontrar conveniente que uno de los pacientes, que se ha
referido a un tema en particular o ha expresado determinado sentimiento, repita eso mismo
frente a cada uno de los integrantes del grupo. Si un paciente afirmó: «No soporto a
ninguna de las personas que hay en este cuarto», el terapeuta podrá decirle: «Muy bien, haz
la ronda. Repite esas palabras ante cada uno de nosotros, añadiendo alguna observación
vinculada con tus sentimientos en cada caso».

La técnica de la «ronda» es, desde luego, infinitamente flexible y no es preciso limitarlo a


la interacción verbal: puede incluir conductas como tocar o acariciar a los demás,
observarlos detenidamente, asustarlos, etcétera.

Asuntos pendientes

Los asuntos pendientes constituyen en terapia gestalt el equivalente de la tarea perceptual o


cognitiva inconclusa de la psicología de la gestalt. Cada vez que logran identificarse esos
asuntos pendientes (sentimientos no resueltos), se le pide al paciente que los complete.

Como es obvio, en el campo de las relaciones interpersonales todos tenemos una lista
interminable de asuntos pendientes —p. ej., con nuestros padres, hermanos y amigos—.
Perls sostiene que los resentimientos son los más comunes e importantes.

«Me hago responsable»


Esta técnica se funda en algunos de los elementos del continuo de conciencia, pero en él
todas las percepciones se consideran actos. Se solicita a los pacientes que añadan, a cada
una de sus proposiciones, «… y me hago responsable de ello». Por ejemplo: «Tengo
conciencia de que estoy moviendo la pierna … y me hago responsable de ello»; «Mi voz es
muy tranquila … y me hago responsable de ello»; «No «sé qué decir en este momento … y
me hago responsable de no saberlo».

Lo que a primera vista parece un procedimiento mecánico y aun intrascendente revela muy
pronto tener gran significado.

«Tengo un secreto»

Esta técnica permite investigar los sentimientos de culpa y vergüenza. Cada persona debe
pensar en un secreto personal celosamente guardado, pidiéndosele que no comparta con los
demás el secreto en sí pero imagine (proyecte) de qué manera, a su juicio, reaccionarán los
otros frente a él.

Luego puede solicitársele que se jacte ante los demás de poseer un terrible secreto;
comienza entonces a salir a luz el vínculo inconsciente con el secreto como logro preciado.

La técnica de las proyecciones

Muchas aparentes percepciones son en realidad proyecciones. Verbigracia, al paciente que


dice «No puedo confiar en usted» se le pedirá que represente el papel de una persona poco
digna de confianza, con el objeto de descubrir su conflicto interno en este ámbito.

Otro paciente se quejará al terapeuta diciéndole: «Usted no está verdaderamente interesado


en mí. Hace esto nada más que para ganarse la vida»; se le solicitará entonces la
representación de la actitud que le imputa al terapeuta, tras lo cual se le puede preguntar si
no cree que él posee, también, el rasgo mencionado.

Antítesis

Uno de los caminos de que dispone el terapeuta gestaltista para aproximarse a ciertos
síntomas o dificultades es ayudar al paciente a que advierta que la conducta manifiesta
suele ser la antítesis de los impulsos subyacentes o latentes. Se usa entonces la técnica de la
antítesis.

Por ejemplo, al sujeto que dice sufrir inhibiciones o una timidez excesiva se le hace
representar el papel de exhibicionista; al internarse en ese terreno tan lleno de ansiedad para
él, toma contacto con una parte de sí mismo que había permanecido sumergida durante
mucho tiempo. O bien, si el sujeto desea tratar su extrema sensibilidad a las críticas, se le
hará representar el papel de escucha atento a todo lo que se le dice —en especial las
críticas— sin necesidad de defenderse o de contraatacar. O, si se trata de un individuo que
no hace valer sus méritos y que se muestra demasiado delicado con la gente, se le pedirá
que haga el papel de una persona egoísta y malvada.
El ritmo de contacto y apartamiento

Como consecuencia de su interés por la totalidad de los procesos vitales, por los fenómenos
de figura y fondo, la terapia gestalt hace hincapié en la índole polar del funcionamiento
vital. La capacidad de amar se ve obstaculizada por la incapacidad para resistir la ira; el
descanso es necesario para restaurar energías; una mano no es una palma abierta ni un puño
cerrado, pero puede abrirse o cerrarse.

La inclinación natural a apartarse de todo contacto, que el paciente experimentará de vez en


cuando, no se considera como una resistencia que debe ser superada sino como una
respuesta rítmica que debe respetarse. En consecuencia, cuando el sujeto desea apartarse, se
le dice que cierre los ojos y lo haga en su fantasía a cualquier lugar o situación en los que se
sienta seguro.

Tras describir el panorama que se le ofrece y lo que siente en tales circunstancias, se le pide
que abra los ojos y «vuelva al grupo». Se retoma entonces la tarea tal como se la venía
desarrollando; por lo general, el paciente suministra nuevo material en estos casos, dado
que el apartamiento le ha permitido recuperar energías.

El enfoque guestáltico nos propone que aceptemos la necesidad del apartamiento en todas
las situaciones en las que la atención o el interés disminuyen, pero permaneciendo
conscientes del rumbo que toma nuestra atención.

«Ensayo teatral»

Según Perls, nuestro pensamiento consiste, en buena medida, en un ensayo y preparación


internos de los roles sociales que habituaimente debemos representar. La experiencia del
miedo al público no es más que nuestro temor de que no haremos un buen papel. De
acuerdo con ello, los integrantes del grupo juegan a compartir sus respectivos ensayos, con
lo cual ganan conciencia sobre los preparativos a que recurren para apuntalar sus roles
sociales.

«Exageración»

Esta técnica está íntimamente vinculada al principio del continuo de conciencia y nos
brinda un medio adicional de comprender el lenguaje del cuerpo. En muchas ocasiones, un
movimiento o ademán involuntario del paciente parece constituir una comunicación
significativa pero tales movimientos pueden ser incompletos o no alcanzar un total
desarrollo —una mano que describe un semicírculo, tal vez, o un ligero golpe con la pierna
sobre el suelo—. Se le solicitará entonces que exagere y repita el ademán, tratando por lo
general de que se ponga más de manifiesto su significado interno. A veces se le pedirá que
convierta su movimiento en un paso de baile, de modo que entregue más de sí mismo en
una expresión integrada.

Se emplea una técnica similar para la conducta puramente verbal, en lo que bieh podría
llamarse la «técnica de la repetición».
«Técnica de la repetición»

Si un paciente hace alguna declaración importante pero pasa apresuradamente a otro tema o
revela de alguna manera que no ha absorbido plenamente su impacto, se le pedirá que la
repita —varias veces, en caso necesario, y, sí resulta conveniente, con voz cada vez más
fuerte—. Pronto habrá comenzado a escucharse atentamente a sí mismo, en lugar de emitir
palabras simplemente.

«¿Me permites que te dé una oración?»

Al escuchar u observar al paciente, el terapeuta puede llegar a la conclusión de que hay una
cierta actitud o mensaje implícitos. Le dirá entonces: «¿Me permites que te dé una oración?
Repítela, a ver cómo te queda a ti, y dísela a varios de los aquí presentes».

Le propone entonces su oración y el paciente prueba a ver cuál es su reacción frente a ella.
Como regla, el terapeuta no ofrece meras interpretaciones. Es evidente que en esta técnica
hay un fuerte elemento interpretativo, pero el paciente debe hacer suya la experiencia a
través de una participación activa.

Si la oración que se le propuso es verdaderamente importante, él mismo desarrollará la idea


en forma espontánea.

Técnicas gestalt para terapia de pareja


Mencionaremos solamente algunas de las innumerables variantes posibles de estas técnicas
(si estás buscando terapia de pareja, haz clic aquí).

Los cónyuges, sentados uno frente al otro, hablan por turno comenzando su exposición con:
«Tengo resentimientos contra ti porque.. .». El tema del resentimiento puede ir seguido del
tema de la estima: «Te estimo porque . ..». Luego el tema de la malignidad: «Actúo en
forma maligna contra tí cuando…» o el de la condescendencia: «Actúo en forma
condescendiente contigo cuando .. .».

Tenemos, por último, el tema del descubrimiento. Cada uno de los cónyuges describe
alternadamente al otro en oraciones que comienzan: «Veo en ti…». En muchas
circunstancias, este proceso de descubrimiento implica ver realmente por primera vez a la
otra persona. Perls señala que el problema más difícil del matrimonio consiste en que se
está enamorado de un concepto y no de un individuo; por ende, debemos aprender a
distinguir entre nuestra imagen fantaseada y la persona de carne y hueso.

Para terminar, es oportuno mencionar un enfoque que, si bien no entra en la categoría de las
reglas ni en la de las técnicas, merece que lo incluyamos en este lugar. Se trata de un
importante gambito de la terapia gestalt, que simboliza gran parte de la filosofía básica de
Perls. Podríamos llamarlo el principio de «permanecer en los estados de ánimo propios».
Se apela a esta técnica en momentos claves, cuando el paciente hace referencia a un
sentimiento o estado anímico o mental desagradable y del que tiene gran urgencia por
liberarse. Supongamos que ha llegado a un punto en el que se siente vacío, o confundido, o
frustrado o descorazonado. El terapeuta le dice: «¿Puedes permanecer en ese estado de
ánimo?».

Casi siempre, este es un momento dramático y de gran frustración para el individuo. Ha


relatado su experiencia con cierta acrimonia y una clara impaciencia por seguir adelante,
dejando tras de sí esos sentimientos. Sin embargo, el terapeuta le pide deliberadamente que
aguante el sufrimiento psíquico que soporta en ese momento, sea cual fuere este, y le pide
que elabore el qué y el cómo de su estado anímico.

«¿Qué sensaciones tienes? ¿Qué percepciones, fantasías, expectativas?» En estos


momentos es con frecuencia indispensable y oportuno ayudar al paciente a distinguir entre
lo que imagina y lo que percibe. La técnica de «permanecer en eso» es el mejor ejemplo de
la importancia que concede Perls al papel de la evitación fóbica en toda conducta neurótica.

A su entender, el neurótico ha evitado sistemáticamente establecer un contacto íntimo con


una gama de experiencias desagradables y disfóricas. Como resultado de ello, la evitación
pasa a ser inherente a su conducta, la ansiedad fóbica se convierte en cosa de todos los días
y no logra jamás un dominio adecuado de ciertas dimensiones fundamentales de la
experiencia.

En este sentido, es interesante recordar el título del primer libro de Perls: Ego, hunger and
aggression (Yo, hambre y agresión). Fue un título cuidadosamente escogido, con el fin de
transmitir el siguiente mensaje: debemos adoptar, con respecto a las experiencias
psicológicas y emocionales, la misma actitud activa y desafiante que empleamos para
nuestra sana alimentación.

Para una comida sana, empezamos por morder el alimento, luego lo masticamos, lo
trituramos y lo licuamos, más tarde lo tragamos, lo digerimos, lo incorporamos a nuestro
metabolismo y lo asimilamos. De este modo, el alimento pasa a ser parte real de nosotros.

El terapeuta gestaltista estimula al paciente —sobre todo con la técnica de «permanecer en


eso»— a que emprenda una «masticación» análoga y la ardua asimilación de dimensiones
emocionales de la vida que hasta entonces le resultaban desagradables al paladar, difíciles
de tragar e imposibles de digerir. Ello aumenta la confianza del sujeto en sí mismo y lo dota
de una mayor capacidad para vivir en forma autónoma y para enfrentar resueltamente las
inevitables frustraciones de la vida.

Relación dialogal en terapia Gestalt


30 diciembre, 2015 by Sylvie Schoch de Neuforn Leave a Comment
Nos vamos a preguntar ahora sobre cuál es la concepción de la salud y de la terapia, que
nos lleva un recorrido por la filosofía y la antropología de Buber y Goodman.

I. Salud y crecimiento
1. Del individuo a la sociedad

Desde un punto de vista biológico, la salud puede ser considerada como la ausencia de
síntomas ("la salud es el silencio de los órganos"), y esa concepción subyace en la práctica
cotidiana de la mayoría de nuestros médicos (no hablo de las medicinas que se llaman
"diferentes", que se basan en una concepción del hombre llamada "holística").

Aquí todo es sencillo, el bienestar físico es la norma, totalmente subjetiva por otra parte, y
la demanda al médico se hace únicamente desde el terreno corporal, sin ser conscientes
ninguno de los dos de que se trata de algo bastante diferente.

En la perspectiva unitaria de Goodman, la salud atañe tanto a lo biológico como a lo


psicológico y toca también lo cultural.
Puesto que el hombre está en constante interacción con su entorno y vive su realidad en la
frontera contacto, no se puede concebir la salud en sí misma, en relación al individuo en sí
mismo.

"Naturalmente, la tarea sería infinitamente más cómoda si dispusiéramos de buenas


instituciones sociales, de convenciones que nos dieran satisfacción y nutrieran nuestro
crecimiento, ya que entonces se las podría tomar como norma bruta de lo que significaría
ser un hombre por entero en una cultura específica."
(PHG; VI, 3; p. 361).

Goodman considera por otra parte que la teoría freudiana lleva al paciente a una sumisión
ciega a la sociedad en nombre del principio de realidad. Efectivamente, la realidad en este
sentido está representada como orden inmutable, abocada a perpetuarse como tal, y la salud
para la persona será por lo tanto adaptarse a ella. El que no se adapte será considerado
como neurótico, ya que se plantea la realidad como tope para las pulsiones.

Lo que vive nuestra época con las alteraciones y el caos que conocemos va en contra de la
tesis de una permanencia de las instituciones, de la relación de fuerzas presente, de los
valores.

Lo imprevisible es un componente acrecentado de la realidad, y así la tesis de Goodman


aparece en toda su validez, en el plano biológico y humano, en el proceso de ajuste creador,
no es únicamente el organismo el que cambia, sino también el entorno.

El hombre sano está llamado a ajustarse para la conservación de sus propias funciones, pero
también a tener influencia sobre el medio en que vive y a transformarlo para poder
actualizar en él sus potencialidades, su "naturaleza humana".

Pero este término permanece abierto:

"Nos podemos preguntar bajo qué ángulo hay que considerar esta naturaleza humana; ¿hay
que buscarla en la espontaneidad del niño, en las acciones de los héroes, en la cultura de los
grandes períodos clásicos, en la vida de la gente corriente, en el amor de los amantes, en las
reacciones milagrosas de algunas personas frente al peligro?".
(PHG, 6, 12; p. 373).

Lo que propone Goodman no es en ultimo término una psicoterapia que, siendo una
herramienta de transformación, bastaría para cambiar el mundo cambiando a los individuos,
sino una psicoterapia que se conjugara con la política, pues los cambios que esta última
crease complementarían el cambio psicológico.

Buber pone el acento en el establecimiento de relaciones humanas que reposaran en otras


bases distintas a las que existen actualmente. Menos Yo-Ello y más Yo-Tú . Lo que da
menos utilización y posesión en el terreno de lo económico, menos dominación en el
terreno de lo político, menos alienación ante las instituciones.
Esto vendría también a complementar no a la psicoterapia, sino a la educación (pero
Goodman decía que la educación era tan terapéutica como la terapia era educativa),
una educación que, como hemos visto, consiste en liberar las fuerzas de amor y las fuerzas
creativas en el individuo, así como su capacidad de relación auténtica.

2. Del organismo al ser

Puesto que el organismo se define por su capacidad para crecer a través de los ajustes
creadores a la vez que se conserva a sí mismo, permaneceremos alrededor de estos dos
polos: crecimiento y conservación.

El hombre sano será aquel que es capaz de crear, de ir siempre hacia una mayor novedad,
en aquello que contacta y en aquello que produce, que va a ser capaz de ampliar su campo
de experiencia y de continuar constituyéndose a sí mismo como individuo cada vez más
apto para generar creación, para modificar su entorno.

Va a ser capaz de crear su vida, capaz de ir cada vez más hacia los otros, convirtiéndose
cada vez más en sí mismo. Pero también va a saber dialectizar estas polaridades: demasiado
ajuste lleva a la neurosis, demasiada creación lleva a la psicosis.

Esta descripción de la salud asociada al crecimiento nos lleva a plantearnos el tema de los
límites que puede encontrar el crecimiento: el crecimiento biológico está limitado, y se
invierte en un proceso de degradación para llegar hasta la muerte.

Se puede uno preguntar sobre qué es el crecimiento psicológico y el crecimiento espiritual,


aunque esta manera de considerar al hombre, separando sus diferentes aspectos, no sea del
todo coherente con la visión unitaria que hemos expuesto.

No obstante, se puede pensar, por lo que respecta al crecimiento psicológico, que podría
consistir en formar gestalts cada vez más claras, más fuertes, más energetizadas, cada vez
con más gracia.

Pero cuando se. considera la fuerza de la pulsión, por retomar el concepto psicoanalítico
que hace referencia a una ola que viene del fondo, de la función Ello, para proporcionar la
excitación necesaria para la formación de la figura, se sabe que ésta disminuye durante la
vejez. Se sabe también que la tendencia natural se dirige hacia la rigidez de la función
personalidad y no hacia su flexibilidad.

 Consideremos el crecimiento espiritual: lo espiritual concierne al cuestionamiento


existencial del hombre, su búsqueda de sentido, su apertura a la trascendencia.

Tomando más específicamente la noción de Buber, se podría representar este crecimiento


como el desarrollo de la capacidad de ponerse en relación Yo-Tú con el Tú eterno, en la
vida cotidiana, en las relaciones interpersonales, y no al margen y más allá.
Establecer una mutualidad entre Dios y el hombre a través de una religiosidad que religa y
no de una religión que separa.

"Queremos tener un cuidado religioso de nuestra realidad, por sagrado que sea lo que nos
ha sido dado para esta vida y quizás para ninguna otra, que contemple la verdad desde más
cerca" (Yo y Tú, p. 132).

Buber denuncia el misticismo como "disfrute de Dios en una vida que la dualidad desgarra"
y por lo tanto la vida espiritual como un fin en sí mismo o una panacea que nos serviría
para acariciar una vez más nuestros sueños de crecimiento ilimitado. Existir en la presencia,
nada más.

El punto de vista monista de Goodman no está muy alejado de éste. Todo su enfoque,
inspirado en la Gestalt o en el Tao, consiste en sacar al hombre de la dualidad, en ‘re-ligar’
lo que parece estar en oposición, el hombre en sí mismo, y el hombre y la Naturaleza.

En saber morir y saber renacer, en borrar su Yo para dejar flotar al Self. Actuar con
desapego para dedicarse al presente, abandonar la esperanza y el pesar.

En este enfoque, como en el de Buber, no se trata de abordar la vida negando u olvidando la


muerte, soñando un "cada vez más", como sucede con la corriente de la psicología
humanista entre otras, y con lo que caracteriza nuestra época de una manera general.

Otra aclaración que tendríamos la tentación de hacer, en relación con lo que dice Buber
("un individuo verdadero es más auténticamente él mismo cuando está en relación con el
otro"), es la que nos ha dado Edgar Morin como paradigma de la complejidad: en la
epistemología contemporánea, una nueva concepción de la realidad sujeto-objeto emerge
de su relación compleja:

"El sujeto debe permanecer abierto, desprovisto de un principio de "decidibilidad" en sí


mismo; el mismo objeto debe permanecer abierto, por una parte sobre el sujeto, por otra
parte sobre el entorno, el cual se abre necesariamente a su vez, y continúa abriéndose más
allá de los límites de nuestro entendimiento"
(Introducción al Pensamiento complejo, p. 60).

Así, el fenómeno de auto-eco-organización, del que depende toda materia viva:

"Al mismo tiempo que el sistema auto-organizador se destaca del entorno y se distingue de
él, por su autonomía y su individualidad, también se liga cada vez más a él cuanto más
crecen la apertura y el intercambio que acompañan a todo progreso de la complejidad: es
auto-eco-organizador (Ibid. p. 46).

El desarrollo se concibe aquí como una apertura cada vez más acrecentada al entorno, lo
opuesto al cierre y a la autosuficiencia".
Podríamos decir que estamos en crecimiento cuando dejamos cada vez más sitio a lo que no
es nosotros, mientras continuamos organizándonos, complejificándonos, densificándonos.

Lo que podría ir acompañado de una capacidad acrecentada para renunciar, desposeerse,


desembarazarse de lo que hayamos podido poseer, (juventud, atributos diversos, poder,
dinero, reconocimiento, autonomía material, relaciones, proyectos, …), es decir, perder
nuestros "tener" para "ser" más, más apertura a lo que no está aún aquí, para convertirse en
presencia acogedora.

Esto se hace por medio de una sucesión de duelos que empiezan en la infancia y que acaban
en la aceptación de la muerte.Entramos aquí en una paradoja que nos enfrentaría con la
necesidad de tener menos, de perder, para ir hacia más. De dejarse fluir.

Esto recuerda la cita bíblica: "Si el grano de trigo enterrado en la tierra no muere, es inútil;
pero si muere, da mucho fruto".

Esto recuerda también la paradoja del desapego del Tao: es "a la vez lo contrario del apego
y del desapego; del apego porque este es una fijación neurótica a una realidad considerada
como inmutable; del desapego porque es, a la inversa, la manifestación de una ausencia de
contacto real con el mundo". (B. Vincent, p. 172).

Es también lo que se encuentra a lo largo del proceso terapéutico, que es de alguna manera
un proceso de duelo, hasta el duelo final de la imagen idealizada del terapeuta-objeto, y la
emergencia progresiva de un Self que permite al organismo contactar con la novedad.

Pero más allá del tema del crecimiento, quizás se podría hablar de sentido; quizás también
de trascendencia. Trascender las antinomias tales como la vida y la muerte, pero también
todas aquellas que hemos encontrado durante la lectura de Buber y de Goodman.

3. Crecimiento o vida paradójica: un enfoque de la salud

Una paradoja que hemos subrayado como tal y que nos parece fundamental es la de
actividad/pasividad, que se enmarca en lo que hemos descrito como el modo medio. Es un
estado en el que, como dice J. Latner que lo ha descrito muy bien:

"No estamos actuando. Tampoco padecemos una acción. No estamos ni activos ni pasivos,
sino las dos cosas a la vez y no obstante ni una ni otra".
(La Terapia Gestalt, teoría y práctica, p. 25).

La dificultad que nos hace entender esta realidad como una paradoja viene, según
Goodman, de una "enfermedad del lenguaje", y traduce lo que está en el centro de nuestra
"neurosis", una concepción dualista del mundo:

"Los fenómenos se pueden describir en un lenguaje que separa los acontecimientos entre
sujetos y objetos, asociándolos solamente en el modo activo, pasivo e intransitivo. Lo que
creamos y lo que existe debe ser descrito de tal manera que los sujetos y los objetos actúen
unos sobre otros de manera lineal, unos después de otros; o si no, no deben asociarse en
absoluto; simplemente, las cosas ocurrirían.

Podemos hablar de lo que queremos, de lo que vamos a hacer, del resultado de nuestros
actos voluntarios y de las cosas que ocurren sin nuestra participación. El sesgo viene dado
porque las herramientas de nuestro lenguaje son más apropiadas para hablar de las
interacciones entre entidades separadas que entre entidades relacionadas. Parecen meter a
los acontecimientos en un molde que pone el acento más en su separación que en su
integración". (Ibid, p. 26).

De este modo, ese movimiento que nos abre a la posibilidad de pasar del registro de la
relación sujeto/objeto a un modo de ser-con, inaugura lo que Buber ha descrito como el
paso del Yo-Ello al Yo-Tú .

Es "en modo medio" como podemos franquear esta falla que nos separa del otro como Tu,
que nos hace pasar de la consciousness o de la self-awareness (de uno mismo a uno mismo)
al "a dúo" (de uno mismo al otro), o del Conocimiento a la Relación. Al habitar la paradoja
actividad/pasividad, al trascender esta contradicción, es cuando estamos en el "modo
medio".

Estamos en él cuando el Yo va al encuentro del Tú y se deja encontrar por él, cuando


cualquier medio se vuelve obstáculo, pero también cuando el Self se despliega para
actualizarse en el Kairós.

Es también el que nos pone en una actitud de desapego, como hemos subrayado antes.

Es el modo que nos permite plantearnos el acto libre y voluntario de desposeernos de


nuestras preconcepciones, de nuestro saber, hacer el silencio y el vacío para acoger lo que
viene, en una receptividad total.

Es el que nos permite escapar a las focalizaciones y a las fijaciones para volvernos aware
de los elementos del campo, que por su carácter de novedad, nos van a sacar del encierro
intrapsíquico o del impasse provocado por las polaridades.

Es el modo de acceso a la Libertad cuando perdemos la ilusión de omnipotencia, cuando se


reconoce la contingencia en la que estamos colocados: "Son mis elecciones las que me han
elegido", dice Goodman, citado por B. Vincent (p. 164).

Al igual que en el Tao, es "mantenerse fuera del camino", es decir, en términos gestálticos,
no poner obstáculo a las fuerzas de autorregulación, ni a las nuestras ni a las que no vienen
de nosotros, dejando de lado el carácter deliberado de las funciones del Yo para dejar actuar
libremente al Self.

fPoniéndose "en modo medio", el terapeuta tiene una cualidad de awareness tal que puede
percibir el buen momento para llevar a cabo la acción mínima que catalizará la formación
de la figura del paciente, y en consecuencia creará una nueva configuración del campo;
cualidad de presencia activa y de receptividad que le hará diluirse en el centro mismo de su
acto terapéutico.

Generalmente se podría decir que el modo medio es el del libre funcionamiento


organísmico: también, con Goodman:

"pensamos que dejando a las facultades actuar libremente, mientras se concentra por entero
en el problema actual, no se llega al caos ni a una fantasía loca, sino a una gestalt capaz de
resolver el problema real".
(PHG, II, p. 290).

Joél Latner (La Terapia Gestalt, teoría y práctica, p. 61), por otra parte, ha hablado del
modo medio como de una función del Self igual a las funciones Ello y Yo. Esta función
sería una combinación de estas dos funciones consideradas como polares pero que existen
siempre simultáneamente.

Por una parte, tenemos una individualidad irreductible, dotada de consciousness, que
permite al hombre una subjetividad que le hace saber quién es y saber que lo sabe, (en
relación con la función personalidad en Gestalt), y por otra parte una brecha, una apertura
hacia el otro y hacia el mundo también absolutamente irreductible, que nos pone de manera
ineludible — en un funcionamiento sano — en relación con lo que no somos, ya sea
conocido o desconocido (aware o no aware)

No se trata de proponer la prioridad de un modo (individualidad o relación, awareness o


Self-awareness y conciousness, Yo-Ello o Yo-Tu), sino de explorar sus antagonismos y
reconocer su complementariedad.

Asimismo, en los procesos que se nos han hecho patentes en los capítulos anteriores, un
funcionamiento sano atestigua el paso continuo de una función a otra mientras estamos
vivos: formación-destrucción de Gestalts, creación-conservación, agresión-asimilación,
funcionamiento Ello-funcionamiento Yo, son ejemplos de ello, pero aún hay muchos más.

En el plano de la práctica psicoterapéutica en general, algunos se han dedicado a


describirlos: paradoja en la relación terapeuta-paciente (Jay Haley); paradoja de
modalidades opuestas y presentes en el proceso terapéutico: sentido/experiencia,
metáfora/metonimia (Edgar Levenson).

Esto nos lleva a representar la salud — como objetivo de la psicoterapia, que es lo que nos
ocupa aquí, pero que va bastante más lejos —, como la facultad de habitar la paradoja, es
decir, de hacer coexistir elementos contradictorios dentro de un mismo conjunto estructural
y de apoyarse en esta contradicción para alzarse a otros niveles de lógica, de comprensión o
de funcionamiento, de producir sentido y organización a partir de dos principios
antagónicos.
Pero se trataría también de identificar las polaridades y dialectizarlas, de encontrar una
unidad en la dualidad, de salir de las fragmentaciones y disolverlas, como se proponía hacer
Goodman con respecto a lo que él llamaba las "dicotomías neuróticas".

Volvemos a encontrarnos con esta hipótesis planteada por Goodman cuando habla del
conflicto; lo presenta como el elemento insoslayable por medio del cual evoluciona el
organismo sano hacia una solución creadora y llega a identificarse con la solución: en el
acto creador individual, obra de arte o teoría, es… enfrentar elementos dispares,
irreconciliables lo que lleva a menudo a la solución" (PHG, IX, 3, p. 417). En esta
perspectiva, la neurosis va a ser la pacificación prematura de los conflictos.

Para volver al tema del crecimiento, ya no se trata de ir hacia algún otro lugar incierto, sino
de hacer una creación original de este presente, con el sufrimiento que esto pueda
comportar y que no es más queda manifestación del conflicto, reconociendo que nosotros
no somos más que co-autores de esta creación, dejando lugar así para lo que es otro, que
puede ser un elemento del campo del que no somos aware, y que va a dar una
configuración distinta a este campo.

Reconocer los límites de nuestra voluntad y el papel de los factores contingentes que se nos
escapan nos sitúa en esa capacidad para acoger lo que ocurra; es lo que Buber y Goodman
dijeron al hablar de la gracia. Algo que jamás será conseguido ni poseído, siempre
encontrado y recibido.

"El Tú viene a mí por la Gracia. No es buscándolo como se le encuentra… El Tú viene a


mi encuentro, pero soy yo quien entra en relación con él".

La enfermedad, en tanto que "no salud", con lo que entraña en todos los aspectos de la
realidad humana, sería lo que pone obstáculos a la gracia, lo que interrumpe el proceso de
construcción/destrucción de la gestalt Yo-Tú y, como consecuencia, de toda gestalt, o más
aún, que destruye el equilibrio del "give and take"(dar y tomar), que Laura Perls (Apuntes
sobre la Psicología del Dar y el Recibir) describe como la libre correspondencia entre
abundancia y necesidad.

De esta concepción (que es la nuestra pero que se deduce fácilmente de todo lo expuesto
anteriormente) vamos a sacar un enfoque de la terapia que es, de hecho, la Terapia Gestalt
de Goodman esclarecida desde el interior por la visión poética y profética de Buber.

II. La terapia
1. Qué pretende la terapia

De lo que acabamos de decir podríamos retener que la terapia consiste en restablecer la


capacidad para abrirse a la gracia, para sentirse unido con quien no es uno mismo a
través de Gestalts claras y fuertes.
En consecuencia, podremos tener pleno acceso a nuestras potencialidades, ya se
manifiesten a través del sufrimiento o del placer, y también estar en relación, recuperar la
capacidad de amar y de sentirse amado, sentir hacia qué vamos, o por qué estamos aquí;
esto y las peticiones que se nos dirigen, como las que giran alrededor del síntoma y que
enmascaran otras peticiones de este orden.

En otras palabras, la terapia aspiraría a llevar a la persona a desarrollar su capacidad para


estar en modo medio. A no perderse cuando se abre a la alteridad, a saber que es ella quien
elige hacerlo al restaurar sus funciones Yo, y también a no encerrarse en sus fronteras, a
hacerle abandonar los dos polos de confluencia malsana y aislamiento a través del
aprendizaje del contacto-retirada.

También es aprender a reconocer y a reconciliar las dualidades, desde las más pequeñas a
las que son esenciales, como la polaridad vida-muerte, o nacimiento-muerte, autonomía y
pertenencia. Podría ser comprender, salir de sus impasses aceptando que tiene consciencia
de ello para vivir una experiencia nueva.

Eso supondría llevar poco a poco al paciente a decir Yo frente a un Tú, hacerle reconocerse
en tanto que persona que dice "Yo soy", sentirse unido y unificador ante un terapeuta
reconocido al fin como persona.

 En términos gestálticos digamos claramente que la terapia aspira a restaurar la


capacidad de ajuste creador.

Se trata de deshacer lo que estaba fijado, que entorpecía el libre funcionamiento


organísmico. Y eso pasa por la restauración de las funciones Yo del Self, que permiten la
identificación-alienación de las partes del campo que sirven para la formación de gestalts.

Este restablecimiento es también la toma de consciencia de lo que pone trabas a la libre


elección, es decir, las proyecciones, introyecciones, retroflexiones, la confluencia
mantenida cuando no ha lugar.

Pasa por el desarrollo del awareness, Para esto, el terapeuta debe invitar continuamente al
paciente a estar en la frontera contacto, en la parte del campo donde contactará con el
entorno, "citarle" allí, y restar él mismo en este a dúo de la relación terapéutica donde van a
crearse nuevas gestalts.

Esto se puede hacer acompañando al paciente al encuentro de los elementos del fondo,
situaciones inacabadas, vivencias arcaicas por ejemplo.

Aunque hayamos mezclado íntimamente los dos enfoques para mostrar cómo se
corresponden, y cómo uno (el enfoque de Buber) podía revelarse como una poética o una
estética del otro (el de Goodman), vamos a tratar de mostrar lo que puede aportar el
llamado "enfoque dialogal"a la práctica de la Terapia Gestalt .
En primer lugar, al poner el acento sobre la primacía de la relación interhumana, Buber nos
ayuda a relocalizar el acto terapéutico en esta relación, a mantenernos constantemente ahí,
para apartarnos definitivamente de nuestra tendencia a centrarnos en el contenido
intrapsíquico que el otro, evidentemente por la misma tendencia, va a plantearnos.

Vamos a distinguir con más precisión dos aspectos de lo que es la aportación de Buber: El
encuentro Yo-Tú y la actitud dialogal. Uno corresponde, como hemos visto, al momento
del contacto final; la otra está presente durante todo el proceso contacto-retirada, podría
representar en el terapeuta el fondo del que va a emerger la figura del Yo-Tú.

2. El encuentro Yo – Tu en psicoterapia

Ante todo queremos precisar que éste no puede ser un fin en sí mismo, sino que puede
producirse, de manera imprevisible. Que la práctica cotidiana de la psicoterapia es más
"vulgar", y esto es un pequeño destello, como el instante de intuición bergsoniano, o el
"casi nada" de Jankelevitch.

Algunos terapeutas han dado testimonio de ello, como Mario Petit:

"En cuanto al momento indecible, es algo que a veces vivo, que es una especie de maravilla
completa y que sucede justamente cuando hay una ruptura inmediata de los fenómenos
transferenciales y contratransferenciales, durante el cual vas a encontrar al otro en su ser
estando tú en el tuyo. Es tan sobrecogedor que, para mí, no hay palabras para hablar de ello,
es exclusivamente para vivirlo".
(Actas de jornadas de estudio de la SFG, 1984).

Concretamente, el encuentro puede ser fugaz y manifestarse por una mirada, una actitud, o
un guiño bajo la forma de una broma o de una sonrisa. Es una percatación global, intuitiva,
de dos seres vueltos el uno hacia el otro, de manera accidental o deliberada, es un
reconocimiento, una palabra dada y recibida, una actualización de la presencia.

El encuentro puede tener lugar sin que la consciencia de este encuentro sea compartida de
la misma manera.

 No es algo que pertenezca en exclusiva a los terapeutas gestálticos, sino que es un


componente de la relación terapéutica en general.

Este momento del Yo-Tú sería, como afirma L. Jacobs, una forma específica del contacto,
al que se podría calificar de ontológico. O bien, en el sentido fenomenológico del término,
un horizonte, un encuentro que presentaría un carácter de trascendencia, ele rebasamiento
del instante, de uno mismo, hacia el que tenderíamos y que, por su interés estético y ético,
nos parece una referencia esencial, un momento de depuración de la relación en lo que tiene
de terapéutica.

Conviene permanecer atentos con respecto a la idealización que esto puede acarrear. Si
hacemos simplemente nuestro trabajo, con humildad y con los recursos y los límites que
caracterizan nuestra metodología, el resto vendrá por añadidura, si debe venir, y si ocurre,
será entonces útil reinsertarlo en el proceso terapéutico, ponerlo a su servicio, y no querer
atraparlo en sí mismo como un tesoro que pudiera desvanecerse, o como algo de lo que
después se pudiera presumir. En último término, valerse de ello supondría una falta de
pudor.

El terapeuta está ahí para su paciente y no para sí mismo; y no se trata de llevarle más
allá de donde él puede ir o desea ir. No obstante, el encuentro Yo-Tú puede facilitarse
cuando el paciente está a punto de llegar a él en el propio marco de la terapia.

El carácter del encuentro Yo-Tú en psicoterapia es muy especial cuando se compara con
otro tipo de relación. Buber le atribuye un carácter de reciprocidad: se refiere al hecho de
que "Yo afecto al Tú y Tú afecta al Yo".

Se puede ver en esto ante todo un carácter de mutualidad y de simultaneidad. Cada uno es
movido por el otro, no sale de ello indemne. For nuestra parte, hacemos de esta capacidad
del terapeuta para dejarse mover o transformar, una necesidad.

Esta reciprocidad no significa igualdad: el terapeuta está ahí para poner sus competencias al
servicio de su paciente, y por otro lado no espera de su paciente que se interese por él.
Como entorno privilegiado del paciente, simplemente está colocado en un campo de
interacción, en un sistema de intercambios.

Esta posición de reciprocidad en la psicoterapia pudo, no obstante, plantear un problema al


mismo Buber, que se preguntó si era compatible con el hecho de que el paciente llega en
busca de ayuda, y de esta manera cada uno se interesa por el otro de distinta forma.

Y se explica más tarde en un debate con C. Rogers (1957) donde se muestra muy reservado
con respecto a la asimilación que C. Rogers había hecho del Yo-Tú en su práctica.

Quizás esas reservas hubieran sido diferentes ante un terapeuta gestáltico, que no practica
una terapia "centrada en el cliente", sino una terapia centrada en la experiencia en la
frontera contacto.

Este encuentro sucede a menudo como premisa del final de la terapia, cuando el paciente se
percata de golpe de que hay una persona frente a él. La relación se desprende entonces de
aspectos transferenciales que hasta entonces habían impedido la formación de esta Gestalt.

Por aspectos transferenciales entendemos que el paciente interrumpe el ciclo de contacto


prematuramente, o que está ante una Gestalt fija o situaciones inconclusas. En un momento
dado, el paciente es capaz de crear sus Gestalts fuertes, y ha adquirido una seguridad
interior frente al otro suficiente como para absorberse en el proceso y dejarse ir al vértigo
del encuentro.

Es entonces cuando el terapeuta debe dejar ver al paciente su propia actualidad por
completo (no hay que olvidar que este encuentro está fuera del tiempo, y el terapeuta se
puede desvelar, — y esto puede ser sin palabras —, sin decir necesariamente que se sitúa
con respecto a su propia historia).

Cuando hace esto se pone en una posición de riesgo:

"La psicoterapia dialogal implica que el terapeuta vaya siempre por delante en un ‘camino
estrecho’. Es decir, que no se apoye en las vastas alturas de un sistema hecho de certezas
sobre lo absoluto, sino en un camino estrecho, pedregoso, entre los abismos donde no existe
certeza alguna, ningún conocimiento enunciable, sino la seguridad de encontrar lo
desconocido"
(Buber, Between Man and Man, citado por Hycner, p. 17).

El riesgo consiste en salir de su posición estatutaria de terapeuta, en dejar de ser el que


puede comprender, actuar, controlar, prever, todo lo que tiene de cómodo la relación Yo-
Ello, y que ha servido para construir el fondo de la relación terapéutica, para hacer posible
el encuentro de un Yo y de un Tu y no sustraerse a él (eso significaría abandonar al
paciente). Buber vio aquí una de las paradojas de la relación terapéutica.

Existiría otro riesgo por parte del paciente: la posición Yo – Tú puede suscitar angustias en
él: angustia de pérdida de autonomía, o también angustia de abandono y de pérdida de
límites, del sentido de sí mismo, de fraccionamiento o de engullimiento. Le toca al
terapeuta sentir lo que el paciente es capaz de soportar, hacer bascular la relación al Yo-
Ello si éste manifiesta tales angustias.

El terapeuta no está protegido de manera "constitutiva", porque sea terapeuta, de este


riesgo. Únicamente permanece, a pesar de todo, en posición de control, y es capaz de saber
dónde se embarca y de estar lo suficientemente aware como para parar el proceso.

El encuentro Yo-Tú en psicoterapia supone por lo tanto una posición especial que no le
hace perder su carácter único de diálogo. Es una posición en donde el terapeuta deja una
parte de sí mismo disponible y accesible como fondo, para servir de "cuerda" en este
ejercicio peligroso que se desencadena sin que se quiera, pero que se puede evitar o parar.

Hay otra ocasión en donde el encuentro Yo-Tú es posible entre paciente y terapeuta: es
cuando la persona ignora todo sobre la psicoterapia y nos toma ante todo como persona,
teniendo como "parapeto" el hecho de que te paga, de que no te volverá a ver nunca, y de
que eres alguien que, a priori, puede entenderlo todo, hasta las profundidades del ser. Esto
es también cierto en las terapias de larga duración y es un factor facilitador. Veremos un
ejemplo de esto en la práctica clínica.

Vamos a ver ahora el carácter terapéutico de este acontecimiento.

Esto abre el debate acerca de lo que es terapéutico en la terapia, el trabajo de awareness


sobre las interrupciones del contacto, o el contacto en sí mismo.

Goodman escribe:
"Al trabajar sobre la unidad y la falta de unidad de esta estructura de la experiencia, aquí y
ahora, es posible reconstruir las relaciones dinámicas de la figura y del fondo hasta que se
acreciente el contacto, se aclare la consciencia, y se estimule el comportamiento.

Pero sobre todo, la realización de una gestalt fuerte es en sí misma curativa, ya que la figura
de contacto no es simplemente una señal, sino que es en sí misma la integración curativa de
la experiencia".
(PHG, I, 7, p. 273).

La experiencia demuestra que, al salir de este acontecimiento, las personas se sienten


extrañamente afectadas, y, durante la asimilación lo que se pone en su sitio atañe al sentido
(el tema del sentido de la vida ya no se plantea, dice Buber), así como a la identidad, no
asociada a las características de la persona, sino a su misma esencia ("Yo" soy).

Es también la experiencia de la diferenciación, el acceso a la alteridad. Estos elementos son


esencialmente no-aware, pero reorganizan el campo para crear un fondo constitutivo de la
persona en su unidad y su integridad. Así puede desarrollarse una confianza existcncial con
respecto al sí mismo, al otro y a la relación.

Por otra parte, se puede pensar que esta Gestalt fuerte deja una impronta en tanto que tal, y
facilita la aparición de otras gestalts: el Self se ha destrabado, y esa experiencia franquea un
camino para otras: como el niño cuando da sus primeros pasos toma consciencia de su
capacidad para andar y se servirá de esta experiencia que integra parámetros sensitivos y
motores, la persona va a ser más apta para formar otras Gestalts de este tipo. Podrá sentir
también que ha salido indemne, y enriquecida, de una experiencia que presentía y temía sin
conocerla, y a la que no se habría lanzado deliberadamente.

3- La actitud dialogal

Buber no limitó su reflexión sobre el diálogo al encuentro Yo-Tú, como atestiguan escritos
como Diálogo y Elementos de lo interhumano, sino que la amplió a "una actitud esencial de
los hombres unos frente a los otros", y cuyas relaciones no hacen más que representar.

Nosotros tampoco vamos a limitar la aportación que se hizo a la terapia por este primer
enfoque, y que no obstante saca su fuerza de la metáfora que nos brinda.

Lo que vamos a describir aquí es la posición existencial del terapeuta derivada de lo dicho
anteriormente. Hace referencia a la posición Yo-Tú , o más bien a su capacidad para
dialectizarla con la posición Yo-Ello del terapeuta. Es también el fondo cuando el Yo-Ello
es la figura.

Para poder entrar en una posición Yo-Tú, el terapeuta debe tener una buena gestalt de sí
mismo:

"Idealmente, el psicoterapeuta sería en primer lugar el que no tiene necesidad de que el otro
le cree, y aún menos de que le destruya. Al contrario que su paciente, el terapeuta sería una
Gestalt clara, fuerte y flexible a la vez, y no estaría a la búsqueda, por lo menos en esa
experiencia concreta, de su realización".
(J.M. Robine, Formas…, p. 78).

Esta Gestalt está formada tanto por el Yo de la pareja Yo-Ello como por el del Yo-Tú, y, en
mi opinión, el terapeuta entrará más fácilmente en una posición dialogal si no tiene
necesidad de confirmación, especialmente en el plano profesional.

En ese caso no está en una búsqueda de relación para sí mismo, y por otra parte no tiene la
tentación de enmascarar ninguna duda acerca de su competencia específica con una actitud
que sería de acogida, de escucha, de relación de ayuda, sin ser terapia.

El Yo del terapeuta en el Yo-Ello está hecho de su saber, sin saber hacer, la suma de
experiencias surgidas de la relación con el paciente que tiene ante él y con los que le han
precedido.

Esto es lo que fundamenta su practica, lo que le pone en una posición objetivante frente a
quien viene a pedirle ayuda. Esto es lo que lleva a ponerle palabras a sus actos, con la
intención de revelar algo de la persona y de la situación. Nutre la rejilla de lectura frente al
"caso" que tenemos delante. Nos permite comprender, sentirnos "eficaces". En la posición
Yo-Ello, la atención se lleva sobre tal o cual aspecto específico del campo.

Todo lo dicho puede quedar mas claro con la transcripción de una sesión, por ejemplo. Pero
lo que está en el registro del Yo-Tú se escapa a la transcripción y no se revela por el hecho
mismo de que no puede reactualizarse fuera de las sesiones. ¿Has tratado alguna vez de leer
o de ver la transcripción o incluso la grabación de la totalidad de una sesión, individual o de
grupo, a la que has asistido, aunque sea como observador? Todo esta allí pero no obstante
falta lo esencial.

Algunos autores nos van a ayudar para describir este paso, donde abandonamos el terreno
firme de las demostraciones, de las anticipaciones, de lo determinado, para ponernos ante lo
desconocido, y encontrar allí una libertad especial.

La presencia

"No es a partir del ser en general como él (otro) viene a mi encuentro. Todo lo que de el me
llega del ser en general sin duda se ofrece a mi comprensión y a mi posesión. Le
comprendo a partir de su historia, de su medio, de sus costumbres. Lo que escapa en él a mi
comprensión es él, el que es".
(E. Levinas, Entre Nous, p 22)

Se describe aquí la actitud dialogal desde otro ángulo, desde otro camino para encontrar al
otro, distinto del de la comprensión. Vamos a llamara este camino la presencia.

La presencia es gratuidad: no es una búsqueda de eficacia. Mientras el conocimiento, la


comprensión, contenían tanto el primer paso hacía el dominio de las cosas (y a veces sobre
el otro) como la loca investigación sobre la "buena manera", el "buen método" o la "buena
solución", la que va a resolver todo, esta posición nos hace descubrir la existencia de un
terreno en donde la investigación de la eficacia es vana.

No es la puesta en marcha de todos los procesos habituales que consisten en identificar,


inventariar los fenómenos y actuar sobre ellos, lo que nos va a llevar a poseer la verdad.

Sólo situándose en el diálogo con los elementos observados, sin buscar poder, sino una
relación de intercambio, de cocreación, sin certeza acerca de lo que va a ocurrir, se puede
acceder a una forma de realidad distinta. Y esta realidad es nueva cada vez y no agota
jamás la totalidad de las posibilidades.

El modo medio es el que nos pone en tal situación.

Una psicoanalista, Mary Balmary, lo dice con sus palabras al hablar del "sujeto no creado":

"Encuentro liberador para el analista y para el analizado, acordarse de que lo que recibe es
sin definición, sin destino, sin semejanza. Que el analista no tiene nada que cumplir con él.

Que le pagan por un trabajo: no trabajar. El encuentro se sitúa en otro grado del mundo y
también más allá, en ese lugar donde ‘no estábamos antes de habernos reunido’.

El analista bien puede guardar en su memoria todo lo que decenios de investigación sobre
la enfermedad y la locura le han enseñado… Pero…no se puede confundir el sujeto con su
morada".
(El Origen Divino, p. 334).

La presencia necesita de una vacuidad interior — dejar flotar en el segundo plano lo que es
del Ello, no aferrarse a él — para recibir lo que viene del propio terapeuta y del paciente.

 Es un estado de disponibilidad para el fondo, para las emociones, intuiciones,


imágenes que pueden surgir en relación con lo que surge en la frontera contacto.
 Es mantener la cuerda lo suficientemente tensa como para que el encuentro con el
otro haga sonar una nota.
 La presencia es un estado especial de awareness.
 La presencia alude a todos los registros de funciones de las que disponemos a nivel
corporal y psíquico: consiste en vivirse plenamente.
 La presencia es actuante, es la que permite depositar en el momento oportuno la
semilla que va a permitir desencadenar la elaboración de una forma en el paciente.
 La presencia ante el otro permite verle en su unicidad y su globalidad, captarle en
ese instante en todas las dimensiones de su ser.
 Estar presente consiste en abrirse, hacerse disponible a la novedad, a lo
desconocido, a lo nunca vivido.
 Es aceptar recibir en el mismo momento en que se da, es dejarse impactar por el
otro.
Cuando se está presente, se acepta ser visto tal y como se es. Es lo que Buber llama la
autenticidad. Se renuncia a la necesidad de gustar, de parecer. No se le da importancia a la
imagen. Se puede uno desnudar sin perder por eso la posición de terapeuta.

Eso significa abandonar posturas defensivas ante ciertas actitudes del paciente, como su
agresividad, su necesidad de tomar el poder. Aceptar sentir la herida, la irritación; sin
embargo la transparencia no es necesaria, salvo cuando puede ser útil al paciente, en la
medida en que le lleva a tomar consciencia de cómo sus posturas defensivas son
inadecuadas y a ensayar en otro registro.

Estar presente es sentirse a la vez poderoso e impotente: poderoso en el sentido de que se


tiene fe en la capacidad de ayudar al paciente, impotente, porque se sienten los límites
frente al otro que está ante uno.

Estar presente es exponerse, ir por delante de uno mismo, al descubierto, y también diluirse
para dejar crecer al otro en su Self y confirmarle. Es también aceptar serenamente no ser
más que un Ello para el paciente ante el que se está en una posición.

Estar presente es aceptar existir en una condición paradójica y avanzar a veces por ella
como un funámbulo sobre su cuerda, pero con la intima convicción de que es la posición
exacta.

¿En qué es terapéutica la presencia?

Podemos decir al mismo tiempo que Beisser sobre lo que él describe como la teoría
paradójica del cambio, que el paciente se siente entonces invitado a convertirse en quien
es, en lugar de tratar de convertirse en quien no es.

El terapeuta no tiene ningún deseo, proyecto, ni anticipación para el paciente, le permite


aceptarse en el punto en el que se encuentra, en cualquier awareness, y por eso encontrar el
flujo del libre funcionamiento organísmico.

El terapeuta, por su actitud paradójica, se encuentra allí donde el paciente no lo espera: esto
le coge a contrapelo, hay alguien ante él que le lleva a situarse en una posición diferente.

No se da cuenta de ello necesariamente, y el cambio está asociado a todos los pequeños


ajustes creadores que debe hacer ante la novedad de tal actitud.

Como hemos subrayado, la actitud dialogal no pretende a cualquier precio poner a los
pacientes en una posición Yo-Tú, de la que por otra parte están la mayoría del tiempo
bastante lejos.

Se focaliza más bien en el proceso de la experiencia en el momento presente, en lo que se


manifiesta en la frontera contacto en términos de interrupción. En este sentido es
específicamente gestáltica.
Por otra parte la posibilidad de estar frente a un Tú que se vuelve disponible al encuentro
no mantiene al paciente en sus posturas transferenciales como en el análisis, sino que le
permite tener la vivencia de nuevas Gestalts relacionales.

Terapia gestáltica: Un método dialogal


28 diciembre, 2015 by Gary Yontef Leave a Comment

Comentario
Este compacto artículo circuló durante 1981 antes de su publicación en alemán en 1983.
Esta es su primera publicación oficial en inglés. En este artículo aún usaba el término "Yo-
Tú" para referirme al "momento Yo-Tú" (el "Tú" poético de Buber), a la "actitud Yo-Tú" y
a la "relación Yo-Tú". Posteriormente, adopté el estilo lingüístico recomendado por
Richard Hycner (1985) de usar el término "Yo-Tú" para referirse sólo al momento
culminante del Tú, y usar el término "dialogal" para referirse a la actitud y a la relación.
Por lo tanto, los términos "actitud Yo-Tú" y "relación Yo-Tú" de este artículo significan lo
mismo que los términos "actitud dialogal" y "relación dialogal" que uso en artículos
posteriores. En este artículo hay mucho material que no he discutido antes.
Antecedentes
La teoría de la terapia gestáltica es una teoría acerca de lo que constituye una buena
psicoterapia. Integra ideas, observaciones y técnicas de diversas fuentes; por lo tanto, el
lector encontrará muchos elementos que no son únicamente de la terapia gestáltica.

Un sistema completo de psicoterapia explícita o implícitamente incluye: (1) una teoría de la


conciencia, con una perspectiva del tipo de Darse Cuenta o insight que se persigue, y una
metodología para alcanzar ese objetivo; (2) una actitud o disposición acerca de la relación
terapéutica entre terapeuta y paciente; (3) una teoría científica.

La terapia gestáltica se puede identificar por su particular integración de principios en estas


tres áreas. Muchas otras afirmaciones de terapeutas gestálticos no forman parte de la terapia
gestáltica. Por ejemplo, no son importantes los consejos generales acerca de la vida, que a
menudo fluyen de un particular espíritu de la época (tal como "haz lo tuyo"). Así como
tampoco es importante ninguna técnica (golpear cojines o hablar a la silla vacía) o estilo
(terapia uno-a-uno en un escenario grupal) (L. Perls, 1978). Lo importante es: lo que
constituye una buena psicoterapia.

Definición de terapia gestáltica


Tres principios definen la terapia gestáltica. Cualquier terapia regulada por éstos es
indistinguible de la terapia gestáltica, a pesar de las etiquetas, técnica o estilo del terapeuta;
ninguna terapia que viole cualquiera de los tres es terapia gestáltica. Y cualquiera de los
tres, comprendido en forma adecuada y plena, abarca los otros dos.

 PRINCIPIO UNO: la terapia gestáltica es fenomenológica; su único objetivo es el


Darse Cuenta y su metodología es la metodología del Darse Cuenta (véase Yontef,
1976).
 PRINCIPIO DOS: la terapia gestáltica se basa totalmente en el existencialismo
dialogal, es decir, en el proceso Yo-Tú contacto/alejamiento.
 PRINCIPIO TRES: la concepción o cosmovisión fundamental de la terapia
gestáltica es la gestalt, basada en el holismo y la teoría de campo.

Nuestra tecnología del Darse Cuenta se basa en la fenomenología. La teoría científica de la


terapia gestáltica es la teoría de campo. La teoría de campo es importante para comprender
varios conceptos claves, por ejemplo, "ahora", "proceso", "polaridad". Sin embargo, este
tópico se abordará en otro artículo. En éste se discutirá el Principio Dos y su relación con el
Principio Uno.

¿Por qué un artículo sobre diálogo?


¿Qué es un diálogo? Comúnmente, es hablar con alguien. Un diálogo existencial es lo que
ocurre cuando dos personas se encuentran como personas, donde cada una es impactada por
y responde a la otra, Yo y Tú. No es una secuencia de monólogos preparados. Es una forma
, de contacto especializada. En terapia gestáltica, el término se usa en este último sentido.
El diálogo existencial se refiere a la conducta que comprende la relación Yo-Tú (Friedman,
1976b). En terapia gestáltica, el diálogo ha sido ampliado para incluir un encuentro de dos
personas como personas incluso sin palabras, usando por ejemplo gestos o sonidos no
verbales. Un pianista puede dialogar con la orquesta. Dos bailarines pueden dialogar sin
palabras.

Desde sus comienzos, la terapia gestáltica ha enfatizado un tratamiento que utiliza la


presencia activa del terapeuta como principal herramienta. Esta fue una desviación del rol
tradicional del psicoanálisis, que era pasivo, siendo la interpretación la única forma de
contacto terapeuta-paciente. El diálogo Yo-Tú es para la terapia gestáltica lo que la
Neurosis de Transferencia es para el psicoanálisis. De este modo, si bien los objetivos del
psicoanálisis tradicional y de la terapia gestáltica son similares, la metodología es diferente.

Aun cuando el lenguaje usado en los inicios de la literatura gestáltica es diferente al que se
usa en este artículo, y carecía de precisión, constituyó una forma inicial de terapia por
medio del diálogo. A veces se manejaba sin referencia directa a la palabra "diálogo"
(Enright, 1975; Kempler, 1965, 1966, 1967, 1968, 1973; F. Perls, 1947, ejemplos en pp. 82,
88, 185; F. Perls et al., 1951, pp. x-xi, 88; Polster, 1966; Polster y Polster, 1973; Shostrom,
1967; Simkin, 1962, 1976; Yontef, 1969, 1976). Había una falta de elaboración teórica, al
igual como ocurría con muchos conceptos de terapia gestáltica. En la práctica, la terapia
gestáltica exhibía la presencia del terapeuta, que es el comienzo de un tratamiento por
medio del diálogo. Esta presencia carecía a menudo de una explicación teórica clara. Por
supuesto que sin especificidad hay poca responsabilidad.

En la primera parte de este artículo, se discutirán los conceptos fundamentales para una
comprensión del diálogo en psicoterapia. En la segunda parte veremos las características de
la relación Yo-Tú.

Fenomenología y Darse Cuenta

La literatura de la terapia gestáltica ha enfatizado el Principio Uno, la metodología para


incrementar la conciencia. Numerosos artículos analizan el enfoque de la terapia gestáltica
en términos del objetivo del Darse Cuenta y de las técnicas (ejercicios y experimentos) que
se utilizan en este trabajo (Hatcher y Himelstein, eds., 1976; F. Perls,

1947, 1948, 1951, 1973; L. Perls, 1956; Polster y Polster, 1973; Zinker, 1977). Esta
literatura necesita desde hace mucho tiempo una discusión más técnica del Darse Cuenta
propiamente tal. Gestalt Therapy: Clinical Phenomenology (Yontef, 1976) comenzó esa
discusión. Aquí se ofrece un breve resumen como antecedente para nuestra discusión del
Principio Dos.

El Darse Cuenta es una forma de vivenciar. Es el proceso de estar en contacto alerta con el
evento más importante del campo individuo/ambiente, con total apoyo sensorio-motor,
emocional, cognitivo y energético. Un continuo e ininterrumpido continuum del Darse
Cuenta lleva a un ¡Aja!, la captura inmediata de la unidad obvia de elementos dispares en el
campo. Mediante el contacto del Darse Cuenta se crean totalidades nuevas y significativas.
Así, el Darse Cuenta es en sí mismo una integración del problema.

 Corolario Uno: el Darse Cuenta es eficaz sólo cuando está basado en -v energizado
por la necesidad dominante actual del organismo.
 Corolario Dos: el Darse Cuenta no está completo sin conocer directamente la
realidad de la situación y cómo está uno en ella. El Darse Cuenta va acompañado de
"pertenencia" -el proceso de conocer nuestro control sobre, elección de y
responsabilidad por nuestros propios sentimientos y conducta.
 Corolario Tres: el Darse Cuenta está siempre Aquí y Ahora, y siempre cambiando,
evolucionando y trascendiéndose a sí mismo. El Darse Cuenta es sensorial.

Los individuos se regulan mediante hábitos (regulación bajo el umbral del Darse Cuenta) o
una opción consciente: el Darse Cuenta sirve para que el individuo se auto-regule por su
cuenta. La fenomenología es el método que la terapia gestáltica usa para aprender acerca
del proceso de Darse Cuenta. Nuestro objetivo es aprender lo suficiente de modo que el
Darse Cuenta se desarrolle adecuadamente para la Auto-Regulación Organísmica.

La fenomenología es la búsqueda de la comprensión basada en lo que es obvio o revelado


por la situación (que incluye tanto el organismo como el ambiente), más que en la
interpretación del observador. Los fenomenólogos se refieren a esto como lo "dado". La
fenomenología funciona introduciéndose vivencialmente en la situación y permitiendo al
Darse Cuenta sensorial descubrir lo que es obvio/dado.

Esto exige disciplina, especialmente percibir lo que está presente, lo que ES, sin excluir
información en forma anticipada.

La actitud fenomenológica es reconocer y poner entre paréntesis (dejar de lado) los pre-
conceptos acerca de lo relevante. Una descripción fenomenológica integra la conducta
observada y las comunicaciones personales, vivenciales. La exploración fenomenológica
apunta a una descripción clara y detallada de lo que ES, desincentivando lo, que fue, será,
podría o debería ser.

A veces las personas no logran ver aquello que tienen justo al frente, no lo perciben.
Imaginan, discuten y se pierden en fantasías. La diferencia entre esta percepción filtrada y
una situación inmediata, actual, captada de lleno, la pueden apreciar mejor quienes han
luchado por una respuesta esotérica y en lugar de ello han encontrado la alegría de un
simple y obvio ¡Aja!

La fenomenología de la terapia gestáltica es experimental, heredada en parte de la


psicología de la gestalt, y utiliza la experimentación para explicar.

Contactar

Contactar es el aspecto más básico del Principio Dos.


Contactar es el proceso completo de reconocerse a Sí Mismo y al Otro, moviéndose hacia
una conexión/fusión y también hacia una separación/alejamiento. El contacto es el proceso
básico de la relación. Significa apreciar las diferencias entre sí mismo y otro (Polster y
Polster, 1973; F. Perls, 1948, 1973; L. Perls, 1978). Contactar incluye por lo tanto cuatro
aspectos: (1) conexión, (2) separación, (3) movimiento y (4) Darse Cuenta. El Darse Cuenta
se necesita para el reconocimiento/apreciación de diferencias. Para reconocer al otro se
requiere Darse Cuenta tanto de sí mismo como del otro.

Aun cuando el término contacto se refiere al proceso de conectar y separar, a veces se


emplea vagamente referido sólo al aspecto de conexión del proceso total. En el caso de la
terapia gestáltica, sería más preciso describir el término contacto como un proceso
contacto/ alejamiento.

La persona existe en un campo ambiente/individuo. El campo se diferencia por los límites.


Estos límites no son entidades, sino procesos. Un límite es un proceso de separar y
conectar. El límite que diferencia a la persona de su entorno, se llama Límite-Ego. Al
diferenciar el Yo del no-Yo, el individuo absorbe lo nutritivo y elimina el exceso. El
proceso de contacto es el "órgano de encuentro" (Perls et al., 1951), el compromiso con el
ambiente.

Los límites eficaces son permeables y permiten transacciones entre el organismo y el


ambiente. Un límite cerrado es como un muro por medio del cual el organismo se cierra al
exterior (aislamiento) y trata de ser autosuficiente, auto-nutritivo. Un límite demasiado
abierto amenaza la existencia autónoma del organismo vía la pérdida de la identidad
separada (confluencia/fusión). Un límite eficaz requiere suficiente permeabilidad para que
entre lo nutritivo, y suficiente no permeabilidad para mantener la autonomía y dejar fuera lo
tóxico. Los límites eficaces son suficientemente flexibles para ir de un grado de
apertura/cierre a otro. La regulación del límite entre los extremos polares de fusión y
aislamiento requiere del Darse Cuenta.

El proceso de contacto es "el trabajo que produce asimilación y crecimiento"; es "la


formación de una figura de interés contra un fondo o contexto del campo organism
o/ambiente" (Perls et al., 1951, pp. 230-31). Jacobs señala: "En esta definición hay
implícitas dos características esenciales del contacto. Primero, el contacto lleva
inevitablemente a vivir y a crecer. Segundo, el contacto involucra conductas que establecen
relaciones con la figura de interés; debemos ya sea movernos hacia esta figura o alejarnos
de ella" (Jacobs, 1978, p. 28). El aislamiento es la ausencia de contacto en virtud de una
falta de conexión. Es el polo opuesto de la confluencia, que es la ausencia de contacto en
virtud de la falta de separación (fusión). Contactar es moverse entre conectar y separar
(véase Figura 1).

Figura 1

Aislamiento – Confluencia – Contacto

Cuando una persona se contacta, se conecta manteniendo su existencia separada, su


autonomía. Cuando dos personas se contactan entre sí, se conectan (aunque temporalmente
fusionadas) y mantienen sus identidades separadas. Si bien una persona puede conectarse y
separarse de una entidad no respondiente (ya sea inanimada o una persona que no hace
contacto), el contacto humano plenamente desarrollado es un proceso mutuo de dos
personas separadas moviéndose a ritmo de conexión y separación.

La relación dialogal es una forma especializada de este contacto mutuo. En el contacto


dialogal, la figura de interés para ambos es la interacción con la otra persona como persona.

Por medio del movimiento, la persona muestra parte de sí misma, según convenga a sus
necesidades y a las exigencias de la situación. Los otros aspectos permanecen en el
trasfondo. A medida que la situación cambia, parte del trasfondo pasa a ser relevante y es
cornpartida. Así, acercándose y alejándose del otro, hay una participación en el tiempo de
los diferentes aspectos del sí mismo. Sin movimiento, algunos aspectos del sí mismo se
convierten en un fondo fijo y no están disponibles, es decir, quedan aislados. La conexión,
por lo tanto, también queda fija. Esto llega a ser más un hábito que un proceso vivo. Sin
movimiento no hay Darse Cuenta, sólo hábito.

La persona crónica y habítualmente aislada se aleja del límite y no se conecta con el


ambiente, levantando un muro protector entre sí misma y el exterior (véase Figura 1).
Fenomenológicamente no hay "otro" del cual diferenciarse. Pero, sin algún tipo de relación,
sin algún "otro", una persona no puede mantenerse ni existir -ser una persona definida y
sentirse viva. Para lograr vivir en el aislamiento, la persona se divide y se relaciona con
partes de sí misma (retroflexión). La introspección y el hablarse a sí mismo son métodos de
aislamiento. Las personas que emplean este proceso siempre tienen una relación fantasiosa
para reemplazar el contacto externo. Generalmente están en confluencia con algún "ellos"
introyectado. Hay un deseo por y un temor a la confluencia. La autosuficiencia es un
aspecto del aislamiento y no un objetivo de la terapia gestáltica. El trabajo del Darse Cuenta
de la terapia gestáltica aumenta el auto-apoyo -la persona actúa como agente para conseguir
esa nutrición del ambiente necesaria para la mantención y crecimiento del organismo. La
confluencia es la ausencia de diferenciación entre sí mismo y otro, una rendición a la
igualdad. La subordinación/sumisión patológica de las preferencias de una persona a las de
otra es una forma de confluencia. La confluencia es la pérdida de la propia identidad
separada. Como proceso temporal, es la culminación del proceso de conectar y la pérdida
del proceso de alejamiento o aislamiento. El >rgasmo se puede considerar como
confluencia.

Cuando se pierde el aspecto separador del contacto mutuo, tamién se pierde el momento de
confluencia y aparece el NOSOTROS, fusión -pérdida del límite-ego. Pero justo cuando la
persona que se aisla llena su pensamiento de confluencia, piensa con temor y nostalgia en la
soledad. Para mantener la confluencia, se debe aislar, desconocer y proyectar las fuerzas
que la ponen en peligro, que pueden impulsar el darse cuenta de una separación o brecha
(por ejemplo, rabia manifiesta). La persona se aferra y confía en el Otro, excluyendo la
mantención de una existencia independiente. No vivencia suficiente auto-apoyo para
permitir una relación autónoma.

Ni la persona aislada ni la confluente aprecian diferencias. La rsona aislada no permite


diferencias dentro del muro, viendo sólo confluencia como alternativa. La persona
confluente exige igualdad Otro y ve la alternativa como aislamiento. De esta forma, se rde
el terreno medio o polaridad de contacto y alejamiento, y la otomía de confluencia o
aislamiento pasa a primer plano.

Dos patrones ilustran esto:

1. 1. Dos personas son confluentes entre sí, con un muro de aislamiento que las separa
de los demás (véase Figura 2).
2. 2. Una persona destruye las diferencias de su otro significativo y logra la
confluencia. Cuando la confluencia se ve amenazada por las diferencias, la
autonomía y el contacto, la persona se aleja totalmente al aislamiento o termina la
relación.

Yo-Tú: la base existencial

La terapia gestáltica es existencial en dos sentidos. En un sentido general (1966; Kaufman,


1956; Sartre, 1946), enfatiza el presente, los aspectos humanos de la existencia de cada
paciente en su vida actual en general y en cada momento de la sesión terapéutica (Van
Dusen, 1960). Dado que las fuerzas reguladoras se consideran presentes, el paciente puede,
con el Darse Cuenta, elegir y controlar su existencia*. Cuando uno cree que se puede
encontrar una "esencia", como en la teoría psicoanalítica clásica del impulso y el
determinismo psíquico, la existencia y la opción se desincentivan, la esencia (por ejemplo,
impulsos inmutables) es vista como causal y el organismo como un todo tiene poco
potencial para trascender el poder determinante de su esencia.

El otro sentido en que la terapia gestáltica es existencial, se refiere a una actitud particular
frente a la relación, que es un rasgo definidor de la terapia gestáltica (Simkín, 1976). A
nivel filosófico, se llama Existencialismo Dialogal. A nivel de relación, se denomina
indistintamente Diálogo-Yo-Tú y Reunión o Encuentro Existencial. Martin Buber es un
elocuente y persuasivo propiciador del Existencialismo Dialogal (Friedman, 1976a, 1976b).

La literatura de la terapia gestáltica discute el contacto sin dejar claro que lo que se necesita
para una relación terapéutica exitosa es el tipo particular de contacto señalado por Buber. El
Yo-Tú como una forma mutua especial de encuentro interhumano es tal vez la forma de
contacto más altamente desarrollada (Jacobs, 1978). Este es el medio de relación a través
del cual se incrementa el Darse Cuenta y se restablece el crecimiento del paciente. Esta
actitud existencial hacia la relación y la actitud fenomenológica hacia la conciencia, no son
sino facetas de una totalidad más grande y única (Van Dusen, 1960).

El Yo es siempre el Yo del Yo-Tú o del Yo-Ello. El Yo del YoEllo se refiere a "él", "ella" o
"eso". La otra persona no es interpelada directamente como persona. El Yo del Yo-Tú se
refiere al "tú", la otra persona es interpelada directamente como persona. La actitud del Tú
significa que el otro es digno de respeto y no es tratado como un medio para otros fines.
Una persona puede unilateralmente tratar a otra con una actitud Yo-Tú, pero la forma más
elevada del YoTú es entre dos personas, cada una refiriéndose al "tú". Este "Tú" es el
evento de relación o "reunión" que permite al hombre convertirse en totalidad. En terapia
gestáltica, nos relacionamos con la actitud Yo-Tú, y esperamos que se desarrolle un Tú
mutuo y cornpleto.

El Yo-Tú es una forma de contacto. En el aislamiento no hay contacto, ni del tipo Yo-Tú ni
de otro. En la confluencia no hay contacto porque la igualdad elimina cualquier apreciación
de diferencias. En el Yo-Ello hay relación con el otro, pero como objeto de manipulación.
El otro no es interpelado como persona. Al aspecto particularmente humano y personal de
una persona, aún no se le permite conectarse con el de otra. Este es un contacto Yo-Ello
congelado, que no fluye hacia ni desde el Yo-Tú.

Una persona con la actitud Yo-Tú puede dirigirse a otra persona (Yo-Tú) sin tratarla como
objeto de manipulación (Yo-Ello), y sin embargo el Yo-Tú puede no estar completo -es
decir, un Yo-Tú mutuo aún no desarrollado. O bien el otro no confía lo suficiente, o ambos
tienen la actitud Yo-Tú, y aún no hay bastante apoyo para un Tú entre, es decir, no se logra
la reciprocidad. Este contacto se puede considerar también como un Yo-Ello que es un Yo-
Tú latente.

Terapeutas humanistas, de todas las tendencias, a menudo se relacionan con una mezcla de
Yo-Ello y Yo-Tú, creyendo a veces que están estrictamente en el Yo-Tú. A veces los
terapeutas tratan a los pacientes con una actitud Yo-Tú, pero no tienen claro que el evento
relacional del "Tú" aún no ha ocurrido.

Diferentes actitudes acerca de la relación en psicoterapia requieren una teoría del Darse
Cuenta y una metodología diferentes. Por ejemplo, un psicoanalista puede suponer que
dado que la motivación del paciente no analizado es inconsciente y actualmente no está
disponible, él no puede auto-regularse, es decir, ser capaz de elegir lo mejor para él. Esta
conducta objetiva al paciente como Ello. Requiere que el terapeuta se convierta en una
figura paternal y benevolente, y el tratamiento enfatiza la neurosis de transferencia más que
el YoTú. La tecnología correspondiente a esta actitud de relación es el uso extensivo de la
interpretación. Por lo tanto, el determinismo psíquico corresponde a la relación no-dialogal
de la postura de induccióntransferencial del analista.

Incluso un psicoanalista cuidadoso y empático que considera el aspecto del ahora de la


transferencia, se relaciona de manera diferente de lo que lo haría si la actitud
fenomenológica y/o existencial fuera fundamental. En esta última situación, lo que el
paciente sabe se trata con más respeto. Las inferencias e intuiciones del terapeuta se
identifican correctamente como suyas, y paciente y terapeuta trabajan para determinar si
hay alguna sobreposición entre las interpretaciones y aquello de lo cual el paciente se da
cuenta en sí mismo al enfocarse fenomenológicamente en el área de la interpretación.

Las relaciones en Ello son verticales, y aquellas en Tú horizontales. Un psicoterapeuta o


terapeuta corpol’al que cree saber la expresividad o apertura que debe tener el paciente; el
aspecto ideal del cuerpo, las técnicas o recursos que debe usar el paciente o las sugerencias
que deben ser consideradas como directrices para ser cumplidas, también está tratando al
paciente como ello. Un terapeuta gestáltico que usa su propio carisma o técnicas gestálticas
para un cambio rápido del paciente, sin basarse en el diálogo, en el Darse Cuenta y auto-
apoyo del paciente, es otro ejemplo de tratamiento vertical y alimenta el ego del terapeuta
más que la capacidad del paciente. El paciente puede lograr un ascenso temporal, pero no
sabe qué está haciendo, cómo lo está haciendo ni cómo apoyar su propio crecimiento. Los
terapeutas que inician el encuentro con el paciente con la idea fija de que éste no puede
auto-regular se sin el terapeuta, no están tratando al otro como persona.

Regulación "deberista"

Desde que nacen, los individuos se enfrentan a fuerzas socializantes externas, por ejemplo,
exigencias, ideales, patrones, etc. Estas normas extemas pueden ser automáticamente
rechazadas, consideradas y rechazadas/integradas, o automáticamente aceptadas y
asumidas. Esta última posibilidad es introyección o asumir sin asimilar. La regulación
deberista se basa en deberías introyectados e introyecciones. Los debería son afirmaciones
"obligatorias" que dicen al individuo cómo regular su conducta por medio de normas
externas, aisladas de las necesidades organísmicas y de la ponderación de las prioridades
internas. Los debería son entidades fijas más que procesos organísmicos, y carecen de
flexibilidad y sensibilidad. Cuando la persona inicia la regulación deberista, genera nuevos
debería que son impuestos en el sí mismo por el sí mismo, y no son un imperativo del sí
mismo total.

Por otro lado, cuando el individuo analiza, prueba, señala, elige y asimila los juicios de los
demás en los que él cree, y rechaza aquello que no se ajusta a él, se está regulando vía la
Auto-Regulación Organísmica. La Auto-Regulación Organísmica requiere que la persona
sea capaz de percibir tanto la realidad extema y sus necesidades, como las necesidades
internas, sentimientos y creencias, y luego saber holísticamente qué se ajusta a ella en el
ambiente. El "ajuste" requiere una conexión entre el verdadero sí mismo interno y el
aspecto externo del campo individuo/ambiente. Los terapeutas gestálticos trabajan para
lograr una regulación integrada basada en la síntesis dialéctica de exigencias en conflicto
(por ejemplo, sociales e impulsivas) llamada Auto-Regulación Organísmica. Esto
trasciende la dicotomía persona/ambiente.

La regulación basada en deberías es fija e inflexible, ya que se basa en una entidad


inmutable y no en la integración dialéctica que resulta de la consideración de exigencias
externas y necesidades internas. El carácter es el aspecto rígido de la persona, no
sensibilizado a la situación actual. A veces la Auto-Regulación Organísmica lleva a las
personas a abstenerse de expresar impulsos sanos cuando no se sienten a salvo para hacerlo
en una situación dada. Este auto-desistimiento se convierte a menudo en hábito y genera
conflictos caracterológicos rígidos y crónicos.

La complacencia utiliza la introyección, y es una forma funcional de manejarse cuando la


persona carece de un apoyo/madurez desarrollado para confrontar la presión ambiental y
elegir entre asimilar o rechazar. Cuando esta complacencia se automatiza y queda fuera del
Darse Cuenta, aparece el carácter rígido. El carácter es una regulación por medio de hábitos
más que una respuesta plenamente consciente al ambiente actual. Obviamente, el carácter
es necesario, ya que proporciona una base estable para relacionarse. Uno no puede
autoregularse respondiendo nuevamente, con el Darse Cuenta, a todos los aspectos de cada
situación. Tampoco podría existir la sociedad siendo todo tan impredecible. Lo que no es
dirigido por el Darse Cuenta, es dirigido por modos habituales de regulación. Para el Darse
Cuenta, es funcional desarrollarse cuando es necesario.

La regulación deberista siempre crea una división dentro de la persona -es inherentemente
dualista. Esto se debe a que se basa en introyecciones no asimiladas, es decir, procesos
ajenos a la persona. La respuesta neurótica usual a los debería es una rebelión automática
habitual o disfrazada de conformidad. Respuestas patológicas más caracterológicas
incluyen sobre-actuación antisocial y total división de las fuerzas separadas. Todos los
mecanismos intrapersonales dualistas constituyen simultáneamente problemas de límites
del ego, ya que la persona se relaciona con un aspecto y lucha contra la relación con otro.

Un paciente busca el cambio no sólo para sanarse, sino también desde una perspectiva
deberista, auto-rechazante: "Debo ser mejor". Los debería son a menudo resistidos con un
"no quiero" disfrazado de un "no puedo". (El paciente se dice a sí mismo que no puede ser
mejor, pero en realidad no quiere). Se niega su fuerza y no se reconoce el sano poder de la
resistencia. Los debería no se examinan de acuerdo a lo que es, y no tienen valor para la
persona en su existencia actual. El poder negado, el "vacío" en el paciente, se atribuye al
terapeuta. El paciente que no se ama a sí mismo, espera que el terapeuta lo ame. Perls decía
que un buen barómetro diagnóstico para detectar los vacíos en el paciente, es descubrir lo
que él trata de obtener del terapeuta (Robert Resnick, comunicación personal). Cuando el
terapeuta desempeña el rol de agente de cambio o rescatador, representa un lado de la
batalla interna del paciente y así pierde la posibilidad de ayudarlo realmente a integrar la
división.

Auto-regulación oiganísmica

La Auto-Regulación Organísmica se basa en el reconocimiento del conjunto completo de


información sensorial, mental y emocional, relativo a las necesidades y recursos tanto
internos como ambientales. Se basa más en asimilar que en introyectar o rechazar sin
suficiente conciencia para el desarrollo del Darse Cuenta. La regulación basada en el
reconocimiento y en la asimilación genera respuestas integradas. La Auto-Regulación
Organísmica se basa en algo más que el Darse Cuenta mental consciente, ya que muchos
procesos autoregulatorios no están en el mismo momento en el Darse Cuenta. Sin embargo,
el Darse Cuenta se desarrolla de acuerdo a la necesidad de la persona Organísmicamente
Auto-Regulada.

La asimilación requiere energía biológica (el término gestáltico es "agresión") dirigida por
el Darse Cuenta. Estos procesos son parte del límite interno/extemo. No son ni la
imposición de una regulación deberista externa en la persona, ni la imposición del
individuo en lo extemo (como en el narcisismo patológico o infantilismo). La respuesta
integrada es más bien una síntesis responsable de las fuerzas en conflicto reconocidas e
integradas.

Nótese la diferencia entre los conceptos individuo/ambiente dicotomizado y campo


individuo/ambiente, con el individuo y el ambiente como polos de un todo mayor. Un
individuo conceptualizado en forma separada del campo, se considera generalmente como
inmutable, esencia innata adherida sólo al organismo (concepto aristotélico). En terapia
gestáltica vemos un potencial de crecimiento derivado del campo organismo/ambiente. (La
teoría de campo es el marco conceptual apropiado para comprender esta distinción). El
cambio a través de la Auto-Regulación Organísmica no es el despliegue de una esencia
largamente escondida, sino más bien algo que se desarrolla y se conoce sólo al ser vivido
en el mundo. Un organismo sólo existe en un contexto.

La regulación debensta es como una entidad y ocurre una sola vez. La Auto-Regulación
Organísmica es un proceso que se renueva en forma constante. Es esencialmente un sistema
basado en la retroalimentación y el ajuste creativo continuo. Es un proceso biopsicosocial
que requiere un continuum del Darse Cuenta y atención constante a las nuevas necesidades
y recursos de cambio en sí mismo, en los demás y en la sociedad.

La Auto-Regulación Organísmica es un proceso natural que funciona a través de un


proceso de contacto/alejamiento. Dado que es un reconocimiento total del campo,
diferentes aspectos aparecen naturalmente en primer plano a medida que se necesitan. La
regulación deberista es artificial y funciona dicotomizando el campo; funciona a través de
un proceso de confluencia y aislamiento. La regulación deberista reconoce sólo un camino
correcto.

Polster establece dos principios de terapia gestáltica (Polster y Polster, 1973). Ambos son
aspectos de la Auto-Regulación Organísmica. (1) Lo que es, es. (2) Una cosa fluye de otra.
Destacamos lo que es, y seguimos el desarrollo de sucesivos primeros planos. El cambio
fluye entonces al reconocer lo que "es" más que al estimular "obligaciones". Este es el
proceso esencial de la exploración fenomenológica clínica.

La fe en la Auto-Regulación Organísmica significa aceptar al paciente tal como es en la


actualidad (como está siendo) y también confirmar su "devenir" -su potencial inherente
para crecer y cambiar la forma en que se está manifestando actualmente por una expresión
más plena de este potencial.

Hay una diferencia decisiva entre imponer cambios con deberías, juicios a uno mismo, etc.
y cambiar mediante el aumento del Darse Cuenta y la auto-aceptación, es decir, mediante
un sentimiento de reconocimiento de cómo uno es. Así podemos conocemos y crecer con la
Auto-Regulación Organísmica, mientras que con el enfoque de agente de cambio, uno se
divide en fuerzas que presionan para adherirse a un ideal y en fuerzas que se resisten. El
trabajo de diálogo y de Darse Cuenta de la terapia gestáltica está diseñado para reforzar la
capacidad de Auto-Regulación Organísmica, y no para desarrollar un nuevo carácter en
conformidad a una norma de salud mental de la terapia gestáltica.

Terapia sin un agente de cambio

Los pacientes acuden a terapia pidiendo cambios, generalmente sobre la base dualista y
deberista de tratar de ser lo que no son. El paciente está dividido contra sí mismo y pide al
terapeuta que tome partido en el conflicto intrapsíquico. Muchos terapeutas aceptan tales
contratos, y hay informes de algunos resultados positivos, pero también ha habido mucha
frustración. La teoría del cambio de la terapia gestáltica establece que mientras más uno
trata ser lo que no es, más permanece igual (Beisser, 1970). El terapeuta que intenta el
cambio sobre esa base, opta por cambiar algún aspecto particular de un paciente, a expensas
de reforzar el proceso auto-divisorio que inhibe la Auto-Regulación Organísmica.

Algunos terapeutas subrayan la aceptación como un camino para el crecimiento y la


sanación. Hay informes de algunos resultados positivos de esto. Algunos terapeutas,
especialmente los existenciales, hablan de aceptación, pero asumen el rol de agentes de
cambio. ¿Puede un terapeuta hacer algo más que sólo aceptar al paciente sin ser un agente
de cambio en el sentido discutido aquí?

Si el terapeuta define la tarea terapéutica como un mejoramiento del Darse Cuenta de lo


que es, a través de una relación Yo-Tú, utilizando el enfoque fenomenológico, puede
aceptar al paciente y realzar activamente el crecimiento sin ser un agente de cambio. Así, el
terapeuta es un "agente" o facilitador de cambio desde el no Darse Cuenta al Darse Cuenta.
Este es un objetivo de proceso y no un objetivo de dirección o contenido. Asimismo, si el
terapeuta define su tarea de relación como un contacto Dialogal, puede realzar activamente
el Darse Cuenta del paciente sin ser un agente de cambio. Por ejemplo, el terapeuta puede
observar en forma neutral, compartir selectivamente las observaciones y señalar cómo se ha
visto afectado personalmente. Contactar por medio del Darse Cuenta genera crecimiento.

El psicoanálisis también enfatiza la aceptación de la relación y del insight. Sin embargo,


esta aceptación funciona con una interpretación no fenomenológica y adopta una postura
psicológica de relación no dialogal. En terapia gestáltica, creemos que el método
fenomenológico-existencial facilita más la Auto-Regulación Organísmica del paciente y el
interés, empatia precisa, etc. del terapeuta. La interpretación de la neurosis de transferencia
como principal herramienta disminuye la responsabilidad del paciente, estimula la
transferencia, dificulta el contacto persona-a-persona y puede endurecer las defensas
cognitivas.

La aceptación y el poner entre paréntesis son la base de cualquier tratamiento


fenomenológico dialogal. En terapia gestáltica favorecemos esto utilizando insights del
terapeuta (por ejemplo, comprensión psicoanalíticamente informada) para guiar el enfoque
fenomenológiCQ, realzando así el desarrollo de insights sin que se convierta en agente de
cambio.

Ejemplo: un hombre ambicioso y testarudo niega el deseo de que se preocupen de él. El


terapeuta cree, a partir de la intuición o de un análisis teórico, que el paciente desea con
fuerza ser atendido y se resiste a darse cuenta de ello. Es probable que existan escasas
conductas directamente observables que indiquen la posible necesidad subyacente. Dos
intervenciones factibles:

Intervención por medio de la interpretación: "En realidad deseas ser atendido y lo estás
negando".

Intervención de terapia gestáltica: "Quiero sugerirte un experimento. Imagina que eres un


niño pequeño y tu madre te dice: ‘Te quiero mucho. Déjame darte un abrazo’. Ahora
imagina eso y dime qué experimentas.
Tanto la intervención fenomenológica como la interpretación están dirigidas por la
comprensión del terapeuta de las necesidades y dinámica del paciente. Sin embargo, la
intervención de terapia gestáltica no es interpretativa.

La elección de la herramienta fenomenológica se basa en la cornprensión del carácter del


paciente. La elección de un experimento en lugar de una afirmación verbal confrontacional,
se puede realizar sabiendo que este paciente compulsivo-obsesivo posiblemente quiere
evitar el Darse Cuenta de su deseo de dependencia, entregándose a una obstinada batalla de
poder o a la intelectualización. Si fuera un paciente histérico, el terapeuta quizás prefiera
técnicas cognitivas, tranquilizadoras, en lugar de técnicas "dramáticas", ya que el histérico
bien puede evitar el reconocimiento mediante la sobre-actuación, el histrionismo o la
pseudo-hiperemoción. Ejemplo: (En un grupo: el paciente revolotea de una persona a otra
de manera superficial, obteniendo atención sin reconocerlo}. Terapeuta: "Haz un
experimento. Contáctate con una sola persona". (El paciente lo hace}. "Nota que no
reconociste lo que él te dio".

Por otro lado, si el paciente estuviera deprimido, el terapeuta puede elegir una técnica en
que le solicita que se ponga de pie y haga algo. Ejemplo: terapeuta: "Ponte de pie. Ahora
imagina que tu esposa está aquí y te comunicas con ella sin palabras, con movimientos".

Sin un Darse Cuenta disciplinado, las técnicas son sólo exploraciones experimentales, el
terapeuta se convierte en agente de cambio, el paciente no desarrolla confianza en sus
propias herramientas para enfocar su Darse Cuenta, y los experimentos se convierten en
intentos de re-condicionamiento. A través del enfoque fenomenológico, el terapeuta puede
enseñar y permitir al paciente lograr insights, enfrentar asuntos inconclusos del pasado,
descubrir medios para reforzar lo que está actualmente al servicio del organismo, y re-
evaluar rasgos que la persona tuvo y ya no tiene.

La psicoterapia puede ser más eficaz en términos de aceptación e insight, realizando trabajo
fenomenológico directo para reconocer la resistencia y la evitación, por ejemplo, enseñando
al paciente a darse cuenta del proceso por medio del cual evita Darse Cuenta. Mediante el
enfoque fenomenológico y el diálogo abierto, el paciente puede llegar, en forma similar, a
darse cuenta de su proceso de relaciones en el presente, incluyendo la transferencia y otras
distorsiones paratácticas. En este contexto, el proceso significa que el paciente sabe
exactamente qué está haciendo y cómo. Al igual que en el psicoanálisis, se trabaja
directamente con la relación, pero usando enfoque fenomenológico y diálogo, en lugar de
promover una neurosis de transferencia que luego es interpretada por el terapeuta.

En terapia gestáltica, el foco está en lo que se debe explorar más que en lo que se debe
cambiar. El terapeuta gestáltico pone entre paréntesis y observa lo que es importante para la
regulación del paciente, teniendo fe en que el Darse Cuenta y el contacto conducirán al
crecimiento. La exploración vivencial se conduce neutralmente, explicando lo que es y
destacando lo que se debe llevar a primer plano para una Auto-Regulación Organísmica en
diálogo con el mundo. Este reconocimiento de lo que es, incluye aceptar que estar atascado,
infeliz, sin darse cuenta, frustrado, resistente, es. Es, y punto. La persona total es observada
y aceptada. Este es el soporte básico para realzar, restablecer o comenzar el diálogo de la
persona con el mundo.
Apuntar directamente al cambio, en vez de reconocer lo que es, y crecer desde ahí, viola la
actitud tanto dialogal como fenomenológica. La auto-aceptación y el pleno Darse Cuenta
apoyan un crecimiento organísmicamente determinado. Con frecuencia los pacientes se
trasladan prematuramente del reconocimiento de "cómo soy" al "qué puedo hacer al
respecto". Esta es una forma de renegar al tratar de cambiar uno mismo en forma dualista
(Yontef, 1976).

A veces un paciente cree falsamente que el terapeuta no lo acepta tal como es. A veces el
terapeuta se engaña a sí mismo creyendo que acepta al paciente tal como es, cuando en
realidad no es así. El trabajo de exploración debe incluir cómo terapeuta y paciente se
afectan entre sí y cómo ambos son afectados por cada nuevo Darse Cuenta. Si el trabajo de
Darse Cuenta es procesado por el individuo de manera tal que le provoque sentimientos de
no confirmación, depresión, etc., el paciente debe dialogar con el terapeuta y éste debe
facilitar la exploración sin defenderse.

En terapias sin agentes de cambio, el terapeuta es un consultor de investigaciones


fenomenológicas y un facilitador del diálogo. Asume la responsabilidad del entorno, se
comporta de acuerdo a lo que es más vital para él y se relaciona dialogalmente; el paciente
se regula a sí mismo de acuerdo a sus necesidades, en respuesta al terapeuta y al entorno
terapéutico. El terapeuta ayuda al paciente a reconocer su capacidad de dar respuestas
eficaces.

Ser un buen terapeuta gestáltico depende de una sobreposición entre las necesidades
personales del terapeuta y los requerimientos de la tarea terapéutica del paciente. El
terapeuta cuya tendencia es expresarse al paciente y facilitar su autodeterminación y
respuestas asertivas, se sentirá mejor en terapia gestáltica que el terapeuta que necesita
controles deberistas o que desea rescatar al paciente.

La confianza en el proceso de Auto-Regulación Organísmica significa no fomentar


tratamientos a través de una transferencia terapéuticamente inducida, ni creer que una
relación puede ser perfecta sólo porque el terapeuta es suficientemente aceptador, empático
y congruente. El paciente tiene su propio sistema regulatorio. Una buena relación es
trabajada por ambas partes, con y para el Darse Cuenta, y ésta es la esencia del proceso en
terapia gestáltica. El derecho y el poder del paciente para elegir y regularse limitan al
terapeuta, y significa que el paciente puede hacer algo que lo aleje de la noción de salud del
terapeuta. Esto no depende sólo del terapeuta.

El terapeuta es responsable del entorno, del contacto, de la cornpetencia, del interés. La


vida y el trabajo terapéutico del paciente son responsabilidad de éste. Parte de la
competencia del terapeuta es conocer y confirmar/reconocer aspectos desconocidos del
paciente. Para contactar el núcleo de la persona, el terapeuta debe tener su propia
perspectiva, conocer la del paciente, arriesgar, confrontar, enfrentar la rabia, usar tecnología
creativa, permitir la frustración. Reconocer lo que es, en el sentido del Darse Cuenta y de
un verdadero encuentro, es terapia -es el proceso natural de vivir y aprender.

Características de la relación dialogal


Una relación es un evento que ocurre -es un proceso. El proceso ocurre entre dos personas.
La relación se construye sobre el proceso de contactar, y debe cumplir con los requisitos de
contacto discutidos anteriormente: conexión, separación, movimiento y Darse Cuenta. Para
poder relacionarse, dos personas separadas y auto-definidas deben conectarse y reconocerse
entre sí, manteniendo también sus identidades separadas. En terapia gestáltica, la relación
se forma en torno a la tarea de realzar el Darse Cuenta necesario para la AutoRegulación
Organísmica. El contacto del terapeuta gestáltico está diseñado en la relación Yo-Tú. De
todas las formas de contacto, el contacto del núcleo de una persona con el núcleo de otra es
el que tiene el máximo poder para sanar las facciones en conflicto dentro de una persona
(véase nota 1).

Tanto las habilidades técnicas en la terapia como el contacto personal del terapeuta son
indispensables. Muchos han comentado las cualidades de contacto para una buena terapia.
La mayoría concuerda en que se necesita interés y comprensión del terapeuta, aun cuando
haya poco acuerdo acerca de qué constituye el interés y si debe o no ser exhibido
directamente. Por ejemplo, el psicoanalista clásico demuestra su interés de manera muy
diferente al terapeuta rogeriano clásico.

El diálogo exige que el terapeuta aborde al paciente con entusiasmo, en forma directa,
abierta e interesada. Pero siendo más específicos, ¿qué es el interés? Cualquier interés no es
sanador ni dialogal. El interés es una cualidad que pertenece a y sólo es eficaz como parte
del proceso de contactar. Es encontrarse con el otro realmente como persona. Es más que
tener un sentimiento o hacer algo por el paciente -es un proceso entre personas.

Discutiremos cinco características del contacto en la relación dialogal Yo-Tú de la terapia


gestáltica.

1. Inclusión

El terapeuta acepta la experiencia fenomenológica del paciente, entra respetuosamente a


su mundo fenomenológico, lo vivencia y acepta tal como es.

El terapeuta toma contacto con el paciente y al mismo tiempo se permite ser afectado por él
y por su experiencia. Trata de ver el mundo a través de los ojos del paciente. Buber se
refiere a uno de los elementos del Yo-Tú como inclusión, que es vivir en el polo del Otro
en la polaridad Yo-Tú, es decir, incluirse en el mundo del paciente (Buber, 1965a, 1965b).
Al practicar la inclusión, el terapeuta simultáneamente se relaciona con el paciente y reúne
información acerca de él.

Para entrar al mundo de otro sin deshonrarlo, un terapeuta fenomenológico pone entre
paréntesis, es decir, deja de lado sus perspectivas de vida y creencias acerca de lo que
constituye la información, apreciando igualmente la validez de otra realidad y de un
conjunto diferente de información.

Esta es una actitud tolerante, en la cual el terapeuta comprende y acepta a la otra persona
sin juzgar ni positiva ni negativamente sus actitudes y conducta.
2. Presencia

El terapeuta muestra su verdadero sí mismo.

Respeta suficientemente su verdadero sí mismo para conocerlo, mantenerlo mientras


practica la inclusión y mostrarlo en vez de "aparentar" -parecer otra cosa. Un terapeuta muy
preocupado que quiere parecer neutral, o asustado que quiere parecer tranquilo, o enojado
que quiere parecer aceptador y afectuoso, está aparentando en lugar de estar realmente
presente.

En la terapia dialogal, el terapeuta demuestra su interés con honestidad más que con
constante suavidad. No sólo permite al paciente ser quien es, se permite a sí mismo ser
quien es en respuesta. Esto es más que una cálida aceptación. El terapeuta gestáltico
además muestra sus dudas personales; expresa limitaciones, rabia y aburrimiento; comparte
observaciones de aspectos del paciente negados por éste, pero observados por el terapeuta
autónomo,- y sobre todo, tiene una perspectiva suficientemente separada que le da una
noción clara y precisa del carácter del paciente para guiar el trabajo.

Buber dice que aceptar al otro tal como es en un momento dado, es una condición necesaria
pero no suficiente para el éxito terapéutico. Un terapeuta exitoso además confirma a la
persona en su más pleno potencial (Friedman, 1976a, 1976b). Tal terapeuta trabaja más allá
de lo que el paciente manifiesta actualmente acerca de la persona que está llegando a ser.
La confirmación significa aceptación no sólo de lo que el paciente se da cuenta, sino
también de aspectos alienados/negados de su existencia. Esto necesita la autonomía y
presencia del terapeuta, así como su práctica de la inclusión. Un encuentro real de personas,
a veces significa dar algo no deseado, por ejemplo, retroalimentación precisa. Esta
presencia confirmadora a veces se mal interpreta como no aceptadora, como un rechazo a
cómo el paciente es en ese momento.

3. Compromiso con el diálogo

El terapeuta dialogal está verdaderamente comprometido con el diálogo; permite que lo


que está "entre" tome el control.

Inclusión y presencia son fundamentos necesarios para un diálogo. En conjunto, significan


que el terapeuta toma contacto de tal manera que se permite ser afectado por el paciente
(inclusión), y permite al paciente ser afectado por él (presencia). Observa cómo es el
paciente, en vez de analizar y buscar los debería, vive empáticamente en el mundo
fenomenológico del paciente y expresa su sí mismo interno en la medida que sea pertinente
para la tarea del paciente.

El terapeuta hace este contacto con la actitud Yo-Tú, y no con el espíritu de controlar,
condicionar, manipular, explotar al paciente con éstas u otras formas de Yo-Ello. El
compromiso con el diálogo significa una relación basada explícitamente en lo que se
vivencia, y respetando lo que vivencia el otro.
No podemos hacer buena terapia gestáltica sin el contacto YoTú. Pero la toma de contacto
no establece una relación.

Una relación se desarrolla cuando dos personas, cada una con existencia y necesidades
personales separadas, se contactan reconociendo y permitiendo las diferencias entre ellas.
Esto es más que la combinación de dos monólogos, son dos personas en un intercambio
significativo.

Un compromiso con el diálogo no sólo significa que cada uno expresa su sí mismo interno
al otro, siendo receptivo a su expresión; específicamente significa además permitir que el
resultado sea determinado por El Entre y no controlado por ninguno de los individuos.
Admitir el control solitario significa que cada uno es afectado por lo diferente del otro, y
hay un permiso para y una dedicación al proceso de diálogo. Este proceso dialogal es más
valorado en terapia gestáltica que cualquier otro resultado particular, y más valorado que el
control que pudiera asumir el terapeuta o el paciente.

Podemos "tomar" contacto mediante la fuerza de voluntad y mediante una elección. Pero en
un sentido más profundo, no podemos tomar contacto. El Contacto Mutuo es un evento
relacional que a veces ocurre cuando dos personas viven la actitud Yo-y-Tú y toman
contacto. El contacto mutuo está permitido.

Contrastar:

(1) "Tomar contacto", es decir, una persona "está ahí", en contacto y trabajando para
establecer una relación plena. El terapeuta puede estar alerta, compartiendo, asequible, al
margen de lo que haga el paciente.

(2) "Permitir contacto". Para esto se requieren dos y debe ocurrir mediante un acto de
gracia que va más allá de tomar contacto.

Cuando dos personas se muestran y expresan sus verdaderos sí mismos, en una actitud de
reciprocidad Yo-Tú, a veces se produce un libre flujo de energía afectiva entre ellas. Esto
se logra cuando ambas renuncian al control tanto de sí mismas como de la otra persona, y
permiten que ocurra el Tú. Buber dice que uno puede elegir actuar en forma afectuosa, pero
no puede elegir sentir amor, eso es algo que uno permite que ocurra.

Para lograr este evento relacional, ambas partes deben estar di: ponibles, dispuestas y ser
capaces de apoyar el contacto. En terapi; el Contacto Mutuo ocurre generalmente después
del trabajo prepar; torio -tomar contacto, aprender el enfoque fenomenológico, recom cer
las resistencias. Es lamentable que a veces dos personas se pe mitán ser quienes realmente
son, apoyando con honestidad t contacto, y no exista entre ellas el apoyo del Tú para el
Contact Mutuo. Parte importante de la responsabilidad profesional o de ott tipo, es saber
cuándo esto ocurre y aceptar los límites. Esto es part de rendirse a lo que ocurre entre.
No se puede saber con anticipación si el Tú se producirá. Viv mos vidas separadas,
"tomamos contacto", tenemos esperanzas. P( demos tomar contacto con una actitud que
permita profundizar < diálogo. Pero si intentamos que ocurra el Tú, en el propio proceso c
intentar nos tratamos a nosotros mismos y/o a los demás como u objeto manipulado o
idealizado. Por ejemplo, tratar de ser afectuos para que se produzca el Tú: se debe ocultar y
encubrir la rabia frustración del terapeuta. Si no se permite que estos procesos sea abiertos,
al igual como el afecto y suavidad, el contacto es entre de seres ideales llamados paciente y
terapeuta, y no entre dos person; reales. En la relación Yo-Tú a veces es necesaria la
confrontado (Buber, 1965a; Jacobs, 1978, p. 105). Después de estar presente, habe se
mostrado y arriesgado, entonces y sólo entonces es posible que s desarrolle el Tú entre las
personas.

Muchos terapeutas violan el Yo y Tú propugnando abierta secretamente que el paciente


adopte su versión del Yo y Tú. Cuand un terapeuta adopta la apertura, el interés, la
confianza, etc. como i principio ideal según el cual se debe vivir y lo usa como norma c
salud, este "humanista" ha impuesto una marca o cnteno exterm una nueva tiranía a la cual
adaptar a las personas. Esto es lo que ant< llamamos un "debería". Y un debería
humanístico es a pesar de tod un debería. El aspecto tolerante del Yo y Tú se violenta
cuando u líder de grupo desea que los pacientes compartan todos sus secrete internos,
cuando no se respeta la necesidad de alejamiento privacidad (tal vez llamándola
resistencia), cuando se denigra el u telecto o no se permiten respuestas técnicas, cuando el
terapeui trata de evitar que el paciente experimente frustraciones, o cuand exige una
reciprocidad tan completa como para eliminar una difereí ciación de roles entre terapeuta y
paciente.

El objetivo de la terapia gestáltica es sólo el Darse Cuenta y ce él la auto-responsabilidad y


la opción. Cualquier ideal al cual terapeuta quiera ajustar a las personas es una violación a
esto: relación, cuerpo, flujo de energía ideales. Esto significa que el paciente puede ser una
persona madura, pero que también puede elegir la manipulación, la reserva, etc. El Darse
Cuenta total no es un debería, sino sólo una herramienta o proceso que una persona aprende
y usa para su auto-regulación. No hay un proceso de Darse Cuenta ideal. La terapia
gestáltica ayuda a las personas a darse cuenta de su propio proceso de Darse Cuenta. La
terapia gestáltica ayuda a las personas a darse cuenta de su propio proceso de Darse Cuenta
para que puedan ser responsables y elegir en forma selectiva y discriminatoria -e incluso
elegir cuándo y dónde darse cuenta de su propio Darse Cuenta. El Diálogo y el Darse
Cuenta son procesos abiertos, más centrados en el presente que en un criterio cerrado,
orientado hacia el contenido. Un compromiso con el proceso de Diálogo es consecuente
con un objetivo de Darse Cuenta, ya que el Diálogo conduce de manera natural a
incrementar el Darse Cuenta y ya que éste es un aspecto necesario del Diálogo. Un
compromiso con el proceso de Diálogo no es consecuente con la primacía de cualquier otro
objetivo. Si el objetivo es la modificación de una conducta en particular, se crea una
presión para cambiar al paciente contraria tanto al Diálogo como a la exploración
fenomenológica. Un terapeuta puede ser Dialogal y explorar fenomenológicamente la
apertura y la expresividad, esperando que el paciente llegue a ser más abierto y expresivo;
un terapeuta no puede ser Dialogal y al mismo tiempo adoptar la apertura y la expresividad
como objetivo principal de sus intervenciones.
Para el psicoterapeuta, comprometerse con el diálogo y cumplir el objetivo del proceso,
significa tener fe en la dignidad inherente de cada persona y en su capacidad para regularse
organísmicamente. Contactar sin sobreproteger, negar o controlar, requiere de ese valor o
confianza en la autodeterminación. En última instancia, mostrarse uno mismo y permitir
que lo que está entre controle, es una forma de abandonarse basada en principio en la fe y
con la esperanza de que sea reforzada por la información vivencial.

4. No explotación

La terapia gestáltica es una relación persona-a-persona no explotadora ni manipuladora,


en la cual el terapeuta considera a cada persona como un fin en sí misma. Aunque en
terapia la reciprocidad no es completa y hay una diferenciación de tarea/rol, no existe una
jerarquía estimulada o impulsada por el terapeuta, es decir, la relación es horizontal.

Se pueden distinguir al menos cuatro formas de explotación: A Una persona tratada como
un medio para un fin; B. Desigualdad ei el lenguaje (verticalidad); C. El terapeuta no
realiza plenamente si trabajo; D. No tener en cuenta el límite contextual apropiado.

A. Una persona tratada como un medio para un fin. El contacto Ye y-Tú no sólo significa
reconocer y contactar al otro como personí sino también reconocer que el otro es, al igual
que yo, un fin que val la pena en sí mismo.

En la modalidad paciente-como-un-fin-en-sí-mismo, el terapeut tal como es contacta al


paciente tal como es, siendo el único objetiv aumentar el Darse Cuenta. Al actuar según
este modelo interhi mano, una persona se involucra plena e intensamente con una peí sona
o tarea, siendo tratadas como un Tú, como un fin en sí misma; y no como un ello (cosa o
medio para un fin). Para lograr esto, < terapeuta debe preocuparse más del proceso de
contacto honest entre personas autodeterminadas, que de cualquier otro resultado**.

Cuando una persona es tratada como una categoría, como u objeto a ser analizado, salvado,
transformado, dirigido, esa persona esl siendo tratada como un ello, como un medio para
satisfacer el ego di salvador, o algún objetivo o fin extemo (por ejemplo, salud menta
justicia social, etc.). La persona no es contactada. En terapia gestáltic cada persona, cada
encuentro, cada momento es tratado como un fi en sí mismo. Ya sea que la conducta de la
persona se juzgue coi sensualmente positiva o negativa, o que el encuentro lleve a ur
"sanación", todo es secundario frente a este énfasis de lo que es.

Los terapeutas tienen muchos valores, como el deseo de progres social. Si durante la
terapia, la importancia de estos otros objetive no se considera secundaria frente a la
autodeterminación del paciei te, éste está siendo tratado como un ello. Cada persona tiene
su propía habilidad para elegir, su propia auto-regulación, sus propios valores. Los
terapeutas gestálticos respetan las opciones del paciente (y sus consecuencias positivas o
negativas), aunque no concuerden o no las admiren. Se aprecia que el terapeuta comparta
sus valores con el paciente cuando se hace en un contexto de diálogo y poniendo entre
paréntesis, y no con una actitud persuasiva o autoritaria. La terapia gestáltica se basa en la
convicción de que el crecimiento individual, el Darse Cuenta y la responsabilidad fluyen de
este contacto y que el progreso social se logra mejor realizando la terapia en el diálogo Yo-
Tú, y no reformando al paciente.

El terapeuta tampoco es sólo un medio para un fin, ya que también es una persona. Si el
terapeuta es sólo un medio para la autorealización intrapsíquica del paciente, se reducen la
relación personaa-persona y el ámbito del Darse Cuenta. Terapeuta y paciente se actualizan
verdaderamente en un contacto consciente entre ellos.

B. Desigualdad en el lenguaje (verticalidad). Eckstein afirma que en la terapia


psicoanalítica, paciente y terapeuta hablan lenguajes diferentes, es decir, el paciente hace
asociaciones libres y el terapeuta interpreta (R. Eckstein, conferencia, 1978). En terapia
gestáltica, paciente y terapeuta hablan el mismo lenguaje de experiencias centradas en el
presente. El enfoque de lenguajes diferentes es vertical, el terapeuta hace algo para o por el
paciente. En la relación vertical (Simkin, 1976), el rol trasciende la diferenciación y coloca
a los participantes en una relación jerárquica. El modelo médico de paciente enfermo e
intervención dirigida sólo por el terapeuta, es un ejemplo de la actitud vertical. Los
movimientos en pro de la protección del consumidor y de la salud holística son, en parte,
movimientos hacia relaciones horizontales.

Hacer algo por o para el paciente dejándolo sin la herramienta para saber cómo hacerse
cargo de su crecimiento, es siempre vertical y en general también es psicológicamente
explotador. El paciente puede sentirse mejor debido a la intervención condescendiente
(vertical) del terapeuta, pero sin saber cómo lo logró, reforzando así la convicción de su
propia debilidad e irresponsabilidad. De esta forma, el sanador logra poder y status a
expensas del paciente.

La relación Yo-Tú es horizontal y no explotadora, caracterizada por el diálogo y el trabajo


en conjunto como iguales. El terapeuta asume la responsabilidad de establecer el clima para
el diálogo y de facilitar la experimentación fenomenológica del paciente. El diálogo
proporciona el contexto o medio para el crecimiento; el "trabajo" de Darse Cuenta ofrece
una herramienta o método para intensificar el foco en ese crecimiento que el paciente puede
usar a su favor. En el crecimiento dialogal, el paciente aprende lo que verdaderamente él
puede hacer. Ninguna terapia que carezca de este énfasis dialogal horizontal se puede
llamar terapia gestáltica.

Este enfoque horizontal afecta la forma en que se usan las técnicas. Llevar al paciente hacia
el objetivo con "técnicas gestálticas" es vertical y no terapia gestáltica. Esta manipulación
del paciente cambia los experimentos gestálticos de Darse Cuenta en programas, y reduce
la responsabilidad y apoyo del paciente (L. Perls, 1978). Es explotador en parte porque el
terapeuta se engrandece a expensas del paciente (por ejemplo, terapeuta carismático y
paciente agradecido).

La sanación es el surgimiento organísmico interno del paciente en el Darse Cuenta y en el


mundo. Esto ocurre a través del encuentro en un diálogo persona-a-persona. El encuentro
(no el terapeuta) es sanador, ya que participan los sí mismos internos. Este encuentro
explica los vacíos intrapsíquicos del paciente.
En la relación vertical, el terapeuta no comparte voluntariamente su mundo privado ni
estimula al paciente para que ingrese a él. El Yo del terapeuta permanece privado o
escondido, y el paciente es conducido abierta o secretamente hacia la transferencia más que
hacia una relación Yo-Tú. Los terapeutas gestálticos se muestran y trabajan en el Darse
Cuenta de la relación a medida que se desarrolla. No se estimula una neurosis de
transferencia -los problemas transferenciales se exploran y resuelven plenamente utilizando
el método dialogal fenomenológico.

En la relación terapéutica vertical, el foco está en el paciente, en sus problemas, patología e


historia, y esto tiende a considerarse como algo separado de la relación real -y a la relación
en el ahora se llega só7o vía conceptos de transferencia u otras distorsiones del paciente
que necesitan cambios. Así, la relación real queda en el trasfondo, como algo superficial.
La relación horizontal se centra en estar totalmente ahí uno con otro, viendo y oyendo
plenamente y expresándose en el presente. El diálogo horizontal es la matriz para llegar al
centro de la existencia del paciente. En terapia gestáltica, el Diálogo y la existencia actual
están en primer plano y la transferencia se maneja a medida que surge e interfiere.

No tener "deberías" es un aspecto de la actitud horizontal. Cada parte tiene valores, gustos
y aversiones, necesidades y deseos, y ambas son igualmente autodeterminantes y
responsables. Un terapeuta deberista actúa verticalmente. Un terapeuta que
encubiertamente cree que el paciente es responsable de satisfacer sus (las del terapeuta)
necesidades, cae en la actitud vertical. Un ejemplo es un terapeuta aburrido que atribuye
esto al paciente ("Tú eres aburrido") y espera que el paciente se convierta en una persona
más amena. Un terapeuta es no explotador y horizontal cuando expresa deseos importantes
para el trabajo terapéutico. Esta intervención requiere cautela de parte del terapeuta y gran
atención al nivel de apoyo del paciente y a su (del terapeuta) responsabilidad frente a sus
propias frustraciones.

La relación horizontal se basa en la convicción de que cada persona es responsable de sí


misma. Esto significa que cada una es el principal agente para determinar su conducta y es
responsable de su terapia -tiene literalmente la "habilidad de responder". Mediante el Darse
Cuenta, cada una sabe lo que valora, el poder que tiene y que no tiene. A través del
compromiso con el diálogo, puede surgir algo entre el contacto de dos personas que ejercen
su autonomía. (N.B., Sección C en relación a la responsabilidad del terapeuta).

C. El terapeuta no realiza plenamente su trabajo. El terapeuta tiene un contrato implícito


con un paciente, y su incumplimiento es una forma de explotación. Si el terapeuta no
realiza plenamente su trabajo, explota al paciente.

La buena psicoterapia requiere competencia técnica y buena relación. Estilos y sistemas de


terapia diferentes varían en cuanto a qué es una buena relación y qué intervenciones
técnicas son necesarias. Yo creo que un paciente es explotado cuando un terapeuta no se
responsabiliza de su competencia tanto en la relación como en el manejo de la modalidad
técnica, al margen de la escuela de terapia a la que pertenezca. Ni la autenticidad, ni las
habilidades usadas, ni la creación de técnicas son suficientes sin lo otro (Buber, 1967, p.
165; Yontef, 1969).
En terapia gestáltica, el trabajo del terapeuta incluye al menos establecer el clima para el
diálogo, practicar la inclusión, mostrar su presencia, comprometerse con el diálogo, ser no
explotador, vivir la relación, ser un guía vivencial fenomenológico y lograr una imagen
clínica precisa y holística del carácter del paciente.

Aun cuando la reciprocidad y la actitud horizontal son parte de la perspectiva gestáltica, la


reciprocidad no es completa. Por ejemplo, el trabajo del terapeuta es sólo de él. Aunque el
paciente tiene una responsabilidad paralela a cada una de las tareas del terapeuta, esto no
disminuye la necesidad de que el terapeuta haga su trabajo al margen de la conducta del
paciente.

Maurice Friedman se refiere a la reciprocidad del contacto, de la confianza y de la inclusión


(Conferencia y comunicación personal, febrero 25, 1979). En psicoterapia, la reciprocidad
de la inclusión no es completa (Buber, 1965a, 1965b, 1967, 1970; Jacobs, 1978, pp. 114 y
sgtes.; Simkin, 1976, p. 79). El contrato es enfocarse en el paciente. Más aún, el paciente
generalmente acude a la terapia con menos apoyo para el diálogo y el Darse Cuenta que el
terapeuta. Por ejemplo, el paciente a menudo no puede ver al terapeuta en forma precisa al
comienzo de la terapia (Buber, 1965a, 1970). Si el terapeuta puede ver al paciente con
precisión, tiene más habilidad para responder a la situación, es decir, respons-abilidad.
Además, si el paciente intenta con exageración ver al terapeuta en forma precisa y completa
tal como el terapeuta lo ve a él, sería imposible trabajar distorsiones transferenciales y otros
puntos ciegos crónicos.

El terapeuta gestáltico está abierto al encuentro para que el paciente pueda observar su
conducta, hablar acerca de la vida y sentimientos del terapeuta -si el paciente así lo desea.
Pero nuestro contrato es que el terapeuta utilice todos sus recursos durante un período de
tiempo para aumentar el Darse Cuenta del paciente. El terapeuta, al igual que el paciente,
puede crecer con esto, pero el contrato es centrarse en el paciente; aunque el contexto exige
que ciertas facetas del terapeuta estén en primer plano durante la psicoterapia, la terapia
gestáltica no exige una "división" entre terapeuta propiamente tal y terapeuta-persona. Una
división se puede mantener por la inercia o por una neurosis del paciente o del terapeuta.

Así, aunque los terapeutas gestálticos adoptan la actitud horizontal, el enfoque


paciente/terapeuta no es completamente mutuo. La privacidad del paciente es invadida con
preguntas como: "¿Qué vivencias ahora?". El foco está en el paciente, ya que se supone que
eso es lo que un paciente desea y necesita. Pero se respeta el legítimo deseo del paciente de
decir en ciertos momentos que no quiere hacer algo, que quiere pasar desapercibido o
centrarse en el terapeuta. Esto no se considera resistencia. (El terapeuta también es una
persona y puede necesitar privacidad. En una buena terapia gestáltica, esto se debe manejar
en forma directa y abierta, sin convertir la petición del paciente en "resistencia", violación
de un tabú o principio metodológico).

Como profesional, el terapeuta es responsable de acudir al encuentro preparado para tender


la mano, conocer y ayudar al paciente. Se prepara para hacer esto observando cómo se
apoya a sí mismo antes y durante el encuentro. El paciente generalmente no se prepara para
tender la mano, conocer y ayudar al terapeuta de la misma manera. A medida que la terapia
avanza con éxito, se va completando la reciprocidad.
El terapeuta actúa en forma explotadora cuando adjudica la responsabilidad (¿culpa?) al
paciente, en circunstancias que su propia negligencia es al menos en parte responsable de
un progreso inadecuado.

En estos casos (donde puedo lograr poca o ninguna integración satisfactoria) o carezco de
la habilidad para demostrar en forma convincente la necesidad de cambio y reorientación, o
bien yo mismo no estoy suficientemente integrado para darme cuenta de la crucial
resistencia (Fritz Perls, 1948, p. 578).

En lo que a mí respecta, quiero que mi paciente se mejore. Si no es así, debo descubrir en


qué he fallado yo al no darme cuenta o al no hacerlo darse cuenta a él en la relación en
curso (Laura Perls, 1970, p. 126).

¿Es verdad que la terapia debe terminar si el paciente puede ver al terapeuta con precisión?
Buber pensaba que sí (Buber, 1967, p. 173). En terapia gestáltica, hemos descubierto que al
cambiar de una orientación psicoanalítica a una fenomenológica, y de una base
transferencial a una dialogal, la terapia con frecuencia aumenta su eficacia a medida que el
paciente es capaz de relacionarse en el Yo-Tú. En terapia ocurre un mayor crecimiento
cuando al paciente se le perturba menos, y así puede contribuir más.

En terapia gestáltica entregamos una herramienta: el trabajo dialogal y fenomenológico.


Este se puede dirigir a otras áreas que no sean ver al terapeuta con precisión, por ejemplo,
ver al sí mismo en forma exacta, aumentar el Darse Cuenta, elegir un estilo de vida,
enfrentar nuevas dificultades, etc. En psicoanálisis, bajo cuya influencia estaba Buber al
referirse a la terapia, cuando se han trabajado los contenidos de la infancia y la
transferencia, teóricamente no queda nada por hacer. Es un modelo médico o de patología,
más que de crecimiento o madurez.

La actitud de Buber hacia la terapia presenta dos peligros. Tiende a asumir que la visión del
terapeuta es precisa y la del paciente no (Buber, 1970). Esto es válido sólo a veces.
También se corre el riesgo de convertir el Yo y Tú en un debería, es decir, en un objetivo
de la terapia. Nuestro objetivo en terapia gestáltica es el Darse Cuenta -incluyendo el Darse
Cuenta del Ello, del Tú, de cómo uno puede relacionarse de las dos maneras, teniendo por
lo tanto la habilidad para elegir. El Darse Cuenta permite elegir y relacionarse en el Yo y
Tú. Con este conocimiento se puede avanzar hacia un trabajo de Darse Cuenta más
profundo.

Algunos afirman que si el terapeuta estuviera auténticamente contactado, sin adoptar en


forma artificial la postura vertical (aparentar), sería la misma persona haciendo o no
haciendo terapia,- y si no, estaría siendo "falso". Es verdad que si uno no adopta una
apariencia de terapeuta, se reflejaría la estructura del carácter y dentro y fuera de la terapia
se exhibirían los rasgos "tipo terapeuta" y "tipo no terapeuta". Pero las personas son
auténticamente diferentes en diferentes contextos. Una persona es distinta como amante,
profesora, terapeuta, madre, abogado; la terapia no es lo mismo que la amistad. Según el
pensamiento aristotélico, los rasgos se adhieren a una persona al margen del contexto.
Según la teoría de campo, en la cual se basa la terapia gestáltica, los rasgos son una función
de la persona y del campo del cual ella forma parte. Al ser terapeuta, aparece un aspecto
cuidadoso y disciplinado que no está siempre en los otros contextos. Un terapeuta asume la
responsabilidad por el trabajo de crecimiento de otra persona, lo que sería ofensivo e
impertinente sin el contrato explícito de la sesión psicoterapéutica. La auto-exploración y
revelación del paciente no estarían a salvo sin los límites de la relación terapéutica. La
terapia proporciona un desafío dentro de los límites.

¿El uso de artimañas es una actitud explotadora (inauténtica)? O tal vez: ¿lo es no usarlas?
Yo creo que el terapeuta necesita poner todo su ser y recursos al servicio de la terapia. Es
igualmente explotador descartar un manejo técnico que aportaría algo al trabajo, o usar
"artimañas" para evitar el necesario encuentro personal.

D. No tener en cuenta el límite contextual apropiado. Existen otros límites a la relación


terapéutica profesional plena entre terapeuta gestáltico y paciente. Nada de lo que aparece
en este artículo perdona las conductas destructivas del terapeuta para la relación
terapéutica. El terapeuta es responsable de mantener una atmósfera conducente al Yo-Tú y
de ser el experto en los requisitos técnicos del trabajo de diálogo y de Darse Cuenta.
Algunas conductas se excluyen de la . relación plena porque son inconsecuentes con el
trabajo de Darse Cuenta o con el diálogo, debido a la sensibilidad de los individuos
involucrados (parte de cualquier relación genuina), a las limitaciones de una parte al
diálogo o a los límites éticos o legales de la sociedad en que vivimos.

Por ejemplo, los pacientes con tendencia a la vergüenza no pueden realizar un trabajo de
Darse Cuenta si están enfrentados a bromas, chistes o impertinencias (que ellos
experimentan como algo humillante, al mostrar lo absurdos e inadecuados que son). El
humor es un aspecto importante de la relación, pero el terapeuta que lo utiliza es
responsable de no hacerlo si conduce a un paciente a una mayor humillación. En esta
situación, el trabajo de diálogo y Darse Cuenta requiere discreción del terapeuta, para que
su libertad y creatividad no se conviertan en aspectos explotadores.

Parte del contrato implícito con un profesional es adherir a ciertas limitaciones externas. No
cumplirlas es una forma de explotación. Entre ellas están: cierto nivel de competencia,
conocimientos básicos generales, devoción por el bienestar del paciente y adhesión a un
código ético y a ciertos límites consensúales prescritos.

El Principio 5 de las Normas Eticas de Psicólogos, afirma:

5. Bienestar del Consumidor

Los psicólogos siempre están informándose de sus necesidades y posición inherentemente


poderosa frente a los clientes, para evitar explotar su confianza y dependencia. Los
psicólogos hacen lo posible por evitar relaciones duales con clientes y/o relaciones que
puedan desequilibrar su criterio profesional o aumentar el riesgo de explotación del cliente.
Ejemplos de estas relaciones duales incluyen tratar a empleados, subordinados, amigos
cercanos o parientes. La intimidad sexual con los clientes es anti-ética. (Normas Eticas de
Psicólogos, Revisión 1977, American Psychological Association).
Una relación comercial interfiere con la actitud terapéutica y cornplica la relación, ya que
enfoca la totalidad del mundo. La terapia es una preparación para la vida y no un sustituto
de ella. Cuando el terapeuta también es parte de la vida extema del paciente, ¿cómo trabaja
éste en esa relación con el terapeuta?

Las relaciones sexuales entre terapeuta y paciente son, al menos, dualistas. Están contra el
Código de Etica de la mayoría de las sociedades profesionales, y en California son además
penadas por la ley. Si el terapeuta se involucra auténticamente en el aspecto sexual, pierde
su perspectiva como terapeuta y asume la de amante. El paciente tiene derecho a suponer
que el terapeuta cumple las reglas del gremio, o bien informa al paciente de lo contrario al
comienzo. Además, el paciente tiene derecho a suponer que el profesional seguirá
cumpliendo (especialmente frente a la tentación) o dejará de ser terapeuta. A la luz de la
autoridad y del cansma, el paciente llega a una transferencia con el terapeuta, y en el
contexto social de la explotación sexual entre hombres y mujeres, es dudoso que los
terapeutas se puedan comprometer en una relación sexual no explotadora con los pacientes,
mucho menos hacerlo y ser percibidos como tales por éstos. La percepción explotadora que
el paciente tiene del terapeuta, correcta o incorrectamente, interfiere con la confianza
necesaria para conducir la terapia.

Por otro lado, si el terapeuta inicia relaciones sexuales porque "es bueno para el paciente",
está siendo mauténtico y por lo tanto contrario a la actitud dialogal sobre la cual se basa la
terapia gestáltica. mi opinión personal es que no se puede ser un terapeuta gestáltico
competente con un paciente con quien se tienen relaciones sexuales.

Resulta paradójico que, en cierto sentido, un contacto paciente/ terapeuta fuera de la terapia
pueda lograr una relación más plena, real y mutua; pero en otro sentido, la intimidad del
Yo-Tú y profundidad del Darse Cuenta sea menor si se trunca el florecimiento total de la
relación comercial, sexual, etc. El límite extemo puede facilitar una profundización de la
relación dentro de los límites. El crecimiento total de una planta a veces requiere poda o
cortes.

5. Vivir la relación

Contactar es vivir más que hablar acerca de vivir. Es hacer y vivenciar más que analizar. Es
tener una experiencia con el paciente en el presente. La sanación está en vivir en diálogo.
Los terapeutas gestálticos dejan salir toda la vivacidad que resulta del encuentro conjunto.

Contactar es relacionarse con lo inmediato y con la vida -ahora. Relacionarse es vivir más
que relatar historias. Es bailar, actuar, ejecutar, más que una enseñanza de pizarrón acerca
de bailar, actuar y ejecutar. Los terapeutas gestálticos se centran más en la experiencia que
en el concepto. Viven en el ahora más que hacer análisis del pasado. Llevan los aspectos
inconclusos del pasado al ahora con una serie de técnicas para que los podamos explorar,
probar, actuar, ver, y no sólo hablar de ellos.

La terapia gestáltica no tiene reglas contra la auto-revelación y activismo del terapeuta. En


el contexto de un tratamiento mediante neurosis de transferencia, nuestra revelación
espontánea al paciente (bailar, estallar de alegría, rabia o ternura) es sobre-actuación,
regresión, indulgencia narcisista, instigación y alteración de la exploración analítica. En el
contexto de la terapia gestáltica, esto puede ser parte vital de la intimidad realzada por el
Darse Cuenta de la relación Yo Tú, Los diferentes tipos de exploración indican una actitud
o pauta diferente para el terapeuta.

Es importante distinguir el comportamiento histérico, la regresión, la sobre-actuación o el


desequilibrio psicoticn de las expresiones intensas, vivas y significativas provenientes de
las profundidades de la relación en terapia gestáltica. Algunos críticos asumen con
arrogancia que los terapeutas gestálticos no perciben estas diferencias, o tal vez más
precisamente, creen que si el páctente presenta histeria o narcisismo en la terapia, es el
terapeuta quien lo está provocando, estimulando o bien no conoce la diferencia. También
he escuchado del narcisismo en terapeutas gestálticos individuales atribuido a la terapia
gcstáítica. Esta conducta surge en cualquier forma de psicoterapia.

Uno de mis alumnos tenía un paciente que estaba pasando p$ un impasse. En su imaginería,
el paciente se estaba ahogando —el afecto presente y no reprimido. Se sentía "loco" y
sobrecogido por estar más allá de sus limitaciones habituales. El supervisor analítico de este
alumno consideró la expresión del paciente como un desequilibrio, sin ver que en este caso
era una transición de la represión y la avtificialidad hacia al florecimiento pleno de la vida.

La relación en terapia gestáltica es completa, incluyendo la mayoría de los aspectos de la


condición humana: sentimiento, pensamiento, espontaneidad, experimentación programada,
tecnología, creatividad, pelear, amar, impedir el aburrimiento, etc. Cualquier omisión es un
punto ciego del terapeuta o del paciente, y como tal, reduce la relación. Si no estamos
sintonizados con las conductas interpersonales, intrapcrsonales o intencionales que están
fuera del Darse Cuenta del paciente, reducimos la relación. Trabajarnos para lograr un
Darse Cuenta donde antes había un escotoma.

Resumen
La terapia gestáltica es un sistema psicoterapeutico que combina diálogo y fenomenología
en una metodología clínica unificada. Comprender la metodología exige comprender
ciertos conceptos discutidos más arriba: fenomenología, Darse Cuenta, contactar, relación
existencial, regulación organísmica y deberista, y terapia sin un agente de. cambio. Se
analizaron cinco características esenciales de la relación dialogal en terapia gestáltica. Se
requiere una mayor chibo ración, especialmente de errores comunes en la práctica.

Notas:
* Los humanos no poseen una existencia -son su existencia. Crean su existencia mediante
la acción -estando-en-el-mundo. Las personas son procesos -una persona es una "no cosa".
Las personas son sus acciones y experiencias. Sartre pensaba que no había una "naturaleza
humana" absoluta. Una persona no está determinada por ninguna idea a priori o esencia
platónica. Los objetos que existen en sí mismos (en soí) son producidos en la matriz -su
esencia. Las personas existen por sí mismas (pour soi) y determinan su propia existencia.
Sin embargo, hay un "núcleo" de la persona que se refiere al "verdadero ser". A esto a
veces se le llama "esencia", pero no necesita ser visto como un concepto absoluto, estático
y cosificado como la esencia platónica. Utilizo el término "núcleo" para referirme a las
creencias, pensamientos, sentimientos, conductas y sensaciones que unifican a la persona
como tal y que le dan un sentido de "así soy en mi esencia". Por lo tanto, el "núcleo" es el
aspecto más preciado y vulnerable de la persona. "Núcleo" se refiere a aquello que es
verdadero para el sí mismo como totalidad. El sí mismo es un proceso vivo y no una
entidad estática.

** "¿Mantenemos nuestra postura de evitar normas externas (deberías) a las cuales


existencia del paciente se debe adecuar incluso frente a violencia potencial, vio] ción de los
límites del terapeuta y psicosis? Sí, aunque se alteren nuestras iritf venciones. En estos
casos es necesario, sobre todo, que el terapeuta mantenga esfuerzo de contactar al paciente
en forma no moralista ni defensiva. Esto inclu que el terapeuta exprese e insista en sus
propios límites personales, expresando s esperanzas, deseos y sentimientos. A veces incluye
emprender alguna acción pa controlar u hospitalizar al paciente, solicitar servicios de la
comunidad para él, e1 En tales acciones, el profesional trasciende el estrecho rol de
terapeuta. Aunque filosofía del Diálogo y de la Fenomenología es un antecedente útil, el
curso acción exacto en tales casos lo determina la situación total, incluyendo el contex
social y la formación del profesional, y no sólo su rol como psicoterapeuta.

La relación terapéutica Gestalt como


experiencia
20 febrero, 2014 by Alberti Mellucci Leave a Comment

1.- Un cambio de paradigma


Hoy somos los herederos de un cambio fundamental en el campo del tratamiento
terapéutico. La psicoterapia ha podido afirmarse como una disciplina autónoma gracias a
ese cambio. En el espacio de un siglo, la tradición de la psicología clínica ha consolidado la
idea de que en la relación entre el que sufre y el que cuida entran en juego sentimientos
profundos, energías afectivas, expectativas y disposiciones recíprocas de las que dependen
la calidad y el resultado de la relación misma.

Es lo que Freud comenzó a desvelar con su genio de innovador, liberando a la relación


terapéutica de la neutralidad ascética y de la objetividad del paradigma médico. El espacio
de la relación es el de las investiduras recíprocas, de las identificaciones y las proyecciones,
cuyos mecanismos y descripción han sido objeto de tanta atención de parte del
psicoanálisis. Subrayando el papel central de la relación en el tratamiento terapéutico,
Freud ha desplazado la clínica fuera del paradigma positivista de la ciencia moderna. Pero
en la tentativa de definir las leyes "objetivas" de la relación en sí misma, quedó prisionero
de ese paradigma y de la cultura de su tiempo.
Esto, sin embargo, no puede impedirnos reconocer el alcance de ese cambio. A partir de ese
cambio de dirección, la clínica ha comenzado a reencontrar su dimensión humana y ha
podido restablecer un lazo con lo que las culturas llamadas tradicionales habían enseñado
desde siempre: es decir, que solamente lo que ocurre entre el que sufre y el que cuida es
lo que ayuda a superar el sufrimiento.

Hoy muchos utilizan el lenguaje, todavía dominante, de transferencia y contratransferencia,


o bien hacen referencia a numerosas variaciones propuestas recientemente, en particular
sobre el tema de la contratransferencia, a través del gran trabajo conceptual y práctico que
lleva adelante el psicoanálisis contemporáneo; otros, incluso, buscan nuevos lenguajes para
expresar el paso que marca la salida definitiva de la clínica en relación con el universo
positivista.

En todo caso, cualquiera que sea el lenguaje utilizado, el espacio de la relación terapéutica
constituye hoy un objeto de reflexión o de investigación que concierne a toda la psicología
clínica en cuanto tal. Con este espacio es con el que todas las orientaciones
psicoterapéuticas deben, de diversas formas, medirse. Su definición, la individuación de las
dimensiones y de los procesos que la caracterizan, abren perspectivas estimulantes para la
investigación y para la práctica clínica. Las cuestiones que nos planteamos hoy van más
allá de la herencia psicoanalítica e implican el reconocimiento de otro cambio: aquel que
hace de la relación terapéutica una experiencia humana dotada de sentido para los dos
sujetos que participan en ella. La Terapia Gestalt se sitúa plenamente en el interior de este
cambio y ha acelerado ya su realización con su teoría y con su práctica.

A este campo de reflexión quiero contribuir atrayendo la atención sobre un aspecto que mi
práctica de la Gestalt en el Centro Alia de Milán (Italia) me ha ayudado a desvelar y que ha
llegado a ser para mí una clave fundamental de la relación terapéutica: quiero hablar del
hecho de que

Una persona que pide ser ayudada y una persona que ayuda se constituyen como un campo
de experiencia perceptiva y sensorial en una primera fase, y que las dos contribuyen a
construir.

El encuentro tan particular entre dos personas en situación terapéutica pone en juego,
ciertamente, de una parte y de otra fantasías, imágenes, sentimientos y pensamientos. Pero
todos estos niveles de la "vida mental" son vividos y experimentados a través de la
percepción corporal; son "padecidos"(probados) en el sentido literal del término, que no
tiene en absoluto las connotaciones negativas de nuestra lengua corriente: patior, en latín, y
pathos, en griego, significan en su origen una intensidad particular del "sentir". En un
encuentro entre seres humanos, cada uno de los dos "padece" la relación a través de una
percepción inmediata de proximidad o de distancia, de atracción o de repulsión, de
posibilidad o de imposibilidad de contacto. Cada uno "siente" la relación con el otro a
través de señales que se manifiestan en el cuerpo y a través de una percepción global de la
cualidad del encuentro, una cualidad sensorial que puede ser definida de forma aproximada
como "color" o "tonalidad" de la relación.
Proximidad y distancia son, pues, experiencias de simpatía y de antipatía en sentido literal,
formas de sentir la relación que nos colocan, respectivamente en consonancia o en
disonancia con el otro. Naturalmente, en el eje que une estos dos polos extremos se pueden
encontrar todos los estadios intermedios y toda la gama de matices. En estas páginas me
ocuparé, por tanto, de este aspecto de la relación terapéutica y de la manera en que
proximidad y distancia, como percepciones inmediatas y globales, pueden convertirse en
instrumentos conscientes del trabajo de ayuda.

2.- Impresiones
Cada terapeuta y cada paciente, si hablara de su primera entrevista y de las siguientes,
podría atestiguar que ha experimentado "impresiones" inmediatas en relación con el otro,
como por ejemplo, una sensación natural de bienestar o de fastidio, de irritación, de calma,
de desconfianza… La "impresión" no indica solamente una construcción mental, sino que
corresponde a la experiencia directa de lo que esa palabra indica en sentido literal: algo que
"se imprime" en el cuerpo, alguna cosa del otro que deja una marca sobre nosotros, alguna
cosa de nosotros que "marca" el cuerpo del otro.

Simpatía y antipatía indican para mí, mucho más allá del sentido corriente de esos términos,
los polos de ese continuum experiencial sobre el que se sitúan todas las posibilidades
concretas del encuentro: sentir-con, sentir próximo, sentirse atraído por, o sentirse en
oposición, sentirse distante, sentirse rechazado por. Antes incluso de transformarse en
pensamientos y emociones, y frecuentemente más allá de intenciones conscientes, estas
experiencias son sensaciones "padecidas" en el cuerpo (o "gozadas" en el cuerpo, visto que
el verbo actual no ha conservado de los equivalentes griego y latino más que la connotación
negativa); "sentidas" en el cuerpo, diría yo más simplemente. Esta experiencia inmediata o
global surge de forma simultánea en los dos participantes de la relación y caracteriza la
tonalidad emocional e influye de forma significativa en la cualidad de los intercambios
conscientes.

Este "color" de la experiencia, cualquiera que sea, se manifiesta a nivel corporal, y lejos de
ser un obstáculo para el encuentro, constituye el terreno sobre el que se apoyan
continuamente las dimensiones más visibles y más elaboradas de la interacción
(emocionales, lingüísticas, expresivas). Definida de esta forma, la experiencia de simpatía
y/o de antipatía se desarrolla permanentemente entre terapeuta y paciente: esta cualidad de
proximidad o de distancia, con todas las posibilidades intermedias que la caracterizan, es la
resultante de un campo de datos perceptivos (visuales, auditivos, olfativos, propioceptivos)
en el cual los sujetos están inmersos, y que se seleccionan y se recogen en el aquí y ahora
para formar esta Gestalt que nos hace sentir más o menos cerca de una persona.

Así se construye esta connotación global de la experiencia que se encuentra realizada a


nivel sensorial, este "color" o "atmósfera" que da una orientación particular a las emociones
y a los pensamientos (una orientación positiva o negativa, estática o dinámica, eufórica o
depresiva). Gracias a esta impresión inmediata, podemos decir a continuación que alguien
"nos anima" o "nos deprime", "nos emociona" o "nos deja indiferente", "nos agita", "nos
cautiva", y así sucesivamente.
3. Un cuerpo vivo
Partiendo de la observación clínica, y sin la pretensión de dar aquí un cuadro completo, voy
a indicar ahora algunos de los niveles de percepción que están implicados en ese proceso de
construcción del campo relacional.
Podemos imaginar la relación como un espacio habitado por una red de percepciones que
conciernen a los dos sujetos y que suministran las informaciones a partir de las cuales ellos
elaborarán sentimientos, pensamientos y conjeturas.

El simple hecho de ver hace ya presente a los interlocutores una enorme cantidad de
elementos, diferentes de los que suministra el intercambio verbal, y que se añaden al bagaje
de los datos aportados por la palabra y sus variaciones (silencio, ritmo, elementos
paraverbales). Cada uno de nosotros sabe que la posición de la cabeza, la expresión de la
cara, la postura de una persona nos hablan y contribuyen a la construcción de un "clima"
relacional. Del mismo modo, la forma del movimiento, su cualidad, su ritmo son elementos
elocuentes que introducen informaciones en el campo de la relación, confirman los datos
que recibimos de otras fuentes o bien los desmienten y, en todo caso, los enriquecen de
sentido y de matices particulares.

Sobre estos aspectos se desarrolla hoy la atención clínica en el seno de muchos enfoques
terapéuticos, incluso con el riesgo, frecuente, de transformarlas "comunicaciones no
verbales" en un puro inventario técnico y no en una dimensión de la experiencia vivida por
los sujetos. Una respiración oprimida o distendida, lágrimas o risas, olores singulares que
acompañan a las personas, no son solamente manifestaciones comunicativas, la expresión
de mensajes que cada uno envía al otro. En Terapia Gestalt, todo lo anterior son también los
elementos de un campo interactivo que cada uno de los interlocutores contribuye a
construir, incluso cuando se está en un grado de consciencia diferente. Las señales del
cuerpo son también las impresiones que cada uno produce sobre el otro y, en este sentido,
pueden llegar a ser para el terapeuta instrumentos conscientes de relación.

Esta impresión, cuando el terapeuta la hace consciente y la reconoce, le ofrece la


posibilidad de situarse en la relación, aproximarse o alejarse. Estar de frente, de lado,
próximo, lejano, acercase, alejarse, en Gestalt no son sólo metáforas, sino posturas,
movimientos, orientaciones en el espacio, formas de construir la sesión que hacen explícita
y experimentable la cualidad de la relación.

Para el terapeuta gestáltico, saber acoger las señales anejas y reconocerlas de su propio
cuerpo no puede ser solamente el resultado de una competencia técnica, sino también el
efecto de una implicación directa, de una capacidad de presencia que se elabora en el
interior de toda relación específica, en ese espacio particular o en ese tiempo único que
hacen de cada encuentro una experiencia. Asumiendo conscientemente su propia
proximidad o su propia distancia, su propia simpatía o antipatía, y dándoles físicamente la
posibilidad de experimentarse en el espacio-tiempo del encuentro, el terapeuta ayuda al
otro a encontrar, a su vez, su propio sitio.
En el trabajo de formación, los alumnos terapeutas aprenden en el curso de su
entrenamiento a utilizar conscientemente su "sentir", a través de la toma de conciencia y el
ejercicio de los canales de percepción, la atención a los mensajes propioceptivos y a las
dimensiones ligadas a los movimientos y al entorno. El terapeuta está así capacitado para
reconocer la cualidad "sensorial"del encuentro, ese punto particular sobre el eje
simpatía/antipatía donde él se coloca en un momento dado con relación a su interlocutor.

4.- Sim-patía / Anti-patía


Esta capacidad para colocarse y para reconocer su funcionamiento en la construcción del
campo, constituye la competencia específica del terapeuta y es su contribución auténtica de
ayuda a la relación. En efecto, haciendo explícita su posición de proximidad o de distancia,
por las formas y las modalidades que cada tipo de relación permite, el terapeuta puede
ayudar al otro a situarse a su vez de forma real en la relación. Es decir, que puede ayudar al
paciente a asumir progresivamente sus responsabilidades en la construcción del campo
relacional, abandonando poco a poco las formas precedentes que están en la base del
malestar que ha conducido al paciente a la terapia.

La relación real, es decir, construida conscientemente colocándose en su exacto lugar y


"sintiéndose" en su justo sitio, substituye así en la progresión de la terapia las formas
"patológicas" de la relación misma; es decir, aquéllas en las que se niega, o se rechaza, se
anula la alteridad, aquéllas en las que la alteridad es fantaseada o vivida como insostenible.

La capacidad del terapeuta de estar presente y de situarse poco a poco en la distancia que su
sensación le autoriza, favorece así la posibilidad para el paciente de ponerse
conscientemente en su sitio, de "sentir" a su vez; es decir, de asumir de forma explícita su
modo de "padecer" la relación. El paciente aprende a reconocer lo que experimenta, no sólo
a través de la experiencia inmediata de su propio "padecer" (pathia) (sim-, anti-, y ¡todos
los escalones intermedios entre esos dos polos!). Así podrá él, poco a poco, dar lugar a la
difícil experiencia de ser y de ser con.

La competencia del terapeuta consiste justamente en su capacidad de graduar esta forma de


intervención en el curso del camino recorrido con él. El ajuste creador de la proximidad-
distancia "sentida" por lo dos interlocutores acompaña todas las transformaciones y los
ajustes de la relación.

Para el terapeuta, es ésta la verdadera experiencia del amor: la posibilidad ofrecida al


paciente, y construida con él, de experimentar un proceso desde la dependencia a la
autonomía. El amor, en la relación terapéutica, es siempre y solamente el amor por la
libertad del otro.

Por eso es por lo que el terapeuta no teme la distancia, busca la simpatía, aunque tenga el
valor de recorrer con el paciente los territorios difíciles de la antipatía.

5.- El grupo como crisálida


Este modo de relación, en mi práctica de la Gestalt, se verifica lo mismo en la relación de
individuo a individuo que en el grupo. El contenido de mis propuestas hasta aquí se ha
referido en particular a la relación dual; por eso yo quisiera dedicar la última parte de este
artículo a la práctica de grupo, tanto si es terapéutica, formadora o de supervisión.

En nuestro tiempo, nos pasamos la vida en grupos. En familia, en el trabajo, en nuestro


tiempo libre participamos en grupos, pasamos de un grupo a otro, entramos en grupos ya
constituidos, quizá los constituimos nosotros mismos. El grupo es un recurso extraordinario
pero también una exigencia que no podemos eludir. Así es como podemos, en los grupos,
gracias a los grupos, aprender a vivir.

En Terapia Gestalt, el grupo es un momento esencial del proceso terapéutico, pero es


solamente un polo del movimiento entre "dentro" y "fuera", entre uno mismo y los otros,
entre proximidad y distancia. Adquiere sentido cuando está en relación con el otro polo, el
de la psicoterapia individual, en la cual la persona se confronta con el tiempo y el espacio
de su propia unicidad. En nuestra práctica, hay generalmente dos formas de entrar en un
grupo terapéutico. En el primer caso, el grupo es la ocasión de una toma de contacto inicial,
con vistas a una psicoterapia individual. Un espacio de exploración, curiosa y circunspecta,
una forma de conocer y de poner a prueba a uno mismo o al terapeuta, o, lo más frecuente,
ambos. El grupo es entonces una especie de introducción realista a los misterios, a los ritos
del proceso terapéutico: ayuda a disolver la construcción imaginaria que el sujeto ha
elaborado en sí mismo y da, por contraposición, consistencia a la figura del terapeuta, a las
técnicas utilizadas, a la forma de relación.

Pasando de las expectativas y de los miedos largamente fantaseados a la experiencia, de las


palabras leídas o escuchadas al encuentro cara a cara, la persona puede mirarse y mirar,
puede decidir y asumir la responsabilidad de las dudas, del malestar, de las esperanzas que
le han conducido a establecer el primer contacto. El grupo da miedo, pero también protege,
crea ese filtro que permite el acceso progresivo al espacio interior, facilita el reconocerse
con los otros y hace descubrir que los problemas humanos son siempre comunes. Después
de este contacto introductorio, cuando llega la elección de comenzar una terapia individual,
se puede decir que esa elección constituye ya una parte del camino, algunas veces incluso la
más importante. Justamente porque tiene un papel tan delicado es por lo que este acceso al
grupo siempre está precedido, en nuestra práctica, de una entrevista clínica individual.

Otra manera de utilizar el grupo, y para nosotros la más frecuente ahora, es proponer
sesiones residenciales (en grupo) a personas que están ya implicadas en un proceso
terapéutico individual. En un cierto momento del recorrido, no siempre fácil, que lleva a la
consciencia, cuando los sufrimientos y los problemas que han empujado a la persona a la
terapia comienzan a cambiar de sentido, cuando la transformación no es solamente una
desconocida y es ya más una esperanza, se hace posible entrar en el espacio común e
intercambiar con los demás sus propias dificultades y descubrimientos.

El grupo funciona entonces como un espacio para poner a prueba las pequeñas
conquistas, para medir el riesgo de dar nuevos pasos, para afrontar progresivamente y con
respeto los miedos más arraigados.
En fin, el grupo ocupa un lugar central en nuestra práctica de formación. A través del
grupo, los alumnos que quieren formarse en Terapia Gestalt son invitados a explorar sus
motivaciones, a vivir su implicación afectiva, a confrontar las dificultades y los recursos de
su práctica profesional. El grupo es, en este caso, laboratorio y espejo, lugar de experiencia
y de reflexión, límite para la disciplina que el aprendizaje exige y resorte para la autonomía
a la cual la formación debe preparar.

Pero ¿cómo traducir en palabras las mil y una facetas, las innumerables solicitudes que la
experiencia del grupo produce? A riesgo de repetir lo que ha sido ya dicho y escrito…

Entro y les encuentro allí, en círculo. Los asientos que se han dispuesto con anterioridad
han diseñado la forma y el espacio. Se han agrupado en un lado, lo más lejos posible del
lugar donde ellos imaginan que yo me voy a sentar. Pero en lugar de eso, voy a instalarme
en el único asiento libre que queda entre otros dos asientos situados en la zona ocupada del
círculo. Mis vecinos se agitan un poco, me envían sonrisas intimidadas, se resignan a
tenerme a tan corta distancia. Los últimos participantes llegan entonces y se van a sentar en
los asientos libres. El círculo está completo. Hago circular mi mirada y, como si fuera la
primera vez, siento el mismo asombro, la misma cálida emoción, mezcla de atracción y
de miedo.

¿Cuántas veces me he sentado para conducir un grupo? ¿Y cuántas veces me he encontrado


en el círculo topando con la mirada del que conducía el grupo? Ya no me acuerdo, pero sí
recuerdo la sorpresa y la magia que el grupo ejerce sobre mí.

Una especie particular de silencio, absorto y denso, hace de este momento el espejo de
todos los umbrales. Suspensión en el tiempo antes de entrar más adentro. Después de las
palabras, de las cortesías, de las miradas abiertas o furtivas, de colocarse bien en el sitio, del
ruido de los cuerpos y los objetos, cae de golpe ese silencio, ese conglomerado instantáneo
de todos los pensamientos y de todos los gestos, ese vacío y esa plenitud en acto. Estamos
allí, todos y cada uno, y el círculo nos contiene, ese círculo que formamos nosotros
mismos. El círculo hace de nosotros un grupo, pero quizá no lo sabemos todavía. El círculo
o grupo es el crisálida que nos hará nacer.

Todo el mundo tiene la tendencia de no llevar al grupo más que una parte de sí mismo.
Estar en un grupo quiere decir, normalmente, hacer coincidir sólo la parte que estamos
dispuestos a poner en juego y a presentar: el conflicto o la armonía, el miedo o la
desconfianza, la enfermedad o su negación, el rol, el poder, la fantasía, el juego.

Todo el resto queda en la línea del fondo, quizá conscientemente escondido o mantenido
allá, quizá confusamente negado, rechazado, aplastado. El grupo está ahí y nos permite
escondernos en él, con nuestra pequeña brizna de vida, con toda la potencia inexpresada de
nuestra presencia. Está ahí, delante de nosotros, fuera de nosotros y ante nosotros, extraño y
acogedor al mismo tiempo. Nos hacemos en él un nido, camuflados por el hecho de estar
entre tantos otros.

Yo digo pocas palabras, un poco por seguir el rito y un poco para liberar mis ansiedades.
Después les invito a hablar, a decir lo que les ha traído hasta aquí, qué cuestiones, qué rutas
les han guiado. De algunos, ya lo sé; de otros, sólo el cuerpo me lo ha dicho ya. Ahora
estallan las palabras, distantes o próximas, rítmicas y equilibradas o discontinuas, palabras
y cuerpos en disonancia o en armonía.

Nuestro papel en el grupo llega muy pronto a sus límites, revela su inadecuación, nos
manifiesta los límites del juego desarrollado hasta entonces, se confronta a otros roles.
Estamos incómodos, a ratos el suelo se hunde bajo nuestros pies y tememos que nuestra
sólida fachada se desmorone, después de lo bien construida que parecía. ¿Tendremos fuerza
para reconstruirla?

Hay algunos que están dispuestos a ir más allá de las palabras que ya se han dicho, para
otros el esfuerzo ya ha sido demasiado grande; se retiran y se callan. Podrán quedarse con
nosotros o alejarse y volver más tarde, cuando quieran de nuevo ser parte activa. El grupo
permanece.

El grupo continúa conteniendo y guardando la necesidad de acercarse o de retirarse, y


también el ritmo de la maduración. El grupo, en mi práctica de la Terapia Gestalt, no
impone en absoluto las reglas de la comunicación, pero acoge la dinámica del cambio y de
la parada: hace vivir las etapas penosas y exaltantes, la confusión del miedo y la
iluminación de la consciencia.

Y así es como el movimiento físico de la retirada, el espacio aislado que todo individuo
puede fabricarse en el interior del espacio común, permite la lenta acumulación de los
caminos, los ritmos variables de la simpatía y de la antipatía. Hasta el nacimiento, si es que
es de nacer de lo que la persona tiene necesidad.

Los modos de relación en la Psicoterapia


Gestalt
29 mayo, 2014 by Autor(a) Invitado(a) 3 Comments

Los modos de relación son las diferentes formas como me relaciono con mi entorno, pero
también se les conoce como modos de evitación, ya que también se utilizan para evitar el
contacto. Esto hace que cada uno de ellos tenga una parte funcional y una parte
disfuncional. Son pautas.

Los 8 modos de relación, se clasifican a su vez en: Información, Relación, Energía y


Atención.

Información.
La Introyección: Es tragarnos las ideas, conceptos, dogmas, etc. sin masticarlos, sin
analizarlos ni cuestionarlos.
 Cuando es funcional, ayuda a iniciar el aprendizaje social, se relaciona con nuestra
capacidad para confiar, capacidad de adaptación, cuando "me trago" lo nutriente,
facilita el aprendizaje.
 Cuando es disfuncional, no hay autocrítica ni postura propia. En su forma más
disfuncional, son personas sin identidad ni criterio propio que hacen lo que creen
que se espera de ellas. Hacen lo que dicen los demás, dificultad para distinguir sus
propias ideas, sentimientos o pensamientos, su frontera es permeable y asume lo del
ambiente como suyo. Siempre preguntan a los otros qué deben hacer.
 Culturalmente son los matriarcados y las religiones dogmáticas.
 En terapia se trabaja con la capacidad de criticar, de analizar y de cuestionar.
Recuperar identidad y opinión personal. Puedo tener introyectos, pero no por eso ser
un introyector. Se cuestiona ¿dónde lo aprendiste?, ¿con quién?, ¿qué amenaza?, se
trabajan los quieros contra los debos para darse cuenta de lo que se hace sin estar de
acuerdo. Se trabajan sensaciones y pasar las ideas o creencias por el filtro de la
experiencia.

Proyección: Responsabilizo al entorno de lo que es mío. Proyecto lo que no reconozco o


rechazo en mi mismo, y lo desproporciono en el otro. Digo "yo no soy eso".

 En su forma funcional, es parte de nuestra percepción mientras no se rigidice. Se


puede descubrir "afuera" lo propio, implica un cierto nivel de perspicacia, en la
empatía, en el arte. Promueve la empatía y es una herramienta de trabajo en Gestalt.
Enamoramiento, se puede ver lo propio en los otros.
 En un modo disfuncional, genera que se culpe a los otros, se persiga, se rechace o
exista una exagerada admiración o idolatría por otros. Reacciono
desproporcionadamente, pero en proporción directa a lo que rechazo en mí. Digo:
yo no soy eso! Veo y pongo afuera lo que tengo dentro. El proyector responsabiliza
al ambiente, dirige la energía hacia afuera, se victimiza y no se ve a sí mismo, solo
ve al otro.
 La proyección es una herramienta útil en terapia. Una técnica muy utilizada es
convertirme y actuar en un objeto, y describir como soy, para que sirvo, etc. Le pido
a mi cliente que se convierta en aquello que percibo con más energía emocional.
Cuando puedo actuar un papel de algo que rechazo, lo rechazo menos porque ya
viví la experiencia de ser así. Con los niños se trabaja mayormente con proyección
(arenero y teatro guiñol). Sueños y síntomas también se trabajan así. Socialmente, el
ejemplo es Estados Unidos, donde el enemigo está afuera.
 En terapia se trabaja con:
o La reidentificación para recuperar la proyección. Consiste en responsabilizar
al cliente de lo que piensa lo que siente y lo que hace. Promover la
responsabilización de lo que le gusta y disgusta de sus necesidades. Aceptar
que potencialmente podemos ser todo.
o La técnica de inversión consiste en invertir los papeles de lo que se dice.
Ejemplo: "Mi marido ya no me quiere", cambiarlo por "ya no quiero a mi
marido", después se revisa que tanto checan o no las frases resultantes.
o También se trabaja con las ambivalencias, ya que es muy difícil trabajar con
lo 100% negado. La pregunta es: ¿qué rechazo en el otro que rechazo en mí?
Los proyectores no llegan fácilmente a terapia. La paranoia es proyección extrema.

Relación (Límites)
Aislamiento: Es la tendencia a estar solo y a la autosuficiencia. La frontera es rígida e
impermeable. Hay autosuficiencia y pobre valoración de los de afuera.

 En su forma funcional, nos sirve para poner límites, para lograr un auto apoyo y
para los momentos de meditación y reflexión.
 En su forma disfuncional, no hay vínculo con los demás, solo hay "yo", no se les
valora, hay temor a ser dominado y por lo tanto un bloqueo a cualquier aportación
nutricia de los otros. No se puede permanecer en una relación por miedo al vínculo
o a ser dominado.
 Culturalmente, es útil para algunos trabajos como investigación.
 En terapia se trabaja en la búsqueda de semejanzas y similitudes. Se promueve la
valoración de los demás. Se busca de dónde surge el miedo al contacto (rechazo) y
se trabaja con la necesidad de afecto y relación. Se revisa la mirada, postura,
respiración y lenguaje corporal. Generalmente hay herida primaria de
sobreprotección. Es importante revisar si viene de alguna experiencia obsoleta, y
de ser así, actualizarla. Promover el darse cuenta de la zona externa, y el reconocer
cual es la amenaza o de qué, o quien se quiere estar aislado. Es necesario
concientizar e identificar el aislamiento, así como la necesidad de afecto y de
relación. Se revisan las rutinas.

Confluencia: La confluencia es un deseo de fusión con el otro. Se usa la palabra


"nosotros". No hay novedad. Todo es fondo. No pongo límites.

 Es funcional cuando se trabaja en equipo, en algunos deportes, para fomentar la


pertenencia y mantener relaciones sentimentales.
 En su forma disfuncional, puede generar sobre dependencia, pérdida de
autonomía, ser invasivo, fobia al aislamiento, temor a estar solos y miedo al
conflicto. Generalmente hay herida primaria de abandono. No se toleran las
diferencias, y eso puede generar persecución y racismo. La frontera es permeable,
se desea ser incluido e incluir. El confluente activo dice: "tienes que ser como
nosotros", y el confluente pasivo dice: "lo acepto". Siempre que hay confluencia
con algo, hay aislamiento en otra área. La confluencia busca la similitud, el
aislamiento la diferencia, pero el contacto se da en el centro.
 Culturalmente se observa en bandas, religiones, sectas, etc.
 En terapia se trabaja con la diferenciación, con la recuperación de la identidad a
base de preguntas como: ¿quién soy? y ¿qué quiero?, se revisa el miedo a la soledad
y al conflicto, se trabaja con la herida primaria y con los límites. Un paciente
confluente trata de agradar. Preguntan: ¿Tú qué harías? Porque la autoridad está
puesta afuera.

Energía
Retroflexión: Me hago a mí mismo lo que quisiera hacer a los otros, o lo que quisiera que
los otros me hicieran a mí. Se detiene la energía, se contiene.

 La retroflexión primaria es cuando la interrupción se da entre la formación de la


figura y la movilización de la energía, llamada represión ideológica.
 La retroflexión secundaria se da entre la movilización de la energía y la acción,
llamada represión fisiológica. La retroflexión involucra a los músculos.
 Es funcional ante un peligro, y cuando se requiere disciplina y autocontrol.
 Es disfuncional cuando hay auto castigo y cuando ya hay sintomatologías graves
por la paralización crónica de energía. Las religiones de autocontrol exagerado son
retroflexivas. Los hombres retroflectan la tristeza y el afecto, y las mujeres el enojo.
Buscan ir a terapia porque físicamente les duele. En terapia se abren los temas más
retroflectados. Los retroflectores tienden a ser gorditos pero musculosos, ya que
físicamente es el modo más evidente. Hay muchos síntomas y poca motricidad.
 Contra la retroflexión, la expresión, que se trabaja en 3 niveles:
o imaginativa (me imagino diciéndolo),
o verbal (digo lo que pienso) y,
o emocional (digo lo que siento) con la técnica del CEDE.
 En terapia: si se contacta con la emoción reprimida, pasamos a la Direccionalidad,
si se hace contacto con la tensión física, se pasa a la Expresión.
o La exageración consiste en exagerar la tensión física y ver que imágenes
aparecen, que sensaciones, sentimientos o frases surgen;
o direccionalidad consiste en preguntar ¿con quién?, ¿de qué? Y ¿en qué
entorno se da? y;
o expresión que puede ser imaginativa, verbal y emocional, imaginando a la
persona involucrada frente a nosotros. Hay que revisar donde se detiene,
cómo se detiene, cuándo y frente a qué o a quien se detiene. El objetivo es la
expresión pero con contacto emocional.
 Si el paciente ya no puede seguir comunicando verbalmente, no lo regreso a la
imaginación, sino que utilizo recursos como golpear algo, exprimir, romper papeles,
etc. Se trabaja con expresión, movimiento, descarga de energía, exhalación, ir hacia
afuera (ejemplo: clases de baile).
 Trabajo de parte: Identificar la parte, buscar la característica, convertirse ella,
relativizarla, asimilarla e integrarla. Trabajo con la parte disminuida, porque la parte
"pesada" sí la sé hacer.

Atención (figura-fondo)
Fijación: Es un exceso de control, en donde no se toman riesgos y la frontera es rígida.
Solo se ve una figura. Los fijados hacen listas, tienen rituales e ideas obsesivas.

 Es funcional en la formación de hábitos, para el logro de metas y para lograr una


constancia y perseverancia. Gran capacidad de concentración, cuando se convierte
en la perseverancia necesaria para superar situaciones difíciles, tolerancia a la
frustración; no podríamos realizar planes a largo plazo sin esta capacidad de
fijación. Se requiere para situaciones complejas. Tenacidad, los hábitos ahorran
tiempo y energía, la fijación tiene una parte de compromiso con una figura.
 Es disfuncional cuando algo que nos ahorraba trabajo, nos esclaviza, cuando
romper un ritual genera ansiedad, cuando se vuelve obsesivo-compulsivo, cuando
no se soporta la novedad y cuando hay estancamiento. Se observan muchas
experiencias obsoletas. La obsesión es sobre ideas y la compulsión sobre acciones y
rituales. Existe un exceso de control.
No permite nuevos intereses. Se estanca, no avanza, se queda con lo viejo y
conocido esperando pasivamente que llegue algo mejor, hay reducción del contacto,
lo que provoca aburrimiento y deterioro, disminución progresiva de la conciencia,
atención compulsiva a una figura = obsesión, rigidez. En la fijación muy
disfuncional no hay novedad, el problema de la fijación es la falta de flexibilidad.
 Culturalmente la vemos en rituales como la navidad. El problema es cuando hay
un ritual vacío.
 En terapia se trabaja con la dispersión y con la novedad. Se promueve la toma de
riesgos, el buen humor y la creatividad. Se revisan las fijaciones que generan
sufrimiento y quitan libertad. Es más fácil trabajar con los rituales que con las ideas
fijas. Se apoya el entusiasmo que genere novedad. Se promueve el contacto con
diferentes figuras alternativamente y el cambio de foco de su atención.

Deflexión: Se evade la figura que resulta amenazante. Se cambia continuamente de figura y


se dispersa la energía. Se cambia el foco de atención hacia otras cosas porque la figura
emergente es amenazante. Hay angustia de permanecer en la situación. A diferencia de la
retroflexión, aquí se cambia la dirección de la energía, no se contiene, sale, se distrae o se
dispersa. Un deflexivo no ve a los ojos, contesta a una pregunta con otra, no habla en
primera persona, bromea, no escucha, etc.

 Su parte funcional, nos permite la elaboración de ajustes creativos para


protegernos, así como en situaciones de sufrimiento o que nos rebasan. Es útil para
quedarme sin poner atención. En los momentos de negación de eventos traumáticos,
nos ayuda a superarlos.
 En su parte disfuncional, genera fobia al dolor, o al placer. Se pierde la habilidad
para enfrentar conflictos o contacto con el otro afectado. No se concretan las cosas.
Son personas francamente superficiales. La combinación más evasiva es un
confluente deflexivo. Es difícil que lleguen a terapia.
 En terapia se trabaja con ejercicios de concentración, comunicación directa y en
primera persona. Es importante reconocer las pautas deflexivas como bromear, no
escuchar, sorpresa, incredulidad o escribir, y romperlas. Ejemplo: pedir al cliente
que hable más lentamente. Se trabaja con el miedo al dolor y al sufrimiento. Es muy
importante que haya una relación de confianza. Hay enorme fragilidad e
incapacidad para enfrentar el dolor.

Actitud fenomenológica en la comprensión


empática
21 diciembre, 2015 by Alejandro Unikel Spector Leave a Comment

El por qué de esta nota


La Fenomenología o lo fenomenológico lo he aprendido a pedazos, leyendo aquí y allá lo
importante que es para nosotros los terapeutas humanistas el tener una Actitud
Fenomenológica. De otra parte, me percato cada vez con mayor claridad que – en el mejor
de los casos – conocer los conceptos fenomenológicos no me capacitan automáticamente
para aplicarlos al trabajo terapéutico. Creo que tenemos en nuestra comunidad – escolar y
profesional – una deficiencia en ambas cosas: comprensión y aplicación de la
Fenomenología. Este artículo tiene el propósito de compartir esta inquietud, y de presentar
algunas reflexiones y propuestas que nos encaminen a resolver ese problema.

Uno de los aspectos que considero más importantes de atender es la aplicación de la


Actitud Fenomenológica en la Comprensión Empática; sin embargo estoy seguro que esta
Actitud debe aplicarse a diversos aspectos del aprendizaje y del ejercicio profesional. Me
ha parecido importante también hacer un breve repaso de los antecedentes del nuevo
paradigma científico que fundamenta la llamada investigación cualitativa, uno de cuyos
métodos es el fenomenológico.
¡Empatiza…!
Ahora entiendo porque siendo estudiante a veces sentía irritación cuando mi facilitador me
decía imperativamente "¡…empatiza!" o "¡… lo que pasa es que no estás empatizando….! o
"… es que no estás siendo aceptante…." o "…estás en tu necesidad y no en la de tu
cliente…"; u otras frases aparentemente tan obvias como "¡… ponte en los zapatos del
otro!".

Mi irritación no obedecía – ahora caigo en la cuenta – a que esas frases las sintiese falsas,
sino porque parecía que bastaba decirlas para comprenderlas y sobre todo, para aplicarlas.

Mi experiencia es que "ponerme en los zapatos del otro" o cualquiera de esas indicaciones,
ha requerido de un importante esfuerzo adicional para prepararme, que ha implicado, entre
otras, condiciones tales como: cultivar el respeto al otro, adquirir conocimientos teóricos en
diversas áreas (Humanismo, Rogers, Fenomenología, etc.), y desde luego, una práctica
constante, frecuentemente difícil, de la Actitud Fenomenológica.

Sin esto me hubiera costado mucho más trabajo llegar a brindar comprensión empática a
mis clientes. Tengo, sin embargo que admitir, que lo logro algunos días sí y otros no, y que
hay clientes con los que se me dificulta, o simplemente no puedo ser empático. Dios sabrá
por qué.

Nuestras influencias culturales


En nuestra cultura seguimos influenciados por la ciencia positivista, que es el paradigma
que ha privado durante parte de los siglos XIX y XX. Este tipo de ciencia se ostenta todavía
en muchos centros de investigación "…

como criterio único de verdad…", y se basa principalmente en tres postulados:

1. El realismo, que sostiene que los objetos materiales existen independientemente que
la persona que los percibe.
2. El empirismo, que sostiene que la experiencia a través de los sentidos es la única
fuente de todo conocimiento.
3. El positivismo, que afirma que el método científico de las ciencias naturales es la
única vía válida para adquirir conocimiento; y que la ciencia busca hechos no
subjetividades.

Este planteamiento ha sido incuestionablemente válido para el gran desarrollo de las


ciencias que tratan los fenómenos de la naturaleza, pero también ha mostrado su falibilidad
en la comprensión de los fenómenos humanos.

Como dice Miguel Martínez "La idolatría del método [científico tradicional] proviene de
los grandes resultados que su uso ha proporcionado en el campo de las ciencias naturales;
pero estos beneficios no se pueden atribuir al método en sí, sino a su alto nivel de
adecuación al objeto de estudio de las ciencias naturales, que es más bien, pasivo y
estático" (1988. Pág. 16).

Por lo que se refiere a la Psicología el camino tradicional se ha concentrado en estudiar las


funciones del hombre, mientras ha dejado de lado al hombre mismo. Esto se debe en buena
parte a que el objeto de estudio de la Psicología es todo lo contrario de pasivo y estático,
pues lo que se estudia es la vida psíquica íntima de la persona, siempre activa y en
constante cambio, y la manifestación externa de ésta, la conducta, igualmente cambiante e
impredecible.

El nuevo paradigma científico


Esta situación ha conducido a la creación de un nuevo paradigma científico para estudiar al
ser humano. No es poco significativo que esta revolución se aplique con bastante
anterioridad que a la Psicología, a la – hasta poco tiempo – la más cuantitativa de las
ciencias, la Física.

Si… eliminar dialécticamente las contradicciones se ha aplicado a la Física para tratar de


entender y despejar una de su incógnitas más controversiales – como es la de si la luz ha de
entenderse como ondulación o como proyección de partículas …- , con mucha más razón
tendrá cabida en las ciencias humanas cuyos fenómenos están en continuo cambio, poseen
un alto nivel de complejidad y los constituyen innumerables factores que se entretejen e
interactúan. Todo en estas ciencias [las humanas] exige un nuevo estilo de pensar, una
nueva lógica, [y] otro modo de formar construcciones teoréticas…" (Martínez, 1999. Pág.
18)

A través de las ciencias naturales obtenemos el conocimiento y la explicación del por qué
de los fenómenos naturales; pero, de las ciencias humanas, obtenemos comprensión e
interpretación del qué de los fenómenos que ocurren a la persona. (Dilthey, citado por
Martínez, 1988).

Esta diferencia es esencial, pues mientras en las ciencias naturales podemos frecuentemente
reducir los fenómenos a componentes explicables y mesurables, no así en el caso de los
fenómenos humanos, debido a su gran heterogeneidad y complejidad. Mientras en los
fenómenos mesurables podemos basarnos en medios y habilidades analíticas y racionales,
en las realidades humanas debemos utilizar toda nuestra humanidad para captar, más desde
la intuición que desde la razón, la totalidad de esas complejidades de los sentimientos y las
conductas humanas.

La investigación cualitativa
La investigación cualitativa es el enfoque científico para el estudio de los fenómenos
humanos. Lo hace "… estudiando la realidad en su contexto natural, tal y cómo sucede,
intentando sacar sentido, o interpretar los fenómenos de acuerdo con los significados que
tienen para las personas implicadas… El objetivo de la investigación cualitativa es la
comprensión, centrando la indagación en los hechos; mientras la investigación cuantitativa
fundamentará su búsqueda en las causas, persiguiendo el control y la explicación… desde
la investigación cualitativa se pretende la comprensión de las complejas interrelaciones que
se dan en la realidad". (Rodríguez Gómez et al. 1999. Págs. 32 y 34).

La investigación cualitativa tiene las siguientes características:

 Es inductiva, es decir, va de los hechos particulares hacia las generalizaciones.


Parte de una realidad concreta y de los datos que ésta le aporta, para llegar
posteriormente a una teoría.
 Es holística, pues el investigador ve el escenario y a las personas como totalidades,
y no como variables cuantitativas.
 Es sensible a la relación que produce quien investiga sobre los hechos y personas
investigados; es decir, que la investigación está influida por la interacción de
observador y observado. El investigador es su propio instrumento de investigación y
medida.
 Es empática, pues el investigador trata de comprender a cada persona, con
profunda atención, y dentro de su propio marco de referencia.
 Es fenomenológica, porque en razón de lo anterior, el investigador hace a un lado,
hasta donde le es posible, sus propias creencias, perspectivas, predisposiciones,
juicios, creencias, tradiciones culturales.
 Es incluyente, porque para el investigador, todas las perspectivas de un
acontecimiento son valiosas.
 Es particular, concreta; al investigador le importa más lo real más que lo abstracto;
lo global y concreto, más que lo disgregado y cuantificado.
 Es humanista; es decir, se basa en los valores de la filosofía del mismo nombre.
 Es un arte; es fundamentalmente creativa y flexible en función de las
particularidades de los hechos y personas que estudia. (Rodríguez Gómez et al.,
1999)

El método fenomenológico
El método fenomenológico es uno de los varios métodos llamados "cualitativos" de
investigación, nacidos del nuevo paradigma antes mencionado. Aparece como una protesta
al reduccionismo y simplificación que hacen las ciencias naturales de los fenómenos
humanos. "Ir hacia las cosas mismas" ha sido desde el principio su fundamento,
precisamente para comprenderlos e interpretarlos amplia y profundamente.

Las raíces de la Fenomenología se crean por Edmund Husserl (1859-1938) en los primeros
años del siglo XX. Actualmente la investigación fenomenológica se centra en el estudio de
lo que es particular en cada individuo (más que lo que es general), y en la profundización
de su subjetividad. La fenomenología es la investigación sistemática de la subjetividad.
(Rodríguez et al., 1999).

De otra parte la Fenomenología "… recurre a la simple descripción. Solamente pretende


desarrollar aquello que se presenta con evidencia [incuestionable1]… desecha el raciocinio
lógico [pues para utilizarlo habría] que recurrir a ciertos principios, cuya validez habría que
fundamentar previamente. Por lo mismo tampoco quiere ir a las causas de las cosas, pues
tendría que recurrir al… principio de causalidad." (Gutiérrez Sáenz, Raúl 1990. Pág. 181).

La Fenomenología pretende contactar el origen de donde surge el conocimiento del


fenómeno mismo, su verdadera raíz, y establece que esto solo es posible hacerlo no
infiriendo o utilizando conocimientos previos, sino solamente a través de la intuición.

La Fenomenología establece que es la intuición… el procedimiento propio de la Filosofía…


No se puede aceptar nada como evidencia apodíctica [incuestionable] si no se capta
directamente en su manifestación, donde el objeto se hace presente [a la conciencia].

Describir lo que aparece, es justamente el sentido de la Fenomenología…De otra parte la


descripción fenomenológica debe ser neutra , lo cual " significa que se concreta al
tratamiento del objeto presente a la intuición, dentro de los límites que se da, sin asociarlo
con creencias corrientes… de su existencia real. (Pág. 181).

Una visión resumida de lo que es la investigación fenomenológica, aplicada a la


experiencia personal es la siguiente:

1. Es el estudio de la experiencia de vida de la persona, captada y descrita tal cual, sin


juzgarla, etiquetarla ni darle categorías. Se trata de autodistanciarse de la
experiencia para contemplarla con libertad, sin la auto limitación de teorías o
creencias que prejuicien y/o dirijan la observación.
2. Es la captación de la experiencia tal y como se presentan a la conciencia de la
persona. La conciencia siempre es una conciencia de algo. La fenomenología capta
ese algo.
3. Es el estudio de lo que es significativo, esencial internamente para la persona.
4. Es la exploración del significado que tiene para la persona su ser en el mundo; su
ser hombre, mujer o niño, en el conjunto de su mundo de vida, de su entorno social,
económico y cultural.
5. Es la búsqueda de todas las perspectivas posibles para detectar y observar la
experiencia de la persona. Se trata de obtener la mayor cantidad de información
desde las diversas perspectivas desde donde se puede ver la experiencia.
6. Es la captación de la estructura de cómo opera o funciona la experiencia. Es la
captación holística del todo y de las interrelaciones que se dan en él.
7. Es la interpretación de la experiencia; es decir, sacar a la luz los significados
profundos que están sumergidos bajo los datos superficiales y obvios. (Rodríguez et
al., 1999) (Martínez, 1999).

La actitud fenomenologica en la comprensión empática


Creo que la investigación fenomenológica, o lo que podemos llamar: la Actitud
Fenomenológica, tal como está expresada en los párrafos anteriores, se aplica a numerosos
aspectos de la psicoterapia.
Sin embargo me queda claro que dicha aplicación requiere, como se dijo antes, una
profunda comprensión de los conceptos, y una capacitación cuidadosa y sistemática, a lo
largo de la formación escolar y del ejercicio profesional. A continuación se describen
algunos puntos que inciden en la aplicación fenomenológica de la comprensión empática,
que es un ejemplo relevante de la necesidad anterior.

Utilizando ese material, podemos explicar la comprensión empática, basándonos en Rogers,


como sigue.

La comprensión empática es la disposición u capacidad del terapeuta para percibir al cliente


tal como se percibe a sí mismo y a su entorno, y de captar la realidad tal como él la ve; es
decir, sin mediar juicios, prejuicios, teorías previas y/o comparaciones.

Es tener la experiencia, junto con él, de sus pensamientos, sentimientos, y sensaciones, por
contradictorios que sean; y comprender, de esta manera su mundo de significados y valores
personales. Es aprehender holísticamente al cliente como una estructura de elementos
interrelacionados, y de captar cómo opera ésta. De otra parte, el terapeuta debe vivir esta
experiencia como si fuera el cliente, pero sin dejar de ser él mismo, guardando la distancia
suficiente para estar en condiciones de ayudarlo.

Significa la disposición u capacidad del terapeuta para comunicarle al cliente su experiencia


eficientemente; y para sacar a la luz los significados profundos de la experiencia, que están
8 sumergidos bajo la superficie de la comunicación del cliente.(Gondra, 1981)

He subrayado intencionalmente las palabras disposición y capacidad porque creo que no


basta la primera para ser empáticos, sino que tenemos que capacitarnos seriamente para
lograrlo, y cultivar y depurar permanentemente esta capacidad. Cuando hablo de capacidad
no me refiero a una mera habilidad, sino a algo que puedo hacer eficientemente, pero
basado en una amplia comprensión del por qué y el para qué los estoy haciendo, así como
de qué voy a hacer con la información que obtengo de la experiencia.

Voy a referirme a algunos aspectos que deben estar presentes – a mi juicio – en una
capacitación para aplicar fenomenológicamente la comprensión empática. Creo que cada
uno de esos aspectos, y otros más que no se me ocurren por el momento, merecen la
ampliación de los conceptos y el diseño de ejercicios prácticos para su manejo. Por ahora
me interesa plantear algunas generalidades, con el propósito de apuntar hacia desarrollos
más detallados.

Aprender la aplicación de las reglas de la Observación Fenomenológica

La Fenomenología habla de la reducción fenomenológica para que la observación, en este


caso del cliente, sea lo más objetiva posible. Esta comprende las siguientes reglas:

Reglas negativas.
Son las que se aplican para no ver más de lo que hay en el objeto, y no proyectar el mundo
interno del terapeuta:

1. Tratar de reducir al mínimo, hacer a un lado, hasta donde sea posible (poner en un
saco a un lado) todo lo subjetivo del terapeuta: deseos, objetivos prácticos,
sentimientos, actitudes personales…
2. Hacer a un lado, al menos mientras dura la observación, las posiciones teóricas, es
decir: conocimientos, teorías, hipótesis…
3. Excluir dentro de lo posible la tradición: las enseñanzas sobre el tema que se está
tratando, lo que se considera aceptado…

Reglas positivas.

Son las que se aplican para ver todo lo que sí hay que ver:

1. Ver todo lo dado, tratar de captar lo más posible de lo que se presenta 9 ante el
terapeuta. Tener cuidado de no sólo ver lo que te interesa o confirma tus ideas, sino
estar abierto a captar lo más posible.
2. Observar la gran variedad y complejidad de las partes. Captar la estructura y la
interacción de sus partes. Estar abierto a la complejidad, sin asustarte de no
entender; no reducir lo complejo a lo simple para "entender".
3. Repetir la observación tantas veces como sea necesario para conectarte
auténticamente con lo que observas. (Martínez, 1999)

"La puesta en práctica de estas reglas, como cualquier intento de una objetividad rigurosa,
es muy dificil, imposible de realizar con toda su pureza. Para lograr un buen nivel se
requiere un grado considerable de aptitud, entrenamiento y autocrítica… en esencia, la
observación fenomenológica, consiste en observar y registrar la realidad [del cliente] con
una profunda concentración… Abrir bien los ojos y mantenerlos bien abiertos, mirar y
escuchar con toda atención y poner todos los sentidos en el asunto" (Martínez, 1999. Pág.
174)

Mejorar la capacidad de "darse cuenta"

De otra parte la reducción fenomenológica implica la capacidad del terapeuta de percatarse


de lo que ocurre en su campo, es decir, en su organismo/ambiente, dentro y fuera de sus
fronteras de contacto. En otras palabras, se trata de que el terapeuta sea capaz de percatarse
de su marco de referencia, para no mezclarlo con el marco de referencia de su cliente.

Esto implica una capacidad para darse cuenta de sus sensaciones, sentimientos y
pensamientos, antes y durante la sesión terapéutica, para identificar lo que le está
ocurriendo con su cliente, y evitar que haya filtros del terapeuta que obstaculicen la
relación.

De otra parte, esto también implica que el terapeuta se encuentre en un proceso constante
de trabajo personal que lo mantenga atento a sus asuntos, sobre todo a sus "tres demonios"
pendientes: introyectos, asuntos inconclusos, y conductas no actualizadas, con el fin de que
éstos no interfieran en su contacto con el cliente.

Percatarse del respeto hacia los demás

La Actitud Fenomenológica requiere que el terapeuta tenga una filosofía de respeto hacia
su cliente. Rogers indica que las actitudes que debe tener el terapeuta son tres: congruencia,
consideración positiva incondicional, y comprensión empática. A mi juicio, y basándome
en el mismo Rogers, son cuatro, porque estas tres deben estar precedidas necesariamente
por la posición filosófica del terapeuta respecto a los otras personas. A este respecto Rogers
se pregunta:

1. ¿Cómo consideramos a los otros?


2. ¿Vemos a cada persona como digna y meritoria por su propio derecho?
3. ¿Tendemos a tratar al cliente como persona de mérito, o imperceptiblemente lo
desvalorizamos a través de nuestras actitudes y de nuestra conducta?
4. ¿Nuestra filosofía es una de aquellas en las que es máximo el respeto por el
individuo?
5. ¿Respetamos su capacidad y su derecho a la auto-dirección, o creemos básicamente
que nosotros guiaríamos mejor su vida? ¿En qué medida tenemos la necesidad y el
deseo de dominar a los otros?
6. ¿Deseamos que el individuo seleccione y elija sus propios valores, o nuestras
acciones están guiadas por la convicción (usualmente no enunciada) de que sería
más feliz si nos permitiera seleccionar sus valores, normas y metas por él? (Rogers,
1993. Pág. 33)

Y agrega "… una persona puede instrumentalizar su respeto hacia los otros solamente en la
medida en que ese respeto es una parte integrante de la estructura de su personalidad…"
(Pág. 34)

Aprender a utilizar mejor la intuición

Como sabemos, en los últimos años se han hecho muchas investigaciones sobre la
diferenciación de algunas funciones de cada una de los hemisferios cerebrales. Las
conclusiones destacan que cada uno de ellos tiene algunas funciones que les son especiales
y propias.

El hemisferio izquierdo [tiene corno] función principal…transformar las percepciones en


representaciones lógicas, semánticas y fonéticas. Es el hemisferio del pensamiento lineal,
del lenguaje, de la escritura, de la aritmética y, de manera general, de la comunicación
digital… El hemisferio derecho… está especializado en la percepción global de las
situaciones.

Es el que está en funcionamiento cuando somos capaces de captar inmediatamente un


modelo o una totalidad compleja; dicho de otra manera, es la sede de la intuición. En este
hemisferio está también localizada la experiencia sensorial y emocional. En la
comunicación, es el radar que utilizamos para acercarnos intuitivamente a nuestros
interlocutores. Su funcionamiento es básicamente inconsciente.

A veces es calificado de silencioso puesto que su capacidad lingüística es arcaica y


limitada…no posee competencia gramatical, sintáctica ni semántica, posee el suyo propio
alejado de la lógica del hemisferio izquierdo, que se basa en las asociaciones de sonidos, las
ambigüedades y los juegos de palabras, la confusión entre sentido literal y sentido
metafórico y otras deducciones ilógicas… está más capacitado para la
comunicación…analógica. (Cayrol et al., 1984. Pág.. 76).

Aprender a escuchar

El terapeuta escucha el relato de su cliente. Tiene que ser un escucha adiestrado para captar
no sólo la información explícita y gruesa, sino para percibir la información fina e implícita
entre la madeja del lenguaje utilizado.

Lo digital y lo analógico

El lenguaje tiene dos niveles: el digital y el analógico. El primero es el "qué" del mensaje, y
el lenguaje analógico, es el "cómo" del mismo. Dicho de otra manera, la parte digital es el
"contenido", y la analógica es el "significado" del mensaje.

Por eso mismo se dice que la comunicación digital son las palabras, y que la comunicación
analógica está dada por todo lo no-verbal, es decir: inflexión de la voz, secuencia, ritmo y
cadencia de las palabras mismas, etc. Es decir, por todo lo que expresa "la experiencia"
asociada a las palabras. El lenguaje digital tiene una sintaxis lógica precisa (la palabra) pero
es pobre para expresar significados; en tanto que el lenguaje analógico es rico en semántica,
en significados, pero es vago, impreciso, insuficiente en sintaxis.

El lenguaje y la experiencia – las palabras y lo significados de ellas – pertenecen a dos


niveles lógicos diferentes; mientras que una experiencia sí puede expresarse en una palabra
o una frase, no sucede lo mismo al revés: una palabra no puede expresarse a través de una
experiencia.

Escuchando un relato

Cuando escucho un relato tengo que captar lo digital y lo analógico del relato:

 Lo digital: las palabras, su estructura, coherencia…etc.


 Lo analógico: el tono de voz, las inflexiones, etc.
 La relación entre lo digital y lo analógico: el contacto con la experiencia: es decir, la
relación entre las palabras y sus significados.

Cuando escucho el relato y trato de captar lo digital del mismo, me pregunto:


¿Es claro, o la narración es confusa?
¿Es completo, o deja agujeros?
¿Es comprensible, o me deja confundido?
¿El uso del lenguaje es apropiado, o le percibo inapropiado, como si la persona no supiera
hablar bien el idioma?

Cuando trato de captar lo analógico, escucho la voz y me pregunto:

¿Habla con un volumen alto, medio, bajo o muy bajo?


¿El tono de la voz es agudo, grave o intermedio?
¿El ritmo con el que habla es lento, rápido, o normal?
¿Las inflexiones de la voz la hacen tersa, áspera, tipluda?

Cuando trato de captar la relación entre lo digital y lo analógico: el contacto con la


experiencia:

Escucho el relato y trato de comprender el significado que le da mi cliente al lenguaje que


utiliza. Es decir, trato de comprender la experiencia personal que está atrás del relato. Qué
significa para mi cliente expresiones tales como:

Me siento bien (qué es para ti sentirse bien)


Esa persona me daña (cómo te daña, qué es para ti sentirte dañado) etc.

Muchas veces las palabras utilizadas no corresponden con las experiencias. El terapeuta
debe buscar el verdadero significado de las palabras para comprender plenamente las
experiencias a que corresponden. (Cayrol, Alain et al, 1994)

Aprender a Observar

Aprender a observar es afinar nuestra capacidad visual. ¿Qué es lo que observo? Observo a
mi cliente, y cómo se desenvuelve en la entrevista terapéutica. Capto comportamientos
gruesos (macro) y comportamientos finos (micro).

Macro comportamientos.

Los macro comportamientos, como su nombre lo indica, se refieren a los mensajes


corporales que percibo al observar el cuerpo entero, total del cliente.

 Cómo es su cuerpo. ¿Grande, pequeño, robusto, delgado? ¿Qué expresa su cuerpo,


soltura, confianza o por lo contrario, inseguridad, rigidez?
 Cómo se comporta. Cómo camina, cómo se mueve, cómo se desenvuelve la
persona; por ejemplo: el paciente llegó apresuradamente, me saludó de lejos, se
quitó la chamarra y la dejó sobre el sillón, se sentó con cierta brusquedad, se rascó
la cabeza y empezó a hablar. Mientras hablaba, cruzó la pierna y la descruzó dos
veces, y se quedó sentado en la orilla del sillón. ¿qué me dice todo esto?
 Cómo es su vestimenta. La vestimenta del cliente es seleccionada por él, por lo
tanto muestra aspectos importantes de su personalidad. Los colores, texturas,
combinaciones, etc de sus vestimentas me dicen algo que debo captar. Por ejemplo:
¿cómo viene vestido hoy? Viene vestido con prendas mas bien obscuras, café y gris,
una camisa azul marino; todo como un poco viejo y descuidado. Los zapatos no
están limpios, mas bien sucios y un poco viejos. Etc.
 ¿Qué comunica la vestimenta de mi paciente, qué mensaje envía al mundo, algo así
como "me vale lo que piensen de mi..? o tal vez, por lo contrario, muestra un
cuidado excesivo por cada prenda, queriendo decir "mírenme, me importa mucho
que me juzguen bien, que me acepten..?

Los micro comportamientos.

Se refieren a los movimientos y expresiones de detalles, entre los cuales sobresalen: el


rostro, el abdomen, las manos, los brazos y las piernas.

Del rostro nos interesa captar:

 La expresión facial en su conjunto ¿qué dice, que comunica? ¿Es una expresión
dura o amable o relajada? ¿Se modifica mientras habla, o se mantiene rígida? ¿Es
una cara flexible o muestra una máscara? ¿Es cara de "jugador de poker" o
transparente? ¿Hay algún cambio importante en el rostro mientras habla?
 La coloración de la piel, ¿está pálida, o lo contrario, enrojecida? Los ojos ¿Cómo
son, grandes, chicos, expresivos u opacos, etc.? ¿Cómo están: claros o enrojecidos o
irritados? ¿La mirada muestra confianza y apertura o distancia, frialdad y
desconfianza? ¿Cómo se mueven los ojos, hacia donde se mueven, en dónde se fijan
más?
 La boca ¿cómo son los labios, cómo se mueven, qué sucede con el resto de la cara
cuando se mueven, se producen arrugas en las comisuras..?
 El cuello ¿cómo se encuentra, tenso o relajado? ¿Cómo se percibe ahí la
respiración?
 Del abdomen interesa captar, sobre todo, la respiración en el pecho, y cualquier
cambio en el tono muscular.
 De los brazos y piernas también podemos captar movimientos pequeños que
expresen cuestiones importantes: una pierna que se balancea constantemente, un
brazo que hace ademanes aparentemente violentos, etc.
 De las manos importa captar todos sus movimientos porque son especialmente
expresivas de emociones escondidas: los dedos que tamborilean, las manos que se
restriegan entre sí de muy diversas formas, etc. una mano que expresa tranquilidad y
otra que muestra violencia, etc. (Cayrol, Main et al, 1994)

Aprender a Diagnosticar Gestálticamente

La comprensión empática implica entrar fenomenológicamente en el campo del cliente.


Gestálticamente significa conocer y comprender lo que sucede en su organismo/ambiente, y
en sus fronteras de contacto. El mundo de las experiencias organísmicas del cliente es
amplio y complejo; acercarnos a ellas, es fundamental.

Dice Yontef: "Cuando no he tenido claro el diagnóstico con un paciente, se ha reducido mi


comprensión de él y su experiencia personal, y por lo tanto, también ha disminuido
severamente la eficacia de mi terapia… un diagnóstico preciso ayuda a una terapia
humanista" (Yontef, 1995. Pág. 365)

Pero también aclara que no se está refiriendo a la aplicación de un diagnóstico médico


clásico, en donde se trata más de "interpretar que de contactar", donde lo importante era "…
tratar a la enfermedad más que a la persona, [y en donde] el paciente era tratado más como
un ‘ello" (Pág. 366).

Y agrega: "El movimiento humanista existencial protesta contra estas tendencias [y las
alternativas están basadas en] una teoría fenomenológica de la conciencia, una… de la
relación dialogal y una… del proceso de causalidad no-lineal… un buen diagnóstico es
parte integral e indispensable de la terapia gestáltica." (pag. 367 y 368).

El diagnóstico gestáltico está basado en la singularidad y totalidad del cliente, su relación


con el terapeuta, lo que ocurre en el aquí y ahora, y la fe en la fuerza y poder de la
conciencia y espíritu humanos. Dice Yontef El diagnóstico puede ser un proceso de prestar
respetuosa atención a quien es la persona como individuo único y en relación con aquellas
características compartidas con otros individuos.

Categorizar, evaluar y diagnosticar son parte indispensable de una evaluación y todos los
terapeutas competentes lo hacen. Discriminamos acerca de los patrones generales, qué tipo
de persona es el paciente, cuales son los problemas y potenciales más importantes, cual será
el curso probable del tratamiento… signos de peligro… dado que todos los pacientes son
distintos, tomamos nota y nos vemos afectados por las diferencias que existen entre ellos.
(Pág. 370)

Diagnosticar, en este contexto, es, antes que nada, una cuidadosa investigación
fenomenológica de los siguientes puntos:

 De los hechos y acontecimientos del mundo del cliente


 Del proceso de formación y significación de la figura-fondo
 Del "darse cuenta" del proceso de "darse cuenta"

Todo este diagnosticar no se da de golpe ni es absoluto; es relativo, va cambiando,


ajustando y construyéndose a lo largo de la terapia, a través de una Actitud
Fenomenológica constante.

Aprender a Interpretar los Significados


Una de las etapas finales de una investigación fenomenológica es la interpretación de la
experiencia; es decir, sacar a la luz los significados profundos que están sumergidos bajo
los datos superficiales y obvios. (Gómez et al., 1999).

El objeto de esta etapa es relacionar los resultados obtenidos en la investigación, con otros
casos estudiados, con el fin de obtener conclusiones para el trabajo terapéutico. Esta
interpretación de resultados se da de manera distinta a la utilizada en el método científico
tradicional cuantitativo. En vez de tener las variables como medida, en el enfoque
fenomenológico, el significado de la experiencia es la verdadera medida. Para entender el
significado de una experiencia o de una conducta:

Debemos entender su significado funcional… [es decir] entender su relación con el todo…

Solo una descripción cuidadosa puede hacer explícita de manera adecuada, la forma en que
un acto de conducta ‘encaja’ en el contexto de una situación y así descubrir su significado.
Esta operación se opone… a la del análisis con que muchas veces se trata de ‘interpretar’
los datos. Tal análisis consiste en separar, dividir, aislar, atomizar y hasta biseccionar una
realidad… (Martínez, 1999. Pág. 184)

Debemos aprender pues a interpretar fenomenológicamente – no analíticamente – los


significados de la conducta observada en el cliente. Para Martínez, los dos conceptos
fundamentales para la comprensión de la conducta humana son: "la estructura y la función.
La estructura está compuesta por una red de ‘elementos’ que pierden su condición de tales
al unirse entre sí en forma interdependiente, y al relacionarse con ella mediante el
desempeño de una función" (Pág. 185).

Por ello, una buena investigación fenomenológica debe terminar interpretando –


comprendiendo – la estructura del campo fenomenológico del cliente, y la función que
juega dicha conducta en ese contexto.

En conclusión
Creo que hay mucho por hacer. De una parte, es importante ampliar y depurar todos los
aspectos de la comprensión empática que deben abordarse desde la Actitud
Fenomenológica; es decir, los "qués". Por otro lado, es indispensable desarrollar los
ejercicios y prácticas para adiestrarnos para su aplicación; es decir, los "eómos". No suena
descabellado pensar en un curso teórico-práctico para aprender la Actitud Fenomenológica,
no sólo para la comprensión empática, sino para la aplicación a muchos otros aspectos
fundamentales del trabajo terapéutico.

Sueños en psicoterapia Gestalt


9 septiembre, 2015 by Autor(a) Invitado(a) 6 Comments
El presente escrito está formulado desde una visión intrapsíquica de los sueños, que es la
manera clásica en la que Fritz Perls y sus seguidores los han trabajado.

Me parece que es una manera rica de trabajar con los sueños, que aporta importantes tomas
de conciencia y responsabilidad, que favorecen el proceso de integración de la persona en
su medio ambiente.

La Gestalt, desde esta perspectiva, propone una forma específica de trabajar con los sueños,
donde el enfoque de los recuerdos, los sentimientos, los símbolos, las acciones y los
síntomas es no interpretativo.

Consideramos á los sueños como un mensaje existencial que eventualmente puede ser
entendido y sin embargo no buscamos alcanzar tal comprensión pensando acerca de ellos;
comprender o entender se refiere a la experiencia directa de los contenidos simbólicos del
sueño, más que a una inferencia intelectual, de la misma manera que el percatarse es lo
opuesto a una introspección intelectual.

Tanto en el trabajo de sueños, como en otros aspectos de la terapia Gestalt, el camino al


darse cuenta (awareness) es permitir que el sueño se exprese en lugar de traerlo a la mente.
Según esto, es fundamental que el sueño no solo sea recordado sino traído de vuelta a la
vida.
Únicamente revivenciándolo aquí y ahora podemos ganar conciencia de lo que está
transmitiendo, Identificándose el soñante al relatar el sueño consigo mismo y
eventualmente con cada uno de los elementos simbólicos de su sueño donde algunos de
ellos pueden manifestar aspectos de su persona alienados, opuestos o sencillamente tenerlos
rechazados de su autoconcepto.

Perls dice (1989) que el sueño es un mensaje existencial. Es más que una situación
inconclusa, es más que un deseo insatisfecho, es más que una profecía. Es un mensaje de ti
para ti mismo. El sueño es posiblemente la expresión más espontánea del ser humano, una
obra de arte que nosotros cincelamos en nuestra vida.

Cada parte, cada situación en el sueño es una creación del soñante mismo. Por supuesto
algunos trozos provienen de la memoria o de la realidad, pero la pregunta importante es:
¿Qué es lo que hace que el soñante escoja esa parte específica? Ninguna elección en el
sueño es coincidencia… cada aspecto del sueño es una parte del soñador, pero una parte
que hasta cierto punto es repudiada y proyectada hacia otros objetos que aparecen como
símbolos.

Así mismo dice Perls que

en el sueño encontramos todo lo necesario ya sea en su perímetro o en su ambiente, la


dificultad existencial, la parte que falta a la personalidad, todo está en el sueño… (Perls
1990)

El sueño es una excelente oportunidad para encontrar los "huecos en la personalidad" dice
Perls. Entender un sueño y sus significados es darse cuenta de cuándo y cómo se está
evitando lo obvio.

Cuando las personas solo producen recuerdos desdibujados de las imágenes de los sueños a
pesar de sus esfuerzos por revivencia ríos, indica la fuerza de la tendencia de la persona
para alienar el sueño de su propia experiencia.

En alguna medida ésta alienación está presente en todos los sueños así que la tarea de la
terapia Gestalt es asimilar su contenido y ayudar a la persona a hacerse responsable de sus
fuerzas no reconocidas o proyectadas como imágenes extrañas.

El medio de recuperar estas partes en el sueño es la identificación con los símbolos


(creados por el soñante). Logramos esta identificación, representando las partes del sueño y
así experimentamos aspectos de nosotros mismos y crecemos en conciencia,
responsabilidad, integración y madurez.

Trabajamos en torno al sueño aún en casos en los que la persona afirma no tener sueños, o
no recordarlos. En este trabajo ia persona expresa sus deseos, sus temores, sus fantasías -
con frecuencia catastróficas- en relación al sueño, y así van apareciendo resistencias,
evitaciones, etc. que al trabajar con ellas la persona hace importantes tomas de conciencia
que favorecen su integración.
La terapia Gestalt considera un sueño como una representación de nuestra existencia en el
momento en que se manifiesta. Incluye el comportamiento en el aquí y el ahora y la
totalidad de los elementos y acontecimientos que nos han llevado a ser lo que estamos
siendo.

Al encontramos divididos en diferentes aspectos no integrados, el sueño conforma los


distintos elementos, cada uno de los cuales representa un aspecto de nuestra personalidad.
Así el trabajo de sueños tiene por objetivo integrar las partes alienadas o dispersas de
nuestro ser, para ponernos en contacto con su totalidad.

Es indispensable darle al sueño todo su realismo, entrar en él y vivenciarlo de la manera


más completa posible. Para ello es importante emplear el tiempo presente, luego la
escenificación del sueño a base de identificaciones sucesivas con cada uno de los elementos
del sueño, haciendo contacto con los sentimientos y la experiencia que los símbolos
producen. La finalidad de estas identificaciones es doble:

 Integrar los conflictos entre las diferentes partes de la persona que están
representadas en el sueño.
 Identificar y tomar posesión de las características proyectadas.

Tipos de sueños en psicología Gestalt


Trabaja con cualquier tipo de sueños, sin embargo hay algunos que tienen connotaciones
especiales.

Sueños recurrentes: Cuando la temática de la figura es la misma aunque el fondo varíe, es


la manifestación de una Gestalt incompleta y el intento de llegar a una solución, de concluir
algo. Estos sueños se terminan cuando la persona comprende ó asimila lo que el sueño le
está transmitiendo.

Pesadillas: Sueños de frustración propia. Es decir cómo se interrumpe la persona y se


frustra a sí misma. Generalmente viene con una carga de ansiedad y son asuntos urgentes
de resolver.

Sueños retroflectivos: Estos sueños se manifiestan en procesos terapéuticos donde el


paciente o cliente ha guardado expresiones que van originalmente dirigidas hacia el
terapeuta o hacia el grupo, en caso de terapia grupal.

Sueños actuales: Tienen que ver con acontecimientos recientemente vivenciados. En la


medida en que se va avanzando en el trabajo personal, surgen con mas frecuencia este tipo
de sueños.

En los sueños aparecen tanto los mensajes de las situaciones conflictivas, como los vacíos,
las necesidades, las situaciones inconclusas, las partes desintegradas de la personalidad, las
polaridades, los roles falsos que se juegan, la manera como se relacionan, lo que desea o
teme a través de sus proyecciones, la manera como se defiende, los bloqueos que existen en
su persona. Cualquier cosa que aparece o que falta en el sueño, está en la vida de la
persona. El sueño señala directamente lo que se evita para estar completo.

El trabajo con sueños no es un método analítico sino interactivo y lo principal al trabajarlos,


es no hacer interpretaciones de sueños ni juegos intelectuales. Es descubrir, promover el
contacto emocional, ampliar la conciencia y la responsabilidad, y así, irnos construyendo
como personas más integradas.

Procedimiento para un trabajo con sueños


Es importante para el terapeuta observar la narración del sueño, el ambiente, los elementos,
las personas, las interacciones entre los símbolos y las acciones que ocurren en el sueño.

Revivenciación: Es volver el sueño a la vida. Se consigue mediante el uso del lenguaje


aquí y ahora, la narración en tiempo presente y así entrar en el estado emocional que el
sueño produce y los sentimientos que le pertenecen.

Reidentificación: En esta parte del proceso, el soñante que es el autor y el director del
sueño, se va convirtiendo en los distintos elementos del sueño y así tiene la oportunidad de
recuperar las partes alienadas o desposeídas de u persona e integrar conflictos.

 A veces con la simple reidentificación la persona logra cerrar alguna Gestalt.


 Se pueden hacer diálogos entre los distintos símbolos del sueño.
 Se le puede hablar al sueño desde las distintas identificaciones.
 Se trabajan las polaridades que aparezcan.
 Se van completando vacíos que se manifiesten en el sueño al identificarse con los
mismos.
 Se localizan evasiones, temores con expectativas catastróficas. Una vez que el
cliente se convierte en lo que evita y se da cuenta que puede soportarlo, se puede
arriesgar a la experiencia.

Con todo esto la persona se va dando cuenta que todas las partes del sueño son ella misma.
Este es el trabajo terapéutico del sueño.

Se puede trabajar el conflicto dentro del sueño o si surgen modos de evitación o


interrupciones del contacto, se puede salir del sueño, trabajar lo que se considere pertinente
y luego regresar a él, integrándolo como un aspecto de la manifestación del sueño mismo.

Cierre: Es el último paso. Es muy importante el cierre en este trabajo. No solo es recoger
el tiradero, es necesaria la recapitulación de la experiencia completa, la conciencia de la
asimilación de las vivencias que acaba de experimentar el cliente y así promover la
integración de la experiencia. Puede hacerse de distintas maneras: Habiéndole al sueño.
Expresando el mensaje existencia! que descubre. Terminando el sueño (cuando estaba
incompleto de inicio). Dejar que el sueño se exprese etc.
El cierre es la reafirmación, la recapitulación, la asimilación y la integración de la
experiencia.

Durante todo el trabajo son importantes las identificaciones con los diferentes elementos o
símbolos del sueño, con las características de cada uno según la experiencia del cliente. Es
la manera de recuperar las proyecciones y hacer contacto con las emociones y los
significados que para cada persona tienen los símbolos que han creado. Estas
Identificaciones es conveniente que sean lo más completas posible para que en el presente
evoquen las emociones y la experiencia que viven en el sueño.

Lo que promueve y facilita la Identificación, es la postura, es decir tomar la postura del


símbolo que está representando, el movimiento corporal, la voz. Es importante que el
terapeuta esté atento a la congruencia entre el discurso (si lo hay) y las manifestaciones no
verbales. Estas son herramientas que promueven el proceso de darse cuenta (awarness).

Esta manera de trabajar con los sueños, me parece que es sumamente rica, completa y
nutriente. El trabajo con símbolos, facilita entrar a aspectos de la persona que al trabajarlos,
el proceso de integración se va dando de una manera muy completa.

Sin duda es una visión intrapsíquica, al estilo clásico de Fritz Perls y sus seguidores, que
me parece necesaria como parte del proceso de desarrollo, del trabajo personal, y de la
Integración de la persona.

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