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La luz oscura es una novela narrada en primera persona por un joven de 26 años

llamado Matías Gutiérrez. El registro es directo, cercano y subjetivo. Matías descubre que
su padre, fallecido hace cinco años, estuvo dos meses prisionero en el Estadio Nacional.
Poco después, se entera que fue torturado. Y lo hace a partir de tres relatos escritos por su
padre, que encuentra por casualidad en el ático, preparando una mudanza. Este
descubrimiento lo hace mirar hacia atrás, replantearse su identidad, su vida completa,
moviendo sus cimientos de manera brutal. Son sentimientos contradictorios, por una parte
está dolor por el sufrimiento silencioso de su padre, pero al mismo tiempo, esta noticia le
da la posibilidad de entenderlo, de encontrar explicación a muchas actitudes que lo
afectaron profundamente; pero esta posibilidad llega tarde, llega cuando ha muerto. Y por
eso es que Matías decide comenzar una investigación para saber lo que realmente sucedió
con su padre, porque cree que ésa será la única forma de comprenderlo.

Junto a esta investigación, se exploran los distintos aspectos de la vida del


narrador. Uno de ellos es el amoroso, donde Matías va descubriendo una relación
profunda entre su comportamiento con las mujeres y la particular relación que mantenía
con su padre, sobre todo en las incapacidades emocionales podría haber heredado.
Entonces, su búsqueda va adquiriendo un nuevo sentido. Otro de los aspectos es la
relación con sus amigos, con quienes además vive; son el apoyo cotidiano, tanto en lo
emocional como en su indagación. Y también está su trabajo, en un prestigioso bufete de
abogados, un ambiente que se describe crudamente, y que le resulta cada vez más ajeno y
difícil. La búsqueda lo va haciendo replantearse su vida y se va dando cuenta de lo frágil
que era su pretendida estabilidad emocional y profesional.

Por otra parte, existen dos procesos paralelos y complementarios. En primer lugar,
el descubrimiento sobre su padre lo hace iluminar su pasado, lo hace reconstruir su propia
identidad personal a partir de la historia de su niñez y adolescencia; ver nuevamente en la
oscuridad, pero iluminado con esta nueva luz, una luz terrible, oscura, pero que lo ayuda
a interpretar y dar sentido a miradas, actitudes, comportamientos; en resumen, a encontrar
una explicación a la vida que llevó, y mirar a su padre de una forma distinta.

El segundo proceso es la reconstrucción de la vida de su padre. Dentro de su


investigación, se da cuenta que a éste el paso por el estadio lo cambió de forma brutal,
que dividió su historia en dos, y siente la necesidad imperiosa de conocerla, como una
forma de conocer a su padre. A partir de algunas conclusiones que obtiene de su
búsqueda, es capaz de conjeturar sobre la vida de su padre antes, durante y después de su
detención; la historia que nunca le contaron porque él no estaba ahí. Paralelamente al
desarrollo de la trama –que transcurre en el año 2006- Matías se va encontrando en
condiciones de contar esa historia, pero, dado que se trata de un relato construido
conjeturalmente por Matías, se produce un cambio en el tono del narrador, pasando a un
registro más lejano e impersonal, al ser hechos de un tercero, situaciones que Matías no
vivió y que se ve obligado a imaginar, a especular.

Uno de los relatos de su padre habla sobre un encuentro casual que tuvo con un
tipo que le produce una profunda perturbación, sin que quede claro de quién se trata. El
personaje se llama Patricio Reinoso y, según el análisis que hace Matías, podría tratarse
de un traidor o incluso uno de sus torturadores. Esta ambigüedad se va develando con la
investigación; pero la aparición de este personaje agrega un nuevo ingrediente,
alimentando su obsesión sobre el pasado. Además, hace que algunos pasajes de la
narración vayan asimilando ciertas características de una novela negra.

Un elemento muy presente en la novela es el fútbol como articulador de la


relación entre Matías y su padre. Termina siendo lo único que los une. El fútbol puede ser
un vehículo muy poderoso para impulsar una relación entre padre e hijo (y cualquier
relación humana, en general). Matías, de manera inconsciente, se da cuenta muy pronto
que lo único que hace vibrar el alma muerta de su padre es el fútbol, entonces entiende
que ése será el único lenguaje que le permitirá acercarse a él. Sin embargo, al ser esa
herramienta algo tan poderoso, un tema tan totalizante, no pueden hablar de otra cosa, y
ante los continuos silencios del padre, Matías siempre termina hablando de fútbol.
Resultó ser un refugio ideal que le permitió a su padre seguir encerrándose en el silencio,
en la incomunicación.

Otra de las cuestiones que se plantea la novela es cómo construir un relato sobre
un hecho histórico desde una perspectiva actual. Lo importante es la mirada que lo
observa, que lo narra. Matías investiga hacia el pasado y, a partir de sus conclusiones
incompletas, subjetivas, fragmentarias, va siendo capaz de crear un relato, el relato de su
padre, que también termina siendo el suyo.

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