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GOYA, EL ARTISTA
Su vida.
1) La ciudad de Zaragoza.
"En treinta y uno de marzo de 1746, bauticé yo el infrascripto vicario un niño que nació el día antecedente
inmediato, hijo legítimo de Joseph Goya y de Gracia Lucientes, legítimamente casados, habitantes en esta
parroquia y vecinos de Zaragoza: se le puso por nombre Francisco Joseph Goya..." Esta es la primera
noticia que se conoce del pintor, que pertenece al libro de bautismo de la iglesia de Fuendetodos en
Zaragoza.
Goya es el segundo varón y cuarto hijo de una familia de seis niños de clase media-baja. Todos se
trasladan a Zaragoza, donde el padre recibe varios encargos para dorar retablos. En Zaragoza, Goya
aprende las primeras letras en la Escuela Pía, perteneciente a los escolapios de San José de Calasanz.
En 1760, con catorce años, entra en el taller del pintor José Martínez Luzán, un amigo del padre de Goya
y discípulo de Lucas Jordán, que le enseña los principios básicos del dibujo del barroco italiano mediante
la copia de estampas. Cuatro años permanece Goya en ese taller en calidad de aprendiz y simple copista.
Goya viaja a Madrid, en dos ocasiones, para presentarse al premio trienal de la Academia de San
Fernando de Madrid en 1763 y 1766. Gregorio Ferro y Ramón Bayeu son los ganadores de esos años, en
los cuales Goya todavía no ha alcanzado un estilo personal. Además su temperamento no se ajusta a los
fríos temas, que la Academia pide a los aspirantes al premio, que consiste en pagar viaje y pensión en
Roma.
Cuatro años de su vida transcurren en la oscuridad. Sin embargo, a pesar de ser escasas las noticias que
se tienen sobre Goya en estos años, se sabe que se marchó a Italia por su cuenta en 1770 con 24 años. Allí
se presenta al concurso de la Academia de Parma en 1770. También se le atribuyen dos cuadros de tema
clásico. Sin embargo su estancia es breve.
En verano de 1771, regresa a Zaragoza, donde pretende abrirse camino, antes de retornar a la capital. La
oportunidad llama a su puerta. El 21 de octubre de 1771, la Junta de Fábrica de la Basílica de Nuestra
Señora del Pilar de Zaragoza le encarga una obra para la bóveda del coreto. El mural, llamada la
Adoración del Nombre de Dios por los ángeles, se termina en junio de 1772. A partir de esta obra, le
surgen otros encargos. Y así Goya es llamado para decorar el oratorio del Palacio de Sobradiel en
Zaragoza.
El 25 de julio de 1773 Goya se casa en la parroquia de San Martín de Madrid, con Josefa Bayeu, a quien
Goya llama la Pepa, hermana de dos antiguos alumnos del taller de Luzán y amigos del pintor desde la
infancia: Francisco y Ramón. Francisco Bayeu es un pintor importante en aquel momento. Sin duda, las
relaciones familiares con los Bayeu le abre nuevos horizontes. Este matrimonio, que pudo ser de
conveniencia, va favorecer las ambiciones del joven Goya.
Tras su matrimonio regresa a Zaragoza. El gran encargo en 1774 son las pinturas de la Cartuja del Aula
Dei, edificio cercano a la capital zaragozana.
2) Pintor de tapices.
En 1775 se estable en Madrid, donde entra a formar parte del grupo de pintores que hacen cartones para
tapices en la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los trabajos son supervisados por el famoso pintor
neoclásico, Antón Raphael Mengs, pintor de cámara del rey de origen italiano, que a su vez es ayudado
por Francisco Bayeu. Seguramente, Mengs, aconsejado por Bayeu, llama a Goya para desempeñar este
puesto.
El zaragozano espera por estas fechas ser acogido por la refinada aristocracia con el objetivo de
reafirmar su triunfo en la corte. El artista no consigue el puesto de pintor de cámara, vacante tras la
muerte de Mengs en junio de 1779, pero en 1780 la Real Academia de San Fernando acepta su
candidatura como miembro de la misma. La obra original que Goya presenta, requisito indispensable para
ser miembro de esta academia, es el Cristo crucificado.
3) Polémica en el Pilar.
En 1780 Goya recibe el encargo de decorar la cúpula y las cuatro pechinas de la Catedral de la Basílica
del Pilar. El tema elegido es la Virgen, reina de los mártires o Regina martyrum. Goya termina la obra en
1781, pero la junta de la Catedral critica abiertamente la obra del artista zaragozano. Bayeu expresa a la
junta su descontento por los criterios poco academicistas de su cuñado. Finalmente Goya, a disgusto, se
adapta a la rígida normativa del estilo neoclásico.
Después de este incidente, el zaragozano regresa a Madrid abatido. Afortunadamente, su estado de ánimo
cambia pronto. Carlos III le ordena ejecutar uno de los siete cuadros para la iglesia de San Francisco El
Grande. El cuadro se titula San Bernardino predicando en presencia de Alfonso V de Aragón. Es un
asunto importante, porque en aquella época los pintores de prestigio competían mediante los cuadros que
adornaban los altares de las iglesias.
Con el retrato del conde de Floridablanca, cuya petición surge del propio modelo, Goya inicia una nueva
faceta como pintor. El retrato pasa a ser una de sus especialidades. Cientos de personajes de alta alcurnia
pasan por su taller.
Goya recibe también la protección del infante Don Luis, hermano del rey, a quien retrata en diversas
ocasiones. Goya veranea dos veces en la residencia del infante, pero la repentina muerte de Don Luis
termina con el mecenazgo.
Afortunadamente, en esas fechas, se presenta con éxito el cuadro realizado para la iglesia de San
Francisco y, en consecuencia, consigue nuevos mecenas como los duques de Osuna y Medinacelli.
4) La carrera palatina.
Nace su sexto hijo, el único que va a llegar a edad adulta, Xavier Goya y Bayeu, de profesión rentista.
Este joven se casa en 1805 con Gumersinda Goicoechea y le da a Goya, al año siguiente, su único nieto,
Mariano Goya y Goicoechea.
Su trayectoria pictórica adquiere cada vez más prestigio y le abre nuevas puertas. Así, en 1785, es
nombrado teniente director de pintura de la Real Academia de San Fernando y, gracias a las influencias
de su cuñado, pintor del rey, el 25 de junio de 1786.
Carlos IV, legítimo heredero de la corona española, sube al trono, pero su esposa María Luisa de Parma,
es quien reina realmente. Con motivo de la coronación de los reyes, Goya pinta los retratos de Carlos IV y
María Luisa, y como premio a este trabajo, el 25 de abril de 1789, asciende un escalón más en la palacio.
Ahora es nombrado pintor de cámara.
Más tarde, en 1793, Goya marcha a Cádiz, donde sufre los primeros síntomas de la misteriosa
enfermedad que le va a dejar sordo, y que va a marcar la vida y obra del artista.
5) La duquesa de Alba.
Goya conoce en 1794 a la duquesa de Alba, llamada María Teresa Silva Alvarez de Toledo, XIII. Mucha
tinta ha corrido sobre la relación amorosa de estos dos personajes. Es significativo que la duquesa le
invitase a venarear con el, y que la retratase en diversas ocasiones en situaciones íntimas, pero nada se
puede probar. La relación, no obstante, no debió durar mucho tiempo, dos años a lo sumo.
Además, el 23 de julio de 1802 muere a los 40 años la duquesa de Alba. Una de las opiniones, sobre su
misteriosa muerte, es la posible confabulación política de María Luisa y Godoy, para acabar con la
popularidad que tenía esta mujer entre las gentes del pueblo.
El 6 de febrero de 1799, Goya termina una serie de 80 grabados, llamada los Caprichos, que vende a 320
reales. Goya, en esta serie, hace algunas referencias a la duquesa y la reina. Aquella es representada como
una mujer caprichosa e inconstante en el amor. Por esta razón, principalmente, la Inquisición manda
retirar estas estampas.
En 1798, Goya pinta los frescos del interior de la ermita de San Antonio de la Florida, a orillas del
Manzanares, gracias a la influencia de su protector y amigo el ministro Jovellanos. El templo fue
construido por el italiano Felipe Fontana entre los años 1792 y 1798. Los famosos murales de Goya están
situados en la cúpula de esta ermita. El tema que pinta Goya es religioso, pero está tratado como un tema
cortesano.
Por fin, en octubre de 1799, Goya es nombrado primer pintor de cámara. Este es el máximo escalafón de
la carrera social de un pintor. Todo un éxito, que el artista zaragozano estuvo deseando toda su vida. La
obra de esta época es el retrato familiar de la Carlos IV.
6) La herencia de la guerra.
La Guerra de la Independencia estalla el 2 de mayo de 1808 con la sublevación del pueblo español, en la
Puerta del Sol, ante la salida de las últimas personas de la familia real.
Goya permanece en Madrid durante las luchas callejeras del 2 y 3 de mayo. La larga tragedia convierte a
Goya, con su aguda pupila, en un insuperable cronista. Toda la destrucción, muerte y odio de esa larga
guerra están recogidos en los grabados de los Desastres. El artista, que tiene que desplazarse a diferentes
puntos de España para retratar a personajes o situaciones, recorre un país dividido por la guerra.
En 1812, tras la segunda retirada de los franceses, comienza un breve período constitucional en España.
El buen presagio político se vuelve amargo con la muerte de la esposa de Goya, Josefa Bayeu.
En 1814, llega Fernando VII al poder y pone fin al período anterior. Goya, temeroso de posibles
depuraciones, quiere hacer una demostración pública de su patriotismo con la creación de dos lienzos de
grandes dimensiones: el 2 y el 3 de mayo.
Así, tras la guerra, a pesar de haber sido retratista de José I, Fernando VII le repone en su puesto de
pintor de cámara, a quien dibuja en 1815. De este mismo año es la serie de grabados de la Tauromaquia.
8) El exilio.
El segundo período constitucional de 1820 a 1823 es ahogado por los Cien mil hijos de San Luis, que
vuelve a instalar a Fernando VII como rey absoluto. Una nueva ola de represalias comienza, y Goya
decide pedir licencia para realizar una cura de aguas en el pueblo francés de Plombières. Se dirige luego a
París, y pasa una temporada en Burdeos, con su ama de llaves e hijos.
De nuevo en Madrid, en 1826, pide la jubilación, que le es concedida con el sueldo íntegro, y vuelve a
Burdeos, donde vive en el exilio voluntario en compañía de otros liberales exiliados forzosamente como
es el caso de su amigo y escritor, Leandro Fernández de Moratín o el poeta, Silvela, entre otros.
Goya muere entre las 12 y las 2 de la madrugada del día 16 de abril de 1828 acompañado de su seres
queridos. Su hijo Javier y su nieto Mariano se desplazan hasta su lado en sus últimos días.
El cuerpo del genial artista descansó en el cementerio de Chartreuse, en la tumba de los Goicoechea,
hasta que en 1899 se procede a la exhumación definitiva. Goya llega a Madrid y es inhumado en el
panteón de la Sacramental de San Isidro. En 1919 se decide su entierro definitivo en San Antonio de la
Florida, convertida desde entonces en su panteón y museo.
5) La preocupación familiar.
El oficio del padre, dorador, estaba bien remunerado, pero la familia de Goya eran siete bocas a alimentar.
Por ello, cuando el padre muere el 17 de diciembre de 1781, pone en su partida de defunción: "No hizo
testamento, porque no tenía de qué". Goya desde Madrid va a ayudar económicamente a su familia en
todo momento.
Goya con 25 años realiza su primer proyecto importante: los bocetos de la bóveda del coreto de la
Basílica del Pilar en Zaragoza por 15.000 reales. La cifra de su proyecto es la más baja que se ofrece en
concurso, pero considerando que el pintor ejecuta la obra en cuatro meses, y que por lo tanto cobra 125
reales diarios, resulta que gana 10 veces más que lo que cobra un maestro de oficio.
En Madrid, el aragonés trabaja en la Real Fábrica de Tapices pero sin sueldo fijo. La primera serie que
pinta es de 9 cartones destinados al comedor de los Príncipes en El Escorial, por cinco de ellos cobra
10.500 reales. A partir de este momento va a realizar varias serie de tapices valoradas cada vez en un
precio superior. Así la serie de nueve cartones destinada al comedor de los infantes en El Pardo se tasa en
32.000 reales. Por algunos cartones, pagados individualmente, llega a cobrar hasta 8.000 reales como es
el caso de El baile a orillas del Manzanares. En definitiva desde 1795 hasta 1780, Goya pinta treinta y
nueve cartones. Esta cifra representa una tercera parte de los tapices realizados en estas fechas para este
organismo real. Goya cobra por esta ardua tarea aproximadamente unos 120.000 reales.
Parte del dinero ganado en la actividad de los tapices decide el pintor, preocupado siempre por el
porvenir material, en invertirlo y comprar acciones del recién creado Banco de San Carlos, -hoy Banco
Central-, pasando a ser uno de sus accionistas.
La actividad pictórica aumenta. El zaragozano comienza a ganarse una importante clientela, que quiere
ser retratada por la paleta del pintor. Goya aumenta también sus ingresos económicos gracias a esta nueva
faceta. Por ejemplo, el infante Don Luis, en 1783, le paga 30.000 reales por los dos cuadros que realiza
para su familia. Más tarde su afición por la técnica de los grabados le abrirá otra puerta más. Así en 1799,
se venden 27 series de los Caprichos de 80 estampas a 320 reales cada serie, aunque por presión de la
Inquisición tiene que retirarla enseguida del mercado.
Otra fuente de ingresos son las obras encargadas por determinados organismos como iglesias -el cuadro
para San Francisco costó 10.000 reales, los frescos de la sacristía de la Catedral de Sevilla, 28.000, y el
encargo para la comunidad de padres escolapios de Madrid, 16.000-, el Consejo de Ordenes -400
doblones por 4 lienzos-, o el Banco de San Carlos -10.000 reales por un retrato del rey-, entre otras
instituciones.
Seguramente la fuente de ingresos más fiable y constante es la aportada por los diferentes cargos
institucionales que va consiguiendo a lo largo de su vida. El sueldo como teniente director de pintura de la
Academia de San Fernando es de 25 doblones al año. Goya comenta al respecto que le parece "poco
provecho y mucho honor". El siguiente nombramiento es como pintor del rey, con Carlos III, gracias al
cual logra doblar su renta fija anual en 1786. Con Carlos IV, Goya es nombrado pintor de cámara, pero
por desgracia este nuevo cargo no conlleva un aumento de sueldo. El broche a su carrera palatina llega el
día 31 de octubre de 1799 cuando es nombrado primer pintor de cámara. Goya dispone de un sueldo anual
de 50.000 reales y 5.500 para coche.
Sin embargo la situación se complica con la llegada de José I Bonaparte. Veinte millones de reales tienen
que pagar las mejores familias de Madrid por orden del nuevo monarca. Goya, que figura el primero entre
los pintores, tiene que abonar 3.200 reales.
En 1819, con el dinero ahorrado en la posguerra, Goya compra una finca que se conoce popularmente con
el nombre de la Quinta del Sordo por 60.000 reales, que más tarde, en 1823, dona a su nieto por miedo a
las confiscaciones del rey absolutista. El nieto se va a encargar de dilapidar la herencia en malos
negocios.
Goya decide marchar por primera vez a Francia en junio de 1824, donde se preocupa de colocar su
dinero. Desde allí, consigue una prórroga de su sueldo como primer pintor de cámara, que más adelante
obtendrá íntegro cuando le concedan la jubilación.
En Francia, Goya vive humildemente hasta su muerte. Goya no modificó la herencia mancomunada con
su esposa, y sus posesiones pasaron a manos de su único hijo, como estaba acordado desde el principio.
No obstante, un pequeño capital, ropas, muebles de la casa, y varios cuadros entre ellos La lechera fue la
herencia de Leocadia e hijos.
2) La vida diaria.
La población comienza a aumentar en las ciudades. Las personas abandonan el campo para buscar trabajo
en los grandes centros sociales, que empiezan a desarrollarse. Los problemas y enfrentamientos entre los
artesanos y los recién llegados del campo es inevitable. Las condiciones de vida para los nuevos
habitantes son duras y difíciles.
Los vagos, pobres, vagabundos y vividores comienzan a concentrarse en las grandes ciudades, donde
aumenta la miseria de los nuevos obreros asalariados, que viven en difíciles condiciones y a merced del
empresario industrial. Las cifras son suficientemente descriptivas. En la España ilustrada hay 400.000
aristócratas, 170.000 eclesiásticos y 140.000 mendigos. En definitiva sólo el 25% de la población es
laboralmente activo.
El desahogo a esta situación en los centros urbanos son las fiestas populares como verbenas, romerías,
carnavales, ferias, festejos taurinos a los que acuden majos y majas. Estas escenas son reflejadas por la
paleta del pintor, sobre todo en los tapices para cartones.
4) La Revolución francesa.
La muerte de Carlos III, el 14 de diciembre de 1788, fue decisiva en la vida de Goya. Este rey no mostró
en ningún momento simpatía por el pintor, y éste responde de igual manera. Cuando Carlos IV llega al
poder el 30 de abril de 1789, nombra a Goya pintor de cámara. En ese mismo año, fecha de la Revolución
Francesa, Carlos IV es retratado por el zaragozano. El encargo fue realizado con motivo de la coronación
de los reyes. También en esas fechas sale de la paleta del pintor el cuadro de su mujer, la reina María
Luisa.
Un personaje importante en este reinado es Godoy. Su carrera política es estelar: primer ministro, en
1792, capitán general al año siguiente, Príncipe de la Paz tras el Tratado de Basilea en 1795, y, por último
tras la guerra de las Naranjas en 1801, Generalísimo de Mar y Tierra. Momento en que fue retratado por
el genial artista, que no sentía ningún aprecio por el político. Sin embargo, María Luisa, amante de
Godoy, aseguraba que éste formaba con ella y su esposo "la Trinidad en la tierra".
La problemática internacional, a pesar de los pasos pacificadores de los monarcas españoles, se complica
con el estallido de la Revolución Francesa, que culmina con la toma de la Bastilla. La posición de España
ante el hecho revolucionario francés es opuesta. La propaganda de los revolucionarios, que se extiende
por toda europa, obliga a Godoy a establecer un cordón sanitario en la frontera con el fin de evitar la
difusión de las ideas revolucionarias en el territorio español.
El artista zaragozano se declara desde el principio, como buen ilustrado que es, partidario de estas nuevas
y revolucionarias ideas, y con sus cuadros de carácter crítico contribuye a desmoronar un mundo que
comienza a declinar. Prueba de esta decadencia es la actitud permisiva de uno de los organismo más
radicales de épocas anteriores: la Inquisición, que no hubiese permitido muchas de sus obras.
Una vez pasado el período de terror en Francia, España reanuda su política de alianzas con el país vecino.
Y ambas naciones luchan contra Inglaterra en la batalla de Trafalgar en 1805, que termina con la
destrucción de la armada hispana. El almirante Nelson, del bando inglés, pierde la vida en esta batalla.
5) La guerra de la independencia.
Napoleón firma el Tratado de Fontainebleau con Godoy en 1807. Este acuerdo es un permiso del estado
español, para que las tropas francesas puedan pasar por territorio español para arrasar Portugal. El pueblo
acoge bien a los franceses, que con el pretexto de conquistar Portugal, siguen invadiendo España.
En marzo de 1808, Carlos IV es obligado a abdicar en su hijo Fernando VII. Tras su nuevo
nombramiento llega triunfal a Madrid, pero la alegría dura poco, enseguida tiene que abdicar en
Napoleón, y éste en su hermano José I.
El día dos de mayo, el pueblo reacciona ante esta sucesión de hechos enfrentándose a la escuadrilla de
los mamelucos en la Puerta del Sol para impedir la salida de los últimos miembros de la familia real con
destino a Bayona. La respuesta francesa fue contundente: decenas de paisanos madrileños fueron
fusilados esa misma noche. Goya va a pintar para la posteridad, seis años más tarde, estas escenas de
dolor humano.
Esta lucha enfrenta dos formaciones muy distintas. Por un lado el profesionalizado ejército francés y por
otro el pueblo español. Los españoles para compensar este desequilibrio se organizan en guerrillas,
consiguiendo sucesivos éxitos como la heroica defensa las ciudades de Gerona y Zaragoza, logrando
entorpecer los planes del enemigo.
El 19 de agosto de 1808 se logra la victoria de la batalla de Bailén. La consecuencia es rotunda. José I
huye de España a los pocos meses de su llegada. La Junta Suprema Central Gubernativa del Reino se
forma en septiembre para defender los intereses del rey que se encuentra retenido en Bayona. Sin
embargo, mientras el pueblo español defiende su causa, Fernando VII actúa como un cobarde en territorio
francés.
Goya aprovecha la retirada francesa para terminar el retrato de Fernando VII, y se desplaza a Zaragoza
para dibujar a Palafox. El artista zaragozano pinta las ruinas de la ciudad maña exaltando a los españoles.
De nuevo se acercan las tropas napoleónicas, y Goya borra los bocetos. De nuevo sube al trono José I, y
el 23 de diciembre de 1808, 30.000 cabezas de familia, entre los que se encuentra el zaragozano, tiene que
jurarle amor y fidelidad al nuevo monarca. Justo al año siguiente, se le encarga que pinte el cuadro de la
Alegoría de la Villa con el retrato de José I.
Goya realiza algunos encargos para el rey francés, y es condecorado el 11 de marzo con la real orden de
España, que los españoles llamaban despectivamente "la berenjena". Sin embargo, la obra personal de
Goya sigue centrándose en el sufrimiento del pueblo español. Prueba de ello, son los grabados de
Desastres de la Guerra, que realiza por esas fechas. Sin duda, la Guerra de la Independencia marca muy
hondamente el ánimo del artista.
De nuevo los invasores vuelven a ser expulsados con la ayuda de las tropas inglesas. El 12 de agosto de
1812, el general Wellington, retratado días más tarde por el pintor español, logra la victoria de Arapiles,
con la consecuente retirada de las tropas francesas.
A continuación, transcurre un corto período constitucional, de apenas tres meses. Un grupo minoritario
de diputados se reúne en las Cortes de Cádiz para elaborar la Constitución gaditana de 1812, más
conocida como La Pepa, máxima representación del liberalismo español. Con motivo de este acto se
ordena a Goya sustituir en el cuadro de la Alegoría de la Villa, la imagen de José I por la palabra
Constitución.
Tras la marcha de Wellington, los franceses vuelven a entrar en Madrid el 2 de noviembre de 1812. El 30
de diciembre el Ayuntamiento decide que se limpie la palabra Constitución del cuadro de la Alegoría,
para restaurarlo por el retrato inicial de José I.
6) La llegada de un indeseado.
Por fin, se produce la salida definitiva de las tropas napoleónicas de Madrid en 1814. Con la derrota de
los franceses en la batalla de Vitoria y la firma del tratado de Valençay, Napoleón reconoce a Fernando
VII como rey de España. A continuación Goya, en mayo de 1814, tiene que retratar al nuevo rey en la
Alegoría.
El Consejo de Regencia se instala en Madrid el 6 de enero de 1814. A finales de febrero, Goya escribe a
este Consejo expresando "sus ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y
heroicas acciones o escenas de nuestras gloriosas insurrecciones contra el tirano europeo". El artista
zaragozano pinta entonces los cuadros del 2 y 3 de mayo. El objetivo es demostrar su patriotismo,
criticando la actitud inhumana de los franceses, con el objetivo de ganarse la confianza del recién llegado
Fernando VII.
Sin embargo, este acto de patriotismo no es suficiente, pues Goya es sometido a un proceso de
purificación en 1814 del que sale airoso. Meses más adelante tiene que enfrentarse a otro proceso por
parte de la Inquisición, instaurada de nuevo por Fernando VII, que expedienta a Goya por sus cuadros de
las Majas, considerados obscenos, y que fueron encontrados en el almacén de bienes secuestrados, tras
haber sido incautados a Godoy. El expediente queda sobreseido, al conocerse los resultado tan favorables
del proceso político anterior.
7) Un respiro constitucional.
La situación política cambia con el pronunciamiento de Rafael Riego. Comienza en 1820 el período
constitucional conocido como Trienio Liberal, que termina tres años después en 1823. El pintor, ante las
desavenencias políticas, prefiere asilarse, y con este motivo compra una finca, conocida como la Quinta
del Sordo, en las afueras de Madrid.
La Constitución que fue elaborada en 1812 es restaurada en este corto período de tres años. La polémica
principal se centra en la posibilidad de admitir un régimen constitucional con rey o sin él.
Los Cien mil hijos de San Luis, expresión irónica y popular con que fue designado el ejército francés a
las órdenes del duque de Angulema, invaden España para imponer el régimen absolutista. La toma del
Trocadero, un fuerte situado en Cádiz, por el ejército de los Cien mil hijos de San Luis, el 31 de agosto de
1823, representa el regreso de Fernando VII.
Entorno cultural.
1) El predominio de la razón.
Goya nace en el siglo XVIII, que es conocido con el sobrenombre del Siglo de las Luces o de la
Ilustración. Esta denominación implica la forma de pensamiento del hombre que vive en esta época, que
se caracteriza por el predominio de la razón humana sobre cualquier otra fuente de conocimiento. Los
sentimientos o la fe quedan desplazados en la mentalidad del hombre ilustrado. Por esta razón, la iglesia y
la teología son sometidos a crítica. El hombre del siglo XVIII es deista, creyente de una religión natural,
que consiste en adorar a un ser superior directamente, sin intermediarios, y en la observación de una
moral natural.
Algunas de estas características son apreciables en la mentalidad de Goya. El pintor criticó abiertamente
a la Inquisición, con la que tuvo problemas por pintar determinadas obras como la Maja Desnuda, y por
ridiculizar en la serie de grabados de los Caprichos a la reina, María Luisa de Parma y la Duquesa de
Alba. El cuadro, Escenas de la Inquisición, representa el momento de la lectura de los cargos y las penas
de los acusados. La degradación que sufren los acusados, mediante la indumentaria y el capirote, es uno
de los puntos más criticados por los ilustrados. La Inquisición fue abolida por José I Bonaparte, hombre
de ideología racional, pero con el absolutista Fernando VII fue restaurada de nuevo.
El predominio de la razón impulsa la creación de grandes obras como la Enciclopedia Francesa, que
promueve a su vez el movimiento ideológico que subyace tras la revolución francesa. El primer volumen
se publica en julio de 1751. El tiempo de redacción de la obra es de 14 años. La enciclopedia es el primer
trabajo intelectual de aportación colectiva. En esta obra colaboran personajes como Diderot, o Francois-
Marie Arouet, más conocido como Voltaire. Ambos son famosos por la crítica social, religiosa y política
que realizan.
También destacan entre otros pensadores el barón de Montesquieu, autor de la teoría de la división de los
poderes del estado, y Rousseau, autor de la obra el Contrato social, que define las bases de la moderna
democracia. Otro contemporáneo de Goya, y gran racionalista, es el prestigioso filósofo alemán
Immanuel Kant, que es el creador del idealismo transcendental, síntesis de la corriente empírica y
racional.
La experimentación, la ciencia y el progreso son muy valorados, por su directa relación con el raciocinio.
En España, la ciencia es impulsada por las Sociedades Económicas de Amigos del País y las Academias
de Ciencias están protegidas por los reyes. Como reflejo del espíritu ilustrado, se crean en este siglo
numerosas instituciones culturales. Así son representativos de esta cultura edificios como la Librería Real
construida en 1771, que es la actual Biblioteca Nacional, las Academias de la Lengua en 1713, Medicina
en 1732, Historia en 1735 y la de Bellas Artes de San Fernando en 1744
Otra institución de relevante interés es la Real Academia Española, creada en 1713, cuyo objetivo es
mantener la pureza del idioma, que empieza a evolucionar desde el latín. Por ello, el lema de este
organismo es limpia, fija y da esplendor.
El siglo XVIII supone, como consecuencia del desarrollo de la ciencia, los primeros pasos en el camino
de los adelantos científicos, aplicados a la técnica y con repercusión en la industria, pues este siglo
representa el estallido de la revolución industrial. Uno de los grandes inventos del siglo es la aplicación
de la fuerza del vapor por James Watt en 1765. Esta fuerza se trasmite a un pistón, y luego a una rueda
dentada, pero no se aplica a los medios de transporte hasta principios del siglo XIX.
En el campo de la física, Alessandro Volta estudia los fenómenos de la electricidad estática, Benjamín
Franklin inventa el pararrayos y la pareja de científicos formada por el alemán Daniel Gabriel Fahrenheit
y el sueco Anders Celsius descubren el termómetro de mercurio. La química consigue ridiculizar las
supersticiones. Algunos de los elementos de la tabla química comienzan a nacer en este siglo. El francés
Lavoisier analiza la composición del aire. Nacen también en estas fechas, las ciencias naturales mediante
la clasificación científica de los vegetales y animales.
Uno de los grandes inventos es el globo aerostático. Por fin el hombre puede volar. Los hermanos
Montgolfier consiguen en 1783 elevar un globo de 212 metros de diámetro con aire caliente hasta 500
metros de altura. Goya, hombre interesado en conocer y aprender cosas nuevas, refleja este fascinante
descubrimiento en su cuadro El globo aerostático.
4) De la piedra al hierro.
La expresión artística del rococó se centra en la actividad ornamental, recurriendo a formas sinuosas,
asimétricas y caprichosas. Es evidente el predominio de la línea curva. De este estilo destacan, sobre todo,
los arquitectos alemanes como Baltasar Neumann, con la Iglesia de los 14 santos y Johann Michael
Fischer, con la Abadía de Ottobeuren.
La arquitectura se opone a las curvas sinuosas del período anterior y se imponen unos criterios más
clásicos en la decoración. El neoclasicismo se basa en la línea recta frente al estilo rococó. Se caracteriza
también por la construcción de grandes cúpulas como la de San Francisco El Grande en Madrid, y largas
columnas. Se usa como material más digno la piedra y el mármol. Los edificios son amplios y mantienen
un equilibrio entre sus cuerpos.
Predominan los arcos del triunfo, a imitación de los romanos, de gran tamaño, como el Arco de la
Estrella en París y la de Brandemburgo en Berlín de Langhans. También es significativa la columna
conmemorativa, al estilo de Trajano, que Gouduain y Lepere levantan en honor a Napoleón. El nuevo
emperador necesita del arte de los césares para representar el imperio universal que desea. El modelo
neoclásico por excelencia es el Templo de la Madeleine en París. En esta época también proliferan los
edificios burgueses como plazas, mercados, escuelas, bibliotecas y teatros.
En España, este estilo entra tarde, porque tiene que vencer el fuerte peso del barroco español. Las
academias se encargan de esa ardua labor. Destacan, entre otro, los arquitectos Ventura Rodríguez, que
realiza la Catedral de Pamplona, Sabatini, autor del Palacio Real y de la Puerta de Alcalá en Madrid, Juan
de Villanueva, arquitecto del Observatorio Astronómico y del Museo del Prado.
En arquitectura, el romanticismo tiene que convivir con el neoclasicismo, pues este se alarga hasta bien
entrado el siglo XIX. De hecho en 1842, se termina el Partenón francés de la Madeleine. El romanticismo,
que busca sus raíces en el nacionalismo, se basa en estilos anteriores como el gótico, mudéjar o románico,
según la tendencia de cada país. El material rey es el hierro, un buen ejemplo es la Torre Eiffel,
construida en 1889. Otro material destacable es el vidrio para la construcción de pabellones, estaciones de
trenes, invernaderos o tiendas.
6) El arte de la pluma.
Los dos grandes movimientos estéticos del XVIII son la ilustración y en la segunda mitad del siglo, el
prerromanticismo. Los literatos adoptan temas críticos, pastoriles, -sobre todo en poesía-, y anacreónticos
como la exaltación de placeres elementales o filosóficos.
La literatura española ilustrada cuenta con figuras tan destacables como José Cadalso, maestro de la
crítica social, Diego De Torres Villarroel, que combate el retraso científico del país, las supersticiones y
falsas creencias populares, Tomás de Iriarte y Felix María Samaniego, los famosos fabulistas, Leandro
Fernández de Moratín, que se ocupa de la crítica social y literaria, Jovellanos y Feijó, que están
entregados a la crítica científica y religiosos fundamentalmente y Juan Meléndez Valdés. José Cadalso es
el autor de las famosas Cartas marruecas, donde una mora explica a su corresponsal las extrañas
costumbres españolas. La finalidad de esta obra es censurar la decadencia de la patria.
El prerromanticismo, en literatura, se inicia en la segunda mitad del XVIII. La sensibilidad prerromántica
se extiende por influjo de poetas ingleses como Macpherson, Young, Tomás Gray, el pensador suizo
Rousseau y el novelista francés Saint-Peirre. En prosa, las figuras que destacan en este período son
literatos de la talla de Schiller y Goethe. El romanticismo valora los derechos de la fantasía, de la
imaginación y de las fuerzas irracionales del espíritu. Se escriben obras menos perfectas pero mas
profundas, más íntimas y sugestivas. La subjetividad es una de las características básicas de este estilo.
En el poema romántico, el escritor vuelca lo que siente, en consecuencia sus versos son íntimos. Sus
tonos más frecuentes son la melancolía, la exaltación, la protesta y el hastío. Los temas son de carácter
amoroso o legendario. Les atrae el misterio, la noche, los cementerios, el mar embravecido, la tormenta.
Los literatos europeos más importantes de este estilo son Alejandro Dumas, Sainte-Belue, Victor Hugo,
Coleridge, Byron y Baudelaire, el más joven de todos los artistas mencionados, que nació siete años antes
de la muerte de Goya en 1828. También es destacable la obra humanista de Herder, que defiende el
espíritu nacionalista alemán desde sus raíces, los hermanos Grimm, autores de cuentos y leyendas del
pueblo alemán y el novelista escocés Walter Scott, que inicia la novela histórico-medieval. En España
destacan, en los primeros años del siglo, Mesoneros Romanos, el periodista Larra, Zorrilla, y el poeta
Espronceda, autor de la famosa Canción del pirata.
7) El escenario.
El movimiento neoclásico en teatro fue breve, y se caracteriza por los siguientes rasgos: actitud crítica y
adopción de las tres unidades de acción, lugar y tiempo.
Un buen ejemplo del teatro ilustrado es el libro español de El sí de las niñas de Leandro Fernández
Moratín. La obra recoge las reflexiones de un maduro caballero, que retira sus pretensiones de casarse
con una joven basándose en la diferencia de edad. Es una vigorosa defensa de los derechos de la mujer.
Con sus obras los ilustrados quieren combatir una realidad injusta, tratando de modificar los prejuicios y
las costumbres. Eran reformistas y no revolucionarios, piensan en un término justo mediante reformas
razonables. Goya también mantiene una actitud crítica sobre este tema en algunas de sus cuadros. El
pintor coincide con las ideas de hombres de su tiempo como Moratín, Jovellanos y Meléndez Valdés,
amigos de Goya, que fueron retratados por el artista zaragozano.
Mucho más relevante es el teatro romántico, que se caracteriza por la preferencia de temas legendarios, la
mezcla de lo trágico y lo cómico y la acciones entrecruzadas. El drama, en el que no se respetan las tres
unidades, se divide en cinco actos con versos de diferentes medidas, que se mezclan con la prosa. El
objetivo del dramaturgo es conmover al público. Los seres están marcados por un destino extraño y
singular y las escenas suelen ser nocturnas y sepulcrales. En España, José de Espronceda, escribe la
inmortal obra de El estudiante de Salamanca, y más tarde, José Zorrilla redacta su Don Juan Tenorio;
obras que Goya no llegó a conocer, aunque sus creadores sean contemporáneos de sus últimos años.
8) La nota musical.
El siglo XVII es el siglo del esplendor musical. Se cierra el ciclo de la polifonía y se inicia una etapa de
enorme expansión de la música instrumental. En esta época se producen una serie de descubrimientos
como nuevas formas de composición, y se amplia el número de instrumentistas. En esta faceta del arte
destacan genios con características prerrománticas como Amadeus Mozart, que proporciona un valor
nuevo a la música a través de sus sinfonías.
La música romántica tiene grandiosos representantes como Ludwig Van Beethoven,
que supone el comienzo de la libertad expresiva del romanticismo. Franz Schubert y Beethoven mueren
casi en la misma fecha que Goya. Este último compositor sufrió igual que Goya una enfermedad que le
marcaría profundamente: la sordera.
2) La duquesa de Alba.
María Teresa Cayetana de Silva, XIII, más conocida como la duquesa de Alba, nace en 1762. Era por
tanto 16 años más joven que el famoso pintor. Algunos historiadores suponen que fueron amantes, pero
nada se puede probar al respecto.
Es conocido el cuadro de la duquesa con mantilla negra realizado por Goya, donde aparece con dos
anillos en la mano. En uno figura el nombre del pintor y en el otro el de la duquesa. Además, la retratada
señala en el suelo las palabras "Solo Goya". Más tarde el pintor, posiblemente desengañado por el
carácter inconstante de la joven, borró la palabra Solo y le dedicó uno de sus grabados titulado: "Sueños
de la mentira y la inconstancia". Goya abraza a la duquesa cuyo rostro mira complacido al pintor, sin
embargo la misma cabeza tiene dos caras y la otra, con aptitud despectiva, dirige su atención hacia otro
lado. De la parte superior de la cabeza surgen unas alas de mariposa. De esta manera, Goya representa la
doble cara de la duquesa.
En 1797 la relación había terminado. Cinco años después, la duquesa es envenenada, quizás, por orden
de la reina María Luisa y Godoy, envidiosos de la popularidad de la joven entre el pueblo madrileño.
3) Las majas.
El 12 de noviembre de 1800, Godoy es propietario de la Maja Desnuda. Más tarde, en 1808 pasa a su
poder la vestida. Es probable, por tanto, que primero se pintase la desnuda y luego la vestida. Sobre esta
pareja de cuadros se dice también que existía un ingenioso mecanismo que ocultaba la desnuda tras el
lienzo de la vestida. Al accionar el mecanismo, aquella veía la luz.
Sobre la modelo se especula que pudiese ser el retrato de la duquesa de Alba. Lo cierto es que no hay
ningún dato que verifique seriamente esta posibilidad. Se sospecha, no obstante, que esta desconocida
modelo fue retratada para otros cuadro como el de Cupido y Psique, donde la figura femenina posee un
interesante toque erótico.
La vestimenta de la maja refleja la moda femenina de la época. Esta se caracteriza por tener una cintura
muy alta, con la finalidad de resaltar los senos. Esto proporciona un sensual aspecto a los retratos del
pintor.
La fama de estos cuadros llegó hasta el país vecino. Así Baudelaire, en 1859, anima a su amigo Madar
para que adquiera ambos cuadros como una ocasión única.
5) Alegoria de la villa.
El cuadro de la Alegoría de la Villa fue encargado por José I Bonaparte. Goya, que no retrató al francés
del natural, decidió colocar el retrato del soberano en un medallón. Una mujer rubia con corona, que
representa a Madrid, sujeta una lápida con el escudo de la Villa. A sus pies descansa un perro, como señal
de fidelidad. La corona de laurel simboliza la fama y el triunfo del rey.
Esta obra sufrió numerosos cambios marcados por las desavenencias políticas de esta época. El 10 de
agosto de 1812 tras la batalla de Arapiles, el rey José I huye y Goya tiene que cubrir el retrato con la
palabra Constitución, que fue promulgada en Cádiz ese mismo año.
El 2 de noviembre regresa José I y el día 30 el pintor vuelve a restablecer el cuadro tal y como estaba
antes. Con la nueva salida de José I de Madrid, vuelve a figurar la palabra anterior.
Con la llegada de Fernando VII, en mayo de 1814, la palabra Constitución desaparece, y hay que dibujar
el rostro del nuevo rey. Este retrato lo pintó algún discípulo de Goya, y tuvo que ser retocado "por estar
poco parecido al original", según relatan testimonios de la época.
En 1843 vuelve a ser sustituido por el Libro de la Constitución. Tras la caída de Isabel II, el alcalde
marqués de Sardoval ordena que Vicente Pamaorli pintase en él las palabras "Dos de Mayo", que
actualmente se pueden leer en el lienzo.
6) La quinta del sordo.
Goya compró la Quinta, cercana al Puente de Segovia, en 1819. "Era una construcción de adobe con un
jardín unido, dos habitaciones bajas, distribuidas en diferentes piezas, un pozo de agua potable inmediato
a dicho jardín y otro en un patio de las habitaciones y dos desvanes: además por la parte del arroyo, en el
centro... cinco álamos blancos", según se recoge de escritos de la época.
Despertar todos los días entre paredes pintadas con monstruos procedentes de la soledad e imaginación
del pintor, no debe ser plato de buen gusto para la mayoría de los mortales. Sin embargo, según reconoce
el hijo de Goya "siempre merecieron su predilección los cuadros que tenía en su casa, pues como pintaba
con libertad, según su genio y para uso particular, las hizo con el cuchillo de la paleta en lugar del pincel,
logrando sin embargo, que hiciesen un efecto admirable a proporcionada distancia... a las que siempre
miró con mucha distinción, teniendo en particular gusto de verlos todos los días". De ahí que algunos
hayan decidido llamar a esta finca la Capilla Sixtina de Goya.
El zaragozano cedió la casa a su nieto, quien la vendió en 1873 al barón Ch. Saulnier, quien a su vez la
volvió a vender al barón Emite D'Erlanger. Este personaje encargó pasar a lienzo las pinturas. Debido al
mal estado de conservación de los murales de la casa, cuando fueron pasados a lienzo, algunas zonas se
perdieron y otras fueron retocadas por el restaurador encargado.
A continuación, este barón las presentó en la Exposición Universal de 1878 en París. Sin embargo debido
al poco éxito que tuvieron, terminó donándolas al Museo del Prado.
7) Litografías y grabados.
En los últimos meses de su vida, Goya realiza 23 piedras litográficas, de las cuales se desconoce su
paradero, sin embargo todavía se conservan los cobres de las planchas grabadas. El resto de la obra
litográfica no tiene gran valor, porque son los inicios del pintor en esta nueva técnica, que llega a Madrid
a través del litógrafo José María Cardano en 1819. Es un método más barato que la plancha de cobre e
ideal para marcar trazos breves, como era gusto del pintor.
En París, Goya comienza a adquirir fama. Una edición litografiada, mediocre, de diez caprichos, circula
por París desde enero de 1825 bajo el título Caricaturas españolas, ni más ni menos, por Goya. Sin
embargo, el resto de los proyectos que presenta por esas fechas no tienen tanto éxito.
Respecto a la serie de grabados titulada Desastres, que data de 1812 a 1816, se sabe que consta de 80
láminas, pues dos de ellas se perdieron. Los epígrafes que se conservan en el ejemplar, que el artista
preparó para que fuera corregido por Cea Bermúdez, son impactantes.
De la serie Tauromaquia se encontraron once planchas más que en la tirada inicial realizada por Goya, no
incluidas debido a una factura defectuosas de los cobres. La serie de Tauromaquia, realizada de 1815 a
1816, está inspirada en la afición taurina del pintor. Se dice que Goya afirmó una vez "que él ha toreado
en su tiempo y que con la espada en mano a nadie teme". Su popularidad entre los toreros era grande y, se
comenta que éstos le llamaban "el torero ilustre". Otros eruditos aseguran que las corridas no le
interesaban, aunque es posible que hubiese acudido a alguna. Aunque existían diferentes tipos de corridas,
Goya representa sobre todo las Caprichosas, que son las preferidas por el público.
Los Desastres y Disparates se guardaron en la Quinta del Sordo, y no fueron publicados hasta 1864 por la
Academia de San Fernando. La serie de los Disparates salió a la calle con el título de Los proverbios o
Sueños, formada por 18 estampas. Mas tarde se descubrieron 4 grabados inéditos en Francia.
Otra anécdota de actualidad es la cotización a la alta de la obra del genial artista. Desde la década de los
80 está prohibido realizar más ediciones con las planchas originales de Goya, que se guardan en la
Academia de San Fernando. La razón es el progresivo deterioro de estas planchas por su uso constante.
Por este motivo, las laminas reproducidas que antes se vendían por 10.000 o 20.000 pesetas, ahora están
valoradas en 100.000.
8) Violación de la tumba.
El Estado español intentó trasladar el cuerpo de Goya desde Francia a Madrid varias veces en los años
1863-69-88. De esta última fecha existe un informe que dice: "No teniendo cabeza el cuerpo que se cree
ser el de Goya, el Cónsul de España, en nombre de su Gobierno, solicita la autorización de llevar a
Madrid, los dos cuerpos que se encuentran en el mismo panteón. El segundo es de Goicoechea", familiar
de Goya, con el que compartió la tumba durante 70 años.
Personas presentes en el entierro del pintor, declararon que cuerpo y cabeza estaban juntos en el ataúd.
En consecuencia, se cree que se trata de una violación de la tumba. La razón: curiosidad científica. Por los
datos que se poseen muchos anatomistas vivían entonces en Burdeos. Probablemente alguno quisiera
examinar el cerebro del pintor.
El 5 de junio de 1899 se procede a la exhumación. Fue inhumado en la sacramental de San Isidro hasta
que, en 1919, fue traslado a la tumba construida bajo los frescos de la cúpula de la ermita de San Antonio
de la Florida, convertida desde ese momento en museo y panteón.
9) Varios.
RECHAZO DE SU OBRA. Se cree que las pinturas del armario de los relicarios en la parroquia de
Fuendetodos fueron ejecutados por Goya en 1762 o 1763. Se cuenta que cuando Goya viajó a Zaragoza
en 1808, aprovechó para acercarse a su pueblo natal y al ver las pinturas de esa iglesia, exclamó: "No
digáis a nadie que eso lo he pintado yo".
PURISTA DEL ARTE. Sobre las restauraciones de cuadros, labor que tuvo que realizar como primer
pintor cámara en 1801, Goya escribe que "la disonancia que me causó el cotejo de las partes retocadas
con las que no lo estaban, pues en aquellas había desaparecido y destruido enteramente el brío y valentía
de los pinceles, y la maestría de delicados y sabios toques del original, que se conservaban en éstos...
cuando más se toquen las pinturas con pretexto de su conservación, más se destruyen, y que aún los
mismo autores reviviendo ahora no podrán retocarlas perfectamente a causa del tono rancio de colores,
que les da el tiempo, que es también quien pinta".
INAUGURACION DEL PRADO. El día 19 de febrero de 1819 se inaugura una de las mayores
pinacotecas del mundo, el Museo del Prado. Goya presenta dos cuadros de carácter oficial como
corresponde a la ocasión: Carlos IV y María Luisa, ambos a caballo.
EL MISTERIO DE LA X. Durante mucho tiempo ha traído de cabeza a los eruditos la famosa X que
figura al pie de algunos cuadros. Existen lienzos de Goya, que figuran con una X seguida de un número.
Se descubrió en 1964, que este número corresponde a la numeración de la relación de cuadros, que
correspondía a la partición de la herencia de la mujer de Goya. La razón es el miedo del hijo del pintor a
perder su herencia con motivo, en 1814, de la purificación de los empleados reales con la vuelta de
Fernando VII. Xavier, temeroso de la confiscación de los bienes de su padre, decide identificar las obras
que le corresponden para no perderlas con una X, inicial de su nombre, seguida del número que
corresponde en la lista realizada el día de la repartición de bienes de Josefa Bayeu.
SIN MANOS. También es conocida la norma del pintor de no dibujar las manos cuando consideraba
escaso el precio a pagar por el retratado. La razón estriba en la dificultad para el artista de dibujar esa
extremidad del cuerpo.
GENIO Y FIGURA. Goya vive en Burdeos, y tiene 80 años. Sigue pintando, a pesar de tener mal pulso y
sufrir una acuciante ceguera. Orgulloso de su edad es normal que ante un cuadro de buena calidad, añada
junto a la firma, su edad. La debilidad de la vista tampoco le resta capacidad para lograr la penetración
psicológica del retratado.
EL RESTO DE LA FAMILIA. Francisco Xavier fue nombrado heredero universal de la obra de su
padre, cuando se realizó en 1811 el testamento mancomunado entre el padre y la madre. Además, el
pintor había conseguido para su hijo una considerable pensión real, una renta vitalicia por parte de la
duquesa de Alba.
Algún capital, ropas y muebles de la casa de Burdeos y varios cuadros entre ellos La lechera fueron la
herencia para Leocadia e hijos. Ellos permanecieron en Francia, viviendo humildemente hasta 1833. En
España, Rosarito llegó a ser académica de San Fernando, al año siguiente fue nombrada profesora de
dibujo de la reina Isabel y de su hermana Fernanda, pero cayó enferma y murió en 1843.
El nieto de Goya dilapidó la herencia que le había dejado su padre y abuelo en malos negocios.
PREMONITOR DE ESTILOS. Actualmente Goya está considerado como el primer pintor moderno. Su
obra del 3 de mayo se considera el primer cuadro expresionista y la Lechera de Burdeos, el primero
impresionista.
Inicios.
1) Discípulo de un pintor local.
Francisco de Goya y Lucientes, hijo de un dorador y de vocación precoz, se inicia en la pintura a la edad
de trece años. Desde que es muy pequeño, su padre observa sus dotes en el arte de la pintura, por lo que le
lleva de aprendiz al taller de José Luzán, un modesto pintor local. Con él conoce las primeras normas del
dibujo y la copia de grabados antiguos. Así aparece reflejado en el catálogo del Museo Real (hoy Museo
del Prado), "Fue discípulo de don José Luzán en Zaragoza con quien aprendió los principios del dibujo,
haciéndole copiar las estampas mejores que tenía, estuvo con él cuatro años y empezó a pintar de su
invención hasta que se fue a Roma."
Las lecciones de su primer maestro y las influencias de sus contemporáneos encienden el genio de Goya,
que se educa como un verdadero autodidacta. En 1763 se presenta por primera vez al concurso que
celebra anualmente la Academia de San Fernando de Bellas Artes, pero el jurado no falla en su favor.
Unos años más tarde, en un segundo intento, obtiene el mismo resultado. Estos dos fracasos no le van a
impedir seguir trabajando con la misma inquietud. Por otra parte, sus ganas por aprender le animan a
emprender un viaje a Italia en 1770. Después de una breve estancia en Roma se traslada a Parma. Allí
participa en el concurso de la Academia y gana el segundo premio. En Italia estudia los principios del
Rococó y del Neoclasicismo, que son los estilos predominantes en esta época.
En este período realiza diversos cuadros de pequeño formato y forma monumental sobre temas clásicos y
el retrato de Manuel Vargas Machuca.
2) Regreso a Zaragoza.
Cuando regresa a Zaragoza en junio de 1771, gentes de la provincia y los alrededores le hacen numerosos
encargos, gracias al prestigio y la experiencia que adquiere en Italia. Goya se establece como pintor
independiente, ganándose una amplia clientela. El primer trabajo importante que se le adjudica en este
momento, por mediación de Francisco Bayeu, es decorar la Tribuna del Coro de la Basílica del Pilar y los
muros de la Cartuja de Aula Dei, situada a escasos kilómetros de Zaragoza. En los frescos del coro del
Pilar reproduce a los personajes divididos en grupos con un marcado carácter abocetado. Sólo unas doce
figuras aparecen definidas con todo detalle.
La Cartuja de Aula Dei consta de once composiciones, de formato apaisado, pintadas al óleo sobre muro.
Las escenas representan temas bíblicos y se puede afirmar que en esta obra ya se dan una serie de
cualidades típicamente goyescas. El impulso Barroco se combina con la serenidad Neoclásica. Los
colores claros y cambiantes, especialmente en las vestimentas de los personajes llenas de luminosidad,
definen estos óleos que se encuentran entre los primeros trabajos de Goya.
En estos años, una nueva actividad le espera al aragonés en Madrid, ciudad a la que se tiene que
trasladar, tras aceptar la oferta de su cuñado Francisco Bayeu. Este le llama para entrar en el equipo de
pintores que trabajan en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
5) Velazquez y Rembrandt.
Las influencias que recibe Goya por parte de otros artistas son realmente limitadas, lo que no significa
que no se dedicara al estudio de sus antecesores. Si partimos de la afirmación del biógrafo Matheron en la
que sostiene que Goya no reconoce a otros artistas que Velázquez, Rembrandt y la propia naturaleza, es
difícil abordar esta cuestión.
Al comienzo de su carrera en la Madrid, se le han atribuido elementos propios de sus compañeros del
taller de la Real Fábrica e incluso del estilo que preside el último tercio del siglo XVIII. Pero a medida
que nos adentramos en esta época se descubre que en vez de hablar de influencias es más adecuado
hacerlo de limitaciones.
Su vocación temprana por la pintura le lleva a dirigir sus primeros pasos hacia el taller de José Luzán,
donde recoge la esencia de la escuela aragonesa. Durante su aprendizaje conoce a Francisco Bayeu, quien
le inicia en el manejo de las luces, los brillos y el dominio del claroscuro. De este período, destacan entre
otros compañeros de estudio del pintor aragonés Ramón Bayeu, Gregorio Ferro y Luis Fernández.
Mientras vive en Italia se hace eco del estilo dominante. Entra en contacto con el Neoclasicismo y
estudia los últimos resquicios del Barroco. A parte de una serie de obras de tema clásico, de esta fase,
también data una copia del Tránsito de San Antonio Abad de Corrado Giaquinto.
La presencia de Francisco Bayeu en la vida de Goya comienza a apreciarse a su regreso a España,
especialmente en sus primeras obras de carácter religioso. La aparición de la Virgen a Santiago o La
Huida de Egipto son cuadros que prueban este hecho. La repercusión de Bayeu no acaba en este punto.
Ya asentado en Madrid entra a trabajar, por mediación de su cuñado, en la Real Fábrica de Tapices de
Santa Bárbara. En estos años, los cartones para tapices que Goya pinta están condicionados por los
consejos de Bayeu y por el estilo clásico de la corte. Por otra parte, la particular técnica de los tapices
supone otra limitación a la obra del pintor.
Una vez que es nombrado Teniente Director de Pintura de la Academia de Bellas Artes y pintor de
cámara a sus creaciones las despoja de rasgos ajenos y le confiere elementos propios y personales. A
partir de este momento, Goya ya no está supeditado a las normas de Bayeu o Mengs. Esta trayectoria
demuestra que lo que algunos autores han llamado influencias no son más que normas de estilo y
tratamiento.
Su inclusión en el ambiente cortesano, no sólo le permite ganar una fuerte clientela, formada por nobles,
ilustres y artistas del momento, sino que además le sirve de vía para conocer a fondo la obra de los
grandes genios de la pintura. De Velázquez copia Esopo y Menipo y también se inspira en él para
practicar con una nueva técnica, el grabado. Con el paso del tiempo Goya es capaz de traspasar la
perspectiva aérea, que caracterizan los lienzos del Sevillano, a sus cuadros. Una muestra de ello es la
Junta de Filipinos, donde la atmósfera que impregna la enorme estancia en la que se dan cita toda una
galería de personajes es completamente Velazqueña.
6) La naturaleza.
Los temas populares, que tanto refleja en sus primeros cartones, también son un punto de partida en la
obra de Goya. La naturaleza y en especial la naturaleza humana ejerce gran influencia sobre el autor a lo
largo de su producción. Tanto en los grabados, como en las Pinturas negras, o en aquellas que reproducen
las catastróficas consecuencias de la Guerra de la Independencia, el pueblo aparece como el principal
afectado. Nadie destaca sobre los demás, los héroes no existen. Los hombres están reflejados con sus
vicios y sus virtudes, sus miedos y sus alegrías. La expresión humana es siempre objeto de estudio para
Goya.
Giovanni Battista Tiepolo es otro artista que suscita la dedicación de Goya al estudio de su obra, por lo
que observa atentamente los trabajos del veneciano. Su estilo Barroco, impregnado por el Rococó
representa el lado opuesto a la tendencia neoclasicista de Mengs. La influencia de Tiepolo le invita a
utilizar esgrafiados, a base de distintos ocres, para aumentar la sensación de relieve.
La curiosidad y la inquietud del genial pintor dirigen sus inclinaciones hacia el estudio de la producción
de Rembrandt. No hay que olvidar que una buena parte de la obra de éste, al igual que la de Goya, está
dedicada al retrato. Este género se convierte en una forma de expresión artística muy importante para los
flamencos e italianos del siglo XV. Pacientemente reproducen los detalles del rostro y del vestido para
exaltar la belleza y la grandeza humana. El maestro holandés, sin embargo, va a ensombrecer este aspecto
más llamativo para dar prioridad a la condición del hombre. Esa preocupación por traspasar la frontera del
mero retrato, para penetrar en el fondo real del personaje y manifestarlo con ayuda de los pinceles
también es constante en Goya. Cualidad que se intensifica con su madurez creativa. Retratos, pasajes
bíblicos y escenas mitológicas completan la obra de este prolífico autor holandés, del que además se
conservan magníficos grabados.
7) Coleccionista de lujo.
A raíz de la muerte de Josefina Bayeu se realiza un inventario con el fin de hacer un reparto de bienes
entre el pintor y su hijo. A parte de los cuadros de Goya, en esta relación figuran dos obras de Tiepolo,
valoradas en 200 reales. Es posible que se tratara de pequeños lienzos o simples bocetos. Además Goya es
propietario de diez grabados de Rembrandt, en los que se inspira para hacer sus propias láminas, y un
autorretrato de Velázquez, aunque es difícil confirmar su autoría. Esta colección de lujo y representativa
del buen gusto se completa con una escultura de Corregio, Cabeza del Corezo.
Después de la muerte del pintor aragonés, Francisco Xavier de Goya, su hijo, redacta una nota para la
Academia de San Fernando en la que señala la admiración que sentía su padre por Velázquez y
Rembrandt. Lo que más fascina a Goya de los dos pintores son sus efectos de claroscuro y la atmósfera
real de la que llenan sus obras, todo ello enmarcado dentro de un perfecto dominio del espacio.
9) Contemporaneos de Goya.
En la segunda mitad del siglo XVIII destacan pintores como José del Castillo, autor de obras religiosas y
bellos cartones que rivalizan con los de Goya. La actividad creada en la Real Fábrica de Santa Bárbara es
un trampolín para dar a conocer a muchos artistas que de otra forma hubieran permanecido en el
anonimato. Así Francisco y Ramón Bayeu son reconocidos en su tiempo, gracias a la protección de
Mengs. Giaquinto y Mengs también se convierten en dos figuras primordiales en la vida del valenciano
Mariano Salvador Maella. La producción de Luis Paret y Alcazar, gran observador de la técnica, es en
este período una de las aportaciones más importantes y un documento de primera mano sobre la vida
española de su tiempo.
El ambiente local de las provincias, en lo que se refiere a la cultura, es más cerrado y retrasado. Pero esta
situación no impide que también se abran nuevas academias provinciales según el modelo madrileño.
Sevilla, Valencia y Valladolid van a acoger estos nuevos centros de enseñanza y a los artistas que en ellos
se adiestrarán en el arte de pintar.
Evolución artística..
2) Sueños y supersticiones.
La primera serie de grabados se publica en 1799, bajo el epígrafe "El sueño de la razón produce
monstruos". Los Caprichos que constan de 80 estampas, están precedidos por un autorretrato al
aguafuerte. En estos grabados seres humanos se mezclan con las bestias del subconsciente, donde además
se dan cita un mundo de majas, chulos y mendigos. Cada lámina se complementa con una cita que
expresa la intención del autor, en ocasiones una idea oscura y sibilina. Son pensamientos que se anticipan
a las inquietudes que más van a interesar a los artistas del movimiento surrealista, en el siglo XX. Los
dibujos, satíricos y punzantes, se caracterizan por un trazo extraordinario que hace única esta
impresionante colección de errores y vicios humanos. La moral y el pesimismo se unen para convertirse
en simples pretextos que maquillan la soledad y la falta de confianza del pintor en la sociedad.
El año 1798 va a ser decisivo para Goya, ya que realiza una de las obras más destacadas de su trayectoria
profesional. Se trata de decorar los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida, curiosamente el
lugar donde hoy descansan sus restos. Alrededor del milagro del santo se reúnen un conjunto de figuras
que representan a gente corriente de Madrid. En los rostros de estos personajes se alterna la ansiedad con
la indiferencia y la conmoción. Sus gestos, gracias a la rapidez de la pincelada y la intensidad de los
colores, están dotados de una enorme expresividad. El artista trabaja con violentas pinceladas, sin retocar
los detalles, y con mínimos contrastes de tono para estructurar el gesto y los movimientos de las figuras.
De este modo, emplea deformaciones y soluciones que son poco corrientes para la época. Sin embargo,
Goya también combina estos desgarros con la técnica tradicional más sutil y refinada.
Su carrera en la corte de los Borbones le obliga a realizar retratos de la nobleza. Carlos IV, Mª Luisa y
Godoy van a posar para el genial artista. El punto álgido llega con el retrato de La familia de Carlos IV,
donde Goya se apropia de la psicología de cada uno de los personajes. Con los pinceles expresa la
antipatía que siente por el ambiente cortesano. Desde una perspectiva artística, hay que destacar la
armonía de rojos y castaños sostenidos por amarillos blanquecinos y dorados que convierten a este lienzo
en una de las obras maestras de la historia del arte español.
Se ignora la fecha exacta en la que Goya pinta las majas, parece ser que es entre 1800 y 1808 y que
pertenecen a Godoy, en esa época. La maja desnuda, hecha con suaves tonos, presenta un dibujo firme y
alguna idealización en su provocativa belleza popular. A pesar de ser uno de los pocos desnudos de la
época es superada por la vestida, pintada con mayor soltura y más contrastes cromáticos que aumentan la
sensualidad del lienzo.
Su tarea como pintor costumbrista no decae, en estos años realiza cinco tablas para la Real Academia de
San Fernando: Procesión de Disciplinantes, Casa de Locos, Corrida de Toros, Tribunal de la Inquisición y
Entierro de la Sardina. La intención de satirizar aspectos de carácter nacional y sus agitados instintos son
un síntoma de su buen hacer, cada vez más evidente. Deformaciones, trazos sueltos y borrones configuran
la técnica de Goya junto a las tradicionales veladuras y trasparencias que adopta de los cuadros de
Rembrandt y Velázquez. Como contrapunto a la idea crítica que el aragonés representa en sus últimas
creaciones encontramos un bello retrato que realiza de la Señora García Sabasa. La inocencia y candidez
de su juventud, así como la austera feminidad del personaje aparecen disimuladas con los colores pardos
de la soledad.
La boda de su hijo Francisco Xavier con Gumersinda Goicoechea, en 1805, va a ser un importante
evento para el zaragozano, que fotografía esta ocasión en una serie de retratos. La captura del bandido
Maragato también le llama la atención y representa este instante en un interesante trabajo de seis tablillas.
En este punto se puede ratificar la inclinación que muestra el autor por plasmar las secuencias de
imágenes.
3) Crónicas de la guerra.
En mitad de su trayectoria, el contexto político-social en el que vive el pintor no deja de influir en su obra
que reflejará el aspecto más patético y grotesco de su producción posterior.
Si Goya sufre un duro golpe a raíz de la enfermedad que le provoca la sordera, la guerra va a dejar una
huella en su personalidad para el resto de sus días. En 1807 la situación nacional comienza a tambalearse.
Las intrigas de Godoy y el afán de Napoleón por invadir las fronteras de España van a desembocar en el
Tratado de Fontaineblau. Un año más tarde, Carlos IV tras el motín de Aranjuez abdica en Fernando VII.
Finalmente los hechos se precipitan y José Bonaparte se instala en la corte, mientras el pueblo se alza en
una larga guerra de resistencia contra la invasión francesa. En medio de este caos, Goya, amigo de los
liberales y partidario de una reforma política, entiende que la ocupación de los franceses no es una
solución definitiva al absolutismo. Pero mantiene su posición en la corte del hermano de Napoleón. Los
acontecimientos históricos, sin embargo, no pasan desapercibidos por la mente de Goya y de ahora en
adelante van a condicionar su pintura, repleta de desconfianza, miedo y una profunda amargura.
El número de encargos desciende, razón por la que el artista puede dedicar ahora más tiempo a sus
creaciones personales, siempre relacionadas con los hechos terribles que presencia. El coloso es uno de
los lienzos que sin duda merece un análisis más detallado. Aquí refleja su obsesión por el lado más oscuro
de la realidad y anticipa la técnica de las Pinturas negras que plasma en la Quinta del Sordo, diez años
más tarde. En la contemplación del cuadro se observa una enorme figura que se yergue al fondo entre las
nubes como una tremenda amenaza, mientras, en primer término una multitud de hombres y animales
huye despavorida, a excepción de un burro que se queda quieto y probablemente representa a la
ignorancia. El pánico, el caos y los estragos que la guerra causa son simbolizados de forma original, como
un gigante de aspecto fantasmagórico que causa dolor a su pueblo. Esta figura pudiera ser Fernando VII,
Napoleón o la propia guerra. Manchas de color, sin dibujo previo, deshechas y febriles componen esta
trágica pintura.
4) Escasez de recursos.
Otro testimonio de su visión pesimista, realizado al final de la guerra, es la segunda serie de grabados y
grandes lienzos como La carga de los mamelucos y los Fusilamientos de la Moncloa del 3 de mayo. Las
consecuencias del conflicto no sólo repercuten en la temática, sino también en los materiales que Goya
utiliza para trabajar, puesto que debe pintar en formatos pequeños sobre madera y hojalata. Por entonces,
no dispone de otros materiales como lienzos, incluso llega a aprovechar la metralla para hacer las
planchas de las estampas. Es posible que reutilizara algunas láminas de metal en las que había imprimido
dibujos de paisajes.
En los Desastres de la Guerra, su segunda serie de grabados, la muerte es un motivo presente en la
totalidad de las estampas. El fatal destino de los hombres aparece reflejado en forma de hambre,
violaciones, ejecuciones o como la propia guerrilla. A diferencia de los Caprichos, el formato es apaisado
y no vertical. Trabaja con el claroscuro y tonos opuestos en zonas de luces y sombras. La composición se
amontona de manera libre y arbitraria en busca de recursos que provocan la emoción y el horror. No se
individualiza a los protagonistas, ni se destaca a otro héroe que el propio pueblo.
Paralemente continúa pintando retratos y cuadros costumbristas y a esta época pertenece El Lazarillo de
Tormes. En este lienzo hay que destacar la tremenda expresión de las figuras que en él aparecen.
Una nueva desgracia asola al pintor, la muerte en 1812 de su esposa, Josefa Bayeu. Este hecho aporta un
dato curioso que descubre las inclinaciones y los gustos de Goya. La familia hace un reparto de bienes,
del que no entraremos en detalles, pero sí en lo que se refiere a la distribución de cuadros. Gracias al
inventario hoy se sabe que el aragonés poseía dos obras de Tiepolo, diez estampas de Rembrandt y un
autorretrato de Velázquez, aunque no esta confirmada su autoría, pudiera ser una reproducción de Goya.
Entre las obras costumbristas de este período hay que citar La maja y la celestina y Majas en el balcón.
En este tiempo Goya a veces emplea un nuevo procedimiento que consiste en sustituir el pincel por una
caña hendida en el extremo, que produce una calidad de pasta pictórica muy diferente a la obtenida con el
pincel.
Del lienzo El dos mayo se conservan dos bocetos que muestran la evolución de la composición en la
mente del artista. Esta es una obra romántica por el color, el movimiento y el ímpetu. En el dibujo elimina
el escenario arquitectónico y concentra la acción en distintos grupos. Todos los elementos se configuran
por el color y sus perfiles esbozados dan la sensación que no están dibujados. Los tonos contrastados y
espesos se unen a la intensidad de la pincelada para representar el drama.
Los Fusilamientos de la Moncloa del 3 de mayo es una obra completamente distinta. La composición se
organiza en grupos y planos insertados en la oscuridad de una noche trágica que domina la escena. Los
soldados perfilados en líneas de idénticas formas se juntan para formar un conjunto anónimo y sin rostro
en posición de matar, como sombras amenazantes. En otro plano reproduce a los que han luchado contra
la ocupación y van a morir. Con los rostros desencajados y en diferentes actitudes, unos implorantes,
otros encogidos y tapándose la cara o apretando los puños, Goya trasmite el miedo a la muerte. La sangre
de los ejecutados mancha la tierra y se extiende en reflejos rojizos. Detrás de un montículo, entre las
horribles expresiones de quienes asisten al fusilamiento, el condenado recibe la luz de un farol. Su figura
blanca y luminosa destaca sobre el resto de los personajes y el fondo, como si fuese el único vencedor. El
condenado de rodillas y con los brazos extendidos simboliza la inocencia y la esperanza de libertad.
Desde el punto de vista técnico, este lienzo se caracteriza por el empleo de una solución granulosa que
produce una textura arenosa y mate. Se mantiene en la imprimación rosada que Goya usa desde sus
comienzos y que a partir del siguiente año sustituye por el negro. En esta obra reduce la gama cromática
al ocre de la tierra y en algunos trajes utiliza el negro oscuro de la noche, en las camisas el blanco y el
rojo de la sangre de los fusilados. Las formas simplificadas aumentan el efecto final.
Al mismo tiempo que su dedicación personal es prolífica, sus relaciones con las altas esferas de la
sociedad siguen siendo su sustento. La Efigie del Duque de San Carlos y los cuadros de Miguel de
Lardizabal, José Muñiz y Miguel Fernández se van a sumar a la galería de retratos que ya ha realizado.
5) Tauromaquia.
La producción de Goya es inagotable y en 1815 comienza a grabar las planchas de su tercera serie de
grabados al aguafuerte. Se trata de Tauromaquia, titulada en un primer momento "Treinta y tres estampas
que representan diferentes suertes y actitudes del arte de lidiar los toros, inventadas y grabadas al
aguafuerte en Madrid por don Francisco de Goya y Lucientes". El 28 de octubre de 1816 se anuncia la
publicación de esta serie, pero no se hace real hasta pasados varios años. Las planchas pasaron a manos
de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tras la muerte del artista y su publicación tendría
lugar en 1855. De esta colección se conservan los dibujos preparatorios que como en el resto de las series
están dotados de mayor libertad en los trazos. Las composiciones de esta tercera entrega buscan el interés
plástico de las masas sin forma y la acumulación expresiva de los contrastes.
Dentro de la vertiente costumbrista es ahora cuando Goya ejecuta una de sus obras maestras: La junta de
filipinos. El gran formato del lienzo le obliga a plasmar, en un espacio de gran amplitud, a un buen
número de personajes. Estos aparecen rodeados de una atmósfera inigualable que recuerda a la
perspectiva aérea de los cuadros de sus antecesores. Otro cuadro religioso, que también pertenece a esta
época, marca un distanciamiento respecto a su producción anterior. Con un carácter naturalista y popular
más que místico, Goya representa para la catedral de Sevilla a Santa Justa y Santa Rufina, las mártires de
la capital hispalense. Durante estos años, entre 1812 y 1819, fecha en la que se retira a la Quinta del
Sordo, el aragonés vuelve eventualmente al empleo de la espátula de caña, con el fin de que los colores se
mezclen en su punto justo. En algunos casos la suma de los tonos se produce en la retina del espectador
que admira la obra, este aspecto se puede considerar como un anticipo de la técnica que adoptan los
impresionistas. En el Lanzamiento de barra y Procesión de los disciplinantes se observa este método. Un
dato curioso que tiene lugar en este período y que confirma el atrevimieto de Goya al abordar temas que
sus contemporáneos jamás hubieran tratado es que en 1815 debe responder ante las acusaciones de la
inquisición por la ejecución de Las majas. Aunque es absuelto, este acontecimiento le va a distanciar del
ambiente cortesano.
8) El exilio francés.
En 1824 solicita permiso al rey para trasladarse a Plombieres, aunque su verdadero destino es Burdeos,
donde finalmente se instala después de una breve estancia en París. Para justificar la marcha de Goya es
preciso recordar la situación en la que vive desde que termina la guerra. Una situación insoportable para
un hombre de ideas liberales. La vuelta al absolutismo con Fernando VII había sorprendido a un pueblo
que luchó y opuso resistencia esperando que la llegada de "El deseado" significara un cambio definitivo.
En estas circunstancias no es de extrañar que Goya a los 78 años adopte una decisión tan repentina.
En Francia y bajo los aires de libertad, recupera su espíritu siempre curioso y ávido por descubrir
experiencias nuevas. Acompañado de la hija menor de Leocadia, Rosario, trabaja en miniaturas sobre
marfil, llegando a reunir cerca de cuarenta ensayos de temas arbitrarios. De nuevo recurre a los grabados
sobre piedra, empleando la técnica de la litografía y obteniendo como resultado la célebre serie de los
Toros de Burdeos. Esta constituye una obra maestra por su vigor expresivo y dramático, donde las
composiciones son de tendencia circular y trabaja sorprendentemente las luces y las sombras. El público,
lleno de pasión, se agita en escenas en las que domina el espectáculo. Los toros están dibujados con gran
naturalismo y los hombres presentan expresiones risueñas o dramáticas.
Un año antes de su muerte pinta la Lechera de Burdeos. La luz que envuelve la cabeza de la muchacha en
este retrato reencuentra el azul de sus primeros cartones madrileños, radiante de luminosidad utiliza
colores cálidos que idealizan la inocencia y la juventud de su rostro.
La prodigiosa seguridad técnica, el ritmo de la pincelada en toques veloces y descuidados, la
concordancia entre la imagen y la atmósfera hacen posible hablar de este cuadro como el primer cuadro
impresionista pintado en suelo francés.
Reconocer al pintor
5) El Expresionismo de XIX.
Al estudiar la obra de Goya en conjunto se puede llegar a la conclusión de que, a diferencia de los artistas
que comparten su tiempo, éste destaca por un estilo íntimo y carismático que le hace único. Las Pinturas
negras le sitúan entre los primeros expresionistas. En este caso no se hace alusión a la influencia que
ejerce sobre otros pintores, ni se trata de interpretar su trabajo como objeto de admiración o punto de
partida. Goya es precursor del movimiento expresionista. La cromática de las pinturas al óleo de su casa
de campo y la descarga de violentas pinceladas de color son cualidades que se anticipan a esta corriente
artística. El Perro, Aquelarre o Saturno devorando a su hijo son algunos de los ejemplos en los que la
expresión se desborda, dejando los detalles en un segundo plano. Es en esta colección de pinturas donde
mejor se entiende la capacidad de este pintor como fundador del Modernismo.
Los expresionistas -al margen de otras tendencias artísticas simultáneas en el tiempo- forman parte de un
movimiento que contempla al sujeto en el mundo exterior con la intención de subrayar su carácter moral y
agresivo. Se separan de las utopías de los románticos y la "superficialidad" de los impresionistas. El
expresionismo no busca el estudio de las formas lineales, por el contrario persigue la fuerza psicológica.
Alemanes y nórdicos se hacen con las riendas de este movimiento. Munch, Ensor y Nolde de forma
aislada impulsan los principios y los elementos más peculiares de esta moda. James Ensor en una carta
dirigida a su amigo Darío le expresa la admiración que siente por Goya y por el resultado de su trabajo.
Incluso, en un momento dado, dice que espera poder vender pronto uno de sus cuadros para venir a
España "en el siglo XX".
"El sueño es una segunda vida" dice Nerval. En el umbral de lo onírico se encuentra la inspiración,
piensan los surrealistas, y Goya la encuentra pero mucho antes de que nadie se de cuenta. La técnica de
uno y otros no tiene nada en común, sin embargo, la temática de Goya ya se adelanta a las ideas que
preconizan los seguidores de esta escuela. Los Caprichos contienen una colección de imágenes oníricas
en las que seres fantásticos y bestiales invaden el subconsciente de las gentes. No hay que olvidar que el
epígrafe que encabeza la serie reza: "El sueño de la razón produce monstruos".
Repercusiones
4) Grabados y Litografías.
La inquietud de Goya por aprender nuevas técnicas le convierten en uno de los artistas que mayores
logros consiguen en el campo del grabado. Los errores y los vicios humanos le sirven de excusa para
representar sus instintos, sus miedos y obsesiones. Antes de iniciar su primera serie de grabados comienza
a ensayar copiando dibujos de Velázquez, aunque con resultados desiguales. Los Caprichos, formados por
ochenta grabados al aguafuerte y su autorretrato, reproducen un mundo absurdo en el que se conjugan
toda clase de seres extraños y personajes típicos de la época. Bestias, duendes, hechiceros y celestinas son
algunos de los protagonistas de estas estampas. Las láminas van acompañadas de un epígrafe en el que se
explica la intención del autor. Goya hace una crítica terrible de la sociedad de su tiempo a lo largo de los
ochenta testimonios. La prostitución, la charlatanería, el adulterio y los enlaces por interés aparecen aquí
reflejados. Del Capricho número 37 al 47 una colección de asnos ridiculizan al maestro, al médico
ignorante y al pintor adulador entre otros. La brujería se relaciona con sueños en los que viejas arpías
inician a las jóvenes. La iglesia tampoco se libra de esta dramática visión, en algunas estampas arremete
contra la inquisición y en otras critica el afán desmedido por beber y comer de los curas y los frailes.
La siguiente serie coincide con los años de la guerra. Su enfermedad junto con la represión política
acrecienta el carácter pesimista que predomina en esta obra. Cinco estampas tituladas Los prisioneros se
suman a la segunda serie de grabados, de la que hoy sólo quedan unas ochenta de formato horizontal.
Goya emplea el recurso del claroscuro, enfrentando luces y sombras para recrearse en composiciones
arbitrarias. El "qué" de los Desastres de la Guerra: la muerte. El "cómo": hambre, violaciones y conflicto.
El "quién": el pueblo. La situación de guerra no sólo repercute en la temática de su trabajo, sino también
en los materiales que emplea. La escasez de aglutinantes y resinas le obliga a practicar la aguada, un
nuevo procedimiento que consiste en no aplicar la capa protectora a la plancha. Al final consigue eliminar
los brillos de los blancos y suavizar los matices. Los especialistas en esta serie han diferenciado tres
ciclos históricos: hasta la lámina número 47 son escenas de la guerra. De la estampa 48 a la 64 se refiere
al hambre y el resto de grabados son los caprichos enfáticos.
En 1815 llega su tercera serie: Tauromaquia. Muchos autores reconocen la pasión que siente Goya por
los toros, incluso algunos afirman que en su juventud llega a torear eventualmente, no obstante otros
sostienen que esta colección no se debe tanto a sus gustos personales y sí a la necesidad económica que
tiene en ese momento. En estos grabados, de unos 25 x 35 centímetros aproximadamente, aparecen
personajes destacados de este período y relacionados con el mundo taurino. Las masas informes y la
acumulación expresionista de contrastes definen esta antología. Sus dibujos preparatorios, al igual que en
las series anteriores, muestran trazos más libres con mayor desenvoltura. En la mayoría de las estampas
describe momentos dramáticos en los que se enfrenta el torero con el animal. El dibujo de la barrera sirve
de referencia para indicar la situación y la forma del coso taurino.
Goya cae de nuevo enfermo en 1819. En su convalecencia realiza el último grupo de grabados al
aguafuerte: Los Disparates. Por la técnica se derivan de Tauromaquia, pero ahora el claroscuro es menos
intenso. En las dieciocho estampas emplea la punta seca con absoluta libertad y descuido, además de
utilizar las posibilidades del entintado para crear una atmósfera oscura y dramática. Recoge temas de
otras obras que ya había realizado, no sólo con la técnica del grabado sino que también se pueden
reconocer fácilmente cartones como El juego de la gallina ciega y El pelele. Resulta imposible entender la
intención del autor, aunque las sátiras y la ironía continúan siendo una constante. Desde el punto de vista
técnico esta es la obra más cuidada y mejor trabajada.
Por esta época el pintor aragonés inicia las primeras pruebas con una técnica de casi un siglo de
antigüedad, la litografía. A diferencia del grabado, en el que se trabaja sobre una plancha de metal, en la
litografía el dibujo se graba sobre piedra. Pero es en Burdeos, tres años antes de su muerte, cuando hace
Los toros de Burdeos, relacionados con cuatro óleos de la misma temática. La expresividad y el
dramatismo que destila esta serie lo consigue gracias al dominio de contrastes de luces y sombras y la
tendencia circular de las composiciones. Los toros, dibujados con gran naturalidad, están rodeados por un
público exaltado ante el espectáculo. El conjunto de litografías hechas por Goya se reduce a dieciocho.
Diez de ellas realizadas en Madrid y nueve en Francia, entre las que se encuentran las cinco láminas que
forman Los toros de Burdeos.
5) Retrato de un pintor.
El retrato es uno de los géneros más experimentados por Goya y en el que mejor se observa su evolución.
Riguroso y académico, al principio, sigue las normas del Neoclasicismo y los consejos de sus compañeros
de oficio. El estudio de sus primeros trabajos denota la preocupación del pintor por imprimir en el lienzo
la fiel imagen del retratado. El retrato de la familia del Infante don Luis trasmite, sin embargo, una
espontaneidad impresionante que se traduce en un lienzo intimista de factura suelta. Si la producción de
Goya como retratista es importante, pues no hay que olvidar que ocupa el 65% de su obra, en el análisis
de este campo sus autorretratos ofrecen el mismo interés. Con una clientela compuesta en su mayoría por
nobles,en los primeros años, el autor alcanza la libertad de creación con el autorretrato. Sus trabajos
personales le permiten abandonar la concienzuda técnica de los cartones y los cuadros por encargo. En
uno de sus primeros lienzos el artista se describe a sí mismo en la tela desempeñando su trabajo frente al
caballete y con una paleta en la mano izquierda y el pincel en la derecha. Gracias al dominio del dibujo
Goya es capaz de reproducir la atmósfera, creada por la luz artificial de un sombrero de velas. De este
modo, el pintor adquiere gran destreza a la vez que experimenta un cambio en las formas. El zaragozano
siente verdadera atracción por las variaciones de su rostro en circunstancias y edades diferentes. Un
ejemplo curioso son dos autorretratos en los que aparece con gafas. Se dice que por esta época la
producción de grabados le había provocado una pérdida de visión importante. Sus autorretratos son, en
definitiva, testimonio de su trayectoria física y espiritual.
Su estancia en Palacio y el contacto con los nobles le ayudan a consolidar su carrera como pintor, cada
día más reconocida. Esta situación también le da un margen de libertad en su trabajo. Su labor como
retratista nos permite conocer hoy a los personajes de su época y su entorno. Cantantes, actores e
ilustrados van a compartir con la nobleza el lujo de posar para este artista. De ellos realiza retratos
individuales, ecuestres, colectivos y alegorías. La pincelada con el paso del tiempo se hace más suelta y
se produce un alejamiento de esa obsesión por llevar los detalles hasta el último extremo. El dominio del
claroscuro y la colocación de las luces y las sombras se convierten en un problema que le preocupa
constantemente.
Con la llegada de José Bonaparte el Ayuntamiento encarga a don Francisco un cuadro del nuevo
inquilino de Palacio. El pintor prepara sus pinceles para representar una alegoría del francés y cuando ya
está a punto, cambio de planes. El motivo: la victoria de los españoles en la batalla de Bailén. José
Bonaparte huye del país y Goya limpia bien el lienzo para dibujar la constitución, en honor a la Mª Pepa.
La libertad no dura mucho tiempo y el hermano de Napoleón regresa a España, por lo que el zaragozano
extiende una nueva capa de pintura sobre la tela y vuelve a empezar el retrato de Pepe Botella. El nuevo
monarca no va a tardar mucho en irse definitivamente a Francia. El aragonés entonces le elimina del
cuadro, como si tratase de borrar el pasado, para pintar la constitución una vez más. Al final Goya, como
Bonaparte, se traslada a Francia. Esta anécdota demuestra que, aunque es de pensamiento liberal, el pintor
sabe bien quien está en el poder. Para terminar el relato del manipulado lienzo, hay que añadir que con la
vuelta de Fernando VII sufre algún cambio más. Hoy el Museo Municipal, antiguo hospicio de Madrid,
acoge esta obra titulada: Alegoría del Pueblo de Madrid.
A los primeros años del siglo XIX corresponden Las majas, que pertenecen a Godoy en aquellos años. La
desnuda, uno de los pocos ejemplares en la pintura española, destaca por su magnífica ejecución, la
perfecta transcripción del efecto nacarado de la piel y la intensidad de la mirada. La maja vestida, más
voluptuosa por la exageración de las formas, resulta igualmente admirable. La excepcionalidad de estos
cuadros acaba con Goya dando explicaciones en los Tribunales de la Inquisición en 1814. Esta institución
desde un principio considera igual de provocativa la desnuda que la vestida. Sin embargo, el Tribunal
decide no ordenar su destrucción por considerarlas obras de arte.
Los últimos retratos que Goya realiza los hace en Francia, poco antes de su muerte. La lechera de
Burdeos y el retrato de José Pío de Molina son las obras finales de su vida.