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hermeneutica
La filosofía tiene la curiosa reputación de ser, al mismo tiempo, una actividad misteriosa y
existencia, se asocia su ejercicio a la vida solitaria del pensador y se cree, desde tiempos
remotos, que el filósofo anda, literalmente, en las nubes, desligado de las preocupaciones
reales de la vida práctica. Es conocida la anécdota que relata Diógenes Laercio sobre la
mujer que, viendo al filósofo Tales de Mileto tropezar y caer en un hoyo, le dice: «Oh Tales,
tú presumes ver lo que está en el cielo, cuando no ves lo que tienes a tus pies».
Al mismo tiempo, sin embargo, se considera igualmente que la filosofía es una actividad
sus pensamientos y que la filosofía debería ocuparse de los problemas reales de la sociedad
y de su transformación.
que produce, acaso, su mayor fuerza de atracción. Te-niendo como su objeto principal la
A diferencia, sin embargo, de lo que ha ocurrido con las ciencias particulares en la sociedad
Aun teniendo en cuenta los avances de las ciencias, lo que ella busca es la razón de ser, el
sentido de las cosas, y por eso precisamente no puede desvincularse de la experiencia
La filosofía es, en ese sentido, una digna heredera del dios Hermes. Corriendo siempre el
peligro de volverse hermética, ella tiene, en realidad, por misión ser más bien
como bien señala Jürgen Habermas, es el de ser intérprete de las múltiples voces que se
variados escenarios de los que se compone la vida: tanto las voces de la ciencia como de la
opinión común, del arte tanto como de la técnica, de la cultura al igual que de la historia. A
libertad.