LAS PRIORIDADES DE LA EDUCACIÓN INICIAL HOY

Fredy Alfonso Mendieta Rodríguez

LAS PRIORIDADES DE LA EDUCACION INICIAL HOY

“Los niños son el reflejo de la sociedad que vivimos, si están bien cuidados se
nota, y esta sociedad no cuida a los niños porque tampoco se cuida a sí
misma, ellos son nuestro espejo.”

La educación prohibida

En nuestra realidad actual, la infancia a pesar de haberse convertido en una

prioridad dentro de la educación en América Latina (encontrando avances
sobre todo en la protección de los derechos de los niños), paradójicamente
está a un lado, es decir, debería considerarse una importante y principal
prioridad de los gobiernos, pero estos lo que realmente hacen es utilizar a
través de los medios de comunicación la infancia para una imagen favorable de
sus mandatos, ya que esto siempre representará ternura e incluso compasión
dentro de la población, lo cual genera que los gobiernos tengan una ficha
segura para su convencimiento como gobernadores de la sociedad, haciendo
que se desdibujen las problemáticas reales enfocándolo al sensacionalismo y
no a la resolución de las mismas.

¿Quién realmente se enfoca, se preocupa y comienza acciones para la

resolución de las problemáticas de la infancia? justamente los educadores, los
maestros, los pedagogos que viven una realidad cercana a los niños, a sus
familias y a su contexto. Es claro que la infancia de América Latina está
pasando por situaciones realmente precarias, en situación de extrema pobreza,
desnutrición, violencia intrafamiliar y muchos que no saben lo que es un jardín.
En este sentido es muy difícil tratar de abordar la resolución de estas
problemáticas solos, pero desafortunadamente así ha sido durante mucho
tiempo y como se expresó anteriormente: aunque los gobiernos, o por lo menos
en Colombia, han proporcionado la posibilidad de comedores, no es suficiente.
Se olvidan de lo principal, de las necesidades también del alma, es decir, es
fundamental que nuestros niños estén alimentados para que tengan un
crecimiento fuerte y sano para que de esta manera se puedan realizar más
cosas por ellos, pero no es suficiente. Darles alimento no les dará alimento
para el alma y se olvidan que es justamente la infancia la etapa más importante
para el desarrollo de un ser humano, entonces si olvidan algo tan fundamental
como el amor, las relaciones interpersonales, el reconocimiento propio y del
otro, y sobre todo el trabajo con la familia de estos pequeños que logren no
cambiar pero por lo menos transformar algo de su realidad, de su contexto …y
aquí se radica el problema, porque justamente en las familias de un contexto
vulnerable lo que menos les importa es la educación de sus hijos o el compartir
tiempo pues los espacios por suplir necesidades básicas de supervivencia,
como conseguir el alimento diario ocupan el orden del día.

Si no se hace también un trabajo real con la familia va a ser más difícil que
nuestros niños tengan un pleno desarrollo. Entonces es justamente la familia y
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los educadores los principales actores para la educación de los pequeños,

tienen que ir siempre de la mano, y esto se verá reflejado en la sociedad
cuando todos tengan como prioridad a la infancia. De esta manera la infancia
será el primer paso para la construcción de una nueva sociedad.

¿Qué podemos hacer desde la escuela? En el caso particular de los jardines

habría que nombrar varios aspectos fundamentales que desde mi percepción
son fundamentales para desarrollar una pedagogía con los niños; el espacio, el
juego, el lenguaje audiovisual y medios de comunicación y el más importante el
amor. “lo único que realmente tenemos que hacer es amar a los niños y que
ellos aprendan a amar a otros, el conocimiento va a venir solo, los resultados
del mundo vienen solos, un niño que no fue amado difícilmente va a aprender a
amar”.1

El espacio es la primera herramienta para atrapar a los niños en un mundo de

descubrimiento en el que ellos se sientan plenos y felices de poder descubrir
todo aquello que les produce curiosidad, no se necesita de instalaciones
lujosas, no se quiere decir con esto que la educación para la elite por sus
recursos sea mejor; si bien, está claro que influye mucho, hay otras cosas
fundamentales que ayudan a hacer de un espacio algo hermoso sin importar si
es de mármol o de cartón, lo importante está en adecuar un espacio para ellos,
y que esté de acuerdo con la intencionalidad pedagógica y con su contexto; por
ejemplo, cuando nos encontramos en un espacio rural aprovechar toda esa
naturaleza para que los niños puedan explorarla. El espacio puede llegar a ser
esa desinhibición del niño que no puede encontrar en su rutina y cotidianidad.

El juego no debe ser empleado como una mera herramienta didáctica si

queremos transformar y generar alguna emoción o conocimiento en los niños,
el juego es una didáctica en sí misma en torno al cual se pueden trabajar
diversidad de elementos para el desarrollo de los niños (motricidad, adquisición
de conocimientos, descubrimiento del mundo, relaciones interpersonales entre
muchas otras), esto gracias a que el juego en sí mismo es el primer medio que
se tiene para la exploración del mundo y la invención 2, se encuentra además
algo irremediable en el juego y es que lo niños lo hacen por gusto propio, nace
un interés propio en incluso inventar juegos porque les divierte, les agrada, la
pasan bien, no hay nada obligado ni impuesto allí y es justamente esto lo que
se debe aprovechar, pues todas estas características son el primer pilar para el
aprendizaje; hay que facilitar desde que son bebés el juguete, el juego, no
explicándole cómo se hace o cómo funciona sino dejando que ellos justamente
lo descubran solos y a su manera, muchas veces el adulto se acostumbra a lo
que está correcto o no y transmitir esto impide que los niños innoven y crean en
nuevas cosas.

A veces por esta misma razón o por utilizar el juego para que aprendan algo
hacen que éste pierda la esencia en el niño y así el aprendizaje realmente no
logra surgir, o por lo menos no de la misma manera, pues bien lo decía Bruner
1
La educación prohibida
2
Bruner, (1986).
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(1986): los niños además de buscar una finalidad ellos mismos cambian de
objetivos regularmente cuando ya están en el juego, lo van adaptando según
sus necesidades. En otras palabras, si bien el juego -claro que- puede ser
orientado, debe ser dado en la libertad de los niños para que sean ellos
mismos quienes se acerquen al aprendizaje a través de este sin darse cuenta.
Desafortunadamente la realidad del niño discrepa en gran sentido de lo que se
expone en este artículo (si bien no es totalmente, si es claro que se está
perdiendo espacio en este ámbito), pues el juego, tal como el juguete son
impuestos por los adultos, quienes deciden qué tipo de juegos deben
desarrollar los niños, dependiendo de su sexo, su edad, e incluso su posición
social (aunque parezca que este es el elemento más evidente al momento del
análisis). Un pensamiento conservador que es el mismo con el cual hemos sido
formados establece directrices de comportamiento, donde el sistema establece
por nosotros la manera como debemos actuar, los gustos que debemos tener,
en fin, la manera como debemos configurar nuestras vidas.

El niño poco a poco comienza a perder la noción de la invención teniendo como

objetivo primario, generar un simulacro del ídolo que espera alcanzar. Los
juguetes, la manera de usarlos, el tipo de relaciones que se establecen en
torno a ellos, incorporan cada vez más al niño en dinámicas donde el proceso
creativo y divergente (clásico de este tipo de población) es sobrepasado por la
representación en un distinto ámbito. En este ámbito el amor del cual
hablábamos anteriormente pierde importancia, pues es el deseo por el objeto y
el placer que produce poseerlo lo que determina el comportamiento del infante.
Recordemos que la infancia es una construcción social que como tal, se ve
fuertemente influenciada por su entorno, las normas de consumo, y los medios
de comunicación masiva que dan al niño constantemente la imagen del ídolo
que deben anhelar ser y los objetos que los acercarán a esta imagen de ídolo.
Vemos entonces como la educación ha descuidado el espacio del juego
viéndolo como un lugar donde la construcción social entre pares no tiene mayor
trascendencia, pues es (lastimosamente en la realidad de muchas escuelas) el
docente el poseedor del conocimiento, y de los mejores métodos de interacción
para la construcción del conocimiento –o al menos es eso lo que los
formadores creen-.

En la medida en que los formadores tengamos el carácter de aceptar que el

niño construye cosas por sí mismo, que el sistema de los objetos está ganando
espacio y debemos sentar una posición más activa frente a la que hemos
tenido hasta este momento frente a la imagen del ídolo, la educación
promovida por Hollywood, los juguetes vendidos por las distintas cadenas de
televisión, no seremos capaces de darnos cuenta del carácter especial que
tiene la educación como proceso formador. No veremos que no somos parte de
una aldea global en la cual debemos ser productos homogenizados que
respondan a las necesidades del neoliberalismo, y demás fenómenos que
aquejan nuestra realidad y la actualidad educativa.

De esta manera es que se extiende a través de este artículo a volver a creer en

la pedagogía del amor; la de la disciplina, no la obediencia; donde los niños
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Fredy Alfonso Mendieta Rodríguez

tengan la opción de decidir la manera de relacionarse con la realidad y los otros

de acuerdo a su contexto y no a los estamentos dictados por los adultos. Un
modelo de educación eficiente es posible, pero no homogéneo, pues la realidad
de los estudiantes (al igual que ellos) es variable, inconstante, o en una palabra
más completa, podríamos afirmar que es diversa, y en su carácter de
diversidad, necesita del análisis necesario para que satisfaga no solamente las
necesidades del docente o las del padre, sino también las del estudiante.

J, Bruner. (1986). Juego, pensamiento y lenguaje en: Revista Perspectivas.

Paris: UNESCO.