Sie sind auf Seite 1von 15

ISEGORÍA, Nº 34

261-275, 2006
ISSN: 1130-2097

Del valor intrínseco de la naturaleza*


FERNANDO ARRIBAS HERGUEDAS
Universidad Rey Juan Carlos

RESUMEN. La ética ecológica considera ABSTRACT. Environmental ethics consi-


la noción de «valor intrínseco» como un ders the notion of ‘intrinsic value’ a
requisito necesario para establecer debe- necessary requirement to establish moral
res morales hacia el mundo no humano. duties toward the non-human world.
En este artículo, sin embargo, se sostiene However, it is held here that the ecocen-
que las concepciones ecocéntricas del tric conceptions of intrinsic value usually
valor intrínseco se traducen generalmen- results in some kind of naturalism and
te en alguna clase de naturalismo y que that moral anthropocentrism is inevita-
el antropocentrismo ético es inevitable. ble. Secondly, it will be shown how the
En segundo lugar, se muestra cómo la conferring of intrinsic value hinders
atribución de valor intrínseco obstaculi- the work of arranging ecological duties
za la tarea de jerarquizar deberes ecoló- in order of importance. Finally, it will
gicos. Por último, se defiende que las be defended that appeals to intrinsic
apelaciones al valor intrínseco son tradu- value are translatable to ‘enlightened’
cibles a concepciones «ilustradas» del conceptions of instrumental value
valor instrumental que asuman la incerti- which undertake the ecological uncer-
dumbre derivada de la ciencia ecológica tainty and the underlying incommensu-
y la inconmensurabilidad de valores que rability of values at environmental pro-
subyace a los problemas ambientales. blems. Thus it can be faced up to most of
Con ello se afrontan la mayoría de preo- biocentric concerns, in that intrinsic
cupaciones biocéntricas, por cuanto el value of life that biocentrism defends
valor intrínseco de la vida defendido por may be interpreted, from an anthropo-
el biocentrismo puede interpretarse, des- centric outlook, as a «reversion of the
de una posición antropocéntrica, como burden of proof principle».
«principio de reversión de la carga de la
prueba». Key words: Ecological ethics, anthropo-
centrism, biocentrism.
Palabras clave: Ética ecológica, antro-
pocentrismo, biocentrismo.

I Durante los últimos años, la ética ecoló-


gica ha mantenido que para hacernos
«Estamos abismados en un universo ple- cargo de los problemas ambientales
onástico, en el que las interrogaciones y las hemos de edificar una axiología o teoría
réplicas se equivalen.» del valor de mayor alcance que la pro-
Émile Cioran1 porcionada por las éticas tradicionales.

261
NOTAS Y DISCUSIONES

Con tal fin, el «valor intrínseco» de la morales» (es decir, sujetos de obligacio-
naturaleza se ha convertido en la premi- nes) mientras que los seres vivos no
sa por excelencia de su discurso. Pero las humanos (y los humanos con sus capaci-
apelaciones al valor intrínseco se han dades de juicio seriamente afectadas)
entremezclado con la tarea de dar razo- serían contemplados como «pacientes
nes para fundamentar deberes hacia el morales» (objeto de nuestros deberes).
mundo no humano y con los ataques Pero bajo el punto de vista biocéntrico
contra el «antropocentrismo» inherente a las montañas o los cauces de los ríos aún
la «ética clásica» o «tradicional».2 El poseerían un valor subordinado al de los
antropocentrismo es, según la ética eco- organismos vivos. Dando un paso más,
lógica, una visión filosófica dualista, el ecocentrismo también considera por-
anclada en el pensamiento y la religión tadores de valor intrínseco a los ecosiste-
dominantes en la cultura occidental, que mas e incluso a la biosfera en su totali-
sólo considera merecedores de valor dad. Es la clase de valor que Holmes
intrínseco a los seres humanos y sus inte- Rolston III denomina «valor sistémico».7
reses. Su predominio secular explicaría Lo que comparten todas estas visio-
que el mundo carezca de «consideración nes, frente a lo que genéricamente deno-
moral» por nuestra parte.3 Esta crítica minan «antropocentrismo», es la afirma-
del antropocentrismo caracteriza gran ción de que el mundo no humano o
parte de los intentos de edificar una partes de él «importan» más allá de su
«nueva ética» que, animada por los posible empleo como medio para fines
importantes avances de la ecología cien- humanos ulteriores y que esa importan-
tífica, se haga cargo de la actual crisis cia deriva del «valor intrínseco» («valor
ambiental.4 no instrumental» o «valor como fin en
El discurso de esta «nueva ética» ha sí») que es «descubierto» o «desvelado»
enredado las derivaciones ontológicas de por la ecología científica. Pero este sen-
la ecología con la tarea de fundamenta- tido habitual de la expresión «valor
ción ética, buscando los rasgos «objeti- intrínseco» se entremezcla a menudo con
vos» definitivos que permitan justificar una noción metaética de «valor objetivo»
la ampliación del ámbito de la morali- o «valor que un objeto posee indepen-
dad. Así, el utilitarismo reconoce que dientemente de las valoraciones de los
todas las criaturas susceptibles de experi- que valoran».8 Una buena muestra de
mentar sufrimiento deberían ser dignas esta anfibología la ofrece el ecologista
de consideración moral, pero esto deja «profundo» Fritjof Capra:
insatisfechos a muchos autores, ya que
establece lo que Robin Attfield denomi- La ecología superficial es antropocéntri-
na «privilegio de lo sintiente» al despojar ca, es decir, está centrada en el ser humano.
de relevancia moral a seres cuya capaci- Ve a éste por encima o aparte de la naturale-
dad de experimentar placer o dolor dista za, como fuente de todo valor, y le da a aqué-
de estar claramente demostrada (como es lla un valor únicamente instrumental, «de
el caso de las encinas centenarias o las uso». La ecología profunda no separa a los
bacterias).5 De ahí que el biocentrismo humanos –ni a ninguna otra cosa— del entor-
postule la «condición de estar vivo» no natural. Ve el mundo, no como una colec-
como «criterio razonable y no arbitrario» ción de objetos aislados, sino como una red
de consideración moral.6 Es importante de fenómenos fundamentalmente interconec-
advertir que para el biocentrismo sólo los tados e interdependientes. La ecología pro-
seres humanos pueden ser «agentes funda reconoce el valor intrínseco de todos

262 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

los seres vivos y ve a los humanos como una deslizándose hacia alguna variante de
mera hebra de la trama de la vida.9 naturalismo ético. Ello se debe a que la
cruzada antiantropocéntrica exige com-
Comprobamos aquí cómo el ecocen- batir toda forma de subjetivismo. Pero es
trismo tiende a enmarañar los niveles erróneo identificar necesariamente éste
ontológico y ético del discurso. Así, «ver con posiciones éticas instrumentalistas,
al ser humano por encima o aparte de la del mismo modo que, como ya he dicho,
naturaleza» es una proposición ontológica el reconocimiento de propiedades objeti-
propia de un antropocentrismo «fuerte» vas no trae de suyo la obligación moral
basado en un dualismo radical que explica de respetarlas.11 Es indudable que la eco-
por qué la naturaleza posee «un valor úni- logía científica afianza una ontología
camente instrumental». La expresión «va- naturalista que subraya las continuidades
lor intrínseco» equivale aquí a un mismo biológicas entre el ser humano y el mun-
tiempo a la noción metaética de «valor ob- do. La premisa metaética de la interde-
jetivo» (noción que no dice nada acerca de pendencia biótica tiene una importancia
nuestros deberes morales) y a la noción decisiva para nuestra forma de actuar en
de «valor como fin en sí» (que tiene claras el futuro, por cuanto revela incertidum-
implicaciones éticas, por cuanto algo que bres esenciales que hemos de tener en
posee valor como fin en sí no debe ser cuenta a la hora de fundamentar deberes
empleado como medio para otros fines). morales hacia nuestros semejantes y
En principio, debería quedar claro el sen- hacia el mundo no humano. Pero el «nue-
tido de la expresión «valor objetivo» cuan- vo paradigma» debe contemplarse como
do, por ejemplo, nos referimos a aquello un paso adelante en el ideal ilustrado del
que satisface una necesidad biológica conocimiento racional, ya que apuesta
determinada. Así, es innegable que el agua claramente por la fundamentación inter-
posee valor objetivo para la conservación subjetiva de la «verdad» y la transdiscipli-
de la vida «con independencia de las valo- nariedad científica. Así pues, lo que en
raciones de los que valoran» o de su pre- ningún caso cabría derivar de él es un fun-
sencia. Pero este sentido del término damento absoluto para los deberes mo-
«valor» y de la acción de valorar, que no rales, algo a lo que, en definitiva, aspira
es privativo de la especie humana, no tie- el naturalismo ético (ejemplificado por el
ne nada que ver con la noción de valor darwinismo de Holmes Rolston III, a
intrínseco en sentido moral; pues puedo pesar de sus reiteradas recomendaciones
reconocer el valor objetivo del agua para de cautela ante la falacia naturalista).
la vida de alguien pero aun así negarme a Así, tras afirmar que «el tiempo evoluti-
proporcionársela afirmando no sentirme vo tiene una dirección ascendente»,
concernido por deber alguno que me obli- Rolston sostiene que «el debe no se deri-
gue a hacerlo. Reconocer el valor objetivo va tanto de un es, sino que más bien se
no es suficiente para prescribir deberes descubre simultáneamente con el es».12
morales. Hacen falta premisas adicionales En sus ataques contra el antropocentris-
para afirmar el valor intrínseco de algo y mo, los ecocentristas como Rolston con-
tratarlo como un fin en sí.10 funden dos dimensiones del término, sin
Con todo, muchos filósofos de la advertir que su relación mutua es mera-
ecología creen que «descubrir» el valor mente contingente. Es cierto que la onto-
objetivo de seres o ecosistemas es con- logía dualista antropocéntrica se ve
dición suficiente para afirmar su valor seriamente cuestionada por la ecología
no instrumental o valor como fin en sí, científica que viene a recordarnos que

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 263


NOTAS Y DISCUSIONES

somos tan sólo un sofisticado producto valor moral.15 Por tanto, entender el
biológico de la inagotable capacidad valor intrínseco como «valor objetivo»
autopoiética de Gaia. Sin embargo, el sólo aporta confusión en la tarea de fun-
rechazo de la ontología antropocéntrica damentación ética, pues el valor moral
no nos permite abandonar el «antropo- no es una propiedad objetiva sino algo
centrismo ético» al que estamos inevita- que atribuimos los seres humanos a otros
blemente encadenados, como nos recuer- seres u objetos. Sostener lo contrario sig-
da Javier Muguerza: nifica abrazar alguna variante de naturalis-
mo ético edificada sobre los tambaleantes
[L]a ética no puede ser sino antropocéntri- cimientos de una obsesión antiantropo-
ca. El antropocentrismo ético no excluye la céntrica. Esto no significa que las premi-
heterodirección de la preocupación moral más sas metaéticas carezcan por completo de
allá de los confines de la especie humana. Y relevancia para la ética; pues, en efecto,
una ética antropocéntrica podría incluso ser de continuo apoyamos nuestros juicios
hecha compatible con una ontología cosmo- éticos con apelaciones a los hechos. Pero
céntrica. Pero la idea de una «ética cosmocén- otra cosa es que derivemos obligaciones
trica» no ofrece, al menos hoy por hoy, alter- morales desde proposiciones fácticas.
nativa alguna al antropocentrismo ético, pues Cuando advierto a alguien diciendo «no
ni el cosmos en su conjunto ni ninguno de sus debes fumar aquí dentro», me apoyo en
habitantes no-humanos conocidos [...] son, ni estudios científicos que muestran cómo
lo podrían ser, sujetos morales.13 los fumadores «pasivos» también contra-
en cáncer. Con ello no cometo la falacia
Lo que Muguerza denomina «hetero- naturalista (si lo hiciera, casi todos los
dirección de la preocupación moral más juicios éticos resultarían inconcebibles).
allá de los confines de la especie huma- Incurro en ella, sin embargo, cuando
na» equivaldría a la pretendida amplia- digo: «puesto que es nocivo fumar, nadie
ción de la esfera de consideración moral debe fumar»; es decir, cuando deduzco el
que biocentristas como Goodpaster o Att- deber del ser. La independencia mutua
field defienden, aunque sin afirmar que entre ambas esferas queda clara cuando,
todo lo que posee «una naturaleza propia» valorando intrínsecamente la libertad
adquiere de suyo «valor intrínseco».14 Es individual (aunque sea para dañarse a
decir, Muguerza considera que sólo los uno mismo), antepongo ésta al hecho
seres humanos somos «agentes» morales objetivo de que el tabaco mata y formu-
pero podemos (y seguramente debemos) lo mi juicio del siguiente modo: «puesto
extender el alcance de nuestros deberes que es nocivo fumar, nadie debe fumar si
reconociendo el status de «pacientes» con ello causa un perjuicio a terceros».
morales a los seres no humanos. Por lo que Aquí vemos cómo una proposición fácti-
podemos aventurar ya que para el viaje de ca condiciona mi juicio ético –hoy sabe-
la consideración moral ecológica quizá no mos que el tabaco mata, como también
sean necesarias las alforjas del concepto sabemos que el «efecto invernadero» tie-
de valor intrínseco. ne algo que ver con nuestra actividad
económica depredadora— pero no se
II antepone lógicamente a él. Del mismo
modo, puedo aceptar como un hecho
Los seres humanos somos los únicos objetivo que mi despilfarro de energía
seres «constitutivamente morales» y, por causa perjuicios graves al planeta pero
tanto, la única «fuente» conocida de continuar tranquilamente conduciendo

264 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

un potente automóvil. En suma, la in- asimismo un corazón endurecido para


terdependencia biótica puede condicio- con sus congéneres. Se puede, pues,
nar nuestra forma de relacionarnos con conocer el corazón humano a partir de su
el mundo, pero no dicta prescripciones relación con los animales».18 Vemos
que nos permitan evitar la tarea de cómo los animales son medios para fines
aportar razones para establecer deberes humanos pero, sin embargo, merecen un
morales. trato incruento. Lo que pretendo seña-
Una vez que captamos la inconsisten- lar, tras afirmar la inevitabilidad del
cia de las concepciones ecocéntricas y antropocentrismo ético, es que atribuir
rechazamos las tentaciones naturalistas valor intrínseco a algo o alguien es una
de fusionar el valor intrínseco y el valor condición suficiente para otorgarle
objetivo, hemos de plantear otra cues- consideración moral, pero quizá no sea
tión. Se trata de comprobar si la atribu- una condición necesaria en todos los
ción de valor intrínseco, entendido como casos. En otras palabras, la cuestión es si
«valor no instrumental» o «valor como fin se puede reconocer el status de paciente
en sí», es condición necesaria para otor- moral hacia algo o alguien sin postular
gar consideración moral. Este sentido de su valor intrínseco. De hecho, una ética
la noción de valor intrínseco se ha apli- que se haga cargo de la cuestión ecológi-
cado generalmente a los seres racionales ca no tendrá más remedio que recurrir a
y sus intereses vitales. La versión más esta estrategia, debido a dos razones que
conocida del principio de no instrumen- ponen en dificultades la posibilidad de
talización es la formulación kantiana del atribuir valor intrínseco al mundo no
imperativo categórico recogida en la humano. En primer lugar, la incertidum-
Fundamentación de la metafísica de las bre aparejada a la mayoría de las contri-
costumbres: «obra de tal modo que te buciones de la ecología científica, que
relaciones con la humanidad, tanto en tu ponen de manifiesto la complejidad de la
persona como en la de cualquier otro, interdependencia biótica y los límites de
siempre como un fin, y nunca sólo como la razón humana para dominar la natura-
un medio».16 Este manifiesto antropo- leza, transforma de continuo, y a veces
centrismo explica el rechazo de la ética inesperadamente, nuestros criterios de
ecológica hacia Kant. A ello se añade el valor. En segundo lugar, la instrumenta-
relativo desdén que el filósofo alemán lización inherente a la interdependencia
mostraba hacia los animales afirmando biótica –sin muerte no puede continuar
explícitamente que «existen únicamente habiendo vida— convierte el empleo de
en tanto que medios» y que «no tenemos la idea de valor intrínseco en un obstácu-
por lo tanto ningún deber para con ellos lo para la prescripción de deberes mora-
de modo inmediato».17 Kant consideraba les, pues ésta exige una ordenación jerár-
los deberes hacia el mundo no humano quica de las entidades que poseen dicho
como «deberes indirectos» hacia la valor.
humanidad y no contemplaba la posibili- Como ha mostrado Tom Regan, las
dad de otorgarle valor intrínseco alguno. teorías del valor intrínseco «en términos
Pero eso no significa que los anima- de fines en sí mismos» no pueden jerar-
les no merecieran ninguna consideración quizar los diferentes valores intrínsecos
moral para Kant. De hecho, en su opi- sin convertir aquellos que quedan supe-
nión, «el hombre ha de ejercitar su com- ditados en valores instrumentales, lo que
pasión con los animales, pues aquel que las condena a la superficialidad.19 Ello se
se comporta cruelmente con ellos posee debe a que «el valor intrínseco aplicado

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 265


NOTAS Y DISCUSIONES

a los individuos en tanto que fines en sí específicas «objetivas» por parte de los
mismos es un concepto categórico; es distintos seres vivos no trae de suyo la
decir, o los individuos existen como afirmación ética de su igual valor, del
fines en sí mismos o no, y entre los que mismo modo que la confirmación de que
sí existen como fines en sí mismos nadie el humo del tabaco produce cáncer no
tiene esta categoría en mayor grado que nos legitima para perseguir a los fuma-
otro».20 Regan muestra cómo las teorías dores (y sí lo hace la vulneración del
ecológicas del valor intrínseco se apoyan derecho de los no fumadores a respirar
inadvertidamente en concepciones del un aire limpio si así lo desean). Necesita-
valor instrumental cuando tratan de jerar- mos, como ya he dicho, una premisa adi-
quizar los diferentes intereses en juego. cional para dar ese paso.
Invocar el valor intrínseco en una teoría Attfield hace suya, pues, una visión
de «fines en sí mismos» no satisface las objetivista «débil» del valor: allí donde
exigencias de economía conceptual. podemos establecer necesidades, capaci-
dades y una idea de «bien en sí» basada
III en su florecimiento, podemos también
apoyar ciertos juicios éticos, aunque en
El carácter superfluo y problemático del ningún caso derivarlos. El escalón si-
empleo de la noción de valor intrínseco guiente para una ética ecológica es esta-
se advierte incluso en teorías más desa- blecer un criterio razonable para jerar-
rrolladas como la ética biocéntrica de quizar los diferentes intereses vitales en
Robin Attfield. Apartándose de la tenta- conflicto sin sacrificar el pluralismo
ción naturalista, Attfield distingue el axiológico que caracteriza a las socieda-
«antropocentrismo tradicional», caracte- des contemporáneas. En realidad, ambos
rizado por su prometeísmo, del «antro- retos no son privativos de la ética ecoló-
pocentrismo epistémológico» que se gica, sino que han de ser afrontados por
hace cargo de la inevitabilidad del origen cualquier teoría que no quiera convertir-
subjetivo del valor moral, sin dejar de se en una «doctrina comprehensiva», en
aspirar a establecer una «ética cosmopo- la terminología de John Rawls.23 Pero en
lita» que estipule principios universali- este punto la propuesta de Attfield
zables.21 La reflexión de Attfield parte sucumbe innecesariamente a la tentación
de la «objetividad» ecológica de ciertas de disolver los problemas con una con-
necesidades o rasgos específicos de los cepción del valor intrínseco. Así, afirma
organismos vivos, ya que todos ellos que la significación o importancia moral
necesitan realizar una serie de funciones de los intereses de un ser vivo «depende
biológicas básicas para florecer y desa- de su valor intrínseco o de su contribu-
rrollar sus capacidades. Este elemento ción a tal valor» y que el valor intrínseco
objetivo sirve para articular una concep- es «una razón para la acción indepen-
ción biocéntrica que otorga relevancia diente o no derivada y basada solamente
moral a todos los seres vivos considerán- en la naturaleza de lo que tiene este
dolos «pacientes morales». Ahora bien, valor». Esta definición solamente distin-
Attfield señala que de ahí no debe derivar- gue las acciones que no están motivadas
se un igualitarismo biocéntrico. La rele- por la consecución de un fin ulterior a la
vancia o consideración moral ha de distin- acción misma de aquellas otras que sí lo
guirse de la «importancia moral».22 La estarían; es decir, hace equivaler el valor
idea de importancia o significación moral intrínseco al valor no instrumental. Lo
asume que la posesión de necesidades que es necesario saber –y se supone que

266 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

Attfield introduce la noción de valor caso de conflicto entre los intereses de


intrínseco con ese propósito— es cuándo dos o más especies han de primar los de
y hacia qué o quién se exige de nosotros la más «sofisticada», está sacrificando el
que actuemos de tal modo, es decir, qué valor intrínseco de la especie menos
criterio moral substantivo aplicar para sofisticada y convirtiéndolo en valor ins-
determinar qué intereses vitales no son trumental. La idea de valor intrínseco es
en ningún caso sacrificables para fines en este contexto, como apuntaba Regan,
ulteriores. Attfield da un paso en esta innecesaria. Nuestras decisiones acerca
dirección haciendo descansar el valor de lo que debe ser respetado han de con-
intrínseco «en el bien o el bienestar de trapesar intereses en circunstancias espe-
los portadores de la relevancia moral», cíficas y, según el consecuencialismo
bien que a su vez consiste en «el desa- biocéntrico de Attfield, prever los resul-
rrollo de las capacidades esenciales de su tados. Este «cálculo» de consecuencias
especie», teniendo en cuenta que «las posibles es inconcebible sin tener en
capacidades más complejas y desarrolla- cuenta las relaciones de «instrumentali-
das (tales como la autonomía) preceden a dad» entre los diferentes organismos
las más simples y menos sofisticadas, vivos. Si tras dicho cálculo determina-
pero sólo cuando ambas estén en jue- mos que infligir daño «gratuito» a ani-
go».24 Esto último supone que los seres males y plantas es rechazable moralmen-
pertenecientes a una «especie sofistica- te, entonces no nos hemos apartado tanto
da» no poseerán una «prioridad automá- como creemos de la noción de valor ins-
tica» sólo por el hecho de estar dotados trumental que subyace a la idea de los
de capacidades más «complejas y desa- «deberes indirectos» estipulados deonto-
rrolladas». lógicamente por Kant.
Estas definiciones resultan decepcio- La teoría de Attfield tiene el mérito
nantemente circulares, puesto que si la de combinar acertadamente una perspec-
significación moral de los intereses de un tiva consecuencialista imprescindible
organismo «depende de su valor intrínse- para afrontar los problemas ecológicos
co o de su contribución a tal valor», ten- –puesto que la actividad humana tiene
dremos que aportar un criterio substanti- efectos imprevisibles sobre el entorno y
vo para establecer éste y después derivar los mandatos incondicionales pueden
de él la significación moral de los dife- volverse en contra de nuestras bieninten-
rentes organismos. Pero Attfield regresa cionadas acciones— con la exigencia
al punto de partida –el «igualitarismo incondicional de dar prioridad a los inte-
biocéntrico»— cuando equipara el valor reses humanos justificados. Pero para tal
intrínseco con «el bien o el bienestar de fin no es necesaria la idea de valor intrín-
los portadores de la relevancia moral»; seco, pues ésta es reductible a diferentes
pues todo organismo –incluidos los virus concepciones del valor instrumental. La
peligrosos— posee un «bien propio» al prueba de ello es que cuando Attfield
que tiende de suyo. El atisbo de criterio afirma el valor como fin en sí de los
de significación moral que representa la organismos no humanos e inmediata-
preferencia por los intereses de los seres mente, para evitar el «igualitarismo bio-
más complejos en caso de conflicto es céntrico», sostiene que la significación
una buena muestra de los problemas que moral dependerá del grado de compleji-
genera la idea de valor intrínseco cuando dad de los intereses que entran en con-
tratamos de aplicarla al mundo no huma- flicto, en cierto modo está volviendo a
no. Porque Attfield, al establecer que en situar al ser humano en la «cúspide de la

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 267


NOTAS Y DISCUSIONES

creación».25 Si los intereses respectivos descifrar en ellas el indicio que a no dudarlo


de los humanos y de otras especies no son de nuestra condición humana».
entran en conflicto, entonces es evidente Javier Muguerza27
que, como afirmaba Kant, no debemos
causar daño: pues al infligir sufrimiento Si seguimos el consejo de Muguerza, no
gratuito causamos, indirectamente, un habremos de zanjar las controversias de
daño a la humanidad (presente y futura). la ética ecológica apelando a una única
Así pues, reconocer deberes hacia el idea de valor intrínseco, aunque tampoco
mundo no humano no implica reconocer desoír a aquellos que tratan de justificar-
su valor intrínseco, del mismo modo que las, pues ambas serían formas igualmen-
establecer criterios de significación te nocivas de eliminar las «tensiones
moral (tarea ineludible, pues el mundo filosóficas». Aquí he pretendido «exa-
conocido es una sucesión continua de cerbar» la tensión entre aquellos que
instrumentalización de unos seres por consideran imprescindible la noción de
otros) exige de nosotros favorecer con- valor intrínseco para prescribir deberes
cepciones «ilustradas» del valor instru- hacia la naturaleza y aquellos que, como
mental. De otro modo no podríamos yo, la contemplan como un innecesario
comer pimientos y proteger encinas cente- pleonasmo. He afirmado en consecuen-
narias al mismo tiempo, cosas ambas cia que la significación moral del mundo
necesarias para el desarrollo de nuestras no puede fundarse en una concepción del
capacidades, pero también para el desa- valor intrínseco debido a las dificultades
rrollo de las capacidades de otros organis- para establecer criterios de instrumenta-
mos.26 Lo importante aquí es advertir que lización «razonable» ante los problemas
las razones para comer pimientos y prote- ecológicos. Captar la complejidad inhe-
ger encinas pueden descansar en supues- rente a las relaciones entre organismos y
tos puramente instrumentales sin que se ecosistemas no nos proporciona un cono-
resienta el «bien propio» al que tienden cimiento exhaustivo del mundo ni, por
unos y otras (aunque todo apunta a que los tanto, una aprehensión directa del valor
pimientos saldrán peor parados con inde- intrínseco de la naturaleza. La idea
pendencia de que adoptemos una posición importante aquí es que los criterios para
biocéntrica o antropocéntrica). Lo que está establecer la jerarquía de significación
en juego es justificar qué intereses huma- moral en el mundo no humano –que son
nos es deseable perseguir y qué concep- los realmente decisivos— están sujetos a
ciones del valor (instrumental) resultan cambios profundos y acelerados como
inadmisibles a la luz de tales intereses. consecuencia, precisamente, de las inter-
Hemos de precisar ahora, por tanto, de qué venciones humanas en el medio, lo que
modo podría entenderse el «valor instru- cuestiona de continuo nuestras concep-
mental» sin que, como sucede habitual- ciones más arraigadas del valor instru-
mente en el discurso de la ética ecológica, mental. En otros términos, el problema
se identifique con actitudes irrespetuosas fundamental que debe afrontar una ética
hacia el mundo no humano. ecológica es la inconmensurabilidad
entre nuestras concepciones del valor.
IV No cabe hablar entonces de una «nueva
ética», aunque quizá cabría hacerlo de
«Pues lo que acaso haya que hacer con las una ética que asuma la derivación meta-
tensiones filosóficas no es tanto tratar de apa- ética más importante de la ecología cien-
ciguarlas cuanto exacerbarlas, hasta conseguir tífica: la incertidumbre epistemológica.

268 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

A mi juicio, esta incertidumbre viene a «papel práctico», ha de ser «fijar la aten-


enterrar las ilusiones de encontrar un ción en las cuestiones profundamente
fundamento absoluto para interpretar disputadas y ver si, pese a las aparien-
unívocamente el «sentido» moral del cias, puede descubrirse alguna base sub-
mundo, ya que nos deja completamente yacente de acuerdo filosófico y moral».
solos ante la responsabilidad de preser- De no ser así, como parece suceder entre
varlo o destruirlo. Gran parte del discur- los defensores y los detractores del valor
so de la ética ecológica ha interpretado intrínseco de la naturaleza, Rawls creía
esta soledad filosófica de una forma en la filosofía política como un medio
errónea, cayendo una vez más en la ten- para que «al menos pueda limitarse la
tación de «leer» en el libro de la natura- divergencia de opinión filosófica y moral
leza. Por esta razón, la lectura de muchos que está en la raíz de las políticas divisi-
textos de ética ecológica nos produce la vas, de tal modo que todavía pueda man-
sensación de estar dando un espectacular tenerse la cooperación social entre ciuda-
rodeo para llegar, finalmente, a prescrip- danos sobre la base del respeto mutuo».29
ciones morales que bien podrían alcan- Este espíritu pragmático nutre discursos
zarse en términos de intereses humanos. ecológicos como la «hipótesis de la con-
Esto se capta especialmente cuando vergencia» de Bryan Norton, quien está
contemplamos la ética ecológica desde el convencido de que el monismo ético que
punto de vista de su potencial político. A ha perseguido gran parte de la filosofía
la hora de articular institucionalmente ecológica, con el convencimiento de que
deberes hacia el mundo no humano ello serviría para dar fuerza al movimien-
observamos que el cultivo del pluralismo to verde, se ha revelado como una estra-
axiológico, que es un valor fundamental tegia errónea.30 Norton muestra cómo las
de las sociedades contemporáneas, exige propuestas políticas de las distintas
integrar tales deberes como parte de una corrientes y movimientos de la familia
«vida buena», como cuestiones de justi- ecologista no difieren tanto como dan a
cia social o como obligaciones hacia las entender sus fracturas teóricas. De ahí
generaciones futuras.28 En otras pala- que muchas de las estrategias de acción
bras: la neutralidad entre las diferentes política puedan justificarse apelando a
concepciones del bien, como valor cen- intereses humanos y que carezca de sen-
tral de ese pluralismo, adquiere una tido la distinción entre ecología «profun-
dimensión diferente ante los problemas da» y «superficial». Los intentos de
ecológicos, pues éstos transforman ine- encontrar una noción última de valor
vitablemente nuestras ideas establecidas intrínseco que actúe como un «talismán
el bien y de la justicia. Si contemplamos moral» y que descanse en «verdades
la cuestión ecológica en esta dimensión autoevidentes» se inscriben en esta erra-
más «política», la tarea del filósofo no da concepción de la ética ecológica.31
habrá de ser ya la de «exacerbar» las ten- Estoy básicamente de acuerdo con
siones sino, en cierto modo, «apaciguar- Norton en la posibilidad de justificar la
las», al menos entre los filósofos de la mayoría de propuestas ambientales ape-
ecología, quienes recuerdan con demasia- lando solamente a «intereses humanos».
da frecuencia a las liebres que discutían Como ya he dicho, esto supone hacerse
acerca del pedigrí de los perros que hacia cargo de la inconmensurabilidad entre
ellas se lanzaban. Como decía John las diferentes concepciones humanas del
Rawls, una de las tareas fundamentales de valor y, por tanto, establecer prioridades
la filosofía política, que él denominaba su entre necesidades y deseos. Plantear de

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 269


NOTAS Y DISCUSIONES

esta forma la cuestión ecológica permite imposible porque los términos en los que
crear un espacio amplio de entendimien- se mide socialmente el valor son siempre
to entre las posiciones de antropocentris- desfavorables para los conservacionistas,
mo ético ecológicamente «ilustradas» y sobre todo porque no hay criterios socia-
el biocentrismo moderado. La aportación les adecuados para «medir» la irreversi-
decisiva de este último, como hemos bilidad ecológica hasta que no se ha pro-
comprobado en el caso de las propuestas ducido. De este modo, las políticas de
de Attfield y Goodpaster, es situar la hechos consumados, como el urbanismo
vida y su conservación como principio costero en nuestro país, no encuentran
de consideración moral. Desde mi punto obstáculos en su camino, puesto que la
de vista, este principio posee, sin necesi- demostración de la irreversibilidad suele
dad de vincularse con una esquiva llegar años después.
noción de «valor intrínseco», un poten- La cuestión fundamental para una
cial evidente en forma de lo que denomi- ética ecológica no es, por tanto, encon-
no «principio de reversión de la carga de trar una formulación adecuada del «valor
la prueba». Este principio operaría como intrínseco» de la naturaleza. El verdade-
el fundamento ético de la estipulación de ro problema es que las articulaciones ins-
derechos ambientales para los seres titucionales de las políticas ambientales
humanos y como inspirador de la legisla- no favorecen realmente el pluralismo
ción ambiental. El principio descansa, axiológico porque dejan fuera una in-
fundamentalmente, en un criterio pru- mensa gama de concepciones del valor
dencial que establece que aquellos que instrumental respetuosas con la naturale-
emprendan intervenciones en el medio za al imponérseles la carga de la prueba
han de mostrar por adelantado que tales cuando defienden la preservación de
intervenciones proporcionan alguna cla- especies o hábitats. Por ello es de la ma-
se de valor superior al que perdemos con yor importancia que entendamos el valor
ellas. Este principio de responsabilidad instrumental como una clase muy amplia
por la destrucción ambiental tendría que de valor que no puede expresarse a tra-
hacer frente a los problemas derivados vés de un único lenguaje. Generalmente,
de la inconmensurabilidad y, por tanto, a la literatura ecológica se refiere peyorati-
los problemas de la traducción en térmi- vamente al valor instrumental como el
nos de valor instrumental de diferentes valor que algo posee «para fines huma-
clases. Allí donde el valor intrínseco nos», como si la obtención de satisfac-
–reservado a los seres humanos y sus ción o beneficio a través de nuestra rela-
derechos, incluidos los ambientales— se ción con la naturaleza pusiera ésta en
ponga en peligro, ningún valor instru- peligro. Hay aquí un rigorismo ético mal
mental, por elevado que sea, podrá justi- entendido que viene a equiparar la explo-
ficarse. Pero, además, la dificultad de tación exhaustiva de la naturaleza como
hacer conmensurables el valor instru- un mero «recurso» o «materia prima» con
mental de, por ejemplo, la conservación muchas otras acciones encaminadas a
de determinadas especies y la construc- protegerla, que quedan disminuidas por el
ción de infraestructuras viarias, dejaría hecho de apelar a alguna clase de interés
de recaer sobre aquellos que se oponen a humano (por ejemplo, estético o senti-
las intervenciones. En la actualidad, mental).32 Los fines e intereses humanos
éstos tienen que demostrar que la conser- son muy diversos, así como los medios
vación aporta más valor que la interven- para satisfacerlos. Por ejemplo, no es lo
ción. Pero esa demostración resulta mismo talar un bosque por completo para

270 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

enriquecerse rápidamente que entresacar conservar sus oportunidades de elec-


los mejores árboles mientras se plantan ción.33 Un principio semejante servirá
otros nuevos. Tampoco se mide igual el para establecer un criterio jerárquico
valor instrumental que otorgamos al bos- general que determine qué concepciones
que como «almacén» de madera que el instrumentales del valor han de ser
valor instrumental que le atribuimos rechazadas. Para que una ética ecológica
como proveedor de paz espiritual, goce pueda responder con firmeza a la fe cie-
estético o sublimación mística. Y, por ga en la prometeica posibilidad de susti-
supuesto, el valor instrumental que se le tución o de creación de sucedáneos bas-
atribuye en todos estos sentidos expues- tará en principio con prescribir deberes
tos difiere de su valor instrumental como ecológicos desde la formulación origina-
proveedor de un hábitat adecuado para ria del imperativo kantiano y restringir la
ciertas especies animales, como ecosiste- noción de valor intrínseco al ámbito hu-
ma que absorbe gases nocivos o que evi- mano. Dado que nos superponemos
ta la erosión del suelo, etc. Como vemos, generacionalmente a través de los siglos,
hay una gran variedad de concepciones el imperativo no sólo ha de regir en el
instrumentales del valor y gran parte de presente, sino indefinidamente hacia el
ellas son inconmensurables entre sí: no futuro. Podemos afirmar que la naturale-
admiten una gradación cardinal, aunque za es sólo un medio para nuestros fines
de continuo nos veremos impelidos a siempre que entre éstos tenga un lugar
establecer una ordenación jerárquica por privilegiado mantener una relación de
las exigencias de satisfacción de nuestras respeto hacia ella. Hay aquí un lugar
necesidades y deseos. de encuentro para las posiciones aristoté-
Por tanto, ¿es realmente necesario, licas y kantianas que no tengo espacio
para estipular deberes ecológicos, que para desarrollar convenientemente. Pero
establezcamos un criterio de valor intrín- es evidente que los males más graves,
seco que otorgue a la naturaleza valor como el calentamiento global o la deser-
como «fin en sí»? ¿No incurriremos con tización, no son sino atentados contra la
ello en un pleonasmo innecesario? Si de humanidad, especialmente contra los
«apaciguar tensiones» se trata, hemos de derechos de los habitantes de los países
articular criterios de valoración ecológi- más pobres y de nuestros descendientes.
ca que prescindan de la noción de valor Una vez que se reconocieran derechos
intrínseco. Hemos de considerar que, ambientales, semejantes males comenza-
incluso cuando somos extremadamente rían a retroceder y de ello se beneficiaría
respetuosos con la naturaleza por razo- indirectamente el mundo no humano.
nes espirituales «profundas», estamos No obstante, puede argumentarse que
extrayendo alguna clase de utilidad y la extinción de ciertas especies, cuya uti-
que ello no convierte nuestras acciones lidad para los seres humanos dista de estar
en moralmente «incorrectas». No impor- clara, posiblemente no acarrearía el in-
ta que mis razones apelen a argumentos cumplimiento de deber moral alguno des-
más o menos «instrumentalistas» o de el punto de vista kantiano ni desde una
«intrínsecos»: lo que realmente importa concepción aristotélica de las virtudes
es que las prescripciones morales de res- ecológicas. Esta es una seria objeción que,
peto hacia la naturaleza conduzcan a la sin embargo, podría contrarrestarse me-
protección adecuada de los derechos e diante un biocentrismo moderado que
intereses de las generaciones presentes y propone «cargar» la responsabilidad de
futuras de seres humanos que deberán la prueba sobre aquellos que promuevan

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 271


NOTAS Y DISCUSIONES

la extinción de tales especies, los cuales posibilidad de que las generaciones futu-
se verían obligados a demostrar que no ras descubran el valor de las cucarachas.
existen razones para preservarlas antes No deberíamos privarles de la oportuni-
de proceder a su destrucción. Con ello, dad de hacerlo si valoramos a los seres
los organismos vivos, como pretenden humanos futuros como fines en sí. Con
los biocentristas, serían merecedores de todo, se podrá replicar que los organis-
consideración moral mientras no hubie- mos individuales quedan desprotegidos,
ra razones para convertirlos en medios es decir, puedo matar cuantas cucarachas
para fines humanos (o de otros organis- desee mientras esté seguro de que no
mos). Pero obsérvese que, incluso en están en peligro de extinción ni curan
este caso, puede elaborarse un argumen- enfermedades. No obstante, creo que en
to que apela a intereses humanos para casos como éste una teoría que afirme el
justificar la protección. Pensemos en valor intrínseco de las cucarachas no
organismos vivos que no aportan, apa- resultará más convincente para detener al
rentemente, bienestar alguno a los seres exterminador que un argumento indirec-
humanos, como podrían ser las cucara- to en la estela kantiana. Me temo que en
chas. Es complicado elaborar un argu- casos como éste, si pretendemos prote-
mento que demuestre el bienestar que ger a las cucarachas, cualquier ética eco-
nos procuran, pero no lo es más que afir- lógica habrá de adoptar un tono emoti-
mar su valor intrínseco o convertirlas en vista más o menos explícito y prescindir
vida que debemos «reverenciar». A buen de razones últimas.34
seguro, una minoría de entomólogos sen- En definitiva, el «principio de rever-
tirán pasión por ellas y, probablemente, sión de la carga de la prueba» debería
este es ya un argumento de peso para que ser especialmente contemplado cuando
no exterminemos la última cucaracha. esté en juego el bienestar y los derechos
Pero imaginemos que tales entomólogos de seres humanos. Éstos han de conce-
señalaran indicios fiables de que las birse progresivamente en un sentido más
cucarachas y sólo ellas producen cierta amplio, hasta abarcar derechos ambien-
sustancia que puede emplearse para tales.35 Ello implicaría otorgar mayor
curar una enfermedad grave. De pronto, significación moral a las necesidades de
el valor de las cucarachas para los seres las generaciones futuras que a la satis-
humanos se eleva enormemente, hasta el facción de nuestros deseos presentes, lo
punto de que exterminarlas significa que se antoja como una tarea enorme-
atentar contra la humanidad. Pues bien, mente ardua pero ineludible.36 Con todo,
este es un argumento suficiente para no las distintas concepciones del valor
exterminar especie alguna: el exterminio intrínseco podrán continuar disputando
de una especie es irreversible y con él entre sí, aunque sea a riesgo de consti-
perdemos para siempre el valor posible tuirse como «doctrinas comprehensi-
que tendría en el futuro para fines huma- vas» o de eludir problemas fundamenta-
nos. La incertidumbre ecológica, que les; ello contribuirá, a buen seguro, a la
recalca los límites de nuestra razón cien- sana «exacerbación de las tensiones filo-
tífica, aconseja adoptar un principio pru- sóficas». Pues los fines humanos —y
dencial de conservación puesto que aún entre ellos el filosofar libre de trabas—
estamos descubriendo el alcance de han de ser los primeros merecedores de
nuestra relación con el mundo y cabe la respeto.

272 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

NOTAS

1 Émile Cioran, «Adiós a la filosofía», en (traducción de Laura E. Manríquez). Las teorías


Adiós a la filosofía y otros textos, (prólogo y selec- ecocéntricas más relevantes son la «Ética de la Tie-
ción de Fernando Savater), Madrid, Alianza, pp. rra» de Aldo Leopold, John Baird Callicott o el
129-130. propio Rolston y la deep ecology («ecología pro-
2 El uso de expresiones como «ética clásica» o funda») promovida por el filósofo noruego Arne
«tradicional», «pensamiento convencional» o «cul- Naess. Una muestra suficiente de sus posiciones la
tura occidental» es muy frecuente en la literatura de encontraremos en John Baird Callicott, In Defense
la ética ecológica (sobre todo la ecocéntrica) para of the Land Ethic: Essays in Environmental Philo-
combatir el antropocentrismo. Bajo ellas suele sophy, Albany, State University of NY Press, 1989;
incluirse el platonismo, la tradición judeocristiana Bill Devall y George Sessions, Deep Ecology: Li-
y el racionalismo filosófico heredero de la Ilustra- ving as if Nature Mattered, Salt Lake City, Peregrine
ción. Smith Books, 1985; y Arne Naess, Ecology, Com-
3 Tomo prestada la expresión «consideración munity, and Lifestyle, Cambridge, Cambridge
moral» de Kenneth E. Goodpaster, ‘On Being Univ. Press, 1989. En la antología antes citada a
Morally Considerable’, Journal of Philosophy, 75, cargo de Margarita Valdés se recoge la traducción
1978, pp. 308-325. Hay traducción castellana a car- de textos de estos autores.
go de Laura E. Manríquez: «Sobre lo que merece 8 Véanse John O’Neill, Ecology, Policy and
consideración moral», en Margarita Valdés (comp.), Politics. Human Well-Being and the Natural World,
Naturaleza y valor. Una aproximación a la ética Londres, Nva. York, Routledge, 1993, p. 9 y ‘The
ambiental, México D.F., UNAM-FCE, 2004, pp. Varieties of Intrinsic Value’, en Andrew Light and
147-168. Holmes Rolston III (eds.), op. cit., p. 132.
4 Véanse Aldo Leopold, ‘The Land Ethic,’en 9 Fritjof Capra, La trama de la vida. Una nue-
Andrew Light and Holmes Rolston III (eds.), Envi- va perspectiva de los sistemas vivos, Barcelona,
ronmental Ethics. An Anthology, Oxford, Black- Anagrama, 1998, p. 29, subr. mío. En la ‘deep eco-
well, 2003, pp. 38-46 y Richard Sylvan (Routley), logy platform’ se afirma el valor intrínseco del
‘Is There a Need for a New, an Environmental, «florecimiento de la vida humana y no humana en
Ethic?’, en ibid., pp. 47-52. Hay dos versiones en la Tierra»; que «la riqueza y la diversidad de for-
castellano del texto de Leopold: «La ética de la tie- mas de vida son valores en sí mismos» y que «los
rra», (traducción de Isabel Lucio-Villegas), en humanos no tienen ningún derecho a reducir esa
Aldo Leopold, Una ética de la tierra, (edición, riqueza y diversidad, excepto para satisfacer nece-
introducción y notas de Jorge Riechmann), Madrid, Los sidades vitales» (cf. Arne Naess, «La crisis del
Libros de la Catarata, 2000, pp. 133-156; y, con medio ambiente y el movimiento ecológico profun-
el mismo título, la traducción de Alicia Herrera do», en Margarita Valdés, op. cit., pp. 220-221).
Ibáñez en Margarita Valdés (comp.), op. cit., pp. 10 Véase John O’Neill, ‘The Varieties of
25-44. Intrinsic Value’, cit., pp. 138-139.
5 Véase Robin Attfield, «El ámbito de la morali- 11 Con ello se confunden las afirmaciones rela-
dad», en José Mª García Gómez-Heras, (coord.): Ética tivas a la fuente del valor con las relativas a su
del medio ambiente: problema, perspectivas, histo- objeto. Véase ibid., p. 132.
ria, Madrid, Tecnos, 1997, pp. 71-88. La posición 12 Holmes Rolston III, op. cit., pp. 92 y 97. Cf.
utilitarista clásica en defensa de los animales se p. 82: «Una especie existe; la especie debe existir.
remonta a Bentham, aunque encuentra formulación La ética ambiental debe hacer estas aseveraciones
reciente en la obra de Peter Singer, Liberación ani- y pasar cautelosamente de la biología a la ética»; p.
mal, Madrid, Trotta, 1999. 84: «La unidad idónea de sobrevivencia (sic) es el
6 Kenneth Goodpaster, op. cit., p. 149. Véanse nivel apropiado para la importancia moral»; y p.
asimismo Paul W. Taylor, Respect for Nature. A 90: «El desafío es encontrar un modelo claro de
Theory of Environmental Ethics, Princeton (Nva. comunidad y descubrir una ética para él; una mejor
Jersey), Princeton University Press, 1986; Robin biología para una ética mejor.»
Attfield, The Ethics of the Environmental Concern, 13 Javier Muguerza, «De la materia a la
Athens (Georgia), University of Georgia Press, razón», en Desde la perplejidad, Madrid, FCE,
1983/1991 y Environmental Ethics. An Overview 1990, p. 539. Véase asimismo «Filosofía y diálo-
for the Twenty-First Century, Oxford, Polity, 2003. go», en op. cit., p. 94 y La razón sin esperanza,
7 Véase Holmes Rolston III, «Ética ambiental: Madrid, Taurus, 1986.
valores en el mundo natural y deberes para con él», 14 Así reza la definición de valor intrínseco pro-
en Margarita Valdés (comp.), op. cit., pp. 69-98 porcionada por Robin Attfield en su Environmental

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 273


NOTAS Y DISCUSIONES

Ethics, cit., p. 197: ‘The kind of value that a thing o «fideicomisario» del planeta y que, a mi juicio,
has when it is valuable because of its very nature.’ admite una lectura en clave antropocéntrica que
15 Es importante subrayar que me refiero propone una «instrumentalización responsable» de la
exclusivamente al valor moral. Por supuesto que naturaleza. Por otro lado, entre los méritos de Att-
otros seres «valoran», pero lo hacen en contextos field hay que consignar que no aspira a revocar la
muy diferentes. Aquí sólo nos interesa indagar qué «ética tradicional», como ilusoriamente pretenden
sentido ético tiene la noción de valor intrínseco y los deep ecologists, y que mantiene el respeto del
su posible relación con la estipulación de deberes pluralismo axiológico que caracteriza el mundo
morales hacia la naturaleza. contemporáneo como un punto central de su teoría.
16 Immanuel Kant, Fundamentación de la 26 No hay espacio aquí para tratar a fondo las
metafísica de las costumbres, Madrid, Espasa-Cal- cuestiones relativas a cómo una ética ecológica
pe, p. 104. debe tratar de proporcionar criterios razonables
17 Immanuel Kant, «De los deberes para con para intervenir en los ecosistemas y definir el sufri-
los animales y los espíritus», en Lecciones de ética, miento «gratuito». De hecho, biocentristas y eco-
Barcelona, Crítica, 2002, p. 287. centristas disputan, a veces enconadamente, si
18 Ibid., p. 288. deben tener prioridad los organismos individuales
19 Véase Tom Regan, «¿Se basa en un error la o la estabilidad ecosistémica en la gestión de los
ética ambiental?», en Margarita Valdés, op. cit., pp. parques naturales. En esta clase de debates se
119-146, esp. pp. 141-142. Regan distingue tres advierte con gran claridad, a mi juicio, cómo el
clases de teoría ética ecológica basadas en la antropocentrismo ético es inevitable; pues en la
noción de valor intrínseco. A saber: «teorías del decisión final tendrán sólo un peso limitado los cri-
valor intrínseco basadas en estados mentales», terios «objetivos» invocados por ambos.
basadas en «estados de cosas» y basadas en «fines 27 Javier Muguerza, «Filosofía y diálogo», cit.,
en sí mismos». p. 107.
20 Ibid., p. 134. 28 Véanse, respectivamente, la propuesta aris-
21 Véase Robin Attfield, The Ethics of the Glo- totélica de John O’Neill en Ecology, Policy and
bal Environment, Edimburgo, Edimburgh Univer- Politics, cit., así como las reformulaciones contrac-
sity Press, 1999, pp. 27-28. tualistas de Andrew Dobson, en Justice and the
22 La distinción entre «consideración moral» Environment. Conceptions of Environmental Sus-
(moral considerability) y «significación» o tainability and Dimensions of Social Justice,
«importancia moral» (moral significance) es esta- Oxford, Oxford Univ. Press, 1998 y Brian Barry,
blecida en Kenneth E. Goodpaster, op. cit., p. 151, en ‘Sustainability and Intergenerational Justice’, en
para quien el «criterio de importancia moral [...] Andrew Dobson (ed.), Fairness and Futurity.
pretende regir los juicios comparativos de ‘peso’ Essays on Environmental Sustainability and Social
moral en casos de conflicto». Justice, Oxford / Nva. York, Oxford Univ. Press,
23 Véase John Rawls, El liberalismo político, 1999, pp. 93-117.
Barcelona, Crítica, 1993/2004, p. 43: «Una con- 29 John Rawls, Justicia como equidad. Una
cepción es plenamente comprehensiva si abarca a reformulación, Barcelona, Paidós, 2002, pp. 23-24.
todos los valores y virtudes reconocidos en un sis- 30 Véase Bryan G. Norton, Toward Unity
tema articulado con precisión; mientras que una Among Environmentalists, Nueva York, Oxford
concepción es sólo parcialmente comprehensiva si University Press, 1991, esp. pp. 220-243.
se limita a abarcar un determinado número de valo- 31 Ibid., p. 235. Con todo, Norton no escapa a
res y virtudes no políticos y está vagamente articu- la cacofonía del valor intrínseco, pues denomina
lada. Muchas doctrinas religiosas y filosóficas «intrinsic value» al «valor objetivo» y reserva el
aspiran a ser a la vez generales y comprehensivas.» término «inherent value» para el «valor no instru-
A mi juicio, las perspectivas bio y ecocéntricas no mental». A su juicio, la diferencia entre ambos es
pueden articularse de otro modo más que «compre- epistemológica, no moral. El «valor intrínseco»
hensivamente». (objetivo) es «anterior a la conceptualización
24 Cf. Robin Attfield, The Ethics of the Global humana, es descubierto», mientras que el «valor
Environment, cit., p. 39, trad. mía. Con anteriori- inherente» (no instrumental) es «postulado dentro
dad, Attfield sostenía una idea bastante similar del de una teoría o cosmovisión humana» (trad. mía).
valor intrínseco (cf. The Ethics of Environmental 32 Esta es la sensación que produce el biocen-
Concern, cit., p. xvii). trismo deontológico de Paul W. Taylor, quien da a
25 De hecho, Attfield defiende una ética subs- entender que cualquier acción que no proceda de
tantiva secular basada en la stewardship tradition una «buena y pura voluntad» arraigada en la bio-
–con raíces en la tradición judaica, cristiana e islámi- centric outlook, no es una acción «respetuosa» con
ca— que contempla al ser humano como «albacea» la naturaleza. Véase Respect for Nature, cit.

274 ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097


NOTAS Y DISCUSIONES

33 Véase Brian Barry, op. cit. y los artículos los intereses de aquéllos. Pero cuando el número de
contenidos en la sección «La ecología y los límites detractores sea lo suficientemente numeroso –por
del liberalismo» de la Revista Internacional de las razones últimas que sean— un argumento utili-
Filosofía Política, nº 13, Madrid, julio 1999, pp. tarista, sumado al «principio de reversión de la car-
11-117. ga de la prueba», bastaría para justificar su prohi-
34 No analizo, por razones de espacio, casos bición, puesto que el bienestar de la mayoría
más complicados, para los que probablemente un dependerá de que los toros dejen de sufrir.
argumento basado exclusivamente en intereses 35 Véase Tim Hayward, «Derechos constitu-
humanos resulte insatisfactorio, como puede ser el cionales medioambientales y democracia liberal»,
sacrificio de toros de lidia. En este caso, los aficio- en Revista Internacional de Filosofía Política, nº
nados a las corridas de toros argumentarán que su 13, cit., pp. 65-82.
bienestar depende del sacrificio de los animales, 36 Un buen punto de partida es el orden de
con lo que parecerá necesario apelar al valor intrín- prioridades estipulado por Andrew Dobson, en Jus-
seco de la vida de los toros para defenderlos ante tice and the Environment, cit., p. 39.

ISEGORÍA, Nº 34, 261-275, 2006. ISSN: 1130-2097 275

Das könnte Ihnen auch gefallen