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INTRODUCCION
La Inteligencia Emocional podría definirse como la capacidad que tiene una persona de
manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de los demás con eficiencia y
generando resultados positivos.
Es decir, es la habilidad para gestionar bien las emociones. Tanto las nuestras como las de los
demás.
Una persona que se enfada con facilidad, que se pone triste con frecuencia o que no es capaz
de controlar sus impulsos... es alguien con mala inteligencia emocional. Por el contrario, una
persona que se conoce bien a sí mismo, que es capaz de pensar antes de actuar, que entiende
sus impulsos, que los expresa con educación siendo sincero pero, a la vez, consiguiendo no
afectar negativamente a la gente que le rodea...o que es capaz de relativizar y sentir las cosas
de una forma sana...sería una persona con MUY buena inteligencia emocional.
¿QUE ES LA INTELIGENCIA?
Definimos la inteligencia como la capacidad que tenemos los seres humanos de guardar y
asimilar información para poder aprender, reconocer y relacionarnos con los demás. Ella nos
permite controlar todas las actividades que llevamos a cabo y, por ende emitir las respuestas
más adecuadas. Solemos relacionar el significado de inteligencia con nuestras emociones, por
ende, podemos decir que la inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo
que nos rodea por medio de nuestros sentimientos, habilidades, entusiasmo, perseverancia,
empatía y agilidad mental, entre otros aspectos. Si desarrollamos y perfeccionamos cada una
de estas variables, podremos ser más eficaces y eficientes
1) Inteligencia lingüística
2) Inteligencia musical
4) Inteligencia espacial
Habilidades relacionadas: utilizar las manos para crear o hacer reparaciones, expresarse a
través del cuerpo.
6) Inteligencia intrapersonal
7) Inteligencia interpersonal
Goleman define la aptitud emocional como una capacidad aprendida, basada en la inteligencia
emocional y señala las habilidades de una persona emocionalmente inteligente, las cuales
comprenden:
• Mostrar automotivación
5. Adoptar una actitud empática y social que nos brindará mayores posibilidades de
desarrollo personal.
6. Participar, deliberar y convivir con todos desde un ambiente armónico y de paz.
Inteligencia interpersonal: Capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo
operan, cómo relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el
humor, el temperamento y las emociones de los otros.
No se niega los descubrimientos de las neurociencia, pero añade el poder transformador del
Espíritu Santo y la sabiduría de los Proverbios. Tiene como modelo la vida emocional a
Jesucristo incluyendo su presencia personal, dominio-propio, expresividad emocional y
discernimiento de las situaciones. Entonces contiene un patrón claro, un plan maestro que
puede ser usado para analizar teorías y determinar lo que es cierto, falso, sabio y no sabio.
Las teorías seculares no tienen una “persona ideal” para usar como base – meramente forman
ideas de sus propias teorías y del punto de vista global. En Jesús tenemos un modelo, una guía,
una referencia donde basar nuestras enseñanzas, y esto es invaluable. El creyente cristiano
debe aspirar a tener la vida emocional de Jesús pues esto es parte de ser “a su imagen”. Sobre
todo, la Inteligencia Emocional Bíblica, es bíblico – fundamentado en la fe en la inspirada,
inequívoca y autoritaria Escritura.
• Incrementa la autoconciencia.
• Nos facilita elegir aptitudes que nos hacen tolerar las presiones y frustraciones.
Es una de nuestras enseñanzas claves del cristianismo que nuestro Maestro y Modelo es
Jesucristo y que debemos formarnos a su imagen y ser como El en todo aspecto. Veamos dos
versos conocidos al respecto: (Romanos 8:29 LBLA) Porque a los que de antemano conoció,
también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el
primogénito entre muchos hermanos; (Efesios 4:15 LBLA) sino que hablando la verdad en
amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, El plan de
Dios para nuestras vidas es que seamos conformados a la imagen de su Hijo. Ahora “crecer en
todos los aspectos como el” incluye el especto emocional de la naturaleza de Jesús. Ser
emocionalmente maduro y hábil es parte de nuestra santificación – pero es solo parte. Hay
muchos otros aspectos de la santificación como la fe, el conocimiento y la pureza. Crecer
emocionalmente es importante y es la parte de la santificación que este libro enfatizará pero
no tenga la impresión de que creo que el Inteligencia Emocional Bíblica es todo lo que existe
para la santificación.
1.- Recepción:
2.- Retención:
3.- Análisis:
4.- Emisión:
5.- Control:
• Es capaz de reconocer y de manejar todo lo que pueden ser las emociones de tipo
negativo que experimente.
• Tiene mayor capacidad de relación con los demás, porque cuenta con la ventaja de
que consigue entenderlos al ponerse en sus posiciones.
• Logra utilizar las críticas como algo positivo, ya que las analiza y aprende de ellas.
• Es alguien que precisamente por tener esa inteligencia emocional y saber encauzar
convenientemente las emociones negativas, tiene mayor capacidad para ser feliz.
• Cuenta con las cualidades necesarias para hacer frente a las adversidades y
contratiempos, para no venirse abajo.
Por los importantes beneficios y ventajas que tiene cualquier persona que dispone de
inteligencia emocional, muchos son los estudios que se han llevado a cabo hasta el momento.
Algunos de ellos vienen a dejar patente que entre las señas de identidad que más identifican a
quienes la poseen, se encuentran las siguientes:
• Huyen de la monotonía, intentan en todo momento buscar alternativas para tener una
vida más plena y feliz.
• Son firmes cuando así se requiere.
A diferencia de lo que ocurre con el cociente intelectual no existe un estudio que permite
medir la capacidad o el grado de inteligencia personal de un sujeto. En este sentido, la
apreciación de esta habilidad es más bien subjetiva.
Si bien una parte de estas habilidades pueden venir configuradas en nuestro equiparo genético
y otras tantas, se moldean durante los primeros años de vida, demuestra que las habilidades
emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello
se utilizan los métodos adecuados.