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Jean-Luc Godard: Week-end (1967)

Por Eugenio Sánchez Bravo, para “Aula de Filosofía”

Week-end está inspirada en La autopista del sur, relato perteneciente al libro Todos los
fuegos el fuego (1966) de Julio Cortázar. Narra el viaje atormentado de una pareja de bur-
gueses, Roland y Corinne, desde la miseria moral de su vida cotidiana hasta un paraíso muy
peculiar. El propósito mezquino de su aventura es visitar a los padres de Corinne para
arrancarles parte de la herencia. La hipocresía de la moral burguesa queda puesta de mani-
fiesto en el plan que elaboran para asesinarlos. Como decía Marx, el capital suplanta todas
las relaciones que considerábamos sagradas, “todo lo santo es profanado”.
El mayor obstáculo que deben salvar es un gigantesco atasco de tráfico, paradójico símbolo
del progreso económico burgués. Godard lo filma en un único plano secuencia de ocho
minutoseternos que terminan en un fotograma trágico: en el arcén tres cadáveres de una
familia a los que nadie presta atención.

Las comodidades de la técnica van nece-


sariamente asociadas a la catástrofe. Lo
habitual es que esta relación no se mani-
fieste en el día a día sino en momentos
puntuales y terribles en los que se desvela
que hemos cedido toda nuestra libertad
al progreso tecnológico. Fue la catástrofe
del Titanic el instante en que este miedo se convirtió en la condición natural de nuestra
época. Luego no ha hecho más que extenderse y generalizarse. Las estadísticas de muertos
en accidentes de tráfico de cada fin de semana recuerdan a los sacrificios humanos azte-
cas para que el Sol no dejara de moverse. Son el tributo necesario que la sociedad burguesa
paga al dios de la velocidad. Ernst Jünger observa en su ensayo La Emboscadura que lo au-
tomático tarde o temprano se torna terrible, tal y como fue profetizado por El Bosco en sus
visiones del Infierno.
A continuación Roland y Corinne llegan a un pueblo donde un tractor acaba de arrollar a
undeportivo. Entre la superviviente adinerada y el agricultor se establece una discusión en
la que Godard parodia la lucha de clases. Antes de mayo del 68 ya estaba claro que el mar-
xismo ortodoxo era insuficiente para subvertir el orden económico capitalista. El bur-
gués ve resentimiento en las acusaciones del proletariado y éste no muestra más que
una indiferenciatriste y ausente. Son las masas opacas de las que habla Baudrillard en Cul-
tura y Simulacro.

Si el marxismo no es la solución, es posi-


ble que lo sea el surrealismo. A esta
nueva fase del viaje Godard la titula, ci-
tando a Buñuel, El ángel exterminador.
La pareja es secuestrada a punta de pis-
tola por un extraño personaje lla-
mado Joseph Balsamo. Este asegura en
un discurso delirante que “Joseph Balsamo es el hijo de Dios y de Alexandre Dumas. Dios
era maricón, es sabido de todos. Se tiró a Dumas y yo fui el resultado. Por lo tanto, soy
Dios. Sí, soy Dios porque soy un vago.” Godard prefiere El derecho a la pereza de Lafar-
gue a la obsesión por el trabajo propia de capitalismo y comunismo. Cuando le preguntan
a Balsamo qué ha venido a hacer a la Tierra su respuesta es apocalíptica: ” He venido a
anunciar a los tiempos modernos el fin de la era gramatical y el principio del flamígero en
todos los campos, sobre todo en el cine.” La pareja de burgueses pide milagros, pruebas de
que es realmente Dios. Balsamo concluye que no hace milagros para miserables y decaden-
tes, y los ahuyenta golpeándolos con una rama (¿sagrada?).
Vade Retro, grita Joseph Balsamo a la dia-
bólica burguesía
Siguen varios episodios interesantes en las
aventuras de Roland y Corinne. Inician

una cómica pelea para robar el coche de otro burgués que se defiende con furia, tienen un
encuentro en el bosque con la manifestación humana de la poesía a la que terminan pren-
diendo fuego en nombre del cine (autocrítica magistral de Godard) y, por último, escuchan
el discurso de dos revolucionarios justificando el uso de la violencia para alcanzar la liber-
tad del continente africano y los oprimidos por el sistema. Aunque las palabras suenen a
arenga entusiasta, el estercolero de fondo no presagia nada bueno.

Al fin, llegan a la casa de los padres de Corinne. El padre ha muerto pero la madre se niega
a darles parte alguna de la herencia así que mientras Roland la estrangula Corinne la re-
mata con un cuchillo jamonero. El sacrificio del cordero, con reminiscencias teológicas, es
el símbolo de la violencia que se agita en el fondo del orden familiar burgués.

Cuando piensan que se han salido con la suya son secues-


trados de nuevo por un extraño grupo de vándalos que vi-
ven en el bosque. Entre ellos habitan la poesía y otros
dos personajes muy peculiares: un batería tocando jazz y
recitando frente a un lago y un cocinero con machete y cubierto de sangre practicando
extraños rituales. El contraste entre ambos fotogramas es muy sugerente.
El grupo parece haber llevado a la práctica la transmutación de todos los valores de Nietzs-
che. No respetan ninguno de los tabúes burgueses empezando por el canibalismo. Roland
es asesinado y Corinne termina uniéndose al grupo. Este es el impactante final de la pelí-
cula. Elpesimismo de Godard nos deja sin palabras.
Bibliografía

1. Ernst Jünger: La emboscadura. Andrés Sánchez Pascual (tr.) Barcelona, Tusquets,


1988

2. Jean Baudrillard: Cool Memories, Joaquim Jordá (tr.). Anagrama, Barcelona, 1989.

3. Paul Lafargue: El derecho a la pereza. Barcelona: Fundamentos, 2004.

4. Jean Baudrillard: Cultura y simulacro. Edición incompleta que incluye sólo los ensa-
yos “A la sombra de las mayorías silenciosas”, “El efecto Beaubourg”, “La precesión de
los simulacros”, “El fin de lo social”. Antoni Vicens y Pedro Rovira (tr.) Barcelona: Kai-
rós, 1988.

5. Amigos del Museo del Prado: El Bosco y la tradición pictórica de lo fantástico. Funda-
ción Amigos del Museo del Prado Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de lectores,
2006.

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