TEOLOGÍA I TEOLOGÍA FUNDAMENTAL KEVIN ARTURO OZETA MUÑOZ SÍNTESIS LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN
La misión principal de la Iglesia consiste en conservar y anunciar el misterio de Dios que
fue revelado por Cristo. Primeramente, los apóstoles, testigos de Cristo y comienzo del nuevo pueblo de Dios, fueron los hombres encargados de anunciar el mensaje de la salvación, pues ellos habían sido elegidos para presenciar los hechos de Cristo, presupuesto necesario para hablar en su nombre. Por ello, la Iglesia puede decirse fundada sobre la obra de Cristo y el testimonio de los apóstoles. Estos mensajeros de Dios transmitían el mensaje de dos manera, predicando oralmente y escribiendo manuscritos que contenían el mensaje de la salvación. Por lo tanto, a los comienzos de la Iglesia no existía propiamente un canon bíblico que pudiera tener todo hombre, sino que se expresaba como más comúnmente lo hacían en aquel tiempo; en la predicación oral. Al pasar el tiempo se vio la necesidad de tener por escrito el mensaje salvador, por lo que los apóstoles junto con otros hombres también inspirados por el Espíritu Santo comenzaron a plasmar el Evangelio en los pergaminos. Sin embargo, no podemos quitarle el valor merecido a la tradición oral al cambiarla por la escrita en las escrituras. Es necesario que estas dos se complementen para una correcta interpretación de la escritura y un mayor acercamiento a la Verdad. Ahora bien, la revelación (nos referimos aquí también al testimonio de los apóstoles, pues ellos dejaron por escrito y hablado el mensaje revelado) ha quedado cerrada por completo desde la muerte del último apóstol, por ello el pueblo cristiano no debe esperar otra revelación pública hasta la segunda venida de Jesucristo. Sin embargo, al haber sido terminada la predicación de los apóstoles, la Iglesia adquiere el carácter de depósito de la fe, con la obligación de mantener fielmente lo transmitido por los apóstoles y transmitirla de la misma manera, para seguir anunciando la obra salvadora de Cristo a todas las naciones. Por ellos es importante ofrecer la regla de fe, que consiste en juzgar la enseñanza de la Iglesia, discerniendo si lo enseñado encamina a una vida santa y en aumento de la fe del pueblo de Dios. De lo contrario sería una doctrina infiel. El Evangelio no es para unos cuantos, es para la salvación de todas las almas. Con el sentido de la fe (capacidad del hombre de percibir la verdad y ver lo que se opone a ella), la Iglesia, bajo la guía del magisterio (quien conserva íntegramente el Evangelio y su transmisión), recibe de Dios su palabra verdadera. Por lo tanto, la Iglesia, conservadora y transmisora del mensaje salvífico de la revelación, conlleva en sí una fidelidad absoluta en Cristo, lo cual le da la cualidad de perpetuidad y la imposibilidad de fallar en su mensaje. Así mismo, posee un carisma mediante el cual, en su acto esencial de conocimiento y de predicación del mensaje de Dios, no puede equivocarse y con esa misma autoridad y confianza enseña las verdades de la fe.