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La filosofía científica, marxista, estudia las leyes más generales del movimiento y el desarrollo

de todo el mundo material y espiritual

La evolución política y espiritual de la burguesía está jalonada por continuados intentos de


alejar esta amenaza a la existencia del capitalismo y defender sus pilares económicos, políticos
e ideológicos. El pensamiento filosófico burgués de este período se desenvuelve en lucha
contra el materialismo, el racionalismo y, particularmente, el marxismo.

Se produce en medio de un rápido progreso de las ciencias naturales, y la filosofía idealista


reaccionaria no puede por menos de tenerlo en cuenta. Con todo, los filósofos burgueses
rechazan las conclusiones materialistas dialécticas derivadas de los descubrimientos de las
ciencias naturales y se tornan epígonos de sistemas idealistas

encontramos corrientes que pretenden dar una interpretación filosófica del conocimiento
científico y que, en realidad, introducen el agnosticismo y el idealismo en la ciencia de la
naturaleza y de la sociedad. De otro se propagan cada vez más extensamente las tendencias
irracionalistas, más o menos descaradamente hostiles a la ciencia y al progreso social

El capitalismo necesita las ciencias naturales, pero los ideólogos de la burguesía se preocupan
de que no se deduzcan de ellas conclusiones materialistas y ateas. El positivismo, que
propugna la realización de investigaciones científicas concretas, pero que sostiene la
incognoscibilidad de la esencia de los fenómenos, satisface plenamente estos requisitos.

El positivista Spencer sostiene que los problemas filosóficos capitales son insolubles, con lo que
priva a la filosofía de buena parte del terreno que se consideraba su patrimonio. Ahora, afirma,
"el dominio que le ha quedado es el mismo que ocupa la ciencia" 2. Para Spencer, la filosofía, a
diferencia de la ciencia, que no es más que un saber parcialmente sintético, es saber
plenamente sintético, síntesis teórica suprema. El dominio de lo cognoscible lo constituyen las
manifestaciones de una fuerza absoluta desconocida. Las verdades más generales, que
conforman la esfera de la "filosofía sintética", deben ser formuladas en términos de materia,
movimiento y fuerza. La interpretación de estos conceptos es contradictoria en la filosofía
spenceriana. Por un lado los considera símbolos, toda vez que no expresan la realidad absoluta
sino únicamente acciones de ésta. Por otro insiste en que, precisamente como manifestaciones
de la realidad absoluta, no dependen de la conciencia del hombre, y son, por tanto, objetivos

Para el neopositivismo de Wittgenstein existen dos tipos de saber científico radicalmente


distintos: el fáctico y el formal. Las ciencias fácticas o empíricas nos dan a conocer el mundo y
sus juicios tienen carácter sintético, es decir, en ellos el predicado amplía nuestro conocimiento
del sujeto, contiene una nueva información acerca de él. Por el contrario, las ciencias formales,
la lógica y la matemática, no aportan ninguna información sobre el mundo, pero nos ofrecen la
posibilidad de transformar el conocimiento que de él tenemos. Las proposiciones de estas
últimas ciencias son analíticas o tautológicas; son verdaderas para cualquier estado real de
cosas, ya que su verdad viene totalmente determinada por las reglas del lenguaje y, por tanto,
es apriorística

Al igual que los positivistas del siglo XIX, cuando los neopositivistas hablan de superar y
expulsar la "metafísica" se refieren ante todo a la admisión por los materialistas de la existencia
objetiva del mundo material y su reflejo en la conciencia del hombre. Los neopositivistas
afirman que su filosofía no es ni materialista ni idealista, que siguen una "tercera línea" en
filosofía. En realidad, su filosofía está dirigida contra el materialismo. No niegan abiertamente
la realidad objetiva del mundo exterior. Pero entienden que todo problema "metafísico" sobre
la existencia del mundo objetivo, sobre la naturaleza objetiva de los fenómenos aprehendidos
experimentalmente, es un falso problema.

Ahora bien, ¿qué es un hecho para el neopositivista? No es a todas luces la realidad objetiva,
ya que se prohibe, como carente de sentido, todo enunciado acerca de ella. Por ejemplo, para
los neopositivistas carece de significación el aserto de que la rosa cuyo aroma aspiro es
material y existe objetivamente, lo mismo que el aserto de que la rosa no existe más que en la
conciencia perceptora. Juzgúese la rosa material o ideal, ello no influirá sobre el hecho de que
yo percibo su aroma, ni {>or ello olerá mejor ni peor. Y sólo ese hecho, dicen los
neopositivistas, puede ser objeto de enunciado significativo. Vemos, pues, que estos autores
entienden por hechos las sensaciones, las vivencias, en suma, los estados de conciencia

en el proceso de verificación sólo se puede contrastar la proposición con los "contenidos


sensoriales", con los "datos" de las sensaciones o vivencias. Según Carnap, todos los conceptos
científicos "pueden ser reducidos a conceptos radicales relacionados con los "datos", con el
contenido inmediato de las vivencias..."'". Ahora bien, los "contenidos sensoriales" no existen
fuera de la experiencia del sujeto. Por tanto, el principio de la verificación conduce
inevitablemente al solipsismo.

si los enunciados protocolarios, para ser seguros, debían referirse sólo a los datos sensoriales,
es decir, a las sensaciones del sujeto, era evidente que no podían tener significación más que
para el sujeto dado, y eso en el momento en que las experimentaba. Esta conclusión dimana
inevitablemente de la admisión fenomenológica de los "datos sensonriales" como límite del
análisis. También por este lado se veían los positivistas lógicos abocados al solipsismo. La
afirmación de Carnap de que se trataba sólo de un solipsismo metodológico era muy débil
consuelo para los "filósofos de la ciencia"

Con el propósito de evitar el solipsismo y conferir a los enunciados protocolarios carácter


intersubjetivo, Neurath y, tras él, Carnap, propusieron la doctrina del "fisicalismo". Desde esta
perspectiva, lo intersubjetivo no son las sensaciones (que son siempre personales), sino el
comportamiento del hombre, sus reacciones, sus estados físicos. Los sucesos físicos son
comunes, accesibles a todos. De ahí que las proposiciones elementales debieran expresarse en
"lenguaje fisicalista", esto es, en términos de sucesos físicos y no de estados psíquicos. En rigor
esto era retroceder implícitamente de las posiciones fenomenalistas hacia el materialismo. Los
fisicalistas sostenían, empero, que su doctrina no comportaba la admisión de una realidad
"metafísica", sino sólo un cambio de lenguaje.

Para los filosofos del lenguaje (nepositivismo linguistico) el lenguaje se convirtió para ellos en la
única realidad (al menos, en la medida en que con ella puede relacionarse la filosofía), y
reemplazaron el mundo objetivo por lo que de él se dice, identificando el pensamiento con el
lenguaje.

Puesto que enfocaban el lenguaje desde posiciones nominalistas e idealistas subjetivas, los
semánticos de esta orientación sostenían que sólo tenían significado las palabras para las
cuales podía encontrarse la "referencia" correspondiente o el hecho sensorial único que viniera
designado por la palabra en cuestión. De ahí se deducía que palabras como "capitalismo",
"fascismo" o "desempleo" y otras muchas que no expresan un hecho separado sino algo
general, carecen de sentido. Al propio tiempo, ésta corriente de filósofos semánticos afirmaba
que el mundo exterior, por cuanto tiene significación para nosotros, es preferentemente una
construcción lingüística, o sea lo determina lo que de él dice la gente. Y como la gente emplea
para tales construcciones palabras como "capital", "lucha de clases" o "explotación" carentes
de sentido e imagina que dichos términos designan existencias reales, se crean motivos de
inquietudes, contradicciones y discordias constantes

Cada científico es un materialista espontáneo en la medida en que está ocupado en la


investigación concreta de la naturaleza. Pero la teoría científica presupone no sólo hacer
constar los hechos que se observan, sino generalizarlos, interpretarlos, comprenderlos
filosóficamente. Cuando un científico entra en la esfera de la filosofía en la sociedad burguesa
queda envuelto en una atmósfera enconadamente hostil al materialismo

"El positivismo nos enseña que la auténtica realidad física es sólo la totalidad de los resultados
experimentales" *2. Los "contenidos sensoriales", que los neopositivistas identifican con la
realidad, resultan ser, aplicados a la física, las indicaciones de los aparatos con las que, según
estos autores, construimos arbitrarios esquemas simbólicos de la "realidad física".

En virtud de su índole matemáticoabstracta, la teoría física parece velar la realidad objetiva,


ocupar su lugar. Aquí ocurre aproximadamente lo que decía Lenin: "La materia desaparece,
quedan sólo ecuaciones"
Mientras los positivistas rechazan las cuestiones cardinales de la concepción del mundo como
"metafísicas", los "filósofos de la vida" sitúan en primer plano justamente estos problemas, las
"cuestiones eternas" acerca del sentido de la vida y la historia, acerca de la naturaleza de todo
lo existente. Los adeptos de esta corriente acusan a los positivistas y neokantianos de profesar
un formahsmo abstracto, de olvidar las necesidades de la vida y la práctica, de adulterar la
naturaleza del hombre y convertirlo en un ser rígidamente racional. Ahora bien, tras los
ataques de los "filósofos de la vida" al positivismo y al intelectualismo unilateral, se oculta una
revuelta contra la razón y la ciencia en general. Su dilema falso "la razón o la vida" se resuelve
en favor de una interpretación irracionalista de la "vida", que rechaza de forma declarada o
encubierta el conocimiento científico y exalta la voluntad irracional, el instinto, los impulsos
inconscientes y la intuición irracional.

La doctrina de los valores es un intento de evitar el solipsismo permaneciendo en el marco del


idealismo subjetivo. Los neokantianos presentan el valor como algo independiente del sujeto,
pero esta independencia no significa que el valor exista fuera de la conciencia individual, sino
únicamente que posee significación obligatoria para toda conciencia individual. La filosofía se
convierte para ellos no sólo en una lógica del conocimiento científico, sino también en una
doctrina de los valores. Por su significado social, la filosofía de los valores es una sutil apología
del capitalismo. Según los neokantianos, la cultura, a la que reducen toda la vida social,
presupone un conjunto de objetos o bienes en los que se realizan los valores eternos. Estos
bienes resultan ser los "bienes" de la sociedad burguesa, de su cultura y, ante todo, el Estado
burgués; son también la economía capitalista, el derecho y el arte burgués; en fin, es la Iglesia,
que encarna el "valor supremo", puesto que "Dios es el valor absoluto con el que todo guarda
relación"

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