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COMENTARIO A LA PRIMERA EPÍSTOLA A LOS

TESALONICENSES

Título del original latino: Sancti Thomae Aquinatis Doctoris Angelici super Primam
Epistolam Sancti Pauli Apostol ad Thessalonicenses expositio

PROLOGO

"Y crecieron las aguas e hicieron subir el arca muy alto sobre la tierra" (Génesis 7,17).
Palabras muy a propósito para la materia de esta carta; pues figura de la 1glesia -como dice
San Pedro 1,3- es el arca; y así como en el arca, mientras los otros perecían, unos pocos se
salvaban, lo mismo en la 1glesia se salvarán unos pocos, esto es, los elegidos. Las aguas
significan las tribulaciones, lo. porque dan de empujones al caer con ímpetu, como las
tribulaciones. "Cayeron las lluvias, y los ríos salieron de madre, y soplaron los vientos, y
dieron con ímpetu contra aquella casa" (Mateo 7,27). Pero al embate de los ríos la 1glesia
no se bambolea; por eso añade: "mas no fue destruida". 2o. el agua apaga el fuego (Eccli.
30); así las tribulaciones embotan el aguijón de las concupiscencias, para que los hombres
no se ceben en ellas al sabor de su paladar, mas no extinguen la verdadera caridad de la
1glesia. "Las muchas aguas no han podido extinguir el amor, ni los ríos podrán sofocarle"
(Cant. 8 7). 3o. Las aguas sumergen por inundación (Trenos 3), pero la 1glesia no es
sumergida por ellas. "Cercáronme las aguas, hasta el punto de quitarme la vida; encerrado
me he visto en el abismo; el piélago ha cubierto mi cabeza... mas Tú, ¡oh Señor, Dios mío!,
sacarás mi vida del lugar de la corrupción" (Jones 2,6). No desfallece o se da por acabada
sino que es levantada, y 19 por la subida de la mente a Dios. Bien dice San Gregorio que el
mal que aquí nos pone en estrechura nos hace que acudamos con premura para buscar
nuestro remedio en Dios. "En medio de sus tribulaciones se levantarán con presteza para
convertirse a Mí" (Os. 6,1). 2o. por la consolación espiritual. "Cuando las congojas se
multiplican en mi corazón, tus consuelos deleitan mi alma" (S. 93,19). "Al paso que se
aumentan en nosotros las aflicciones por amor de Cristo, se aumenta también nuestra
consolación por Cristo" (2Co 1,5). 3o. por la multiplicación de los fieles, porque en tiempo
de las persecuciones Dios multiplicó la 1glesia. "Pero cuanto más los oprimían, tanto más
se multiplicaban y crecían" (Éxodo 1,12). Así pues, todo lo dicho se acomoda a esta carta,
porque éstos (los Tesalonicenses) mantuviéronse fuertes en medio de muchas tribulaciones.
Veamos el texto.

CAPÍTULO 1

Lección : 1 Tesalonisenses 1,1-10


Dice a los Tesalonicenses que tiene presentes sus trabajos y gózase cíe que su fe ande de
boca en boca por todas las iglesias.

1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la 1glesia de los tesalonicenses, congregada en Dios Padre, y


en Nuestro Señor Jesucristo.

2 Gracia y paz sea con vosotros. Sin cesar damos gracias a Dios por todos vosotros,
haciendo continuamente memoria de vosotros en nuestras oraciones,

3 acordándonos delante del Dios y Padre nuestro de las obras de vuestra fe, de los trabajos
de vuestra caridad, y de la firmeza de vuestra esperanza en Nuestro Señor Jesucristo;

4 considerando, amados hermanos, que vuestra elección es de Dios.

5 Porque nuestro Evangelio no se anunció a vosotros sólo con palabras, sino también con
milagros, y dones del Espíritu Santo, con eficaz persuasión, porque ya sabéis cuál fue
nuestro proceder entre vosotros, para vuestro bien.

6 Vosotros, de vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros, y del Señor, recibiendo su


palabra en medio de muchas tribulaciones, con gozo del Espíritu Santo;

7 de suerte que habéis servido de modelo a cuantos han creído en Macedonia y en Acaya.

8 Pues que de vosotros se difundió la palabra del Señor, no sólo por Macedonia y por
Acaya, sino que por todas partes se ha divulgado en tanto grado la fe que tenéis en Dios,
que no tenemos necesidad de decir nada sobre esto.

9 Porque los mismos fieles publican el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros, y
cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, por servir al Dios vivo y verdadero,

10 y para esperar del cielo a su Hijo Jesús (a quien resucitó de entre los muertos) y el cual
nos libertó de la ira venidera.

En esta carta quiere fortalecer el Apóstol a la 1glesia contra las tribulaciones, y lo. contra
las tribulaciones presentes; 2o. (en la segunda carta) contra las futuras del tiempo del
Anticristo. Divídese en salutación y narración epistolar. Asimismo refiérese lo. a las
personas que mandan saludos; 2o. a la 1glesia saludada; 3o. a los bienes que le desea. Y es
de advertir que, como hay igualdad donde no interviene la iniquidad, ya que se dirige a
gente buena, por eso no menciona para nada su oficio, sino sólo su nombre humilde: Pablo.
(Sg 7). Y se acompaña de dos que júnto con él les predicaron el Evangelio, a saber Silvano
(lo mismo que Silas) y Timoteo, a quien, como se dice en Hechos 16, lo circuncidó. Saluda
a la 1glesia, que es la congregación de los fieles; y esto "en Dios Padre y en Nuestro Señor
Jesucristo", esto es, en la fe de la Trinidad, y divinidad y humanidad de Cristo, porque
conociendo estos misterios seremos dichosos. Toca la persona del Padre y del Hijo
encarnado, en quienes se sobreentiende el Espíritu Santo, que es el lazo que los une. Los
bienes que les desea son la gracia, que es el principio de todos los bienes (1Co XV); y la
paz, que es el fin; porque entonces hay paz cuando el apetito está enteramente en sosiego.
Luego, al decir: "gracias damos a Dios", comienza la narración epistolar, los elogia por su
perseverancia pasada; y los amonesta para lo futuro a obrar bien. Asimismo da gracias en
general por los bienes que han recibido y los conmemora en especia!; da también gracias
por ellos y ruega por ellos. Cuanto a lo primero enumera 3 cualidades que ha de tener la
acción de gracias: 1* que sea ordenada, es a saber, a Dios. Por eso dice: "demos graciada
Dios" (S. 83; Sant. 1). 2* perseverante, porque ha de ser siempre; 3 universal: "por todos
vosotros". Ora luego por ellos diciendo: "haciendo continuamente memoria de vosotros en
nuestras oraciones", como si dijera: cada vez que oro os tengo presentes (Rm 1).

"Acordándonos de las obras de vuestra fe" y de las otras virtudes teologales, que son los
bienes de que da gracias (1Co 13). Pone la fe a la cabeza, porque es el fundamento de las
cosas que se esperan (He XI). Pero ésta no basta, si no va acompañada de obras y trabajos.
Por eso dice: "de las obras de vuestra fe, de los trabajos de vuestra caridad" (Sant. 2).
Asimismo porque de nada sirve desfallecer en soportar trabajos por Cristo (Lc 8). Por eso
dice: "obras y trabajos", como si dijera: "acordándonos de vuestra fe que obra y trabaja.
También de la caridad, en cuyas obras abundaban; y de la esperanza que hace con paciencia
soportar lo adverso (Rm ¡2); y de la tolerancia o paciencia que engendra la esperanza (Sant.
5), quiero decir, de Nuestro Señor, esto es, que tenemos de Cristo o la que nos dio Cristo
(1P 1). Esta esperanza, que no es para placearla a los ojos de los hombres, sino "delante de
Dios," y la cual "sirve a nuestra alma como de un áncora segura y firme" (He 6,19); pues en
el Antiguo Testamento la esperanza no llevó a Dios.

-"Considerando, amados hermanos, que vuestra elección es de Dios". Trae a colación los
bienes que recibieron y los elogia por haber recibido su predicación con devoción y
prontitud, no obstante la tribulación y, a pesar de la tribulación, no haberse apartado de ella.
Les muestra qué tal fue su predicación y cómo la recibieron ellos; aué sabía él de ellos y
qué ellos de él. Dice pues: "¡Oh, hermanos amados de Diosi", no sólo en general, cuanto al
ser de naturaleza, mas especialmente porque habéis sido llamados a los bienes eternos (Mal.
1; Deut. 33).

-"que vuestra elección es de Dios", como si dijera: sé de cierto que estáis elegidos, no
porque lo hubieseis merecido, mas porque Dios de su bella gracia os eligió. Y esto lo sé,
porque Dios me ha dado una gran prueba en la predicación, a saber, cuando a aquellos a
quienes hablo Dios les concede la gracia de oír con fruto la palabra, o a mí la gracia de
desplegar las velas de la elocuencia. Mas Ezequiel parece decir lo contrario: "yo haré que tu
lengua se pegue a tu paladar, de suerte que esíés mudo" (3,26). Por eso primero trae a
cuento con cuánta virtud les predicó y lo corrobora con su testimonio: "como sabéis".
Virtuosamente, porque mi predicación no fue con palabras grandilocuentes, sino con la
fuerza de lo alto: "mi modo de hablar y mi predicación no fue con palabras persuasivas de
humano saber, pero sf con los efectos sensibles del espíritu y de la virtud de Diosi" (1Co
2,4). O puede referirse a la confirmación de la predicación o al modo de predicar. Si a lo
primero, así fue confirmada mi predicación entre vosotros, no con argumentos, sino con la
virtud de los milagros, como dice San Marcos: "cooperando el Señor y confirmando su
doctrina con los milagros que la acompañaban" (16,20). Asimismo con el don del Espíritu
Santo (Ac X; He 2).
-"y con gran plenitud". Añade esto para que no pensasen haber recibido menos que los
Judíos; como si dijera: el Espíritu Santo no hace acepción de personas, sino que con la
misma abundancia se comunicó a vosotros como a los Judíos (Ac 2). Pero si se refiere a lo
segundo, entonces "en virtud" significa enseñándoos una vida virtuosa (Ac 1). - "y en el
Espíritu Santo",, que os inspirará, "pues no seréis vosotros los que hablaréis" (Mateo X). -
"con gran abundancia", porque de todo lo necesario a la fe os he dado suficiente instrucción.
Y lo corrobora con su testimonio, al decir: "como vosotros sabéis", esto es, qué dones y
virtudes os hicimos ver (2Co 5).

Muestra luego cuan virtuosamente recibieron su predicación: "vosotros, de vuestra parte, os


hicisteis imitadores nuestros", y cómo no se echaron para atrás por las tribulaciones. Y
primero demuestra su virtud en el hecho de haber imitado a otros; segundo, en haber puesto
la muestra para que otros los imitaran. Cuanto a lo primero señala a quiénes imitaron y en
qué. 1mitaron a quienes debían, a saber, a los prelados; por eso dice: "os hicisteis
imitadores nuestros" (Ph 3). Y ¿en qué? No ciertamente en lo que, como hombres, faltamos,
sino en imitar a Cristo; de donde se dice: "y del Señor". - "Sed mis imitadores, como yo lo
soy de Cristo" (1Co 4), a saber, en lo que he imitado a Cristo, en soportar con paciencia las
tribulaciones (Mateo 16; 1 Pedro 2). Por eso dice: "recibiendo su palabra en medio de
muchas tribulaciones, con gozo del Espíritu Santo", esto es, aunque preveíais que se os
venía encima una gran tribulación por recibir la palabra de Dios, eso no obstante, la habéis
recibido con gozo (Sant. 1; Hechos 5), digo, "del Espíritu Santo", que es el amor de Dios,
no con otro, que hace gozarse a los que padecen por Cristo, porque lo aman. "Aunque un
hombre, en recompensa de este amor o caridad, dé todo el caudal de su casa, lo reputará por
nada" (Ct 8. 7).

Y de tal manera me habéis imitado, que habéis dado que imitar a otros; de donde dice: "de
suerte que habéis servido de modelo". Cuanto a esto, muestra que han dado qué imitar,
cómo se ha divulgado su fama y cómo los alababan todos los pueblos. Dice pues: tan
perfectamente nos habéis imitado, "que habéis servido de modelo", esto es, de ejemplo de
vida, no sólo en vuestra tierra sino también en otras (Mateo 5). Habéis servido de modelo a
los creyentes, a cuyo conocimiento llegó vuestra fe; a lo cual ha contribuido vuestra bondad;
pues "de vosotros, como punto de partida, se difundió la palabra del Señor" o la predicación
sobre el Señor, esto es, vuestra fama se ha difundido, "no sólo en Macedonia y en Acaya",
vecinas vuestras, sino "la fe que tenéis en Diosi tan perfecta", esto es, que Dios acepta y
que os une con Dios y que también se ha divulgado en todo lugar. (Rm 1) Y señal de esto
es que no tenemos necesidad de decir nada sobre ello; pues toca al buen predicador
proponer como ejemplo las cosas buenas de los otros; "ya que vuestro ejemplo ha
provocado la santa emulación de muchos" (2Co 9,2). Pone luego los encomios con que
andaban en boca de otros, "porque los mismos fieles publican el suceso que tuvo nuestra
entrada entre vosotros" (Pr 31). Y alaban en vosotros mi predicación y vuestra conversión.
Publican pues "el suceso que tuvo nuestra entrada entre vosotros", porque se atravesaron
grandes dificultades y tribulaciones. Alaban también vuestra conversión. Y muestra cómo
se convirtieron, quién los convirtió y a qué fin se convirtieron. Cuanto a lo primero dice: "y
cómo os convertisteis a Dios", esto es, con cuánta facilidad y perfección (Joel 2; Eccli. 5).
Cuanto a lo segundo, "abandonando los ídolos". - "Bien sabéis vosotros que cuando erais
paganos os ibais en pos de los ídolos mudos según erais conducidos". (1Co 12,2). Cuanto a
lo tercero, "por servir al Dios vivo y verdadero", a saber, con culto de latría, no a la criatura,
sino a Dios; lo contrario de lo que dice en Rm 1,25: "sirviendo a las criaturas en lugar de
adorar al Creador".

Y dice vivo, para descartar el culto de los ídolos, porque los idólatras daban culto a ciertos
muertos, como a Rómulo y Hércules, cuyas almas dijeron estaban divinizadas. Por eso dice:
vivo. - "Vivo Yo para siempre" (Deut. 32,40).

Asimismo porque los Platónicos pensaban que ciertas substancias separadas eran dioses por
participación, dícese verdadero, no por participación de la divina naturaleza; y porque los
que le sirven serán recompensados, no resta ya sino que vosotros, que le servís, esperéis la
recompensa. De donde dice: "y para esperar del cielo a su Hijo", a saber, de Dios.
"Bienaventurados todos los que lo esperan" (Is 30; Lucas 12). Estos son los que tienen
ceñidos los lomos. Y esperamos 2 cosas, a saber, la resurrección, para conformarnos a El.
"Pero nosotros vivimos ya como ciudadanos del cielo, de donde animismo estamos
aguardando al salvador Jesucristo Señor nuestro, el cual transformará nuestro vil cuerpo, y
ie hará conforme al suyo glorioso" (Ph 3,20; Rm 8).

Esperamos también vernos libres de la pena futura que amenaza a los reos; y por Cristo nos
vemos libres de la causa de la pena, esto es, del pecado. Por eso dice: "el cual nos libertó de
la ira venidera". (Ap 6), de la cual nadie, sino Cristo, puede librarnos (Mateo 3).

CAPITULO 2

Lección 1: Tesalonicenses 2,1-12


Dice el Apóstol a los Tesalonicenses que no poco había padecido, antes de predicarles a
ellos, mas no por eso se había apagado en él la confianza de desempeñar ese ministerio.

1 Pues vosotros, hermanos, sabéis bien cómo nuestra llegada a vuestra ciudad no fue en
vano,

2 sino que habiendo sido antes maltratados y afrentados (como no ignoráis) en Filipos,
puesta en nuestro Dios la confianza, pasamos animosamente a predicaros el Evangelio de
Dios en medio de muchos obstáculos.

3 Porque no os hemos predicado ninguna doctrina de error, ni de inmundicia, ni con el


designio de engañaros;

4 sino que del mismo modo que fuimos aprobados de Dios para que se nos confiase su
Evangelio, asi hablamos, no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea
nuestros corazones.

5 Porque nunca usamos del lenguaje de adulación, como sabéis; ni de ningún pretexto de
avaricia -Dios es testigo;
6 Ni buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros, ni de otros algunos.

7 Pudiendo como apóstoles de Cristo gravaros con la carga de nuestra subsistencia, más
bien nos hicimos párvulos en medio de vosotros, como una madre que está criando, llena de
ternura para con sus hijos.

8 De tal manera apasionados por vosotros, que deseábamos con ansia comunicaros no sólo
el Evangelio de Dios, sino daros también nuestra misma vida. Tan queridos llegasteis a ser
de nosotros.

9 Porque bien os acordaréis, hermanos, de nuestros trabajos y fatigas; cómo trabajando de


día y de noche, a trueque de no gravar a nadie, predicamos ahí el Evangelio de Dios.

10 Testigos sois vosotros, y también Dios, de cuan santa y justa y sin querella alguna fue
nuestra mansión entre vosotros, que habéis abrazado la fe,

11 sabiendo como sabéis, que nos hemos portado con cada uno de vosotros a la manera de
un padre con sus hijos,

12 amonestándoos, consolándoos y conjurándoos a llevar una vida digna de Dios, que os ha


llamado a su reino y gloria.

En el capítulo anterior los elogió por haber recibido la palabra de Dios en medio de
tribulaciones, aquí por no haber echado pie atrás por el mismo motivo; y así recuerda sus
tribulaciones, les muestra qué remedio les aplicó y por qué razón. Mas como arriba les dijo
que andaba en boca de todos cómo había entrado a ellos para convertirlos, por eso de lo
primero que trata es de su entrada y luego de su conversión. Cuanto a lo primero les
refresca la memoria de la constancia que tuvo antes de venir a ellos; la sinceridad de la
doctrina por ia cual los convirtió y la sinceridad de su trato con los convertidos. Asimismo
las tribulaciones que primero padeció antes de venir a ellos y cómo no por eso perdió la
confianza.

Dice pues: digo que nuestra entrada, como sabéis, a vuestra ciudad "no fue en vano", esto
es, fácil, sino difícil, porque fue en medio de muchas tribulaciones. O no inane, es a saber,
vacía, sino llena. (Sen. 1). O no 1nane, esto es, móvil, sino estable. "No he corrido en balde,
ni en balde he trabajado" (Pil. 2,16); "sino que antes" hemos padecido maltratamientos
corporales (Pr 19; S. 61) y también espirituales, porque por la misma causa hemos sido
afrentados en Filipos, donde padeció tribulaciones por la curación de la pitonisa. Y ésta
(Filipos) es ciudad de Macedonia; mas no por eso dejó de predicar con santa libertad. "He
aquí que Dios es el salvador mío, viviré lleno de confianza, y no temeré" (Is 12,2). La
misma confianza tuve en predicaros animosamente "el Evangelio de Dios", para vuestra
conversión, "en medio de muchos obstáculos" (Rm 12; 2Co XI).

Luego, cuando dice: "exhortación", muestra la sinceridad de su predicación y de su doctrina;


que se corrompe o por la materia de la enseñanza o por la intención del que la enseña. Por
lo primero doble es la corrupción, o por algún error, como el que enseñase que se salva uno
ciertamente por Cristo, pero con la observancia de las ceremonias legales (2Tm 3); y por
eso dice: "no os hemos predicado ninguna doctrina de error", como la de algunos; o por la
inmundicia, como la de los que decían que había que darse a carnalidades, doctrina de
cierto Nicolás, que, poniendo su esposa a disposición ajena, permitió la promiscuidad de los
matrimonios; por eso dice: "ni de inmundicia" o torpezas carnales (Ap 2; Job 6). Asimismo
ni con fraude, como el de algunos que, aunque digan verdad, llevan aviesa intención,
porque no buscan la utilidad de los oyentes o la honra de Dios, sino la suya; y contra esto
dice: "ni con el designio de engañaros" (Jr 9).

Así pues, su predicación no es perversa, sino sincera; y sincero es lo que conserva su


naturaleza. Sincera es pues la predicación cuando se enseña a tenor y con el mismo fin con
que enseñó Cristo. Por eso dice: "sino como fuimos aprobados", esto es, hablamos del
mismo modo y con la misma intención que tuvo Dios para elegirnos y aprobarnos para
predicar su Evangelio (Gal. 2; Hechos 9).

Muestra luego que su predicación no fue fraudulenta, al decir: "no como para agradar a los
hombres"; y lo demuestra por exclusión de lo que pudiera dar ocasión a parecerlo; lo
manifiesta también por una señal y causa. Cuanto a lo primero dice: mi predicación no es
como para agradar a los hombres, es a saber, no se hace con ese fin; porque "los huesos de
los que complacen a los hombres fueron esparcidos por Dios" (S. 52,6); "si agradase a los
hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal. 1).

Con todo, alguna vez han de querer agradar a los hombres, para gloria de Dios, para que la
predicación sea más fructuosa, como se dice en 1Co X,33: "en todo procuro complacer a
todos"; - "sino a Dios", "ya que todas las acciones del hombre están patentes, a tos divinos
ojos" (Pr 16,2). Señal de esto es que no anduvimos con adulaciones, habiéndoos de cosas
placenteras (Is 30,10; Pr 24).

Demuestra lo mismo por la causa; pues por dos motivos busca uno agradar a los hombres, o
por los beneficios, o por la gloria; y ambos a dos exclúyense de aquí, como él mismo dice:
"porque nunca usamos del lenguaje de adulación, como sabéis, ni de ningún pretexto de
avaricia, Dios es testigo"; que no sólo evitamos la adulación, sino cualquier pretexto de
avaricia (iTm 6; Jer. 6). - "ni buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros, ni de otros
algunos" por la doctrina, teniendo de donde poder gloriarnos y beneficiarnos, más aún seros
cargosos (por la deuda que con él tenían de glorificarlo y sustentarlo); de donde dice;
"pudiendo, como apóstoles de Cristo, gravaros con la carga de nuestra subsistencia". Y le
llama carga, porque sus perversos predicadores se desmandaban en sus exigencias.
"Vosotros habéis devorado mi viña" (Is 3,14).

-"más bien nos hicimos párvulos en medio de vosotros". Con lo cual manifiesta que no
busca la gloria humana ni ocasión de hacerse rico. Muestra también su humildad y con una
semejanza sus desvelos: "como una madre que está criando, llena de ternura para con sus
hijos". Pone pues lo primero diciendo: "nos hicimos párvulos", esto es, humildes (Eccli. 32);
y lo demuestra con una semejanza: "como una madre que está criando", que hace los
mismos gestos que su hijito y, para que aprenda a hablar; con lengua balbuciente medio
pronuncia las palabras, mamulla y tartajea. (1Co 9,3)
-"De tal manera apasionados por vosotros, que deseábamos con ansia comunicaros no sólo
el Evangelio de Dios, sino daros también nuestra misma vida", como lo hace el buen pastor
(Jn X). "¡Tan queridos llegasteis a ser de nosotrosi" (2Co 12).

Al decir luego: "porque bien os acordaréis", demuestra lo segundo que había dicho, a saber,
que "ni con pretexto de avaricia", porque nada tomamos de vosotros, sino lo conseguimos a
fuerza de trabajo. Que algunos trabajan por cierto para recrearse, nosotros no, sino sudando
la gota bien gorda. Por eso dice "de nuestros trabajos", no para ejercitar el cuerpo, mas para
abrumarlo de fatiga. De donde dice: "y fatigas". Otros trabajan también de día, nosotros da
noche y de día. Con esto quiso alejar a los seudoapostóles que se hacían pagar muy caro su
trabajo y a los zánganos entre ellos (1Co 4).

-Testigos sois vosotros, y también Dios" de cuan limpio fue su proceder: santo cuanto a la
vida, cuidadoso cuanto a la doctrina. Dice pues: sabéis "cuan santamente", esto es,
puramente (Lv XI); "justamente", en lo que mira al prójimo (Tito 2); "y sin querella alguna
fue nuestra mansión entre vosotros, que habéis abrazado la fe", esto es, desde que creísteis,
sin dar motivo a que ninguno de vosotros en particular pudiese escandalizarse. Advertid
que algunas veces no poco valor tiene la predicación en singular, "sabiendo, como sabéis,
que nos hemos portado con cada uno de vosotros a la manera que un padre con sus hijos"
(1Co 4), "amonestándoos" (Filemón) y "consolándoos" con palabras blandas; al contrario
de lo que se dice en Ezeq. 34: "dominabais sobre ellas con aspereza y con prepotencia";
"para que yo consuele a todos los que lloran, para cuidar de los de Sión que están llorando"
(Is 61,2). Y ¿qué predicaste, Pablo? "que dignamente", esto es, que vuestro modo de
proceder fuese tal, como conviene a ministros de Cristo, "conjurándoos a llevar una vida
digna de Dios, que os ha llamado a su reino y gloria". - "Luego el deseo de la sabiduría
conduce al reino eterno" (Sg 6).

Lección 2: Tesalonicenses 2,13-20


Da gracias a Dios por la fe de los Tesalonicenses, que mantuvieron con firmeza, sin ceder a
la adversidad.

13 De aquí es que no cesamos de dar gracias al Señor, porque cuando recibisteis la palabra
de Dios, oyéndola de nosotros, la recibisteis, no como palabra de hombre, sino (según es
verdaderamente) como palabra de Dios, que fructifica en nosotros, que habéis creído;

14 porque vosotros, hermanos, habéis imitado a las iglesias de Dios que hay en Judea
reunidas en Jesucristo; siendo así que habéis sufrido de los de vuestra propia nación las
mismas persecuciones que aquéllas kan sufrido de los judíos;

15 los cuales también mataron al Señor Jesús, y a los profetas, y a nosotros nos han
perseguido, y desagradan a Dios, y son enemigos de todos los hombres;

16 prohibiéndonos el predicar a los gentiles a fin de que se salven, para ir siempre ellos
llenando la medida de sus pecados, por lo que la ira de Dios ha caído sobre su cabeza y
durará hasta el fin.

17 Pero cuanto a nosotros, hermanos míos, después de haber estado por un poco de tiempo
separados de vosotros con el cuerpo, no con el corazón, hemos deseado con tanto más ardor
y empeño volveros a ver,

18 y por eso mismo quisimos pasar a visitaros y, en particular, yo, Pablo, he estado resuelto
a ello más de una vez, pero Satanás nos lo ha estorbado.

19 En efecto, ¿cuál es nuestra esperanza, nuestro gozo y la corona que formará nuestra
gloria? ¿No sois vosotros, delante de Nuestro Señor Jesucristo, para el día de su
advenimiento?

20 Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo.

Arriba mostró el Apóstol cómo fue su entrada en Tesalónica, aquí cómo se convirtieron, a
saber, de todo punto, con una fe robusta, que les hizo resistir, a pie firme, la marejada de las
tribulaciones. Reseña, pues, ese caudal de bienes, por los que da gracias a Dios y explica
por qué. Dice pues: "de aquí es que", por haberos predicado con ahinco, como un padre a
sus hijos, doy gracias, como un padre por los beneficios que sus hijos han recibido. "Reputo
por la mayor gracia de todas el oír que mis hijos andan por el camino de la verdad" (Jn 2);
"con nacimiento de gracias" (Ph 4). Pero ¿de qué? "porque cuando recibisteis la palabra de
Dios, oyéndola de nosotros". Gracias debe dar el predicador cuando su palabra fructifica en
los oyentes. Y dice la palabra de Dios de nosotros, esto es, por medio de nosotros (S. 84;
Rm X), "la recibisteis", esto es, la retuvisteis firmemente en el corazón, "no como palabra
de hombre", cuyos vocablos vanos son (2Co 13; 2 Pedro 1). Mas ¿por qué dais gracias?
porque "el hecho mismo de haber creído Dios lo ha obrado en vosotros" (Rl. 2,13; Is 26).

Luego, al decir: "porque vosotros habéis imitado a las iglesias de Dios que hay en Judea",
muestra con cuánta fortaleza se mantuvieron en las tribulaciones, reseñando esas mismas
tribulaciones y diciendo qué remedio pensaba aplicar. Asimismo elogia su paciencia en las
adversidades, y reprende a los que sembraron cizaña. Dice pues: recibisteis mis palabras, no
como si las dijese un hombre, "sino como en realidad son, palabras de Dios", porque por
ellas os habéis arriesgado a peligrosa muerte; que el hecho de morir por Cristo es un
testimonio de que las palabras de la fe son de Dios; por eso mártires y testigos son la misma
cosa. "En Judea", donde se anunció por primera vez la fe de Cristo (Is 2) y donde estalló la
primera persecución (Ac 8). "Traed a la memoria aquellos primeros días cuando, después
de haber sido iluminados, sufristeis con valor admirable un gran combate de persecuciones"
(He X,32). Y éstos sufrieron parecidas persecuciones; por eso dice: "habéis sufrido de los
de vuestra propia nación las mismas persecuciones", esto es, de los mismos Tesa 1on
icenses (Mateo X).

-"los cuales también mataron al Señor Jesús". Moteja a los judíos, por quienes dio principio
la persecución, de asesinos; y trae a la memoria su culpa y la razón de su culpa. Cuanto a lo
primero establece un parangón de la culpa respecto de los ministros de Dios, de sí mismo,
de todo el género humano. Los ministros de Dios son los predicadores, y el principal de
ellos es Cristo, en figura los profetas, ejecutivamente los Apóstoles. Contra todos la
emprendieron los judíos. Y primero habla de Cristo: "que mataron al Señor Jesús" (Mateo
21). -Que los Gentiles le hayan dado muerte no les quita un adarme de culpa, ya que con
sus mismas voces pidiéronle a Pilato lo sentenciara a muerte (Jr 12). Luego de los profetas:
¿"A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos son los que mataron a los que
anunciaban la venida del Justo, que vosotros acabáis de entregar, y del cual habéis sido
homicidas" (Ac 7,52). En pos de los Apóstoles: "y a nosotros nos han perseguido" (Mateo
X).

En segundo lugar enjuicia su culpa en comparación con Dios, aunque creyesen que con esto
le prestaban un gran servicio (Jn 16). Mas porque tienen un celo no gobernado por la
discreción, por eso no agradan a Dios, ya que no lo hacen con recta fe, sin la cual es
imposible agradar a Dios (He XI). En tercer lugar, respecto de todo el género humano, al
decir: "y son enemigos de todos los hombres" (Gen. 16). Y en esto consiste su enemiga: en
prohibir e impedir la predicación y conversión de los Gentiles. Así en Hechos XI
repréndesele a Pedro el haber ido a visitar a Cornelio. Lo mismo en Lucas XV túrbase el
hijo mayor, a saber, el pueblo de los Judíos, porque el menor, esto es, el pueblo de los
Gentiles, es recibido por su padre (Is 45; Nb XI). Y la razón de esta culpa hay que buscarla
en la divina permisión, por la que quiere que llenen la medida de sus pecados; pues todas
las cosas, ya que nada es infinito, tienen su límite y una cierta determinada medida, que está
en la preciencia de Dios: la de los buenos en su preparación, "ya que a cada uno de nosotros
se nos ha dado la gracia según la medida de la donación de Cristo" (Ef 4); la de los malos,
en cambio, en la permisión; porque los malos no lo son cuanto quisieran, sino cuanto Dios
les permite. Por tanto, su vida está circunscrita a esos límites de la permisión de Dios.
"Acabad pues de llenar la medida de vuestros padres" (Mateo 23,32). Por eso dice: "para
que vayan siempre llenando"; pues Dios dio a los judíos, después de la Pasión de Cristo,
por espacio de 40 años, un plazo para que hicieran penitencia; mas no por eso se
convirtieron, sino que añadían pecados a pecados, y por eso Dios ya no les franqueó más
campo a sus licencias. De donde dice: "por lo que la ira de Dios ha caído sobre su cabeza"
(IV Reyes 22; Lc 21). Y no creáis que esta ira durará cien años, sino "hasta el fin" del
mundo, "hasta tanto que los tiempos de las naciones acaben de cumplirse" (Lc 21,24).

-"Pero cuanto a nosotros". Refiérese al remedio que se propuso emplear, a saber, el ir


personalmente a ellos. Signifícales el propósito de su visita, el impedimento, la causa por la
que quería ir. Dice pues: "pero cuanto a nosotros, después de haber estado por un poco de
tiempo separados de vosotros", o por vuestras tribulaciones, nos hemos visto privados ore,
esto es, de vuestra conversación y de vuestro aspecto o vista; y por estas dos cosas es
necesaria la presencia del amigo, que engendra consuelo. Mas si hemos estado separados
con el cuerpo, no con el corazón, porque con él estamos presentes. (1Co 5).

-"hemos deseado con tanto más ardor y empeño volveros a ver", para que, como con el
corazón, así con el cuerpo estuviese presente (Rm XV). -"nos dimos prisa". Habla en plural,
porque escribe a nombre de 3 personas, a saber, de la suya, de la de Silvano y Timoteo. Por
eso también "quisimos venir a vosotros", todos quizá una vez; pero yo, Pablo "una y otra
vez", esto es, lo intenté dos veces, "pero Satanás nos lo ha estorbado", esto es, procuró
impedirlo, acaso por tempestades de la atmósfera (Ap 7).

Muestra luego la causa de su propósito, al decir: "en efecto, ¿cuál es nuestra esperanza,
nuestro gozo y la corona que formará nuestra gloria?", primero cuanto a lo futuro, segundo
cuanto a lo presente. Dice pues: deseo veros, y doy gracias por los bienes de que abundáis,
que son nuestra esperanza; porque por elos esperamos de Dios el premio, cuando viniere a
darle a cada uno según sus obras; ya que al predicador le está reservada la máxima
recompensa por aquellos que convirtió. O el gozo; porque el gozo de ellos es el gozo del
Apóstol; como su bien lo es del Apóstol; pues el bien del efecto redúcese al bien de la causa.
O corona de gloria, porque por los combates que sostuvieron ellos, es coronado también el
que los llevó a la batalla; pues corónase al capitán que llevó a los soldados a combatir
(Eccli. 30).

Mes esta esperanza, ¿cuál es? "¿No lo sois vosotros?" Más aún, en el siglo futuro, delante
de Nuestro Señor Jesucristo, para el día de su advenimiento; pero también en el presente,
vosotros sois, delante de todos ios fieles, nuestra gloria (1Co 1X): "y nuestro gozo", con
que me alegro, al presente, de vuestros bienes.

CAPITULO 3

Lección 1: 1 Tesalonisenses 3,1-13


Dice que se consoló con la venida de Timoteo, que había ido a confirmarlos en la fe, por
haber sabido que los Tesalonicenses tenían grandes ganas de verlo.

1 Por cuyo motivo, no pudiendo sufrir más el estar sin saber de vosotros, tuvimos por bien
quedarnos solos en Atenas,

2 y despachamos a Timoteo, hermano nuestro y ministro de Dios en la predicación del


Evangelio de Jesucristo, para confirmaros y esforzaros en vuestra fe,

3 a fin de que ninguno se conturbe por estas tribulaciones, pues vosotros mismos sabéis que
a esto estamos destinados.

4 Porque ya cuando estábamos con vosotros, os predecíamos que habíamos de padecer


tribulaciones, así como ha sucedido, y tenéis noticia de ello.

5 Por esto mismo, no pudiendo ya sufrir más, envié a informarme de vuestra fe, temiendo
que el tentador Satanás os hubiese tentado, y se perdiese nuestro trabajo.

6 Pero ahora que Timoteo, regresado acá de vosotros, nos ha traído nuevas de la fe y
caridad vuestra, y cómo conserváis siempre buena memoria de nosotros, y deseando vernos,
igualmente que nosotros os deseamos ver también;
7 con eso, hermanos, hemos tenido gran consuelo a vista de vuestra fe, en medio de todas
nuestras necesidades y tribulaciones,

8 porque ahora podemos decir que vivimos, puesto que vosotros estáis firmes en el Señor.

9 Y en efecto, ¿qué acción de gracias bastante podemos tributar a Dios por vosotros, por
todo el gozo que experimentamos por vuestra causa delante de nuestro Dios?

10 Esto es lo que nos hace rogarle día y noche con la mayor instancia que nos permita pasar
a veros y acabar las instrucciones que faltan a vuestra fe.

11 ¡Oh, quiera el Dios y Padre nuestro y NJ5 Jesucristo dirigir nuestros pasos hacia
vosotros.

12 Entretanto el Señor os multiplique y aumente nuestra caridad recíprocamente y para con


todos, tal cual es la nuestra para con vosotros

13 a fin de fortalecer vuestros corazones en santidad y ser irreprensibles delante de Dios y


Padre nuestro, para cuando venga Nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos. Amén.

Trajo a colación las tribulaciones que habían padecido y el remedio que intentó aplicarles.
Aquí muestra cómo salió al paso a la dificultad visitándolos por medio de Timoteo. Trata
del envío del mensajero, de la relación que le hizo a su vuelta, del efecto que causó en e¡
Apóstol. Anticipa también el motivo de enviarlo, a quién envió y por qué causa lo envió.
Dice pues: "por cuyo motivo", esto es, por habérnoslo estorbado Satanás. Con todo,
"vosotros sois nuestra gloria"; por eso, "no pudiendo sufrir más" el peso del amor que por
vosotros siento (Is 1; Gen. 40), "tuvimos por bien", a saber, Pablo y Silvano, "quedarnos
solos en Atenas, y despachamos a Timoteo", que era el más indicado para tal cometido (Ph
2; 1Co 4); "hermano nuestro", por la caridad que comparte las cargas (Pr 18), "y ministro",
que es una dignidad eclesiástica (2Co XI). Y lo envía para confirmarlos en la fe y darle
cuenta de esa comisión.

Luego, al decir: "para confirmaros", muestra que para eso lo envía, para confirmarlos, y
explica por qué. Dice pues: "para confirmaros y exhortaros", pues por medio de
exhortaciones se esfuerza el ánimo. "Tus palabras eran el sostén de los vacilantes" (Jb. 4,4;
Lc 22). Y vosotros tenéis necesidad de esos alíenlos "para vuestra fe, a fin de que ninguno
se conturbe por estas tribulaciones" (Eccli. X). Y hay dos razones de esto: una, porque así
lo ha dispuesto Dios: "pues vosotros mismos sabéis que a esto estamos destinados"; como
si dijera: voluntad es de Dios que al cielo entréis por donde con abrolos os puncéis. (Ac 14).
Por esa senda echó Cristo y "todos los que quieran vivir piadosamente, según Jesucristo,
han de padecer persecución" (2 Tim 3,12).

La otra razón es porque estas cosas ya están previstas, y menos se sienten los dardos que se
ven venir. De donde dice: "porque ya cuando estábamos con vosotros os predecíamos que
habíamos de padecer tribulaciones", esto es, porque os predije las tribulaciones que habéis
padecido estos años, "envié a investigar" qué tan buena cuenta habíais dado de vuestra fe
(Prow 27); "temiendo que el tentador os hubiese tentado", a saber, el diablo (Mateo 4),
cuyo oficio es tentar (SI).

Pero, al contrario, tientan el mundo y la carne. "Cada uno es tentado, atraído y halagado por
la propia concupiscencia" (St. 1,14). Dícese también que "Dios tentó a Abraham".
Respondo: tentar es someter a prueba a alguna persona; y en esto hay que considerar para
qué se le quiere someter a prueba y de qué modo; porque o es para que el tentador conozca
al tentado, o para darlo a conocer a otros. Dios no tienta del primer modo, sabiendo como
sabe lo que hay en el hombre (Jn 2); pero sí del segundo mcdo, como tentó a Abraham. para
que otros supiesen qué tal fe tenía. Asimismo, según el tentador, uno pone a prueba para
elevar a lo bueno, como el Obispo cuando examina a los que ha de promover a una
dignidad; otro tienta para engañar, y esto es propio del diablo, que pesquisa la índole
humana para, según la de cada uno, ahí echarles el cebo, conforme a los vicios a que son
más proclives (1P 5). Oficio pues suyo es tentar para echar zancadilla. Mas el mundo y la
carne dícese que tientan materialmente, porque de lo mismo a que inclinan tómase
experiencia de un hombre si se mantiene firme en la caridad y en la observancia de los
mandamientos; pues no es perfecto su amor a Dios si se deja arrastrar de la coscupiscencia.
Lo mismo cuando las cosas mundanas lo prenden por afición o desvían, por amedrentación,
de cumplir con su obligación.

-"y se perdiese nuestro trabajo"; porque de balde trabajaríais si a la tentación no resistierais


(Ps 4; Ez. 18). Y dícese vano o inane, respecto de la recompensa eterna; con todo eso, algún
valor tienen las obras buenas que se hicieron antes de incurrir en pecado, porque reviven
después de hacer penitencia, y son disposición para una menos dificultosa conversión.

-"Pero ahora que Timoteo ha vuelto de allá". Muestra el recuento que hace Timoteo del
caudal de sus bienes pertenecientes a Dios y al Apóstol. A Dios la fe y la caridad (Gal 6), y
al Apóstol también la fe; de donde dice: "y cómo conserváis siempre buen recuerdo de
nosotros" (Eccli. 49; Pr X); "y deseando vernos, igualmente que nosotros os deseamos ver
también". Pecho de bronce tiene -dice San Agustín- quien, si no dar, recompensar no quiere
el amor que le dan (Is 51).

Pénese luego el triple efecto de la relación, a saber, de consolación espiritual, de nacimiento


de gracias y de multiplicada oración, al decir: "con eso, hermanos, hemos tenido gran
consuelo, a vista de vuestra fe". Dice pues: ya que tales cosas han llegado a nuestra noticia,
aunque ensombrecidas por necesidades temporales y tribulaciones corporales, con todo eso,
nos han servido de algún consuelo (S 93; 2Co 1); y esto "a vista de vuestra fe", esto es,
sabiendo que os mantenéis firmes en ella; "porque ahora podemos decir que vivimos puesto
que vosotros estáis firmes en el Señor"; como si dijera: en tanto aprecio tengo el estado de
vuestra vida que lo considero el aire que me hace vivir (Gen. 45).

-"En efecto, ¿qué acción de gracias... ? Pénese el segundo efecto de la relación hecha, a
saber, el hacimiento de gracias; como si dijera: no me doy abasto para agradecer
dignamente a Dios, como se merece, lo mucho que ha hecho con vosotros. (Miq. 6; S 115).
Con todo, han de darse las gracias "con todo gozo", que no es del todo exterior, sino "con el
que nos gozamos por causa vuestra", en la conciencia, "delante del Señor", que la mira o
que se complace por el bien del prójimo (1Co 13).
-"Esto es lo que nos hace día y noche rogarle con la mayor instancia". Pénese el tercer
efecto de la relación, y primero las múltiples oraciones y qué solicita con ellas. Dice pues:
si gracias damos por lo pasado, no cesamos de orar por lo futuro, mas por el contrario día y
noche, esto es, en la prosperidad y en la adversidad (S 54); "que nos permita pasaros a ver y
acabar las instrucciones que faltan a vuestra fe", no ciertamente las de fe necesarias, sino
algunas cosas secretas que el Apóstol no les había predicado todavía en su novedad (porque
no eran capaces entonces de asimilarlas (1Co 3; Juan 16).

-"¡Oh!, quiera el Dios y Padre Nuestro, y Nuestro Señor Jesucristo, dirigir nuestros pasos
hacia vosotros". Muestra con esto lo que les desea y lo que pide: de parte suya, que pueda ir
a ellos, como dice arriba (Jn XX; Pr 16). De parte de ellos: "que el Señor los multiplique", a
saber, en la fe (II Reyes 24), y crezcan en méritos: de donde dice: "aumente vuestra caridad
recíprocamente", que siempre puede crecer en el estado deviador (Col 3); primero entre sí",
luego "para con todos" (Gal. 6). - Y pónese de ejemplo a sí mismo diciendo: "tal cual es la
nuestra para con vosotros", como si dijera: así como yo os amo a vosotros (2Co 7). Mas
¿para qué lo pide? "a fin de fortalecer vuestros corazones sin queja", esto es, que nadie
pueda quejarse de vosotros, "guardando todos los, mandamientos y leyes del Señor
irreprensiblemente" (Lc 1,6).

-"y santidad delante de Dios", que ve el corazón (Lc 1); como se hará patente, " cuando
venga Nuestro Señor Jesucristo", para que os halle santos; y vendrá "acompañado de todos
sus santos"; esto es, para que estéis en su presencia, como todos los santos lo están.

CAPITULO 4
Lección 1: 1 Tesalonicenses 4,1-11
Los exhorta a la limpieza del cuerpo, para que no vivan como los Gentiles, y a que se
busquen el sustento con el trabajo de sus manos, para que no codicien lo ajeno.

Traducción:

1 En lo demás, hermanos, os rogamos y conjuramos por el Señor Jesús, que, según


aprendisteis de nosotros el modo como debéis portaros y agradar a Dios, así procedáis, para
adelantar más y más.

2 Porque ya sabéis qué preceptos os he dado en nombre del Señor Jesús.

3 Esta es la voluntad de Dios, a saber, vuestra santificación: que os abstengáis de la


fornicación,
4 que sepa cada uno de vosotros usar del propio cuerpo santa y honestamente;

5 no con pasión libidinidosa, como hacen los gentiles, que no conocen a Dios,

6 y que nadie oprima a su hermano, ni le engañe en ningún asunto, puesto que Dios es
vengador de todas estas cosas, como ya antes os hemos dicho y protestado,

7 porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santidad.

8 Así que quien menosprecia estos preceptos no desprecia a un hombre, sino a Dios, el cual
asimismo nos ha dado su Santo Espíritu.

9 Por lo que mira a la caridad fraterna, no hay necesidad de escribiros, pues vosotros
mismos aprendisteis de Dios el amaros unos a otros

10 y así lo hacéis con cuantos hermanos hay en toda la Macedonia. Pero os rogamos,
hermanos, que adelantéis más y más en este amor,

11 y procuréis vivir quietos, y atendáis a lo que tengáis que hacer, y trabajéis con vuestras
manos, conforme os tenemos ordenado;

12 y que os portéis modestamente con los que están fuera de la 1glesia, y que no codiciéis
cosa alguna de nadie.

En el capítulo precedente elogió el Apóstol a los fieles por su constancia en soportar las
tribulaciones y por otras cosas buenas; aquí los amonesta para en lo porvenir portarse bien,
primero en general, luego en especial y da la razón de ello. Dice pues: me han contado cuan
bien en lo pasado os habéis portado; mas para lo futuro "os rogamos y conjuramos". Y los
induce primero de parte suya. Por eso dice: "rogamos" (S. 121). También de parte de Cristo,
y así dice: "y conjuramos por el Señor Jesús". Los conjura, porque eran perfectos (1Tm 5,1).
Pero ¿qué les ruega? "que, según aprendisteis de nosotros".. . Les había enseñado el
Apóstol el modo de andar por el camino trillado de la justicia, que es el de los
mandamientos; de donde dice: aprendisteis (S. 118). Asimismo cómo agradar a Dios por la
senda de los consejos (Sg 4); o cómo caminéis, a saber, obrando rectamente (Jn 12), y
cómo agradéis, a saber, por la recta intención. "Así procedáis", esto es, de manera que
guardéis la primera doctrina, no apartándoos de ella; porque "aun cuando nosotros miamos,
o un ángel del cielo os predique un Evangelio diferente del que nosotros os hemos
anunciado, sea anatema" (Gal. 1,8).

El por qué de la amonestación es porque la observancia de la anterior dio su fruto y también


por razón de la misma admonición. Dice pues: aunque os portáis bien, será más abundante
vuestro provecho si os ejercitáis en la observancia de los mandamientos y de los consejos,
porque "poderoso es Dios para colmaros de todo bien" (2Co 9,8); pues la caridad es tan
dilatada que siempre queda camino para aprovechar en ella. Asimismo lo que aprendisteis
con mis avisos son cosas honestas y útiles, pues "la Ley del Señor es inmaculada" (S. 18);
"el mandamiento es a manera de antorcha, y la ley como una luz, y la corrección que
conserva en la disciplina es el camino de la vida" (Pr 6,23). Por eso dice: "qué preceptos",
esto es, cuáles. Y esto "en nombre del Señor Jesús", recibidos de él (1Co XI; He 2). Y son
éstos: "Esta es la voluntad del Señor, a saber, vuestra santificación", como si dijera: a esto
se encaminan todos los mandatos divinos: a que seáis santos; pues santidad significa
limpieza y firmeza; y el paradero de todos los preceptos divinos es que uno se mantenga
firme en el bien y limpio del mal, "a fin de acertar qué es lo bueno, y lo más agradable, y lo
perfecto que Dios quiere de vosotros" (Rm 12,2), a saber, explicado por los preceptos.

Luego vienen las admoniciones en particular, al de cir: "que os abstengáis"; los corrige de
ciertos desórdenes y promueve entre ellos la observancia de lo bueno. Y 3 desórdenes había
entre ellos, a saber: de vicios carnales (entre algunos, no todos), de curiosidad, de tristeza
por los muertos; y por eso trata de éstos. Cuanto a lo primero les amonesta que se abstengan
del desmedido apetito de carnalidades, y explica por qué. La prohibición abarca la avaricia
y lujuria, que júnta siempre, porque ambas tienen por fin al cuerpo, aunque se completa con
deleite del espíritu. Asimismo enseña a guardarse de la lujuria en la mujer ajena y en la
propia. Dice pues: "que os abstengáis de la fornicación", porque es voluntad de Dios.
Luego es pecado mortal, porque va contra el precepto y voluntad de Dios. "Guárdate de
toda fornicación" (Tb 4,13). Pero también respecto de la propia mujer habéis de absteneros
honestamente: "que sepa cada uno de vosotros usar del propio cuerpo", esto es, su mujer,
"santa", cesando a sus tiempos, "y honestamente", "no dejándose arrastrar de
concupiscencia libidinosa", de modo que prevalezca la pasión, "como hacen los Gentiles",
que tienen como divisa buscar los deleites de la presente vida, no los de la futura. "Santa y
honestamente"; que en esto consiste el debido uso del matrimonio: en que sea para el bien
de la prole, o para cumplir con la deuda conyugal, y así puede pasar sin pecado. Pero
alguna vez hay pecado venial cuando la concupiscencia no se extralimita fuera de los lindes
del matrimonio, a saber, cuando uno, aunque se abrace con el fuego de la concupiscencia,
no usaría del matrimonio con otra mujer que con la suya. Pero es pecado mortal cuando se
desborda del cauce matrimonial y esto cuando, aunque no fuese en la suya, lo usaría en la
ajena (y ya sería adulterio) y más de grado que con la propia. "Sea honesto en todos el
matrimonio, y el lecho conyugal sin mancilla" (He 13,4) porque Dios condenará a los
fornicarios y a los adúlteros. "Maridos, vosotros, igualmente, habéis de cohabitar con
vuestras mujeres, tratándolas con honor y discreción, como a sexo más flaco, y como a
coherederas de la gracia de la vida eterna, a fin de que nada estorbe el efecto de vuestras
oraciones" (1P 3,7).

Veda luego la avaricia, al decir: "y que nadie". De donde dice: "y que nadie oprima a su
hermano", esto es, le haga violencia valiéndose de la fuerza para llevarse lo ajeno. "¿No son
por ventura los ricos los que os tiranizan, y no son ésos mismos los que os arrastran a los
tribunales?" (Sant. 2,6). -"Ni le engañe en ningún asunto" (Jer, 5); "puesto que Dios es
vengador de todas estas cosas". Pénese el por qué de la admonición y señala la divina
venganza, que demuestra ser justa. Dice pues: abstengámonos de estas cosas, "puesto que
Dios es vengador". - "Os prevengo, como ya tengo dicho, que los que tales cosas hacen no
alcanzarán el reino de Dios" (Gal 5,21).

Pues ciertamente con toda justicia se venga, y razón de ello es una la vocación de Dios, otra
la contrariedad del don; porque si Dios te llama a una cosa, y tú haces la contraria, eres
digno de pena; por eso dice: "porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santidad".
- "Nos escogió, antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su
presencia, por la caridad" (Ep 1,4). Por eso dice: "así que, quien menosprecia estos
preceptos, no desprecia a un hombre, sino a Dios", como si dijera: ésta es una de las
razones especiales que dije; otra es porque estos vicios son contrarios al espíritu que nos ha
sido dado. De donde el que esto hace injuria al Espíritu Santo. Por eso dice: "El cual
asimismo nos ha dado su Santo Espíritu". - "Uno que prevarique contra la ley de Moisés,
siéndole probado con dos o tres testigos, es condenado sin remisión a muerte; pues ¿cuánto
más acerbos suplicios, si lo pensáis, merecerá aquel que hollare al Hijo de Dios, y tuviere
por inmunda la sangre del testamento, por la cual fue santificado, y ultrajare al Espíritu
Santo, autor de la gracia?" (He X,29).

Al decir luego: "por lo que mira a la caridad fraterna", los aparta de la ociosidad; porque es
de saber que, según San Jerónimo, los Tesalonicenses eran liberales, y era costumbre entre
ellos que los ricos dieran grandes limosnas y, por consiguiente, los pobres, arrimados a tan
frondoso árbol de beneficios, dábanse tantas en ancho como en largo, sin querer trabajar,
sino como zánganos andaban de casa en casa. Por eso primero encomia a los dadivosos
limosneros, luego reprende a los holgazanes pordioseros. Dice pues que los primeros no
han menester se les amoneste a practicar la caridad, sí a que aprovechen en ella. Así pues,
"por lo que mira a la caridad fraterna", esto es, que améis a los hermanos, "no hay
necesidad de escribiros" (Rm 12; He 13). Y la razón es puesto que "vosotros mismos
aprendisteis de Dios", a saber, el precepto en la ley (Lv 19) y en el Evangelio (Jn 13); o lo
habéis aprendido por enseñanza interior. "Cualquiera pues que ha escuchado al Padre y
aprendido su doctrina viene a Mí" (Jn 6,45); y esto lo aprende por medio del Espíritu Santo.

Cuando dice luego: "pero os rogamos, hermanos", exhórtalos a aprovechar en la caridad


diciendo: ya que sois caritativos con todos, rogamos a Dios lo seáis más; y, aunque otros
abusen (los parásitos), no por eso aflojéis. "Donde abunda la justicia se halla suma
fortaleza" (Pr 15,5).

-"y procuréis vivir quietos". Reprende a los holgazanes y su vagancia, y muestra cómo hay
que irles a la mano y por qué razón. Dice pues: "y procuréis estar quietos", a ejemplo suyo;
pues "no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos el pan de balde a costa
de otro, sino con trabajo y fatiga, trabajando de noche y de día, por no ser gravosos a
ninguno de vosotros" (2Th 3,8). - "y atendáis a lo que tengáis que hacer", reprimiendo el
ocio y haciendo vuestro negocio (Pr 24). Dice vuestro. Mas ¿por ventura no se ha de
emprender negocio ajeno? Parece que sí. (Rm 16).

Respondo: digamos que en todo puede haber desorden, si se hace a un lado el orden de la
razón; por ejemplo, si uno se porta de modo perverso; y ordenadamente, si se guarda el
orden de la razón, y en cosas necesarias, lo cual es loable. - "y trabajéis con vuestras
manos", esto es, haciendo algo con ellas, "pues es la ociosidad maestra de muchos vicios"
(Eccli. 33,29), y "ésta fue la maldad de Sodoma: la soberbia, la hartura, y la abundancia, y
la ociosidad" (Ez. 16,49). Y esto es de obligación para todos los que no tienen otra fuente
de donde proveerse para que puedan vivir lícitamente; porque es de precepto natural que el
hombre sustente su cuerpo. "El que no quiera trabajar que no coma"; por doble razón:
primera, para dar ejemplo a los demás. De donde dice: "que os portéis modestamente con
los que están fuera de la 1glesia"; pues viéndoos los infieles que andáis como zánganos, os
detestan (1Tm 3). La segunda razón, para no codiciar lo ajeno. Por eso dice: "y no codiciéis
cosa alguna de nadie".

-"Los deseos matan al perezoso" (Pr 21); "el que robaba que ya no robe" (Ep 4). Por
consiguiente, si esta vagancia se tiene a raya, sirve de buen ejemplo y de represión de los
deseos.

Lección 2: 1 Tesalonicenses 4,13-17


Quítales la tristeza que sentían por los muertos con el argumento de no parecer con ella que
dudan de la resurrección y les, asegura que el último día resucitarán todos.

13 En orden a los difuntos, no queremos, hermanos, dejaros en ignorancia, porque no os


entristezcáis, del modo que suelen los demás hombres, que no tienen la esperanza de la vida
eterna.

14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, también debemos creer que Dios
resucitará y llevará con Jesús a la gloria a los que hayan muerto en la fe y amor de Jesús.

15 Por lo cual os decimos, sobre la palabra del Señor, que nosotros los vivientes, o los que
quedáremos hasta la venida del Señor, no cogeremos la delantera a los que ya murieron
antes.

16 Por cuanto el mismo Señor, a la intimación, y a la voz del arcángel, y al sonido de la


trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán los
primeros.

17 Después nosotros los vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados júntamente
con ellos, sobre nubes al encuentro de Cristo en el aire, y así estaremos con el Señor
eternamente.

18 Consolaos, pues, los unos a los otros con estas verdades.

Arriba los indujo a refrenar la concupiscencia y la avaricia y puso coto a su ociosidad; vales
aquí a la mano a su tristeza desordenada y da la razón: "del modo que los demás".
Védaseles, pues, entristecerse sin medida; por eso dice: "como los demás". Bien está que se
entristezcan por los muertos, mas al Apóstol no le parece que sea sin medida y lo prohibe;
por eso dice: "como los demás". Porque el entristecerse por los muertos es tener piedad,1*
por la falta del cuerpo que dejó de ser; pues debemos amar a los difuntos, y sus cuerpos por
las almas (Eccli. 41). 2* por la partida y la separación, que es dolorosa para los amigos (I
Rey. XV). 39 porque por la muerte viene a la memoria el pecado (Rm 6); y 49 se nos
recuerda que hemos de morir (Ecles. 7).

Entristecerse, pues, pero moderadamente como dice el Eccli. 22,2: "llora poco por un
muerto, pues ya goza de reposo". Por eso dice: "como suelen los demás que no tienen
esperanza", a saber, porque éstos creen que los muertos murieron para siempre; pero
nosotros no (Ph 3). De donde señaladamente dice: "en orden a los difuntos". - "Nuestro
amigo Lázaro duerme" (Jn XI); porque el que duerme 3 cosas hace: acuéstase con la
esperanza de levantarse (S. X); del mismo modo ef que muere en la fe (de Cristo).
Asimismo en el que duerme, su alma está en vela (Cant. 5). Otrosí, después del sueño,
levántase el hombre con más bríos y aceros; así los Santos resucitarán incorruptibles (1Co
XV).

Pónese luego el por qué de la admonición al decir: "porque si creemos". Establece primero
la resurrección» y excluye la sospecha de la dilación y pone el orden de la resurrección. Y
es de saber que el Apóstol funda nuestra resurrección sobre el cimiento de la Resurrección
de Cristo, que es causa de la nuestra; de donde la causa es la base de su argumento. Y la
Resurrección de Cristo no es sólo causa sino dechado, porque el Verbo hecho carne resucita
los cuerpos, la palabra puramente las almas; pues por el hecho de haber tomado y
resucitado Cristo en la carne, es el dechado de nuestra resurrección. Ni sólo esto, sino
también causa eficiente; porque lo que obró la Humanidad de Cristo no fue sólo en virtud
de ella, sino también de la Divinidad unida a su Humanidad. De donde así como su
tocamiento curaba a los leprosos, como instrumento de la Divinidad, así también la
Resurrección de Cristo es causa de nuestra resurrección, no precisamente como
Resurrección del Cuerpo, sino del Cuerpo unido al Verbo de vida. Por tanto el Apóstol,
suponiendo esto como base firme, establece este argumento: "porque si creemos que Jesús
murió y resucitó", y esto sin lugar a dudas, "así también a los que hayan muerto..." Los que
murieron "en la fe y amor de Jesús" son los que por el bautismo asemejáronse e hiciéronse
conformes a su muerte; o también los que llevará consigo, es a saber, "con el mismo Cristo",
a la gloria (Zac. 14; Is 3).

Al decir luego: "por lo cual os decimos", excluyese la dilación de la resurrección; como si


dijera: sabemos que resucitarán y vendrán con Cristo; por consiguiente, no hay por qué
afligirse tanto; pues no antes que los muertos, alcanzarán los que entonces se hallen vivos la
gloria de la resurrección. "Por lo cual os decimos", no por humanas conjeturas, sino
fundados "en la palabra del Señor", que no puede dejar de cumplirse, "que nosotros los
vivientes", esto es, los que entonces estarán vivos, no les cogerán la delantera a los muertos
en el consuelo de recibir a Cristo. Por eso dice: "nosotros los vivientes", De donde parece
no entendieron lo que el Apóstol dice aquí, y io mismo les parecía a los Tesalonicenses, a
saber, que esto fuera a suceder todavía en vida del Apóstol. Por eso les escribe otra carta
donde dice: "no mudéis de ligero vuestra manera de pensar". Mas no habla aquí de su
persona y de los que vivían en su tiempo, sino de los que entonces estarían vivos: "los que
quedáremos", esto es, el resto después de la persecución del Anticristo, "no les cogeremos
la delantera", esto es, no recibirán primero que los otros el consuelo (1Co XV).

-"Por cuanto el mismo Señor". Muestra el orden y el modo de la resurrección; pero primero
propone la causa; segundo, el orden y el modo, y concluye consolándolos. Muestra lo
primero diciendo: "el mismo Señor". Donde es de advertir, como está dicho, que la causa
común de la resurrección es la Resurrección de Cristo. Pero si opones que ya sucedió la
Resurrección, ¿cómo entonces no se ven sus efectos? respondo que es causa de nuestra
resurrección según su operación en la virtud divina, y que Dios obra según el orden de su
sabiduría. Así que nuestra resurrección ocurrirá cuando así lo haya dispuesto Dios según el
orden de su divina sabiduría. Para demostrar que Cristo es la causa hace que reparemos en
que todos los muertos resucitan a la presencia de Cristo. Y a esta resurrección común
concurrirá triple causa: una principal, a saber, la virtud de la divinidad (el poder divino);
otra instrumental, la virtud de la humanidad de Cristo; la tercera digamos ministerial, la
virtud de los Angeles, que algún efecto tendrán en la resurrección. Pues, como prueba San
Agustín, lo que ahora se hace por medio de las criaturas corporales, lo hace Dios valiéndose
de los Angeies; y en la resurrección algo han de hacer, como recoger el polvo. Pero la
reintegración de los cuerpos y su unión con las almas la hará Cristo inmediatamente por sí.

Pone pues estas 3 causas: 1* la humanidad gloriosa de Cristo diciendo: "el mismo Señor"
(Ac 1). - "a la intimación". A su primera llegada vino como obediente (Ph 2); y esto, porque
ese advenimiento fue de humildad; pero éste será de gloria (Lc 21). 2* la virtud o poder de
los Angeles: "y a la voz del Arcángel". No porque éste obre por su propia voz sino por
ministerio; y dice del Arcángel, porque todos los Angeles, en la persona de un Arcángel,
están al servicio de la 1glesia (Ap ¡2). O entiéndase por el tal Arcángel a Cristo príncipe de
los Angeles (Is 9); y a su voz, corporal o espiritual, tendrá efecto la resurrección. "Oirán la
voz del Hijo de Dios" (J. 5.) a saber: levantaos, muertos, y venid a juicio; y a esa voz
obedecerán. 3* la virtud de la divinidad, cuando dice: "y al sonido de la trompeta de Dios".
Esta es la virtud divina; pues dícese voz del Arcángel, por cuanto será por ministerio de los
arcángeles, y trompeta de Dios por cuanto por virtud divina. Y dícese trompeta por su
sonoridad que, por venir de Dios, hará que resuciten los muertos. Asimismo la trompeta,
que tuvo tantos usos en el Antiguo Testamento, como para la guerra, es muy a propósito
para el desempeño de los oficios. Y entonces todo el universo peleará con El (Sg 5,21).
Hacíase también uso de ella para las solemnidades; así aquí para anunciar la de la celestial
Jerusalén. Otrosí como señal para levantar los campamentos o reales, como lo harán aquí
los Santos con los suyos. De donde, caso que fuere la voz corporal, denomínase trompeta
por las susodichas razones; o no será voz corporal, sino el poder divino presente y
manifiesto a todo el mundo.

Pénese luego el orden de la resurrección, al decir: "y los que murieron", en que hay que
considerar 3 cosas: la resurrección de los muertos, el encuentro de los vivos, la felicidad de
unos y de otros santos. Con ocasión de estas palabras creyeron algunos que los que vivieran
al fin no morirían jamás -como dice San Jerónimo en una carta- según esto: "después
nosotros los vivos, los que hayamos quedado"; de otra suerte no tendría sentido distinguir a
los vivos de los muertos. Pero en 1Co XV dice lo contrario: "todos ciertamente
resucitaremos", y en Rm 5: "en Adán todos mueren". Luego la muerte a todos los lleva por
un rasero. Digamos, pues, que en aquel tiempo de la venida de Cristo a juicio, algunos se
hallarán vivos; pero en ese mismo momento morirán y en un abrir de ojos resucitarán; y por
eso, por esa brevísima interrupción, se les cuenta en el número de los vivos.

Pero entonces se ofrece una dificultad: ¿por qué aquí se dice que "los muertos resucitarán
primero, luego nosotros?" Luego primero resucitarán los muertos antes que los vivos salgan
al encuentro de Cristo, en el cual morirán. Luego primero resucitarán algunos, y así no será
simultánea la resurrección de todos, lo cual va contra lo de 1Co XV: "en un momento, en
un abrir y cerrar de ojos, al son de la última trompeta". Respondo: hay 2 opiniones: unos
dicen que la resurrección no será simultánea, sino que primero los muertos vendrán con
Cristo, y entonces a la llegada de Cristo los vivos serán arrebatados en las nubes y en ese
arrebatamiento morirán y resucitarán. Por tanto, lo que se dice que sucederá en un momento
se entiende que en breve tiempo. Mas si se dijere que en un instante, entonces no hay que
referirlo a toda la resurrección de todos, sino a la resurrección de cada uno, porque cada
uno resucitará en un instante.

Otros, en cambio, dicen que todos resucitarán simultáneamente y en un instante. Entonces


lo que dice: resucitarán los primeros, denota no un orden de tiempo sino de dignidad. Pero
esto, al parecer, no es fácil, porque de los vivos muchos serán probados en la persecución
del Anticristo, que aventajarán en dignidad a muchos de los que murieron antes. Por tanto,
digamos de otra manera que todos morirán y todos resucitarán y al mismo tiempo.
Tampoco dice el Apóstol que aquéllos resucitarán primero que éstos, sino que resucitarán
antes que éstos salgan al encuentro de Cristo; porqué el Apóstol no establece un orden
comparativo de resurrección a resurrección, sino un orden respecto del arrebatamiento o del
encuentro. Porque, al venir el Señor, primero morirán los que estarán vivos, y luego
inmediatamente resucitando con los que murieron antes, serán arrebatados en las nubes,
como el Apóstol dice aquí. Pero hay una diferencia entre buenos y malos, que consiste en
que los malos se quedarán en la tierra que amaron, pero los buenos serán arrebatados al
encuentro de Cristo, por quien suspiraron. "Dondequiera que se hallare el cuerpo, allí se
júntarán las águilas (Mateo 24,28). Asimismo en la resurrección los santos se conformarán
con Cristo, no sólo cuanto a la gloria del cuerpo, sino también cuanto al lugar, porque
Cristo estará en una nube (Ac 1). Así como a Cristo lo acogió una nube, de modo parecido
a los santos. Y esto ¿por qué? Para mostrar su deiformidad; porque en el Antiguo
Testamento la gloria del Señor se dejó ver a manera de nube (III Rey. 8). Estas nubes
estarán dispuestas, por virtud divina, para hacer ostentación de la gloria de los santos; o ya
sea que los mismos cuerpos gloriosos, con el resplandor que de sí echarán, les parezcan a
los malos, que estarán en la tierra, una especie de nubes.

Luego, al decir: "y así estaremos con el Señor eternamente", muestra la felicidad de los
santos, porque siempre estarán con el Señor gozando de su compañía. "Vendré otra vez y os
llevaré conmigo, para que donde Yo estoy estéis también vosotros" (Jn 14,3). Por esto
suspiran los santos: "tengo deseo de verme libre de las ataduras de este cuerpo, y estar con
Cristo" (Ph 1,23).

-"Consolaos, pues". Es la conclusión consolatoria sobre los muertos, que viene a decir:
puesto que los santos resucitan, y ningún detrimento se les sigue, no hay por qué no
consolarse con los muertos. "Consuélate, ¡oh pueblo mío!, consuélate, dice vuestro Dios"
(Is 40,1).

CAPITULO 5
Lección 1: 1 Tesalonicenses 5,1-13

Sosiega de su ansiedad a los que deseaban saber cuándo sería el día del juicio; sólo les dice
que para los buenos sería bueno y para los malos malo..

1 Pero cuanto al tiempo y al momento no necesitáis, hermanos míos, que os escriba.

2 Porque vosotros sabéis muy bien que, como el ladrón de noche, así vendrá el día del
Señor;

3 pues cuando estarán diciendo paz y seguridad, entonces los sobrecogerá de repente la
ruina, como el dolor de parto a la preñada, sin que puedan evitarla.

4 Mas vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que os tome de sobresalto como
ladrón aquel día;

5 puesto que todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no lo somos de la noche ni
de las tinieblas.

6 No durmamos, pues, como los demás; antes bien, este mos en veta y vivamos con
templanza.

7 Pues los que duermen duermen de noche, y los que se embriagan de noche se embriagan.

8 Mas nosotros que somos hijos del día vivamos en sobriedad, vestidos de cota de fe y de
caridad, y teniendo por yelmo la esperanza de la salud,

9 porque no nos ha puesto Dios para blanco de venganza, sino para hacernos adquirir la
salud por Nuestro Señor Jesucristo,

10 el cual murió por nosotros, a fin de que, ora velando, ora durmiendo, vivamos
júntamente con El.

11 Por lo cual consolaos mutuamente, y edifícaos los unos a los otros, cfimo ya lo hacéis.

12 Asimismo, hermanos, os rogamos que tengáis especial consideración a los que trabajan
entre vosotros, y os gobiernan en el Señor, y os instruyen,

13 dándoles las mayores muestras de caridad por sus desvelos; conservad la paz con ellos.

Arriba los corrigió de lo que había que corregir en ellos; aquí los amonesta para lo venidero,
y pone primero la amonestación, luego la oración,2 cosas que nos son necesarias: la
admonición, porque por nuestro albedrío hacemos lo bueno, y la oración, porque para
hacerlo también interviene la gracia. Cuanto a lo primero los exhorta a prepararse al juicio
futuro y les muestra el modo de hacerlo. Descúbreles asimismo las condiciones de ese
juicio y cómo han de prepararse a él. Sosiega también su ansiedad por saber cómo será esa
venida y les muestra lo que ellos acerca de eso ya saben. Dice pues: menester era os
escribiese, porque lo necesitabais, de lo anterior; pero acerca del tiempo, invierno, verano, o
más bien qué tiempos serán aquéllos, no era necesario; porque ciertas cosas sobre ese punto
están exclusivamente reservadas a la ciencia divina (Mateo 24 y Me. 13; Hechos 1; Eccles.
7). Por tanto, no era necesario os escribiese de eso, porque lo que hay que saber "ya lo
sabéis", esto es, "que como el ladrón de noche, así vendrá el día del Señor". Todos son días
del Señor" (S. 1 18); pero éste de manera espedal, porque hace en todos su voluntad: en los
buenos, porque llegan al fin que Dios les había prefijado, a saber, la salvación (1Tm 2); en
los malos, porque serán castigados (S. 74).

Vendrá como ladrón, esto es, inopinadamente (Lc 12; 2 Pedro 3; Ap 3). Mas ¿cómo puede
decirse que el día venga en la noche? Pero ambas cosas son verdaderas: viene de día,
porque a franquear de par en par los secretos de los corazones (1Co 4); de noche, por la
incertidumbre (Mt 25), porque nadie sabe a qué hora será.

Luego, al decir: "pues cuando estarán diciendo... ", expone lo que había dicho respecto de
buenos y malos. Cuanto a lo primero describe la presunción de los malos y el peligro de la
tardanza. Dice pues: Vendrá como ladrón, porque cuando menos se le espera; "pues cuando
estarán diciendo paz", cuanto a lo presente, esto es, mientras tranquilamente viven, se
llevarán un terrible chasco. "Viviendo sumamente combatidos de su ignorancia, a un
sinnúmero de muy grandes males le dan el nombre de paz" (Sg i 4,22); "y seguridad",
cuanto a lo por venir: "¡Oh alma mía!, ya tienes muchos bienes de repuesto para
muchísimos años: descansa, come, bebe y date buena vida" (Lc 12,19). Pero al contrario
dice el mismo Lucas: "secándose los hombres de temor y de sobresalto, por las cosas que
han de sobrevenir a todo el universo" (21,26). Luego no hay seguridad. Hay dos soluciones.
Una es de San Agustín: en aquel tiempo, dice, habrá algunos buenos que llorarán, se
afligirán, estarán a la espera. San Lucas dice que "se secarán", por la carencia de placeres y
abundancia de males... pero los malos tendrán paz y seguridad. Otra solución da la Glosa.

Describe luego el peligro: "entonces los sobrecogerá de repente la ruina", por 4 cualidades:
porque será súbito, repentino; "porque de repentel cuando no se espera, dará consigo abajo"
(Is 30). Será mortífero: ruina (Jb 18); aflictivo: "como dolor de parturienta" (S. 47);
inevitable: "no habrá escapatoria para ellos" (Jb 1 1,20). Ahora es tiempo de huir de la ira
de Dios y acogerse a su misericordia; pero entonces no será tiempo de misericordia sino de
justicia.

Lo que toca a los buenos lo expone al decir: "mas vosotros", excluyéndolos de la compañía
de los malos y explicando por qué. Dice pues: "no estáis en tinieblas", porque tenéis el
conocimiento de la luz de Cristo para ese día; por tanto, para vosotros no será imprevisto ni
os cogerá de improviso (Jn 8); y la razón es porque "todos vosotros sois hijos de la luz".
Prueba que son hijos de la luz y del día. Llámanse en la Escritura hijos de alguna cosa los
que tienen abundancia de ella. Así por ejemplo: "en el cuerno hijo del aceite" (Is 5) quiere
decir: en un cuerno que tiene mucho aceite. Así pues, a los que de luz y día les cabe mucha
parte llámeseles hijos de la luz; y esta luz es la fe de Cristo (Jn 8 y 12). Asimismo del día;
porque así como de la luz se forma el día, así de la fe de Cristo se hace el día, esto es, la
honestidad de las buenas obras. "La noche está ya muy avanzada y va a llegar el día" (Rm
13 12). Por consiguiente, "no somos hijos de la noche", esto es, de la infidelidad, "ni de las
tinieblas", quiere decir, de los pecados. "Rechacemos, pues, las obras de las tinieblas, y
revistámonos de las armas de la luz".

Al decir luego: "no durmamos, pues", muestra cómo han de prepararse para esa venida,
observando lo bueno y tomando venganza de lo malo, con su monición y explicación
respectiva. Dice pues: puesto que el día del Señor vendrá como ladrón (Ls. 12), luego
vosotros, ya que lo sabéis, debéis andar la barba sobre el hombro. De donde dice: "no
estemos, pues, dormidos" en el sueño del pecado (Ep 5), ni de la pereza (Pr 6), sino estemos
en vela (Mt 24). Y para esto es necesario "que vivamos con templanza", para que mente y
cuerpo no estén sobrecargados y abotagados con los deleites y cuidados del mundo (Lc
21,34; 1 Pedro 5). La razón es porque la noche es un tiempo acomodado para ciertas cosas
que hacen los que duermen o están borrachos. Pero nosotros no estamos en la noche.
Luego... Dice pues: "los que duermen duermen de noche", esto es, destinan el tiempo de la
noche al descanso, y el día al trabajo (S. 103). Absténganse asimismo del vino durante el
día por sus negocios, y de noche sólo recójanse. "El ojo del adúltero está aguardando la
obscuridad" (Jb 24,15). Así pues, sueño y borrachera son acomodados para la noche,
porque, embargados por la noche de la infidelidad y por las tinieblas de los pecados,
embriagados están por el amor de lo presente, sin esperanza de lo futuro, como dice en Ep
4,19: "los cuales, no teniendo ninguna esperanza, se entregan a la disolución, para
zambullirse con un ardor insaciable en toda suerte de impurezas". - "Mas nosotros, que
somos hijos del día", esto es, pertenecemos al día de la honestidad y de la fe, "vivamos en
sobriedad" (Rm 13).

-"Vestidos de cota de fe y caridad". Muestra cómo han de prepararse con el ejercicio de las
buenas obras; los amonesta en general y en especial, y da la razón de ello. Hay en el
hombre dos miembros principales, que fue costumbre proteger en las batallas, a saber, el
corazón, que es el principio de la vida, y la cabeza, que es principio del movimiento
exterior, de quien dependen los sentidos y de algún modo los nervios; y al corazón lo
protege la cota y a la cabeza el yelmo. La vida espiritual en nosotros es Cristo, por quien
tiene vida el alma, y el Señor habita en nosotros por la fe (Ep 3) y también por la caridad
(1Jn 4) que da forma a la fe. Por tanto, debemos tener fe y caridad. De donde dice:
"vestidos de cota de fe y de caridad", porque protege las partes vitales, "y teniendo por
yelmo la esperanza de la salud", que es principio del movimiento espiritual, que estriba en
la intención del fin que esperamos conseguir.

-"Porque no nos ha puesto Dios para blanco de venganza". Muestra cómo obra en nosotros
la razón, a saber, por la preordenación divina y la gracia de Cristo; y muestra también el
modo de alcanzar la salud. Dice pues: "porque no nos puso", esto es, no ordenó. "Os puse",
a saber, santos, para que vayáis. .. (Jn XV). - "Dios para ira", esto es, para alcanzar su ira;
pues "Dios no hizo la muerte" (Sg 1; Ez. 18); - "sino para adquisición", esto es, para
alcanzar la salvación (Mt XI; 1 Pedro2); y esto por gracia de Cristo. Por eso dice: "por
Nuestro Señor Jesucristo" (Ac 4), "el cual murió por nosotros", esto es, nos salvó muriendo
por nosotros (1P 3). Y el modo de llegar es porque Cristo nos enseñó obrando nuestra salud,
y esto muriendo y resucitando (Rm 4). Por eso dice: "a fin de que, ora velando, ora
durmiendo, vivamos júntamente con El" (Rm 14).
Al decir luego: "por lo cual", nos enseña cómo hemos de prepararnos por lo que mira a las
condiciones especiales de las personas, a saber: cómo hay que portarse con los iguales, y
con los prelados los subditos y con los subditos los prelados. A los iguales debemos
consolarlos en las adversidades; de donde dice: "consolaos mutuamente". Asimismo dar
edificación en los ejemplos; de donde dice: "y edifícaos los unos a los otros" (Rm 14).

Los subditos a los prelados deben el reconocimiento de los beneficios, la caridad y la paz.
De donde: "que tengáis especial consideración", esto es, que reconozcáis los beneficios que
os hacen (He 13); tengáis especial consideración, digo, primero de parte de ellos, porque se
toman por vosotros el mayor trabajo. De donde dice: "a los que trabajan entre vosotros"
para vuestro bien (2Tm 2). Segundo, de parte de Dios; por consiguiente, hay que guardarles
la reverencia que se !e guardaría a Dios. De donde dice: "y os gobiernan en el Señor", esto
es, en lugar del Señor (II Cor,2). Tercero, de parte vuestra, porque os son útiles. De donde
dice: "y os instruyen". Por eso les debéis una mayor caridad que a otros. Cuarto, "la paz por
sus desvelos".

Pero algunos hacen lo contrario: "aborrecieron al que los corregía" (Amos 5). Mas vosotros
conservad la paz por el trabajo que ellos se toman en corregiros, porque es propio de su
oficio hacer esto (Ps 119).

Lección 2: Tesalonicenses 5,14-28


Quiere que los prelados corrijan a los subditos; enseña igualmente cómo han de tratarse
entre sí y estrechar mutuamente los lazos de la caridad en la oración; por último, según su
costumbre, firma la carta.

14 Os rogamos también, hermanos, que corrijáis a los inquietos, que consoléis a los
pusilánimes, que soportéis a los flacos, que seáis sufridos con todos.

15 Procurad que ninguno vuelva a otro mal por mal, sino tratad de hacer siempre bien unos
a otros y a todo el mundo.

16 Vivid siempre alegres.

17 Orad sin intermisión.

18 Dad gracias por todo al Señor, porqut esto es lo que quiere Dios que hagáis todos en
nombre de Jesucristo.

19 No apaguéis el espíritu de Dios.

20 No despreciéis las profecías.

21 Examinad, sí, todas las cosas, y ateneos a lo bueno.


22 Apartaos de toda apariencia de mal.

23 Y el Dios de la paz os haga santos en todo, a fin de que vuestro espíritu entero, con alma
y cuerpo, se conserven sin culpa para cuando venga Nuestro Señor Jesucristo.

24 Fiel es el que os llamó, y así lo hará, como lo ha ofrecido.

25 Hermanos míos, orad por nosotros.

26 Saludad a todos los hermanos con el ósculo santo.

27 Os conjuro por el Señor que se lea esta carta a todos los santos hermanos.

28 La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.

Mostró arriba cómo han de portarse los subditos cor» los prelados; aquí al contrario, y
primero con sus subditos sacerdotes, y luego en general con todos. Hay que saber que el
cuidado pastoral debe dirigirse a dos cosas, a saber: a apartar a otros del pecado y a
guardarse a sí mismos. Cuanto a lo primero 3 cosas dice el Apóstol, pues de 3 maneras
pueden los subditos incurrir en falta: en el acto, en la voluntad, en la virtud. En el acto,
cuando cometen una acción pecaminosa y entonces hay que corregirlos; y, aunque de
cualquier pecado, de modo especial del de inquietud. Por eso dice: "corregid a los
inquietos" (2Th 3; Eccli. 19). - En la voluntad, cuando no acomete empresas grandes,
porque la adversidad y los pecados antecedentes le quebrantan los bríos. De donde dice:
"consolad a los pusilánimes". Pusilánime es el que no tiene arrestos para cosas grandes, por
temor de no salir adelante con ellas. "Decid a los pusilánimes: esforzaos y no temáis" (Is 35;
Job 4). Y en la virtud, o cuando pecan por debilidad, o cuando aflojan en la buena acción, y
a éstos hay que darles ánimo. De donde dice: "soportad", dando aliento, con entrañas de
caridad, a los flacos, cuya virtud es muelle y delicada para emprender lo bueno o para hacer
rostro a lo malo (Rm XV).

Por lo que toca a sí, el prelado debe cuidarse de cualquier defecto, pero mayormente de la
impaciencia, porque él carga con todo el peso de la multitud (Nb XI). Por eso dice: "sed
sufridos con todos" (Pr 19; S. 91).

Luego, al decir: "procurad que ninguno", señala en general cómo se han de portar con todos
o en todas las cosas; y primero cómo se han de manejar en ciertas circunstancias; segundo
qué han de hacer en todas. Cuanto a lo primero les indica cómo se han de portar con el
prójimo, en las cosas que tocan a Dios y en lo que mira a sus dones. Respecto del prójimo
han de haberse con él de tal manera que no ie infieran ningún mal y procuren hacerle bien.
Por eso dice: arriba os exhorté en especial, pero ahora en general: "a que ninguno vuelva
mal por mal" (S. 9). Pero va en contra que muchas veces se pide venganza ante el juez.
Respondo: así como la moralidad de un acto se toma de la intención del fin, del mismo
modo la intención puede apuntar a dos hitos: o al daño del prójimo, de modo que haga
como mansión en él, y esto es ilícito, porque nace de sed de venganza; o al bien de la
corrección, o de la justicia y conservación de la República, y así no devuelve mal por mal,
sino bien, a saber, la corrección del prójimo.

Cuanto a lo segundo dice: "sino tratad de hacer siempre bien". Y dice: "seguid", no dice
haced, porque tú por ti mismo debes buscar la ocasión de hacer el bien a tu prójimo, y no
esperar que él te dé la ocasión de hacérselo. "Busca la paz y sigúela" (S. 33,15). "No te
dejes vencer del mal", de suerte que te arrastre para hacerlo, "mas vence al mal o al malo
con el bien" (Rm 12), retrayéndolo de lo malo para que se aplique a lo bueno (Gal. 5).

Al decir luego: "vivid siempre alegres", muestra cómo han de portarse con Dios, para con
el cual es necesario observar 3 cosas: el alegrarse de El mismo; de donde dice: "estad
siempre alegres"1, a saber, con el recuerdo de Dios; porque cualquier mal que ocurra no
tiene comparación con el bien que es Dios. Por tanto, ningún mal lo interrumpa; de donde
dice: "vivid siempre alegres".

29 orar para recibir beneficios. "Orad sin cesar"; "es necesario orar siempre y nunca
desfallecer" (Lc 18). Mas ¿cómo puede ser esto? Respondo: de 3 maneras: a) siempre ora el
que a sus horas no deja de orar, b) siempre, esto es, continuamente ora; pero entonces la
oración se toma por el efecto de la oración, que es la interpretación o explicación del deseo;
porque cuando deseo algo lo pido orando. De donde por oración se entiende la petición de
las cosas convenientes a Dios y, por tanto, el deseo tiene fuerza de oración (S. 9). Todo,
pues, lo que hacemos, proviene del deseo Luego la oración permanece con su virtud en los
bienes que hacemos, porque provienen del deseo. No cesa de orar -dice la Glosa- quien no
cesa de hacer el bien.

39 por lo que mira a la causa de la oración, a saber, haciendo limosna. En las Vidas de los
Padres se dice: siempre ora el que da limosna, porque el pordiosero que la recibe ruega por
ti, aun estando tú dormido.

49 orar para recibir beneficios y dar gracias por los recibidos. Por eso dice: "dad gracias por
todo", próspero y adverso (Rm 8; Col 2; Ph 4); "porque esto es lo que quiere Dios".

Cómo hayan de haberse con los dones de Dios lo muestra diciendo: "no apaguéis el espíritu
de Dios"; primero, que no les pongan impedimentos, y segundo, que no los desprecien. El
Espíritu Santo es una persona divina incorruptible y eterna, de donde, cuanto a su
substancia, no puede extinguirse; con todo, dícese que alguno extingue el espíritu, de un
modo, apagando su fervor, o en sí, o en otro (Rm 12). Pues cuando alguno quiere hacer
algo bueno, impulsado por el fervor del Espíritu Santo, o también cuando brota un
movimiento bueno, y él lo impide, apaga el Espíritu Santo. "Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo" (Ac 7,51).

Otro modo de apagar el espíritu es cometiendo pecado mortal; porque el Espíritu Santo en
Sí siempre vive, pero en nosotros vive cuando nos hace vivir en Sí; mas, cuando uno peca
mortalmente, ya no vive en él el Espíritu Santo (Sg 1). El tercer modo es ocultándolo; como
si dijera: si tenéis el don del Espíritu Santo, servios de él para el provecho de los prójimos;
pues ¿de qué sirve la sabiduría escondida y el tesoro enterrado? (Eccli. 20).

-"No despreciéis las profecías"; que entre ellos había algunos con espíritu de profecía, que
en opinión de éstos eran tenidos por locos. (1Co 14). O por profecía entiéndase la doctrina
divina; pues los que la explican se ¡laman profetas; como si dijera: no despreciéis !as
palabras y predicaciones de Dios (Jr XX).

-"Examinad, sí, todas las cosas". Muestra cómo han de haberse en todo y singularmente que
tengan discreción (Rm 12). En esta materia ha de aplicarse un diligente examen, elegirse lo
bueno, rechazarse lo malo. Cuanto a lo primero dice: "no despreciéis las profecías; no
obstante eso, examinad todas las cosas", es a saber, las dudosas; porque las claras no han
menester examen. "No queráis creer a todo espíritu" (Jn 1,4,1). Cuanto a lo segundo dice:
"y ateneos a lo bueno" (Gal. 4). Cuanto a lo tercero: "apartaos de toda apariencia de mal"
(Is 7). Y dice apariencia, porque hemos de evitar hasta ¡o que tiene apariencia de mal, a
saber, lo que sin escándalo de los hombres no pudiéramos observar en presencia suya.

-"y el Dios de la paz". Es una oración que calza al pie, con la que ora por ellos y les da
esperanza de ser oído, y les hace especiales advertencias. Dice pues: esto os amonesto; pero
de nada sirve si Dios no ayuda con su gracia. Por eso implora: "que el Dios de la paz os
haga santos" (Lv 21) "en todo", esto es, que seáis santos de pies a cabeza. Y esto, "a fin de
que vuestro espíritu entero..." Con ocasión de estas palabras dijeron algunos que en el
hombre una cosa es el espíritu y otra el alma, y así pusieron 2 almas en el hombre: una la
que anima, otra la que razona: Pero esta doctrina está reprobada por las enseñanzas de la
1glesia. Sépase, pues, que entre ellas no hay diferencia esencial, sino potencial; porque en
nuestra alma hay ciertas fuerzas, que son actos de los órganos corporales, como también
potencias de la parte intelectual; hay otras fuerzas, que no son actos de tales órganos, sino
están separadas de ellos, como son las potencias de la parte intelectual; y éstas llámanse
espíritu, como si fuesen inmateriales y en cierto modo estuviesen separadas del cuerpo, por
cuanto no son actos del cuerpo, y llámanse también mente. "Renovaos en el espíritu de
vuestra mente" (Ep 4,23). Llámase alma por su función de animar, que le es propia; y habla
aquí Pablo con toda propiedad; pues 3 cosas concurren para el pecado: la razón, la
sensualidad y el cuerpo que ejecuta la acción. Desea, pues, que no haya pecado en ninguna
de estas partes.

No en la razón; de donde dice: "para que el espíritu", esto es, vuestra mente, se conserve
entero; pues en todo pecado, ya que todo malo es ignorante, la razón se corrompe.
Asimismo ni en la sensualidad; de donde dice: alma. Tampoco en el cuerpo; por eso dice: y
el cuerpo. Y esto sucede cuando se le conserva libre de pecado.

Y dice: "sin queja", no sin pecado, que es prerrogativa exclusiva de Cristo; mas llevar una
vida irreprensible también pueden hacerlo otros, que, aunque cometen pecados veniales,
pero no mortales y que escandalicen al prójimo (Lc 1,6). Y añade: "para cuando venga
Nuestro Señor Jesucristo", a saber, que dure hasta el fin de la vida. O espíritu entero
refiérese al don del Espíritu Santo, como si dijera: permanezca en su integridad el don que
tenéis del Espíritu Santo.

Al decir luego: "fiel es el que os llamó", da esperanza de que oirá, como si dijera: así como
lo espero, así lo hará; porque El mismo que llamó lo hará, esto es, llevará a su término lo
que empezó (S. 144; Rm 8).
Añade por último unas amonestaciones familiares: a saber, la oración: orad; asimismo la
paz entre sí: "saludad a todos los hermanos con el ósculo santo", no traicionero, como el de
Judas, ni libidinoso como el de la mujer lujuriosa (Pr 7). "Os conjuro por el Ssñor que se
lea esta carta a todos los santos hermanos"; pues temía que los prelados, por ciertas cosas
que iban aquí escritas, la ocultasen (Pr XI). Concluye finalmente la carta con saludos.

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