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PROLOGO
"Tened esto por cierto, que, si el padre de familias supiera a qué hora había de venir el
ladrón, estaría ciertamente velando, y no dejaría que le horadasen su casa" (Lc 12,39).
Entiéndase por padre de familias el prelado eclesiástico, por 3 cargos que ha de desempeñar,
a saber: engendrar para la fe, educar para la salvación, guardar para tener quietud. Lo
primero porque, así como por el alma hay vida corporal, así también por la fe hay vida
espiritual. "El justo en su fe vivirá" (Hab. 2,4). Y como para la vida carnal es uno
engendrado por la emisión del semen corporal, así para la vida espiritual por la infusión de
la simiente espiritual, que es la palabra de Dios (Mateo 13): "por medio del Evangelio os he
engendrado" (1Co 4,15).Lo segundo, por la educación. "¿Tienes hilos? Edúcalos" (Eccli. 7;
Is 48). Lo tercero, por la protección y tutela: "condújole por diferentes rodeos, y lo
adoctrinó, y guardólo como la niña de sus ojos" (Deut. 32, ! 0); pues a todo prelado se
encomienda el cuidado de los subditos, "ya que ellos velan, puesto que han de dar cuenta de
vuestras almas" (He 13,17). Mas para esta generación se requiere la ciencia: "por haber tú
desechado la ciencia, Yo te desecharé a ti, para que no ejerzas mi sacerdocio" (Os. 4,6). Por
eso dice: "si supiera", pues se requiere que sepa. Demás de la educación, es otrosí requisito
que vele con atención: "el que preside, o gobierna, hágalo con vigilancia" (Rm 12; 8);
"estaban velando en aquellos contornos unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre
su grey" (Lc 2,8). Un centinela ha menester fortaleza para tomar la demanda a favor de otro,
como Judas el Macabeo que "cual gigante revistióse la coraza, ciñóse sus armas, para
combatir, y protegía con su espada todo el campamento" (I,3,3). Por eso se dice: "y no
dejaría que le horadasen su casa", esto es, la 1glesia; "para que sepas cómo debes portarte
en la casa de Dios, que es la 1glesia del Dios vivo" (1Tm 3,15). Esta es la casa de Dios,
como de señor, y del prelado, como de siervo. "Y en verdad, Moisés fue fiel en toda la casa
de Dios como un sirviente" (He 3,5); pero Cristo como hijo en su propia casa. Esta la
horadan los ladrones, esto es, los herejes. "Si los ladrones y asesinos hubiesen entrado de
noche en tu casa, ¿no habríaste tú callado de miedo? (Abdías 5). Y dícense ladrones, porque
vienen a ocultas y caminan a obscuras. De donde ladrón, fur, tomó su nombre de furnus:
horno, porque es obscuro; así éstos (los herejes) por sus dogmas o enseñanzas tenebrosas.
"Las aguas hurtadas son más dulces, y el pan tomado a escondidas es más sabroso" (Pr
9,17). Asimismo por la perversa intención, porque su intento es dar muerte. "El ladrón no
viene sino para robar y matar y hacer estrago" (Jn X,10). Otrosí por la manera de entrar,
porque no entran por la puerta. "Y todo espíritu que desune a Jesús no es de Dios; antes éste
es espíritu del anticristo" (1Jn 4,3).Así pues, de lo dicho aptamente se deduce la intención
de esta carta, en la que el Apóstol, como está claro por el argumento, instruye a Tito sobre
la manera de gobernar la 1glesia.
CAPITULO 1
5. La causa porque te dejé en Creta, es para que arregles las cosas que faltan, y establezcas
en cada ciudad presbíteros, conforme yo te prescribí,6. escogiendo a quien sea sin tacha,
casado una sola vez, que tenga hijos fieles, no infamados de lujuria, ni desobedientes.7.
Porque es necesario que un obispo sea irreprensible o sin crimen, puesto que es el ecónomo
de Dios o el dispensador de sus riquezas; no soberbio, no colérico, no dado al vino, no
percursor o violento, no codicioso de sórdida ganancia,8. sino amante de la hospitalidad,
dulce y afable, sobrio, justo, religioso, continente.
Pasa ahora a la narración y, como ya se dijo, su intento es fortalecer la 1glesia contra las
herejías; y primero pone sobre aviso a Tito para que instruya a otros en eso de resistir a los
herejes, y enséñale también cómo él mismo ha de oponerles resistencia: "mas tú has de
enseñar solamente cosas conformes a la sana doctrina". Amonéstale asimismo que
establezca obispos que resistan a los herejes y muéstrale la necesidad de esta comisión.
Pone también el encargo cometido a Tito de establecer obispos y le indica qué cualidades
han de tener; pues, ya que el Apóstol tenía a su cargo la 1glesia universal de los Gentiles y
no le era dado ser él sólo cabal ejecutor de cuanto se ofrecía, por eso dice: "para eso te dejé
en Creta", para que, en lugar del Apóstol, desempeñe el oficio pastoral de la 1glesia
Cretense (Pr 18). Mas en lo que sigue parece que debiera decir suplas, en vez de corrijas.
Respondo: la Glosa lo suple así: para que todo lo que haya de malo lo corrijas, y todo lo
que de bien falte lo completes (1Th 3). O digamos que hay ciertos pecados de omisión y
ciertos de transgresión, y ambos necesitados están de corrección. Pero en los santos y
perfectos, como fue Tito, no abundaron las transgresiones, y por eso no dice corrijas las
transgresiones, sino las faltas, esto es, las omisiones.-"y establezcas presbíteros", a saber,
Obispos; por eso dice más abajo: "es necesario que el Obispo", eindistintamente emplea el
nombre de Obispos y presbíteros. De donde tomó ocasión el hereje que ambicionaba el
Episcopado, que, por no haberlo alcanzado como quería, se apartó de los otros y enseñó
muchas falsedades; entre ellas que no hay diferencia entre Obispos y sacerdotes, aserción
contraria a lo que enseña Dionisio en su libro "De la Jerarquía Eclesiástica". Válese, pues,
el Apóstol en ambos casos del mismo nombre por tratarse de una misma cosa, porque
presbítero quiere decir anciano. Asimismo, porque es incumbencia de los superiores
establecer Obispo, aunque lo elijan los canónigos. Y dice establezcas, no en los pueblos,
sino en cada ciudad; porque así como en la República sólo en las ciudades moran los reyes,
así también en el gobierno espiritual los Obispos "sacerdotes reyes" (1P 2). También que
alinden en los umbrales de vejecía. "¡Desdichado de ti, oh paísi, cuyo rey es un niño"
(Ecles. X,16). Y entiende por viejos no sólo los que lo son por los años, sino también, por
las costumbres. "Reúneme 70 varones de los ancianos de Israel, los que tú conoces que son
autorizados y maestros del pueblo" (Nb XI,16). Otrosí, según la forma o el estilo que
guarda la 1glesia; de donde dice: "conforme yo te prescribí" (Pr 13).Después, al decir: "a
quien sea sin tacha", los describe de triple modo, a saber, de parte de sí, de su mujer y de
sus hijos. Cuanto a lo primero se pide que "sea sin tacha", si acaso se hallase alguno tal;
porque "si dijésemos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos" (1Jn 1).
Distingamos, pues, entre crimen y pecado. Pecado es un término más general y aplícase a
cualquier tacha, grande, pequeña u oculta; crimen en cambio circunscríbese a lo afrentoso y
grande. Así dice el Salmo: "Señor, ¿quién morará contigo en tu tabernáculo?" (14,1), y
añade luego: "el que vive sin mancha". No porque no pueda elegirse a quien, después de
bautizado, cometió mortal pecado, mas para que no sea elegido el manchado de
infamia.Cuanto a lo segundo, dice: "casado una sola vez", que así explican los Orientales,
esto es, que no tenga at mismo tiempo dos mujeres, como acostumbran algunos; mas para
esto no era necesario que lo dijese, ya que, según las leyes de los Romanos, para quienes
escribía el Apóstol, aun antes de bautizados no les estaba permitido tener simultáneamente
muchas mujeres. Lo mismo dice de la viuda (1Tm 5) casada una sola vez, yt eso no
obstante, nunca se le permitió tener al mismo tiempo muchos maridos. Y de este modo aun
de la viuda quiere lo mismo, a saber, que no se hubiese casado sino una vez. Pero es
parecer de San Jerónimo que no hace fuerza haber tenido varias mujeres antes del bautismo;
lo importante es haber tenido sólo una después de él. Por el contrario San Agustín y San
Ambrosio sostienen que por el bautismo se borran todos los crímenes, mas no el
matrimonio. Luego, según ellos, hay que decir, y con mas razón, que una sola y no muchas
le fue lícito tener, antes o después del bautismo. Según otros la razón es porque sería señal
de incontinencia el haber tenido muchas. Pero esto no es verdad; porque nada repugnaría si
esas muchas hubiesen sido rameras, que son más disolutas. Pero hay una razón de más peso,
a saber, porque el Obispo es el dispensador de los sacramentos y, por consiguiente, no debe
haber en él ningún defecto sacramental; mas el sacramento del matrimonio significa la
unión de Cristo y de la 1glesia; luego para que la señal responda a lo señalado, así como
Cristo es uno y la 1glesia es una, así también éstos; lo cual no tuviese cumplimiento si el
Obispo hubiese tenido muchas esposas. Pero en la antigua ley los Patriarcas significaban
esta unión, no como hecha ya, sino como futura en el tiempo y cuando la 1glesia sería una
congregación de muchos, y por eso tenían, no una sino muchas mujeres; y esto significaba
la multitud de sus esposas.Cuanto a lo tercero, a saber, de parte de los hijos, añade diciendo:
"que tenga hijos fieles, no infamados de lujuria". Pues al Obispo constitúyenlo para atalaya
y supervisor, y quien es constituido para algo debe estar ducho y ejercitado en eso; de otra
suerte sería imprudente su institución; y presúmese estar bien adiestrado si ha tenido buena
mano en gobernar a otros. Al Obispo constitúyenlo para 3 cosas: la. para enseñar la fe
(Mateo 28); por eso dice: fieles; 2a. requiérese que instruya al pueblo para hacerlo virtuoso
(Eccli. 7); pero los pecados que más apartan de la virtud son los de la lascivia. "El lascivo y
el imprudente no aguardarán la ocasión" (Eccli. XX,7). Por eso dice: "no infamados de
lujuria". En 1 Reyes 3 Helí es condenado por no haber corregido a sus hijos en este
particular; 3a. es necesario que tenga a raya a los pertinaces; de donde dice: "o no sujetos",
esto es, desobedientes. "Un caballo no domado se hace intratable; así un hijo dejado a sí
mismo se hace insolente" (Eccli. 30,8).Luego, cuando dice: "porque es necesario", expone
lo. lo que dijo: "que sea sin tacha"; porque ha de dispensar las cosas divinas (Eccli. X;
Salmo C); 2o. indica de qué vicios ha de estar inmune y con qué virtudes ha de lucir. De los
pecados unos son carnales, otros espirituales. De los primeros no hace mención, porque
enteramente han de estar limpios de ellos. "Pero la fornicación, y toda especie de impureza
o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como corresponde a los santos" (Ep 5,3). Sólo
se refiere a los espirituales, que son 5,2 de los cuales no han lugar en los prelados, a saber,
la envidia, que es pecado de párvulos (Jb 5), y la acedía, porque el prelado está constituido
en la suprema dignidad y todo les sucede a pedir de boca; sino la soberbia, porque está en la
cumbre, la ira y la codicia con ocasión de los bienes temporales, cuyo dispensador es.
Cuanto a lo lo. dice: no soberbio. "Al de ojos altivos y corazón orgulloso, a ése no le
soportaré" (Ps G; Eccli. 32). Cuanto a lo 2o. excluye la ira, al decir: no colérico; el incendio
de la ira, que es el vino: "no dado al vino" (Pr 23); las secuelas de la ira, que son los golpes;
por eso dice: no percusor, esto es, no cruel (Is L). O no percusor, a saber, que no llague con
sus malas costumbres las conciencias ajenas. Cuanto a lo 3o. dice: "no codicioso de sórdida
ganancia" (1Tm 3; Sg 15).Luego pone las virtudes que lo deben adornar: las que tocan al
trato y conversación, y las que a la verdad de la doctrina: "siino amante de la hospitalidad,
dulce y afable... "
Traducción:9. Adicto a las verdades de la fe, según se la han enseñado a él, a fin de que sea
capaz de instruir en la sana doctrina, y redargüir a los que contradijeren.10. Porque aún hay
muchos desobedientes, charlatanes y embaidores, mayormente de los circuncisos,11. a
quienes es menester tapar la boca; que trastornan familias enteras, enseñando cosas que no
conviene, por amor de una torpe ganancia.12. Dijo uno de ellos, propio profeta de esos
mismos: son los Cretenses siempre mentirosos, malignas bestias, vientres perezosos.13.
Este testimonio es verdadero.En la lección anterior enseñó qué vida conviene que lleve el
Obispo, en ésta qué doctrina ha de tener; y muestra primero que ha de aplicarse con
diligencia al estudio, señala su materia, pone su utilidad.Cuanto al punto primero dice: "que
abrace las verdades de la fe". El que abraza algo lo enlaza apretadamente con los brazos, y
dase el abrazo por amor; porque es menester que a la ciencia le tenga tal adherencia que
esté abrazado con ella, es a saber, con firme adhesión del ánimo y apego amoroso del
corazón, "Se anticipa a aquellos que la codician" (Sg 6,14); "aplica todos tus esfuerzos)
para alcanzarla, y ella te ensalzará; te llenará de gloria cuando la estreches en tus brazos"
(Pr 4,8).La materia del estudio no han de ser las fábulas ni las bagatelas temporales, sino la
palabra fiel, esto es, verdadera (Ps 144), o de la Fe, en la que es necesario que el Obispo
esté versado e instruido. Mas algunos estudian sólo para aprender y para llevar a efecto lo
que aprendieron; pero esto no es suficiente para el Obispo, sino que es necesario que
comunique a otros lo que aprendió; por eso dice: "según se le han enseñado a él". En 1Tm 4
se dice: "nadie te menosprecie por tu poca edad; has de ser dechado de los fieles en el
hablar, en el trato, en la caridad, en la fe, en la castidad". La utilidad es la facultad de
cumplir con su oficio, y el oficio del prelado es como el del pastor (Jn 21), que tiene que
apacentar el rebaño (1P 5) y alejar al lobo; así también el Obispo debe apacentar con la
doctrina verdadera a su rebaño (Jr 3); por eso dice: "a fin de que sea capaz de instruir en la
sana doctrina". No dice que exhorte o instruya, sino que sea capaz de hacerlo, que es
cuando, siendo necesario exhortar e instruir, tenga la puerta abierta para proveer de lo que
cada uno quisiere, y la botillería de par en par. Figura de lo cual fueron las varas del Arca
(Éxodo 25,14) metidas en sus anillos, para que pudiese ser transportada (Lc 24).Y dice:
sana, esto es, sin corrupción de falsedad. "Más tú has de enseñar cosas conformes a la sana
doctrina" (Tito 2,1). "Porque no os hemos predicado ninguna doctrina de error, ni de
inmundicia" (1Th 2,3).También para guardar su rebano de los herejes; por eso dice: "y
redargüir a los que contradijeren", esto es, convencer, que, como dice en 1!Tm 3, se logra
por el estudio de las Sagradas Escrituras (Jb 6): 2 cosas que, en sentir del Filósofo,
pertenecen al trabajo del sabio, a saber, de lo que conoce no echar mentiras, y al que las
echa poder quitarle la máscara.Por consiguiente, cuando dice: "porque aún hay muchos",
hace ver la necesidad de lo ya dicho, de parte de los falsos doctores y de la de los malos
oyentes. Describe la condición de esos falsos doctores, sus perversas inclinaciones, y
enseña el modo de precaverse de ellos. De 4 maneras nos da a conocer su condición: lo. por
el número: muchos, de quienes dice el Eclesiastés 1,15, que "el número de los necios es
infinito"; 2o. por el vicio de la desobediencia, al decir que son desobedientes a Dios y a sus
superiores (Rm 1); 3o. por su charlatanería. "El Señor conoce los pensamientos de los
hombres, que son vanos" (Ps 93,1 1). "Vanos son ciertamente todos los hombres en quienes
no se halla la ciencia de Dios" (Sg 13,1); y de modo especial lo son los herejes; por eso
añade: embaidores (2Tm 3); 4o. por el lugar: "mayormente de los circuncisos", que
obligaban a los hombres a judaizar. "Guardaos, pues, de esos canes, guardaos de los malos
obreros, guardaos de los falsos circuncisos". (Ph. 3,2) Y el remedio es que no hay que tener
ninguna contemplación con ellos; porque si se les tolerase, corromperíase el pueblo e
imputaríasele al pastor. "Vosotros no habéis hecho frente, ni os habéis opuesto como muro
a favor de la casa de 1srael" (Ez. 13,5). Por eso dice: "a quienes hay que
redargüir".Seguidamente describe sus inclinaciones y aficiones, por el daño que hacen, por
las falsedades que enseñan, por la ganancia que codician. El daño está en que "trastornan
familias enteras"; pues la doctrina católica públicamente se propone en la iglesia, mas los
herejes a escondidas; por eso buscan escondrijos (Pr 9), y por eso andan de casa en casa
para seducir principalmente a las mujeres (2Tm 3); "enseñando cosas que no conviene",
esto es, vanas e inútiles; ni buscan el logro espiritual, sino el temporal; por eso añade: "por
amor de una torpe ganancia", a saber, temporal, o de la propia gloria. "Y aun han creído
éstos ser nuestra vida un juego, y que toda nuestra ocupación debe reducirse a amontonar
riqueza^, y que conviene el ganar por cualesquiera medios, aunque sean malos" (Sg
15,12).-"Dijo uno de ellos, propio profeta de ésos mismos". Describe a los oyentes, que
eran Cretenses, y a quienes dedica esta obra; muestra su condición, alegando un testimonio,
lo confirma y aplica el remedio: "por tanto, repréndelos fuertemente". Dice pues: tales son
los doctores, embusteros y embaidores; mas los que les dan oídos no les van a la zaga por
dejarse embaucar de sus embelecos y raposerías, según el testimonio de uno de sus poetas,
Epiménides, que aquí Pablo llama profeta. Donde es de notar que por profeta entiéndese
alguno cuyo entendimiento ilumina Dios para tener un conocimiento por encima de lo
común (Nb 12).Asimismo el que expone las profecías con el mismo espíritu y modo con
que le fueron entregadas, y también el que profiere algo profético, por cierto instinto
interior, aun fuera de lo que entiende. "Caifas, siendo pontífice, profetizó" (Jn XI); pues no
lo hizo de propio movimiento, al decir que convenía que Cristo muriera, entendiéndolo en
esta forma, a saber, para que no embaucara al pueblo; y, sin embargo de eso, viose
impulsado a decirlo, movido por el Espíritu Santo. Y este modo de profetizar es usado entre
aquellos que toman la primera palabra de algunos por presagio o agüero, cosa que también
hacen los demonios. Y dice propio, porque describe en sus propios términos la condición de
ellos.Luego, al decir los Cretenses, propone su testimonio y los tacha de 3 graves defectos,
a saber: de tener corrompida la parte racional, puesto que los tilda de ser "sjempre
mentirosos" (Ps 54); de tener asimismo corrompida la irascible, al llamarlos: "bestias
malignas", esto es, crueles; dícense bestias -como si dijéramos vastiae- porque son crueles.
"León rugiente y oso hambriento es un príncipe impío que reina sobre un pueblo pobre" (Pr
28,15). Y dice: malignas* porque, en sentir del Filósofo, cuando el hombre procede como
ser racional, es el mejor de los animales, mas cuando se desliza a lo malo es el peor; porque,
si le da por la crueldad, no hay bestia más sanguinaria. De donde dice que un hombre malo
es diez mil veces peor que una bestia mala. Táchalos también de tener corrompida la
concupiscible, al acusarlos de: "vientres perezosos", esto es, que por glotonear les da por
holgazanear; pues eran golosos y a éstos les gusta la vida poltrona. "¡Oh alma mía!, ya
tienes muchos bienes de repuesto para muchísimos años. Descansa, come, bebe y date
buena vida" (Lc 12,19).Confirma el testimonio diciendo: "este testimonio es verdadero".
Sacamos de aquí -dice la Glosa- que el doctor en Sagrada Escritura toma los testimonios
para abonar la verdad de dondequiera los halle. Por eso el Apóstol en muchos lugares trae a
cuento los dichos gentílicos, como en 1Co XV: "las malas conversaciones corrompen las
buanas costumbres" (Menandro); y en Hechos 17: "somos del linaje del mismo Dios"
(Arato). Lo cual no quiere decir que con esto se apruebe toda su doctrina, sino elígese lo
bueno y se desecha lo malo; porque la verdad, quienquiera la diga, dimana del Espíritu
Santo. Por eso en el Deuteronomio (2 i), en figura de esto, se dice que si uno viese entre los
cautivos una mujer hermosa, y enamorado de ella deseara tenerla por mujer, le cortará las
uñas y raerá los cabellos, esto es, le quitará lo superfluo.
CAPITULO 2
Lección 1: Tito 2,1-6
Instruye a Tito para que enseñe la sana doctrina e imbuya en buenas costumbres a los
ancianos, a hombres y mujeres.
1. Mas tú has de enseñar solamente cosas conformes a la sana doctrina:2. como que los
ancianos sean sobrios, honestos, prudentes, y puros en la fe, en la caridad, en la paciencia;3.
asimismo que las ancianas sean de un porte ajustado y modesto, no calumniadoras, no
amigas de mucho vino, que den buenas instrucciones,4. enseñando el pudor a las jóvenes, a
que amen a sus maridos y a cuidar de sus hijos,5. a que sean honestas, castas, sobrias,
cuidadosas de la casa, apacibles, sujetas a sus mandos, para que no se hable mal de la
palabra de Dios.Arriba instruyó el Apóstol a Tito sobre la calidad de los ministros que
alejen a los herejes; aquí le enseña lo que ha de hacer con ellos; lo propone en general, lo
distingue en particular. Dice pues: dije que era necesario establecer Obispos; mas no por
eso te creas ajeno del cuidado pastoral; al contrario, con mayor diligencia te has de aplicar a
la instrucción: "mas tú has de enseñar solamente cosas conformes a la sana doctrina", a
saber, por las que se levanta el edificio de una fe sin tacha.Enseña luego lo mismo por
partes, y pónese primero la doctrina sana contra la vida perversa; segundo, contra los
herejes y los errores. Cuanto a lo primero pasa lista a las distintas condiciones y estados de
hombres y después les da doctrina en general: amonéstalos, esto es, le muestra cómo ha de
instruir a los hijos, a los siervos, de palabra, con el ejemplo; a los viejos y viejas, a los
jóvenes.Es de saber que la vejez dispone para algunas cosas buenas, como el desprecio de
los placeres; porque ía juventud, con el calor natural que hierve en los cuerpos juveniles, se
siente aguijoneada a buscar los deleites sensuales, que en suma se reducen a comidas,
bebidas, carnalidades. Pero la ve¡ez es una buena disposición para evitarlas, porque los
viejos tienen los cuerpos ya casi muertos. "Respondió Bercelay al rey:... 80 años tengo en el
día, ¿acaso tienen vigor mis sentidos para discernir entre lo dulce y lo amargo?" (2 Sam.
19,35). Por eso dice "que sean sobrios" cuanto al comer y beber, y "honestos" cuanto a los
deleites venéreos. "¿Conque, después que ya estoy vieja y mi señor lo esdá más, pensaré en
usar del matrimonio?" (Gen. 18,12). Pues si la vejez es disposición para frenar esos apetitos,
¿por qué esta advertencia? Porque alguna vez, por la gran perversidad humana, los viejos se
dan sus buenos resbalones y reverdecen en mocedades o necedades de muchacho. "El niño
de cien años morirá, y el pecador de cien años será maldito" (Is 65,20).¿Por qué sucede esto?
Por dos razones. El ¡oven y el viejo no se mueven por la misma causa. Al ¡oven lo espolea
el instinto de la pasión, el viejo procede por elección y por dos motivos; pues nadie quiere
pasársela sin algún deleite, y es tanto mayor su apetencia, cuanto mayor la carencia, por las
molestias que siente; y el viejo es un retablo de incomodidades y quiebras de la naturaleza;
por eso, cuando carece de los deleites del espíritu, busca los de la carne. La segunda razón,
porque al ¡oven en veces le tira de la rienda el pudor; ios vielos, por el contrario, según el
Filósofo, son desvergonzados, porque son antiguos y han catado ya muchos platos; los
jóvenes, vanos y vergonzosos por naturaleza; por eso se van a la mano, no así los
viejos.Asimismo, por su larga experiencia, es una buena disposición para la prudencia.
"¡Cuan bien parece la sabiduría en las personas de edad avanzada, y en las que están en alto
puesto la inteligencia y el consejo! Corona de los ancianos es la mucha experiencia". (Eccli.
25,7; Job i 2). Por eso añade: "prudentes", aunque algunas veces a ios viejos se les trabuca
el seso. "3 especies de personas aborrece mi alma:. . (c)I viejo fatuo e imprudente" (Eccli.
25,4). Por dos arcaduces les llega la fatuidad a los viejos; pues la prudencia se adquiere con
el ejercicio; así que, cuando la juventud no la emplearon bien, son imprudentes en la
senectud. "Lo que no júntaste en tu juventud, ¿cómo lo has de hallar en tu vejez?" (Eccli.
25,5). También porque de jóvenes se entregan en demasía a los placeres sensuales,
mayormente a los excesos de la gula, y por eso se les seca el cerebro. "Lujuriosa cosa esi el
vino, y llena está de desórdenes la embriaguez; no será sabio quien a ella se entrega" (Prcv.
20,1).Pone en segundo lugar los bienes a que hace oposición la vejez, que son la fe, ia
paciencia, la caridad; y así dice: "puros en la fe", porque sin ella es imposible agradar a
Dios (He XI). De dos causas proviene que no tengan esa unidad en la fe, mayormente si se
les propone un artículo nuevo de fe: lo. de que no tienen firmeza en eso nuevo porque
presumen de sabios y, por consiguiente, no les creen a otros (Jb 12); 2o. de que ya llevan de
casta el ser incrédulos, pues tocaron con la mano que muchas veces les dieron gato por
liebre; por eso hablan siempre con adverbios de modo templado y dubitativo: a menos que,
quizá, casi, puede ser. Pero la incredulidad repugna a la fe. "El fementido obra como
fementido" (Is 2!).Cuanto al segundo bien, dice: "en la caridad", porque la plenitud de la
ley es el amor. Y lo amonesta a eso por 2 razones: la. porque los viejos son poco amigables,
ya que el amor se ceba con la convivencia, y no hay nadie que quiera por mucho tiempo
convivir con gente encapotada y caridifunta: que eso son los viejos: gente triste, y por eso
no tienen amistades; 2a. porque los viejos son amantes interesales, que aman solamente por
la utilidad, así como los jóvenes por el deleite; porque los viejos necesitan de entibo y
sustento.Cuanto al tercer bien dice: "en la paciencia", y esto por 3 razones: la. porque andan
acosados de muchos trabajos e incomodidades, y necesitan no impacientarse contra las
turbaciones; 2a. porque los ancianos viven en la memoria de muchos, y por eso no se les
cae de la boca lo acontecido en tiempo de Mari Castaña; los jóvenes, en cambio, viven en la
esperanza de grandes hazañas: doble motivo para impacientarse los viejos, es a saber, por
los bienes que otrora tuvieron y de que ya carecen. Por eso lapidariamente pronuncia
Boecio: la mayor miseria haber sido feliz. "Jerusalén trae a su memoria aquellos días de su
aflicción y sus prevaricaciones, y todos aquellos bienes de que gozó desde los antiguos
tiempos" (Trenos 1,7); 3a. precisamente porque viven en la memoria, sucede que algunos,
que ahora los menosprecian, en algún tiempo fueron peores, y por eso se turban. "Mas
ahora hacen burla de mí unos mozalbefes, a cuyos padres me hubiera desdeñado de
ponerlos con los mastines de mis rebaños" (Jb 30,1); 4a. porque cuanto más el viejo se
acerca a la meta, tanto más anhela vivir; de donde, al ver que se resquebraja, mayor tristeza
concibe.Al decir luego: ancianas, enseña cómo hay que instruir a las vejezuelas, y lo. en la
vida,2o. en la doctrina; asimismo en el vestido, la comida, la conversación. Cuanto a lo
primero dice: "en hábito santo" o vestido decente, no lujoso y que incite a lujuria, como
conviene a toda mujer, "el adorno de las cuales no ha de ser por de fuera con los rizos del
cabello, ni con dijes de oro, ni gala de vestidos" (1P 3,3); "asimismo oren también las
mujeres en traje decente, ataviándose con recato y modestia, y no inmodestamente con los
cabellos rizados, ni con oro, o con perlas, o costosos adornos" (1Tm 2,9). Esto han de
observarlo de manera especial las ancianas; porque adornarse modestamente -y esto se
entiende sencillamente de todo movimiento del cuerpo- para agradar a sus maridos es
propio de las mozuelas (Eccli. 19).Cuanto a lo segundo dice: "no calumniadoras"; pues 2
defectos tienen los viejos: uno -común a todos ellos- el ser suspicaces, porque, como han
sido testigos de muchos agravios y entuertos, piensan, como el ladrón, que los demás serán
de esa condición. Lo mismo en las mujeres, especialmente en las celosas; y ambos defectos
en las vejezuelas, que por razón de la edad son suspicaces, y por razón del sexo celosas.
"La mujer celosa es dolor y llanto del corazón; su lengua es un azote que alcanza a todos"
(Eccli. 26,9). Por tanto, no sean calumniadoras. Cuanto al sustentamiento, "no amigas de
mucho vino". De los varones dijo: que sean sobrios. Y dice: no mucho, porque en veces lo
toman por la frigidez de su edad.Cuanto a la doctrina dice: "que den buenas instrucciones".
Pero en 1Co 14 se dice lo contrario: "las mujeres callen en las iglesias, porque no les está
permitido hablar allí, sino que deben estar sumisias"; "las mujeres escuchen en silencio las
instrucciones con entera sumisión; pues no permito a la mujer el hacer de doctora" (1Tm
2,12). Respondo: prohíbese a la mujer la instrucción pública, que se hace al pueblo;
concédesele la privada con la que uno enseña a su familia. Así en Pr 3 1, ¡: "profecía o
doctrina con que le instruyó su madre", y en Pr 4,4: "mi madre instruyéndome me decía". Y
bien dice: "que enseñen la prudencia". Enderézase este aviso mas que a ios varones a las
ancianas, que en vez de cosas provechosas enseñan fábulas o cuentos de viejas, y también
porque tienen más trato con los niños y con la familia que los varones.Al referirse a las
jóvenes, muestra de qué manera las ha de instruir, y también a los jóvenes; y la instrucción
que les han de dar abarca 3 géneros de personas: los deudos, ellas mismas, los subditos.
Cuanto a lo primero dice: "que amen a sus maridos", pues se les debe amor. "En 3 cosas se
ha complacido mi corazón.. . un marido y mujer bien unidos entre sí" (Eccli. 25). Y, cosa
que les es natural, "que amen a sus hijos". O "¿por ventura puede la mujer olvidarse de su
niño, sin que tenga compasien del hi¡o de sus entrañas? (Is 49,15). Y advertid lo que dice:
que amen a sus maridos (ament) y quieran (diligant) a sus hijos; porque el amor a los
maridos es más ardoroso, a los hijos más natural.Cuanto a ellas dice 3 cosas: una que toca a
la razón: que sean prudentes. -"Casa y riquezas se heredan de los padres; mas la mujer
prudente la da sólo el Señor" (Pr 19,14). Esto es de necesidad, ya que su sexo y su juventud
no hacen tan buenas migas, que digamos, con la prudencia. Otra que se refiere a la
concupiscible: "que sean castas"; la tercera a la irascible, al decir: sobrias.-"Gracia sobre
gracia la mujer santa y vergonzosa" (Eccli. 26,19).Cuanto a los subditos señala el cuidado
que se ha de tener de ellos, el modo de hacerlo y el por qué. De lo primero dice:
"cuidadosas de la casa". -"La mujer prudente edifica su casa; la necia aun la ya edificada la
desfruirá con sus manos" (Pr 14,1). Y en ese cuidado 2 cosas tienen que observar las
mujeres, que por lo común son iracundas, "No hay ira peor que la ira de la mujer" (Eccli.
25). Por eso dice apacibles, como si dijera que gobiernen con mansedumbre. La otra cosa es
que, cuando la mujer empuña la vara, llévale la contraria a su marido. "Si la mujer tiene el
mando, se rebela contra su marido" (Eccíi. 25,30). Por eso dice: "sujetas a sus maridos",
como indica el Génesis 3: "estarás debajo de la potestad de tu marido, y él te dominará". Y
la razón es "para que no se hable mal de la palabra de Dios", esto es, no se dé ocasión de
ello. Toda esta enseñanza la hace notar el libro de Tobías X, donde se dice que Ragüel y
Sara amonestaron a su hija a honrar a los suegros, amar a su marido, regir su familia,
gobernar su casa y a sí misma mostrarse sin tacha.Indica, por consiguiente, de qué modo ha
de enseñar a los jóvenes, a sabsr, que sean sobrios, advertencia que repite de nuevo, porque
la embriaguez da principio a los vicios (1P 5).
Exhórtación a que se muestre dechado de buenas obras y le enseña con qué integridad de
costumbres y con qué lealtad han de respetar los siervos a sus señores.
La doctrina que en la lección anterior dio el Apóstol a Tito contiene una instrucción para
los subditos libres, y lo exhorta a mostrarse dechado de buenas obras, porque no sólo las
palabras sino también los ejemplos son de provecho. Muéstrese dechado en general, en
todas cosas, y en particular: "en la doctrina"; y da la razón: "para que quien esi contrario se
confunda". Dice pues: ya que por la edad eres ¡oven, "muéstrate en todas cosas dechado de
buenas obras"; porque el prelado debe ser como un ejemplo viviente para sus discípulos.
"Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo", "porque os he dado ejemplo, para que,
como Yo lo he hecho, así también lo hagáis" (1Co XI; Juan 13,15).Al decir luego: "en la
doctrina", reseña en qué cosas, de modo especial, se ha de mostrar dechado. La doctrina es
lo primero, porque es lo propio del prelado: "apacentar con la ciencia y doctrina" (Jr 3); y a
quien más le conviene es a Tito, por tener debajo de su jurisdicción a otros obispos, como
arriba se dijo. Por tanto, aleccionándolos con su magisterio, ha de serles dechado de
doctrina (1Tm 4). Asimismo, en lo tocante a la vida, amonéstalo en primer lugar a apartarse
del mal (lis. 1); por eso dice: "en la pureza de costumbres", no dejándose corromper;
porque así como el cuerpo pierde la integridad por la corrupción de sus miembros, así el al
ma por la corrupción del pecado. La múltiple integridad en el prelado gobiérnase, la de los
sentidos por la prudencia, la de los afectos por la caridad, la del cuerpo por la castidad.
"Vuestro espíritu entero, con alma y cuerpo se conserven sin culpa para cuando venga
Nuestro Señor Jesucristo" (1Th 5,23).Otrosí, que muestre su gravedad cuanto a los bienes
que se hacen con caridad. Dos extremos tiene la gravedad, uno vituperable porque
desciende (Ps 4), otro laudable por su estabilidad y firmeza. Por eso se dicen personas
graves las que no se mudan de ligero del bien que tienen. Así aquí cuando dice: "en la
gravedad", virtud que merece alabanza (Ps 34).Enseña luego cuáles hayan de ser su
doctrina y sus palabras, y dice que sanas, no corrompidas con falsedades (2Tm 1): "en boca
del príncipe no dice bien la mentira". También cuanto al modo, que sean "irreprensibles",
esto es, que se digan a tiempo, con toda decencia e induzcan a corregirse. "La parábola no
tiene gracia en boca del fatuo, porque la dice fuera de tiempo" (Eccli. 20,22). Y el fin de la
doctrina es que "quien es contrario se confunda", como si dijera: si todos cumplieran como
debieran; es a saber, prelados y subditos, los adversarios no os podrían dañar; "pues ésta es
la voluntad de Dios, que obrando bien tapéis la boca a la ignorancia de los hombres necios"
(1P 2,1 5).Enseña luego cómo ha de instruir a los siervos y por qué razón. 1ndúcelos a estar
sujetos, determínales el modo de la sujeción y demuestra su necesidad. Dice pues:
amonesta a los siervos a que estén sujetos a sus señores; como dice San Pedro 1,2,18:
"siervos, estad sumisos con todo temor a tas amos, no tan sólo a los buenos y apacibles,
sino también a los de recia condición" (1P 2,18). "Siervos, obedeced en todo a vuestros
amos temporales, no sirviéndoles sólo mientras tienen la vista sobre vosotros, como si no
deseaseis más que complacer a los hombres, sino con sencillez de corazón y temor de
Diog" (Coi. 3,22). Lo mismo dice a los Efesios. Y ¿por qué tanta insistencia en inculcar lo
mismo? No sin motivo; pues empezó a deslizarse entre los Judíos una herejía: que ios
siervos de Dios no deberían servir a los hombres. De aquí lo tomó el pueblo cristiano para
decir que, hechos ya hijos de Dios por Jesucristo, no deberían ser siervos de ios hombres.
Mas Cristo no vino a quitar por la fe el orden de la justicia; más bien digamos que por la fe
de Cristo se guarda la justicia, que hace que unos se sometan a otros. Pero esta servidumbre
es sólo del cuerpo, de la que no nos redime la redención de Cristo -que nos libra ahora de la
servidumbre del alma- ni de la corrupción del cuerpo; mas en el siglo futuro nos veremos
también libres de la corrupción y servidumbre del cuerpo, "cuando Jesucristo hubiere
entregado su reino a su Dios y Padre" (1Co 1 5,24).Lo que dice: en todo puede referirse a
sumisos en el sentido de todo aquello a que se extiende el derecho de la potestad
dominativa; o a dándoles gusto; porque la sumisión ha de ser de tal guisa que 19 presten sus
servicios sin ofensa de nadie, ni refunfuñando y con morosidad. Pero contra ese agrado o
complacencia de 1Co X está el texto de los Gálatas 1,10, que dice: "si todavía prosiguiese
complaciendo a los* hombres, no sería yo siervo de Cristo". Respondo: complacer al
hombre por el mismo hombre es vituperable, mas por Dios es loable.2o. que sirvan sin
repugnancia: por eso dice: "no siendo respondones" (Eccli. 4); 3o. sin fraude: "no
defraudándolos) en nada". En donde juega al quita y pon; quita el fraude, porque a los
siervos se les confían los bienes de sus señores (Lc 19), y pone en su lugar la bondad en
todo; por eso dice: "sino mostrando en todas las cosas una entera lealtad". Mas todo esto
¿para qué? No ciertamente para captar el favor terreno, sino para la gloria de Dios: "para
que su proceder haga respetasen todo el mundo la doctrina de Diosi, salvador nuestro".
Comenta la Glosa: presea es para el maestro la vida honrada de su discípulo, como alabanza
es del médico la salud del enfermo. El que enseña tiene cuidado de las almas; si pues
hacemos que se vean nuestras buenas obras, se alaba la doctrina de Cristo (Mateo 5), y no
al contrario "todo el día, sin cesar, está blasfemándose mi nombre" (Is 52,5).
11. Porque la gracia de Dios salvador nuestro ha iluminado a todos los hombres,12.
enseñándonos que renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos sobria,
justa y religiosamente en este siglo,13. aguardando la bienaventuranza esperada y la venida
gloriosa del gran Dios salvador nuestro Jesucristo,14. el cual se dio a Sí mismo por sosotros,
para redimirnos de todo pecado, purificarnos y hacer de nosotros un pueblo particularmente
consagrado a su servicio y fervoroso en el bien obrar.15. Esto es lo que has de enseñar; y
exhorta y reprende con plena autoridad. Pórtate de manera que nadie te menosprecie.
La enseñanza a siervos y a libres, y en qué forma, fue el tema de la instrucción anterior del
Apóstol a Tito, y la conclusión que, por su buen modo de proceder, se hiciese respetar en
todo el mundo la doctrina de Cristo; la presente, haciendo plena justicia a lo dicho,
completa lo anterior por el buen trato y conversación. Anticipa, por primer punto dei tema,
la gracia y la doctrina de Cristo, y lo mueve, lo induce a predicar esa gracia. Propone
asimismo la aparición de esa gracia, la instrucción que nos da, lo que obra en nosotros. Y es
de saber que gracia dice misericordia, porque gracia es de lo que gratis se da, y lo que de
gracia se da por pura misericordia se da. Dios siempre ha sido misericordioso, pero los
hombres antiguamente no lo percibían tan claro. "Señor, hasta el delo llega tu misericordia"
(S135,6). Porque antes de Cristo todos, por justos que fuesen, estaban sujetos a sentencia de
condenación, pero al encarnarse Cristo, el Hijo de Dios, "apareció la gracia"; "y es grande a
todas luces el misterio de la piedad" o amor divino, en que el Hijo de Dios se ha
manifestado en carne mortal" (1Tm 3,16). Y cuanto más poderoso es uno, tanto más
apetecible es su gracia. De donde se concluye que hay que desear la gracia de Dios; que
esto quiere decir: "apareció ia gracia de Dios", porque su destino es salvar; de donde dice:
"y salvador nuestro" (Is 51).Esta gracia no se ofrece única y exclusivamente al pueblo de
los judíos, como en otro tiempo, sino "a todos los hombres", porque Dios "quiere que todos
los hombres se salven" (1Tm 2), y por eso "verán todos los confines de la tierra al Salvador
que envía nuestro Dios" (Is 52,10). Y puede decirse que en el nacimiento de Cristo se dejó
ver esta gracia a dos visos: de uno, porque diósenos por la mayor gracia de Dios. De donde,
siendo su concepción obra de toda la Trinidad, de modo especial se atribuye al Espíritu
Santo, que es principio de todas las gracias; y esta gracia se dejó ver de todos los hombres,
especialmente de Cristo, "lleno de gracia y de verdad" (Jn i). De otro viso, porque de esta
gracia se siguió la instrucción del género humano, que antes de Cristo estaba envuelto en la
ignorancia y la herejía: "el pueblo que andaba entre tinieblas vio una gran luz" (Is 9,2). Por
eso dice: "enseñándonos", a saber, como el padre que educa a su hijo. Y dos cosas nos
enseñó, necesarias al hombre: a obrar bien y con recta intención.Dice pues: "enseñándonos
que renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas". Es de notar esta manera de
hablar, porque todos los pecados o se enderezan de cara contra Dios, o hacen pie,
propasándose, en el uso de las cosas temporales. En el primer caso llámanse pecados de
impiedad, ya que la piedad, con toda propiedad, es la virtud por la cual damos a los padres
y a la patria la honra y respeto que ellos se merecen; mas como principalmente padre
nuestro es Dios, al culto de Dios pertenece la piedad. En Job 28,28, en lugar del texto que
nosotros leemos: "he aquí que el temor det Señor es la sabiduría", léese este otro: "mira, la
verdadera sabiduría consiste en la piedad"; por esta razón los pecados contra Dios se llaman
impiedades; "pues, descúbrese la ira de Dios, que descarga del cieio sobre toda la
impiedad" (Rm 1,18), y allí habla de la idolatría.En el segundo caso, del abuso de las cosas
temporales, llámanse deseos seculares. Siglo es el espacio que mide el período de las cosas.
De donde por la palabra "saecularia" entiéndense las cosas seculares y todos los pecados
que se cometen contra el prójimo, o contra sí mismas, por el abuso de ellas.Al decir luego:
"con sobriedad", señala el bien que hemos de hacer; y dice "sobriamente", por lo que mira a
sí; "justamente", en lo que toca al prójimo; "piadosamente o religiosamente, en lo que se
refiere a Dios. Sobriamente quiere decir como con medida, pues Bria es medida, esto es, si
el hombre en el uso de las cosas exteriores y de las propias pasiones mídese
razonablemente y no se excede en un pelo. De donde todo uso medido y compasado de las
cosas exteriores y de las externas pasiones llámase sobriedad. "Enseña la templanza o
sobriedad, la prudencia, y la justicia, y la fortaleza, que son las cosas más útiles a los
hombres en esta vida" (Sg 8,7).-"aguardando la bienaventuranza esperada". 1nstruyelo con
estas palabras sobre el fin, que consiste en la gloria del alma en la muerte, y en la gloria del
cuerpo al advenimiento de Cristo (Jn 5). Cuanto a lo primero dice: "aguardando la
bienaventuranza esperada", contra aquellos que ponen el fin del hombre en el ejercicio de
las virtudes en esta vida; lo cual no es cierto, porque aunque viviésemos sobria, pía y
justamente, todavía nos quedaríamos esperando, como el jornalero que aguarda su jornal
(Jb 7 y 14; Is 30). Por eso dice: "aguardando la bienaventuranza esperada", que puede
entenderse de dos maneras: o porque tienen esperanza de ser dichosos, o porque la misma
espera los hace dichosos.Cuanto a lo segundo dice: "y la venida gloriosa del gran Dios y
salvador nuestro Jesucristo", a saber, por cuya virtud resucitarán nuestros cuerpos; que,
quien ama a su amigo, lo espera con grandes ansias (2Tm 4; Lucas 12). Y dice:
"advenimiento glorioso", porque el primero fue humilde (Ph. 2; Mateo XI). Y aquél será
glorioso porque a todos se hará patente su divinidad: "y entonces verán al Hijo del hombre
venir sobre las nubes con grande poder y majestad" (Lc 21). Y dice: "del gran Dios", para
confundir a Arrio, que afirmó no ser el Hijo igual al Padre. Y en verdad grande, porque se
dice en Rm 9,5: "el cual es Dios bendito sobre todas las cosas por siempre jamás. Amén"; y
verdadero Hijo del Padre (1Jn).También es Salvador (1Tm 2), porque para esto vino y esto
significa su nombre: "porque ES salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1). Y añade:
"de Cristo", ungido, por el cual se entiende la unión de la divinidad a la humanidad; pues de
algunos hombres se dice *que están unidos a Dios, mas no de tal suerte que tengan unida
consigo la esencia de la divinidad, sino porque participan en cierta forma de ella; pero
Cristo tiene unida consigo la divinidad: "te ungió Dios, tu Dios" (S. 44,8).Muéstrase luego
la operación de la gracia, al decir: "el cual se dio a Sí mismo por nosotros", y muéstrase 19
en el beneficio de la pasión; 2° en el fruto de la pasión. Dice pues: afirmo que es nuestro
Salvador; pero ¿cómo? Entregándose por nosotros. "Sed pues imitadores de Dios, como
hilos muy queridos, y proceded con amor, a ejemplo de lo que Cristo nos amó, y se ofreció
a Sí mismo a Dios en oblación y hostia de olor suavísimo" (Ep 5,2). Y el fruto de la pasión
llámase libertad y santificación. Libertad, cuando dice: "para redimirnos de todo pecado",
pues "todo aquel que comete pecado esclavo es del pecado" (Jn 8,34). El primer hombre
por el pecado quedó reducido a la servidumbre del pecado por la cual se inclinaba a otro
pecado; mas Cristo por su pasión dio por él satisfacción, y así nos vimos libres de esa
esclavitud (Is 43). Y no sólo nos redimió del pecado original, sino de todos los que uno
añade de su voluntad. La santificación es para lo bueno, "para purificar", esto es, para
santificar al pueblo, para que fuésemos su pueblo, "particularmente consagrado a su
servicio" (Os. 1 y Rm 1X), es a saber, por la verdadera fe y la recta intención (Pr 14).
Aceptable puede también entenderse peculiar (Deut. 7). Pero es necesario que
exteriormente haya también buenas obras. Por eso dice: "fervoroso en el bien obrar". "Obra
bien y merecerási del príncipe alabanza" (Rm 13,3)."No nos cansemos, pues, de hacer bien"
(Gal. 6,9).-"Esto es lo que has de enseñar". 1ndúcelo con estas palabras a ser predicador de
la gracia, y 19 lo exhorta a predicar; 29 le indica el modo: "con plena autoridad". Dice pues:
habla, enseña lo que mira a las verdades de fe; exhorta a lo que hay que hacer; "porque no
os hemos predicado ninguna doctrina de error, ni de inmundicia, ni con el designio de
engañaros" (1Th 2,3).-"y reprende" a ios que ss portan mal. "A los pecadores públicos y
obstinados has de reprenderos delante de todos" (1Tm 5,20). Y esto "con todo imperio",
esto es, con autoridad, porque habla como instrumento o como ministro de Dios; por tanto,
con la confianza que da la autoridad divina. Con todo, al exhortar hay que hablar alguna
vez con ruegos, considerando la propia flaqueza (Pr 18); alguna vez con imperio,
considerando la autoridad que representa (!!Co 13); o con mansedumbre a los buenos, con
autoridad a los obstinados. Era menester lo amonestasen a reprender con imperio, porque
era de natural suave. "Nadie te menosprecie por joven" (1Tm 4).
CAPITULO 3
1. Amonéstales que vivan sujetos a los príncipes y potestades, que obedezcan sus órdenes,
y que estén prontos para toda obra buena;2. que no digan mal de nadie, que no sean
pendencieros, sino modestos, tratando a todos los hombres con toda la dulzura posible.3.
Porque también nosotros éramos en algún tiempo insensatos, incrédulos, extraviados,
esclavos de infinitas pasiones y deleites, llenos de malignidad y de envidia, aborrecibles y
aborreciéndonos los unos a los otros.4. Pero después que Dios nuestro salvador ha
manifestado su benignidad y amor para con los hombres,5. nos ha salvado, no a causa de
las obras de justicia que hubiésemos hecho, sino por su misericordia haciéndonos renacer
por el bautismo, y renovándonos por el Espíritu Santo,6. que El derramó sobre nosotros
copiosamente, por Jesucristo salvador nuestro;7. para que justificados por la gracia de Este
mismo, vengamos a ser herederos de la vida eterna, conforme a la esperanza que de ella
tenemos.8. Doctrina es ésta ciertísima, y deseo que arraigues bien en ella a los que creen en
Dios, a fin de que procuren aventajarse en practicar buenas obras. Estas cosas son las
loables y provechosas a los hombres.
En el capítulo precedente dio el Apóstol particulares instrucciones para cada uno de los
estados; aquí las da generales, explica la razón e induce a Tito a tomarlas como materia de
su predicación. Cuanto al primer punto indica a todos cómo han de portarse con los
superiores y con los iguales. A los superiores deben los subditos reverencia de sujeción y
obediencia de ejecución. Así pues: te dije de qué habías de advertir a los susodichos, pero
"amonéstalos", esto es, a todos, "que vivan sujetos a los príncipes" o mayores: los reyes y
gobernantes, "y potestades", esto es, los otros oficiales. "Estad, pues, sumisos a toda
humana criatura, y esto por respeto a Dios: ya sea al rey, puesto que está sobre todos; ya a
los gobernantes, como puestos por E¡" (1P 2). "Toda persona esté sujeta a las potestades"
(Rm 13,1). Esta advertencia es necesaria: !9 para quitar el error de los Judíos, que dicen no
hay que obedecer mandatos de hombres; 2° para que no alterasen la paz en la 1glesia; 39
porque están obligados a obedecer lo que se les manda. "Obedeced a vuestros prelados y
estadles sumisos" (He 13,17). Y dijo: "obedezcan sus órdenes", esto es, a la sola palabra del
superior, porque "el ser dócil importa más que el ofrecer la grosura de Sos carneros" (! Sam.
XV,22); "Y si alguno no obedeciere lo que ordenamos en nuestra carta, tildadle al tal y no
converséis con él". (2Th 3)No sólo es necesaria la presteza sino también la discreción. De
donde dice: "y estén prontos para toda obra buena"; de otra suerte no habría que obedecer;
más bien a Dios, que está por encima de todos. "Juzgad vosotros si en la presencia de Dios
es justo el obedeceros a vosotros antes que a Dios" (Ac 4,19). Por tanto, los soldados no
están obligados a obedecer en caso de una guerra injusta.Al decir luego "que no digan mal
de nadie", les indica cómo han de portarse con los iguales, en evitar lo malo y en obrar lo
bueno. De modo especial les carga la mano en materia de palabras, porque en la primitiva
1glesia pocos pecaban de obra. Y de palabra peca uno,19 contra otra persona, si lo enjabona
o pone como un trapo; de donde dice: "no hablen mal de nadie" (no blasfemen). Pero está
en contrario que la blasfemia dice respecto de crimen contra Dios; no hay pues blasfemia
contra el prójimo. Respondo: en cuanto el amor del prójimo dice respecto al amor de Dios,
y el honor del prójimo al honor de Dios, entonces tal improperio va contra Dios. Tómase
pues aquí la blasfemia por cualquier maldición oculta o manifiesta. "Blasfemando no temen
sembrar herejías" (2P ,2,10).En segundo lugar peca uno contra el prójimo por causa de las
cosas exteriores. Por eso dice: "que no sean pendencieros". De donde es de saber que hay 3
clases de hombres: unos, de espaldas resbaladizas, que no se melancolizan por injurias que
les digan, y éstos son los aduladores; otros, que la emprenden contra toda palabra, los
picapleitos, contra quienes habla aquí. "Al siervo de Dios no le conviene altercar, sino ser
manso con todos" (2Tm 2,24; Pr 20). Otros finalmente, los virtuosos, que echando por
medio del camino, unas veces reciben gusto, otras tristeza por las palabras que oyen (¡1Co
2).-"Sino modestos". Muestra cómo han de practicar la virtud y primero en los actos
exteriores, diciendo que sean modestos; y la modestia es una virtud por la cual
exteriormente se gobierna uno con tal comedimiento que no agravie con un desmán a quien
le mira (Ph. 4; Pr 22). Y cuanto es uno más arrebatado en sus afectos interiores, tanto con
mayor dificultad se refrena aun en lo exterior. Tal es entre todos los afectos la ira, contra la
cual pone la mansedumbre, que tiempla sus arrebatos. De donde dice: "tratando a todos los
hombres con toda la dulzura posible". "Aprended de Mí que soy manso y humilde de
corazón" (Mateo XI). "Recibid con mansedumbre la palabra que ha sido como injerida en
vosotros y que puede salvar vuestras almas" (Sant. 1).-"Porque también nosotros éramos en
algún tiempo insensatos... " Esta es la razón de lo antedicho, mayormente de lo último, a
saber, que sean mansos; pues pudieran decir: ¿cómo seremos mansos con los infieles, con
los malos? Esto no es posible. Responde: ponte a pensar qué tal eras; por consiguiente,
contra la ira el mejor remedio es reconocer la propia fragilidad; por eso pone ante sus ojos
su vida pasada y de dónde llegaron al estado de perfección que tienen ahora. Pone también
los defectos procedentes del entendimiento y los del afecto. El entendimiento puede
flaquear de dos maneras: o porque le falta el verdadero conocimiento, como por la
ignorancia de la negación, o por caer en una falsa opinión. La verdad la perciben algunos
también de dos modos: unos sólo por la fe, otros con un conocimiento claro, pregustándola
por la luz de la sabiduría. Por eso dice: "éramos en un tiempo insensatos", esto es, vivíamos
privados de esta sabiduría (Lc 21); "e incrédulos", es a saber, infieles. "Tienes que
habértelas con incrédulos y pervertidores" (Ez. 2,6). Pero erramos por seguir la opinión
contraria; de donde dice: "extraviados", esto es, damos por verdadero lo falso (is. 19).Pone
luego lo tocante a la corrupción del afecto respecto de sí y de los otros. El afecto humano
está bien enderezado cuando está al servicio de la razón y goza razonablemente los placeres
lícitos. Así pues, cuando en lugar de la razón se deja arrastrar de sus deseos, entonces se
corrompe. Por eso dice: "esclavos de infinitas pasiones y debites". Los deleites tienen por
blanco los pecados de placeres carnales, como la lujuria y la gula; los deseos, en cambio,
los otros vicios, como la ambición, la avaricia y semejantes. "No te dejes arrastrar de tus
pasiones, y refrena tus apetitos" (Eccli. 18,30). "No reine pues el pecado en vuestro cuerpo
mortal, de modo que obedezcáis a sus concupiscencias" (Rm 6,12) (2Tm 3).-"llenos de
malignidad y de envidia". Estos son los pecados en orden a los demás, y primero la
malignidad, que es la voluntad de dañar a otro; porque el efecto denomínase por el fin; así
que malicioso se llama el que lleva intención de hacer un mal. "Por lo cual dando de mano
a toda inmundicia y exceso malicioso" (Sant. 1,21). Pone en segundo lugar la envidia, que
se duele del bien ajeno, así como infiere el daño la malicia. "La envidia es carcoma de los
huesos" (Pr 14,30). En tercer lugar el odio; por eso dice: "aborrecibles", a saber, a Dios, por
el hecho de ser pecadores: "a Dios le son igualmente aborrecibles el impío y su impiedad"
(Sg 14,9); o al prójimo, cuando hacen tales cosas que le dan motivo a odiarlos. Añade: "y
aborreciéndose los unos a los otros", como si dijera: también nosotros teníamos odio a otros.
"El que aborrece a su hermano es un homicida" (1Jn 3).Muestra luego el estado de nuestra
salvación, al decir: "pero después que Dios nuestro salvador ha manifestado su benignidad
y amor para con tas hombres", y describe su orden y procedimiento, a saber: la causa de
nuestra salud, la razón de salvarnos, el modo, el fin. La causa de nuestra salud es el amor de
Dios. "Pero Dios, que es rico en misericordia, movido del excesivo amor con que nos amó"
(Ep 2,4). Describe también este amor cuanto al afecto y cuanto al efecto. El afecto interior
de la caridad desígnase por la benignidad, que quiere decir buena "igneidad", y el fuego
significa amor: "sus brasas ardientes y un volcán de llamas" (Cant. 8,6).Así pues la
benignidad es un amor interno que derrama bienes por fuera, y estuvo con Dios desde la
eternidad, porque el amor es la causa de todas las cosas (Joel 2)), aunque no siempre daba
muestras de sí. "¿Dónde está ahora tu celo y tu fortaleza, la ternura de tus entrañas y la gran
misericordia tuya?" (Is 63,1 5). Mas se dejó ver por el efecto, que se significa por la palabra
"humanidad", y puede entenderse según signifique la naturaleza humana; como si dijera: se
dejó ver la benignidad y humanidad, cuando Dios, movido de su benignidad, se hizo
hombre (Ph. 2); o según se refiera a la virtud que consiste en acudir exteriormente al
socorro en las menguas ajenas; de donde ser humano es lo mismo que condescender. "Los
bárbaros por su parte nos trataron con mucha humanidad" (Ac 28,1). Tal condescendencia
manifiesta Dios con nuestros defectos, "porque sabe de qué pasta estamos hechos". Y esto
dimana de que es "Salvador", porque "la salvación de los justos viene del Señor" (S. 36).La
razón de por qué nos salvó la pone al decir: "no a causa de las obras de justicia que
hisbiésemos hecho"; excluyese la razón presunta y demuéstrase la verdadera. La presunta
es que si hemos sido salvados ha sido por nuestros méritos; pero ésta la descarta al decir:
"no a causa de las obras, de justicia que hubiésemos hecho"; "se han salvado unos pocos,
que han sido reservados por Dios, según la elección de su gracia" (Rm 11,5); "no por tus
virtudes ni por la rectitud de tu corazón entrarás a poseer sus tierras" (Deut. 9,4); mas la
verdadera razón es la misericordia de Dios; por eso dice: "sino por su misericordia", "que
va de generación en generación" (Lc 1), y "por la cual no hemos sido consumidos del todo"
(Trenos 3,22).El modo de alcanzar la salvación es por el bautismo, de que habla primero;
pone en segundo lugar su efecto y en tercero su causa. Dice pues: "por el lavatorio", esto es,
hemos sido salvados por un baño espiritual: "limpiándola en ei bautismo de agua con la
palabra de vida" (Ep 5,26). "En aquel día habrá una fuente... a fin de lavar las manchas del
pecador y de la mujer inmunda" (Zac. 13,1). Cuanto a su efecto añade: "de regeneración y
renovación"; para lo cual es de saber que el hombre necesitaba de dos cosas en el estado de
perdición, que las consiguió por medio de Jesucristo, a saber, la participación de la divina
naturaleza y la deposición de la vieja, pues estaba separado de Dios. "Vuestras iniquidades
han puesto un muro de separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados le han
hecho volver su rostro de vosotros para no escucharos" (Is 59,2). Ni sólo estaba separado de
Dios sino encallecido en sus pecados (Baruc 3). Mas lo primero lo alcanzamos por Cristo, a
saber, por la participación de la naturaleza divina, "para haceros partícipes de la naturaleza
divina" (2P 1). Pero una nueva naturaleza no se alcanza sino por la generación; mas esta
naturaleza de tal manera se da que permanece también la nuestra y así se le sobreañade;
pues no se destruye el hombre cuando se engendra al hijo de Dios haciéndolo participar de
su naturaleza. "Os es preciso nacer otra vez" (Jn 3,7). Por eso se llama generación. "Por un
puro querer de su voluntad nos ha engendrado para hijos suyos con la palabra de la verdad"
(Sant. 1,18).Por Jesucristo depuso también el hombre la vejez del pecado, renovado en la
integridad de su naturaleza, y esto se llama renovación. (Ep 4). Mas ¿cuál es la causa de
este efecto, que limpia el corazón? Este poder le viene de la Santa e individua Trinidad: "en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28).De donde, luego de
bautizado Cristo, se manifestaron, el Padre en la voz, el Hijo en la carne, el Espíritu Santo
en la figura de paloma. Por eso dice: "y del Espíritu Santo", esto es, la que obra el Espíritu
Santo.Asimismo es regeneración por medio del Espíritu: "envió Dios el Espíritu de su Hijo
en vuestros corazones, que clama: Abba: Padre" (Gá!. 4); "habéis recibido el espíritu de
adopción de hijos, en virtud del cual clamamos con toda confianza: Abba, esto es, ¡oh
Padre mío!" (Rm 8,15). Pero este Espíritu lo da Dios Padre, "que derramó abundantemente
en nosotros", para indicar la gran copia de gracia en el bautismo, por el cual se otorga una
plena remisión de los pecados. "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne" (Joel 2). Y
también por los diferentes dones de las gracias de Dios "que a todos da copiosamente, y no
zahiere a nadie" (Sant. 1,5).Dase asimismo "por Cristo Jesús" (Jn 16), en quien hallamos
dos naturalezas, y en virtud de las dos nos comunica Cristo al Espíritu Santo. Cuanto a la
divina, porque es el Verbo, del cual júnto con el Padre procede el Espíritu como amor. Pero
en nosotros procede de la concepción del corazón, y esta concepción es la palabra. Cuanto a
la humana, porque Cristo recibió toda su plenitud, de suerte que por El se deriva a todos,
"lleno de gracia y de verdad" (Jn 1), "de cuya plenitud hemos participado todos y recibido
una gracia sobre otra gracia". Por tanto, el bautismo y los otros sacramentos no tienen
eficacia sino en virtud de la humanidad y de la pasión de Cristo.Pónese el fin de nuestra
salvación, que es la participación de la vida eterna, cuando dice: "para que justificados por
la gracia de Este mismo, vengamos a ser herederos de la vida eterna". Y lo mismo es decir
justificados que regenerados. Hay dos términos en la justificación del impío: a quo, "de
qué", que es la remisión de la culpa -y ésta es la renovación- y ad querré "a qué cosa", que
es la infusión de la gracia, y esto pertenece a la regeneración.Dice pues: para esto
precisamente se hizo el Verbo carne, para ser justificados, esto es, renovados por la gracia,
porque no se hace la justificación sin la gracia. Mas ¿por ventura no pudiera Dios perdonar
ia culpa sin la infusión de la gracia? Parece que sí, porque desde el principio podía haber
determinado que el hombre viviese sin gracia y culpa. Respondo: si se trata de un hombre,
que nunca ofendió a Dios, bien puede pasársela sin gracia y culpa; mas si es el caso del que
ha pecado, no puede existir sin ser el blanco del amor o del odio; y si de Dios es amado,
conviene que él ame a Dios; y si ama, es necesario que para amar tenga gracia, pues sin la
gracia no ama; lo mismo que para ser herederos "de una herencia incorruptible, y que no
puede contaminarse, y que es inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1P 1,4).
Esto quiere decir: "de la vida eterna" (S. 15). Mas, ¿cómo serán herederos? "conforme a la
esperanza que de ella tenemos", porque no es la esperanza de esta vida (Rm 5).-"Doctrina
es ésta ciertísima". Prueba lo dicho de nuestra salvación y esperanza; como si dijera: lo que
digo es verdad (Ap 22,6).Por último, al decir: "y deseo que arraigues bien enella", le ordena
tomarla como materia de su predicación, y primero pone el precepto, luego indica el por
qué. Dice pues: "y sobre estas cosas", es a saber, que se refieren a los beneficios de Dios, a
la reprensión de los pecadores, a las enseñanzas sobre la fe y las costumbres, "quiero que
arraigues" a otros (Jb 4; Hechos 15). Y la razón es "a fin de que procuren aventajarse en
practicar buenas obras", que puede entenderse de los prelados; como si dijera: quiero que
arraigues a ios viadores o caminantes, esto es, a los prelados, a fin de que procuren
aventajarse en practicar buenas obras a los que creen en Dios, es a saber, a los fieles, "para
que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios" 1 Pedro 2; Mateo 5). Estas cosas que
llevamos dichas "'son las loables o buenas" porque proceden de la bondad de Dios (Mateo
12) "y provechosas a los hombres" (Is 48).