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El hombre y los fenómenos propios de su naturaleza social, tales como el derecho, la moral,
et, también se encontraron sujetos al esquema racional anteriormente descrito. El derecho
natural, era producto del discernimiento lógico deductivo y axiomático en forma de silogismo
que parte de principios inmutables y llega a unas conclusiones. El resultado era el
conocimiento de una naturaleza humana óptima, desde un punto de vista moral, y que poco
tenía que ver con la naturaleza humana real; por lo mismo, más que un conocimiento de la
naturaleza humana, era un juego artificioso de formas silogísticas, sobre proposiciones de
ética cristianas.
Ciertamente, el concepto del derecho natural lo heredo la filosofía cristiana de los estoicos
y de los juristas romanos, resultando en su estructura similar a estos, pero en su contenido
fue organizado conforme las doctrinas y dogmas de la iglesia católica. Esta tendencia
considero que las normas del derecho natural eran vinculantes y de superior jerarquía a las
normas de derecho positivo, obligatorias tanto para las autoridades eclesiásticas como para
los gobernantes laicos.
Para Agustín de Hipona, existen dos ciudades: una que nace por amor a dios y otra que
nace como producto del pecado original; la primera es la ciudad de dios y la segunda
es la ciudad de los hombres. En la ciudad de dios que no tiene una existencia terrenal,
gobierna una ley divina; mientras que en la ciudad de los hombres que si posee una
existencia material gobierna una ley hecha por los hombres que tan solo es una mala
imitación de la ley divina. La razón infiere de la razón suprema una ley suprema, he aquí
la esencia del racionalismo jurídico.
La ley que la divinidad ha establecido para dirigir todos los actos y movimientos de los
seres creados se ha denominado ley eterna. Esta ley eterna es susceptible de
conocerse por el hombre mediante la razón, por una especie de reflejo divino.
La actividad del hombre, se rige por leyes que aunque eternas, requieren de su voluntad
libre. el hombre, tiene un fin propio que el creador le asignado dentro del plan del
universo, mismo que para cumplirse requiere la voluntad del sujeto; de tal manera, que
la libre voluntad del individuo, tendiente a su fin específico , expresa o materializa leyes
propias de su naturaleza a las que se denominan naturales. Cuando las leyes naturales
se racionalizan normativamente para regir las conductas de los miembros de un grupo
social, adquieren de leyes humanas.
Es claro que dentro el sistema tomista la única característica trascendental del hombre,
es la razón, pues ella es la prueba de que el hombre participa de la naturaleza divina,
por lo mismo, el estudio de la naturaleza humana se centra exclusivamente en la razón.
Nuevamente encontramos que la razón se deja sentir en su supuesta significación
autónoma, como el principio y el fin de la naturaleza humana, en cuya más perfecta
expresión le es completamente independiente.