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ISSN 0718-8382
Especial
El arte de Dionisios
CENALTES EDICIONES
2014
El arte de Dionisos.
Comentarios a partir de «El nacimiento de la tragedia en el
espíritu de la música»
HYBRIS.
REVISTA DE FILOSOFÍA.
VOL. 5 - Número Especial.
Julio 2014
ISSN: 0718-8382
http://revistas.cenaltes.cl/index.php/hybris
Comité Editorial
Lic. Jorge Acevedo Guerra, U. de Chile, Chile
Dr. (c) Víctor Berríos Guajardo, U. Metropolitana de Ciencias de la Educación, Chile.
Dr. Germán Cano Cuenca, U. Alcalá de Henares, España.
Dr. Francisco Casa Restrepo, U. de la Sabana, Colombia
Dr. Rodrigo Castro Orellana, U. Complutense de Madrid, España.
Dra. Íris Fátima Da Silva, Universidade Federal do Rio Grande do Norte, Brasil
Mag. Antonio Freire Hermosilla, U. Católica Silva Henríquez, Chile.
Dr. (c) Esteban Ordiano Hernández, U. Nacional Autónoma de México, México
Dr. (c) Nelson Rodríguez Arratia, U. Católica Silva Henríquez, Chile.
CENALTES Ediciones
www.cenaltes.cl
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Índice
Presentación. 5-6
Introducción: El arte de Dionisios. 7-10
RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Mariano.
Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo.
Laughing at hell. Commentary from The Dionysian worldview. 13-28
MONTES CALLABED, Raquel.
Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la
ponencia de Mariano Rodríguez.
Melancholy and humour: a solution to “the philosophy of the 29-35
subject”? Reply to Mariano Rodriguez paper.
RAMPÉREZ ALCOLEA, Fernando.
El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3
y 4 de El nacimiento de la tragedia.
The veil, the appearance and something too big. Commentary on the 37-56
paragraphs 3 and 4 from The birth of tragedy.
CORRALES GUTIÉRREZ, Marco Antonio.
La tragedia de la política y la política de la tragedia: una reflexión sobre la
sabiduría trágica en nuestro presente. Réplica a la ponencia de Fernando
Rampérez.
The tragedy of politics and the politics of tragedy: a current reflection 57-61
on tragic wisdom. Reply to Fernando Rampérez paper.
QUEJIDO ALONSO, Oscar.
El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del
origen del coro trágico. Comentario a los parágrafos 7 y 8 de El nacimiento de
la tragedia.
Art as tragic overcoming. An approach to the philosophical problem 63-80
of the origin of the tragic choir. Commentary on the paragraphs 7 and
8 of The birth of tragedy
ANTORANZ LÓPEZ, Sergio.
La tragedia, amor libre de imperios. Réplica a la ponencia de Oscar Quejido
Alonso.
Tragedy, a kind of love free from empires. Reply to Oscar Quejido 81-85
paper.
MORA MÍNGUEZ, Teodoro Manuel.
Nietzsche, Eurípides, Diógenes, el “imposible diálogo” en la inversión de los
valores desde la desmitificación griega a la secularización moderna. Comenta-
rio a los parágrafos 12 y 13 de El nacimiento de la tragedia.
Nietzsche, Euripides, Diogenes: the “impossible dialogue” about the 87-99
inversion of values from the Greek demythologization to the modern
secularization. Commentary on the paragraphs 12 and 13 of The birth
of tragedy
TORIJA RODRÍGUEZ, José Javier.
Lo wagneriano no disuelto en Nietzsche. Réplica a la ponencia de Teodoro
Mora Mínguez.
The wagnerian element that is not mix in Nietzsche. Reply to Teodoro 101-106
Mora paper.
3
SANTOS GUERRERO, Julián.
La fascinación del círculo. Comentario a los parágrafos 13, 14 y 15 de El
nacimiento de la tragedia.
The fascination for the circle. Commentary on the paragraphs 13, 14 107-124
and 15 of The birth of tragedy
SANCHO VICH, Carlos.
Sócrates en los lindes de la finitud. Réplica a la ponencia de Julián Santos
Guerrero.
Socrates in the boundaries of finitude. Reply to Julián Santos paper. 125-128
SILVA-PROLL DOZO, Tamara Roberta.
¿Cómo se hace oír el cuerpo en la «razón»? Comentario a los parágrafos 16,
17 y 18 de El nacimiento de la tragedia
How does the body make itself heard through «reason»? Commen- 129-144
tary on the paragraphs 16, 17 and 18 of The birth of tragedy
ROMERO ROMERAL, Pablo.
El pesimismo de la fuerza y el análisis de la tragedia. Réplica a la ponencia de
Tamara Silva-Proll Dozo.
The force´s pessimism and the tragedy´s analysis. Reply to Tamara 145-149
Silva-Proll paper.
MASSÓ CASTILLA, Jordi.
Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos. Comentario a
los parágrafos 22 y 23 de El nacimiento de la tragedia.
Telling lies, or how to create a history of myths. Commentary on the 151-162
paragraphs 22 and 23 of The birth of tragedy
AGÜERO IGLESIA, Carlos.
Nietzsche y “el fin de la historia”. Réplica a la ponencia de Jordi Massó
Castilla.
Nietzsche and “the end of History”. Reply to Jordi Massó paper. 163-170
ROMERO CUEVAS, José Manuel.
El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna. Comentario a los
parágrafos 24 y 25 de El nacimiento de la tragedia.
The young Nietzsche and the failure of modern culture. Commentary 171-188
on the paragraphs 24 and 25 of The birth of tragedy
CORTINA URDAMPILLETA, Álvaro.
En torno a la noción de “justificación del mundo”. Réplica a la ponencia de
José Manuel Romero Cuevas.
About the concept of “justification of the world”. Reply to José 189-193
Manuel Romero paper.
BERRÍOS GUAJARDO, Víctor.
Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”.
Prologue and philosophy. Commentary on “An Attempt at Self- 195-212
Criticism”
RAMAS SAN MIGUEL, Clara.
El yo y el libro. Réplica a la ponencia de Víctor Berríos Guajardo
The self and the book. Reply to Víctor Berríos paper. 213-218
4
Presentación.
Hace ya un poco más de 5 años nació Hybris. Al fundarla quisimos que fuese
un espacio de circulación de ideas y de compartir procesos de investigación
en desarrollo. Por eso precisamente hemos concebido a Hybris como una
revista de “pares” más que de “especialistas”, es decir, donde lectores y
autores son investigadores que pueden generar intercambios, más allá de
las lógicas verticales de tal o cual feudo académico o de la cultura del
nuevo managment científico. Por eso nuestra revista ha estado abierta
permanentemente a las investigaciones individuales y grupales, llevadas a
cabo en centros académicos y también a través de la autogestión investiga-
tiva y colaborativa, de la cual esta revista es también una expresión.
5
revista. Sino que hemos acogido la propuesta del número como un
conjunto. Abrimos también la invitación a otros grupos de investigación que
estén interesados en colaboraciones futuras para números temáticos,
especialmente sobre investigaciones que estén en curso.
6
Introducción: El arte de Dionisos.
Comentarios a partir de «El nacimiento de la tragedia en el
espíritu de la música».
***
7
música, tragedia, literatura…, serán en este sentido abordados minuciosa-
mente, pero siempre –y esta es la peculiaridad del enfoque nietzscheano–
poniendo el acento en su carácter “dionisiaco”.
8
un Diógenes cínico, confrontarán sus posiciones con el fin de encontrar
algunas claves que nos ayuden a recomponer el desarrollo de la cultura en
Occidente. En su comentario de los parágrafos 13, 14 y 15, Julián Santos,
bajo el título “La fascinación del círculo”, retoma cierto planteamiento
expresado por P. Klossowski en su famoso ensayo, Nietzsche y el círculo
vicioso2, para mostrarnos la recurrencia de ciertas estructuras circulares en
los planteamientos nietzscheanos, que revierten en su caracterización del
conocimiento trágico. La relación entre el cuerpo y la razón es el tema
elegido por Tamara Silva-Proll en su artículo, “¿Cómo se deja oír el cuerpo
en la razón?”, que comprende la lectura de los aforismos 16, 17 y 18. Tres
son los ejes desde los que se despliega su análisis a partir de los impulsos o
instintos [Triebe]: cuerpo y arte, cuerpo y sabiduría trágica, y cuerpo y
racionalidad.
Por su parte, la sesión dirigida por Jordi Massó, titulada “Vamos a contar
mentiras. O cómo hacer una historia de Mitos”, se centró en las diferencias,
que en el intervalo de unos pocos años, entre 1872 y 1874 –año de la
publicación de Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida3–,
llevarían a Nietzsche a sostener una concepción de la historia que dejaría
fuera su “apuesta por un «renacimiento del mito alemán»”, con lo que el
elemento ficcionador, fundamental para la dinámica histórica, quedaría, al
menos en apariencia, eliminado. La última de las sesiones, y por tanto, de
los artículos que directamente se ocuparon de El nacimiento de la tragedia,
estuvo a cargo de José Manuel Romero. “El joven Nietzsche y la quiebra de
la cultura moderna” analiza el modo en que “metafísica, estética y
concepción de la cultura y de la sociedad” se articulan en el proyecto
nietzscheano constituyendo una dialéctica de la Ilustración.
Esta primera publicación conjunta del SNC es resultado, por tanto, del
trabajo de investigación del grupo de investigadores que lo componen.
Nuestro agradecimiento a todos ellos y todos los que han hecho posible
esta publicación.
2
KLOSSOWSKI, P., Nietzsche y el círculo vicioso. Madrid: Arena libros, 2004.
3
NIETZSCHE, F., Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Edición de Germán
Cano. Madrid: Biblioteca Nueva, 1999.
9
ARTÍCULOS
articles
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 13-28
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10821
Resumen: Este trabajo considera con toda seriedad Abstract: This paper considers in earnest the
la posibilidad de que el verdadero espíritu trágico possibility that the true Nietzschean tragic spirit
que el nietzscheano reivindica consista en el consists of humor, and not at all in the religious
humorismo, y no en la conformidad religiosa con el conformity with logos or destiny, as in Heraclitus or
logos o con el destino, de un Heráclito o un Sophocles. In an attempt to show and fix this point,
Sófocles. Para ello nos vamos a centrar en un we will focus on a brilliant text by the young
brillante texto del joven Nietzsche, pero además nos Nietzsche, but in addition we will profit from some
ayudaremos de alguna referencia a Schopenhauer, references to Schopenhauer, Dickens, Freud and
Dickens, Freud y Wittgenstein. Wittgenstein.
Palabras clave: humorismo; tragedia; Dionisos; Keywords: Humor; Tragedy; Dionysius; play.
juego.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 24 de septiembre de 2012.
∗∗
Español. Profesor titular de Teoría de la Mente y Teoría del Conocimiento en el
Departamento de Teoría del Conocimiento, Estética e Hª del Pensamiento de la Facultad de
Filosofía, del que es actualmente Director. Director del Seminario para la Investigación y
Difusión del Pensamiento Nietzscheano -SNC. Aparte de investigaciones en revistas
especializadas, y de la edición en español de "Razones y Personas", de Parfit, ha publicado
sobre autores como Nietzsche, Freud, Wittgenstein, y sobre temas como la identidad
personal y la filosofía de las emociones. Entre sus últimas publicaciones se encuentran
Nietzsche como última palabra. Estudios de filosofía de la mente (Editorial Académica
Española, 2012) y La teoría nietzscheana del conocimiento (Eutelequia, 2010).
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
Filósofo
Seriedad.
**
Y toda gran seriedad —¿no es ya ella misma una
enfermedad? ¿Y un primer afeamiento?
El sentido para lo feo se despierta al mismo
tiempo en donde se despierta la seriedad;
cuando se toman en serio las cosas, se las está
deformando…
Que se tome en serio a la mujer: ¡qué fea se
vuelve enseguida la mujer más hermosa!...
**
Es difícil permanecer serios aquí. En medio de
estos problemas no se nos pone la cara
fúnebre…La virtud, en particular, tiene en el
cuerpo gestos que se tendría que ser dispéptico
para, no obstante, mantener a salvo la dignidad.
**
(…) Reír—es, aproximadamente, si no la
respuesta más inteligente a semejantes
preguntas, al menos la más sabia… » (NF, 1888,
15 [18])
1.- Wittgenstein.
Tres años después de acabada la Segunda Guerra Mundial, Wittgenstein iba a
tener el acierto de partir del hecho recordado, pero evidente, de que en la
Alemania nazi había sido extirpado todo rastro de humorismo de la vida pública y
privada, para llegar a la conclusión de que con el humorismo no se trataría en
absoluto de una actitud o una disposición anímica, ni mucho menos de un estado
de ánimo, sino de algo mucho más serio porque iría más allá de la mera psicología
individual o colectiva: el humorismo sería una genuina visión del mundo, toda una
Weltanschauung. Durante los años en que los nazis habían estado en el poder, los
alemanes, es de suponer, habrían seguido poniéndose a veces de buen humor con
las cosas de la vida1. Pero del humorismo como tal no quedó ni la sombra. Lo cual
nos desvela también lo terrible del Nazismo, capaz de destruir de raíz algo de lo
más importante y profundo del ser humano, la visión humorística del mundo.
Eso es lo que vamos a explorar en este trabajo, por qué sería sublime el
humorismo. Y lo vamos a hacer, sobre todo, a través de la lectura de un brillante
escrito juvenil de Nietzsche2, redactado en Junio de 1870, dentro del círculo de
preocupaciones vitales y teóricas que iban a desembocar, a lo largo de todo el
1
Vermischte Bemerkungen/Culture and Value, p. 78.
2
La vision dionisíaca del mundo (Die dionysische Weltanschauung).
14
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
Por supuesto que esta cuestión del humorismo también será de interés para la
comprensión de algunas dimensiones importantes del pensamiento nietzscheano
en su conjunto. No por casualidad una de las observaciones críticas que desde el
punto de vista del buen gusto se le va a hacer al Cristianismo, en el Zaratustra, es
que, en todo lo relacionado con Cristo y sus imitadores, resultaría absolutamente
impensable la risa. Tal vez porque sólo la risa mata, como también leemos en esa
obra. Es decir, sólo riéndonos nos iríamos por encima de lo humano acabando con
lo humano. Cuando el pastor en cuya laringe mantenía el mordisco la negra
culebra se deshizo de la náusea que estaba a punto de acabar con su vida, y se
deshizo de ella del único modo posible, o sea, mordiéndole la cabeza al animal con
un mordisco más poderoso que el suyo, para escupirla lejos de sí—, en ese
momento se levantó el hombre verdaderamente transfigurado, riéndose a
mandíbula batiente con un reír con el que ningún humano jamás se había reído
hasta ese momento3. Lo sobrehumano de la risa con la que nos deshacemos de
todo lo ya muerto en nosotros.
15
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
Porque este ensayo nietzscheano era sin duda demasiado personal: había sido
escrito, si lo decimos en los propios términos del pensador, “para mí”. En realidad,
iba a ser sólo el comienzo de algo grande, igual que las anteriores conferencias
sobre el drama musical griego y sobre Sócrates y la tragedia. Y Nietzsche parecía
ser consciente de ello. Un germen no obstante maravilloso que habrá de madurar
con el paso del tiempo, hasta permitirle al filósofo llegar a decir perfectamente lo
que tiene que decir, como le comunica a Carl von Gersdorff en una carta del 7 de
Noviembre del mismo año. Se trataba con este escrito de contemplar la Antigua
Grecia desde más cerca, aprovechándose para conseguirlo de la perspectiva que
nos proporciona «nuestro filósofo» Schopenhauer. También le iba a escribir ese
mismo mes al mismísimo Wagner para agradecerle el envío de su manuscrito
sobre la música de Beethoven, y para decirle de paso que con este ensayo suyo
sobre la cosmovisión dionisíaca de los antiguos griegos ya había llegado él mismo
a la conclusión de que resulta necesario exponerle al público culto estas
cuestiones, la de los poetas trágicos, la del significado de Beethoven, lo más
claramente posible, pues se trata en ellas de vivencias asombrosas, excepcionales,
entusiásticas. Y a Erwin Rohde le escribe también, algo más de dos semanas
después, en relación con su ensayo, que lo ha escrito “para sí”, intentando
conquistar con la reflexión y el estudio una cierta tranquilidad en la «tormenta
destructora», la tormenta de la guerra, de la enfermedad5.
3.- Schopenhauer.
Al ojo tan penetrante de Schopenhauer, pero tan cargado de metafísica, no se le
había hurtado que la risa consiste en el fenómeno de la percepción de la
incongruencia o del conflicto entre lo pensado y lo intuido. O así la podríamos
hacer pensable, por lo menos. El origen de lo irrisorio, risible o ridículo, se hallaría
en la subsunción, paradójica e inesperada, de un objeto bajo un concepto. Nos
esperamos lo racional, pero al cabo brota lo no previsto, que va en contra de la
lógica. De manera que la risa es un magnífico ejemplo de la manifestación de la
impotencia de la razón frente el reto de lo real, lo real en toda su infinitud
inagotable. Sentimos un placer convulsivo al reírnos, y es que nos da gusto
percatarnos de que lo real siempre “llevará razón”, frente a la razón y todas sus
demostraciones, siquiera sea por liberarnos así por un momento de esa tirana
4
Cfr. Janz, C.P., pág. 100 y ss.
5
Las tres cartas llevan los números respectivos 107, 108 y 110 (1870).
16
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
6
Cfr. El mundo como voluntad y representación, Vol. II. Complementos al Libro I, Segunda Parte,
Capítulo 8: “A propósito de la teoría sobre lo irrisorio”, 99-100, pág. 96.
7
Cfr. Rosset, C. (2005).
17
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
seis meses, intentando suavizar un poco, con ese dato, la realidad que todos
pueden ver. Y Hamlet entonces exclama, “¿ya seis meses?, ¡corro a ponerme
trajes de vivos colores!”). Ocultar lo serio en la broma es lo que acostumbra a
hacer el humorista.
8
Cfr. Dickens, Ch. (1986), pág. 216 y ss.
18
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
4.- Nietzsche9.
Así que habría un vínculo muy estrecho entre el tremendo sufrimiento de la vida
humana, y animal, y el absurdo de la existencia, porque si ese sufrimiento llega a
hacerse insoportable sería sobre todo por su índole absurda, o carente de
cualquier sentido de conjunto. Pues bien, al éxtasis dionisíaco, provocado por la
embriaguez primaveral o por el vino—desde luego que hay quienes sospechan, en
mi opinión muy discutiblemente, otras sustancias—, Nietzsche lo viene a
caracterizar esencialmente, por lo menos en Sobre la visión dionisíaca del mundo,
como «éxtasis que ve el infierno». Dionisos es el dios que simboliza la vida
indestructible10. Pero al decirlo así estaríamos afirmando, inmediatamente, que
está incluida en la vida la muerte, porque se trata de la indestructibilidad de
aquello que puede brotar de sí, continuamente, sólo a costa de la desaparición de
los diferentes individuos espacio-temporales que lo encarnan. «Pero Hades y
Dionisos son el mismo dios», había sentenciado Heráclito, como si dijéramos
dando el asunto definitivamente por zanjado11. Por eso Dionisos sería el dios de la
verdad originaria, o de lo real. Lo Real que, para un schopenhaueriano de
catecismo, vendría a entregársenos en la revelación del infierno del mundo. La
desmesura se reveló como verdad cuando el empuje oriental de Dionisos vino a
impactar salvajemente contra la red de la bella apariencia olímpica, con tanto
esmero tejida. Es la sabiduría de Sileno la que le hace ver al individuo mortal lo
mísero de su condición, miseria consistente a fin de cuentas en haber salido del
magma primordial. ¡Ojalá vuelva pronto al apeiron! Pero ya sabemos cómo les iba
a salvar, en este trance, «la sonrisa de Helena» a los griegos, tras haber sido
empujados al nihilismo de la voluntad, o al suicidio, por esa sabiduría radical. La
sonrisa de Helena es la medicina de Apolo, o sea, toda la seducción de la bella
apariencia que nos hace seguir deseando la vida.
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RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
Es en este punto donde sitúa Nietzsche el máximo peligro para estos griegos de la
tragedia, o sea, para la humanidad en su conjunto, el peligro de negar el mundo,
dejar de querer, suicidarse. Pero he aquí que de nuevo acudirá Apolo a nosotros,
para salvarnos, y esa medicina salvadora apolínea consistirá en lo sublime, como
doma artística o sujeción de lo horrible de la existencia, y en lo que da risa, lo
irrisorio o “ridículo”, como descarga artística de la náusea que provoca constatar
lo absurdo de la vida humana. Ya lo iba a decir Lacan, que son psicoanalistas los
que han descubierto lo absolutamente disparatado de la vida humana. Pero, una
vez más, lo verdaderamente espantoso de la vida de todos los días no sería sino su
carácter sin sentido. Y he aquí que Nietzsche viene a reconocer que lo sublime y
lo risible se hallarían entreverados13 (“mit einander verflochtenen”) en la obra de
arte suprema que, por eso mismo, es la tragedia griega. Pero es que, si reparamos
en lo que nos había dicho al respecto Schopenhauer, sabremos que el producto de
la cópula habida entre lo sublime y lo risible no sería otra cosa que el humorismo.
Así que, de lo que leemos en este ensayo primerizo, se podrá inferir osadamente
13
Traduce A. Sánchez Pascual.
20
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
que nuestro filósofo está refiriendo el sentido del humor, y además de forma
directa, a lo esencialmente trágico de la tragedia.
Ahora bien, según esto, tanto en las obras de Esquilo como en las de Sófocles
tendríamos que poder reconocer al humorista. ¿No es esto descabellado? ¿No
estaría lo risible bien acotado en la comedia, cuyo dios también sería Dionisos, al
fin y al cabo? En cualquier caso, conviene observar que de lo que de verdad se
trata, en esta parte del ensayo nietzscheano, es del teatro y del actor. Y sucede
que el actor juega. Es decir, aquí se oculta una verdad fundamental (spielen es
jugar en alemán, pero asimismo representar papeles y personajes), cuyo origen
filosófico lo tenemos en el padre Heráclito: la verdad de que el juego supone una
categoría superior a la de lucha. La lucha, la agonía, que todos entendemos como
consustancial a la tragedia, sólo podrá superarse en tanto lucha representada. Es
decir, en una visión lúdica del mundo que se haga capaz de representar
teatralmente la lucha, como en Heráclito el pólemos está subordinado al juego14.
Pero representar teatralmente la lucha de la vida es lo mismo que jugar con ella,
o reírse de ella sublimemente. El humorismo: aceptar lo real pero a cambio de
permitirte a ti mismo jugar con lo real, esto es, sin dejarle que te humille.
Sería de verdad actor, o sea, poeta, cantante y danzante instintivo, escribe aquí
Nietzsche, el que sabe jugar con la embriaguez, y así se descarga de ella de la
mejor manera posible, sin estrellarse cuando la embriaguez nos abandona, sin que
peligre su vida. Y por supuesto, así nos descarga también a nosotros, su público,
sin que peligre la nuestra. El actor representa al hombre dionisíaco pero no es el
hombre dionisíaco. Es decir, no está instalado en la verdad. Pero tampoco en la
bella apariencia de Apolo, sino en un terreno intermedio que sería el del símbolo, o
signo de la verdad. Entre la belleza y la verdad se extendería el ámbito de lo
verosímil, que no encubre la verdad con la belleza pero tampoco se limita a
exponer la verdad crudamente. Y ese ámbito es el ámbito de la tragedia, de la
oscilación constante entre lo sublime y lo risible, es decir, del humorismo.
14
«El mundo es el juego de Zeus o, expresado físicamente, es el juego del fuego consigo mismo,
sólo en este sentido lo uno es al mismo tiempo lo múltiple», La filosofía en la época trágica de
los griegos, 6, pág. 588 del Volumen I de las Obras Completas, Escritos de Juventud.
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RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
a Edipo y a Antígona les ocurra todo lo que les ocurre sin merecerlo en absoluto,
no despertaría en nosotros rebelión, sino todo lo contrario, conformidad con un
poder superior que se nos escapa. Es decir, nos hace elevarnos a la piedad, el
modo de tratar adecuadamente con lo que no está a nuestra altura15 sino, en este
caso, totalmente por encima de nosotros. La vivencia sublime en Sófocles sería
esta aceptación de lo incomprensible, en la confianza de que hay en todo lo que
ocurre, por espantoso o absurdo que sea, un sentido que es propiamente divino,
por encima de lo humano.
15
Es el concepto de piedad propio de María Zambrano, en El hombre y lo divino.
16
NF, final de 1886-Primavera de 1887, 7[4]: «Desde Platón la filosofía está bajo el dominio de la
moral: incluso en sus predecesores las interpretaciones morales desempeñan un papel decisivo
(en Anaximandro el perecer de todas las cosas como castigo por su emancipación del puro ser,
en Heráclito la regularidad de los fenómenos como testimonio del carácter ético-jurídico de todo
el devenir)», pág. 192. Heráclito también sería en el fondo enemigo de Dionisos.
17
DK 25; Colli A 78, copio la traducción de Colli, para el que el destino es “destino de muerte”.
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RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
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Cuando advertimos, con esto, que donde no cabe la concepción humorística del
mundo es precisamente en la religión, en toda religión real o imaginable, lo que
estamos notando es que el humorismo nos sacaría de la tan arraigada creencia de
que hay fenómenos morales, en vez de una interpretación moral de los
fenómenos. O sea, lo genuinamente trágico es el humorismo, y no Sófocles, ni
Heráclito. Casi seguro, tampoco el joven Nietzsche. Ante lo absurdo de la vida la
única arma que tenemos, de naturaleza no religiosa, sería el humorismo.
Simplemente reírnos. Cuando se nos echa encima incontenible el sinsentido
universal, la única cosa que podemos hacer que signifique que no estamos
dispuestos a ser humillados por el sinsentido universal es reírnos. Por eso la risa
puede caer tan mal a los administradores del absurdo, los creyentes de todos los
credos.
5.- Freud.
Ponte en el lugar de ese criminal al que un lunes a primera hora de la mañana
conducen al patíbulo, una comitiva entre solemne y obscena, como suele suceder
en esos inenarrables trances. Imagínate, por si fuera poco, que ya se ve el
tenderete del patíbulo, que ya divisas la horca preparada, y que te detienes un
momento, mentalmente, a considerar tu desesperada situación, y que, en seguida,
aciertas a murmurar, pero de manera que toda tu siniestra escolta se entere:
“¡Pues sí que empieza bien la semana!” Es el ejemplo más grosero de humorismo
que se pueda dar, reconoce Freud19, el más exagerado y por tanto disparatado,
pero tal vez por eso mismo a él le va a permitir amplificar los rasgos del
«acontecer humorístico». Ahora bien, ¿qué se quiere decir, propiamente, con un
comentario semejante, tan descabellado?
18
Heráclito, DK 43, Colli A 75.
19
Der Humor (1928), págs. 383-389.
23
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
Tal vez lo que la muy improbable frase pretenda manifestar no sea sino la sabia y
realista reflexión, ideal para el tipo del filósofo, de que me van a quitar de en
medio definitivamente, de que me van a matar hoy y ahora, en definitiva, pero
que la cosa no sería en absoluto tan grave, puesto que yo, a fin de cuentas, sólo
soy un pobre diablo, y mi desaparición de la faz de la Tierra no impedirá que
todas las cosas sigan marchando como habían marchado antes de que yo naciera.
Es de sabios estoicos reconocer nuestra insignificancia como particularidades
individuales, y romper una lanza por la entrega a la totalidad y a su necesidad
inexorable. Sería asimismo la genuina resignación filosófica manos a la obra, esa
que sabe perfectamente que en el fondo no pasará nada irremediable con mi
extinción, es más, no pasará nada en absoluto. El que yo sea en realidad un
asesino o no lo sea, tampoco tendría tanta importancia en relación con lo que se
va a ventilar en un momento, al fin y al cabo, puesto que ¿no estamos todos los
humanos como vivientes, desde que nacemos, condenados a muerte? Y nunca
pasa nada por eso, es más, si la vida sigue es con esa condición del continuo
fenecer de los individuos.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que el humorista no se dedica a contar
chistes, su figura no la confundiremos con la del simple gracioso. En el humorismo
habría algo de elevado y grandioso, realmente sublime, ya hemos ido viendo, que
buscaríamos en vano en el chistoso. Tampoco hay agresividad propiamente dicha
en el humorista, es decir, no vamos a encontrar en sus bromas simplemente
ataques enmascarados contra alguien o algunos. No habría venganza ninguna en
el humorismo. Es más, reírnos nos libera del espíritu de la venganza. ¿Qué ocurre
entonces cuando el que va a ser en seguida ahorcado comenta que “¡pues sí que
24
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
empieza bien la semana!”? Que se está viendo a sí mismo como desde una
posición más elevada, como habiéndose desdoblado. Se está viendo a sí mismo
igual que si viera a un niño, con sus problemas y sus preocupaciones de niño. Y
los está contemplando, además, desde un punto de vista en el que se sabe que
todas esas preocupaciones y todos esos problemas no son más que niñerías.
Hasta que lo maten a uno sería una niñería. ¿Veis ese mundo tan espantoso que
os da tanto miedo y que parece tan peligroso? Pues no se trata más que de
juegos de niños que nunca hay que tomarse demasiado en serio.
20
DK52, Colli A18: «La vida es un niño que se divierte moviendo las fichas por el tablero; es el reino
del niño».
25
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
21
¡Solo loco! ¡Solo poeta!, escrito en 1884 y aparecido por vez primera en la IV parte del
Zaratustra.
22
Que, por cierto, equivaldría, para María Zambrano, a la destrucción de la filosofía.
26
RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
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RODRÍGUEZ, Mariano. «Reírse del infierno. Comentario a La concepción dionisíaca del mundo». HYBRIS.
Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 13-28
15. JANZ, Curt Paul, Friedrich Nietzsche. 2. Los diez años de Basilea 1869/1879.
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28
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10822
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado Abstract: Reply to the above article entitled
“Reírse del infierno” y publicado en este mismo "Laughing from hell", published in this Issue.
número.
Palabras clave: humorismo; tragedia; Dionisos; Keywords: Humor; Tragedy; Dionysius; play.
juego.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 24 de septiembre de 2012.
∗∗
Española. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Barcelona, ha obtenido la suficiencia
investigadora en la Universidad Complutense, y actualmente se encuentra realizando una
tesis doctoral titulada “Aspectos nietzscheanos de la concepción freudiana de lo subjetivo.
Hacia una filosofía de lo no idéntico”.
MONTES, Raquel. «Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la ponencia de
Mariano Rodríguez». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
-1-
Suscribiendo las teorías filosóficas que a día de hoy siguen defendiendo las formas
de vida inherentes a esta concepción de los vínculos entre realidad, acción,
comprensión y palabra, en el texto de Mariano Rodríguez encuentro el
señalamiento de un gesto. Una actitud que, al darle nombre y argumento,
podemos incorporar a nuestro quehacer más cotidiano: ¿la risa? Sin
posicionamiento previo y sin adscripción alguna a escuelas, lemas o terminologías,
sin saber en un primer momento de qué reírnos ni por qué, reír puede ser un
modo de introducir en nuestro discurso filosófico un encadenamiento de
preguntas que, procediendo de la modernidad, está por ver hasta qué punto han
sido respondidas o siquiera comprendidas. Comprender una pregunta es ya
empezar a responderla en cierto modo pero, a menudo, ni siquiera eso logramos.
Pese a esta torpeza, la situación que estamos viviendo precisa de alternativas
para la no resignación y Reírse del infierno apunta hacia una alternativa con la
que defender el sentido que aquí podría estarse reclamando, abordando las
funciones que el humorismo y la tragedia podrían desempeñar a la hora de asumir
un gesto semejante ante la vida y la filosofía. A eso nos llaman propuestas como
la nietzscheana y en definitiva, la vida, siempre y cuando poseamos el valor de
afirmarla, en su verdad y en su riesgo. En eso que nos responsabiliza, no sólo de la
valoración, sino también de la creatividad que habría que ser capaz de defender
para que hablar de “valores” y actuar en consecuencia pueda seguir teniendo
algún “valor” en nuestros días. Dada la característica polisémica del término, aquí
es oportuna la redundancia: hay que tener valor para el valor. Nos colocamos ante
un abismo, en un abismo que, si bien nos condiciona, está por ver hasta qué
punto es lícito permitir que nos paralice y que destruya con eso el núcleo de
aquello en lo que para algunos surgió lo propio del ejercicio filosófico, del derecho
a la filosofía: la libido, el deseo, la voluntad. Se trata de algo que en términos
30
MONTES, Raquel. «Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la ponencia de
Mariano Rodríguez». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
freudianos y del Freud que en estos momentos están trabajando filósofos como A.
Honneth1, podría seguir dándonos ese “instinto”, ese empuje, esa pulsión (Trieb)
que es necesaria para seguir investigando y para abrir el diálogo y la
comunicación.
1
HONNETH, Axel: Patologías de la razón. Madrid: Trotta, 2007.
2
HABERMAS, Jürgen: El discurso filosófico de la modernidad. Madrid: Taurus 1989. Aludiendo al
posicionamiento que se realiza en este texto, nos estamos refiriendo también a la crítica llevada
a cabo años antes por Habermas en La crítica nihilista del conocimiento en Nietzsche.
Refiriéndose a esta línea crítica, Mariano Rodríguez propuso en 2008 una vía de reflexión sobre
la crítica a Nietzsche que aquí se plantea: M. RODRÍGUEZ, El Cuerpo que somos: una
aproximación a la filosofía nietzscheana de la mente. Servicio de Intercambio Científico de la
Universidad de Santiago de Compostela: Ágora. Papeles de Filosofía, Separata.
3
Encontramos un exhaustivo trabajo de las connotaciones que esta “incongruencia” adquiere en
la evolución de la obra freudiana en RODRÍGUEZ, Mariano, El niño acorralado. Freud y el discurso
de la modernidad. Madrid: Ediciones Libertarias 1994. En el sentido del ejercicio filosófico que se
trabaja en esta obra prevalecería una curiosa similitud con el gesto de “la risa” que aquí se está
comentando: Por eso resulta cada vez más improbable el nacimiento del auténtico filósofo, como
mucho se trata sólo de gente que le ha encontrado gusto a hablar y a escribir, y nos atonta más y
más: dando nacimiento a la ilusión de llevarnos al centro de nosotros mismos, la morada del puro
azar, nos conducen en realidad al reino gris de la indiferencia y la efusión edificante, donde todos
los deseos acabarán al fin siendo el mismo, esto es, dejarán de ser. RODRÍGUEZ, Mariano, El niño
acorralado. Freud y el discurso de la modernidad. Madrid: Ediciones Libertarias 1994, pág. 178.
31
MONTES, Raquel. «Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la ponencia de
Mariano Rodríguez». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
-2-
4
HABERMAS, Jürgen: La crítica nihilista del conocimiento en Nietzsche. En Sobre Nietzsche y otros
ensayos. Madrid: Tecnos 1982.pág. 15.
32
MONTES, Raquel. «Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la ponencia de
Mariano Rodríguez». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
5
HABERMAS, Jürgen: El discurso filosófico de la modernidad. Madrid: Taurus 1989, pág. 225.
6
DERRIDA, Jaques, El animal que luego estoy si(gui)endo. Madrid: Trotta 2008.
7
NIETZSCHE, Friedrich: La ciencia jovial, Obras, Vol. I, Madrid: Gredos 2009; pág. 560.
33
MONTES, Raquel. «Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la ponencia de
Mariano Rodríguez». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
devenimos – una tarea, “una misión” (Aufgabe), desde la que podríamos hallar
salidas a ese subjetivismo al que Habermas parece relegar algunas de las
propuestas que podríamos extraer de los textos nietzscheanos. Más allá de “la
mala inmadurez”8 , a lo que aquí se nos invita, no es a la complacencia en la
confusión de la que hace gala el imbécil, sino que “reírnos” del infierno, de la
realidad y sus tragedias, entraña no sólo un ejercicio de estilo sino también el
acto de mostrar que estando las cosas como están, la melancolía puede ser un
tránsito si somos capaces de extraer el impulso idóneo de la naturaleza propia de
sus estados9. El melancólico no es infeliz, no es sólo eso y ésta no es siquiera la
causa ni la consecuencia del dolor que le escinde. Más allá del terreno de las
psicopatologías, la mirada y la pregunta filosófica nos permite entender en qué
grado el melancólico es también algo menos y algo más que “un infeliz”. Si somos
capaces de devolverle al melancólico algo de esa idea de la que se priva podemos
salvar en él aquello de lo que nos habla su inteligencia y su justicia, sus quejas
siendo “querellas”10. Prueba de ello es que más de una década después de este
trabajo de Freud con la melancolía y tras la profundización en la instancia
psíquica que en ella se pone de manifiesto, en su artículo sobre El humor se hará
referencia a un modo en el que, “sirviendo a una ilusión” y con la mediación del
humor, el superyó hablaría al yo de manera cariñosa y consoladora11. ¿Por qué
no?, la superficialidad no es necesariamente frivolidad, no tiene por qué agotarse
en ella, también puede ser una máscara amada por lo profundo. He escuchado
decirlo a muchas personas ajenas a los ámbitos académicos de estudio la primera
vez que leyeron a Nietzsche, haciéndolo de la forma y en el momento adecuado,
conectados y conectándose con sus vidas, sus preguntas, con su infelicidad y su
deseo de dejar de estarlo: - pero si esto dice cosas que me han pasado a mí, si
esto es lo que yo pienso, ¿por qué nadie me lo había dicho antes?-
Ese momento, esa certeza, sí puede darse, hay una concepción y una vivencia
de lo filosófico que permite favorecerlo y quizás si la filosofía actual no logra
estar a la altura de esta posibilidad, está dando la razón a quienes tratan de
condenarla a la desaparición arguyendo que “no sirve para nada”. En contra de lo
que pudiera parecer, llegamos así a un “optimismo”, una apertura, una salida que,
8
RODRÍGUEZ, Mariano: El niño acorralado. Freud y el discurso de la modernidad, Madrid:
Ediciones Libertarias 1994, pág. 184
9
Por motivos de extensión no se profundiza aquí en la investigación realizada por Freud a este
respecto a partir de los hallazgos obtenidos en Introducción del narcisismo. Remitimos por ello a
Duelo y melancolía a quien desee profundizar de forma más minuciosa en el contrapunto que
aquí está entrando en juego cuando ponemos en relación los estados del humor y de la
melancolía. S. FREUD, introducción al narcisismo / FREUD, Sigmund: Duelo y melancolía. Buenos
Aires: Amorrortu Editores 2000. Obra Completa, Vol. XIV
10
FREUD, Sigmund: Duelo y melancolía, Buenos Aires: Amorrortu Editores 2000. Obra Completa,
Vol. XIV, pág. 246
11
FREUD, Sigmund: El humor. Buenos Aires: Amorrortu Editores 2000. Obra Completa, Vol. XXI,
pág. 162
34
MONTES, Raquel. «Melancolía y humor, ¿una salida de “la filosofía del sujeto”? Réplica a la ponencia de
Mariano Rodríguez». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 29-35
-3-
12
ADORNO, Theodor, Minima moralia, pág. 191
35
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 37-56.
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10823
Palabras clave: arte; tragedia; sublime; velo; Keywords: Art, Tragedy, Sublime, Veil,
representación. Representation.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 29 de octubre de 2012.
∗∗
Español. Profesor titular de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Teoría del
Conocimiento, Estética y Hª del Pensamiento de la Facultad de Filosofía. Co-director del SNC.
Especializado en estética y filosofía del arte, y en pensamiento contemporáneo de raíz
nietzscheana, así como en las relaciones entre filosofía y literatura. Además de numerosos
artículos, ha publicado los libros La quiebra de la representación, el arte de vanguardias y la
estética moderna (Dykinson, 2004), Katabasis, Ensayo sobre pensamiento político
contemporáneo (Autor Editor, 2006), junto a Francisco Vidarte Filosofías del siglo XX (Síntesis,
2005) y A destiempo. Sobre Proust, filosofía, literatura y otros relatos (Bilbioteca Nueva,
2009).
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Deleuze y Guatari
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RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
alguna de las metáforas a través de las cuales se dice y se oculta eso. Dos
imágenes suelen remitirnos a ello: la música y el mar.
La biografía escrita por Safranski comienza de esta manera: “El verdadero mundo
es música. La música es lo monstruoso (…) La filosofía entera de Nietzsche es el
intento de mantenerse en la vida también cuando la música ha terminado”1. Por
brillante que resulte el juego de palabras, me temo que la música, eso monstruoso,
no termina nunca (terminamos, en todo caso, nosotros mismos…). El traductor ha
vertido como “monstruoso” el término alemán “Ungeheur”, y anota a pie de
página que podría traducirse también como “inmenso” (algo demasiado grande…),
“informe” o “estremecedor”. Añadamos: “Heuer” alude en alemán a lo que se repite
de manera periódica, anualmente, generando una especie de previsibilidad
confortable. Lo “Ungeheuer”, por tanto, se salta los tiempos, escapa del ritmo
apacible de los años y los días, interrumpe con su propio ritmo el ritmo
confortable de las estaciones y los ires y venires cotidianos y proporcionados. En
la interrupción de la cotidianidad, lo desproporcionado se hace, usando otro
adjetivo de enorme trayectoria en la estética contemporánea, “Umheimlich”. Lo
verdadero del mundo, entonces, volviendo al Nietzsche de Safranski, es la música;
la música es lo desproporcionado, lo desbordante, desquiciante, monstruoso. La
referencia a la música de la cruel voluntad schopenhaueriana es obvia, y con ella
a la melodía infinita wagneriana. Pero, ¿dónde se escucha y cómo suena esa
música? ¿Nos sugiere algo? Quizá lo que pocas páginas más adelante escribe
Safranski: “El pensamiento nietzscheano de que el arte crece en un fondo oscuro
de injusticia”2.
Esa misma imagen del mar, es bien sabido, no deja de inundar los textos de
Nietzsche: por ejemplo, en La gaya ciencia, “el mar, nuestro mar, está ahí de
nuevo abierto, quizá no hubo nunca un mar tan abierto”. Pero aparece también
con similar sentido por ejemplo en Goethe: “un mar eterno, un tejer cambiante,
un vivir ardiente”4, por no recordar la frecuencia de esta metáfora cada vez que
pretende aludirse a lo sublime o en los textos románticos. Ese mar de música o
1
SAFRANSKI, Rüdiger, Nietzsche, Barcelona: Tusquets, 2004, pág. 17.
2
Ibid., pág. 79. El subrayado es mío.
3
Ibid., pág. 81.
4
Citado por SAFRANSKI, op. cit., pág. 82.
39
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
esa música del mar tormentoso y cruel, obviamente, está en la melodía infinita de
Wagner. Esa crueldad está quizá, más tarde, en el teatro de Artaud. Música y mar
sugieren al menos dos matices: por un lado, un movimiento y una multiplicidad
irreprimible; por otro, la continuidad de un vaivén que nos supera, es decir, el
ritmo de un tiempo distinto del nuestro, superior al nuestro en la medida en que
es el tiempo de la naturaleza o los astros, repetitivo, cíclico, eterno.
Si bien hasta aquí nos hemos fijado en diversos comentaristas de Nietzsche casi
al azar, será bueno fijarse más despacio en la manera en que trata este aspecto
Michel Onfray, declarado y polémico nietzscheano, precisamente en su
monografía sobre Nietzsche. Esa monografía, además, se llama La sabiduría
trágica, por lo que se espera que ponga en primer plano justo lo que nos está
preocupando aquí. Sin embargo, al principio se limita a subrayar por extenso dos
lugares comunes que, aunque efectivamente apuntan a la cuestión de la
tragicidad, apenas rozan aquello que desde ella no puede decirse. Esos lugares
5
MANN, Thomas, Schopenhauer, Nietzsche, Freud, trad. de Andrés Sánchez Pascual, Barcelona:
Bruguera, 1984, pág. 130.
6
Ibid, págs. 133-134.
7
Ibid., pág. 135.
8
WOTLING, Patrick, La philosophie de l’esprit libre, París: Flammarion, 2008, pág. 197, trad. mía.
9
Ibid., pág. 96, citando a Nietzsche, Más allá del bien y del mal, §29.
40
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
son, por un lado, la recuperación del carácter animal del ser humano, tan
sistemática e interesadamente reprimido por la tradición platónico-cristiana, y,
por otro, el postulado del sinsentido, es decir, la negación de la transcendencia o
de la direccionalidad de lo vivo. La reivindicación del instinto y del sinsentido (o la
verdad del ateísmo, como lo llama Onfray) sin duda importa mucho para una
antropología filosófica y genera también debates como la relación con el
psicoanálisis o el debate del nihilismo. Pero, desde mi punto de vista, todavía no
toca el secreto. La consideración de la voluntad de poder como animalidad e
instinto, o bien como voluntad de acrecentamiento de la vida, o bien como reflejo
de un mundo que consiste en perpetua lucha10, siguen resultando lugares
comunes y limitados. Más afinados me parecen los momentos en los cuales
Onfray subraya, como hacía la relación que establecía Mann con Hamlet, la
insuficiencia del saber o la insuficiencia del conocimiento a la hora de tomar
decisiones. Este aspecto, a saber, la incertidumbre, y no la función asignada a
instintos o pasiones o elementos animales me parece más relevante. Porque
precisamente eso es lo que convierte al yo en ficción, como bien anota Onfray
añadiendo la frase de Crespúsculo de los ídolos según la cual el individuo es
solamente un fragmento de fatum11. De hecho, el autor francés subraya tres
características específicas del Übermensch: el olvido, el instante y el amor fati. La
afirmación elevada a la enésima potencia del valor del olvido, de cada instante y
del destino enfoca ciertamente hacia donde indagamos.
Con todo, resulta muy significativo, como veremos más adelante, que Onfray
apenas introduzca en este libro referencias al arte, a la creatividad, al hombre
nietzscheano como creador y artista. Algo, quizá, de la sabiduría trágica se nos
escapa si ignoramos estos aspectos. Sólo en un momento se acerca de pasada
Onfray a este asunto, y no los hace ni con sus palabras ni con sus comentarios
sino citando Más allá del bien y del mal: tratando precisamente de la gran salud,
describe Nietzsche al hombre que no solamente soporta todo lo que ha sido y
todo lo que es (subrayo), sino que desea volver a encontrarse con ello
eternamente, y añade que ese hombre “necesita ese espectáculo y lo por ello le
confiere necesidad”12 (frase que no deja de constituir una buena piedra de toque
para desplegar la noción de eterno retorno).
Y es que, aunque parecería que todo nos conduce a esta conclusión, la sabiduría
irónico-trágica no es simplemente la sabiduría de Sileno, acompañante de
Dionisos, o no lo es simplemente. Nietzsche no es un pesimista, incluso ya en su
primer gran libro va buscando alternativas al pesimismo schopenhaueriano, y esta
búsqueda le conduce a una reflexión sobre la tragedia como arte. Y ni Wotling, ni
10
Cfr. ONFRAY, Michel, La sagesse tragique, París: LGF, 2006, pág. 69 ss.
11
Ibid., pág. 66.
12
Ibid., pág. 155, citando Más allá del bien y del mal, §56. Trad. mía.
41
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Safranski, ni Thomas Mann, ni Onfray entran a matizar lo que expresa esa música
monstruosa o enorme, ese mar demasiado grande, eso que precisamente no se
puede decir; tenemos hasta aquí pistas que nos hablan del dolor de la decisión, de
preguntas que nadie se había atrevido a plantear, de algo enorme o monstruoso.
Pero hasta aquí, la formulación quizá más precisa se encuentra solamente en la
frase “la vida es esencialmente injusta”, y también en ella se nos sigue escapando
de qué modo puede esta simple constatación, que la vida es injusta, aceptarse e
incluso producir alegría o simplemente alcanzar algún tipo de relevancia
“estética”.
Eso demasiado grande es (pero qué poco adecuado y qué peligroso es este verbo),
ciertamente, en terminología nietzscheana, el carácter trágico de la existencia, la
sabiduría trágica. Pero la palabra tragedia está llena de resonancias, resulta casi
imposible deshacerse de lo que un uso siempre inexacto, pues nombra algo
inexacto, ha ido vertiendo sobre su sentido. Habrá que tomarla en el filólogo
Nietzsche, el filólogo especialista en pensamiento y literatura griegos, con el
sentido que la teoría literaria propone para distinguirla del drama: una obra de
teatro trágica es aquella en la cual los personajes, quizá los héroes, no son dueños
de su destino. Nadie lo es. Los héroes trágicos son sólo parcialmente libres, no
solamente es que estén habitados por la animalidad o los instintos o que su vida
no tenga sentido, sino que juega con ellos un destino que conduce sus vidas a
través de acontecimientos sobre los cuales no tienen ningún control.
Acontecimientos gobernados por el orden del tiempo, como el nacer o el morir,
para empezar, y quizá por eso la sabiduría de Sileno nos dice que mejor sería no
haber nacido.
42
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
un saber que auxilia a esa buena voluntad. Y, todavía más, en mostrar que esas
faltas, esas carencias, en modo alguno son negativas sino expresión del saber más
lúcido. Por eso la voluntad de poder se convertirá en el Nietzsche maduro en
propuesta central: una voluntad, un querer, que efectivamente quiera, que no
niegue su propio querer, y se empeñe, de modo absurdamente optimista, en
poder y decidir allí donde sospecha que ni el poder ni la decisión están en sus
manos, y que en eso exactamente reside la tragicidad de una vida atravesada y
abierta desde dentro de sí por la incertidumbre y por el tiempo.
También la palabra destino suena excesiva. Parece remitir a algún dios o a alguna
fuerza superior a los dioses. No obstante, no lo olvidemos, Dios ha muerto. La
muerte de Dios parece, de este modo, la renuncia a cualquier explicación o
justificación del destino y/o de la tragicidad de la existencia y/o de esa extraña
manera de ser libre sin un yo sustancial y sin certidumbres a la que está
apuntando Nietzsche. Corta el paso a la huida. Destino, por tanto, significa aquí
13
Véase el texto de Mariano Rodríguez recogido en este mismo volumen.
43
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
simplemente el acontecer imprevisible, lo que nos pasa sin querer. Por otro
nombre, devenir. Nietzsche, el filósofo del vitalismo, el que se empeña en amar la
vida, nos propone que queramos con todas nuestras fuerzas el devenir, aquello
que se sustrae a nuestro querer, que queramos también lo que se sustrae a
nuestro querer según el orden del tiempo.
Tres matices al menos se imbrican en eso desproporcionado que late tras cada
planteamiento de Nietzsche:
Primero, lo que parece es verdad: es verdad que todo se disuelve, que el devenir a
nada perdona. Son verdad, pues, las apariencias, las negadas sistemáticamente
por la filosofía platónico-cristiana. Es verdad que yo mismo, cada yo, se resuelve
en sus apariencias, y ninguna permanencia sustancial queda tras ellas: yo
tampoco. Es verdad que nada se sustrae al orden del tiempo.
Segundo, es verdad que hay al menos dos tiempos: el tiempo cíclico de las
estaciones que permiten que todo vuelva, se repita y se regenere; y el tiempo
discontinuo y frágil de nuestra vida, de la vida de todo lo individual, que impide
volver atrás, saltarse momentos o detenerse en un instante dado. Todo vuelve
menos nosotros, todo se repite pero no los individuos, serán otros los que vuelvan
(otros hombres, otras plantas, otros otoños…), y quizá sea el eterno retorno el
deseo más aventurado y osado y difícil que exige tiempo circular allí donde hay
solamente fugacidad y desgaste. (Esto es, el deseo hiperbólico de querer la
repetición incluso de lo fugaz y desgastado). Es ese mismo tiempo circular, el de
la repetición de las estaciones, el de repetición de lo mismo, el que exige la
aniquilación de la línea de tiempo individual, o bien el que exige la disolución del
individuo al final de su línea de tiempo.
Apariencia y tiempo, pues, atraviesan la vida, y con este gesto nos desposeen de
ella: me hacen a mí personaje de un teatro que no es el mío, abren mi voluntad
más allá de sí misma haciéndome querer y sufrir al mismo tiempo cada instante.
Querer y sufrir al mismo tiempo y por lo mismo (experiencia exactamente
sublime). A eso, no a otra cosa, apunta el destino trágico: la desposesión, la
vulnerabilidad querida y amada, el velo de incertidumbre que se abre y se cierra
sobre cada decisión, el querer la finitud como condición para el retorno de los
14
CANO, Germán, “Nietzsche, crítico de la moral”, introducción al volumen Nietzsche, Obras I,
Madrid: Gredos, 2009, pág. 67.
44
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Dice también el párrafo de Deleuze que eso demasiado grande nos marca,
discretamente, con el sello de la muerte. Es decir, eso no es la muerte, sería, una
vez más, demasiado simple dejarlo así. Nos marca, discretamente, con el sello de
la muerte. Quizá Nietzsche añadiría: o con el sello de la vida, y no es lo contrario15.
Ni la muerte ni la vida, que no son contrarias: sino lo que en ellas deja su sello. El
sello marca, resta, constata, certifica. Es, quizá, el tiempo quien deja su marca en
la vida y la muerte, constata que no pueden no ser así, certifica que no se puede
volver atrás, ni acabar de morir de una vez16, ni no haber nacido. El tiempo pone
el sello; el sello es, tal vez, el carácter trágico de la existencia, hijo del carácter
disolvente del tiempo. Vida y muerte llevan la marca del tiempo, por él quedan
selladas, marcadas, el tiempo pone en ellas lo que resta (para siempre, o no), lo
que (quizá siempre) queda y se sustrae a justificación o legitimación, lo que deja
toda explicación siempre incompleta o abierta.
Ese algo que resta, dice Deleuze, repito, nos “hace vivir”.
Lo que resta: la soledad absoluta de una pasión sin martirio17.
15
Cfr. DERRIDA, Jacques, Pasiones, trad. de Horacio Pons, Buenos Aires: Amorrortu, 2012.
16
Sobre la imposibilidad de morir, es obligado remitir a Blanchot.
17
Esta es la última frase del libro de Derrida citado.
45
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Marcel Proust
Lo que resta, se sustrae o queda (queda por decir, permanece… o no) proyecta su
sombra desde el lugar del secreto. Porque no hay sólo luz, o bien se trata de una
luz que deslumbra, nos clava cristales en los ojos y esconde una locura18. Hemos
llamado a la sabiduría trágica precisamente sabiduría “lúcida”. El Nietzsche de El
nacimiento de la tragedia, casi al final, hablando de la imagen apolínea y del mito
trágico describe ese juego de luces, sombras y espejos, velos y revelaciones, de
esta manera:
18
Mitología debidamente deconstruida por el ¿relato? de Blanchot La folie du jour.
19
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, en Obras I, Madrid: Gredos, 2009, trad. de
Germán Cano, pág. 180 (§24). Subrayados míos.
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RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Más lejos, lo que vemos algo tiene que ver con el tiempo: es una aguja del reloj
que marca nuestros tiempos, algo demasiado grande que está dentro, en el fondo
o en el trasfondo, secreto a voces, de nuestras vidas. Un resto que resta siempre,
que deja su huella en cada instante tornándolo espeso, incompleto, lábil,
resbaladizo, inapropiable, discontinuo. Pleno y resbaladizo a la vez. Ese tiempo
incompleto, ese desquiciamiento del tiempo o quiebra interna de cada instante,
teje un velo que, al mismo tiempo, nos permite ver y no ver: nos deja mirar, ver el
velo, encontrar la cortina, y nos empuja a mirar más allá sin acabar de hacerlo
nunca, mirar el más allá velado, sin descifrar nunca el secreto a voces pero
obligándonos a estar en el secreto, junto a él, tocados por él. Asomándonos (por
tanto en el quicio, en el límite, bajo el límite o sub-limen) al trasfondo: un yo
incomprensible que no se posee a sí mismo y que está hecho de instantes y a
cada instante atravesado por el tiempo. Es decir, justo eso que no se puede
simplemente ver, o no se puede ver simplemente. Sólo velado: revelador y en
desvelo.
Velado con una apariencia que proclama justo que solamente hay apariencias,
meras imágenes o simples instantes detrás de los cuales nada hay, dentro de los
cuales solamente resta el fondo de su inconsistencia o su contingencia. Al mismo
tiempo, pues, Apolo y Dionisos; al mismo tiempo imagen (onírica, ilusionada) y
sospechar que no hay otra consistencia que la tan resbaladiza de las imágenes; al
mismo tiempo el placer de las imágenes y el dolor de su simulacro; al mismo
tiempo la completa singularidad de cada instante y su desquiciamiento, su
abertura profunda; al mismo tiempo el velo y la sospecha de no hay nada velado,
no al menos algo sólido, ninguna tierra prometida, sino el puro tiempo
desquiciante que provoca nuestros desvelos.
20
Ibid., pág. 181.
47
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Los justos límites, por tanto, junto a la máscara dionisíaca: justo e injusto a la
vez, ambos igualmente “justificados”. Prometeo sigue encadenado, pero el buitre
ha muerto. El buitre me mata, pero muere al matarme.
21
Ibid., pág. 103.
48
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
22
Ibid., pág. 54.
23
Véanse la traducción de Llinares en vol. I de Obras completas, Madrid: Tecnos, 2011, y la trad. de
Sánchez Pascual, El nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza, 1981.
24
KU, § 49, nota. Trad. de García Morente, Madrid: Tecnos, 2007.
49
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Cada vez que se desvela la verdad, la mirada embelesada del artista siempre
queda como en suspenso sobre lo oculto que, aun pese al desvelamiento,
sigue velado, mientras que el hombre teórico disfruta y se sacia con la visión
del velo arrancado, no conociendo placer más grande que acometer, por sus
propias fuerzas, el proceso de un desvelamiento cada vez más afortunado y
exitoso. No habría ciencia si ella sólo tuviera que vérselas nada más que con
esa única diosa desnuda.27
25
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, ed. cit., pág. 62.
26
También en las páginas 97, 133 (“el arte como protección y como fármaco”), 145 y 163.
27
Ibid., págs. 129-130, §15.
50
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
También en una larga nota a pie de página, Walter Benjamin se atreve a definir la
belleza (otra vez curioso que sea en una nota, y que no se haya atrevido a definir
la belleza en ningún otro lugar). Dice: “Lo bello en su relación con la naturaleza
puede determinarse como aquello que «sigue siendo en esencia igual a sí bajo su
velamiento» (Hofmannsthal)”. Un poco más abajo, en la misma nota, habla del
“aspecto hermético del arte”, y lo explica así: “El ‘aquí’ donde lo inaccesible se
convierte en acontecimiento”29. El arte es un aquí, una presentación singular e
imposible, en la cual acontece “lo inaccesible”: lo que no se puede presentar, de
nuevo.
28
Ibid., pág. 138.
29
BENJAMIN, Walter, Obras, I/2, trad. de Alfredo Brotons, Madrid: Abada, 2008, pág. 244.
30
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, ed. cit., pág. 65.
51
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Hace falta un velo, pues, para actuar: hace falta creerse que actuamos nosotros,
que la acción es nuestra, que la vida es nuestra y no del devenir o del destino.
Hay, ciertamente, una falacia en la propuesta de una voluntad libre y autónoma,
autosuficiente y responsable, pero eso no nos exime de tensar la voluntad. La
mirada verdadera del conocimiento dionisíaco nos desvela diciéndonos que
nuestra vida no es nuestra y que nunca quedará todo equilibrado, justo en su
quicio. Nietzsche ha citado indirectamente a Shakespeare en el párrafo anterior
al escribir “un mundo sacado de quicio” (“die Welt, die aus den Fugen ist…”); pero
la cita exacta, la misma que desencadena en Derrida tantos espectros de Marx,
no dice mundo, sino tiempo: Shakespeare escribe “the time is out of joint”. Es el
tiempo el que desquicia y está desquiciado, fuera de sus goznes; el tiempo es el
que torna nuestra vida radicalmente impropia, la abre o desgarra desde dentro de
sí introduciendo en mí lo otro, inapropiable, felizmente no mío.
31
Ibid., pág. 89.
32
Ibid., pág. 155.
33
Ibid., pág. 78.
52
RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Años después (en 1886), cuando Nietzsche escribe su ensayo de autocrítica para
otra edición de El nacimiento de la tragedia, se llama a sí mismo “pesimista e
idólatra del arte”35. Han pasado catorce años, y, en el punto cinco de ese ensayo,
recupera la idea de la justificación estética de la existencia para matizarla.
Evidentemente, la palabra “justificación” suena demasiado schopenhaueriana.
Toma entonces la idea del arte como “actividad genuinamente metafísica del
hombre”36, y dedica una larga explicación a defender que la justificación estética
debe entenderse contra la justificación moral de la existencia que propone el
cristianismo. Es decir, que la existencia se crea a sí misma, y en ello está su valor,
y no en fundamento justificador alguno.
No es posible mirar a la diosa desnuda: quien quiere mirar de frente a todo lo que
ha sido, es y será, muere; ningún mortal ha levantado su velo. No es posible mirar
a la Medusa, no es posible que Orfeo vuelva a mirar a Eurídice.
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RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
amante de Orfeo… Hace falta un velo, una ilusión que extienda un velo de belleza
sobre lo demasiado grande, lo “demasiado” no es asumible sin embriaguez o figura
o velo o espejo o novela. Hace falta el arte, un fármaco sincero que nada cura,
para tender una distancia estética desde la cual contemplar el cuadro y decir “era
esto la vida, bien, otra vez”, una distancia estética para acercarse y separarse,
velar y desvelar, dormir y quedarse despierto, mover la luz para moverse entre las
sombras producidas por un sol cuya visión directa nos cegaría. Un sol que nos
clava cristales en los ojos, como al protagonista de La locura de la luz de
Blanchot, relato casi paralelo a este párrafo de El nacimiento de la tragedia:
Del mismo modo que cuando tras un denodado esfuerzo de mirar al sol de
cara, nos apartamos, cegados, y tenemos manchas de colores oscuros que
actúan, valga la imagen, a modo de fármacos para nuestros ojos, cabe decir,
invirtiendo la analogía, que esas imágenes luminosas del héroe sofócleo (en
una palabra, la cualidad apolínea de la máscara) son las creaciones necesarias
de una mirada que penetra en la dimensión más íntima y terrible de la
naturaleza: manchas resplandecientes, por retomar el símil, cuya función no
es otra que curar la vida herida tras su contacto con una noche atroz.37
Las “creaciones necesarias”, dice este párrafo, para curar la vida herida. Fármaco
sincero que no cura: porque, en vez de engañar o disimular, juega con el engaño y
el velo. Juega y ríe. El arte juega con el destino transformándolo en invención, se
demora en el engaño sabiéndolo engaño o en la representación sabiéndola
representación, sospechando y gritando que no hay más que apariencia y escena.
El arte cumple la misma función que el coro del teatro ático, diseminando la
música y la sabiduría trágicas como sonido de un mar tormentoso alrededor de un
escenario a la vez que marca la separación, la distancia que vincula, entre el
espectador y su destino. Pone distancia. Como el espejo de Dionisos, en el arte
nos vemos simplemente a nosotros mismos, otra vez, transfigurados en
multiplicidad y disueltos en tiempo, alegremente desgarrados. Pero con distancia,
escenificados, relatados, novelados o representados, y esta distancia es la que
permite a la vez mirar de soslayo la verdad cruel y a la vez cierta alegría.
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de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
Si la sabiduría trágica nos pretendiese decir solamente que la vida es inútil o que
somos animales o que nos mueven los instintos, no harían falta velos, no sería
necesaria ninguna presentación imposible.
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RAMPÉREZ, Fernando. «El velo, la apariencia y algo demasiado grande. Comentario a los parágrafos 3 y 4
de El nacimiento de la tragedia». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 37-56
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56
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 57-61
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10824
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado “El Abstract: Reply to the above article entitled "The
velo, la apariencia y algo demasiado grande” y veil, the appearance and something too big" and
publicado en este mismo número. published in this Issue
Palabras clave: arte; tragedia; sublime; velo; Keywords: Art, Tragedy, Sublime, Veil,
representación. Representation.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 29 de octubre de 2012.
∗∗
Español. Licenciado en Filosofía y Máster en Estudios Avanzados en Filosofía por la
Universidad Complutense. Actualmente se encuentra realizando una tesis doctoral en la
Universidad de Barcelona sobre Nietzsche y la política.
CORRALES, Marco Antonio. «Réplica a la ponencia de Fernando Rampérez ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 57-61
“El socratismo es más antiguo que Sócrates; su influjo disolvente del arte se
hace notar ya mucho antes. El elemento de la dialéctica, peculiar en él, se
introdujo furtivamente en el drama musical ya mucho tiempo antes de
Sócrates, y produjo en su bello cuerpo un efecto devastador. El mal tuvo su
punto de partida en el diálogo”1.
1
NIETZSCHE, Friedrich: El Nacimiento de la Tragedia (Escritos preparatorios), Madrid: Alianza Ed. ,
2007, pág. 238
2
NIETZSCHE, Friedrich: op. cit., pág. 240.
58
CORRALES, Marco Antonio. «Réplica a la ponencia de Fernando Rampérez ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 57-61
Después de encontrar que detrás de la verdad no hay verdad, de que no hay ley,
Dios, ni fundamento, nosotros los nihilistas podemos perdernos en la
desesperación absoluta del sinsentido, el caos y la negación del mundo, o por el
contrario celebrar por fin que ha llegado nuestro momento, que ahora detrás de
nuestras identidades, naciones, razas, sexos, sólo hay máscaras, y que la
representación ya no responde a una imagen del mundo basada en una verdad y
una ley universal, que nos de la seguridad y nos salve del caos, el dolor y la
destrucción. La representación puede ir más allá del terror y del miedo,
transgredir la seguridad de las formas para adentrarse en el magma de lo
desconocido. Apolo sin miedo a Dionisios.
59
CORRALES, Marco Antonio. «Réplica a la ponencia de Fernando Rampérez ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 57-61
Ese miedo platónico, cristiano, burgués, nos hace ser planamente responsables,
ahorradores, buenos clientes, buenos trabajadores, llevar hasta el paroxismo
nuestra buena conciencia controlada por el miedo a ser otra cosa, por el miedo a
representar algo que no estaba en el guión y que el mundo se precipite en el
desastre.
Mientras los genios, los arriesgados, los que se atreven a experimentar son
encerrados en cubículos de normalización, dentro de una sociedad de control. Un
control que está teniendo un éxito sin parangón en la historia, donde la libertad se
sacrifica en nombre de la seguridad, la policía es nuestra propia conciencia y
nosotros somos los culpables del desastre económico: la deuda como origen de la
culpa, como Nietzsche ya postuló en la Genealogía de la Moral. Pues bien, la
realización de ese miedo en forma de negación de esa región demasiado grande
que escapa a nuestro pequeño mundo del “yo”, de las construcciones de
60
CORRALES, Marco Antonio. «Réplica a la ponencia de Fernando Rampérez ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 57-61
Vivir eliminando ese trasfondo aterrador que amenaza nuestras certidumbres nos
está llevando a sacrificar la propia posibilidad de la vida. La sabiduría trágica
consiste en actuar a sabiendas que la propia actuación no puede remediar nada;
porque sabemos que es necesario actuar; pero si alguna vez se llegase a remediar
algo sería porque el devenir se habría agotado, el mundo se habría doblegado a
una voluntad y todo habría perecido.
61
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
primavera 2014, pp. 63-80
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10825
Resumen: A partir de la afirmación nietzscheana de Abstract: From Nietzsche's statement that "the
que “la tragedia nació del coro trágico, y tragedy born of the tragic chorus, and was
originariamente fue coro y nada más que coro” (GT, originally chorus and nothing but chorus" (GT, 7),
7), trataremos de mostrar cómo, ya desde la primera we will try to show how, since the first Nietzschean
concepción nietzscheana de lo trágico, este conception of tragedy, this fundamental element of
elemento fundamental de su pensamiento puede ser his thought can be characterized, beyond next
caracterizado, más allá de posteriores diferencias, differences, as an ever transient overcoming of
como una superación siempre transitoria del nihilism. Thus, by analyzing the aphorisms 7 and 8
nihilismo. En este sentido, mediante el análisis de of The Birth of Tragedy, we will show how these
los aforismos 7 y 8 de El nacimiento de la tragedia, elements appear through Nietzsche's interpretation
mostraremos cómo aparecen estos elementos, por of the tragic chorus.
medio de la interpretación nietzscheana del coro
trágico.
Palabras clave: trágico; dionisiaco; coro; Keywords: Tragic; Dionysian; Choir; Romanticism;
Romanticismo; relacionalidad; arte. Relationality; Art.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 26 de noviembre de 2012.
∗∗
Español. Licenciado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, en la que obtuvo
la Suficiencia investigadora (2005). Ha sido investigador contratado en la Universidad
Nacional de Educación a Distancia en el marco del Proyecto de investigación “Los escritos
póstumos de Nietzsche: edición crítica en castellano y estudio sistemático de los textos”. Ha
colaborado en diferentes proyectos de traducción de la obra de Nietzsche. Actualmente es
colaborador honorífico del Departamento de Teoría del Conocimiento, Estética y Hª del
Pensamiento de la Facultad de Filosofía, y coordinador del SNC.
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
1.- Introducción.
Son frecuentes, cuando leemos artículos o comentarios a El nacimiento de la
tragedia 1, las constantes referencias a otros pasajes de las obras de Nietzsche,
que nos ayuden a entender los problemas de fondo que pretendió abordar en ésta
su primera, y polémica, gran obra. En particular, es bastante habitual tomar en
consideración los comentarios que el propio Nietzsche hizo con posterioridad a su
texto. De esta manera, en los diferentes estudios que encontramos sobre GT
solemos encontrar notas y observaciones que tratan de aclarar su contenido a
partir de lo dicho por Nietzsche, principalmente en el “Ensayo de autocrítica” 2,
en la sección que éste le dedica en Ecce Homo 3, o en las observaciones
recogidas, entre otros lugares, en parágrafos como el titulado “¿Qué le debo a los
antiguos?” de El crepúsculo de los ídolos 4. Sin embargo, a pesar de que en su
valoración de GT, Nietzsche fue, por lo general, bastante crítico –y a pesar,
también, de que esta permanente autocrítica es considerada como el rasgo más
característico de su pensamiento–, comúnmente se acepta que cierta noción de
lo trágico acompaña a toda la obra de Nietzsche, hasta el punto de que ésta es
vista como un esfuerzo por articular un pensamiento que se autodefine como
esencialmente dionisiaco 5.
1
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la Tragedia. Introducción, traducción y notas de G.Cano.
Madrid: Biblioteca Nueva, 2007. A partir de ahora, todas las referencias a esta obra serán citadas
abreviadamente como GT, seguidas del número del aforismo.
2
NIETZSCHE, Friedrich, “Ensayo de autocrítica”, en El nacimiento de la tragedia o Helenismo y
pesimismo., Introducción, traducción y notas de G. Cano. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007
3
NIETZSCHE, Friedrich, Ecce Homo, en Obras II, Ed. de G. Cano. Madrid: Gredos, 2009.
4
NIETZSCHE, Friedrich, El crepúsculo de los ídolos, en Obras II, Ed. de G. Cano. Madrid: Gredos,
2009.
5
VATTIMO, Gianni, Introducción a Nietzsche. RBA (Colección Pensamiento), 2012 [1ª ed. en esta
colección]. En especial la sección titulada “De la filología a la filosofía como crítica de la cultura”,
págs. 22-53.
6
RIVERO WEBER, Paulina, Nietzsche: verdad e ilusión. Sobre el concepto de verdad en el joven
Nietzsche. México: Editorial Ítaca (Facultad de Filosofía y Letras UNAM), 2004 [2º ed], p. 15. En
esta misma página Rivero señala, por ejemplo, como, Nietzsche, “En el parágrafo 7 del “Ensayo
de autocrítica” […] deja de comprender, entre otras cosas, su propuesta del `consuelo
metafísico´”. A esta noción del `consuelo metafísico´ que proporciona la tragedia se alude
directamente en el parágrafo 7 de GT, por lo que nos centraremos en ella, y en la interpretación
que de ella hace P. Rivero, un poco más adelante.
64
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
7
MOREY, Miguel. “Contemplatio Intempestiva”, en Logos: Anales del Seminario de Metafísica
(Madrid), nº 33, 2000 (Ejemplar dedicado a: Nietzsche) , págs. 11-30
65
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
8
SLOTERDIJK, Peter, El pensador en escena; el materialismo de Nietzsche, Valencia: Pre-Textos,
2000, pág. 47.
66
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
9
CANO, Germán, “Tempestades de barro (El nacimiento de la tragedia y la cárcel de lo sublime)”.
Estudio introductorio a El nacimiento de la Tragedia. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007, pág. 15.
10
Carta a Erwin Rohde, Basilea, 15 de febrero de 1870, en Correspondencia II (Abril 1869 -
Diciembre 1874). Madrid: Trotta, 2007.
67
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
11
Como ha señalado G. Cano, este campo de batalla que será GT es reflejo, a su vez, del campo de
batalla en el que fue concebida la obra: Nietzsche reflexiona sobre el mundo griego, inmerso en
pleno fragor de la batalla de Wörth, entre los muertos, el barro y las enfermedades de una
Europa que se desangra en medio de la guerra franco-alemana, guerra que, sin embargo,
concluiría con una “acuerdo de paz”. Op.cit., pág. 12
12
BARRIOS, Manuel, “Nietzsche y el retorno romántico a la Naturaleza”, en Nietzsche y el
Romanticismo. Estudios Nietzsche (Málaga), nº 5, págs. 33-66.
13
VATTIMO, Op. cit., pág. 23
68
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
naturalización. Nietzsche utiliza, por tanto, la Filología 14, los textos de las
antiguas tragedias griegas, como un acceso al pasado, a la historia, pero, frente a
la filología profesional de sus colegas, parte de la idea de que el pasado –y la
naturaleza– son revisables, ya que se apoyan en un fondo inestable.
A partir de estas ideas, es fácil entender el segundo aspecto indicado más arriba.
El rechazo nietzscheano a la concepción ilustrada del clasicismo conlleva una
mirada –anticipada ya en la crítica a la filología académica del primer
romanticismo– según la cual, bajo la imagen de mesura y equilibrio racionalista
de la Grecia olímpica se encuentran, en realidad, los “remotos impulsos a la
desmesura y la disolución” 15 de la Grecia dionisiaca. Por tanto, el lugar común de
todas estas tesis anticipadas por la filología romántica, y que Nietzsche toma
como punto de partida para su análisis de la cultura occidental, será este “impulso
a la desmesura y la disolución”, que no es sino el dionisismo griego. Ahora bien,
detengámonos por un momento en ambas cuestiones, para ver qué significa esta
remisión, compartida por toda forma de romanticismo, de la historia y la
naturaleza a un fondo inestable y, en cierto sentido, irracional, de la que se nutre
GT.
14
Esta comprensión de la Filología le valdría el desprecio intelectual de sus colegas de profesión,
aunque, como señala M. Barrios, “era un secreto a voces que las ideas de Nietzsche sobre la
cultura griega y la manera en que su obra se había posicionado frente a las tesis de la filología
clasicista de su tiempo lo emparentaban directamente con la herencia del primer romanticismo”.
Op. cit., pág. 38.
15
Ibid., pág. 38.
16
En referencia a las ambigüedades y malentendidos señalado más arriba, vemos cómo la propia
noción de dionisiaco, por ejemplo, responde, en un primer sentido más restringido, a aquello
que se opone a lo apolíneo, a aquello, por tanto, que representa la disolución, la desmesura, la
embriaguez, frente a la individuación y la forma de lo apolíneo. Sin embargo, en un sentido más
amplio se refiere Nietzsche con este término de lo dionisiaco directamente al flujo permanente
entre estas dos fuerzas de la naturaleza.
69
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
70
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coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
Este es, sin duda, uno de los principales puntos de desencuentro de Nietzsche
con su maestro Schopenhauer: frente al pesimismo generado por la experiencia
de desasimiento, por la sabiduría que en los primeros parágrafos de GT, Nietzsche
introduce bajo la forma de la figura de Sileno, Schopenhauer afirmaría que no
cabe más que abandonarse al pesimismo: frente a la deriva pesimista de
Schopenhauer, que opta por la disolución de la subjetividad, encontramos la
solución trágica nietzscheana. Casi todos los intérpretes coinciden en afirmar
que en GT Nietzsche ya polemiza con esta “desviación pesimista y decadente
representada por los mentores de su juvenil «metafísica de artista»” 19, por la
decadencia implícita en esta desviación.
Al menos para el propio Nietzsche, algunos años más tarde, estaría claro que si
algo había en GT era, claramente, un intento de superación de ese nihilismo. En
“Ensayo de autocrítica” se pregunta: “¿Es el pesimismo necesariamente un signo
de decadencia, de degeneración de fracaso…?” 20 En la edición española de GT a
la que me estoy refiriendo, G. Cano, añade una nota muy importante para
nosotros en la que señala que, mucho antes del “Ensayo”, en 1874, es decir, tan
sólo dos años después de la publicación de GT, con motivo de la publicación de la
segunda edición, Nietzsche ya propone una corrección al título, que pasará de ser
El nacimiento de la tragedia a partir del espíritu de la música a El nacimiento de
la tragedia. O Helenismo y pesimismo. Y, nos dice G. Cano todavía en la nota, que
esto se hizo “para subrayar que su gran problema era la superación
[Überwindung] del nihilismo” 21. Para apoyar esta idea, nos remite a un texto de
Ecce Homo, que recordemos es de 1886, y que merece la pena leer: “…no se oyó –
escribe Nietzsche– lo que de valioso encerraba este escrito. “Helenismo y
pesimismo” habría sido un título menos ambiguo, es decir, la primera enseñanza
acerca de cómo los griegos acabaron con el pesimismo, de con qué lo superaron
[…]” 22. La forma, como veremos a partir de ahora, en que se hace visible este
desacuerdo, es la concepción de lo trágico y de la tragedia que Nietzsche va a
plantear respecto a cierta concepción schopenhaueriana, y que no es otra que la
superación del nihilismo implícito en la cultura griega bajo la forma de la tragedia.
18
Ibíd., pág. 44
19
Ibíd., pág. 39
20
NIETZSCHE, Op. cit., pág. 82 (Ver nota 2)
21
Cfr. Nota 1, en “Ensayo de autocrítica”, en El nacimiento de la tragedia o Helenismo y pesimismo,
Introducción, traducción y notas de G. Cano. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007
22
NIETZSHCE, Ecce Homo («El nacimiento de la tragedia», §1)
71
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
Ahora bien, así las cosas, nos quedaría por resolver en qué se diferenciaría esta
propuesta de la hecha por el proyecto del primer romanticismo, tal y como lo
hemos expuesto más arriba. Recordemos que no hemos respondido aún a las
preguntas de si realmente el esfuerzo de Nietzsche en GT respondía a un
planteamiento estético y si, por otra parte, como señalaba Barrios, dicho intento,
además, no dejaría de orientar la acción del hombre. En Nietzsche y la crítica de
la modernidad 23, G. Cano, al hilo de esta cuestión, afirma: “aquello que preocupa
a Nietzsche es la independencia del conocimiento respecto a la praxis” 24 . El
problema de la acción y el de su relación con la justificación estética de la
existencia, se encuentra en estrecha conexión con la cuestión de las posibilidades
de superación del nihilismo, teniendo en cuenta que, para Nietzsche, cierto
significado del arte remite en sentido amplio a la creatividad y la acción.
Si pretendemos extrapolar lo dicho por Nietzsche con respecto a la tragedia
griega, como forma de acercarnos a la génesis de su conformación de las
nociones de lo dionisiaco y de lo trágico, entonces, el arte debe ser entendido en
sentido amplio, como la forma creativa de orientar la acción: la tragedia griega
sintetiza cierta actitud ante la vida, entendida dionisíacamente, es decir, en ese
constante vernos obligados a determinar aquello que está llamado a disolverse. La
mejor manera de entender esta justificación estética de la existencia es
contraponerla con aquella otra actitud que trata de orientar la acción en
términos de un orden metafísico del mundo. G. Vattimo, en su Introducción a
Nietzsche, lo explica de la siguiente manera:
“Las imágenes apolíneas de los dioses olímpicos, y luego la tragedia ática, son
formas de redención de la existencia que no implican la personificación de
esencias y estructuras metafísicas. También éstas nacen (como Nietzsche
explicará más explícitamente a partir de Humano, demasiado humano) de una
necesidad de seguridad, de la exigencia de hacer tolerable de algún modo el
caos de la vida, con el imparable ciclo de vida y muerte; pero, según Nietzsche,
la seguridad metafísica buscada en las esencias, en el orden racional del
universo, es propia de una cultura debilitada y decadente. Con el ideal de una
justificación estética de la existencia, Nietzsche trata de encontrar, ni más ni
menos, una alternativa a la metafísica…” 25
Por tanto, lo trágico, en tanto que noción filosófica que expresa la posibilidad de
superación siempre transitoria de la decadencia, se vincula a la tragedia en tanto
que ésta es, al menos en GT, la forma artística de superación siempre transitoria
del nihilismo al que conduce la crítica a la metafísica 26.
23
CANO, Germán, Nietzsche y la crítica de la modernidad. Madrid: Biblioteca Nueva, 2001.
24
Ibíd., pág. 43
25
VATTIMO, Op. cit., pág. 37
26
Las consecuencias de esta cuestión en relación a la Historia son abordadas por G, Cano en su
libro Nietzsche y la crítica de la modernidad, en particular en el capítulo primero “El joven
Nietzsche y el diagnóstico trágico del presente”; por su parte, el artículo de M. Barrios al que nos
72
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
En realidad, a partir de este momento, Nietzsche entabla una discusión con los
principios estéticos del romanticismo, y más particularmente, con algunos de los
representantes del primer romanticismo. Este debate nos va a permitir ubicar,
como ahora veremos, el lugar que ocupa la concepción de lo trágico para
Nietzsche, en concreto en relación al idealismo y al realismo, a partir de la
caracterización del coro. Esta cuestión puede ser considerada como un nuevo
punto de tensión en GT, en la línea de lo que hemos venido defendiendo en este
trabajo. Analizaremos, por tanto, lo expuesto en el parágrafo 7 como el intento
nietzscheano de justificar esta afirmación acerca del nacimiento del coro a partir
de una solución propia, que no adopta los principios ni del idealismo tal y como lo
caracteriza Schlegel, ni del naturalismo realista. Después de ver brevemente la
primera de las propuestas, nos centraremos, con más detalle, siguiendo el texto
nietzscheano, en el segundo de estos planteamientos, ya que, como ha señalado
Vattimo, en GT se analiza la muerte de la tragedia a partir de la idea de que fue
Eurípides quien la mato, la llevo al suicidio, al “transformarla en sentido realista y
racional” 30, es decir, al llevar al espectador al escenario. Es a partir de estas
consideraciones respecto al coro desde las que, según trataremos mostrar, mejor
podremos ver el carácter de superación que, desde esta primera época, conduce
73
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
31
GT, §7, pág.137
32
NIETZSCHE, Friedrich, Fragmentos Póstumos (1869-1874) Vol. I. Ed. D. Sánchez Meca. Madrid:
Tecnos, 2007: 9 [9]
74
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
A partir de esta concepción del coro entendido como “muro”, y como “suelo ideal”
en el que se apoya la tragedia para aislarse del “mundo real”, Nietzsche avanza
una tercera posibilidad –ni idealista como la de Schlegel ni realista como la del
naturalismo– por la que trata, no sólo de rechazar ambas posiciones extremas,
sino también de hacerse cargo de la tensión de la posición intermedia que, según
nos dice, va a suponer la figura del coro. “Para levantar este coro, el hombre
griego ha construido el andamio de un estado de naturaleza ficticio, colocando,
sobre éste, a seres naturales no menos ficticios” 34. Mediante esta tensa relación
entre lo natural y lo ficticio, Nietzsche se hará cargo, por tanto, de aquella brecha
metafísica en la que el hombre va a situarse 35. Por el momento, el joven
Nietzsche atribuye al coro un carácter de intermediación entre lo natural y lo
ficticio gracias, por una parte, al poder que la música tiene como forma de
conectar, sin mediaciones, con el suelo ideal de la naturaleza y, por otra parte, a
la capacidad que el coro tiene, en tanto que espejo transfigurador, para hacer de
esa experiencia la afirmación artística de la vida.
Aquello que el coro está protegiendo, en tanto que “muro”, como señala P. Rivero,
no es para Nietzsche lo mismo que para Schiller, aunque acepte su planteamiento
general: “Para Schiller –escribe Rivero– el público es el mundo real y el escenario
es el mundo «ideal»; el coro protege al drama de no contaminarse de ese mundo
real. Para Nietzsche, en cambio, la verdadera realidad no se encuentra en la
cotidianidad del público, sino precisamente ahí donde Schiller veía el mundo
«ideal»” 36. Por tanto, el coro es el “muro” por el que la tragedia preserva aquél
suelo ideal sobre el que el coro se eleva como intermediador. Es decir, el coro
33
GT, §7, pág. 139
34
GT, §7, pág. 140
35
A propósito de esta cuestión, M. Barrios, en el artículo que hemos venido comentado, señala la
radicalización que este punto supone por parte de Nietzsche de las posiciones de Hölderlin.
Según etas posiciones, escribe Barrios, “se está en la escisión, y es desde ella desde donde cabe
intuir otro régimen posible de relación con el mundo, previo a las formas de dominación que
segrega la estructura dualista del entendimiento”.
36
RIVERO, Op. cit., pág. 70
75
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
preserva ese fondo dionisiaco que, como hemos visto, en su sentido más general,
coincide con el eterno y necesario juego de creación y destrucción, de
individuación y disolución.
“El coro griego es, en primer lugar, la caja de resonancia viviente, en segundo
lugar el megáfono a través del cual el actor grita al espectador su sentimiento
de manera colosal, en tercer lugar es el mismo espectador el que se deja oír,
cantando apasionadamente, en un tono lírico” 37.
Esta “caja de resonancia viviente” que es el coro, proyecta, por medio del drama –
en palabras e imágenes –, aquella dolorosa verdad a la que ha tenido acceso por
medio de la música, ya que en el coro surge, también, el “poderoso sentimiento de
unidad que conduce al corazón mismo de la naturaleza” 38, pero no tanto como
placer de la unión con la naturaleza, sino como el placer que produce cierto “dejar
en suspenso” a la individuación.
¿Qué consecuencia tiene, entonces, esto para el tema que aquí abordamos?
Nietzsche se centra, al final del parágrafo 7, y en el 8, en la figura del sátiro, “esa
criatura natural-ficticia” –añade Nietzsche, remarcando nuevamente el carácter
mediador de la tragedia encarnada en la figura del sátiro–, en contraposición al
hombre simplemente civilizado 39. Escribe Nietzsche: “el coro de sátiros refleja la
existencia de manera más fidedigna, real y completa que el hombre de la
37
NIETZSCHE, Friedrich, Fragmentos Póstumos (1869-1874) Vol. I. Ed. D. Sánchez Meca. Madrid:
Tecnos, 2007: 1 [40]
38
GT, §7, pág. 141
39
Nietzsche distingue ya en esta época, y hasta sus obras finales, entre estos dos términos, con
importantes consecuencias. Cfr Vattimo, G. Introducción a Nietzsche; Rivero, P. Nietzsche: verdad
e ilusión.
76
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
Muchos comentaristas coinciden en señalar que este fondo natural, este Uno-
primordial, no tiene ya en GT un claro carácter eminentemente metafísico. Por
ejemplo, escribe M. Barrios, “El joven Nietzsche oscila todavía en ocasiones a la
hora de precisar el estatuto ontológico del mundo de la realidad dionisíaca” 42.
¿Cómo entender entonces la referencia al “consuelo metafísico” que Nietzsche
afirma que proporciona todo tipo de tragedia? Veamos el siguiente texto de GT
8, fundamental para entender la continuidad que venimos planteando entre el
coro, la tragedia y lo trágico, en un sentido filosófico:
40
GT, §8, pág. 144
41
GT, §3, pág. 117. Nietzsche escribe: “Aquí ha de decirse que esa armonía, es más, esta unidad de
hombre y naturaleza, contemplada con tanta nostalgia por los hombres modernos esta unidad
para la cual Schiller acuñó el término técnico de «ingenuo», no es en absoluto un estado tan
simple, tan evidente de suyo y, por así decirlo, tan inevitable como para que tengamos que
darnos de bruces con él, en las puertas de toda cultura, a modo de un paraíso de la humanidad
42
BARRIOS, Op. cit., pág. 48
43
GT, §8, pág. 145
77
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
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2014, pp. 63-80
viene del coro trágico, que representa la vida inextinguible por detrás de toda
creación y destrucción” 44.
44
RIVERO, P. Op. cit., 74
45
DELEUZE, Gilles, Nietzsche y la filosofía. Anagrama, 1971.
78
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
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2014, pp. 63-80
5.- Conclusiones.
La mediación que, en su descripción de lo trágico, propone Nietzsche, se sitúa
entre el idealismo y el realismo más extremos, y anticipa, ya desde su primera
obra, el camino tomado por éste en su pensamiento más maduro. Como afirma M.
Barrios, a modo de conclusión de su artículo: “la crítica a la cultura no es sino la
crítica a la «unilateralidad» de las falsas vías de reconciliación arbitradas por las
dos grandes tendencias decadentes”: tanto el culto optimista de la razón como al
“oscurantismo de la pura redención estética en una esfera superior y separada
por completo de la prosaica vida cotidiana” 46.
Por tanto, la tragedia, en tanto que forma artística que se hace cargo de esa
tensión constitutiva, no puede suponer más que un equilibrio momentáneo de las
fuerzas opuestas. Este frágil y delicado equilibrio no supone nunca –de manera
coherente con lo expuesto más arriba en relación a la filología y a la historia– un
progreso histórico ni evolutivo bajo la forma de un desarrollo teleológico. No hay,
por tanto, progreso hacía un fin ideal más elevado, sólo superación, superación
siempre transitoria de la decadencia propia de cualquier forma que no haga suya
la concepción dionisiaca del mundo, ya sea en la forma de la metafísica que
colapsa el flujo creador, ya sea en la forma de un dionisismo bárbaro 47.
Pues bien, a pesar de que la noción de coro, como tantas otras expresiones de
este primer momento del pensamiento nietzscheano, no va a aparecer más de
manera significativa en la obra de Nietzsche, sí creo, sin embargo, que es posible
afirmar que el papel que desempeña en tanto que origen de la tragedia, de lo
trágico, así como el resto de cuestiones que pone en juego, ya contiene, como
hemos visto, la mayoría de los elementos de la caracterización de lo dionisiaco, de
lo trágico que, a grandes rasgos, se mantendrá en su uso posterior de esta noción.
En particular, me refiero al carácter que, en referencia a esta expresión, conlleva
las ideas de superación del nihilismo, de la decadencia, implícitas en la tensión
recogida por la figura del coro. Pero, además, es que dicha superación se
materializa en una forma a la que hemos calificado como delicado equilibrio, es
decir, poniendo el acento en que siempre dicho equilibrio se halla expuesto a
verse arrastrado por la fuerza de los extremos que lo constituyen. Si bien es cierto
que algunas cuestiones fundamentales del pensamiento posterior de Nietzsche
suponen una ruptura clara con esta, a su vez, tensa obra, creo que, por lo que
respecta a las condiciones en las que se desenvuelve el origen del coro, las
posiciones más maduras de Nietzsche son claramente avanzadas en ella.
46
BARRIOS, M. Op. cit., 46
47
Op. cit., 54 Rivero señala la importancia de esta distinción en el primer Nietzsche, que se
perdería en textos posteriores.
79
QUEJIDO, Oscar «El arte como superación trágica. Un acercamiento al problema filosófico del origen del
coro trágico ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio
2014, pp. 63-80
Bibliografía.
1. BARRIOS, Manuel, “Nietzsche y el retorno romántico a la naturaleza”, en
Estudios Nietzsche (Málaga), nº. 2, 2005.
2. . Narrar el abismo. Ensayos sobre Nietzsche, Hölderlin y la
disolución del clasicismo. Valencia: Pre-textos, 2001.
3. CANO, Germán, Nietzsche y la crítica de la modernidad. Madrid: Biblioteca
Nueva, 2001.
4. MOREY, Miguel, “Contemplatio Intempestiva”, en Logos: Anales del Seminario
de Metafísica (Madrid), nº 33, 2000 (Ejemplar dedicado a: Nietzsche).
5. NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la Tragedia. Introducción, traducción y
notas de G. Cano. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007.
6. . Ecce Homo, en Obras II, Ed. de G. Cano. Madrid: Gredos,
2009.
7. . El crepúsculo de los ídolos, en Obras II, Ed. de G. Cano.
Madrid: Gredos, 2009.
8. RIVERO WEBER, Paulina, Nietzsche: verdad e ilusión. Sobre el concepto de
verdad en el joven Nietzsche. México: Editorial Ítaca (Facultad de Filosofía y
Letras UNAM), 2004 [2º ed.].
9. SLOTERDIJK, Peter, El pensador en escena; el materialismo de Nietzsche,
Valencia: Pre-Textos, 2000.
10. VATTIMO, Gianni, Introducción a Nietzsche. RBA (Colección Pensamiento), 2012
[1ª ed. en esta colección].
80
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 81-85
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10826
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado “El Abstract: Reply to the above article entitled " Art
arte como superación trágica. Un acercamiento al as tragic overcoming. An approach to the
problema filosófico del origen del coro trágico” y philosophical problem of the origin of the tragic
publicado en este mismo número. choir" and published in this Issue.
Palabras clave: trágico; dionisiaco; coro; Keywords: Tragic; Dionysian; Choir; Romanticism;
Romanticismo; relacionalidad; arte. Relationality; Art.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 26 de noviembre de 2012.
∗∗
Español. Licenciado en Filosofía y Máster en Formación del Profesorado en Filosofía en la
UCM. Es Colaborador Honorífico del Departamento de Teoría del Conocimiento, Estética e Hª
del Pensamiento de la Facultad de Filosofía. Actualmente está realizando su tesis sobre la
recepción de Nietzsche en la literatura y en el pensamiento español. Ha publicado artículos
relacionados con los Fragmentos Póstumos de Nietzsche, y con la recepción en España de
Nietzsche en los ámbitos de la literatura y sociología.
ANTORÁNZ, Sergio. «La tragedia, amor libre de imperios». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial:
El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 81-85
Al leer este poema del Rubayat de Omar Jayyam uno siente la tentación de
traerlo a esta réplica y servirse de él para comentar la ponencia que acabamos de
escuchar. Al igual que el sonido del timbal, la lira de Apolo no puede dejar de
escucharse, porque la imagen de Apolo trae el bálsamo en medio del coro. Beber
el mosto de la uva, pero sin dejar de escuchar el timbal de fondo.
Por otro lado, algo que está a la misma altura del hallazgo es la forma en la que se
trata lo anunciado, esto es, la originalidad de la escritura nietzscheana le
desmarca desde el principio como centauro. En su propio estilo, Nietzsche nos
pone en el preaviso de que algo diferente se va a comunicar y para ello se
necesitan nuevas formas de expresión y nuevos oídos. La tragedia griega no es un
fósil que deba catalogarse, guardarse en cajas polvorientas y acumularse en las
oscuridades del sótano de un museo. La ciencia, ese escuálido sustito del
dogmatismo religioso, debe ser abordado con otra perspectiva, y una vez que
comprendemos que tras todo conocimiento se halla una voluntad que quiere
conocer, que quiere enseñorearse, que responde a un deseo de subyugar, de
poseer y ser poseído; entonces podemos intuir que el ser humano no busca en el
arte lo sublime entendido como letargo de la voluntad tal y como afirmaron Kant
y Schopenhauer. Lo sublime en este primer momento es la capacidad para
transmutar lo horrible en bello. A esta necesidad la llamamos arte, que es a la vez
goce y desasosiego, pero el arte no es un mero reflujo de técnicas o mimesis, el
arte arraiga en lo más profundo de las pasiones humanas y salta al escenario del
mundo.
1
JAYYAM, O. Rubayat. Madrid: Alianza editorial, 2007. pág.67.
81
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¿Por qué los griegos acudían al teatro o por qué los cristianos rezan a Dios? La
respuesta se aleja de los análisis que ofrece la academia. Como escribiría Camús,
el pensamiento de Nietzsche nos enfrenta al problema radical de si la vida
merece o no merece ser vivida y esta cuestión no puede aplazarse2. No ha
existido un problema más filosófico que éste. Por ello, tal y como escribiría
Nietzsche en el ensayo de autocrítica: Considerar la ciencia con la óptica del
artista y el arte con la óptica de la vida.3 Aquí se presenta lo genuino de su
escritura, nuestra herencia, subrayar lo humano que se presenta en todo aquello
que parece inofensivo: la tragedia, la verdad, la moral, el lenguaje… Todo esto debe
observarse con nuevos ojos. En la voz que se alza sobre los seres humanos
encontramos la pasión de un poder. Esa nueva mirada y esos nuevos oídos
estarán determinados en gran medida por ese campo de batalla que Nietzsche
observó en la antagónica convivencia de dos fuerzas, el instinto frente a la
cultura, lo individual frente a lo colectivo, lo uno y los otros, el placer frente al
tiempo, el ditirambo y la lira, Dionisio y Apolo.
2
CAMUS, Albert. El mito de Sísifo. Madrid: Alianza editorial, 2006, pág. 13.
3
NIETZSCHE, Friedrich. Die Geburt der Tragödie. Stuttgart: Reclams, 2010, pág. 8.
4
KIRK, G. S. RAVEN, J. E. SCHOFIELD, M. Los filósofos presocráticos. Madrid: Editorial Gredos,
1987. pág. 177.
5
KUNDERA, Milan. La insoportable levedad del ser. Barcelona: Tusquets Editores, 2009, págs. 179-
180.
6
MANN, Thomas. Schopenhauer, Nietzsche, Freud. Madrid: Alianza editorial, 2008. pág. 86.
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como vivo lo que ya está muerto, todo ello en virtud de un viejo amor. Así hasta
que el amor pierde la carne, pierde la necesidad de disolución pero no el poder de
conquista, por ello, no es extraño que el romántico termine dominando tan sólo el
aire, de ahí su nihilismo.
Frente al imperio de la metafísica, ¿qué otra misión podría tener una voluntad
que anhela poder? Se trata de saber perder lo conquistado cuando el deseo no
sigue en ello, se trata de no mantener la voluntad aferrada al éter, mediante
equilibrios funambulescos, un equilibrio que no es trágico y que es forzoso porque
no reconoce en esa representación lo propio de su creación. Se trata, por el
contrario y esto es lo radical de la tragedia griega, de traer todo imperio sin el
sello de lo perdurable, sin la impronta de la metafísica.
Si un filósofo pudiera ser nihilista, lo sería porque detrás de todos los ideales
del hombre encuentra la nada. O ni siquiera la nada todavía –sino sólo lo
abyecto, lo absurdo, lo enfermo, lo cobarde, lo cansado, todas las clases de
heces de la copa completamente bebida de su vida7.
Este tipo de filósofo, quizá el único posible, ha lamido lo real. Nietzsche dice se ha
bebido completamente la copa de su vida, aunque quizá nunca la haya probado.
De cualquier modo, guardarse siempre un último trago de la copa es la actitud
hacia la que parece apuntar Nietzsche, esto es, tener siempre a mano la
posibilidad de embriagarse para que las metáforas no se fosilicen en conceptos.
Pero vivir siempre mecido por el pulso de la embriaguez es vivir en solitario,
preguntárselo a un alcohólico, el alcohólico baila sólo, es incapaz de dar el salto a
otras melodías, está enfermo. Aquí apreciamos la radicalidad de una de las
fuerzas, el dionisismo bárbaro que a menudo se ha asociado a la propuesta
nietzscheana como posible contrapeso a la historia de occidente.
7
NIETZSCHE, Friedrich. El crepúsculo de los ídolos. Madrid: Alianza editorial, 2004. pág. 112.
83
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confirmamos que algo se niega a luchar. Nuestra salud está quebrada porque la
historia de la filosofía podría resumirse al silencio del latido dionisiaco.
Podemos intuir, entonces, que lo trágico vendría determinado por dos momentos
cruciales, el primero sería romper con aquello que ya no se acomoda a nuestra
voluntad, cuando el ditirambo de Dionisio marca un ritmo diferente a la Lira de
Apolo, esto es, cuando la representación ya no se adecua a la necesidad. En ese
instante de ruptura se oye el abrumador lamento del Sileno, es entonces cuando
la superación viene concedida por Apolo y su mesura, dar imagen a la fuerza
arrebatadora del instinto, darle objetividad al deseo, otorgar al caos una forma
que consuele, al menos transitoriamente, las asperezas de la lucha. Pero esa
forma, esa representación de horizonte está llamada a desaparecer tan pronto
como la voluntad recobre un nuevo apetito que busca saciarse.
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Dionisio es asesino, pero de su eterna maldad hay que exprimir el mosto de una
nueva tarea creadora que es la síntesis del arte, la venganza del individuo frente a
la naturaleza, su lucha contra el destino, como ha señalado brillantemente Óscar
Quejido: la tragedia griega sintetiza cierta actitud ante la vida, entendida
dionisiacamente, es decir, en ese constante vernos obligados a determinar aquello
que está llamado a disolverse. Aquí aparece la dualidad del principio creador y el
escenario del campo de batalla: debo reinventar continuamente mi creación,
hallar la delicada comunión que puede originarse entre la desmesura y la armonía.
En esa tarea de determinar el devenir hay un voluntad de imperio, hay un anhelo
de perpetuar y en ello está claramente la denigrada fuerza apolínea. Pero el amor,
como los imperios, caduca. Ante el dolor y el sufrimiento hay que extraer una gran
renuncia, una gran disolución capaz de emborronar todo lo construido para,
finalmente, volver a configurar otra vida.
8
NIETZSCHE, Friedrich. La genealogía de la moral. Madrid: Alianza editorial, 2006. pág. 177.
85
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 87-99
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10827
Resumen: El tema de este trabajo de investigación Abstract: The theme of this research article is
se centra en la pregunta por la importancia de lo focused on the question about the importance of
dionisíaco en la filosofía de Nietzsche en El the dionysianisms in the Nietzsche’s Philosophy in
nacimiento de la tragedia. La cuestión central de la The Born of Tragedy. The central question of the
existencia en el coro griego de la presencia de existence in the Greece’s core the Dionysus’
Dionisos, el papel dado a éste en las últimas obras presence, the role of Dionysus in the last
de Eurípides y la cercanía de éste al intelectualismo Euripides’s theatric works and the relation of this
de Sócrates. Estos son algunos de los elementos author with the Socrates’ intellectualism. These are
fundamentales que se tratan en este artículo. Para some of the fundamental elements which will be
ello, hemos propuesto un recorrido teatralizado entre studied in this article. For getting it, we suggested a
diferentes protagonistas de esta misma historia que theatric ride around these different protagonists of
es la historia de Occidente. Así, por estas páginas this story, which is the same History of Occident.
pasarán: Eurípides, Sócrates, Sileno, el Rey Midas y So, through these pages will pass: Euripides,
un Diógenes Cínico, curiosamente cercano al Socrates, Silenus, Midas’s King and include an
Nietzsche posterior a El Nacimiento de la tragedia. atypical Cynic Diogenes, oddly enough closer to
the Nietzsche later to The Born of Tragedy
Palabras clave: lo dionisíaco; Hybris; coro griego; Keywords: Dionisian; hybris; Greece’s Chorus;
desmitificación. demystify.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 17 de diciembre de 2012.
∗∗
Español. Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis “El eterno
retorno y la narración”.
MORA, Teodoro. «Nietzsche, Eurípides, Diógenes, el “imposible diálogo” en la inversión de los valores
desde la desmitificación griega a la secularización moderna». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 87-99
1
“Por consiguiente, estamos legitimados para considerar a Eurípides como el poeta del
socratismo estético. Sócrates era por tanto, aquel segundo espectador que no entendía la
tragedia antigua y por eso no la estimaba”. NIETZSCHE, F. El nacimiento de la tragedia, capítulo
12, en Obras Completas, Vol. I, Escritos de juventud, Madrid: Editorial Tecnos, 2011.
2
“No deja de ser un trazo singularmente significativo el contraste entre la popularidad y el
prestigio inigualable que gozó el teatro de Eurípides tras su muerte, durante muchos siglos de
helenismo, con la estimación ambigua y el aplauso que sus conciudadanos le habían regateado
en vida tantas veces”. Carlos García Gual, Prólogo a la edición de las Tragedias de Eurípides,
Editorial Edaf, 1983, pág.12.
3
Título que Nietzsche dio a su primera edición publicada en el año 1882.
88
MORA, Teodoro. «Nietzsche, Eurípides, Diógenes, el “imposible diálogo” en la inversión de los valores
desde la desmitificación griega a la secularización moderna». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
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desde la desmitificación griega a la secularización moderna». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
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contemporáneo. Para hacer esto nos serviremos de la figura del fauno Sileno, que
aparece en el texto de Nietzsche. Bien, comencemos.
Para ello veremos el diálogo entre Sileno y el rey Midas, y continuaremos con otro
diálogo entre el sabio cínico Diógenes de Sinope y Alejandro Magno. Este último
nos ha llegado a través de la Vida de los filósofos, escrito en época romana, por su
homónimo, Diógenes Laercio4.
4
La importancia de Diógenes Laercio en la labor filológica de Nietzsche es muy grande ya que,
aunque no llegó a publicar ningún libro sobre éste, sí que escribió tres estudios sobre este él
entre los años 1869 y 1870, estudios que realizó en la universidad de Basilea en su etapa
docente, y que pudieron malograrse en su publicación al centrarse Nietzsche en otros objetivos.
En primer lugar, por su participación como enfermero en la guerra franco-prusiana de 1870 y, en
segundo lugar, por la necesidad que sintió Nietzsche de escribir El nacimiento de la tragedia
como reivindicación de la Kultur alemana, representada por la filosofía de Schopenhauer y la
música de Wagner. De ahí que nosotros saquemos punta a esta omisión voluntaria de Nietzsche
sobre Diógenes Laercio y consideremos que hay una corriente oculta en su genealogía de la
Tragedia, que nos retrotrae hacía los contenidos que no llegó a publicar acerca de este autor.
Por eso, retomamos el coloquio entre Diógenes el cínico y Alejandro Magno, aparecido en la
obra de Diógenes Laercio, diálogo que Nietzsche no refleja en su obra, pero que conocía por su
estudio sobre la obra de aquél. De hecho Nietzsche escribirá más tarde en Ecce Homo:”He de
retroceder medio año para verme con un libro entre las manos. ¿Con qué libro? Con un
magnifico estudio de Victor Brochard titulado Los escépticos griegos, en el que se hace un amplio
uso de mis Estudios sobre Laercio”. Citado en: “Por qué soy tan inteligente”, § 3. Con ello vemos
que aunque no publicó sus estudios sobre Diógenes Laercio, aún en 1888 seguía teniendo gran
aprecio por éstos. Ver sobre este tema el texto de Jonathan Barnes:”Nietzsche and Diógenes
Laertius, Nietzsche Studien 15, en De Gruyter, 1986.
5
“El hecho de que en su tendencia Sócrates manifiesta una estrecha relación con Eurípides no se
le escapó a la Antigüedad de su tiempo, y la expresión más elocuente de ese afortunado olfato
es aquella leyenda que circulaba por Atenas, según la cual Sócrates solía ayudar a Eurípides a
escribir sus obras”. Nietzsche en El nacimiento de la tragedia, capítulo 14, en Obras Completas,
Vol I, Escritos de juventud, Editorial Madrid: Tecnos, 2011.
90
MORA, Teodoro. «Nietzsche, Eurípides, Diógenes, el “imposible diálogo” en la inversión de los valores
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Esto, para Nietzsche, supone, tal y como hemos dicho, una impiedad, una
alteración decisiva del orden social establecido desde la sociedad, que aparecía
mitificada en los escritos de Homero, hasta las tragedias de Esquilo y Sófocles. En
estas tragedias y desde este pensamiento trágico y mitológico, eran las Moiras las
que llevaban los hilos del destino de cada individuo, mortal o inmortal, y por tanto,
las que estaban detrás de lo que decía el “coro”; al fin y al cabo, cada vida pendía
de esa invocación al hado, a la suerte, al albur, que solo se vería en su realización
plena después de terminada la trama. Así lo pensaba su amigo y colega Erwind
Rohde:
6
ROHDE, E. (1845-1898) “Pseudofilogía”, compuesto en el año 1872, como “Carta de un filólogo
a Richard Wagner”, en contestación a la carta abierta escrita por Willamovitz-Mollendorf en
contra de El nacimiento de la Tragedia, en la cual Mollendorf afirmaba la primacía de Zeus sobre
los dioses olímpicos. NIETZSCHE, op. cit.
91
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desde la desmitificación griega a la secularización moderna». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
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«En el atardecer de su vida Eurípides mismo planteó del modo más enérgico a
sus contemporáneos, en un mito, la pregunta por el valor y la significación de
esta tendencia. ¿Tiene lo dionisíaco derecho a subsistir? ¿No se lo ha de
extirpar del suelo griego por la violencia? Sin duda, nos dice el poeta, si ello
fuera posible: pero el dios Dionisos es demasiado poderoso; su adversario con
más entendimiento -como Penteo en Las Bacantes- es hechizado
insospechadamente por su magia, y en semejante transformación mágica
corre luego a su destino»7.
En ambas historias, el dios Dionisos queda confinado a mero dios del vino y las
bacanales. En un caso, en el de la historia de Odiseo, ni siquiera aparece, solo se
hace una referencia al dios del vino, al dios que hace perder la cordura a los seres
humanos, que embriaga la mente y el juicio. En la otra historia, la tragedia de Las
Bacantes, una de las últimas obras de Eurípides, queda como el dios oriental que
trae el cultivo de la vid y de las bacanales como las fiestas celebradas en su
honor, fiestas dedicadas a la orgía y al desenfreno. Por ello, vemos que su
naturaleza de dios de la música, del teatro y de la tragedia queda desvinculada de
Dionisos en Eurípides.
7
NIETZSCHE. F. El nacimiento de la tragedia, capítulo 12, pág. 383, en Obras completas. Vol. I,
Escritos de juventud, Madrid: Editorial Tecnos, 2011.
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desde la desmitificación griega a la secularización moderna». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
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El propio Nietzsche dejó dicho que Eurípides «se opuso a Dionisos con heroica
fuerza durante una larga vida, -para al final de la misma, concluir su trayectoria
con una glorificación de su adversario, un suicidio», refiriéndose al suicidio del
personaje de Penteo en Las bacantes»8.
8
NIETZSCHE, Ibid, pág. 383.
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desde la desmitificación griega a la secularización moderna». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
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Según esta leyenda, Sileno es el fauno que acompaña siempre al dios Dionisos. El
viejo fauno, desde el saber de la experiencia, simboliza la visión pesimista de la
existencia. El rey Midas buscaba al sabio Sileno, con objeto de que pudiera
descubrirle el mayor secreto de la existencia: lo mejor para el hombre. Sin
embargo, Sileno se le escapa siempre, hasta que, al final, consigue atraparle con
una red. Midas le pregunta y Sileno rompe su silencio en medio de la sorna y el
cinismo: «¿para qué quieres saber eso, hijo de la estirpe de un día?, más te valiera
no saberlo, lo mejor que te puede pasar es que no hayas nacido, lo segundo
mejor, es que mueras lo antes posible»10.
9
Para Wagner, la muerte de sus protagonistas es contemplada al modo de la Catarsis aristotélica,
mediante la cual se lleva a cabo el sacrificio necesario del individuo frente a la voluntad última de
la colectividad, idea ésta, presente en Schopenhauer, y que Nietzsche criticará posteriormente.
10
NIETZSCHE, F., El nacimiento de la tragedia, capítulo 3. También un contenido parecido aparece
en Sófocles en su obra Edipo en Colono puesto en boca del coro: «El no haber nacido triunfa
sobre cualquier razón. Pero ya que se ha venido a la luz lo que en segundo lugar es mejor con
mucho, es volver cuanto antes allí de donde se viene». Versos 1224-1226. Colección Clásicos.
Editorial Gredos. De tal modo, comprobamos que la leyenda de Sileno se interioriza en la
sabiduría popular presente en el coro trágico griego, precisamente en ese coro que Nietzsche
reprocha a Eurípides haber suprimido en sus obras.
11
Así lo señala Nietzsche: «Pero lo más famoso es la cercana situación de ambos nombres en la
sentencia del oráculo délfico, que designa a Sócrates como el más sabio de los humanos, pero al
mismo tiempo emitió el juicio de a Eurípides le correspondía el segundo premio en el certamen
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En los dos hombres más sabios de Grecia también está presente esa extraña
hybris del conocimiento. En Eurípides, la pregunta se establece por mediación de
sus obras dramáticas. En Sócrates, la pregunta se muestra a los otros sabios
mortales contemporáneos a él, pero en Eurípides no solo se muestra a ellos, sino
también a todos los dioses y semidioses del panteón griego, a todos los héroes y
heroínas de su historia. Tanto es así, que podríamos decir que Eurípides llegó a
realizar, en el plano de lo imaginario, aquello que quería Sócrates después de su
muerte, volver a preguntar a los sabios del pasado, a los héroes e inmortales. Es
este diálogo imaginario, el del teatro, el diálogo ideal, en el cual Eurípides siempre
encuentra, al igual que Sócrates, que el más sabio de todos es él, puesto que es el
autor de lo que dicen sus personajes.
Por ello, vamos a analizar, a continuación, el diálogo entre Sileno y Midas. ¿Cuáles
son las fuerzas que está desencadenando Midas al apresar al fauno inmortal
Sileno y obligarlo a hablar? Veamos; Sileno, como acompañante del dios Dionisos,
es un inmortal. Su mitad humana tiene el carácter de la senectud, su sabiduría es
la de la experiencia, y su mitad animal, le asemeja a los centauros, preceptores
del joven Heracles, el Hércules romano. Es, por tanto, un “no-humano”, un “no-
animal-político” (como diría Aristóteles), pero formado de dos partes, mitad semi-
dios y mitad bestia: una de ellas por encima de los seres humanos, le confiere su
ser inmortal; y la otra parte, por debajo de ellos, le confiere su animalidad. Luego,
es la encarnación de aquello que es la contraposición con respecto a lo humano.
De hecho, le dice al rey que pertenece a la “estirpe de los seres de un día”, es
decir, que es un ser contingente, limitado, finito, es lo que significa el término
griego «efímeros»: «flor de un día». Así es la existencia humana en relación con
las fuerzas de la naturaleza, presentes en Sileno; la fuerza de la naturaleza es
mitad divina y mitad bestial, de una edad eterna, pues es inmemorial. Es a esta
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Pero Midas tampoco es un ser humano corriente; es todo un rey, encarnación del
poder, y la personificación del ser humano tal como lo describe Aristóteles en La
Política: mortal, pero dotado de raciocinio. Es un ser político, un “animal-político”,
un ser que vive en sociedad, en relación con los demás seres humanos, y que
quiere, por eso mismo, saber cuál es su mayor bien, cuál es su mayor ventaja
(gobernar es la búsqueda del mayor bien común, según Aristóteles), de ahí que
pregunte a ese ser que personifica a la naturaleza salvaje, previa a toda
civilización para que le desvele el secreto que encierra la naturaleza, de una
felicidad perdida por el hombre.
La respuesta del fauno no son palabras dispuestas al azar, puesto que tiene
consecuencias en el rey Midas. Tampoco es una ocurrencia del ingenio, algo que
habría puesto Nietzsche como un entretenimiento, un cuento, una fábula en la
mitad de su escrito, ya que esta leyenda mítica se halla indisolublemente unida al
fundamento de lo que para Nietzsche constituye lo dionisíaco del pensamiento
trágico griego, aquello que trajo consigo el origen de la música, la presencia del
coro en el teatro y la embriaguez artística del arte del movimiento, puesto que lo
dionisíaco, al menos tal y como lo concibe Nietzsche, es algo en lo que se juega la
relación entre la naturaleza y la cultura humana.
La palabra, en el discurso del fauno Sileno, tiene el efecto de aquel que muestra al
ser humano su ser efímero, su existencia finita y limitada, y lleva inexorablemente,
a aquel que lo escucha, a caer bajo el peso del pesimismo ante la existencia: Si la
vida no vale nada, “mejor no haber nacido”,“mejor morir cuanto antes”12. Sileno,
12
Esta sentencia que hemos visto que se continua en el coro trágico griego como una meditatio
moris es lo que, por otra parte, le dice Mefistófeles a Fausto, en el texto de Goethe: «Soy el
espíritu que siempre niega, y lo hago con pleno derecho, pues todo lo que nace merece perecer,
mejor sería entonces que no naciera». (Cursivas nuestras) Mefistófeles le muestra a Fausto la
relatividad y lo efímero de todo lo existente y el poco valor que todo ello tiene en relación con la
potencia de la acción humana. Fausto, Primera Parte, Primer Acto. Versos 1338-1340. Vemos
aquí, como el Mefistófeles de Goethe continúa la aporía sobre la existencia que suscitó la
respuesta de la sabiduría del fauno Sileno y que cautivó al Nietzsche cercano a Schopenhauer de
El nacimiento de la tragedia. Esta cita posterior de Nietzsche en Así habló Zaratustra, en la
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segunda parte, en el apartado llamado “De la redención”, también recalca la importancia que
tuvo esta cuestión acerca del valor de la existencia a lo largo de toda la obra de Nietzsche:”Así
habló la locura: «Todo es igual, todo es digno de perecer»” (Cursivas nuestras).
13
FREUD, Sigmund: El malestar de la cultura., Madrid: Alianza (El libro de bolsillo), 1970. Primera
edición en original en 1930. En éste, el gran maestro del psicoanálisis se pregunta por cuestiones
cercanas a las presentadas por Nietzsche acerca de la necesidad de lo dionisíaco en la cultura,
pero desde su óptica basada en la representación de los impulsos y la necesidad de lo
subconsciente en el ser humano civilizado para permitir manifestarse de manera oculta a
aquellas fuerzas que podrían destruir las bases de la sociabilidad humana, es decir, de la cultura,
provocando, por esta maniobra de ocultación, un cierto malestar. Hay que señalar que el camino
que traza Nietzsche no tiene nada que ver con la interpretación que dará posteriormente Freud,
pero que sí tratan ambos, como hemos señalado, de cuestiones semejantes.
14
«A cynic is a man who knows the price of everything and the value of nothing». Oscar Wilde,
«Frases y filosofías para la juventud», 1894.
97
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Por eso, nos aventuramos a afirmar que el diálogo establecido entre el fauno
Sileno y el rey Midas no termina donde y cuando Nietzsche lo dejó escrito, ya que
es una historia que tiene un porvenir, además de una genealogía, que hemos
intentado exponer aquí, tal y como expresaría el propio Nietzsche: un conjunto de
cambios que él no narró pero que, nosotros, desde la escritura nietzscheana y
desde el conocimiento de los mitos, podemos conjeturar.
Tal como hemos dicho antes, si fue Diógenes Laercio el primero que afirmó la
relación de corresponsabilidad de Sócrates y Eurípides en las obras dramáticas de
éste último, también es Diógenes Laercio el que, como ya hemos señalado, da su
imagen de esta continuidad en el “imposible diálogo”. Podemos así establecer los
distintos bandos en pugna:
Midas y Alejandro Magno, por último, como las figuras de la proyección del poder
político, anterior y posterior a la secularización de la sociedad.
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MORA, Teodoro. «Nietzsche, Eurípides, Diógenes, el “imposible diálogo” en la inversión de los valores
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Bibliografía.
1. BARNES, Jonathan: “Nietzsche and Diógenes Laertius”, en Nietzsche Studien 15,
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http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/3133/Oscar_Wilde_Inedito
99
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 101-106
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10828
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado Abstract: Reply to the above article entitled "
“Nietzsche, Eurípides, Diógenes, el ‘imposible Nietzsche, Euripides, Diogenes: the “impossible
diálogo’ en la inversión de los valores desde la dialogue” about the inversion of values from the
desmitificación griega a la secularización moderna” Greek demythologization to the modern
y publicado en este mismo número. secularization " and published in this Issue.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 17 de diciembre de 2012.
∗∗
Licenciado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, Universidad en la que
también realizó el Máster Universitario en Historia Contemporánea y el Máster de Estudios
Avanzados en Filosofía.
TORIJA, José Javier. «Lo wagneriano no disuelto en Nietzsche». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 101-106
Pero Nietzsche había creído encontrar grandes hombres. ¿Qué vio exactamente
Nietzsche para sucumbir en la fascinación por Wagner?
Las ideas liberales han sido derrotadas, la derrota francesa supone el freno de las
ideas liberales de izquierda en toda Europa. Hasta Inglaterra, aún teniendo un
gobierno liberal, firma la Cuádruple Alianza con las potencias absolutistas, viendo
más peligrosas las ideas revolucionarias francesas que los absolutismos de
siempre.
102
TORIJA, José Javier. «Lo wagneriano no disuelto en Nietzsche». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 101-106
había sido un éxito, no dejaba de ser, en parte, porque ésta era una ópera
convencional, no tiene apenas las innovaciones musicales que caracterizan a
Wagner. Por la temática, era un texto histórico en el que se exalta el poder de la
república frente al poder aristocrático. Pero la experiencia del holandés errante le
lleva a abandonar el texto histórico: un texto histórico es demasiado rígido, la
historia marca la marcha de la acción, la música debe subordinarse a ésta. En
cambio, la leyenda permite la variación, se trata de que los distintos artes
confluyan pero que no se subordinen a otros. En un año termina el holandés
errante, y en dos años más terminará Tannhäuser.
Wagner tenía 31 años cuando nace Nietzsche, en 1844. Debemos fijarnos en este
diferencial, decisivo para las relaciones recíprocas entre ambos. Nietzsche
también nacerá, como Wagner, en Sajonia, pero en la Sajonia prusiana.
Wagner empieza a trabajar sobre varias óperas sin esperar acabar una para
empezar otra. Lohengrin se termina en 1848, mientras ya ha empezado Los
maestros cantores y empieza a concebir El anillo de los nibelungos. Este año es
un año de turbulencias en toda Europa, cuyo epicentro empieza a situarse en
París. Este momento revolucionario troquela completamente la nueva obra
wagneriana. Participa en la Revolución de 1849 de Dresde, la ciudad donde vivía.
Conoce a Bakunin, da largos paseos por el camino de ronda con él, mientras
Wagner se entusiasma con el período revolucionario que piensa que va a acabar
con el poder del dinero, y es un nuevo hombre el que puede hacerlo.
103
TORIJA, José Javier. «Lo wagneriano no disuelto en Nietzsche». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 101-106
Empieza un nuevo proyecto, Tristán e Isolda, que acaba cuando tiene 46 años,
después de dos años intensos de trabajo.
Cuatro años más tarde, en 1866, viene un cataclismo para Alemania, se rompe
hostilidades entre Austria y Prusia por la supremacía alemana. Sajonia y los
estados del Sur apoyan a Austria, en cambio todo el Norte y Centro de Alemania
a Prusia. La derrota austriaca se consuma en tan solo siete semanas. Los
ferrocarriles prusianos permiten el desplazamiento de tropas en tiempos no
conocidos. Sajonia queda incluida en la Confederación Alemana del Norte bajo
influencia definitivamente prusiana.
2
LICHTENBERGER, Henri. Wagner. Buenos Aires: Tor, 1942, pág. 34.
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TORIJA, José Javier. «Lo wagneriano no disuelto en Nietzsche». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 101-106
En cuanto a las primeras relaciones de Nietzsche con Wagner hay que resaltar
que, en 1861 (antes de conocer a Nietzsche), Wagner retoca su ópera Tannhäuser
para su estreno en París, que resulta un fracaso, Wagner había reformado con
innovaciones esta ópera, demasiado avanzadas para el público francés. Sin
embargo, estos cambios ayudarán al encuentro Nietzsche–Wagner. Se trata de
una ampliación del tema del Venusberg, donde los ritos dionisiacos escandalizan
al público, apareciendo personajes mitológicos como sátiros, faunos, sirenas y
ninfas. Rompe con la apertura del telón antes de la finalización de la obertura, y
potencia con un mayor cromatismo musical el desenfreno sensual. El tema no es
extraño, la contraposición entre, por un lado, la concupiscencia y el amor carnal
y, por otro lado, el amor espiritual. Sin embargo, lo que llama poderosamente la
atención es la fuerza y plenitud de lo dionisiaco frente a lo espiritual. Estos
elementos polarizadores serán fácilmente reconocidos por un Nietzsche en El
nacimiento de la tragedia bajo el espíritu de la música diferenciará la polarización
dramática griega entre lo apolíneo y lo dionisiaco. La obra del Nacimiento de la
tragedia resultará revolucionaria y chocante, incomprendida por el público
alemán. Wagner defenderá en 1872 esta obra nietzscheana. Y a su vez,
Nietzsche presenta a Wagner más allá de la restauración del drama musical,
como el apóstol de una nueva cultura, como el genio universal y soberano de las
artes, puesto que dispone de todas ellas fusionadas.
Por eso, no estoy tan seguro que Nietzsche encuentre en aquella época ningún
Wagner filogermano, sino más bien, todo lo contrario. Nietzsche había encontrado
a un Wagner que representaba, precisamente lo antialemán.
3
NIETZSCHE, Friedrich. Ecce homo. Lincoln (NE, USA): Alba, 1999, pág. 53.
105
TORIJA, José Javier. «Lo wagneriano no disuelto en Nietzsche». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 101-106
Hay un momento clave: Luis II de Baviera accede al trono a sus 18 años. Él admira
a Wagner, y le anima a la construcción de un palacio de ópera para la ejecución
de las óperas wagnerianas. Las obras comenzarán en 1871 en Bayreuth, y
concluirán en 1876. Las relaciones Wagner-Nietzsche empezarán a deteriorarse
definitivamente. Si Wagner había sido admirado por Nietzsche como hombre libre,
como revolucionario de las artes, que había abrazado la Revolución tanto en el
arte como en la calle, había renegado de una civilización ficticia y corrupta, sin
embargo, ahora era recuperado. Tras aceptar la fractura del Anillo, las
concesiones de Wagner al cristianismo, al antisemitismo y al filisteísmo serán
cambios que Nietzsche nunca iba a tolerar.
4
NIETZSCHE, Friedrich. Ecce homo, p. 80-81.
106
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Julio 2014, pp. 107-124
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DOI: 10.5281/zenodo.10829
Resumen: El artículo pretende fijar la atención Abstract: The article tries to fix the attention on
sobre el funcionamiento de la figura del círculo en el the functioning of the figure of the circle inside the
interior del pensamiento del joven Nietzsche de El thought of the young Nietzsche of The birth of
Nacimiento de la tragedia. Al mismo tiempo, se tragedy. At the same time, in it there is a thesis
ensaya una tesis sobre el origen de la fascinación about the origin of the fascination that the above
que dicha figura ejerce en el texto nietzscheano. mentioned figure exercises in the Nietzschean text.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 21 de enero de 2013.
∗∗
Español. Profesor Asociado de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Teoría del
Conocimiento, Estética e Hª del Pensamiento de la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid; así como en el Centro de Estudios Internacionales de la Fundación
Ortega y Gasset. Es actualmente co-director del SNC. Está especializado en estética en
autores como Derrida, Nancy o Blanchot. Entre sus publicaciones podemos citar el libro
Círculos viciosos: en torno al pensamiento de Jacques Derrida sobre las artes, aparte de otras
muchas relacionadas con el campo de la estética.
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
Los ojos quietos, fijos ante el espectáculo que se ofrece a la mirada, las pupilas
inmóviles, los párpados excesivamente abiertos y expectantes: fascinado. Esta es
la imagen que, según el joven Nietzsche de El Nacimiento de la Tragedia, ofrece
aquel seguidor de la ciencia, «hombre noble y dotado», «cuando ve, para su
espanto, que llegada a estos límites, la lógica se enrosca sobre sí misma y acaba
por morderse la cola»1. Ante esa visión su mirada queda fija, petrificada, rígida.
Eso es exactamente lo que dice el verbo starren que emplea Nietzsche: clavar la
mirada, mirar fijamente algo o a alguien. Y esa mirada, continúa diciendo, «queda
fija, en lo imposible de esclarecer», en lo inexplicable, en lo que no se puede
desvelar. La visión que tiene ante los ojos no es un simple cierre lógico, una
clausura dialéctica, sino algo que se dobla, se enrolla, que se pliega sobre sus
bordes para dar lugar a una irrupción, algo que llega de golpe: «entonces irrumpe
la nueva forma de conocimiento, el conocimiento trágico, que, aun sólo para ser
soportado, necesita del arte como protección y remedio».
La palabra que emplea Nietzsche para este cambio brusco, para esta
transformación o transmutación como traducen Germán Cano y Sánchez Pascual
es “Umschlagen”, él mismo la coloca entre comillas. Es tanto sustantivo como
verbo. Se trata de una palabra compuesta de la preposición “um”, alrededor de, en
torno a; y schlagen: golpear, pegar; pero también vencer, batir, doblegar. De ahí
umschlagen como doblar, plegar, la ropa por ejemplo, y asimismo el sustantivo
Umschlag como dobladillo, ribete o pliegue. En cuanto al otro sustantivo,
Umschlagen, viene a decir un cambio brusco, repentino; de aquí la traducción
española por transformación o transmutación.
Lo que es evidente es que al escribir Nietzsche “Umschlagen” entre comillas para
significar el cambio súbito que ocurre en esa «avidez de conocimiento insaciable
y optimista que apareció de manera prototípica en Sócrates» al “transformarse”
en «resignación trágica y necesidad de arte», se está movilizando todo ese
campo semántico en el que aparece lo que vuelve, el giro y el derredor, la vuelta
en redondo, circular, a la vez que el límite que se dobla o se pliega y cambia de un
modo brusco, chocante, de golpe o de repente. En aquel umbral, en ese punto
límite perimetral del círculo al cual ha llegado el honesto hombre de ciencia se
produce algo: una transformación brusca, repentina, porque aparece una «nueva
forma de conocimiento» que sin embargo no es fácilmente soportable. En su
borde ese círculo vuelve, se pliega, y en el pliegue irrumpe el arte como manera
de hacer soportable la visión y la experiencia de esa forma de conocimiento, un
arte que transforma o transfigura lo horrible y lo hace soportable.
Por ahora no vamos a entrar en el resultado de esa “transmutación”, en el
aparecer de ese nuevo conocimiento. En principio ya lo hemos leído en páginas
1
Seguimos la traducción de Andrés Sánchez Pascual en NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la
tragedia, Madrid: Alianza, 1973 (reed. 1980). Las frases citadas se encuentran en § 15, pág. 130.
A partir de ahora GT.
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SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
2
Ver KLOSSOWSKI, Nietzsche y el círculo vicioso, Madrid, Arena libros, 2004
3
GT, § 13, pág. 115
4
GT, § 15, pág. 130
110
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
Nietzsche ahora recupera a Sócrates como aquel genio innovador, griego al fin y
al cabo, cuyo poder inseminante se extiende a la ciencia dotándola de un
“instinto” nuevo, pero también recoge al Sócrates demónico, el que escucha voces
internas, el que cuenta en la cárcel a sus amigos la misma y obsesiva aparición en
5
sueños que, cito: «siempre le decía igual cosa: “¡Sócrates, cultiva la música!”» .
Este Sócrates “artista” es el que aparece al final del parágrafo 15: «¿conducirá
aquella “transmutación” (“Umschlagen”) a configuraciones siempre nuevas del
6
genio, y precisamente del Sócrates cultivador de la música?» .
5
GT, § 14, pág. 123
6
GT, § 15, pág. 130
7
GT, § 13, pág. 117
8
GT, § 13, pág. 117
111
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
Nietzsche subraya este hecho y tiene una especial dedicación a hacer participar
al lector de ese dramatismo sacrificial: «Pero el que se sentenciase a muerte, y no
a destierro únicamente, eso parece haberlo impuesto el mismo Sócrates, con
9
completa claridad y sin el horror natural a la muerte» . Esa falta de miedo a la
muerte es precisamente porque ésta es asumida como un destino, como la
destinación que le define en su venida al ser, la muerte como meta del
conocimiento y asimismo como puerta al desvelamiento de las ideas, momento de
su apocalipsis personal que se da a la revelación final de la verdad.
9
GT, § 13, pág. 118
10
GT, § 13, pág. 118
112
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
11
Referencia a Sócrates máscara de Dionisos señalado por Germán Cano.
113
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
12
GT, § 13, pág. 117
13
GT, § 1, pág. 40
14
Cf. DERRIDA, Jacques, “La farmacia de Platón”, en La diseminación, Madrid: Fundamentos, 1975.
15
GT, § 13, pág. 117
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
«Y aun cuando es muy cierto que el efecto más inmediato del instinto
socrático perseguía una descomposición de la tragedia dionisíaca, sin embargo
una profunda experiencia vital de Sócrates nos fuerza a preguntar si entre el
socratismo y el arte existe necesariamente tan sólo una relación antipódica, y
si el nacimiento de un “Sócrates artístico” es en absoluto algo contradictorio
en sí mismo.»16.
16
GT, § 14, pág. 118
17
GT, § 13, pág. 117
18
GT, § 14, pág. 120
115
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
crear, sin embargo, por pura necesidad artística una forma de arte cuya afinidad
19
precisamente con las formas de arte vigentes y rechazadas por él es íntima.» .
«El diálogo platónico fue, por así decirlo, la barca en que se salvó la vieja
poesía náufraga, junto con todos sus hijos: apiñados en un espacio angosto, y
medrosamente sujetos al único timonel Sócrates, penetraron ahora en un
mundo nuevo, que no se cansó de contemplar la fantasmagórica imagen
(phantastische Bilde) de aquel cortejo.»21
19
GT, § 14, pág. 120
20
GT, § 14, pág. 120
21
GT, § 14, pág. 121
22
GT, § 14, pág. 121
116
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
El monstruo Sócrates lo era por la falta, por la falta de un ojo. Su «único ojo de
cíclope» (cf. (§ 14, pág. 119) al que le estaba prohibido mirar a los abismos
dionisiacos, es ahora invertido en una mirada múltiple, no por ello menos
monstruosa, si bien por sobreabundancia, y venida de ese abismo donde el exceso
es incontenible. En última instancia, podríamos pensar que se trata de cambiar el
enfoque de la mirada. Una mira fija en una realidad única, sin relieves, sin
contrastes, sin escenografías; rígida porque “las cosas son como son”. La otra en
cambio es estereoscópica, múltiple y por consiguiente en perspectiva; abre el
relieve y la dimensión plural de las cosas.
Dicho de una manera más concisa: se trataría en el primer caso de ver el arte a
través de los ojos de la ciencia dialéctica para quien éste no es más que una
apariencia, un simulacro que depende de una realidad primera. En el segundo
caso se trataría más bien de «ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte con
la de la vida» (pág. 28), tal y como el propio Nietzsche habría afirmado quince
años después de la publicación del libro en su “Ensayo de autocrítica” y que sería
unido a El Nacimiento de la Tragedia a manera de prólogo a partir de su tercera
edición.
Para dar más peso a esta afirmación se podría traer en apoyo la tesis de
Heidegger expuesta en sus cursos sobre Nietzsche: “El pensamiento de Nietzsche
es la inversión del platonismo”.
Pues bien, lo que habría que decir llegados a este punto es que si cerramos aquí
nuestro trabajo, no hemos adelantado nada, y además, creo, habríamos dejado en
vacío las apuestas más interesantes de este joven Nietzsche. Aún caben más
vueltas en estos círculos, y aún cabe explicar más hondamente la fascinación del
círculo por parte de Nietzsche.
117
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
«Las dos innovaciones decisivas del libro son, por un lado, la comprensión del
fenómeno dionisiaco en los griegos: el libro ofrece la primera psicología del
mismo, ve en él la raíz única de todo el arte griego. Lo segundo es la
comprensión del socratismo: Sócrates, reconocido por vez primera como
instrumento de la disolución griega, como décadent típico.»24
23
NIETZSCHE, Friedrich, Ecce homo, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid: Alianza ed., 1971 (9ª reimp.
1988), pág. 68. A partir de ahora EH.
24
EH, pág. 68
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
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Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
5.- Lo fascinante.
Como decíamos arriba, la lectura de Schopenhauer está pesando de un modo
incontestable en El nacimiento de tragedia. En el tercer libro de El mundo como
voluntad y representación se había estudiado la capacidad que tienen las artes de
atravesar los velos de Maya, esa pantalla de representación que el hombre de
ciencia confunde con la realidad. El arte penetra en el interior del círculo de la
Voluntad donde no rige la causa y cuya periferia está sin embargo sometida tanto
al principio de causalidad como al principium individuationis, que constriñe a cada
una de las objetivaciones de la Voluntad a una singularidad de tiempo y espacio.
Para Schopenhauer es el arte quien desvela lo insondable del abismo obtuso de la
Voluntad, sacando a la luz el conocimiento espantoso de la profunda arbitrariedad
que subyace al mundo y a la vida humana. Por medio de las artes el hombre
conoce esa verdad, a la par que constata lo ficticio de la coherente realidad que
la razón ha tramado con los datos ofrecidos por los sentidos.
«El mundo es mi representación». Estas son las palabras iniciales del libro, en
ellas resuena un tono espectral, dado que pueden ser dichas por cualquier sujeto
de conocimiento, pero sólo “propiamente” por el sujeto absoluto de la acción, la
Voluntad. Esta voz resuena sobre el mundo desde un más allá del mundo, y sus
palabras debieron fascinar al joven Nietzsche. Si cuanto se representa en el
mundo es un entramado urdido a través de los velos de la ilusión, el arte ―y la
belleza por tanto― rompe ese velo, detiene la rueda de las representaciones, y
deja al desnudo un conocimiento que muestra «con todo su horror» el mundo
desde dentro, su esencia última con «el vergonzoso dominio del azar»27. La
tragedia muestra, como cumbre del género poético, la idea misma de la
humanidad, y por ella «el aspecto terrible de la vida» ante cuyo espectáculo, la
noble tragedia proporciona al hombre: «la resignación y la renuncia, no sólo de la
vida, sino de toda voluntad de vivir.»28
Pero «Schopenhauer se equivocó aquí, como se equivocó en todo». La renuncia
cadavérica a la vida es para Nietzsche un error a la hora de comprender la
tragedia griega. «Los griegos no fueron pesimistas» y la tragedia es la prueba
indudable de ello. Esto merece un comentario.
27
SCHOPENHAUER, Arthur, El mundo como voluntad y representación, México: Ed. Porrúa, 1997,
libro III, § 51, pág. 201.
28
Ibidem.
120
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
29
GT, § 5, pág. 66
30
NIETZSCHE, Friedrich, El culto griego a los dioses, ed. D. Sánchez Meca, Madrid: Aldebarán, 1999,
págs. 58-59
121
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
31
El culto griego a los dioses, opus. cit, pág. 54
32
El culto griego a los dioses, opus. cit, pág. 55.
122
SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
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SANTOS, Julián. «La fascinación del círculo». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de
Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 107-124
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Aldebarán, 1999, págs. 58-59
5. ____________ Ecce homo, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid: Alianza ed., 1971
(9ª reimp. 1988), pág. 68.
6. SCHOPENHAUER, Arthur, El mundo como voluntad y representación, México:
Ed. Porrúa, 1997, libro III, § 51, pág. 201.
124
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 125-128.
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10830
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado “La Abstract: Reply to the above article entitled "The
fascinación del círculo” y publicado en este mismo fascination for the circle" and published in this
número. Issue.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid en la sesión del SNC el 21 de enero de 2013.
∗∗
Español. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, y Máster en Estudios
Avanzados de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Tiene varias publicaciones
en la revista “Cronofagia”. En la actualidad realiza su tesis doctoral en la Universidad
Complutense de Madrid sobre la incidencia del beylismo en la filosofía de Nietzsche.
SANCHO, Carlos «Sócrates en los lindes de la finitud». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El
arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 125-128
1
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza, 2005, pág. 122.
2
Íbid, pág. 120.
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arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 125-128
3
NIETZSCHE, Friedrich, Así habló Zaratustra, “De las tarántulas”, Madrid: Alianza, 2011.
4
Íbid, “De la superación de sí mismo”.
5
Sirviéndose de las intuiciones profundas de Aristófanes, y quizá también de Leopardi, señala un
cambio social de valores en lo que respecta al tipo ideal griego, que lacera la carne y sobreestima
aptitudes que favorecen el idealismo (Cfr. LEOPARDI, Giacomo, Zibaldone de pensamientos,
Madrid: Tusquets, 1990, § 21).
6
COLLI, G., La sabiduría griega, I, Madrid: Trotta, 2008, pág. 21.
7
NIETZSCHE, Friedrich, El Nacimiento de la Tragedia, Madrid: Alianza, 2005, pág. 80.
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SANCHO, Carlos «Sócrates en los lindes de la finitud». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El
arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 125-128
Sin embargo, la velada de Sócrates antes del día de la ejecución, muestra que
aquél que sirviera de ídolo al hombre occidental dudó en su fuero interno de sus
habituales enseres. En la solitud sepulcral de la nocturnidad, a sabiendas de su
fatal destino, Sócrates interpreta de manera insólita aquello que tiempo atrás
viene repitiéndole el daimon: interpreta el término mousiké no ya como filosofía,
sino como se hacía de ordinario, como poesía. Pareciera como si en los lindes de la
finitud, el logos revele su esterilidad, y sólo el poder mágico, transfigurativo, de la
música es capaz de aplacar la amenaza infundiendo en el amenazado cierto
consuelo y entereza ante suerte aciaga.
8
“el heleno dotado de sentimientos profundos y de una capacidad única para el sufrimiento más
delicado y más pesado, el heleno que ha penetrado con su incisiva mirada tanto en el terrible
proceso de destrucción propio de la denominada historia universal como en la crueldad de la
naturaleza…” (Ibíd., pág.80).
9
Ibíd., pág. 136.
10
Íbid, pág. 134: “la imagen de Sócrates moribundo, como hombre a quien el saber y los
argumentos han liberado del miedo a la muerte, es el escudo de armas que, colocado sobre la
puerta de entrada a la ciencia, recuérdale a todo el mundo el destino de ésta, a saber, el de
hacer aparecer inteligible, y por tanto, justificada, la existencia”
11
Cfr. MARION, Jean-Luc, El ídolo y la distancia, Salamanca: Sígueme, 1999.
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DOI: 10.5281/zenodo.10831
Resumen: El objetivo de este ensayo es indagar en Abstract: The aim of this essay is to enquire about
la relación entre cuerpo y razón en El nacimiento de the relationship between body and reason in The
la tragedia. Para ello, (1) comenzaremos revisando birth of the Tragedy. So with that, we begin (1)
la noción de Trieb en relación con la función artística examining the notion of Trieb in relation with the
que se le asigna a Dionisio y Apolo. Luego, (2) nos artistic function that is assigned to Dionisio and
aproximaremos a la noción de sabiduría trágica Apolo. Then, (2) we will approximate to the notion
desde la perspectiva del cuerpo. A continuación en of tragic wisdom from the perspective of the body.
(3) abordaremos la distinción entre racionalidad e To continue, (3) we will deal with the distinction
instinto, problematizando la noción de razón, y en between rationality and instinct, attending to
(4) nos preguntaremos sobre la posibilidad de different ways of understanding the reason. Finally,
alcanzar un nuevo equilibrio para el pensamiento. in (4) we ask about the possibility to reach a new
balance for the thought.
Palabras clave: instintos; impulsos; cuerpo; razón; Keywords: instincts; drives; body; reason; art;
arte; sabiduría trágica. tragic wisdom.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro de
Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 25 de febrero de 2013.
∗∗
Española-argentina. Máster en Estudios Avanzados en Filosofía en la UCM. Pertenece al
Seminario Nietzsche Complutense y al grupo de Investigación La Europa de la Escritura.
Cuenta con varios artículos y conferencias especializados en la obra de Nietzsche.
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impulso. Ahora bien, cuando utiliza la palabra Trieb, Nietzsche suele apelar a las
fuerzas interiores inconscientes del ser humano, acercándose al significado de la
pulsión freudiana. Mientras que al utilizar Instinkt se acentúa su carácter
biológico y constante.
Todavía es posible aportar otros elementos de distinción para la palabra Trieb. Por
ejemplo, a propósito de los estudios que vienen agrupados en el libro On Instinct
and language, los editores mencionan un matiz de significado entre los términos
Trieb, Instinkt y Affekt:
«Los impulsos [Triebe] son “fuerzas”, “voluntades subyacentes” o “voluntades
de poder” que dirigen nuestro comportamiento hacia la satisfacción de
necesidades orgánicas”. Mientras que un afecto es simplemente lo que se
siente que es movido por un impulso»
En última instancia, nos dicen Constancio y Mayer Branco, dado que los impulsos
dirigen nuestro comportamiento a la satisfacción de las necesidades orgánicas,
son ellos los encargados de realizar las valoraciones de la utilidad de los objetivos
haciendo que queramos un objetivo y sintamos por el.3 Veremos más adelante que
esto nos conducirá a la trasvaloración nietzscheana.
Para ver esta cuestión con detenimiento es preciso estudiar, por ejemplo, el
trabajo de Lucca Luppo quien separa los campos semánticos de ambas palabras
estableciendo que los instintos se construyen sobre el trabajo de los impulsos. Se
entenderá entonces que con los instintos se produce ya una cierta organización
de los impulsos que tiene un efecto más duradero en nuestro actuar.
Ahora bien, la tradición que se inicia con el Sócrates que nos presenta en cada
uno de sus diálogos Platón, había mantenido separados instinto y lenguaje,
pensándolos como opuestos. Pero el trabajo de Nietzsche irá ya desde los
primeros escritos en una dirección contraria. Podemos pensar, por ejemplo, en el
3
Joao Constacio y Maria Joao Mayer Branco (eds), On instinct and language, Berlin/Boston:
Walter de Gruyter, 2011, Introducción de los editores, pág. xvi.
4
Ibíd., pág. xvi-xvii.
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Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 129-144
En cuanto a la cuestión de los instintos, habría que tener en cuenta que han sido
considerados como naturales e invariables, mientras que el lenguaje del que se
vale la razón para producir conocimiento se ha considerado como libre de la
sujeción de la naturaleza situándolo además en el orden de la producción
conciente. Pero como nos recuerda Stegmaier, la oposición entre instinto y razón
se basaba ya en una evaluación. Dicha valoración es la que introduce Platón
siguiendo la voz de Sócrates, aunque quizás este último hubiera dado muestras de
un cierto escepticismo respecto de su utilidad. 6
Nietzsche nos proponía desde el primer capítulo dejarnos guiar por la figura de
Apolo y Dionisio como símbolos de esos impulsos naturales que son en sí mismos
artísticos. Además, la finalidad de la obra es convertir en intuitiva una nueva
forma de ciencia estética. Dicha estética parte para Nietzsche de la relación
interdependiente de estos dos impulsos. Por tanto, no se trata de supeditar uno a
otro ni de eliminar a alguno de ellos.
5
Este es un tema que he abordado en mi tesina de máster: La producción estético-conceptual:
entre sensaciones, lenguaje y conceptos. Una investigación en la obra temprana de Nietzsche.
Madrid: E-prints Complutense, 2009. En dicha investigación me concentré en Descripción de la
retórica antigua y Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, preparados entre 1872 a 1873.
El objetivo que me proponía era comprender la respuesta de Nietzsche sobre la cuestión del
surgimiento de los conceptos, ya que consideraba que de esta manera sería posible entender los
posteriores desarrollos de su pensamiento.
6
Op. cit. W. Stegmaier: Instinct and Language in Book V of The Gay Science, en On instincts and
language, págs. 93-94.
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«(…) esos dos instintos/impulsos [Triebe] tan diferentes marchan el uno al lado
del otro, casi siempre en abierta discordia entre sí y excitándose mutuamente
a dar a luz frutos nuevos y cada vez más vigorosos, para perpetuar en ellos la
lucha de aquella antítesis, sobre la cual sólo en apariencia tiende un puente la
común palabra “arte” [Kunst] (…)»7
La tragedia vivió en Grecia sólo en tanto que ambos impulsos unieron sus fuerzas,
la intuición musical dionisíaca y las imágenes y palabras apolíneas. Mientras en la
escena se dejaba oír la sabiduría dionisíaca, lo que se presentaba en escena era
un reflejo de la voluntad que hablaba a través de los personajes. Apolo
configuraba la experiencia de las profundidades abismales del ser humano que
simbolizaba Dionisio.
7
Op. cit. F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, cap. 1.
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mismo como el primer filósofo trágico. Esto es lo que él mismo nos dice en la
Sección 3 de Ecce Homo, insistiendo en la siguiente idea:
Esa sabiduría que Nietzsche busca es una sabiduría de los afectos, los instintos,
los impulsos. Haciendo que, en definitiva, el cuerpo, cobre el protagonismo que
siempre ha tenido en la producción de conocimientos y saberes. Se trataría aquí
de una sabiduría que supiera entretejer la razón y el cuerpo como aliados en la
búsqueda de la salud del ser humano. Un nuevo estado de jovialidad, quizás una
Ciencia Jovial, como titulará a una obra clave en el desarrollo de su pensamiento.
En El nacimiento de la tragedia, este camino que se irá viendo cada vez más
claramente en el desarrollo filosófico nietzscheano, se puede intuir ya en el
tratamiento que realiza sobre la relación del impulso racional que predomina en
Sócrates imponiéndose al saber instintivo del cuerpo. La nueva oposición que
presenta Nietzsche es entre el conocimiento lógico y racional que produce el
hombre teórico y el conocimiento trágico que nos habla del núcleo del mundo, del
dolor del ser humano y de la superación de ese dolor a través del arte. Un arte
que quizás es también el que tejen los impulsos y afectos convirtiéndose en
instintos. Un arte presente en nuestros propios cuerpos, operando por debajo de
nuestras conciencias y nuestros actos. Cual si fuera una segunda naturaleza que
hemos moldeado a base de experimentos hechos en nuestra propia naturaleza
humana. Véase sino el desarrollo de esta cuestión en La Genealogía de la moral.
8
F. Nietzsche, Ecce Homo, traducción de A. Sánchez Pascual. 7º Reimpresión. Madrid: Alianza,
2008, El nacimiento de la tragedia, sección 3.
134
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Entonces, ¿en qué sentido pues se oponen ambos conocimientos, el que produce
el hombre teórico representado por la figura de Sócrates y el conocimiento
trágico?
Pues bien, el conocimiento teórico crece de forma optimista suponiendo que con
la única asistencia de la lógica llegará a verdades eternas e inmutables que le
expliquen el mundo. El optimismo de la ciencia se afana en crear redes
conceptuales cada vez más amplias en las que someter lo desconocido a lo
conocido. En las que hacer mensurable la experiencia, las sensaciones. En las que
hacer efectiva la comunicación entre los seres humanos.
Por otra parte, el conocimiento trágico es aquel que se hace cargo del saber de la
sensibilidad del cuerpo, reconoce el ámbito de lo no-consciente y pulsional como
aquello de lo que proceden la conciencia y la razón.9 Si entendemos que lo eterno
es el devenir de nuestra naturaleza humana, esto nos abre la posibilidad para un
trabajo de los instintos. Podemos decir en un cierto sentido, que aquí se vuelven a
unir el trabajo de Apolo y de Dionisio. Ya que se deja oír en su producción
lingüística conciente el eco de su procedencia corporal, de la experiencia de los
sentidos. Reconociendo, de este modo, que los instintos ya exponen valoraciones
a partir de la evaluación en cuanto a su utilidad para la vida humana.
Aquí también vale recordar que lo que nos dice Nietzsche en Ecce Homo sobre El
nacimiento de la tragedia, a saber, que los únicos valores que reconoce son los
estéticos [Aesthetischen Werthe]. Los valores estéticos son aquellos que se
relacionan con la experiencia del cuerpo, con las sensaciones, los afectos y los
impulsos. En el mismo nivel de la sensación es donde se producen las valoraciones
primarias.
9
Cf. M. Rodríguez González, La teoría nietzscheana del conocimiento, Madrid: Eutelequia, 2010.
10
Op. cit. F. Nietzsche, Ecce Homo, p. 76.
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El punto clave aquí es el cuestionamiento que realiza Sócrates del saber práctico
que muestran los atenienses:
« (…) la frase más aguda a favor de aquel nuevo e inaudito aprecio del saber y
de la inteligencia la pronunció Sócrates cuando encontró que él era el único en
confesarse que no sabía nada, mientras que, en su deambular crítico por
Atenas, por todas partes topaba, al hablar con los más grandes hombres de
Estado, oradores, poetas y artistas, con la presunción del saber. Con estupor
advertía que todas aquellas celebridades no tenían una idea correcta y segura
ni siquiera de su profesión, y que la ejercían únicamente por instinto.
“Únicamente por instinto” [Nur aus Instinkt]: con esta expresión tocamos el
corazón y el punto central de la tendencia socrática. Con ella el socratismo
condena tanto el arte vigente como la ética vigente: cualquiera que sea el sitio
a que dirija sus miradas inquisidoras, lo que ve es la falta de inteligencia y el
poder de la ilusión, y de esa falta infiere que lo existente es íntimamente
absurdo y repudiable»11
11
Op. cit. F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, cap. 13, págs. 121-122.
12
Ibíd., cap. 13, pág. 122. Cf. Platón, Apología, 321c.
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«En esta naturaleza del todo anormal la sabiduría instintiva [Die instinktive
Weisheit] se muestra únicamente para enfrentarse acá y allá al conocer
consciente, poniendo obstáculos. Mientras que en todos los hombres
productivos el instinto [Instinkt] es precisamente la fuerza creadora y
afirmativa, y la conciencia adopta una actitud crítica y disuasiva: en Sócrates el
instinto [Instinkt] se convierte en un crítico, la consciencia, en un creador -
¡Una verdadera monstruosidad per defectum!»13
Nietzsche nos llama aquí la atención sobre el cambio que representa Sócrates
dentro de la historia de los instintos. En Sócrates, el instinto se convierte en la
parte crítica que disuade, mientras que la parte creadora y afirmativa pasa a
situarse en la consciencia. Según Nietzsche, pues, la conciencia se presenta en la
naturaleza de Sócrates como instancia creadora. Aunque en definitiva esto
también constituye en Sócrates un instinto.
«De esta manera el drama euripideo es una cosa a la vez fría e ígnea, tan
capaz de helar como de quemar; le resulta imposible alcanzar el efecto
apolíneo de la epopeya, mientras que, por otro lado, se ha liberado lo más
posible de los elementos dionisíacos, y ahora para producir algún efecto
necesita nuevos excitantes, los cuales no pueden encontrarse ya en los dos
únicos instintos artísticos, el apolíneo y el dionisiaco. Esos excitantes son fríos
pensamientos paradójicos – en lugar de intuiciones apolíneas – y afectos
ígneos – en lugar de éxtasis dionisíacos -, y, desde luego, pensamientos y
afectos remedados de una manera sumamente realista, pero en modo alguno
inmerso en el éter del arte»14
13
Ibíd., cap. 13, pág. 122.
14
Ibíd., cap. 12, pág. 115.
15
Ibíd., cap. 12, pág. 113.
137
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que será posible conjurar todo lo desconocido, será posible llegar a conocer la
realidad tal y como es siguiendo el hilo de la causalidad. Una ilusión que la
naturaleza le otorga para amarrarlo a la existencia. En esta representación, el
hombre teórico cree que podrá llegar a los abismos del ser e incluso corregirlos.
Habiendo llegado a este punto, insistimos una vez más en el carácter que imprime
Nietzsche a la tragedia trasponiéndola al pathos filosófico. Al igual que la tragedia
muere cuando las palabras e imágenes de la escena dejan de ser la expresión de
la sabiduría dionisíaca, del trasfondo musical de la representación apolínea, en el
orden del pensamiento, las palabras y las imágenes que recoge el discurso pueden
verse igualmente desprovistas de musicalidad. Aquí tendremos que tener en
cuenta la concepción de Schopenhauer en cuanto a que la música es expresión
inmediata de la voluntad. Siendo que en Nietzsche, se trata de una voluntad del
mundo inscrita en nuestra naturaleza corporal.
16
Ibíd., cap, 15, págs.133-134.
17
Ibíd., cap. 14, pág. 130.
18
Ibíd., cap. 16, pág. 138.
138
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19
Ibíd., cap. 16, pág. 138.
20
Ibíd., cap. 16, pág. 138.
21
Ibíd., cap. 16, pág. 140.
22
Ibíd., cap. 16, págs. 143-144.
139
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Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 129-144
Como nos indica Carlos García Gual en su traducción del Fedón, mousiké es todo
arte patrocinado por las Musas, desde la poesía épica y la dramática a la danza y
la propia música. La filosofía no tenía una musa asignada. Sócrates pensó a lo
largo de su vida que la filosofía también podía ubicarse dentro de este grupo de
artes, sin embargo, al final de su vida acepta la categorización tradicional.
23
Ibíd., cap. 14.
24
Platón, Fedón, 60 d-e. Traducción de Carlos García Gual. Diálogos III. Madrid: Gredos, 1986.
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«Si la tragedia antigua fue sacada de sus rieles por el instinto dialéctico
orientado al saber y al optimismo de la ciencia, habría que inferir de este
hecho una lucha eterna entre la consideración teórica y la consideración
trágica el mundo; y sólo después de que el espíritu de la ciencia sea conducido
hasta su límite, y de que su pretensión de validez universal esté aniquilada por
la demostración de esos límites, sería lícito abrigar esperanzas de un
renacimiento de la tragedia: como símbolo de esa forma de cultura
tendríamos que colocar el Sócrates cultivador de la música, en el sentido antes
explicado»25
Esto es lo que debería suceder, según Nietzsche, una vez que el ser humano en
su devenir teórico llega a los límites de sus posibilidades lógico-explicativas. En
ese momento es cuando puede irrumpir el conocimiento trágico. A partir, por
tanto, de la «transmutación» que vive el ser humano enfrentado al límite de su
poder cognoscitivo racional. Sobre esta posibilidad Nietzsche especula:
«Con ánimo conmovido llamamos aquí a las puertas del presente y del futuro:
¿conducirá aquella “transmutación” a configuraciones siempre nuevas del
genio, y precisamente del Sócrates cultivador de la música?»27
25
Op. cit., F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, cap. 17, pág. 148.
26
Cf. R. Schacht, Nieztsche, London: Routledge & Kegan Paul, 1985.
27
Op. cit., F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, cap. 15, págs. 135-136-137.
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« ¿Será tejida de un modo cada vez más firme y delicado, ya bajo el nombre de
religión, ya bajo el nombre de ciencia, o estará destinada a desgarrase en
jirones, bajo la agitación y el torbellino incansables y bárbaros que a sí mismos
se dan ahora el nombre de “el presente”?»28
Una reflexión que valía tanto en sus días como en nuestro hoy. La sabiduría
trágica que se hacía eco de la música dionisíaca nos conectaba con los impulsos y
afectos básicos del ser humano. Con el tiempo, la naturaleza humana se ha ido
moldeando unos instintos. De la misma manera que el ser humano se va haciendo
un carácter fruto de su experiencia vital. Al recuperar la deriva práctica del
conocimiento recolectado en los instintos, se estará dejando el espacio para oír la
insistencia de los afectos y los impulsos. Esto es, atender a su configuración en
nuestro día a día como hacer productivo, creativo.
Por eso, Nietzsche dice en el ensayo de autocrítica a este libro, escrito años más
tarde, que lo que él había conseguido era aprehender el problema de la ciencia
misma. Aún cuando sus vivencias fueran todavía prematuras para comunicarlo
claramente en el lenguaje de la razón. Así, pues, hubo de colocarse en el terreno
del arte para atender al problema de la ciencia:
« (…) aquella tarea a la que este temerario libro osó por primera vez acercarse
– ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte, con la de la vida (…)»
28
Ibíd., F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, cap. 15, págs. 135-136-137.
29
F. Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos, Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez
Pascual. 3º Reimpresión. Madrid: Alianza, 2002, “Lo que yo debo a los antiguos”, pág. 143.
30
O bien adentrarse en una filosofía vivida según la propuesta que encontramos en una tesis
defendida recientemente por el Raúl E. de Pablos Escalante, La filosofía vivida: pensamiento y
transformación en Spinoza y Nietzsche. Madrid: E-Prints Complutense, 2012.
http://eprints.ucm.es/15246/1/T33756.pdf
142
SILVA-PROLL, Tamara. «¿Cómo se hace oír el cuerpo en la ‘razón’?». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 129-144
El pensamiento trágico que va más allá del mero conocimiento racional científico
nos recuerda la importancia de observar en nuestra propia experiencia el alcance
de la actividad de los impulsos y la afectividad de los conocimientos. Así como
insiste en la importancia de trabajar sobre la propia naturaleza para moldear
nuestras habilidades, nuestros instintos. Con el fin de utilizar la naturaleza en
nuestro favor, de ser honestos al mencionar que es el cuerpo el que habla en
nuestras conciencias.
143
SILVA-PROLL, Tamara. «¿Cómo se hace oír el cuerpo en la ‘razón’?». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N°
Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 129-144
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144
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 145-149.
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DOI: 10.5281/zenodo.10832
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado Abstract: Reply to the above article entitled "How
“¿Cómo se hace oír el cuerpo en la «razón»?” y does the body make itself heard through
publicado en este mismo número. «reason»?" and published in this Issue.
Palabras clave: instintos; impulsos; cuerpo; razón; Keywords: instincts; drives; body; reason; art;
arte; sabiduría trágica. tragic wisdom.
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El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro de
Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 25 de febrero de 2013.
∗∗
Español. Licenciado en Filosofía y Máster en Formación del Profesorado en Filosofía en la
Universidad Complutense de Madrid.
ROMERO, Pablo «El pesimismo de la fuerza y el análisis de la tragedia ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.
5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 145-149
Nietzsche nos coloca a las puertas de un pesimismo que sea capaz de querer la
vida con su trasfondo incuestionable de dolor y sufrimiento, con su incapacidad
para proporcionar sentidos, finalidades, certezas absolutas, y de quererla, ante
1
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza, 2010 (§16, pág.138).
146
ROMERO, Pablo «El pesimismo de la fuerza y el análisis de la tragedia ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.
5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 145-149
Siguiendo los pasos de “El nacimiento de la Tragedia” ¿en qué consiste esa
verdad monstruosa, esa verdad trágica cuyo conocimiento precipitado podría
conducirnos hasta el nihilismo y el hastío de la existencia pero que, no obstante y
a pesar de todo, el pueblo heleno fue capaz de incorporar sin que supusiera un
riesgo inasumible para la vida misma? Según la caracterización nietzscheana, el
pueblo griego fue de hecho capaz de soportar una copiosa cantidad de verdad, y
de hacerlo precisamente por su sobreabundancia de salud.
2
NIETZSCHE, Friedrich, Fragmentos Póstumos IV, Madrid: Tecnos, 2008. (10 [3])
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ROMERO, Pablo «El pesimismo de la fuerza y el análisis de la tragedia ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.
5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 145-149
inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo
lugar es para ti – morir pronto»”3.
El pueblo griego no tuvo únicamente que asumir esa terrible sabiduría, sino que
hubo de transformarla de manera que fuera compatible con la vida. El mundo
apolíneo del Olimpo sirvió, en un primer momento, para invertir el sentido de la
cruel sentencia de Sileno y reconciliar al hombre con la vida a través de su
sublimación apolínea en el arte y la belleza olímpicas, que trasformaban una
cantidad de verdad que de otro modo sería del todo inasumible. Sin embargo,
cuando en esa lucha agónica que representa la historia de Grecia, la voz de
Dionisos se hizo más enérgica y su sabiduría más evidente, el genio griego creó
algo aún más especial: creó la Tragedia como un medio de aproximación a la
terrible verdad del conocimiento trágico de forma que éste no supusiera un riesgo
para la vida misma. En la Tragedia clásica, y a través de la música dionisíaca, el
griego antiguo pudo poner ante su mirada lo que, con Schopenhauer, podríamos
llamar la voluntad del mundo y asomarse, con ello, al abismo de la verdad trágica;
pudo, en fin, identificarse con el trasfondo de injusticia propio de la existencia. El
éxtasis del arte y de la música dionisíaca que, como decíamos al principio, se
encuentra en el origen de la tragedia, nos proporciona un tipo especial de
consuelo: el “consuelo metafísico” de que, “bajo el torbellino de los fenómenos,
continúa fluyendo, indestructible, la vida eterna”4 en su eterno juego de
destrucción y creación. “El Dionisio cortado a trozos es una promesa de vida: ésta
renacerá eternamente y eternamente retornará de la destrucción”5.
También “el arte dionisíaco quiere, por tanto, convencernos del eterno placer de
la existencia”6. En la tragedia griega, con esa peculiar relación agónica de los
instintos artísticos apolíneos y dionisíacos, se reconoce esa ecuación que une y
pone en relación el sufrimiento, la injusticia, la verdad, la belleza y la vida.
3
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, ed. Cit. (§3 pág.54).
4
Ibíd. (§17, pág.54)
5
NIETZSCHE, Friedrich, Fragmentos Póstumos IV, Ed. cit. (14 [89])
6
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, ed. Cit. (§17, pág. 146).
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ROMERO, Pablo «El pesimismo de la fuerza y el análisis de la tragedia ». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol.
5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 145-149
7
Ibíd. (§17, pág.148)
8
Ibíd. (§17, pág.149)
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 151-162
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10833
Resumen: Este artículo examina la atención que Abstract: This paper examines Nietzsche
Nietzsche presta a la cuestión del “mito” en dos attention paid to the issue of “myth” in two works,
obras, El nacimiento de la tragedia y la Segunda The Birth of Tragedy and his Second Untimely
intempestiva. Aparentemente en el segundo trabajo Meditation. In the latter the interest towards
el interés por la genealogía como método más genealogy as the most effective method to
eficaz para contrarrestar las aspiraciones de una counteract the aspirations of a historiography
historiografía presa de sus aspiraciones imprisoned by his scientific aspirations, seems to
cientificistas, parece dejar en un segundo plano la leave in the background the bet on a “rebirth of the
apuesta por un “renacimiento del mito alemán” German myth” presents in the first book. However,
presente en el primer libro. Sin embargo, en la it is possible to recognize a continuity of the
necesidad de pensar una historia que sea importance of “myth” in the idea about a History
compatible con lo ficcional se aprecia una that supports the fictional, something that has been
continuidad de la importancia de lo mítico, algo de lo taken over by contemporary philosophies of
que se han hecho cargo filosofías de la historia History that have assumed Nietzsche’s legacy.
actuales que han asumido el legado de Nietzsche.
Palabras clave: historia; mito; ficción; genealogía; Keywords: history; myth; fiction; genealogy;
mimesis. mimesis.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro
de Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 19 de marzo de 2013.
∗∗
Español. Profesor asociado del Departamento de Teoría del Conocimiento, Estética e Hª del
Pensamiento de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Licenciado en Teoría
de la Literatura por la Universidad Complutense de Madrid, y licenciado en Humanidades y en
Periodismo por la Universidad San Pablo-CEU. Ha sido Investigador de Apoyo de la
Comunidad de Madrid (CPI) en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Ha
traducido obras de filósofos franceses como Prejuzgados (Avarigani, 2011) de Jacques Derrida
o La partición de las voces (Avarigani, 2013) y La comparecencia (Avarigani, 2014) de Jean-
Luc Nancy
MASSÓ, Jordi. «Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 151-162
Con estas palabras explica Nietzsche una de las creaciones más fascinantes que
jamás haya producido la fantasía humana, y uno de los pilares de la cultura
occidental: el mundo mítico griego. Según lo anterior, fue la incapacidad del
hombre para enfrentarse con la desmesura de la vida, con su dolor y su gozo
igualmente insoportables, lo que lo llevó a buscar un tamiz que lo protegiese del
contacto directo con la fuente de ambos. Dotado como estaba de un poderoso
instinto artístico, en el que se aunaban lo apolíneo y lo dionisiaco, aquel ser preso
de la angustia existencial forjó una galería de dioses, héroes, bestias y monstruos
a los que dio vida en algunos de los relatos más bellos que se recuerda. Pero su
valor estético era, hay que insistir en ello, secundario respecto a su capacidad
para actuar de lenitivo ante esa gran verdad que el Sileno reveló al rey Midas: que
para todo aquel que nace tal vez lo mejor sea abandonar este mundo cuanto
antes.
El recurso al mito trágico es uno de los rasgos, según Nietzsche, de aquella Grecia
con la que acaban Eurípides y Sócrates. Culpables del ocaso de la tragedia y del
pensamiento filosófico, también lo son de que el elemento mítico que había
servido de escudo para los padecimientos humanos se sometiese, él también, a la
criba del nuevo espíritu científico negador de la vida que ambos autores, que de
comadronas tenían algo como sabemos, habían contribuido a dar a luz. ¿Acaso el
hombre ya no necesitaba de aquellas criaturas? ¿Los nuevos tiempos podían
prescindir de su ayuda para templar la intensidad de las pasiones? Ni mucho
menos. Ocurría, simplemente, que nada podía escapar del nuevo anhelo
cientificista, ni siquiera el mito que, tras pasar por las manos de la recién nacida
cultura socrática, fue completamente transformado. Pero antes de ver el
resultado, recordemos brevemente los rasgos que posee el mito trágico griego
según lo caracteriza Nietzsche:
1) La nota más evidente, según lo expuesto, es que el mito es una ficción que
sabe que lo es. Referirse a él en términos de “verdad” o “falsedad” desde un
referente externo es improcedente. Los mitos son, ante todo, creaciones
artísticas, no científicas.
1
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, trad. de Andrés Sánchez Pascual, Madrid:
Alianza, 2004, págs. 54-55.
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MASSÓ, Jordi. «Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos ». HYBRIS. Revista de
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3) Según el punto anterior, a través del mito encuentra su forma una fuerza
universal de carácter artístico. Dicho impulso carece de modelos para sus
creaciones, esto es, se mantiene al margen de la cuestión de la mimesis: “de una
manera sacrílega aquel ditirambo nuevo hizo de la música una copia imitativa de
la apariencia, por ejemplo, de una batalla, de una tempestad marina, y con ello la
despojó totalmente de su fuerza creadora de mitos”4.
4) Por fin, los mitos formaban parte de la identidad del pueblo griego. Cuando el
“espíritu de la ciencia” acabe con ellos, habrá puesto con ello el punto y final al
mundo griego clásico y a su cultura artística.
Es sabido que el ideal encarnado por Sócrates acabó imponiéndose y, con él, la
libertad de un pueblo que expresaba su capacidad artística creando mitos fue
cercenada. Como cabía esperar, el arte que surge del nuevo dominio de la ciencia
representa una negación de todo cuanto encarnaba el mito. Poco queda ya de
aquella creación espontánea y libre de modelos que repetir indefinidamente,
gracias a la cual el pueblo griego reconocía de dónde venía y, más importante
aún, quién era. En adelante, y de acuerdo con el ideal científico dominante, a
toda creación artística se le exige que se someta a reglas para poder ser
posteriormente juzgada; normas como las contenidas en las conocidas “poéticas”,
verbigracia la aristotélica, que Nietzsche tiene muy presente en El nacimiento de
la tragedia. Así pues, el artista deja su sitio al imitador, que ofrece sus productos a
un público, el erudito, que ocupa el lugar en el que antes se emplazaba el oyente
estético. Y si el mito permitía al hombre dotarse de un consuelo metafísico que le
hiciese más llevadera su existencia, lo que lejos está de equivaler a dejarse llevar
por un ideal ascético como el que guiaba a Schopenhauer –pues debía incluso
llegar a gozar con ella pese a sus sinsabores–, el arte no trágico, al carecer de
contacto con el mito perdía así relación con lo que intensificaba la vida. En su
lugar, la finalidad que la cultura científica le exige en adelante a toda creación
artística será siempre moral (por ejemplo, catártica), y ya sabemos lo que quiere
eso decir para Nietzsche.
2
Ibid., pág. 101.
3
Ibid., pág. 148.
4
Ibid., pág. 150.
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MASSÓ, Jordi. «Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 151-162
Ahora bien, así como para los griegos ya no puede haber salvación, para nosotros,
los coetáneos de Nietzsche, sí puede haberla. Es preciso, para ello, que renazca la
tragedia y, para lo que nos ocupa, que se recupere el mito. El renacimiento del
mito alemán, así se denomina la operación que esboza Nietzsche en las páginas
finales de su obra y que pasa, como primera maniobra, por recuperar al mito de
las garras de la historia, que se había apoderado de él, “pues es destino de todo
mito irse deslizando a rastras poco a poco en la estrechez de una presunta
realidad histórica, y ser tratado por un tiempo posterior cualquiera como un
hecho ocurrido una vez, con pretensiones históricas”5. Recordemos, una vez más,
que inicialmente el mito carece de la pretensión de pasar por un relato verídico
de unos hechos reales. Lo narrado por él pertenece al dominio de la ficción y en
vano se buscará una correspondencia con un referente exterior. En definitiva, el
mito es una fábula a la que el transcurso del tiempo ha obligado a vestirse con los
indumentos de la historia. Y Nietzsche no parece dejar a ningún mito a salvo de
este proceso por el que todos ellos acaban por convertirse en una especie de
representaciones de un acontecimiento que alguna vez tuvo lugar.
Mito e historia están, pues, condenados a enfrentarse, y el primero lleva siempre
las de perder hasta acabar siendo transformado en la segunda. Esto sucederá
mientras se siga manteniendo que la única relación posible entre ambos es la que
acabamos de describir. Eso es, precisamente, lo que a priori parece cuestionar
Nietzsche en aquellos textos en los que defiende un nuevo tipo de historia
desvinculada del espíritu científico dominante en su época. Me refiero, claro está,
además de a El nacimiento de la tragedia, a La genealogía de la moral y, sobre
todo, a la Segunda intempestiva. En esta última, Sobre la utilidad y el perjuicio de
la historia para la vida, el filósofo afirma que “la Historia, pensada como ciencia
pura y convertida en soberana, sería para la humanidad una especie de
conclusión de la vida, un ajuste final de cuentas. Sólo si la educación histórica va
acompañada de una poderosa y nueva corriente vital, de una cultura en devenir,
por ejemplo, cuando es dominada y guiada por una fuerza superior –y entonces
no domina y guía únicamente ella misma– es algo saludable y prometedora de
futuro”6. Tal energía bien podría ser la del mito, con su “fuerza ancestral
magnífica”7. Sin embargo, este elemento mítico –la fábula o ficción– está
prácticamente ausente de la Segunda Intempestiva. Causa extrañeza que una de
las claves del “renacimiento de la tragedia”, la recuperación del mito trágico, no
tenga ningún protagonismo en este texto nietzscheano de 1874, cuando tres
años antes el mismo filósofo consideraba que su consecución era una de las
tareas más acuciantes que debía acometer el pueblo alemán.
Una primera explicación, demasiado evidente para resultar satisfactoria,
recordaría que de la necesidad de forjar una nueva mitología hablaron, y mucho,
5
Ibid., pág. 102.
6
NIETZSCHE, Friedrich, Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida [II intempestiva],
trad. de Germán Cano, Madrid: Biblioteca Nueva, 1999, pág. 51.
7
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, op. cit., pág. 191.
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los románticos alemanes desde finales del siglo XIX. Así, en el “Programa de
sistema más antiguo del Idealismo alemán”, el manifiesto que Schelling, Hölderlin y
Hegel redactan en 1795, se lee: “en tanto no hagamos estéticas, esto es,
mitológicas, las ideas no tendrán interés alguno para el pueblo y a la inversa: en
tanto la mitología no sea razonable, deberá el filósofo avergonzarse de ella”8. Si de
lo que se trataba era, pues, de permitir que las ideas se manifestasen, esto es, que
el orden inteligible tuviese un reflejo en el sensible, nada parecía servir mejor a
este propósito que el símbolo, esa “cosa que no es la cosa”, como la definió
Goethe. Y de entre todos los símbolos, el mito se antojaba el más logrado, sobre
todo para una cultura, la romántica, que había encontrado en el mundo griego un
modelo fascinante para su actividad creadora. Por otro lado, lejos de considerar a
los mitos como simples productos de la fantasía, los románticos afirmaron que en
ellos se encerraba un componente de verdad. W. Schlegel llegó incluso a hablar de
su “realidad ideal”, “esto es, son reales para el espíritu aunque no puedan ser
comprobados en la experiencia sensible”9. Obviamente, no es que estos autores
negasen que la naturaleza de los mitos fuese artística y humana, que fuesen
ficciones creadas por algunos de los escritores más grandiosos que jamás haya
habido, como Homero; más bien lo que defendían era, simplemente, que gracias a
ellos se había logrado dar una expresión sensible y “bella” –el peso de la Estética
kantiana es grande–, a ideas de lo absoluto. Ahí residía su valor como documentos
poseedores de “verdad” y su proximidad a la historia, lo cual, sea dicho de paso, ya
había sido subrayado mucho tiempo antes por Aristóteles.
La recuperación del mito trágico a cargo de Nietzsche tenía, pues, un precedente
en la consigna de la “nueva mitología” romántica. Como bien apuntan Philippe
Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy, “la esencia de la lengua griega original, del
mythos, es la de ser, como la lengua alemana, capaz de simbolización y, por ello,
capaz de la producción o de la formación de «mitos conductores», para un pueblo
definido él mismo lingüísticamente. La identificación debe, entonces, pasar por la
construcción de un mito, y no por un simple retorno a los antiguos. De Schelling a
Nietzsche, los ejemplos de tentativas de este género no faltan”10. Nietzsche,
como se ha comentado, tras haberse lamentado por la desaparición del mito
trágico griego, cierra El nacimiento de la tragedia con una defensa del “nuevo
mito alemán” que para él estaba siendo acuñado, en aquel momento, por la obra
de Richard Wagner. No se trataba únicamente de volver la mirada al pasado para
recuperar aquello que había caído en el olvido, sino también y sobre todo, de
tomar aquel tiempo remoto como modelo para el impulso creativo necesario para
el presente. Y esto resulta igual de válido en el caso de los poetas románticos y
los filósofos idealistas, que en el del propio Nietzsche.
8
ARNALDO, Javier (ed.), Fragmentos para una teoría romántica del arte, Madrid: Tecnos, 1994,
pág. 230.
9
Ibíd., pág. 217.
10
LACOUE-LABARTHE, Philippe y NANCY, Jean-Luc, El mito nazi, trad. de Juan Carlos Moreno Romo,
Barcelona: Anthropos, 2011, pág.34.
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II
El mito es, por tanto, un elemento del Romanticismo al que Nietzsche no pudo o
no quiso renunciar, al menos en su primera obra publicada. Posteriormente,
conforme se vaya agudizando su distanciamiento y su oposición a aquél, la
presencia de lo mítico irá remitiendo. No obstante, decíamos antes que esta
explicación no termina de resultar satisfactoria; ha de haber algún otro motivo
para la desaparición del mito trágico del vocabulario nietzscheano. La respuesta,
creemos, podría hallarse en la segunda de las obras antes mencionadas en las que
Nietzsche aborda su concepción de la historia, la Segunda Intempestiva. Allí, las
menciones al mito son extraordinariamente modestas en comparación con las que
pueblan su primer trabajo. Veámoslas con detenimiento:
A) Como es sabido, en este texto Nietzsche arremete contra la “cultura histórica”
de su tiempo. El conocimiento del pasado ha devenido en un exceso cientificista
que ha perdido todo contacto con la vida. El siglo XIX, en el que el peso de lo
histórico se deja sentir como nunca antes, padece una “ardiente fiebre histórica”
que ha paralizado el impulso vital que debería animar la historia. Frente a esto, los
griegos fueron muy conscientes de que debían evitar pretender conocer cuanto
ha ocurrido y presentarlo con objetividad, el que parece ser el gran propósito de
la nueva historiografía. Lo que el hombre necesita para vivir es siempre una
combinación de recuerdo y de olvido, de historia y de ahistoria11. Pero es
indudable que la historia le pertenece al ser vivo, “le pertenece como alguien que
necesita actuar y esforzarse, como alguien que necesita conservar y venerar, y,
finalmente, como alguien que sufre y necesita liberarse”12. De aquí surgen las tres
famosas maneras de abordar la historia que describe Nietzsche: la monumental, la
anticuaria y la crítica. La primera de estas formas ofrece ejemplos de nobleza
humana y enseña que, puesto que sucedieron una vez, podrían repetirse en el
futuro. No hay, pues, que resignarse ante la pobreza espiritual del presente;
mientras haya modelos en los que fijarse para poder superarse, nada se habrá
perdido. Con todo, esta imitación del pasado no puede aspirar a una “veracidad
icónica”, a trasladar con fidelidad al presente lo otrora sucedido:
Mientras el alma de la historiografía resida en las grandes iniciativas que un
hombre poderoso pueda extraer de ella, mientras el pasado tenga que ser
descrito como algo digno de ser imitado, como imitable y posible por segunda
vez, corre, ciertamente, el peligro de ser torcido un poco, de ser embellecido y
así aproximado a la libre invención; incluso hay tiempos que no son capaces de
distinguir entre un pasado monumental y una ficción mítica, porque de un
modo u otro pueden ser deducidos los mismos impulsos13.
11
“Ese conocido pueblo de un pasado no demasiado remoto, el griego, en su período de mayor
poderío mantuvo un tenaz sentido ahistórico”, en NIETZSCHE, Friedrich. Sobre la utilidad y el
perjuicio de la historia para la vida, op. cit., pág.70.
12
Ibid., pág. 52.
13
Ibid., pág. 57.
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Según esto, la historia que se sirve del pasado como una galería de ejemplos a
repetir no siempre es capaz de delimitar dónde acaba lo ficticio y comienza lo
verídico, qué es mentira y qué verdad. Ya vimos cómo estaba en la naturaleza del
mito, según la describe Nietzsche, acabar por convertirse en un hecho “con
pretensiones históricas”. Y es que tanto uno, el mito, como el otro, el hecho
acontecido, escapan a la pretensión de verdad y de objetividad que
tradicionalmente se asocia a toda investigación histórica. La lógica en la que
ambos se insertan es, empero, bien distinta, pues admite que en el relato acerca
del pasado puede tener cabida la “libre invención”, el mito.
B) En un segundo pasaje de la Segunda Intempestiva vuelve a surgir la cuestión
del mito. Nietzsche toma uno de los elementos más significativos del carácter
histórico, como es su pretensión de objetividad, la que le permite juzgar
rectamente acerca de las cuestiones que dirime. Sin embargo, pese a que el
historiador presuma de ser justo en grado máximo porque la distancia le ha
permitido una mirada sobre el pasado menos subjetiva, Nietzsche alerta de lo que
semejante punto de vista da por supuesto:
¿No se introduce ya una cierta ilusión incluso en la interpretación más elevada
del término “objetividad”? Suele entenderse generalmente esta palabra como
un estado en el que el historiador contempla un acontecimiento en todos sus
motivos y consecuencias con una pureza tal que no ha de ejercer ningún
efecto sobre su subjetividad. Nos referimos a ese fenómeno estético, a ese
desligamiento liberador de uno mismo y de los intereses personales en el que
el pintor, en medio de un paisaje tormentoso bajo rayos y truenos, o sobre un
mar embravecido, contempla allí la imagen que tiene en su interior, es decir,
sumergiéndose completamente en las cosas. Sin embargo, es mera
superstición creer que la imagen que las cosas muestran en un hombre
inmerso en tal estado reproduciría fielmente la esencia empírica de las cosas.
¿O es que las cosas en ese momento por medio de su actividad intrínseca, por
así decirlo, se copian, se reproducen y se retratan fotográficamente ellas
mismas como sobre un passivum puro?
Esto sería mitología, incluso mala mitología. Además se olvida que justo ese
momento es el momento creativo más poderoso y espontáneo en el interior
del artista, un momento de composición de índole superior cuyo resultado
será acaso un cuadro artísticamente verdadero, no históricamente
verdadero.14
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componente de fábula que tienen sus productos estará fatalmente ligada a ese
conocimiento frío, pretendidamente aséptico y objetivo, que sólo genera, en el
mejor de los casos, “mala mitología”. Frente a esto, Nietzsche recuerda que no
hay historia que no sea resultado de un proceso mimético que parte de la
realidad, la realidad de los hechos, pero que tras pasar por la mirada del artista se
ha convertido ya en producto de la perspectiva de éste.
En resumen, lo que está en juego es el mismo doble proceso mimético que recogía
El nacimiento de la tragedia. La cultura científica, socrática, dependía para su
perpetuación de la reproducción de pautas, normas, estilos. Los modelos debían
repetirse sin introducir modificación alguna para que el público al que iba
destinado este arte mortecino, el del crítico erudito, acumulador de datos que, en
último término nada le decía de la vida, no sufriese sobresaltos. Nada podía
quedar al albur de lo imprevisto, ni las formas que debían adoptar las creaciones,
ni los efectos que debían alcanzarse con ellas. Todo estaba prescrito y codificado
hasta el extremo; todo estaba muerto de antemano. Esto mismo le sucedía a la
historia cuando se intentaba reducir a una mimesis pasiva. Porque para
Nietzsche, y en este punto no podemos sino dar la razón a Lacoue-Labarthe,
tanto el arte como la historia es un asunto de mimesis. “La mimesis histórica, tal y
como la concibe Nietzsche, no consiste en repetir a los griegos, sino en encontrar
lo análogo de aquello que fue su posibilidad: una disposición, una fuerza, una
potencia. La capacidad de salirse del presente, de romper con el pasado, de vivir
y de asumir la exigencia de lo todavía-no llegado. Esta mimesis no admite ningún
modelo constituido, pues es ella quien construye sus modelos. Es una mimesis
creadora. Es una «poiética»: el propio gran arte”15. Es, continuamos nosotros, una
mimesis fabuladora, ficticia, mítica. Ahora resulta más clara la referencia final de
El nacimiento de la tragedia al nuevo mito alemán y su relación con el mito
trágico griego. Este actúa de referente para el primero, lo que no implica que
deba ser copiado y trasplantado sin más a aquel presente indigente presa del
espíritu científico y de unas artes domesticadas y dañinas para la vida. En la
imitación de este modelo cabe su modificación, añadir nuevos elementos
ficcionales que se unan a los que traía consigo. Si el pasado siempre acaba por
convertirse en un mito, la historia que se hace cargo de él no puede entonces
evitar convertirse ella misma en mitología.
Ahora bien, la lectura que hace Lacoue-Labarthe de la Segunda Intempestiva no
es del todo inocente. Su propósito no es otro que el de salvar a Nietzsche de lo
que él denomina la “mime-ontología”, esto es, una ontología basada en un
mecanismo imitativo de una sustancia originaria manifestada en una figura.
Heidegger sería el pensador “mime-ontológico” por excelencia, en especial en los
años del “Rectorado”, cuando, buscando la esencia del pueblo alemán, la halló en
la figura del Führer. No obstante, no deja de ser significativo que a Heidegger
15
LACOUE-LABARTHE, Philippe, L'imitation des modernes, París: Galilée, 1986, pág. 108. [La
traducción de las citas tomadas de los textos originales son mías]
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16
HEIDEGGER, Martin, Interprétation de la Deuxième considération intempestive de Nietzsche,
París: Gallimard, 2009, pág. 193.
17
CANO, Germán, Nietzsche y la crítica de la modernidad, Madrid: Biblioteca Nueva, 2001, pág.
269.
18
FOUCAULT, Michel, “Nietzsche, la généalogie, l'histoire”, en Hommage à Jean Hyppolite, París:
Presses Universitaires de France, 1971, págs. 145-172.
159
MASSÓ, Jordi. «Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 151-162
19
Para una visión de conjunto de esta propuesta es aconsejable la lectura del artículo de Verónica
Tozzi: “Hayden White y una filosofía de la historia literariamente informada”. En Ideas y Valores.
Revista colombiana de filosofía, nº 140 (2009), Universidad Nacional de Colombia, pp. 73-98.
20
WHITE, Hayden, Ficción histórica, historia ficcional y realidad histórica, Buenos Aires: Prometeo
Libros, 2010, pág. 74.
21
Citado por Hayden White en “Ficción histórica, histórica ficcional y realidad histórica”. En WHITE,
Hayden. Ficción histórica, historia ficcional y realidad histórica, op. cit., pág. 169.
160
MASSÓ, Jordi. «Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 151-162
que también admite la ficción sin que por ello se convierta automáticamente en
literatura. Es, precisamente, en este componente de ficcionalidad, de
mitologización, en donde irrumpe la figura de Nietzsche. Es significativo que el
principal representante de esta controvertida tendencia, Hayden White,
considere al filósofo alemán un referente para esta forma de estudio de la historia.
“Se puede imaginar, como dice Nietzsche, un relato perfectamente verdadero de
una serie de acontecimientos pasados que, sin embargo, no contenga ni un solo
hecho específicamente histórico. La historiografía agrega algo a una
consideración simplemente fáctica del pasado. Este algo puede ser una
explicación pseudocientífica de por qué los acontecimientos ocurrieron como lo
hicieron, pero los clásicos reconocidos por la historiografía occidental […] siempre
agregan algo más. Y creo que es la «literalidad» lo que es agregado”22. Literalidad
implica, obviamente, fabulación, pero de ahí no puede colegirse que los hechos
analizados por la historia carezcan de realidad. El pasado aconteció, es una
verdad sin discusión, pero lo que no cabe es pretender tener acceso a aquellos
hechos tal y como pudieron suceder. Entre el historiador y el objeto de su estudio
se tienden varios factores que imposibilitan un conocimiento puro de éste. Uno de
ellos es la narratividad ínsita a los relatos históricos.
El potencial de este planteamiento, que ha sido tachado de relativista y de
próximo a posturas revisionistas de la historia, revela, empero, toda su amplitud
cuando se ocupa de la representación de hechos traumáticos como el Holocausto
y que, se cree, no debieran permitir la entrada del juego de las múltiples
interpretaciones y, mucho menos aún, el de la ficcionalización. Pues bien, la
narrativa histórica demuestra cómo un mismo acontecimiento real admite
distintos tipos de relatos históricos que empleen recursos literarios sin que por ello
se deba cuestionar la veracidad del referente. Así, un cómic como Maus es “una
representación de acontecimientos que se representan como si hubieran ocurrido
realmente”23. Otro tanto podría decirse de narraciones encuadradas
habitualmente en el territorio de la literatura, como es el caso de Si esto es un
hombre, La tregua o Los hundidos y los salvados de Primo Levi24. Si se desprecia
el valor historiográfico de este tipo de documentos porque el lenguaje figurativo
que emplean sería inapropiado ante la gravedad del hecho, puede acabar
ocurriendo que éste sea revestido de una aureola de sacralidad que lo haga, en la
práctica, intocable por cualquier discurso que no sea el histórico, o que este
mismo lo tache de irrepresentable por otros medios que no sean los
pretendidamente asépticos de la ciencia histórica25. Lo cual, por un lado, no sólo
no libra a la narración histórica de discusiones respecto a su realidad factual, sino
que contribuye a hacer de ella una mitología, una “mala mitología”. Pero eso es
otra historia.
22
WHITE, Hayden, El texto histórico como artefacto literario, Barcelona, Paidós, 2003, pág. 48.
23
Ibíd., pág. 197.
24
Cfr. LEVI, Primo, Trilogía de Auschwitz, Barcelona: El Aleph, 2008.
25
Cfr. LYOTARD, Jean-François, Heidegger et les juifs, París: Galilée, 1988.
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MASSÓ, Jordi. «Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia de Mitos ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 151-162
Bibliografía.
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12. WHITE, Hayden, Ficción histórica, historia ficcional y realidad histórica, Buenos
Aires: Prometeo Libros, 2010.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 163-170
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DOI: 10.5281/zenodo.10834
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado Abstract: Reply to the above article entitled
“Vamos a contar mentiras o cómo hacer una historia "Telling lies, or how to create a history of myths"
de Mitos” y publicado en este mismo número. and published in this Issue.
Palabras clave: historia; mito; ficción; genealogía; Keywords: history; myth; fiction; genealogy;
mimesis. mimesis.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro
de Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 19 de marzo de 2013.
∗∗
Español. Licenciado y Máster en estudios avanzados en Filosofía por la UCM. Ha sido
investigador contratado en el Instituto de Filosofía del CSIC, y sus líneas de investigación se
centran en estudios sobre la memoria y la historia.
AGÜERO, Carlos. «Nietzsche y “el fin de la historia”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El
arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
1
NIETZSCHE, Friedrich: Fragmentos póstumos, KSA, VII, 27 (81).
2
de UNAMUNO, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, Madrid, Ediciones B, 1988. p. 293.
3
NIETZSCHE, Friedrich: El nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza, 2012.
4
NIETZSCHE, Friedrich: El origen de la tragedia, Madrid: Aguilar, 1951, I, pág. 148.
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AGÜERO, Carlos. «Nietzsche y “el fin de la historia”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El
arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
5
NIETZSCHE, Friedrich: Fragmentos póstumos, Madrid: Abada, 2004, 25 (7) pág. 107.
6
NIETZSCHE, Friedrich: «El nacimiento de la tragedia, 23» en Obras completas I, Madrid: Tecnos,
2011, pág. 433.
7
NIETZSCHE, Friedich: Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida [II Intempestiva],
Madrid: Biblioteca Nueva, 2003, pág. 49.
165
AGÜERO, Carlos. «Nietzsche y “el fin de la historia”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El
arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
8
NIETZSCHE, Friedrich: Obras completas I, Madrid: Tecnos, 2011, págs. 427-433.
9
Ibid, El Nacimiento de la Tragedia, pág. 427.
10
Ibid., p. 431.
11
Ibid.
166
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arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
En los capítulos propuestos para esta sesión operan los siguientes postulados en
relación con el mito: el arte como metáfora de la tragedia y la dialéctica entre lo
apolíneo y lo dionisíaco como dos formas de enfrentarse a la existencia.
Podríamos afirmar entonces que el arte es necesario para abrir el sentido de mito
rompiendo la concepción cerrada, continua y racional de la historia. Empecemos
por aclarar esta relación:
La distinción capital entre arte dionisíaco y arte apolíneo: cada uno con
distinta metafísica. Cuestión capital: ¿Cuál es la relación de ambos impulsos
artísticos entre sí? Esto explica el nacimiento de la tragedia; aquí, el mundo
apolíneo incluye en sí la metafísica dionisíaca. Periodo de tiempo inmenso: en
esta forma de arte reconocemos la posibilidad de vivir a pesar del
conocimiento. La forma del hombre trágico12.
Para que se dé el “milagro” de la verdad este dramaturgo debe afinar bien para
mostrar “el milagro presentado en el escenario” para que “el verdadero oyente
estético” pueda “comprender el Mito” puesto que “solo por el mito se salvan
todas las fuerzas de la fantasía y del sueño apolíneo de su andar vagando en total
confusión”. Del mismo modo también Nietzsche cita en el capítulo 23 la cuestión
planteada por Salin: “¿A qué remite la enorme necesidad histórica de la
insatisfecha cultura moderna, el coleccionar alrededor de sí innumerables culturas
distintas, el voraz querer conocer, sino a la pérdida del mito, a la perdida de la
patria mítica, del materno mítico?”14.
12
“Música y Tragedia”. Introducción. Fragmentos Póstumos 9 [36], Madrid: Akal, 2004, pág. 125.
13
NIETZSCHE, Friedrich: Fragmentos póstumos 29 [96]), Madrid: Abada, 2004, pág. 43.
14
Cfr. Salin, F., “Bachofen als Mythologie der romantik”, en Schmollers Jahrbuch, 1926 (50), págs.
839-848.
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arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
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arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
20
REYES MATE, Manuel.: Medianoche en la historia, Madrid: Trotta, 2006, pág. 309.
21
Ibid. pág. 310.
22
Ibid.
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arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 163-170
La eternidad del castigo infernal (es decir, cristiano) ha mellado el aguijón más
hiriente de la antigua idea del eterno retorno. Ha colocado la eternidad del
tormento en el lugar de la eternidad del curso cíclico.
23
Esta y las anteriores citas del texto de Benjamin “Sobre el concepto de Historia” han sido
tomadas de la traducción incluida en el libro I, vol. 2 de las Obras Completas publicadas por la
editorial Abada en 2008.
24
NIETZSCHE, Friedrich: Así habló Zarathustra, Barcelona: Planeta, 1992, pág. 179.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 171-188
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DOI: 10.5281/zenodo.10835
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro
de Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 29 de abril de 2013.
∗∗
Español. Profesor contratado doctor en la Universidad de Alcalá de Henares. Ha publicado
sobre Nietzsche el libro El caos y las formas (Ed. Comares, 2001), y artículos en revistas
nacionales, como Estudios Nietzsche o Themata, e internacionales, como Revista de Filosofía
de la Universidad de Costa Rica, Episteme NS. Revista del Instituto de Filosofía (Venezuela)
y Philosophica (Chile).
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
1
Cf. F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza, 1973, §23, pág. 179 y ss.
2
Ibid., §11, pág. 104.
3
Sin apuntar tan alto, Schiller realizó un diagnóstico de su época en unos términos que Nietzsche
haría suyos: “El provecho es el ídolo máximo de nuestro tiempo; todas las potencias lo adoran,
todos los talentos lo acatan. En esta balanza rastrera, poco pesa el mérito espiritual del arte, el cual,
privado de alientos, huye del ruidoso mercado del siglo. Hasta el espíritu filosófico de investigación
arrebata a la imaginación una provincia tras otra, y las fronteras del arte se van estrechando a
compás del crecimiento de las ciencias”, F. Schiller, La educación estética del hombre, Madrid:
Espasa Calpe, 1945, pág. 16.
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ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
4
Según Nietzsche, “la consideración trágica del mundo (...) tuvo que huir del arte y refugiarse, por
así decirlo, en el inframundo, degenerando en culto secreto”, Nietzsche, El nacimiento de la
tragedia, §17, pág. 144.
5
Ibid., §17, pág. 140.
6
Ibid., §17, pág. 144.
7
Ibid., §3, pág. 54.
8
Ibid.
9
Ibid., §17, pág. 144.
10
Ibid.
11
Ibid.
173
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
sociedad que el Imperio Romano ejemplifica por primera vez y que la sociedad
burguesa contemporánea a Nietzsche lleva a su culminación12.
12
Puede sostenerse que entre la cultura apolínea y la cultura alejandrina existe una antítesis
análoga a la existente en los ambientes cultos alemanes de la segunda mitad del siglo XIX entre
cultura y civilización. E. Rohde, íntimo amigo de Nietzsche, define tales conceptos opuestos en su
reseña de El nacimiento de la tragedia titulada “Pseudofilología”. Así, mientras la civilización “se
mantiene a sí misma y conduce su existencia incomprensiblemente artificial, aislándose de una
manera cada vez más perfecta de toda energía del espíritu y del alma”, la cultura, “sumamente
preparada por el progreso vital”, es la que “nos puede salvar” de la “refinada barbarie” de la
civilización, fundamentalmente a través de “la colaboración armónica de todas las más altas
capacidades humanas en la obra de arte”. Ver E. Rohde, “Pseudofilología”, en E. Rohde, U. Von
Wilamowitz-Mollendorf, R. Wagner, Nietzsche y la polémica sobre El nacimiento de la tragedia,
Málaga: Ágora, 1994.
13
Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, §19, pág. 159 y §23, pág. 183.
14
Nietzsche habla de la “civilizada Francia” (ibid., §23, pág. 181). También Richard Wagner, en un
texto coetáneo, explicitando la cercanía intelectual existente entre él y Nietzsche, considera a
“los franceses como representantes de la civilización moderna”, R. Wagner, Escritos y
confesiones, Barcelona: Labor, 1975, pág. 164.
15
Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, §19, pág. 159.
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Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
Como preparación y estímulo de este dar muerte al dragón, de esta “expulsión del
elemento latino”, debe entenderse, según Nietzsche, “la triunfadora valentía y la
sangrienta aureola de la última guerra”17. En este contexto debe enmarcarse el
papel político-nacional y cultural que la tragedia tiene para el joven Nietzsche18.
La tragedia, por un lado, genera un sentimiento de unidad entre los individuos por
encima del ámbito de las relaciones políticas establecidas (el Estado como forma
política) y de los vínculos sociales vigentes (o sociedad civil): “el efecto más
inmediato de la tragedia dionisíaca es que el Estado y la sociedad y, en general,
los abismos que separan a un hombre de otro dejan paso a un prepotente
sentimiento de unidad, que retrotrae todas las cosas al corazón de la
naturaleza”19
La tragedia genera, por tanto, un sentimiento de unidad con el fondo
indiferenciado de las cosas, con el corazón del ser. En el caso alemán, a través de
la unidad con el espíritu dionisíaco que dormita en su subsuelo, con esa especie de
Volkgeist que es el espíritu dionisíaco-alemán20. Este sentimiento de unidad es la
base para la configuración de una unidad nacional más rica, más consistente que
la constituida por las estructuras político-sociales establecidas, una unidad contra
la dominación cultural extranjera. De esta forma, la “resurrección del espíritu
dionisíaco y el renacimiento de la tragedia”21 tienen efectos político-nacionales
fundamentales. Principalmente por su capacidad de revivificar ese espíritu
16
Ibid., §24, pág. 189.
17
Ibid., §23, pág. 183. A pesar de su posterior escepticismo respecto a los efectos políticos y sobre
todo culturales de la guerra franco-prusiana (1870-1), en estos momentos Nietzsche la saluda
como un hecho de relevancia excepcional para la cultura alemana.
18
Esta atribución de significado político nacional a la tragedia por parte de Nietzsche parece
provenir de la fuerte influencia de Wagner sobre él en este periodo de su obra; cf. D. Fischer-
Dieskau, Wagner y Nietzsche. El mistagogo y el apóstata, Barcelona: Altalema, 1982, pág. 24.
19
Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, §7, pág. 76.
20
Según Nietzsche, debemos hablar de un “fondo dionisíaco del espíritu alemán”, ibid., §19, pág.
158.
21
Ibid., §20, pág. 162.
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Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
22
“Que nadie intente debilitar nuestra fe en un renacimiento de la Antigüedad griega; pues en ella
encontramos la única esperanza de renovación y purificación del espíritu alemán por la magia de
fuego de la música”, ibid., §20, pág. 163.
23
Ibid., §16, pág. 136.
24
“La verdad dionisíaca se incauta del ámbito entero del mito y lo usa como simbólica de sus
conocimientos”, ibid., §10, pág. 98.
25
Ibid., §10, pág. 99.
26
Según Nietzsche, “el espíritu de la ciencia habremos de buscarlo en la senda en que él se enfrenta
hostilmente a esa fuerza creadora de mitos que la música posee”, ibid., §17, pág. 141.
27
Ibid., §23, págs. 179-80.
28
Ibid., §23, pág. 180.
29
Ibid., §23, pág. 182.
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ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
Al imprimir a las propias vivencias, por su enlace con los mitos, el sello de lo
eterno, aquellas son extraídas del ámbito de lo cotidiano, de la contingencia del
presente que, en la forma de vida de la sociedad moderna, puede caracterizarse
como “febril y desazonante agitación”31. Frente a la vaciedad y banalidad de la
vida moderna (una vida sin sustento significativo, una vida en la que nos
disgregamos32 ante una multitud de estímulos acelerados y deshilvanados) al
interpretar las propias vivencias a través de los mitos, éstas aparecen con una
significación no ya ligada al momento presente, sino con una significación
intemporal. Esta apelación a un significado intemporal de lo vivido (un significado
metafísico y ético consistente) más allá de la mediocridad y superficialidad del
presente, es lo que confiere, para Nietzsche, auténtico valor a los individuos y
pueblos: “el valor de un pueblo – como también el de un hombre – se mide
precisamente por su mayor o menor capacidad de imprimir a sus vivencias el sello
de lo eterno”33.
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Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
Con ello, se trasluce que la raíz del problema es determinada por Nietzsche en el
carácter desmesurado del instinto de conocimiento. Tal instinto de conocimiento,
cuando rompe los límites que le corresponden y se afana en desplegarse, sobre
todo en el ámbito de lo histórico, se constituye en un factor disolvente del mito y,
en consecuencia, de la cultura. Lo cual no quiere decir que la ciencia como tal
reciba de Nietzsche una valoración negativa. La ciencia tiene un papel positivo si
permanece dentro de los límites que le corresponden. Esto ocurre si renuncia a
conocer la totalidad del ser y su verdad esencial y, además, a modificarla,
aceptando con ello que existen límites a lo cognoscible por ella y que existe un
ámbito de saber sólo accesible a la sabiduría trágica. La ciencia tiene la función
de “hacer aparecer inteligible, y por tanto justificada, la existencia”39. Por ello
afirma Nietzsche que la ciencia puede ser considerada como una forma de arte
que afianza al hombre en la existencia. En este sentido, es coherente su tesis de
que “el arte (...) especialmente en forma de religión o de ciencia” ha actuado
como remedio y como defensa frente al pesimismo práctico40.
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ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
41
F. Nietzsche, Fragmentos póstumos (1869-1874), Madrid: Tecnos, 2007, p. 329, 19[24]. Además de
este ‘dominio’, Nietzsche determina la tarea que debe realizarse sobre el instinto de
conocimiento en términos de ‘sujeción’: “La sujeción del impulso de conocimiento – ¿debe
mostrarse ahora, si está a favor de una religión, o bien de una cultura artística?; me quedo con el
segundo aspecto”, ibid., pág. 331, 19[34].
42
“Nosotros dirigimos hoy el arte contra el saber: ¡vuelta a la vida! ¡Represión del impulso de
conocimiento! ¡Fortalecimiento de los instintos morales y estéticos!”, ibid., p. 333, 19[38]. En
otro momento apela Nietzsche expresamente a la “represión del impulso de conocimiento a
través del arte”, ibid., pág. 341, 19[72].
43
“La cultura de un pueblo se manifiesta en la sujeción unitaria de los impulsos de dicho pueblo: la
filosofía reprime el impulso de conocimiento”, ibid., pág. 334, 19[41].
44
“La suprema dignidad del filósofo se muestra en el momento en que concentra el impulso
ilimitado de conocimiento y lo somete a la unidad”, ibid., pág. 330, 19[27]. También, claramente:
“El filósofo del conocimiento trágico. Él doma el impulso desenfrenado de saber (...). Trabaja en
la construcción de una nueva vida: restablece los derechos del arte”, ibid., pág. 332, 19[35].
45
Ibid., pág. 341, 19[72].
46
Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, §17, pág. 140.
47
Ibid., §18, pág. 148.
179
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53
F. Nietzsche, Consideraciones intempestivas 1, Madrid: Alianza, 1988, pág. 30.
54
Nietzsche, Fragmentos póstumos (1869-1874), pág. 409, 23[14].
55
Para Janz, en el modelo de sociedad y de cultura al que el joven Nietzsche aspira, “el filósofo se
convierte en un juez artístico, como lo fue una vez en Platón”, C.P. Janz, Friedrich Nietzsche 2.
Los diez años de Basilea, Madrid: Alianza, 1987, pág. 188.
56
Platón, La República, Madrid: Espasa Calpe, 1993, pág. 199, 433e.
57
Ibid., pág. 200, 434c.
58
En Nietzsche, Obras completas, vol. I, págs. 551-8.
59
Ibid., pág. 558. Esta adopción de un modelo político griego clásico es para K. Löwith central de la
intempestividad de Nietzsche: “como filólogo clásico no sabía qué sentido podría tener el conocimiento
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ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
de la antigüedad griega, salvo éste: posibilitaba actuar en contra y sobre la época e influir en favor del
porvenir”, K. Löwith, De Hegel a Nietzsche, Buenos Aires: Sudamericana, 1968, pág. 268.
60
“Nietzsche es consciente, desde el principio, del inmenso coste social de la Kultur. el arte, para
poder tener una base amplia, profunda y fértil sobre la que florecer, constriñe la enorme
mayoría de los hombres al servicio de una minoría privilegiada que, alejada de la lucha por la
vida, puede crear y satisfacer un nuevo mundo de necesidades. (...) para Nietzsche, el siervo sólo
puede hallar su realización en la servidumbre, cada uno en su puesto para la producción del
«genio», único sentido posible de la existencia”, G. Campioni, “Las ambigüedades de la liberación
en Nietzsche”, en ER. Revista de Filosofía, n° 14, 1992, pág. 70.
61
J. Ortega y Gasset, Obras completas, Madrid: Alianza/Revista de Occidente, 1983, vol. I, págs. 93-94.
62
De esta manera, Nietzsche sostendría “una réplica exacta de la división en estamentos que lleva
a cabo Platón en la República; Nietzsche aparece aquí, por tanto, como el platónico por
antonomasia entre los filósofos modernos”, E. Nolte, Nietzsche y el nietzscheanismo, Madrid:
Alianza, 1995, pág. 127.
63
Platón, La república, pág. 201, 435b.
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ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
“Para que exista un terreno amplio, profundo y fértil para el desarrollo del
arte, la inmensa mayoría de los hombres debe estar al servicio de una minoría,
por encima de su miseria individual, debe ser sometida a la esclavitud de la
miseria vital. A expensas de esta mayoría y merced a su excesivo trabajo,
aquella clase privilegiada debe sustraerse a la lucha por la existencia, para
producir y dar satisfacción a un nuevo mundo de necesidades. Según esto,
nosotros debemos de comprender además, como una verdad que suena
cruelmente que la esclavitud pertenece a la esencia de una cultura (...). La
miseria de los hombres que viven con grandes dificultades debe
incrementarse aún más para posibilitar a un reducido número de hombres
olímpicos la producción del mundo del arte”64.
Como es sabido el tipo humano que para Platón debe ocupar la cúspide social es
el filósofo rey, careciendo el poeta de lugar alguno en la República. Para
Nietzsche, en cambio, es el genio artístico el que debe ocupar la cima del Estado
perfecto, pues constituye el sentido y el fin de la formación social y del Estado68.
Al ser el genio el fin absoluto de la sociedad y la Naturaleza, Nietzsche puede
avanzar una redefinición del concepto de dignidad: “cada hombre, con toda su
actividad, tiene dignidad sólo en cuanto es un instrumento consciente o
inconsciente del genio”69. De lo expuesto puede responderse a la cuestión que
64
Nietzsche, Obras completas, vol. I., pág. 553.
65
Ibid., pág. 554.
66
E. Fink, La filosofía de Nietzsche, Madrid: Alianza, 1975, pág. 41.
67
Nietzsche, Obras completas, vol. I, pág. 558.
68
En este texto Nietzsche defiende la “enorme necesidad del Estado, sin el que la Naturaleza no
podría conseguir alcanzar a través de la sociedad su redención en la apariencia, en el espejo del
genio”, ibid., pág. 555.
69
Ibid., pág. 558.
183
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
70
Sobre esta cuestión ver O. Reboul Nietzsche, crítico de Kant, Barcelona: Anthropos, 1993, págs.
126 y ss.
71
Ver Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, §5, pág. 66.
184
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
72
Ibid., §15, pág. 127.
73
bid., §18, págs. 146-7.
185
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
74
Ibid., §18, pág. 149.
75
Ibid., §18, pág. 147.
186
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
“La burguesía tenía la conciencia exacta de que todas las armas forjadas por
ella contra el feudalismo se volvían contra ella misma, de que todos los medios
de cultura alumbrados por ella se rebelaban contra su propia civilización, de
que todos los dioses que había creado la abandonaban. Comprendía que todas
las llamadas libertades civiles y los organismos de progreso atacaban y
amenazaban al mismo tiempo, en la base social y en la cúspide política a su
dominación de clase, y por tanto se habían convertido en «socialistas».”76
76
K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Madrid: Espasa Calpe, 1980, pág. 290.
77
Janz, Friedrich Nietzsche 2. Los diez años de Basilea, págs. 138 y ss.
78
Según E.J. Hobsbawm, la Comuna de París generó “una crisis de histeria internacional (...),
desencadenó un terror ciego en el sector respetable de la sociedad europea”, E.J. Hobsbawm, La
era del imperio, Barcelona: Labor, 1989, pág. 85.
79
Citado en Janz, Friedrich Nietzsche 2. Los diez años de Basilea, pág. 139.
80
Campioni, “Las ambigüedades de la liberación en Nietzsche”, pág. 74.
81
Ibid., p. 82.
187
ROMERO, José Manuel. « El joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna ». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 171-188
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188
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 189-193
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DOI: 10.5281/zenodo.10836
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado “El Abstract: Reply to the above article entitled "The
joven Nietzsche y la quiebra de la cultura moderna” young Nietzsche and the failure of modern culture"
y publicado en este mismo número. and published in this Issue.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro
de Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 29 de abril de 2013.
∗∗
Español. Licenciado en Filosofía en la Universidad de Navarra. Actualmente está realizando
una tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid en torno a la teleología en Henri
Bergson. Escribe en varias publicaciones culturales como El cultural de El Mundo, La aventura
de la historia, o Claves de la razón práctica, y en revistas académicas en torno a la filosofía de
Bergson.
CORTINA, Álvaro. «En torno a la noción de “justificación del mundo”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5
N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 189-193
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CORTINA, Álvaro. «En torno a la noción de “justificación del mundo”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5
N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 189-193
esto precisamente cuando trata de esta primera obra como susceptible de ser
dialectizada, donde aparece el “redimir para justificar”3. Es decir, el continuo, la
esfera de la amplitud, abarca a los seres parciales bajo el principio de
individuación. La verdadera sabiduría será alcanzar a ver a los hombres como
fantasmagorías, dice Nietzsche al inicio del ensayo.
Es significativo que el apartado final, el 25, termine entre columnatas jónicas
(aunque no, por cierto, dóricas4), en el país del sueño. Hay que desmontar,
escribió Nietzsche en este tratado, bastante más adelante, el primoroso edificio
de la cultura apolínea5, para ver su interior. Aquí, nosotros mismos, nos
reconocemos en los materiales de estas construcciones: “figura transfigurada en
el mármol brillante”6.
El campo de las promesas de corrección es este campo de los espejos de la
ciudad, también. La deriva de la decadencia implica, no el suplemento, sino, al
revés, la repetición. Lo dionisiaco no es mirar, sino mirar allende. Mirar a lo que no
se puede mirar. El espejo duplica lo que ya hemos mirado y establece, trabaja,
configura los haces de relaciones: levanta, construye con la repetición.
Frente a la magia serena del rigor de los espejos, tenemos el papel de la
evocación: “¡Cuánto habrá tenido que sufrir este pueblo para poder llegar a ser
tan bello!”7, escribe Nietzsche. El sufrimiento puro es la justificación estética de
todas las simetrías: es la asimetría original, el anti-espejo. En el parágrafo 248, el
discípulo de Schopenhauer exige un estatuto tanto objetivo como estético a la
obra de arte. La compasión no nos puede servir.
El gran dolor no repite. La verdadera fuente dionisíaca sólo genera suplemento.
La repetición es la impostación de un suplemento. Pero ese mundo dionisiaco, que
en sí mismo constituye una disonancia, guarda, curiosamente, una “proporción
rigurosamente recíproca”9 con el mundo ingenuo de la alegría. Podemos volver al
Capítulo 21, cuando se nos habla de una “armonía preestablecida”10. En el
Capítulo 3 ya se hablaba de una armonía de hombre y naturaleza11.
La música dionisiaca “ilumina” el mito apolíneo “desde dentro” (der inneren
Beleuchtung)12: ¿pero dónde tiene lugar ese ajuste entre las medidas (lo bello) y
3
DELEUZE, Gilles, Nietzsche y la filosofía. Trad. Carmen Artal. Madrid: Editorial Anagrama, 2008,
pág. 31.
4
El autor relaciona rotundamente este estilo arquitectónico con Apolo. NIETZSCHE, Friedrich,
Nietzsche I. El origen de la tragedia. Trad. Germán Cano. Madrid: Gredos, 2009, pág. 61.
5
Ibíd., pag. 63.
6
NIETZSCHE, Friedrich, Nietzsche I. El origen de la tragedia. Trad. Germán Cano. Madrid: Gredos,
2009, pág. 185.
7
Ibíd.
8
Ibíd., pág.181.
9
Ibíd., pág. 185.
10
Ibíd., pág. 167.
11
Ibíd., pág. 66.
12
Ibíd., pág. 180.
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CORTINA, Álvaro. «En torno a la noción de “justificación del mundo”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5
N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 189-193
13
Ibíd., pág. 182.
14
Ibíd., pág. 184.
15
NIETZSCHE, Friedrich, Nietzsche I. El origen de la tragedia. Trad. Germán Cano. Madrid: Gredos,
2009, pág. 167.
16
Ibíd., pág. 180.
17
Ibíd., pág. 43.
18
SCHOPENHAUER, Arthur, Mundo como voluntad y representación. Complementos. Trad. Pilar
López de Santamaría. Madrid: Trotta, 2003, pág. 499.
19
SCHOPENHAUER, Arthur, Mundo como voluntad y representación. Trad. Eduardo Ovejero y
Maury. México: Porrúa, 2003, pág. 263.
20
PHILONENKO, Alexis, Schopenhauer. La filosofía de la tragedia. Trad. Gemma Muñoz-Alonso.
Sevilla: Anthropos, 1989, pág. 216.
21
Ibíd., pág. 221.
192
CORTINA, Álvaro. «En torno a la noción de “justificación del mundo”». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5
N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 189-193
22
SCHOPENHAUER, Arthur, Mundo como voluntad y representación. Trad. Eduardo Ovejero y
Maury. México: Porrúa, 2003, pág. 268.
23
NIETZSCHE, Friedrich, Nietzsche I. El origen de la tragedia. Trad. Germán Cano. Madrid: Gredos,
2009, pág. 174 y pág. 175.
24
NIETZSCHE, Friedrich, Schopenhauer como educador. Trad. Jacobo Muñoz. Madrid: Biblioteca
Nueva, 2009, pág. 78.
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HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 195-212
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DOI: 10.5281/zenodo.10837
Resumen: En 1885 Nietzsche, luego del fracaso Abstract: In 1885 Nietzsche, after editorial and
editorial y filosófico de “Así habló Zaratustra”, decide philosophical failure of "Thus Spoke Zarathustra",
volver a publicar sus antiguos libros con la intención decides to publish your old books intended to
de presentarse como un filósofo que ha desarrollado stand as a philosopher who has developed his
de modo continuo su pensar. Para estos libros, thinking continuously. For these books, write
escribirá prólogos donde expone un contexto vital forewords which exposes a vital context for
que permita comprender dichas obras, y ese understanding these works, and that context is
contexto no es otro que la enfermedad. Es la none other than the disease. It is the disease
enfermedad la que ha permitido el desarrollo de su which has allowed the development of his work,
obra, y los prólogos son el relato de cómo, a pesar and the prologues are the story of how, despite the
de dicha enfermedad, ha sido capaz de superarla o, disease, has been able to overcome or, in other
dicho de otro modo, cómo la superación de la words, how to overcome the disease is the
enfermedad será la invención de sí mismo a través invention of himself through writing.
de la escritura.
Palabras clave: prólogo; enfermedad; escritura; Keywords: prologue; disease; writing; “Attempt at
“Ensayo de autocrítica”. a self-criticism”.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro de
Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 27 de mayo de 2013. Además, el artículo es
parte de una investigación doctoral sobre el pensamiento de Nietzsche financiada por el
programa MECESUP, dependiente del Ministerio de Educación de Chile.
∗∗
Chileno. Profesor en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación en Santiago de
Chile. Magíster en Filosofía c/m en axiología y filosofía política en la Universidad de Chile.
Cuenta con numerosos artículos en revistas científicas internacionales sobre la obra de
Nietzsche, además de haber colaborado en traducciones de obras relacionadas de este autor.
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
1
NIETZSCHE, Friedrich; Carta a Franz Overbeck. 14 de Noviembre de 1886. Nietzsche, Friedrich;
Digitale Kritische Gesaumtausgabe Werke und Briefe (eKGWB), ed. De Paolo D’Iorio, París:
Nietzsche Source, 2009. http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1886,775.
Correspondencia (Volumen V: enero 1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, págs. 241.
2
“Estoy continuamente enfermo. Esta noche misma estaba totalmente desesperado y no sabía
dónde meterme”. Nietzsche, Friedrich; Carta a Franziska y Elizabeth Nietzsche. 14 de enero de
1885. http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1885,570. Correspondencia (Volumen V:
enero 1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, pág. 35. Como sabemos, Nietzsche siempre
sufrió por su enfermedad, pero es en el período 1875-1879 donde comienza a manifestarse de
modo más persistente. Comienzan sus permisos en la universidad por falta de salud y, también,
por su búsqueda. En el año 1876 solicita una excedencia por un año por razones de salud, para,
por una parte, visitar distintos médicos y, por otro lado, para la constitución de una “escuela de
educadores” en Sorrento, que acabó siendo el germen filosófico que dará lugar a “Humano,
demasiado humano”. La enfermedad se vuelve más radical y Nietzsche se hace más consciente
de ella. Visita una importante cantidad de médicos en busca de resultados que le permitiesen
seguir ejerciendo la docencia. Lugares, médicos, convivencia con su hermana serán los intentos
más claros por sanarse. En ese período, se constituye en su propio médico, pero no en cuanto a
la medicación (cuestión en discusión, pues algunos trabajos clínicos sobre el caso Nietzsche a
principios del siglo XX y también la versión de su hermana, es que su enfermedad fue provocada
por la automedicación de hidrato de cloral, por exceso trabajo y/o ayuda para dormir, y donde
también tercia en esta discusión el grupo de psicoanalistas de Viena), sino para su auto
diagnosis. Para todos estos aspectos, véase Gilman, Sander L.; Two Deaths in 1900. Parody as
biography (Cap. 7), en: Nietzschean Parody. An Introduction to Reading Nietzsche. 2nd, expanden
ed. USA: The Davies Group Publisher, 2001, págs. 132-151, en especial págs. 139-140. y Janz,
Curt Paul; Friedrich Nietzsche volumen 4. Los años del hundimiento, Madrid: Alianza editorial,
1985, págs. 9-39; D’Iorio, Paolo; Le voyage de Nietzsche à Sorrente. París: Cnrs Editions, 2012; La
introducción al Volumen II de los Fragmentos Póstumos realizada por Manuel Barrios.
NIETZSCHE, Friedrich; Fragmentos Póstumos. Volumen II, Madrid: Tecnos, 2008 y Janz, Curt Paul;
Friedrich Nietzsche. Volumen 2: Los diez años de Basilea 1869/ 1879, Madrid: Alianza editorial,
1987.
196
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
“Hoy te comunico, no sin algunos reparos, algo que incluye una pregunta. Hay
una cuarta (última) parte de Zaratustra, una especie de sublime finale que no
está de ninguna manera destinada al público (la palabra «público» me suena,
referida a todo mi Zaratustra, más o menos como «casa de putas» y «mujer
pública» —¡Pardon!). Pero esta parte debe y tiene que imprimirse ahora: 20
ejemplares, para distribuir a mí y a mis amigos, y con el mayor grado de
discreción.”4.
Nietzsche apuesta a una cuarta parte del Zaratustra, pero que no considera
pertinente publicar. El público no reconoce, no tiene ni oídos ni olfato para el
pensamiento afirmativo y aristocrático de Zaratustra. Lo vulgar, lo público, no
pueden comprender ni a Zaratustra ni a Nietzsche mismo. No comprenden sus
enseñanzas ni tampoco su estilo. Nietzsche no reniega de publicar en sí mismo,
sino que en este caso (“Así habló Zaratustra”) duda que el público comprenda una
obra que tiene 3 partes y que no ha tenido una adecuada recepción. Por lo tanto,
mira hacia atrás y siente en un momento que su obra no es reconocida, leída y
mucho menos comprendida.
Nietzsche pretende publicar esta cuarta parte, pero en primera instancia como
introducción a una obra futura, con la intención de buscar un editor, de encontrar
a alguien que quiera publicar su obra. Así, la posibilidad de encontrar un editor
está en íntima relación con la presentación de una nueva obra, de un nuevo
proyecto y la cuarta parte de Zaratustra pretendía ser ese “enganche”
publicitario, el proyecto que lo permitiese, aunque pronto desechará esta idea5.
3
Pensamos que en Nietzsche existen, una constelación de figuras o personajes que encarnan las
figuras de su pensar en distintos momentos de su obra. A nuestro juicio, al contrario de
Zaratustra con quien no hay una absoluta identificación, quizás sea Dionisos quien se mantenga
en todas las fases de su pensamiento y con el cual Nietzsche sí llega a identificarse. Pensemos,
por ejemplo su importancia, que Nietzsche resaltará, en su primera obra, “El nacimiento de la
tragedia” (1872) y en el otro extremo temporal, en las rúbricas de las últimas cartas enviadas en
enero de 1889.
4
Nietzsche a Carl von Gersdorff, 12 de febrero de 1885.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1885,572. Correspondencia (Volumen V: enero
1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, pág. 37.
5
Nietzsche cambia de planes rápidamente, indicando al mismo Köselitz un mes después, que no
llegará a realizar este proyecto y que sí editará de manera privada esta cuarta parte como parte
del Zaratustra (Carta a Henrich Köselitz. 14 de marzo de 1885.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1885,580. Correspondencia (Volumen V: enero
1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, pág. 46. “Con los ojos va de mal en peor. – Quizás le
llegue un día de estos una galerada: no pierda la paciencia, querido amigo, y ayúdeme también
esta vez. Es la cuarta parte y última parte de Así h<abló> Z<aratustra>; el título que le anunciaba
197
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
Ahora bien, junto a este silencio ante Zaratustra y que será un motivo por el cual
Nietzsche revisará su obra hasta ese momento publicada, hay otros elementos
que interactúan con los anteriores: por una parte, la falta de dinero y, por otra,
problemas con su editor Schmeitzner. Por ello, lo que pretende Nietzsche, en la
carta antes citada a Carl von Gersdorff, es solicitar sutilmente ayuda económica,
lo que al mismo tiempo está relacionado con sus problemas con el editor:
“(…) pero yo mismo por la gran deshonestidad de mi editor, estoy ahora peor
de dinero que nunca (esto quiere decir: me debe 6.000 francos, y mi abogado
me dice que es casi imposible entablar con éxito un proceso en contra de él).
Expresado de otro modo: hasta mis cuarenta años no he «ganado»
efectivamente con mis muchos escritos ni un céntimo — —: lo que es la gracia
(y si quieres, el orgullo) de todo el asunto.”6
Todos los aspectos antes enunciados: el silencio del público ante Zaratustra, los
conflictos con su editor y la posterior búsqueda de uno nuevo, la falta de dinero
para nuevas publicaciones, la decisión de publicar una edición privada de la
por carta la última vez era una solución de compromiso en vistas de un nuevo editor.
Efectivamente, entonces buscaba un editor y lógicamente no podía ofrecer una «cuarta parte».
Para lo que aun tengo que decir comme poète-prophète, necesito una forma diferente de la
anterior; y resultó duro decidirme por un título así a causa de un editor. Finalmente, no encontré
ningún editor e imprimo mi finale a costa mía. Pero entonces con pocos ejemplares y no para el
«público». Por favor, no escriba ni diga tampoco usted que hay un 4° Z<aratustra>”. Así, esta
cuarta parte de ASZ, tendrá esta edición de 40 ejemplares enviada a los amigos y que
posteriormente se publicará en 1890, y la obra completa tal como la conocemos hoy, con sus
cuatro partes, en 1891.
6
Nietzsche a Carl von Gersdorff. 12 de febrero de 1885.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1885,572. Correspondencia (Volumen V: enero
1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, págs. 37-38.
198
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
7
La “cuestión” editorial de la obra de Nietzsche, es en sí misma un problema complejo. Podemos
establecer dos momentos o instancias en que podemos visualizar esta dificultad. La más
desarrollada por los estudios sobre Nietzsche es, indudablemente, todo lo que ocurre después
que a Nietzsche se le declarara su enfermedad mental, su locura. Es decir, desde el momento en
que su hermana Elizabeth Förster-Nietzsche regresa viuda desde Paraguay, luego del suicidio de
su esposo Bernhard Förster, y se hace cargo del legado del filósofo, creando el archivo-
Nietzsche. Como sabemos, Elizabeth llevará a cabo una labor de cuidado y difusión de la obra de
su hermano, pero al mismo tiempo, hará una multiplicidad de manipulaciones editoriales que se
mantuvieron por muchos años y que han sido corregidas paulatinamente gracias al trabajo
iniciado por Giorgio Colli y Mazzino Montinari. El segundo momento del “problema” o “cuestión”
editorial es el que corresponde a las publicaciones que Nietzsche hizo de su obra, a su relación
con los editores, al coste de las obras, etc. Es, es definitiva, la relación de Nietzsche con sus
libros. Y en este aspecto, la historia con los editores que le publican su obra tiene una
importante cantidad de problemas. Su primer editor fue Ernst Wilhelm Fritzsch, editor de
Wagner, quien le publica “El Nacimiento de la Tragedia” y las tres primeras intempestivas. Luego,
Nietzsche, en medio de su proceso de alejamiento de Wagner, decide editar con Ernst
Schmeitzner su cuarta intempestiva (sobre Wagner), “Humano, demasiado humano”, “Aurora”,
“La ciencia jovial” y los tres primeros libros de “Así habló Zaratustra” (aunque respecto del
Zaratustra, el editor en sentido estricto fue Constantin Georg Naumann, al que Schmeitzner le
encargó la edición, pues no tenía fondos para ello). Sin embargo, a partir del año 1884, lo que se
consuma en el año 1886, Nietzsche recupera sus primeras obras de las manos de Schmeitzner,
ya que estaba en quiebra y también porque comenzó a editar autores y libros antisemitas, cosa
que Nietzsche rechazaba completamente. Schmeitzner no había hecho bien su trabajo, muchos
de los volúmenes estaban en las bodegas y para Nietzsche era culpable del poco impacto que
tenía su literatura (posteriormente se dará cuenta que el silencio ante su obra no sólo consiste
en la ausencia de circulación de su obra por parte del editor). Finalmente, Fritzsch compra estas
primeras obras, luego de una intensa tratativa que incluyó enfrentamientos judiciales y
económicos entre Nietzsche y Schmeitzner. Así, la reedición de sus primeras obras con Fritzsch,
implica la escritura de prólogos para esa reedición, al contrario de lo que pensaba en un inicio,
donde pretendía hacer nuevas ediciones agregando capítulos y aforismos nuevos y que ante la
imposibilidad de hacerlo, se convertirán en obras posteriores, como “Más allá del bien y del mal”
y “La genealogía de la moral”, lo que en términos de la hermenéutica de la obra de Nietzsche es
fundamental para comprender la conexión de obras escritas en diversos momentos de su vida.
Mientras tanto es Naumann con quien Nietzsche publicará sus últimas obras, las más polémicas
“Más allá del bien y del mal”, “La genealogía de la moral”, “el caso Wagner”, “Nietzsche contra
Wagner” y “El Crepúsculo de los ídolos”. Es importante señalar que en toda esta historia de
editores y obras publicadas, Nietzsche costeó todas las ediciones. Véase para la historia editorial
199
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
“(…) en tu última carta, mi querida Llama, había una cosa equivocada, y quiero
corregir definitivamente ese error, para que también sea informado de ello el
tío Bernhard. Se trata de esto: Schmeitzner, si quiere, puede venderle a
cualquier librero los ejemplares que quedan aun de mis escritos, de los 1.000
que habíamos convenido, ¡pero no puede vender los derechos de esas obras
PORQUE no son suyos! El derecho de publicar mis obras, y por tanto el de
decidir también sobre nuevas ediciones, sólo a mí me corresponde cederlo: y
más concretamente hasta 30 años después de mi muerte. (De aquí es de
donde acaso podré conseguir alguna riqueza).”8
Como vemos, este aspecto que podría aparecer como meramente anecdótico, va
a marcar uno de los acontecimientos fundamentales para su desarrollo editorial y,
por lo tanto, también filosófico, pues Nietzsche, una vez recuperadas las obras y
el fracaso del Zaratustra, intentará, pues lo cree necesario, presentar su obra
como unitaria. Aquí se opera otra de las múltiples mutaciones de Nietzsche.
Nietzsche comprende que es necesario entregarle al público un pensamiento más
unitario, donde las primeras obras se conecten con aquella que ahora presentará.
No es un pensar sistemático, sino un pensar conectado, una conexión no
jerarquizada, donde lo que se ha escrito antes, tiene que ver con lo que ahora
presentará. Por ello, los prólogos a las nuevas ediciones quieren darle alas a sus
de Nietzsche una vez declarado como enfermo mental: Parmeggiani, Marco; ¿Para qué filología?
En: Estudios Nietzsche 1 (2001), Madrid: Trotta, págs. 91-101; Montinari, Mazzino; Lo que dijo
Nietzsche, Barcelona: Salamandra, 2003; Introducción de Juan Luis Vermal y Joan B. Llinares al
Volumen IV de los Fragmentos Póstumos, Madrid: Tecnos, 2006, págs. 11-33 y D’Iorio, Paolo; Les
volontés de puissance (Postfacé), en: Montinari, Mazzino; “La Valonté de puissance” n’existe pas.
Cahors: L’éclat, 1996, págs. 119-160. Respecto a la historia de Nietzsche con sus editores,
nuevamente recomendamos la introducción de Juan Luis Vermal a la Correspondencia Volumen
V, junto a la clásica biografía de Nietzsche, Janz, Curt Paul; Friedrich Nietzsche. Volumen 3: Los
diez años del filósofo errante, Madrid: Alianza editorial, 1985.
8
Nietzsche a Franziska y Elizabeth Nietzsche. 4 de diciembre de 1884.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1884,564 Correspondencia (Volumen IV: enero
1880-diciembre 1884). Ed. Trotta, Madrid, 2011. Correspondencia (Volumen IV: enero 1880-
diciembre 1884), Madrid: Trotta, 2010, pags.. 510-511.
9
Cfr. Nietzsche a Franziska y Elizabeth Nietzsche. 4 de diciembre de 1884.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1884,564. Correspondencia (Volumen IV: enero
1880-diciembre 1884), Madrid: Trotta, 2010, pág. 511.
200
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
libros para que sean leídos con interés y así su Zaratustra sea comprendido. El
modo de ser escuchado y leído es escribir intensamente, comenzando así la etapa
más prolífica de la escritura nietzscheana, la que comprende sus últimos años de
vida lúcida, desde 1886 a 1889.
10
NIETZSCHE, Friedrich; Carta a Franz Overbeck. 14 de Noviembre de 1886.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1886,775. Correspondencia (Volumen V: enero
1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, pag. 241. Los prólogos a los cuales Nietzsche hace
referencia, están fechados hacia el año 1886: “El nacimiento de la tragedia” (Sils-María, Alto
Engandina, agosto de 1886); “Humano, demasiado humano I” (Niza, primavera 1886); “El viajero
y su sombra (Humano, demasiado humano II)” (Sils-María, Alto Engandina, Septiembre 1886);
“Aurora” (ruta hacia Génova, otoño 1886) y finalmente “La ciencia jovial” (En ruta hacia Génova,
otoño 1886). A estos prólogos debiesen agregarse el escrito para “Más allá del bien y del mal”
del año 1885 y asimismo el prólogo a “La genealogía de la moral” del año 1887. Algunos autores
analizan estos siete prólogos como aspecto fundamentales de su filosofía y otros sólo seis
(excluyendo el de “Más allá del bien y el mal”). Nosotros resaltaremos especialmente los
prólogos del año 1886, pero en dicho análisis también tenemos a la vista los otros dos y es más,
201
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
Nietzsche comprende enlazados escritura, estilo y vida. Estos prólogos, esa mejor
prosa escrita hasta ahora según Nietzsche, lo exponen intentando dar unidad o
“desarrollo continuo” a su filosofía, preparar oídos y ojos para el futuro y, de algún
modo, cerrar heridas con el pasado. Cree necesario reinscribir sus anteriores
obras en una suerte de proyecto bajo el cual comprende toda su filosofía, su
trabajo filosófico. Estos prólogos tienen un doble movimiento: por una parte,
presentan estas obras anteriores, ponen una mirada en unos textos pasados,
intentando dar cuenta de cómo surgieron, bajo qué circunstancias y, por otra
parte, tienen estos prólogos mucho que ver con lo que Nietzsche está pensando
como problemática filosófica en ese momento y que es, en términos muy
generales, preparar el gran asalto a occidente, a su moral y su filosofía, la crítica
al cristianismo:
“… había buenas razones para que entonces, cuando surgieron esas obras, me
impusiera silencio –estaba aún demasiado cerca, demasiado «adentro» y
apenas si sabía lo que había ocurrido conmigo (…) Mis escritos presentan un
desarrollo continuo, que no será sólo mi vivencia y mi destino personal –sólo
soy el primero, una generación emergente comprenderá por sí misma lo que
yo he vivido y tendrá un fino paladar para mis libros. Los prólogos podrían
poner de manifiesto lo que hay de necesario en el curso de ese desarrollo: lo
que de paso tendría la utilidad de que quien ha hincado el diente en uno de
mis escritos, tendrá que vérselas con todos.”11
comprendemos que entre ellos existen relaciones que permiten tener una visión más amplia (y
compleja al mismo tiempo) de este período de la escritura nietzscheana. Vease: Schacht,
Richard; Making Sense of NIETZSCHE. Reflections Timely and Untimely, Urbana: University of
Illinois Press, 1995, especialmente Nietzsche’s Nietzsche: The Prefaces of 1885-88 (Chapter
Thirteen), págs. 243-260. Brusotti, Marco; Introduzione en: “Tentativo di autocritica 1886-1887”
de Friedrich Nietzsche, Genova: Il melangolo s.r.l., 1992, págs. 9-60. Burnett Jr., Henry Martin;
Cinco Prefácios para Cinco Livros Escritos. Nietzsche uma autobiografía filosófica. Dissertacão
(mestrado), Campinas: Universidad Estadual de Campinas, Instituto de Filosofía e Ciẽncias
Humanas, 2002. Scheier, Claus-Artur; Friedrich Nietzsche Ecce auctor. Die Vorreden von 1886.
Hamburgo: Felix Meiner Verlag, 1990. Y para el prólogo a “Humano, demasiado humano” véase
también, Meléndez, Germán; Primeros revuelos en la escuela de la sospecha. El ingreso a la obra
de Nietzsche desde el Prólogo a Humano demasiado humano. En: Revista Instantes y Azares.
Escrituras nietzscheanas N°9. Buenos Aires, 2011. Págs. 15-34.
http://www.instantesyazares.com.ar/numero-9.
11
NIETZSCHE, Friedrich; Carta a Ernst Wilhelm Fritzsch. 7 de agosto de 1886.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1886,730. Correspondencia (Volumen V: enero
1885-octubre 1887), Madrid: Trotta, 2011, pág. 199.
12
Cfr. DENAT, Céline; «Nacer póstumo» Inactualidad, distancia y alteridad: La «legibilidad» del
texto nietzscheano. En : Estudios Nietzsche, 12 (2012), Madrid: Trotta, págs. 95-104.
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BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
13
Esta doble referencia (fisiología y filosofía; filosofía y terapéutica) están relacionadas con otras
temáticas de la obra del “último Nietzsche”, tales como decadencia, nihilismo, cuerpo,
enfermedad, salud. Es decir, la referencia a la fisiología y la terapéutica serían conceptos
generales para dar cuenta de la íntima relación entre cuerpo y filosofía y que Nietzsche
desarrollaría desde diversos “conceptos” o imágenes del pensamiento.
14
En este sentido, “Ecce homo” sería el documento clave para esta construcción o constitución del
sí mismo, como relato de sí mismo a sí mismo.
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BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
15
La primera edición es de 1872, la segunda de 1874 y la tercera es de 1886, para la cual fue
escrito el prólogo antes citado.
16
Cfr. Nietzsche, Friedrich; GT Versuch einer Selbstkritik, 3.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik-3. El nacimiento de la Tragedia.
Ensayo de Autocrítica, 3, Madrid: Biblioteca Nueva, 2007, pág.. 85. La imposibilidad de un libro
puede tener diversos sentidos. En este caso, nos parece que Nietzsche se refiere a que es
imposible en la medida que poseía grandes intuiciones filosóficas, pero fue escrito con
demasiada juventud, con conceptos prestados, demasiado influenciado por Schopenhauer y
obnubilado por la figura de Wagner, sin sentir la necesidad de entregar argumentos. Por lo
tanto, en sentido estricto, no sería un libro propio, del cual no sentiría completamente su
paternidad.
17
NIETZSCHE, Friedrich; Carta a Henrich Köselitz. 14 de agosto de 1881.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/BVN-1881,136. Correspondencia (Volumen IV: enero
1880-diciembre 1884), Madrid: Trotta, 2010, pág. 144.
18
“Lo que me llena de espanto no es la terrible figura que hay detrás de mí silla, sino su voz; y
tampoco las palabras, sino el tono inhumano y terriblemente inarticulado de esa voz. Ay, si por lo
menos hablara como hablan los humanos.” Apunte autobiográfico, citado por JANZ, Curt Paul;
Friedrich Nietzsche. Volumen 1: Infancia y juventud, Madrid: Alianza editorial, 1981, pág. 228.
204
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
“Sea cual sea la cuestión que subyace en el fondo de este libro problemático,
no puede menos de ser una de primera fila y de alto valor excitante, más aún,
profundamente personal. Testimonio de ello es la época en que surgió, a
pesar de la cual surgió: la agitada época de la guerra franco-alemana de los
años 1870-1871. Mientras los fragores de la batalla de Worth se extendían
sobre Europa, ese hombre meditabundo y amante de enigmas al que le tocaba
en suerte la paternidad de este libro, embebido en meditaciones y enigmas y,
por consiguiente, muy preocupado y despreocupado a la vez, ponía por escrito
en un rincón de los Alpes sus pensamientos sobre los griegos… el meollo del
libro sorprendente y poco accesible del cual rinde cuentas este tardío prólogo
(o epílogo).”19
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BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
escritura. Nietzsche pretende explicar-se cómo es posible, por qué ha sido posible
un libro como ese, pero también con ese a pesar de podemos explicarnos cómo ha
sido posible toda su obra, su producción filosófica y su vida. Esta expresión,
aparentemente menor o anecdótica, capta, liga, anuda un problema complejo, el
problema de la vida. El a pesar de no es la afirmación dialéctica a la resolución de
la vida ni a la explicación de por qué se crean obras, de por qué se filosofa. Ellas
no se “resuelven” dialécticamente a partir de oposiciones categoriales. Por el
contrario, Nietzsche nos quiere mostrar que su obra es una refutación al intento
de una compresión totalizadora de la vida. Ninguna vida, mirada filosóficamente,
puede ser resuelta desde un punto de vista teórico y teleológico. La vida la
comprende, como el triunfo de una voluntad, de una existencia, que se enfrenta
de modo agonal con sus circunstancias. Nietzsche niega la posibilidad que la vida
tenga sentido y finalidad por sí misma. Esa vida no puede ser explicada bajo
parámetros teóricos ni optimistas, sino por el contrario, la vida se juega en
lugares y espacios menos esperables, menos comprensibles, y condenada
permanentemente a su fracaso, a su fragilidad. Lo importante para Nietzsche no
es la finalidad de la vida, sino más bien la afirmación de la vida. Afirmar no es
triunfar, no es ganar, es querer. Por ello, Nietzsche pretende mostrar con este a
pesar de, que los resultados de una vida no están en relación con una
comprensión ni optimista, ni monolítica de ella, sino que cada vida es el resultado
de fuerzas que se contraponen, que se enfrentan, modelando así, por la vía del
ensayo y del error, la obra que cada vida es. Cada vida es lo que se cuenta de ella,
lo que cada uno cuenta de ella y le da forma. Por eso, la escritura es, en cierto
sentido, la vida misma, pues la vida es tal como se la relata cada uno a sí mismo.
Nietzsche, a través de su obra, pretende mostrar que su pensamiento filosófico
es, precisamente, la manifestación de esa lucha agonal, que pretende dar forma a
una vida y que en el caso de Nietzsche, a pesar de su enfermedad, a pesar de su
condición física y biológica, a pesar de su soledad, se presenta desde el querer,
desde la superación.
206
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
Para Nietzsche, los griegos son el gran tema del libro. No es ni Wagner, ni la
música, ni el arte, sino los griegos. La cuestión entonces es ¿Cómo comprender
que el origen, el nacimiento y el tema de una obra tan enigmática como “El
nacimiento de la tragedia” sean los griegos? Como decíamos, una posible
respuesta para comprender ese origen es ese a pesar de que enuncia Nietzsche.
La creación filosófica, como cualquier otra creación del espíritu humano, se
produce a partir de las fuerzas, de la energía del creador. Sin embargo, Nietzsche
aquí, producto de su lento ingreso en la fisiología como motor del pensar,
considera que toda obra, en este caso la suya, es el resultado de un cuerpo, de un
organismo que posibilita una creación. Y aquí lo más intrigante en el pensar de
Nietzsche es que ese cuerpo, el de Nietzsche, está enfermo y precisamente en
lucha con ese cuerpo enfermo, o por ese cuerpo enfermo, nace esta obra. La
cuestión es entonces que un espíritu supera (no lo vence, pues ese sería un
criterio cristiano) al cuerpo. Aquí tenemos entonces un problema clave en el
pensamiento de Nietzsche. De cómo el motor de la vida, de cómo la vida para
sostenerse, necesita de una oposición, de una contradicción, para superarla. Y es
ahí donde comparece lo griego como modelo, como modelo histórico, no
idealizado ni ilustrado. Nietzsche piensa el valor de la existencia, pero ligada al
pesimismo. Podemos decir que Nietzsche, a contrapelo de las lecturas ilustradas
sobre los griegos y la antigüedad, lo que quiere plantear es precisamente que la
grandeza de los griegos, radica en su pesimismo de la fortaleza, interpretación
que rompe con la idea de un pueblo mesurado, racional. Es decir, para Nietzsche
el tema del libro son los griegos, cómo la grandeza de los griegos radica en su
especial modo de pesimismo, un pesimismo que difiere del pesimismo moderno. La
pregunta filosófica para Nietzsche es entonces ¿cuál es el valor de la existencia?:
21
NIETZSCHE, Friedrich; EH, GT 1. http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/EH-GT-1. Ecce Homo,
“El nacimiento de la tragedia” 1, Madrid: Alianza editorial, 1988, págs. 67-68. Recordemos que la
primera edición de la obra (1872) llevaba como título “El nacimiento de la tragedia a partir del
espíritu de la música” y que ya en la segunda edición (1874) es modificado por “El nacimiento de
la tragedia. O Helenismo y pesimismo”. Mirado en perspectiva, es probable que Nietzsche ya
intuyera en ese momento que la cuestión central del texto no era la música de Wagner y sus
posibilidades culturales, sino una cuestión filosófica de fondo y de primer rango: los griegos y su
pesimismo como modelo intempestivo para la modernidad o como contramodelo frente a la
visión ilustrada y humanista de los griegos, que se centra en la cuestión de la serenidad
(Heiterkeit) griega, defendida por filólogos y pensadores alemanes como Winckelmann y Goethe
y que no comprende el aspecto dionisíaco, trágico, oscuro y también jovial de la cultura griega.
Véase la introducción de Germán Cano a su edición de “El Nacimiento de la Tragedia”.
NIETZSCHE, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, Madrid: Biblioteca Nueva, 2007, págs. 11-74.
207
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
Como vemos, para Nietzsche se juegan asuntos de primer orden y que están en
relación con las temáticas que comenzará a desarrollar a partir de 1886. Por una
parte, Sócrates y el socratismo, la decadencia, el valor de la existencia, pero que
en 1872 estaría representado por el problema de los griegos y su pesimismo.
Helenismo, pesimismo y Sócrates parece ser la cuestión aquí. Si bien en “El
nacimiento de la tragedia” la cuestión es Sócrates como aquel que destruye la
tragedia a través de Eurípides, en una suerte de arte de la ventriloquía, Nietzsche
considera que ya ha descubierto en esta obra, la cuestión del socratismo, como
aquello que definirá a occidente con una marca indeleble, pues la modernidad
será socrática en la medida que es optimista teórica, y donde el pesimismo
trágico, el de la fortaleza y lo dionisíaco, propio de lo griego, ha desaparecido. “El
nacimiento de la tragedia” será entonces un primer laboratorio filosófico para
Nietzsche: la importancia del pesimismo griego que se enfrenta a la lectura de un
humanismo griego, la dualidad apolíneo-dionisíaco llevado como principio de lo
griego y que muestra la fortaleza de lo griego frente a su “serenidad” (Heiterkeit)
22
Cfr. Nietzsche, Friedrich; GT Versuch einer Selbstkritik, 1.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik-1. El nacimiento de la Tragedia.
Ensayo de Autocrítica, 1, Madrid: Biblioteca Nueva, 2007, págs. 82-84.
208
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
Nos parece que Nietzsche pone en contacto las cuestiones “teóricas” con
aspectos propios o consideraciones biográficas. ¿Son los griegos, en esta lectura
sobre su pesimismo, un modelo para el propio Nietzsche? Si Nietzsche es un
organismo que concentra en él mismo a una época, o dicho nietzscheanamente,
si él mismo es un organismo nihilista, en la medida que enfermo y decadente
¿será esta visión de los griegos, de su saber trágico, una posibilidad para
superarse a sí mismo y, por lo tanto, a su propia época? El prólogo, en este caso,
funciona como archivo de sí mismo, como documento de esta “identificación”
problemática. El “Ensayo de autocrítica” será una corrección estilística, un ajuste
de cuentas consigo mismo, pero sobre todo, será expresión de que filosofía y vida,
en este caso la vida de Nietzsche, van unidas. ¿Por qué interesan los griegos?
¿Para qué los griegos? ¿Por qué Sócrates debe ser denunciado? En 1872 serán
aspectos culturales, proyectos de cambio cultural. pero, en 1886, a Nietzsche no
le parece tan fundamental esta cuestión de la cultura, del proyecto cultural, sino
que son otros los asuntos de interés. Los griegos serían la posibilidad de
comprender el pesimismo de otro modo, de enfrentarse al nihilismo moderno, y
Nietzsche ensaya y experimenta consigo mismo esa posibilidad y el prólogo es lo
que expondría, al modo de un ensayo, al modo de un relato de cómo ha sido
posible dicha obra a pesar de, incluso del propio Nietzsche.
Para Nietzsche, son dos las novedades filosóficas del libro: por un lado, la reflexión
sobre Sócrates y lo socrático, que es finalmente la cuestión de la razón frente al
instinto, el optimismo frente al pesimismo, la decadencia frente a la salud y, por
otro lado, la importancia de la antítesis de lo apolíneo y lo dionisíaco y, por ende,
la importancia de Dionisos para la filosofía:
23
NIETZSCHE, Friedrich; EH, GT 1. http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/EH-GT-1. Ecce Homo,
“El nacimiento de la tragedia” 1, Madrid: Alianza editorial, 1988, pág. 68.
209
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
24
Cfr. JARA, José; Nietzsche, un pensador póstumo. El cuerpo como centro de gravedad. Barcelona:
Editoral Anthropos en coedición con la Universidad de Valparaíso, 1998, pag. 43.
25
NIETZSCHE, Friedrich; GT Versuch einer Selbstkritik, 5.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik-5. El nacimiento de la Tragedia.
Ensayo de Autocrítica, 5, Madrid: Biblioteca Nueva, 2007, págs. 90-91.
210
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
26
NIETZSCHE, Friedrich; EH. Warum ich ein Schicksal bin, 9.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/EH-Schicksal-9. Ecce Homo, Porque soy un destino, 9,
Madrid: Alianza Editorial, 1988, pág. 132.
211
BERRÍOS, Víctor. «Prólogo y filosofía. Apuntes sobre “Ensayo de autocrítica”». HYBRIS. Revista de
Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382, Julio 2014, pp. 195-212
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2. ____________ Correspondencia (Volumen IV: enero 1880-diciembre 1884),
Madrid: Trotta, 2010.
3. ____________ Correspondencia (Volumen V: enero 1885-octubre 1887),
Madrid: Trotta, 2011.
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16. ____________ Friedrich Nietzsche. Volumen 3: Los diez años del filósofo
errante, Madrid: Alianza editorial, 1985.
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Madrid: Alianza editorial, 1985.
18. JARA, José, Nietzsche, un pensador póstumo. El cuerpo como centro de gravedad.
Barcelona: Editoral Anthropos en coedición con la Universidad de Valparaíso, 1998.
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la obra de Nietzsche desde el Prólogo a Humano demasiado humano. En:
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20. MONTINARI, Mazzino, Lo que dijo Nietzsche, Barcelona: Salamandra, 2003.
21. PARMEGGIANI, Marco, ¿Para qué filología? En: Estudios Nietzsche 1 (2001).
Madrid: Trotta, págs. 91-101.
22. SCHACHT, Richard; Making Sense of NIETZSCHE. Reflections Timely and Untimely.
Urbana: University of Illinois Press, 1995, págs. 243-260.
23. SCHEIER, Claus-Artur; Friedrich Nietzsche Ecce auctor. Die Vorreden von 1886.
Hamburgo: Felix Meiner Verlag, 1990.
212
HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN 0718-8382,
Julio 2014, pp. 213-218
www.cenaltes.cl
DOI: 10.5281/zenodo.10838
Resumen: Réplica al artículo anterior titulado Abstract: Reply to the above article entitled
“Prólogo y filosofía”, publicado en este mismo "Prologue and philosophy", published in this Issue.
número.
Palabras clave: prólogo; enfermedad; escritura; Keywords: prologue; disease; writing; “Attempt at
“Ensayo de autocrítica”. a self-criticism”.
∗
El artículo recoge la exposición realizada en la Casa del Lector en Matadero Madrid, Centro de
Creación Contemporánea, en la sesión del SNC el 27 de mayo de 2013.
∗∗
Española. Doctoranda en la Facultad de Filosofía de la UCM con una tesis sobre los conceptos
de fetichismo y mistificación en la crítica de la economía política de Marx. Sus campos de
investigación son la ontología política, la filosofía moderna y la metapolítica. Ha realizado
algunas publicaciones sobre autores como Marx, Jünger o Carl Schmitt.
RAMAS, Clara. «El yo y el libro». HYBRIS. Revista de Filosofía, Vol. 5 N° Especial: El arte de Dionisos. ISSN
0718-8382, Julio 2014, pp. 213-218
1
NIETZSCHE, Friedrich, “Versuch einer Selbstkritik”, en: Die Geburt der Tragödie, Digitale Kritische
Gesamtausgabe Werke und Briefe (eKGWB), basada en la edición crítica de G. Colli y M.
Montinari y editada por Paolo D’Iorio, Nietzsche Source, 2009.
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik. “Ensayo de autocritica”, en: El
nacimiento de la tragedia, Madrid: Alianza Editorial, 1984, págs. 25-37.
2
Bisagra, efectivamente, entre el pasado –la mirada a sus obras– y el futuro –la unidad
proyectada de las mismas-; pero también bisagra entre pensamiento y vida, entre filosofía y
fisiología, entre filosofía y terapéutica, entre escritura y cuerpo. Los dos últimos puntos de
nuestro texto intentan plantear algunas de estas cuestiones recogidas en el texto de Víctor
Berríos.
3
NIETZSCHE, Friedrich, “Versuch einer Selbstkritik”, 7, en: Die Geburt der Tragödie, opág. cit.,
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik-7. “Ensayo de autocrítica”, 7, en: El
nacimiento de la tragedia, op. cit., pág. 35.
4
JÜNGER, Ernst, El trabajador. Dominio y figura, Barcelona: Tusquets, 2003, pág. 59.
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0718-8382, Julio 2014, pp. 213-218
5
Berríos ha señalado en su texto, muy oportunamente, que a partir de un determinado momento
Nietzsche cree necesario presentar su obra como una cierta “unidad”. Ello es crucial para
comprender el afán nietzscheano por reeditar sus primeras obras y dotarlas de nuevos prólogos
6
DELEUZE, Gilles, Nietzsche y la filosofía, Barcelona: Anagrama, 1998, pág. 108.
7
DELEUZE, Gilles, “Sade, Masoch y su lenguaje”, en: Presentación de Sacher-Masoch. El frío y el
cruel, Madrid: Taurus, 1973, págs. 19-28.
8
Ibid., pág. 20.
9
WEISS, Peter, Marat-Sade, Madrid: Centro Dramático Nacional, 1994.
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mantener con aquello que reparte10. Aquí, el escritor detectaba la eficacia de ese
poder invisible.
Pues bien, ¿no podría decirse también de Nietzsche, con todo derecho, que su
escritura es una sintomatología? Como Sade y Masoch, Nietzsche es un artista,
“[…] ha sabido crear nuevos modos de sentir y de pensar, todo un lenguaje
nuevo”11; como Marat, es un médico, ha puesto en cuestión el pretendido estado
sano, natural y legítimo de la sociedad. “Se adivina que con estas preguntas
quedaba colocado el gran signo de interrogación acerca del valor de la
existencia”12, dice en nuestro texto. Las preguntas por los griegos, su música y su
tragedia obedecían al propósito de diagnosticar si acaso podía existir un
“pesimismo de la fortaleza”, si se trataba en los de “signos de declive, de ruina, de
fracaso, de instintos fatigados y debilitados”, o, por el contrario, de una
“predilección nacida de un bienestar, de una salud desbordante, de una plenitud
de la existencia”13. En esta obra se trataba, en suma, anticipando el proyecto
general nietzscheano, de preguntar por la salud o fortaleza de las fuerzas que se
apropiaron del fenómeno de la tragedia griega.
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despachos acallaban a los cañones, él también hizo la paz consigo mismo y con
su enfermedad y “comprobó en sí”, realizó la experiencia definitiva, “del
nacimiento de la tragedia del espíritu de la música”15.
15
NIETZSCHE, Friedrich, “Versuch einer Selbstkritik”, 1, en: Die Geburt der Tragödie, op. cit.,
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik-1. “Ensayo de autocrítica”, 1, en: El
nacimiento de la tragedia, op. cit., págs. 25-26.
16
Tómese como ejemplo las siguientes declaraciones programáticas de Yukio Mishima en su
intento de fundir vida y arte: "Si el ser era mi morada, entonces mi cuerpo era como un huerto
alrededor de la misma. Una de dos, podía cultivar ese huerto en toda su extensión, o dejar que la
maleza se adueñara de él. La elección era libre, pero esa libertad no era tan ostensible como se
podría pensar. En efecto, mucha gente acaba llamando ‘destino’ a los huertos de sus respectivas
moradas.
Un día se me ocurrió la idea de cultivar mi huerto con todo el empeño posible. A tal efecto, me
serví del sol y del acero” (MISHIMA, Yukio, Sol y acero, Madrid: Alianza Editorial, 2010, pág. 12).
Un ejemplo de cómo cultivar el propio ser a semejanza de la creación de una escultura: “La
derrota del enemigo tiene lugar cuando éste acomoda su forma al hueco del espacio que uno ha
acotado previamente; en ese instante, nuestra propia forma debe conservar su máxima
precisión y belleza. Y la forma en sí ha de tener una gran adaptabilidad, una flexibilidad sin igual,
para asemejarse a una serie de esculturas creadas por un cuerpo líquido segundo a segundo. La
continua radiación de la fuerza debe crear su propia forma, del mismo modo que el chorro
continuo de agua mantiene la forma de una fuente. Presentía que ese templarse al sol y al acero
a que durante tiempo me sometí no era más que el proceso de creación de esa escultura
líquida.” (Ibid., pág. 45). Y, en fin, señalando explícitamente que la ansiada definición de obra de
arte sólo pudo venir dada por la experiencia de los músculos como fuerza y forma: “Nada podría
haber armonizado mejor con la definición de obra de arte que yo acariciaba desde hacía tiempo
que este concepto de forma envolviendo a la fuerza, sumado a la idea de que una obra debía ser
orgánica e irradiar en todas las direcciones.” (Ibid., pág. 34).
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misma: […]”.17 Heinrich Heine, criticando el abandono del panteísmo por parte del
viejo Schelling y su conversión al catolicismo, lo decía así: “Echen los viejos
creyentes sus campanas al vuelo y canten kyrie eleison por esta conversión: ella
no prueba nada a favor de sus opiniones, sino sólo que el hombre se acerca al
catolicismo cuando se hace viejo y cansado, cuando ha perdido sus energías
físicas y espirituales, cuando no puede ya gozar ni pensar. Muchos
librepensadores se han convertido en el lecho de muerte. ¡No os hagáis gloria de
ello! Esas historias de conversiones pertenecen a lo sumo a la patología,[…]”18. Un
ejercicio de patología, creemos, es la escritura de Nietzsche: una creación de
cuadros médicos, el diagnóstico de la enfermedad de Occidente, y a la vez el
intento de construcción de una subjetividad pese a la enfermedad, una
subjetividad que es una nueva valoración antimoral, anticristiana, puramente
artística, de la vida: una vida dionisíaca. En qué pudiera consistir tal vida, es algo
que dejamos, quizás, para otra ocasión.
17
NIETZSCHE, Friedrich, “Versuch einer Selbstkritik”, 5, en: Die Geburt der Tragödie, op. cit.,
http://www.nietzschesource.org/#eKGWB/GT-Selbstkritik-5. “Ensayo de autocrítica”, 5, en: El
nacimiento de la tragedia, op. cit., pág., 32.
18
HEINE, Heinrich, Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania, Madrid: Alianza
Editorial, 2008, pág. 108. Cursiva nuestra.
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