PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA

FACULTAD DE FILOSOFÍA

AMÉRICA LATINA: LARGO VIAJE HACIA SÍ MISMA

Un asomo a la Filosofía de la Historia Latinoamericana de Leopoldo Zea

Ejercitación para la Licencia

Presentada al P. Carlos I. González S.J.

José Luis Olimón Nolasco

Roma

1988
 CON PROFUNDO AGRADECIMENTO: COMO UNA HUMILDE OFRENDA:

Al P. Carlos I. González S.J. A mi mamá, a mi familia

A D. Carmelo Benedetti A la Vicaría de Santa Isabel

y la Comunidad de Trevignano Romano
A las Hermanas Auxiladoras
A Gianni Satta y Gianni Sini
y las Comunidades de Bedesi y Trinità d’Agultu A las Hermanas del Buen Pastor

A las Hermanas del Instituto del Carmelo A los Hermanos del Seminario de Tepic

Al Pontificio Colegio Pio-Latinoamericano A los Hermanos del Colegio Pio-Latino

A la Pontificia Universidad Gregoriana

 3

…en la noche dichosa

en secreto, que naide me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde naide parecía…

San Juan de la Cruz

 0.- A MANERA DE INTRODUCCIÓN
La obra intelectual de Leopoldo Zea, pensador-
filósofo mexicano nacido en 1912, ha marchado, como
él mismo lo afirma en el prólogo a su libro Dialéctica de
la Conciencia Americana, en dos direcciones: “una, la
empeñada en elaborar una historia de las ideas de
nuestra América […] otra, buscando una interpretación
de esta historia como totalidad y como parte de la
historia universal, la historia del hombre”.1 Dos
direcciones íntimamente unidas ya que, en realidad, se
trata de una sola preocupación y dirección, con el
empeño puesto en todos mis trabajos, por desentrañar
el sentido de nuestra historia: nuestra historia como
mexicanos, como latinoamericanos y como hombres sin
más”.2
En este empeño por desentrañar el sentido de
nuestra historia subyace su concepción de la filosofía
como un “afán de saber que surge tanto del asombro
ante lo desconocido, como de la angustia ante la
urgencia de soluciones que la realidad, una realidad
concreta, puede reclamar. La angustia especialmente
expresa entre hombres y entre pueblos como los
nuestros, siempre urgidos de la solución de problemas
que, por centenarios, deberían ser ya anacrónicos. La
urgencia en la búsqueda de salidas frente a viejas y
nuevas formas de dominio interno y externo que las
impiden”.3 De ahí que este empeño por desentrañar el
sentido de nuestra historia “trata de conocer los hechos,
1
Leopoldo Zea, Dialéctica de la Conciencia Americana, México, Alianza
Editorial, 1976, p. 10. En adelante, citaré esta obra con las siglas DCA.
2 6
Ibid
3 7
Leopoldo Zea, “La Filosofía es siempre compromiso”, en Filosofía de lo
Americano, México, Editorial Nueva Imagen, 1984, p.416.
pero no se atiene a ellos”, 4 sino que busca su
interpretación, ya que “atenerse simplemente a ellos
sería simplemente aceptarlos”. 5 Por eso refiriéndose a
los hechos históricos, afirma: “conocerlos para
cambiarlos es, […] la preocupación central de esta
filosofía de la historia”. 6
Este empeño por desentrañar el sentido de
nuestra historia ha cristalizado especialmente en seis
libros: América como conciencia; América en la historia;
El Pensamiento Latinoamericano; Filosofía
Latinoamericana como filosofía sin más; Dialéctica de la
Conciencia Americana y Filosofía de la Historia
Americana. Es en estos dos últimos libros donde su
empeño llega a realización.
En Dialéctica de la Conciencia Americana trata
“de ofrecer una interpretación de la historia de esta
América a partir de su historia en este siglo XX y la de
Latinoamérica con su natural contexto, los Estados
Unidos y el mundo que ha originado la acción de esa
nación”. 7 En Filosofía de la Historia Americana busca
“situar la historia de esta nuestra América en el contexto
de que es parte y expresión, la historia sin más, la
historia del hombre a través de sus múltiples y
concretas realidades” 8 tratando así, de “dar fin y
4
Leopoldo Zea, Filosofía de la Historia Americana, México, Fondo de
Cultura Económica, 1978, p. 24. En adelante citaré esta obra con las siglas
FHA.
5
Ibid. p. 25.
Ibid.
DCA p. 12
8
FHA p. 11

cumplimiento a una ya larga tarea y preocupación que
se viene haciendo expresa en varios de mis libros”. 9
Con respecto a estos dos libros, Francisco Miró
Quesada afirma: “a través de los años, Zea ha ido
elaborando una filosofía de lo americano cada vez más
completa y sistemática hasta que su pensamiento
alcanza una madurez definitiva que se manifiesta en la
publicación de sus dos libros más importantes:
Dialéctica de la Conciencia Americana y Filosofía de la
Historia Americana”. 10
En el presente trabajo no abarcaré la
interpretación completa de la historia latinoamericana
que realiza Leopoldo Zea, esa interpretación que
abarca, como hemos visto, por un lado, la historia
latinoamericana como totalidad y, por otro, la historia
latinoamericana como parte de la historia universal. Me
limitaré al lado que mira a la América Latina como
totalidad, en sí misma, haciendo solamente referencias
indispensables a su relación con la historia universal.
Hago esta limitación porque de otra manera supondría,
como lo hace Zea en su Filosofía de la Historia
Americana y como lo propone Miró Quesada en su
comentario, remontarnos a la historia en la conciencia
occidental, remontarnos hasta el proyecto colonizador
ibero, con lo que el trabajo crecería demasiado.
Todavía, dentro de este lado de la interpretación
de la historia latinoamericana como totalidad, debo
hacer una segunda delimitación: no abarcaré el período
de la colonia, sino que partiré de lo que bien puede
9
Ibid.
10
Francisco Miró Quesada, Proyecto y realización del Filosofar
Latinoamericano, México, Fondo de Cultura Económica, 1981, p. 142
5
llamarse una primera toma de conciencia de la dignidad
y de la capacidad propias que los latinoamericanos
alcanzan a finales del siglo XVIII, toma de conciencia,
autoconciencia sería más preciso, que se expresa en
una primera búsqueda de llegar a ser creadores de su
historia. Llegaré hasta la época a que llega Zea en su
interpretación: hasta los esfuerzos de liberación de la
mitad de la década de los setenta.
Este trabajo busca ser solo un asomo, pero
global, a la filosofía de la historia de Leopoldo Zea con
las delimitaciones acabadas de hacer: asomo por su
carácter provisional y tentativo, por su acento en el
aspecto receptivo, sin pretender que sea solamente
pasivo y por ello sabiendo que soy intérprete y como tal
responsable de la interpretación realizada; global por
intentar abarcar el todo antes delimitado. En este
trabajo me fijo especialmente en dos elementos de la
lectura que Zea hace de nuestra historia: la toma de
conciencia y los proyectos que nacen de esa toma de
conciencia. Me fijo en ellos considerados
dinámicamente: como un proceso de toma de
conciencia y como una sucesión dinámica de los
proyectos que buscan realizar la toma de conciencia,
por decirlo con palabras cercanas a las de Miró
Quesada, quien ha inspirado en buena medida el
asomo que aquí realizo. 11 Me fijaré en esta
interpretación dinámica de la historia de nuestra
América buscando mostrar fundamentalmente que se
trata de un Largo Viaje hacia Sí Misma, título dado por
Zea a un artículo en que presenta, desde el punto de
11
Cfr. Francisco Miró Quesada, “Leopoldo Zea: de la historia de las ideas
a la filosofía de la historia”, en Proyecto y Realización… pp. 141-183.

vista de la cultura, el caminar de nuestra América, 12
título que, en mi opinión, condensa esta filosofía de la
historia latinoamericana en el período al que me
asomaré en el presente trabajo.
6
retorno a sí misma a los esfuerzos de liberación. De
aquí los títulos de los tres capítulos.

El método que sigo trata de dejar la palabra a

nuestro autor tanto como sea posible. Es un método
que considero adecuado para un trabajo que trata de
ser un asomo, que privilegia la receptividad, la escucha;
un método limitado en cuanto puede tornar la lectura
pesada; un método que encierra el peligro de limitar el
trabajo de reflexión; un método conveniente en trabajos
que, como el presente, buscan ante todo, presentar con
fidelidad el pensamiento de un autor. Un método que
encontré válido y conveniente para presentar la obra de
un autor cuyos escritos aparecen a los ojos de algunos
como demasiado históricos para ser filosóficos,
mientras a los ojos de otros aparecen como demasiado
filosóficos para ser históricos. Un método que encontré
conveniente para entrar en contacto con un autor cuya
obra no es muy conocida ni siquiera donde pudiera y tal
vez debiera conocerse; de una obra de la que no hay, o
no he podido tener a la mano, comentarios y estudios
satisfactorios.

La división del trabajo la he realizado de acuerdo

a las tres etapas en que parece que se puede dividir el
largo viaje de América Latina hacia sí misma: una
primera toma de conciencia expresada en el proyecto
libertario; la escisión de la conciencia que absolutiza
uno u otro aspecto de la realidad y se expresa en los
proyectos conservador y civilizador a la nueva
dependencia; una segunda toma de conciencia del

12
Leopoldo Zea, “América Latina, Largo Viaje hacia sí misma”, en El
correo de la UNESCO, agosto de 1977, pp. 4-7. 69
 1. DE LA PRIMERA TOMA DE CONCIENCIA
AL FRACASO PARCIAL DEL PROYECTO LIBERTARIO
Como el mismo título del capítulo lo indica, en él
trataremos de asomarnos a una etapa de la historia de
nuestra América que se caracteriza por una toma de
conciencia que los latinoamericanos toman de sí
mismos. De ahí el que se trate más bien de
autoconciencia que de conciencia en cuanto el objeto
del que se dan cuenta, del que toman conciencia, son
ellos mismos, un sujeto capaz de hacer historia. Por eso
en esta etapa a la que nos asomaremos,
encontraremos a los latinoamericanos tratando de ser
sujetos de su historia, luchando por ser creadores de la
misma.
Es una etapa que tiene dos momentos: el
primero, en el cual habiendo tomado conciencia de sí
mismos como sujetos de historia, buscan la autonomía
de la metrópoli sin pretender romper con ella. El
segundo, en el cual, ante la intransigencia
metropolitana, luchan por la independencia que les
haga posible llegar a ser sujetos de su historia. Por eso
este primer capítulo lo he dividido en dos apartados: el
primero aborda el hecho fundamental de la toma de
conciencia de sí mismos como sujetos de historia que
toman los latinoamericanos y la búsqueda de
autonomía de la metrópoli que nace de la toma de
conciencia; el segundo aborda el primer proyecto
histórico propiamente tal mencionado por Zea: el
proyecto libertario y la lucha por su realización.
1.1. Primera toma de conciencia y búsqueda de
autonomía.
En este primer apartado de nuestro asomo
hemos de comenzar remontándonos al último cuarto del
siglo XVIII en el cual “la América colonizada por
españoles y lusitanos sufre una extraña agitación. Una
agitación que pone fin al largo sueño de casi tres siglos
de la colonia. Casi repentinamente hombres a los que
se había querido acostumbrar a ‘obedecer y callar’ […]
hablaban y pensaban por sí mismos; sobre su
humanidad y sobre su realidad”. 13
Aquí tenemos un primer rastro de la primera
toma de conciencia de sí de los latinoamericanos en la
interpretación de Zea. Una primera toma de conciencia
que tiene la frescura y la ingenuidad de lo que inicia.
Los hombres forjados para obedecer y callar hablan y
piensan por sí mismos y de sí mismos. En este primer
hablar y pensar por sí mismos aparece la conciencia
“de que algo de lo que se era y que se tenía era
insuficiente para lo que se debía de ser y lo que se
debía de tener”. 14 De ahí el que esta toma de
conciencia expresada en interrogantes cuya respuesta
era que algo les faltaba en su ser y en su tener los
llevara a buscar una nueva filosofía que les ayudara a
reflexionar sobre su propio ser y porvenir, una nueva
filosofía que ocupara el lugar de “la vieja concepción
aristotélico-tomista que hiciera posible el orden en el
13
Leopoldo Zea, “Introducción”, en Antología del Pensamiento Social y
Político de América Latina, Washington: Unión Panamericana, 1964, p. 5.
14
Ibid. p. 6

vasto imperio americano de España y Portugal”. 15
“Bacon, Copérnico, Locke, Kepler, Newton, Leibniz y
Franklin son los nombres que sustituyen a Aristóteles,
Santo Tomás y demás autoridades del escolasticismo”.
16
Pero más importante que el hecho de introducir
una nueva filosofía que ayudara a pensar el propio ser y
el porvenir, es el espíritu con que lo hacen, un espíritu
que sólo reaparecerá un siglo después, cuando
buscarán de nuevo la conciliación de lo que se había
escindido. “No se quiere que las nuevas ideas sean un
instrumento destructivo, sino todo lo contrario, un
instrumento al servicio de la realidad y el hombre
latinoamericano. Se trata de un hombre que no quiere
renunciar, como lo hicieron otros hombres y otros
pueblos, a la realidad que le es propia, a la realidad de
que le hiciera herencia el mundo ibérico. […] Por ello
busca conciliar su herencia, lo que él es, lo que
considera le es propio, con la ciencia e instrumentos
que han hecho posible la grandeza de las nuevas
naciones”. 17
Ayudados con esta nueva filosofía y con ese
espíritu que busca el progreso, la puesta al día sin
romper con el pasado, los latinoamericanos llegan a
conocer mejor su ser y su tener: “el contacto directo con
la realidad americana muestra al iberoamericano su
capacidad como individuo y como pueblo. Su mundo,
natural y cultural, es un mundo pleno de posibilidades.
Un mundo distinto pero no inferior”. 18 Pero llegan a
15
Ibid.
16
Ibid. p. 7.
17
Ibid. p. 8.
18
Ibid. p. 11.
8
conocer mejor también su no-ser y su no-tener
pudiendo ser y tener. De ahí ese primer intento de ser
sujetos de su propia historia: la búsqueda de autonomía
con relación a la metrópoli, tratando, además, de
alcanzar el progreso que otras naciones habían
alcanzado. “No es ya posible que un gobierno situado al
otro lado del mar atienda estas necesidades y estimule
la capacidad y posibilidades de esta América. Esto debe
ser obra de los americanos, sin que tal cosa implique un
apartarse o alejarse del imperio de que son parte. Por
ello se habla de autonomía, no de independencia. Pide
un puesto responsable en la marcha que ha de tomar el
imperio si éste ha de incorporarse en la marcha hacia el
progreso que siguen ya otras naciones. Los
iberoamericanos no piden más, pero tampoco menos”.
19
Los resultados de esta búsqueda de autonomía
con respecto a la metrópoli, sin embargo, no serían los
que los latinoamericanos anhelaban y, tal vez,
ingenuamente, creían. La resistencia metropolitana será
fuerte y la única manera en que los latinoamericanos
podrían convertirse en sujetos de su historia, sería
luchando por la independencia. La otra posibilidad era
volver atrás, volver a callar y obedecer pero no era un
camino a recorrer por quienes habían alcanzado
conciencia de ser sujetos de historia. “Poco a poco, y en
función con la resistencia de los intereses peninsulares
a las reclamaciones de los americanos, el imperio se va
divorciando de la metrópoli y sus tercos representantes.
Es el imperio que se alza ya contra la metrópoli y se
emancipa de ella; el imperio que se enfrenta a los
limitados intereses peninsulares. […] La ruptura se hará
inevitable. Los insurgentes no podrán ser ya más fieles
19
Ibid.

a España para poder serlo al imperio del que son y se
siente ya parte activa”. 20
Dejemos aquí nuestro asomo a esta primera
toma de conciencia de sí de los latinoamericanos y los
primeros intentos de ser sujetos de su historia.
Dejémoslo aquí porque hemos llegado a los umbrales
del segundo intento que realizarán, intento que nace de
la toma de conciencia de que sólo independizados,
liberados de la metrópoli, podrán llegar a ser sujetos de
su historia, alcanzar el progreso que otras naciones
habrían logrado ya, pero sin romper con el pasado
ibero. Dejémoslo aquí porque este segundo intento será
el objeto del segundo apartado de este capítulo.
Hagamos, sin embargo, antes de pasar adelante,
algunas reflexiones en torno a lo encontrado en esta
primera etapa del largo viaje de América Latina hacia sí
misma.
En este que podría llamarse el primer paso de
América Latina hacia sí misma, podemos encontrar, en
germen, los elementos de la interpretación que
Leopoldo Zea hace de nuestra historia. Una
interpretación en la que son claves los hombres de
carne y hueso, que van tomando conciencia de su ser y
de su tener, que elaboran proyectos y que buscan su
realización. En esta primera toma de conciencia, en
este primer paso hacia sí misma, encontramos algunos
elementos que reaparecerán más tarde en el proyecto
asuntito y en lo esfuerzos de liberación que han nacido
de él. Especialmente la resistencia metropolitana y el
propósito de los latinoamericanos de no renunciar a la
propia realidad, sino potenciarla, ponerla al día.
20
Ibid. p. 14.
9
1.2. El proyecto libertario y su fracaso parcial.
En este apartado nos asomaremos al proyecto
que nace de la toma de conciencia de que solamente
independizándose de la metrópoli, los latinoamericanos
podrán ser creadores de su historia: el proyecto
libertario y la lucha por su realización. Tratándose aquí
del primer proyecto propiamente tal presente en la
interpretación de Zea, habremos de realizar un asomo
más cuidadoso y articulado.
En una primera toma de conciencia, los
latinoamericanos han buscado la autonomía frente a la
metrópoli pero no la han conseguido. Se ven, pues,
orillados a romper con la metrópoli que les niega el
derecho a ser parte activa del imperio con sus
peculiaridades propias y su deseo de puesta al día.
“Todo está en manos de los propios latinoamericanos:
Han de ser los propios latinoamericanos los que
partiendo de su realidad, de su miserias, de su
experiencia de la esclavitud y la servidumbre, los que
pongan fin a todo eso. Son ellos los que han de crear el
proyecto de su libertad dentro de un orden en la
libertad”. 21
Buscar la libertad y crear un orden en la libertad
son las dos metas que configuran el que Zea llama
Proyecto Libertario, un proyecto que encuentra
plasmado de manera especial en Simón Bolívar, si bien
es, como todos los proyectos que encontraremos, una
cierta elaboración que como filósofo de la historia
construye no ateniéndose a los hechos sino
21
FHA p. 187.

interpretándolos. Este proyecto alcanzará solamente
una parcial realización o bien, desde el otro aspecto de
la cuestión, fracasará parcialmente, exigiendo, por ello,
otros caminos de realización.
Trataremos primero de ver lo sucedido con la
primera meta del proyecto libertario, la meta de alcanzar
la libertad de la metrópoli que le ha negado la
autonomía. Para ello hemos de asomarnos a un hecho
histórico que en la interpretación de Zea es clave: la
batalla de Ayacucho en las llanuras del Perú.
“En Perú, en las llanuras de Ayacucho, un 9 de
diciembre de 1824, el general José Antonio de Sucre,
lugarteniente del libertador, vence en batalla que será
definitiva, a las fuerzas del virrey La Serna. Con esta
batalla se pondrá fin al dominio ibero en América”. 22
Esta batalla tiene una doble importancia: por un lado, en
cuanto constituye “el primer gran paso, el que permitirán
sus circunstancias, el paso de la liberación política de
una gran parte de América Latina, un paso simultáneo
con el dado en otros lugares de la misma América”, 23
es decir, en cuanto indica que la primera meta del
proyecto libertario ha sido alcanzada; por otro lado, en
cuanto ha unido a hombres venidos de diversos lugares
de Latinoamérica, lo que hacía abrigar esperanzas de
que por ese camino el proyecto de un orden en la
libertad, la otra meta del proyecto libertario, sería
también posible. “La presencia en esta batalla de
hombres venidos de lejanos puntos de nuestra América,
demostraría que los sueños de los libertadores eran
posibles. Posibles uniendo los esfuerzos en el logro de
una meta que les era común: la libertad. Esta unidad
22
Ibid. p. 188.
23
Ibid. p. 187.
10
había permitido ya expulsar al colonizador del resto de
las américas. El proyecto libertario podía ahora ser un
hecho. El conjunto de pueblos que habían sido
integrados, por la fuerza, bajo el signo de la
dependencia, había logrado integrarse para dar la
batalla final a esa dependencia. Un nuevo orden era
posible, un nuevo orden bajo el signo de la libertad”. 24
Así se ha alcanzado la primera meta del proyecto
libertario en un logro que se vio facilitado por la invasión
de España por las fuerzas napoleónicas, lo que hace
que se alcance una libertad frágil, como se verá en
seguida. Sin embargo, ante el triunfo alcanzado, se ve
con esperanza la consecución de la otra meta del
proyecto libertario. Pasemos, pues, a asomarnos a lo
sucedido en la búsqueda de alcanzar la segunda meta
una vez lograda la primera.
Los latinoamericanos, una vez alcanzada la
independencia, buscan construir un orden en la libertad:
“un orden que no podía ser el de la esclavitud dejada
por el colonialismo; pero tampoco el modelo de libertad
ajeno a la realidad y posibilidades de esta América”. 25
Que no podía ser el orden de la esclavitud parece claro
porque sería volver atrás o al menos no dar pasos hacia
delante. Sin embargo, esto comportaba una serie de
dificultades para pueblos educados en la servidumbre;
para pueblos que apenas habían alcanzado, y por la
fuerza, su independencia: “¿Cómo ser verdaderamente
libres sin poseer los hábitos para la libertad? ¿Cómo
conducir el gobierno sin España? ¿Cómo crear un
orden propio si no se sabe otra cosa que obedecer?
24
Ibid. p. 188.
25
Ibid. p. 187.

Simplemente improvisando”. 26 Los latinoamericanos,
pues, se veían orillados a improvisar: “No era éste, por
supuesto, el mejor camino, pero era el único”. 27 En
realidad, nuevamente, había otro camino, un camino
que se seguirá más tarde: el camino de la imitación de
experiencias de los pueblos que habían alcanzado,
antes que la América Latina, la libertad. Pero este
camino para Bolívar era un camino inconveniente
porque su ideal de orden en la libertad era diverso en
cuanto buscaba asimilar la herencia ibera: “Bolívar
soñaba en que un día, las naciones hispanoamericanas
alcanzarían el mismo desarrollo que las grandes
naciones modernas; pero dentro de sus propias líneas,
dentro de sus propias peculiaridades, asimilando la
herencia ibera”. 28 El camino de la imitación era pero
que el de la improvisación porque sólo llevaría, como de
hecho llevó cuando se recorrió, a imponerse nuevas
cadenas”. 29 Así, será el camino de la improvisación el
que se recorrerá para buscar alcanzar el orden propio
en la libertad: “habría que partir, pese a todo, de lo que
se era, por negativo que fuese. Era ésta la experiencia,
la única experiencia posible. Pero habría que evitar que
esta experiencia se repitiese; pero sin por ello dejar de
tomarla en cuenta como experiencia para poder crear
otro orden. Sólo haciendo consciente lo que se había
vivido como esclavo, se podía evitar seguir viviendo
como tal”. 30
Como era de esperarse recorriendo un camino
tan difícil, la segunda meta del proyecto libertario no se
26
Ibid. p. 183.
27
Ibid.
28
Leopoldo Zea, América en la Historia, México, Fondo de Cultura
Económica, 1957, p. 271.
29
FHA p. 184.
30
Ibid.
11
alcanzó. Este segundo paso “no pasará de una bella
utopía como ya lo temía el propio Bolívar, el cual, pese
a todo, lo intentará”. 31 Una bella utopía por la fragilidad
de la libertad alcanzada que ha orillado a los
latinoamericanos a seguir el camino de la improvisación
tratando, casi desesperadamente, de lograr algo casi
imposible; una bella utopía porque el pasado colonial
seguía vivo en los caudillos que buscaban su propio
interés, ocupar el vacío de poder. El orden propio en la
libertad, pues, no se alcanzará y el proyecto tendrá que
buscar otras vías de realización, tendrá que engendrar
otros proyectos y otras acciones conforme a ellos;
proyectos y acciones que nazcan de una nueva toma de
conciencia; toma de conciencia que será ya un nuevo
paso, una nueva etapa del largo viaje de América Latina
hacia sí misma. “Alcanzada la victoria por las armas, la
victoria de la paz, la del orden propio en la libertad, va
presentándose como una hermosa pero imposible
utopía. El proyecto liberador tendrá que buscar otras
vías de realización”. 32
Así llegamos al final de nuestro primer capítulo.
En él nos hemos asomado a una primera etapa en la
que, alcanzada la conciencia de sí mismos, los
latinoamericanos buscan y luchan por ser creadores de
su historia, una primera etapa que bien pudiera llamarse
etapa de la autoconciencia ingenua e infeliz. .
Autoconciencia ingenua porque en ella los
latinoamericanos consideran relativamente fácil la
realización de sus proyectos, el llegar a ser creadores
de su historia en un primer momento con autonomía de
la metrópoli; en un segundo, ya independientes, desde
un orden propio en la libertad. Autoconciencia infeliz
31
Ibid. p. 187
32
Ibid. p. 185.

porque no alcanza el objetivo en el primer intento: la
autonomía; porque después, alcanza la meta de la
libertad de la metrópoli pero no alcanza el orden propio
en la libertad. Autoconciencia ingenua e infeliz porque
12
pensaba que el viaje hacia sí misma, como realización
de lo alcanzado a nivel de autoconciencia sería más
corto y, tal vez, menos sangriento y doloroso. Pero irá
aprendiendo en el mismo caminar.

2. DEL NACIMIENTO DE LOS PROYECTOS CONSERVADOR Y CIVILIZADOR
A LA NUEVA DEPENDENCIA
Conscientes de su capacidad y con deseos de
ser sujetos de su historia, los latinoamericanos han
buscado, en un primer momento, su autonomía. No la
han alcanzado por la intransigencia de la metrópoli y
por eso, en un segundo momento, guiados por el
proyecto libertario, han buscado la libertad, la
independencia y un orden propio en la libertad. Han
conseguido, no sin dificultades y fragilidades, la libertad,
pero han fracasado en su intento de construir un orden
propio en la libertad porque el pueblo era un pueblo
preparado para la servidumbre y porque los caudillos
habían buscado su propio interés, porque en ellos
seguía vivo el espíritu colonial.
El construir el orden propio en la libertad seguía
siendo la tarea a realizar. Era preciso buscar nuevos
caminos, adaptar el proyecto libertario a las nuevas
circunstancias, crear nuevos proyectos. Con esto
entramos a una nueva etapa del largo viaje de América
Latina hacia sí misma, una etapa a la que Zea le ha
dedicado gran parte de su obra; una etapa cuya
interpretación lo llevará a la afirmación de que la historia
latinoamericana está en las antípodas de la historia
europea, en cuanto ésta ha ido asimilando su pasado
dialécticamente, mientras que aquella más bien
negándolo formalmente o bien, a la afirmación más
matizada de que el acento de nuestra historia ha estado
13
en la yuxtaposición, en la falta de asimilación del
pasado. 33
En este capítulo trataremos de asomarnos a esta
etapa de la historia de nuestra América que un lugar tan
clave tiene en la filosofía de la historia de Leopoldo Zea,
buscando ver cómo, ante un primer intento frustrado de
construir un orden propio en la libertad, los
latinoamericanos se encuentran ante dos caminos
opuestos que se pueden recorrer para, en un segundo
intento, alcanzar esa segunda meta del proyecto
libertario que había quedado pendiente; dos caminos
que dividirán a la América Latina en dos grandes
bandos; dos caminos que nacen de la escisión de
aspectos del proyecto libertario y de la realidad y que
darán origen a dos nuevos proyectos opuestos y
utópicos, de los cuales, finalmente, uno acabará por
triunfar sin que por ello se alcance el anhelado orden
propio en la libertad, sino más bien una nueva situación
de dependencia.
2.1. Los proyectos conservador y civilizador
En el presente apartado, vamos a asomarnos a
los dos proyectos que tratarán de alcanzar la meta del
proyecto libertario que ha quedado pendiente, a los dos
33
Cfr. Arturo Andrés Roig, Teoría y Crítica del Pensamiento
Latinoamericano, México, Fondo de Cultura Económica, 1981, pp. 195-
197.

caminos que los latinoamericanos ven
posibilidades de consecución de esa meta.
“Un camino era el conservar el mismo orden
político y cultural que había permitido a España
mantener su dominio a lo largo de tres siglos, pero
ahora al servicio de quienes se consideraban sus
herederos, los criollos, los barones de las tierras que
habían gobernado en nombre de la metrópoli, pero
ahora lo harían en nombre propio”. 34 Aquí tenemos un
primer camino, un camino de conservación del orden de
la colonia para no tener que improvisar. Un orden, sin
embargo, al servicio de un grupo, el de los criollos, que
se considera heredero legítimo. A primera vista parece
válido, como lo dirá Zea, por su intento de conservar,
permaneciendo en ello fiel al proyecto libertario; pero
resulta inaceptable por buscar solamente la
conservación y por ponerla al servicio de un grupo
determinado, traicionando con ello el proyecto libertario
que buscaba también el progreso y el progreso para
todos.
“Frente a este proyecto estarán quienes nada
querrán saber de un pasado y de una cultura para la
servidumbre. Servidumbre ante la metrópoli o
servidumbre ante quienes se presentan como sus
legítimos herederos. Si era menester improvisar, habría
entonces que improvisar algo distinto. Si era necesario
empezar a alcanzar un conocimiento y una experiencia,
esos podrían ser buscados en otras experiencias y en
otras culturas”. 35 Aquí tenemos el segundo camino, un
camino de ruptura y renovación. Si se había alcanzado
34
Leopoldo Zea, “América Latina, Largo Viaje hacia sí misma”, op. cit.
P. 7.
35
Ibid.
14
como la independencia, había que hacerla plena. Si había que
improvisar, que recomenzar, había que tomar el modelo
de las naciones líderes. Si el pasado era servidumbre,
había que borrarlo y empezar de cero. A primera vista
se ve también la validez de la renovación en la que
aparece algo de lo buscado en el proyecto libertario,
pero aparece ya el absurdo intento de borrar
absolutamente el pasado, así como el deseo de
imitación y la aceptación de tutoría que conducirán a
una nueva dependencia, ahora libremente aceptada y
prácticamente solicitada, una imitación que ya Bolívar
veía como presagio de nuevas cadenas.
Por la importancia de esta etapa en el largo viaje
de América Latina hacia sí misma, la etapa de lo que
pudiera llamarse la negatividad, la etapa de la escisión
de la autoconciencia de los latinoamericanos que
perciben sólo uno u otro aspecto de la situación y la
absolutizan, ya sea replegándose sobre sí, sobre el
pasado, ya sea extrañándose y enajenándose hacia el
futuro, veamos lo que el propio Zea dice al respecto en
textos sintéticos de sus obras principales:
“¿Contar con el pasado, o borrarlo
definitivamente? Tal va a ser la alternativa. Educar a los
americanos en relación con lo que era su realidad, o
bien, educarlos para una nueva realidad. Dos utopías,
utopía de un pasado que se quería conservar, o utopía
de un futuro que no se tenía. Y de ahí dos nuevos
proyectos. El proyecto conservador y el proyecto
civilizador. Dos proyectos encontrados, tan encontrados
como los grupos políticos que se disputaban la
conducción de esta América”. 36
36
FHA p. 209.

“Se quería, por un lado, mantener un viejo orden
que no se adaptaba ya a las situaciones que la acción
de los pueblos modernos estaban creando y, por el otro,
la creación de un nuevo orden a partir de cero,
rompiendo con todo lo que se había sido o todo lo que
se estaba siendo. Por un lado la utopía conservadora, la
utopía del orden colonial sin España, con olvido del
mundo que, en torno a estas anacrónicas colonias,
había sido creado por las fuerzas de la modernidad. Y
por otro, la utopía del orden liberal, un nuevo orden, un
orden extraño a la mayoría de esos pueblos, pueblos
formados en el orden despótico, del despotismo que
hizo posibles cuatro siglos de colonialismo”. 37
He aquí en síntesis el drama que Zea descubre
en el fondo de las guerras fratricidas del siglo pasado
en nuestra América, un drama del que no parecen estar
exentas las guerras fratricidas de nuestros días. Se
buscaba construir el orden propio en la libertad pero por
caminos no sólo contradictorios sino utópicos en cuanto
captaban y absolutizaban un determinado aspecto de la
realidad. Estamos aquí, tal vez, ante una de las
interpretaciones filosóficas más profundas de Zea,
interpretación que le ha llevado también un largo y
doloroso camino recorrido.
Nos encontramos, pues, ante dos utopías en el
sentido negativo del término, ante dos metas
irrealizables. Ante dos utopías que dadas efectivamente
en grupos de hombres de carne y hueso, producen una
prolongada y sangrienta lucha intestina. Nos
encontramos ante proyectos en que se ha perdido la
autoconciencia alcanzada en la etapa anterior y que se
había plasmado en el proyecto libertario. Nos
37
DCA p. 58.
15
encontramos ante dos proyectos, ante dos caminos en
que no aparece por ninguna parte la conciliación de un
espíritu que no tenía por qué estar dividido. Habría que
recorrer todavía un largo camino para que este espíritu
reapareciera. “La asunción de realidad e ideales, del
pasado con lo que debería ser el futuro, no sería parte
de ningún proyecto. […] La conciliación de un espíritu
que no tenía por qué estar dividido, sería algo más que
una utopía porque ni siquiera sería objeto de un
planteamiento”. 38
2.2. El proyecto civilizador más en detalle. Su fracaso y
transformación. La nueva dependencia.
Una vez vistos en líneas generales los proyectos
civilizador y conservador, en el presente apartado
entraremos más en detalle en el proyecto civilizador
porque al final será el vencedor en la lucha fratricida
entre grupos, en la lucha entre proyectos encontrados y
utópicos. Entramos más en detalle a este proyecto
porque su triunfo y la nueva dependencia que este
traerá consigo, serán importantes en la nueva toma de
conciencia que vendrá en seguida, en la siguiente etapa
del largo viaje de América Latina hacia sí misma.
Como ya veíamos en el apartado anterior el
proyecto civilizador buscaba la renovación borrando
absolutamente el pasado, imitando y aceptando como
modelo a los países líderes en la marcha de la
civilización. Ahora veremos que es un proyecto que
nace de grupos desheredados del orden colonial,
mestizos o incluso criollos, que no tienen nada que
38
FHA p. 209.

conservar, que tienen sus intereses en el futuro; que es
un proyecto con metas precisas.
Veamos ante todo como el proyecto civilizador si
buscaba borrar absolutamente el pasado era porque
sus gestores sólo habían tenido en él un papel de
instrumentos. “Los desheredados del orden colonial,
nada querían saber de un sistema que les marginaba.
Nada con un orden dentro del cual eran tan sólo
instrumentos. Grupos que se adherían al proyecto
libertario de los criollos, pero nunca al conservador.
Nada tenían que conservar esos hombres, todo lo
contrario, lo que tenían que hacer era cambiar, subvertir
un orden ajeno a sus intereses”. 39 Mientras se trató de
alcanzar la independencia estos grupos se unieron con
los grupos criollos que trataban de realizar el proyecto
libertario, pero una vez alcanzada la independencia no
podían sino buscar tener un papel de creadores de su
historia. De ahí el que no pudieran aceptar el seguir
siendo instrumentos ahora al servicio de quienes se
consideraban legítimos herederos de la colonia. Y
buscarán ser creadores de su historia aunque para ello
fuera preciso no sólo romper con el pasado sino
también imitar, aceptar la tutoría extraña. Estamos,
pues, de nuevo, ante nuevos intentos forzados de los
latinoamericanos por llegar a ser creadores de su
historia. Pero veamos las metas que los desheredados
del orden colonial buscan alcanzar, metas que
configuran el proyecto civilizador; metas que son
también, en cierta medida, sobre todo la tercera,
construcción de Leopoldo Zea con fundamento en los
hechos históricos, metas que llega a configurar con
precisión sólo después de años de investigación.
39
Ibid. p. 244.
16
“El proyecto civilizador se va así a caracterizar
por su preocupación por el logro de las siguientes
metas: cambio de sangre, cambio de mente y también,
cambio de dependencia. […] Otros maestros, otra
sangre y otros señores sustituirán a la sangre, los
maestros y señores heredados de la colonia. Sangre de
la población sobrante de la civilizada Europa; maestros
del utilitarismo y el positivismo en que se formaron los
hombres de esa misma Europa y los Estados Unidos
sustituirán al ya anacrónico maestro formado en la
colonia; industriosos creadores de la gran burguesía
occidental sustituirán a los ya anacrónicos hidalgos y
aristócratas que dejó la conquista y la colonización”. 40
Una vez que hemos adquirido algunos elementos
más precisos del proyecto civilizador que antes
habíamos visto genéricamente, tratemos ahora de ver
qué sucedió con su realización, una realización que
habrá de ser distinta de lo pretendido puesto que se
trataba de un proyecto irrealizable en sus pretensiones
más profundas.
“La inmigración no repetirá el milagro
estadounidense; sus hombres no venían a labrarse un
destino, el destino estaba ya hecho, señalado por la
vieja colonización. La tierra y sus riquezas no serían de
quienes las trabajasen, como lo fuera en la nación del
norte de América. La tierra tenía ya dueños, los viejos
criollos”. 41 “El positivismo no formará los hombres
prácticos que se supondría harían por esta América lo
que otros hombres, europeos y estadounidenses,
habían hecho por sus naciones. No surgirá tampoco el
grupo social equivalente al de las burguesías
40
Ibid. p. 257.
41
Ibid. p. 268.

occidentales. Estos grupos en América, de acuerdo con
el propio proyecto civilizador, ligarán su suerte a los
intereses occidentales, subordinándose a ellos”. 42
Así pues, el proyecto civilizador fracasa en la
consecución de sus metas de cambio de sangre y de
cambio de mente. En cierto modo alcanza la meta de
cambiar los señores pero sólo creándose con ello una
nueva situación de dependencia, esta vez libremente
aceptada. La consigue en cierto modo porque no surge
un grupo social semejante a las burguesías
occidentales, sino oligarquías dependientes que,
buscando su interés de grupo, transforman el proyecto
civilizador, con su espíritu de renovación, en su
contrario, en un neoconservadurismo, en el que
tendrían un papel intermedio entre el ser instrumentos y
el ser creadores de historia.
La negación sin asunción del pasado ibero para
asumir un experiencia extraña, negación que estaba en
la esencia de este proyecto, no podía sino conducir a
una nueva dependencia, a esas nuevas cadenas de las
que Bolívar ya hablaba; no podía sino conducir a una
nueva dependencia sobre todo porque se intentaba
realizar a través de la imitación servil y poniéndose bajo
la tutela de otros hombres que buscaban precisamente
llenar el vacío de poder y aprovechar las riquezas de
nuestra América. “Un clavo, se dice, saca otro clavo.
Una colonización toma el lugar de la otra. Los países
occidentales ocuparán, pura y simplemente, el vacío de
poder que el colonialismo ibero se verá obligado a
dejar”. 43
42
Ibid. p. 267.
43
Ibid. p. 166.
17
Aquí terminamos nuestro asomo a esta segunda
etapa del largo viaje de Latinoamérica hacia sí misma,
la etapa de la guerra fratricida, de los proyectos
encontrados y utópicos, de la conciencia escindida que
se da cuenta sólo de un lado o del otro de la situación,
por lo que en cierto modo se puede hablar de una
pérdida de conciencia; la etapa de la negatividad que en
clave hegeliana es tan importante para alcanzar la
conciliación en un nivel más pleno. Aquí, sin embargo,
en la interpretación de Zea, esta etapa no aparece
como algo necesario, sino como algo que se ha dado
con la libre intervención de hombres de carne y hueso si
bien condicionados por un determinado nivel de
conciencia y por intereses grupales.
Buscando nuevos caminos para construir el
orden propio en la libertad, que había quedado como la
meta por alcanzar ante el fracaso parcial del proyecto
libertario, surgen dos caminos, dos bandos, dos
proyectos utópicos, irrealizables, contrapuestos: el
proyecto conservador y el proyecto civilizador. El
primero, vuelto hacia el pasado y que sólo quiere
conservar el orden colonial (de ahí su inviabilidad) y
conservar al servicio de un grupo de criollos que se
consideraban los legítimos herederos (de ahí su
inaceptabilidad de parte de otros grupos que también se
consideraban herederos); el segundo, vuelto hacia el
futuro y que pretende construir un nuevo orden negando
absolutamente el pasado (de ahí su inviabilidad) y
hacerlo imitando modelos de los países líderes de la
civilización y poniéndose bajo su tutela (de ahí el que
sea un proyecto que sólo podía conducir a una nueva
dependencia, ahora libremente aceptada, a diferencia
de la primera, impuesta por españoles y portugueses,
pero tan dependencia la una como la otra). Un proyecto
que, además, se pone al servicio de una oligarquía
 18
dependiente que busca su propio provecho y el de sus
señores (de ahí su transformación en su contrario, en
un nuevo conservadurismo, que busca conservar la
nueva dependencia y la posición adquirida).

Nos hemos asomado a una etapa del largo viaje

de América Latina hacia sí misma en la que la
conciencia de sí que se había alcanzado parece
escindirse, perderse: por un lado replegándose sobre sí
misma y por otro extrañándose y enajenándose de sí.
Con el triunfo (si después de lo que hemos visto se le
puede seguir llamando así) del proyecto civilizador,
podemos ya entrever el punto al que se ha llegado en el
largo viaje de nuestra América: vive en una situación de
neoconservadurismo y de nueva dependencia; el
pasado está presente porque, aunque se ha pretendido
borrarlo absolutamente, precisamente por la pretendida
absolutez de la negación, permanece ahí, vivo. Y
podemos entrever ya algunos rasgos de la siguiente
etapa del viaje del que Zea nos daba algunas pistas en
un texto que aquí escribo de nuevo, con una frase más,
para concluir este apartado, este capítulo y para
preparar el siguiente.

“La asunción de realidad e ideales, del pasado

con lo que debería ser el futuro, no sería parte de
ningún proyecto. El proyecto que podemos llamar
asuntito, sólo advendrá ante la conciencia del fracaso
de los proyectos conservador y civilizador. […] La
conciliación de un espíritu que no tenía por qué estar
dividido sería algo más que una utopía. Más que una
utopía porque ni siquiera sería objeto de un
planteamiento”. 44

44
Ibid. p. 209.
 3. DE LA NUEVA TOMA DE CONCIENCIA DEL RETORNO A SÍ MISMA
A LOS ESFUERZOS DE LIBERACIÓN
Ante el triunfo del proyecto civilizador, que
intentaba negar absolutamente el pasado y construir el
futuro desde un modelo extraño imitado y bajo la tutela
de los creadores de ese modelo, América Latina ha
llegado a una situación de neo-conservadurismo y de
nueva dependencia. En esta situación podía ya
vislumbrarse que la siguiente etapa traería consigo un
retorno no al pasado que se había intentado negar, un
retorno a sí mismos, a la propia realidad, un retorno
para intentar asumir y conciliar y, desde la asunción y la
conciliación, buscar acabar con la servidumbre y la
dependencia.
Por eso, en el presente capítulo, el último y el
más largo de nuestro asomo, buscaremos abordar esta
nueva etapa del largo viaje de América Latina hacia sí
misma, esta etapa que aún está en curso.
En un primer momento, nos asomaremos a la
nueva toma de conciencia provocada por la situación de
neo-conservadurismo y de nueva dependencia que ha
traído consigo el triunfo del proyecto civilizador. En
seguida, nos asomaremos al proyecto que nace de esta
nueva toma de conciencia: el proyecto asuntito.
Finalmente, a los esfuerzos desplegados para la
realización de ese proyecto, esfuerzos en que se irán
concretizando, ampliando y radicalizando las metas por
alcanzar.
3.1. La toma de conciencia del retorno a sí misma.
La nueva toma de conciencia de sí mismos de
los latinoamericanos, lo que bien pudiera llamarse el
segundo gran momento de autoconciencia, surge
precisamente a raíz de la situación creada por el triunfo
del proyecto civilizador y con la situación de neo-
conservadurismo y de nueva dependencia que ese
triunfo ha traído consigo. Se dan cuenta, por un lado, de
que el camino de la negación de sí mismos no es un
camino adecuado: “será en los albores del siglo XX que
los latinoamericanos empiecen a tomar conciencia de la
inutilidad de sus esfuerzos para ser otros que ellos
mismos. La de negarse a sí mismos tratando de ser
distintos”. 45 Por otro lado ven que no sirve de nada el
ser parte de un sistema que excluye de los beneficios a
quienes no son creadores de él. Se dan cuenta
“también de la inutilidad de ser parte de un sistema en
otra forma que no sea la de instrumentos ante la
oposición de los creadores de este sistema”. 46 Esta
nueva toma de conciencia induce a los
latinoamericanos “a una vuelta sobre sí mismos, a una
vuelta sobre su propia historia buscando su sentido.
Revalorización de lo que en vano se quiso negar para
poder formar parte de un sistema cerrado a cualquier
otro hombre que limitase las posibilidades del progreso
infinito de sus creadores”. 47
45
Leopoldo Zea,”La Filosofía como Conciencia Histórica en
Latinoamérica”, en Filosofía de lo Americano, México,
CEESTEM/Editorial Nueva Imagen, 1984, p. 413.
46
Ibid.
47
Ibid.

Así pues, los latinoamericanos toman una nueva
conciencia y vuelven a sí mismos, a su realidad, a su
historia, se revalorizan, se descubren, nuevamente,
distintos pero no inferiores. Ven la inutilidad de los
intentos desplegados para negarse a sí mismos y se
dan cuenta de la cerrazón del sistema del que habían
pretendido llegar a ser parte activa.
Hay aquí, por un lado, un cierto regreso a la
autoconciencia que había surgido, por primera vez, un
siglo antes. Pero, por otro lado, se trata de algo nuevo,
ya que toman conciencia de algo que en los deseos de
progreso presentes en la búsqueda de autonomía y en
el proyecto libertario no se había hecho consciente: la
cerrazón del sistema del que habían pretendido los
civilizadores llegar a formar parte activa.
De esta nueva toma de conciencia de sí surgirán
nuevamente los anhelos de transformar la realidad
partiendo de ella misma, como en los anhelos de la
primera etapa del largo viaje hacia sí misma: “había que
transformar la realidad, mejorarla, pero partiendo de
ella, conociéndola, buscando en ella el punto de apoyo
que permitiese moverla. Una realidad que contenía,
como toda realidad, valores que no tenían que ser
inferiores a las de otros pueblos. Valores distintos, pero
no inferiores. Valores, quizá en muchos puntos,
complementarios de los de esos pueblos que habían
servido de modelo a los latinoamericanos”. 48
Transformar la realidad partiendo de ella, pero sin
imitar, porque ahí, como lo preveía Bolívar y como lo
sufren ahora en carne propia los latinoamericanos,
vienen las cadenas. En esta nueva toma de conciencia
48
Leopoldo Zea, El Pensamiento Latinoamericano¸ Barcelona, Editorial
Ariel, 1976, p. 424.
20
hay, además, un avance, en cuanto que ahora la
búsqueda no comporta un repliegue sobre sí misma
como en el proyecto conservador, sino que permanece
abierta a otras culturas, asimilando de ellas lo que
pueda contribuir a la transformación de su realidad, con
lo que se ve que se trata de una búsqueda abierta al
futuro, de una búsqueda que no se refugia en el
pasado. “Eran esos valores (los propios) los que había
que potenciar, sin que esa potenciación implicase la
renuncia a lo mejor de otras culturas, pero asimilar, no
imitar, no copiar más. Asimilar para potenciar, para
completar lo propio”. 49
Los latinoamericanos, pues, tratarán ahora de
transformar su realidad, asumiendo lo válido del
proyecto civilizador, pero partiendo de ella misma,
asumiendo así lo válido del proyecto conservador.
Tratarán de asimilar lo mejor de otras culturas pero sin
imitar, sin copiar más. Para lograr esto configurarán un
nuevo proyecto: el proyecto asuntito.
3.2. El proyecto asuntivo
En su largo viaje hacia sí misma Latinoamérica
ha intentado primero el camino de la autonomía;
después, ante el fracaso de éste, el de la libertad con
un orden propio en la libertad; ante el fracaso de éste
en su segunda meta, se encuentra con dos caminos
contrapuestos. Ha recorrido uno y se ha alejado de sí
cayendo en un nuevo conservadurismo y en una nueva
dependencia. ¿Qué caminos tiene ahora ante sí? Sólo
uno, nuevo y último, dice Miró Quesada en su
comentario a la obra de Zea: “es imposible retornar a la
49
Ibid.

vieja estructura colonial porque el surgimiento de
nuevas fuerzas hace imposible mantener el viejo orden.
Pero también es imposible seguir creyendo que el
rechazo total de nuestro pasado y una subordinación a
los países occidentales va a crear la civilización que
anhelamos para nosotros”. 50 “Ante el fracaso del
proyecto conservador y del civilizador no nos queda
más que una salida, un nuevo y último proyecto: el
proyecto asuntivo. Si no es posible tener como modelo
una realidad que no tiene nada que ver con la nuestra,
si no es posible rechazar nuestra historia y anular
nuestro pasado, tenemos que asumir nuestra realidad”.
51
Pero veamos más en detalle en qué consiste el
proyecto asuntivo que nace de la nueva toma de
conciencia.
El proyecto asuntivo, afirma Zea, “tiene como
punto de partida la propia realidad, por negativa que ella
pueda parecer, para tratar de construir sobre ella y con
ella, el mundo que se anhela”. 52 Se trata en realidad de
un proyecto que contiene en sí el “supuesto secreto que
ha permitido al occidente marchar de superación en
superación”, 53 es decir la “negación pero en sentido
hegeliano, negación que es afirmación. Esto es,
absorción, asunción de la propia realidad. Y dentro de la
realidad, la historia, el pasado. Asumiendo el todo para
superarlo; negarlo pero dialécticamente”. 54
50
Francisco Miró, Proyecto y realización del filosofar Latinoamericano,
p. 178.
51
Ibid.
52
FHA p. 270.
53
Ibid.
54
Ibid.
21
Asumir el todo que se ha sido para construir el
mundo que se anhela. Así parece que puede resumirse
el nuevo proyecto de los latinoamericanos que surge en
los albores de este siglo y que si bien, como todos los
proyectos que hemos ido encontrando, son en cierto
modo elaboración de Zea como filósofo de la historia,
tienen siempre hechos históricos de base, sus
exponentes preclaros, los grupos sociales que buscan
su realización. Por eso trataremos ahora de asomarnos
a algunos hechos históricos que Zea encuentra claves
en la toma de conciencia, en la gestación y
configuración del proyecto asuntivo y también a algunas
figuras claves de este proyecto.
Comencemos nuestro asomo con algunos
hechos claves en que va apareciendo una nación clave
en la historia latinoamericana de este siglo, como lo
veremos después: los Estados Unidos. “Dos hechos, la
intervención de los Estados Unidos en 1847 y la
intervención francesa en 1861 en México dieron origen
al repudio que destacados latinoamericanos harán
sentir tanto a los Estados Unidos como a Europa.
Repudio que hizo que también volviesen la vista al
propio pasado y realidad, destacando su posibilidad”. 55
“Nuevamente, al terminar el siglo XIX, y ante una nueva
agresión, la de los Estados Unidos expandiéndose
sobre el Caribe y el Pacífico para arrancar a España
sus últimas colonias, ocupando su lugar, sin liberarlas,
se hace sentir en esta nuestra América una nueva
protesta y repudio. Y con la protesta, un ajuste de
proyectos”. 56
55
Ibid. p. 271.
56
Ibid. p. 274.

Aquí tenemos factores no internos, no de grupos
nacionales, sino externos, de países extranjeros, que
han contribuido, junto con los factores internos, a la
nueva toma de conciencia y a la gestación y
configuración del proyecto asuntivo, un proyecto que
comporta, por un lado, la afirmación de lo propio; por
otro, el rechazo de lo ajeno en cuanto se torna agresión,
imposición, dominación, exclusión. Un proyecto que
tiene siempre latente el peligro de un rechazo completo
de lo ajeno y la consiguiente afirmación absoluta de lo
propio.
Sigamos adelante en nuestro asomo y veamos
ahora, muy brevemente, algunas figuras claves de este
proyecto.
“La generación testigo de la agresión de 1898, se
planteará la necesidad de volver a la propia realidad e
historia, para asumirlas e incorporarlas a su propio
modo de ser: asunción a partir de la cual ha de
proyectarse un futuro más auténtico y pleno. […] Es
esta la generación de José Enrique Rodó, José
Vasconcelos, César Zumeta, Manuel González Prada,
Alfonso Reyes, Manuel Ugarte y José Martí. Una
generación que reclama la vuelta a la realidad e historia
propias. Realidad que sea, a su vez, crisol de todo
cuanto el hombre pueda crear”. 57
Y ahora veamos más en detalle la propuesta del
proyecto asuntivo a cargo de José Martí, sin duda la
figura clave, para Zea, del proyecto asuntivo, como
Bolívar lo había sido para el proyecto libertario.
57
Ibid. p. 274.
22
Ante todo el contexto en que propone tal
proyecto: “en 1898, Cuba y las Antillas aún bajo el
dominio español, buscan su independencia como la
buscaba el resto de la América Hispana; pero sólo para
caer bajo la dependencia de los Estados Unidos que se
perfilan ya como el poderoso agente del
neoimperialismo. Será frente a esta situación que Martí
proponga a la América el proyecto asuntivo”. 58
Finalmente, como pinceladas, algunos rasgos
que el proyecto asuntivo, asume en la propuesta de
Martí. Ante todo volver a la propia historia con todas sus
etapas: “habrá que volver a la propia historia. A una
historia que no podía ser ignorada. Y dentro de esa
historia, a la realidad forjada por el hombre de esta
América. Forjada en la larga colonización ibera, en los
frustrados intentos de liberación, conservadurismo y
civilización”. 59 Estas etapas de la propia historia nos
recuerdan que españoles, indios, mestizos y negros son
parte de esta realidad, parte de la historia de nuestra
América”. 60 Volver a la propia historia, asumirla para
superarla: “saber de las propias fuerzas y utilizarlas ha
de ser la forma más segura de regeneración de esta
América”. 61
Dejemos aquí nuestro asomo al proyecto
asuntivo, al proyecto que busca asumir el todo que se
ha sido; saber de las propias fuerzas y utilizarlas; partir
de la propia realidad, de la propia historia para
superarla contando con las distintas razas y culturas
para construir el mundo que se anhela. El proyecto que
58
Ibid. p. 278.
59
Ibid.
60
Ibid. p. 289.
61
Ibid.

nace del retorno de Latinoamérica a sí misma y que
será, en cierto modo, definitivo; el proyecto que deberá
concretizar todavía sus metas al buscar su realización;
el proyecto que habrá de guiar los esfuerzos más
significativos de nuestros grupos sociales en nuestro
siglo.
3.3. Concretización de metas e intentos de realización
del proyecto asuntivo
Asumir el todo que se ha sido para construir el
mundo que se anhela, es la afirmación que brota de la
nueva toma de conciencia de los latinoamericanos y
que se plasma en el proyecto asuntivo. En cierto modo,
el largo viaje de América Latina hacia sí misma, ha
terminado. Sin embargo, en este proyecto, las metas no
aparecen aún del todo claras, en cuanto se trata de
construir el mundo que se anhela, diciendo con esto
todo y al mismo tiempo muy poco. Además, no se trata
más que de un proyecto que debe buscar aún su
realización. Y la historia de nuestro siglo no será sino la
búsqueda de realización de ese proyecto, el cual irá
clarificando sus metas en el caminar.
Por eso este trabajo no termina aquí. Porque a
estas alturas de nuestro asomo, Latinoamérica, en su
largo viaje hacia sí misma ha llegado ya en cierto modo
a sí misma y en cierto modo no ha llegado aún: ha
llegado como autoconciencia general en cuanto sabe
que para construir el mundo que anhela debe asumir el
todo que ha sido; no ha llegado aún como
autoconciencia concreta en cuanto que no tiene aún
clarificadas las metas que debe alcanzar; ha llegado a
sí misma como autoconciencia, como proyecto, pero no
todavía como realidad.
23
Asumiendo un papel algo más activo que en los
apartados anteriores aunque siempre privilegiando el
recurso a textos de nuestro autor, intento aquí en este
apartado, continuar este trabajo buscando mostrar la
interpretación de la historia latinoamericana de este
siglo que realiza Zea en su libro Dialéctica de la
Conciencia Americana, en continuidad con el largo viaje
que ha llevado a América Latina hacia sí misma;
buscando mostrar esta etapa de la historia
latinoamericana como su continuación, como búsqueda
de realización del proyecto asuntivo que en su caminar
irá clarificando sus metas, teniendo como utopía, no en
el sentido de algo irrealizable, sino en el sentido de algo
no existente pero posible, realizable, alternativo, el
orden propio en la libertad, que ya presente en el
proyecto libertario y no alcanzado, sigue siendo todavía
válido, exigido pero no alcanzado y por eso fuente de
esa angustia de la que dice Zea que nace la filosofía en
pueblos como los nuestros. En este caso, una filosofía
de la historia de nuestra América en el siglo XX.
En ese período del que no ocupamos ahora,
encontramos dos períodos bastante bien delimitados en
que se busca realizar el proyecto asuntivo y en el que
se va concretizando, radicalizando y ampliando, las
metas por alcanzar. El primer período es el de los
esfuerzos nacionalistas; el segundo, el que he llamado
de los esfuerzos de liberación. Además hay un
acontecimiento que para Zea es clave en el caminar
histórico de América Latina en este siglo: la revolución
cubana. Por eso este apartado lo he dividido en tres
puntos: el primero que aborda los esfuerzos
nacionalistas; el segundo que aborda la revolución
cubana; el tercero que aborda los esfuerzos de
liberación.

3.3.1. Los esfuerzos nacionalistas.
Provistos de nuevo de la autoconciencia de su
ser plasmada en el proyecto asuntivo, es decir, teniendo
claro que había que construir el mundo largamente
anhelado asumiendo el todo que se había sido, los
latinoamericanos buscarán en este siglo hacer realidad
este proyecto que, además, habrá de concretizar
todavía sus metas para poder alcanzar su realización.
Tienen ante sí una situación de nueva
dependencia y tienen ante sí un grupo neo-conservador
que había surgido inicialmente como un grupo
transformador y civilizador y que ha llegado a ser un
grupo neo-conservador al servicio del nuevo imperio. En
esta situación, toman conciencia del trabajo por realizar
para construir el mundo anhelado asumiendo todo lo
que se ha sido: “toman clara conciencia del doble
esfuerzo que han de realizar, de la doble lucha que hay
que emprender”. 62 Un doble esfuerzo por realizar, una
doble lucha por emprender: “por un lado contra el
conservadurismo colonial y el neo-conservadurismo
latifundista, al mismo tiempo; por el otro, contra la
expansión del imperialismo occidental, que arrebatara a
los pueblos latinoamericanos riquezas de las que
dependía su anhelada transformación”. 63 O dicho
positivamente, se trataba “de capacitar, por un lado, a
sus naciones para participar en el nuevo mundo y, por
el otro, alcanzar el fortalecimiento que pudiera frenar la
62
DCA p. 68
63
Ibid.
24
expansión del imperialismo que impedía su desarrollo”.
64
Es así como nace el nacionalismo
latinoamericano, un nacionalismo que nace “de grupos
sociales con características semejantes a las de las
clases medias que habían fracasado y se habían
transformado en oligarquías neo-conservadoras”, 65
“grupos sociales que no participan en las componendas
de la oligarquía ni son parte de las mismas, grupos
sociales que se sentían desplazados por tales
oligarquías y por lo mismo sin porvenir”. 66
Veamos cómo se concretizan los esfuerzos
internos contra los grupos conservadores y neo-
conservadores, los esfuerzos tendientes a capacitar las
naciones para participar en el nuevo mundo.
Era necesario realizar “reformas que permitiesen
la participación de todos los grupos sociales en una
tarea que debía ser nacional. Esto es, un equitativo
reparto de sacrificios para que los mismos no
descansasen en éste o aquel grupo social por ser el
más débil, pero también, un no menos equitativo reparto
de los beneficios que resulten de tales sacrificios”. 67
Desde estas reformas internas sería posible
evitar la expansión del imperialismo occidental, ya que
“sólo naciones con fuerza interna podrían lograrlo”. 68
64
Ibid. p. 144.
65
Ibid. p. 68.
66
Ibid.
67
Ibid. p. 144.
68
Ibid. p. 143

Ahora intentemos, en una panorámica,
[asomarnos] a la extensión del movimiento nacionalista
en los inicios de nuestro siglo, siendo conscientes de
que adquiría diversas acentuaciones nacionales. Lo
hacemos nuevamente desde el comentario de Miró
Quesada a la obra de Zea: “el nacionalismo brota en
América Latina en forma casi simultánea como
respuesta al imperialismo estadounidense. En la
Argentina la Unión Cívica se alza contra la oligarquía
conservadora en el poder, luego la Unión Cívica Radical
y el Partido Socialista; en Uruguay el Partido Colorado
inicia las reformas sociales. En Chile es el Partido
Radical. En el Perú, González Prada da el primer grito y
luego siguen José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya
de la Torre. Sandino es el gran rebelde de América
Central”. 69
Finalmente, veamos algo del movimiento
nacionalista originado en México con la revolución de
1910, un movimiento que tendrá un lugar especial en
esta primera oleada nacionalista: “lugar especial tendrá
el movimiento nacionalista que se origina en México con
la revolución de 1910. Especial por el impacto que el
mismo alcanza, como un ejemplo a seguir en otras
naciones latinoamericanas […] (por) la forma de buscar
su fortalecimiento mediante el justo equilibrio de los
intereses de los diversos grupos sociales para crear una
nación […] por la forma como resistió esta revolución la
presión de los intereses del imperialismo”. 70
Estamos, pues, ante el nacionalismo
latinoamericano que surge, que trata de terminar con el
69
Francisco Miró Quesada, Proyecto y realización del Filosofar
Latinoamericano, p. 47.
70
DCA p. 147.
25
conservadurismo y con el neo-conservadurismo y frenar
al imperialismo norteamericano; un nacionalismo que
busca el fortalecimiento interno mediante la equidad en
el reparto de sacrificios y beneficios; que busca, dentro
del marco del capitalismo, superar el subdesarrollo y la
subordinación. Estamos ante una primera oleada
nacionalista que busca llevar a realización el proyecto
asuntivo, poniéndose como metas terminar con el
conservadurismo y el neo-conservadurismo, frenar el
imperialismo norteamericano, superar el subdesarrollo y
la subordinación mediante la equidad en el reparto de
sacrificios y beneficios entre los distintos grupos
sociales.
Pero el nacionalismo habría de seguir todavía un
camino accidentado que lo llevaría a una mayor
agresividad frente al imperio norteamericano, a ser
acusado de comunismo en el contexto de la guerra fría
y, finalmente y de nuevo, a la subordinación del grupo
social que impulsaba el nacionalismo a los grandes
capitalistas extranjeros y a excluir de las ganancias a
otros grupos sociales que, por otro lado, deberán cargar
de nuevo con los sacrificios. Con esto estamos ya en la
segunda oleada nacionalista que ahora pasamos a ver
más detalladamente.
La mayor agresividad de los movimientos
nacionalistas vendrá a partir de una nueva toma de
conciencia a la que los latinoamericanos llegan con la
catástrofe financiera de 1929. Esta catástrofe trajo
como resultado “el que se tomase conciencia de que
era una parte del nuevo imperio. Que era la parte
destinada a ser explotada, sin posibilidad alguna de otra
participación que no fuera instrumental. Ligada, como
estaba, su suerte al imperio estadounidense sufriría sus

crisis, pero, en cambio, no participaría de las ventajas
de las etapas de auge de este mismo imperio”. 71
Esta nueva toma de conciencia lleva a una
actuación correspondiente: los movimientos
nacionalistas aumentan, se hacen más agresivos,
buscan planear su economía de manera que no
dependiera tan estrechamente de la economía del
imperio”. 72
Con esto estamos ya de lleno en la segunda
oleada nacionalista, la oleada de los gobiernos fuertes a
los que Zea llama democracias dirigidas y que se
encuentran especialmente en México con Lázaro
Cárdenas, en Brasil con Getulio Vargas y en Argentina
con Juan Domingo Perón, “movimientos de carácter
centralista y planificador, que tratan de orientar la
marcha de la economía, de la sociedad y de la política”;
73
movimientos que no buscan la implantación de un
sistema distinto del capitalista; simplemente trataban de
ser dentro del mismo, algo más que peones,
instrumentos y donadores de una riqueza que no
podían disfrutar”. 74 Movimientos nacionalistas que
trataban de lograr la tantas veces buscada participación
en los beneficios de un sistema y que nuevamente
fracasarían por la intransigencia de la metrópoli ya que
“las trabas impuestas a las justas aspiraciones
latinoamericanas se harán sentir en todo el continente.
La respuesta que se da a las mismas son cuartelazos y
71
Ibid. p. 143
72
Ibid. p. 173
73
Francisco Miró, op. cit. P. 158.
74
DCA p. 176.
26
dictaduras que impiden la posibilidad de tales
aspiraciones”. 75
En la lucha por impedir la extensión del nuevo
imperio y por alcanzar una participación no instrumental
en el sistema capitalista, lucha que hunde sus raíces en
la autoconciencia de su dignidad y capacidad para ser
sujeto de su historia y de su derecho a serlo, habrá, por
si fuera poco, otro factor externo que dificultará más el
accionar de los movimientos nacionalistas: la guerra fría
entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Esta guerra ofrece “al imperialismo
estadounidense una nueva y poderosa justificación para
intervenir en Latinoamérica; zona del mundo que
considera coto privado de sus intereses”. 76 Y así “la
búsqueda de un justo equilibrio entre el individuo y la
sociedad, entre la iniciativa privada y los intereses de la
comunidad en que se basaba el nacionalismo
latinoamericano para vencer el subdesarrollo, será vista
como maniobra del comunismo internacional para
destruir la democracia y el mundo libre”. 77
En verdad un camino accidentado éste del
nacionalismo latinoamericano. Y todavía nos falta ver
otro elemento, esta vez interno, que será clave y que
parece repetir una especie de dinámica histórica: el
grupo que impulsaba el nacionalismo, se alía
subordinadamente a los grandes capitalistas en
provecho propio y en detrimento de otros grupos
sociales. “El grupo latinoamericano que a principios del
presente siglo se enfrentaba al imperialismo y a las
75
Ibid. p. 177.
76
Ibid. p. 248.
77
Ibid.

oligarquías surgidas en el último cuarto del siglo XIX,
acaba transformándose en un nuevo grupo de
oligarquías, subordinando, como las pasadas, sus
intereses a los del imperialismo occidental que ha
logrado su máximo desarrollo en el siglo XX.
Oligarquías que al igual que las que surgieron en el
pasado siglo XIX cierran la posibilidad de desarrollo a
otros grupos sociales, los cuales, al igual que los grupos
que nutrieron las burguesías nacionalistas, acabarán
enfrentándose a éstas”. 78
Hasta aquí nuestro asomo a estas dos oleadas
del nacionalismo latinoamericano que ha intentado, en
oleadas sucesivas, realizar el proyecto asuntivo,
construir el mundo anhelado, concretizando como
metas el acabar con el conservadurismo y le neo-
conservadurismo, frenar el imperialismo norteamericano
fortaleciéndose internamente con la creación de
equidad entre los distintos grupos sociales, superar el
subdesarrollo y la subordinación permaneciendo dentro
del marco del mundo capitalista. Las metas, internas y
externas, no se han alcanzado precisamente por
razones internas y externas. Por un lado, los grupos
sociales que han impulsado el movimiento, al final se
han subordinado al imperio en provecho propio y en
detrimento del resto de la población. Por otro lado, el
imperio ha sido intransigente, especialmente en el
contexto de la guerra fría y de la mayor agresividad de
los movimientos nacionalistas.
Los latinoamericanos, especialmente los grupos
sociales que siguen padeciendo las consecuencias de
la subordinación y que siguen excluidos de los
beneficios que son posibles dentro de la misma, se ven
78
Ibid. p. 316.
27
de nuevo ante la alternativa: aceptar su realidad de
subordinación o seguir intentando el orden propio en la
libertad secularmente buscado. Y nuevamente, los
esfuerzos más significativos de los latinoamericanos
apuntarán hacia el orden propio en la libertad, guiados
por el proyecto asuntivo y enriquecidos con la
experiencia de los esfuerzos nacionalistas que, en
cierto modo continuarán.
3.3.2. La revolución cubana.
Una vez asomados a los esfuerzos nacionalistas
realizados en la primera mitad del presente siglo,
esfuerzos que buscando hacer realidad el proyecto
asuntivo, el mundo anhelado, han sido infructuosos, han
producido una dependencia externa e interna
reforzadas, precisamente lo contrario de lo buscado, en
el presente apartado nos asomaremos a un movimiento
que para Zea da origen “a un extraordinario cambio en
la dialéctica de las relaciones entre los Estados Unidos
y la América Latina”; 79 a un movimiento que comienza
en la misma dirección de los movimientos nacionalistas,
que quiere formar parte no subordinada del mundo
capitalista liberal y que termina en una dirección
distinta, socialista, formando parte subordinada del
mundo socialista, del nuevo imperio emergente, de la
Unión Soviética: la revolución cubana. Un movimiento
que en la búsqueda de realización del proyecto
asuntivo, propuesto precisamente en ese país por José
Martí a finales del siglo pasado, será importante para
mostrar que la posibilidad de un orden propio en la
libertad no puede darse, para nuestros pueblos, en el
seno del capitalismo (en este sentido influirá en los
79
Ibid. p. 291

esfuerzos posteriores); un movimiento que puede
mostrar también algo que Zea no señala en este libro,
aunque lo hace en otros escritos posteriores: el peligro
de llegar, en ese afán de emancipación del imperio
norteamericano, y ante la intransigencia de éste, a una
nueva dependencia. Esta vez ya no la dependencia
impuesta por la colonización ibera, ni la dependencia
libremente aceptada por los civilizadores y reforzada
por los nacionalistas que de nuevo se subordinan al
imperio, sino una dependencia forzada ante el afán
irrevocable de emancipación, un afán aprovechado por
el nuevo imperio, el soviético.
Como decíamos al final del apartado anterior, los
grupos de excluidos y subordinados, ante la situación
de una dependencia interna y externa reforzadas,
tenían ante sí la alternativa entre aceptar su realidad de
subordinación como el puesto que les correspondía en
la nueva sociedad, o el seguir intentando, a pesar de
todos los pesares, ser creadores de su historia,
construir el orden propio en la libertad una y otra vez
buscado. Y, como decíamos también, los esfuerzos
más significativos elegirán el seguir intentando, a pesar
de todo: “los latinoamericanos […] seguirán insistiendo
en la línea nacionalista independiente. La guerra fría y
su interpretación represiva no impide una nueva marea
a favor de esa línea”. 80 Asistimos, pues, a una tercera
oleada nacionalista que se extiende por diversos
países. En esta oleada se sitúa la revolución cubana
que, “en sus inicios, aspira a ser parte de este mundo
liberal, capitalista, pero no subordinada, secundaria,
inferior. Pretenderá ser parte de este mundo, pero parte
activa, nación entre naciones, venciendo el
subdesarrollo y con él la situación de subordinación a
80
Ibid. p. 265.
28
que había sido sometida, al pasar, simplemente, del
colonialismo español al colonialismo estadounidense”.
81
“¿Qué pedía y pide este pueblo que pudiera ser
considerado una traición? Nada que no hubiesen ya
pedido nuestros pueblos, los pueblos de esta América
Latina, a través de una amarga historia. Pueblos que en
el siglo XIX escapaban a una dependencia, pero para
caer, de inmediato, en otra”. 82 Sin embargo, parecía
haber algo nuevo, fruto tal vez del largo aprendizaje en
la carne de países hermanos: “quería este cambio con
todas sus fuerzas. Un cambio que sus líderes estaban
dispuestos a realizar o morir en el intento. ‘Revolución o
muerte’, decisión tajante ante la incapacidad del
imperialismo para aceptar algo, por mínimo que fuese,
que lesionase sus intereses”. 83 Y será precisamente
esa decisión tajante la que “llevará a la revolución por
caminos distintos de los del nacionalismo liberal,
democrático, inútilmente buscado por otros países en
América Latina y el mundo”. 84 Si se trataba de elegir
entre subordinación y muerte, habría que elegir la
muerte. Pero no será la muerte definitiva, sino el
decidirse “a entrar en la guerra fría en forma abierta y
voluntaria, esto es, eligiendo, en un a acción defensiva,
el aliado al lado del cual luchar, y el contendiente a que
tendría que enfrentarse”. 85 La revolución cubana,
expuesta como estaba a perecer, se incorporará,
abiertamente a la guerra fría, aceptando la protección
de uno de los grandes contendientes de la misma: la
URSS”. 86 Con esto, se da un cambio en las metas por
alcanzar: “Cuba ya no hablará más de una revolución
81
Ibid. p. 269.
82
Ibid. p. 273.
83
Ibid. p. 269.
84
Ibid.
85
Ibid. p. 282.
86
Ibid. p. 291.

liberal. Su meta era ahora una revolución socialista;
ligando su suerte de esta forma a la de las naciones
socialistas del mundo”. 87 Y así tiene lugar ese
“extraordinario cambio en la dialéctica de las relaciones
entre los Estados Unidos y la América Latina” 88 del que
hablábamos al inicio de este apartado, ese cambio que
decía que influirá fuertemente en los esfuerzos
posteriores de los latinoamericanos por construir un
orden propio en la libertad no capitalista, porque en el
seno del capitalismo no parece posible tener otro
puesto que el de instrumentos que nunca participan de
los beneficios y siempre han de cargar con el peso de
los sacrificios. Aquí radica, tal vez, la enseñanza más
importante de la revolución cubana, la enseñanza más
explícita en la interpretación de Zea. Sin embargo,
como ya decía también, en la revolución cubana hay
otra enseñanza a tener en cuenta: el peligro de llegar,
en el afán de emancipación, afán legítimo y apremiante,
del imperio norteamericano, y ante la intransigencia de
éste, que no parece tener remedio, a una nueva
dependencia forzada, aprovechable por el imperio
soviético, que como todo imperio busca ante todo sus
propios intereses. A esta enseñanza implicada en la
revolución cubana Zea, en este libro no hace referencia.
Tal vez por el contexto conflictivo en que ha escrito este
libro y que lo lleva a mirar sólo un aspecto de la
cuestión; tal vez porque era algo que no tenía y que no
se tiene todavía suficientemente claro. Sin embargo, lo
decía ya también, en otros escritos posteriores la
señala. Por la importancia que reviste aún la cuestión,
me detengo brevemente en ella.
87
Ibid
88
Ibid.
29
En el artículo ¿América en armas? publicado en
el Correo de los Andes, en una denuncia extensiva a los
Estados Unidos, la Unión Soviética y las potencias
europeas, afirma: “en esta América no se lucha por
resolver los problemas que afectan a sus pueblos, sino
a pretexto de una determinada ideología, por los
intereses de las potencias que se representan como sus
abanderadas”. 89 Una afirmación dura, que sin
embargo, refleja, por un lado, el grado de conciencia a
que ha llegado nuestro autor y, por otro, el drama que
comportan los esfuerzos de los latinoamericanos
tendientes a un orden propio en la libertad, a ser
creadores de su propia historia, un drama que parece
apuntar hacia una superación no sólo del capitalismo
sino del mundo occidental actualmente con sus dos
vertientes imperiales en los Estados Unidos y la Unión
Soviética; un drama que puede apuntar hacia una
superación de la historia concebida y realizada como
tarea prioritaria y exclusivamente humana.
3.3.3. Esfuerzos de liberación.
El triunfo de la revolución cubana ha alcanzado,
por un lado, la emancipación del imperio
norteamericano; por otro, se ha subordinado al mundo
socialista. Esto constituye, como lo afirma Zea, un
extraordinario cambio en la dialéctica de las relaciones
entre los Estados Unidos y la América Latina. Por ello
provocará fuertes presiones norteamericanas y nuevos
esfuerzos que intentarán construir el mundo anhelado
desde una nueva toma de conciencia. Ahora teniendo
como meta una transformación más profunda de la
89
Leopoldo Zea, “América en armas”, en Correo de los Andes, Bogotá,
enero-febrero de 1982, pp. 10-11.

sociedad y teniendo como sujeto histórico a otros
grupos sociales, en una búsqueda que alcanza, esta
vez, no sólo dimensiones subcontinentales como en el
proyecto libertario, sino planetarias. Desde nuestro
punto de vista, esto constituye un nuevo paso, una
nueva etapa en el largo viaje de América Latina hacia sí
misma como conciencia concreta y como realidad. Una
etapa siempre inspirada en el proyecto asuntivo y que
sigue tratando de concretizar sus metas y buscando
llegar a convertirse en realidad.
Antes de entrar a un asomo más detallado de
esta etapa del largo viaje de América Latina hacia sí
misma, veamos en una visión global los movimientos
que, con distintas concretizaciones y acentos,
constituyen los que he llamado esfuerzos de liberación.
Como era de esperarse, ante la consumación de
la revolución cubana como revolución socialista “la
revolución nacionalista entraba en mora […] nadie se
atrevía a hacer algo que de inmediato no fuese
presentado como un acto pre-comunista”: 90 Pero, como
también podía esperarse, pueblos que buscaban llegar
a ser creadores de su historia, que buscaban construir
un orden propio en la libertad, ante la emancipación de
la isla de Cuba del imperio norteamericano, no podían
sino intentarla también. Por eso, “pese a todo, el
ejemplo cubano seguirá vivo, originando nuevas
expresiones en el alma de los pueblos
latinoamericanos, permitiendo la aparición de
movimientos revolucionarios, si no marxistas, sí
dispuestos a reivindicar los derechos de sus pueblos”.
91
Estos movimientos revolucionarios señalan nuevos
90
DCA p. 302.
91
Ibid.
30
caminos para alcanzar la emancipación lograda por
Cuba y serán variados: “¿Nacionalismo a la manera
peruana? ¿Socialismo a la manera cubana?
¿Socialismo por la vía democrática a la manera
chilena? ¿O bien la violencia abierta como se sentía ya
en algunas regiones de América y el mundo, como
Bolivia?”. 92
Hagamos ahora un asomo más detallado a los
esfuerzos de liberación que acabamos de ver en líneas
generales, esfuerzos variados en que destacan
elementos comunes: se busca una transformación más
profunda de la sociedad; los nuevos sujetos históricos
que llevan adelante estos esfuerzos se ligan
estrechamente a los grupos marginados; los esfuerzos
alcanzan una dimensión planetaria.
Estos esfuerzos por construir el orden propio en
la libertad tienen su semejanza con los esfuerzos
realizados anteriormente ya que en ellos “se vuelve a
repetir la situación que antecedió a los movimientos
nacionalistas en Latinoamérica en los finales del siglo
XIX y en las primeras décadas del siglo XX”; 93 ya que
se vuelve a hablar de las grandes masas trabajadoras
del campo y de la ciudad; pero una vez más también,
de la clase media. […] Numerosos miembros de estos
nuevos grupos provienen ya de una gran parte de los
grupos que llamamos mayoritarios”. 94 Son de nuevo,
pues, grupos de clase media los que tratan de llevar
adelante la construcción del orden propio en la libertad.
Pero ya en esos mismos grupos encontramos la
diversidad, en cuanto son grupos medios que provienen
92
Ibid.
93
Ibid. p. 320.
94
Ibid. p. 319.

de las clases mayoritarias una y otra vez excluidas de
los beneficios. Asimismo, las metas que pretenden
alcanzar son diversas: “estos grupos no se declaran ya
los adelantados de una supuesta burguesía nacional,
capaz de hacer de los pueblos latinoamericanos lo que
sus equivalentes hicieron por los pueblos de la Europa
occidental y los Estados Unidos. Ponen, por el
contrario, el acento en el logro de metas sociales cada
vez más amplias. Metas que se alcanzarán a través de
reformas sociales en las que han de participar las
mayorías latinoamericanas desplazadas una y otra vez”.
95
“Ya no deberán ser manipulados los grupos sociales
más desamparados, sino que hay que participar con
ellos en la solución de problemas que son comunes a
todos”. 96 Esto por cuanto respecta a las
reivindicaciones sociales.
Por cuanto respecta a la profundidad de la
transformación tenemos que “el nuevo descontento
plantea soluciones más hondas, cambio de estructuras,
transformaciones que tocan la raíz misma del problema,
como el de la descolonización, el de la emancipación
frente a la dependencia, emancipación frente a
cualquier forma de subordinación. No más la relativa
emancipación dentro de la dependencia, desarrollo
dentro del subdesarrollo, sino desarrollo puro y simple e
independencia absoluta”. 97
Finalmente, por cuanto respecta a la extensión
de los esfuerzos desplegados, “la América Latina va
tomando conciencia de que su lucha por desarrollarse y
romper las nuevas formas de dependencia tiene que
95
Ibid. p. 320.
96
Ibid. p. 321.
97
Ibid.
31
alcanzar niveles que trasciendan los nacionales y
continentales. Los pueblos latinoamericanos forman
parte de una comunidad más amplia formada por
pueblos explotados. Comunidad en la explotación, que
al hacerse consciente, ha de transformarse en
comunidad para la liberación”. 98
Así terminamos nuestro asomo más detallado a
los esfuerzos de liberación; nuestro asomo a los
esfuerzos de liberación y nuestro largo recorrido por
esta etapa del largo viaje de América Latina hacia sí
misma. Se trata de una etapa en la que, guiada por el
proyecto asuntivo consistente en el asumir el todo que
se ha sido para construir el mundo anhelado, se busca
su realización y la concretización de sus metas a través
de nuevas tomas de conciencia.
Hemos encontrado una serie primera de
esfuerzos nacionalistas que intentan superar el
subdesarrollo y la subordinación en el marco del
capitalismo. Hemos encontrado que esta serie de
esfuerzos no alcanza sus metas porque el grupo social
que lo lleva adelante se subordina a los grandes
capitalistas, excluyendo de las ganancias a las grandes
mayorías y cargando sobre éstas los sacrificios.
Hemos encontrado también una serie segunda
de esfuerzos nacionalistas que permaneciendo dentro
de los marcos capitalistas se han tornado más
agresivos ante la conciencia de estar dependiendo
demasiado estrechamente de la suerte del imperio por
lo que buscan una mayor autonomía y fortalecimiento
interno.
98
Ibid. p. 339.

Hemos encontrado una serie de esfuerzos que
se han llamado de liberación, que tienen metas de
transformación más amplias y profundas, esfuerzos que
nacen de la toma de conciencia de que los grupos que
llevaban adelante el nacionalismo no podían satisfacer
las demandas de las mayorías porque supondría afectar
a los grandes intereses capitalistas; que nacen también
de la toma de conciencia, en que es clave la revolución
cubana, de que dentro del capitalismo no se podría
alcanzar jamás la independencia y la equidad; que
nacen de la toma de conciencia de ser miembros de
una comunidad más amplia de pueblos explotados.
En esta interpretación de Zea el nuevo sujeto
histórico lo constituyen especialmente clases medias
provenientes de las clases marginales. Un nuevo sujeto
histórico que se une a las grandes mayorías, que tiene
como meta una transformación social profunda que
pueda llevar, por fin, al orden propio en la libertad, a la
emancipación y a la equidad.
Lo que parece faltar en esta interpretación de
Zea en Dialéctica de la Conciencia Americana, aunque,
como ya decía y hacía ver está presente en escritos
posteriores, es otra enseñanza implicada en la
revolución cubana y que hace más complicado y
dramático el tránsito hacia el orden propio en la libertad,
hacia la emancipación y la equidad: la posibilidad, el
peligro de llegar, en el afán irrevocable de
emancipación del imperio norteamericano y ante la
intransigencia de éste, a una nueva dependencia que
no por ser forzada deja de ser dependencia y por lo
tanto imposibilita el orden propio en la libertad, la
emancipación, la equidad anhelados desde hace tanto
tiempo y, hasta ahora, no alcanzados.
32
Este afán irrenunciable que encuentra en la
intransigencia norteamericana puede traer consigo
también, y de hecho lo ha traído, el peligro de querer
borrar nuevamente, y por reacción natural, una etapa
del pasado: la etapa del estar subordinados a los
Estados Unidos.
Este afán irrevocable de emancipación que
encuentra también el interés del imperialismo soviético
como otro obstáculo a superar parece capaz de poder
conducir a los latinoamericanos, y con ellos a los
pueblos que forman con ellos esa gran comunidad en la
explotación de que habla Zea, a unas metas todavía
más profundas que concreticen y hagan posibles
nuevos esfuerzos de realización del proyecto asuntivo.
Unas metas que van en la línea de la superación del
mundo occidental, del que forman una parte
subordinada, en lo que tiene de prepotente y excluyente
y que se plasma en nuestros días en esos dos imperios:
el norteamericano y el soviético. A estas alturas sólo
superando este mundo parece accesible el tan
anhelado orden propio en la libertad, la tan anhelada
emancipación, la tan anhelada equidad. Y en la tarea de
superación de este mundo parece importante el papel
de los pueblos que, como los nuestros, han sufrido en
carne propia las consecuencias de un mundo
prepotente y excluyente y que han conservado una
serie de valores humanos y cristianos negados
formalmente por este mundo, una serie de valores que
no ha sabido superar dialécticamente; una serie de
valores que pueden configurar el rostro de un mundo
futuro del que existen pequeños y humildes rasgos aquí
y allá.
Así terminamos nuestro asomo a la filosofía de la
historia latinoamericana de Leopoldo Zea, vista como

un largo viaje hacia sí misma, un largo viaje que sigue
adelante con resultados inciertos. Es verdad adquirida
la necesidad de asumir el todo que se ha sido para
construir el mundo anhelado. Parecen metas ineludibles
que fluyen del proyecto asuntivo y de los esfuerzos por
hacerlo realidad, la construcción de una sociedad
alternativa al capitalismo y la construcción de una
sociedad equitativa en el reparto de los beneficios y de
los sacrificios que traiga consigo. Pero, por otro lado,
aparecen en el horizonte la posibilidad de una nueva
dependencia y la posibilidad de una nueva negación de
etapas del pasado. Por eso terminamos nuestro asomo
con tres interrogantes y una perspectiva de fe, de
esperanza y de amor:
• ¿Seguirá América Latina subordinada a los
grandes intereses del capitalismo,
especialmente norteamericano y desgarrada
por la brecha cada vez más amplia entre unos
pocos cada vez más ricos y más pocos y los
muchos cada día más empobrecidos y
muchos?
• ¿En su afán por alcanzar la emancipación y la
equidad se subordinará a los intereses del
mundo socialista realmente existente o de
otro imperio que surja en el horizonte,
alcanzando o no alcanzando la igualdad pero
ciertamente no alcanzando la emancipación?
• ¿Surgirá en América Latina una sociedad
inédita que realice, desde su singularidad,
una aufhebung del mundo occidental del que
es parte subordinada, especialmente del
mundo moderno que parece alcanzar su
33
momento culminante en los imperios
norteamericano y soviético; una aufhebung
que otros pueblos realicen también, antes o
después, desde sus propias peculiaridades,
dando origen así a sociedades que concilien,
entre otros valores, la libertad y la igualdad,
los dos principios motores de los imperios
reinantes?
Tres interrogantes que no se pueden responder
porque la historia sólo conoce la necesidad cuando ha
sido realizada. Antes encontramos tendencias,
condicionamientos, alternativas para la decisión libre,
para la acción posible. Cabe sin embargo la esperanza
de alcanzar, aunque sea a largo plazo y con profundo
dolor, el orden propio en la libertad, la emancipación y
la equidad. Cabe la esperanza a pesar de todo porque
hay ciertas condiciones objetivas, porque hay pequeños
signos de presencia de ese mundo por alcanzar, porque
hay personas que deciden en esa dirección, porque hay
Alguien que, respetando plenamente la libertad
humana, teniendo plenamente en cuenta los
condicionamientos socio históricos, guía la historia a su
plenitud escatológica y parece guiarla ahora hacia una
transformación, hacia una relativa plenitud con los
signos conciliados de libertad e igualdad, de comunión y
participación, con el signo recuperado de la
trascendencia.
Probablemente, no por Él sino por nosotros, un
día podamos decir, desde el orden propio en la libertad,
desde un mundo justo, fraterno y abierto, las canciones
de la Noche Oscura de San Juan de la Cruz, canciones
que, en el lenguaje casi pleno de la poesía, cantan en
dos de sus estrofas el caminar oscuro y la esperanza
del caminar de nuestros pueblos; canciones que cantan,
 34
ya desde la luz del día, el gozo indecible del caminar a ni yo miraba cosa,
oscuras guiado por el Amado hasta descansar en él; sin otra luz y guía
canciones que ahora sólo podemos cantar en sino la que en el corazón ardía.
esperanza, desde la noche oscura y tenebrosa en la
que hay, sin embargo, un Calor misterioso que arde e Aquesta me guiaba
impulsa, una Luz misteriosa que guía y hace avanzar: más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
… en la noche dichosa, quien yo bien me sabía,
en secreto, que nadie me veía en parte donde nadie parecía….

A MANERA DE CONCLUSIÓN
Una vez realizado el asomo a la filosofía de la
historia latinoamericana de Leopoldo Zea, con las
delimitaciones y características propuestas en la
introducción y tratando de ser fiel al método y al espíritu
indicados, llega el momento de concluirlo. Por eso
intento aquí plasmar, a manera de conclusión, algunas
impresiones globales positivas que parecen
desprenderse del asomo realizado: impresiones porque
creo que es lo que puede desprenderse de un asomo
ya que conclusiones propiamente tales podrían
desprenderse sólo en el caso que hubiéramos realizado
una investigación más profunda; globales porque aquí,
al final, como en el recorrido mismo, trato de destacar
los aspectos generales más que particulares; positivas
porque considero que la interpretación filosófica de
nuestra historia realizada por Leopoldo Zea es válida en
cuanto, teniendo en cuenta los hechos, si bien
seleccionando algunos que considera claves, realiza
una interpretación coherente desde un determinado
punto de vista, una interpretación que, por lo tanto es,
como toda obra científica y más particularmente como
toda obra filosófica, en parte captación de sentido y en
parte constitución, construcción de sentido; positivas
porque la considero una interpretación valiosa y pionera
que ciertamente necesita de ulteriores afinaciones,
enmiendas, correcciones, profundizaciones que
muestren cada vez más clara, profunda, complexiva y
metódicamente el cómo y el por qué, el sentido del
largo viaje histórico de América Latina; positivas
también porque me reconozco carente de elementos
para emitir un juicio crítico más fundamentado y porque
esta interpretación, además de válida, valiosa y pionera,
la he encontrado sugestiva e iluminadora.
35
Ante todo, creo que ha quedado suficientemente
claro lo que, guiado por un artículo del propio Zea,
proponía como búsqueda fundamental de este trabajo,
es decir, que el devenir de la historia latinoamericana
interpretada por Leopoldo Zea y presentada en su obra,
puede ser vista como un Largo Viaje hacia Sí Misma.
Es más, luego del recorrido realizado, podemos decir
que el devenir de la historia latinoamericana se
presenta no sólo como un largo viaje, sino como un
largo, doloroso, complicado, oscuro y no acabado de
realizar viaje hacia sí misma. Un largo viaje largo,
doloroso y oscuro que en cuanto a toma de conciencia y
en cuanto a proyecto inspirador parece haber llegado a
su destino, pero que en cuanto a metas concretas,
profundización del destino y realización está aún en una
etapa del viaje, una etapa particularmente larga,
dolorosa, complicada y oscura.
Tomando los dos aspectos claves en que
buscaba centrar la atención de nuestros asomo, a
saber, la toma de conciencia y los proyectos que nacen
de ella, dinámicamente considerados, es decir, como
proceso de toma de conciencia y sucesión dinámica de
proyectos que buscan su realización y van
concretizando sus metas, creo poder afirmar que ahí
está radicado uno de sus aportes principales de
interpretación de nuestra historia, de una interpretación
que como él mismo afirma en sus obras, busca tener en
cuenta los hechos históricos, por lo que no se trata de
una interpretación arbitraria sino de una interpretación
que busca desentrañar el sentido profundo de los
mismos desde un punto de vista global del ser en

devenir de una historia concreta; de una interpretación
que no se atiene a los hechos sino que hace una
selección y una organización activa, coherente y
articulada que permanezca, sin embargo, fiel a los
hechos de base, por lo que se trata de una tarea que
tiene una dimensión constructiva.
Teniendo como base los hechos históricos
concretos, seleccionados por encontrarlos claves en el
proceso de nuestra historia, desarrolla el proceso de
toma de conciencia de Latinoamérica, de los
latinoamericanos en un proceso dialéctico y progresivo
de toma de conciencia en cuanto la conciencia se va
haciendo más clara y profunda a través de las
dificultades, de los fracasos que va experimentando. Un
proceso en que lo negativo, los fracasos y dificultades
parecen tener un papel importante. Un proceso de toma
de conciencia que va emergiendo en distintos grupos
sociales que va emergiendo en distintos grupos sociales
en una dinámica que parece proceder de afuera hacia
adentro (de los criollos, de padres españoles nacidos en
estas tierras, a los indígenas, habitantes de estas tierras
al inicio de la colonia) y de arriba hacia abajo (de los
grupos dirigentes criollos, señores de la tierra, a los
grupos medios provenientes de los grupos
mayoritarios). Un proceso que globalmente puede
enmarcarse, como he tratado de hacerlo a lo largo del
trabajo, un tanto hegelianamente, en tres momentos: el
primero de una primera toma de conciencia de sí
ingenua, inmediata; el segundo de escisión, de
extrañación y alienación; el tercero del retorno a sí, con
una segunda toma de conciencia más madura,
acrisolada y, en cierto modo, reconciliada. Un proceso
en que la conciencia de los latinoamericanos aparece,
una y otra vez, infeliz, en cuanto no ha podido llegar
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aún a hacer realidad lo más legítimo y profundo de sus
anhelos, de sus proyectos.
Íntimamente unido al proceso de la toma de
conciencia está, en la interpretación de Zea, la sucesión
dinámica de los proyectos que van naciendo de los
grupos que van tomando conciencia. En este punto
encontramos también, junto con la captación de sentido,
un aporte constructivo-creativo, en cuanto en los
proyectos Zea trata de plasmar sintéticamente la utopía,
viable en ocasiones, irrealizable en otras, de los grupos
que van alcanzando determinados niveles de
conciencia.
En este punto de los proyectos encontramos,
además del aporte constructivo-creativo acabado de
mencionar, un aporte crítico, en cuanto muestra las
limitaciones de los proyectos; limitaciones que los
hacían irrealizables o, por lo menos, hicieron que
quedaran irrealizados por proponer metas
inalcanzables, por no tomar suficientemente en cuenta
la realidad que querían transformar, por no tomar en
cuenta el factor humano que puede modificar y
transformar las metas, hacer inalcanzable lo que podría
haber sido alcanzable. Al mostrar las limitaciones de los
proyectos, muestra también la limitación de la
conciencia de la que nacen los proyectos y, tal vez
también, la limitación de los grupos sociales que, con un
determinado nivel de conciencia, buscan su realización.
Estas limitaciones muestran la necesidad de proseguir
el viaje, impulsan hacia delante, hasta alcanzar el
proyecto adecuado, el nivel de conciencia capaz de
elaborarlo, el grupo social capaz de realizarlo, la
realidad anhelada.

Quisiera todavía decir una palabra sobre la
dimensión que, como diré más adelante, me ha
motivado a realizar este trabajo: sobre la dimensión
sapiencial entrañada en la filosofía de la historia
latinoamericana de Leopoldo Zea. Esto es, decir una
palabra de su aporte posible a la vida, a la tarea de
transformación de nuestra historia; decir una palabra de
esta dimensión privilegiada en un filosofar que nace de
la angustia ante la urgencia de soluciones que la
realidad exige, en un filosofar que busca conocer para
transformar, en un filosofar que, quizá luego de tomar
un papel señorial, va redescubriendo su misión de
servicio y se va realizando como ancilla liberaciones, sin
ser por ello esclava, sino libre servidora de la
humanidad.
La filosofía de la historia latinoamericana
realizada por Leopoldo Zea parece capaz de dar un
aporte importante, desde esa perspectiva, a la
fundamentación de los esfuerzos de liberación que
dolorosa, complicada, oscura e inciertamente realizan,
en esperanza, tantos hombres y mujeres de nuestros
pueblos, un aporte en la línea de mostrar el cómo y el
por qué se ha llegado a ellos a través de un proceso de
toma de conciencia, a través de una sucesión dinámica
de proyectos en un movimiento que parece ir, como ya
decía, de afuera hacia adentro y de arriba hacia abajo.
La filosofía de la historia latinoamericana
realizada por Leopoldo Zea parece también capaz de
aportar luces globales pero concretas, así son los
aportes de un filosofar concreto, que orienten el caminar
de quienes se esfuerzan por construir el, hasta ahora no
alcanzado, orden propio en la libertad y la igualdad;
luces que podrían plasmarse en una especie de
mensaje filosófico-sapiencial, en un mensaje tan claro y
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fácil de entender como difícil de llevar a realización; en
un mensaje que podría decir así:
América Latina:
Asume todo lo que has sido…
Construye una sociedad no capitalista,
independiente, abierta al mundo.
Construye una sociedad en que haya equidad,
en que las mayorías secularmente oprimidas y
excluidas, sean un sujeto histórico privilegiado.
Ha sido esta dimensión sapiencial entrañada en
la filosofía de la historia latinoamericana de Leopoldo
Zea, la que me ha motivado para escribir este trabajo.
En esa dimensión sapiencial de aportar algo al proceso
de liberación de nuestros pueblos está la dimensión
sapiencial de este trabajo: su por qué y su para qué; su
desde quién y para quién, ya que lo he escrito
extrañado, distanciado, por el exilio de la tierra, de los
seres queridos, de los hermanos y hermanas que con
una esperanza firme contra casi ninguna esperanza,
buscan, desde distintas convicciones y por distintos
caminos siempre con signos de pasión, de cruz y de
muerte, un subcontinente y, desde él, un mundo más
justo y fraterno, que sea un ya, aunque todavía no en
plenitud, del Reinado de Dios, a partir de un mundo que
se torna cada día más injusto y fratricida, menos
consciente de la situación de idolatría en que vive y
menos sensible a la situación de ausencia de Dios que
lo pervade. Un mundo en el cual, a pesar de todo,
brotan aquí y allá semillas de vida y rayos de luz que
preanuncian el todavía lejano amanecer a un mundo
nuevo en el que Dios habite ya en lo más profundo del
corazón del mundo, en el lugar que sólo a Él
corresponde.

Un trabajo escrito en el dolor y en la oscuridad
del destierro-trastierro y de la soledad acompañada.
Un trabajo escrito desde la esperanza profunda
que nace de la Luz y el Fuego: aquella que ilumina la
mente; éste que enardece el corazón; desde la
confianza en la palabra que susurra: no tengas miedo,
sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y
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nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues
yo tengo un pueblo numeroso… allá.
Un trabajo escrito con profundo agradecimiento a
los hermanos y hermanas encontrados en estas tierras
y como una humilde ofrenda a quienes estremecen y
ensanchan mi corazón de pastor… allá.
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BIBLIOGRAFÍA

Obras del autor.

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ZEA LEOPOLDO,El Pensamiento Latinoamericano, ZEA LEOPOLDO / VILLLEGAS ABELARDO,
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ZEA LEOPOLDO,Filosofía de lo Americano,
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2. Obras sobre el autor.
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Fondo de Cultura Económica, 1981.