Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
AGRAVIOS
Resulta aplicable la Tesis de Jurisprudencia 1ª.J 28/2016 (10ª.), emitida por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, bajo el rubro y texto siguientes:
Para poder considerar que hay prueba de cargo suficiente para enervar la
presunción de inocencia, el juez debe cerciorarse de que las pruebas de cargo
desvirtúen la hipótesis de inocencia efectivamente alegada por la defensa en el
juicio y, al mismo tiempo, en el caso de que existan, debe descartarse que las
pruebas de descargo o contraindicios den lugar a una duda razonable sobre la
hipótesis de culpabilidad sustentada por la parte acusadora.
2.- EL SEGUNDO AGRAVIO. Lo constituye el hecho de que las supuestas facturas sean
utilizadas para demostrar una relación mercantil y de esta forma sentenciar al Ayuntamiento
Municipal Constitucional de Tlayacapan, Morelos perjudicando de manera directa no al
Ayuntamiento como persona moral, sino a la comunidad como tal, toda vez que derivado de la
sentencia puede verse afectado el presupuesto municipal para llevar a cabo obras previamente
solicitadas y autorizadas tanto por el Congreso o por la Federación. Además de que dichos
“supuestos” pagos y facturas no demuestran nada.
Resulta aplicable la Tesis de Jurisprudencia I.4º.C.J 29, emitida por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, bajo el rubro y texto siguientes:
El argumento toral de la resolución reclamada, para confirmar la condena en contra del hoy
quejoso, se traduce en la circunstancia de que éste no demostró la objeción hecha a la factura
exhibida por el actora aunque tenía la carga de hacerlo, concretamente, por no demostrar la
inexistencia de la relación comercial alegada, ni su desvinculación con las personas que firmaron
haber recibido el servicio recibido en dicho documento, por no ser sus representantes, factores o
dependientes. En consecuencia, aduce la responsable, debe presumirse que el demandado
recibió dicho servicio y debe cubrir su precio.
A ese respecto, el quejoso alega la imposibilidad de su parte para demostrar hechos negativos.
De conformidad con los artículos 1194, 1195 y 1196 del Código de Comercio, quien afirma tiene
la carga de probar y no así quien niega, salvo que su negación envuelva la afirmación expresa
de un hecho o al hacerlo desconozca una presunción legal a su favor el colitigante.
Para el caso, la negación hecha por el hoy quejoso al objetar el documento básico de la acción
es lisa y llana, y no configura ninguna de las salvedades por las cuales le corresponda la carga
de probar.
En efecto, el actor reclamó del quejoso el pago del precio de cierto servicio que dijo haberle
hecho. Para demostrarlo exhibió diferentes facturas donde se indica los supuestos servicios y su
precio, así como una firma atribuida al C. ELISEO CORNELIO ANZURES PREDRAZA.
El quejoso objetó dicho documento por no haber celebrado la operación comercial ahí reflejada
al señalar: "jamás se le solicito a la actora tal servicio". Por lo mismo, negó haber autorizado su
recepción y dijo desconocer la entrega y el domicilio donde se hizo.
Dichas negaciones son simples y llanas, pues se opone rotundamente a la existencia del acto
comercial por el cual se le reclama cierta suma de dinero. Así, no hay posibilidad de alguna
afirmación implícita en ella, contrariamente a lo sostenido por la responsable, precisamente
porque rechaza el acto afirmado por el actor. Asimismo, no hay disposición alguna en la ley
donde se prevea alguna presunción a favor de quien expide facturas, sobre la entrega de la
mercancía amparada en ellas.
El demandado, se insiste, negó el acto alegado por el actor, por lo cual no tiene la carga de
demostrar su negación.
Determinado lo anterior, corresponde analizar si las facturas exhibidas como base de la acción
es suficiente, por sí mismas, para acreditar la acción, por ser las que, fundamentalmente,
consideró la responsable para emitir su resolución.
Al efecto, enseguida se hacen algunas reflexiones que ofrece la doctrina sobre el origen, función
y naturaleza de las facturas para tener elementos de valoración de su fuerza probatoria, ya que
en el Código de Comercio u otro ordenamiento legal no existe disposición expresa acerca de la
naturaleza jurídica de la factura o de sus efectos demostrativos.
En la Enciclopedia Jurídica Básica, primera edición, Editorial Civitas, páginas 3061 y 3062,
aparece la siguiente información:
En la Enciclopedia Jurídica Omeba, Editorial Driskill, S.A., páginas 782 a 785, se indica lo
siguiente:
"...
"Finalidades o funciones de la factura. ... 1. La finalidad natural del documento
sub-examine es acreditar, en las condiciones establecidas por la ley, la existencia
de un contrato ya concluido entre el comerciante remitente de la factura y el que
la recibe. Prueba no solamente el contrato sino también las condiciones y
términos consignados en el texto.
"...
"a) Prueba en contra del vendedor. Por el sólo hecho de su emisión la factura
comercial constituye prueba en contra del vendedor, pues equivale a una
confesión extrajudicial.
"De esta suerte, reconocida la factura por el vendedor contra quien se invoca, ella
hace plena fe. Naturalmente que el vendedor (y ello no es sino aplicación de los
principios comunes) podría, mediante la prueba contraria, destruir la eficacia de
esa confesión.
"Es natural, también, que quien invoca a su favor la factura expedida por el
vendedor en las circunstancias anotadas, no puede prevalerse de lo que le
conviene rechazando lo que le perjudica...
"b) Prueba en contra del comprador. Desde el momento que la factura emana
directamente del vendedor, su fuerza probatoria se halla totalmente condicionada
a su aceptación por el comprador ..
"La sola emisión de la factura no podría, pues crear prueba a favor del vendedor
en virtud de aquel principio tan conocido: nemo sibi adscribit.
"La tácita resultará de actos inequívocos del comprador que así lo hagan
presumir.
"...
De igual forma, en la obra de Derecho Comercial, de Bolaffio, Rocco y Vivante, Tomo IV, relativo
a De la venta y del reporto, de Luis Tartufari, Editorial Ediar, Buenos Aires, 1948, luego de
destacarse su mayor uso en los contratos de compraventa mercantil, se denomina a la factura
como:
En primer término, se hace énfasis en que los documentos se presentan contra el cliente por el
proveedor, lo cual supone la admisión por parte de quien las expidió y la función atribuida es la
de probar una relación comercial entre las partes.
Como se ve, las facturas efectivamente provienen del actor, pues todo indica que forma parte del
talonario correspondiente a los folios de la impresión hecha por el impresor autorizado para dicha
proveedora; y hace referencia a una prestación de servicios, que, al parecer, fue pedida por el
demandado, en los términos y condiciones ahí precisadas, ya que se señalaron sus datos como
cliente, relativos a su nombre, domicilio y registro federal de causantes. Por tanto, en principio
genera un indicio de ese hecho.
a) La negación rotunda del demandado sobre la existencia del acto comercial, por lo cual no hay
aceptación de su parte.
b) El demandado, que figura como cliente, no firmó la factura en señal de recibo de las
mercancías, sino tercera persona, por lo cual se hacía necesario acreditar la vinculación de ésta
con el demandado, sin que de las pruebas consideradas en la resolución reclamada se advierta
algún indicio en ese sentido, lo cual tiene relación con el siguiente elemento.
c) La entrega de la prestación del servicio se realizó en un domicilio diferente a aquel que consta
en el documento como del quejoso, y en el cual éste fue emplazado, y esa situación hacía
necesario demostrar alguna relación del quejoso con el lugar donde se hizo el servicio, ya sea
por ser de domicilio conocido. Sin embargo, de los elementos considerados por la responsable
en su sentencia no hay prueba de esa situación.
Al efecto, cabe señalar que, contrariamente a lo afirmado por la responsable, el hecho de que las
facturas hayan sido entregadas en el domicilio del demando y recibidas por tercero, no permite
formular alguna presunción de nexo con el quejoso.
De esa manera, el contenido mismo de las facturas en cuestión resultan insuficientes para
acreditar que la prestación del servicio documentado en ellas se realizaron efectivamente con el
demandado. La sola indicación de su nombre, domicilio y registro federal de causantes, como se
dijo, sólo generó un indicio que no llegó a fortalecerse, según los elementos analizados.
En tales condiciones, el indicio derivado de las facturas resultan insuficientes por sí mismo para
acreditar que efectivamente el quejoso obtuvo la prestación de servicios y no ha cubierto su
importe.
También se indica que suele contener los elementos del contrato del cual deriva, así como
modalidades de su ejecución.
Por su parte, José María Martínez Val, en su obra Derecho Mercantil, define a la factura como
una lista de mercancías con especificación de sus características (cantidad, calidad, naturaleza,
precio), y en cuanto a su función precisa:
"Puede ser documento para la preparación de un contrato (fase preparatoria) o
para la ejecución del mismo. Suele representar a la vez la aceptación del contrato
por parte del vendedor y el principio de ejecución, que se acredita con el envío
de la factura. Se entiende que la factura firmada por el vendedor vincula a éste y
tiene el valor de una confesión extrajudicial ... También vincula al comprador si
firma la factura (o un duplicado de ella de conformidad)" (1a. edición, Editorial
Bosch, Barcelona, 1979, página 446).
De igual forma, en las facturas suele anotarse el domicilio o lugar donde habrá de hacerse la
entrega de la mercancía, señalado por el cliente.
De esto se advierte que, efectivamente, en las facturas se hace el detalle de los bienes o
servicios dados u ofrecidos al cliente, y debido a los requisitos impuestos para fines de control
fiscal, se obtiene mayor grado de convicción sobre la verdad del origen o proveniencia de la
factura y, por ende, de su contenido, pues el documento deriva de cierto bloque impreso con
sujeción a formalidades previstas en la ley y controladas por la autoridad fiscal y, además, de
que su expedición genera cargas fiscales.
Conforme al artículo 1391, fracción VII, del Código de Comercio, entre los documentos que traen
aparejada ejecución están las facturas, cuentas corrientes y cualesquiera otros contratos de
comercio, siempre y cuando se encuentren firmados y reconocidos judicialmente por el deudor.
Lo anterior, es una muestra de la necesidad de la aceptación de la factura, por parte del
comprador o cliente y, en el supuesto previsto, debe ser precisamente ante un Juez para lograr
la fuerza ejecutiva.
Asimismo, en los usos mercantiles se advierte que, si bien es cierto que la factura nació de la
necesidad de la autoridad fiscalizadora de tener un control en materia tributaria, también lo es
que con el paso del tiempo ha tenido otros usos, como por ejemplo, comprobante o fuerte indicio
de la propiedad de bienes muebles, ante la falta de una regulación expresa sobre esa cuestión,
aunque en estricto sentido no constituya un título de propiedad. Esto se ha evidenciado en mayor
medida con los vehículos automotores, para los cuales el uso de la factura como título de
propiedad se ha generalizado, ya sea para probar su adquisición de la agencia de automóviles,
como sus endosos a sucesivos adquirentes; incluso, en la ley se le considera como base para
calcular el impuesto de tenencia o uso de vehículos, conforme al artículo noveno transitorio,
fracción III, inciso a), de la reforma del veintinueve de diciembre de mil novecientos noventa y
siete de la Ley sobre el Impuesto de Tenencia o Uso de Vehículos, según el precio consignado
en ella.
En el embargo de bienes muebles, se suele presentar la factura expedida por la casa comercial
donde fueron adquiridos, para tratar de acreditar, mediante la compraventa mercantil, la
propiedad a favor de quien figura en ella como cliente y, con eso demostrar si efectivamente
pertenecen al deudor, o bien, a un tercero, para formular una tercería excluyente de dominio
(artículo 659 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal). La propia ley en
algunos casos ha otorgado ese reconocimiento como título de propiedad a la factura, por
ejemplo, cuando en el artículo 598, fracción III, del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal, relativo a los remates, se prevé la entrega de la factura de los bienes rematados,
a favor del comprador, la cual debe estar firmada por el ejecutado o el tribunal en su rebeldía,
una vez que el comprador reciba los bienes del corredor o casa comercial que haya hecho la
venta.
También resulta útil la factura para demostrar la propiedad de algún bien mueble que ha sido
objeto de algún delito como el robo, para probar la calidad de agraviado o víctima.
Lo hasta aquí expuesto pone en evidencia que factura es un concepto multívoco, es decir, que
admite distintos significados de acuerdo con la naturaleza del acto que da origen al documento o
de la finalidad perseguida con su expedición. Por lo cual, no tiene un uso uniforme.
Asimismo, es posible establecer que las facturas son documentos sui géneris, que participan
tanto de algunas cualidades de los documentos públicos, como de los privados. Lo primero,
porque debido a los requisitos impuestos por la ley y la autoridad fiscal para su expedición, les
imprime cierta formalidad que asegura su proveniencia de cierto vendedor quien, por el hecho de
la expedición, se presume de acuerdo con los términos y condiciones que él mismo fijó en el
documento. Lo segundo, cuando se presenta en relación con el comprador y los terceros porque,
en tales supuestos, se precisa perfeccionar el documento mediante la aceptación o
reconocimiento, en forma expresa o tácita, para hacer fe en su contra y, de lo contrario, sólo
pueden generar un indicio de cierta importancia.
Por lo tanto, para su valoración es necesario distinguir cada uno de esos usos y las personas
contra quienes se presente.
a) Como comprobante fiscal. En este uso, la factura prueba plenamente contra
quien la expide (el vendedor), acerca de la realización de los actos comerciales
que las generaron, con el objeto de enterar y pagar los impuestos respectivos, así
como obtener las deducciones correspondientes, salvo prueba en contrario, o
para cualquier otro fin.
Ahora bien, la manera más franca para demostrar la aceptación expresa o tácita del cliente, sería
porque contiene su firma de recepción de las mercancías, porque no controvierte ese hecho, o
porque lo admite expresamente.
En cambio, si la firma de recibido proviene de otra persona, sería preciso demostrar la conexión
entre ésta con el cliente, por ser su dependiente o factor, su apoderado, representante o
autorizado para recibir la mercancía.
Una forma de demostrarlo sería cuando la entrega se hace en el domicilio del cliente, lo cual
supone la prueba de que el lugar de la entrega es precisamente el domicilio del destinatario,
porque en ese caso, como el domicilio es el lugar donde se reside habitualmente o, en su
defecto, el principal asiento de sus negocios, conforme al artículo 29 del Código Civil para el
Distrito y Territorios Federales, es de presumirse que en el señalado por el cliente para la
entrega de la mercancía se encuentran personas de su confianza, como familiares, apoderados,
empleados, etcétera y, como tales, les otorga autorización para recibir en su nombre las cosas o
servicios pedidos.
Otra forma es ofrecer prueba de que el domicilio en cuestión puede tratarse de la habitación, el
asiento de los negocios, alguna bodega o local donde realiza operaciones el cliente, etcétera.
Si no hay alguna prueba o indicio de que el lugar donde se hace la entrega sea del cliente, o esté
bajo su control, no hay bases para establecer la relación señalada.
Otras formas para probar la conexión de quienes recibieron a nombre del cliente, podría ser a
través de elementos externos a la factura, como documentos donde conste la relación de
mandato, poder, de trabajo, de parentesco; testimoniales, confesionales con el mismo fin,
etcétera.
De esa manera, la factura presentada contra el cliente, en principio, puede llegar a generar un
indicio fuerte sobre la existencia de una relación comercial con quien la expidió, así como la
entrega de las mercancías, si contiene alguna firma de recibido. Sin embargo, tal indicio puede
fortalecerse o desvanecerse, según los elementos que tiendan a demostrar su conexión con el
cliente (su aceptación expresa o tácita, la entrega al propio cliente o en algún mandatario,
apoderado, factor o dependiente suyo, etcétera), o bien, si tales elementos no existen (no se
probó que el domicilio donde se hizo la entrega sea del cliente o, que quienes recibieron fueran
sus mandatarios, apoderados, dependientes, factores, o alguna relación que permita establecer
la recepción en su nombre).
En cuanto a los terceros ajenos a la relación comercial mencionada en la factura, ésta tiene la
aptitud de demostrar la existencia de la compraventa o la recepción de mercancía o servicios,
como indicio de tal situación y, por ende, requiere de otros elementos para robustecerse.
3.- EL TERCER AGRAVIO lo constituye la sentencia en general puesto que valora de manera
errónea y emite una sentencia para quedar bien con las partes. Puesto que no valora de manera
correcta las pruebas presentadas por el actor. Incluso las pruebas circunstanciadas las omite de
manera directa y absoluta. Haciendo solamente valoraciones simples y llanas.
El artículo 1306 del Código de Comercio establece que los Jueces apreciarán en
justicia el valor de las presunciones humanas, lo que significa que la valoración
de esta probanza debe estar acotada por la lógica y la experiencia, así como por
la unión de ambas que conforma la sana crítica, a fin de que la decisión del
juzgador sea una verdadera expresión de justicia, es decir, lo suficientemente
poderosa para rechazar la duda y el margen de subjetividad del Juez, para lo cual
se debe contar con la figura conocida como "las máximas de la experiencia", que
son las reglas de vida o verdades de sentido común que contribuyen de un modo
eficaz a la formación de la presunción judicial.
PROTESTO LO NECESARIO
______________________________
JOSE MAURICIO ARCE QUINTANA