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ECLESIOLOGÍA

Fr. Álvaro Pérez Castro, OFM.

El conciliarismo
El fenómeno del conciliarismo gira en torno a la cuestión de “la superioridad del concilio
sobre el papa”. A esta cuestión se le dedicarán cerca de dos siglos las reflexiones
eclesiológicas. Detrás de la idea conciliarista se encuentran algunas corrientes de ideas y de
hechos:
1. La idea de que el papa puede errar, era doctrina común. Sólo la Ecclesia universalis
no podía errar (algunos decían que esto último incluía la Ecclesia romana como sede
apostólica). Por lo tanto, un papa hereje podía ser juzgado y declarado depuesto por
el “concilio”.
2. Ideas de canonistas de autoridad:
a. Huguccio: La autoridad coexistía en la congregatio fidelium y en la Ecclesia
romana (papa y obispos).
b. Enrique de Segusa: Idea conciliarista acreditada por el nuevo modelo de
funcionamiento corporativo (de la ciudades y universidades). Idea tomada por
el Cardenal Zabarella, el cual aplica a la Iglesia-congregatio fidelium la idea
de que el poder permanece en el pueblo; el concilio tiene la plenitudo
potestatis; el papa es su ministro.
3. Aceptación común de parte de los teólogos sobre el tema agustiniano de la potestas
clavium dada a Pedro como personificación de la Iglesia.
4. Visión eclesiológica de Hugo de San Víctor: Iglesia constituida por clérigos y laicos
(vida eclesial y vida social). En esta línea se aceptaba la “teoría de la suplencia”, la
cual afirmaba que, a falta del papa, los cardenales o el emperador podían convocar el
concilio.
5. Difusión de ideas democráticas y representativas provenientes de la política
aristotélica. Juan de París y Marsilio de Padua aplican estas ideas a la Iglesia. la
intención era limitar y condicionar el absolutismo papal.
6. La oposición irremediable de dos y hasta tres papas, condujo a la conciencia cristiana
a considerar a la Ecclesia como congregatio fidelium, esto es, una Iglesia que “no se
deducía” del papa. Surge una eclesiología de la Ecclesia universal, única infalible,
bajo el signo, no de un papa-obispo, sino de Cristo. Este es el fondo común de todas
las teologías conciliares que se abren paso a partir de 1379.
Ante el absolutismo papal, la protesta conciliarista, también cae en radicalismos. La Iglesia
conciliar triunfa de 1407 a 1415. El Concilio de Constanza inicia en noviembre de 1414. Se
llegó a considerar como sinónimos la Iglesia universal y el concilio (ya que se consideraba
la asamblea de la Iglesia). En los concilios de Pisa (1409), de Constanza (1414-1418) y de
Basilea (1431), reaparece la expresión: “el concilio representa a la Iglesia universal”. El
concilio es la Ecclesia. Se admite gustosamente la equivalencia dic Ecclesiae (Mt 18, 17) =
dic concilio (“dile a la Iglesia = dile al concilio”). Esta era la postura del conciliarismo
radical. Había otra postura de un conciliarismo “moderado”, donde se reconocía al papa la
plenitud de los poderes, sin embargo, el concilio puede juzgar si el papa se ha extralimitado
en su ministerio.
ECLESIOLOGÍA
Fr. Álvaro Pérez Castro, OFM.

Una de las normas disciplinares del concilio de Constanza establecía que se debería celebrar
un concilio general cinco años después de Constanza; posteriormente, al cabo de siete años;
finalmente, para el futuro, cada diez años. El decreto Haec sancta (del concilio de Constanza)
afirma dos cosas:
a. El concilio general recibe su poder, no del papa, sino inmediatamente de Cristo.
b. Todo católico, el papa mismo, es justiciable por el concilio en materia de fe, para la
extinción del cisma actual y para la reforma de la Iglesia en su cabeza y en sus
miembros.
En parte, se puede decir que, lo estipulado en Constanza respondía a un intento de solución
“temporal” de la situación cismática en la Iglesia, así como a una reforma necesaria en su
aspecto institucional.
• Fuentes de consulta:
- CONGAR, Y., Eclesiología. Desde San Agustín hasta nuestros días, BAC, Madrid, 1976, pp.
189-201.
- SESBOÜÉ, B. (Dir.), Historia de los dogmas. Tomo III. Los signos de la salvación, Secretariado
Trinitario, Salamanca, 1996.

Comentario personal:
Considero que el movimiento conciliarista surgió como “protesta” ante el absolutismo papal,
es decir, ante una actitud despótica por parte de quien(es) se suponía debía dar ejemplo de
unidad y cohesión eclesial. Pienso que, tanto para los conciliaristas como para los partidarios
del absolutismo papal, la pregunta no era “¿qué es la Iglesia?”, sino “¿quién tiene la autoridad
(poder) en la Iglesia?”.
Los argumentos -como un péndulo- pasaban de un extremo a otro. La postura crítica del
conciliarismo propicia la reflexión o más bien, la interpelación del cristiano sobre su misma
identidad: ¿quién soy yo en la Iglesia, para la Iglesia? Uno de los aspectos positivos que veo
del conciliarismo es que atendió a ese valor tan conocido y valorado el día de hoy por todos
nosotros que es el “consenso”. Sin embargo, dicho consenso también fue limitado (sólo para
quienes podían participar en los concilios). Lo que pasó es que se quiso absolutizar el
consenso. Aquí también, le faltó sentido crítico a una solución “provisional” para el bien de
la Iglesia.
Si de fondo, el tema del “poder” en la Iglesia es el problema, se comprende la incertidumbre
del “¿quién tiene que ceder?”; pero, si realmente -como Iglesia-, se descansara un poco la
angustia del poder, se podría considerar otra pregunta: “¿cómo ser más fieles?”.

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