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Presentación
En el mundo profesional, la mayoría de los problemas se resuelven a través de la
negociación. Por eso es tan importante conocer técnicas y habilidades que nos ayuden
a llevarla a cabo de forma beneficiosa para todas las partes.
En este Learning Coffee veremos algunas pautas para mejorar nuestras capacidades
negociadoras.
Experto
Jorge Palacios Plaza es licenciado en Sociología. Máster en Dirección de Recursos
Humanos y Organización y Director de Itaca, Global Learning & Development.
Las 3P
Negociar es obtener un acuerdo con otra u otras partes sobre un asunto o necesidad
en el que existe alguna diferencia de intereses. Por lo tanto, se deben tener en cuenta
tres dimensiones, conocidas como "las 3P": personas-problema-propuestas.
Es decir, como negociadores, debemos tener en cuenta que vamos a tratar con
personas, y que cada una de ellas tendrá una personalidad, una percepción de la
realidad y diferentes emociones. Además, hay que aislar el problema para ver las
necesidades reales del cliente. Por último, debemos planificar una estrategia para
plantear al usuario propuestas eficaces.
El tiempo. Este factor es muy relevante a la hora de negociar, pues es muy posible
que el acuerdo sea más apremiante para una parte que para otra. Por ello, nos
debemos preguntar lo siguiente:
¿El otro negociador me presiona o, por el contrario, parece que se lo piensa
demasiado?
Si me presiona, ¿es porque quiere cerrar el trato ya o porque simplemente tiene prisa?
¿Cuáles son las necesidades y, sobre todo, las expectativas del otro?
¿Cuáles son sus verdaderas intenciones?
¿Estoy encontrando sus intereses ocultos?
El tercer personaje. Es posible que haya otras personas o grupos de presión detrás
de las partes que están negociando. Así, debemos pensar en:
2. Principios de la negociación
Luis es gerente de una cadena de restaurantes. Esta semana debe firmar un contrato
con una empresa dedicada a las telecomunicaciones para ofrecerle sus servicios de
cáterin en el comedor de la compañía. ¿Qué crees que tendrá que tener en cuenta
Luis? ¿Crees que comenzará por concretar el precio y las condiciones del servicio?
¿Piensas que el ambiente que genere puede influir en el cierre del contrato? ¿Opinas
que tendrá que ceder en algunos aspectos?
Ante todo, debemos tener claro que negociar no es regatear. Algunas personas
piensan que deben buscar el máximo beneficio propio, sin importar qué condiciones se
impongan a la otra parte. Creen que el cliente o negociador es un adversario al que
tienen que vencer. Para ello, mantienen una posición fija y permanente en la que
defienden sus propios intereses.
El ego y la ira son los grandes asesinos de las negociaciones, pues impiden diferenciar
objetivamente las necesidades de los deseos o excesivas ambiciones.
Cuando una determinada cuestión nos molesta, nos gustaría dar una respuesta radical
o violenta. Lo importante en ese momento es darnos cuenta de cómo estamos viviendo
esa situación e ir reduciendo poco a poco nuestra tensión diciéndonos internamente
cosas como "tranquilo", "debes calmarte", "no te conviene ponerte así", etc.
John F. Kennedy
El poder es un resorte psicológico. Por ejemplo, ante una negociación entre un cliente y
un proveedor pensamos que el cliente es quien tiene el poder. Hay que perderle el
miedo a esta situación y tomar la iniciativa, creando un ambiente favorable.
Poder personal: hay que plantearse quién tiene más habilidad para persuadir y convencer.
Poder de empresa: cómo es nuestra organización, la imagen, la evolución, el posicionamiento
y los productos y servicios que ofrecemos. Es decir, ¿somos lo suficientemente atractivos?
Poder situacional: se trata de la oportunidad que nos puede hacer fuertes en un momento
dado.
Poder MAAN: una valiosa MAAN (Mejor Alternativa al Acuerdo Negociado, un plan B que
cumpla con los objetivos mínimos cuando no se llega a un acuerdo) es indispensable para
manejar correctamente el poder.
Del mismo modo, analizaremos cuál es el poder del cliente para descubrir si es real o
simplemente una percepción nuestra. Para ello, atenderemos a los siguientes factores:
El grado de conocimiento que tiene sobre sus propias propuestas y las de la competecia.
La posición que disfruta dentro de su empresa, por ejemplo, el peso de su cartera de clientes.
Qué puede aportar su empresa a nuestro negocio y qué es lo que necesita de nosotros.
Cuál es su pasado y su situación de cara al futuro. Por ejemplo, ¿tiene malas referencias?,
¿qué favores o conflictos ha protagonizado?, etc.
Para ello, puede seguir la fórmula SPIN (Situation, Problem, Implication, Need-payoff).
Intereses. Averiguar los intereses. Es decir, concretar más ese problema. "¿Es posible
que necesiten una mayor variedad de alimentos en la carta?"
De todas formas, también hay que tener cuidado de no sobrepasar unos límites
razonables, pues la otra parte puede percibir nuestras aspiraciones como
desproporcionadas y considerar nuestra irracionalidad como un escollo insalvable para
una negociación seria.
Antes de ponernos unos objetivos para la negociación, debemos explorar con cierta
creatividad nuestras necesidades y, especialmente, las del otro. Las palabras clave a
este respecto son: precisión, cautela y ambición.
Ceder y conceder
Es muy importante manejar correctamente una amplia gama de opciones, alternativas,
cesiones y concesiones.
Hemos de tener claro que negociar es ceder y conceder por ambas partes. Es por ello
que nos debemos preguntar si nosotros y ellos estamos realmente negociando.
Ceder crea una percepción de flexibilidad muy importante para el marco y el clima de la
negociación, pero ceder no es regalar. En una negociación nadie cede gratis, se hace a
cambio de otra cesión de valor. Es decir, se cede porque el otro también cede.
Por otra parte, no se puede ceder en demasía, pues podemos dar la sensación de
debilidad, lo que nos haría perder capacidad de movimientos. Tampoco nos podemos
negar a ceder en todo momento, ya que dejaríamos de negociar por intereses para
hacerlo por posiciones estáticas, lo que anularía todo poder de maniobra y nos llevaría
a la zona de ruptura.
Administrar la información con habilidad
Una negociación donde no se genera nueva información llevará a que ninguna de las
partes sepa qué necesita, desea y espera. Por eso la importancia de manejar
información compartida (condiciones, opiniones respecto al producto o empresa,
precio, intereses, necesidades...) con la que reducir las inseguridades y ampliar la
confianza durante la negociación. Eso sí, hay que evitar presentarla al principio de la
entrevista ya que podemos "asustar" al cliente.
Por otra parte, a la hora de presentar nuestra información, la técnica ideal es hacerlo
mediante goteo: doy algún dato y espero que el otro aporte algo respecto a ese dato.
Jairo Amaya
En cambio, todos los expertos afirman que los negociadores sacarán más frutos si
colaboran entre ambos.
Para ello, es una estrategia fundamental buscar el nivel de confianza necesario con el
otro para ampliar perspectivas y obtener nuevas percepciones desde las cuales
"agrandar el pastel antes de repartirlo y compartirlo entre ambos".
Tipos de negociación
Existen dos grandes tipos de negociación: la competitiva y la integradora.
Negociación competitiva
También se conoce como "suma cero" porque lo que gana una parte de la negociación,
lo pierde la otra. Se basa en un modelo ganar-perder: una negociación inamovible de
presiones y coacciones. Ninguno de los participantes cede y el resultado suele ser
negativo.
Negociación integradora
Relacional
Una persona que sigue este estilo presta mucha atención al clima de negociación
porque busca ganarse a su interlocutor para alcanzar sus objetivos. Intenta "matar a su
enemigo" con la amabilidad.
Sin embargo, no suele aguantar la presión del cliente y tiende a prestar demasiada
atención a las necesidades del otro y descuidar las suyas.
Competitivo
Como puntos negativos, este tipo de negociador siempre busca su propio beneficio,
generando víctimas. Es impulsivo, impaciente, dominador y piensa que tiene la razón.
Analítico-evasivo
Este tipo de personas saben retirarse a tiempo ante la duda. Estructuran toda la
información y pueden posponer con facilidad una negociación para huir de una
situación complicada, lo que ayuda a enfriar situaciones tensas. Su principal
característica es la prudencia.
Pero este estilo no se debe utilizar mucho pues, aunque sea tentador a corto plazo, no
resuelve los problemas de fondo. Las personas que lo siguen suelen pecar de falta de
resistencia y combatividad.
Diplomático
Se debe utilizar cuando todo lo demás ha fallado porque, si se utiliza en exceso, puede
causar una pérdida de confianza. Las personas que siguen este estilo pueden llegar a
ser percibidos como débiles y oportunistas.
Estratega
Negociador dominante
Son personas enfocadas a la acción, estrictas y que imponen las cuestiones que les
interesan de la negociación. También se centran en lo importante del tema que se está
tratando y buscan información antes de tomar decisiones. Son autocráticos y nada
empáticos.
Negociador paternalista
Este tipo de negociador es experto en practicar la asertividad por lo que influye en las
decisiones de su interlocutor de forma constructiva, positiva y abierta, mediante la
confianza, el respeto y la credibilidad.
Utiliza el modelo ganar-ganar y prepara muy bien sus argumentos. Es duro con los
problemas que se presenten, o sea, es exigente con el contenido pero, con la otra
parte, siempre buscará la flexibilidad y el buen clima.
Negociador conciliador
Suele ser paciente, pero evasivo y huidizo por lo que se hace muy difícil cerrar un
acuerdo con este tipo de personas.
Negociador agresivo
Busca la victoria a toda costa y para ello utiliza la manipulación y la presión. Es muy
competitivo y ve en la otra parte a un adversario.
Demostrar respeto por el otro y por uno mismo en todo momento y circunstancia.
Describir nuestros sentimientos sin sentir vergüenza.
Pedir lo que se desea y reivindicar nuestros derechos sin temor a ser criticado y sin pisar al
otro.
Cuando sea necesario, saber decir que no sin que el otro se sienta ofendido.
Mantener el control en situaciones de tensión.
Tocarse los dedos, no mirar a la otra persona cuando hablamos con ella, taparnos la
boca con la mano, inclinarnos hacia delante... Todos son comportamientos que
desvelan qué pensamos y cómo nos sentimos en ese momento. ¿No genera
desconfianza, por ejemplo, una persona que carraspea cuando nos habla de posibles
condiciones para firmar un contrato?
El lenguaje corporal crea un significado que el otro negociador percibe, por lo que
debemos moldearlo para que nuestro interlocutor entienda lo que deseamos transmitir
y no otra cosa. Además, también es una herramienta para captar su atención. Por todo
esto, es importante saber qué gestos crean una impresión positiva y cuáles no.
Al igual que un negociador prepara previamente todo lo que va a decir, también debe
pensar qué lenguaje corporal va a utilizar en cada momento.
Fíjate en el siguiente cuadro para conocer las señales positivas y negativas que emiten
los gestos más frecuentes:
En muchas ocasiones ese lenguaje corporal es contrario a lo que se nos dice con
palabras. Para detectar esas contradicciones podemos analizar la postura, expresiones
faciales o gestos (kinesia), cómo establece el contacto visual (oculesia), el tono de
voz, la velocidad de conversación o las pausas (paralingüística), o la estructura del
espacio personal (proxemia).
Puedes consultar el documento "La ventana de Johari" que explica un método para
conocer el tipo de información que muestra la persona con la que vamos a negociar.
La agenda de negociación
Áreas comunes de interés. Debemos identificar por anticipado las áreas donde ambos
negociadores nos sentiremos cómodos.
Áreas de enfrentamiento. Se trata de lo opuesto al punto anterior. Es decir, hay que identificar
las áreas de enfrentamiento, alejamiento y potencial ruptura. Gracias a ello, podremos prever y
manejar las diferencias de forma adecuada.
Qué poder tenemos y qué poder tiene la otra parte. Consiste en saber qué peso tenemos
inicialmente en la negociación y qué debemos hacer para ir ganándolo conforme avanzan las
negociaciones o para minimizar el de nuestro interlocutor.
Estrategias para utilizar en las diferentes fases. Se trata de vincular los intereses y posibles
discrepancias a las fases lógicas por las que pasará la negociación.
Preparar la MAAN
Sin embargo, lo más importante es preveer la MAAN de la persona con la que estamos
negociando.
Los colaboradores, desesperados ante la idea de tener que pagar al autor un dólar por
copia, acuden al director de la campaña, George Perkins. Este, después de informarse
sobre Moffett y ver que pasaba por dificultades económicas, le envía un mensaje
preguntando cuánto estaría dispuesto a pagarles para que utilicen su fotografía.
Perkins argumenta que su imagen se dará a conocer, que será una gran campaña
publicitaria. Moffett acepta la propuesta y ofrece pagarles $250.
Para preparar la MAAN hay que plantear diferentes alternativas en caso de no llegar a
un acuerdo y escoger la mejor entre ellas. Gráficamente, se puede elaborar
identificando la zona de negociación, el margen de maniobra propio y el de la otra parte
La MAAN puede ser de dos tipos:
Obviamente, es más interesante crear el segundo tipo de clima para desarrollar una
negociación exitosa.
Existen tres fases por las que debemos pasar para orientar el clima de la negociación:
Gestionar la influencia
Es importante practicar una escucha activa, aunque no debemos dejar que las ideas de
la otra parte nos condicionen.
Por otra parte, debemos conseguir que nuestra propuesta se perciba honesta, creíble,
íntegra y fiable. Y, por supuesto, hay que cumplir lo que se dice o perderemos la
credibilidad que tenemos.
Para tener credibilidad hay que trabajar las dimensiones del conocimiento,
proximidad y beneficio. Así conseguiremos influir sobre la otra parte.
Conocimiento. No podemos defender una propuesta sin conocer a fondo sus características,
por eso tenemos que prepararlas concienzudamente. Debemos ser expertos en lo que
presentamos y en los intereses que tienen las personas a quienes se lo presentamos.
Proximidad. Es el lado humano de la comunicación: empatizar emocionalmente, adaptarse a
los diferentes interlocutores y situaciones, demostrar hechos, ser asertivo y comunicarnos
correctamente de forma oral, visual y kinestésica.
Beneficios. Hay que hacerle ver a la otra parte qué gana con nosotros: identificar y argumentar
los beneficios y valores.
Es decir, para ofrecer valor en la negociación, nos debemos centrar en el manejo de los
intereses, en la generación de alternativas y en el estudio de las concesiones.
Por otra parte, al respecto de las cesiones, no hay que aplicarlas al principio del
proceso de negociación. Es mejor esperar para no aumentar demasiado el nivel de
expectativas de la otra parte.
Cuando hagamos una concesión hay que tratar de obtener algo a cambio pero, si esto
no se produce, podemos anularla.
Evolucionar posiciones para defender intereses
«El motivo real de una negociación es satisfacer los intereses propios a través de un
acuerdo más ventajoso que la solución planteada en nuestra MAAN»
Inicialmente es coherente que ambas partes mantengan sus posiciones con firmeza.
Sin embargo, continuar con ellas en fases más avanzadas de la negociación sería una
obstinación que generaría tensión y ahogaría el objetivo final: satisfacer los intereses
de ambas partes.
1. Identificar las partes involucradas (stakeholders) para distinguir los intereses que
cada uno tendrá.
¿Qué necesitan?
¿Qué quieren, esperan y desean?
¿Qué elementos reales hay detrás?
¿Qué les preocupa, les genera tensión o causa incertidumbre?
¿Qué resultados esperan?, ¿por qué?, ¿con qué finalidad?
¿Qué lograrán?
Pormenorizar los acuerdos y ultimar los detalles (revisiones, marcos legales, jurídicos...).
Aclarar los temas y las posibles discusiones que puedan volver a salir.
Gestionar adecuadamente el contrato firmado y cumplir lo pactado.
Renegociar en caso de que se vuelva a requerir por alguna de las partes.
La posibilidad de arbitraje o mediaciones.
Recopilar las experiencias y evaluar el proceso de negociación que se ha seguido.
Una vez que hemos concluido el proceso de negociación, debemos valorarlo. Para eso,
podemos crear un Plan de Desarrollo Profesional (PDP) que nos orientará para mejorar
el proceso en siguientes ocasiones. Hemos de preguntarnos lo siguiente:
Relación. ¿La negociación fortaleció la relación necesaria para vincular al cliente con nuestra
empresa?
Comunicación. ¿La negociación amplió canales para buscar soluciones a problemas futuros?
Intereses. ¿Se cumplieron los intereses para ambas partes?
Opciones. ¿Las alternativas propuestas fueron creativas e integradoras?
Legitimidad. ¿Los criterios para elegir opciones son objetivos y justos?
MAAN. ¿Es mejor nuestro acuerdo que la MAAN?
Compromiso. ¿Los compromisos fueron realistas, bien estructurados y con condiciones
razonables?
Hay negociadores visuales, los cuales centran sus gestos y su forma de ver a los
demás en la vista. Ante estos, debemos mirar a los ojos y aportar gráficos y
estadísticas para reforzar nuestros argumentos.
También hay personas que son fáciles de convencer mediante el oído. Debemos
hablar tranquilos y escuchar, prestando atención a lo que nos dicen: "sí...",
"entiendo...", "eso es...".
Si nos encontramos ante una persona kinestésica, que perciben su entorno mediante el
tacto, olfato o gusto, podemos mostrar cercanía y ser amistosos.
El disco rayado
Consiste en repetir de forma continua nuestro punto de vista, hasta que el otro ceda a
nuestra petición o acepte el compromiso. Esta técnica debe ser utilizada con
precaución ya que, según con quien hablemos, puede resultar perjudicial.
Uno de los usos más comunes de esta técnica es evitar comentar algo que todavía no
queremos comentar. Por ejemplo, cuando un cliente nos pide información sobre precios
pero nosotros no queremos indicarlos todavía, podemos crear un banco de niebla: "Le
voy a explicar el precio dentro de la propuesta global...". Será el momento de explicar
ventajas y beneficios.
También podemos aplicarla para afrontar críticas: "Puede que tenga razón, pero quizás
hay que contemplar...".
Rodear el muro de piedra
Un muro de piedra es un cliente o negociador que dice "no" constantemente y nos pone
en situaciones incómodas. Rodear el muro de piedra es:
El boomerang
Otras herramientas
A lo largo de este Learning Coffee hemos propuesto otros consejos para llevar a cabo
una negociación satisfactoria. Estos, en ocasiones, se pueden completar asesorando y
orientando al cliente, reservándonos un as en la manga o volviéndonos emocionales:
"Pues le voy a decir que yo he disfrutado mucho con mi familia gracias a este servicio".
1/3
33.33 puntos
1. Lee el fragmento de contextualización y responde la pregunta.El cliente con el que estamos
negociando, sentados en una mesa, se ha inclinado hacia delante, aproximándose a nosotros.
¿Qué puede reflejar? 33.33 0 2. Lee el fragmento de contextualización y responde la
pregunta.Estamos negociando con un nuevo cliente pero este se muestra muy poco receptivo. Nos
dice "no me gusta" constantemente. ¿Qué podemos hacer? 33.33 0 3. Lee el fragmento de
contextualización y responde la pregunta.Nuestro interlocutor quiere que le informemos del precio
del servicio que ofrecemos. ¿Aceptamos? 33.33 0 1. Lee el fragmento de contextualización y
responde la pregunta.
El cliente con el que estamos negociando, sentados en una mesa, se ha inclinado hacia
delante, aproximándose a nosotros. ¿Qué puede reflejar?
Quizz question
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Para superar los puntos muertos podemos aplazar la negociación para otro momento o
utilizar a terceras personas.
Es ahí a donde tiene que llegar cualquier negociador. Debemos mostrar al cliente las
ventajas y beneficios de nuestros servicios antes de comentar el precio.
El producto
Además tendremos que hacerles ver las características que, a priori, pueden no ser
percibidas: son electrodomésticos con un diseño vanguardista, moderno, que se adapta
a la arquitectura actual, podría ser un ejemplo.
Las necesidades
Para analizar las necesidades del cliente podemos preguntarle sobre sus intereses
("¿por qué se interesa por...?") o esperar a que haga sus demandas.
Podemos destacar los servicios de valor añadido para reducir la percepción del precio:
transporte gratuito, garantía de varios años, materiales complementarios,
asesoramiento...
La objeción más común es "el precio es muy alto". Esto puede significar que el cliente
no puede pagarlo, que en otro lugar es más barato, que no le gusta la empresa o que
no está convencido.
Debemos averiguar sus motivos y resaltar los beneficios, hablar del valor añadido y
comparar el producto con otros cuando cite a la competencia.
Si nos comunica que no tiene poder de decisión, le pediremos que nos ponga en
contacto con otra persona y si nos dice que no tiene presupuesto, podemos manejar
nuevas opciones para reducir costes.
Premura de tiempo: "Este precio solamente se lo podré mantener durante esta semana".
Limitación de producto: "Es una oportunidad única y limitada".
Preguntar: cuando el cliente pide tiempo para pensar, podemos insistir en cuáles son sus
dudas para intentar darle una respuesta que le convenza.